1. Historia del Arte. 2º bachillerato
Del Neoclasicismo al Romanticismo
1.- Introducción
2.- Pintura neoclásica: Jacques Louis David
3.- Goya
4.- Pintura romántica: Delacroix
1.- Introducción
Entre 1750 y el último tercio del siglo XIX Europa sufre un proceso de transformaciones
radicales que sentarán las bases de la sociedad contemporánea. Con la Revolución francesa
se abre un período complejo, lleno de convulsiones, en el que la burguesía, la clase
emergente, lucha por participar del poder político frente al absolutismo y a una nobleza en
decadencia. La consolidación del Estado liberal burgués decimonónico se alcanzará tras
sucesivas oleadas revolucionarias. Es también el tiempo del nacionalismo, tanto en su ver-
tiente unificadora (Alemania e Italia) como independentista (Grecia). Además, la revolución
industrial se extiende lentamente desde Inglaterra, y con ella el aumento de la población y
nuevos y graves problemas sociales. Las ciudades se industrializan, el número de sus
habitantes crece rápidamente, se desarrollan los medios de transporte y comunicación y
surge una nueva clase social, el proletariado. Por último, y muy en relación con la
industrialización, los países europeos inician una frenética lucha por el control de los
territorios y recursos de otros continentes: es el período de formación de los grandes
imperios coloniales.
El arte no fue ajeno a estos cambios. La Ilustración, con su gran interés por todas las
ramas del saber, favoreció el desarrollo de aspectos teóricos como la crítica y la estética.
En 1764 Winckelmann publica su Historia del arte de la Antigüedad e inicia así la moderna
historia del arte. En su obra analiza las causas de la variedad artística, e introduce
interesantes reflexiones sobre la esencia del arte y el concepto de belleza. Centra su
atención, fundamentalmente, en el arte griego. La estética, como rama de la filosofía
dedicada al estudio de la belleza y su percepción, nace también en este momento, y tendrá
un gran desarrollo posterior.
Es también la época en la que surgen instituciones que tendrán una relevancia fundamental
para el arte: los museos y las Reales Academias de Bellas Artes, que también eran escuelas
y organizan los salones o exposiciones públicas en las que se fijan los criterios artísticos
oficiales. Los salones y los museos acercan el arte al público y favorecen el desarrollo de la
crítica. Se desarrolla así el mercado del arte, en el que el artista es independiente, su obra
es valorada por la crítica y comprada por un público en el que la burguesía tiene un peso
creciente. También son grandes clientes el Estado y las instituciones: ayuntamientos,
diputaciones, ministerios, etc.
2.- La pintura neoclásica
2.1- La estética neoclásica.
La teoría neoclásica se desarrolla en torno a 1750. En su creación y difusión tuvieron
importancia varios factores. A los trabajos arqueológicos en Pompeya y Herculano y el
estudio de la arquitectura griega, que aumentaron el conocimiento y el interés por la
Antigüedad, se sumaron los escritos de Winckelmann (1717-1768). En sus obras propone
una vuelta al arte griego, considerado paradigma de la belleza y la perfección, y propugna el
desarrollo del "verdadero estilo", que debe aspirar a la "noble sencillez y serena grandeza".
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2. Historia del Arte. 2º bachillerato
Los neoclásicos no buscan sólo imitar el arte clásico, sino tomarlo como modelo para crear
obras perfectas, universales y eternas. En su planteamiento hay reflexiones estéticas y
morales: aspiran a la renovación de la sociedad y a lograr la perfección artística y social que
hallan en la Grecia clásica, considerado un mundo idílico y paradisíaco, regido por la belleza
y la rectitud moral.
El neoclasicismo es un estilo con un fuerte componente intelectual, que comparte con el
pensamiento ilustrado el carácter racional, las aspiraciones morales, la búsqueda de valores
universales y eternos, comunes a todos los hombres, y el rechazo explícito del rococó, al
que consideran decadente y propio de nobles ociosos.
Fue el estilo de la Revolución francesa, que le dio un claro contenido ideológico. Sin
embargo, también fue asimilado y apoyado por la nobleza, por el imperio napoleónico, que lo
utilizó con fines propagandísticos, y, por último, por la sociedad burguesa del siglo XIX. Es
un estilo sin adscripción ideológica propia, disponible para distintas demandas sociales.
2.2 La pintura
La pintura neoclásica surgió como una rebelión artística y cívica contra el Antiguo Régimen,
ya decadente, y contra su arte: el barroco y el rococó.
