2. El miércoles de ceniza
comenzaba la
Cuaresma. Y
comenzaba ese día
para hacer real lo de los
40 días (de ahí viene la
palabra de cuaresma)
de preparación para la
Semana santa. En el
año litúrgico es un
tiempo importante para
ayudarnos a ir hacia
Dios en nuestro
caminar de la vida.
3. El número 40 en la Biblia
encierra en sí un signo de
penitencia y de esfuerzo en
cuanto preparación a vivir algo
grande. Para nosotros es el
tiempo que la Iglesia nos
presenta para que vivamos más
el sentido penitencial por
nuestros pecados, de modo
que podamos luego vivir con
mayor pureza de corazón los
grandes misterios que
contemplaremos de la pasión,
muerte y resurrección de
Jesús.
4. Hoy en este primer
domingo de Cuaresma se
nos habla de algunas
pruebas que debemos
superar en este camino.
Son lo que llamamos las
tentaciones. No quiere
decir que son malas, pues
Jesús también las tuvo, y
varias veces en su vida.
Hoy el evangelio nos habla
de tres especiales que tuvo
en el desierto antes de
comenzar a predicar.
Mateo 4,1-11
5. En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu
para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta
días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador
se le acercó y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas
piedras se conviertan en panes." Pero él le contestó, diciendo:
"Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios."“ Entonces el diablo lo
lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice:
"Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
"Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en
sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras."" Jesús
le dijo: "También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios.""
Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y,
mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: "Todo
esto te daré, si te postras y me adoras." Entonces le dijo Jesús:
"Vete, Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios,
adorarás y a él solo darás culto.” Entonces lo dejó el diablo, y
se acercaron los ángeles y le servían.
6. Comienza el evangelio
diciendo que Jesús fue
llevado al desierto por
el Espíritu. Cuando se
bautizó, Jesús fue
lleno del Espíritu
Santo. Siempre había
estado lleno; pero esta
llenumbre se va
haciendo más cuanto
más se entrega uno a
la acción del Espíritu.
Nos enseña a dejarnos
llevar por la acción del
Espíritu que vive en
nosotros.
7. El Espíritu le llevó al
desierto. La palabra
“desierto” puede
significar varias cosas.
Es símbolo de oración.
Todos lo necesitamos.
Durante el día solemos
estar metidos en muchos
asuntos y mucho ruido.
Necesitamos un rato de
desierto para sentirnos
más cerca de Dios.
Además del desierto
particular, puede ser
también la misa y quizá
algún retiro.
8. La Iglesia nos
presenta la
Cuaresma como
un desierto al
que nos llama el
Señor.
La liturgia de cada
día nos da pautas
para nuestro caminar
acompañando a
Jesús hasta que
subamos con el
corazón abierto a la
cumbre de la Pascua.
14. Veamos estas tres
tentaciones que sufre (o
tiene) Jesús. No son las
únicas que tiene; pero
son como tipos o
ejemplos de otras varias
que tuvo Jesús o que
podemos tener nosotros.
Podemos ver dos
características que tienen
en común.
1) Todas son para querer llevar a Jesús por un tipo de
mesianismo distinto del querido por el Padre celestial y
para lo que vino a la tierra.
15. 2) No son para pretender
que haga un gran mal
directamente, sino para no
hacer el bien querido por el
Padre de la manera mejor
para la humanidad. El
Padre celestial le había
señalado unos caminos
grises, anodinos y poco
apacibles. El maligno le
propone caminos humanos
o mundanos, caminos
hermosos y brillantes, pero
sólo aparentes. Esa misma
táctica la quiere usar con
nosotros.
16. En la primera tentación el diablo le propone convertir
aquellas piedras en panes, si es hijo de Dios. No es que
sea malo satisfacer las necesidades primarias, como el
alimentarse, vestir y vivir bajo techo. Y esto lo debemos
procurar para nosotros y para los demás, especialmente
para los que sufren.
La tentación
es a ponerlo
como
exclusivo y
superior a
valores
espirituales.
17. La tentación está en hacer a Jesucristo o a
nosotros simples reformadores sociales.
Hay personas
muy buenas que
creen que la
solución de todo
es hacer que
todos tengan lo
suficiente, que es
muy bueno, pero
creyendo poder
llegar al paraíso
en la tierra para
todos.
Ahí está la tentación y lo verdaderamente demoníaco.
