Este documento presenta un resumen de tres partes de un estudio más amplio sobre la violencia en América Latina. La primera parte proporciona una visión general de la situación de violencia en la región, incluidos los costos humanos, económicos, sociales y políticos. La segunda parte examina factores como la pobreza, la desigualdad y la educación que contribuyen a la violencia. La tercera parte analiza la situación de violencia específica en países como Argentina, incluyendo datos sobre homicidios, secuestros y otros delitos.
1. INICIATIVA PAZ PARA EL DESARROLLO.
DOCUMENTO:
AMERICA LATINA: LA SOCIEDAD SITIADA.
LOS COSTOS HUMANOS, POLÍTICOS Y ECONOMICOS
DE LA
VIOLENCIA URBANA Y SOCIAL:
Comprender el fenómeno de la violencia, en toda su complejidad, y contribuir a
su erradicación son pasos esenciales para garantizar el Estado de derecho
democrático.
Primera Parte
Prof. Dr. Ricardo Petrissans Aguilar.
INSTITUTO LATINOAMERICANO DE ANÁLISIS DEL CONFLICTO.
(ILACON)
CENTRO DE ANÁLISIS DE SEGURIDAD PUBLICA Y VIOLENCIA URBANA.
(CASP)
Montevideo, abril de 2005.
4. CENTRO DE ANALISIS DE SEGURIDAD PÚBLICA Y VIOLENCIA URBANA
(CASP)
El Centro de Análisis de Seguridad Pública y Violencia Urbana (CASP) es una asociación
sin ánimo de lucro, privada e independiente, dedicada al estudio y análisis de la seguridad de los
individuos, de sus colectivos y sociedades y al estudio del fenómeno de la violencia urbana. El
Centro funciona dentro de las actividades regulares del Instituto Latinoamericano de Análisis del
Conflicto, como rama especializada en Gestión de Crisis y Seguridad.
El Centro fue creado con el objetivo de aunar y potenciar el trabajo de un grupo de
profesionales dedicados a los estudios en esta materia, al mismo tiempo que, colocar a disposición
de la sociedad civil en general y los interesados y profesionales en particular, una fuente de
conocimiento y un ámbito de discusión para los temas comprendidos dentro de sus objetivos.
Forman parte del Centro personas provenientes del mundo académico, profesionales de la
seguridad, agentes de la empresa privada y de profesiones liberales.
Las funciones básicas del Centro son:
El estudio de los problemas de la seguridad interpersonal, en sus aspectos
políticos, estratégicos, policiales, económicos, tecnológicos e industriales.
Contribuir a la información y difusión de los problemas de la comunidad
latinoamericana en las materias comprendidas, el análisis de los conflictos que
surgen entre sus miembros, y de los requerimientos y alternativas para la
construcción y consolidación de una sociedad estable y en paz.
Hacer posible la comunicación y el intercambio de ideas entre personas e
instituciones vinculadas a la planificación y ejecución de la política de seguridad y
prevención de la violencia urbana, incentivando el diálogo en la búsqueda de
soluciones concretas.
La elaboración de dictámenes, informes e investigaciones que se soliciten al
Grupo sobre dichos temas.
Para cumplir con sus fines de investigación, el Centro cuenta con personal y medios
propios. La mayoría de los miembros son académicos con campos de procedencia tan variados
como la historia contemporánea, la ciencia política, las relaciones internacionales, la sociología, la
economía y la sicología. En la actualidad, el Centro está presidido por el académico Prof. Dr.
Ricardo Petrissans Aguilar.
El Centro también contribuye públicamente a este debate mediante la difusión de sus
informes así como por la publicación, en distintos medios de comunicación, de artículos sobre
distintos temas de la política de seguridad.
Para comunicaciones:
Sede Uruguay ILACON – CASP. Sede Brasil ILACON – CASP.
Tristán Narvaja 1729, Montevideo, IALN - CLSW 104 – Bloco B / Sala 123
República Oriental del Uruguay. Sudoeste Shopping, Sudoeste, D.F.
Teléfonos: (598) -2- 4080618 y 4080628. Teléfonos: (61) 2301 - 7272
Correo electrónico: infogral@ilacon.org Correo electrónico: csl-br@cslog.org
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5. LA INICIATIVA “PAZ PARA EL DESARROLLO”:
Dentro de las convicciones compartidas por los miembros del Centro de Análisis de
Seguridad Pública y Violencia Urbana, se destaca la idea que uno de los principales frenos al
desarrollo de América Latina, tanto en sus aspectos clásicos como en el campo del capital
humano, radica en el grado de violencia estructural e inseguridad que transita la región,
constituyéndose en frenos insustentables en el medio y largo plazo para obtener los objetivos
deseados de bienestar, convivencia y desarrollo económico y social, perseguidos por sus
Gobiernos, organizaciones civiles, empresas privadas y ciudadanos y sus colectivos. De hecho,
existe una fuerte preocupación en el seno del Centro porque, además, violencia e inseguridad
exhiben signos claros de socavamiento y deterioro progresivo de las estructuras democráticas.
En nuestras observaciones queda claro que violencia e inseguridad tienen un conjunto
definido de causas, que además tienen la virtualidad de potenciarse entre sí. De hecho, mientras
esas causas no sean atacadas en forma sustancial, ordenada y sistemática y con políticas
consistentes que superen coyunturas cortas, la única posibilidad será la de tratar de contener las
manifestaciones presentes, aún cuando ello es, evidentemente, consagratorio de un círculo vicioso
del cual únicamente podemos esperar pérdidas mayores. Nuestro objetivo no es atacar las causas,
a vía de ejemplo, poco podríamos hacer para enfrentar la pobreza. Pero, dentro de nuestro campo
de conocimiento, aportaremos todo lo que sea posible para enfocar las consecuencias que
venimos de mencionar.
Nuestra visión trata de escapar en todo momento a enfoques de naturaleza ideológica
tradicional. La única ideología aplicada aquí es la de la pacificación para el desarrollo, y, en
consecuencia, no hay afiliación a corriente política alguna, sino el desarrollo de una concepción
filosófica clara que hace su opción por el hombre, su bienestar y la elevación de la calidad de vida
en un marco de convivencia social pacífica. En consecuencia, optamos por la más absoluta libertad
de comentario y apreciación frente a políticas nacionales, instrumentos aplicados y opciones,
optando por las visiones constructivas.
Desde una perspectiva documental y de estudios, la Iniciativa “Paz para el Desarrollo” se
propone desarrollar un estudio completo del estado general de inseguridad y violencia en América
Latina, en un trabajo paciente y progresivo, que pueda ser actualizado periódicamente y que tienda
a ser un instrumento de utilidad para todos aquellos que se relacionan con la cuestión y con sus
causas. De esta forma, el Plan de Obras proyectado comprende a un conjunto de documentos
analíticos principales, acompañados de una constelación de otros documentos auxiliares, los que
se resumen en los siguientes ejes temáticos:
Parte I La Sociedad Sitiada Visión general. Costos humanos, económicos,
sociales y políticos de la violencia.
Parte II La Próxima Generación Niños y Jóvenes, pobreza, educación y violencia.
Parte III Pobres, sucios y feos. Pobreza y marginalidad. Victimización de los
pobres. La sociedad fracturada.
Parte IV Ejércitos. Perfiles de la violencia y la criminalidad. Las
fuerzas de seguridad, el marco de las políticas y
las alternativas posibles a desarrollar.
Parte V Asalto a la Sociedad Democrática. El Crimen Organizado y su estructura dentro de la
región.
Parte VI Ganar el Futuro. Resumen general de las acciones posibles. Marco
general de reflexión.
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6. DEDICADO A:
A Juan Manuel, Miguel Martín y María Paz y a su generación, estén donde estén,
sean hijos de quienes son, tengan o no religión, cualquiera que ella sea, de hecho,
adolescentes y niños. Los que están más expuestos en la línea de fuego de esta
Sociedad Sitiada.
Para que tengamos la capacidad de ahorrarles la guerra y sepamos restablecer la paz
social que es, ni más ni menos, el sutil y humano arte de equilibrar los profundos
desequilibrios que hemos sabido ahondar. Que, en esa tarea, se pueda establecer, al
menos, el marco indispensable para que el capital humano se desarrolle, sin las
crueldades inmanentes que lo atacan: el hambre, la pobreza, el hacinamiento, la
violencia, la explotación, en fin, el conjunto de lacras que nos asedian, nos vuelven
más vulnerables y, finalmente, nos destruyen, como individuos, como sistemas
políticos democráticos y como sociedades.
Y en memoria de otros que ya no tienen la oportunidad. Como Daniela Vanegas, de
15 años, de la edad de mi hijo Miguel y pronto, de mi hija Maria Paz. Daniela
permaneció casi un año en poder de un grupo que dijo ser del bloque oriental de las
FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), pero su familia no pudo
conseguir el rescate, el millón doscientos mil dólares que se pedía por su vida y su
liberación. Su cadáver fue encontrado el 9 de septiembre de 2004 con cuatro
cuchilladas. Si fueron secuestradores comunes, el espanto; si fueron revolucionarios,
sería bueno que alguien explique el camino de la revolución matando adolescentes.
