2. Heracles fue hijo de Zeus y una mujer mortal llamada Alcmena. Esta estaba
desposada con Anfitrión, por aquel tiempo enrolado en una campaña militar.
Zeus, aprovechando su ausencia, tomó la forma del hombre y yació con su
esposa, prolongando la duración de la noche tres jornadas enteras.
Cuando volvió Anfitrión, tan solo un día después, ella le contó que ya había
estado con él la noche anterior. Tiresias, el adivino, les reveló la verdad.
Sebastiano Ricci: Júpiter y Cupido. 1712-14
3. Zeus hizo saber que un descendiente de Perseo, a punto de nacer, sería rey
de Micenas. Hera conocía el embarazo de Alcmena, e hizo que Ilitía, diosa de
los partos, retardara su nacimiento, mientras que adelantó el de Euristeo,
también descendiente del famoso héroe. Así perdió Heracles el trono de
Micenas.
James Barry: Júpiter y Juno. 1790-1799
4. Se cuenta que Zeus había engañado a Hera para que amamantase a Heracles.
Al descubrir quién era, lo retiró bruscamente de su pecho, y un chorro de su
leche se derramó en el cielo, formando la Via Láctea.
Tintoretto: Origen de la Vía Láctea. 1575
5. Cuando Heracles cumplió los ocho
meses de edad, Hera, decidida a
hacerlo desaparecer, puso dos
serpientes en su camita. Pero el bebé
las estranguló con la sola fuerza de
sus manos.
Heracles con serpiente. Anónimo romano del siglo II.
6. Heracles creció sano y fuerte. Recibió clases de música del maestro Lino,
pero era un estudiante indisciplinado. Lino lo regañaba constantemente, y un
día Heracles se enfureció y lo golpeó con una lira, matándolo al instante. El
joven Heracles debió comparecer ante un tribunal, pero fue absuelto.
Anfitrión, temiendo que fuera presa de nuevos accesos de cólera lo envió al
campo, al frente de sus rebaños. Allí un boyero escita lo adiestró en el arte de
manejar el arco.
Hércules, de Disney, 1997
7. Heracles realizó varias hazañas, como matar al León de Citerón, que
diezmaba los rebaños. Cuando regresaba de su cacería se encontró con los
emisarios del rey minia Ergino, que había derrotado años atrás a los tebanos
y les había impuesto un pesado tributo que debían pagar cada año. Heracles
los atacó, les cortó la nariz y las orejas y las ató a sus cuellos, enviándolos de
regreso con el mensaje de que ese era todo el tributo que iba a recibir. El rey
tebano Creonte le recompensó dándole en matrimonio a su hija, la princesa
Mégara. Heracles tuvo con Megara varios hijos.
8. En un ataque de locura provocado por Hera, Heracles mató a su mujer y a sus
hijos. En penitencia por esta execrable acción, el oráculo de Delfos le dijo que
tenía que llevar a cabo diez trabajos que dispusiera Euristeo, el hombre al que
Hera había dado la corona de Micenas y a quien Heracles más odiaba.
Heracles llevó a cabo todos ellos con éxito, pero Euristeo estimó que en dos de
los trabajos había fallado, pues había recibido ayuda, por lo que ordenó dos
más, que Heracles también completó, haciendo un total de doce.
Relieve de Heracles en un sarcófago. s. II d.C.
9. TRABAJOS DE HERACLES
1. Matar al León de Nemea.
2. Matar a la Hidra del lago de Lerna.
3. Capturar a la Cierva de Cerinia.
4. Capturar al Jabalí de Erimanto.
5. Limpiar los establos de Augías.
6. Matar a los Pájaros del lago Estínfalo.
7. Capturar al toro de Creta.
8. Robar las yeguas del rey Diomedes.
9. Tomar el cinturón de Hipólita, reina de las amazonas.
10. Matar a Gerión y robarle sus rebaños.
11. Tomar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides.
12. Capturar a Cerbero, en el Hades.
10. El León de Nemea
El león tenía una gruesa piel que
lanzas y flechas no podían atravesar.
Heracles, tras comprobar que no le
hacían daño sus armas, lo estranguló
con sus propias manos.
Usó las propias garras del león para
matarlo y quitarle la piel, que en
adelante llevó siempre consigo.
J. C. Andrä: “Griechische Heldensagen für die
Jugend bearbeitet”. Berlin: Verlag von Neufeld &
Henius, 1902
11. La Hidra de Lerna
La Hidra era hija de Tifón y Equidna.
Heracles se enfrentó a ella con una hoz,
pero, tras cortar una de sus cabezas,
Heracles descubrió que le crecían dos
nuevas en su lugar.
Heracles pidió ayuda a su sobrino Yolao.
