1. Lilith, la sombra de Eva
Paloma de Miguel
Lilith, aquella que surgió al mismo tiempo que Adán de las manos del Creador es, según el mito,
una criatura espontánea y libre, de fascinante belleza, que posteriormente se convirtió en un ente
maléfico, en un ser de la oscuridad pero que, en todo caso, guarda en sí, como símbolo, un
sentido que la emparenta con la Gran Madre de las civilizaciones antiguas, sobre todo en su
aspecto tenebroso.
Los símbolos y el lenguaje simbólico
Se ha dicho que el lenguaje simbólico es el verdadero lenguaje de la Humanidad, característico
del mundo interior humano. Lengua olvidada, sin embargo, que emerge en nuestro ámbito
onírico, en nuestra imaginación, nuestra fantasía y también a través de la creación artística,
cuando podemos dejar a un lado la mente que analiza, divide y parcela; nos habla, igualmente,
desde los mitos y los cuentos y leyendas.
Una particularidad del lenguaje simbólico es la condensación de elementos. Así, un símbolo
recoge, contiene, sintetiza, integra y alude a varias abstracciones, ideas o conceptos, a menudo
estados de ánimo y muchas veces actos; y se conecta con los mismos y puede enlazar con otros
símbolos mediante relaciones de semejanza, contigüidad, analogía, etc…
El símbolo es polivalente y polisemántico, esto es, admite diferentes valoraciones y diversas
lecturas, poseyendo varios niveles, significados y sentidos de interpretación diferentes. Con tales
premisas nos enfrentamos a Lilith y a nuestros primeros padres.
No sabemos casi nada de Lilith. Salvo una brevísima mención en el libro de Isaías, La Biblia
cristiana no dice nada más sobre la mítica primera dama de la historia de la Humanidad y a la
que, por tanto, le cupo el honor de ser también la primera pareja de Adán, antes que Eva se
oficializara para la posteridad recogiendo para sí tal papel. No existen apenas datos originales de
esta figura que ha llegado hasta nosotros procedente, sobre todo, de la vieja tradición talmúdica;
aunque no es exclusivamente oriunda de tal contexto, ya que, comparaciones, equivalencias y
similitudes aparte, nos encontramos claramente identificada a nuestra protagonista en la vieja
2. simbología súmera y babilónica integrando, incluso, ciertas versiones del ciclo de Gilgamesh.
Con lo cual, nuestra dama goza de una antigüedad considerable.
Parece que, siguiendo con su propio mito, que nos la muestra como una guapa fémina muy
enigmática y bastante siniestra, fatídica y perversa, indómita e impetuosa, celosa de su
independencia, rotundamente atrayente, de ardientes deseos y de contundente seguridad en sí
misma, que se rebela contra el rol asignado para las de su sexo, capaz de plantarle cara al
mismísimo Creador si es preciso (como así hace) y de marcharse incluso del Paraíso para
refugiarse finalmente en los abismos más profundos y sentar allí sus reales, también se ha
ocultado para nosotros en el fondo de los siglos portando con ella su secreto.
Mas no por ello ha dejado de ser popular, pues a Lilith se han referido, entre otros interesados,
feministas de pro entre las que algunas no han dudado en declararla su heroína favorita, sagaces
psicoanalistas tal vez fascinados por su catálogo de cualidades y, cómo no, todo tipo de
estudiosos de la Mitología y de la Simbología.
¿Será tan seductora Lilith como para merecer tanto esfuerzo?
Vamos a emprender nuestra tarea a través del estudio del simbolismo de nuestra elegida,
apoyándonos en la lectura del contenido del símbolo de Lilith, así como el de Eva y Adán, tal
como nos lo muestran el capítulo III del Génesis al describir la creación humana y el posterior
pecado que ocasionó el despido definitivo del Edén decretado por Yavhé-Dios para la primera
pareja y para sus numerosísimos descendientes. Un estudio simbólico que considerará como una
unidad el mito cristiano de la Creación del hombre y que abarcará aspectos antropológicos,
psicológicos y sociales. Para ello, conviene precisar algunos puntos sobre el lenguaje simbólico
antes de introducirnos en nuestro tema:
Presentando a nuestra protagonista
* Lilith pertenece a la tradición judaica aunque, según algunos, haya sido "tomada prestada" de
la mesopotámica, dentro de la cual es posible hallarla morando entre las ramas de un árbol que la
mismísima Inanna plantó en un jardín sagrado de la ciudad de Uruk después de haberlo rescatado
de las aguas del Éufrates, para hacerse de él un trono y un lecho, una vez crecido.
