La FAO anunció a las ganadoras de su concurso regional de relatos y experiencias de mujeres rurales y sus organizaciones. En la categoría de relatos de vida destacaron recibieron una mención honrosa: Isabel Guggisberg de la Asociación Civil Mujeres Agropecuarias de Argentina; Maria do Livramento Diniz Sacramento, mujer rural de Brasil; Rut Pelaiza Gutiérrez, asesora financiera rural en Perú; Mireya Betancort, profesora rural en Uruguay; y Gaudy Maria García, fundadora de la Asociación Civil Moncar de Venezuela.
Francisco Irarrazaval, Marcos Pueyrredon - eCommerce Day Chile 2024
Menciones honrosas en la categoría de relatos de vida
1. Nací en 1951, en El Zapallar, hoy General San Martín,
Chaco. Mis padres me han puesto de nombre Isabel
Guggisberg. Me crié en el campo, en una casa con
un patio rodeado de árboles y plantas, un pozo de agua y
el hermoso olor a tierra. Disfrutaba de todo eso.
Mi mamá se apartó de mi padre cuando yo tenía 10 años
y eso cambió profundamente mi vida. Sufrí mucho. Fui a
vivir al pueblo y empecé a trabajar como niñera. Yo quería
ser enfermera o costurera, pero no tuve oportunidad. Mi
mamá no se preocupaba por hacerme estudiar.
A los 16 años volví a vivir al campo. Mi novio me invitó a ir
con él y me fui sin permiso de mis padres. Mamá siempre
me decía cuídate, pero no me decía ni de qué ni cómo.
No me juntaba con nadie. Poco sabía de la sexualidad.
Muchas veces la ignorancia hace que creamos que todo
está bien y que tiene que ser así nomás. Me encontré
embarazada de mi primer hijo a los 18 años. Raúl, mi
novio, volvió a su casa solo. Si mis padres me hubieran
hablado, tal vez no me pasaría nada de esto. Yo, a pesar
de todo estaba muy feliz por mi bebé.
Después de un tiempo volví con mi pareja al campo.
Me acostaba a las 12 de la noche y a las 5 de vuelta a
levantarme. Hacía el fuego y preparaba el mate para
Raúl. Así todos los días. Cuando tenía tiempo leía. Me
sentía muy sola. Raúl, siempre ejerció un gran poder
sobre mí y yo creía que tenía que ser así. Esperaba que
alguien viniera a rescatarme de la rutina...
Cuando tenía 47 años conozco a la ingeniera Marilú;
me invita a una reunión de Cambio Rural, un programa
del INTA para hombres productores. Pero ella veía que
también las mujeres eran productoras y se vuelca a
trabajar con mujeres campesinas.
Nos juntábamos en las colonias. Al principio no teníamos
claro para qué. El solo hecho de convocarnos ya nos iba
cambiando.
Un día me invitaron a Buenos Aires a una reunión en
el Centro de Promoción Rural (CEPRU). Recuerdo que
viajamos con Antonia, una compañera aborigen. Me
pareció lejísimo.
Cuando llegamos nos pidieron que nos presentemos. No
podía hablar. Me daba vergüenza y quería llorar. Luego
los viajes se hacían más a menudo. En septiembre del
2005 fuimos a México donde nos encontramos con
mujeres campesinas de toda Latinoamérica.
En las juntadas, nos enseñaban que teníamos que
querernos, valorarnos así que pude ahorrar y me arreglé
los dientes, me teñí el cabello, me hice rulos y cambié
mi modo de vestir porque yo antes pensaba que estaba
vieja y tenía que vestirme como señora de más edad. Me
di cuenta de muchas cosas.
Comencé a pensar en mí y a quererme. Este cambio les
debo a mis compañeras campesinas. A los 57 años pude
terminar mi escuela primaria. Formamos la Asociación
Civil Mujeres Agropecuarias.
Actualmente soy feriante y trabajo agregando valor a
los productos de la chacra, hago bandejitas listas para
ensalada y para sopa, plantines y alpargatas que yo
misma confecciono.
