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EN LOS CONFINES
DE LA
PARAPSICOLOGIA
por J. Roca Muncañola
Portada: M. García
Depósito legal: B. 7.874 - 1975
ISBN 84-203-0319-4
Impreso en España Printed in Spain
Gráficas Zeus-Travesera de Las Corts, 273-Barcelona
Libro digitalizado por Pedro. Más información y libros en:
www.survivalafterdeath.blogstop.com
EN LOS CONFINES
PARAPSICOLOGIA
Las Psicofonías
El Aura
La Cámara de Kirlian
La Cirugía Psíquica
por J. ROCA MUNTAÑOLA
L1,11dJúnq4 4Fas
Valencia, 234 - Apartado 707 - Barcelona - 7
PRÓLOGO
Cuando mi buen amigo don Julio Roca Muntañola me pidió
unas líneas de introducción para este libro me quedé un tanto sor-
prendido. ¿Qué presentación puede necesitar quien es de sobra
conocido en el campo de la parapsicología, a través de sus nume-
rosas publicaciones, de su total dedicación durante años divulgando
lo que en el transcurso de un siglo se ha venido investigando por
primerísimas figuras de la ciencia positiva, entre las que se encuen-
tran varios premios Nobel, e informando de trabajos realizados
personalmente?
Son dos las razones que suelen mover a la solicitud de un pró-
logo: el reconocimiento del texto en función de una autoridad, o el
actuar como padrino en las primeras salidas al público. En ninguno
de estos dos casos está justificada dicha solicitud. Queda, pues,
por exclusión, el simple deseo del amigo que comparte con uno
iguales anhelos, iguales esperanzas, igual vocación; el deseo del
amigo de que el nombre de uno aparezca al lado de su nombre;
y es esta una de las más profundas expresiones de amistad que yo
agradezco en todo lo que vale al señor Roca Muntañola.
Él y yo tenemos en común, fundamentalmente, el reconocimien-
to de la insuficiencia de los conceptos materialistas en orden a la
interpretación de los fenómenos parapsicológicos. Si bien es cierto
que nos movemos a nivel de hipótesis, no es menos patente que
esta nueva y fascinante ciencia se aleja cada vez más de un meca-
nismo ya superado; superado incluso en el ámbito específico de
la investigación empírico-positiva.
Yo no puedo olvidar en él, la valiente toma de posición en las
horas difíciles, hace unos dos años, cuando investigando en las
10 J. ROCA MUNTAÑOLA
teleplastias de Bélmez de la Moraleda me quedé prácticamente
solo frente a una opinión pública desorientada por el sensacionalis-
mo de ciertos medios informativos y por algunas motivaciones
—resulta lamentable tener que decirlo— extracientíficas. El señor
Roca Muntañola siguió paso a paso mis trabajos y desde su sólida
preparación supo ver pronto la debilidad de los contrarios, su-
mándose así a cuantas ilustres personalidades científicas del ex-
tranjero afirmaron la autenticidad de las citadas formaciones.
También después de dar yo a conocer aquí el fenómeno psico-
fónico, que desde hace años vengo investigando en colaboración
con los principales parapsicólogos que lo estudian, el señor Roca
Muntañola captó con clara intuición la importancia del mismo, reali-
zando experiencias personales de indudable interés; experiencias
que patentizaron una vez más la importancia de estas grabaciones
paranormales en cintas magnetofónicas con las que se descartaban
absurdas hipótesis —como la de que estas voces son producidas
por emisiones inconscientes de la laringe— hipótesis que sólo
pueden esgrimir quienes ni de lejos conocen el fenómeno, ignorando
cuanto sobre él se ha venido investigando.
La psicocirugía también ha sido objeto de atención por su parte,
siguiendo muy de cerca los estudios que sobre la misma se efec-
túan, sin olvidar mi aportación después de un viaje que realicé a
Filipinas para observar por mí mismo tales intervenciones paranor-
males.
La Parapsicología española tiene una deuda de gratitud con don
Julio Roca Muntañola. En esto puede resumirse la meritoria labor
de muchos años de desvelos y dedicación tenaz y altruista.
GERMÁN DE ARGUMOSA
(Presidente de la Asociación Española de Investi-
gaciones Parapsicológicas. Miembro de la Sociedad
Internacional de Parapsicología Imago Mundi, de
Austria. Miembro del Comité Consultivo de Ex-
tranjeros de la Asociación Italiana Científica de
Metapsíquica. Miembro del Instituto Internacional
de Investigaciones Psicológicas y Religiosas de To-
kio.)
PREFACIO
Al amigo, consejero y mente inquisitiva.
Swii DAWA-SAMDUP (ex-Lama).
Ante todo, dentro de la temática parapsicológica, dedico estas
historias y recopilación de hechos fenomenológicos históricos a los
autodidactas, que es como decir a una gran mayoría de todos noso-
tros, pero en particular a unos buenos amigos dedicados desde
hace años a la investigación de lo que parece imposible, pero existe,
a pesar de todo, aunque inexplicablemente. A veces me he pregun-
tado si en alguna de estas historias traté de «algo» que todavía no
estamos capacitados para definir, y menos juzgar, ya que descono-
cemos más cosas de las que podríamos saber aunque el ser humano
pudiera vivir quinientos años.
De todas formas creemos que la situación en que se encuentra
la parapsicología es de las más incómodas. El objeto de sus inves-
tigaciones se centra sobre dos campos a la vez: el de la materia y el
del espíritu. Sus descubrimientos parecen ofensas a la razón, y a
nuestro concepto del mundo, y el hecho de que en telepatía la dis-
tancia y el tiempo «no cuenten» (un mensaje telepático, dada nues-
tra concepción del tiempo, puede llegar «antes» de que haya sido
enviado), para algunos científicos es realmente una verdadera burla
al sentido común y a la lógica.