* El nombre de Lilith deriva del hebreo Lil, que significa noche, por lo que Lilith vendría a
significar la nocturna, término que nos transmite la idea de oscuridad, de ausencia de luz, y que
se relaciona con sus características personales y su ámbito de acción: la otra faz del día y los
hechos que en tal momento acontecen. Una de sus representaciones y uno de sus animales
asociados, la lechuza, refuerza esta consideración al tratarse de un ser que se desenvuelve en las
tinieblas.
* Se han hecho muchas traducciones, equivalencias y comparaciones del término "Lilith", y
ninguna de ellas demasiado agradable, pues se la conoce como Ave de noche (ahora sin
especificar), ser monstruoso, ente espectral, fantasma nocturno, diablesa, etc.; se la ha llegado a
emparentar con las tentadoras, sensuales y libidinosas súcubos, tan famosas en el Medioevo,
erigiéndose nada menos que en Reina de las mismas.
3. * Lilith ha sido vinculada también con unos seres parecidos a los demonios del mediodía griegos
(esta vez diurnos), ninfas de los campos de tersos cuerpos etéreos relucientes de sol; criaturas
indomables, inocentes, ardientes y salvajes, que fascinan y enloquecen a los campesinos
enamorándolos sin remisión. Algunas tradiciones cuentan, a este respecto, que entre el cabello de
Lilith se encuentran, enredados, los corazones de los jóvenes que sucumbieron a su hechizo
* Se ha comparado a Lilith con las terribles lamias de la tradición grecorromana (recordemos a la
reina Lamia que por su crueldad fue transformada en fiera y que devoró luego a sus hijos) y con
las lamias de las creencias medievales, tanto seres de rostro de mujer y cuerpo de dragón como
maléficas féminas que se alimentan de niños, que conviven con dragones acumuladores de
tesoros en cuevas, y que tienen como distintivo un peine de oro, estando muchas veces provistas
de unas patas (en lugar de pies) que terminan en pezuña hendida; guardan cierto parecido con
algunas representaciones de las regentes y protectoras de fuentes y manantiales gallegas y
cántabras, herederas de la tradición celta, y con algunos personajes femeninos de cuentos y
leyendas que, a veces, aparecen con uno de sus pies correspondiendo al de un macho cabrío o al
de una oca, siempre aludiendo a la presencia de un componente animal todavía activo, algo
arcaico aún no del todo eliminado de ellas.
* Se le ha encontrado cierta semejanza a Lilith con las Xanas (Janas: Dianas) astures y las lamias
del folklore vasco, aquellos seres similares a las hadas, a las ninfas y a criaturas de la Naturaleza
semejantes, servidoras y a veces representantes de la propia Diosa Mari (la Gran Madre y
también la Madre Tierra), que castigan y premian a los humanos (uno de sus regalos favoritos es
la posibilidad de transmutar el carbón o paja de sus favorecidos en oro); que habitan en
montañas, cavernas, cuevas y oquedades diversas, así como en manantiales y fuentes; y que a
menudo aparecen hilando o alisando su largo cabello con unos peines de oro que semejan la
media luna, o recorren los cielos, aureolada su cabeza con el blanco resplandor de la luna llena, o
bien cruzan el firmamento portando una hoz de oro mientras arrastran consigo las tempestades y
se envuelven en unas lenguas de fuego que desdibujan y afilan sus miembros inferiores.
* Además, se ha equiparado a Lilith con seres semejantes a las ondinas o a las nereidas,
imaginándosela entonces con la parte inferior de su cuerpo correspondiendo a un animal
acuático, tanto un pez como una serpiente marina.
* Se la ha asociado, aun, con serpentinas figuras infernales de torso humano similares a la
Equidna griega o a otras habitantes del mundo inferior (la mansión de los muertos, el inframundo
y también el inconsciente) como Hécate, por ejemplo, provocadoras de pesadillas, portadoras de
terrores nocturnos, generadoras de espanto y relacionadas con los vínculos que se ansían pero
que aprisionan, con la fuente del deseo, con la fuerza de las pulsiones, con la intensidad de los
motivos humanos íntimos que instan a su satisfacción y que pueden llegar a ser destructivos.
