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Río Cuarto . Río Tercero . San Francisco . Villa María
CRÓNICAS DEL OLVIDO
JAIME SABINES,
“LOS AMOROSOS”
POR ALBERTO HERNÁNDEZ
PÁG. 8
LA TRAGEDIA
DE LOS QUILMES
POR H. MORALES SOLÁ
PÁG. 4 Y 5
BANDIDO
DE ITAMAR ORLEV
POR RUBÉN D. FERNÁNDEZ
PÁG. 7
Miércoles 06 de mayo de 2020 . Año 20 Nº 902
La poeta y gestora cultural española Isabel Rezmo dialoga con ECM acerca de las principales característi-
cas de la sociedad moderna y las acechanzas que amenazan a la lengua al colocarla erróneamente como
fuente de los conflictos sociales y políticos que genera el sistema capitalista.
PÁG. 2 y 3
ENTREVISTA A
ISABEL REZMO
HISTORIA ENTRE TODOS
CORONEL
BAIGORRIA...
MI FAMILIA,
MI PUEBLO
POR MARÍA L. B. BAIGORRIA
PÁG. 6
El Corredor Mediterráneo / Página 2
ENTREVISTA A
ISABEL REZMO
Por Antonio Tello
Isabel Rezmo, nacida en 1975, en la
ciudad jienense de Úbeda, declarada
Patrimonio de la Humanidad, es poeta,
formadora y gestora cultural. Realiza ta-
lleres de iniciación a la poesía para los
niveles de enseñanza Infantil, Primaria
y Secundaria. Ha trabajado como mo-
nitor en la Fundación para el Legado de
Miguel Hernández de la Diputación
de Jaén. Ha publicado los poemarios:
Paisajes de Una Dama (2013; reedición
en 2019 con Proverso Ediciones), Ego
Amare y Óxido junto a Inma J. Ferre-
ro (2015), Habito -Tercer Premio Certa-
men Internacional de Poesía “El Molino”
(2016). Manual de Iniciación a la Poesía
(2015), Tempo (2018) y Opium (2019)
con la Editorial Nazarí. Ha sido traducida
y publicada en varios medios en papel y
en digital en México, Cuba, Argentina,
Rumania, Armenia y Rusia.
• Pareciera que el pensamiento confuso
surgido del ruido reinante afecta negati-
vamente a la lengua, tanto en su expre-
sión oral o escrita. Como poeta ¿cree
que esta imposibilidad de pensar con
claridad es el origen del mal hablar o del
mal escribir?
Está claro que necesitamos un mínimo de
concentración para podernos expresar y
escribir. Necesitamos cauces concretos
y herramientas para transformar el pensa-
miento, y hacerlo consciente a través de
la palabra oral y escrita. Especialmente,
si hablamos de poesía, exige un compro-
miso mucho más profundo para poder
trasmitir lo que vemos, observamos. Qui-
zás establecer momentos concretos para
poder articular ese pensamiento, utilizar
la lectura (el desarrollo del hábito lector
ayuda a que fluya el pensamiento y el
conocimiento). Debemos hablar también
de la calidad del lenguaje que utilizamos,
la intención, los canales o el receptor de
nuestro mensaje oral y escrito.
• Al iniciarse la década de los setenta del
siglo pasado y a raíz de las tensiones so-
ciales e ideológicas que caracterizaron
la Guerra fría, los centros de poder oc-
cidentales iniciaron un furibundo ataque
a la lengua que provocó un significativo
desplazamiento de los campos semánti-
cos de las palabras con el propósito de
debilitar o confundir los principios éti-
cos de los hablantes ¿cómo se manifestó
en el habla cotidiana esa alteración, por
ejemplo, durante la guerra civil o el fran-
quismo?
Cualquier régimen, o doctrina utilizará
la lengua para un beneficio concreto o
para “alterar” el significado o la intención
de las palabras. Es evidente que eso ha
ocurrido desde siempre y que por des-
gracia ocurrirá a pesar de la democrati-
zación, y la libertad que hoy en día afor-
tunadamente gozamos. El franquismo
impuso a la fuerza el castellano como
signo de identidad nacional y fue una
represión brutal hacia el resto de las len-
guas del estado, relegándolas en el mejor
de los casos a la vida privada: ejemplo
tenemos con la lengua vasca, catalana y
en otras perspectivas la gallega. Lenguas
silenciadas a golpes de prohibición. Se
las intentó reducir a mero folclore, entre
familiares y amigos. El dialecto andaluz
se ridiculizaba otro intento de censura
y de control desprestigiando el dialecto
natural de un pueblo. El habla evolucio-
nó como forma de censura, se convirtió
al servicio del lenguaje y del Estado, a la
forma de un pensamiento aceptado por
la mayoría como algo que no se podía
cambiar. El resto de las lenguas y la po-
sibilidad de aprendizaje desparecieron
de las escuelas. El léxico de la época se
marcó por los acontecimientos de esa
época, y ese léxico se convirtió en un
instrumento de control del Estado y de la
dictadura. En un sistema lingüístico ce-
rrado a disposición del poder. Todo sis-
tema totalitario da lugar a su propio len-
guaje totalitario, porque no es el lenguaje
el culpable de ese totalitarismo, sino la
ideología que lo engendra. En la Segunda
República fue la única época que hubo
un intento de promoción y de desarrollo
cultural y lingüístico intentando paliar so-
bre todo el analfabetismo. Tal es el caso
de las misiones pedagógicas que sufragó
la República a través de la Institución li-
bre de Enseñanza.
La democracia abrió todo de manera bru-
tal, las lenguas y sus dialectos invadieron
una necesidad histórica de hacerse visi-
ble. Pero provocó la pérdida de riqueza
lingüística en el habla. Realmente pienso
que las características y pensamiento de
un pueblo se define sobre todo en su ha-
bla coloquial, en su día a día; la forma
de comunicarse entre la gente. Pero esa
riqueza se ha ido perdiendo porque no
tiene continuidad en la escuela y si no se
incluye en el sistema muere; ya sea por
estar obsoletas, antiguas o por otras cau-
sas (políticas, sociales o también natura-
les por la propia evolución normal que
sufre cualquier lengua; internet, las redes
sociales, la televisión...). Y eso empobre-
ce, y daña la cultura y la conservación de
nuestro patrimonio lingüístico.
• ¿Fue en este momento histórico y tras
la Segunda Guerra Mundial que las len-
guas en Occidente –anglosajonas, lati-
nas- también fueron instrumentalizadas
para ocultar el horror?
La lengua no solo ejerce un control sobre
qué decir y cómo, no solo por el men-
saje sino también para evitar trasmitir o
sacar a la luz aquello que ocurre. En la
anterior pregunta expongo que el léxi-
co de una época está marcado por los
acontecimientos de esa época, y como
ese léxico se convierte en un instrumento
de control del Estado y de la dictadura;
un sistema lingüístico cerrado a disposi-
ción del poder. Ocultar el horror a través
de la lengua. Ejemplo el régimen nazi. Su
ideólogo Joseph Goebbels, dirigente de
todo el aparato de propaganda nazi ideó
un sistema de consignas para ser transmi-
tido mediante un poder centralizado en
el cine, la radio, el teatro, la literatura y la
prensa. Sabían provocar horror, miedo,
dominación pero también sabían sobre
todo ocultarlo a los ojos del mundo. Creo
que hasta que no se produjo la liberación
de Auschwitz y de otros campos de exter-
minio el mundo no creyó lo que estaba
ocurriendo. Había un lenguaje especial
para hablar del Holocausto nadie se refe-
ría abiertamente a él. El hermetismo pre-
valeció tanto tiempo que tuvo que pasar
mucho años para que Alemania utilizara
la palabra Holocausto abiertamente. En
Rusia con Stalin nadie podía permanecer
al margen de una ideología. Y sino era
deportado, ejecutado o condenado al
ostracismo. El ruso se adaptó a las nuevas
palabras a una jerga bolchevique como
saboteador, o burgués, en un afán de jus-
tificar. Pero hay que hablar de algo po-
sitivo de esta época: los países comen-
zaron a trabajar en diversos proyectos
para elaborar programas de traducción,
programas de investigación de las di-
ferentes lenguas aparte del Inglés (ruso,
francés, japonés, alemán) y aumentó el
interés por tener una segunda lengua
que a nivel comercial y laboral marcaba
nuevos objetivos. En los últimos tiempos
estamos volviendo a utilizar palabras del
pasado que reproducen heridas; el avan-
ce de la extrema derecha y la manipula-
ción de la memoria y de la historia es un
peligro para volver a caer en los errores
de antaño. Hay una excesiva utilización
de palabras que fuera de su contexto son
peligrosas: facha, fascismo, o ciertas con-
signas.
• Todo sistema de dominio, ya desde la
más remota Antigüedad, como lo testi-
monia el mito bíblico de Babel, ha procu-
rado fragmentar la lengua para asegurar
su hegemonía sobre los pueblos ¿cómo
se verifica hoy esa fragmentación?
La diversidad cultural; la variedad lin-
güística, permite convivir estrechamente
identidades culturales diversas, muchas
de ellas con su lengua propia. La inter-
culturalidad permite la confluencia en
igualdad de diferentes variables o alter-
La poeta española en diálogo con ECM aboga por
recuperar la capacidad de pensar racionalmente y
la perspectiva universal del bien común como forma
de resistencia frente a los movimientos disgregado-
res que corrompen la lengua común y debilitan las
comunidades frente a las élites que tienen el poder
político y económico.
El Corredor Mediterráneo / Página 3
nativas culturales, de comunicación y de
lenguaje, el problema es cuando una de
ellas trata de absorber a las otras, y erige
su control imponiéndose. Es el problema
de los nacionalismos cuando refuerzan
a través de la política el sentimiento de
pertenencia y lo más grave, la identidad
como algo sagrado sobre las demás cues-
te lo que cueste. El caso lo tenemos en
Cataluña sin irnos más lejos. Hacer de
la lengua un asunto político es grave y
es un error. A través de la tecnología y
el tratamiento de la información. Ha al-
terado la comunicación, sus sistemas,
los instrumentos, también la forma de
hablar y escribir y ha generado todo un
lenguaje específico y una serie de con-
signas totalmente implementadas en esas
herramientas (iPad,Tablet Smartphone...).
Los mensajes instantáneos generan una
gramática diferente y una sintaxis dife-
rente; y por ende un habla diferente. Ne-
cesitamos una normativa concreta y no
dejarla al libre albedrío, para evitar que el
idioma siga fragmentándose, que derive
en una ambigüedad demasiado peligro-
sa para nuestra forma de comunicarnos
y trasmitir la información y eso a la larga
también incide en nuestra forma de vida
y en su calidad. Al igual que la poesía,
que también ha sufrido una importan-
te revolución supeditada al fenómeno
de twitter y del Instagram. El exceso de
información que genera Google, la tele-
visión.. es otra manera de fragmentar la
lengua. Cambia nuestra percepción del
mundo y de cómo vivir y comportarse.
También las relaciones afectivas, labora-
les, etc. El exceso lleva a no saber proce-
sar la información ni canalizarla.
• ¿Podemos inferir que el neoliberalis-
mo se ha valido de la jerga economicista
para excluir al ciudadano del discurso
social y político y así, sin casi oposición,
favorecer los intereses del gran capital?
Si, lo creo. Al Estado solo le preocupa
dos cosas: el consumismo y la produc-
ción. Toda la economía se basa en esas
dos dualidades y claro, condiciona el
resto de variables. Cuando una sociedad
está más preocupada en ganar dinero
para consumir, y se le enseña que no
se trabaja para vivir si no al revés, vivir
para trabajar, estamos favoreciendo a la
explotación personal, social, laboral y
humana. Es una auténtica alienación, es
otro medio de control y un medio para
apartarlo de otras cuestiones transcen-
dentales. Y en ese plan tiene mucho que
ver la jerga, el lenguaje y lo que encubre
detrás de cuestiones o conceptos que son
incomprensibles para el ciudadano de a
pie. Cuando se habla de globalización,
economía, el ibex35, etc., es como de-
cirle al trabajador o al ciudadano trabaja
y produce, gana, y consume... El neoli-
beralismo genera y reproduce distintos
modelos de organización social y que
inciden sobre las libertades individuales,
la organización colectiva, la distribu-
ción de la riqueza. Eso es lo que genera
la desigualdad. Y eso también hace que
las personas no accedan en igualdad de
condiciones a la cultura, a la educación.
Los modelos económicos provocan po-
breza, un sistema público deficiente y las
dificultades para acceder a la formación
La jerga, el lenguaje muchas veces es una
auténtica cortina de humo. Quitar las
asignaturas de filosofía, música o artes es-
cénicas es otra manera de certificar esta
situación. Cuanto menos se piensa, más
tiene el Estado la posibilidad de controlar
al individuo para servir a sus intereses
económicos.