La pintura neoclásica, en su búsqueda de un arte universal y eterno, rechaza el espíritu
hedonista del rococó y tiene un carácter moralizante, que se refleja en los temas elegidos:
mitológicos, se buscan en la Antigüedad héroes que encarnen virtudes como el patriotismo,
la abnegación o la dignidad. El lenguaje formal que se considera adecuado es sobrio, con
predominio de la línea y el dibujo sobre el color y desconfianza hacia las texturas y los
efectos de luz. Los colores son suaves, con débiles contrastes. Las figuras se modelan con
el claroscuro tradicional Se debe buscar composiciones claras, y concentrar la atención en
lo esencial, eliminando escorzos, decoraciones y grandes perspectivas; así las composiciones
resultan estáticas y de naturaleza idealizada, inspiradas en el lenguaje compositivo clásico
o renacentista. El objetivo es conmover al espectador y despertar en él sentimientos
virtuosos y moralmente elevados. Sin embargo, este ambicioso programa tuvo una expresión
artística más bien endeble, con la importantísima excepción del francés Jacques-Louis
David (1748-1824).
David es una de las figuras clave en el
paso del siglo XVIII al XIX para conocer
no sólo la evolución de la pintura, sino
también la posición del artista en la
sociedad de su tiempo. Tras un período de
formación viajó a Roma y su pintura
evolucionó hacia un estilo clasicista en el
que trabajó durante varios años. En 1785
pinta El juramento de los Horacios, un
tema de la historia de Roma que muestra
el momento en que los hermanos Horacios,
en presencia de su padre, juran entregar
su vida en defensa de la patria. Las
figuras, colocadas sobre un fondo sencillo,
destacan con nitidez, enmarcadas y a la
vez separadas por los arcos. El carácter
heroico de los hombres contrasta con el
dolor del grupo femenino: drama y
heroísmo se unen así para convencer y a la
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David. El juramento de los Horacios.
3. Historia del Arte. 2º bachillerato
vez conmover al espectador en una apasionada llamada al patriotismo y la virtud cívica. Con
un estilo nuevo y depurado consigue una perfecta síntesis entre forma y contenido y una
imagen llena de fuerza visual que causó un gran impacto en su época.
David encarna la figura del artista políticamente comprometido: participó activamente en la
Revolución francesa, y durante el período jacobino
fue miembro de la Convención y asumió importantes
cargos públicos, desde los que desarrolló un
completo plan para organizar las artes en Francia.
Concibió el arte como un elemento transformador de
la realidad, capaz de cohesionar a la nueva sociedad
revolucionaria y de transmitir sus valores. Una de
sus obras clave durante este período es Marat
muerto (1798), en la que la absoluta sencillez y la
sabia composición, dominada por un gran vacío en la
parte superior, subrayan la grandeza moral y la
dignidad del revolucionario asesinado.
Durante el período napoleónico, David se convierte
en pintor oficial y forma en su taller a una
importante generación de pintores. Continúa
pintando escenas históricas, cargadas de significado
en relación con la situación política, como en Las
Sabinas, una llamada a la reconciliación nacional,
escenas áulicas, como La coronación de Napoleón y también retratos, como Napoleón en
su gabinete, de acabado preciso y gran verosimilitud.
Tras la Restauración borbónica, David se exilia a Bruselas. Sigue trabajando pero sus obras
no logran la intensidad anterior. Su lenguaje formal estaba unido a los mensajes políticos y
éticos, y su estilo se fue apagando al alejarse del centro de los acontecimientos políticos y
perder su influencia moral.
Coronación de Napoleón
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David. Marat muerto.
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3.- Francisco de Goya (1746-1828)
El aragonés (nacido en Fuendetodos) Francisco de Goya domina el panorama del arte
español en el paso del siglo XVIII al XIX. Vivió en Zaragoza sus años de formación, donde
luchó por abrirse camino y viajó a Italia como hacían la mayor parte de artistas. Su
matrimonio con Josefa Bayeu, hija y hermana de pintores, le facilita la llegada a la Corte,
donde trabaja como pintor de cartones para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara y
se da a conocer como retratista. En Madrid se desarrolla su carrera artística donde es
nombrado pintor del rey y miembro de la Academia de San Fernando. En 1792 sufre una
grave enfermedad que le deja sordo y cambia su visión del mundo. Vivió el paso del Antiguo
Régimen al mundo contemporáneo. Nació durante el reinado de Fernando VI; vivió la España
ilustrada de Carlos III y el profundo impacto de la Revolución Francesa, revolución liberal
por antonomasia. Es testigo de primera fila de la vida cortesana y las vicisitudes políticas
durante el reinado de Carlos IV, así como las intrigas de Godoy y la reina Mª Luisa. Vivió la
invasión napoleónica y la guerra de independencia con su secuela de sucesos trágicos que
marcaron fuertemente su paleta. Es el momento de confrontación entre el absolutismo
dominante (Antiguo Régimen: absolutismo y sociedad estamental y agraria) y el liberalismo
en ascenso (Liberalismo, sociedad de clases y capitalismo) Liberal convencido, fue acusado
de afrancesado. Ya viejo, su desengaño de la política española era total, sobre todo después
del fracasado intervalo del Trienio Constitucional, durante el reinado de Fernando VII. Al
final de sus días se autoexilió en Francia, en Burdeos, donde muere en 1828. Así, Goya fue
un testigo único de aquella época, que quedó reflejada de forma directa, original y
expresiva a través de su pintura.
