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1.- REVOLUCIÓN INDUSTRIAL: APARECE LA MÁQUINA DE HIERRO
2.- EL IMPACTO DEL FERROCARRIL
3.- EL ARTE FASCINADO POR LA MÁQUINA
4.- EL TREN, UN LUGAR PARA LA EMOCIÓN
5.- EL TREN EN LOS CARTELES Y EN LA FOTOGRAFÍA
6.- VIAJEROS AL TREN: soledades, encuentros, despedidas…
EL TREN COMO SÍMBOLO DE LA VIDA: ORIGEN, TRAYECTO Y DESTINO
Grabados originales de la locomotora de
vapor inventada por Stephenson en 1825
A lo largo de la historia se realizaron
diversos tipos de transporte por
tracción animal sobre raíles de madera,
pero la verdadera revolución del
transporte no se produce hasta finales
del siglo XVIII y el siglo XIX, a partir de
una serie de innovaciones entre las que
destaca la sustitución de los raíles de
madera por los de hierro y la
aplicación, por parte de George
Stephenson, de la máquina de vapor
(inventada por Watt en 1770) a la
locomotora.
La primera línea ferroviaria se llevó a
cabo entre Liverpool y Manchester, en
1830.
La reacción de la sociedad ante el
nuevo invento fue de enorme
escepticismo. A través de los medios de
comunicación se manifestaba la
desconfianza de un fenómeno que
transformaría para siempre la vida.
“Los caminos de hierro reemplazarán pronto a los demás medios de
transporte, y servirán lo mismo para el rey que para el último de sus
vasallos. No está lejos el tiempo en que será más ventajoso para el
operario ir a su trabajo en tren que marchar a pie. Habrá dificultades,
pero tú verás con tus ojos, hijo mío, lo que estoy ahora prediciendo.
Estoy de ello tan seguro como de que estamos vivos”.
“No vale la pena ocuparse de los visionarios que pretenden
reemplazar las diligencias. ¿Hay algo más absurdo y ridículo que decir
que una locomotora nos hará viajar el doble de rápido que una
diligencia? Si alguien quisiera viajar tan velozmente, más vale ponerlo
en la boca de un cañón y lanzarlo así de una comarca a otra…”.
“¿Será capaz el ser humano de resistir tanta velocidad?”
Stephenson estaba seguro del futuro que esperaba al mundo con la
utilización del ferrocarril. Su invento había llegado para quedarse.
Así se lo describía a su hijo:
El ferrocarril es la punta de lanza en la revolución de
los transportes. Comienzan a investigarse nuevos
medios de locomoción… y llegarán el barco de vapor,
el automóvil, el avión… que ya formarán parte de las
vivencias cotidianas de los ciudadanos y no dejarán de
perfeccionarse.
Nada será igual para el ser humano, nada será igual
para el arte. La máquina se incorpora a su universo
creativo. La máquina se convierte en objeto de
representación artística. El cine, la fotografía, las artes
plásticas, la música y la literatura convertirán al tren
en protagonista de sus obras...
LOS HERMANOS LUMIÈRE
inmortalizaron el momento histórico
con “La llegada del tren a la ciudad“.
En enero de 1896, en una de las
primeras sesiones cinematográficas
de los hermanos Lumière en un café
parisino, el público se levantó
aterrorizado de sus sillas ante la visión
de una enorme locomotora
aproximándose de manera inexorable
hasta los límites de la pantalla.
El ferrocarril se convirtió en un escenario icónico para el cine. Lugar ideal para el
despliegue de un enorme caudal de sentimientos. Despedidas, encuentros y
desencuentros, misterios, soledades, alegrías y tristezas. Toda la vida cabía en un tren.
Toda la historia se podía reflejar a través de sus pasillos, de sus ventanillas, dentro de
sus departamentos… un lugar donde todo era posible.
LUIS BAGUÉ QUÍLEZ
LLEGADA DE UN TREN A LA ESTACION DE I.A CIOTAT
Algunos asistentes,
vacíos por completo de
sentido real y ficcional,
huían en desbandada por el salón Indien,
haciendo caso omiso a las teorías de Comte, al
evolucionismo v al modelo de la ciencia futura.
Un tren de celuloide
llegaba a la estación de la pantalla
para imprimir la vida a una velocidad
—dieciséis fotogramas por segundo-
encadenada al ritmo de los tiempos modernos:
el compás 2x4 del vistazo
y el latido sinfónico de la contemplación.
Aquel plano secuencia
reunía la rigidez de una metáfora
y el espejismo de un alumbramiento.
Un canto elemental
al coloso de acero, al gólem con pies planos, al
ruido del progreso sobre ruedas y al milagro
fecundo del carbono 14.
Toda una epifanía
la confusión del ojo y de la cámara, docudrama y
cinema tente a golpe de intervalos pulsionales.
En el andén de La Ciotat los viajeros se mezclan y
se agitan, forman un solo cuerpo quienes entran y
salen, viven en la aleación perfecta del instante y
miran con recelo al objetivo.
Son pioneros.
“Un sentimiento parecido al que experimentaba cuando, al bañarse, iba
a entrar en el agua, se apoderó de ella y se persignó. (…) No apartaba la
vista del segundo vagón, que, por momentos, se acercaba. Y en el
preciso instante en el que ante ella pasaban las ruedas delanteras, Ana
lanzó lejos de sí su saquito de viaje y, encogiendo la cabeza entre los
hombros, se tiró bajo el vagón”. LEON TOLSTOI: “Ana Karenina”, 1877
La imagen del tren marca el comienzo y el final de la historia de
Ana Karenina. El tren estaba vinculado al amor y a la muerte.
El diseño de carteles de
información y propaganda de las
diferentes rutas del ferrocarril se
convierten a menudo en
sugerentes obras de arte llenas
de color y expresividad.
Diseñadores gráficos y pintores
adquieren fama y prestigio a
través de estos reclamos
publicitarios de gran calidad.
Entre ellos destacan PROHASKA,
RAY, PIERRE FIX-MASSEAU y,
sobre todo A.M. CASSANDRE
Pierre Fix-Masseau: “Exactitude”, 1932
La aparición del ferrocarril revoluciona la vida,
cambia las relaciones económicas, modifica las
costumbres y abre la humanidad a un mundo
nuevo y cada vez más globalizado.
Todo tipo de interconexiones surgen con el
nuevo medio de transporte que nace paralelo a
la revolución industrial: los intercambios
comerciales se agilizan, el mundo rural y el
urbano se acercan y surge la pasión viajera.
PROHASKA, RAY (1901-1981) New York To
Chicago Overniht-New York Central Syst. (1941)
A. M. Cassandre: “Nord Expres”, 1927
A. M. Cassandre: “Nord Express”, 1925
"Diseñar un póster significa resolver
un problema técnico y comercial... en
un lenguaje que pueda ser
comprendido por el hombre común".
Adolphe Jean-Marie Mouron
conocido como A. M. Cassandre
Al arte le fascinó el ferrocarril. Era una
metáfora de la vida… y estimulaba la
imaginación de los artistas que
ampliaron su mundo de imágenes, de
palabras, de sensaciones y de vida.
Cassandre: “Cartel de Pullman de Etoile Du Nord ”, 927
Adolphe Mouron Cassandre artista
nacido en Ucrania en 1901. Diseñador
de carteles y teatros, litógrafo, pintor y
creador de tipos de letra, uno de los
artistas comerciales más importantes
del siglo XX.
Amigo y admirador de Balthus y De
Chirico.
Combinó las ideas de los movimientos
vanguardistas contemporáneos como el
cubismo, el surrealismo y la Nueva
objetividad con las exigencias del arte
comercial.
Realizó una serie de carteles a
principios del siglo XX que influirán en el
arte publicitario.
Adquirió un enorme prestigio que le
permitió crear su propia agencia de
publicidad.
Diseñó carteles icónicos de viajes
publicitarios para la conocida compañía
de viajes, Compagnie Internationale des
"Wagons-Lits", como 'Étoile du Nord' y
'Nord Express' ambos en 1927 y
'Restaurez-vous au Wagon-Bar' en 1932.
NORMAN FRASER: “Canadian Pacific”, 1937 M.KUNGL: “Midnight Zephyr”, 1999
Los trenes no esperan,
se marchan, seducen a su paso
pompas de aire tenebroso
con algún silbido prolongado
como un hilo de saliva
Los trenes se marchan a horas extrañas
con un no sé qué de sabor a anginas
y a café posado...
Es inútil esperar en los andenes
porque entonces los trenes no pasan...
Los trenes solo pasan
cuando no se los espera, y nos sorprenden:
hay que agarrarse a los trenes con las uñas
cuando pasan por delante,
aunque te den la espalda,
hay que montarse en marcha
porque los trenes no paran,
eres tú el que estás parado
con la maleta cerrada,
eres tú y tu intuición y el silbido:
afinar la vista, oler su llegada,
saltar a lomos de la conquista
sin parar en todas las estaciones.
LEOPOLDO ALAS
LOS ANDENES
Japón. Cartel de la compañía ferroviaria de 1920
TOM PURVIS: “ The Coronation crossing The Royal border bridge”, 1937
Tom Purvis, ilustrador trabajó a favor de la profesionalización del arte comercial. Se
convirtió en uno de los primeros diseñadores reales de la industria en 1936. Cartel
producido en 1937 para promocionar el tren de alta velocidad del Servicio de la Corona
Fotógrafos de prestigio se dejaron seducir por la vitalidad y el simbolismo
que el ferrocarril aportaba a la vida y dejaron su impronta a través de
imágenes únicas que han pasado a formar parte del patrimonio fotográfico.
No hay que
olvidar que el
inicio de la
fotografía creció
paralelo al
desarrollo del
ferrocarril.
Ambos inventos
fueron
testimonio del
comienzo de una
nueva era. Hasta
la actualidad no
han dejado de
perfeccionarse.
En todos los trenes del mundo,
en todos los largos vagones de los trenes del mundo,
hay un niño que salta y que se ríe.
Hay un niño que no sabe contar las millas,
ni entiende el reló todavía,
que ignora los nombres geográficos
y salta y se ríe, y se duerme a ratos, y se despierta,
todo gozoso de ir en el tren.
Y sin saber adonde, sin importarle adonde,
en el tren por ir en el tren,
porque siempre se llega a algo,
Y tendrá donde dormir,
PEDRO SALINAS
ALFRED STIEGLITZ: “The hand of man”, 1903
O. WINSTON LINK: The Birmingham Special crosses Bridge 201. Near Radford, Virginia, December 17, 1957
“China se había convertido en un sitio distinto y cambiaba de un día para otro. Gene sabía
de qué hablaba: desde 1972 había viajado 109 veces a China en su condición de abogado...
uno de los nuevos taipan. En esta ocasión decidí ir en primavera. Se decía que también
sería una nueva estación en todos los demás sentidos. Me repetía para mis adentros:
gente nueva, nuevos escenarios... aire fresco y el placer del anonimato. Existían dos modos
de hacerlo: al estilo del poeta inglés Philip Larkin, quien decía: «No me molestaría ver
China si pudiera volver el mismo día», o mediante la inmersión total.
Mi plan consistía en tomar el tren en Londres, ir a París, seguir rodando, poner rumbo a
Alemania y Polonia, hacer tal vez un alto en Moscú, coger el transiberiano, apearme en
Irkutsk, subirme al transmongol y pasar el primero de mayo en Ulan Bator. El camino a
China se cubría, básicamente, con el tren de Mongolia. Atravesaba lentamente la frente
ancha de Asia y luego descendía hasta uno de sus ojos: Pekín.
Me parecía que sería relajante llegar a Mongolia por esos medios. Y también me
proporcionaría la sensación de haber logrado algo. Leería, tomaría notas. (…) A través de
las ventanillas del tren contemplaban las casas y las casas les devolvían sus miradas. Uno
de los aspectos desconcertantes de un viaje en tren consiste en que las viviendas próximas
a las vías parecen estar de espaldas al viajero: ves entradas de servicio, desaguaderos,
cocinas y coladas.” PAUL THEROUX: “En el gallo de hierro”
RAFAEL GUILLEN
Acudo a los andenes de las viejas
estaciones y asisto al desenfreno
de los abrazos, a la húmeda
intensidad de las miradas.
Llegar, partir, no tienen más sentido
que el de la ceremonia del encuentro
o del adiós.
Echan a andar bufando las antiguas
locomotoras v en las ventanillas
de los vagones se suceden
escenas silenciosas
cuyo principio y cuyo
final jamás conoceré.
De madrugada ya, se quedan solos
los andenes, v en todos hay un banco
de madera y una luz roja al fondo.
SAM ABELL: “Hombre en la estación.
Painesville, Ohio, 1959
Fotógrafo estadounidense conocido por sus fotografías publicadas en National Geographic.
Union Station Chicago, octubre 1922
HENRI CARTIER-BRESSON
Chicago, 1945
HENRI CARTIER BRESSON,
fotógrafo francés
considerado por muchos el
padre del fotorreportaje.
Consideraba fundamental
atrapar el instante decisivo,
único y significativo, cuando
la escena adquiere su
máximo sentido expresivo.
Sus fotografías, recopiladas
en diferentes colecciones (El
momento decisivo, El mundo
de Henri Cartier-Bresson), se
definen por el rigor de su
composición, yuxtaposición
de elementos y por un
sentido estético de la
composición derivado de su
experiencia en las artes
plásticas (se había iniciado en
la pintura).
GARY MCPARLAND: “Portdown Station, Irlanda del Norte
JHON VACHON: “Esperando el tren en Minneápolis. East Dubusque (Illinois), 1940
“Fui yo la que no le quiso besar. A Cathy, la más alta de las
tres, bellísima con su traje color perla, la sepultaron las
bombas. De Anne no recuerdo más que aquellos guantes de
encaje robados de un cajón ajeno para despedir a los
muchachos y que, solo una hora antes, su sombrero había
acabado, como un nenúfar desnortado, en la superficie del
Támesis. Pero yo no era de las que calzan zapatos blancos, ni
llevaba sombrero.
He atesorado esta fotografía durante décadas. Quizás fue el
momento más feliz de mi vida.
Me casé al acabar la guerra. No con aquel joven, sino con un
primo lejano cuya ostensible cojera lo había librado del
alistamiento, algo que, sin embargo, no le impidió amasar una
fortuna fabricando jabones a partir de grasa de cerdo. Me
amó con un amor tierno, infantil, que fui incapaz de
corresponder.
El hombre al que no besé no me envió postales desde el
Pacífico, ni tiñó con su sangre, un junio cualquiera, la arena
normanda. Si esto fuera una novela, tal vez, habría sucedido
así.
Soñé muchas noches con aquella estación, con aquella
despedida: él regresaba con el brazo izquierdo en cabestrillo,
una cicatriz superficial en la ceja, y yo, por fin, saldaba mi
cuenta, le besaba.”
MARGARITA LEOZ
Deuda
Estación de Waterloo
Londres 1939
“La carretera discurría junto a la vía, y una
columna de camiones cargados de sacos de
cemento circuló durante un rato casi a la misma
velocidad que el interminable tren de mercancías.
Los chóferes de los camiones, enfundados en sus
capotes militares, no miraban los vagones que
corrían a su lado, ni las caras borrosas y pálidas
que viajaban en su interior.”
DACIA MARAINI: “El tren de la última noche”
“No había estación de
ferrocarril en aquel pueblo,
pero sí un apeadero más allá
del río, donde paraban algunos
trenes de cercanías, y sólo una
vez a la semana el expreso
procedente de la capital;
después, cuando empezó la
guerra, solíamos ver pasar los
convoyes militares mientras
atrapábamos cangrejos.
(…) La noticia revolucionó el pueblo al cabo de unos pocos días. No hubo heridos, pues el
tren que descarriló era un pequeño convoy de cuatro vagones que transportaba
cemento, pero vinieron dos cabos de la Guardia Civil para inspeccionar las vías. Se
agachaban sobre los rieles extendiendo sus capas verdes de reptil alado, y levantaban
piedras y objetos minúsculos que examinaban al trasluz. Te las arreglaste para no dejar
rastros, así que el accidente fue achacado a una avería, a un desajuste en los raíles, a la
devastación inevitable de la guerra.” ELENA ALONSO FRAYLE: “El mal de Troya”
“De donde salían al amanecer las vagonetas cargadas de enfermos con dirección al
Hospital de las Salinas. Una pequeña y muy antigua locomotora de vivos colores,
llevaba, lentamente y con esfuerzo, el largo tren de vagonetas pintadas de blanco con
una raya azul celeste en el borde superior, en cada una de las cuales viajaban hasta
cinco enfermos cómodamente recostados.
A lo largo de la herrumbrosa vía, reventaban las grandes olas en otoño e iban a morir
tranquilamente, después de un largo y luminoso rodar por las arenas, en verano.
¡Qué inolvidable visión la de las blancas sábanas que envolvían los cuerpos
lastimados en el hediondo aceite de los males, flotando sobre la fresca lejanía de las
aguas, como una dicha que desenrolla sus símbolos!
Todo el día duraba el viaje de los enfermos. Al caer la tarde y con las primeras luces
nocturnas, descendían, entumecidos y quejosos, pero tranquilos ya y purificados,
como si hubieran llegado de las más apartadas y vírgenes regiones del agua.
El tren volvía por la noche con un ruido de hierros que golpean neciamente, con un
escándalo metálico de oxidadas armas en desuso, con un chirrido amargo de cadalso
imposible en la soledad marina y lunar.
Un gran resplandor se hacía poco rato después, producido por la incineración de las
sábanas y vendajes que habían cubierto los cuerpos durante el viaje. El humo subía
hasta oscurecer una parte del cielo y”... ALVARO MUTIS: Fragmento
Despedida antes de la salida del
tren militar que se dirige al
frente de Aragón, España, 1936
DOROTHEA LANGE: Americanos de ascendencia japonesa evacuados
durante la Segunda Guerra Mundial. Woodland, California, 1942
(…) Septiembre Times en la estación de la guerra. Korea espera al 160
Regimiento de Infantería con las botas nuevas y una sonrisa california que
ignora el desgarro del combate. La tristeza en abrigo y gabardina, a pie de
escalerillas, en grupo o en pareja, desea a los héroes un destino con abrazo
de vuelta. El amor se resiste a que el tren parta en dos el corazón y las
promesas. El cazador de Los Ángeles lo sabe. Frank Q. Brown recorre los
andenes en blanco y negro, y dispara a la vida en vuelo que se despide con
tacones de novia y perfil de esposa con el miedo enamorado.
Todo zozobra, metal y pétalo, en esa mañana MacArthur de los 50.
Bocabajo la arena del tiempo suspendido se cobra un beso al revés y
empinado. Harry Wilson y Frank Harvey, los tres en la ventana de una
trinchera, sujetan en alas a Robert Mayne sobre Gloria, haciendo el amor
un instante entre los labios.
Cinco años después, al norte del paralelo 38, un campo de arroz amanece
en verde jade. Al sur de California As long as I live, llueve Anita O’Day en
una Mercury Milano. Ya no existen ángeles en la estación del adiós.”
GUILLERMO BUSUTIL: “los ángeles de Corea”
Elliot Erwitt: Wyoming, Steam-Train Press, 1954
Arnold S. Eagle: “Chatam Square Nueva York”, 1939
ARNOLD EAGLE: "Station Interior with Coal Stove, 1936-39"
Hay lugares del hombre cuya norma
es sugerida por el mito. Gestos
consabidos y antiguos, como restos
de las formas de Adán en nuestra forma.
Nacimientos o muertes, los andenes
participan del género. La vida
viene, o hay que escoltar su despedida
en un tiempo nervioso de rehenes:
su pena o alegría es siempre innata.
Sin embargo, concurre neutra gente
cuyo arte de ser es ilegible.
Gente sin equipaje, hombres-rata
no esperados por nadie. Más presente
a medida que el hombre no es posible.
MIGUEL ÁNGEL FERIA VÁZQUEZ
Los andenes
VIVIAN MAIER, Chicago, 1950-1960
“Todos los días voy a la pequeña estación
de tren a buscar a alguien. Quién es ese
alguien, no lo sé.
Siempre paso por ahí después de hacer las
compras en el mercado. Me siento en una
fría banca, pongo la cesta de las compras
sobre mis rodillas, y miro abstraídamente
hacia los molinetes. Cada vez que llega un
tren, una multitud de pasajeros es
escupida hacia afuera desde las puertas
de los vagones. La muchedumbre avanza
en tropel hacia los molinetes, y las
personas, todas con la misma cara de
enojo, sacan los pases y entregan los
boletos. Luego, sin mirar hacia los
costados, caminan precipitadamente.
Pasan por delante de mi banca, salen
hacia la plaza que está frente a la
estación, y se van cada uno por su lado. Yo
sigo sentada distraídamente.