Realmente, la mayoría de los parapsicólogos parecen adaptar-
se a tales incomodidades. Saben que su ciencia pertenece a un
mundo completamente desconocido en su profundo mecanismo. Al
igual que los ocultistas, se niegan a constituir un cuerpo doctrinal
más avanzado, más puesto al día, y parece que prefieran progresar
a tientas, con sus desfasados métodos, y una mentalidad que, en
algunos, es cada vez más retrógrada, pues cuando realmente intu-
yen algo incomprensible, les asusta y lo consideran ficción, o má-
14 J. ROCA MTJNTAÑOLA
xime, fantasía metafísica. Bien decía Sócrates que «una existencia
sin inquietudes no merecía vivirse»; pero no todos pueden com-
prenderlo, lo que realmente es una lástima.
Pero la realidad es que la parapsicología ha cambiado en pocos
años el status científico vigente, exigiendo en muchas ocasiones
una revisión del enfoque de algunos aspectos del Universo. La pa-
rapsicología no se ha atascado en callejones sin salida, como cre-
yeron algunos científicos, porque fuera incapaz en algunas ocasio-
nes de repetir una experiencia; al contrario; la parapsicología
ha conseguido influir sobre la moral, la religión y, sobre todo, en
la develación del enigma del Hombre, lo que por sí solo ya mere-
cería el reconocimiento nuestro, pues realmente ha ensanchado los
horizontes de nuestro Yo, revelándonos el verdadero alcance y
las energías desconocidas de nuestro subconsciente, esta descono-
cida «inteligencia» del hombre, «recordándonos» la relatividad de
todo aquello que nosotros propendemos a considerar como verda-
des inmutables desde la más remota Antigüedad.
Pero la parapsicología pertenece realmente a un mundo com-
pletamente desconocido en su profundo mecanismo. En el fondo
nos familiariza con algo prodigioso que no debe confundirse con
lo sobrenatural, un estado maravilloso, a veces domesticado, domi-
nado; nos une a nuestros semejantes gracias a unas hipótesis sobre
un «todo» mental, del cual se «nutrirían las raíces del espíritu
de todos los hombres, vivos o muertos», como decía Riverain.
En realidad, se quiera o no reconocer, el hombre tiene desarro-
lladas extrañas facultades en las zonas más arcaicas de su cerebro,
las cuales permanecen adormecidas. Pero su evolución desde hace
algunos años ha sido en muchos conceptos radical; cada adquisi-
ción personal desarrollaba más sus órganos, y cada órgano desa-
rrollado creaba cada vez más facultades. Bien estudiada, y anali-
zada en todas sus facetas y vertientes, la mutación es de vértigo
en algunas personas, como en el fantástico caso del joven judío
Uri Geller, que, con la mente, posee la extraña facultad de separar
y fundir diversos metales. Ese rincón misterioso de la mente, esa
deliciosa vaguedad tan rica en esperadas sorpresas que nuevamen-
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGIA 15
te ha surgido en Bolonia asombrando a los más expertos científi-
cos europeos. Si las noticias de Prensa son exactas, es el caso más
asombroso de la historia de la Parapsicología en todos los tiempos;
veamos:
«Puso en marcha, tras mirarlos fijamente, varios relojes que
llevaban muchos años parados; soldó varias llaves rotas de diversos
tamaños, fundió los dientes de un tenedor, y paró el péndulo de
un reloj monumental de la Alcaldía boloñesa.» Uri Geller, nacido
en Tel-Aviv, de padre israelí y madre austríaca —pariente de
Freud—, venía dedicándose al ilusionismo hasta que un parapsi-
cólogo norteamericano que viajaba por Israel lo descubrió en
1969, después de asistir a una de sus sesiones teatrales.
Si no se halló hasta ahora la fuente productora de fenómenos
como ése, y al mismo tiempo una explicación convincente, ¿no
sería porque se buscaban estos poderes por caminos equivocados?
Dicho de otro modo: poderes así, hace tan sólo cincuenta años,
¿cómo los hubiera considerado la Iglesia? Asusta la respuesta.
Cuarenta y cinco años de experimentos de Rhine y muchos
otros parecían haber dado una prubea irrefutable —prueba de
laboratorio, principalmente —sobre la existencia de un factor
inmaterial en la mente del hombre. ¿Por qué se habría de recha-
zar a priori esta premisa? Si los físicos admiten que la materia
puede alcanzar grados increíbles de sutilidad, resulta al menos
lógico suponer que la psiquis pueda alcanzarlos también, y aún en
mayor grado.
J. B. Rhine, considerado el «padre» de la Parapsicología cien-
tífica, afirmaba hace años al respecto: «Se han realizado experi-
mentos de psicocinesis a distancia... Apenas puede quedar al-
guna duda acerca de la naturaleza no física de la PK... No es
meramente producto de fuerzas ciegas y sin una finalidad. Aunque
débil e inconstante, la PK reacciona con el objeto físico de acuerdo
con una dirección o intención totalmente inteligente.»
Juan Musso (1), interpretando los resultados del famoso labo-
(1) Juan R. Musso, profesor, Argentina. El grueso de la actividad de investi-
gación se encuentra concentrada en el Instituto Argentino de Parapsicología (IAP)
16 J. ROCA MUNTAÑOLA
ratono de la Universidad de Duke, en Duham, Carolina del Norte,
dice: «Rhine afirma, totalmente convencido ante las pruebas, la
naturaleza no física de los procesos PSI, basándose en la imposi-
bilidad de concebir en términos de procesos físicos —radiaciones,
ondas, corpúsculos, etcétera— la peculiar interacción entre la
mente y la materia que se revela en dichos procesos. Y como la
interacción existe, y ella refuta el dualismo, sostiene la necesidad
de admitir un modo de realidad no específicamente física, ni tam-
poco psíquica; una especie de monismo neutro, a cuyo nivel ope-
raría PSI.»