• En este contexto de fragmentación de la
lengua aparece como una opción progre-
sista el llamado lenguaje inclusivo, pero
¿es realmente progresista e inclusivo? ¿es
realmente un lenguaje?
No creo que sea progresista y ni siquie-
ra lenguaje. Deriva en una “perversión”
de la lengua y de su utilización. Están
cometiendo verdaderas barbaridades y
no sirve para nada, solo para crear po-
lémica. Hay una gran discusión en los
últimos años de muchos académicos de
la RAE. . El lenguaje es neutral, no deriva
en guerras absurdas, que lleva al enfren-
tamiento y a la discriminación porque se
mete la política y los intereses partidistas
de un signo u otro. Además es público no
pertenece al ámbito privado de un colec-
tivo u otro, se genera a partir de nuestras
convicciones y nuestro modo de vida o
nuestras relaciones personales o sociales.
Esa utilización es lo que provoca el ex-
cluir, oprimir, discriminar a un colectivo,
a un grupo social o a una persona con-
creto. También los prejuicios que ya nos
viene de nuestros padres, por lo tanto hay
que tener mucho cuidado con este mal
llamado lenguaje inclusivo.
• Los defensores de este, llamémosle
“lenguaje”, sostienen que toda lengua es
una construcción cultural y, por tanto,
política ¿es realmente así o falta algo en
esta idea?
La lengua es una construcción cultural,
y también social. Su fin es reproducir y
perpetuar un modelo social concreto,
la identidad de los pueblos, y modela la
identidad del individuo dirigida a ese ob-
jetivo. Y para ello utiliza un sistema de
valores concreto que la familia y la es-
cuela ayudarán a modelar y hacer como
algo propio. Yo no diría que sea política.
Sí que puede responder a sus fines. Creo
que es la política la que se sirve de la len-
gua: instrumentalización, poder, control
de los medios....En el peor de los casos
represión.
•Tengo entendido que en nuestra lengua
el género es una categoría gramatical sin
vínculo biológico ¿es posible entonces
que haya una confusión entre género y
sexo y de ser así, significaría esto que hay
un profundo desconocimiento de cómo
se construye una lengua y de cómo se
dan los cambios a lo largo de la historia?
Creo que es así como lo planteas. La con-
fusión y el desconocimiento. A toda cos-
ta hay que imponer un modelo. Es algo
parecido cuando hablamos de las políti-
cas en cuanto a la diversidad de la lengua
en España. Se impone y listo. Realmente
no hay una verdadera razón de favorecer
la inclusión. Se hace sin importar cómo y
de qué manera tratarla porque obedece a
un programa de un partido político con-
creto o para favorecer un determinado
colectivo. El tema es demasiado serio y
debería haber un estudio detallado y uti-
lizar las instituciones, recursos y trabajar
conjuntamente con ellos (la RAE, Insti-
tuto Cervantes, Ministerio, asociaciones.
Instituto de la Mujer o colectivos etc). Ela-
borar proyectos, programas.... Sería más
provechoso y más coherente
• ¿Es dable pensar que poner el foco de
la violencia machista y de la discrimina-
ción de la mujer en la lengua desvía la
atención sobre las verdaderas causas y
debilita la lucha por la equidad sexual y
la justicia social?
Estoy de acuerdo que lo desvía. El len-
guaje no es el problema. Me interesa más
la justicia, la ley, el proyecto de coedu-
cación en las escuelas; la igualdad en
los salarios entre hombres y mujeres; el
acoso laboral; las ayudas a las mujeres
y a sus hijos, el cumplimiento de penas
por violencia; el acceso a la formación
y a la promoción profesional, etc. Queda
muchísimo por trabajar.
• En las últimas décadas hemos visto
cómo se ha extendido lo que se ha dado
en llamar la “gremialización de lo parti-
cular”, de modo que muchos grupos o
minorías reclaman una representación
en la lengua que, supuestamente, no
tienen ¿cuáles serían las consecuencias
para la comunicación humana si se con-
cretara este propósito?
La interculturalidad es un hecho y una
necesidad que la sociedad debe afrontar.
Cada estado debe protegerlos, porque
todos constituyen la base de la riqueza
del mundo y que por consiguiente for-
man parte de su patrimonio. El derecho
de disfrutar de su propia cultura, de pro-
fesar y practicar su propia religión y de
utilizar su propio idioma en privado y en
público. Es cierto que reclaman su lugar
y que se conozca su lengua y su cultu-
ra. El problema es cuando se pierde la
perspectiva y el equilibrio, y confunden
presencia con imposición. Es un tema
bastante complicado. La lengua se enri-
quece con esta diversidad, pero también
no puede estar en manos de aquellos que
forzosamente pretenden distorsionar-
la, cambiarla o adecuarla por intereses
de unos pocos. Creo que esas minorías
teniendo un espacio concreto pueden
convivir con el resto. La comunicación
humana no tiene que sufrir ningún tipo
de alteración. La democracia permite vi-
vir en libertad, y que cada individuo es-
coja aparte de la lengua materna estudiar
o desarrollar otra lengua aparte Tiene li-
bertad para utilizar los diferentes medios
y herramientas de comunicación. Creo
que hablamos de los intereses políticos
y ahí si es más peligroso, no solo de las
minorías que reclaman su lugar si no de
las pretensiones del Estado de utilizar
esas minorías y cómo y de qué manera y
hasta donde quieren que estén presentes.
• Dando por sentado que muchas de las
reivindicaciones que plantea el feminis-
mo son legítimas ¿no sería más razona-
ble limpiar el habla de locuciones, giros
y expresiones discriminatorias o violen-
tas que pretender alteraciones morfoló-
gicas?
Eso sí sería una alternativa al llamado
lenguaje inclusivo. Efectivamente en
nuestro lenguaje, en el habla diaria aún
tenemos ciertas expresiones que son muy
machistas, discriminatorias, que nos han
acompañado a lo largo de los años y las
generaciones por costumbre, porque es
la manera que siempre se ha mostrado y
las hemos asumido con normalidad. Ese
micro machismo en el habla si es preciso
eliminarlo. Al igual que los comporta-
mientos que se derivan de ellos, porque
nuestro sistema aun es patriarcal, a pesar
de los avances que se han producido.
Meternos en temas de alteraciones de
un lenguaje como ya he expresado no
cambia ni erradica nada y da lugar a ma-
yor confrontación social y política. Esos
cambios se darían sobre todo educando
a los niños en la escuela y que las fami-
lias se implicaran en la escuela. No solo
sabiendo y dando autorización a los hijos
para realizar actividades o informándose
de esas actividades. Que los padres parti-
cipen y asuman los roles necesarios para
favorecerlos. Los proyectos de co-educa-
ción que hay en las escuelas que afrontan
trabajar la igualdad entre sexos, aún son
muy ambiguos y no tienen nada referido
a la lengua, a la expresión de género y
eso sí que sería una necesidad vital afron-
tarla. La continuidad de lo que se enseña
en la escuela, debe manifestarse en casa.
La familia es el primer grupo social, cul-
tural y linguístico que accede los niños,
y como tal., es el mejor instrumento para
eliminar estos comportamientos y expre-
siones. Cuando hay un desfase entre lo
que ven en la casa y lo que ven en la es-
cuela no sirve de nada.
• ¿En qué medida afectará a la lengua
la experiencia vivida con la pandemia
mundial?
Sinceramente creo que esta pandemia
nos ha ayudado (si hay algo de positivo
en esto) a darnos cuenta que todos so-
mos vulnerables. Vivamos donde viva-
mos, seamos del país que sea y que ha
vuelto a reactivar un lenguaje universal
que teníamos agazapado. Vivíamos en
una burbuja creyendo que Occidente
no tenía nada que ver con otros países
subdesarrollados, donde las pandemias
y las epidemias están a la orden del día.
Nunca antes el primer mundo, estaba tan
tocado como lo está ahora. Nos ha ayu-
dado a entender a los otros, a buscar en
el mapa, localizar lugares en el mundo.
Toda la población mundial está viviendo
esta experiencia y tiene la sensibilidad,
la empatía, la necesidad de abrazo, de
amor a flor de piel. Eso va a favorecer a la
comunicación, el deseo de encuentro, al
intercambio. EL deseo de conocer Cuan-
do podamos salir de nuevo, viajar y vol-
ver a ver lugares, y sitios, nuestra lengua
se va a enriquecer no solo de nombres
concretos, se va a favorecer de gestos, y
de acciones. Eso es otra forma de hablar,
de comunicarse. Nuestro idioma no ha
sido impermeable a esta situación. Pa-
labras como epidemia, pandemia, con-
finamiento, cuarentena; formarán parte
de nuestra memoria colectiva personal
y mundial después de esta catástrofe.
Y puede que esas palabras nos ayuden
como digo, a volver a desarrollar ese len-
guaje universal de amor, paz y solidari-
dad que tanta falta hace.
El Corredor Mediterráneo / Página 4
LA TRAGEDIA
DE LOS QUILMES
Por Hugo Morales Solá
HISTORIA
IV. La invasión inca
Los orejones habían sido muy claros
con Tupac Yupanqui: los hombres de
las montañas del sur del continente
eran aguerridos y dispuestos a defender
su territorio hasta con sus vidas. Pero la
tentación del emperador era más fuer-
te que la advertencia de los enviados
del monarca para explorar y evaluar
los pueblos, los climas y la calidad de
las tierras que había más allá del lími-
te austral del imperio, que había llega-
do hasta 1480 a las alturas de la puna
boliviana, en el corazón de la cultura
Tiahuanaco. A partir de entonces, la
ambición expansionista del imperio
iría abarcando por los próximos cin-
cuenta años vastas regiones del sur del
Tahuantinsuyu, como se conocían tam-
bién a las cuatro regiones del incanato,
hasta que la llegada del invasor español
puso fin a los años dorados del incario.
En verdad, la marcha de los ejércitos
incas intimidaba. A su paso, desde que
entraron al gran cañón de los valles cal-
chaquíes, uno tras otro pueblo vallisto
fue sometiéndose con menos resisten-
cia hostil que la que esperaban, según
el informe de los exploradores envia-
dos por el trono de Cuzco. Algunas de
estas comunidades se resistieron más
que otras, sus pucarás fueron incluso
fortificados en esa época de avance
inca por los valles del río Chicoana,
al cual después del paso del invasor
se lo conocería como Calchaquí, que
en quechua quiere decir precisamen-
te “tierra arrasada”, y el Quiri-Quiri,
nombre original del Yocavil, rebauti-
zado después como Santa María por
el español. Pero, en realidad, el peso
aplastante de las tropas imperiales los
amedrentaba y empequeñecía. Poca
resistencia podían oponer pueblos cier-
tamente pequeños, divididos entre sí y
sin tiempo para reaccionar detrás de
una estrategia común que los uniese
para practicar una defensa fuerte y a la
altura de la potencia del invasor.
Lo cierto fue que el avance de la ocu-
pación inca en la zona calchaquí fue
arrollador. La superioridad numérica y
la promoción de su poder militar inven-
cible, inoculado sobre las conciencias
de los calchaquíes, fueron los motores
reales de la dominación por encima,
incluso, del ejercicio efectivo de la po-
tencia bélica sobre estos pueblos.
Un conflicto entre pares
Desde la mirada de las comunidades
de estos valles, estos hombres, capa-
ces de dominarlos, eran ciertamente
poderosos. Es cierto que hubo, como
se dijo, intentos individuales, y hasta
la reedición de las confederaciones de
los pueblos naturales de la zona, para
resistir con violencia a la llegada de los
ejércitos incas. Pero la que llegaba a los
valles del noroeste era una nación de la
misma raza y de la misma sangre origi-
naria que la de los quilmes, que había
llegado de la misma tierra, aunque le-
jana, para extender su señorío sobre su
gente y su territorio. Además, cuando
resistían luchaban contra armas que no
eran más poderosas que las suyas. Sin
embargo, eligieron finalmente la paz
antes que rebelarse indefinida e inútil-
mente a su autoridad y se sometieron.
Se trató, en definitiva, de un choque
de naciones y de razas iguales entre sí,
unidas por la misma matriz étnica y el
mismo misterio de sus orígenes. Bási-
camente, fue un conflicto entre pares,
aunque mostró, claro está, el desarro-
llo más avanzado de una cultura sobre
otra, pero sobre un piso de inteligencia
común, cuyas diferencias nunca llega-
ron a plantear la magnitud de una con-
frontación entre dos mundos absoluta-
mente diversos, donde uno dominaba
por el progreso ostensible de su ciencia
y su conciencia sobre el otro. Eso per-
tenecía a una historia que se escribiría
un poco más tarde.