Union Station Chicago, 1960
(…) ¿Pero, a quién diablos espero? No tengo en absoluto una idea clara, solamente una imagen vaga y confusa; sin
embargo, continúo esperando. Desde el estallido de la guerra paso por aquí todos los días a la vuelta de las compras y
me siento en esta fría banca a esperar. ¿Y si alguien me sonriera y me hablara? ¡Ay, no!, no es usted a quien estoy
esperando. Entonces, ¿a quién? ¿Qué espero? ¿Un marido? No. ¿Un novio? No, para nada. ¿Un amigo? De ningún
modo. ¿Dinero? Es ridículo. ¿Un fantasma? ¡Ay no, por favor!
Algo más apacible y alegre, algo maravilloso. No sé qué. Por ejemplo, algo como la primavera. No, no es eso. Hojas
verdes. El mes de mayo. El agua fresca y cristalina fluyendo a través de los campos de trigo. No, tampoco es eso. Ay, y
sin embargo sigo esperando, con el corazón palpitante. Las personas pasan unas tras otras delante de mis ojos… Le
pido a usted por favor que no me olvide. Por favor no olvide a la chica veinteañera que viene todos los días a la
estación y regresa a su casa sintiéndose vacía. Por favor recuérdeme, y no se ría de mí. No voy a decirle el nombre de la
estación. Aunque no lo haga, usted me verá algún día.” OSAMU DAZAI: “Esperando”
“Este es el último gran tren de vapor que continúa funcionando en África, dejando una
estela blanca que sale de su chimenea a lo largo de la vía, una evocadora imagen que
nos traslada a otras épocas. Debido a esto, el Outeniqua Choo-Tjoe avanza
sosegadamente, como un anciano venerable al que todos ceden el paso”. CANAL VIAJES
Adam Magyar es un fotógrafo conceptual mejor conocido por su impresionante serie Urban
Flow. En su proyecto más reciente, Stainless, Adam ha enlazado múltiples fotografías de los trenes
subterráneos de alta velocidad que capturan impresionantes detalles de los viajeros. Artista de
gran originalidad. Observa y profundiza sobre la vida moderna y los hábitos cotidianos.
Adam Magyar: “Stanleiss”, Tokio, 2010
Cuando el artista belga Georges
Remi, “Hergé”, comenzó su carrera
de dibujante, hacía poco más de un
siglo que el tren había revolucionado
la vida cotidiana y se había
convertido en parte del paisaje.
Tintín usó todo tipo de transportes
pero es el andén de una estación de
tren donde comienzan muchas de sus
aventuras. El potencial gráfico del
entorno ferroviario quedó
perfectamente plasmado por Hergé.
Líneas bien definidas muestran los
pasos a nivel, las señalizaciones, los
postes telegráficos, puentes y
túneles…
Los álbumes de Tintín son best-
sellers en todo el mundo: desde
1929, las ventas han rebasado los
230 millones de álbumes, en más de
100 idiomas.
TATSURO KIUCHI: Ilustración. Japan Railway , 1966
Aunque en principio se
graduó en biología, más
tarde orientó su actividad
profesional hacia la carrera
artística después de
graduarse con distinción del
Art Center College of Design
en Pasadena, California.
Tatsuro comenzó a ilustrar
libros para niños con varias
editoriales en los EE. UU. y
Japón pero posteriormente
diversificó su actividad en
trabajos editoriales para
revistas, ilustraciones de
sobrecubiertas y comisiones
publicitarias.
TATSURO KIUCHI
(Tokio, Japón 1966)
CESLOVAS CESNAKEVICIUS: “Next station-Other side”, 2008
CESLOVAS CESNAKEVICIUS es un artista lituano especializado en la composición
digital de la fotografía. Se introdujo en el mundo de la fotografía para poder
crear manipulaciones fotográficas surrealistas. Sus obras tienen un encanto
especial que le sitúandose en esa delgada línea entre el arte y la fotografía.
“Cada uno de mis trabajos tiene su propia historia. En términos generales, mis
imágenes dependen de mis experiencias, mis impresiones y el conjunto de
sensaciones del ser humano".
La imagen del ferrocarril fue tan estimulante que
suscitó la atención del mundo creativo. Producía
un sinfín de sensaciones. La máquina empezó a
despertar un interés trascendente para la vida.
Para el arte se convirtió en un objeto estético no
solo por los aspectos materiales y físicos sino
también por los psicológicos, por todo aquel
mundo que latía en su interior.
El siglo XIX contempló la aparición y el desarrollo de las
máquinas, de la arquitectura del hierro que transformaría el
mundo. Los artistas, grandes observadores de la realidad,
perciben con fuerza el progreso y los cambios que el ser
humano va a experimentar y comienzan a inmortalizar, en sus
obras, las sensaciones visuales y psicológicas que aparecen
unidas a los avances tecnológicos.
En el siglo XIX el arte también tuvo su revolución. Se va
alejando del academicismo del siglo XVIII y comienza a abrir
nuevos caminos que alteran las formas y las técnicas
utilizadas hasta el momento. Surgen diversos movimientos
artísticos no siempre bien recibidos por la crítica de arte.
Todos ellos hicieron al ferrocarril objeto de interés. El
Romanticismo en que podemos destacar la obra de Turner, el
Realismo con Daumier, Impresionismo y Postimpresionismo…
UTAGAWA HIROSHIGE III: “Personages waiting at Shimbashi Station for Train”, 1873
El ferrocarril causaba tanta sensación que se incorporó enseguida como tema de los ukiyo-e
Ukiyo-e, "pinturas del mundo flotante" o "estampa japonesa", es un género
de grabados realizados mediante xilografía o técnica de grabado en madera,
producidos en Japón entre los siglos XVII y XX, entre los que se encuentran
imágenes paisajísticas, del teatro y escenas de la vida cotidiana.
WILLIAM TURNER: “Lluvia, vapor y velocidad. El gran ferrocarril del Oeste”, 1844
Esta obra forma parte de los cuadros más representativos del
ROMANTICISMO INGLÉS. El tren es usado como recurso para
representar un objeto a gran velocidad, para desmaterializar la forma.
WILLIAM TURNER: “Lluvia, vapor y velocidad. El gran ferrocarril del Oeste”, 1844
AUGUSTUS EGG (1816-1863) pintor realista inglés de la
época victoriana. Al principio de su carrera Egg realizó
pinturas de temas italianos, escenas literarias, temas
históricos y finalmente, como otros pintores realistas,
recurrió a temas contemporáneos. Fue miembro del círculo
de Dickens, actuó y diseñó sets para algunas de sus obras, y
viajó con él y Wilkie Collins a Italia y Suiza en 1853.
La obra “The Travelling Companions” tiene una conexión con
los viajes de Egg, ya que el escenario de la pintura es un
vagón de ferrocarril y, a través de la ventana abierta del
vagón, se puede divisar la costa de Menton, un balneario
famoso en la época victoriana, que se encuentra cerca de
Montecarlo, en la Riviera francesa.
AUGUSTUS EGG: “The Travelling Companions”, 1862
En medio de los campos, lejos de los montes y el mar,
quedan los pequeños lugares por los que uno pasa en los trenes
y nunca se detiene; donde los cielos se expanden
ininterrumpidos y las rasas llanuras
se extienden verdes, amarillas v verdes hasta el infinito.
tras el cristal de su Grandioso Expreso
por una provincia la gente bostezando pasa,
sin nada en lo que pensar, nada que hacer,
nada siquiera que mirar nunca hay una «vista»
en este maldito páramo.
Pero miro por la ventana y es
tanto lo que recrea la mente.
Noto cómo los surcos, formados v rodados
en un movimiento sobrio y ordenado,
se extienden, conforme pasamos, por el campo
como un instruido ejército en formación.
he aquí una huerta, enrejada
con tiras de verdes variados...
de relucientes patatas, estrellada de flores,
y con el opaco color de las judías.
Cada hilera deliberadamente se balancea
hacia mí, hasta que veo una recta
y verde avenida hacia el corazón de las cosas,
el destello de una inesperada puerta abierta
traspasando los adversos muros del destino...
sólo un momento y entonces, rápido, rápido,
la puerta se cierra, la avenida toca a su fin;
el destino se ríe y una vez más interpone
sus barreras.
El tren ha pasado.
ALDOUS HUXLEY
POR LA VENTANA
Deborah De Wit: “Forty Minutes”, 1956
Sentados en el tren de la mañana, miramos por la ventanilla
precisamente cuando pasamos por el barranco al que, hace quince
años, cayó el grupo de colegiales con el que íbamos de excursión a
la cascada, y pensamos en que nosotros nos salvamos pero los
otros, sin embargo, están muertos para siempre. La profesora que
llevaba a nuestro grupo a la cascada se ahorcó inmediatamente
después de la sentencia de la Audiencia de Salzburgo, que fue de
ocho años de prisión. Cuando el tren pasa por ese sitio, oímos, con
los gritos del grupo, nuestros propios gritos.
THOMAS BERNHARD: “Tren de la mañana”
WILLIAM POWELL FRITH, pintor inglés que se especializó en temas de
género y obras narrativas panorámicas de la vida en la época victoriana.
WILLIAM POWELL FRITH: “La estación de ferrocarril”1862
Honoré Daumier, pintor representativo del REALISMO
FRANCÉS, desarrolla un tema reivindicativo de manera
magistral: la dura vida de las clases populares en las grandes
ciudades; se trata de campesinos, de gente del pueblo que
toman el tren para encontrar una vida mejor en la ciudad.
HONORÉ DAUMIER: “El vagón de tercera clase”, 1864
El ferrocarril jugó un papel importante en la aparición del
movimiento impresionista interesado por captar imágenes fugaces.
El escritor Henri Vincenot destaca la importancia del ferrocarril en la
obra de Camille Corot: "En el momento en que este gran caminante
abandona la diligencia para tomar el ferrocarril su pintura se modifica
y sus paisajes se emancipan. “Ya no serán puntos de vista pintorescos
ofrecidos al viajero detenido, sino "partes del campo tomadas por un
caminante que camina ".
El pintor Johan Barthold Jongkind, igual que Corot, evoca de manera
similar la influencia decisiva del ferrocarril en su estilo pictórico: "En el
contexto de la ventana del vagón vi, a la velocidad de un flash, más de
mil pinturas sucesivas, pero solo las vi, rápidamente borradas por las
siguientes y, a mi regreso, las volví a ver pero con una luz diferente y
eran diferentes. Y me di cuenta de que esta era la manera de pintar:
solo recordaba la mayor parte de la luz sorprendida en un segundo en
diferentes momentos. La impresión fugitiva en la retina es suficiente.
Todo lo demás es inútil."
Uno de los maestros del IMPRESIONISMO, Monet, pintó, en
1877, una serie de doce telas de "La estación de Saint-
Lazare" en la que muestra los cambios que la estación
experimentaba a lo largo del día, ese ambiente en que el
humo del vapor variaba en función de la luz del amanecer,
del mediodía, cenital...
Tras haber dedicado una parte importante de su obra a la
representación del paisaje, la temática del progreso técnico
centrará su interés.
Es la época en que se transforma el urbanismo de París con
Haussmann. La estación Saint-Lazare fue ampliada con
vidrio y acero por el ingeniero Eugène Flachat que realizó
el Pont de l'Europe cuya imagen inmortalizó el pintor
Gustave Caillebot.
Émile Zola ante los lienzos de Monet sentenció que en la estación de
trenes era donde dormía y vivía la pintura moderna. En un texto
entusiasta de 1887, citado por Charbonnier (1991), se rinde al hecho de
que no disocie la modernidad temática del tratamiento plástico audaz:
“Monet a exposé cette année des intérieurs de gare superbes. On y
entend les trains que s'engouffrent, on y voit des débordements de fumée
que roulent sous les vastes hangars. Là est aujourd’hui la peinture, dans
ces cadres modernes d'une si belle largeur. Nos artistes doivent trouver la
poésie des gares, comme leurs pères ont trouvé celle des forêts et des
fleuves”.
”Nuestros pintores de hoy se han visto forzados a descubrir la poesía de
las estaciones de ferrocarril, como sus predecesores captaron las de los
bosques y riberas” opinó Zola tomando partido a favor de un arte, el
impresionista, que descartaba los temas clásicos para representar
exultante el mundo contemporáneo.
CAILLEBOT: “El puente de Europa”, 1876
(…) “Bajo el tejado de las grandes líneas, la llegada de un tren de Mantés
había animado los andenes; Roubaud siguió con la mirada la máquina de
maniobras, una pequeña locomotora-ténder de tres ruedas bajas y
acopladas, que había comenzado a descomponer el tren y que, ágil y
diligente, se llevaba los vagones alejándolos hacia las vías de la cochera.
Otra máquina, una poderosa locomotora de expreso, de dos ruedas altas y
devoradoras, se hallaba sola, estacionada, mientras lanzaba por su
chimenea una espesa humareda negra que ascendía, derecha y perezosa,
hacia el aire tranquilo. Pero la atención de Roubaud fue cautivada
completamente por el tren de las dos y veinticinco, con destino a Caen,
que, lleno de viajeros, esperaba la llegada de su locomotora. Roubaud no
podía verla, pues se hallaba parada más allá del Puente de Europa; pero la
oía pedir vía con ligeros y ansiosos silbidos, como una persona que pierde
la paciencia. Alguien gritó una orden, y con un silbo breve ella respondió
que había entendido.
Luego, precediendo a su puesta en marcha, hubo un silencio, se abrieron
los purgadores, y el vapor saltó al nivel del suelo con un ruido
ensordecedor.” ÉMILE ZOLA, “ La bestia humana”
GUSTAVE CAILLEBOTTE: “Le Pont de l’Europe”, 1876
CAILLEBOT: “El Sena y el puente del ferrocarril”, 1885
“les fleurs ne son! plus des fleurs, ce son! des taches ou
plutôt des raies rouges ou blanches” VICTOR HUGO
CAMILLE PISSARRO: “Lordship Lane Station, Dulwich”, 1871
CAMILLE PISSARRO (1830-1903), pintor francés, uno de los fundadores del impresionismo.
Artista que plasma en sus lienzos muchos de los caminos que recorre. Entre los
paisajes rurales muestra las calles de los pueblos, los senderos de un bosque, las carreteras
cruzando los campos... y estos atravesados por el tren, uniendo así el progreso y tradición.
ISAAC LEVITAN: “Tren en camino”, 1895
ISAAK LEVITAN, pintor ruso. Influido por el pintor Corot y por la estética de la
Escuela de Barbizon, expresó en sus paisajes la belleza de la región del Volga.
COLIN CAMPBELL COOPER, pintor impresionista estadounidense cuya obra es reconocida sobre
todo por los temas urbanos de Nueva York, Filadelfia y Chicago. En esta pintura se puede observar
uno de los lugares emblemáticos de Nueva York, la Estación Central a principios del siglo XX.
COLIN CAMPBELL COOPER: “Antigua estación Gran Central” 1906
PIERRE BONNARD: “The Train and the Barges”, 1909
DARÍO DE REGOYOS: “El paso del tren”, 1902
Los artistas que iniciaron el movimiento
postimpresionista compartieron con sus
predecesores la época de la revolución de los
transportes y el interés por mostrarlos a través de
su obra. Dejaron atrás las impresiones fugaces de
los impresionistas y centraron su atención en
otros aspectos como el color, la luz y las formas.
VINCENT VAN GOGH: “Vagones de ferrocarril”, 1888
Frente al predominio
de la sensación
visual, de la
"impresión" que
caracterizó al
movimiento
impresionista, los
postimpresionistas se
interesan más por las
sensaciones táctiles,
formales,
consistentes, se
desligan del arte
sensorial y
transitorio de los
impresionistas. serán
los precursores de los
primeros
movimientos
vanguardistas del
siglo XX. Van Gogh se interesa por el paisaje, un paisaje humanizado en el que une la
naturaleza y la actividad humana. Utiliza colores puros con gran carga emotiva
“La carretera discurría junto a la vía, y una columna de camiones cargados de
sacos de cemento circuló durante un rato casi a la misma velocidad que el
interminable tren de mercancías. Los chóferes de los camiones, enfundados en
sus capotes militares, no miraban los vagones que corrían a su lado, ni las caras
borrosas y pálidas que viajaban en su interior.
(…) De lejos se oyeron los pitidos de un tren que se acercaba. El maquinista se
volvió hacia el ayudante: -Ése es Zucker, lo reconozco por el fuerte pitido; ha
descargado la mercancía y se vuelve de vacío a Múnich. El tren vacío provocó un
gran estruendo al cruzarse con aquel otro tren que se dirigía al campo; el aire
desgarrado chilló, las luces grises entre los vagones centellearon, y, de repente, el
espacio y la luz matutina del otoño, despedazada en fragmentos, se unieron en
una vía que avanzaba regularmente” VASILI GROSSMAN: “Vida y destino”
LIONEL WALDEN: ”Les docks de Cardiff”, 1894
LIONEL WALDEN (1861-1933), pintor estadounidense Nacido en Norwich, Connecticut. Era
conocido por sus paisajes marinos, paisajes y escenas volcánicas de Hawai. Se formó en París
y se convirtió en un artista muy reconocido en Francia. Recibió medallas del Salón de París y
fue nombrado Caballero de la Legión de Honor francesa. Pasó largas temporadas en Hawai.
HANS BALUSCHEK: “Gran estación de tren de la ciudad”, 1904
HANS BALUSCHEK: “Estación de tren”, 1929
HANS BALUSCHEK (1870-1935) fue un
pintor alemán, artista gráfico escritor e
ilustrador de libros, hijo de un ingeniero
ferroviario. Desde 1889 hasta 1894
estudió arte en la Real Academia de
Bellas Artes de Berlín. En 1895 realiza su
primera exposición como pintor en la
Galeria Gurlitt, en 1897 expone dos de sus
obras en la Gran exposición de arte de
Berlín. En 1920 trabajo para varias
producciones cinematográficas. Fue un
reconocido ilustrador.
Sus pinturas y dibujos representan en
general al proletariado alemán en los
difíciles años de principios del siglo XX,
durante la Primera Guerra Mundial que
dejaría asolada gran parte de Europa y en
la que Alemania sufrió sus consecuencias
de manera particularmente grave.
Quizás por todo ello en las pinturas de
Baluschek se combinan los tonos oscuros
y ese particular aire de tristeza.
El viento en los andenes, los dedos manchados de tinta,
el libro abierto en cualquier página de mi vida,
la espera y el retraso, los trenes que no llegan
o que nunca salieron, el hollín del silencio,
la impaciencia en mitad de ningún sitio,
la falta de respuestas y el cansado furor de las preguntas,
la sorpresa de un rostro que recuerdo y no conozco,
dueño de una belleza no posible,
frases oídas al azar y al azar ordenadas,
muros donde la luz llamea y se consume
contra la opacidad estéril del ladrillo,
un recuadro de azul sobre las tejas, como cielo de infancia,
las pausas del camino, los caminos del tiempo,
el destino no por sabido menos imaginado,
la llegada sin nadie, los raíles que desde siempre
cruzan el terco erial del corazón.
JORDI DOCE
ESTACIÓN DE PASO
HANS BALUSCHEK: “La estación”, 1907
Hans Baluschek (1870-1935), quien es el más célebre
“pintor del ferrocarril” en el mundo de habla alemana.
HANS BALUSCHEK: “El tren expreso llega”, 1909
Movimiento artístico de vanguardia que se originó
en Italia a principios del siglo xx y que intenta
romper con los valores estéticos del pasado
reivindicando el futuro y con él la era de la técnica
moderna, la velocidad, la violencia y las máquinas.
UMBERTO BOCCIONI: “Tren que pasa”, 1908
"Nosotros afirmamos que la magnificencia del
mundo se ha enriquecido de una belleza nueva:
la belleza de la velocidad. (...) "Los objetos en
movimiento se multiplican y se distorsionan
como vibraciones a través del espacio."
MARINETTI: "Manifiesto del futurismo", 1909
Gino Severini. Tren armado en acción, 1915
Fue un pintor italiano, uno de los
líderes del movimiento futurista.
Antes de adherirse al movimiento,
profundizó en el divisionismo con
el estudio del impresionismo y de
la obra de Seurat, y en 1910 se
adhirió al futurismo. Unió ciencia y
arte, rigor constructivo y fantasía
inventiva, consiguiendo la armonía
expresiva cuando, entre los años
1910 y 1915, conectó los valores
dinámicos del futurismo con los
constructivos del cubismo. En
algunas de sus obras, Severini
aplicó los recursos del cubismo
para traducir el movimiento como
yuxtaposición de puntos de vista
distintos. Su estilo incorporó de
manera ecléctica las conquistas del
orfismo. Funde presente y pasado,
espacio y tiempo a través del color.
GINO SEVERINI
GINO SEVERINI: “Tren de la Cruz Roja atravesando un pueblo”, 1915
IVO PANNAGGI: “Tren en movimiento”, 1922
FORTUNATO DEPERO: “Treno partorito dal sole, 1924
PIET MONDRIAN, pintor vanguardista neerlandés, miembro de De Stijl y uno de los fundadores
del NEOPLASTICISMO. Evolucionó desde el naturalismo y el simbolismo hasta la abstracción
ALEXANDER DEINEKA: “Al mediodía”, 1932
“Los años entre 1930 y la
década de 1950 son un
período extremadamente
controvertido en la
historia del arte ruso.