Sea lo que fuere, la locura. Sea lo que fuere, la violencia animal. Nunca más...
Montevideo, en la media noche del 25 de diciembre de 2004, mientras duermen,
seguros, en casa.
Agradecimientos especiales:
Agradecemos especialmente los comentarios del Dr. Miguel Dovat, Ing. Gerardo García y Proc.
Beatriz Vidalín. Igualmente, la cooperación de otro conjunto de colaboradores del Instituto, ha
sido, invalorable.
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7. INDICE:
Índice temático Página
Resumen Ejecutivo 13
CAPITULO I – Aproximación fáctica a la violencia en la Región. Una visión
20
panorámica.
1. La violencia urbana creciente. 21
2. Las tendencias observables. 23
3. Un panorama inicial: la violencia en América Latina. 24
4. Las condiciones regionales. 27
5. Resumen de situación. 28
CAPITULO II – Aproximación conceptual a la violencia. 31
1. Aproximación conceptual a la violencia. 32
2. El modelo ecológico de la violencia. 38
3. Aproximación conceptual a la inseguridad. 40
4. Las causas de la violencia. 45
5. Las principales víctimas de la violencia. 48
6. Las dificultades metodológicas. 50
CAPÍTULO III – Los países de la furia: balance de situación de la violencia en
53
algunos de los países de la Región. Factores y riesgos.
Estado de situación de la violencia en algunos países de la región:
1. Argentina: un país complejo. 54
1.1. Visión general. 55
1.2. La violencia emergente del crimen. 57
1.2.1. Homicidios. 62
1.2.2. Secuestros. 63
1.2.3. Situación de inseguridad y victimización. 66
1.2.4. La violencia excede también los limites urbanos. 67
1.3. Examen de algunos factores de riesgo: 68
1.3.1. Inequidad y desigualdad en el ingreso. 68
1.3.2. La pobreza en el país. 70
1.3.3. La incidencia del hambre. 72
1.3.4. El desempleo. 75
1.3.5. La educación y sus problemas. 76
1.3.6. Situación de niñez y juventud. 77
1.3.7. Influencia del consumo de drogas y alcohol. 84
1.4. El dilema de la sociedad argentina. 91
2. Brasil: el país de la violencia cotidiana. 92
2.1. Visión general. 92
2.2. Homicidios. 95
2.2.1. La situación nacional. 95
2.2.2. Los puntos de mayor incidencia. 100
2.3. Situación de inseguridad y victimización. 101
2.4. Retratos de la realidad: la violencia cotidiana. 105
2.4.1. El frente paulista. 106
2.4.2 El frente de Río de Janeiro. 107
2.4.3.Un día cualquiera en el frente. 108
2.4.4.Tropas para controlar las ciudades. 109
2.4.5. La reacción gubernamental. 109
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8. 2.5. Examen de algunos factores de riesgo: 110
2.5.1. Desigualdad del ingreso. 110
2.5.2. La pobreza en el país. 111
2.5.3. El hambre. 113
2.5.4. La precariedad laboral. 114
2.5.5. Precariedad habitacional e infraestructural. 114
2.5.6. Educación. 116
2.5.7. Armas en la sociedad. 117
2.5.8. El problema de la droga. 118
3. El dilema de la Sociedad Brasileña: la “deuda social” 119
3. México. 120
3.1.Visión general. 120
3.2. Situación general de inseguridad y victimización. 122
3.3. Las reacciones ciudadanas. 123
3.4. El Crimen Organizado 124
3.5. El informe Molina – Ruiz – Reyes y la política gubernamental 125
4. Otros países de la región. 126
4.1. Paraguay 126
4.2. Colombia 128
4.3. Guatemala 130
CAPITULO IV – Causas y Consecuencias – Factores y Manifestaciones de la
131
violencia en América Latina.
Primera Parte – Examen de algunos factores de la multicausalidad de la
132
violencia:
1. Inequidad social. 133
1.1. Panorama regional. 133
1.2. La pobreza. 135
1.3. El hambre. 137
2. Situación de la infancia y de la juventud. 138
2.1. La situación de la niñez. 138
2.2. La situación de la juventud. 140
2.3. Algunos datos adicionales. 143
3. Deficiencia en las Infraestructuras urbanas. 144
4. Proliferación de armas. 147
5. Educación. 154
Segunda Parte – Algunas consecuencias señaladas: 156
1. Violencia y criminalidad juvenil. 156
1.1. El panorama en los países desarrollados. 157
1.2. Criminalidad juvenil. 159
2. La espiral de violencia escolar: 162
2.1. Panorama de Situación. 162
2.2. La violencia escolar en algunos de los países desarrollados. 164
2.3. El “bullyng” y su desarrollo en América Latina. 170
2.4. La violencia escolar en la región: 171
2.4.1. Argentina. 172
2.4.1.1. El “año duro” en Argentina. 173
2.4.1.2. 2005: ¿otro año duro?. 180
2.4.2. Brasil. 184
2.4.3. Chile. 187
2.4.4. Uruguay. 188
2.4.5. República Dominicana. 189
3. El consumo de Drogas y alcohol. 190
4. La incidencia del Crimen Organizado 191
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9. 4.1. Una visión general del crimen organizado. 191
4.2. Tráfico de drogas. 193
4.2.1. Panorama general. 193
4.2.2. La situación en los países desarrollados 194
4.2.3. La posición en América del Sur. 195
4.3. Tráfico de seres humanos. 198
4.4. Tráfico de armas. 200
CAPITULO V – Los costos económicos de la violencia: 201
1. Metodología y dificultades. 203
1.1. La metodología del Banco Interamericano de Desarrollo 204
1.2. Metodología utilizada por la Secretaria Nacional de Seguridad Pública del
205
Ministerio de Justicia. República Federativa del Brasil.
1.3. Metodología de BSMG. 206
1.4. Los costos de la Violencia Interpersonal. 206
2. Los costos de la violencia en los países desarrollados. 207
3. Costos estimados para otros países y regiones. 209
3.1. El costo de la violencia global. 209
3.2. El costo de la violencia: Estados Unidos. 210
3.3. El costo de la violencia por utilización de armas de fuego: Estados Unidos. 210
3.4. El costo de la violencia: diversos países extra-región. 212
4. Los costos de la violencia en América Latina. 212
4.1. Los costos de la violencia en Brasil. 213
4.1.1. Los costos generales para el país. 214
4.1.2. Los costos en algunos Estados seleccionados. 215
4.1.3. Costos económicos de la violencia en Sao Paulo. 215
4.1.4. Costos económicos de la violencia en Río de Janeiro. 216
4.1.5. Costos económicos de la violencia en Belo Horizonte. 217
4.2. Costos de la violencia en México. 218
4.3. Algunos costos de la violencia en El Salvador. 218
4.4. Algunos costos del delito en Argentina. 219
4.5. Algunos costos de la violencia en Colombia 220
4.6. Y algunas formas de financiar la violencia en Colombia. 221
5. Otros costos de la violencia: 221
5.1. El impacto sobre las inversiones. 221
5.2. El impacto sobre la calidad de vida.. 222
5.3. Un nuevo impacto: “el costo piquetero”. 223
CAPITULO VI – Territorio hostil: los cambios sociales que provoca la violencia: 226
1. Los impactos sobre el espacio urbano. 228
2. Los barrios cerrados. 229
3. Las Realidad blindadas. 235
4. Las escuelas – fortaleza. 236
5. Los territorios liberados. 237
5.1. El concepto. 237
5.2. Los ejemplos del poder del crimen organizado. 238
5.3. Un nuevo orden político – territorial. 239
5.4. Algunas soluciones ensayadas. 242
5.5. Las fuerzas policiales. 242
5.6. Las visiones externas. 244
5.7. El cotidiano: un día cualquiera. 246
6. Las nuevas y violentas relaciones ciudadanas: 247
6.1. Los civiles en armas. 247
6.2. Las reacciones por mano propia. 249
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10. 6.3. El Imperio de la Ley de Lynch. 250
6.4. Pobre y homeless: objetivo fácil, un blanco móvil. 251
6.5. Las guerras privadas: otra manifestación del neo feudalismo. 254
6.6. Las milicias privadas: el regreso. 255
CAPITULO VII – Las Funciones Quebradas: Estados que no responden, Estados
258
que no funcionan y reacción ciudadana.
