Este documento discute el bostezo desde una perspectiva neurosociológica y su relevancia para la práctica psiquiátrica. Señala que el bostezo es un acto motor estereotipado y contagioso que comparte rasgos evolutivos con otros vertebrados. A pesar de su importancia, es poco entendido en psiquiatría. El autor propone estudiar el bostezo para articular mejor los aspectos neurofarmacológicos con los contextos sociales del paciente. Analiza aspectos evolutivos, neuroquímicos, sociales
1. volumen 59 - nº 1
Buenos aires - Marzo 2013
ISSN: 0001 - 6896
Editorial
1. Dimensión antropológica de las
ciencias biomédicas
Hugo R. Mancuso
Originales. Trabajos completos
3. Sustrato neurometabólico de las
alteraciones perceptuales en
psicosis esquizofrénicas: relevancia
en la precocidad diagnóstica y
terapéutica
JoRge cipRian ollivieR, Juan spatz, nilda spatz,
aRtuRo a. vitale y alicia B. poMilio
18. Temperamentos y estilos en la
lectura
MaRía guioMaR poggio, adRiana inés landa de gaRgiulo,
gustavo BaiaRdi, pascual Ángel gaRgiulo
Original [comunicación preliminar]
24. Percepciones sobre la eficacia de la
medicina «alópata» y las medicinas
«alternativas» para la atención de
malestares emocionales
sHosHana BeRenzon goRn, nayelHi saavedRa solano,
oswaldo MoReno
Revisión
32. El bostezo en Psiquiatría: pasos
hacia una neurosociología aplicada
MaRio lucas KieKtiK sullivan
2. Este número se terminó de imprimir en marzo 2013
Volumen 59 - Nº 1
Buenos Aires - Marzo 2013
ISSN: 0001 - 6896
Actualización
46. Contribuciones de la obra de Michel
Leiris para una actualización de la
relación muerte-lenguaje en
psicoanálisis
DaviD BernarD, SiDi aSkofaré, Julieta De BatiSta
Historia
54. Una revisión de la concepción psico-
patológica freudiana
ignacio Barreira
Nota
64. A trajetória institucional do
adolescente em conflito com a lei
olga Maria PiMentel JacoBina
Informaciones
72. 21º Congreso Internacional de
Psiquiatría AAP
Fondo para la Salud Mental
Entidad de bien público sin fines de lucro
Personería Jurídica Nº 4863/66
Inscripta en el Ministerio de Salud Pública y
Acción Social con el Nº 1.777
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(54 11) 4897 – 7272 int.: 100 - fuacta@acta.org.ar - www.acta.org.ar
4. La práctica psiquiátrica se encuentra en plena renovación en varios
frentes, mutando sus sistemas taxonómicos, modos de abordaje y su
relación misma con otras especialidades médicas. uno de los aspec-
tos más importantes de este cambio es la articulación entre los aspec-
tos neurofarmacológicos y los contextos sociales en los que se
encuentra el paciente. el estudio del bostezo, además de intrínseca-
mente útil en la práctica cotidiana, puede aportar elementos para ese
trabajo de articulación aludido. La topología de redes, tanto neurona-
les como sociales, parece tener propiedades comunes relacionables
con la salud mental. se discuten aspectos evolutivos, neuroquímicos,
sociales y clínicos relacionados con el bostezo, a partir de lo cual se
establecen preguntas para futuras investigaciones.
Palabras claves: neurofarmacología – neurotrasmisores –
neurosociología.
Yawning in Psychiatry: Steps towards an Applied Neuropsychology
psychiatric practice is being renovated on several fronts, mutating its
taxonomic systems, its modes of approach and its own relation with
other medical specialties. one of the most important aspects of this
change is the articulation between neuropharmacological aspects and
the social contexts in which the patient is situated. the study of yaw-
ning, apart from being intrinsically useful in everyday practice, can
also provide new elements for the articulation above mentioned. the
topology of networks, both neural and social, seem to have common
properties related to mental health. evolutionary, neurochemical,
social and clinical aspects are discussed and related to yawn, from
which questions for future investigation are raised.
Key words: neuropharmacology – neurotransmitters –
neurosociology.
Mario LuCas KieKtiK suLLiVan
Magister en psiquiatría.
universidad Maimónides.
Ciudad de Buenos aires.
r. argentina.
El bostezo en Psiquiatría: pasos hacia una neurosociología aplicada
Mario LuCas KieKtiK suLLiVan
Acta Psiquiátr Psicol Am Lat. 2013; 59(1): 32-45
revisión
CorrespondenCia
dr. Mario Lucas Kiektik sullivan.
Viena 6633, C1408ane.
Ciudad de Buenos aires,
r. argentina;
kiektik@gmail.com
5. acta Psiquiátr Psicol am Lat. 2013; 59(1): 32-45
EL boStEzo EN PSiquiatría: PaSoS Hacia uNa NEuroSocioLogía aPLicaDa 33
Introducción
La práctica psiquiátrica, tal como se ejerce
diariamente, es resultado de una larga tradi-
ción científica y sociocultural que parte de un
tipo de recorte de los problemas de la salud y
discrimina entre un conjunto de observables,
a los que define según un nivel de importan-
cia clínica. La psiquiatría occidental tiene cau-
ces muy diversos que aportan a su tronco
principal: desde un punto de vista histórico la
clínica en salud mental se ha nutrido de la filo-
sofía, las religiones, el disciplinamiento social
―lombrosismo―, la literatura, la anatomía, la
neurología, la biología, las psicoterapias, la
genética y la estadística, entre tantas otras,
que han participado en la creación de un cor-
pus heurístico con el cual los sistemas de la
salud en general se vinculan y lidian con el
enfermar psíquico. Hoy la psiquiatría y su
arquelogización [28] se nos ofrece a la explo-
ración como un caleidoscopio, donde una plu-
ralidad de recursos, expertos, congresos,
laboratorios, guías, clasificaciones e institu-
ciones se entrelazan en la miríada de prácti-
cas reconocidas formalmente como «espe-
cialidad», junto a toda una serie de prácticas
culturales satélites que la bordean, ya desde
los especialistas como desde las mismas
consultas de los pacientes.
El bostezo y la risa son dos funciones que
siguen siendo poco entendidas en la práctica
psiquiátrica y en la vida cotidiana misma [5]. Si
alguien comienza a bostezar en una reunión,
seguramente será seguida/o por varios partici-
pantes de la misma. De igual modo, si se
escucha a extranjeros hablando en un lengua-
je incomprensible y se los ve estallar en carca-
jadas, difícilmente podrá uno evitar reírse, aun-
que no los comprenda. Si nos preguntasen por
qué reímos no podríamos dar una buena
razón; ya que el impacto automático de la risa
es irresistible tanto como el bostezo [27].
