1. TIEMPO RECOBRADO
Ruina moral
PEDRO G. CUARTANGO
MAX WEBER tuvo la perspicacia de ensalzar la virtud como un
valor creador de riqueza. El pensador alemán creía que la ética
protestante había jugado un papel esencial en el impulso del
capitalismo.
Francisco Correa ha realizado una enmienda a la totalidad de la
filosofía weberiana al sostener que el motor de desarrollo de la
economía y la creación de empleo es la corrupción. Lo dijo en su declaración ante el
tribunal con meridiana claridad cuando aseguró que el soborno y el cohecho eran
instrumentos que habían impulsado legítimos beneficios individuales y ahorros de costes
para el PP.
Correa señaló que sus prácticas de obtener contratos gracias al pago de comisiones
representan una conducta generalizada en el sector privado y que su único error había
sido caer en manos de la Justicia. «Todos los hacen», aseguró. Según sus palabras, se
siente orgulloso de ser un benefactor de la humanidad y está convencido de que la
sociedad española debería rendirle un homenaje por su laboriosidad y su empuje
empresarial.
En mis cuatro décadas de profesión, nunca había asistido a un elogio tan descarado
de la corrupción, elevada a motor del progreso e incluso a fuente de moralidad. Para
Correa, lo mejor que se puede ser en este mundo es un corrupto. Los virtuosos no
economía y favorecen el crecimiento porque el cohecho es una forma de generar valor
añadido, según el evangelio que predica Correa.
El cabecilla de Gürtel no sólo banaliza la corrupción como si fuera un valor de
cambio, sino que además la eleva a la categoría de virtud teologal, junto a la esperanza o
la caridad. Nada más excelso que un cohecho y nada más ejemplar que el amaño de un
contrato, que pueden ser ilegales pero que están justificados éticamente por su enorme
utilidad social.
Correa ha rendido un servicio impagable a la sociedad española al mostrarnos esa
verdad última de la corrupción, transmutada en principio que debe guiar nuestras vidas.
Para el socio de Bárcenas y fundador del entramado, las personas que se comportan con
honradez son idiotas e incluso parásitos, ya que la infinita mayoría se aprovecha de las
oportunidades que surgen para enriquecerse o para robar.
A juicio de Correa, no sólo es lícito sino también recomendable dar regalos como un
Jaguar después de amañar un contrato o practicar el tráfico de influencias, ya que el buen
ladrón debe ser ante todo educado y agradecido.
Todavía me chirría en los oídos todo lo que dijo este señor ante el juez, que debía
estar atónito al escuchar este elogio de la corrupción por el que, en lugar de ser
2. condenado a 125 años de cárcel, Correa debería ser nombrado ministro de Economía y
duque de la Mangancia.
Pero lo peor es que el jefe de Gürtel no es una anécdota ni una excepción.
Representa todo un sistema de hacer negocios y una cultura de la especulación que se
extendió como una plaga por todo el país cuando los fontaneros ganaban mucho más que
un profesor de Universidad.
Ahí está también el lamentable caso de Bankia, en el que el entonces gobernador del
Banco de España y la vicepresidenta del Gobierno permitieron y alentaron un fraude a
gran escala. Nadie les ha pedido cuentas por sacar a Bolsa una entidad que estaba en
quiebra, como habían advertido los inspectores, que incluso habían predicho que tendría
que ser intervenida.
La declaración de Correa es una perfecta descripción de la ruina moral que ha
llevado a este país al desastre. La crisis tiene culpables.