1. Buscando centrar el problema. 259
2. Esa elusiva seguridad pública: 262
2.1. Una enunciación del problema. 262
2.2. La visión de la crisis de la seguridad. 264
3. Una crisis de seguridad como una crisis de Estado: 269
4. La paradoja en la base de la crisis. 271
5. La crisis de la política de seguridad del Estado: una crisis generalizada y global. 272
5.1. La crisis de la justicia penal. 274
5.1.1. Un caso testigo “La Argentina y la política de mano dura penal”. 276
5.1.2. Algunos fracasos notorios en el caso de Argentina. 281
5.1.2.1. Sistema de recompensas. 281
5.1.2.2. Sistema de penas alternativas a prisión. 282
5.1.3. Juez penal: una profesión riesgosa. 283
5.1.4. “Perlas” del sistema judicial penal regional. 285
5.2. La crisis policial: 285
5.2.1. Policía y problemática en América Latina. 288
5.2.1.1. Policía en Brasil. 289
5.2.1.2. Policía en Argentina. 293
5.2.1.3. Policía en Uruguay. 294
5.2.2. El difícil equilibrio policial. 295
5.2.3. Una perspectiva policial. 295
5.3. La crisis del sistema carcelario. 295
5.3.1. El estado de las cárceles. 298
5.3.2. Situación carcelaria argentina. 299
5.3.2.1. La situación nacional. 306
5.3.2.2. Algunas situaciones provinciales. 306
5.3.2.3. Los presos argentinos. 307
5.3.2.4. Perfil del preso bonaerense. 310
5.3.2.5. Acumulando presos....y errores. 312
5.4.2. Situación carcelaria brasileña. 313
5.4.3. Situación carcelaria chilena. 314
5.4.4. Situación carcelaria peruana. 315
5.4.5. Situación carcelaria mexicana 316
5.4.5.1. Los presos mexicanos. 317
5.4.6. La situación carcelaria uruguaya. 318
5.4.7. Otras situaciones carcelarias. 319
5.4.8. La privatización del sistema carcelario. 320
6. Las percepciones ciudadanas: 321
6.1. El primer peligro a conjurar. 322
6.2. Consideraciones generales y debate ciudadano. 323
6.3. Las percepciones ciudadanas en América Latina (una visión comparativa): 325
6.3.1. Mano dura y tolerancia cero. 325
6.3.2. La posición frente al delito. 328
6.3.3. La confiabilidad de los agentes públicos. 329
6.3.4. Examen de algunas situaciones nacionales: 330
6.3.4.1. La situación en Brasil. 330
6.3.4.2. La situación en Argentina. 333
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11. 6.3.4.3. La situación en México. 337
6.3.4.4. La situación en Perú. 338
6.3.4.5. La situación en Uruguay. 338
6.4. Las percepciones empresariales. 339
7. Las respuestas fácticas: la privatización del control social. 341
7.1. Perros de guerra corporativos. 341
7.2. Otras reacciones organizadas. 342
8. El regreso de Víctor Hugo. 343
APÉNDICES:
Apéndice I – Argentina: las nuevas formas de la violencia. Anatomía del uso
346
político ambiguo de la movilización popular.
Apéndice II – El Salvador: radiografía de una sociedad violenta. 364
Apéndice III – El lugar más violento de América Latina. 369
Índice de recuadros:
Realidades: una violencia extrema. 61
Testimonios de la calle: María, 17 años, argentina, prostituta. 78
Realidades: Argentina: los niños de la calle. 81
Testimonios de la calle: Silvina, 16 años, argentina, secuestradora “Me muero si no
83
puedo comprar algo que quiero. La zapatilla y la ropa es lo que más me gusta...”
Testimonios de la calle: PSL, brasileño, matador de alquiler. 98
Testimonios de la calle: CC, brasileño, comerciante. “Maté en defensa propia...” 104
Realidades: Vida de favelado: entre múltiples fuegos. 116
Realidades: “Una vida por treinta dólares...” 120
Realidades: “Nicanor: queremos justicia y seguridad” 127
Testimonios de la calle: “Con cultura se mata mejor” 162
Realidades: el caso Red Lake High School 167
Testimonios: ¿Quién es Marilyn Manson? 169
Realidades: La seguridad de los barrios privados. 234
Realidades: El verdadero poder, el legado de Pablo Escobar. 241
Realidades: Aviso en los diarios de detenciones futuras. 244
Testimonios de la calle: “Que se vengan, nomás...” 248
Testimonios: En Brasilia y en el caso de lesiones y agresiones, los hospitales registran
270
la mayor tasa de mortalidad del Brasil. El caso de Pedro Nolasco.
Realidades: Lo que el narcotráfico no puede comprar, lo extermina. 284
Realidades: “Comenzando por la situación de los encarcelados....” 319
Testimonios: Menú: guardia cárcel al horno. 371
Realidades: Algo muy parecido al infierno. 372
GLOSARIO 380
BIBLIOGRAFÍA. 383
Índice de cuadros.
I. Clasificación de la violencia (OMS). 36
II. Clasificación de la violencia (Modelo Concha – Eastman). 37
III. Clasificación de la violencia por motivo, forma de expresión y actores. 38
IV. Argentina - Cantidad de delitos por cada 100.000 habitantes. Provincias de mayor y
39
menor incidencia.
V. Argentina – Cantidad de delitos contra la libertad de las personas. Cantidad de
60
incidencia por 100.000 habitantes. Provincias de mayor y menor incidencia.
VI. Argentina – Porcentaje invertido en seguridad con respecto al presupuesto público 60
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12. total.
VII. Argentina – Partidos de mayor incidencia de homicidios. Provincia de Buenos
62
Aires.
VIII. Argentina – Resultado de 131 casos de secuestro. 64
IX. Argentina – Provincia de Tucumán, características y problemas sociales. 74
X. Brasil – Homicidios dolosos de acuerdo a región, 2003. 101
XI. Brasil – Resumen de los delitos por cada 100.000 habitantes, 2003. Todo el país. 102
XII Brasil – Río de Janeiro – Plano político de contención de la violencia. 2003 / 2004. 107
XIII Brasil – Radiografía de un día de violencia. 29.09.2004 108
XIV Colombia – secuestros realizados en enero / febrero 2004 según autor. 129
XV. Porcentaje de analfabetismo funcional en América Latina, 2002. 155
XVI. Porcentajes de población con educación primaria completa, 2002. 155
XVII. Argentina 2004 – Reseña de otros incidentes escolares. 179
XVIII Brasil – Victimización en las Escuelas. 184
XIX Estados Unidos – California: Costos de herido de bala en la vía pública. 211
XX Costo general de la violencia en América Latina. 213
XXI Costo de gastos médicos emergentes de la violencia en América Latina. 213
XXII Costos de la violencia en algunos de los estados seleccionados de la República
215
Federativa de Brasil.
XXIII Costos exógenos y endógenos de la violencia – Brasil – Estado de Minas Geráis
217
– Ciudad de Belo Horizonte.
XXIV Brasil 2004 – Inseguridad en los barrios de Río de Janeiro, relación de la
288
población con la policía.
XXV Civiles muertos por la Policía de Río de Janeiro 1998 – 2004. 291
XXVI Civiles muertos por la Policía de Sao Paulo 1998 – 2003. 292
XXVII Personas presas en América Latina. 301
XXVIII Hacinamiento penitenciario en América Latina – 1999. 302
XXIX Presos sin condena en América Latina – 1999. Porcentaje sobre el total de
303
presos existentes en las cárceles.
XXX ¿Preferiría vivir en una sociedad ordenada aunque se limiten algunas libertades?. 323
XXXI América Latina: apoyo a las políticas de “mano dura”. 326
XXXII Porcentaje de apoyo a la tortura policial para obtener información en tres
326
ciudades de América Latina.
XXXIII ¿Se está ganando la batalla contra la delincuencia?. 328
XXXIV Causas de la delincuencia. América Latina en su conjunto. 329
XXXV Probabilidad de sobornar a un policía. 329
XXXVI Probabilidad de sobornar a un juez. 330
XXXVII Brasil 2004 – Sentimiento de inseguridad en los barrios de Río de Janeiro. 332
XXXVIII Sentimiento de inseguridad. Capital Federal y el Conurbano Bonaerense –
334
2004.
XXXIX Argentina 2004 – Percepción con respecto a la confiabilidad de la justicia
335
argentina.
LX Argentina 2004 – Percepciones populares sobre la ley, los valores y la autoridad
335
gubernamental.
LXI Argentina: reacción a la alta inseguridad. 336
LXII Argentina: causas de la delincuencia. 366
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13. AMERICA LATINA:
LA SOCIEDAD SITIADA.
LOS COSTOS HUMANOS, POLITICOS Y ECONOMICOS DE LA
VIOLENCIA:
RESUMEN EJECUTIVO
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14. AMERICA LATINA: LA SOCIEDAD SITIADA.
LOS COSTOS HUMANOS, POLITICOS Y ECONOMICOS DE LA
VIOLENCIA:
RESUMEN EJECUTIVO:
“La violencia es una constante en la vida de un gran número de personas en todo el
mundo, y nos afecta a todos de un modo u otro. Para muchos, permanecer a salvo
consiste en cerrar puertas y ventanas, y evitar lugares peligrosos. Para otros, no hay
escapatoria, porque la amenaza de la violencia está detrás de esas puertas, oculto a
los ojos de los demás. Y para quienes viven en medio de guerras y conflictos, la
violencia impregna todos los aspectos de la vida”.
Dra. Gro Harlem Brundtland1.
La violencia y el grado de inseguridad ciudadana imperante en América Latina
alcanza proporciones epidémicas. Esa violencia y esa inseguridad, en lo económico y
social, socavan por una parte las bases del sistema democrático y, por otra parte, drenan
una enorme cantidad de recursos públicos y privados que son indispensables para el
desarrollo y para el crecimiento con equidad.