Se considera desde el sentido común que bos-
tezamos cuando estamos cansados; de algún
modo la risa sería opuesta al bostezo; ambos
son muy contagiosos, instintivos y comprome-
ten el sistema motor. El bostezo es quizás la
conducta más subestimada de las dos. Se
trata de un acto motor estereotipado y a menu-
do repetitivo, que se caracteriza por la apertu-
ra de la boca acompañada de una inspiración
larga, seguida de una espiración breve. El bos-
tezo y el estiramiento muscular que lo acompa-
ña tienen orígenes filogenéticos ancestrales y
los etólogos coinciden en que la mayoría de los
vertebrados bostezan. Morfológicamente es
similar en reptiles, aves, mamíferos y peces.
Pueden ser vestigios ancestrales que sobrevi-
ven a lo largo de la evolución, con poca varia-
ción. En el embrión humano, el bostezo se pro-
duce a las 12 semanas después de la concep-
ción y permanece relativamente sin cambios
durante toda la vida.
Definido con precisión el bostezo es un con-
junto de movimientos corporales típicos y uni-
versales que se analizan en distintas discipli-
nas científicas como la etología, la neurología
o la llamada comunicación no verbal. El bos-
tezar es un acto motor estereotipado, una
«pauta fija de acción» según la terminología
etológica. No es un reflejo o una respuesta
corta, rápida y proporcional a un simple estí-
mulo, sino que, una vez que comienza, un
bostezo debe continuar inevitablemente. No
se puede bostezar a medias; como toda
pauta fija de acción, posee una intensidad
característica, que en total consume un pro-
medio de 42 segundos [7]. En los seres
humanos, la frecuencia diaria del bostezo
varía entre 5 y 15 veces al día y es más fre-
cuente al despertar y antes de dormir [6]. Las
personas de 10 a 40 años bostezan un mayor
número de veces que las de 50 a 80 años.
Es importante señalar que el bostezar es
acompañado por la apertura de las trompas
de Eustaquio junto con una reducción breve
de la agudeza auditiva, así como de una
apertura del cardias del estómago resultando
en un flujo de aire intragástrico que es res-
ponsable de la sensación de plenitud abdo-
minal asociado ocasionalmente con boste-
zos. Por otro lado no se lo debe pensar sim-
plemente como la apertura de la boca y ane-
xos, deberemos agregar un generalizado
estiramiento de los músculos, especialmente
los del tracto respiratorio, tales como el dia-
fragma, los intercostales, los de la cara y del
cuello. Se ha observado que las mayores fre-
6. Acta Psiquiátr Psicol Am Lat. 2013; 59(1): 32-45
MARio LuCAS KiEKtiK SuLLivAn34
cuencias de bostezo se producen unos quin-
ce minutos antes de alguna actividad que
exige una atención especial, por ejemplo: en
los atletas que están por iniciar una compe-
tencia, en los estudiantes que van a enfren-
tar un examen o en el momento en que los
músicos se preparan para dar un concierto.
¿Puede haber alguna pista para comprender a
la psiquiatría misma en el abandono que desde
la especialidad le hemos propinado al boste-
zo? ¿Cuáles serían los motivos epistemológi-
cos de esta marginación práctica? ¿Cuales las
consecuencias en la clínica? ¿Se trata de
fenómenos desechados por su simpleza o por
su extrema complejidad? ¿Podría develarnos
hacia dónde dirigir nuestros próximos pasos?
El objetivo en este trabajo fue relevar sistemá-
ticamente la literatura existente sobre el boste-
zo y buscar vínculos entre lo cultural y biológi-
co apropiados para la psiquiatría. Existe con-
siderable y creciente material científico muy
útil a los fines de abordar este tópico a partir
del cual buscar las pautas de conexión y reen-
samble [41] de lo psiquiátrico, de modo de ela-
borar una descripción si se quiere local, limita-
da y provisoria, pero mirada epocal al fin del
derrotero psiquiátrico en nuestros días.
Metodología
La metodología del presente trabajo consistió
en el relevamiento amplio y sistemático de
documentos de rigor científico publicados y
disponibles sobre el tema elegido en revistas
de suscripción en línea, revistas de salud men-
tal, portales de revistas electrónicas, bases de
datos de Salud Mental, en libros sobre el tema,
resúmenes de congresos y otros eventos, pre-
ferentemente publicados a partir de 2000, aun-
que no se descartó material canónico del tema
en cuestión por su fecha de edición.
El concepto «semilla» fue «bostezo» y la
revisión abarcó el abanico de materiales
accesibles en idiomas preferentemente
español e inglés sobre neurociencias (farma-
cología, neuroanatomía, biología), ciencias
sociales (antropología, estudios culturales,
análisis de redes sociales, epistemología,
topología), psiquiatría, psicoterapias, genéti-
ca y etología. Los textos fueron fichados y
clasificados de acuerdo a su pertinencia,
nivel de actualización, disciplina científica y
utilidad a los fines del trabajo y luego inclui-
dos en una matriz disciplinar para ser volca-
dos finalmente en el texto final.
Evolución filogénica y ontogénica
Recientemente investigadores de distintos
campos comenzaron a integrar la comprensión
de la evolución de los seres vivos y aún de los
objetos mismos, mediante un meta-sistema
comprensivo llamado «constructal» [13].
Según esta propuesta, la evolución puede ser
predicha por la teoría constructal: todo sistema
tiende a permanecer imperfecto y lo mejor que
puede hacer es distribuir las imperfecciones de
la manera más óptima, distribución que propi-
cia la formación de una determinada topología.
La teoría constructal, epistemológicamente pró-
xima a la termodinámica, resulta útil también
para investigar la evolución de los comporta-
mientos. Concebida y publicada inicialmente por
Bejan en 1996 [11], parte del principio básico de
que los sistemas de flujo evolucionan para mini-
mizar las imperfecciones (la energía consumida
en la fricción u otras formas de resistencia) de
modo tal que se pierda la menor cantidad posi-
ble. La teoría se aplica virtualmente a todos los
movimientos, por ejemplo: el flujo del tráfico, el
enfriamiento de dispositivos electrónicos a
pequeña escala, la salida de una multitud de un
estadio, las corrientes de los ríos o las relacio-
nes entre la masa corporal de los animales y su
velocidad, así como la frecuencia y fuerza de
sus pasos, aleteos u ondulaciones que propul-
san sus cuerpos hacia adelante. Según la «teo-
ría constructal» [12], los organismos vivos pre-
sentan comportamientos seleccionados evoluti-
vamente para su supervivencia, que se carac-
terizan por ser cíclicos y recurrentes. A los efec-
tos de esta introducción diremos que los tres
constructos comportamentales animales serían
1) vigilancia, 2) alimentación y 3) reproducción.
