La propaganda y la publicidad comparten técnicas similares para influir en las personas e intentar dirigir su comportamiento. Ambas utilizan ideas, sentimientos y actitudes para hacer ofertas persuasivas a un público, ya sea para elegir un candidato político o preferir un producto. Si bien la propaganda vende ideas o candidatos y la publicidad vende productos, comparten el objetivo final de conmover e identificar necesidades en las personas a través de promesas, para convertir estas en acciones.