Francisco de Goya y Lucientes constituye uno de los fenómenos más sorprendentes de la
pintura pues su obra no se circunscribe a los movimientos artísticos contemporáneos
(rococó, neoclasicismo y romanticismo), y aunque se reconozcan en su actividad artística
elementos de esas corrientes, es muy difícil encasillarlo en alguna de ellas. Se suele
expresar con lenguajes originales y diversos, llenos de imaginación, libertad y saber hacer y
está considerado como el padre de la pintura contemporánea: impresionismo, expresionismo
y surrealismo principalmente.
Su pintura posee una riqueza formal, estilística, técnica e intelectual tan enorme que en sí
misma constituye todo un recorrido por lo mejor de este arte. Su formación se realizó en
los talleres de Luzán y Bayeu (su cuñado), pero recibió un gran influjo de la obra de
Velázquez y Rembrandt por los que sentía una gran admiración.
Goya puso las bases de buena parte de la pintura de los siglos XIX y XX; es el verdadero
iniciador del romanticismo; los impresionistas compartieron con él el sentido de la luz y los
surrealistas quedaron fascinados con sus imágenes.
Frente a esta influencia posterior, Goya no fue un pintor bien encajado en su tiempo. Más
que un hombre de su época fue un hombre contra época. Sólo en las primeras fases de su
carrera, en Zaragoza o los inicios de su estancia en Madrid, se adapta a la estética
dominante, y su obra le permitió acceder a la Corte y su triunfo social.
Goya cultivó multitud de temas: populares, infantiles, religiosos, taurinos, retratos, etc; y
de técnicas: cartones, óleo, mural al fresco, grabados, litografías.
Es un pintor esencialmente colorista y se aleja del neoclasicismo dominante en el último
tercio del siglo XVIII, prefiriendo los recursos de la luz y el color a la línea.
Es un pintor de una intensa vida interior y de una imaginación extraordinaria, deformando
la naturaleza en aras de la expresión.
Fue, además un gran cronista de su época : fiestas populares, drama de la guerra, etc
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Evolución de su obra:
3.1.- Primera época: Cartones para tapices y primeros retratos.
A partir de su llegada a Madrid en 1775 y hasta 1792, Goya trabajó para la Real Fábrica de
Tapices realizando los cartones que luego seguirían los tejedores para realizar el dibujo.
Fue, posiblemente, su cuñado, Francisco Bayeu, pintor de cámara, quien lo introdujo en la
Real Manufactura.
La función de la Real fábrica de Tapices era decorar los palacios de los Reales Sitios.
Mediante aquellos encargos oficiales, de temática basada en aspectos de la vida cotidiana y
popular de la época, verbenas, romerías, siempre desde una perspectiva amable, Goya pudo
hacer toda clase de ensayos en el arte de la composición y el colorido. Características:
Emplea composiciones neoclásicas: ordenaciones geométricas regulares.
Gran riqueza lumínica y cromática, con abundantes influencias rococó.
Implantó el modelo de personaje nacional: “ los majos goyescos”. Las imágenes iban
ataviadas con una indumentaria castiza nacional.
Destaca el tratamiento que da a la naturaleza.
Sus escenas están trazadas con mucha soltura pictórica, con aire de boceto.
El Quitasol (1777). Posiblemente sea esta obra
uno de los cartones para tapiz más llamativos de
los pintados por Goya. En él hace un bello canto a
la juventud, centrando su atención en la sonrisa de
la muchacha y en su gesto seductor, mirando
abiertamente al espectador para hacernos
partícipes del galanteo; tras ella, un joven le quita
el sol con una sombrilla de color verde, en el
mandil blanco de la joven se acurruca un perrillo
negro con una cinta roja. El interés por la luz que
demostró Goya en su obra vuelve a aparecer en
esta escena. Aquí es la sombrilla la que sirve
precisamente para sombrear diferentes zonas,
haciendo la luz solar que se resalten los colores en
los que incide. Los tonos cálidos empleados
(amarillos) otorgan una enorme alegría a la composición, alegría reforzada por las
expresiones de las dos figuras. La pincelada utilizada es bastante suelta. El Quitasol
formaba parte de los cartones destinados a servir como modelos para los tapices que
decorarían el comedor de los Príncipes de Asturias
La pradera de San Isidro (1788). Se trata de un cuadro (no es un cartón) realizado al óleo
sobre lienzo con las mismas premisas que los cartones. Es una obra costumbrista, que
refleja el ambiente amable del s. XVIII. Divertida, bulliciosa y alegre. Así representa Goya
a la sociedad madrileña en una de sus obras más hermosas. La pincelada es ágil y suelta, el
color vibra, la luz resulta prodigiosa y la atmósfera es, a la vez nítida y vaporosa. Goya se
sitúa a medio camino entre “La Villa Médicis” de Velázquez y la obra de Monet.