Los bostezos, persistiendo casi idénticos filo-
genéticamente, aparecen asociados a los rit-
mos cronobiológicos y a las configuraciones
constructuales mencionadas arriba (vigilancia)
como organizadores de los flujos temporales,
7. Acta Psiquiátr Psicol Am lat. 2013; 59(1): 32-45
El boStEzo En PSiqUiAtríA: PASoS hACiA UnA nEUroSoCiologíA APliCADA 35
garantizando una mejor elección energética
según el estado del contexto. Este aspecto ha
cobrado notable interés últimamente, con la
renovación de las hipótesis cronobiológicas de
las enfermedades mentales [8], especialmen-
te de los trastornos del estado de ánimo [60].
De hecho, en los seres humanos, el bostezo
se presenta con mayor frecuencia durante la
transición de un estado de excitación a otro,
por ejemplo, antes de acostarse e inmediata-
mente después de despertarse [57].
En una serie de estudios, Anias et al. [2] han
demostrado claramente la influencia de los
ritmos circadianos en la frecuencia de boste-
zo en animales de laboratorio y cómo el pico
de incidencia de bostezos se produce justo
antes de la fase de oscuridad, independien-
temente de la programación de luz-oscuri-
dad a la que eran sometidos. En ratas anes-
tesiadas, los casos de apertura de la boca e
inspiración (es decir, equivalentes del boste-
zo) fueron precedidos por la excitación corti-
cal, lo que podría abonar a la idea de que el
bostezo está asociado con cambios en los
estados excitación [59]. Asimismo el pico en
el bostezo desapareció cuando las ratas fue-
ron sometidas a condiciones de luz constan-
tes, lo que sugiere que este patrón del bos-
tezar no se genera de forma endógena.
Curiosamente, cuando estas ratas fueron
sometidas a un programa de alimentación
restringida de sólo dos horas al día, se
observó un aumento significativo en el bos-
tezo inmediatamente antes de la alimenta-
ción, lo que sugiere que la anticipación de la
alimentación es capaz de funcionar como un
sincronizador para la regulación circadiana
del bostezo. Similares casos de anticipación
del bostezo se han informado poco antes de
la alimentación en los animales de zoológi-
cos, tales como carnívoros, peces y monos,
así como en hienas salvajes, las que boste-
zan varias veces mientras giran alrededor de
una animal muerto instantes antes de
comerlo.
Se sabe que estos picos en el bostezo se
correlacionan con el aumento de los niveles
de corticoides [66] y que además el bostezo
juega un papel en la termoregulación y sus
disfunciones: un aumento de la frecuencia
del bostezar se observó cuando la tempera-
tura central del cuerpo se elevó y una dismi-
nución en la tasa de bostezos se constató
cuando las temperaturas volvían a la norma-
lidad, lo que sugiere que el bostezo puede
proporcionar una compensación o algún
mecanismo de enfriamiento [30]. Efectos
similares se observan con agonistas D2 que
aumentan la tasa de bostezos en dosis bajas
pero que cuando inducen hipotermia en
dosis más altas también se correspondieron
con una disminución en la frecuencia de bos-
tezos [31]. Aunque una relación causal no se
puede aseverar, sí se puede decir que estos
resultados proporcionan apoyo a la idea de
que existe una asociación entre la regulación
de la temperatura corporal, el nivel de activi-
dad y la frecuencia del bostezar. En los seres
vivos, muchas variables biológicas presentan
oscilaciones a intervalos de tiempo regulares
de 24 horas, formando los llamados ritmos
circadianos. Uno de los ciclos que se
encuentra bajo el control de los ritmos bioló-
gicos es el del sueño-vigilia.
Como dijimos el bostezo y el estiramiento
aparecen claramente asociados al ciclo des-
pertar-dormir. Cuando se dan juntos, el esti-
rarse y bostezar se denomina pandiculación.
En general son comportamientos poco inves-
tigados en psiquiatría y sin embargo (como
intentaremos problematizar en un próximo
texto) se trata de un interesante punto donde
trabajar transdisciplinariamente, conjunta-
mente con otras ramas de la medicina, y tam-
bién con ciencias exactas y sociales.
Volviendo a los aspectos evolutivos, si bien
los etólogos coinciden en que casi todos los
vertebrados bostezan [24] y que el bostezo
es morfológicamente similar en los reptiles,
aves, mamíferos y peces [43] (asociado
siempre a los ritmos cíclicos de la vida como
el sueño-despertar, alimentación y reproduc-
ción) quedan dudas acerca de cómo son
interpretados interaccionalmente los boste-
zos en diferentes especies y culturas.
Filogenéticamente el origen del bostezo
espontáneo se remontaría a hace más de 200
8. Acta Psiquiátr Psicol Am Lat. 2013; 59(1): 32-45
MAriO LUCAS KiEKTiK SULLiVAN36
millones de años, en la evolución de los
peces osteíctios, pero el «contagio» del bos-
tezo es de evolución más reciente y se obser-
va prácticamente sólo en los primates, dentro
de los cuales se encuentra el homo sapiens.
Una pregunta resulta en este punto interesan-
te, a saber: ¿podemos discriminar entre dife-
rentes tipos de bostezos filogenéticos?
Con respecto a su filogenia, se ha demostra-
do que en cuadrúpedos como el perro o el
caballo existe una sincronización del ritmo
respiratorio con el de la marcha: se produce
un ciclo ventilatorio por cada ciclo de la mar-
cha, con una aceleración concomitante. En
los seres humanos, el bipedismo habría lle-
vado evolutivamente a la pérdida de esta sin-
cronización automática, conservándose sola-
mente el ritmo de los brazos al caminar, pero
no hay sincronía con la estricta ventilación.
Después de un accidente cerebrovascular
que ha interrumpido el control cortical, las
estructuras neurológicas subyacentes recu-
perarían sus funciones filogenéticamente
ancestrales, que normalmente son inhibidas
por las estructuras cerebrales corticales.
Ontogénicamente los embriones humanos
bostezan; los niños de tres a siete meses de
edad muestran una mayor activación en la
misma región del cerebro cuando escuchan
sonidos humanos emocionalmente neutrales,
tales como la tos, el estornudo o el bostezo,
que cuando escucha sonidos familiares de
juguetes o agua [15], lo que progresivamente
se irá modificando y especializando a partir de
los estímulos que vaya recibiendo y de su
carga genética. El bostezo surge muy tempra-
namente y es uno de los primeros comporta-
mientos que participan de la intersubjetividad
primaria, vínculo que relaciona al niño peque-
ño con otros seres vivos y en especial con sus
figuras de apego. Si bien el niño tarda en con-
tagiarse del bostezo, los suyos activan al de
los adultos que lo rodeen: luego, cuando des-
arrolla la capacidad de pensar en lo que el otro
piensa (Teoría de la Mente, base para la inter-
acción humana) el niño comienza a contagiar-
se e imitar inconscientemente los bostezos.