Soy integrante de la Organización Nacional de Mujeres
Campesinas y Aborígenes Argentinas (MuCAAR) y
primera jubilada en la provincia por el Monotributo
Social Agropecuario. Hoy siento que Dios me devuelve
con creces la alegría en la educación de mis hijos, nietos,
nueras y yernos.
En cuanto a mis pares campesinas, es mi deseo que
comprendan sus derechos, y por sobre todas las cosas
defiendan su trabajo, producción y lugar, que se valoren
como mujeres, que busquen la forma de salir adelante
con esperanza.
Historias de #MujeresRurales
en América Latina y el Caribe
Concurso regional de relatos y experiencias
de mujeres rurales y sus organizaciones.
mujeres con derechos
CATEGORÍA RELATOS DE VIDA
Isabel Guggisberg, superando obstáculos
argentina
menciones
honrosas
2. “Avidacontinua”,disseMaria,erguendoospunhos
num sinal de resistência e de persistência
diante dos baques constantes que a existência
lhe impunha. Ali estava diante do caixão onde jazia o
corpo de sua filha mais velha Maria Dinalva que morrera
repentinamente vítima de infarto, aos 47 anos no dia
21 de julho de 2016. Não sabia Maria que menos de 1
ano depois estaria diante de outro filho morto, dessa
vez o mais novo dos filhos homens, Virgilio, professor
assassinado covardemente no Estado do Amapa, no dia
12 de junho de 2017.
Mas Maria sabe que é preciso continuar, pois é entre
lutos e lutas que se escreve sua linda história, plantada
na terra e colhida na labuta do dia a dia, em meio a tantas
lágrimas e incontáveis sorrisos, sua grande marca e a de
seus filhos. Há 30 anos que seu marido Virgilio Serrão
Sacramento, líder de Comunidades Eclesiais de Base e
sindicalista foi assassinado ao sair de um Congresso e já
se dirigindo para sua casa, em 05 de abril de 1987. Maria
ficou sozinha aos 38 anos para criar seus 11 filhos vivos.
Foi ali na terra deixada como herança que trabalhou
de sol a sol para sustentar seus filhos, atendendo um
dos últimos pedidos de seu esposo que pediu-lhe que
não vendesse a terra e cuidou então para que todos
estudassem e se formassem e para que a terra não fosse
vendida.
Maria já plantou muitos roçados! O delicioso café
orgânico da dona Maria é conhecido por muitos que
compram. E ainda há no seu sitio laranjas, mangas, açaí,
cupuaçu, bacuri, castanha do pará, frutas que sempre
colheu e que estão ai pertinho no estender das mãos...
Mas, para além disso, Maria gosta de viver em
comunidade, participa com afinco da Comunidade Nossa
Senhora da Conceição do Rio Ubá e gosta de lutar por um
mundo mais justo e igualitário, sempre que possível dá
testemunho da vida do mártir Virgilio seu esposo. Fala da
sua luta intensa, das ameaças que sofreu, das tentativas,
da sua morte e da ONG da qual faz parte, a Fundação
Virgilio que trabalha a educação ambiental e é parceira
da CPT Guajarina nos eventos e movimentos sociais.
Um dos projetos da Fundação Virgilio é o Santuário
Pachamama da Biodiversidade que tem por objetivo a
preservação da terra de Virgilio, fazendo daquele lugar
um espaço de preservação das espécies nativas da região.
O salão onde se reúnem em encontros e formações é em
sua homenagem, chama-se Salão Maria do Livramento
Diniz Sacramento.
Maria às vezes para e chora com saudade de seus
filhos mortos, mas logo se reergue e chama para a luta.
