Por doquier escucho estas expresiones y sus replicas defendiendo los derechos de las niñas, sin embargo, cuando oigo hablar de los niños de la calle, solo escucho silencio... no hay voces... no hay replicas... ¿Y las niñas de la calle?,¿Porqué no... escucho tanta defensa para ellas?, ¿No existen?, ¿No hay?, ¿Se acabaron a caso?, salgo a la calle y lo primero que me encuentro es una carita sucia que me pide le compre chocolates, más adelante una más estirando la mano para que regale un peso “pa’ un taco”...Una más en la esquina que esta limpiando el parabrisas de un carro lujoso, y una más a un costado tratando de venderle un chicle... ¿Y sus derechos?... ¿y su igualdad?, ¿Acaso no nos damos o no queremos darnos cuenta de que también hay niñas de la calle, pidiendo a gritos ser escuchadas, ser defendidas... no ser ignoradas.
Las niñas de la calle... pequeñas sin amor.
#inteligenciasexualtodosomosexo
1. LAS NIÑAS IGNORADAS... LAS NIÑAS DE LA CALLE...
NIÑAS SIN AMOR
COLAB. OPINIÓN UNIVERSITARIA
AUTOR ELDA RUIZ FLORES
¡Que se respeten los derechos de los niños!... y de las niñas también.
¡Debe haber igualdad para todos los niños!... y para las niñas también.
¡Los niños no deben trabajar!... y las niñas tampoco...
Por doquier escucho estas expresiones y sus replicas defendiendo los derechos
de las niñas, sin embargo, cuando oigo hablar de los niños de la calle, solo escucho
silencio... no hay voces... no hay replicas... ¿Y las niñas de la calle?,¿Porqué no...
escucho tanta defensa para ellas?, ¿No existen?, ¿No hay?, ¿Se acabaron a caso?, salgo
a la calle y lo primero que me encuentro es una carita sucia que me pide le compre
chocolates, más adelante una más estirando la mano para que regale un peso “pa’ un
taco”...Una más en la esquina que esta limpiando el parabrisas de un carro lujoso, y una
más a un costado tratando de venderle un chicle... ¿Y sus derechos?... ¿y su igualdad?,
¿Acaso no nos damos o no queremos darnos cuenta de que también hay niñas de la
calle, pidiendo a gritos ser escuchadas, ser defendidas... no ser ignoradas.
Las niñas de la calle... pequeñas sin amor.
Me acerco a ellas y me entero que no tienen mamá ni papá, pero tampoco son
huérfanas. Viven día y noche en las calles, un día duermen en una casa de asistencia, al
otro día se escapan y duermen en un callejón oscuro, el otro en la CAPU, o en los
portales a un costado del zócalo (aunque digan las autoridades que ya no eso), pasado
mañana se hacen amigas del velador de un mercado. Para ellas no hay mañana ni ayer,
la vida, su vida es un eterno presente. Al pasar la gente las ve como si fueran lo peor, la
escoria, la inmundicia, ladronas, mendigas, sucias, hijas no deseadas... niñas en las que
hay más valores que en muchos niños clase medieros o pirrurris porque son más
solidarias y lo comparten todo entre ellos y ellas. Así han aprendido a sobrevivir como
grupo, ellas sencillamente son las niñas de la calle.
Duermen en la puerta de una vecindad, en la central de autobuses, o en la casa de
asistencia municipal destinada para todos estos pequeños que viven en la calle. Se bañan
a veces ahí mismo, o en alguna fuente y orinan en la tienda departamental más cercana o
1
2. en alguna vecindad, ese no es el problema. Visten con ropa vieja que alguien les regalo, o
con la que se volaron de algunos tendederos o de un supermercado, porque ellas o sus
“carnales” son muy hábiles para cometer robos pequeños.
Muchas de ellas traen doble ropa: una para el domingo y los días bonitos, y la del
diario, toda bien fregada. Y si los azules las agarran, jamás se desorganizan ni se ponen a
llorar: como no tienen nada que perder, saben que al rato las soltaran con el resto de
chiquillos. Eso si Ellas y Ellos, son los campeones en la calle.
