3. La antropología marxista
Para Marx el hombre es ante todo su trabajo, un productor social de sus medios de
subsistencia. Por su acción sobre el mundo exterior, la naturaleza y la sociedad, el hombre
modifica continuamente su propia naturaleza. El hombre es una criatura maleable que se
modifica constantemente a lo largo de la historia. No posee una esencia real y definida,
sino que es un producto del medio social y de sus condiciones materiales de existencia. “La
esencia humana no tiene realidad alguna verdadera” (Karl Marx, Crítica a la filosofía del
derecho de Hegel, introducción) dice contundentemente Marx.
Todo lo que el hombre piensa, dice y hace no sale en realidad de su propio ser, sino que es
producto de la clase social a la que pertenece. “No es su conciencia la que determina su
ser social sino que es su ser social el que determina su conciencia” (Karl Marx, Contribución
a la crítica de la Economía Política, prólogo).
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4. La concepción marxista de la historia
Para Marx, la historia de la humanidad es la
historia de la lucha de clases.
Al comienzo los hombres se encuentran con
relaciones sociales de producción muy simples,
con el sólo objeto de satisfacer sus necesidades
básicas. Pero luego a medida que van creciendo
las fuerzas productivas y las necesidades de la
sociedad es necesario establecer relaciones
sociales superiores y más acordes con el
desarrollo de éstas.
Las formaciones histórico-sociales que postula
Marx son: esclavismo, feudalismo, capitalismo,
socialismo y, finalmente, comunismo. PÁGINA 4
5. La concepción marxista del Estado
El Estado se identifica con el aparato o conjunto de
aparatos de los que se vale la clase dominante para
mantener su dominio. “El poder político, propiamente
hablando, es la violencia organizada de una clase para
la opresión de otra”, nos dicen Marx y Engels en el
Manifiesto Comunista. De ahí se sigue que el fin del
Estado no es un fin benévolo como la justicia, la
libertad o el bienestar general, sino pura y simplemente
el interés específico de una determinada clase social. El
Estado no sirve a la sociedad en su conjunto; favorece a
unos, aplasta a los otros.
Por tanto, Marx define al Estado como “el comité de
secretarios de la clase dominante”, a las leyes y la moral
como “meros prejuicios burgueses” y a la religión como
“el opio del pueblo”.
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6. La teoría marxista de la mercancía, el dinero, el
intercambio y el capital
a) Mercancía
Una mercancía es cualquier cosa producida para ser vendida. Por ejemplo: una naranja es justamente eso: una
naranja. Pero si se les pone un precio, ésta se convierte en mercancía.
Las cosas son lo que son, pero también lo que valen, o en los términos de Marx, las cosas tienen un valor de uso y un
valor de cambio.
Por tanto, Marx distingue dos tipos de valor en la mercancía: el valor de uso (utilidad) y el valor de cambio (precio).
El problema, dice Marx, es cuando se vuelve más importante el valor de cambio de las cosas (capacidad para ser
vendida) que su valor de uso (capacidad para satisfacer necesidades). Así es como las cosas, los recursos naturales, se
convierten en medios para obtener riqueza más que en fines para satisfacer necesidades humanas.
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7. La teoría marxista de la mercancía, el dinero, el
intercambio y el capital
b) El proceso de intercambio y el dinero
El dinero surge porque, para que pueda darse el intercambio, es necesario comparar las cosas
intercambiables entre sí. Pero esto sólo es posible de modo consistente si es que se las remite a una
tercera, que sea universal y siempre la misma: el dinero.
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8. La teoría marxista de la mercancía, el dinero, el
intercambio y el capital
c) La transformación del dinero en capital
Según Marx, lo que convierte a alguien en capitalista es la forma como se relaciona con el dinero:
«Se compra mercancías para luego venderlas. En otras palabras, el dinero se usa para ganar más dinero. El dinero aquí tiene la
función de generar riqueza.»
El ciclo que atraviesa el capitalista es:
dinero – mercancía – dinero
Este es el ciclo D-M-D
De esta forma, podemos definir al capital como “riqueza para producir más riqueza”.
En un sistema capitalista, para la transformación del dinero en capital, es necesario que el poseedor del dinero (el capitalista)
encuentre en el mercado al obrero desposeído de los medios de producción y se apropie de su fuerza de trabajo para explotarla
en beneficio del capital.