En ese momento, se
estableció un régimen
totalitario en la Unión
Soviética, que controlaba
todas las esferas de la vida
de los ciudadanos.
El proceso artístico en el
país también fue regulado
por el estado. La función
principal del arte fue la
implementación de
propaganda con el
propósito de “alteración
ideológica y educación de
los trabajadores en el
espíritu del socialismo”.
El realismo socialista se convirtió en un método
creativo obligatorio para todo el arte soviético.”
COLECCIÓN DEL MUSEO RUSO (Málaga)
ALEXANDER DEYNEKA: “Donbass”, 1947
El pintor estadounidense Edward Hopper fue uno de los principales
representantes del realismo del siglo XX. El tratamiento cinematográfico de las
escenas y el personal empleo de la luz son los principales elementos
diferenciadores de su pintura. Aunque pintó algunos paisajes y escenas al aire
libre, la mayoría de sus temas pictóricos representan lugares públicos, como
bares, moteles, hoteles, estaciones, trenes, todos ellos prácticamente vacíos
para subrayar la soledad del personaje representado. Acentúa el efecto
dramático a través de los fuertes contrastes de luces y sombras y la escenografía
en que sitúa a sus personajes. Su obra se caracteriza en su conjunto
por representación de la realidad cotidiana y por la perfecta captación de la
soledad del hombre contemporáneo. A través de su pintura nos acercamos a la
América de la Gran Depresión, que para él simbolizaba la crisis de la vida
moderna.
CHARLES SHEELER: “Energía rodante”, 1939
Charles Sheeler, artista estadounidense considerado la figura central del realismo
estadounidense​ y uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX.
En 1939, la revista Fortune encargó a Sheeler una serie sobre las fuentes de
energía en la industria americana. Son seis pinturas: Conversation: Sky and
Earth, Primitive Power, Rolling Power, Steam Turbine y Yankee Clipper.
Estas seis pinturas constituyen un catálogo de las creaciones del hombre moderno
y se consideran el punto culminante del afán de Sheeler por la representación
precisa y veraz de los paisajes y máquinas industriales.
De su acero fraguado en engranajes,
en barras poderosas, en enormes tornillos
y en impávidas ruedas,
o del relumbre muerto que ostentan los vagones
se deducen
exceso y gravedad agigantada, eterna.
Los trenes detenidos
quieren enraizarse en su fiebre terrestre.
Junto al andén, el cúmulo de estruendos
y de rápidas luces
dormita en el reverso de la fugacidad,
silencioso,
saciando su apetito
de inacción.
Qué extrañeza hay en irse, qué contrario a la furia
este ímpetu en suspenso.
Si inician su camino
se abre el aire.
Qué pacto sobrio con la luz urbana.
ANTONIO CABRERA
TRENES ANTES DE PARTIR
KARMELO C. IRIBARREN
T R E N E S
Miro el tren de cercanías.
Es azul, pero entre la niebla
parece gris. Pronto
se meterá en el túnel
y desaparecerá de mi vista.
Dentro de una hora y media
volverá. Pero ya no será
el mismo tren. Será otro,
con muchísima más
luz. En ese tren vendrás
tú, leyendo una revista.
EDWARD HOPPER
“Compartment Car”, 1938
EDWARD HOPPER: “Chair Car”, 1965
“Al mismo tiempo que el día incipiente venía a estrellarse contra los cristales
empañados, el texto se escurría por su boca con un largo chorro de sílabas,
entrecortado aquí y allá por silencios entre los que se metía el ruido del tren
en marcha. Para todos los viajeros presentes en el vagón, él era el lector, ese
tipo extraño que, todos los días de la semana, leía con voz alta e inteligible
un puñado de páginas que sacaba de su cartera. Se trataba de fragmentos
de libros sin ninguna relación unos con otros. Un extracto de receta de
cocina podía codearse con la página 48 del último Goncourt, un párrafo de
novela policiaca se sucedía a una página de un libro de historia. Poco
importaba el contenido para Guibrando. A sus ojos, tan solo el acto de leer
cobraba la debida importancia.”
JEAN-PAUL DIDIERLAURENT: “El lector del tren de las 6.27”
EDWARD HOPPER: “The railroad sunset”, 1929
MAX RADLER: “The Station”, 1933
Casi todas sus obras fueron destruidas durante un bombardeo en 1945. Después de la guerra,
Radler se convirtió en un colaborador habitual de la revista satírica Simplizissimus para la que
realizaba ilustraciones. Uno de los temas recurrentes en su obra son los trenes.
MAX RADLER
(1904-1971)
Pintor polaco.
Hasta 1918 fue
aprendiz en una
carpintería de la
Alta Silesia.
Posteriormente
se formó como
pintor de
decoración en
Sajonia. En 1923
Radler se instaló
en Munich
donde pintó
decoraciones de
teatro y estudió
en la Escuela
alemana de
artes y oficios.
MAX RADLER: “Railway Underpass”, 1932
RENÉ MAGRITTE: “Le temps traversé”, 1939
RENÉ MAGRITTE
(Lessines, Bélgica, 1898 - Bruselas,
1967) Pintor belga. Durante un primer
período la obra de Magritte estuvo
fuertemente influida por Giorgio de
Chirico y por la atmósfera misteriosa
de sus pinturas. Más tarde entró en
contacto con la vanguardia parisina
del momento, presidida por André
Breton, y comenzó a desarrollar un
surrealismo que iría evolucionando
con los años hacia un estilo muy
personal, cuyos símbolos giran con
frecuencia alrededor de la relación
entre el lenguaje y sus objetos. Su
pintura se caracterizó sobre todo por
la asociación de elementos disímiles
entre los que establece ingeniosas
analogías o nexos insólitos y
disparatados, pero convincentes
dentro de la realidad pictórica.
RENE MAGRITTE: “Le Rossignol”, 1962
Una mujer está esperando en el andén
de una estación vacía.
Detrás quedan
los montes, una mugrienta torre
de cemento, unos lienzos
de muro con graffitis,
las luces tristes de los corralones.
Hay un reloj parado
interceptando el tiempo desde la
marquesina
y unos bultos de bruma
se hacinan en los bordes del silencio.
Esa mujer no espera a nadie.
Tiene la piel como investida
de herrumbre ferroviaria y por su
rostro
corre una lenta arruga
que remeda el perfil de la inclemencia.
Ya nunca podrá irse
porque no sabe nadie que está aquí.
JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD
VÍA MUERTA
DALÍ: “Osificación prematura de una estación de tren” 1930
GIORGIO DE CHIRICO: “Piazza d'Italia”, 1955
GIORGIO DE CHIRICO: Pintor italiano de origen griego. Creó la escuela de pintura metafísica. Estudió
arte en Atenas y en Munich, donde recibió una gran influencia de las obras alegóricas del pintor suizo
del siglo XIX Arnold Böcklin. Sus primeras obras metafísicas evocan un mundo onírico misterioso y
amenazador a través de acentuados contrastes de luces y sombras y de una perspectiva exagerada.
Picasso lo denominó como “el pintor de las estaciones de ferrocarril”
Arquitecturas y plazas
silenciosas, maniquíes
humanizados,
personajes
mitológicos,
naturalezas muertas y
objetos
descontextualizados
en paisajes que
evocan atmósfera de
suspense.
De Chirico era hijo de
un ingeniero de
ferrocarriles y él le
conmemora en sus
lienzos.
GIORGIO DE CHIRICO: “Gare de Montparnasse”, 1913
“El romanticismo de la vida moderna se expresa en la nostalgia de
las estaciones, de las llegadas y de las partidas” GIORGIO DE CHIRICO
Picasso lo denominó como “el pintor de las estaciones de ferrocarril”
GIORGIO DE CHIRICO: “La alegría del regreso”, 1915
Los trenes no esperan,
se marchan, seducen a su paso
pompas de aire tenebroso
con algún silbido prolongado
como un hilo de saliva
Los trenes se marchan a horas extrañas
con un no sé qué de sabor a anginas
y a café posado...
Es inútil esperar en los andenes
porque entonces los trenes no pasan...
Los trenes solo pasan
cuando no se los espera, y nos sorprenden:
hay que agarrarse a los trenes con las uñas
cuando pasan por delante,
aunque te den la espalda,
hay que montarse en marcha
porque los trenes no paran,
eres tú el que estás parado
con la maleta cerrada,
eres tú y tu intuición y el silbido:
afinar la vista, oler su llegada,
saltar a lomos de la conquista
sin parar en todas las estaciones.
LEOPOLDO ALAS
LOS ANDENES
PAUL DELVAUX (1897-1994),
pintor belga. Estudió pintura
y arquitectura en la Academia
de Bellas Artes de Bruselas.
Fue director de la “Real
Academia de Bellas Artes” de
Bruselas desde 1965. Estudió
música, griego y latín. La
lectura de la obra de Julio
Verne y la poesía de Homero,
tuvo gran influencia en su
obra pictórica. Recibe la
influencia de la pintura
metafísica de Giorgio de
Chirico y del surrealismo
de René Magritte.
La pintura de Paul Delvaux se inspiró en el surrealismo en busca de la libertad expresiva
pero no es una pintura de lo irracional, sino que parte de elementos reales en busca de la
belleza y de lo emocional dando como resultado una obra desconcertante y atemporal.
PAUL DELVAUX:
Le passage à niveau, 1961
A Paul Delvaux le encantaban los trenes y las estaciones. A finales de
la década de 1950, realizó una serie de cuadros con escenas nocturnas,
en ellas, plasmó trenes a los que mira una niña que aparece de
espaldas; en estas composiciones, la claridad del detalle y la luz de la
luna tienen un efecto de alucinación, incluso fantasmagóricos.
PAUL DELVAUX: “Solitude”, 1955
SÁNDOR BORTNYIK: “Locomotora roja”, 1918
SÁNDOR BORTNYIK
Pintor y diseñador
gráfico húngaro.
Relacionado con la Escuela
de la Bauhaus.
Su obra estuvo muy
influenciada por el cubismo,
el expresionismo y
el constructivismo.
El constructivismo es un
movimiento de vanguardia
que se interesa por la
manera en que se organizan
los planos y por la expresión
del volumen empleando
aquellos materiales propios
de la industria.
El movimiento nació en
Rusia en torno al año 1914
GEORGIA O'KEEFFE: “Tren nocturno en el desierto”, 1916
GEORGIA O'KEEFFE
Artista estadounidense,
conocida en especial por
sus pinturas de flores,
rascacielos de Nueva
York y paisajes de
Nuevo México.
O'Keeffe ha sido
reconocida como la
"Madre del modernismo
americano".
DAVID MITTNER: “Winter At Deer Creek”, 2000
“Actualmente vivo en
Mesa, Arizona. Pero nací
y me crié en las colinas
del oeste de
Pensilvania. Mi padre,
que era un ferviente
ferroviario, le dio a sus
hijos el amor que tenía
por el Ferrocarril de
Pensilvania y otros
nombres de ruta locales.
Asistí y me gradué de la
Ivy School of Professional
Art en Pittsburgh, PA.”
DAVID MITTNER
DAVID MITTNER
“La locomotora avanza humeante, férrea, fragorosa, por el
desierto más triste del mundo. Piedra a piedra, cerro a cerro,
quebrada a quebrada, bufando como una mula sedienta, avanza
negra la locomotora (sólo su gran campana de bronce brilla
sonámbula bajo el sol de mediodía). Traqueteando una dura
letanía interminable, ruega que ruega rogando, van los coches
polvorientos para que el calor no le evapore el ánimo a la
locomotora, para que los espejismos azules anegando los rieles de
acero a lo lejos no la engañen con sus lagunas de mentira y,
muerta de sed, no se quede como una bestia reventada en medio
de esas soledades infinitas en donde, a su paso, ninguna vaca
lenta vuelve la cabeza para mirarla, ningún labriego endereza su
torso de ángel doblado para hacerle señas y el óleo de ninguna
lluvia inefable unge el arestín de su espinazo de fierro”.
HERNÁN RIVERA LETELIER: “Los trenes se van al purgatorio”
RICHARD ESTES: "B Train“, 2005 RICHARD ESTES: "Train“, 2007
RICHARD ESTES: “The L Train“, 2016
RICHARD ESTES: “Williamsburg bridge”, 2006
EL TREN COMO SÍMBOLO DE LA VIDA:
ORIGEN, TRAYECTO Y DESTINO
“Viajar no quiere
decir solamente ir
al otro lado de la
frontera, sino
también descubrir
que siempre se está
en el otro lado”.
CLAUDIO MAGRÍS:
“El infinito viajar”
KENTON NELSON: “Have Pity on the Easterne. Train Gestion”, 2000-2017
“El tren debía partir a las siete y cincuenta y cuatro, pero dos minutos antes un hombre
de uniforme recorrió el convoy de arriba abajo para cerrar las puertas, mientras un
mecánico pasaba de vagón en vagón golpeando aquí y allá con un martillo. Cada vez
que tomaba el tren, Calmar asistía al mismo ritual, y siempre se preguntaba qué
golpeaba aquel hombre de esa forma, pero después siempre se le olvidaba informarse.
El jefe de estación salió de su oficina con un silbato en la boca y, en la mano, un
banderín rojo enrollado como un paraguas. De alguna parte salía vapor. En realidad no
se trataba de vapor, puesto que el tren era eléctrico, pero, aunque lo fuera, igualmente
limpiaban los frenos de todos los trenes con la misma agua a presión y las mismas
sacudidas que antaño. Acababan de llegar a una nueva estación, Padua, con el
consiguiente hormigueo en el andén, donde lo que parecían centenares de personas se
lanzaban al asalto del tren: familias, muchos niños, bebés en brazos de sus madres e
incluso una campesina gorda que llevaba pollos en una jaula.
(…) Por todas las puertas entraba gente, que recorría el pasillo a empujones empeñada
en alcanzar la parte delantera del tren para conseguir asiento. —Ya verá como dentro
de un rato no se podrá circular por los pasillos. —¿Ha viajado usted ya en este tren? —
En éste precisamente no, pero sí en otros parecidos. A veces me pregunto de dónde
vienen y adónde van los italianos con tanto frenesí. Hay días que parece que toda Italia
se pone en movimiento en busca de un lugar donde establecerse por fin.”
GEORGES SIMENON “El tren de Venecia”
“Conocí a un maquinista santo que hacia
levitar a su locomotora, que,
dulcemente, al poder de una palabra
secreta, empezaba a alzarse relinchando
de satisfacción metálica mientras se
encaramaba como un animal heráldico
sobre el rojizo ladrillo de las viejas
estaciones victorianas.
En cierta ocasión le pregunté al hombre:
“Y cómo lo consigue”, y él, con ese
desinterés propio de los indulgentes, me
respondió: “Yo, que no lo he logrado (ni
lo he intentado) conmigo mismo, lo he
hecho fácilmente con una máquina; y no
para participar en un concurso y ganarlo,
ni tan siquiera para exhibirme en un circo
como domador diestro en locomotoras,
sino por el placer del desorden v
escándalo que esto implica”.
Años más tarde, el destino me permitió
ver la perdición de este curioso
personaje a causa de un cruento
siniestro ferroviario, provocado, al
parecer, por la coincidencia de un error
suyo y la mala voluntad de una máquina
díscola.” RAFAEL PÉREZ ESTRADA LORENZO SAVAL: “La maquinista”, 2014
…una quiromántica rodeada de hierbas mágicas y
talismanes especiales para atraer la dicha a los desdichados
y la aventura a los desventurados; un ciego que vende
peinetas y canta boleros de Julio Jaramillo; una mujer de
luto que va en busca del cadáver de su hijo muerto en las
calicheras; un grupo de gitanos alborotadores; una niña de
doce años cuya vida cambia en el transcurso del viaje; una
pareja de enamorados que no concibe el mundo si no es
para estar unidos en un beso interminable; un enano
charlatán en busca de su circo, y otros personajes cuyas
vidas precarias van rodando en el silencio cósmico del
desierto más triste del mundo, por donde cruza, como un
espectro de fierro, el tren Longitudinal Norte, el Longino”.
HERNÁN RIVERA LETELIER: “Los trenes se van al purgatorio”
“El tren, gran protagonista
y «última cuota de
romanticismo del siglo»,
cruza la pampa salitrera en
un irreal itinerario por las
abandonadas estaciones
del desierto de Atacama,
esa cantera inagotable de
«casos» y de historias.
Durante los cuatro días y
cuatro noches de viaje, al
ritmo de ese traqueteo que
ya avanza, ya se detiene,
ya confunde la dirección
(tanto que a veces no se
sabe si la locomotora
apunta hacia el sur o hacia
el norte), conviven viajeros
de toda laya y clase: un
acordeonista perseguido
por el fantasma de la
mujer amada;
“En mi caso hacer el equipaje es toda una batalla, tengo pocas cosas pero
mal definidas, hasta el punto que desconozco qué poseo en realidad, tan
solo sé que algunas pertenencias son ligeras y ovaladas pero éstas a
veces se alargan inesperadamente hasta romperse y vaciarse por
completo. Otras en cambio son pesadas y con solo pensar en ellas
modifican su forma, estorban por todas partes, me tropiezo con ellas,
tengo las piernas llenas de hematomas, algún día van a lograr que me
caiga y me dé un mal golpe.
Hay incluso algunas cuya existencia es dudosa, a menudo ignoro si
pertenecen al pasado, al presente o tan solo al universo de mis sueños.
Así que no es extraño que a la hora de hacer las maletas nunca sepa si
voy a tardar mucho o poco, son tantas las conjeturas, las hipótesis... La
sucesión de enigmas me rompe los nervios, me fatiga en extremo, me
deja sin fuerzas para nada. Y claro, en esas circunstancias siempre acabo
anulando mis viajes.” JULIA OTXOA, “Maletas”
“Al bajar en la estación ferroviaria, el viajero confía a un cargador su
equipaje. Incapaz, de distinguir entre lo necesario y lo superfluo,
acostumbra viajar con una sucesión de maletas. En ellas se apilan las
ropas más contrastantes y los objetos más dispares y hasta los retratos
escogidos para despertar nostalgias, y las postales pálidas que ya no
tienen el poder de evocar los viajes perdidos.
Una vez desembarcado, se desembaraza ligeramente de los cuidados
que lo mantuvieron alerta durante el viaje, y por un momento se siente
aliviado y listo para nuevas aventuras.
(…) Mi reino es el exceso, ese rival incomparable del rigor y la medida.
Con todo, cada vez que desembarco, encuentro siempre, esperándome,
el cargador solicito que se inclina delante de mí y, para mi alivio, se
apodera obsequiosamente de mis metáforas ociosas y me asegura esa
libertad provisoria que, siendo igual a la pobreza y a las privaciones, es
la única que vale la pena ser sufrida.” LEDO IVO: “El desembarque”
“Quiero convertirla en un icono de nuestro tiempo. Nunca se ha viajado
tanto como ahora, y la maleta simboliza ese movimiento, ese ir nómada de
un sitio a otro” CRISTÓBAL TORAL
CRISTOBAL TORAL: “Composición con equipaje”, 2001
“Dentro de las maletas hay un contenido
enorme, una presencia de la ausencia. En
la nave de al lado de este estudio tengo
cientos de ellas y cada vez que entro me
emociono. Pienso en las personas que
han podido tener ese equipaje, qué han
llevado dentro, dónde han estado”. El
viaje está dentro de la maleta. “El viaje,
al fin y al cabo, es una trayectoria. Todos
venimos de algún sitio y a otro sitio nos
estamos yendo”. CRISTÓBAL TORAL
CRISTOBAL TORAL: “La aduana”, 1972
CRISTÓBAL TORAL: “Los emigrantes”, 1975
A VECES LA VIDA CABE EN UNA MALETA...
“No hay viaje sin que se crucen fronteras -políticas, lingüísticas,
sociales, psicológicas, también las invisibles que separan un barrio de
otro en la misma ciudad, las existentes entre las personas, las
tortuosas que en nuestros infiernos nos cierran el paso-. Traspasar las
fronteras; también amarlas -por cuanto definen una realidad, una
individualidad, le dan cuerpo salvándola así de lo indistinto- pero sin
idolatrarlas, sin hacer de ellas ídolos que exigen sacrificios de sangre.
Saberlas flexibles, provisionales y perecederas como un cuerpo
humano, y por ello dignas de ser amadas; mortales en el sentido de
que, al igual que los viajeros, están sujetas a la muerte, y no ocasión y
causa de muerte como lo han sido y lo son tantas veces. Viajar no
quiere decir solamente ir al otro lado de la frontera, sino también
descubrir que siempre se está en el otro lado”
CLAUDIO MAGRÍS: “El infinito viajar”
CRISTOBAL TORAL: “La partida”, 1975
“Volví de aquel viaje siendo
otro. No digo distinto, no:
otro. Lo noté nada más llegar.