No se mueren de hambre para nada, porque consiguen dinero, alguien les regala
un pan o se comen los taquitos que alguien dejo en el mercado. Saben cómo pedir dinero,
cómo poner cara de sufrimiento para inspirar lastima (y no temor a un asalto). Como
nada les falta, no les preocupa el dinero. Por eso a veces talonean y otras trabajan a
ratitos: cuidan y lavan coches, venden chicles, chocolates, hacen malabares, son
payasitas y son cantantes, pero son ocupaciones temporales (dicho elegantemente son
del “sector informal de la economía”). Juntan una lana, dejan de chambear y luego
regresan otro rato.
Su salud es generalmente mala: están amarillentas, sufren infecciones y anemia,
están propensas a dermatitis y a problemas gastrointestinales; pero como se dice
comúnmente son muy corriosas, agarran mucho callo para sobrevivir. Sólo van a los
servicios de salud cuando se sienten mal.
Como espectadores tal vez decimos: “Híjole, pobres chavitas, están bien
fregadas.” Pero todas estas cosas a ellas les valen, y no por mala onda, sino porque
poseen lo que nadie va a darles: libertad. Si un chavo o chava de la calle la tiene, todo lo
que pase a su alrededor le viene guango. Podemos decirle “oye, estudia para que seas
alguien de provecho, para que seas una mujer u hombre con preparación”, pero eso es
más bien una expresión de nuestras culpas inconscientes. De igual manera ellas te
pueden contestar: “Ustedes perdieron 20 años estudiando en una universidad para sacar
un “triste” título con el que ganan menos que un vendedor de jugos. La regaron, la neta
que se chin...”. Meternos en su mundo nos suena absurdo, e igualmente a ellas el nuestro
les parece sin sentido. ¿Cambiar su libertad a cuenta de que?... Y ahí sí, ya te
desarmaron.
¿Qué ya los tiempos cambiaron?, no lo creo para nada, y para entender a las
niñitas hay que tratar de convivir con ellas, ganarse su confianza, y su sonrisa franca,
puedo afirmar que viven en el mundo de los olvidados... las olvidadas de hoy, de este
2
3. siglo, digamos que sigue habiendo un poco de semejanza con aquello que retrató hace
más de 40 años Luis Buñuel.
Pero como compensación a todas sus carencias, las niñas de la calle han
desarrollado múltiples habilidades para sobrevivir. Ellas no saben leer ni escribir, porque
poco o nunca han ido a la escuela, pero aprenden lo que se llama lenguaje gestáltico; es
decir, no conocen las letras, más saben lo que dice el letrero de un camión o de un
mercado, o una tienda de autoservicio, ya que lo perciben como una forma total, como un
símbolo o figura.
Han desarrollado mas actividades motrices que las niñas de su edad que viven en
casa, correr, trepar bardas, esconderse, y escapar –de la policía, por ejemplo-. Si a una
pequeña niña de la calle de unos siete años la dejan sola en cualquier punto de la ciudad
jamás siente miedo, no es presa del pánico –aunque sea mujer-no se desorganiza: ella
sabe sobrevivir donde quiera que esté, camina, corre, pide raid, sabe cómo inspirar
ternura y no asco, sabe que microbús o combi tomar sin pagar, y lo mejor de todo, no se
pierde.
Aunque parezca mentira, estas niñas viajan de Puebla, a Huamantla, Tlaxcala,
Cuernavaca, o Veracruz, porque están ahí en la central de autobuses, y aunque les
cuesta más trabajo que a los chavitos, ellas también se hacen cuatitas del chofer, le llevan
la torta, el tamal, el atole calientito y éste las mete donde van las maletas. Nada ni nadie
las ata: ni la familia, ni la escuela, ni las autoridades, ni el trabajo ni nada.
Si les tomáramos una foto y la amplificáramos, veríamos que su mirada es entre
ingenua y maliciosa, entre inocente y cabresta: Su mirada deja notar las miles de
experiencias que han vivido.
No hay que confundir a la niña de la calle con algunas otras chavas callejeras,
aunque estén en sí muy relacionadas. Realmente no hay mucha investigación al respecto,
pero siento que hay niveles dentro de las niñas con carencias emocionales, aparte de las
económicas, educativas, sociales, etc. La mas jodida, como hemos visto, es la que vive
en la calle, la que no tiene nada ni a nadie.
De ahí podemos echar reversa. La que cae en el Consejo Tutelar o en la granja,
es una chava que, habitualmente, tiene mamá, papá o alguien que la cuida. Es una chava
normalmente más conservada, que ha ido a la escuela, lo que supone que alguien la
inscribió, le dio cuadernos y lápices, así como cierta disciplina de estudio. Y por ende, ese
alguien va al consejo a intentar sacar a la “supuesta infractora”.