De todos modos, la historia de los quil-
mes cambió rotundamente. Con la lle-
gada del inca invasor, llegó otro tiem-
po, otra convivencia, nuevos códigos
culturales y, en suma, una nueva exis-
tencia amanecía en el valle inmemorial
del Yocavil. Después que pasaron los
ejércitos y se impuso el gobierno del
poder incario, quedó el representante
del trono de Cuzco, una suerte de vi-
rrey inca, con una pequeña guarnición
militar, a cargo del pueblo con quien
viviría pero no conviviría. Los quil-
mes supieron entonces que nada sería
como había sido hasta entonces, que
nada volvería a ser igual a partir de la
llegada de los ejércitos dominadores.
Después que cayó Chicoana, en la
puerta norte del valle Calchaquí, la
suerte de todos los pueblos vallistos es-
tuvo echada. Luego de la aridez mortal
del altiplano, el Abra del Acay separa-
ba -separa- generosamente las monta-
ñas hasta las profundidades del valle
del Chicoana, y un poco más abajo,
se levantaba la gran ciudad de piedra,
cuyos campos fértiles y la ubicación
geopolítica ideal atrajo con avidez el
interés de los incas. Desde allí, en efec-
to, el imperio controlaría casi todo el
Kollasuyu y ramificaría las rutas secun-
darias de su extensa red caminera hacia
la expansión del Tahuantinsuyu por el
sur del continente.
Si esta capital ya estaba en manos de
los incas, Tolombón, la población más
importante del Quiri-Quiri, al sur de
Chicoana, sería el próximo bocado im-
portante en los planes de la conquista.
Y si caían estas grandes ciudades va-
llistas, capitales de las dos nuevas pro-
vincias que se anexaban a la provincia
del Kollasuyu, ¿tenía sentido resistir el
avance inexorable del imperio? ¿Era
sensato oponerse a su paso y entregar
en esa pueblada, tal vez solitaria, la
vida de guerreros y tantos habitantes
del cerro Alto del Rey?
Salvo casos excepcionales, los pue-
blos calchaquíes se fueron sometiendo
irremediablemente al poder de Tupac
Yupanqui. Pero a este emperador indí-
gena le atraían sobre todo los grandes
yacimientos de oro y plata que dor-
mían en las profundidades de las mon-
tañas de los valles al sur del Kollasuyu
y los hombres de aquellas tierras para
que entregaran la mano de obra escla-
vizada a los pies del yugo imperial. Por
eso, permitió preservar las identidades
de cada comunidad sojuzgada, aunque
impuso, eso sí, el quechua como len-
gua oficial del imperio con la intención
de que sirviese como una herramienta
más de dominación.
Una cultura tributaria
Los quilmes, como todos los demás
pueblos sometidos, debieron crear una
rigurosa cultura tributaria, ya que el de-
legado local del Inca, recaudaba impla-
cablemente los impuestos que debían
rendir con una cuota parte de todas
sus actividades productivas. Mientras
el tributo se cumplía normalmente, la
vida de la comunidad podía transcu-
rrir con igual normalidad, casi como
en los tiempos previos a la llegada del
conquistador del Cuzco. Lentamente,
sin embargo, el pueblo fue construyen-
do una nueva rutina para sus días. No
eran los mismos, por supuesto. Ahora
debían trabajar para ellos y para el ocu-
pante extranjero: debían buscar los me-
tales preciosos o abrir y mantener los
caminos del incario, por donde los ejér-
citos sumaban nuevos territorios para el
emperador. Pero la nueva realidad trajo
un beneficio nuevo: los pueblos del va-
lle estaban atados ahora por el cordón
imperial al trono de Tupac Yupanqui
El Corredor Mediterráneo / Página 5
y, si bien la ocupación no había sido
tan cruenta como pronosticaban los
orejones del rey, no se permitiría nin-
gún movimiento de sublevación entre
ellos. El imperio del miedo favoreció,
de paso, la paz entre estas comunida-
des, porque cualquier enfrentamiento
entre sí podía ser visto como un intento
levantisco en contra del gran Inca. La
dominación inca trajo entonces, como
una consecuencia no buscada, esa paz
que, aunque por separado, preparó los
ánimos para la unión que solamente
llegaría con el otro invasor, superior al
que conocían.
La guardia militar del delegado imperial
era la que bajaba y se mezclaba con
los quilmes en las tareas cotidianas. No
era numerosa, pero su presencia entre
ellos todos los días imponía el orden y
la paz que como en el imperio romano
se acataba en silencio. Sin integrarse a
la vida social, estos soldados camina-
ban junto a todas las tareas cotidianas,
supervisaban el trabajo diario de cada
sector de la comunidad, prestaban oído
a todas las reuniones, a cada uno de los
rumores y penetraban, a veces, la inti-
midad de la vida familiar para conocer
el entramado complejo de la lengua de
los quilmes y de los pueblos de todo
el Yocavil, como del resto de sus veci-
nos que hablaban el duro kakán hacia
el norte, hasta las comunidades lejanas
del altiplano, y el diaguita hacia el sur,
hacia las comunidades de los valles
riojanos. Pero había oportunidades en
que, a pesar de todo, los militares incas
debían infiltrar la confianza de las co-
munidades sometidas y olfatear los he-
dores subterráneos de conspiraciones
y sublevaciones que pudiesen tejerse y
destejerse secretamente entre ellas.
El castigo, en esos casos, era ejemplar.
Aunque fueron escasas, por lo menos
en la zona de los valles calchaquíes,
las sanciones que se aplicaban era
ciertamente extremas y alcanzaban a
la comunidad entera. No se trataba de
condenar sólo a los conspiradores, aún
con la pena de muerte -que sin duda
cupo igualmente-, sino de infligir con
la mayor dureza el escarmiento sobre
todo el pueblo: el estado cuzqueño te-
nía previsto el destierro liso y llano de
toda la sociedad indígena en cuyo seno
había sido detectado cualquier conato
de alzamiento contra el poder imperial.
El “mitimaes” inca era el desarraigo de
su tierra y de sus raíces culturales ha-
cia geografías lejanas de la comunidad
rebelde, adonde era trasladada defini-
tivamente con un destino de perpetuo
trabajo forzado. Esa ruptura súbita y
violenta era fatal para la vida colectiva
y su muerte era una suerte lenta e ina-
pelable para sus hombres. Este castigo
fue imitado después por los conquista-
dores españoles y una de sus víctimas
emblemáticas fue precisamente la co-
munidad quilmeña, a quien le cayó
el goteo irremediable de la pena de
muerte colectiva ante la rebeldía ingo-
bernable del espíritu que opusieron al
conquistador blanco y desconocido.
Pero en general los pueblos vallistos
se sometieron pacíficamente al domi-
nio incaico y dejaron que esa cultura
que resplandecía sobre ellos se incrus-
tase imperceptiblemente en el espíritu
de sus sociedades. Entre los quilmes,
por ejemplo, el embajador del Cuz-
co que vivía en las alturas del cerro
del Alto, cerca de la sede del rey del
pueblo, pero con la suficiente distancia
para imponer su autoridad, no tenía un
contacto directo con la gente, aunque
un poco más con las autoridades triba-
les, sobre quienes descendía su poder
a través de la guarnición militar. No se
mezclaba ni, mucho menos, intimaba
con ellos. Sus soldados, en general,
tampoco compartían la convivencia
y las costumbres locales. Pero la mar-
cha de las obras imperiales, las nuevas
costumbres para construir, para urba-
nizar, para refortificar las ciudades, la
magnífica ingeniería que aplicaron en
la red vial o la intensiva explotación de
las minas, toda la legislación del impe-
rio, que permitió levantar el andamiaje
de un estado organizado a los largo y
ancho de todos sus dominios, y sobre
todo la poderosa herramienta cultural
de dominación que fue la lengua ofi-
cial del Cuzco, transmitida a los sec-
tores más elevados de las sociedades
indígenas sometidas para que de ellos
bajase el quechua a las grandes mayo-
ría de la población, fueron inoculando
la identidad de los pueblos -en los quil-
mes también- hasta transfigurar defini-
tivamente su espíritu.
Fue, en verdad, una mutación invisible
e intangible, deletérea y sutil, porque la
invasión inca no intentó eliminar por la
fuerza de las armas las culturas propias
de cada territorio que llegó a controlar.
Es más: respetó su pasado, sus costum-
bres, sus creencias, aceptó la organiza-
ción social y política y las jerarquías del
poder local. Incluso, fue permeable a la
influencia de cada pueblo sobre sí mis-
mo, esto es, rescató de cada uno -o de
muchos, en todo caso- los códigos que
regían la convivencia, la historia y sus
culturas. De hecho, el delegado inca
de los quilmes solía observar desde lo
alto de su albergue personal, los ritos
cotidianos y periódicos que ofrecían a
sus dioses para pedir por la buena for-
tuna de sus trabajos y emprendimien-
tos, a sabiendas, por supuesto, que par-
te de todos los cuales debía destinarse
al tributo del trono del gran Inca. Lejos
de esas costumbres y esos credos, los
aceptaba, sí, pero no los compartía,
aunque se parecían mucho a las divi-
nidades de su religión, cuyas idolatrías
más importantes, como la Pachamama
e Inti, eran incluso comunes con la de
los quilmes.
Lo cierto es que la expansión del impe-
rio hacia estas regiones del territorio ar-
gentino, uno de cuyos centros más im-
portantes fueron los valles calchaquíes,
no pudo durar más de medio siglo. La
llegada de los españoles terminó con el
señorío del Inka sobre los pueblos del
Tahuantinsuyu que llegó a irradiarse
por casi todo el macizo cordillerano
de Sudamérica, desde las alturas del
Ecuador hasta los límites del río Maule,
en el sur de Chile donde empezaba la
Araucanía.
Corto tiempo, ciertamente, para el es-
fuerzo titánico de la conquista del go-
bierno del Alto Perú. Pero suficiente
para imprimir su marca imborrable so-
bre las culturas tan diversas donde rigió
el poder deTupacYupanqui, hijo de Pa-
chacútec, el Conquistador que acome-
tió la gran expansión de los dominios
del incario y le llamó Tahuantinsuyu al
imperio que gobernó, y nieto de Vira-
cocha, el aborigen más venerado del
incanato. A Tupac, le sucedió Huayna
Cápac, el undécimo y último empera-
dor del mayor imperio de la América
precolombina. Tiempo necesario, al
fin, para que las culturas y los pueblos
interactuasen entre sí, batiendo en ese
vértigo sus modos de ser, sus maneras
de sentir, sus formas de creer, sus estilos
de vivir y de convivir. Sobresalió, por
supuesto, la cultura dominante, porque
naturalmente era superior, pero creció
igualmente y se enriqueció con los sig-
nos que fue dejándole cada nación so-
juzgada. Un juego de impresiones de
uno sobre otro -de uno más que otros-
que pintó una idiosincrasia nueva y
diferente en la evolución inca y una
personalidad definitiva, a la vez, en las
comunidades que dominó.
El Corredor Mediterráneo / Página 6
CORONEL BAIGORRIA…
MI FAMILIA, MI PUEBLO
Por María Luz Bianchetti Baigorria
Un hijo orgulloso de su padre quiso de-
jar, con la identidad de este pueblo, su
nombre grabado para la posteridad.
Por María Luz Bianchetti Baigorria
El 30 de enero de este 2020 Coronel
Baigorria celebró sus 107 años de fun-
dación con una fiesta en la plaza central.
Allí estábamos todos los vecinos reuni-
dos para conmemorar un año más de
vida compartida, como una gran familia
que inició con la lucha y el amor de un
coronel por su tierra.
Mi nombre es María Luz, soy una de
las nietas de Carlos Baigorria Argüello,
el fundador de esta hermosa localidad.
¿Qué decir del hombre detrás de ese
apellido tan ilustre?
Si bien mi abuelo Carlos murió en 1950,
cuando yo tenía apenas siete años, el
hecho de vivir hoy en la casa de campo
donde él también lo hizo y donde sus
padres, el Cnel. Antonino Baigorria y su
esposa Doña Rita Argüello, pasaban sus
vacaciones, me brinda algunas pistas de
lo que fueron sus tiempos en estas tierras.
En esta antigua casa de paredes anchas
y rodeadas de gran vegetación, la me-
moria pareciera darme una oportunidad
para recordar aquellas vacaciones que
lo visitábamos, ya que con mis padres y
hermanos vivíamos en Buenos Aires.