En lo político, crean condiciones de inestabilidad y reacciones de grupos humanos
contra causas y actores aparentes, contribuyendo a volver más erráticas algunas políticas
gubernamentales y al deterioro adicional de instituciones públicas que deberían ser los
pilares fundamentales para la contención y erradicación de la violencia.
El objetivo en este documento no es medir la cantidad exacta de violencia, sus
costos o precisar los grados de inseguridad percibidos como consecuencia, cuestión
escasamente posible por la imprecisión y dispersión de las fuentes de datos, sino más
bien proponer una evaluación de los fenómenos y tratar, en la medida de lo posible, de
proyectar sus consecuencias en el futuro inmediato y mediato.
El desarrollo de conductas violentas en zonas urbanas se ha convertido ya en una
característica estructural de las sociedades latinoamericanas. Además de la violencia
1
Dra. Gro Harlem Brundtland, Directora General de la Organización Mundial de la
Salud, en “Informe Mundial sobre la violencia y la salud”. Organización Panamericana
de la Salud, Washington DC 2002.
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15. social y el incremento de actividades criminales, se asiste a una creciente ausencia de
observación de muchas normas de convivencia civil expresada en una alteración de las
“buenas prácticas” de interacción social que se observan en la calle, en el tránsito, en el
transporte público, etc. y que tiene como una de sus características fundamentales la
pérdida progresiva de tolerancia y un relacionamiento entre individuos que reviste
características preocupantes.
Este fenómeno que contiene en sí mismo un germen de violencia, no recibe una atención
demasiado generalizada. De hecho, no es espectacular, es progresiva y se instala en el
campo social casi imperceptiblemente, aún cuando sus efectos son importantes y
contribuyen a erosionar en su medida el relacionamiento social colectivo.
Es por esos fundamentos que, la violencia en general y la violencia urbana en
particular se están convirtiendo en un punto de agenda importante para diversos actores
sociales y políticos dentro de América Latina. La violencia es un fenómenos sistémico y
como tal será observada en este documento, enfocada además como un fenómeno
multicausal y multidimensional que es determinado por los aspectos particulares de las
diferentes realidades nacionales en sus facetas históricas, políticas, socio económicas,
educativas y culturales.
De esta manera, la consideración de la violencia urbana en este documento
abarca más allá de sus manifestaciones específicas, incursionando adicionalmente en los
motivos y procesos de construcción de la percepción y el sentimiento de inseguridad en la
población y los cambios que provoca en la vida cotidiana de los individuos, familias y
grupos sociales.
Desde esas perspectivas, algunas de las principales observaciones y
conclusiones de este estudio nos muestran:
A comienzos del Siglo XXI la violencia es la primera causa de muerte en
América Latina en la amplia faja que comprende a las personas entre los 15 y
los 45 años. Esta violencia se ha extendido epidémicamente desde mediados
de la denominada “década perdida” y no se limita a su letalidad, que es uno de
sus aspectos, y tampoco ha parado de crecer hasta ahora. Más aún, no se
visualizan elementos que, en el actual estado de cosas, contribuyan a mitigarla
o reducirla rápidamente. De esta forma, las sociedades latinoamericanas se
inscriben dentro de las más violentas del mundo, con la excepción de algunas
sociedades africanas. Indudablemente, no todas las sociedades regionales
exhiben un patrón homogéneo, existiendo algunas de ellas que –
excepcionalmente – se inscriben dentro de los parámetros moderados, pero,
son precisamente eso, excepciones. Extrayendo el caso de Colombia,
paradójicamente, el resto de los países no experimentan situaciones de guerra
internas o externas o episodios de violencia política significativos, como los
desarrollados durante las décadas del setenta y del ochenta. Sin embargo, la
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16. letalidad registrada en el ejercicio de la violencia supera – como se verá – las
bajas registradas en algunos frentes de guerra.
La violencia regional, en consecuencia, no es política. Es una violencia
fundamentalmente urbana y con un componente criminal importante. Si bien
no existe unanimidad sobre las causas, hay fuertes indicios en el sentido de
indicar que gran parte de esta violencia parece derivar de un conjunto común
de conflictos económicos y sociales fuertemente circunscripta a
concentraciones urbanas. La violencia, en algunas ciudades y partes de ellas
en América Latina, se ha vuelto una rutina cotidiana, introduciéndose como
una realidad funcional inserta en la vida diaria de sus habitantes.
Dentro de esas consideraciones, la violencia se concentra fundamentalmente
en las áreas urbanas más pobres y, al mismo tiempo, exhibe una incidencia
fuerte en los jóvenes, iniciándose de hecho en edades tempranas, donde, la
incidencia del consumo de alcohol y drogas es un factor que no puede
ignorarse en su potencia de disparador de la violencia y factor criminógeno.
La condición de la niñez y juventud en la región exhibe un panorama bastante
más que precario. Así, la “próxima generación” es una de las más activas
protagonistas y receptores de la violencia. Únicamente en referencia a los
homicidios, las tasas correspondientes a jóvenes, desempleados y de modesta
condición son abrumadoras. Muchas veces, la violencia juvenil representa
estrategias de supervivencia en un contexto realmente hostil por la ausencia
de oportunidades, el desempleo y el involucramiento en situaciones con un
fuerte potencial criminógeno. De acuerdo con los datos del Department of
Injuries and Violence Prevention de la Organización Mundial de la Salud, en el
año 2000 se produjeron 199.000 homicidios en el mundo en individuos de
entre 10 y 29 años, equivalentes a una tasa de 9.2 x 100.000 personas: el
promedio variaba entre 0,9 x 100.000 en países de alto ingreso a 17,6 x
100.000 en África y 36,4 x 100.000 en América Latina. Krug ha estimado sobre
estudios de violencia no fatal, que por cada homicidio juvenil hay entre 20 a 40
víctimas de violencia juvenil no fatal que necesitan tratamiento hospitalario.
La región experimenta, además, una percepción de riesgo y una sensación de
inseguridad generalizada que comienza a provocar reacciones de distinta
índole en varios de los países. Se trata de una situación compleja: la violencia
se concentra mayoritariamente en los estratos socio económicos más
deprimidos; la reacción fundamental contra la inseguridad se produce en el
seno de la clase media; el Estado y sus órganos competentes no aciertan
mayormente a contener la violencia y bastante menos todavía a la prevención
en el medio y largo plazo. Esto provoca, progresivamente, la privatización de
hecho de una función fundamental del Estado, dando origen y consolidando
diferentes respuestas según las situaciones: agencias de seguridad privada,
patrullas de vecinos, actos de justicia por mano propia, “orden” impuesto por
los soldados del tráfico de drogas, por mencionar a los más notorios.
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17. La violencia se expande y se instala cotidianamente en ámbitos que
tradicionalmente funcionaban como lugares de contención y educación como
las escuelas. Los hechos de violencia escolar grave, incluyendo el uso de
armas, han comenzado a ser rutinarios en la región. La presencia del tráfico de
drogas en recintos escolares y de enseñanza secundaria tampoco son hechos
infrecuentes.
La violencia también se instala progresivamente en los espacios públicos: el
vandalismo contra la propiedad pública y privada, violencia en espectáculos
artísticos, en eventos deportivos y en fiestas y reuniones juveniles es un hecho
cotidiano, transformando a muchos de esos espacios en “territorios hostiles”.
Esto contribuye decisivamente en el sentimiento de inseguridad de los
ciudadanos y abona el cambio de actitudes vitales con respecto a esos
espacios.
Se encuentra un notable incremento de la violencia relacionada con el tráfico y
el consumo de drogas, especialmente en las grandes concentraciones
urbanas. La droga, en especial cocaína, origina un enorme cúmulo de
circunstancias generadoras de violencia: el enfrentamiento entre bandas de
traficantes, de éstas con la policía, el incremento de actos de violencia y
crímenes cometidos bajo la influencia de estupefacientes y los delitos
cometidos para obtener dinero para su consumo, a vía de ejemplo.
Observaciones recientes han mostrado una tendencia del tráfico a ampliar
mercados dirigiéndose con productos de baja calidad y alta peligrosidad hacia
jóvenes y población especialmente vulnerable en términos socio económicos.
El conjunto de hechos y tendencias analizadas muestran que se han
producido y se producirán en el futuro inmediato y mediato una profundización
en la gravedad de la situación si no se adoptan cambios de naturaleza drástica
tanto en las políticas generales de seguridad, como en políticas tendientes a
corregir causas de naturaleza cuasi estructural.
Junto al crecimiento de la violencia y en las proporciones que ella ha
alcanzado, se patentiza y se hace evidente un conjunto de crisis íntimamente
vinculadas entre sí y que, resumidamente pueden enumerarse de la siguiente
manera: crisis en el sistema de contención estatal, crisis en los cuerpos
policiales, crisis en la justicia penal y colapso de los sistemas carcelarios.
Se producen cambios de naturaleza “institucional” que resultan sumamente
preocupantes como tendencia. Se trata de la supresión del control estatal en
parcelas del territorio urbano que pasan a ser controladas por los agentes del
crimen organizado, en particular los relacionados con el tráfico de drogas. De
esta manera, en ciertos barrios se produce un entramado de relaciones
complejas entre parte de la población y los “barones” del crimen organizado
que recuerdan a ciertas estructuras medievales propias del feudalismo.