3
4. Dentro de éstas se encuentran todas las que tienen familia, aunque estén
distanciadas emocionalmente, como las chavas que son admitidas en un grupo: la chava
banda, y que vive por lo tanto en un barrio. Quien forma parte de una banda es una chava
emocionalmente aún más conservada, puesto que pertenece a un grupo que reúne hasta
100 cuates e incluso a otras bandas, las cuales poseen un territorio, un estilo de vida, y en
donde las más evolucionadas se han hecho una ideología y una visión de la historia y su
quehacer social.
En cambio, las niñas de la calle forman grupos más pequeños cuidados por una
valedora o valedor, quien es la chava con más años, o la más fuerte y violenta, con mas
detenciones y que ha salido airosa, o la que aguanta más catorrazos, drogas, alcohol sin
caerse, o la mas fregona en varias disciplinas.
Quiza la niña de la calle tenga mamá, pero se relaciona con ella muy poco. Por
eso sus mayores lazos afectivos son con la “morra mas valedora”, sus cuates y una mujer
adulta que sustituye a la figura materna, la cual puede ser cualquier señora de un puesto
de tacos, una prostituta: ellas son las sustitutas de mamá, papá y hermanos, y en
conjunto representan a su familia.
Ahora bien, muchas de estas chavitas no fueron a la escuela o no la terminaron, y
por lo tanto terminan vendiendo rastrillos, bombones, cassettes, limpiando parabrisas,
como tragafuegos, como payasitas...
¿Nos hemos puesto a pensar porque la calle absorbe tanto a estas niñas?, pues
por la distancia emocional. Puede ir aparejada desde luego a carencias económicas,
educativas y culturales, a factores sociológicos, etc., pero no son condiciones suficientes.
Detrás de todos esos factores subyace como común denominador la ausencia emocional
de mamá y papá. Lo cual implica que las razones más profundas deben buscarse en los
verdaderos hilos de la conducta humana: los irracionales, los inconcientes, aunque
aparentemente sean los racionales, los consientes.
Desde antes de nacer, la niña de la calle sintió que mamá y papá no la querían.
Tal vez su mamá esta predispuesta al aborto, al rechazo físico y emocional; si pensó o
intento abortar, su hija lo sintió a nivel inconsciente. Aunque no lo recuerde, la memoria
tiene millones de neuronas que registran todo. Y así crece con el fantasma de la muerte,
intuyendo que mamá pudo haberla matado. No hay modo de engañarla ni de engañarse,
de decirse “mamá me quiere”, porque en el fondo siente que mamá no la deseaba, que
pensó matarla. Entonces ella busca cómo salvarse, cómo sustituir el cariño que su madre
4
5. le negó, y así, por sobre vivencia, él se auto aborta de la familia y se va de su casa
cuando apenas ha cumplido unos cuantos años.
La ausencia emocional se expresa en que los padres siempre han estado
distanciados emocionalmente entre sí, y éstos, a su vez de su propios padres. Desde que
nace, cultivan a una niña con cierta distancia: la dejan gatear todo el tiempo, no la cargan,
ni la tocan, ni juegan con ella. Así, va creciendo sin sentir la presión, la temperatura, la
textura de la piel, donde se transmite el alimento emocional. Al no nutrirse
emocionalmente, la pequeña va quedando con un hambre de cariño que termina por
orillarla a buscar compulsivamente en otra parte lo que no encuentra en su propia familia.
De ahí que las niñas de la calle estén ávidas de contacto físico, que se te peguen como
lapas cuando te ganas su confianza, que se chupen los dedos... (Nadie puede vivir
privado del tacto porque se vuelve loco.) De este modo van llenando esa laguna
emocional.
¿Qué pasa?, ¿Porqué me debaten que no hay niñas de la calle?, ¿Porqué los
niños están más predispuestos que las niñas a salirse de sus casas, a consumir drogas, a
participar en delitos?. Simple y sencillamente porque no educados en el cariño. Mamá y
Papá cargan instintivamente de modo diferente a la niña y al niño, a ellas las apapachan
más, le hablan con ternura, juegan con ella, entrenan un poquito mejor sus nociones de
fidelidad, pertenencia, lealtad. Y puesto que los “hombres no lloran”, los niños deben
aguantarse como machitos, ser independientes y fuertes, rascarse con sus propias uñas.