Muchas veces quisiera que estas pare-
des hablaran y me contaran más sobre
la vida diaria de los que aquí habitaron,
pero ellas son testigos mudos de todos
los acontecimientos.Aunque, por el solo
hecho de existir, me transportan a ese
tiempo donde las mayores aventuras no
se vivían en la ciudad.
Lo recuerdo a mi abuelo como un hom-
bre grande y corpulento que imponía
respeto o quizás en esa época yo me
sentía muy pequeña a su lado. Como
puede apreciarse en la imagen, hizo
construir un sulky y un carrito que eran
tirados por un carnero y por un chivo, en
los que paseábamos con mis hermanos
disfrutando de nuestras temporadas en el
campo.
Y aunque muchas veces siento a mi
abuelo muy lejano, por momentos es
como si mis días con él hubieran sucedi-
do ayer. Lo que sí permanece inamovible
es su legado de amor.
Ya hace más de 40 años que vivo en esta
casa, ahora acompañada por mi herma-
na y mi esposo, y es aquí donde encon-
tré mi lugar en el mundo. Amo mi casa,
mi pueblo y su gente y por eso siento
que mi bisabuelo no podría estar más or-
gulloso de todo lo estamos erigiendo día
a día con su nombre.
Un Coronel de bajo perfil que inspiró la
admiración de su hijo
Mi abuelo fundó el pueblo con el nom-
bre de su padre, el Cnel. Antonino Bai-
gorria, quien defendió la frontera sur de
Córdoba de los malones. El anciano Co-
ronel asistió a la fundación y falleció tres
años después, en 1916, a la edad de 81
años.
Fue un gesto hermoso, poco común para
la época, cuando todos querían poner la
marca de su nombre para recibir hono-
res. Pero no él. Él fue un hijo orgulloso de
su padre que quiso dejar, con en el nom-
bre de este pueblo, el nombre deAntoni-
no Baigorria grabado para la posteridad.
El Coronel, según sus descendientes di-
rectos y amigos, era un hombre de bajo
perfil, valiente y desinteresado: todo lo
hizo por amor a su Patria. Las tierras que
el gobierno le dio en recompensa a sus
servicios, nunca las aceptó. No buscaba
honores.Unavez,yaretirado,susamigos
contaban que cuando se juntaban en un
café de Río Cuarto y querían comentar
alguna de sus actuaciones heroicas, él se
levantaba y se retiraba silenciosamente.
Una de estas actuaciones, la del comba-
te singular con el indio, quedó plasmada
en una placa -costeada por el pueblo de
Río Cuarto de forma espontánea y anó-
nima, en reconocimiento a tan noble
acto- que actualmente se encuentra en
la plaza Gral. Roca frente de la Iglesia
Catedral. En dicha placa se representa al
Coronel peleando cuerpo a cuerpo con
su espada contra el indio y su lanza. Su-
cedió cuando Baigorria vio la marcada
diferencia entre el número de sus solda-
dos y el malón, y supo que no tendrían
oportunidad de ganar, por eso le pro-
puso al indio un combate singular. Así,
arriesgaba su vida pero protegería a sus
soldados. Eso nos habla de la persona
que era, pensando antes en su prójimo
que en sí mismo.
Será por esa misma razón que logró
conformar un matrimonio duradero con
Doña Rita Argüello. Se dice que detrás
de un gran hombre hay una gran mu-
jer. Eso es lo que creo que fue la esposa
del Coronel, hija del maestro de Posta,
Juan Argüello y Andrea Arias. Su padre
al morir la nombra albaceas, dado que
la consideró la persona más idónea de la
familia para manejar los bienes.
Ella heredó las tierras que trabajó, donde
luego se asentaría parte del pueblo. Pero
no fue solo una buena administradora
sino que también fue esposa y madre
ejemplar. El matrimonio tuvo ocho hijos,
de los cuales solo cuatro sobrevivieron.
Nodebehabersidofácil,enaquellaépo-
ca, ser esposa de un militar. La comuni-
cación era generalmente por chasqui y
el Coronel salía al mando de su tropa,
a veces por largos períodos, durante los
cuales ella no recibía noticias mientras
quedaba a cargo de los hijos, la casa y
el campo.
Como hemos dicho, él era un hombre
valiente que no dudaba en exponer su
vida para cumplir con su deber y defen-
der al prójimo. Durante esos periodos
me la imagino a ella rezando, ya que
ambos eran muy religiosos, esperando
noticias y deseando que él volviera sano
y salvo.
Después del fallecimiento del Coronel,
Rita hizo construir el templo y casa pa-
rroquial en memoria de su marido y para
el crecimiento espiritual de los habitan-
tes del pueblo.
Esta gran mujer murió en Buenos Aires
en un accidente de tránsito. Sus restos
fueron trasladados a Río Cuarto y se en-
cuentran en el panteón familiar del Ce-
menterio de la Concepción junto con los
de su marido.
Ambos descansan en paz, tal vez sin
imaginar que todo lo vivido dejó sus fru-
tos, primero a través de sus hijos y hoy
a través de una enorme familia que es
la familia de Coronel Baigorria, que no
cesa de progresar y a cuyos integran-
tes, muchos de ellos, a lo largo de todos
estos años he visto nacer, crecer y mo-
rir. He compartido sus alegrías y los he
acompañado en sus penas de la misma
forma en que lo han hecho conmigo. Me
siento parte de ellos y estoy orgullosa de
construir la historia de este pueblo, mi
lugar en el mundo.
*Historia Entre Todos es un proyecto de
la Red de Ciudades Educadoras de la
que participan el Consejo Deliberante
de Río Cuarto, municipios regionales e
instituciones educativas y culturales.
Un hijo orgulloso de su padre quiso dejar, con la
identidad de este pueblo, su nombre grabado para
la posteridad.
HISTORIA ENTRE TODOS
Fundadores de Baigorria
El Corredor Mediterráneo / Página 7
BANDIDO
Itamar Orlev
Trad. Eulalia Sariola
Acantilado, Barcelona, 2019
Tras terminar el libro lo primero
que pensé fue que se trataba de la
descripción de una vida de desgra-
cia tras desgracia. Y así es, en par-
te, pero hay muchísimo más, pues
es una novela arriesgadísima: Ban-
dido, de Itamar Orlev. Resumien-
do, porque el tema es difícil, pero
existente: ¿Amar al maltratador?
Hijo que ama tanto como odia a
su padre, el cual les daba palizas
de muerte a mujer e hijos y a todo
el que cogiera por delante. ¿Justi-
ficar su violencia por haber vivido
una vida violenta con el horror de
la guerra mediante? Itamar Orlev
nos habla también de la culpabili-
dad que puede sentir el agredido,
además del afecto ciego por los
progenitores, sea lo violentos que
sean, pero también de la relación
en general entre padres e hijos.
Su escritura es cristalina. Posee
una naturalidad excepcional para
mostrar los sentimientos más re-
cónditos. Es un libro que está
perfectamente narrado, y que pre-
siento que además en castellano
está así de magnífico debido a una
gran traducción, la realizada por
Eulàlia Sariola.
El marco de la narración es el de
una familia que viaja de Polonia
a Israel, quedándose el padre vio-
lento en Polonia. Tadek es el pro-
tagonista de esta historia en la que
se va desplegando la narración
de varias vidas y momentos de la
suya.
Han pasado veinte años desde que
esta familia se fue de Polonia, y el
libro comienza con que su mujer,
la mujer de Tadek, se lleva al hijo
pequeño que tienen en común,
poniendo fin a su relación. Tadek,
en medio de esta situación, deci-
de reencontrarse con su padre en
Polonia, quien es ya muy anciano
y habita en una residencia para
veteranos de guerra en Varsovia.
Estamos en el año 1988.
La familia la componían el padre
y la madre y dos hermanos y dos
hermanas. Todos con la vida jodi-
da a causa del padre, por el tra-
to violento que habían recibido,
pero Tadek, rebuscando en sus
sentimientos, intenta reconciliar-
se con él, pues además del odio
que le tenía, sentía una profunda
admiración por las otras facetas de
su padre, que tocaba instrumen-
tos musicales y montaba jolgorios
en la casa con los vecinos donde
todos disfrutaban, además de que
nunca se había dejado pisar por
nadie. En esta ambivalencia estaba
partido Tadek.
Se reencuentra con su padre en la
residencia, quien continúa sien-
do alcohólico, pero ya totalmente
desgastado por la vida. Deciden
emprender un viaje a casa de su
tía, para enfrentarse con los re-
cuerdos de la infancia, en el pue-
blo donde habían vivido en Polo-
nia antes de separarse.
La historia se va diviendo en varios
momentos de sus vidas: la infan-
cia de Tadek, cuando vivían con
su padre y tenían que soportar sus
borracheras y su violencia además
de la dura vida por las calles sien-
do jóvenes entre una población en
general muy agresiva; la vida del
padre durante la Segunda Guerra
Mundial, en la cual entre otras co-
sas fue bestialmente torturado por
los alemanes y en la que al final
hacía de ejecutor asesinando a
nazis; los recuerdos de la vida de
la madre de Tadek, quien nos va
ofreciendo la visión dura del ha-
ber vivido con un marido alcohó-
lico y violento; y el presente de Ta-
dek, cómo vive la separación con
su mujer; además de un pequeño
romance que vive el protagonista
en su estancia en Polonia.
Novela de la vieja escuela. Escri-
ta con un pulso solidísimo, que
permanentemente nos hace estar
pendientes de qué sucederá entre
crudas historias de alcoholismo y
violencia, odio, ternura, desespe-
ración, como decíamos, de des-
gracia tras desgracia. A pesar de
todo, Orlev trata de poner todo el
humor que puede para suavizar los
tragos de una vida tan dolorosa. Y
con escenas magistrales como la
que podréis leer de un viaje en
tractor a por vodka para calmar el
delirium tremens del padre… es-
cena mítica, excelentemente na-
rrada y resuelta, que se fija a fuego
en la memoria.
Grandísima novela, para dejarnos
deslizar por todo tipo de senti-
mientos.
Rubén Darío Fernández
El Corredor Mediterráneo / Página 8
CRÓNICAS DEL OLVIDO
JAIME SABINES,
“LOS AMOROSOS”
Por Alberto Hernández
1.-
Los cuerpos, anudados a todos los deseos, velan por el silencio. Des-
asistidos por la unión, avivan atentos la distancia que podría separar-
los. Una palabra agreste y peligrosa se asoma al ojo de quien, bajo
las sábanas, admite la soledad: amor. El lugar, la cámara carnal para
callar el nombre, la mujer que es pliegue y sabor de flujos de animal,
se hace la postrera vuelta del reloj: (Esta es la última vez que yo te
quiero. / En serio te lo digo).
Jaime Sabines, el poeta mexicano de Tuxtla Gutiérrez, imbricado en
las páginas de “Horal”, “La señal”, “Adán y Eva”, “Diario semanario
y poemas en prosa”, “Poemas sueltos” y “Yuria”, se celebra en esta
selección en donde invade, con su escritura, la visión de una conste-
lada y mística complicidad amorosa.
2.-
La ausencia habitada de cosas (objetos donde los olores purifican los
sonidos que jamás se han ido), metaforiza el desamparo. Entonces,
leemos al fuerza de ese apego de “Su piel sobre mis huesos/ y mis
ojos dentro de su mirada./ Nos hemos muerto muchas veces/ al pie
del alba”.
Moriencia: callarse en ese sentimiento. Esa lisa y hasta inatrapable
garantía de que una quemadura dejará la marca en el lugar menos
advertido. El amor, esa palabra, esa descolgadura del alma, tiene en
Jaime Sabines todos los adioses y distancias, hasta tocar el filo de la
sangre iluminada, al desamparo de la madrugada, cigarrillo y voz
ronca frente a una cama asaltada por la tristeza.
Un viaje entiende los tiempos que laten en el pecho. La mujer es un
después, también un antes, pero borroso. Los cuerpos horizontales,
paralelos para que la ubicuidad sea vientre y acumulación de res-
plandores. Saber de ella, hacerla desespero y vacío, un hueco para
que nada perturbe el morir, el asma “en la tabla de mi corazón”, el
deseo.
3.-
“Los amorosos callan. / El amor es el silencio más fino,/ El más tem-
bloroso, el más insoportable”.
El silencio, el único habitante de los sonidos amorosos, ventila sus
digresiones con el cuerpo lejano, tibio aún luego de tantas escondi-
das muertes. Porque se vive para ocultar lo que se lleva en la camisa
de amar, en el fondo fortuito de esa sustancia que viaja e inventa os-
curidades. La lámpara apagada, la mirada puesta en el techo mien-
tras ellas buscan en el sueño “la muerte (que) les fermenta detrás de
los ojos”.