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18. El armamento en manos de civiles ha crecido en forma sostenida en los
últimos veinticinco años. Eso se refleja claramente en la letalidad de la
violencia regional. Si bien se encuentran algunas políticas nacionales de
mayor control y de retiro de armas en poder de la población civil, la
consistencia y seriedad de ellas se ve afectada justamente por la escasa
coordinación de las autoridades regionales y la dudosa seriedad y consistencia
encarnada en las políticas nacionales de exportación de armamento ligero,
que en ocasiones demasiado frecuentes es triangulada y reingresa al territorio
nacional en forma directa al mercado negro. El contrabando y el porcentaje de
armas clandestinas que tienen su origen en depósitos policiales o militares
tampoco es un tema menor. Los agentes del tráfico de drogas en muchos
lugares de América Latina están mejor armados que los cuerpos de seguridad
encargados de reprimirlos. Tan abundante es el parque de armas clandestinas
que, en algunos países se ha detectado el alquiler y aún el “leasing” de armas
para el crimen.
Los costos económicos de la violencia adquieren magnitudes descomunales
en la región, comprendiendo tantos los costos de prevención como los de
reparación, a los cuales se suma el costo del capital humano perdido o
lesionado y la pérdida de productividad derivada. El equivalente en puntos de
PBI que esto insume son inversiones restadas precisamente al desarrollo del
insumo humano, clave en el desarrollo de una región que lo necesita de forma
urgente: educación, salud e infraestructura indispensable. Desde esta
perspectiva, el estado de violencia conspira en forma directa contra el
desarrollo nacional y regional. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
calculó oportunamente el conjunto de estos costos para el año 2000 en
168.000 millones de dólares, equivalentes al 14,2% del PBI regional.
Una consecuencia directa de la sensación de inseguridad y sus corolarios
prácticos es una profundización en las grietas sociales, ahondándolas y
profundizándolas. En muchos casos comienza a percibirse la “victimización de
la pobreza”, ofreciendo un panorama oscuro en la proyección inmediata.
Potentes combustibles de la violencia lo constituyen la desigualdad social y la
segregación urbana con una constelación de problemas adicionales dentro de
los cuales se inscriben el desempleo, la precarización del trabajo, el nada
universal acceso a los servicios de salud, las deficiencias en el sistema
educacional y su incapacidad de retener a muchos activos humanos valiosos y
la incertidumbre económica.
Frente a la percepción de la insuficiencia de las respuestas estatales en
materia de seguridad, comienzan a proliferar en varias partes de la región las
manifestaciones de sistemas informales de justicia: ejecuciones policiales (los
ya célebres “autos de resistencia”), justicia por mano propia, “matadores de
alquiler”, patrullas civiles urbanas armadas, linchamientos, etc.
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19. El conjunto del presente documento y los análisis en él contenidos no revisten una
toma de posición así como tampoco un desarrollo ideológico sobre las causas de la
violencia social. Debe entenderse como un primer aporte donde se fija un estado de
situación, parcial de necesidad, tanto por los recursos disponibles así como por las
limitaciones de muchas de las fuentes de información disponibles. Desde esta
perspectiva, se trata de evitar en la medida de lo posible, ideologizaciones y denuncias –
que sobre abundan en el contexto regional – insistiéndose en la incidencia y probables
explicaciones que son, infelizmente, bastante menos frecuentes. De esta forma, el
documento busca aportar a algunos de los escenarios de conflicto actuales y potenciales,
con la intención que sea un aporte para el diseño de mejores políticas y materia prima
para la toma de decisiones en temas particularmente sensibles para el conjunto de la
sociedad. En documentos posteriores, se tratará de profundizar en aquellas
constataciones que resultan más importantes.
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20. AMERICA LATINA:
LA SOCIEDAD SITIADA.
CAPITULO I.
LOS COSTOS HUMANOS, POLITICOS Y ECONOMICOS DE LA
VIOLENCIA:
APROXIMACIÓN FACTICA A LA VIOLENCIA
EN LA REGION.
UNA VISION PANORAMICA.
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21. CAPITULO I.
APROXIMACIÓN FACTICA A LA VIOLENCIA EN LA REGION.
UNA VISION PANORAMICA.
"El desamparo social en que vive gran parte de la población podría alentar
creencias contrarias a la democracia como sistema político adecuado". "Luchar
contra la pobreza en América Latina implica una lucha por el crecimiento
económico y una distribución más equitativa de la riqueza".
“La inequidad podría llevar a muchos a pensar que tal vez haya que sacrificar la
libertad para comer. Por eso la lucha contra la pobreza no puede darse sólo desde
la política asistencial, no es un acto de caridad, sino de justicia".
"La pobreza en América Latina es una pobreza que ofende".
Enrique Iglesias2
1. La violencia urbana creciente.
Los problemas de seguridad, el incremento de la violencia y el impacto del
crimen, en la mayor parte de los países de América Latina están adoptando proporciones
epidémicas3. Esta es una constatación compartida por la práctica totalidad de quienes se
ocupan del análisis de estos temas dentro de la región4. Existe gran diversidad de
situaciones que afectan la seguridad ciudadana. Sin duda, el gran aumento de la
violencia y de la delincuencia en todas sus manifestaciones es el principal catalizador de
la sensación de inseguridad que viven los latinoamericanos.
Para sustentar la afirmación anterior basta observar que América Latina tiene la
tasa más alta de violencia y de criminalidad urbana después de África que es el
continente más violento del mundo: de acuerdo con los datos manejados por la
Organización Panamericana de la Salud (OPS), 19 de cada 100.000 habitantes del
continente son víctimas anualmente de algún tipo de delito y, eso se refiere a los hechos
efectivamente denunciados, de manera que únicamente reflejan el horizonte mínimo de la
situación.
2
Dr. Enrique Iglesias. Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Buenos
Aires, 6 de septiembre de 2004.
3
Conforme Lemgruber, Julita. en Controle da criminalidade. Mitos e Fatos. Revista
Think Tank – Instituto Liberal do Rio de Janeiro. Sao Paulo 2001.
4
La mención de la palabra “región” en el cuerpo del documento hacer referencia a
América Latina en su conjunto.
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22. Aún cuando pueden citarse indicadores que muestran algunas mejorías de ciclo
corto en ciertas partes de la región en relación con los denominados índices de
victimización de algunos delitos, lo cierto es que el crecimiento de la violencia en la región
no ha parado de generar una espiral creciente desde la década del ochenta. En el
comienzo de este siglo es que, justamente, esa espiral incrementa su crecimiento y
aparecen las proporciones epidémicas que se han mencionado. Las cifras disponibles
son contundentes y, en este sentido, no puede sostenerse que la percepción de la
inseguridad sea la consecuencia directa de una “transmisión anecdótica” de los medios
de comunicación sobre el incremento de la violencia y la criminalidad. Ese incremento es
real.
Como punto de partida, vale recurrir a una visión introductoria de Briceño-León: “a
fines del siglo XX la violencia fue la primera causa de muerte en América Latina entre las
personas de 15 y 44 años de edad (OPS, 1999). En Colombia, entre 1985 y 1994 se
disparó el número total de viudas, mientras que los viudos apenas aumentaron
levemente. Ya para 1985 también en Colombia, se calculaba que anualmente quedaban
huérfanos unos 43.000 niños, pero esta dramática cifra había aumentado a 73.000
huérfanos por año para 1994. El Salvador, un pequeño país que venía de alcanzar unos
acuerdos de pacificación para poner fin a una guerra interna muy cruenta, vio aumentar la
tasa de homicidios de 72 a 139 homicidios por cada 100.000 habitantes entre 1990 y
1995, es decir, empezaron a registrarse más muertes en la calma de la paz que en las
tormentas de la guerra: una nueva violencia urbana había hecho su aparición en América
Latina” 5.
En un sentido parecido, afirma un documento de CEPAL6 “la violencia, medida por
cualquiera de sus indicadores, es cinco veces más alta en esta región que en el resto del
mundo. Los datos llevan a concluir que la violencia no disminuyó en absoluto en América
Latina sino que lo que se observa es más bien una transformación de su estructura: al
predominio de la violencia pública, que caracterizó los años 70 y 80, ha cedido paso a
una violencia social, reflejo de los crecientes problemas económico sociales en la región y
de un auge de la marginalización y la pauperización de grandes capas de las sociedades
latinoamericanas. La bipolaridad se ha transformado en una multipolaridad, en la cual el
Estado pasa a ser uno más de los muchos actores en juego. La debilidad y la falta de una
coerción estatal legitimada democráticamente llevan a que, aún bajo gobiernos
formalmente democráticos, rige la ley del más fuerte”.
A ese aumento de la violencia urbana es preciso agregar la violencia decurrente
de los cambios experimentados en los patrones convencionales de la delincuencia. En
efecto, los patrones tradicionales del crimen se concentraban en torno a los delitos contra
5
Briceño - León, Roberto. Introducción. La Nueva Violencia Urbana en América Latina.
CLACSO 202. Grupo Violencia y Sociedad.