Me extrañó que nadie más se
diera cuenta. Mi familia, mis
amigos me trataban como
siempre, y yo pensaba: «Pero,
idiotas, ¿no veis que no soy
yo?». También ellos me
resultaban extraños y me fui
distanciando. El trabajo se me
hacía pesado, y mis antiguas
diversiones me aburrían.
Un día recibí una postal:
«Tienes que volver». Era mi
letra. Cogí las pocas cosas que
identifiqué como mías y subí
al tren. Conforme pasan los
kilómetros, voy reconociendo
mi rostro en el cristal.” PEDRO
ZABALZA LÓPEZ, “Otro”
PIPPO RIZZO: “Il Nomada”, 1929
“Los trenes me han hecho libre. De no ser por ellos, ¿qué hubiese sido yo en este
mundo?: un insecto casero, una larva burocrática, y, en el mejor de los casos, el
dueño de una tienda de pueblo, una especie de hombre-oruga que se levanta por
la mañana, trabaja ocho o nueve horas y por la tarde, con las fuerzas que le
quedan, cierra la tienda. Y cuando vuelve a casa, ¿qué se encuentra?: una mujer
gruñona, un hijo ingrato y un montón de facturas. Detesto esas madrigueras
oscuras llamadas casas. Cuando me subo a un tren, al instante me elevo sobre las
alas del viento.
El tren es pesado y torpe por naturaleza, pero no siempre. En los terrenos
abiertos, cuando toma velocidad, cambia de cara, se libera de su peso y vuela.
Por las noches ese vuelo tiene un sabor especial. Duermes de otra forma. Durante
los primeros años ese vuelo me producía vértigo, presión en el pecho y temor.
Hoy entro en el tren como quien vuelve a casa. Si la cafetería es cómoda me
quedó allí, y si no lo es busco un asiento junto a la ventanilla. Los vagones vacíos
me divierten. Pensar que estoy solo en un vagón me causa un extraño placer”
AARON APPELFELD: “Vía férrea”
(...) "Yo soy ese viajero. Desde la infancia aprendí a
retener y guardar, y traigo siempre conmigo una
multitud de paisajes y recuerdos, el rumor del mar
lejano, el olor de las hortalizas en el mercado sitiado por
la tarde, el grito de éxtasis que se detuvo en la oscuridad
como un pájaro. Incluso un guijarro blancuzco que un día
encontré en la playa acostumbra acompañarme: por
motivos inexplicables, no lo dispenso.
Tengo demasiadas maletas en este viaje, baúles llenos de
palabras y frases, imágenes y metáforas, símbolos y
alegorías." IVO LEDO: "El desembarque"
Los cuadros de
Eduardo Úrculo
muestran una
riqueza
cromática
acentuada por
sus dimensiones.
En su iconografía
destacan
paraguas,
sombreros,
hombres
solitarios
siempre de
espaldas y las
maletas que se
convierten en
una de sus
imágenes
favoritas.
EDUARDO ÚRCULO: “El descubrimiento”, 1992
EDUARDO URCULO: “El nuevo mundo”, 1992
La vida como un tren se detendrá
y arrastraré conmigo entonces
la maleta de la historia.
Irán dobladas dentro las caricias,
los libros que cerré para atenderte
y el agua jabonosa de unos platos.
También toda la risa
y algunos biberones.
Viajero mientras tanto esta mañana,
si pienso mi distancia hasta el andén
hay solo un pensamiento que me aterra:
tener llena de mi sus dimensiones
al término del viaje.
Que no haya amor que abulte su cuadrado.
JESÚS MONTIEL
La maleta
E. ÚRCULO: “El regreso de Williams Arrensberg”, 1993
JACK VETTRIANO: “Extraños pasajeros”, 1951
JACK VETTRIANO: “The Drifter”, 1951
“Viajar, pues, tiene que ver con la muerte, como bien sabían Baudelaire o Gadda, pero
también es diferir la muerte, aplazar lo máximo posible la llegada, el encuentro con lo
esencial, tal como el prefacio difiere la verdadera lectura, el momento del balance
definitivo y del juicio. Viajar no para llegar sino por viajar, para llegar lo más tarde
posible, para no llegar posiblemente nunca.
Viajar sintiéndose siempre, a un tiempo, en lo desconocido y en casa, pero a sabiendas
de que no se tiene, no se posee una casa. Quien viaja es siempre un callejeador, un
extranjero, un huésped; duerme en habitaciones que antes y después de él albergarán
a desconocidos, no posee la almohada en la que apoya la cabeza ni el techo que le
resguarda. Y así comprende que nunca se puede poseer verdaderamente una casa, un
espacio recortado en el infinito del universo, sino tan solo detenerse en ella, por una
noche o durante toda la vida, con respeto y gratitud
En el viaje, desconocidos entre gente desconocida, aprendemos en sentido fuerte a no
ser Nadie, comprendemos concretamente que no somos Nadie. Y precisamente, en un
lugar querido que se ha trocado casi físicamente en una parte o una prolongación de la
propia persona, esto permite decir, haciéndole eco a don Quijote: “aquí yo sé quién
soy”. El suyo es uno de los grandes libros en los que el viaje aparece cual odisea o
metáfora del viaje a través de la vida. Toda odisea pone el punto interrogativo en la
posibilidad de atravesar el mundo haciendo de ello una experiencia real y formando
así la propia personalidad”. CLAUDIO MAGRÍS: “El infinito viajar”
JACK VETTRIANO: “Drifters”, 1951
Deja ya de mirar la arquitectura
del Barrio Blanco, piedras y ciprés,
deja el ladrillo, el humo, los semáforos.
Vamos a tomar el tren.
Dejemos la ciudad, sus calles locas,
sus muchedumbres de árida piel,
dejemos los periódicos usados.
Vamos a tomar el tren.
La vía va directamente al campo:
cimas azules, flores de papel,
aldeas con un triste campanario.
Vamos a tomar el tren.
Seguiremos el río suavemente,
cruzaremos un puente de través,
atravesando campos de violeta.
Vamos a tomar el tren.
Llegaremos al filo de la noche,
la estación terminal tiene un andén
alegre y bullicioso y reluciente.
Vamos a tomar el tren.
BLAS DE OTERO
VAMOS A TOMAR EL TREN
”Desde la Odisea, viaje y literatura aparecen estrechamente unidos; una
análoga exploración, deconstrucción e identificación del mundo y del yo. La
escritura sigue con la mudanza, empaqueta y deshace, arregla, desplaza vacíos
y bultos, descubre -¿inventa?, ¿encuentra?- elementos que se le escapan al
Inventario e incluso a la percepción real, como si los pusiera bajo una lupa.
Hay lugares que fascinan porque parecen radicalmente diferentes y otros que
encantan porque, ya la primera vez, resultan familiares, casi un lugar natal.
Conocer es a menudo, platónicamente, reconocer, es el brote de algo acaso
ignorado hasta ese momento pero asumido como propio. Para ver un lugar es
preciso volver a verlo. Lo conocido y lo familiar, continuamente redescubiertos
y enriquecidos, son la premisa del encuentro, la seducción y la aventura; la
vigésima o centésima vez que se habla con un amigo o se hace el amor con
una persona amada son infinitamente más...
CLAUDIO MAGRÍS: “El infinito viajar”
JOSÉ ANTONIO DE BRAN: “Viajeros al tren”, 2017
KENTON NELSON: “Week of Days”, 2018
“El viajar en tren excitaba mi imaginación y, por lo general me daba la soledad
necesaria para poner en orden y escribir mis ideas. Viajaba fácilmente en dos
direcciones, a lo largo de los raíles, mientras Asia iba desfilando por la
ventanilla, y en el interior de un mundo interior, el mundo de la memoria y el
lenguaje. No puedo imaginar una combinación mejor.
(...) Pero no sabe (¿cómo podría saberlo?) que las escenas que se suceden a
través de la ventanilla del tren, desde la Victoria Station hasta Tokyo Central,
no es nada comparado con el cambio que se opera en sí mismo, y que escribir
sobre viajes, que al comienzo resulta sin duda divertido, pasa de ser
periodismo a ser ficción y llega, casi con la misma rapidez que el uKodama
Eco”, a convertirse en autobiografía. Desde ahí cualquier viaje ulterior va en
línea recta hacia la confesión, hacia un desconcertante monólogo en un bazar
desierto. La habitación impersonal de un hotel en una ciudad extraña,
pensaba yo, lo empuja a uno hacia la confesión.”
PAUL THEROUX: “En el Gallo de Hierro. Viajes en tren por China”
KENTON NELSON:“Awaiting a return”
Una mujer está esperando en el andén
de una estación vacía.
Detrás quedan
los montes, una mugrienta torre
de cemento, unos lienzos
de muro con graffitis,
las luces tristes de los corralones.
Hay un reloj parado
interceptando el tiempo desde la marquesina
y unos bultos de bruma
se hacinan en los bordes del silencio.
Esa mujer no espera a nadie.
Tiene la piel como investida
de herrumbre ferroviaria v por su rostro
corre una lenta arruga
que remeda el perfil de la inclemencia.
Ya nunca podrá irse
porque no sabe nadie que está aquí.
JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD
VIA MUERTA
MANET: “El ferrocarril”, 1872-73
JACK VETTRIANO, “Railway Station Blues”1996
PAUL DELVAUX: “Tren de la tarde”, 1957
“El tren empieza a moverse. Se va
evaporando esa somnolencia que todos
sentisteis al ocupar los asientos, efecto de la
desazón de ir al frente, recién reclutados, en
una guerra interminable donde es habitual
la pérdida de un vecino, de un amigo o de
un familiar. Parece que en el andén hay
mucha gente que ha venido a despediros,
pero tú sigues sentado: estás demasiado
lejos de tu pueblo como para que alguien
pueda conocerte y no tienes ganas de ver a
nadie. Entonces los compañeros te avisan:
“Oye, una mujer grita tu nombre”. Te
asomas a la ventanilla y ves acercarse a una
vieja desconocida y estrafalaria, que corre
animosa voceando un nombre como el tuyo
mientras agita un largo paño blanco. “¿Es tu
abuela?” te preguntan. De repente, esa vieja
vocinglera te aterroriza. “No la conozco, no
sé a quién busca, dejadme en paz”,
respondes y vuelves a tu asiento, esperando
que el tren te aleje de ella, cada vez más
temeroso de que nunca puedas regresar a tu
casa”. JOSÉ MARÍA MERINO: “La despedida”TATSURO KIUCHI, 2013
Yo era un vagón repleto de viajeros
que dormían, hablaban por teléfono,
charlaban de sus cosas o callaban,
leían en sus libros, o en los ojos
ajenos que miraban el paisaje, sus
sueños
pasajeros, su vida, dónde estamos
decían, preguntaban
que cuándo llegarían,
que adónde iban, si faltaba mucho.
Llovía y apoyaban la cabeza
en mis ojos, llorosas ventanillas
donde volaban casas, campos, nubes,
olivos y cipreses, estaciones
que mi prisa ignoró, donde
esperaban
en un andén fugaz otros viajeros
mirándome asombrados como a su
propia vida
que pasaba de largo y los dejaba
envueltos en el viento de mi
velocidad.
Yo nunca supe adónde estaba yendo.
No le es dado a un humilde vagón, al
parecer, arrastrado entre otros por la
máquina,
decidir, ni siquiera conocer, su
destino.
Yo oía en mi interior voces viajando,
el trino de un teléfono que nadie
respondía,
los pasos vacilantes de quienes me
cruzaban
buscando el bar adentro, los suspiros,
el mar gris que respiran los dormidos,
niños llorando, quejas, pocas risas.
Un día amanecí y abrí los ojos.
Estaba detenido en un apeadero
abandonado.
Golondrinas y alergias y murciélagos
anidaban en mí. Me quedé quieto
soñando con países y paisajes
que ya no atravesaba. Allí temí
que mi destino fuera la chatarra, el
desuso,
ser pasto de la hierba sobre una vía
muerta.
Me horadó el viento. Me herrumbró
la lluvia.
El sol sembró de ortigas mis asientos,
de líquenes mi lomo, mis cristales
de hiedra seca, mi pasión de polvo.
Y volví a ser, de nuevo y al fin,
naturaleza.
Fue entonces cuando tú llegaste a mí.
Debió llamarte la atención mi ruina.
Me abriste. Te adentraste en mi
pasillo dudando y asustada,
preguntándote nadie.
qué había sido de mí que tan
dejado
me encontrabas, tan solo, tan de
Pero la maravilla venció al miedo
y yo eché a andar, crujiéndome los
huesos,
rumbo a cualquier lugar donde
nosotros quisiéramos decir: ya
hemos llegado.
Ahora viajas en mí, me habitas,
miras
tus ojos en los míos, ventanillas
que cada noche te serán espejos.
Y yo vuelo cubierto de maleza, y el
viento
se conmueve de vernos perdidos y
felices
por las venas del mundo.
He atravesado puentes y países,
peligros, años, campos de batallas
para llegar a ti, solo, desierto.
Se hace de noche sobre mí. Se
encienden
mis ventanas en medio de lo
oscuro.
Sentada en mi interior duermes o
lees
o llamas por teléfono o preguntas
a nadie qué hora es, adónde
vamos, qué va a ser de nosotros.
Y suspiras
JUAN VICENTE PIQUERAS
Tren tuyo
JOAQUÍN TORRES GARCÍA: “Estación”, 1946
JACK VETRIANO: “Back Where You Belong”, 1996
NORMAN ROCKWELL: “Christmas-homecoming”, The Saturday Evening Post, 1948
ALEX COLVILLE: “Soldado y muchacha en estación”, 1953
Te espero en el andén. Sobre las siete
me voy, y la lejanía no quisiera.
Soy un soldado más. ¡Oh, si tuviera
la forma de tus labios por billete!
No tengo barandal que me sujete
el alma, y al asiento de tercera
la doy cada botón de mi guerrera
después que tu pasión vuelva y
apriete.
Tu seno de alto mar como equipaje
corona redondez hacia mi herida
centrando levemente una amapola.
Yo, solo en este Abril, cruzo el paisaje
amargo de tu amor, cuando la vida
me tiende con la arena y con la ola.
RAFAEL INGLADA
TE ESPERO EN EL ANDÉN
NORMAN ROCWELL: “Breaking Home Ties”, 1954
“Se le pasó la vida en la estación: vagones destemplados, cafés fríos,
periódicos de ayer. Para ese viaje, piensas, no hacían falta alforjas. ¿Qué
esperaba? Un tren que nunca llega, buen embuste, todos los trenes llegan y
se van y regresan para que tú los veas regresar y perderse, perderse y
regresar a la Estación del Norte, tu estación, su estación, vuestra estación.
(…) El tiempo. Ese tiempo que pasa como pasan los trenes que se van,
como pasan los trenes que regresan y que nunca se quedan.
(…) En el tren se leía y muchas veces se olvidaban los libros sin querer o
queriendo, de grado o a la fuerza o por si acaso, disimuladamente cuando
se oían los pasos del interventor o temblando de miedo si al secreta de
turno le daba por luchar contra la hidra soviética que viajaba en el tren
como un Allien, como un letal octavo pasajero con billete.
JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA SOTA: “La biblioteca férrea”
SALLY STORCH: “Lost Pocketbook, Night Train”, 2005
El tren dejaba atrás algunas estaciones
para que no salieras del sueño bruscamente.
Yo leía a Walt Whitman
y pasaba las páginas con el mismo silencio
con que se pone el sol
o se para de pronto mientras caen
las murallas de espuma de la noche.
No se si respirabas
porque a veces dormida parece que has cruzado
la frontera inaudible de la luz.
En el pasillo andaban de puntillas
los otros pasajeros y la muerte.
No hubo una voz de Dios que al fin te despertase.
Sólo un chirrido breve al correr las cortinas
que abandonó la niebla de París en tus ojos.
No te hiciste mirada hasta después
de que el tren se ovillase
Como un gato cansado en el olvido.
JESÚS AGUADO
SALLY STORCH: “Tren del noroeste al atardecer”, 2005
NIGEL-VAN-WIECK: “Sunday night return”, 2013
“A través de las ventanillas del tren contemplaban las casas y las casas les
devolvían sus miradas. Uno de los aspectos desconcertantes de un viaje en tren
consiste en que las viviendas próximas a las vías parecen estar de espaldas al
viajero: ves entradas de servicio, desaguaderos, cocinas y coladas. De todos
modos, son más reveladores que pórticos y jardines. Lo deprimente sobre los
suburbios londinenses no es su aspecto sórdido, sino que además parecen
eternos. Alivia mirar el interior de esas casas y ver las vidas que se viven: el
hombre que pinta el cuarto de baño, la mujer que da de comer al gato, la chica
que se cepilla el pelo en el piso de arriba, el niño que sintoniza la radio, la vieja
con la nariz metida en el Express. Está mal pasar en tren y no desearles suerte.
Ignoran que los escudriñan. Una de las paradojas del ferrocarril es que los
pasajeros ven a la gente de las casas, pero ésta ni siquiera distingue a los
viajeros.” PAUL THEROUX: “En el Gallo de Hierro. Viajes en tren por China”
La vida, por si sola, no hasta,
como no basta una ciudad,
de la que conservamos al final
una idea aproximada.
Una estación, cualquier estación,
no es suficiente.
Necesita un tren al que se acceda
entre otros pasajeros,
anónimos y fugaces.
Necesita la imagen de un andén
ya en desuso.
Las vías muertas que, tal vez,
funcionen de nuevo
si alguien como tú las observa.
Un reloj marca la hora v no lo vemos.
Para saber del tiempo basta con la
puntualidad
de un autobús que llega del norte.
La miseria cotidiana, te dices,
desaparece al encontrarte en él
mientras inicia nuevamente su marcha.
En un letrero que parpadea,
desde la plataforma número tres,
puedes leer el nombre de varias ciudades.
Tomas una al vuelo.
Jerusalem.
Te viene a la memoria una definición
y la recitas en bajo: ese es el lugar
en donde todos recuerdan haber olvidado
algo.
Dices: estoy donde no debería estar,
pero ocurre que es agosto en todo el
mundo
Y las tres en Vecchiano.
Sin embargo, no has bajado al andén
para emprender ningún viaje.
Has bajado por el placer que te suscita
la espera,
como si en alguno de esos autobuses
viniera también alguien familiar.
Detenido, observas a la gente.
A los que aguardan
con un motivo que desconoces.
A los que cargan sus mochilas
y comienzan a despedirse.
A quien regresa después de un día
de trabajo
o al que ya no volverá al lugar desde
el que parte.
Frente a ellos se extiende aquel atlas De
Agostini.
La inconstante medida de los países.
Los nombres que varían según una
frontera.
Un universo, pequeño e infranqueable,
capaz de resumirse en unas pocas imágenes:
Coliseo, Torre Eiffel, una pagoda (de
Tokio),
puerto de Singapur, Torre de Londres.
Cuando llegues allí por primera vez
sabrás que, en realidad, tan solo has
regresado.
La vida no basta,
como no basta una ciudad.
Conviene buscar ese lugar,
casi remoto,
donde parezca que se ha empezado de
nuevo
ALEX CHICO
“Definición del
viaje”
BRUNO CATALANO: Le destin du voyageur II
BRUNO CATALANO, artista francés
cuyas obras escultóricas destacan por
su originalidad. Entre ellas sobresale
la serie formada por varias esculturas
de bronce de viajeros de tamaño real,
sosteniendo maletas, mochilas o
bolsos, con miradas fijas hacia lo que
parece ser un destino desconocido.
En estas obras dominan sugerentes
huecos. Se trata del “vacío activo”
que puede prestarse a diversas
interpretaciones haciendo que el
espectador forme parte activa en la
obra y la complete.
“En mi trabajo, voy siempre en busca
del movimiento y de la expresión de los
sentimientos, saco de la inercia la
forma y la cera para darles vida. Yo
mismo, proviniendo de Marruecos,
llevé estas maletas llenas de recuerdos
que tantas veces represento. No
contienen sólo imágenes sino todo lo
vivido, los deseos: mis raíces en
movimiento.” BRUNO CATALANO
“La Famille de Voyageurs” , 2013
BRUNO CATALANO: “Les voyageurs"
” Una maleta, un hombre. Él la agarra y se lanza
hacia lo desconocido. Un viaje voluntario a un
horizonte que abraza y se antoja infinito, o un
viaje forzado, forzado por el exilio y el
sufrimiento, a la búsqueda de la libertad y
guiado por la supervivencia.
‘El viajero’ de Bruno Catalano es ese hombre
abandonado a sí mismo, un hombre impulsado
hacia la infinitud del tiempo y el espacio. Su
casa no es más que una maleta y su ser,
progresivamente, va poco a poco despojándose
de todo lo que creía necesario, de todo su ‘yo’
tan hábilmente construido por nuestras
sociedades. Ya no es ‘el hombre de un mundo’
sino ‘el hombre en el mundo’, aún con su bagaje
cultural pero que se ha vuelto frágil ante la
inmensidad. Su aventura no estará exenta de
daño.