El distanciamiento afectivo se traduce muchas veces en que mamá y papá no
saben cuándo nació la chavita o el chavito, olvidan quién fue antes y quién después.
Desconocen que hacen los niños, y menos saben que hacen las niñas. Saben que van a
la escuela, pero quizá hace seis meses o un año que no ponen un pie ahí. No les hacen
caso ni las pelan... o aparentemente las pelan, pero no es así en el fondo. A las niñas no
las engañamos porque son mucho más diestras que los adultos para captar los auténticos
sentimientos y actitudes. Saben que lo verbal no es lo verdadero, y carecen de los filtros
y de la anestesia emocional del rollo. Por lo tanto, sienten si papá no las quiere, aunque
este les diga lo contrario, aunque les regale cosas; mientras no dé afecto los estará
fracturando emocionalmente para el resto de sus días.
A este tipo de abandono se le llama sintónico en psicología: Las niñas están
sintonizados desde siempre en la misma frecuencia, siempre han sabido que no cuentan
con nadie. Acostumbradas a su soledad, pueden aguantársela, no se aterran.
5
6. Cuando las niñas maman esa atmósfera de rechazo, es como si ya contaran con
un permiso explícito para irse. Si vale la distancia emocional, vale la distancia física. Si
papá poco o nunca está, implícitamente les da chance de que hagan exactamente lo
mismo.
Habitualmente, ante la ausencia de papá, mamá tiene que trabajar, pero como
nunca alcanza lo que gana, manda a la pequeña inocente a vender chicles: “Y no
regreses si no vendes o traes tal cantidad, y si te roban ya te fregaste”. Estas cosas las
ponen cada vez más en contacto con el afuera, hasta que de repente la niña ya no
regresa a casa y deja de representar una carga para la familia, además de contar con el
consentimiento tácito.
Algunas de estas niñas cuya mamá anda por ahí están más conservadas, no son
100 % de la calle. Pese a vivir aquí tienen más limitantes afectivos y, por lo tanto, un
mejor pronostico, ya que disponen de una estructura emocional que les permitirá
funcionar social, académica y laboralmente. En cambio, la niña sin esos límites, que la
abandonan o se safa a los cuatro, cinco o seis años de edad, le costará más trabajo
entrar y permanecer en la escuela, en un trabajo. Este sí es la niña auténticamente de la
calle, la de más jodida estructura emocional, aunque la más hábil en otras cosas.
Otra vía es la de las niñas de las marías, las cuales de hecho ya nacieron en la
calle viendo pasar coches; la sobre vivencia para ellas no representa ningún problema,
puesto que son niñas muchísimo más estimuladas (visual, auditivamente, etc) y más
hábiles que una niña de cuna.
Otro camino para convertirse en niña de la calle proviene de las familias que dejan
el campo para venirse a la ciudad, pensando que aquí todos tienen su tele “sansun” y su
“mustan”. Obvio, allegar se dan cuenta que nadie les está esperando con su mustan ni
con nada; es más, que nadie los quiere y que nada saben hacer de lo que se requiere
para subsistir en una ciudad. En ese momento se relegan emocionalmente, y al nacer sus
crías ya vienen con un sentimiento de ser relegadas. La primera generación de estas
niñas nacidas en esta gran ciudad es de muy alto riesgo en conductas antisociales,
porque les resulta difícil combinar la tradición rural y las costumbres urbanas, más aún si
sufren lagunas afectivas. Al conocer a otros cuates callejeros, y ver que entre ellos hay
niñas como ellas, no les queda de otra que imitarlas. Si ve que fuman, toma, que se
drogan, que son violentos y promiscuos, ella ignora si eso es bueno o malo. Únicamente
6
7. ve que así es la onda, lo toma como válido sin cuestionarlo y actúa como tal. Muchas de
ellas caen luego en las bandas de algún barrio.
El consumo de drogas, especialmente de inhalantes, es otra de las conductas
frecuentemente asociadas a los niños y a las niñas de la calle. Y entre más somos, más
inconscientes, más fríos para con su realidad, el riesgo de consumo es mayor si los
individuos son del sexo que sean, si tienen baja escolaridad y abandonan la escuela, si
empiezan a edad temprana a trabajar, si la madre, hermanos y amigos consumen alcohol
o drogas, si tienen poco o nulo contacto familiar y si han emigrado de zonas rurales.