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Francisco de Goya. El Quitasol.
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La boda (1791-92). Se trata de una cartón para uno de los tapices destinados a la
decoración del despacho real del Escorial. Es pues, uno de sus últimos tapices, realizados
antes de caer enfermo; enfermedad que le produjo la sordera. Aunque mantiene las mismas
características de los anteriores en éste destaca especialmente el aire caricaturesco. No
se trata de una simple escena cotidiana, es al mismo tiempo un análisis crítico y psicológico
de una curiosa escena. El matrimonio de una bella joven con un individuo bastante feo. Goya
representa a la joven altiva despreciando al público que presencia la escena.
La boda
Otros cartones: La gallina ciega, El pelele, La vendimia (El otoño), El invierno, etc.
La actividad como retratista dura toda su vida y se convertirá en el retratista de moda de
la sociedad madrileña; el prestigio le llega con el retrato del Conde de Floridablanca,
ministro de su majestad, en 1783.
3.2.- Época de plenitud. En torno a 1800 realiza los grabados de Los Caprichos, los
frescos de San Antonio de la Florida y sus mejores retratos.
Enteramente sordo, su actitud ante la vida cambia y la captación de gestos y actitudes se
vuelve más aguda. Se relaciona con la duquesa de Alba, protectora y amiga, con la que
realiza un viaje a Andalucía, donde realiza una serie de notas y dibujos (Cuaderno de
Sanlúcar) que sirven de base a su serie de grabados Los Caprichos (1793-1796).
En sus grabados se observa una clara influencia de Durero y Rembrandt, los dos grandes
maestros del grabado. Fueron realizados con las técnicas del
aguafuerte y aguatinta.
Cada grabado lleva una leyenda que explica irónicamente el
contenido. Se trata de una reflexión sobre el mundo que le rodea,
muy despiadada e irónica, con frecuencia caricaturesca en la que
pone de manifiesto su visión crítica de la sociedad, especialmente
del mundo de la brujería, la vida eclesiástica (La Inquisición), la
vida social (coquetería de la mujer, los petimetres,..), la
ignorancia,...
El sueño de la razón produce monstruos (1797-1799) pertenece a
Los caprichos, serie de grabados en la que Francisco de Goya hace
una sátira de la sociedad y de la Iglesia y da rienda suelta a su
fantasía. Se cree que la figura dormida es un autorretrato de Goya.
Con esta imagen querría indicarnos cómo la razón libera sus
fantasmas durante el sueño, a través del subconsciente, por lo que
se supone un anticipo del Surrealismo. También podría aludir al
deseo del artista por desenmascarar todos los monstruos de la
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Goya. El sueño de la razón
produce monstruos.
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sociedad a través de sus estampas, destacando así el poder de la razón sobre las tinieblas
de la ignorancia, filosofía característica del pensamiento ilustrado.
Su dominio de la pintura al fresco queda de
manifiesto en los frescos de la iglesia de
San Antonio de la Florida.
En 1798 se le encargó a Goya la decoración
de su interior que comprendería: la cúpula y
las cuatro pechinas, el ábside, los arcos que
cubren los brazos de la cruz y las
superficies de las ventanas. En la cúpula, el
pintor debía representar un fresco con uno
de los milagros de San Antonio: la
resurrección de un asesinado para que diera
testimonio de la inocencia del padre del
santo, acusado del homicidio. Goya trasladó
al aire libre el episodio, que
presumiblemente tuvo lugar en el interior de
la sala de los tribunales. Con bastante
genialidad el pintor representó la escena
tras una balaustrada pintada en el borde de
la cúpula; de ese modo la muchedumbre asiste a la escena como si la presenciara desde un
balcón. Esta obra está muy alejada de las imágenes devotas tradicionales, y lo profano y lo
castizo invaden la escena. Goya logra envolver al observador transformándolo en
protagonista junto a los personajes de la escena. Además de la concepción, sorprende la
seguridad de la técnica con la que Goya pintó, en sólo cuatro meses, todos los frescos del
interior. El fresco está realizado mediante pinceladas amplias y vigorosas, que dota a las
figuras y a la naturaleza de movimiento y espontaneidad.