Neurofisiología
El bostezo ha fascinado al hombre a través
del tiempo, pero la mayoría de los avances
significativos en nuestra comprensión se han
realizado durante los últimos 50 años. Ahora
que sabemos que una variedad de neuro-
transmisores y neurohormonas están involu-
cradas en la inducción y regulación de los
bostezos, incluyendo la acetilcolina, la dopa-
mina, el glutamato, la serotonina, la oxitoci-
na, el GABA, los opioides, adrenérgicos, el
óxido nítrico, así como ACTH y α-MSH entre
otros. A pesar de este conjunto diverso de
neurotransmisores, el bostezo está mediado
por tres vías diferentes, todas las cuales apa-
recen vinculadas con las neuronas colinérgi-
cas en el hipocampo.
En cuanto a la neuroanatomía, las estructu-
ras neurales necesarias para el bostezo se
localizan principalmente en el bulbo raquí-
deo, cerca de los centros respiratorio y vaso-
motor. Varios grupos neuronales intervienen:
son claves las neuronas oxitocinérgicas en el
núcleo paraventricular (PVN) del hipotálamo,
que median la expresión del bostezo a través
de conexiones con el hipocampo, el puente
de Varolio y la médula oblongada.
Las neuronas que producen el bostezo se
activan por la acción de la dopamina, amino-
ácidos excitadores y la oxitocina y las inhiben
los peptidos opioides [20].
Neuroanatomía
Es clara la importancia del hipotálamo en la
regulación del bostezo, ya que muchos neu-
rotransmisores parecen afectar el bostezo a
través de interacciones con neuronas oxitoci-
nérgicas en el PVN. La activación de neuro-
nas oxitocinérgicas por dopamina, glutamato,
óxido nítrico u oxitocina inducen bostezos,
mientras que la inhibición de estas neuronas
por μ opioides y GABA reducen la frecuencia
del mismo. Es importante señalar que, a
pesar de los efectos de la ACTH y α-MSH
también están mediadas por el hipotálamo, la
inducción del bostezo por estos péptidos no
implica neuronas oxitocinérgicas. Del mismo
modo, la inducción de bostezos por la seroto-
nina también se sabe que se produce de
forma independiente de las neuronas oxitoci-
9. Acta Psiquiátr Psicol Am Lat. 2013; 59(1): 32-45
EL boSTEzo EN PSIquIATRíA: PASoS hACIA uNA NEuRoSoCIoLogíA APLICAdA 37
nérgicas en el PVN, sin embargo, la región
del cerebro responsable de serotoninérgico
bostezo aún se desconoce.
El bostezo estaría vinculado, por vía de la
oxitocina, con los patrones de contacto
social, sexual, en la formación de relaciones
de confianza y generosidad y con la conduc-
ta maternal y paternal; en tanto que la acetil
colina estaría relacionada con la interocep-
ción, el estado de vigilia, la composición del
«esquema corporal», la estimulación de los
músculos, incluyendo los músculos del siste-
ma gastro-intestinal, que participa en la pro-
gramación del sueño REM y en la memoria.
La integración de informaciones sensoriales
del mundo circundante, así como sensacio-
nes del estado físico interno, moduladas por
las emociones y la memoria que provienen
en buena medida del sistema músculo-
esquelético convergen por las vías espinota-
lámicas y espinorreticulares hacia el tálamo,
los núcleos del rafe y, tras ello, hacia el cór-
tex parietal ascendente, donde se vincula
con las neuronas espejo.
El tálamo y el PVN participan de un circuito
que envía y recibe influencias del locus coe-
ruleus y de los núcleos túbero-mamilares,
estructuras involucradas en los reflejos auto-
nómicos. Los nervios craneales trigémino (V),
facial (VII), neumogástrico (X) y las raíces
cervicales C1-C4, motores y/o sensitivos con-
vergen hacia el «Núcleo del Tracto Solitario»
(NTS). Este núcleo provee una interfaz de
informaciones periféricas necesaria para la
estimulación de la región reticulada ascen-
dente en el tallo cerebral, del locus coeruleus
en particular, que es fuente de la activación
de los sistemas de vigilia. Muy genéricamen-
te podemos esquematizar como adrenérgico
en el puente, dopaminérgico en los pedúncu-
los, histaminérgico en el hipotálamo y colinér-
gico en el núcleo basifrontal de Meynert.
A pesar de los avances que se han realizado,
dirigidos hacia nuestra comprensión de la
regulación neurofarmacológica de los boste-
zos, se necesitan más investigaciones para
dilucidar plenamente cómo estos sistemas
de neurotransmisores interactúan unos con
otros, así como las regiones específicas del
sistema nervioso participan en la inducción y
la inhibición del bostezo. Tal comprensión
permitirá no sólo contar con una herramien-
ta para la caracterización de los receptores y
sus subtipos, agonistas parciales y antago-
nistas, sino también enriquecer la compren-
sión de cómo una variedad de factores
ambientales y farmacológicos afectan a los
sistemas de receptores implicados en la
mediación del bostezo [63].
Además una comprensión más completa de
la regulación neurofarmacológica del bostezo
también podría dar una idea de las funciones
específicas de diferentes neurotransmisores,
sistemas y subtipos de receptores en la apa-
rición del bostezo bajo una variedad de con-
diciones fisiológicas y estados de enferme-
dad en la que los cambios en la frecuencia de
bostezo se producen.
Comunicación, empatía y tipología del
bostezo
La empatía proviene etimológicamente del
griego antiguo y su significado sería «estar
en el interior del sufrimiento del otro». Aquí
consideraremos la empatía como la capaci-
dad de predecir y responder al comporta-
miento de los otros, a partir de la inferencia
de sus estados mentales y al contagio del
bostezo como consecuencia de una «teoría
de la mente», es decir un sistema de repre-
sentación de atributos de estados mentales.
El bostezo es una pauta de acción en la que
interviene la empatía, es decir la capacidad de
virtualizar el pensamiento del otro. Se instru-
menta mediante estructuras moleculares, bio-
lógicas pero también sociales muy complejas.
Esta perspectiva, cruzada con las recientes
investigaciones que describen bostezos con-
tagiosos entre diferentes especies, es una
interesante vía de investigación que puede
identificar las posibles funciones y mecanis-
mos que subyacen al bostezo, ya que agregan
una dimensión ecológica al problema.
El bostezo participaría de una forma de
empatía rudimentaria, aparecida probable-
10. Acta Psiquiátr Psicol Am Lat. 2013; 59(1): 32-45
MArio LUCAS KiEKTiK SULLivAn38
mente de modo tardío en el curso de la evo-
lución de los homínidos, es decir que en el
bostezo convergería un reflejo primitivo y una
pauta de acción más reciente, relacionada
con la socialización y la virtualización, para lo
que son necesarias la corteza cerebral y muy
especialmente las neuronas espejo.