Un hombre desfragmentado, desestabilizado,
despojado de sus señas de identidad, que
camina hacia su salvación y su pérdida, a un
mismo tiempo. Ahora tendrá que reinventarse.
Este viajero escapa de sí mismo, para
encontrarse con su tierra desconocida.“
ANNE MAÎTRE
BRUNO CATALANO: “Le Grand Van Gogh”
“… EL HOMBRE DEL MUNDO,
QUE AUN ESTANDO REPLETO DE
CULTURA SE HA VUELTO FRÁGIL
EN LA INMENSIDAD.
ESTE VIAJERO SE ESCAPA DE SÍ
MISMO PARA ENCONTRAR SU
TIERRA DESCONOCIDA”.
BRUNO CATALANO
Aventurarse a ser otro junto a los otros.
agradecer la vida en lenguas luminosas y
extrañas como el Tiempo,
que ha de dejarnos pronto
en el último andén, y ya sin equipaje.
JUAN MANUEL ROMERO
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El tren en el arte

  • 1.
  • 2. 1.- REVOLUCIÓN INDUSTRIAL: APARECE LA MÁQUINA DE HIERRO 2.- EL IMPACTO DEL FERROCARRIL 3.- EL ARTE FASCINADO POR LA MÁQUINA 4.- EL TREN, UN LUGAR PARA LA EMOCIÓN 5.- EL TREN EN LOS CARTELES Y EN LA FOTOGRAFÍA 6.- VIAJEROS AL TREN: soledades, encuentros, despedidas… EL TREN COMO SÍMBOLO DE LA VIDA: ORIGEN, TRAYECTO Y DESTINO
  • 3. Grabados originales de la locomotora de vapor inventada por Stephenson en 1825 A lo largo de la historia se realizaron diversos tipos de transporte por tracción animal sobre raíles de madera, pero la verdadera revolución del transporte no se produce hasta finales del siglo XVIII y el siglo XIX, a partir de una serie de innovaciones entre las que destaca la sustitución de los raíles de madera por los de hierro y la aplicación, por parte de George Stephenson, de la máquina de vapor (inventada por Watt en 1770) a la locomotora. La primera línea ferroviaria se llevó a cabo entre Liverpool y Manchester, en 1830. La reacción de la sociedad ante el nuevo invento fue de enorme escepticismo. A través de los medios de comunicación se manifestaba la desconfianza de un fenómeno que transformaría para siempre la vida.
  • 4. “Los caminos de hierro reemplazarán pronto a los demás medios de transporte, y servirán lo mismo para el rey que para el último de sus vasallos. No está lejos el tiempo en que será más ventajoso para el operario ir a su trabajo en tren que marchar a pie. Habrá dificultades, pero tú verás con tus ojos, hijo mío, lo que estoy ahora prediciendo. Estoy de ello tan seguro como de que estamos vivos”. “No vale la pena ocuparse de los visionarios que pretenden reemplazar las diligencias. ¿Hay algo más absurdo y ridículo que decir que una locomotora nos hará viajar el doble de rápido que una diligencia? Si alguien quisiera viajar tan velozmente, más vale ponerlo en la boca de un cañón y lanzarlo así de una comarca a otra…”. “¿Será capaz el ser humano de resistir tanta velocidad?” Stephenson estaba seguro del futuro que esperaba al mundo con la utilización del ferrocarril. Su invento había llegado para quedarse. Así se lo describía a su hijo:
  • 5. El ferrocarril es la punta de lanza en la revolución de los transportes. Comienzan a investigarse nuevos medios de locomoción… y llegarán el barco de vapor, el automóvil, el avión… que ya formarán parte de las vivencias cotidianas de los ciudadanos y no dejarán de perfeccionarse. Nada será igual para el ser humano, nada será igual para el arte. La máquina se incorpora a su universo creativo. La máquina se convierte en objeto de representación artística. El cine, la fotografía, las artes plásticas, la música y la literatura convertirán al tren en protagonista de sus obras...
  • 6. LOS HERMANOS LUMIÈRE inmortalizaron el momento histórico con “La llegada del tren a la ciudad“. En enero de 1896, en una de las primeras sesiones cinematográficas de los hermanos Lumière en un café parisino, el público se levantó aterrorizado de sus sillas ante la visión de una enorme locomotora aproximándose de manera inexorable hasta los límites de la pantalla. El ferrocarril se convirtió en un escenario icónico para el cine. Lugar ideal para el despliegue de un enorme caudal de sentimientos. Despedidas, encuentros y desencuentros, misterios, soledades, alegrías y tristezas. Toda la vida cabía en un tren. Toda la historia se podía reflejar a través de sus pasillos, de sus ventanillas, dentro de sus departamentos… un lugar donde todo era posible.
  • 7. LUIS BAGUÉ QUÍLEZ LLEGADA DE UN TREN A LA ESTACION DE I.A CIOTAT Algunos asistentes, vacíos por completo de sentido real y ficcional, huían en desbandada por el salón Indien, haciendo caso omiso a las teorías de Comte, al evolucionismo v al modelo de la ciencia futura. Un tren de celuloide llegaba a la estación de la pantalla para imprimir la vida a una velocidad —dieciséis fotogramas por segundo- encadenada al ritmo de los tiempos modernos: el compás 2x4 del vistazo y el latido sinfónico de la contemplación. Aquel plano secuencia reunía la rigidez de una metáfora y el espejismo de un alumbramiento. Un canto elemental al coloso de acero, al gólem con pies planos, al ruido del progreso sobre ruedas y al milagro fecundo del carbono 14. Toda una epifanía la confusión del ojo y de la cámara, docudrama y cinema tente a golpe de intervalos pulsionales. En el andén de La Ciotat los viajeros se mezclan y se agitan, forman un solo cuerpo quienes entran y salen, viven en la aleación perfecta del instante y miran con recelo al objetivo. Son pioneros.
  • 8. “Un sentimiento parecido al que experimentaba cuando, al bañarse, iba a entrar en el agua, se apoderó de ella y se persignó. (…) No apartaba la vista del segundo vagón, que, por momentos, se acercaba. Y en el preciso instante en el que ante ella pasaban las ruedas delanteras, Ana lanzó lejos de sí su saquito de viaje y, encogiendo la cabeza entre los hombros, se tiró bajo el vagón”. LEON TOLSTOI: “Ana Karenina”, 1877 La imagen del tren marca el comienzo y el final de la historia de Ana Karenina. El tren estaba vinculado al amor y a la muerte.
  • 9.
  • 10. El diseño de carteles de información y propaganda de las diferentes rutas del ferrocarril se convierten a menudo en sugerentes obras de arte llenas de color y expresividad. Diseñadores gráficos y pintores adquieren fama y prestigio a través de estos reclamos publicitarios de gran calidad. Entre ellos destacan PROHASKA, RAY, PIERRE FIX-MASSEAU y, sobre todo A.M. CASSANDRE Pierre Fix-Masseau: “Exactitude”, 1932
  • 11. La aparición del ferrocarril revoluciona la vida, cambia las relaciones económicas, modifica las costumbres y abre la humanidad a un mundo nuevo y cada vez más globalizado. Todo tipo de interconexiones surgen con el nuevo medio de transporte que nace paralelo a la revolución industrial: los intercambios comerciales se agilizan, el mundo rural y el urbano se acercan y surge la pasión viajera. PROHASKA, RAY (1901-1981) New York To Chicago Overniht-New York Central Syst. (1941)
  • 12.
  • 13. A. M. Cassandre: “Nord Expres”, 1927 A. M. Cassandre: “Nord Express”, 1925 "Diseñar un póster significa resolver un problema técnico y comercial... en un lenguaje que pueda ser comprendido por el hombre común". Adolphe Jean-Marie Mouron conocido como A. M. Cassandre
  • 14. Al arte le fascinó el ferrocarril. Era una metáfora de la vida… y estimulaba la imaginación de los artistas que ampliaron su mundo de imágenes, de palabras, de sensaciones y de vida.
  • 15. Cassandre: “Cartel de Pullman de Etoile Du Nord ”, 927 Adolphe Mouron Cassandre artista nacido en Ucrania en 1901. Diseñador de carteles y teatros, litógrafo, pintor y creador de tipos de letra, uno de los artistas comerciales más importantes del siglo XX. Amigo y admirador de Balthus y De Chirico. Combinó las ideas de los movimientos vanguardistas contemporáneos como el cubismo, el surrealismo y la Nueva objetividad con las exigencias del arte comercial. Realizó una serie de carteles a principios del siglo XX que influirán en el arte publicitario. Adquirió un enorme prestigio que le permitió crear su propia agencia de publicidad. Diseñó carteles icónicos de viajes publicitarios para la conocida compañía de viajes, Compagnie Internationale des "Wagons-Lits", como 'Étoile du Nord' y 'Nord Express' ambos en 1927 y 'Restaurez-vous au Wagon-Bar' en 1932.
  • 16. NORMAN FRASER: “Canadian Pacific”, 1937 M.KUNGL: “Midnight Zephyr”, 1999
  • 17. Los trenes no esperan, se marchan, seducen a su paso pompas de aire tenebroso con algún silbido prolongado como un hilo de saliva Los trenes se marchan a horas extrañas con un no sé qué de sabor a anginas y a café posado... Es inútil esperar en los andenes porque entonces los trenes no pasan... Los trenes solo pasan cuando no se los espera, y nos sorprenden: hay que agarrarse a los trenes con las uñas cuando pasan por delante, aunque te den la espalda, hay que montarse en marcha porque los trenes no paran, eres tú el que estás parado con la maleta cerrada, eres tú y tu intuición y el silbido: afinar la vista, oler su llegada, saltar a lomos de la conquista sin parar en todas las estaciones. LEOPOLDO ALAS LOS ANDENES Japón. Cartel de la compañía ferroviaria de 1920
  • 18. TOM PURVIS: “ The Coronation crossing The Royal border bridge”, 1937 Tom Purvis, ilustrador trabajó a favor de la profesionalización del arte comercial. Se convirtió en uno de los primeros diseñadores reales de la industria en 1936. Cartel producido en 1937 para promocionar el tren de alta velocidad del Servicio de la Corona
  • 19. Fotógrafos de prestigio se dejaron seducir por la vitalidad y el simbolismo que el ferrocarril aportaba a la vida y dejaron su impronta a través de imágenes únicas que han pasado a formar parte del patrimonio fotográfico. No hay que olvidar que el inicio de la fotografía creció paralelo al desarrollo del ferrocarril. Ambos inventos fueron testimonio del comienzo de una nueva era. Hasta la actualidad no han dejado de perfeccionarse.
  • 20. En todos los trenes del mundo, en todos los largos vagones de los trenes del mundo, hay un niño que salta y que se ríe. Hay un niño que no sabe contar las millas, ni entiende el reló todavía, que ignora los nombres geográficos y salta y se ríe, y se duerme a ratos, y se despierta, todo gozoso de ir en el tren. Y sin saber adonde, sin importarle adonde, en el tren por ir en el tren, porque siempre se llega a algo, Y tendrá donde dormir, PEDRO SALINAS
  • 21. ALFRED STIEGLITZ: “The hand of man”, 1903
  • 22. O. WINSTON LINK: The Birmingham Special crosses Bridge 201. Near Radford, Virginia, December 17, 1957
  • 23.
  • 24. “China se había convertido en un sitio distinto y cambiaba de un día para otro. Gene sabía de qué hablaba: desde 1972 había viajado 109 veces a China en su condición de abogado... uno de los nuevos taipan. En esta ocasión decidí ir en primavera. Se decía que también sería una nueva estación en todos los demás sentidos. Me repetía para mis adentros: gente nueva, nuevos escenarios... aire fresco y el placer del anonimato. Existían dos modos de hacerlo: al estilo del poeta inglés Philip Larkin, quien decía: «No me molestaría ver China si pudiera volver el mismo día», o mediante la inmersión total. Mi plan consistía en tomar el tren en Londres, ir a París, seguir rodando, poner rumbo a Alemania y Polonia, hacer tal vez un alto en Moscú, coger el transiberiano, apearme en Irkutsk, subirme al transmongol y pasar el primero de mayo en Ulan Bator. El camino a China se cubría, básicamente, con el tren de Mongolia. Atravesaba lentamente la frente ancha de Asia y luego descendía hasta uno de sus ojos: Pekín. Me parecía que sería relajante llegar a Mongolia por esos medios. Y también me proporcionaría la sensación de haber logrado algo. Leería, tomaría notas. (…) A través de las ventanillas del tren contemplaban las casas y las casas les devolvían sus miradas. Uno de los aspectos desconcertantes de un viaje en tren consiste en que las viviendas próximas a las vías parecen estar de espaldas al viajero: ves entradas de servicio, desaguaderos, cocinas y coladas.” PAUL THEROUX: “En el gallo de hierro”
  • 25. RAFAEL GUILLEN Acudo a los andenes de las viejas estaciones y asisto al desenfreno de los abrazos, a la húmeda intensidad de las miradas. Llegar, partir, no tienen más sentido que el de la ceremonia del encuentro o del adiós. Echan a andar bufando las antiguas locomotoras v en las ventanillas de los vagones se suceden escenas silenciosas cuyo principio y cuyo final jamás conoceré. De madrugada ya, se quedan solos los andenes, v en todos hay un banco de madera y una luz roja al fondo. SAM ABELL: “Hombre en la estación. Painesville, Ohio, 1959 Fotógrafo estadounidense conocido por sus fotografías publicadas en National Geographic.
  • 26. Union Station Chicago, octubre 1922
  • 27. HENRI CARTIER-BRESSON Chicago, 1945 HENRI CARTIER BRESSON, fotógrafo francés considerado por muchos el padre del fotorreportaje. Consideraba fundamental atrapar el instante decisivo, único y significativo, cuando la escena adquiere su máximo sentido expresivo. Sus fotografías, recopiladas en diferentes colecciones (El momento decisivo, El mundo de Henri Cartier-Bresson), se definen por el rigor de su composición, yuxtaposición de elementos y por un sentido estético de la composición derivado de su experiencia en las artes plásticas (se había iniciado en la pintura).
  • 28. GARY MCPARLAND: “Portdown Station, Irlanda del Norte
  • 29. JHON VACHON: “Esperando el tren en Minneápolis. East Dubusque (Illinois), 1940
  • 30. “Fui yo la que no le quiso besar. A Cathy, la más alta de las tres, bellísima con su traje color perla, la sepultaron las bombas. De Anne no recuerdo más que aquellos guantes de encaje robados de un cajón ajeno para despedir a los muchachos y que, solo una hora antes, su sombrero había acabado, como un nenúfar desnortado, en la superficie del Támesis. Pero yo no era de las que calzan zapatos blancos, ni llevaba sombrero. He atesorado esta fotografía durante décadas. Quizás fue el momento más feliz de mi vida. Me casé al acabar la guerra. No con aquel joven, sino con un primo lejano cuya ostensible cojera lo había librado del alistamiento, algo que, sin embargo, no le impidió amasar una fortuna fabricando jabones a partir de grasa de cerdo. Me amó con un amor tierno, infantil, que fui incapaz de corresponder. El hombre al que no besé no me envió postales desde el Pacífico, ni tiñó con su sangre, un junio cualquiera, la arena normanda. Si esto fuera una novela, tal vez, habría sucedido así. Soñé muchas noches con aquella estación, con aquella despedida: él regresaba con el brazo izquierdo en cabestrillo, una cicatriz superficial en la ceja, y yo, por fin, saldaba mi cuenta, le besaba.” MARGARITA LEOZ Deuda Estación de Waterloo Londres 1939
  • 31. “La carretera discurría junto a la vía, y una columna de camiones cargados de sacos de cemento circuló durante un rato casi a la misma velocidad que el interminable tren de mercancías. Los chóferes de los camiones, enfundados en sus capotes militares, no miraban los vagones que corrían a su lado, ni las caras borrosas y pálidas que viajaban en su interior.” DACIA MARAINI: “El tren de la última noche”
  • 32. “No había estación de ferrocarril en aquel pueblo, pero sí un apeadero más allá del río, donde paraban algunos trenes de cercanías, y sólo una vez a la semana el expreso procedente de la capital; después, cuando empezó la guerra, solíamos ver pasar los convoyes militares mientras atrapábamos cangrejos. (…) La noticia revolucionó el pueblo al cabo de unos pocos días. No hubo heridos, pues el tren que descarriló era un pequeño convoy de cuatro vagones que transportaba cemento, pero vinieron dos cabos de la Guardia Civil para inspeccionar las vías. Se agachaban sobre los rieles extendiendo sus capas verdes de reptil alado, y levantaban piedras y objetos minúsculos que examinaban al trasluz. Te las arreglaste para no dejar rastros, así que el accidente fue achacado a una avería, a un desajuste en los raíles, a la devastación inevitable de la guerra.” ELENA ALONSO FRAYLE: “El mal de Troya”
  • 33. “De donde salían al amanecer las vagonetas cargadas de enfermos con dirección al Hospital de las Salinas. Una pequeña y muy antigua locomotora de vivos colores, llevaba, lentamente y con esfuerzo, el largo tren de vagonetas pintadas de blanco con una raya azul celeste en el borde superior, en cada una de las cuales viajaban hasta cinco enfermos cómodamente recostados. A lo largo de la herrumbrosa vía, reventaban las grandes olas en otoño e iban a morir tranquilamente, después de un largo y luminoso rodar por las arenas, en verano. ¡Qué inolvidable visión la de las blancas sábanas que envolvían los cuerpos lastimados en el hediondo aceite de los males, flotando sobre la fresca lejanía de las aguas, como una dicha que desenrolla sus símbolos! Todo el día duraba el viaje de los enfermos. Al caer la tarde y con las primeras luces nocturnas, descendían, entumecidos y quejosos, pero tranquilos ya y purificados, como si hubieran llegado de las más apartadas y vírgenes regiones del agua. El tren volvía por la noche con un ruido de hierros que golpean neciamente, con un escándalo metálico de oxidadas armas en desuso, con un chirrido amargo de cadalso imposible en la soledad marina y lunar. Un gran resplandor se hacía poco rato después, producido por la incineración de las sábanas y vendajes que habían cubierto los cuerpos durante el viaje. El humo subía hasta oscurecer una parte del cielo y”... ALVARO MUTIS: Fragmento
  • 34. Despedida antes de la salida del tren militar que se dirige al frente de Aragón, España, 1936
  • 35. DOROTHEA LANGE: Americanos de ascendencia japonesa evacuados durante la Segunda Guerra Mundial. Woodland, California, 1942
  • 36. (…) Septiembre Times en la estación de la guerra. Korea espera al 160 Regimiento de Infantería con las botas nuevas y una sonrisa california que ignora el desgarro del combate. La tristeza en abrigo y gabardina, a pie de escalerillas, en grupo o en pareja, desea a los héroes un destino con abrazo de vuelta. El amor se resiste a que el tren parta en dos el corazón y las promesas. El cazador de Los Ángeles lo sabe. Frank Q. Brown recorre los andenes en blanco y negro, y dispara a la vida en vuelo que se despide con tacones de novia y perfil de esposa con el miedo enamorado. Todo zozobra, metal y pétalo, en esa mañana MacArthur de los 50. Bocabajo la arena del tiempo suspendido se cobra un beso al revés y empinado. Harry Wilson y Frank Harvey, los tres en la ventana de una trinchera, sujetan en alas a Robert Mayne sobre Gloria, haciendo el amor un instante entre los labios. Cinco años después, al norte del paralelo 38, un campo de arroz amanece en verde jade. Al sur de California As long as I live, llueve Anita O’Day en una Mercury Milano. Ya no existen ángeles en la estación del adiós.” GUILLERMO BUSUTIL: “los ángeles de Corea”
  • 37. Elliot Erwitt: Wyoming, Steam-Train Press, 1954
  • 38. Arnold S. Eagle: “Chatam Square Nueva York”, 1939
  • 39. ARNOLD EAGLE: "Station Interior with Coal Stove, 1936-39" Hay lugares del hombre cuya norma es sugerida por el mito. Gestos consabidos y antiguos, como restos de las formas de Adán en nuestra forma. Nacimientos o muertes, los andenes participan del género. La vida viene, o hay que escoltar su despedida en un tiempo nervioso de rehenes: su pena o alegría es siempre innata. Sin embargo, concurre neutra gente cuyo arte de ser es ilegible. Gente sin equipaje, hombres-rata no esperados por nadie. Más presente a medida que el hombre no es posible. MIGUEL ÁNGEL FERIA VÁZQUEZ Los andenes
  • 41. “Todos los días voy a la pequeña estación de tren a buscar a alguien. Quién es ese alguien, no lo sé. Siempre paso por ahí después de hacer las compras en el mercado. Me siento en una fría banca, pongo la cesta de las compras sobre mis rodillas, y miro abstraídamente hacia los molinetes. Cada vez que llega un tren, una multitud de pasajeros es escupida hacia afuera desde las puertas de los vagones. La muchedumbre avanza en tropel hacia los molinetes, y las personas, todas con la misma cara de enojo, sacan los pases y entregan los boletos. Luego, sin mirar hacia los costados, caminan precipitadamente. Pasan por delante de mi banca, salen hacia la plaza que está frente a la estación, y se van cada uno por su lado. Yo sigo sentada distraídamente. Union Station Chicago, 1960 (…) ¿Pero, a quién diablos espero? No tengo en absoluto una idea clara, solamente una imagen vaga y confusa; sin embargo, continúo esperando. Desde el estallido de la guerra paso por aquí todos los días a la vuelta de las compras y me siento en esta fría banca a esperar. ¿Y si alguien me sonriera y me hablara? ¡Ay, no!, no es usted a quien estoy esperando. Entonces, ¿a quién? ¿Qué espero? ¿Un marido? No. ¿Un novio? No, para nada. ¿Un amigo? De ningún modo. ¿Dinero? Es ridículo. ¿Un fantasma? ¡Ay no, por favor! Algo más apacible y alegre, algo maravilloso. No sé qué. Por ejemplo, algo como la primavera. No, no es eso. Hojas verdes. El mes de mayo. El agua fresca y cristalina fluyendo a través de los campos de trigo. No, tampoco es eso. Ay, y sin embargo sigo esperando, con el corazón palpitante. Las personas pasan unas tras otras delante de mis ojos… Le pido a usted por favor que no me olvide. Por favor no olvide a la chica veinteañera que viene todos los días a la estación y regresa a su casa sintiéndose vacía. Por favor recuérdeme, y no se ría de mí. No voy a decirle el nombre de la estación. Aunque no lo haga, usted me verá algún día.” OSAMU DAZAI: “Esperando”
  • 42. “Este es el último gran tren de vapor que continúa funcionando en África, dejando una estela blanca que sale de su chimenea a lo largo de la vía, una evocadora imagen que nos traslada a otras épocas. Debido a esto, el Outeniqua Choo-Tjoe avanza sosegadamente, como un anciano venerable al que todos ceden el paso”. CANAL VIAJES
  • 43. Adam Magyar es un fotógrafo conceptual mejor conocido por su impresionante serie Urban Flow. En su proyecto más reciente, Stainless, Adam ha enlazado múltiples fotografías de los trenes subterráneos de alta velocidad que capturan impresionantes detalles de los viajeros. Artista de gran originalidad. Observa y profundiza sobre la vida moderna y los hábitos cotidianos. Adam Magyar: “Stanleiss”, Tokio, 2010
  • 44. Cuando el artista belga Georges Remi, “Hergé”, comenzó su carrera de dibujante, hacía poco más de un siglo que el tren había revolucionado la vida cotidiana y se había convertido en parte del paisaje. Tintín usó todo tipo de transportes pero es el andén de una estación de tren donde comienzan muchas de sus aventuras. El potencial gráfico del entorno ferroviario quedó perfectamente plasmado por Hergé. Líneas bien definidas muestran los pasos a nivel, las señalizaciones, los postes telegráficos, puentes y túneles… Los álbumes de Tintín son best- sellers en todo el mundo: desde 1929, las ventas han rebasado los 230 millones de álbumes, en más de 100 idiomas.
