Mediante la imposición de manos, la iglesia autoriza a los ministros para enseñar, bautizar y organizar iglesias. La Biblia relata cómo Bernabé y Saulo fueron dedicados a Dios con ayuno, oración y la imposición de manos antes de ser enviados como misioneros, lo que les dio autorización completa para enseñar, bautizar y establecer iglesias.