La empatía tiene como función, entre otras, el
adaptar la ayuda a las necesidades del otro y
las defensas en la propia supervivencia. Los
elefantes ajustan el paso a las necesidades
de algún individuo enfermo o lisiado o los
levantan cuando desfallecen. Entre chimpan-
cés el apoyo a individuos minusválidos o heri-
dos sucede con cierta frecuencia, y los delfi-
nes prestan ayuda a otros a ascender a la
superficie para tomar aire. Todos los mamífe-
ros bostezan y los comportamientos de ayuda
son comunes entre los más gregarios para
quienes la colectividad generalmente es
imprescindible para la supervivencia [46].
Así, la ecokinesia del bostezo habría conferi-
do una ventaja selectiva, permitiendo la efi-
caz sincronización de niveles de vigilancia
entre los miembros de un grupo social.
Además el bostezo tiene varias propiedades
convenientes que lo hacen ideal para la
investigación entre especies, un tema del
que Gregory Bateson hace mas de 50 años
ya había señalado su importancia para su
teoría del aprendizaje.
Como dijimos, el bostezo está presente en el
repertorio de comportamientos de un amplio
espectro de vertebrados, desde peces a los
mamíferos [29]. Dado que las comparacio-
nes no dependen de entrenamientos previos
y debido a que el bostezo ocurre de manera
espontánea con muy baja frecuencia, la cir-
culación del bostezo a través de individuos
relacionados es fácil de detectar y difícil de
explicar como resultado del azar, lo que per-
mite investigar el posible vínculo con las
capacidades cognitivas sociales.
Como se describe en un informe reciente, de
29 perros (Canis familiaris) sometidos a una
prueba, 21 bostezó después de ver los boste-
zos humanos, mientras que no lo hacían des-
pués de ver las aberturas en silencio la boca
[39]. En el mismo trabajo se hace referencia a
que el bostezo contagioso en los perros
puede estar relacionado con su «capacidad
de la empatía». Se podría entonces estable-
cer una discriminación, entre la imitación y el
contagio del bostezo, que podría permitir pen-
sar en el bostezo como un fenómeno más
multifactorial, amplio y poliadaptativo [56].
La imitación inconsciente o también llamado
«efecto camaleón» está bien documentada en
los seres humanos y se refiere a la tendencia
de un individuo a copiar de otros sus compor-
tamientos sin tener conciencia alguna de las
intenciones de esa conducta [22]. Sin embar-
go Chartrand y sus colegas demostraron que
la imitación inconsciente en los seres huma-
nos podría estar modulada por motivaciones
tales como el deseo de establecer un vínculo
con los interlocutores sociales imitados.
Un efecto camaleón entre especies se ha
demostrado recientemente: los monos capu-
chinos imitaban bostezos de sus cuidadores
humanos que habían imitado con anteriori-
dad sus comportamientos [53]. Encontrar
entre las especies el «efecto camaleón»
tiene importantes implicaciones para la
investigación de los diferentes tipos de facto-
res que desencadenan el bostezo. Para
ejemplo, el mimetismo perro-humano no
consciente puede tener importantes implica-
ciones para la comprensión de la domestica-
ción canina: la tendencia a copiar los boste-
zos humanos podría ser una de las explica-
ciones de la asociación descrita por los antro-
pólogos entre el homo sapiens y el perro
desde hace 30.000 años [62], pero a la vez
dar alguna luz a los efectos favorables de las
terapias en las que se utilizan perros en la
rehabilitación de algunos pacientes. Si, ade-
más, la tendencia imitativa de algunos perros
aumentaba su valor afectivo o social en rela-
ción a los seres humanos, podemos especu-
lar que estos podrían haber promovido esta
característica a través de cría selectiva. Los
efectos de la imitación del bostezo canina y
la domesticación subsecuente podrían haber
contribuido no sólo a la aparición en el perro
moderno de la tendencia a atender y cuidar a
11. Acta Psiquiátr Psicol Am lat. 2013; 59(1): 32-45
El boSTEzo En PSiquiATRíA: PASoS HAciA unA nEuRoSociologíA APlicADA 39
los seres humanos mucho más que los
lobos, sino también en el desarrollo de su
notable habilidad en la interpretación de las
señales sociales humanas [35]. ¿Habrá par-
ticipado el bostezo en la selección natural de
homínidos más empáticos?
Aparte de la imitación inconsciente, un meca-
nismo aún de más bajo nivel evolutivamente
subyace en el bostezo: el «contagio» sería
una propagación a corto plazo de un compor-
tamiento [67] en el que un especial estímulo
sirve como un liberador de la conducta posi-
ble de los demás. De acuerdo con la hipóte-
sis de contagio, por lo tanto, el bostezo sería
el enlace de un comportamiento específico
fijado, de un patrón acción colectivo como
por ejemplo el lanzarse a volar de un grupo
de aves cuando una lo realiza.
También los experimentos con bostezos dan
resultados diferentes según las diferentes
especies. Por ejemplo, en un reciente experi-
mento en el que a perros se mostraron videos
de bostezos sin sonido, la mayoría de los
perros no mostraron el bostezo contagioso
[36]. En cambio, en los chimpancés, el boste-
zo contagioso se generalizó a partir vídeos de
congéneres reales, pero caricaturizados
mediante animación por computadora [18]. En
los seres humanos los bostezos son provoca-
dos con la misma frecuencia tanto con un
video de otra persona bostezando, como des-
pués de leer por escrito descripciones del bos-
tezo lo que se podría relacionar con diferentes
capacidades de virtualización y abstracción.
Recientemente, los datos sobre el bostezo
contagioso en los «babuinos gelada» han
reforzado la hipótesis de la proximidad emo-
cional frente a la de «proximidad espacial»
[52], sin embargo también se ha considerado
que los babuinos solo observaban con aten-
ción a aquellos sujetos que le son afectiva-
mente cercanos. Así, las diferencias de aten-
ción [56], con diferencias en los niveles poste-
riores propagación del contagio, en lugar de
las diferencias de empatía, podría haber sido
responsable del patrón de bostezo observado.
Se puede distinguir entonces el bostezo con-
tagioso de la imitación no-consciente del bos-
tezo. Posiblemente sean polos de un abani-
co complejo: el rango de posibles comporta-
mientos del bostezo por contagio es limitado
a un pequeño número de comportamientos
en el que se puede identificar el estímulo que
desencadena la activación del comporta-
miento. En el bostezo imitativo no conciente
los individuos reproducen una mayor varie-
dad de comportamientos, con pérdida de la
espontaneidad y simplicidad en los movi-
mientos típicos y el factor desencadenante
no siempre es detectable. Esta predicción
pudo ser probada por Joly-Mascheroni et al.