  • 45. TATSURO KIUCHI: Ilustración. Japan Railway , 1966 Aunque en principio se graduó en biología, más tarde orientó su actividad profesional hacia la carrera artística después de graduarse con distinción del Art Center College of Design en Pasadena, California. Tatsuro comenzó a ilustrar libros para niños con varias editoriales en los EE. UU. y Japón pero posteriormente diversificó su actividad en trabajos editoriales para revistas, ilustraciones de sobrecubiertas y comisiones publicitarias. TATSURO KIUCHI (Tokio, Japón 1966)
  • 46. CESLOVAS CESNAKEVICIUS: “Next station-Other side”, 2008 CESLOVAS CESNAKEVICIUS es un artista lituano especializado en la composición digital de la fotografía. Se introdujo en el mundo de la fotografía para poder crear manipulaciones fotográficas surrealistas. Sus obras tienen un encanto especial que le sitúandose en esa delgada línea entre el arte y la fotografía. “Cada uno de mis trabajos tiene su propia historia. En términos generales, mis imágenes dependen de mis experiencias, mis impresiones y el conjunto de sensaciones del ser humano".
  • 47. La imagen del ferrocarril fue tan estimulante que suscitó la atención del mundo creativo. Producía un sinfín de sensaciones. La máquina empezó a despertar un interés trascendente para la vida. Para el arte se convirtió en un objeto estético no solo por los aspectos materiales y físicos sino también por los psicológicos, por todo aquel mundo que latía en su interior.
  • 48. El siglo XIX contempló la aparición y el desarrollo de las máquinas, de la arquitectura del hierro que transformaría el mundo. Los artistas, grandes observadores de la realidad, perciben con fuerza el progreso y los cambios que el ser humano va a experimentar y comienzan a inmortalizar, en sus obras, las sensaciones visuales y psicológicas que aparecen unidas a los avances tecnológicos. En el siglo XIX el arte también tuvo su revolución. Se va alejando del academicismo del siglo XVIII y comienza a abrir nuevos caminos que alteran las formas y las técnicas utilizadas hasta el momento. Surgen diversos movimientos artísticos no siempre bien recibidos por la crítica de arte. Todos ellos hicieron al ferrocarril objeto de interés. El Romanticismo en que podemos destacar la obra de Turner, el Realismo con Daumier, Impresionismo y Postimpresionismo…
  • 49. UTAGAWA HIROSHIGE III: “Personages waiting at Shimbashi Station for Train”, 1873 El ferrocarril causaba tanta sensación que se incorporó enseguida como tema de los ukiyo-e Ukiyo-e, "pinturas del mundo flotante" o "estampa japonesa", es un género de grabados realizados mediante xilografía o técnica de grabado en madera, producidos en Japón entre los siglos XVII y XX, entre los que se encuentran imágenes paisajísticas, del teatro y escenas de la vida cotidiana.
  • 50. WILLIAM TURNER: “Lluvia, vapor y velocidad. El gran ferrocarril del Oeste”, 1844
  • 51. Esta obra forma parte de los cuadros más representativos del ROMANTICISMO INGLÉS. El tren es usado como recurso para representar un objeto a gran velocidad, para desmaterializar la forma. WILLIAM TURNER: “Lluvia, vapor y velocidad. El gran ferrocarril del Oeste”, 1844
  • 52. AUGUSTUS EGG (1816-1863) pintor realista inglés de la época victoriana. Al principio de su carrera Egg realizó pinturas de temas italianos, escenas literarias, temas históricos y finalmente, como otros pintores realistas, recurrió a temas contemporáneos. Fue miembro del círculo de Dickens, actuó y diseñó sets para algunas de sus obras, y viajó con él y Wilkie Collins a Italia y Suiza en 1853. La obra “The Travelling Companions” tiene una conexión con los viajes de Egg, ya que el escenario de la pintura es un vagón de ferrocarril y, a través de la ventana abierta del vagón, se puede divisar la costa de Menton, un balneario famoso en la época victoriana, que se encuentra cerca de Montecarlo, en la Riviera francesa.
  • 53. AUGUSTUS EGG: “The Travelling Companions”, 1862
  • 54. En medio de los campos, lejos de los montes y el mar, quedan los pequeños lugares por los que uno pasa en los trenes y nunca se detiene; donde los cielos se expanden ininterrumpidos y las rasas llanuras se extienden verdes, amarillas v verdes hasta el infinito. tras el cristal de su Grandioso Expreso por una provincia la gente bostezando pasa, sin nada en lo que pensar, nada que hacer, nada siquiera que mirar nunca hay una «vista» en este maldito páramo. Pero miro por la ventana y es tanto lo que recrea la mente. Noto cómo los surcos, formados v rodados en un movimiento sobrio y ordenado, se extienden, conforme pasamos, por el campo como un instruido ejército en formación. he aquí una huerta, enrejada con tiras de verdes variados... de relucientes patatas, estrellada de flores, y con el opaco color de las judías. Cada hilera deliberadamente se balancea hacia mí, hasta que veo una recta y verde avenida hacia el corazón de las cosas, el destello de una inesperada puerta abierta traspasando los adversos muros del destino... sólo un momento y entonces, rápido, rápido, la puerta se cierra, la avenida toca a su fin; el destino se ríe y una vez más interpone sus barreras. El tren ha pasado. ALDOUS HUXLEY POR LA VENTANA
  • 55. Deborah De Wit: “Forty Minutes”, 1956
  • 56. Sentados en el tren de la mañana, miramos por la ventanilla precisamente cuando pasamos por el barranco al que, hace quince años, cayó el grupo de colegiales con el que íbamos de excursión a la cascada, y pensamos en que nosotros nos salvamos pero los otros, sin embargo, están muertos para siempre. La profesora que llevaba a nuestro grupo a la cascada se ahorcó inmediatamente después de la sentencia de la Audiencia de Salzburgo, que fue de ocho años de prisión. Cuando el tren pasa por ese sitio, oímos, con los gritos del grupo, nuestros propios gritos. THOMAS BERNHARD: “Tren de la mañana”
  • 57. WILLIAM POWELL FRITH, pintor inglés que se especializó en temas de género y obras narrativas panorámicas de la vida en la época victoriana. WILLIAM POWELL FRITH: “La estación de ferrocarril”1862
  • 58. Honoré Daumier, pintor representativo del REALISMO FRANCÉS, desarrolla un tema reivindicativo de manera magistral: la dura vida de las clases populares en las grandes ciudades; se trata de campesinos, de gente del pueblo que toman el tren para encontrar una vida mejor en la ciudad. HONORÉ DAUMIER: “El vagón de tercera clase”, 1864
  • 59. El ferrocarril jugó un papel importante en la aparición del movimiento impresionista interesado por captar imágenes fugaces. El escritor Henri Vincenot destaca la importancia del ferrocarril en la obra de Camille Corot: "En el momento en que este gran caminante abandona la diligencia para tomar el ferrocarril su pintura se modifica y sus paisajes se emancipan. “Ya no serán puntos de vista pintorescos ofrecidos al viajero detenido, sino "partes del campo tomadas por un caminante que camina ". El pintor Johan Barthold Jongkind, igual que Corot, evoca de manera similar la influencia decisiva del ferrocarril en su estilo pictórico: "En el contexto de la ventana del vagón vi, a la velocidad de un flash, más de mil pinturas sucesivas, pero solo las vi, rápidamente borradas por las siguientes y, a mi regreso, las volví a ver pero con una luz diferente y eran diferentes. Y me di cuenta de que esta era la manera de pintar: solo recordaba la mayor parte de la luz sorprendida en un segundo en diferentes momentos. La impresión fugitiva en la retina es suficiente. Todo lo demás es inútil."
  • 60. Uno de los maestros del IMPRESIONISMO, Monet, pintó, en 1877, una serie de doce telas de "La estación de Saint- Lazare" en la que muestra los cambios que la estación experimentaba a lo largo del día, ese ambiente en que el humo del vapor variaba en función de la luz del amanecer, del mediodía, cenital... Tras haber dedicado una parte importante de su obra a la representación del paisaje, la temática del progreso técnico centrará su interés. Es la época en que se transforma el urbanismo de París con Haussmann. La estación Saint-Lazare fue ampliada con vidrio y acero por el ingeniero Eugène Flachat que realizó el Pont de l'Europe cuya imagen inmortalizó el pintor Gustave Caillebot.
  • 61.
  • 62. Émile Zola ante los lienzos de Monet sentenció que en la estación de trenes era donde dormía y vivía la pintura moderna. En un texto entusiasta de 1887, citado por Charbonnier (1991), se rinde al hecho de que no disocie la modernidad temática del tratamiento plástico audaz: “Monet a exposé cette année des intérieurs de gare superbes. On y entend les trains que s'engouffrent, on y voit des débordements de fumée que roulent sous les vastes hangars. Là est aujourd’hui la peinture, dans ces cadres modernes d'une si belle largeur. Nos artistes doivent trouver la poésie des gares, comme leurs pères ont trouvé celle des forêts et des fleuves”. ”Nuestros pintores de hoy se han visto forzados a descubrir la poesía de las estaciones de ferrocarril, como sus predecesores captaron las de los bosques y riberas” opinó Zola tomando partido a favor de un arte, el impresionista, que descartaba los temas clásicos para representar exultante el mundo contemporáneo.
  • 63. CAILLEBOT: “El puente de Europa”, 1876
  • 64. (…) “Bajo el tejado de las grandes líneas, la llegada de un tren de Mantés había animado los andenes; Roubaud siguió con la mirada la máquina de maniobras, una pequeña locomotora-ténder de tres ruedas bajas y acopladas, que había comenzado a descomponer el tren y que, ágil y diligente, se llevaba los vagones alejándolos hacia las vías de la cochera. Otra máquina, una poderosa locomotora de expreso, de dos ruedas altas y devoradoras, se hallaba sola, estacionada, mientras lanzaba por su chimenea una espesa humareda negra que ascendía, derecha y perezosa, hacia el aire tranquilo. Pero la atención de Roubaud fue cautivada completamente por el tren de las dos y veinticinco, con destino a Caen, que, lleno de viajeros, esperaba la llegada de su locomotora. Roubaud no podía verla, pues se hallaba parada más allá del Puente de Europa; pero la oía pedir vía con ligeros y ansiosos silbidos, como una persona que pierde la paciencia. Alguien gritó una orden, y con un silbo breve ella respondió que había entendido. Luego, precediendo a su puesta en marcha, hubo un silencio, se abrieron los purgadores, y el vapor saltó al nivel del suelo con un ruido ensordecedor.” ÉMILE ZOLA, “ La bestia humana”
  • 65. GUSTAVE CAILLEBOTTE: “Le Pont de l’Europe”, 1876
  • 66. CAILLEBOT: “El Sena y el puente del ferrocarril”, 1885 “les fleurs ne son! plus des fleurs, ce son! des taches ou plutôt des raies rouges ou blanches” VICTOR HUGO
  • 67. CAMILLE PISSARRO: “Lordship Lane Station, Dulwich”, 1871 CAMILLE PISSARRO (1830-1903), pintor francés, uno de los fundadores del impresionismo. Artista que plasma en sus lienzos muchos de los caminos que recorre. Entre los paisajes rurales muestra las calles de los pueblos, los senderos de un bosque, las carreteras cruzando los campos... y estos atravesados por el tren, uniendo así el progreso y tradición.
  • 68. ISAAC LEVITAN: “Tren en camino”, 1895 ISAAK LEVITAN, pintor ruso. Influido por el pintor Corot y por la estética de la Escuela de Barbizon, expresó en sus paisajes la belleza de la región del Volga.
  • 69. COLIN CAMPBELL COOPER, pintor impresionista estadounidense cuya obra es reconocida sobre todo por los temas urbanos de Nueva York, Filadelfia y Chicago. En esta pintura se puede observar uno de los lugares emblemáticos de Nueva York, la Estación Central a principios del siglo XX. COLIN CAMPBELL COOPER: “Antigua estación Gran Central” 1906
  • 70. PIERRE BONNARD: “The Train and the Barges”, 1909
  • 71. DARÍO DE REGOYOS: “El paso del tren”, 1902
  • 72.
  • 73. Los artistas que iniciaron el movimiento postimpresionista compartieron con sus predecesores la época de la revolución de los transportes y el interés por mostrarlos a través de su obra. Dejaron atrás las impresiones fugaces de los impresionistas y centraron su atención en otros aspectos como el color, la luz y las formas.
  • 74. VINCENT VAN GOGH: “Vagones de ferrocarril”, 1888 Frente al predominio de la sensación visual, de la "impresión" que caracterizó al movimiento impresionista, los postimpresionistas se interesan más por las sensaciones táctiles, formales, consistentes, se desligan del arte sensorial y transitorio de los impresionistas. serán los precursores de los primeros movimientos vanguardistas del siglo XX. Van Gogh se interesa por el paisaje, un paisaje humanizado en el que une la naturaleza y la actividad humana. Utiliza colores puros con gran carga emotiva
  • 75. “La carretera discurría junto a la vía, y una columna de camiones cargados de sacos de cemento circuló durante un rato casi a la misma velocidad que el interminable tren de mercancías. Los chóferes de los camiones, enfundados en sus capotes militares, no miraban los vagones que corrían a su lado, ni las caras borrosas y pálidas que viajaban en su interior. (…) De lejos se oyeron los pitidos de un tren que se acercaba. El maquinista se volvió hacia el ayudante: -Ése es Zucker, lo reconozco por el fuerte pitido; ha descargado la mercancía y se vuelve de vacío a Múnich. El tren vacío provocó un gran estruendo al cruzarse con aquel otro tren que se dirigía al campo; el aire desgarrado chilló, las luces grises entre los vagones centellearon, y, de repente, el espacio y la luz matutina del otoño, despedazada en fragmentos, se unieron en una vía que avanzaba regularmente” VASILI GROSSMAN: “Vida y destino”
  • 76. LIONEL WALDEN: ”Les docks de Cardiff”, 1894 LIONEL WALDEN (1861-1933), pintor estadounidense Nacido en Norwich, Connecticut. Era conocido por sus paisajes marinos, paisajes y escenas volcánicas de Hawai. Se formó en París y se convirtió en un artista muy reconocido en Francia. Recibió medallas del Salón de París y fue nombrado Caballero de la Legión de Honor francesa. Pasó largas temporadas en Hawai.
  • 77. HANS BALUSCHEK: “Gran estación de tren de la ciudad”, 1904
  • 78. HANS BALUSCHEK: “Estación de tren”, 1929 HANS BALUSCHEK (1870-1935) fue un pintor alemán, artista gráfico escritor e ilustrador de libros, hijo de un ingeniero ferroviario. Desde 1889 hasta 1894 estudió arte en la Real Academia de Bellas Artes de Berlín. En 1895 realiza su primera exposición como pintor en la Galeria Gurlitt, en 1897 expone dos de sus obras en la Gran exposición de arte de Berlín. En 1920 trabajo para varias producciones cinematográficas. Fue un reconocido ilustrador. Sus pinturas y dibujos representan en general al proletariado alemán en los difíciles años de principios del siglo XX, durante la Primera Guerra Mundial que dejaría asolada gran parte de Europa y en la que Alemania sufrió sus consecuencias de manera particularmente grave. Quizás por todo ello en las pinturas de Baluschek se combinan los tonos oscuros y ese particular aire de tristeza.
  • 79. El viento en los andenes, los dedos manchados de tinta, el libro abierto en cualquier página de mi vida, la espera y el retraso, los trenes que no llegan o que nunca salieron, el hollín del silencio, la impaciencia en mitad de ningún sitio, la falta de respuestas y el cansado furor de las preguntas, la sorpresa de un rostro que recuerdo y no conozco, dueño de una belleza no posible, frases oídas al azar y al azar ordenadas, muros donde la luz llamea y se consume contra la opacidad estéril del ladrillo, un recuadro de azul sobre las tejas, como cielo de infancia, las pausas del camino, los caminos del tiempo, el destino no por sabido menos imaginado, la llegada sin nadie, los raíles que desde siempre cruzan el terco erial del corazón. JORDI DOCE ESTACIÓN DE PASO
  • 80. HANS BALUSCHEK: “La estación”, 1907 Hans Baluschek (1870-1935), quien es el más célebre “pintor del ferrocarril” en el mundo de habla alemana.
  • 81. HANS BALUSCHEK: “El tren expreso llega”, 1909
  • 82. Movimiento artístico de vanguardia que se originó en Italia a principios del siglo xx y que intenta romper con los valores estéticos del pasado reivindicando el futuro y con él la era de la técnica moderna, la velocidad, la violencia y las máquinas. UMBERTO BOCCIONI: “Tren que pasa”, 1908
  • 83. "Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido de una belleza nueva: la belleza de la velocidad. (...) "Los objetos en movimiento se multiplican y se distorsionan como vibraciones a través del espacio." MARINETTI: "Manifiesto del futurismo", 1909
  • 84.
  • 85. Gino Severini. Tren armado en acción, 1915 Fue un pintor italiano, uno de los líderes del movimiento futurista. Antes de adherirse al movimiento, profundizó en el divisionismo con el estudio del impresionismo y de la obra de Seurat, y en 1910 se adhirió al futurismo. Unió ciencia y arte, rigor constructivo y fantasía inventiva, consiguiendo la armonía expresiva cuando, entre los años 1910 y 1915, conectó los valores dinámicos del futurismo con los constructivos del cubismo. En algunas de sus obras, Severini aplicó los recursos del cubismo para traducir el movimiento como yuxtaposición de puntos de vista distintos. Su estilo incorporó de manera ecléctica las conquistas del orfismo. Funde presente y pasado, espacio y tiempo a través del color. GINO SEVERINI
  • 86. GINO SEVERINI: “Tren de la Cruz Roja atravesando un pueblo”, 1915
  • 87. IVO PANNAGGI: “Tren en movimiento”, 1922
  • 88. FORTUNATO DEPERO: “Treno partorito dal sole, 1924
  • 89.