Él tuvo la idea de usar una tela ardiendo
para quemar el cuello tras cada
decapitación, para cauterizar la herida y
evitar de este modo que las dos nuevas
cabezas brotasen.
Heracles cortó todas las cabezas y Yolao
quemó los cuellos abiertos, con lo que
consiguieron eliminar al monstruo.
Antonio de Polaiollo: Heracles y la Hidra
12. La cierva de Cerinia
Heracles debía capturar a la cierva
viva para Euristeo. El animal tenía
pezuñas de bronce y cornamenta de
oro y estaba consagrado a Ártemis.
Era muy veloz y Heracles no podía
alcanzarla a la carrera, por lo que la
persiguió día y noche sin descanso
hasta el país de los Hiperbóreos. Allí
la apresó cuando, rendida, se detuvo
a descansar. Se dice que tardó doce
meses en capturarla.
Hércules capturando a la Cierva de Cerinia. Detalle
del mosaico romano de Los Doce Trabajos. Liria
(Valencia, España).
13. El jabalí del Erimanto
El jabalí era una criatura que causaba
estragos en todo el entorno y que
vivía en Erimanto, un monte de la
Arcadia y la Élide.
Heracles encontró al jabalí y, lo
persiguió durante varias horas; lo fue
acorralando a una zona cubierta de
nieve donde, saltando sobre su lomo,
lo ató con cadenas y se lo llevó vivo a
Micenas.
Hercules y el jabalí de Erimanto, Louis Tuaillon.
1904
14. Los establos de Augias
Augías, rey de Élide, había formado parte de la
expedición de los Argonautas.
Por designio de los dioses el ganado de Augías
no sufría de enfermedades, por lo que logró
poseer el mayor rebaño de todo el país. Sus
establos nunca habían sido limpiados hasta
que lo hizo Heracles en un solo día en
cumplimiento de su quinto trabajo. El astuto
héroe cumplió su tarea abriendo un canal que
atravesaba los establos y desviando por él el
cauce de los ríos Alfeo y Peneo, que
arrastraron toda la suciedad.
Euristeo no consideró el trabajo como válido,
alegando que el trabajo lo habían hecho los
ríos.
Caricatura de Honoré Daumier
15. Los pájaros del Estínfalo
Eran unas aves que tenían picos, alas y
garras de bronce y cuyos excrementos
venenosos arruinaban los cultivos. Vivían
alrededor del lago Estínfalo. La misión era
especialmente difícil para Heracles: las
aves eran demasiadas para sus flechas y
su enorme fuerza no le servía de nada.
Atenea le ayudó dándole una campana de
bronce que él hizo sonar desde una
colina. Las aves huyeron asustadas.
Muchas de ellas fueron derribadas por
sus flechas, y las que consiguieron
escapar huyeron hacia el mar Negro,
donde los Argonautas las encontrarían
años después.
Hércules ahuyentando a los pájaros del Estínfalo. Detalle
del mosaico romano de Los Doce Trabajos. Liria (Valencia,
España).
16. El toro de Creta
Este toro es el que Poseidón hizo salir
del mar cuando el rey Minos
prometió ofrecer un sacrificio al dios;
pero Minos lo encontró tan hermoso
que lo incorporó a sus rebaños como
semental. Poseidón castigó a Minos e
hizo que el animal enloqueciera.
Minos le autorizó a capturar al toro,
si podía. Heracles consiguió subir a
lomo del animal y lo condujo, a través
del mar Egeo, hasta Micenas.
Euristeo lo dejó libre.
El toro causó estragos allá por donde
pasó hasta que Teseo consiguió
matarlo en la llanura de Maratón.
Metopa del templo de Zeus en Olimpia.
17. Las yeguas de Diomedes
El octavo de los doce trabajos de
Heracles consistía en capturar a las
yeguas de Diomedes, que comían
carne humana. Este las tenía atadas
con cadenas y las alimentaba con la
carne de sus inocentes huéspedes.
Heracles consiguió arrebatárselas y
arrojó el cuerpo de Diomedes a las
yeguas. Tras devorarlo, las yeguas se
volvieron tan mansas que el héroe las
pudo atar al carro de Diomedes y se
las llevó a Micenas, donde fueron
regaladas a Hera.
Gustave Moureau: Diomedes devorado por sus
yeguas. 1865
18. El cinturón de Hipólita
Hipólita es la reina de las amazonas,
dueña de un cinturón mágico que le
había regalado su padre, Ares, el dios
de la guerra.
El noveno trabajo de Heracles fue
obtener el cinturón, a petición de
Admete, la hija de Euristeo. Hipólita
se enamoró de Heracles y le dio el
cinturón voluntariamente. Pero Hera,
enemiga acérrima de Heracles,
difundió el malintencionado rumor de
que Heracles estaba allí para
secuestrar a Hipólita. Las amazonas
atacaron a Heracles, que dio muerte a
la reina en la refriega.