[39]: el mimetismo no consciente de los
perros tomaría la forma de bostezo medido y
informado por los autores. Esta predicción
también está apoyada por Palagi et al.,
donde los babuinos hembras realizaron imi-
taciones con manierismos del bostezo (por
ejemplo, bostezar con los dientes cubiertos
en los monos) en función de la forma del pri-
mer bostezo. Predicciones adicionales de la
hipótesis de la imitación no-consciente inclu-
yen la modulación de la imitación inconscien-
te en un contexto social para producir «agra-
do» [52].
Trazar predicciones por contagio y mímicas
no-conscientes permite orientar el trabajo
sobre el bostezar en una gran variedad de
animales vertebrados y sus particularidades
en los primates: la ventaja funcional evolutiva
del bostezo contagioso es que este gesto
comunicativo serviría para sincronizar el
estado de ánimo en los animales gregarios o
para aumentar la vigilancia [23].
Las enfermedades del bostezo
El bostezo puede aparecer en asociación con
diversas patologías o como sintomatología
de estados. Por ejemplo, los pacientes pue-
den presentar repetición de bostezos de 9 a
12 por minuto cuando la tasa media de bos-
tezar es generalmente mucho menor, seña-
lando aburrimiento, cansancio o ansiedad,
tanto en adultos como en niños [45].
El bostezo (por contagio o inconciente) se
asocia habitualmente con el uso inadecuado
de psicofármacos, ya sean antidepresivos o
12. Acta Psiquiátr Psicol Am Lat. 2013; 59(1): 32-45
MArIO LuCAS KIEKtIK SuLLIVAN40
neurolépticos así como con enfermedades
neurológicas y al abuso de drogas.
Investigaciones recientes han relacionado
empíricamente al bostezo con numerosas
patologías. A continuación se expone un
resumen de algunas de ellas:
a) Ausencia de bostezo. Hay evidencias de
que la ausencia de bostezo no se percibe ni
tiene consecuencias secundarias, excepto
quejas somáticas por falta de la sensación de
bienestar asociada al bostezos que son
excepcionales. Ciertos síndromes extrapira-
midales están acompañadas por una des-
aparición de bostezo, tales como en el caso
del tratamiento con neurolépticos [48] o la
enfermedad de Parkinson. Esta desaparición
indica el estado de actividad de las neuronas
dopaminérgicas de la PVN del hipotálamo,
que son necesarias para el bostezo. Si la far-
macología experimental ha demostrado la
especificidad de los receptores D3 de dopa-
mina en el inicio de este comportamiento
sabemos también que el tratamiento con L-
DOPA regenera el bostezo en el 8% de los
pacientes tratados [31].
b) Bostezo fatal. Las campañas para la pre-
vención riesgos de accidentes hacen hinca-
pié en los peligros que lleva el dormirse invo-
luntariamente al volante [14]. J.J.M.
Askenasy relacionó la importancia del boste-
zo en los accidentes de tránsito: cuando la
fatiga y la somnolencia superan las capacida-
des de concentración mínimas necesarias
del conductor durante un viaje largo y a alta
velocidad, el bostezo puede ser o una señal
de sueño inminente o, desgraciadamente,
motivo de un accidente de tráfico mortal [4].
Actualmente existen programas de investiga-
ción sobre la prevención de accidentes
mediante software para la detección automá-
tica de bostezos con el fin de activar una alar-
ma que obligue al conductor a detenerse
superadas determinadas frecuencias.
c) Bostezo en niños. En los niños, la somno-
lencia normal a menudo se manifiesta por la
excesiva agitación, con un déficit de atención
y de concentración: el bostezo puede ser una
herramienta para diferenciarla del Síndrome
de Déficit Atencional. El bostezo, si bien no se
le ha prestado la atención suficiente, puede
ser un importante indicador en psicopatología.
Los niños autistas por ejemplo no parecen sin-
tonizar emocionalmente con los demás de
forma creciente a medida que se desarrollan
[37]. La ausencia de contagio del bostezo en
los niños con trastorno del espectro autista
está extensamente documentada [61].
d) Bostezo y psicosis. En la actualidad, es
muy raro encontrar a un esquizofrénico que
no tome neurolépticos, que, por su modo de
acción, inhiben el bostezo. En el pasado, la
reaparición del bostezo en un esquizofrénico
se interpretó como una reanudación del con-
tacto con el medio ambiente y la socialización
[10]. Se ha propuesto el estudio de la induc-
ción del bostezo con Apomorfina como una
prueba factible para medir la sensibilidad de
los receptores dopaminérgicos, basado en
investigaciones sobre voluntarios sanos. En
el contacto interpersonal con pacientes con
esquizofrenia es frecuente experimentar un
deterioro en la resonancia empática. Las
personas con esquizofrenia mostraron meno-
res tasas de contagio de bostezo y de risa.
La baja tasa de contagio de risa fue correla-
cionada con el síndrome de la esquizofrenia
a predominio de síntomas negativos y conse-
cuentemente con la disfunción social. La
alteración de la empatía es una desventaja
para las personas con esquizofrenia en la
vida social [33]. Podemos concluir que la
detección de un bostezo espontáneo en un
sujeto psicótico, en especial un individuo
afectado por el espectro esquizofrénico,
puede ser una señal favorable que señale
que está en un estado de ánimo accesible.
e) Bostezo asociado a accidente cerebro
vascular. El bostezo puede ser estudiado
desde varios ángulos durante el curso de un
accidente cerebrovascular. Durante la ocu-
rrencia de un ataque, isquémico o hemorrági-
co, los déficits en la atención se producen
acompañados por salvas de bostezos, si la
víctima está consciente [19]. Esto podría ser
debido a la hipertensión intracraneal como
consecuencia de la apoplejía. Aparte de esta
13. Acta Psiquiátr Psicol Am Lat. 2013; 59(1): 32-45
EL BOSTEzO En PSiquiATríA: PASOS hACiA unA nEurOSOCiOLOGíA APLiCADA 41
evolución muy grave, bostezar durante el
curso de un derrame cerebral indica daño
cortical y subcortical. El conocimiento de las
áreas funcionales puede ser importante para
realizar un diagnóstico correcto y correlacio-
narlo con el bostezo [64].
Algunos trabajos encontraron asociación entre
los movimientos propios del bostezo, con los
componentes maxilofaciales implicados y la
compresión del sistema circulatorio asociado.