Goya continúa realizando retratos, concentran la atención en los propios personajes
prescindiendo de lo accesorio. Goya muestra una gran capacidad para profundizar en la
psicología de los personajes. Su pincelada fluida reproduce con gran maestría las calidades
táctiles: las trasparencias de las telas, encajes, etc.
En 1798 pinta el retrato de Jovellanos; sitúa la figura en las dependencias de palacio con
mobiliario, alfombras, cortinas; sobre la mesa se amontona el trabajo y una imagen de la
diosa Minerva, diosa de la Sabiduría, las Artes y la Industria. La figura está doblada sobre
el brazo izquierdo y denota desilusión e impotencia. Las tonalidades verdosas y grises son
velazqueñas.
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Goya. Fresco de San Antonio de la Florida.
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Jovellanos Condesa de Chinchón
Magistral y de deliciosa sencillez resulta el retrato de Mª Teresa de Borbón, condesa de
Chinchón, sin duda uno de los más hermosos del arte contemporáneo. Era prima de Carlos
IV, y la reina Mª Luisa decide su matrimonio con Godoy para que el favorito entrara en la
familia real y justificar así su vida en la Corte. En el retrato aparece como resignada
esposa. Su figura destaca sobre un fondo neutro, sin ningún otro elemento figurativo.
Por encima de la extraordinaria pincelada, suelta y vaporosa, o de la gama plateada del
vestido, la belleza del cuadro radica en la incomparable sensación de ternura que transmite.
Goya consigue hacernos partícipes del afecto que siente hacia la condesa.
La familia de Carlos IV, pintado hacia 1.800, es una
inspirada parodia de las Meninas de Velázquez. Unos
treinta miembros de la familia real aparecen en friso.
El Rey y la Reina fueron sin duda pintados tal como
eran, el primero con su cara roja y el pecho lleno de
condecoraciones, y la Reina fea y de naturaleza
enfermiza. La reina aparece en el centro con sus hijos
en triángulo destacando a la izquierda Fernando y
detrás Carlos Mª Isidro; a la derecha el rey Carlos IV
y su familia. Detrás la figura de Goya surge en la
penumbra, ocupando un lugar similar al de Velázquez
en Las Meninas. El cuadro delata la escasa simpatía
que Goya sentía hacia esta familia. Sólo algunos niños
(no todos) escapan a esta condena. El resultado es un
deslumbrante despliegue de color, de luz, vestidos y
decorados. Los colores cálidos son dominantes,
dorados y rojos. La pincelada es vigorosa y los
contornos se desdibujan.
La maja desnuda (1800). Es
probable que la duquesa de Alba,
propietaria entonces de la Venus
de Velázquez, solicitara a Goya un
cuadro de Venus, aunque no fue
ella la modelo como se ha dicho. En
todo caso “la Venus” de Goya, la
Maja desnuda, no es la imagen de
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Goya. La familia de Carlos IV.
Goya. La maja desnuda.
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una diosa, sino la de una mujer sensual, provocativa e incitante. Junto a la Venus de
Velázquez y la Olimpia de Manet, es uno de los desnudos más fascinantes de la historia del
arte, que adquiere una mayor seducción por la presencia de una obra gemela,
completamente vestida: la Maja vestida. Si las colocamos una junto a la otra, ambas
imágenes aparecen como una única maja. Se dice que el primer ministro Godoy, favorito de
la reina, propietario de ambos cuadros, no los tenía en casa uno junto al otro, sino que el de
la muchacha vestida cubría al otro, como si se tratara de una pantalla, y se levantaba
mediante unos resortes.
3.3.- Los cuadros de la guerra y la serie de grabados Los Desastres
La guerra de Independencia marca nuevos cambios en su obra. Durante los sucesos de 1808
permaneció en Madrid y presenció el Dos de Mayo. Vive dramáticamente la contradicción
entre sus convicciones liberales (y por tanto filofrancesas) y la realidad feroz de la
invasión francesa. Representa su visión de la guerra: muerte, hambre, mutilaciones,
salvajismo.
Goya ejecutó durante este tiempo algunos de sus cuadros más emblemáticos como es El
Coloso, realizado durante la guerra, aunque su concepción anuncia las pinturas negras.
A finales de 1807, los ejércitos franceses de Napoleón atravesaron España, bien acogidos
inicialmente por la población. Pero cuando el pueblo comprendió las intenciones de Napoleón
se rebeló y comenzaba para España uno de los episodios más salvajes, dolorosos y más
complejos de su historia: la Guerra de la Independencia. Precisamente es este drama lo que
Goya ha querido resumir en esta tela. La gigantesca figura que se yergue desnuda y
amenazadora contra el cielo representa quizá la guerra, o el dios de la guerra, o el terror
de la muchedumbre que huye del peligro que se cierne sobre ella. Se trata de una pintura
obsesionante que simboliza el pánico, el caos y los terribles presentimientos de España
cuando se inicia el conflicto.