Planteado de este modo el problema, y cuando la corriente de
opinión parece ser cada vez más favorable a este hecho, uno se
pregunta: ¿cómo enjuiciar, definitivamente, los fenómenos para-
normales? ¿Y el caso actual de Uri Geller, el ex sargento israelita?
Para muchos investigadores de la tendencia llamada idealista-
espiritualista, el problema se centra en un dilema de conceptos:
el «cerebro céntrico» —que atribuye toda la personalidad humana
al funcionamiento del cerebro, considerando el psiquismo como
un mero epifenómeno, un subproducto de aquel funcionamiento
mecánico— y el «psicocéntrico», que estima que la personalidad
se halla centrada en la mente humana. Para éstos, el concepto «ce-
rebro-céntrico» es un total error que ha originado todos los demás.
De cualquier modo, su posición es positivista, no implicando en el
término «factor no-físico» ninguna idea sobrenatural, religiosa ni
mística (2).
Para el padre Teilhard de Chardin (El Fenómeno Humano)
la solución parecía ser ecléctica: <'Los espiritualistas tienen razón
desde 1956 hasta la fecha. Con anterioridad, en 1948, se había creado la Asociación
Médica de Metapsíquica, que se amplió con otros grupos para dar origen al actual
Instituto, presidido desde su fundación por el profesor Juan R. Musso. Musso
tiene el mérito de haber logrado hacer obligatoria en Psicología una cátedra de
su especialidad, la Parapsicología, y de haber aplicado a sus experiencias los mé-
todos científicos de Rhine, lo que le ha conferido un lugar avanzado en la inves-
tigación parapsicológica latinoamericana. La política universitaria argentina pri-
vó, en 1969, al profesor Juan R. Musso de sus cátedras.
lin.) (2) Doctor Schrenk-Notzing. (De la Deutsche Okkulttistiche Geseflschafr, Ber-
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 17
—dice--- cuando defienden tan ásperamente una cierta trascen-
dencia del Hombre sobre el resto de la Naturaleza. Los materialis-
tas no se equivocan cuando sostienen que el Hombre no es otra
cosa que un término más en la serie de formas animales.»
Para los investigadores de la escuela mecanicista-materialista,
encabezada por los científicos soviéticos (no todos, afortunada-
mente), nos dicen: «Los seres vivientes, y en particular el hombre,
han elaborado en el proceso de su evolución dispositivos orgánicos
para percibir e influir a distancia, comparables a los modernos
inventos de la radiotécnica y la electrónica. Así, la telepatía hace
pensar en, la telegrafía sin hilos o la misma radio; la telestesia
se asemeja a la comunicación televisada; la telecinesis es compa-
rable con la telemecánica, o sea, el manejo a distancia de diferentes
aparatos y procesos por dispositivos electrónicos modernos» (L. L.
Vasiliev, en Los misteriosos fenómenos de la psiquis humana).
Está claro y hay que decirlo todo: desde que Vasiliev publicó
el indicado trabajo, las cosas han variado muchísimo en el campo
de la más rigurosa experimentación de laboratorio en la Unión So-
viética. Los que realmente se encargaron de una total modifica-
ción de principios, fueron precisamente los profesores Kirlian
—matrimonio—, pues las investigaciones empezaron con un grupo
de científicos ubicados cerca del centro espacial de Kazakastán,
en Alma-Ata, hace de ello unos doce años, fabricando una cámara
de alta frecuencia que sobrepasando la barrera de la materia densa,
lograron mostrar la contraparte inmaterial de los seres vivos. Con
equipos ópticos, combinados con la cámara de los Kirlian, los cien-
tíficos tuvieron, un día, una visión maravillosa que hasta entonces
estaba reservada con exclusividad a los videntes: «el cuerpo espi-
ritual de un ser vivo'>.
Algunas veces —y perdonadme por el inciso— me he pregunta-
do: ¿Cómo aquellos científicos podrían definir la realidad que de
pronto tenían ante sí? El informe original dice así: «Una especie de
constelación elemental, semejante al plasma, compuesta de electro-
nes ionizados y excitados, de protones y, posiblemente, de otras
varias partículas...'> Y proseguían de manera «muy significativa»:
2. - EN LOS CONFINES
18 J. ROCA MUNTAÑOLA
«Pero, al mismo tiempo, ese cuerpo de energía no es sólo partícu-
las. No es un sistema caótico. Es un organismo totalmente unifi-
cado en sí mismo. Actúa como una unidad, y el cuerpo energético
produce su propio campo electromagnético y constituye la base
de los campos biológicos».
Para mí, que soy espiritualmente de la escuela, o postulado idea-
lista, como Rhine, Pratt, Magré, Tocquet, Fonck, Tenhaeff, De Argu-
mosa. Motoyama, Récart, etc., etc., tal texto fue sensacional, pues
había que tener en cuenta que provenía de las rígidas murallas
de un materialismo que se ha traducido en explicaciones prácticas
en todos los campos de la actividad humana. ¿Estaban cambiando
las mentalidades? Quizás. ¿Está la ciencia moderna interesada en
el problema? Pues, sí. Francamente, sí. En algunos sectores, el
cuerpo sútil es apenas sospechado, pero en otros hasta es una
necesidad filosófica para explicar ciertos fenómenos.