6
CEPAL. Panorama Social de América Latina 2004.
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23. el patrimonio, cometidos por individuos que actuaban en solitario o en pequeñas bandas
informales con un accionar casi exclusivamente local. Si bien este patrón continúa
vigente, aparece una fuerte presencia del crimen organizado, con una organización
empresarial y proyecciones transnacionales, que se impone, “coloniza” y desarrolla un
conjunto de delitos a escala, sirviéndose muchas veces del soporte de la criminalidad
tradicional o de elementos de poblaciones que subyuga y utiliza. Dentro de las
características diferenciales de este segundo fenómeno aparece el uso cada vez más
frecuente de armas pesadas, la corrupción de agentes del poder público y la derogación
en la práctica de formas convencionales de control social.
Un índice muy claro del avance de estos problemas y de su percepción social, se
concreta en la aparición creciente de informes y encuestas en la mayor parte de los
países de la región, en el sentido de indicar una y otra vez la sensación creciente de
inseguridad y de miedo de sectores importantes de la población7. Conjuntamente, y como
era de esperar, crece el debate, en forma intensa y en la mayor parte de los casos,
desordenado y parcial sobre la cuestión8 fundamentado en algunas situaciones
nacionales donde el deterioro de la seguridad ciudadana ha sido evidente en los últimos
tiempos, como es el caso de Argentina y de Paraguay.
2. Las tendencias observables:
Tanto la evidencia empírica como teórica muestra que vivimos en un mundo
extraordinariamente violento, donde nuestra región ocupa un puesto infelizmente
destacado. Si bien la extensión de este trabajo no justifica la realización de un balance
detallado de todas sus expresiones, es preciso mostrar algunas de las tendencias
observables más importantes. Nuestros países exhiben excepcional letalidad en muchas
de sus manifestaciones de violencia.
En primer lugar, el crecimiento de la delincuencia urbana, en particular en el caso
de los delitos contra el patrimonio y en los homicidios voluntarios, así como, en general,
en el grado de violencia involucrada en muchos delitos.
En segundo lugar, el crecimiento del crimen organizado, relacionado en especial
con el tráfico de drogas que se presenta acompañado de dos fenómenos adicionales: la
mutación de los modelos y los perfiles de la delincuencia urbana y la proposición de un
conjunto de nuevos desafíos para la policía y el derecho y la justicia penal.
7
Ver en lo particular, el Capítulo VI – Las funciones quebradas.
8
Argentina 2003 / 2004 es un caso ideal para estudiar el uso político de la situación de
inseguridad por múltiples actores.
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24. En tercer lugar, el crecimiento de los fenómenos de violación de los derechos
humanos, tanto desde la perspectiva pública como desde el ámbito privado: así, las
muertes provocadas por agentes policiales con exceso de fuerza, los homicidios por parte
de los denominados “justicieros” y grupos de exterminio, los linchamientos, etc.
En cuarto lugar, el crecimiento de las soluciones particulares a los conflictos en las
relaciones ínter subjetivas, en especial en los conflictos barriales.
En quinto lugar, la proliferación de expresiones de violencia urbana en un grado
de intensidad inusitado: la violencia en escuelas, las expresiones de vandalismo, las
manifestaciones de violencia sobre ciertas minorías, la violencia juvenil manifestada en la
calle y en acontecimientos sociales.
En sexto lugar, la consolidación diaria de fenómenos de protesta social que
implican violencia directa o indirecta, protagonizada por colectivos determinados, como el
fenómeno piquetero en la Argentina.
En séptimo lugar, las manifestaciones de violencia constante y creciente en
ocasiones de eventos sociales, como encuentros deportivos, recitales, fiestas colectivas
de egresos de colegios, etc. que parecen configurar, en múltiples ocasiones, situaciones
de peligro en ámbitos y contextos que, hace una o dos décadas atrás no eran
concebibles de esa manera.
Finalmente, en octavo lugar, el incremento del cambio de los patrones de
conducta vital de individuos y familias, condicionadas por la violencia, la amenaza de ella
o la percepción de inseguridad y que conlleva en la mayoría de las ocasiones a fracturas
sociales adicionales a las ya existentes.
3. Un panorama inicial: la violencia en América Latina.
La violencia es para América Latina un obstáculo importante al desarrollo. Esta
visión es corrientemente compartida por organizaciones internacionales, Gobiernos y
diferentes asociaciones y grupos que prestan una atención creciente a una situación que
parece, en ocasiones, escapar francamente de control. Algunos de los estudios
desarrollados por el Banco Interamericano de Desarrollo han afirmado que, de no mediar
el nivel de violencia instalada, el PBI regional debería ser un 25% superior a los niveles
actuales.
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25. A fin de ilustrar gráficamente la actual situación regional pueden consignarse
rápidamente un conjunto de datos que describen sucintamente aunque en forma rotunda,
un perfil de la situación:
1:600.000 personas mueren anualmente en el mundo a causa de la violencia. La
principal incidencia corresponde al suicidio con 49,1% de las ocurrencias, seguido
por el homicidio con 31,3%, mientras que el 18,6% restante corresponde a los
óbitos en conflictos bélicos. Del total mencionado, el 91,1% ocurrió en países de
ingreso medio y bajo.
La violencia es la primera causa de muerte en personas con edades entre los 15 y
los 44 años (es la causa de muerte para el 14% de los hombres y el 7% de las
mujeres). Se agrega que en el caso de los homicidios, la mayoría de las víctimas
de sexo masculino son muertas por desconocidos, mientras que el 50% de los
homicidios con víctimas de sexo femenino responden a la autoría de sus
compañeros (marcando un tono de atención muy claro hacia la violencia familiar
letal). En todos los países, los varones jóvenes son tanto los principales autores
como las principales víctimas de homicidio, con las previsibles consecuencias
sobre nuestro capital humano emergente. De acuerdo con la OPS, las tasas
mundiales ocultan amplias variaciones dentro de los propios países: entre
población urbana y rural, entre comunidades ricas y pobres y entre diversos
grupos raciales y étnicos. A vía de ejemplo, en los Estados Unidos y en la franja
que va de los 15 a los 24 años, la mortalidad por homicidios de la población afro
americana fue, en 1999, dos veces superior a la de los hispanos y más de doce
veces superior a la de los caucásicos no hispanos.
En América Latina ocurren 140.000 homicidios al año, cifra que se incrementa año
tras año. Ello representa una tasa de homicidios de 19 por 100.000 habitantes,
únicamente por debajo del continente africano, que exhibe una tasa de 22 por
100.000 habitantes. Como comparación adicional, Europa Occidental tiene una
tasa de 8 homicidios por 100.000 habitantes y el sudeste asiático de 7 por
100.000. En El Salvador, 80 de cada 100.000 habitantes mueren asesinados
anualmente. En el mundo, de acuerdo con los datos de la Organización Mundial
de la Salud, ocurren 520.000 homicidios cada año, equivalentes a 43.333 por
mes, 1.444 por día, 60 por hora y, en definitiva, un homicidio cada minuto. El 27%
de ellos se produce en América Latina, lo que no resulta sorprendente dado que el
90% de los homicidios en el mundo se produce en países de bajo y medio
ingreso, con una tasa de 32,1 homicidios por cada 100.000 habitantes, comparado
con los 8,8 por 100.000 personas del promedio mundial.
De acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de la Salud, durante el año
2000, 199.000 jóvenes fueron víctimas de la violencia, con una tasa de 9,2 x
100.000 personas. Nuevamente África y América Latina exhiben las tasas más
elevadas del mundo. Como se ha indicado ya, la OMS estima que por cada joven
muerto por la violencia, entre 30 y 40 de ellos sufren lesiones que requieren
tratamiento médico en instalaciones de salud.
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26. Las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que, en el
mundo, los suicidios responden por el 50% de las muertes violentas, los
homicidios por un 30% y las muertes relacionadas con la guerra por el 18%. En el
caso de América Latina, la relación suicidios / homicidios se invierte: el índice de
suicidios es de 8 x 100.000, mientras que los homicidios van a 19 x 100.000.
Cada minuto, dentro de la región, 54 familias son victimas de algún tipo de robo.
Un ataque callejero ocurre cada 24 minutos.
Uno de cada tres ciudadanos que habitan la región ha sido victimizado por la
violencia. Algunos de los países de América Latina tienen una tasa de víctimas de
delitos cercano, y en ocasiones superior, al 50%. Desde esta perspectiva puede
deducirse que alrededor de la mitad de la población ha sufrido o sufre algún tipo
de ofensa criminal en el período de doce meses. En Venezuela, un adulto
promedio se convierte en blanco de 17 crímenes a lo largo de su vida, 4 de los
cuales son violentos. En México, el 97% de los crímenes reportados queda
impune.
La destrucción y la transferencias de recursos causada por la violencia en todas
sus manifestaciones representa un poco más del 14% del PBI latinoamericano.
Encabeza la lista El Salvador, donde el costo de la violencia consume el 25% del
PBI, seguido por Colombia con el 24%. La inversión en seguridad privada en
Colombia asciende anualmente a U$S 766 millones, equivalente a 1,5% del PBI.