Amanecer es el dolor aguzado por todos los ruidos, los desencan-
tos, los juegos extraviados, el olor del sexo fabricado en el olfato de
viandantes y cómplices que los miran salir del amor, o entrar preci-
pitadamente en una palabra que lee lágrimas y pequeños asaltos de
la boca, cuando el beso nace y muere en una esquina.
La dura sombra se hace despedida, el día está en los asuntos de la
noche, cuando los cuerpos se funden. O se separan. El silencio do-
mina, se aterrona en las manos frías, en una palabra repetida tantas
veces que ya es ojo vigilante.
“No se dice.
Acude a nuestros ojos,
a nuestras manos, tiembla, se resiste.
Dices que esperas –te esperas- desde entonces,
ya sabes que el adiós es inútil y triste”.
4.-
Es beso es una carta. Letra viva, un poema, “la hora vacía”. El paraí-
so, la revelación de las primeras palabras, el amor, el tiempo, los ani-
males y el seco. Adán y Eva en un bosque dialogado. A cierta hora,
el cuerpo apetece el silencio para hacerse sangre, semen y arrobo de
esa levadura. El cuerpo sideral del jadeo, la vuelta a la muerte de ese
instante cuando sólo existe la fosa del placer, la piel, el vientre, la lec-
tura del frío y una puta con todos los nombres de las constelaciones.
En la juntura del último sudor cierra el libro, el cuerpo se desgaja.
El poema debajo de la almohada. Afuera, el tiempo y las parejas,
observadas por el desgano.
La Columna

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Corredor Mediterráneo

  • 1. Río Cuarto . Río Tercero . San Francisco . Villa María CRÓNICAS DEL OLVIDO JAIME SABINES, “LOS AMOROSOS” POR ALBERTO HERNÁNDEZ PÁG. 8 LA TRAGEDIA DE LOS QUILMES POR H. MORALES SOLÁ PÁG. 4 Y 5 BANDIDO DE ITAMAR ORLEV POR RUBÉN D. FERNÁNDEZ PÁG. 7 Miércoles 06 de mayo de 2020 . Año 20 Nº 902 La poeta y gestora cultural española Isabel Rezmo dialoga con ECM acerca de las principales característi- cas de la sociedad moderna y las acechanzas que amenazan a la lengua al colocarla erróneamente como fuente de los conflictos sociales y políticos que genera el sistema capitalista. PÁG. 2 y 3 ENTREVISTA A ISABEL REZMO HISTORIA ENTRE TODOS CORONEL BAIGORRIA... MI FAMILIA, MI PUEBLO POR MARÍA L. B. BAIGORRIA PÁG. 6
  • 2. El Corredor Mediterráneo / Página 2 ENTREVISTA A ISABEL REZMO Por Antonio Tello Isabel Rezmo, nacida en 1975, en la ciudad jienense de Úbeda, declarada Patrimonio de la Humanidad, es poeta, formadora y gestora cultural. Realiza ta- lleres de iniciación a la poesía para los niveles de enseñanza Infantil, Primaria y Secundaria. Ha trabajado como mo- nitor en la Fundación para el Legado de Miguel Hernández de la Diputación de Jaén. Ha publicado los poemarios: Paisajes de Una Dama (2013; reedición en 2019 con Proverso Ediciones), Ego Amare y Óxido junto a Inma J. Ferre- ro (2015), Habito -Tercer Premio Certa- men Internacional de Poesía “El Molino” (2016). Manual de Iniciación a la Poesía (2015), Tempo (2018) y Opium (2019) con la Editorial Nazarí. Ha sido traducida y publicada en varios medios en papel y en digital en México, Cuba, Argentina, Rumania, Armenia y Rusia. • Pareciera que el pensamiento confuso surgido del ruido reinante afecta negati- vamente a la lengua, tanto en su expre- sión oral o escrita. Como poeta ¿cree que esta imposibilidad de pensar con claridad es el origen del mal hablar o del mal escribir? Está claro que necesitamos un mínimo de concentración para podernos expresar y escribir. Necesitamos cauces concretos y herramientas para transformar el pensa- miento, y hacerlo consciente a través de la palabra oral y escrita. Especialmente, si hablamos de poesía, exige un compro- miso mucho más profundo para poder trasmitir lo que vemos, observamos. Qui- zás establecer momentos concretos para poder articular ese pensamiento, utilizar la lectura (el desarrollo del hábito lector ayuda a que fluya el pensamiento y el conocimiento). Debemos hablar también de la calidad del lenguaje que utilizamos, la intención, los canales o el receptor de nuestro mensaje oral y escrito. • Al iniciarse la década de los setenta del siglo pasado y a raíz de las tensiones so- ciales e ideológicas que caracterizaron la Guerra fría, los centros de poder oc- cidentales iniciaron un furibundo ataque a la lengua que provocó un significativo desplazamiento de los campos semánti- cos de las palabras con el propósito de debilitar o confundir los principios éti- cos de los hablantes ¿cómo se manifestó en el habla cotidiana esa alteración, por ejemplo, durante la guerra civil o el fran- quismo? Cualquier régimen, o doctrina utilizará la lengua para un beneficio concreto o para “alterar” el significado o la intención de las palabras. Es evidente que eso ha ocurrido desde siempre y que por des- gracia ocurrirá a pesar de la democrati- zación, y la libertad que hoy en día afor- tunadamente gozamos. El franquismo impuso a la fuerza el castellano como signo de identidad nacional y fue una represión brutal hacia el resto de las len- guas del estado, relegándolas en el mejor de los casos a la vida privada: ejemplo tenemos con la lengua vasca, catalana y en otras perspectivas la gallega. Lenguas silenciadas a golpes de prohibición. Se las intentó reducir a mero folclore, entre familiares y amigos. El dialecto andaluz se ridiculizaba otro intento de censura y de control desprestigiando el dialecto natural de un pueblo. El habla evolucio- nó como forma de censura, se convirtió al servicio del lenguaje y del Estado, a la forma de un pensamiento aceptado por la mayoría como algo que no se podía cambiar. El resto de las lenguas y la po- sibilidad de aprendizaje desparecieron de las escuelas. El léxico de la época se marcó por los acontecimientos de esa época, y ese léxico se convirtió en un instrumento de control del Estado y de la dictadura. En un sistema lingüístico ce- rrado a disposición del poder. Todo sis- tema totalitario da lugar a su propio len- guaje totalitario, porque no es el lenguaje el culpable de ese totalitarismo, sino la ideología que lo engendra. En la Segunda República fue la única época que hubo un intento de promoción y de desarrollo cultural y lingüístico intentando paliar so- bre todo el analfabetismo. Tal es el caso de las misiones pedagógicas que sufragó la República a través de la Institución li- bre de Enseñanza. La democracia abrió todo de manera bru- tal, las lenguas y sus dialectos invadieron una necesidad histórica de hacerse visi- ble. Pero provocó la pérdida de riqueza lingüística en el habla. Realmente pienso que las características y pensamiento de un pueblo se define sobre todo en su ha- bla coloquial, en su día a día; la forma de comunicarse entre la gente. Pero esa riqueza se ha ido perdiendo porque no tiene continuidad en la escuela y si no se incluye en el sistema muere; ya sea por estar obsoletas, antiguas o por otras cau- sas (políticas, sociales o también natura- les por la propia evolución normal que sufre cualquier lengua; internet, las redes sociales, la televisión...). Y eso empobre- ce, y daña la cultura y la conservación de nuestro patrimonio lingüístico. • ¿Fue en este momento histórico y tras la Segunda Guerra Mundial que las len- guas en Occidente –anglosajonas, lati- nas- también fueron instrumentalizadas para ocultar el horror? La lengua no solo ejerce un control sobre qué decir y cómo, no solo por el men- saje sino también para evitar trasmitir o sacar a la luz aquello que ocurre. En la anterior pregunta expongo que el léxi- co de una época está marcado por los acontecimientos de esa época, y como ese léxico se convierte en un instrumento de control del Estado y de la dictadura; un sistema lingüístico cerrado a disposi- ción del poder. Ocultar el horror a través de la lengua. Ejemplo el régimen nazi. Su ideólogo Joseph Goebbels, dirigente de todo el aparato de propaganda nazi ideó un sistema de consignas para ser transmi- tido mediante un poder centralizado en el cine, la radio, el teatro, la literatura y la prensa. Sabían provocar horror, miedo, dominación pero también sabían sobre todo ocultarlo a los ojos del mundo. Creo que hasta que no se produjo la liberación de Auschwitz y de otros campos de exter- minio el mundo no creyó lo que estaba ocurriendo. Había un lenguaje especial para hablar del Holocausto nadie se refe- ría abiertamente a él. El hermetismo pre- valeció tanto tiempo que tuvo que pasar mucho años para que Alemania utilizara la palabra Holocausto abiertamente. En Rusia con Stalin nadie podía permanecer al margen de una ideología. Y sino era deportado, ejecutado o condenado al ostracismo. El ruso se adaptó a las nuevas palabras a una jerga bolchevique como saboteador, o burgués, en un afán de jus- tificar. Pero hay que hablar de algo po- sitivo de esta época: los países comen- zaron a trabajar en diversos proyectos para elaborar programas de traducción, programas de investigación de las di- ferentes lenguas aparte del Inglés (ruso, francés, japonés, alemán) y aumentó el interés por tener una segunda lengua que a nivel comercial y laboral marcaba nuevos objetivos. En los últimos tiempos estamos volviendo a utilizar palabras del pasado que reproducen heridas; el avan- ce de la extrema derecha y la manipula- ción de la memoria y de la historia es un peligro para volver a caer en los errores de antaño. Hay una excesiva utilización de palabras que fuera de su contexto son peligrosas: facha, fascismo, o ciertas con- signas. • Todo sistema de dominio, ya desde la más remota Antigüedad, como lo testi- monia el mito bíblico de Babel, ha procu- rado fragmentar la lengua para asegurar su hegemonía sobre los pueblos ¿cómo se verifica hoy esa fragmentación? La diversidad cultural; la variedad lin- güística, permite convivir estrechamente identidades culturales diversas, muchas de ellas con su lengua propia. La inter- culturalidad permite la confluencia en igualdad de diferentes variables o alter- La poeta española en diálogo con ECM aboga por recuperar la capacidad de pensar racionalmente y la perspectiva universal del bien común como forma de resistencia frente a los movimientos disgregado- res que corrompen la lengua común y debilitan las comunidades frente a las élites que tienen el poder político y económico.
