Un buen árbitro debe estar preparado física, teórica y mentalmente. Debe tomar decisiones consistentes independientemente del momento del partido y mantener la calma bajo presión. También debe ejercer su autoridad con sencillez y tener buenas habilidades de observación y comprensión del juego. Además, es importante que un árbitro lea el juego desde el inicio y sancione sólo las faltas para dejar jugar a todos los jugadores.