(Resaltemos aquí el hecho de que, entre su mucha descendencia monstruosa, como el Can
Cerbero, guardián del Hades, Equidna fue la madre del buitre que ha de devorar por toda la
eternidad las entrañas de Prometeo encadenado al Cáucaso).
* Hay que señalar que Lilith en algunos aspectos está vinculada con todas las Diosas Madres que
conllevan un matiz de oscuridad, que reinan sobre los elementos (riquezas includas) del mundo
4. subterráneo y que se relacionan con el aspecto vida y muerte de las cosas. Son cuna y sepulcro,
principio y fin.
* Por último, no olvidemos que Lilith es representada popularmente como una seductora mujer,
sin más vestido que su propia piel, provista de abundante pelo rizado (rojo por más señas) que se
extiende como un manto a su alrededor; y que tiene por costumbre sentarse sobre la concavidad
de la media luna. Se trata de la luna oscura, que aparece visible al tercer día de la luna nueva en
el horizonte oeste, mostrando una breve franja de luz arqueada, permitiéndonos contemplar las
sombras que envuelven al resto de la esfera.
Lilith en la tradición hebrea
* El Talmud describe a Lilith como una bella y encantadora fémina de opulenta figura y
espectacular cabellera ondulada y la cree madre de gigantes y monstruos. Algunas versiones de
este texto nos la emparentan con un animal de pelo muy abundante perteneciente a una antigua
especie no precisada, ya extinta y problablemente desconocida en la actualidad.
* En la demonología cabalística se la designa como uno de los siete demonios tradicionales, en
concreto el adversario del genio de Venus, siendo ambos regentes del viernes. En tal versión,
Lilith tiene faz humana, lleva el busto desnudo y su cuerpo termina en una larga cola de
serpiente.
* También en la Cábala se la llama la reflexión femenina de Samael o Samael-Lilith. Satanás es
el adversario por excelencia y una de las versiones de Samael, y Lilith asumiría características de
"doble opuesto" y "doble contrario". Desde aquí se la entiende de nuevo como un ente maligno
semianimal o medio humano.
* En el Zohar se la conoce como Hayo Bischat: "la Bestia", y también la "Mala Bestia", y se
afirma que de ella descienden nuestros actuales monos. * Finalmente, no podemos olvidar las
tradiciones de corte astrológico que relacionan a Lilith con la "luna negra". En este contexto,
estaría representada gráficamente por un punto concreto del cielo situado en la parte más alejada
de la órbita lunar respecto a la tierra. A nivel psicológico, se supone que operaría sobre los
impulsos inconscientes reprimidos que, individualmente, se expresarían según el sector zodiacal
(signo y casa particular) activados por su presencia y conforme a los aspectos que presente con
otros elementos astrológicos
* S í pues, tenemos que Lilith se nos aparece como seductora mujer, bello animal, ambiguo ser a
medio camino entre el humano y la bestia, ente monstruoso, diablesa, fascinante demonio
hembra y espectral habitante de las sombras, generadora de seres aberrantes. Pero siempre se
muestra impulsada por la pasión y rodeada por un magnético halo de misterio, de transgresión,
de oposición, malignidad, peligro, desacato, rebeldía, tentación y deseo.
Y por el contrario, también de frescura, espontaneidad, independencia, libertad y tal vez
autenticidad; pues todo simbolismo es ambivalente y polivalente, como ya se ha señalado, cosa
que los pocos elementos concretos y muy modificados de su mito a los que podemos acceder nos
confirman.
5. Mas no por dejar de pertenecer al plano físico se privó Lilith de las delicias de la fecundidad, ya
que según nos muestra la tradición engendró seres en tales correrías nocturnas. Y lo hizo, para
más precisión, durante los 138 años que -dice la Cábala- tardó Adán en engendrar a Seth después
de que hubieran nacido Caín y Abel, cifra que nos da una idea de la longevidad (mítica) de
nuestro antepasado y de la espaciada capacidad generativa de ambos progenitores.