  • 3. El Corredor Mediterráneo / Página 3 nativas culturales, de comunicación y de lenguaje, el problema es cuando una de ellas trata de absorber a las otras, y erige su control imponiéndose. Es el problema de los nacionalismos cuando refuerzan a través de la política el sentimiento de pertenencia y lo más grave, la identidad como algo sagrado sobre las demás cues- te lo que cueste. El caso lo tenemos en Cataluña sin irnos más lejos. Hacer de la lengua un asunto político es grave y es un error. A través de la tecnología y el tratamiento de la información. Ha al- terado la comunicación, sus sistemas, los instrumentos, también la forma de hablar y escribir y ha generado todo un lenguaje específico y una serie de con- signas totalmente implementadas en esas herramientas (iPad,Tablet Smartphone...). Los mensajes instantáneos generan una gramática diferente y una sintaxis dife- rente; y por ende un habla diferente. Ne- cesitamos una normativa concreta y no dejarla al libre albedrío, para evitar que el idioma siga fragmentándose, que derive en una ambigüedad demasiado peligro- sa para nuestra forma de comunicarnos y trasmitir la información y eso a la larga también incide en nuestra forma de vida y en su calidad. Al igual que la poesía, que también ha sufrido una importan- te revolución supeditada al fenómeno de twitter y del Instagram. El exceso de información que genera Google, la tele- visión.. es otra manera de fragmentar la lengua. Cambia nuestra percepción del mundo y de cómo vivir y comportarse. También las relaciones afectivas, labora- les, etc. El exceso lleva a no saber proce- sar la información ni canalizarla. • ¿Podemos inferir que el neoliberalis- mo se ha valido de la jerga economicista para excluir al ciudadano del discurso social y político y así, sin casi oposición, favorecer los intereses del gran capital? Si, lo creo. Al Estado solo le preocupa dos cosas: el consumismo y la produc- ción. Toda la economía se basa en esas dos dualidades y claro, condiciona el resto de variables. Cuando una sociedad está más preocupada en ganar dinero para consumir, y se le enseña que no se trabaja para vivir si no al revés, vivir para trabajar, estamos favoreciendo a la explotación personal, social, laboral y humana. Es una auténtica alienación, es otro medio de control y un medio para apartarlo de otras cuestiones transcen- dentales. Y en ese plan tiene mucho que ver la jerga, el lenguaje y lo que encubre detrás de cuestiones o conceptos que son incomprensibles para el ciudadano de a pie. Cuando se habla de globalización, economía, el ibex35, etc., es como de- cirle al trabajador o al ciudadano trabaja y produce, gana, y consume... El neoli- beralismo genera y reproduce distintos modelos de organización social y que inciden sobre las libertades individuales, la organización colectiva, la distribu- ción de la riqueza. Eso es lo que genera la desigualdad. Y eso también hace que las personas no accedan en igualdad de condiciones a la cultura, a la educación. Los modelos económicos provocan po- breza, un sistema público deficiente y las dificultades para acceder a la formación La jerga, el lenguaje muchas veces es una auténtica cortina de humo. Quitar las asignaturas de filosofía, música o artes es- cénicas es otra manera de certificar esta situación. Cuanto menos se piensa, más tiene el Estado la posibilidad de controlar al individuo para servir a sus intereses económicos. • En este contexto de fragmentación de la lengua aparece como una opción progre- sista el llamado lenguaje inclusivo, pero ¿es realmente progresista e inclusivo? ¿es realmente un lenguaje? No creo que sea progresista y ni siquie- ra lenguaje. Deriva en una “perversión” de la lengua y de su utilización. Están cometiendo verdaderas barbaridades y no sirve para nada, solo para crear po- lémica. Hay una gran discusión en los últimos años de muchos académicos de la RAE. . El lenguaje es neutral, no deriva en guerras absurdas, que lleva al enfren- tamiento y a la discriminación porque se mete la política y los intereses partidistas de un signo u otro. Además es público no pertenece al ámbito privado de un colec- tivo u otro, se genera a partir de nuestras convicciones y nuestro modo de vida o nuestras relaciones personales o sociales. Esa utilización es lo que provoca el ex- cluir, oprimir, discriminar a un colectivo, a un grupo social o a una persona con- creto. También los prejuicios que ya nos viene de nuestros padres, por lo tanto hay que tener mucho cuidado con este mal llamado lenguaje inclusivo. • Los defensores de este, llamémosle “lenguaje”, sostienen que toda lengua es una construcción cultural y, por tanto, política ¿es realmente así o falta algo en esta idea? La lengua es una construcción cultural, y también social. Su fin es reproducir y perpetuar un modelo social concreto, la identidad de los pueblos, y modela la identidad del individuo dirigida a ese ob- jetivo. Y para ello utiliza un sistema de valores concreto que la familia y la es- cuela ayudarán a modelar y hacer como algo propio. Yo no diría que sea política. Sí que puede responder a sus fines. Creo que es la política la que se sirve de la len- gua: instrumentalización, poder, control de los medios....En el peor de los casos represión. •Tengo entendido que en nuestra lengua el género es una categoría gramatical sin vínculo biológico ¿es posible entonces que haya una confusión entre género y sexo y de ser así, significaría esto que hay un profundo desconocimiento de cómo se construye una lengua y de cómo se dan los cambios a lo largo de la historia? Creo que es así como lo planteas. La con- fusión y el desconocimiento. A toda cos- ta hay que imponer un modelo. Es algo parecido cuando hablamos de las políti- cas en cuanto a la diversidad de la lengua en España. Se impone y listo. Realmente no hay una verdadera razón de favorecer la inclusión. Se hace sin importar cómo y de qué manera tratarla porque obedece a un programa de un partido político con- creto o para favorecer un determinado colectivo. El tema es demasiado serio y debería haber un estudio detallado y uti- lizar las instituciones, recursos y trabajar conjuntamente con ellos (la RAE, Insti- tuto Cervantes, Ministerio, asociaciones. Instituto de la Mujer o colectivos etc). Ela- borar proyectos, programas.... Sería más provechoso y más coherente • ¿Es dable pensar que poner el foco de la violencia machista y de la discrimina- ción de la mujer en la lengua desvía la atención sobre las verdaderas causas y debilita la lucha por la equidad sexual y la justicia social? Estoy de acuerdo que lo desvía. El len- guaje no es el problema. Me interesa más la justicia, la ley, el proyecto de coedu- cación en las escuelas; la igualdad en los salarios entre hombres y mujeres; el acoso laboral; las ayudas a las mujeres y a sus hijos, el cumplimiento de penas por violencia; el acceso a la formación y a la promoción profesional, etc. Queda muchísimo por trabajar. • En las últimas décadas hemos visto cómo se ha extendido lo que se ha dado en llamar la “gremialización de lo parti- cular”, de modo que muchos grupos o minorías reclaman una representación en la lengua que, supuestamente, no tienen ¿cuáles serían las consecuencias para la comunicación humana si se con- cretara este propósito? La interculturalidad es un hecho y una necesidad que la sociedad debe afrontar. Cada estado debe protegerlos, porque todos constituyen la base de la riqueza del mundo y que por consiguiente for- man parte de su patrimonio. El derecho de disfrutar de su propia cultura, de pro- fesar y practicar su propia religión y de utilizar su propio idioma en privado y en público. Es cierto que reclaman su lugar y que se conozca su lengua y su cultu- ra. El problema es cuando se pierde la perspectiva y el equilibrio, y confunden presencia con imposición. Es un tema bastante complicado. La lengua se enri- quece con esta diversidad, pero también no puede estar en manos de aquellos que forzosamente pretenden distorsionar- la, cambiarla o adecuarla por intereses de unos pocos. Creo que esas minorías teniendo un espacio concreto pueden convivir con el resto. La comunicación humana no tiene que sufrir ningún tipo de alteración. La democracia permite vi- vir en libertad, y que cada individuo es- coja aparte de la lengua materna estudiar o desarrollar otra lengua aparte Tiene li- bertad para utilizar los diferentes medios y herramientas de comunicación. Creo que hablamos de los intereses políticos y ahí si es más peligroso, no solo de las minorías que reclaman su lugar si no de las pretensiones del Estado de utilizar esas minorías y cómo y de qué manera y hasta donde quieren que estén presentes. • Dando por sentado que muchas de las reivindicaciones que plantea el feminis- mo son legítimas ¿no sería más razona- ble limpiar el habla de locuciones, giros y expresiones discriminatorias o violen- tas que pretender alteraciones morfoló- gicas? Eso sí sería una alternativa al llamado lenguaje inclusivo. Efectivamente en nuestro lenguaje, en el habla diaria aún tenemos ciertas expresiones que son muy machistas, discriminatorias, que nos han acompañado a lo largo de los años y las generaciones por costumbre, porque es la manera que siempre se ha mostrado y las hemos asumido con normalidad. Ese micro machismo en el habla si es preciso eliminarlo. Al igual que los comporta- mientos que se derivan de ellos, porque nuestro sistema aun es patriarcal, a pesar de los avances que se han producido. Meternos en temas de alteraciones de un lenguaje como ya he expresado no cambia ni erradica nada y da lugar a ma- yor confrontación social y política. Esos cambios se darían sobre todo educando a los niños en la escuela y que las fami- lias se implicaran en la escuela. No solo sabiendo y dando autorización a los hijos para realizar actividades o informándose de esas actividades. Que los padres parti- cipen y asuman los roles necesarios para favorecerlos. Los proyectos de co-educa- ción que hay en las escuelas que afrontan trabajar la igualdad entre sexos, aún son muy ambiguos y no tienen nada referido a la lengua, a la expresión de género y eso sí que sería una necesidad vital afron- tarla. La continuidad de lo que se enseña en la escuela, debe manifestarse en casa. La familia es el primer grupo social, cul- tural y linguístico que accede los niños, y como tal., es el mejor instrumento para eliminar estos comportamientos y expre- siones. Cuando hay un desfase entre lo que ven en la casa y lo que ven en la es- cuela no sirve de nada. • ¿En qué medida afectará a la lengua la experiencia vivida con la pandemia mundial? Sinceramente creo que esta pandemia nos ha ayudado (si hay algo de positivo en esto) a darnos cuenta que todos so- mos vulnerables. Vivamos donde viva- mos, seamos del país que sea y que ha vuelto a reactivar un lenguaje universal que teníamos agazapado. Vivíamos en una burbuja creyendo que Occidente no tenía nada que ver con otros países subdesarrollados, donde las pandemias y las epidemias están a la orden del día. Nunca antes el primer mundo, estaba tan tocado como lo está ahora. Nos ha ayu- dado a entender a los otros, a buscar en el mapa, localizar lugares en el mundo. Toda la población mundial está viviendo esta experiencia y tiene la sensibilidad, la empatía, la necesidad de abrazo, de amor a flor de piel. Eso va a favorecer a la comunicación, el deseo de encuentro, al intercambio. EL deseo de conocer Cuan- do podamos salir de nuevo, viajar y vol- ver a ver lugares, y sitios, nuestra lengua se va a enriquecer no solo de nombres concretos, se va a favorecer de gestos, y de acciones. Eso es otra forma de hablar, de comunicarse. Nuestro idioma no ha sido impermeable a esta situación. Pa- labras como epidemia, pandemia, con- finamiento, cuarentena; formarán parte de nuestra memoria colectiva personal y mundial después de esta catástrofe. Y puede que esas palabras nos ayuden como digo, a volver a desarrollar ese len- guaje universal de amor, paz y solidari- dad que tanta falta hace.