Tem por nome de batismo Maria do Livramento Diniz
Sacramento, nascida em Limoeiro do Ajuru, Estado
do Pará, no dia 19 de fevereiro de 1938. Casou-se com
Virgilio Serrão Sacramento, que foi morto em 05 de abril
de 1987, na Rodovia PA 150, km 8m Moju, Estado do
Pará. É mãe de José Dorival, Maria Dinalva (professora
falecida em 21.07.2016), Edna do Socorro, Sandra
Regina, Elias, João Agnelo, Maria de Lourdes, Marlene,
Ilene, Virgilio (professor morto em 12.06.2017) e Noemi.
É avó e bisavó.
Mora na sua terrinha as margens do rio ubá e ali recebe
a família, amigos, padres, freiras, familiares e quem
quiser chegar. O coração de Maria é sofrido, é guerreiro,
é lutador, é missionário, é grande!
Ano que vem, 2018, Maria completará 70 anos!
Historias de #MujeresRurales
en América Latina y el Caribe
Concurso regional de relatos y experiencias
de mujeres rurales y sus organizaciones.
mujeres con derechos
CATEGORÍA RELATOS DE VIDA
Entre risos e lágrimas, a história de uma Maria
Brasil
menciones
honrosas
3. Me llamo Rut Pelaiza Gutiérrez, tengo 39 años y
soy de la comunidad campesina peruana de
Vilcabamba Huirahuacho (Apurímac). Tengo tres
hijas: Hilda, de 19 años, que estudia en la Universidad
Tecnológica de los Andes; Nayeli, de 14 años, que va
al instituto; y Ruth, de 7 años, que cursa segundo de
primaria.
Antes de mudarme a Abancay, llevaba 15 años viviendo
en la comunidad campesina de Santa Rosa, de donde
era el padre de mis hijas. Me dedicaba a la crianza de
animales. También trabajaba como limpiadora. Además,
fui responsable de un grupo de mujeres del programa
estatal Programa Juntos1
, del que fui beneficiaria.
Me mudé a Abancay para darles una educación mejor
a mis hijas. Su padre y su familia me subestimaban, me
repetían que yo no valía nada. Me dejó cuando mi tercera
hija nació mujer; fue una decepción para él, que quería
que fuera varón, y se fue a los cuatro meses. Decidí
dejarlo todo, agarré a mis hijas y me fui de allí.
De camino vi un colegio y pedí una vacante para mi hija
mayor. Gracias a Dios me la dieron, aunque era empezar
de cero. Con la venta de mis animales pude alimentar a
mis hijas; vivía en casa de un primo, hasta que alquilé un
cuarto. Comencé a vender ropa, verduras y frutas como
ambulante y empecé a recorrer ferias.
Un día una supervisora de Ahorro para Todos2
me habló
de la convocatoria de empleo de Financiera Confianza.
Pensé que no sería capaz de pasar las pruebas, mi hija
mayor me animó. Me motivaba, pero yo veía a tantos
jóvenes candidatos universitarios, que tenía pocas
esperanzas de entrar. Cuando me dijeron que había
ingresado, lloré de emoción, me sentí muy feliz.
Desde ese momento, doy todo de mí. Comencé con la
capacitación en educación financiera de Ahorro para
Todos, y las “mamitas” a las que enseño me conocen y
agradecen tener ahorros para asumir la educación de
sus hijos, la salud… Estaban felices porque nunca antes
habían recibido educación financiera. Gracias al proyecto
conocí muchas comunidades, y estoy muy motivada.
Ahora soy asesora comercial con Palabra de Mujer2
trabajo con grupos de ocho madres que cuentan con
créditos grupales.Mujeresqueempezaron con productos
de ahorro y que quieren montar un negocio. Mi sueño se
cumplió cuando por fin pude comprar una casa para mis
hijas.
Cuando uno se decide, todo se puede. Motivo a mis
clientas con mi experiencia: las mujeres somos capaces
de todo sin la ayuda del esposo. Me siento feliz por
pertenecer a la familia Confianza.
1. Juntos es un programa del Ministerio de Desarrollo e Inclusión
Social de Perú, que ayuda a mujeres de zonas rurales en extrema
pobreza.