En 2001, en Brasil se invirtieron, o gastaron, según se quiera ver, U$S 46.000
millones en seguridad pública y privada, aproximadamente el 10,3% del PBI,
equivalente al total del PBI de Chile9. México invirtió el 12,310. La seguridad
privada crece a un ritmo importante en la región, oscilando – en términos de
facturación – entre el 10% y el 18% anual11. Existen 2,5 millones de agentes de
seguridad privada en América Latina, en una estimación considerada
conservadora. En algunos países de la región, la cantidad de guardias privados
duplica y aún triplica el número de efectivos de las fuerzas de seguridad regulares.
En Brasil, quintuplican el número de efectivos de las FFAA.
En América Central, excluyendo México, las autoridades policiales tienen bajo
registro alrededor de dos mil agrupaciones criminales con casi 400.000 miembros.
Muchos de esos grupos se desarrollan en torno al narcotráfico y están integrados
mayoritariamente por elementos juveniles. El fenómeno se extiende por otros
países de la región.
75% de los secuestros en el mundo ocurren en América Latina. En el caso de
Colombia, la media permanente de secuestrados en cautiverio es de 5.000
9
El costo de seguridad anual para un alto ejecutivo en Brasil se calcula en U$S 80.000.
10
Conforme Kliksberg, Bernardo. América Latina: Alarmante Ola de Criminalidad.
Democracia Digital www.democraciadigital.org/2003/0514/ips/al_ola_criminalidad.htm
11
Latinbarómetro – www.latinobarometro.org
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27. personas. La industria del secuestro extorsivo en la región deja a su paso
anualmente 7.500 víctimas directas y tiende a incrementarse. Eso, si se atiende al
nivel de secuestro denunciado. Algunas estimaciones permiten multiplicar esa
cifra por 3 o por 4, lo que a nuestro juicio se aproximaría más a la realidad, con
una perspectiva conservadora, dado que hay quien calcula que la relación de
denuncia es de 1 por cada 10 casos12. La mayoría del dinero obtenido por esta
modalidad delictiva se convierte en capital para el financiamiento de otros tráficos,
vinculados al crimen organizado, como drogas y armas.
Brasil “exporta” anualmente 75.000 mujeres con destino a las redes de prostitución
en los países desarrollados, Colombia envía 35.000 y México se ubica en tercer
lugar, con un destino predominantemente norteamericano. A ello debe sumarse el
tráfico de menores, poco atendido pero sumamente lucrativo.
4. Las condiciones regionales:
Existen otros elementos trascendentes que contribuyen o completan el perfil de la
región y que son importantes en la consideración de la base de partida del análisis de los
siguientes capítulos y que arrojan luz para la comprensión de las causas que explican
buena parte de las situaciones presentes, así como ofrecen un sustento para interpretar
algunas visiones de futuro.
43% de los 520 millones de habitantes de América Latina viven en
condiciones de pobreza.
Casi la mitad de la población de la región tiene menos de 24 años.
Alrededor de un 50% de ellos están desocupados o subempleados. Un
número importante no estudia ni trabaja. Como se ha dicho: “tener a la
juventud inactiva constituye una fuente de disturbios, al igual que
cualquier otro agente enérgico necesitado de actividad para ganarse la
vida”. Se gesta así un aislamiento social en el que los adolescentes
quedan relegados a la influencias que germinan en la interacción
cotidiana de las calles del vecindario, con otros jóvenes que comparten
las mismas carencias, aportando elementos al caldo de cultivo de la
violencia y de la delincuencia. En muchas partes de la región
constituyen un “mercado” de donde se aprovisiona el crimen
organizado, el tráfico de drogas, etc.
Estructuras familiares rotas y contextos hostiles, unidas a una etapa
marcada por el cambio y la necesidad de referentes, generan una falta
de pertenencia que suplen las “bandas”. El joven es una persona por
hacer, que necesita ser integrado y desempeñar una actividad.
12
En particular en la modalidad denominada “secuestro express”.
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28. Un tercio de los hogares urbanos y la mitad de los rurales se
encuentran en situación de pobreza, de acuerdo con datos de 2002. Si
a los focos de pobreza y desempleo de las grandes ciudades se suma
la creciente emigración de la población joven desde el ámbito rural, se
encuentra un contexto de superpoblación y pobreza que constituye un
caldo de cultivo sumamente idóneo para el crecimiento de todo tipo de
vandalismo y violencia.
Otros factores determinantes son la elevada natalidad, especialmente
en mujeres demasiado jóvenes que no tienen la madurez para
proporcionar una educación adecuada a sus hijos, así como el sustento
mínimo indispensable. Desde la década del noventa, muchos Estados
han renunciado a sus funciones en estas situaciones. A estos
elementos se agrega la segmentación de los espacios urbanos que
acentúan la exclusión.
Estas desigualdades acaban afectando a todos porque es imposible
mantener el equilibrio por el uso de la fuerza. La segmentación y el
aislamiento impiden un intercambio cultural enriquecedor y limitan la
calidad de vida de la totalidad de los ciudadanos. La mayor
desintegración social consolida las bolsas de pobreza estructural, con
discriminación étnica, de género y “ecológica”.
5. Resumen de la situación:
La mención de los elementos anteriores completa un panorama complejo, donde
no llama la atención la instalación de un clima de inseguridad e incertidumbre no
solamente percibido sino también experimentado. De esta manera:
La violencia cotidiana es un hecho que no deja de crecer y cuya velocidad
parece haberse incrementado en los últimos años.
En la mayoría de los países de la región se experimentan alteraciones en el
clima social donde, progresivamente, la inseguridad a la que algunos
definen como “sensación de inseguridad” en una nueva incorporación al
ciclo vital, que altera conductas, comportamiento, incide en la calidad de
vida individual y colectiva y genera un consumo de recursos particulares y
colectivos crecientes.
Decenas de millones de dólares se esfuman diariamente para costear los
efectos directos e indirectos de la violencia y del crimen. Recursos que
tienen que ser restados a inversiones como educación y salud, críticos en
el proceso de desarrollo, desde la perspectiva del sector público. Decenas
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29. de millones son aportados a su vez, o drenados desde el sector privado
para “defensa y prevención”, a lo que hay que sumar el efecto disuasivo
sobre inversiones y actividades generadoras genuinas de recursos como el
turismo.
Fallas estructurales en los sistemas de prevención y de contención de la
violencia dentro de los países de la región son nítidamente percibidas.
Inoperancia, falta de ideas, abuso de la coyuntura y pocas políticas
efectivas por parte de muchas instancias gubernamentales. Y, dentro de
ello:
Policía y cuerpos de seguridad con grados de eficiencia discutibles,
no demasiados bien equipados, con niveles de entrenamiento bajos
y con una imagen popular positiva escasa.
Una justicia penal con características de baja eficiencia,
extremadamente demorada en sus resoluciones y con medios y
recursos limitados.
Como consecuencia de los items anteriores, en muchos casos, el
Estado no garantiza una de sus funciones esenciales en la
seguridad de los ciudadanos y permite la “privatización” de la
misma, entregando al mercado una de sus funciones irrenunciables.
Una situación de la “siguiente generación” altamente preocupante en
muchos de los países, tanto desde la perspectiva educativa como laboral.
Visiones maniqueas en la consideración de la violencia tanto desde la
percepción popular como desde los niveles encargados de gestionar la
cuestión: enfrentamiento, garantismo, etc. Dificultad en percibir que existen
dos líneas paralelas, interconectadas y simultáneas con respecto a la
violencia instalada en la sociedad: contención de corto plazo y prevención
en el mediano y largo plazo.
La violencia se incorpora como medio de expresión en algunos de los
segmentos de la sociedad: para demostrar solidaridad o repudio, sea
contra personas, empresas, corporaciones o países, comenzando a ser
habitual la pintura en forma ofensiva de bienes físicos, la rotura de frentes,
cristalerías, mobiliarios, la intimidación y coacción de empleados y clientes,
las manifestaciones frente a domicilios particulares, los cortes compulsivos
de vías de tránsito, etc. La violencia se emplea para ejercer presión
coactiva sobre el que debe dar (mutilación de secuestrados, toma de
fábricas) o sobre terceros ajenos (usuarios del transporte público,
conductores y transeúntes), sumándolos coactivamente y limitando su
libertad como forma de agregar presión a reclamos justificables o no.
La violencia se expresa también en el ámbito deportivo, dentro y fuera de
los lugares donde se desarrollan las competencias. Ya sea porque los
competidores emplean intencionalmente la violencia; o bien porque los
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30. espectadores y seguidores de algún equipo ejercitan violencia física sobre
los partidarios del contrincante o aprovechan la generación de un
determinado “clima” para cometer robos, daño o depredación, en hipótesis
de vandalismo colectivo.
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31. AMERICA LATINA:
LA SOCIEDAD SITIADA.
CAPITULO II.
LOS COSTOS HUMANOS, POLITICOS Y ECONOMICOS DE LA
VIOLENCIA:
APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA.
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32. CAPITULO II.
APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA VIOLENCIA.