El Coloso
Goya seguiría expresando su turbación y su indignación ante los trágicos acontecimientos
de su tiempo en Los Desastres de la guerra, serie de grabados.
Compuesta por una serie de estampas que hacen referencia a la guerra y sus consecuencias,
y otras de crítica sobre el absolutismo y anticlericales. Se trata de acontecimientos
descritos con una nítida expresión de violencia y crueldad. Narra en ellos los sufrimientos y
excesos producidos por la Guerra de la Independencia, en los mismos el artista se siente
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obligado a dar testimonio de la tragedia colectiva y representa, no sólo su versión heroica,
sino su incidencia sobre el pueblo, agobiado por el hambre, el terror y la muerte.
Desastres: Peor imposible. 1812-15 Carga de los mamelucos o 2 de mayo
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Los fusilamientos de la Montaña Príncipe Pío o 3 de mayo (1814) es una obra monumental
donde Goya pone de manifiesto
sus experiencias vividas durante
la guerra de la Independencia. En
1808, Goya asistió sorprendido a
los más diversos horrores que la
guerra puede producir:
violaciones, fusilamientos, robos,
sacrilegios, etc., que le
impresionaron tan
profundamente que los plasmó en
varias obras.
Goya es posiblemente el primer
“pintor civil” de la historia, y lo
es, sobre todo, con dos grandes
telas: “El dos de mayo” o “La
carga de los mamelucos en la
Puerta del sol” y ésta; “los
fusilamientos en la Moncloa”. Con ellas se preludian nuevas formas de entender la pintura:
fuerte y evidente carga política; y con un dramatismo propio del romanticismo.
Una vez más, la extraordinaria maestría pictórica de Goya queda patente en el encuadre, en
la perspectiva, en la composición, en la luz y en los colores. Y logra envolver y trasladar al
espectador dentro de la escena. La luz cegadora permite descubrir los detalles dramáticos
de la sangre coagulada, las bocas abiertas de los rebeldes dando al cuadro una dimensión
universal. Los personajes del prisionero que abre los brazos dispuesto a morir y el que se
cubre el rostro con las manos son reflejo del dolor y víctimas de la violencia de cualquier
parte del mundo y de cualquier época. Por ese motivo este tema fue repetido por otros
insignes artistas como Manet y Picasso, utilizando en ambos casos el mismo esquema
compositivo y el mismo impacto estructural.
En 1815, que siempre se había sentido atraído por el mundo y la fiesta del toro, realizó su
serie de grabados Tauromaquia. El tema de los toros, le permitió a Goya realizar estudios
de movimiento y fuerza conseguidos con la intensidad dinámica de las líneas. Estas
estampas han pasado como un documento histórico de gran valor, puesto que describen con
fidelidad toda clase de suertes, algunas ya desaparecidas. Esta colección, además influyó
en otros pintores, como Picasso quien también realizó uno grabados sobre el mismo tema.
Entre 1817 y 1820, realiza otra serie de grabados Los Disparates, de carácter onírico y
difíciles de interpretar.
Tauromaquia: La osadía de Juanito Apiñan Disparate: ¡No es el remedio!
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Goya. Los fusilamientos de la Montaña Príncipe Pío
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3.4.- Las pinturas negras de la Quinta del Sordo y el exilio
Cansado y decepcionado del ambiente asfixiante del reinado de Fernando
VII y en un intento por huir de la sociedad que desprecia, se refugió en la
Quinta del Sordo. En esa villa, Goya pintó sobre sus paredes Las pinturas
negras. En 1819 Goya adquirió en Madrid la llamada Quinta del Sordo que
decoraría con una serie de pinturas murales realizadas con óleo sobre yeso.
Éstas fueron realizadas entre 1820 y 1823. El programa iconográfico de
estas pinturas íntimas ha merecido diversas interpretaciones, aunque de
forma general se puede afirmar que son referencias a la situación del país
y a las actitudes supersticiosas del pueblo. Libre de cualquier
condicionante, para sí mismo, Goya da rienda suelta a sus monstruos. Son
pinturas de crítica social, en las que predomina el color negro y donde Goya
plasma un mundo alucinante de monstruos, brujas, machos cabríos,
aquelarres nocturnos, y un mundo poblado por la superstición y el miedo.
Destacar en su serie de “pinturas negras” obras tales como Duelo a
garrotazos, Aquelarre, Dos viejos comiendo sopa y Saturno devorando a
uno de sus hijos. Esta última obra, una de sus raras alusiones a la mitología
clásica, ilustra lo más trágico de los mitos griegos. La feroz y fanática
deidad agarra con sus colosales manos el cuerpo desvalido de su hijo,
engullendo la cabeza y el brazo derecho, todo expuesto con pinceladas que consiguen una
inimaginable ferocidad.