«Toda mi vida —dice Eileen Garret, presidente de la "Parap-
sychology Foundation", de Nueva York— he tenido conciencia del
hecho de que todos poseemos un segundo cuerpo, un duplo. Ese
duplo, es un hecho nítido en las enseñanzas orientales y teosóficas,
y como tal es considerado como un cuerpo magnético, ligado al
cuerpo físico humano, un campo en el cual las fuerzas inmateria-
les del cosmos, del sistema solar, del planeta y del medio ambiente
más inmediato, son normalmente convertidas en la vida y en la
creencia del individuo.» Y según la señora Garret, ese cuerpo espi-
ritual, es el instrumento de las proyecciones telepáticas y clarivi-
dentes, que tanto han molestado —científicamente— a algunos
parapsicólogos españoles, especialmente de la rama médica (neuro-
psiquiátrica).
La señora Garret supone la existencia de un cuerpo espiritual.
Otros necesitan de él para explicar lo que de otra manera no
tendría sentido. El doctor Wilder Penfield, de la McGill University,
de Montreal, Canadá, después de realizar numerosas operaciones,
mediante las cuales removió porciones considerables del cerebro
humano, verificó que la mente humana continuaba funcionando.
Este fenómeno es conocido desde hace años. Numerosas autopsias
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 19
han revelado cerebros prácticamente destruidos, que no podían
servir de soporte al pensamiento, y que, no obstante, continuaban
en su función como si todo fuese normal. Hay sobre esto una na-
rración dramática y punzante, escrita con mucha emoción, por uno
de los grandes escritores de nuestro tiempo, John Gunther; des-
cribe la larga agonía de un hijo genial con el cerebro atacado por
un cáncer. A cada avance de la terrible enfermedad, una porción
de la masa encefálica era eliminada, y a despecho de quedar redu-
cida a una fracción de lo que era, el pequeño continuaba razonando
lúcidamente hasta que, al final, sobrevino la inevitable muerte. No
extraña, pues, que el gran escritor e investigador metapsíquico haya
buscado en Pablo el Apóstol la inspiración para el título de su
libro, en la inmortal pregunta del hombre de Tarso: «Muerte, ¿dón-
de está tu victoria?»
Y es que, en realidad, aunque no podamos demostrarlo científi-
camente, la mente no opera directamente sobre el cerebro; hay un
cuerpo etérico que liga la mente a las células del cerebro. Partícu-
las mucho más diminutas de lo que los científicos puedan sospe-
char se dislocan a lo largo de las líneas del cuerpo etérico, o duplo,
en dirección a ciertas regiones del cuerpo, del cerebro. Podrían
ser llamadas «unidades de vida». Ese cuerpo invisible —es una
opinión tan sólo, por lo cual lo podríamos considerar como duplo
o cuerpo unificador— es el único medio a través del cual la mente
y la vida se pueden comunicar con la forma física.
Así es cómo descubrió en el principio del proceso efluviográ-
fico de Kirlian, que, efectivamente, había un cuerpo semimaterial
en el hombre, que sirve como elemento de ligazón entre el espíritu
inmaterial y su cuerpo físico.
Y por extraño que nos parezca, han sido los soviéticos precisa-
mente los que científicamente han empezado a decir «algo». Sea
cual sea su última palabra, debemos reconocer noblemente que
durante los últimos diez años han profundizado con seriedad en
la investigación sobre la fenomenología del espíritu humano. Claro
que la terminología era otra, y llena de connotaciones materialistas,
pero, ello no obstante, son sorprendentemente lúcidas las obser-
20 J. ROCA MUNTAÑOLA
vaciones, cuando consideramos el contexto ideológico en que se han
venido moviendo estos investigadores.
Al margen de ésta y de otras polémicas sobre la naturaleza
esencial de los principales fenómenos paranormales —hasta hoy re-
lativamente infecunda—, centenares de científicos de todo el mundo
investigan desde los laboratorios de muchas Universidades este
escondido secreto de la psiquis. Nunca como hoy, mayor número de
investigadores había rastreado tan apasionadamente la verdad re-
lampagueante y efímera de los hechos parapsicológicos. Los resul-
tados que se obtengan, quizá sean asombrosos. Una nueva e ines-
perada imagen del hombre podría aguardar al final del camino y la
polémica. (Las psicofonías, las operaciones de psicohigiene de Fili-
pinas y Brasil, la...) Pero no es sólo la escuela filosófica, o la espi-
ritualista, la que investiga y obtiene éxitos. La escuela mecanicista
también investiga algunos misterios, especialmente determinados
factores que, como los interoceptores y los exteroceptores, serían
microscópicos «sentidos» de tipo totalmente desconocido, situados
los primeros en algunos órganos y vísceras, y a flor de piel los se-
gundos —doctor Murthy, de París (1970), en su tratado Nos pou-
voirs occultes—, capaces de explicar por sí solos algunos fenóme-
nos tan extraños como la autoscopia, la «visión» a través de la punta
de los dedos (se han dado varios casos en Europa últimamente),
y también la percepción de colores al contacto con la epidermis, y
otros.
Pero nosotros los sustentadores de la doctrina idealista, por
nuestra parte buscamos las pruebas de una eventual supervivencia
totalmente científica, irrefutable. A la pregunta incómoda, de si
algo de la personalidad humana puede sobrevivir después de la
muerte, y si ello es susceptible de ser descubierto, respondemos
que la posibilidad existe, y que el problema es tan importante que
su investigación debe quedar abierta al método científico, sin cor-
tapisas, sin tabús ni prohibiciones de clase alguna. Así, la posibili-
dad de supervivencia es estudiada desde hace unos años bajo el
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 21
nombre eufemístico de «memoria extracerebral». Han sido nota-
bles al respecto, los trabajos de los doctores Jan Stevenson, de
Estados Unidos, y H. N. Banerjee, de la Universidad de Jaipur,
India.
Otra vertiente muy importante es el estudio científico de las
psicofonías. Precisamente no hace mucho el Papa Pablo VI con-
decoró a Jürgenson, el técnico que consiguió por vez primera gra-
bar unas voces del Más Allá. Según una información publicada en
la Prensa, el ingeniero brasileño Henrique Rodrigues, nos decía
que el Vaticano ayuda financieramente esas investigaciones de Jür-
genson.