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9. Teoría del valor-trabajo
Para Marx, el valor de cambio (precio) de un producto se
determina según el tiempo de trabajo que ha sido
necesario invertir para la realización de una mercancía
Tomemos el ejemplo de dos mineros.
Uno tarda una semana en minar un gramo de cobre y el
otro un mes para minar un gramo de oro. Si al fin del mes
intercambiaran su respectivos gramos, diríamos que el trato
no es justo porque uno tuvo que trabajar mucho más que el
otro.
Dice Marx: “La sustancia del valor es el trabajo; la medida
de la cantidad de valor es la cantidad de trabajo, que a su
vez se mide por la duración y el tiempo de trabajo” (Karl
Marx, El Capital).
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10. Teoría del valor-trabajo
Ahora bien, como el valor de los bienes producidos viene dado únicamente por el factor trabajo,
tenemos que todo este valor es producido por el obrero. Pero el obrero no recibe el producto
íntegro de su trabajo sino tan sólo el salario mínimo de subsistencia. De este modo, se crea un
excedente entre lo que vale el bien producido por el trabajo del obrero y la retribución que se le
paga. Este excedente que es apropiado por el capitalista es lo que se conoce con el nombre de
“plusvalía”.
Así es como queda determinado el salario, de modo que “el precio medio del trabajo asalariado es
el salario mínimo, es decir, la suma de los medios de subsistencia de los que tiene necesidad el
obrero para seguir vivo como obrero. Por consiguiente, lo que el obrero recibe por su actividad es
estrictamente lo que necesita para mantener su mísera existencia y reproducirla” (Karl Marx, El
Capital).
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11. Teoría del valor-trabajo
He ahí el origen de la plusvalía: la diferencia entre el
coste de la fuerza de trabajo y el valor que ésta
puede crear. Es decir, el obrero trabaja diez horas,
pero sólo cobra lo producido en dos. De las otras
ocho se apodera el capitalista. La plusvalía coincide
entonces, con el plus-trabajo, es decir, el trabajo
realizado y no pagado al obrero.
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12. La teoría marxista del socialismo y el comunismo
a) La revolución proletaria
La concentración de los capitales en un número de manos cada vez menor y un
proletariado cada vez más consciente de su condición, llevarán a una
necesariamente a revolución violenta por parte de la clase obrera para apropiarse
del Estado.
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13. La teoría marxista del socialismo y el comunismo
b) El socialismo
Una vez que el proletariado organizado políticamente se apropia del Estado,
establece un régimen de “dictadura del proletariado”, conocido como “socialismo”.
El Estado socialista, una vez “expropiados los expropiadores”, se hace propietario
de todos los medios de producción y organiza la producción, repartiendo la
totalidad del producto entre los trabajadores.
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14. La teoría marxista del socialismo y el comunismo
c) El comunismo
A medida que va progresando el socialismo, el Estado se va haciendo cada vez más
innecesario, pues los expropiadores ya habrán sido expropiados y desaparecerá la
explotación junto con todos los demás elementos de subordinación.
Por tanto, luego de un periodo de tiempo, terminará la dictadura del proletariado y se dará
paso a un nuevo tipo de sociedad en la que no habrá clases ni Estado ni explotación, en la
que el hombre se habrá recuperado plenamente a sí mismo y habrá desaparecido la
alienación. Esta nueva sociedad, fase suprema de la evolución de la historia, es la que se
conoce con el nombre de “comunismo”.
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15. La crítica marxista a la religión
Para Marx la religión es una forma de
ideología diseñada por la clase dominante
que tiene como finalidad manipular y
controlar a las personas. La religión, al igual
que el Estado, no actúa más que en función
de los intereses de la clase dominante.
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16. La crítica marxista a la religión
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Las creencias ofrecen “paraísos” ficticios en los que los hombres depositan sus
esperanzas y anhelos de una “vida mejor”, lo cual hace que puedan hacer más
llevaderas (y se preocupen menos por) las injusticias y tribulaciones que viven en
este mundo. De esta manera la religión, al hacer que las personas interpreten los
sufrimientos que viven en este mundo como “pruebas de Dios”, termina por apagar
su potencial revolucionario.
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En conclusión: la religión
enajena al hombre del mundo
real y lo proyecta hacia un
mundo ideal y ficticio.
Por eso para Marx la religión
es el “opio del pueblo”.