En estas obras de la Quinta del Sordo destaca especialmente el carácter plástico de las
imágenes cuyas principales características son:
Cromatismo tenebroso con negros y ocres de fuerte contraste que acentúa el
dramatismo.
Técnica fluida de pincelada impetuosa.
Feroz expresionismo: rostros deformes, miradas enloquecidas, etc. Lo expresivo
triunfa sobre la belleza de las formas.
Viejos comiendo sopa
Duelo a garrotazos
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Goya. Saturno devorando a
uno de sus hijos.
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En 1826 se autoexilia en Burdeos y en 1827 pinta La lechera de Burdeos, obra de mayor
serenidad y de toques casi impresionistas.
La lechera de Burdeos
Al final de su vida, sigue abierto a innovaciones técnicas y no duda en utilizar la litografía
(grabado sobre piedra) en Los toros de Burdeos. Muere en 1828.
Trascendencia pictórica del arte de Goya.
La pintura de Goya implica la ruptura con la tradición, aunque la asuma, en el sentido de que
abandona el respeto a las leyes ópticas, de pintar lo que se ve, aunque se represente de
manera diferente o subjetiva, para asumir la responsabilidad de crear un mundo propio, en
el que la fantasía y la crítica juegan un papel más importante que la realidad visual. Se
pueden encontrar antecedentes a su fantasía y monstruos en El Bosco, a sus visiones
apocalípticas en Valdés Leal, pero en ningún caso con la conciencia y la grandeza que en
Goya.
Rechaza del Neoclasicismo, su consideración dibujística académica, acromática y estática y
saltando sobre él, enlaza con los grandes maestros del Barroco para postular una pintura en
la que el dibujo pierde su imperio y se ensalza el color, la inspiración y el movimiento, la
influencia de Velázquez es patente en su obra. Enlaza también con el Romanticismo:
narración emotiva de la historia, composiciones dinámicas, tratamiento de la luz y el color.
Todos los movimientos pictóricos posteriores beben en su obra, de ahí que no sea
exagerado llamarle “el primer pintor moderno”. No le comprendieron muchos intelectuales
de la revolución, todavía medio siglo después de su muerte. Pero los pintores realistas
franceses, de manera más o menos consciente, siguieron los caminos goyescos, en la técnica
y en las concepciones.
Más clara es la deuda del Impresionismo; la técnica de pinceladas sueltas que rompen los
contornos del dibujo y las variaciones de las luces sobre los colores coincide, y Manet,
pionero de la primera generación de impresionistas, vino a España a estudiar la obra de
Velázquez y Goya, a la que rinde directamente homenaje en varias de sus obras.
Goya se anticipa a los movimientos pictóricos del siglo XIX pero también abre las puertas
del siglo XX. En el siglo XX, durante la crisis de conciencia de la I Guerra Mundial, el
movimiento expresionista intentará captar el dolor y el miedo. Sus sentimientos son los que
hemos encontrado en Goya, y cuando los surrealistas se afanan en expresar el mundo de los
sueños, siguiendo conquistas del psicoanálisis, no inauguran una posibilidad del arte sino que
enlazan con la que el Bosco y Goya habían desvelado.
La pintura entera de los siglos XIX y XX, con todas sus múltiples escuelas o tendencias, sin
lugar a dudas tiene en Goya su fuente de inspiración y de técnicas.
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14. Historia del Arte. 2º bachillerato
4.- La pintura romántica
El romanticismo no es sólo un estilo pictórico, sino un movimiento cultural en el que
participan la literatura, la música y las artes plásticas. Se inicia en el siglo XVIII y alcanza
su plenitud en la primera mitad del siglo XIX, conviviendo con las tendencias neoclásicas.
La sensibilidad romántica subraya lo individual y lo subjetivo, valora la emoción, los
sentimientos, las pasiones y la capacidad expresiva, y rechaza el sometimiento a las normas.
Los románticos crean el mito del artista como un genio solitario, frecuentemente
incomprendido y fracasado, creador de obras que sólo algunos pueden entender. Abundan
temas como la locura, el suicidio, el amor, la muerte y los sueños.
El triunfo del romanticismo es paralelo al asentamiento de la sociedad burguesa y al auge
de los nacionalismos; se exaltan los sentimientos de rebeldía, de libertad artística y
política y se siguen con pasión procesos como la lucha de Grecia por su independencia.
Frente al ideal universal del neoclasicismo se prefiere ahora lo distinto, lo pintoresco: así
se desarrollan el orientalismo, el costumbrismo, el interés por la Edad Media, los paisajes
pintorescos, etc.