  • 90. PIET MONDRIAN, pintor vanguardista neerlandés, miembro de De Stijl y uno de los fundadores del NEOPLASTICISMO. Evolucionó desde el naturalismo y el simbolismo hasta la abstracción
  • 91. ALEXANDER DEINEKA: “Al mediodía”, 1932 “Los años entre 1930 y la década de 1950 son un período extremadamente controvertido en la historia del arte ruso. En ese momento, se estableció un régimen totalitario en la Unión Soviética, que controlaba todas las esferas de la vida de los ciudadanos. El proceso artístico en el país también fue regulado por el estado. La función principal del arte fue la implementación de propaganda con el propósito de “alteración ideológica y educación de los trabajadores en el espíritu del socialismo”. El realismo socialista se convirtió en un método creativo obligatorio para todo el arte soviético.” COLECCIÓN DEL MUSEO RUSO (Málaga)
  • 93. El pintor estadounidense Edward Hopper fue uno de los principales representantes del realismo del siglo XX. El tratamiento cinematográfico de las escenas y el personal empleo de la luz son los principales elementos diferenciadores de su pintura. Aunque pintó algunos paisajes y escenas al aire libre, la mayoría de sus temas pictóricos representan lugares públicos, como bares, moteles, hoteles, estaciones, trenes, todos ellos prácticamente vacíos para subrayar la soledad del personaje representado. Acentúa el efecto dramático a través de los fuertes contrastes de luces y sombras y la escenografía en que sitúa a sus personajes. Su obra se caracteriza en su conjunto por representación de la realidad cotidiana y por la perfecta captación de la soledad del hombre contemporáneo. A través de su pintura nos acercamos a la América de la Gran Depresión, que para él simbolizaba la crisis de la vida moderna.
  • 94. CHARLES SHEELER: “Energía rodante”, 1939 Charles Sheeler, artista estadounidense considerado la figura central del realismo estadounidense​ y uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX. En 1939, la revista Fortune encargó a Sheeler una serie sobre las fuentes de energía en la industria americana. Son seis pinturas: Conversation: Sky and Earth, Primitive Power, Rolling Power, Steam Turbine y Yankee Clipper. Estas seis pinturas constituyen un catálogo de las creaciones del hombre moderno y se consideran el punto culminante del afán de Sheeler por la representación precisa y veraz de los paisajes y máquinas industriales.
  • 95. De su acero fraguado en engranajes, en barras poderosas, en enormes tornillos y en impávidas ruedas, o del relumbre muerto que ostentan los vagones se deducen exceso y gravedad agigantada, eterna. Los trenes detenidos quieren enraizarse en su fiebre terrestre. Junto al andén, el cúmulo de estruendos y de rápidas luces dormita en el reverso de la fugacidad, silencioso, saciando su apetito de inacción. Qué extrañeza hay en irse, qué contrario a la furia este ímpetu en suspenso. Si inician su camino se abre el aire. Qué pacto sobrio con la luz urbana. ANTONIO CABRERA TRENES ANTES DE PARTIR
  • 96. KARMELO C. IRIBARREN T R E N E S Miro el tren de cercanías. Es azul, pero entre la niebla parece gris. Pronto se meterá en el túnel y desaparecerá de mi vista. Dentro de una hora y media volverá. Pero ya no será el mismo tren. Será otro, con muchísima más luz. En ese tren vendrás tú, leyendo una revista. EDWARD HOPPER “Compartment Car”, 1938
  • 97. EDWARD HOPPER: “Chair Car”, 1965
  • 98. “Al mismo tiempo que el día incipiente venía a estrellarse contra los cristales empañados, el texto se escurría por su boca con un largo chorro de sílabas, entrecortado aquí y allá por silencios entre los que se metía el ruido del tren en marcha. Para todos los viajeros presentes en el vagón, él era el lector, ese tipo extraño que, todos los días de la semana, leía con voz alta e inteligible un puñado de páginas que sacaba de su cartera. Se trataba de fragmentos de libros sin ninguna relación unos con otros. Un extracto de receta de cocina podía codearse con la página 48 del último Goncourt, un párrafo de novela policiaca se sucedía a una página de un libro de historia. Poco importaba el contenido para Guibrando. A sus ojos, tan solo el acto de leer cobraba la debida importancia.” JEAN-PAUL DIDIERLAURENT: “El lector del tren de las 6.27”
  • 99. EDWARD HOPPER: “The railroad sunset”, 1929
  • 100. MAX RADLER: “The Station”, 1933 Casi todas sus obras fueron destruidas durante un bombardeo en 1945. Después de la guerra, Radler se convirtió en un colaborador habitual de la revista satírica Simplizissimus para la que realizaba ilustraciones. Uno de los temas recurrentes en su obra son los trenes. MAX RADLER (1904-1971) Pintor polaco. Hasta 1918 fue aprendiz en una carpintería de la Alta Silesia. Posteriormente se formó como pintor de decoración en Sajonia. En 1923 Radler se instaló en Munich donde pintó decoraciones de teatro y estudió en la Escuela alemana de artes y oficios.
  • 101. MAX RADLER: “Railway Underpass”, 1932
  • 102. RENÉ MAGRITTE: “Le temps traversé”, 1939 RENÉ MAGRITTE (Lessines, Bélgica, 1898 - Bruselas, 1967) Pintor belga. Durante un primer período la obra de Magritte estuvo fuertemente influida por Giorgio de Chirico y por la atmósfera misteriosa de sus pinturas. Más tarde entró en contacto con la vanguardia parisina del momento, presidida por André Breton, y comenzó a desarrollar un surrealismo que iría evolucionando con los años hacia un estilo muy personal, cuyos símbolos giran con frecuencia alrededor de la relación entre el lenguaje y sus objetos. Su pintura se caracterizó sobre todo por la asociación de elementos disímiles entre los que establece ingeniosas analogías o nexos insólitos y disparatados, pero convincentes dentro de la realidad pictórica.
  • 103. RENE MAGRITTE: “Le Rossignol”, 1962
  • 104. Una mujer está esperando en el andén de una estación vacía. Detrás quedan los montes, una mugrienta torre de cemento, unos lienzos de muro con graffitis, las luces tristes de los corralones. Hay un reloj parado interceptando el tiempo desde la marquesina y unos bultos de bruma se hacinan en los bordes del silencio. Esa mujer no espera a nadie. Tiene la piel como investida de herrumbre ferroviaria y por su rostro corre una lenta arruga que remeda el perfil de la inclemencia. Ya nunca podrá irse porque no sabe nadie que está aquí. JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD VÍA MUERTA DALÍ: “Osificación prematura de una estación de tren” 1930
  • 105. GIORGIO DE CHIRICO: “Piazza d'Italia”, 1955 GIORGIO DE CHIRICO: Pintor italiano de origen griego. Creó la escuela de pintura metafísica. Estudió arte en Atenas y en Munich, donde recibió una gran influencia de las obras alegóricas del pintor suizo del siglo XIX Arnold Böcklin. Sus primeras obras metafísicas evocan un mundo onírico misterioso y amenazador a través de acentuados contrastes de luces y sombras y de una perspectiva exagerada. Picasso lo denominó como “el pintor de las estaciones de ferrocarril” Arquitecturas y plazas silenciosas, maniquíes humanizados, personajes mitológicos, naturalezas muertas y objetos descontextualizados en paisajes que evocan atmósfera de suspense. De Chirico era hijo de un ingeniero de ferrocarriles y él le conmemora en sus lienzos.
  • 106. GIORGIO DE CHIRICO: “Gare de Montparnasse”, 1913 “El romanticismo de la vida moderna se expresa en la nostalgia de las estaciones, de las llegadas y de las partidas” GIORGIO DE CHIRICO Picasso lo denominó como “el pintor de las estaciones de ferrocarril”
  • 107. GIORGIO DE CHIRICO: “La alegría del regreso”, 1915 Los trenes no esperan, se marchan, seducen a su paso pompas de aire tenebroso con algún silbido prolongado como un hilo de saliva Los trenes se marchan a horas extrañas con un no sé qué de sabor a anginas y a café posado... Es inútil esperar en los andenes porque entonces los trenes no pasan... Los trenes solo pasan cuando no se los espera, y nos sorprenden: hay que agarrarse a los trenes con las uñas cuando pasan por delante, aunque te den la espalda, hay que montarse en marcha porque los trenes no paran, eres tú el que estás parado con la maleta cerrada, eres tú y tu intuición y el silbido: afinar la vista, oler su llegada, saltar a lomos de la conquista sin parar en todas las estaciones. LEOPOLDO ALAS LOS ANDENES
  • 108. PAUL DELVAUX (1897-1994), pintor belga. Estudió pintura y arquitectura en la Academia de Bellas Artes de Bruselas. Fue director de la “Real Academia de Bellas Artes” de Bruselas desde 1965. Estudió música, griego y latín. La lectura de la obra de Julio Verne y la poesía de Homero, tuvo gran influencia en su obra pictórica. Recibe la influencia de la pintura metafísica de Giorgio de Chirico y del surrealismo de René Magritte. La pintura de Paul Delvaux se inspiró en el surrealismo en busca de la libertad expresiva pero no es una pintura de lo irracional, sino que parte de elementos reales en busca de la belleza y de lo emocional dando como resultado una obra desconcertante y atemporal. PAUL DELVAUX: Le passage à niveau, 1961
  • 109. A Paul Delvaux le encantaban los trenes y las estaciones. A finales de la década de 1950, realizó una serie de cuadros con escenas nocturnas, en ellas, plasmó trenes a los que mira una niña que aparece de espaldas; en estas composiciones, la claridad del detalle y la luz de la luna tienen un efecto de alucinación, incluso fantasmagóricos. PAUL DELVAUX: “Solitude”, 1955
  • 110. SÁNDOR BORTNYIK: “Locomotora roja”, 1918 SÁNDOR BORTNYIK Pintor y diseñador gráfico húngaro. Relacionado con la Escuela de la Bauhaus. Su obra estuvo muy influenciada por el cubismo, el expresionismo y el constructivismo. El constructivismo es un movimiento de vanguardia que se interesa por la manera en que se organizan los planos y por la expresión del volumen empleando aquellos materiales propios de la industria. El movimiento nació en Rusia en torno al año 1914
  • 111. GEORGIA O'KEEFFE: “Tren nocturno en el desierto”, 1916 GEORGIA O'KEEFFE Artista estadounidense, conocida en especial por sus pinturas de flores, rascacielos de Nueva York y paisajes de Nuevo México. O'Keeffe ha sido reconocida como la "Madre del modernismo americano".
  • 112. DAVID MITTNER: “Winter At Deer Creek”, 2000 “Actualmente vivo en Mesa, Arizona. Pero nací y me crié en las colinas del oeste de Pensilvania. Mi padre, que era un ferviente ferroviario, le dio a sus hijos el amor que tenía por el Ferrocarril de Pensilvania y otros nombres de ruta locales. Asistí y me gradué de la Ivy School of Professional Art en Pittsburgh, PA.” DAVID MITTNER DAVID MITTNER
  • 113. “La locomotora avanza humeante, férrea, fragorosa, por el desierto más triste del mundo. Piedra a piedra, cerro a cerro, quebrada a quebrada, bufando como una mula sedienta, avanza negra la locomotora (sólo su gran campana de bronce brilla sonámbula bajo el sol de mediodía). Traqueteando una dura letanía interminable, ruega que ruega rogando, van los coches polvorientos para que el calor no le evapore el ánimo a la locomotora, para que los espejismos azules anegando los rieles de acero a lo lejos no la engañen con sus lagunas de mentira y, muerta de sed, no se quede como una bestia reventada en medio de esas soledades infinitas en donde, a su paso, ninguna vaca lenta vuelve la cabeza para mirarla, ningún labriego endereza su torso de ángel doblado para hacerle señas y el óleo de ninguna lluvia inefable unge el arestín de su espinazo de fierro”. HERNÁN RIVERA LETELIER: “Los trenes se van al purgatorio”
  • 114. RICHARD ESTES: "B Train“, 2005 RICHARD ESTES: "Train“, 2007
  • 115. RICHARD ESTES: “The L Train“, 2016
  • 116. RICHARD ESTES: “Williamsburg bridge”, 2006
  • 117. EL TREN COMO SÍMBOLO DE LA VIDA: ORIGEN, TRAYECTO Y DESTINO
  • 118. “Viajar no quiere decir solamente ir al otro lado de la frontera, sino también descubrir que siempre se está en el otro lado”. CLAUDIO MAGRÍS: “El infinito viajar” KENTON NELSON: “Have Pity on the Easterne. Train Gestion”, 2000-2017
  • 119. “El tren debía partir a las siete y cincuenta y cuatro, pero dos minutos antes un hombre de uniforme recorrió el convoy de arriba abajo para cerrar las puertas, mientras un mecánico pasaba de vagón en vagón golpeando aquí y allá con un martillo. Cada vez que tomaba el tren, Calmar asistía al mismo ritual, y siempre se preguntaba qué golpeaba aquel hombre de esa forma, pero después siempre se le olvidaba informarse. El jefe de estación salió de su oficina con un silbato en la boca y, en la mano, un banderín rojo enrollado como un paraguas. De alguna parte salía vapor. En realidad no se trataba de vapor, puesto que el tren era eléctrico, pero, aunque lo fuera, igualmente limpiaban los frenos de todos los trenes con la misma agua a presión y las mismas sacudidas que antaño. Acababan de llegar a una nueva estación, Padua, con el consiguiente hormigueo en el andén, donde lo que parecían centenares de personas se lanzaban al asalto del tren: familias, muchos niños, bebés en brazos de sus madres e incluso una campesina gorda que llevaba pollos en una jaula. (…) Por todas las puertas entraba gente, que recorría el pasillo a empujones empeñada en alcanzar la parte delantera del tren para conseguir asiento. —Ya verá como dentro de un rato no se podrá circular por los pasillos. —¿Ha viajado usted ya en este tren? — En éste precisamente no, pero sí en otros parecidos. A veces me pregunto de dónde vienen y adónde van los italianos con tanto frenesí. Hay días que parece que toda Italia se pone en movimiento en busca de un lugar donde establecerse por fin.” GEORGES SIMENON “El tren de Venecia”
  • 120. “Conocí a un maquinista santo que hacia levitar a su locomotora, que, dulcemente, al poder de una palabra secreta, empezaba a alzarse relinchando de satisfacción metálica mientras se encaramaba como un animal heráldico sobre el rojizo ladrillo de las viejas estaciones victorianas. En cierta ocasión le pregunté al hombre: “Y cómo lo consigue”, y él, con ese desinterés propio de los indulgentes, me respondió: “Yo, que no lo he logrado (ni lo he intentado) conmigo mismo, lo he hecho fácilmente con una máquina; y no para participar en un concurso y ganarlo, ni tan siquiera para exhibirme en un circo como domador diestro en locomotoras, sino por el placer del desorden v escándalo que esto implica”. Años más tarde, el destino me permitió ver la perdición de este curioso personaje a causa de un cruento siniestro ferroviario, provocado, al parecer, por la coincidencia de un error suyo y la mala voluntad de una máquina díscola.” RAFAEL PÉREZ ESTRADA LORENZO SAVAL: “La maquinista”, 2014
  • 121. …una quiromántica rodeada de hierbas mágicas y talismanes especiales para atraer la dicha a los desdichados y la aventura a los desventurados; un ciego que vende peinetas y canta boleros de Julio Jaramillo; una mujer de luto que va en busca del cadáver de su hijo muerto en las calicheras; un grupo de gitanos alborotadores; una niña de doce años cuya vida cambia en el transcurso del viaje; una pareja de enamorados que no concibe el mundo si no es para estar unidos en un beso interminable; un enano charlatán en busca de su circo, y otros personajes cuyas vidas precarias van rodando en el silencio cósmico del desierto más triste del mundo, por donde cruza, como un espectro de fierro, el tren Longitudinal Norte, el Longino”. HERNÁN RIVERA LETELIER: “Los trenes se van al purgatorio” “El tren, gran protagonista y «última cuota de romanticismo del siglo», cruza la pampa salitrera en un irreal itinerario por las abandonadas estaciones del desierto de Atacama, esa cantera inagotable de «casos» y de historias. Durante los cuatro días y cuatro noches de viaje, al ritmo de ese traqueteo que ya avanza, ya se detiene, ya confunde la dirección (tanto que a veces no se sabe si la locomotora apunta hacia el sur o hacia el norte), conviven viajeros de toda laya y clase: un acordeonista perseguido por el fantasma de la mujer amada;
  • 122.
  • 123. “En mi caso hacer el equipaje es toda una batalla, tengo pocas cosas pero mal definidas, hasta el punto que desconozco qué poseo en realidad, tan solo sé que algunas pertenencias son ligeras y ovaladas pero éstas a veces se alargan inesperadamente hasta romperse y vaciarse por completo. Otras en cambio son pesadas y con solo pensar en ellas modifican su forma, estorban por todas partes, me tropiezo con ellas, tengo las piernas llenas de hematomas, algún día van a lograr que me caiga y me dé un mal golpe. Hay incluso algunas cuya existencia es dudosa, a menudo ignoro si pertenecen al pasado, al presente o tan solo al universo de mis sueños. Así que no es extraño que a la hora de hacer las maletas nunca sepa si voy a tardar mucho o poco, son tantas las conjeturas, las hipótesis... La sucesión de enigmas me rompe los nervios, me fatiga en extremo, me deja sin fuerzas para nada. Y claro, en esas circunstancias siempre acabo anulando mis viajes.” JULIA OTXOA, “Maletas”
  • 124.
  • 125. “Al bajar en la estación ferroviaria, el viajero confía a un cargador su equipaje. Incapaz, de distinguir entre lo necesario y lo superfluo, acostumbra viajar con una sucesión de maletas. En ellas se apilan las ropas más contrastantes y los objetos más dispares y hasta los retratos escogidos para despertar nostalgias, y las postales pálidas que ya no tienen el poder de evocar los viajes perdidos. Una vez desembarcado, se desembaraza ligeramente de los cuidados que lo mantuvieron alerta durante el viaje, y por un momento se siente aliviado y listo para nuevas aventuras. (…) Mi reino es el exceso, ese rival incomparable del rigor y la medida. Con todo, cada vez que desembarco, encuentro siempre, esperándome, el cargador solicito que se inclina delante de mí y, para mi alivio, se apodera obsequiosamente de mis metáforas ociosas y me asegura esa libertad provisoria que, siendo igual a la pobreza y a las privaciones, es la única que vale la pena ser sufrida.” LEDO IVO: “El desembarque”
  • 126. “Quiero convertirla en un icono de nuestro tiempo. Nunca se ha viajado tanto como ahora, y la maleta simboliza ese movimiento, ese ir nómada de un sitio a otro” CRISTÓBAL TORAL CRISTOBAL TORAL: “Composición con equipaje”, 2001 “Dentro de las maletas hay un contenido enorme, una presencia de la ausencia. En la nave de al lado de este estudio tengo cientos de ellas y cada vez que entro me emociono. Pienso en las personas que han podido tener ese equipaje, qué han llevado dentro, dónde han estado”. El viaje está dentro de la maleta. “El viaje, al fin y al cabo, es una trayectoria. Todos venimos de algún sitio y a otro sitio nos estamos yendo”. CRISTÓBAL TORAL
  • 127. CRISTOBAL TORAL: “La aduana”, 1972
  • 128. CRISTÓBAL TORAL: “Los emigrantes”, 1975 A VECES LA VIDA CABE EN UNA MALETA...