Hace tres décadas, el debate y la reflexión sobre la violencia, la inseguridad y el
crimen dentro de América Latina estaba en sus inicios. Ese comienzo del debate, en la
década del setenta, estuvo teñido de fuertes contenidos ideológicos, acordes a los
tiempos y contextos que se vivían.
Hoy, el debate vive un apogeo relativamente similar, emergente de las
circunstancias fácticas que la situación exhibe en la región y que se han examinado
someramente en el capítulo anterior. Los elementos ideológicos no han desaparecido,
antes bien, han decantado y se han vuelto más sutiles en un marco donde están ausentes
algunas situaciones que marcaban notoriamente el perfil setentista. En realidad, en los
últimos años, la violencia no ha disminuido, sino que se ha transformado: la violencia
política de las décadas del setenta y el ochenta se transformó en violencia social en la
década del noventa y en los primeros años del nuevo siglo.
Con la finalidad de centrar la cuestión, se ha optado por analizar en este capítulo
los elementos conceptuales más importantes, dejando aquellos aspectos relacionados
con las perspectivas de contenido ideológico para ser consignadas y analizadas en el
capítulo correspondiente a las visiones ciudadanas y estatales sobre la violencia y la
inseguridad13.
1. Aproximación conceptual a la violencia:
Hablar de violencia supone referirse a algo cuyo sentido es – en principio -
ambiguo. El término violencia tiene muchas connotaciones, y en su definición intervienen
juicios morales y aproximaciones de naturaleza funcional14.
El fenómeno de la violencia es interdisciplinario desde la perspectiva de su
estudio. Como ha señalado Del Olmo15, esa condición ha hecho surgir una rica y
13
Ver Capítulo VI - Las funciones quebradas.
14
Gabaldón, Luis Gerardo. “Tendencias y respuestas hacia la violencia delictiva en
Latinoamérica. La Nueva Violencia Urbana en América Latina”. CLACSO, 2002. Grupo
Violencia y Sociedad.
15
Del Olmo, Rosa. “Ciudades duras y violencia urbana”. Revista Nueva Sociedad No.
167 Mayo / junio 2002.
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33. abundante bibliografía de análisis, aunque la mayor parte de ella se encuentra
sumamente sesgada desde la perspectiva de los intereses y especialidades de los
autores. De manera que, está ausente una construcción teórica sólida sobre la Teoría
General de la Violencia. En la actualidad, la violencia se asocia casi en forma exclusiva
con el fenómeno de la criminalidad en su dimensión individual, lo que constituye
únicamente una faceta de la cuestión, que resulta al menos a nuestros fines, muy
restrictiva.
Se torna necesario entonces, fijar el primer límite conceptual: violencia y crimen
están sin duda interrelacionados en la mayor parte de los casos. Sin perjuicio, no toda
forma de violencia es criminal y, viceversa, no todos los delitos implican un contenido de
violencia y no necesariamente producen inseguridad pública. Ello lleva a la necesidad de
aproximarse someramente al concepto de crimen. Dentro del funcionamiento regular de
toda sociedad aparecen diferentes formas de conflicto. Uno de los conflictos que asume
importancia a la luz de este análisis es aquel denominado como “acto delictivo”. Así
enunciado, el delito puede entenderse como una acción social de naturaleza activa u
omisiva que produce alguna especie de daño sobre una persona o un conjunto de ellas
que resulta víctima de la acción o de la omisión.
Zalmar (1999) la ha definido de la siguiente manera: “violencia viene del latín
violentia, que remite a vis (fuerza, vigor, empleo de la fuerza física o de los recursos del
cuerpo para ejercitar su fuerza vital). Esa fuerza se vuelve violencia cuando traspasa un
límite a partir de acuerdos tácitos y reglas que ordenan relaciones, adquiriendo una carga
negativa. Es entonces la percepción del límite o de la perturbación (y del sufrimiento que
provoca) lo que va a caracterizar al acto como violento, percepción que varía cultural e
históricamente”. Desde la perspectiva micro estructural, “la violencia puede ser abordada
como el ejercicio de la coacción interpersonal se encuentra de diversa naturaleza que, en
función de valores, situaciones o percepciones de los actores envueltos en el encuentro,
generan respuestas de diversa intensidad y consecuencia, pero que se traducen, en todo
caso, en una conducta impetuosa con intención de causar daño. El elemento
“impetuosidad” permite distinguir los conceptos de violencia y agresión”16.
Añade SanMartín “La violencia se aprende en los primeros años de vida. Los
comportamientos agresivos se fomentan a través de mensajes tangibles y simbólicos que
sistemáticamente reciben los niños de los adultos, del medio social y de la cultura. La
experiencia que más predispone al ser humano a recurrir a la fuerza bruta y despiadada
para aliviar sus frustraciones o resolver situaciones conflictivas, es haber sido objeto o
testigo de actos de agresión repetidamente durante la niñez”17.
Hay un consenso que puede considerarse generalizado en definir a la violencia
como el uso o la amenaza de uso de la fuerza física o psicológica, como una forma de
16
Rojas Marcos, Luis.
17
Sanmartín, José. Director del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia.
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34. resolver conflictos o bien de satisfacer los intereses o las necesidades de quien la usa o
promete hacerlo.
Preliminarmente entonces, violencia es una acción intencional del uso de la fuerza
o del poder, por el cual una o más personas producen daño físico, mental (psicológico),
sexual o en la libertad de movimiento o que causa la muerte a otra o más personas, o a sí
mismas, con un fin que bien puede haber sido predeterminado o no. En esta definición se
identifican tres elementos:
(a) La intencionalidad de la acción.
(b) La generación de un daño.
(c) El fin perseguido18.
Desde hace tiempo, la OMS (Organización Mundial de la Salud) y la OPS
(Organización Panamericana de la Salud) han desarrollado un importante trabajo en la
consideración de la violencia en la región. El trabajo de esas organizaciones tiene un gran
valor, no limitándose a aspectos de naturaleza formal o contable, sino que se concentra
un esfuerzo sustancial en la construcción teórica del fenómeno de la violencia.
Así, para la OPS19, la violencia puede ser entendida como el uso deliberado de la
fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra
persona o un grupo o comunidad, que causa o tenga muchas probabilidades de causar
lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.
Esta definición comprende tanto la violencia interpersonal como el comportamiento
suicida y los conflictos armados. Cubre, además, una amplia gama de actos que van más
allá del acto físico para incluir las amenazas e intimidaciones. Además de la muerte y las
lesiones, la definición comprende también a las numerosas consecuencias del
comportamiento violento, como los daños psíquicos, privaciones y deficiencias del
desarrollo que comprometen el bienestar de los individuos, las familias y las
comunidades.
La definición incluye explícitamente el daño psicológico y las privaciones
experimentadas como consecuencia de los efectos de la violencia. Existe un acuerdo
bastante generalizado en cuanto a que la angustia y el sufrimiento psicológico resultan
componentes importantes de la composición estructural y económica de la violencia.
18
Concha-Eastman, Alberto. “Medición de la Violencia. Problemática conceptual y
práctica. Programa de enfermedades no transmisibles”. División de prevención y
control de enfermedades. Organización Panamericana de la Salud. Organización
Mundial de la Salud.
19
Organización Panamericana de la Salud. Informe Mundial sobre la Violencia y la
Salud. Resumen. Organización Panamericana de la Salud. Washington DC 2002.
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35. Complementariamente, la OPS señala que la violencia, sobre todo aquella que no
concluye con la muerte, altera directamente al “estado completo de bienestar físico,
mental y social” de los afectados, estableciendo además, la perspectiva epidemiológica de
la cuestión.
En ese sentido, Cruz la ilustra claramente cuando sostiene que “la violencia, en la
mayor parte de sus expresiones, se torna productora de enfermedad. En ambientes de
violencia, las personas deben lidiar con condiciones de morbilidad y riesgo de mortalidad,
que en otras circunstancias no debería afrontar”20.
Precisado de esta manera el concepto de violencia, es necesario ingresar a la
visión de la violencia interpersonal. Este tipo de violencia incluye a la desarrollada entre
los miembros de la familia y sus íntimos o personas habitualmente cercanas y frecuentes
aún cuando no exhiban líneas de parentesco formal y la violencia entre conocidos y
extraños no integra la definición.
En ese contexto, la violencia interpersonal incluye el abuso infantil, la violencia
sobre el cónyuge y el abuso a personas mayores.
Cuando se hace referencia a violencia entre conocidos y extraños se incluye la
violación y el asalto personal, la violencia juvenil, la violencia ocurrida en ocasión de
crímenes contra la propiedad y la violencia en contextos institucionales como escuelas,
lugares de trabajo, casas de cuidado de niños y ancianos.
Violencia directa, guerra, manifestaciones dirigidas por el Estado y otras formas de
violencia colectiva, quedan excluidas de la clasificación anterior.
Una presentación gráfica permitirá ver con más claridad esa clasificación,
distinguiendo entre violencia auto inflingida, violencia interpersonal y violencia colectiva.
20
Cruz, José Miguel. “La victimización por violencia urbana: niveles y factores
asociados en ciudades de América Latina y España”. Revista Panamericana de Salud
Pública (4/5) 1999. Página 259 – 267.
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