Quizá, como afirma Gaither Pratt la parapsicología sea, si no
la más nueva, la más revolucionaria de las ciencias. Y eso porque
ha logrado trastocar muchos conceptos que parecían inamovibles,
y ha obligado a los científicos a enfocar de una manera diferente
ciertos aspectos del Universo.
Recapacitemos en lo dicho anteriormente. Como se sabe, en la
naturaleza la energía no se destruye jamás, sólo se transforma.
En la Unión Soviética y en los Estados Unidos se han llevado a cabo
experimentos fantásticos que no han sido publicados, porque pri-
mero hay que mentalizar a las gentes: en Rusia se ha podido «foto-
grafiar vivo'> a un cadáver en las veinticuatro primeras horas des-
pués de producirse el fallecimiento por muerte accidental, y pudo
«comprobarse» cómo salía, pasado este tiempo, algo así como un
fluido que abandonaba aquel vestido, aquella «cáscara», como diría
un Lama, aquel despojo de cuerpo, como evaporándose...
El resultado ha sido —quizá por otros motivos— que los sovié-
ticos han detenido actualmente todos estos estudios del cuerpo
«bioplasmático» descubierto por los esposos Kirlian. Cabe pensar
que posiblemente llegaron a sospechar que el hombre, al morir,
no desaparecía del todo (la metapsíquica llegó mucho más lejos),
y ello, como es natural, estaba y está en contraposición con las
teorías marxistas. Tras cincuenta años de interpretación materia-
lista del paso del hombre por la Tierra, el Estado Soviético no
puede reconocer públicamente que se había equivocado, por lo
22 J. ROCA MUNTAÑOLA
cual dichos estudios, como saben todos los parapsicólogos, han
quedado frenados absolutamente. Tienen una espina clavada en el
cuello.
Pero también el Vaticano tiene otra espina clavada, y en su
sentido muy parecido, como bien dice don Henrique Rodrigues en
sus manifestaciones al periodista Ángel Gómez Escorial, y que
reproduzco íntegramente, porque en realidad son una gran verdad:
«El Papa Pablo VI, como hemos dicho, no solo condecoró a Jür-
genson, sino que financió ciertos estudios psicofónicos, cosa loable,
pues con ello contribuye a probar la permanencia del espíritu tras
la muerte; pero es que resulta que durante mucho tiempo la
Iglesia negó que se pudiera hablar con los muertos... » Quisiera
saber ahora cómo opinan algunos jesuitas que al mismo tiempo
sean parapsicólogos, y siguen paso a paso las investigaciones.
De todas formas debemos reconocer que el Vaticano ha sabido
actuar de forma muy discreta, y acorde con la época; ésta es mi
opinión.
Lo que falta es trabajar en todo momento científicamente, más
comprobaciones serias, mentalizar poco a poco a muchas personas
cargadas de fantasías o supersticiones, y de momento, hacer la
mínima publicidad de esta clase de trabajos, y no permitir que
personas sin escrúpulos se aprovechen de tan hermosas realidades,
como son la psicofonías, con fantasiosas o neuróticas historias del
Más Allá, para hacer su negocio personal, como ya está sucediendo
a la Parapsicología misma.
De los resultados positivos que se obtengan, dependerá en gran
parte un rechazo total, o una gran base científica para las grandes
religiones. Y también, sobre todas las cosas, sobre todos los estu-
dios que se hagan, tengamos presente en todo momento que la
Parapsicología resultará revolucionaria como una gran ayuda para
resolver de una vez el milenario enigma de «qué es, es realidad, el
Hombre».
Resulta que encontrándonos en los mismos umbrales de la
fantástica conquista del espacio, en vías de abrir la ruta hacia otros
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 23
mundos, de abandonar por fin su isla y de tener el Universo como
morada, el Hombre, sigue siendo «un Desconocido».
Y es que, en realidad, sabemos mucho más sobre cualquier
cosa que hayamos descubierto, que sobre nuestra mente. Hasta el
pensamiento mismo, ese «lenguaje» interior que un día empujó a la
estirpe humana hacia la cumbre, sigue siendo un arcano. No hay
siquiera una teoría que trate de explicarlo.
Pero, de todas formas, seamos optimistas. Hay fuerzas oscuras,
para algunos extrañas, que precisamente desean ayudar por encima
de todo al Hombre, a «ese Desconocido» de que hemos hablado
muchas veces. Hasta la misma técnica moderna, que tan alejada
parece de estas fuerzas oscuras, como las llamamos esotéricamente,
empieza a aprovecharse de algunas de ellas. He aquí —por ejem-
plo— que aquella «hipnosis» que l3abinski observara apenas hace
sesenta años, como un estado de «simulación histérica», ahora se
emplea frecuentemente en la odontología, en obstetricia, en la
medicina psicosomática, etc. Tampoco hoy, nadie que esté al día,
se atrevería a negar la radies tesia, considerada ya como ciencia,
sobre la cual únicamente podrían discutir, unos y otros, si se clasi-
fica definitivamente —como parece— como excelsa facultad psi-
gamma, o sea, percepción extransensorial (PES).
En resumen: Parapsicología es únicamente «especial sensibili-
dad a ciertas radiaciones por captación hiperestésica de ciertos
efluvios dimanantes de la misma naturaleza»... etc., etc., como
sostiene un renombrado radiestesista de la Asociación de Radieste-
sia de Barcelona, según rollo que soltó por las antenas de Radio
Barcelona.