Así, el bostezo fue el responsable de los ata-
ques isquémicos transitorios. Bostezar provo-
có la isquemia cerebral recurrente, por obtura-
ción arterial, con EEG lento debido a la hipo-
xia límite en varios casos documentados. En
el síndrome de Foix-Chavany-Marie, los mús-
culos de la cara, lengua y laringofaringe están
paralizados en todos los actos voluntarios,
incluidas las sonrisas o muecas voluntarias,
así como durante la articulación del lenguaje,
mientras que la expresión de las emociones,
parpadeo de los ojos, reír, toser, tragar y el
bostezo siguen siendo posibles. La imitación
voluntaria de estos movimientos puede llevar-
se a cabo. La causa es isquémica o más rara-
mente post-traumática [42].
f) Paratonías y sincinesias del bostezo. Se
encontró que el bostezo se asociaba con
movimientos anormales en el brazo hemiplé-
jico de un 80% de pacientes hemipléjicos.
Otras sincinesias menos frecuentes se
observaron durante el estiramiento, la tos y la
risa. Los movimientos voluntarios tienden a
disminuir las sincinesias. Las sincinecias del
bostezo suelen evaluarse en neurología
como indicadores de mal pronóstico para
hemipléjicos [50].
g) Bostezo y epilepsia. La electrofisiología del
bostezo es bien conocida. El rascarse la cara,
frotándose la nariz, los bostezos y suspiros
han sido descritos como comportamientos
automáticos que ocurren antes o después de
las crisis de ausencia o convulsiones focales.
En la epilepsia del lóbulo temporal, depen-
diendo de si es armoniosa o no, y si su repe-
tición es breve o prolongada los bostezos
están relacionados a la activación del tronco
cerebral o la médula espinal. La asociación
del bostezo con la extensión de cabeza y
dolores de cabeza a predominio occipital fue
vinculada a un trazado disrítmico del registro
EEG de una mujer de 35 años de edad, quien
fue diagnosticada con epilepsia «diencefáli-
ca», lo que aún genera controversias [26].
La administración de hidrocloruro de naloxo-
na (un fármaco antagonista de los receptores
opioides) suprimió los ataques, se sugirió
que existía patología relacionada con los
receptores opioides. Este caso y otros seme-
jantes hacen necesario incluir al bostezo
excesivo como un posible indicador de un
trastorno epiléptico por descartar [19]. Es fre-
cuente que ciertos individuos con neuralgias
del trigémino y síndrome de Tagle experi-
menten dolor craneal súbito e intenso al bos-
tezar. Esto constituye el llamado dolor secun-
dario al bostezo [38].
En la epilepsia de origen psicógeno [40], la
hiperventilación prolongada (voluntaria o
inducida inconscientemente), puede alterar
el nivel de conciencia, simulando un ataque
epiléptico, con la aparición de movimientos
automáticos tales como sonreir, tragar o bos-
tezar [44]. La sobredosis de ácido valproico
en paciente epilépticos y la terapia substituti-
va con estrógenos pueden causar bostezo.
En forma similar, el bostezo recurrente aso-
ciado a los movimientos periódicos del
sueño, mejoran con L-Dopa.
g) El bostezo en la depresión. Los antidepre-
sivos, en particular los inhibidores de la
recaptación de serotonina son los que con
mayor frecuencia estan involucrados en el
aumento de la frecuencia de bostezos [32].
Este síntoma es generalmente mal interpre-
tado por los psiquiatras que tienden a indicar
un aumento de la dosis, lo que a su vez agra-
va el problema, cuando por el contrario la
interrupción del tratamiento permitiría que los
síntomas desaparezcan en unos pocos días
[9]. Si bien estos bostezos no se asocian a un
aumento de la somnolencia si puede estar
asociado a erección del clítoris y orgasmos
involuntarios [47]. El orgasmo asociado a psi-
cofármacos antidepresivos ya había sido
descrito como un efecto secundario del trata-
14. Acta Psiquiátr Psicol Am Lat. 2013; 59(1): 32-45
MARio LUCAS KiEKtiK SULLivAn42
miento clomipramina (Anafranil) y más
recientemente con paroxetina [34], duloxeti-
na y venlafaxina.
Recientemente se estableció empíricamente la
relación entre la frecuencia de bostezo y la
severidad de la depresión, utilizando una
pequeña muestra de 31 pacientes. El análisis
estadístico de los resultados demostró una
relación significativa, aunque investigaciones
confirmatorias aún se necesitan.1
h) Bostezo y abstinencia
El período de desintoxicación en los grandes
consumidores de café o de opiáceos se acom-
paña por un síndrome de abstinencia y un
aumento de la frecuencia del bostezo que
puede prolongarse durante varios días [25].
Una de las asociaciones más frecuentemente
encontradas es el retiro de los opiáceos y la
aparición de bostezos que se acompañan de
estornudos, sudoración profusa y vómitos. En
niños de 2 a 3 días de vida se han observado
similares síntomas en madres adictas [51] a la
heroína, morfina y la metadona. Entre los adic-
tos a la heroína, la retirada se compone de
bostezos, sudoración profusa, trastornos
digestivos y agitación. La retirada de la meta-
dona produce bostezos acompañados de
lagrimeo, rinorrea, tos, piel de gallina, temblor,
sofocos y frío, calambres abdominales, dolo-
res musculares, náuseas, vómitos y diarrea.
La naloxona en dosis de 0,2 mg/kg provoca
bostezos en adultos adictos a opiáceos.
i) Bostezo y psicoendocrinología. El comienzo
de la hipoglucemia en un diabético en trata-
miento con insulina se acompaña de sensa-
ción de hambre, sudoración profusa y boste-
zos repetidos. Charcot, en una de sus «clases
de los martes» trabajó sobre el caso de un
paciente que bostezaba 480 veces por hora
[21] (el caso fue probablemente el desarrollo
de un prolactinoma de la hipófisis). El bostezo
podría estar también alterado en la esclerosis
múltiple [55].Algunas investigaciones han
sugerido un nexo entre el bostezo y la sexua-
lidad: en los monos macacos el macho domi-
nante bosteza antes y después de aparearse
con una hembra. Este curioso comportamien-
to parece estar condicionado por la testostero-
na, hasta el punto de que la castración del pri-
mate macho conduce a que el animal pierda
su situación dominante en el grupo, con lo cual
también deja de bostezar asociado al sexo.
La hipocretina, un neurotransmisor que pro-
voca sensaciones de hambre y excitación,
también podría proporcionar una explicación
al bostezo: es posible que la leptina, el men-
sajero de la saciedad, y grelina, otro mensa-
jero de señalización del hambre jueguen un
papel que no ha sido todavía dilucidado pero
que estarían implicados en los trastornos
digestivos de raíz vasovagal [1].