2. Palabra de Mujer y Ahorro para todos forman parte de un
programa de Financiera Confianza, la entidad de la Fundación
Microfinanzas BBVA (FMBBVA) en Perú, diseñado para mujeres
en situación de vulnerabilidad en zonas rurales, que fomenta su
inclusión y su formación financiera, a través de créditos grupales y
educación financiera. Más de la mitad de las mujeres que acceden a
este producto son pobres o extremadamente pobres.
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CATEGORÍA RELATOS DE VIDA
Rut Pelaiza: Las mujeres somos capaces de todo sin la ayuda del esposo
perú
menciones
honrosas
4. Nací y me crié en el campo. Cuando niña disfrutaba
feliz de la compañía de mis padres y hermanas
sin preocuparme mayormente de los problemas
cotidianos que sin duda, se presentaban también en ese
entonces.
Sé que las dificultades eran muchas. Había que madrugar
para sacar leche y desayunar antes de ir a la escuela.
Había que juntar los huevos y llevarlos a vender. Hacer la
mantecaconlanataquesejuntabatodoslosdíasdespués
que la leche se enfriaba. Muchas veces la comíamos
untándola en el pan casero que mamá preparaba, pero
otras se vendía, así se reunía algo de dinero para poder
subsistir.
Se criaban cerdos, gallinas, patos, que se alimentaban con
el maíz que se cosechaba en la chacra. Mi padre decía
que teníamos que estudiar, que esa era la única herencia
que él nos podía dejar ya que, sin ser extremadamente
pobre, lo que hacía con su trabajo solo daba para ir
viviendo. Mi madre hacía las tareas del hogar, colaboraba
en las ventas y todo lo que estuviera a su alcance. Sabía
coser, así que cuando podía también hacía costuras para
las vecinas, y por supuesto toda la ropa que vestíamos
era confeccionada por ella.
La escuela no quedaba muy lejos y pudimos asistir a
estudios primarios sin dificultad. Pero cuando llegó el
momento de seguir estudiando vino la separación, el
desarraigo. Mamá marchó con nosotras a la ciudad para
acompañarnos y volvíamos solo los fines de semana o
en vacaciones. Estos eran los días más felices de mi vida.
Mi madre falleció pronto y yo pasé a ser casi una visita
en mi querida casa de campo. Al recibirme de maestra
no dudé en ir de inmediato a trabajar al medio rural. Así
recorrí diversas escuelitas de mi Departamento donde
pude percibir la vida campesina desde otro punto de
vista.
Las mujeres que llegaban con sus pequeños de la mano
todas las mañanas a la escuela, tenían en sus ojos la
misma esperanza que mi madre: una vida mejor para
sus hijos, aprender, saber más para ser mejores y superar
el aislamiento que las envolvía. Igual que ella, libraban
una lucha constante por el bien de su familia, haciendo
mil tareas, desde preparar el pan para alimentarse, tejer
un abrigo, cultivar la huerta, faenar un animal, arrear el
ganado o seguir el arado sembrando las semillas. Esas
pieles curtidas por el sol, esas manos rústicas esas ropas,
a veces desgastadas por el uso, no desmerecían en nada
la bondad de sus ojos ni hacían desvanecer la esperanza
de sus miradas.
Hoy en día, ya jubilada me he integrado a un grupo de
mujeres rurales asociadas, que han sabido unir sus
fuerzas para luchar por sus derechos, para ir poco a poco
logrando espacios en lugares de decisión, donde antes
nunca se hubiera pensado que una mujer pudiera ni
siquiera hablar.
Hemos aprendido a conservar alimentos, a realizar
tejidos con lanas y diversas fibras que brinda el medio,
así como artesanías de distinta índole. El cultivo de la
huerta orgánica y la preocupación por la conservación
del agua llevan a conocimientos que hacen más amena y
rentable lavidadelasmujeresrurales.Eltrabajoengrupo
contribuye al fortalecimiento individual y colectivo. La
vida sana del campo hace más feliz la existencia.