A través de las páginas de este libro, sólo intento conducir al
lector a un campo bastante árido, pero muy grande, a cuyo final, a
lo lejos, donde no alcanza ya la vista, existen ahora caminos que
al parecer de muchos científicos, conducen a nuevos estadios, quizás
otros niveles, donde seriamente, pero con un gran amor, podrían
si Dios lo permitiera, informarnos de ese Más Allá del cual sólo
teníamos fantásticas hipótesis, hilvanadas generalmente con ex-
24 J. ROCA MUNTAÑOLA
trañas alucinaciones, motivadas principalmente por esa ignoran-
cia de siglos . . .y por intereses creados.
Y aquí está precisamente el gran valor de la parapsicología. Es
fruto del conjunto de muchas ciencias, pero fuente de una búsque-
da única: el encuentro del Hombre consigo mismo, con su propio
YO. El conocimiento del ser integral. El conocimiento de la gran
Verdad, y el hallazgo de su naturaleza última.
Si los procesos evolutivos dotaron realmente al ser humano de
dos mundos, tan solo la Verdad lo capacitará en el futuro para
vivir con plenitud en ambos.
Yo pediría al lector, sea cual fuese su forma de pensar, que
no tenga temor alguno y lea las páginas que empiezan ahora, una
a una. Quizás al llegar a las psicofonías y a nuestros estudios, algo,
alguna cosa, o lo que se explica, exalte por algún motivo su imagi-
nación, suscitando —no es mi intención— lo maravilloso, pues des-
cubrirá el lector que las mismas psicofonías conservan un morboso
hechizo.
Pero piense el lector que las psicofonías, la cámara de Kirlian,
el aura humana, son maravillosas realidades de nuestro tiempo.
Y hay muchas más...
Pero tampoco deben preocuparle las mentes cerradas, pues
ellos, desgraciadamente, ignoran todavía hoy que en el Hombre
hay poderes maravillosos, inconscientes, que son una auténtica
manifestación del Amor Divino.
Eso es lo que unos y otros debemos buscar en bien de todos.
CAPITULO PRIMERO
El mundo tangible, al que tanta im-
portancia concedemos, no es más que una
parte y el reflejo del verdadero mundo
viviente.
RO8ERT TOCQUET.
El conocimiento de la existencia del «aura» humana, detectada
por los sensitivos, o personas dotadas, se remonta posiblemente a
miles de años. Concretamente, y así fue publicado, se habló por
vez primera en Alemania por el médico escocés doctor W. Maxwell,
en el año 1679 acerca de las «radiaciones humanas». Cien años
después, el médico vienés F. Anton Mesmer continuó con los estu-
dios de Maxwell y denominó al fenómeno «magnetismo animal».
Mesmer explicó en varias ocasiones que este fluido magnético era
luminoso para los sensitivos.
A lo largo de los milenios, los hombres han discutido apasiona-
damente el problema del alma y especulando acerca de su natura-
leza, de su independencia (partículas materiales, como creía Lu-
crecio?), de si sigue o no existiendo después de la desaparición del
cuerpo, o si realmente, como creían Platón y Descartes, el alma
era totalmente inmaterial, por lo cual admitían su supervivencia,
mientras aquellos que sustentaban la materialidad de la misma la
negaban. No sin razón decía Aristóteles que el conocimiento preci-
so acerca del alma era una de las cosas más difíciles del mundo.
Y ni siquiera imaginaba el mar de palabras que los hombres usa-
rían en los siglos siguientes en todas las lenguas conocidas, vivas
o muertas, para exponer sus ideas sobre tan espinoso asunto.
Pero el alma y el aura van unidas. En 1930 escribió la notable
dotada Gerardine Cummings, inglesa —fantástica sensitiva, estudia-
da posteriormente por Rhine en la Universidad de Duke—, lo si-
guiente: «La mente no opera directamente sobre el cerebro. Hay
28 J. ROCA MUNTAÑOLA
un cuerpo "etérico" que liga la mente de las células del cerebro.
Partículas mucho más diminutas de lo que los científicos puedan
sospechar, dislócanse a lo largo de las líneas del cuerpo etérico, o
duplo, en dirección a ciertas regiones del cuerpo y del cerebro.
Podrían ser llamadas "unidades de vida". Ese cuerpo invisible
—duplo o cuerpo unificador— es el único medio a través del cual
la mente y la vida se pueden comunicar con la forma física. Si una
ligadura se deshace entre los dos, hay una falla inmediata en el
control. Cada animal tiene un cuerpo invisible, unificador, hecho
de éter imponderable. Debe ser posible crear, en el momento ade-
cuado, un instrumento por el cual ese cuerpo pueda ser percibido,
aceptado o detectado.»
Pocos años después lo conseguían los soviéticos. Hay, por lo
tanto, un cuerpo semimaterial en el hombre que sirve de elemento,
de ligazón entre el espíritu inmaterial y su cuerpo físico, corno se
ha podido demostrar en el «efecto Kirlian», con el impacto que
ha producido entre los científicos, especialmente aquellos que es-
tudian fenómenos parapsicológicos, después del último Congreso de
Moscú. Se oyeron allí las más extrañas comunicaciones de los
grandes parapsicólogos actuales: Adamenko, de la Universidad de
Moscú; Inijushin, de la Universidad de Kazakistán; Krippner y
Davidson, del célebre «Maimonides Medical Center», de Nueva York,
etc. Todos ellos coincidieron en afirmar que el fenómeno Kirlian
era puramente de orden físico, pero que también podía actuar como
revelador de estados particulares de la materia viva. Una de las
conclusiones rusas fue la siguiente: «Durante ci fenómeno Kirlian
hemos visto y comprobado que la materia viva vegetal o animal
reacciona de un modo muy especial. El halo luminoso, observado en
momentos y en estados diferentes, presenta innegables alteraciones.
