La tipografía se divide en dos categorías principales: quebradas o góticas, con trazos punteados; y redondas o romanas, con variantes en grosor de línea. Conocer la anatomía de las letras y sus proporciones permite evaluar si una fuente está bien diseñada y ayuda a la legibilidad. Factores como el tamaño, espaciado, alineación y cantidad de palabras por línea influyen en la facilidad de lectura.