  • 129. “No hay viaje sin que se crucen fronteras -políticas, lingüísticas, sociales, psicológicas, también las invisibles que separan un barrio de otro en la misma ciudad, las existentes entre las personas, las tortuosas que en nuestros infiernos nos cierran el paso-. Traspasar las fronteras; también amarlas -por cuanto definen una realidad, una individualidad, le dan cuerpo salvándola así de lo indistinto- pero sin idolatrarlas, sin hacer de ellas ídolos que exigen sacrificios de sangre. Saberlas flexibles, provisionales y perecederas como un cuerpo humano, y por ello dignas de ser amadas; mortales en el sentido de que, al igual que los viajeros, están sujetas a la muerte, y no ocasión y causa de muerte como lo han sido y lo son tantas veces. Viajar no quiere decir solamente ir al otro lado de la frontera, sino también descubrir que siempre se está en el otro lado” CLAUDIO MAGRÍS: “El infinito viajar”
  • 130. CRISTOBAL TORAL: “La partida”, 1975
  • 131. “Volví de aquel viaje siendo otro. No digo distinto, no: otro. Lo noté nada más llegar. Me extrañó que nadie más se diera cuenta. Mi familia, mis amigos me trataban como siempre, y yo pensaba: «Pero, idiotas, ¿no veis que no soy yo?». También ellos me resultaban extraños y me fui distanciando. El trabajo se me hacía pesado, y mis antiguas diversiones me aburrían. Un día recibí una postal: «Tienes que volver». Era mi letra. Cogí las pocas cosas que identifiqué como mías y subí al tren. Conforme pasan los kilómetros, voy reconociendo mi rostro en el cristal.” PEDRO ZABALZA LÓPEZ, “Otro” PIPPO RIZZO: “Il Nomada”, 1929
  • 132. “Los trenes me han hecho libre. De no ser por ellos, ¿qué hubiese sido yo en este mundo?: un insecto casero, una larva burocrática, y, en el mejor de los casos, el dueño de una tienda de pueblo, una especie de hombre-oruga que se levanta por la mañana, trabaja ocho o nueve horas y por la tarde, con las fuerzas que le quedan, cierra la tienda. Y cuando vuelve a casa, ¿qué se encuentra?: una mujer gruñona, un hijo ingrato y un montón de facturas. Detesto esas madrigueras oscuras llamadas casas. Cuando me subo a un tren, al instante me elevo sobre las alas del viento. El tren es pesado y torpe por naturaleza, pero no siempre. En los terrenos abiertos, cuando toma velocidad, cambia de cara, se libera de su peso y vuela. Por las noches ese vuelo tiene un sabor especial. Duermes de otra forma. Durante los primeros años ese vuelo me producía vértigo, presión en el pecho y temor. Hoy entro en el tren como quien vuelve a casa. Si la cafetería es cómoda me quedó allí, y si no lo es busco un asiento junto a la ventanilla. Los vagones vacíos me divierten. Pensar que estoy solo en un vagón me causa un extraño placer” AARON APPELFELD: “Vía férrea”
  • 133. (...) "Yo soy ese viajero. Desde la infancia aprendí a retener y guardar, y traigo siempre conmigo una multitud de paisajes y recuerdos, el rumor del mar lejano, el olor de las hortalizas en el mercado sitiado por la tarde, el grito de éxtasis que se detuvo en la oscuridad como un pájaro. Incluso un guijarro blancuzco que un día encontré en la playa acostumbra acompañarme: por motivos inexplicables, no lo dispenso. Tengo demasiadas maletas en este viaje, baúles llenos de palabras y frases, imágenes y metáforas, símbolos y alegorías." IVO LEDO: "El desembarque"
  • 134. Los cuadros de Eduardo Úrculo muestran una riqueza cromática acentuada por sus dimensiones. En su iconografía destacan paraguas, sombreros, hombres solitarios siempre de espaldas y las maletas que se convierten en una de sus imágenes favoritas. EDUARDO ÚRCULO: “El descubrimiento”, 1992
  • 135. EDUARDO URCULO: “El nuevo mundo”, 1992
  • 136. La vida como un tren se detendrá y arrastraré conmigo entonces la maleta de la historia. Irán dobladas dentro las caricias, los libros que cerré para atenderte y el agua jabonosa de unos platos. También toda la risa y algunos biberones. Viajero mientras tanto esta mañana, si pienso mi distancia hasta el andén hay solo un pensamiento que me aterra: tener llena de mi sus dimensiones al término del viaje. Que no haya amor que abulte su cuadrado. JESÚS MONTIEL La maleta E. ÚRCULO: “El regreso de Williams Arrensberg”, 1993
  • 137. JACK VETTRIANO: “Extraños pasajeros”, 1951
  • 138. JACK VETTRIANO: “The Drifter”, 1951
  • 139. “Viajar, pues, tiene que ver con la muerte, como bien sabían Baudelaire o Gadda, pero también es diferir la muerte, aplazar lo máximo posible la llegada, el encuentro con lo esencial, tal como el prefacio difiere la verdadera lectura, el momento del balance definitivo y del juicio. Viajar no para llegar sino por viajar, para llegar lo más tarde posible, para no llegar posiblemente nunca. Viajar sintiéndose siempre, a un tiempo, en lo desconocido y en casa, pero a sabiendas de que no se tiene, no se posee una casa. Quien viaja es siempre un callejeador, un extranjero, un huésped; duerme en habitaciones que antes y después de él albergarán a desconocidos, no posee la almohada en la que apoya la cabeza ni el techo que le resguarda. Y así comprende que nunca se puede poseer verdaderamente una casa, un espacio recortado en el infinito del universo, sino tan solo detenerse en ella, por una noche o durante toda la vida, con respeto y gratitud En el viaje, desconocidos entre gente desconocida, aprendemos en sentido fuerte a no ser Nadie, comprendemos concretamente que no somos Nadie. Y precisamente, en un lugar querido que se ha trocado casi físicamente en una parte o una prolongación de la propia persona, esto permite decir, haciéndole eco a don Quijote: “aquí yo sé quién soy”. El suyo es uno de los grandes libros en los que el viaje aparece cual odisea o metáfora del viaje a través de la vida. Toda odisea pone el punto interrogativo en la posibilidad de atravesar el mundo haciendo de ello una experiencia real y formando así la propia personalidad”. CLAUDIO MAGRÍS: “El infinito viajar”
  • 141. Deja ya de mirar la arquitectura del Barrio Blanco, piedras y ciprés, deja el ladrillo, el humo, los semáforos. Vamos a tomar el tren. Dejemos la ciudad, sus calles locas, sus muchedumbres de árida piel, dejemos los periódicos usados. Vamos a tomar el tren. La vía va directamente al campo: cimas azules, flores de papel, aldeas con un triste campanario. Vamos a tomar el tren. Seguiremos el río suavemente, cruzaremos un puente de través, atravesando campos de violeta. Vamos a tomar el tren. Llegaremos al filo de la noche, la estación terminal tiene un andén alegre y bullicioso y reluciente. Vamos a tomar el tren. BLAS DE OTERO VAMOS A TOMAR EL TREN
  • 142. ”Desde la Odisea, viaje y literatura aparecen estrechamente unidos; una análoga exploración, deconstrucción e identificación del mundo y del yo. La escritura sigue con la mudanza, empaqueta y deshace, arregla, desplaza vacíos y bultos, descubre -¿inventa?, ¿encuentra?- elementos que se le escapan al Inventario e incluso a la percepción real, como si los pusiera bajo una lupa. Hay lugares que fascinan porque parecen radicalmente diferentes y otros que encantan porque, ya la primera vez, resultan familiares, casi un lugar natal. Conocer es a menudo, platónicamente, reconocer, es el brote de algo acaso ignorado hasta ese momento pero asumido como propio. Para ver un lugar es preciso volver a verlo. Lo conocido y lo familiar, continuamente redescubiertos y enriquecidos, son la premisa del encuentro, la seducción y la aventura; la vigésima o centésima vez que se habla con un amigo o se hace el amor con una persona amada son infinitamente más... CLAUDIO MAGRÍS: “El infinito viajar”
  • 143. JOSÉ ANTONIO DE BRAN: “Viajeros al tren”, 2017
  • 144. KENTON NELSON: “Week of Days”, 2018
  • 145. “El viajar en tren excitaba mi imaginación y, por lo general me daba la soledad necesaria para poner en orden y escribir mis ideas. Viajaba fácilmente en dos direcciones, a lo largo de los raíles, mientras Asia iba desfilando por la ventanilla, y en el interior de un mundo interior, el mundo de la memoria y el lenguaje. No puedo imaginar una combinación mejor. (...) Pero no sabe (¿cómo podría saberlo?) que las escenas que se suceden a través de la ventanilla del tren, desde la Victoria Station hasta Tokyo Central, no es nada comparado con el cambio que se opera en sí mismo, y que escribir sobre viajes, que al comienzo resulta sin duda divertido, pasa de ser periodismo a ser ficción y llega, casi con la misma rapidez que el uKodama Eco”, a convertirse en autobiografía. Desde ahí cualquier viaje ulterior va en línea recta hacia la confesión, hacia un desconcertante monólogo en un bazar desierto. La habitación impersonal de un hotel en una ciudad extraña, pensaba yo, lo empuja a uno hacia la confesión.” PAUL THEROUX: “En el Gallo de Hierro. Viajes en tren por China”
  • 146. KENTON NELSON:“Awaiting a return” Una mujer está esperando en el andén de una estación vacía. Detrás quedan los montes, una mugrienta torre de cemento, unos lienzos de muro con graffitis, las luces tristes de los corralones. Hay un reloj parado interceptando el tiempo desde la marquesina y unos bultos de bruma se hacinan en los bordes del silencio. Esa mujer no espera a nadie. Tiene la piel como investida de herrumbre ferroviaria v por su rostro corre una lenta arruga que remeda el perfil de la inclemencia. Ya nunca podrá irse porque no sabe nadie que está aquí. JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD VIA MUERTA
  • 148. JACK VETTRIANO, “Railway Station Blues”1996
  • 149. PAUL DELVAUX: “Tren de la tarde”, 1957
  • 150. “El tren empieza a moverse. Se va evaporando esa somnolencia que todos sentisteis al ocupar los asientos, efecto de la desazón de ir al frente, recién reclutados, en una guerra interminable donde es habitual la pérdida de un vecino, de un amigo o de un familiar. Parece que en el andén hay mucha gente que ha venido a despediros, pero tú sigues sentado: estás demasiado lejos de tu pueblo como para que alguien pueda conocerte y no tienes ganas de ver a nadie. Entonces los compañeros te avisan: “Oye, una mujer grita tu nombre”. Te asomas a la ventanilla y ves acercarse a una vieja desconocida y estrafalaria, que corre animosa voceando un nombre como el tuyo mientras agita un largo paño blanco. “¿Es tu abuela?” te preguntan. De repente, esa vieja vocinglera te aterroriza. “No la conozco, no sé a quién busca, dejadme en paz”, respondes y vuelves a tu asiento, esperando que el tren te aleje de ella, cada vez más temeroso de que nunca puedas regresar a tu casa”. JOSÉ MARÍA MERINO: “La despedida”TATSURO KIUCHI, 2013
  • 151. Yo era un vagón repleto de viajeros que dormían, hablaban por teléfono, charlaban de sus cosas o callaban, leían en sus libros, o en los ojos ajenos que miraban el paisaje, sus sueños pasajeros, su vida, dónde estamos decían, preguntaban que cuándo llegarían, que adónde iban, si faltaba mucho. Llovía y apoyaban la cabeza en mis ojos, llorosas ventanillas donde volaban casas, campos, nubes, olivos y cipreses, estaciones que mi prisa ignoró, donde esperaban en un andén fugaz otros viajeros mirándome asombrados como a su propia vida que pasaba de largo y los dejaba envueltos en el viento de mi velocidad. Yo nunca supe adónde estaba yendo. No le es dado a un humilde vagón, al parecer, arrastrado entre otros por la máquina, decidir, ni siquiera conocer, su destino. Yo oía en mi interior voces viajando, el trino de un teléfono que nadie respondía, los pasos vacilantes de quienes me cruzaban buscando el bar adentro, los suspiros, el mar gris que respiran los dormidos, niños llorando, quejas, pocas risas. Un día amanecí y abrí los ojos. Estaba detenido en un apeadero abandonado. Golondrinas y alergias y murciélagos anidaban en mí. Me quedé quieto soñando con países y paisajes que ya no atravesaba. Allí temí que mi destino fuera la chatarra, el desuso, ser pasto de la hierba sobre una vía muerta. Me horadó el viento. Me herrumbró la lluvia. El sol sembró de ortigas mis asientos, de líquenes mi lomo, mis cristales de hiedra seca, mi pasión de polvo. Y volví a ser, de nuevo y al fin, naturaleza. Fue entonces cuando tú llegaste a mí. Debió llamarte la atención mi ruina. Me abriste. Te adentraste en mi pasillo dudando y asustada, preguntándote nadie. qué había sido de mí que tan dejado me encontrabas, tan solo, tan de Pero la maravilla venció al miedo y yo eché a andar, crujiéndome los huesos, rumbo a cualquier lugar donde nosotros quisiéramos decir: ya hemos llegado. Ahora viajas en mí, me habitas, miras tus ojos en los míos, ventanillas que cada noche te serán espejos. Y yo vuelo cubierto de maleza, y el viento se conmueve de vernos perdidos y felices por las venas del mundo. He atravesado puentes y países, peligros, años, campos de batallas para llegar a ti, solo, desierto. Se hace de noche sobre mí. Se encienden mis ventanas en medio de lo oscuro. Sentada en mi interior duermes o lees o llamas por teléfono o preguntas a nadie qué hora es, adónde vamos, qué va a ser de nosotros. Y suspiras JUAN VICENTE PIQUERAS Tren tuyo
  • 152. JOAQUÍN TORRES GARCÍA: “Estación”, 1946
  • 153. JACK VETRIANO: “Back Where You Belong”, 1996
  • 154. NORMAN ROCKWELL: “Christmas-homecoming”, The Saturday Evening Post, 1948
  • 155. ALEX COLVILLE: “Soldado y muchacha en estación”, 1953 Te espero en el andén. Sobre las siete me voy, y la lejanía no quisiera. Soy un soldado más. ¡Oh, si tuviera la forma de tus labios por billete! No tengo barandal que me sujete el alma, y al asiento de tercera la doy cada botón de mi guerrera después que tu pasión vuelva y apriete. Tu seno de alto mar como equipaje corona redondez hacia mi herida centrando levemente una amapola. Yo, solo en este Abril, cruzo el paisaje amargo de tu amor, cuando la vida me tiende con la arena y con la ola. RAFAEL INGLADA TE ESPERO EN EL ANDÉN
  • 156. NORMAN ROCWELL: “Breaking Home Ties”, 1954
  • 157. “Se le pasó la vida en la estación: vagones destemplados, cafés fríos, periódicos de ayer. Para ese viaje, piensas, no hacían falta alforjas. ¿Qué esperaba? Un tren que nunca llega, buen embuste, todos los trenes llegan y se van y regresan para que tú los veas regresar y perderse, perderse y regresar a la Estación del Norte, tu estación, su estación, vuestra estación. (…) El tiempo. Ese tiempo que pasa como pasan los trenes que se van, como pasan los trenes que regresan y que nunca se quedan. (…) En el tren se leía y muchas veces se olvidaban los libros sin querer o queriendo, de grado o a la fuerza o por si acaso, disimuladamente cuando se oían los pasos del interventor o temblando de miedo si al secreta de turno le daba por luchar contra la hidra soviética que viajaba en el tren como un Allien, como un letal octavo pasajero con billete. JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA SOTA: “La biblioteca férrea”
  • 158. SALLY STORCH: “Lost Pocketbook, Night Train”, 2005 El tren dejaba atrás algunas estaciones para que no salieras del sueño bruscamente. Yo leía a Walt Whitman y pasaba las páginas con el mismo silencio con que se pone el sol o se para de pronto mientras caen las murallas de espuma de la noche. No se si respirabas porque a veces dormida parece que has cruzado la frontera inaudible de la luz. En el pasillo andaban de puntillas los otros pasajeros y la muerte. No hubo una voz de Dios que al fin te despertase. Sólo un chirrido breve al correr las cortinas que abandonó la niebla de París en tus ojos. No te hiciste mirada hasta después de que el tren se ovillase Como un gato cansado en el olvido. JESÚS AGUADO
  • 159. SALLY STORCH: “Tren del noroeste al atardecer”, 2005
  • 161. “A través de las ventanillas del tren contemplaban las casas y las casas les devolvían sus miradas. Uno de los aspectos desconcertantes de un viaje en tren consiste en que las viviendas próximas a las vías parecen estar de espaldas al viajero: ves entradas de servicio, desaguaderos, cocinas y coladas. De todos modos, son más reveladores que pórticos y jardines. Lo deprimente sobre los suburbios londinenses no es su aspecto sórdido, sino que además parecen eternos. Alivia mirar el interior de esas casas y ver las vidas que se viven: el hombre que pinta el cuarto de baño, la mujer que da de comer al gato, la chica que se cepilla el pelo en el piso de arriba, el niño que sintoniza la radio, la vieja con la nariz metida en el Express. Está mal pasar en tren y no desearles suerte. Ignoran que los escudriñan. Una de las paradojas del ferrocarril es que los pasajeros ven a la gente de las casas, pero ésta ni siquiera distingue a los viajeros.” PAUL THEROUX: “En el Gallo de Hierro. Viajes en tren por China”
  • 162. La vida, por si sola, no hasta, como no basta una ciudad, de la que conservamos al final una idea aproximada. Una estación, cualquier estación, no es suficiente. Necesita un tren al que se acceda entre otros pasajeros, anónimos y fugaces. Necesita la imagen de un andén ya en desuso. Las vías muertas que, tal vez, funcionen de nuevo si alguien como tú las observa. Un reloj marca la hora v no lo vemos. Para saber del tiempo basta con la puntualidad de un autobús que llega del norte. La miseria cotidiana, te dices, desaparece al encontrarte en él mientras inicia nuevamente su marcha. En un letrero que parpadea, desde la plataforma número tres, puedes leer el nombre de varias ciudades. Tomas una al vuelo. Jerusalem. Te viene a la memoria una definición y la recitas en bajo: ese es el lugar en donde todos recuerdan haber olvidado algo. Dices: estoy donde no debería estar, pero ocurre que es agosto en todo el mundo Y las tres en Vecchiano. Sin embargo, no has bajado al andén para emprender ningún viaje. Has bajado por el placer que te suscita la espera, como si en alguno de esos autobuses viniera también alguien familiar. Detenido, observas a la gente. A los que aguardan con un motivo que desconoces. A los que cargan sus mochilas y comienzan a despedirse. A quien regresa después de un día de trabajo o al que ya no volverá al lugar desde el que parte. Frente a ellos se extiende aquel atlas De Agostini. La inconstante medida de los países. Los nombres que varían según una frontera. Un universo, pequeño e infranqueable, capaz de resumirse en unas pocas imágenes: Coliseo, Torre Eiffel, una pagoda (de Tokio), puerto de Singapur, Torre de Londres. Cuando llegues allí por primera vez sabrás que, en realidad, tan solo has regresado. La vida no basta, como no basta una ciudad. Conviene buscar ese lugar, casi remoto, donde parezca que se ha empezado de nuevo ALEX CHICO “Definición del viaje”
  • 163. BRUNO CATALANO: Le destin du voyageur II BRUNO CATALANO, artista francés cuyas obras escultóricas destacan por su originalidad. Entre ellas sobresale la serie formada por varias esculturas de bronce de viajeros de tamaño real, sosteniendo maletas, mochilas o bolsos, con miradas fijas hacia lo que parece ser un destino desconocido. En estas obras dominan sugerentes huecos. Se trata del “vacío activo” que puede prestarse a diversas interpretaciones haciendo que el espectador forme parte activa en la obra y la complete. “En mi trabajo, voy siempre en busca del movimiento y de la expresión de los sentimientos, saco de la inercia la forma y la cera para darles vida. Yo mismo, proviniendo de Marruecos, llevé estas maletas llenas de recuerdos que tantas veces represento. No contienen sólo imágenes sino todo lo vivido, los deseos: mis raíces en movimiento.” BRUNO CATALANO
  • 164. “La Famille de Voyageurs” , 2013
  • 165. BRUNO CATALANO: “Les voyageurs" ” Una maleta, un hombre. Él la agarra y se lanza hacia lo desconocido. Un viaje voluntario a un horizonte que abraza y se antoja infinito, o un viaje forzado, forzado por el exilio y el sufrimiento, a la búsqueda de la libertad y guiado por la supervivencia. ‘El viajero’ de Bruno Catalano es ese hombre abandonado a sí mismo, un hombre impulsado hacia la infinitud del tiempo y el espacio. Su casa no es más que una maleta y su ser, progresivamente, va poco a poco despojándose de todo lo que creía necesario, de todo su ‘yo’ tan hábilmente construido por nuestras sociedades. Ya no es ‘el hombre de un mundo’ sino ‘el hombre en el mundo’, aún con su bagaje cultural pero que se ha vuelto frágil ante la inmensidad. Su aventura no estará exenta de daño. Un hombre desfragmentado, desestabilizado, despojado de sus señas de identidad, que camina hacia su salvación y su pérdida, a un mismo tiempo. Ahora tendrá que reinventarse. Este viajero escapa de sí mismo, para encontrarse con su tierra desconocida.“ ANNE MAÎTRE
  • 166. BRUNO CATALANO: “Le Grand Van Gogh” “… EL HOMBRE DEL MUNDO, QUE AUN ESTANDO REPLETO DE CULTURA SE HA VUELTO FRÁGIL EN LA INMENSIDAD. ESTE VIAJERO SE ESCAPA DE SÍ MISMO PARA ENCONTRAR SU TIERRA DESCONOCIDA”. BRUNO CATALANO
  • 167. Aventurarse a ser otro junto a los otros. agradecer la vida en lenguas luminosas y extrañas como el Tiempo, que ha de dejarnos pronto en el último andén, y ya sin equipaje. JUAN MANUEL ROMERO ÚLTIMO ANDÉN