La verdadera razón no la sabemos todavía. Algunos científicos afir-
man que en las plantas existe un sistema nervioso muy parecido
al del hombre. ¿Podremos llegar a decir que también tienen me-
moria? ¿Que también tienen inconsciente, ese otro "yo" que lleva-
mos dentro, y que unas veces parece un huésped, otras un prisio-
nero y Otras un enemigo? Hoy todavía no sabemos qué responder.»
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 29
Y es que en la actualidad estamos efectuando una investigación
efectiva a nivel mundial sobre la sensibilidad de las plantas, des-
pués de los grandes descubrimientos de Kirlian. Backter y algunos
otros no han empezado más que hace unos meses, y aún es dema-
siado pronto para obtener resultados. El científico no trabaja con-
tra reloj; afortunadamente. Por lo que se refiere a las reacciones
del organismo humano, no estamos mucho más avanzados. Los
«liedetectors» sugieren todavía algunas indicaciones. Pero no po-
demos considerarlas suficientes.
La realidad es que las investigaciones comenzaron hace unos
diez o doce años con un grupo de científicos ubicados cerca del
centro espacial soviético de Kazakistán, en Alma-Aata.
Se reunieron biólogos, bioquímicos y biofísicos para estudiar el
espectacular descubrimiento del matrimonio Kirlian. Se trataba de
una cámara de alta frecuencia que sobrepasando la barrera de la
materia densa, logró mostrar la contraparte inmaterial de los se-
res vivos. Con equipos ópticos combinados con la misma cámara
de los Kirlian, los científicos tuvieron un día la maravillosa visión
que hasta entonces estaba reservada con exclusividad a los vi-
dentes: «el cuerpo espiritual de un ser vivo...».
¿Cómo se podría definir la realidad tan fantástica que tenían
ante sí? «Una especie de constelación elemental semejante al plas-
ma —dijeron los científicos con una terminología llena de conno-
taciones materialistas— compuesta de electrones ionizados y ex-
citados, de protones y posiblemente de otras partículas.» Y prose-
guían de manera muy significativa: «Pero, al mismo tiempo, ese
cuerpo de energía, no es sólo partículas. No es un sistema caótico.
Es un organismo totalmente unificado en sí mismo. Actúa como
una unidad, y el cuerpo energético produce su propio cambio elec-
tromagnético y constituye la base de los campos biológicos.»
Para el espiritualista tal texto es sensacional, teniendo en cuen-
ta que proviene de las rígidas murallas de un materialismo que se
ha traducido en expresiones prácticas en todos los campos de la
actividad humana. En 1968 fue nombrada una comisión de «alto
nivel» para estudiar el fenómeno y emitir una opinión concluyente.
30 J. ROCA MUNTAÑOLA
El grupo se componía de los doctores Inyshin, Grischchenko, Bo-
robevv, Shouiski, Fedorova y Gibadulin. La conclusión (oficial) que
presentaron no podía haber sido más abierta y objetiva y... tam-
bién audaz: «Todos los seres vivos —plantas, animales y seres
humanos—, no sólo tienen un cuerpo físico, formado de átomos y
moléculas, sino también, como contraparte, un cuerpo de energía»,
al que dieron el nombre de «cuerpo de plasma biológico».
(Ahí está, de momento, el nuevo rótulo asignado al cuerpo espi-
ritual del Apóstol Pablo...)
Con el auxilio de la cámara de Kirlian nos consta que se están
realizando numerosas experiencias notables. Por ejemplo: fotogra-
fías sucesivas del proceso de la muerte, que revelan progresiva dis-
persión de puntos luminosos que se desprenden del llamado «cuer-
po bioplasmático» y se pierden (?) en el aire, hasta que no queda
ninguna luminiscencia en el hombre o en el animal muertos. Mien-
tras tanto, detectores biológicos continúan indicando campos de
fuerza, pulsando en presencia del cuerpo inanimado. ¿Provendrá
esa energía del cuerpo «bioplásmico» en proceso de desintegración?
Y nos dicen: «Tal vez con ayuda del proceso Kirlian de "fotografía"
y nuevos aparatos ideados sobre la marcha, pueda ser desvelado un
poco más el proceso de la muerte» (De la muerte, o del alma?).
La historia de todo el descubrimiento, o proceso Kirlian, resul-
tó como tantos otros descubrimientos, de una llamada casualidad.
Hay sobre ello dos versiones; pero lo que a nosotros nos interesa
dar a conocer como anticipo, es que esa energía descubierta que
anima esa bioluminiscencia, no es, según los científicos, ni eléctri-
ca, ni magnética, ni electromagnética. Es una «forma» de energía
totalmente desconocida que aún no ha sido debidamente clasificada,
medida, analizada, etc. (?), pero que proyecta, sin la menor duda,
amplias perspectivas hacia el futuro de la Humanidad, a lo que
yo llamo «insospechados paisajes». Ejemplos: dolencias que aún no
traspusieron la frontera hacia la materia, hacia el cuerpo físico, son
identificadas como anomalías ya existentes en la contraparte biolu-
miniscente del ser (planta o animal). Es fácil pensar en las tremen-
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 31
das posibilidades que este descubrimiento ofrece al esclarecimiento
del problema del cáncer y otras enfermedades.
También hay un campo de estudio sobre aquellas tan discutidas
operaciones llamadas de psicohigiene (cirugía psíquica) realizadas
en los tejidos delicadísimos del cuerpo sútil, eliminando males
físicos, porque les extirpan el soporte patológico localizado allí.
Pero procedamos ahora a explicar los verdaderos orígenes de ese
maravilloso descubrimiento de los esposos Kirlian. Hemos de re-
troceder a 1845, a Reichenbach, como punto de partida.
