El documento describe las rabietas como una fase normal entre los 18 meses y 36 meses cuando los niños buscan afirmar su individualidad. Ceder a las rabietas refuerza el comportamiento, por lo que los padres deben ignorarlas y comunicar que no serán atendidos hasta que se calmen. En lugar de rabietas, los padres deben ofrecer alternativas para que los niños expresen sus opiniones de forma adecuada a través de la negociación y el respeto mutuo.
Tema 10. Dinámica y funciones de la Atmosfera 2024
Documento rabietas
1. LAS RABIETAS
En el período de tiempo comprendido entre los 18 meses y los 36 meses es cuando se
desarrolla con toda su magnitud la fase de las rabietas.
En esta edad se necesita manifestar la presencia en el mundo, que además de estar
presente se es diferente a los demás y se tiene una individualidad, y que al mismo tiempo
interactuamos con los demás pudiendo provocar en los otros las reacciones que queremos, e
intentamos controlarlas.
Cuando un niño consigue lo que quiere por medio de una pataleta, se le está ofreciendo
la posibilidad de establecer como normal este medio de comunicarse, modificando la conducta
de los que le rodean con el fin de obtener los resultados que él quiere.
Esta etapa no es una situación anormal: los niños habitualmente pasan en mayor o en
menor medida por esta situación, buscando ser el centro y llamar la atención. Todo esto lo
realizan a través del chantaje.
Ceder al chantaje de una pataleta refuerza en el niño o niña la idea de que para
conseguir algo es suficiente con llorar y chillar como respuesta a un conflicto o a la imposición
de un límite de los padres.
Debemos tener mucha paciencia y actuar adecuadamente.
En el caso de una pataleta no debemos prestarle atención. Debemos ignorarla y salirnos
de ese escenario: no debemos intentar calmarlo ni negociar con él en esas condiciones.
No se deben poner límites en ese momento, ni amenazar ni castigarle.
Nuestra actitud irá encaminada a comunicar que en esas condiciones no será atendido
hasta que se calme, que en ese estado no hay negociaciones y que se debe tranquilizar:
Cuando estés más tranquilo hablamos con las palabras.
Es la rabieta en si lo que dificulta la comunicación y se utiliza la sensación desagradable
como chantaje para obtener algo. Es pues la rabieta lo que tenemos que desterrar como
sistema comunicativo y dar otras alternativas.
El objetivo es dejar que el niño o la niña se afirme como persona y tenga su
individualidad con cualquier otra posibilidad educativa o con cualquier otra situación de
2. relación que no sea agresiva para con los demás y que desarrolle unas habilidades de
normalización y resolución de conflictos desde edades tempranas.
Así pues uno de los mejores remedios ante una rabieta es la correcta conducta de los
padres. Si los papás permiten que éste sea un sistema válido de relación y comunicación, y que
los niños consigan sus objetivos con este método; las rabietas no sólo se mantendrán sino que
además se incrementarán en la frecuencia y la magnitud de estas.
Si los papás de forma calmada, con toda normalidad, y con cariño hacen ver al niño que
las pataletas no sirven para nada, estas terminan por desaparecer, ya que el niño se da cuenta
que es una situación estéril que no conduce a nada.
El objetivo no es conseguir unos niños que no se opongan, que siempre hagan lo que el
adulto quiere y que sean sumisos, y de esta forma acostumbrarles a que carezcan de criterio
entre otras cosas. No es el objetivo castrar la capacidad de oposición y la necesidad de
autoafirmarse.
Los niños tienen que opinar, que decidir, que tomar decisiones, le tienen que gustar unas
cosas y otras no; y lo tienen que demostrar, comunicar, decirlo a los cuatro vientos. (pues igual
que algunos adultos lo hacen, pero en Facebook)
Los padres, educadores, etc… deben de ofrecer situaciones que promocionen esta
comunicación de una forma adecuada, con un clima confortable, de calidad, negociador y con
habilidades de empatía, de confianza y respeto que no suponga el sometimiento de uno al
otro, teniendo en cuenta que los padres tienen una visión de protección al niño y que en
cualquier caso no van a dejar que le suceda algo, como marca la ley: actuar con la diligencia de
un buen padre de familia.
Así pues el estado de rabieta no promociona lo dicho anteriormente, sino todo lo
contrario: pudiera ayudar a convertir al niño en un tirano y en un dictador.
Los niños que tienen rabietas no son malos, tienen que aprender a comunicarse y
relacionarse de otra manera.
Revisado diciembre 2010.