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Mireya Betancort, una vida entera en el campo
uruguay
menciones
honrosas
5. Soy Gaudy María García, nací en Monte Carmelo el
27 de agosto de 1951, hija de padres campesinos, de
los cuales aprendí a amar al campo y la agricultura,
mis estudios de primaria: Escuela rural Monte Carmelo,
hasta 4 grado; el 5 y 6 en Barquisimeto por un programa
de libre escolaridad, esto después de haber tenido varios
hijos. Sin embargo el tiempo lo administraba a manera
de hacer varias actividades en el día, como lo hacen la
mayoría de las mujeres.
En el año 1976, se fundó en mi comunidad la cooperativa
agrícola La Alianza a la que me incorporé junto a otras
compañeras y compañeros. Aquí aprendí a trabajar
y a producir de manera organizada, a valorar a las
campesinas y campesinos por el importante trabajo de
producir alimentos y llevarlos a los hogares de escasos
recursos a través de las Ferias de Consumo Familiar,
proyecto del movimiento cooperativo de Barquisimeto.
En la cooperativa en 1991, se fundó el bachillerato
campesino junto a varias compañeras y compañeros;
se inició un programa educativo bien interesante de
valoración del ser humano, nuestro trabajo y crecimiento
personal, en esta experiencia de bachillerato, me sentí
como una adolescente y me gradué en el año 1996,
devolviendo todo lo aprendido a otra generación de
estudiantes de la misma comunidad.
Hasta ahora me pregunto ¿Cómo lo logré? ¿De dónde
saqué el tiempo necesario? Yo seguía trabajando medio
día en la cooperativa, medio día dedicado a mi casa y a
los estudios.
Inspirada por nuevos conocimientos en 1994, emprendí
un proyecto con las mujeres de la comunidad para
La transformación de frutas y hortalizas, llegando a
consolidar un trabajo socioproductivo; a través de
la Asociación civil Moncar, los productos (salsas,
mermeladasyfrutasenalmíbar),soncomercializadospor
las Ferias de Consumo Familiar, comunidad y visitantes.
Con el proyecto educativo de la cooperativa participé
en un programa novedoso de la Universidad Nacional
experimental “Simón Rodríguez” (UNESR), el Programa
Centro de Experimentación para el Aprendizaje
Permanente (CEPAC), logrando con mucho esfuerzo la
licenciatura en educación con énfasis en educación rural,
mi trabajo de grado (2003, fue sobre el trabajo de las
mujeres de Moncar, de la cual soy fundadora.
Reflexionando sobre lo que había logrado me propuse
fundar con otras compañeras, el bachillerato campesino
para nuestras hijas/os.
Empecé como maestra de aula durante 12 años, llegando
a directora de la institución por tres años, ahora estoy
desincorporada,despuésdeunalargaluchaporconseguir
la sede propia para la institución la cual se logró construir
en el 2010.
Pensando en la seguridad y soberanía alimentaria, y
la defensa de nuestra biodiversidad en el año 2001,
promoví una campaña en favor de nuestras semillas
locales, logrando en el año 2005 el primer encuentro
de la semilla campesina con intercambio de semillas
campesinas, afrodescendientes e indígenas, y platos
de gastronomía local, en esta oportunidad escribí la
declaración de la semilla campesina, ahora soy guardiana
de semillas, formo parte del consejo de sabios y sabias
del campo y del proyecto Semillas de solidaridad con
Venezuela.
Sigo promoviendo los reservorios familiares de semillas y
con este modesto trabajo se aportó a la ley de semillas
que fue aprobada por la Asamblea Nacional en el
año 2015, llegando la iniciativa de ensemillamiento a
otras comunidades. Por último estoy orgullosa de ser
campesina de mi realización personaly a los 66 años vivo
en el campo activa con deseos de participar en nuevos
proyectos que dignifiquen a nuestras mujeres para que
sean protagonistas de su propia historia y participen en
un trabajo organizado, digno y estable.
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Gaudy María García: Mujer rural, protagonista de la historia y el trabajo liberador
venezuela
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