Los pintores románticos prefieren los temas de historia medieval, de la historia del
momento con preferencia por la exaltación de las libertades, las revoluciones, temas
orientales cargados de exotismo o paisajes subjetivos.
Otorgan gran importancia al color, prefiriendo los fuertes y oscuros. El modelado de las
figuras se hace a base de luz y color, con fuertes contrastes entre luces y sombras.
Las composiciones se inspiran en el lenguaje barroco y están llenas de un movimiento
exaltado, imaginación y desequilibrio.
4.1.- El Romanticismo francés.
La dictadura estética impuesta por David es el ambiente en el que se forman los dos
pintores claves del período romántico en Francia: Théodore Géricault y Eugéne Delacroix.
Ambos maestros serán el iniciador y máximo representante, respectivamente, del
Romanticismo pictórico.
Las figuras de Géricault y Delacroix están indisolublemente unidas, pese a la diferencia de
edad, en el Romanticismo pictórico. Ambos tuvieron maestros comunes, fueron
ideológicamente afines y defendieron una plástica similar. Con todo, el salto generacional,
unido a la temprana muerte de Géricault, provoca que sus trayectorias presenten claras
diferencias. Así, mientras Géricault es el iniciador del movimiento, Delacroix lo culminará.
Además, la producción de Delacroix es más amplia y variada, aportando una visión más
compleja del Romanticismo.
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15. Historia del Arte. 2º bachillerato
Théodore Géricault (1791-
1824) tuvo una vida corta y
trágica, que corresponde al
prototipo de artista romántico. En
La balsa de la Medusa (1820)
representa a los supervivientes del
naufragio de una fragata oficial. Es
un asunto contemporáneo, con
elementos de denuncia política y
gran exaltación emocional. Con una
composición basada en las líneas
diagonales y un cromatismo muy
contenido, combina energía y
dramatismo con un interés por la
realidad que reaparece en otras
obras, como las litografías sobre la
vida en Londres y los retratos de locos. Sentía pasión por los caballos, asunto que
representó repetidas veces intentando captar su dinamismo y su fuerza.
Eugéne Delacroix (1793-1863) realizó una
obra extensa, con temas característicos del
romanticismo, tomados de la literatura (Barca de
Dante), la lucha por la libertad (Matanza de Quíos
y La libertad guiando al pueblo) y escenas
orientales (Mujeres de Argel). En sus
composiciones elige los momentos de máxima
tensión y refuerza la expresión con un gran
dominio del color, pero nunca abandonó su
carácter narrativo.
Su primera gran obra, La barca de Dante,
expuesta en el Salón de 1822, provocó reacciones
exaltadas, desde el rechazo absoluto de los
academicistas más conservadores, hasta la
ardiente defensa de Baudelaire o Gros. La fuerza
con la que se asumían en el cuadro los nuevos planteamientos románticos lo convirtió en una
de las banderas del movimiento.
Aunque vivió hasta 1863, la pintura de Delacroix tuvo su momento de máxima expresión en
la década de 1824 a 1834. En estos años, además de La matanza de Quios, pintó La muerte
de Sardanápalo, una de sus obras más barrocas y coloristas. Pero, sin duda, la obra más
importante de Delacroix es La libertad guiando al pueblo, para algunos el primer cuadro
político de la Historia y que narra los hechos del 28 de julio de 1830 en París, cuando los
revolucionarios liberales franceses derrocaban al rey Carlos X y provocaban la coronación
de Luis Felipe de Orleans, el llamado Rey burgués. La mujer que representa a la Libertad
aparece con el torso desnudo, porta en su mano derecha la bandera tricolor y en la
izquierda un rifle. Le acompañan miembros de las diferentes clases sociales - un obrero con
una espada, un burgués con sombrero de copa portando una escopeta, un adolescente con
dos pistolas, etc. - para manifestar que en el proceso revolucionario ha existido amplia
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Gericault. La balsa de la Medusa.
Delacroix. La Libertad guiando al pueblo.
16. Historia del Arte. 2º bachillerato
participación. A los pies de la Libertad, un moribundo la mira fijamente para señalar que ha
merecido la pena luchar. Con esta obra, Delacroix pone de manifiesto su ideología y su
faceta de pintor de su tiempo. La composición se inscribe en una pirámide cuya base son los
cadáveres que han caído en la lucha contra la tiranía, cadáveres iluminados para acentuar su
importancia. La vorágine de la batalla se manifiesta en la polvareda que difumina los
contornos e impide contemplar con claridad el grupo de figuras que se sitúa tras la
Libertad.
La barca de Dante La matanza de Quíos
La muerte de Sardanápalo
Mujeres de Argel
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