"Pentesilea e Hipólita", Emil Wolff.
19. El ganado de Gerión
El décimo trabajo de Heracles consistió en robar el ganado de Gerión. Para
llegar hasta él, tenía que cruzar el desierto libio. Helios le cedió la copa
dorada que usaba para cruzar el mar cada noche, de oeste a este. Heracles
usó esta copa dorada para llegar a Eritia, tierra de Gerión.
Ganado de Gerión. Grabado del S. XVIII
20. Gerión tenía el cuerpo de tres
hombres unidos por la cintura, pero
separados en tres por los flancos y
muslos.
El ganado estaba custodiado por Orto,
un perro de dos cabezas. Cuando el
perro y el pastor de Gerión, Euritión,
vieron llegar a Heracles, se lanzaron
contra él, pero Heracles los mató a los
dos.
Gerión se enfrentó a Heracles: el
héroe salió vencedor y se llevó el
ganado. Después de varias aventuras,
pudo entregarlo a Euristeo.
Gerión. Detalle de un ánfora de c. 540 a.C.
21. Las Manzanas de Oro
del Jardín de las Hespérides
Frederic Leighton, 1892
22. Euristeo pidió a Heracles, como undécimo trabajo (no le valieron ni la
limpieza de los establos de Augias ni la muerte de la Hidra, puesto que
Heracles contó con ayuda, según él), tomar las Manzanas de Oro del Jardín de
las Hespérides. Habían sido el regalo de boda que Gea hizo a Zeus y Hera. Las
Hespérides eran tres ninfas, hijas del titán Atlas, que cuidaban del hermoso
jardín, situado en el sur de Iberia.
Heracles pidió a Atlas que cogiese algunas manzanas de oro ofreciéndose a
sujetar el cielo mientras iba a buscarlas. Pero el titán, al verse libre de tan
terrible peso, no quiso ocupar nuevamente su lugar. Heracles lo engañó
aceptando quedarse allí eternamente, con la sola condición de que Atlas
sujetase el cielo un momento para ponerse su capa más cómodamente. Atlas
accedió, y entonces Heracles tomó las manzanas y se marchó.
24. El can Cerbero
El último de los doce trabajos de
Heracles fue capturar a Cerbero.
Encontró la entrada al inframundo en
Ténaro. Atenea y Hermes le ayudaron
a traspasar la entrada a la ida y a la
vuelta.
Heracles trató con amabilidad al fiero
perro, y este le acompañó afuera
dócilmente.
Lo llevó a Euristeo, que sintió tanto
pavor que pidió a Heracles que lo
devolviera de inmediato a los
infiernos.
Cerberus, William Blake (detalle). 1920
25. ALCESTIS
Heracles volvió al Hades para liberar
a Alcestis, esposa de Admeto, rey
que había recibido de los dioses la
gracia de poder eludir la muerte si
otra persona se ofrecía a morir en su
lugar. Solo su esposa quiso hacerlo
cuando llegó la ocasión.
Heracles tenía gran aprecio a la
pareja y no dudó en realizar el
peligroso viaje para rescatarla.
Paul Cezanne, Liberación de Alcestis (detalle).
26. ÓNFALE
Heracles siguió teniendo episódicos
ataques de locura, que provocaron la
muerte de muchas personas.
Una respuesta oracular ofreció a
Heracles la cura de estos accesos:
debía servir como esclavo durante
tres años. Así Hermes lo vendió a
Ónfale, reina de Lidia. Aunque
mantuvo sus años de esclavitud, son
muchas las hazañas que se cuenta
realizó en ese tiempo. Incluso inició
con Jasón el viaje de los Argonautas.
Hércules y Ónfale, Johann Heinrich. 1754
27. DEYANIRA
Heracles tuvo como última esposa a
Deyanira.
Teniendo que cruzar el río Eveno, el
centauro Neso se ofreció a llevarla a
la otra orilla, pues el río era
demasiado profundo y caudaloso. El
centauro intentó huir con la
muchacha, pero fue alcanzado por las
flechas del héroe. A punto de morir,
dijo a la chica que empapara su
manto en la sangre que brotaba de
sus heridas: si alguna vez el amor de
Heracles le faltaba, esa sangre podría
devolvérselo.
Guido Reni, Rapto de Deyanira. 1621
28. MUERTE Y APOTEOSIS
Años más tarde, Heracles quiso
abandonarla. Ella le regaló el manto,
guardado desde entonces.
El tejido, al contacto con la piel de
Heracles, ardió y consumió al héroe,
que por fin consiguió la inmortalidad:
ya en el Olimpo, se reconcilió con
Hera y se casó con Hebe.
François Lemoyne, Apoteosis de Hércules. 1736