1. LA CORPOREIDAD Y LA MOTRICIDAD
La corporeidad y la motricidad son indisolubles, no existen una sin la otra, son
elementos con definiciones propias, pero en la realidad práctica, activa del hombre, el
cuerpo no puede concebirse sin vida, sin movimiento.
Cada persona, cada ser humano, va construyendo su corporeidad a través de los años,
siendo influenciado por su entorno y circunstancia.
Nuestros cuerpos pasan desde la dependencia necesario en nuestra forma más
primitiva en los primeros años de vida hasta llegar a auto formarse en ser totalmente
independiente.
La educación física nos atraviesa desde que nacemos, en cada momento de la vida
cotidiana, de manera informal, haciéndonos desenvolver de manera eficientes bajo
distintas circunstancias. José María Cagigal en 1979 ya nos hablaba de la cultura física,
cultura corporal, como habito de una sociedad, como pilar de la libertad y progreso del
desarrollo humano.
La corporeidad la podemos asociar a la motricidad, ya que el ser humano experimenta
con su cuerpo de manera práctica, con vida, actuante.
La motricidad está presente en lo cotidiano del hombre, cargada de sus acciones de
sentimientos y finalidad, interactuando y expandiéndose en el tiempo, en busca de la
transcendencia de sus actos con el medio social y natural. La motricidad da sentido a la
corporeidad y viceversa. Siempre ha servido como método para que las distintas
sociedades moldeen el cuerpo humano, está presente en los currículos escolares. Las
ideologías imperantes y reinantes de cada momento histórico, reduciendo al hombre
a disciplina o descubrimiento, en busca de un control social absoluto.
Por lo tanto hablar de motricidad ya indicaría una compresión del movimiento
humano, esto supone el desenvolvimiento de las estructuras componentes del sistema
nervioso central; mantiene la regulación, la ejecución y la integración del
comportamiento, traduce la apropiación de la cultura y de la experiencia humana
como intencionalidad operante en el proyecto del hombre social.
Por lo tanto podríamos afirmar que el desarrollo de lo motor, de la motricidad, no es
solo el desarrollo de las capacidades coordinativas, el desarrollo técnico, físico, psi-
cognitivo, o las nociones de espacio-tiempo, si no el desarrollo motor implica un fuerte
compromiso cultural, histórico, político y social.
En definitiva cuando hablamos de la motricidad como expresión de la corporeidad del
ser, como proyecto humano de acción, se expresa no solo las posibilidades biológicas
que nos permite el movimiento, sino también las intencionalidades, las utopías, las
fantasías, los ideales, los mitos, las visiones, las alegrías y las tristezas, la necesidad de
la relación e igualdad social, la comunicación con un mundo natural, el agua, la tierra,
el aire, las plantas y los animales; a la construcción del estar en un mundo, en el
tiempo y espacio, en definitiva en el universo que cada persona le corresponde vivir.