Pero así como no todas ni todos son delincuentes ni promiscuos, no todas son
drogatictas. Para quienes consumen droga, ésta les funciona como evasión, sustituto,
alternativa y cohesión grupal. Con 10 pesos compran ¼ de thiner y, al mismo tiempo, de
un paliativo del dolor físico y emocional; por esa suma no consiguen medicina, ni una
consulta médica, ni una cobija, ni unos zapatos, ni una torta, ni el cariño de mamá ni de
papá, aunque el gobierno diga que hay programas de asistencia, lo cierto es que ellas, las
niñas de la calle están más desamparadas, y son peor vistas por la sociedad por ser niñas
que los mismos niños. Las ganancias que tienen son altísimas en relación con lo que
invierten y además obtienen la ganancia psicológica de sentirse del grupo de valedores
con quienes comparten la droga, lo cual jamás han tenido.
Más a nivel simbólico e inconsciente, consumir una droga equivale a buscar a
mamá, pues funciona como un sustituto capaz de transportar al mundo de la fantasía, la
felicidad y la calidez que sólo se conoció en el vientre materno. En este sentido, cometer
delitos y consumir droga no son absolutamente de a gratis: son manifestaciones o
consecuencias de la distancia afectiva. Preferible que la cachen, que la madreen, a seguir
sin que nadie las quiera, y ni siquiera las pele.
Por eso no basta con que un grupo en la sociedad les diga de lejos o publique en
un diario que las drogas destruyen, no basta con decirles “te hace daño”, puesto que
queramos entenderlas o no, hay razones y necesidades más profundas que no atienden a
razones, sino a los verdaderos hilos de la conducta. De ahí que el consumo crónico de
marihuana e inhalantes obedezca a una dependencia psicológica, no física: las usuarias y
usuarios (menores de edad) pretenden llenar el vació emocional que deja la ausencia de
los padres y hermanos. La mejor cura, en consecuencia, es el afecto, y ése se da en la
cuna o no se da, o se da a medias, aunque de eso ya no resulta una estructura sólida.
7
8. Como grupo, en el futuro las niñas de la calle seguirán en el sub empleo, en
trabajos eventuales, engrosaran las bandas del lumpenproletariado. Individualmente, hay
gente muy valiosa y hábil con las manos, que destacaría si se le diera la oportunidad en
las humanidades y en trabajos creativos manuales. Por desgracia, casi nadie les da ese
chance, y si se las dan, la paga es muy cara: “Pórtate bien, llegas temprano, no tomes
eso, vas a ir a la escuela, vas a sacar buenas calificaciones porque te lo estamos
pagando”, entonces se cansan, ven que son una carga y que nadie tiene derecho a
reprimirlas, total si sus padres no lo hicieron... mucho menos los demás.
Algunas niñas la seguirán rolando por las calles, viviendo en los mercados, los
parques o en la capu. Otras entrarán y saldrán dos o tres veces del la granja, luego de la
delegación y finalmente del bote. A los 13 o 214 años, cuando pierdan su apariencia
simpática y pícara, organizarán otros grupitos con gente que les ayude o caerán en las
bandas.
Difícilmente se casarán de manera formal, o si se casan su familia no será unida,
sino inconstante, pues es lo que aprendieron: En México hay poco padre, mucha madre y
un ch...orro de hijos.
Unas cuantas de estas niñas morirán, pero no muchas.
¿Acaso significa todo lo anterior que las niñas de la calle no tienen salvación, que
seguirán proliferando, que no hay ninguna alternativa para ellas?
Ahora hay más conciencia al respecto, hay más apoyos y más oídos pendientes de los
gritos de desesperación pidiendo ayuda, comprensión y sobre todo cariño, aunque
muchas personas digan: “Pero que te pasó, estudiaste 4 años en la universidad para que
termines haciendo investigaciones de niñas... y de la calle...”
Asimismo, no es fácil investigar a las niñas de la calle, porque primero necesitas
pasar una serie de pruebas para ganarte su confianza. Puesto que desconfían de la
familia como institución, todo lo que huela a esto último les inspira recelo, sean policías,
instituciones de salud o protección social, universidades y centros de investigación.
Ser aceptada como una de ellas es muy bonito pero muy doloroso al mismo
tiempo. Bonito porque desde afuera uno no se imagina que estas niñas puedan vivir así.