  • 4. El Corredor Mediterráneo / Página 4 LA TRAGEDIA DE LOS QUILMES Por Hugo Morales Solá HISTORIA IV. La invasión inca Los orejones habían sido muy claros con Tupac Yupanqui: los hombres de las montañas del sur del continente eran aguerridos y dispuestos a defender su territorio hasta con sus vidas. Pero la tentación del emperador era más fuer- te que la advertencia de los enviados del monarca para explorar y evaluar los pueblos, los climas y la calidad de las tierras que había más allá del lími- te austral del imperio, que había llega- do hasta 1480 a las alturas de la puna boliviana, en el corazón de la cultura Tiahuanaco. A partir de entonces, la ambición expansionista del imperio iría abarcando por los próximos cin- cuenta años vastas regiones del sur del Tahuantinsuyu, como se conocían tam- bién a las cuatro regiones del incanato, hasta que la llegada del invasor español puso fin a los años dorados del incario. En verdad, la marcha de los ejércitos incas intimidaba. A su paso, desde que entraron al gran cañón de los valles cal- chaquíes, uno tras otro pueblo vallisto fue sometiéndose con menos resisten- cia hostil que la que esperaban, según el informe de los exploradores envia- dos por el trono de Cuzco. Algunas de estas comunidades se resistieron más que otras, sus pucarás fueron incluso fortificados en esa época de avance inca por los valles del río Chicoana, al cual después del paso del invasor se lo conocería como Calchaquí, que en quechua quiere decir precisamen- te “tierra arrasada”, y el Quiri-Quiri, nombre original del Yocavil, rebauti- zado después como Santa María por el español. Pero, en realidad, el peso aplastante de las tropas imperiales los amedrentaba y empequeñecía. Poca resistencia podían oponer pueblos cier- tamente pequeños, divididos entre sí y sin tiempo para reaccionar detrás de una estrategia común que los uniese para practicar una defensa fuerte y a la altura de la potencia del invasor. Lo cierto fue que el avance de la ocu- pación inca en la zona calchaquí fue arrollador. La superioridad numérica y la promoción de su poder militar inven- cible, inoculado sobre las conciencias de los calchaquíes, fueron los motores reales de la dominación por encima, incluso, del ejercicio efectivo de la po- tencia bélica sobre estos pueblos. Un conflicto entre pares Desde la mirada de las comunidades de estos valles, estos hombres, capa- ces de dominarlos, eran ciertamente poderosos. Es cierto que hubo, como se dijo, intentos individuales, y hasta la reedición de las confederaciones de los pueblos naturales de la zona, para resistir con violencia a la llegada de los ejércitos incas. Pero la que llegaba a los valles del noroeste era una nación de la misma raza y de la misma sangre origi- naria que la de los quilmes, que había llegado de la misma tierra, aunque le- jana, para extender su señorío sobre su gente y su territorio. Además, cuando resistían luchaban contra armas que no eran más poderosas que las suyas. Sin embargo, eligieron finalmente la paz antes que rebelarse indefinida e inútil- mente a su autoridad y se sometieron. Se trató, en definitiva, de un choque de naciones y de razas iguales entre sí, unidas por la misma matriz étnica y el mismo misterio de sus orígenes. Bási- camente, fue un conflicto entre pares, aunque mostró, claro está, el desarro- llo más avanzado de una cultura sobre otra, pero sobre un piso de inteligencia común, cuyas diferencias nunca llega- ron a plantear la magnitud de una con- frontación entre dos mundos absoluta- mente diversos, donde uno dominaba por el progreso ostensible de su ciencia y su conciencia sobre el otro. Eso per- tenecía a una historia que se escribiría un poco más tarde. De todos modos, la historia de los quil- mes cambió rotundamente. Con la lle- gada del inca invasor, llegó otro tiem- po, otra convivencia, nuevos códigos culturales y, en suma, una nueva exis- tencia amanecía en el valle inmemorial del Yocavil. Después que pasaron los ejércitos y se impuso el gobierno del poder incario, quedó el representante del trono de Cuzco, una suerte de vi- rrey inca, con una pequeña guarnición militar, a cargo del pueblo con quien viviría pero no conviviría. Los quil- mes supieron entonces que nada sería como había sido hasta entonces, que nada volvería a ser igual a partir de la llegada de los ejércitos dominadores. Después que cayó Chicoana, en la puerta norte del valle Calchaquí, la suerte de todos los pueblos vallistos es- tuvo echada. Luego de la aridez mortal del altiplano, el Abra del Acay separa- ba -separa- generosamente las monta- ñas hasta las profundidades del valle del Chicoana, y un poco más abajo, se levantaba la gran ciudad de piedra, cuyos campos fértiles y la ubicación geopolítica ideal atrajo con avidez el interés de los incas. Desde allí, en efec- to, el imperio controlaría casi todo el Kollasuyu y ramificaría las rutas secun- darias de su extensa red caminera hacia la expansión del Tahuantinsuyu por el sur del continente. Si esta capital ya estaba en manos de los incas, Tolombón, la población más importante del Quiri-Quiri, al sur de Chicoana, sería el próximo bocado im- portante en los planes de la conquista. Y si caían estas grandes ciudades va- llistas, capitales de las dos nuevas pro- vincias que se anexaban a la provincia del Kollasuyu, ¿tenía sentido resistir el avance inexorable del imperio? ¿Era sensato oponerse a su paso y entregar en esa pueblada, tal vez solitaria, la vida de guerreros y tantos habitantes del cerro Alto del Rey? Salvo casos excepcionales, los pue- blos calchaquíes se fueron sometiendo irremediablemente al poder de Tupac Yupanqui. Pero a este emperador indí- gena le atraían sobre todo los grandes yacimientos de oro y plata que dor- mían en las profundidades de las mon- tañas de los valles al sur del Kollasuyu y los hombres de aquellas tierras para que entregaran la mano de obra escla- vizada a los pies del yugo imperial. Por eso, permitió preservar las identidades de cada comunidad sojuzgada, aunque impuso, eso sí, el quechua como len- gua oficial del imperio con la intención de que sirviese como una herramienta más de dominación. Una cultura tributaria Los quilmes, como todos los demás pueblos sometidos, debieron crear una rigurosa cultura tributaria, ya que el de- legado local del Inca, recaudaba impla- cablemente los impuestos que debían rendir con una cuota parte de todas sus actividades productivas. Mientras el tributo se cumplía normalmente, la vida de la comunidad podía transcu- rrir con igual normalidad, casi como en los tiempos previos a la llegada del conquistador del Cuzco. Lentamente, sin embargo, el pueblo fue construyen- do una nueva rutina para sus días. No eran los mismos, por supuesto. Ahora debían trabajar para ellos y para el ocu- pante extranjero: debían buscar los me- tales preciosos o abrir y mantener los caminos del incario, por donde los ejér- citos sumaban nuevos territorios para el emperador. Pero la nueva realidad trajo un beneficio nuevo: los pueblos del va- lle estaban atados ahora por el cordón imperial al trono de Tupac Yupanqui
  • 5. El Corredor Mediterráneo / Página 5 y, si bien la ocupación no había sido tan cruenta como pronosticaban los orejones del rey, no se permitiría nin- gún movimiento de sublevación entre ellos. El imperio del miedo favoreció, de paso, la paz entre estas comunida- des, porque cualquier enfrentamiento entre sí podía ser visto como un intento levantisco en contra del gran Inca. La dominación inca trajo entonces, como una consecuencia no buscada, esa paz que, aunque por separado, preparó los ánimos para la unión que solamente llegaría con el otro invasor, superior al que conocían. La guardia militar del delegado imperial era la que bajaba y se mezclaba con los quilmes en las tareas cotidianas. No era numerosa, pero su presencia entre ellos todos los días imponía el orden y la paz que como en el imperio romano se acataba en silencio. Sin integrarse a la vida social, estos soldados camina- ban junto a todas las tareas cotidianas, supervisaban el trabajo diario de cada sector de la comunidad, prestaban oído a todas las reuniones, a cada uno de los rumores y penetraban, a veces, la inti- midad de la vida familiar para conocer el entramado complejo de la lengua de los quilmes y de los pueblos de todo el Yocavil, como del resto de sus veci- nos que hablaban el duro kakán hacia el norte, hasta las comunidades lejanas del altiplano, y el diaguita hacia el sur, hacia las comunidades de los valles riojanos. Pero había oportunidades en que, a pesar de todo, los militares incas debían infiltrar la confianza de las co- munidades sometidas y olfatear los he- dores subterráneos de conspiraciones y sublevaciones que pudiesen tejerse y destejerse secretamente entre ellas. El castigo, en esos casos, era ejemplar. Aunque fueron escasas, por lo menos en la zona de los valles calchaquíes, las sanciones que se aplicaban era ciertamente extremas y alcanzaban a la comunidad entera. No se trataba de condenar sólo a los conspiradores, aún con la pena de muerte -que sin duda cupo igualmente-, sino de infligir con la mayor dureza el escarmiento sobre todo el pueblo: el estado cuzqueño te- nía previsto el destierro liso y llano de toda la sociedad indígena en cuyo seno había sido detectado cualquier conato de alzamiento contra el poder imperial. El “mitimaes” inca era el desarraigo de su tierra y de sus raíces culturales ha- cia geografías lejanas de la comunidad rebelde, adonde era trasladada defini- tivamente con un destino de perpetuo trabajo forzado. Esa ruptura súbita y violenta era fatal para la vida colectiva y su muerte era una suerte lenta e ina- pelable para sus hombres. Este castigo fue imitado después por los conquista- dores españoles y una de sus víctimas emblemáticas fue precisamente la co- munidad quilmeña, a quien le cayó el goteo irremediable de la pena de muerte colectiva ante la rebeldía ingo- bernable del espíritu que opusieron al conquistador blanco y desconocido. Pero en general los pueblos vallistos se sometieron pacíficamente al domi- nio incaico y dejaron que esa cultura que resplandecía sobre ellos se incrus- tase imperceptiblemente en el espíritu de sus sociedades. Entre los quilmes, por ejemplo, el embajador del Cuz- co que vivía en las alturas del cerro del Alto, cerca de la sede del rey del pueblo, pero con la suficiente distancia para imponer su autoridad, no tenía un contacto directo con la gente, aunque un poco más con las autoridades triba- les, sobre quienes descendía su poder a través de la guarnición militar. No se mezclaba ni, mucho menos, intimaba con ellos. Sus soldados, en general, tampoco compartían la convivencia y las costumbres locales. Pero la mar- cha de las obras imperiales, las nuevas costumbres para construir, para urba- nizar, para refortificar las ciudades, la magnífica ingeniería que aplicaron en la red vial o la intensiva explotación de las minas, toda la legislación del impe- rio, que permitió levantar el andamiaje de un estado organizado a los largo y ancho de todos sus dominios, y sobre todo la poderosa herramienta cultural de dominación que fue la lengua ofi- cial del Cuzco, transmitida a los sec- tores más elevados de las sociedades indígenas sometidas para que de ellos bajase el quechua a las grandes mayo- ría de la población, fueron inoculando la identidad de los pueblos -en los quil- mes también- hasta transfigurar defini- tivamente su espíritu. Fue, en verdad, una mutación invisible e intangible, deletérea y sutil, porque la invasión inca no intentó eliminar por la fuerza de las armas las culturas propias de cada territorio que llegó a controlar. Es más: respetó su pasado, sus costum- bres, sus creencias, aceptó la organiza- ción social y política y las jerarquías del poder local. Incluso, fue permeable a la influencia de cada pueblo sobre sí mis- mo, esto es, rescató de cada uno -o de muchos, en todo caso- los códigos que regían la convivencia, la historia y sus culturas. De hecho, el delegado inca de los quilmes solía observar desde lo alto de su albergue personal, los ritos cotidianos y periódicos que ofrecían a sus dioses para pedir por la buena for- tuna de sus trabajos y emprendimien- tos, a sabiendas, por supuesto, que par- te de todos los cuales debía destinarse al tributo del trono del gran Inca. Lejos de esas costumbres y esos credos, los aceptaba, sí, pero no los compartía, aunque se parecían mucho a las divi- nidades de su religión, cuyas idolatrías más importantes, como la Pachamama e Inti, eran incluso comunes con la de los quilmes. Lo cierto es que la expansión del impe- rio hacia estas regiones del territorio ar- gentino, uno de cuyos centros más im- portantes fueron los valles calchaquíes, no pudo durar más de medio siglo. La llegada de los españoles terminó con el señorío del Inka sobre los pueblos del Tahuantinsuyu que llegó a irradiarse por casi todo el macizo cordillerano de Sudamérica, desde las alturas del Ecuador hasta los límites del río Maule, en el sur de Chile donde empezaba la Araucanía. Corto tiempo, ciertamente, para el es- fuerzo titánico de la conquista del go- bierno del Alto Perú. Pero suficiente para imprimir su marca imborrable so- bre las culturas tan diversas donde rigió el poder deTupacYupanqui, hijo de Pa- chacútec, el Conquistador que acome- tió la gran expansión de los dominios del incario y le llamó Tahuantinsuyu al imperio que gobernó, y nieto de Vira- cocha, el aborigen más venerado del incanato. A Tupac, le sucedió Huayna Cápac, el undécimo y último empera- dor del mayor imperio de la América precolombina. Tiempo necesario, al fin, para que las culturas y los pueblos interactuasen entre sí, batiendo en ese vértigo sus modos de ser, sus maneras de sentir, sus formas de creer, sus estilos de vivir y de convivir. Sobresalió, por supuesto, la cultura dominante, porque naturalmente era superior, pero creció igualmente y se enriqueció con los sig- nos que fue dejándole cada nación so- juzgada. Un juego de impresiones de uno sobre otro -de uno más que otros- que pintó una idiosincrasia nueva y diferente en la evolución inca y una personalidad definitiva, a la vez, en las comunidades que dominó.