18. Jesús nos habla de
algo más importante que el pan, que
es la palabra de
Dios. Hay alguno
que cree que si
Jesús asegurase el
alimento a sus
seguidores, irían
detrás de él como
un rebaño sigue a
su pastor.
Esta es otra tentación. Jesús rechazó la tentación de ser
rey cuando la multiplicación de panes y peces. Porque
con mucho “pan” no se consigue el amor; pero con
mucho amor, si de veras existiera, se daría el justo
reparto de los bienes materiales, que hay para todos.
23. La segunda tentación
es del uso de Dios y
de la eficacia en el
apostolado. Es la
tentación de buscar
en las cosas
religiosas de una
manera preeminente
la milagrería, lo que
reluce. Es el querer
usar a Dios al servicio
de los propios
intereses y de la
eficacia vistosa de la
propia misión.
24. El peligro de esta tentación es que no se presenta de una
manera burda, por afán de dinero, dominio o prestigio,
sino de forma solapada, indirecta, como dando razones
espirituales: para dar gloria a Dios, para que se realice
mejor el proyecto salvador de Dios.
Desde lo alto
del templo le
dice el diablo a
Jesús: Tírate
abajo, que los
ángeles te
cuidarán y
toda la gente
te seguirá.
29. Es hombre de poca fe el que pide
prodigios y milagros para creer.
30. Es hombre de poca fe el que pide
prodigios y milagros para creer.
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31. Hay personas que sólo
siguen la religión si ven
algo espectacular o
milagrero. Esta clase de
religión no es estar al
servicio de Dios, sino que
Dios esté a nuestro
servicio, nuestros
intereses, que no son del
todo muy espirituales. Ya
Jesús dijo a los fariseos:
“Si no veis señales y
prodigios no creéis”.
32. Es la misma tentación
que cuando Jesús
estaba en la cruz. Los
fariseos y principales
sacerdotes de Israel le
decían: “Si eres hijo de
Dios, baja de la cruz
para que creamos en ti”.
La tentación está en
demostrar que es Hijo
de Dios haciendo un
milagro. Nunca en su
vida hizo un milagro
para su bien personal,
sino para hacer el bien a
otros.
33. La tercera tentación
es la del poder. El
diablo presenta a
Jesús todos los
reinos del mundo:
“Todo te lo daré si te
postras y me adoras”.
Es la tentación de la
idolatría: Adorar a
Satanás a cambio de
riquezas y poder.
Esta tentación se presenta como muy audaz. Se trata de
que Jesús use el poder para anunciar el amor y la verdad.
Es como si hubiese venido a salvar al mundo dominándolo.
38. El amor y la verdad no se pueden imponer.
Muchas veces
sectores de la
Iglesia han caído
en esta tentación.
A veces se ha
querido contar
con el poder
mundano, político
y económico,
para pretender
ejercer con mayor
eficacia la labor
pastoral y
apostólica.
Ni siquiera los milagros de Jesús
fueron signos de poder, sino
señales de compasión y amor.
39. A esta
tentación de
mesianismo
poderoso
Jesús
responde con
una actuación
mesiánica de
pobreza y
sencillez.
Debemos siempre pedir para que la Iglesia no caiga en
esa trampa del poder, ni siquiera aunque parezca que es
para la mayor gloria de Dios.
40. La gloria de Dios está en
servir. Jesús dirá que el
más grande en el reino de
los cielos es el que está al
servicio de los demás.
Jesús no sube a un trono
para salvarnos, sino que
sube al árbol de la cruz, en
medio de la mayor
pobreza y
desprendimiento, y del
mayor sufrimiento. De esa
manera nos señala el
camino para triunfar del
pecado.
41. Hoy la primera lectura, que
va unida con el evangelio,
nos habla de la primera
tentación y la primera
caída, la de Adán y Eva.
Quizá sea una especie de
parábola para ponernos en
guardia sobre lo que nos
puede suceder a todos. La
tentación o prueba puede
ser algo malo o algo
bueno. Depende del uso
de nuestra libertad y de la
unión que vayamos
teniendo con Dios, que
nos dará su gracia.
42. “Desierto” decía al principio que podía significar oración;
pero para muchos es un estar sin flores de virtudes.
Terminamos pidiendo al divino jardinero que siembre
estas flores en nuestro corazón,
y que en
Cuaresma
nos conceda
también la
santa alegría
de aquellos
que se van
acercando
más a Dios.
43. Hoy que sé que
mi vida es un
desierto
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