El conocimiento de la neurofarmacología del
bostezo es fundamental [3]. Un exceso inex-
plicable de bostezo podría ser el resultado de
un trastorno del eje hipotálamo-hipófisis, el
mecanismo de acción de lo que podría ser la
hipersecreción o liberación inadecuada de la
oxitocina u otros neuromediadores. Las emo-
ciones se acompañan fisiológicamente por
modificaciones en la actividad cardiorrespira-
toria, mediada por el sistema nervioso autó-
nomo. En los trastornos de ansiedad suele
asociarse un síndrome de hiperventilación
que conduce a alcalosis respiratoria, acom-
pañada en más de 30% de los casos por
bostezos que serían una respuesta homeos-
tática del sistema parasimpático. El uso de
técnicas de relajación y yoga diseñadas para
provocar bostezos permite tratar estos pro-
blemas [16]. En relación al tema, se ha des-
arrollado también una técnica llamada «de
Bostezo-Suspiro» para solucionar o paliar
problemas relacionados con la voz, aunque
también ha recibido críticas de otros autores.
j) Migraña y bostezo. Las migrañas son uno
de los trastornos más comunes en la consul-
ta clínica, que afectan al 10-20% de la pobla-
ción al menos una vez un año. Hoy en día se
postula que es secundaria a una combina-
ción de factores ambientales y genéticos.
Recientes hallazgos clínicos, farmacológicos
y genéticos confirman la hipótesis de que
1 Cfr. Gallezzo SR. Examining the connection between
yawning and depression 2006, disponible en: http://baille-
ment.com/recherche/gallezzo.html, citado: 15/03/2012.
15. Acta Psiquiátr Psicol Am Lat. 2013; 59(1): 32-45
EL bostEzo En PsiqUiAtríA: PAsos hACiA UnA nEUrosoCioLogíA APLiCADA 43
una disfunción en la transmisión dopaminér-
gica desempeña un papel en la fisiopatología
de un ataque de migraña [58]. El bostezo,
junto con otros pródromos como cambios de
humor, somnolencia, aversión a la luz, etc.
puede estar relacionado con estimulación
dopaminérgica y cefalea migrañosa [38].
k) Sobre los aspectos pronósticos. Los
pacientes con esquizofrenia y trastorno
esquizotípico de la personalidad han sido
extensamente investigados respecto del bos-
tezo [54]. En la esquizofrenia en su fase ini-
cial, el bostezo indica buen pronóstico, pero
en cambio en la esquizofrenia residual indi-
caría mal pronóstico. En estado de coma, el
bostezo predice la aparición de la vigilia, en
tanto que una epilepsia del lóbulo temporal
puede manifestarse con crisis de bostezos.
Cuando se contabilizaron los bostezos en
pacientes con Parkinson que tomaban medi-
cación y pacientes privados de ella, los
pacientes con medicación presentaban más
cantidad de bostezos que aquellos privados
de medicación, lo que demuestra la utilidad
del bostezo como signo en la evaluación del
paciente con Parkinson.
Podemos comprobar entonces la relación entre
enfermedades y bostezo y el amplio campo de
investigación que aún queda por recorrer en
ésta área. Podemos considerar que lo expues-
to hasta el momento, con relación a los meca-
nismos fisiológicos, ofrece suficiente sustento
para pensar que el bostezo puede ser un signo
en la práctica médica con énfasis particular en
la psiquiatría, debido a que los neurotransmiso-
res, hormonas y mecanismos de comunicación
social involucrados en el referido signo tienen
papel crucial en la psiquiatría.
Al final de este panorama sobre el bostezo en
la clínica, podemos decir que la consulta de
un paciente que se queja de bostezo excesi-
vo puede ser esquematizada. El primer paso
consiste en buscar un efecto iatrogénico por
algún psicofármaco, lo que constituye la
causa más frecuente. En caso de descartarse
esta causa se debería indagar acerca de la
presencia de somnolencia anormal o falta de
sueño ya sea comportamental o por un sín-
drome de apnea del sueño que aun no se ha
descubierto. En ese caso se impone la con-
sulta al neurólogo y al otorrinolaringólogo
para un diagnóstico lo más certero posible.
Las causas que conducen a un trastorno de
ansiedad, posiblemente asociadas con un sín-
drome de hiperventilación, deben ser tratados
con psicoterapia cognitiva, técnicas de relaja-
ción, yoga y eventualmente psicofármacos.
Debe ser evaluada la ocurrencia de la dispep-
sia [17]. Un examen clínico es necesario para
la detección de otras anomalías tales como:
síndrome hipertensivo, hipertensión intracra-
neal, epilepsia parcial temporal, convulsiones
o derrame cerebral. Finalmente el bostezo
podría formar parte del espectro del tic.
Discusión
Como dijimos arriba el bostezo es una con-
ducta filogenéticamente muy antigua que se
puede observar en la mayoría de las espe-
cies de vertebrados desde las etapas embrio-
narias hasta la vejez. El origen y la función de
este fenómeno ha sido objeto de especula-
ciones durante siglos y posiblemente existan
varios tipos de bostezos in-discriminables en
la práctica observacional [49] pero sí en sus
factores causales.
La utilidad del conocimiento del bostezo, por
lo que hemos expuesto, va mucho más allá
de su uso en psiquiatría como parámetro
indirecto sobre psicofármacos utilizados en
cantidades insuficientes o de la evolución de
un tratamiento a la adicción de opiáceos [65].
Por otro lado ningún péptido, neurotransmi-
sor o sistema neuronal puede dar cuenta del
bostezar por sí solo.
En el bostezo participan sistemas dopaminér-
gicos, colinérgicos, la oxitocina, péptidos,
centros anatómicos situados en el tronco
cerebral inferior, neuronas espejo, serotonina
y muchas más regiones y neurotransmisores,
en una interacción compleja de la que no
habría que dejar afuera al cerebelo.
En este texto hemos dado una revisión del fruc-
tífero campo de investigación del bostezo, tra-
16. Acta Psiquiátr Psicol Am Lat. 2013; 59(1): 32-45
MARIO LUCAS KIEKTIK SULLIVAN44
tando de introducir desde los conceptos básicos
hasta algunos estudios recientes. Según nues-
tro enfoque, la presencia de múltiples interaccio-
nes entre sistemas neuronales, sociales, mole-
culares y fisiológicos a distintas escalas produce
un comportamiento global que no puede ser
explicado a partir del estudio individual de tales
partes, sino enfocándolo trasdisciplinariamente.
En ese sentido el bostezo puede hacer de
«marcador» que sirve para conectar las trazas
propias de cada disciplina científica implicada.
Es evidente que aún queda un largo camino
que recorrer, para determinar toda la utilidad
que puede tener el bostezo como signo para
evaluar el paciente psiquiátrico.
Por el momento, de este trabajo se puede
inferir que la observación del bostezo puede
orientar a médicos sobre la farmacodinamia y
los efectos del tratamiento que se esté
empleando, así como de las habilidades
empáticas del paciente.
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