  • 6. El Corredor Mediterráneo / Página 6 CORONEL BAIGORRIA… MI FAMILIA, MI PUEBLO Por María Luz Bianchetti Baigorria Un hijo orgulloso de su padre quiso de- jar, con la identidad de este pueblo, su nombre grabado para la posteridad. Por María Luz Bianchetti Baigorria El 30 de enero de este 2020 Coronel Baigorria celebró sus 107 años de fun- dación con una fiesta en la plaza central. Allí estábamos todos los vecinos reuni- dos para conmemorar un año más de vida compartida, como una gran familia que inició con la lucha y el amor de un coronel por su tierra. Mi nombre es María Luz, soy una de las nietas de Carlos Baigorria Argüello, el fundador de esta hermosa localidad. ¿Qué decir del hombre detrás de ese apellido tan ilustre? Si bien mi abuelo Carlos murió en 1950, cuando yo tenía apenas siete años, el hecho de vivir hoy en la casa de campo donde él también lo hizo y donde sus padres, el Cnel. Antonino Baigorria y su esposa Doña Rita Argüello, pasaban sus vacaciones, me brinda algunas pistas de lo que fueron sus tiempos en estas tierras. En esta antigua casa de paredes anchas y rodeadas de gran vegetación, la me- moria pareciera darme una oportunidad para recordar aquellas vacaciones que lo visitábamos, ya que con mis padres y hermanos vivíamos en Buenos Aires. Muchas veces quisiera que estas pare- des hablaran y me contaran más sobre la vida diaria de los que aquí habitaron, pero ellas son testigos mudos de todos los acontecimientos.Aunque, por el solo hecho de existir, me transportan a ese tiempo donde las mayores aventuras no se vivían en la ciudad. Lo recuerdo a mi abuelo como un hom- bre grande y corpulento que imponía respeto o quizás en esa época yo me sentía muy pequeña a su lado. Como puede apreciarse en la imagen, hizo construir un sulky y un carrito que eran tirados por un carnero y por un chivo, en los que paseábamos con mis hermanos disfrutando de nuestras temporadas en el campo. Y aunque muchas veces siento a mi abuelo muy lejano, por momentos es como si mis días con él hubieran sucedi- do ayer. Lo que sí permanece inamovible es su legado de amor. Ya hace más de 40 años que vivo en esta casa, ahora acompañada por mi herma- na y mi esposo, y es aquí donde encon- tré mi lugar en el mundo. Amo mi casa, mi pueblo y su gente y por eso siento que mi bisabuelo no podría estar más or- gulloso de todo lo estamos erigiendo día a día con su nombre. Un Coronel de bajo perfil que inspiró la admiración de su hijo Mi abuelo fundó el pueblo con el nom- bre de su padre, el Cnel. Antonino Bai- gorria, quien defendió la frontera sur de Córdoba de los malones. El anciano Co- ronel asistió a la fundación y falleció tres años después, en 1916, a la edad de 81 años. Fue un gesto hermoso, poco común para la época, cuando todos querían poner la marca de su nombre para recibir hono- res. Pero no él. Él fue un hijo orgulloso de su padre que quiso dejar, con en el nom- bre de este pueblo, el nombre deAntoni- no Baigorria grabado para la posteridad. El Coronel, según sus descendientes di- rectos y amigos, era un hombre de bajo perfil, valiente y desinteresado: todo lo hizo por amor a su Patria. Las tierras que el gobierno le dio en recompensa a sus servicios, nunca las aceptó. No buscaba honores.Unavez,yaretirado,susamigos contaban que cuando se juntaban en un café de Río Cuarto y querían comentar alguna de sus actuaciones heroicas, él se levantaba y se retiraba silenciosamente. Una de estas actuaciones, la del comba- te singular con el indio, quedó plasmada en una placa -costeada por el pueblo de Río Cuarto de forma espontánea y anó- nima, en reconocimiento a tan noble acto- que actualmente se encuentra en la plaza Gral. Roca frente de la Iglesia Catedral. En dicha placa se representa al Coronel peleando cuerpo a cuerpo con su espada contra el indio y su lanza. Su- cedió cuando Baigorria vio la marcada diferencia entre el número de sus solda- dos y el malón, y supo que no tendrían oportunidad de ganar, por eso le pro- puso al indio un combate singular. Así, arriesgaba su vida pero protegería a sus soldados. Eso nos habla de la persona que era, pensando antes en su prójimo que en sí mismo. Será por esa misma razón que logró conformar un matrimonio duradero con Doña Rita Argüello. Se dice que detrás de un gran hombre hay una gran mu- jer. Eso es lo que creo que fue la esposa del Coronel, hija del maestro de Posta, Juan Argüello y Andrea Arias. Su padre al morir la nombra albaceas, dado que la consideró la persona más idónea de la familia para manejar los bienes. Ella heredó las tierras que trabajó, donde luego se asentaría parte del pueblo. Pero no fue solo una buena administradora sino que también fue esposa y madre ejemplar. El matrimonio tuvo ocho hijos, de los cuales solo cuatro sobrevivieron. Nodebehabersidofácil,enaquellaépo- ca, ser esposa de un militar. La comuni- cación era generalmente por chasqui y el Coronel salía al mando de su tropa, a veces por largos períodos, durante los cuales ella no recibía noticias mientras quedaba a cargo de los hijos, la casa y el campo. Como hemos dicho, él era un hombre valiente que no dudaba en exponer su vida para cumplir con su deber y defen- der al prójimo. Durante esos periodos me la imagino a ella rezando, ya que ambos eran muy religiosos, esperando noticias y deseando que él volviera sano y salvo. Después del fallecimiento del Coronel, Rita hizo construir el templo y casa pa- rroquial en memoria de su marido y para el crecimiento espiritual de los habitan- tes del pueblo. Esta gran mujer murió en Buenos Aires en un accidente de tránsito. Sus restos fueron trasladados a Río Cuarto y se en- cuentran en el panteón familiar del Ce- menterio de la Concepción junto con los de su marido. Ambos descansan en paz, tal vez sin imaginar que todo lo vivido dejó sus fru- tos, primero a través de sus hijos y hoy a través de una enorme familia que es la familia de Coronel Baigorria, que no cesa de progresar y a cuyos integran- tes, muchos de ellos, a lo largo de todos estos años he visto nacer, crecer y mo- rir. He compartido sus alegrías y los he acompañado en sus penas de la misma forma en que lo han hecho conmigo. Me siento parte de ellos y estoy orgullosa de construir la historia de este pueblo, mi lugar en el mundo. *Historia Entre Todos es un proyecto de la Red de Ciudades Educadoras de la que participan el Consejo Deliberante de Río Cuarto, municipios regionales e instituciones educativas y culturales. Un hijo orgulloso de su padre quiso dejar, con la identidad de este pueblo, su nombre grabado para la posteridad. HISTORIA ENTRE TODOS Fundadores de Baigorria
  • 7. El Corredor Mediterráneo / Página 7 BANDIDO Itamar Orlev Trad. Eulalia Sariola Acantilado, Barcelona, 2019 Tras terminar el libro lo primero que pensé fue que se trataba de la descripción de una vida de desgra- cia tras desgracia. Y así es, en par- te, pero hay muchísimo más, pues es una novela arriesgadísima: Ban- dido, de Itamar Orlev. Resumien- do, porque el tema es difícil, pero existente: ¿Amar al maltratador? Hijo que ama tanto como odia a su padre, el cual les daba palizas de muerte a mujer e hijos y a todo el que cogiera por delante. ¿Justi- ficar su violencia por haber vivido una vida violenta con el horror de la guerra mediante? Itamar Orlev nos habla también de la culpabili- dad que puede sentir el agredido, además del afecto ciego por los progenitores, sea lo violentos que sean, pero también de la relación en general entre padres e hijos. Su escritura es cristalina. Posee una naturalidad excepcional para mostrar los sentimientos más re- cónditos. Es un libro que está perfectamente narrado, y que pre- siento que además en castellano está así de magnífico debido a una gran traducción, la realizada por Eulàlia Sariola. El marco de la narración es el de una familia que viaja de Polonia a Israel, quedándose el padre vio- lento en Polonia. Tadek es el pro- tagonista de esta historia en la que se va desplegando la narración de varias vidas y momentos de la suya. Han pasado veinte años desde que esta familia se fue de Polonia, y el libro comienza con que su mujer, la mujer de Tadek, se lleva al hijo pequeño que tienen en común, poniendo fin a su relación. Tadek, en medio de esta situación, deci- de reencontrarse con su padre en Polonia, quien es ya muy anciano y habita en una residencia para veteranos de guerra en Varsovia. Estamos en el año 1988. La familia la componían el padre y la madre y dos hermanos y dos hermanas. Todos con la vida jodi- da a causa del padre, por el tra- to violento que habían recibido, pero Tadek, rebuscando en sus sentimientos, intenta reconciliar- se con él, pues además del odio que le tenía, sentía una profunda admiración por las otras facetas de su padre, que tocaba instrumen- tos musicales y montaba jolgorios en la casa con los vecinos donde todos disfrutaban, además de que nunca se había dejado pisar por nadie. En esta ambivalencia estaba partido Tadek. Se reencuentra con su padre en la residencia, quien continúa sien- do alcohólico, pero ya totalmente desgastado por la vida. Deciden emprender un viaje a casa de su tía, para enfrentarse con los re- cuerdos de la infancia, en el pue- blo donde habían vivido en Polo- nia antes de separarse. La historia se va diviendo en varios momentos de sus vidas: la infan- cia de Tadek, cuando vivían con su padre y tenían que soportar sus borracheras y su violencia además de la dura vida por las calles sien- do jóvenes entre una población en general muy agresiva; la vida del padre durante la Segunda Guerra Mundial, en la cual entre otras co- sas fue bestialmente torturado por los alemanes y en la que al final hacía de ejecutor asesinando a nazis; los recuerdos de la vida de la madre de Tadek, quien nos va ofreciendo la visión dura del ha- ber vivido con un marido alcohó- lico y violento; y el presente de Ta- dek, cómo vive la separación con su mujer; además de un pequeño romance que vive el protagonista en su estancia en Polonia. Novela de la vieja escuela. Escri- ta con un pulso solidísimo, que permanentemente nos hace estar pendientes de qué sucederá entre crudas historias de alcoholismo y violencia, odio, ternura, desespe- ración, como decíamos, de des- gracia tras desgracia. A pesar de todo, Orlev trata de poner todo el humor que puede para suavizar los tragos de una vida tan dolorosa. Y con escenas magistrales como la que podréis leer de un viaje en tractor a por vodka para calmar el delirium tremens del padre… es- cena mítica, excelentemente na- rrada y resuelta, que se fija a fuego en la memoria. Grandísima novela, para dejarnos deslizar por todo tipo de senti- mientos. Rubén Darío Fernández
  • 8. El Corredor Mediterráneo / Página 8 CRÓNICAS DEL OLVIDO JAIME SABINES, “LOS AMOROSOS” Por Alberto Hernández 1.- Los cuerpos, anudados a todos los deseos, velan por el silencio. Des- asistidos por la unión, avivan atentos la distancia que podría separar- los. Una palabra agreste y peligrosa se asoma al ojo de quien, bajo las sábanas, admite la soledad: amor. El lugar, la cámara carnal para callar el nombre, la mujer que es pliegue y sabor de flujos de animal, se hace la postrera vuelta del reloj: (Esta es la última vez que yo te quiero. / En serio te lo digo). Jaime Sabines, el poeta mexicano de Tuxtla Gutiérrez, imbricado en las páginas de “Horal”, “La señal”, “Adán y Eva”, “Diario semanario y poemas en prosa”, “Poemas sueltos” y “Yuria”, se celebra en esta selección en donde invade, con su escritura, la visión de una conste- lada y mística complicidad amorosa. 2.- La ausencia habitada de cosas (objetos donde los olores purifican los sonidos que jamás se han ido), metaforiza el desamparo. Entonces, leemos al fuerza de ese apego de “Su piel sobre mis huesos/ y mis ojos dentro de su mirada./ Nos hemos muerto muchas veces/ al pie del alba”. Moriencia: callarse en ese sentimiento. Esa lisa y hasta inatrapable garantía de que una quemadura dejará la marca en el lugar menos advertido. El amor, esa palabra, esa descolgadura del alma, tiene en Jaime Sabines todos los adioses y distancias, hasta tocar el filo de la sangre iluminada, al desamparo de la madrugada, cigarrillo y voz ronca frente a una cama asaltada por la tristeza. Un viaje entiende los tiempos que laten en el pecho. La mujer es un después, también un antes, pero borroso. Los cuerpos horizontales, paralelos para que la ubicuidad sea vientre y acumulación de res- plandores. Saber de ella, hacerla desespero y vacío, un hueco para que nada perturbe el morir, el asma “en la tabla de mi corazón”, el deseo. 3.- “Los amorosos callan. / El amor es el silencio más fino,/ El más tem- bloroso, el más insoportable”. El silencio, el único habitante de los sonidos amorosos, ventila sus digresiones con el cuerpo lejano, tibio aún luego de tantas escondi- das muertes. Porque se vive para ocultar lo que se lleva en la camisa de amar, en el fondo fortuito de esa sustancia que viaja e inventa os- curidades. La lámpara apagada, la mirada puesta en el techo mien- tras ellas buscan en el sueño “la muerte (que) les fermenta detrás de los ojos”. Amanecer es el dolor aguzado por todos los ruidos, los desencan- tos, los juegos extraviados, el olor del sexo fabricado en el olfato de viandantes y cómplices que los miran salir del amor, o entrar preci- pitadamente en una palabra que lee lágrimas y pequeños asaltos de la boca, cuando el beso nace y muere en una esquina. La dura sombra se hace despedida, el día está en los asuntos de la noche, cuando los cuerpos se funden. O se separan. El silencio do- mina, se aterrona en las manos frías, en una palabra repetida tantas veces que ya es ojo vigilante. “No se dice. Acude a nuestros ojos, a nuestras manos, tiembla, se resiste. Dices que esperas –te esperas- desde entonces, ya sabes que el adiós es inútil y triste”. 4.- Es beso es una carta. Letra viva, un poema, “la hora vacía”. El paraí- so, la revelación de las primeras palabras, el amor, el tiempo, los ani- males y el seco. Adán y Eva en un bosque dialogado. A cierta hora, el cuerpo apetece el silencio para hacerse sangre, semen y arrobo de esa levadura. El cuerpo sideral del jadeo, la vuelta a la muerte de ese instante cuando sólo existe la fosa del placer, la piel, el vientre, la lec- tura del frío y una puta con todos los nombres de las constelaciones. En la juntura del último sudor cierra el libro, el cuerpo se desgaja. El poema debajo de la almohada. Afuera, el tiempo y las parejas, observadas por el desgano. La Columna