* Es extraño que en vista de los anteriores avatares Lilith no sea nada grata en la tradición
hebrea. Está feo, desde este contexto, tener la osadía de querer asemejarse al varón reclamando
paridad con el mismo, discutir el rol a tomar respecto a éste, desobedecer las órdenes del
Hacedor con tanto atrevimiento, abandonar el Paraíso… Pero lo más terrible de todo es el hecho
de invocar el Nombre de Dios, innombrable en toda la tradición judía, por considerar que el
Nombre verdadero de cualquier ser contiene las características de lo nombrado, y por lo tanto es
posible conocer su esencia y adquirir poder sobre ello. Pronunciar el nombre de Dios se
convierte, pues, en una osadía suprema, un acto de soberbia mucho mayor que el de hacer
directamente oídos sordos ante sus mandatos; algo, en fin, demasiado grave.
Un primer análisis del mito nos muestra que Lilith ha abierto las puertas de lo prohibido. Lilith
ha roto con lo estipulado por el Creador para la raza humana. Ha quebrantado lo establecido, se
ha querellado contra el orden natural de las cosas, ha abandonado el lugar propio de la
Humanidad, ha transgredido los límites impuestos a los seres humanos (algo que también hará
Eva en su momento) y por ello se ha colocado fuera del mundo de los hombres y se ha
convertido a sí misma en apátrida, en exilada, en extraña…
Es por su actitud frente a las normas por lo que se considera a Lilith enemiga del matrimonio,
adversaria de los nacimientos, contraria a los hijos, instigadora del deseo proscrito y fomentadora
del desacato, en general, frente a las reglas sociales establecidas. Por todo ello, en definitiva, en
el contexto judaico se la tiene por un ser nefasto y un ente maligno en general; de ahí su
asociación con lo diabólico y su vinculación con la tentación y la transgresión, a evitar, por
supuesto, si se pretende mantener un orden sociocultural determinado.
Vemos entonces varios aspectos a considerar en el análisis del mito de Lilith.
a).- Antropológico
Su situación de primera mujer antes del nacimiento de Eva la presenta como un ser previo a la
adquisición de la conciencia humana, como un representante de una "humanidad previa"; por
decirlo así, un grupo de seres anteriores a la humanidad que todos conocemos y de la cual todos
participamos en la actualidad.
b).- Religioso
Ciertas particularidades de las personificaciones de Lilith podrían emparentarla con
características, atributos y potencias relacionadas con la Magna Dea, la Diosa en su aspecto
oscuro en la plena acepción del término, como por ejemplo su capacidad generativa, su relación
con la sabiduría profunda, su vinculación con la vida y la muerte, su asociación con lo abisal, etc.
c).- Psicológico
Lilith contiene en sí elementos suficientes que, sin hacer una valoración moral, sí nos permiten
6. en cambio pensar en un patrón típico de lo femenino caracterizado por rasgos como la
independencia, la autonomía, la autopertenencia, la confianza en el propio criterio, el sentido
crítico, la vinculación con el propio ser y el propio deseo que desde nuestra mentalidad la hacen
conceptualizar como individuo libre. El mismo hecho de su "ocultamiento" en las profundidades
nos mostraría que el factor Lilith puede estar en determinadas mujeres reprimido, oculto en su
propio interior, mas permanece latente y actúa desde las propias profundidades.
d).- Social
Lilith nos remonta a la tan mitificada, por otra parte, etapa matriarcal de la Humanidad, cuyos
restos casi podemos exhumar si hacemos arqueología cultural y, aún ahora, contemplamos
implícitos en algunos textos de la Literatura clásica y en el simbolismo de las Diosas lunares.
El simbolismo de Lilith, por tanto, apuntaría a un momento previo al actual orden social
patricéntrico que ha prefijado determinadas pautas de relación entre hombres y mujeres. Y por
"actual" entendemos vigente, en el sentido de que corresponde a unos códigos todavía en uso en
los patrones culturales judeo-cristianos y en las sociedades a ellos adscritas; códigos que se
remontan a los orígenes mismos de esta tradición. No hay más que ver cómo ha "desaparecido"
Lilith, cómo aparece Eva en el Génesis, la interpretación y la divulgación tan particular que
durante siglos se ha hecho de los actos de nuestra primera madre como portadora del mal y
fuente del pecado para la Humanidad, además de las consecuencias sociales e individuales
provocadas con tales transmisiones.