Doloroso, al pensar que un día se iría, sumándose, uno más a los abandonos que ellos
han sufrido y sin poder evitar que se deterioren más.
Además, no basta con la buena voluntad. Quienes deseen incursionar en este
campo requieren de bases metodológicas, así como de cierta personalidad; si no conocen
8
9. su estructura emocional, ¿cómo podrían ayudar a gente cuya principal carencia es la
emocional? Más aún, falta un entrenamiento especial para aprender a distinguirlas,
porque nos negamos inconscientemente a aceptar que existan, no estamos
acostumbrados a verlas ni mucho menos entran en nuestra concepción de mundo
moderno. ¿Carajo, las hemos tenido toda la vida en frente? Tan solo ve a tu alrededor,
por doquier no solo encontraras niños, sino una gran cantidad de niñas de la calle.
Hoy, por fortuna, pese al carácter clasista de nuestra sociedad poblana, las clases
medias han empezado a ver que “lo medio” es un equilibrio muy precario y han volteado
más hacia los de abajo, porque allá van ellos mismos.
Por eso ya hay más estudios. Pero hace falta que los estudiantes, los periodistas y
los científicos sociales y de salud vayan más donde están los problemas.
También faltan más programas de tratamiento orientados hacia estas niñas, sobre
todo en la calle, donde surgen estos problemas. Olvidémonos de los programas basados
sólo en instituciones, porque ahí no van las niñas. De igual forma, algunos son
inoperantes por sí solos los programas de creación de empleo, de educación para todos y
de alternativas de tiempo libre, salvo que la niña haya recibido alguna vez el ejemplo de la
constancia. Pero hay que ir más allá.
La verdadera planeación empieza ahora, con quienes van a ser mamás, con las
que son niñas, con las que ya son adolescentes. A las niñas que ya viven en la calle se
las chupará la bruja. La solución está en los que vienen, en las niñas que serán madres
en 15 o 20 años. La mejor prevención es el cariño. ¿Qué no hay dinero? Ni modo,
tenderemos que disfrazar bajo el dinero millones de cosas que no son estrictamente
económicas, sino emocionales. Por mucho dinero que haya, si alguien no recibe un
alimento afectivo, se queda vacío emocionalmente.
Aunque parezca muy simple, las expresiones de cariño son lo más determinante.
Y eso no nos cuesta nada, está a la mano.
9
10. su estructura emocional, ¿cómo podrían ayudar a gente cuya principal carencia es la
emocional? Más aún, falta un entrenamiento especial para aprender a distinguirlas,
porque nos negamos inconscientemente a aceptar que existan, no estamos
acostumbrados a verlas ni mucho menos entran en nuestra concepción de mundo
moderno. ¿Carajo, las hemos tenido toda la vida en frente? Tan solo ve a tu alrededor,
por doquier no solo encontraras niños, sino una gran cantidad de niñas de la calle.
Hoy, por fortuna, pese al carácter clasista de nuestra sociedad poblana, las clases
medias han empezado a ver que “lo medio” es un equilibrio muy precario y han volteado
más hacia los de abajo, porque allá van ellos mismos.
Por eso ya hay más estudios. Pero hace falta que los estudiantes, los periodistas y
los científicos sociales y de salud vayan más donde están los problemas.
También faltan más programas de tratamiento orientados hacia estas niñas, sobre
todo en la calle, donde surgen estos problemas. Olvidémonos de los programas basados
sólo en instituciones, porque ahí no van las niñas. De igual forma, algunos son
inoperantes por sí solos los programas de creación de empleo, de educación para todos y
de alternativas de tiempo libre, salvo que la niña haya recibido alguna vez el ejemplo de la
constancia. Pero hay que ir más allá.
La verdadera planeación empieza ahora, con quienes van a ser mamás, con las
que son niñas, con las que ya son adolescentes. A las niñas que ya viven en la calle se
las chupará la bruja. La solución está en los que vienen, en las niñas que serán madres
en 15 o 20 años. La mejor prevención es el cariño. ¿Qué no hay dinero? Ni modo,
tenderemos que disfrazar bajo el dinero millones de cosas que no son estrictamente
económicas, sino emocionales. Por mucho dinero que haya, si alguien no recibe un
alimento afectivo, se queda vacío emocionalmente.
Aunque parezca muy simple, las expresiones de cariño son lo más determinante.
Y eso no nos cuesta nada, está a la mano.
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