Los trabajos de Reichenbach
Después de Maxwell, que en aquella época no fue ni podía ser
comprendido, tenían que pasar años hasta que el ya nombrado
Reichenbach, de cuyos trabajos se vuelve a hablar, realizara las
primeras investigaciones científicas. E. R. Dalmor explica, en su
célebre diccionario Quién fue y quién es en ocultismo, lo siguiente
sobre el conocido científico:
«Reichenbach, barón Karl Louis von (1788-1869), fue un célebre
químico alemán. En 1845 publicó en Brunswick una serie de Me-
morias reunidas y traducidas luego bajo el título de Les Phéno-
mnes Odiques (E. Flammarion, París, 1907), en la cual sustentaba
la tesis de que el cuerpo emite una emanación, denominada por él
y su círculo de estudios "Rayos Od", o sea, la misma que los sovié-
ticos llaman, 125 años más tarde, "radiación bioplasmática" o cuer-
po bioplásmico, que es lo mismo que los alemanes y casi toda la es-
cuela europea llamaban "Od", "luz ódica", o bien "fluido ódico", que
muchos encontrarán en libros de metapsíquica y en ciertos trata-
dos de aquella época, llamados de "filosofía metafísica", especial-
mente franceses. En la actualidad consta en algunos buenos trata-
dos de parapsicología moderna.»
Estos rayos Od, o bioplasmáticos, es la misma aura que para
las personas sensitivas es visible, pero al mismo tiempo se ha com-
probado, ya que se trata de una energía que ciertas personas pue-
32 J. ROCA MUNTAÑOLA
den transferir a otras personas (caso de los curanderos o sanado-
res). Esta energía (fuerza) es muy posible se extienda por todo el
Universo y se pueda manifestar por contacto y a distancia. «Reichen-
bach realizó experiencias en hospitales de Viena, y al restaurar indi-
rectamente el magnetismo, nutrió el pensamiento metapsiquista
de aquella época» (sic) (De Les Phénomnes Odiques, indicado ante-
riormente.)
Reichenbach estudió en Tubingen y se doctoró en Ciencias Na-
turales. En su célebre castillo de Cobenzi, en la periferia de Viena,
realizó durante 20 años gran cantidad de experimentos con qui-
nientos sensitivos. Los resultados constan en varios libros, pero
especialmente en su obra Der Sensitive Mensch (El Hombre Sen-
sitivo), publicado en 1854, de 1.580 páginas, auténtico diccionario
de consulta.
Reichenbach encontró en toda la materia, especialmente en los
organismos vivientes, tanto en el ser humano como en los animales
que también estudió, así como en las plantas y los mismos metales,
en los polos de los imanes, en los cristales, etc., un fluido suave-
mente luminoso que también se encuentra en la luz del sol y de la
luna, y que solamente pueden ver los sensitivos. (Od, Fluido ódico
o Luz ódica, o sea, el aura de todos los cuerpos, aunque se debe
tener presente una cosa: el aura o halo luminoso de un cristal u
otro objeto no es lo mismo. El aura está en el cuerpo vivo, o que
todavía mantiene esta energía, pero no así en un cuerpo inerte,
en el que solamente encontramos un halo plasmado, fijo, como
sucede con una medalla, una hoja muerta, una madera, cristal,
piedra, etc. La madera viva tiene una actividad de irradiación cons-
tante y propia; un materialista diría muy bien un «electricismo».)
En su libro Die Aura des Menschen (El Aura del Hombre), Karl
Spiessebeberger describe algunos de los experimentos de Reichen-
bach:
«Una de las salas en la cual el barón Von Reichenbach realizó
la mayoría de sus experimentos, carecía de ventanas, de manera
que no podía entrar luz alguna. En la oscuridad absoluta, los sen-
sitivos observaban, después de una hora o más, fenómenos lumino-
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 33
sos, que no podían explicar. Al comienzo se formaba alrededor de
las manos de los presentes una especie de humo gris. Luego, las
manos parecían "una silueta sobre un fondo de suave luminosidad".
Después, cada dedo presentaba una prolongación luminosa, a ve-
ces tan larga como el propio cuerpo, desde la cabeza hasta los pies
de la siguiente manera: "El lado derecho del cuerpo, incluido brazo
y mano, en una luminosidad celeste-azul, y el lado izquierdo del
cuerpo, rojizo o amarillo-rojo. Las radiaciones de los ojos eran
más brillantes que las de los dedos. De los orificios nasales sur-
gían rayos luminosos; hasta el aliento tenía luminosidad" (sic).»
Cuando Reichenbach levantaba el brazo, sus sensitivos veían
que la luminosidad de ese brazo disminuía, y cuando lo bajaba, el
aura aumentaba en su luminosidad. De esto el científico consta-
taba lo siguiente: «La luz ódica (el aura) cambia en relación a la
cantidad de sangre contenida en las venas del cuerpo físico.»
Además, constataba que el estado de salud dependía del grado
de actividad, de viveza, de la misma aura. (Esto precisamente es lo
que la ciencia médica soviética está estudiando en la actualidad.)
Reichenbach observó también, con su grupo de sensitivos, infi-
nidad de animales como gatos, pájaros, mariposas, etc. También,
como se ha dicho antes, con ocres y minerales —cristales de turma-
lina, diamantes y cristales de roca, etc.—, sus experiencias fueron
continuas. Por cierto, y consta en todos sus estudios, que los ór-
ganos de reproducción de las flores son extremadamente lumiso-
sos. Asimismo lo inorgánico mostraba la típica coloración polar,
especialmente los imanes y los cristales. Cómo, por ejemplo, se
desprendía de una varilla metálica fuertemente imantada «una llama
chisporroteante», azul en el polo norte de la varilla, y amarillo-rojiza
en su polo sur. Levantada ésta verticalmente, la llama «Od» se
elevaba y formaba en el techo de la sala un fino círculo luminoso
de hasta 75 cm. de diámetro.
«Los cristales producen sobre los sensitivos el mismo efecto
que la radiación ódica del hombre, siendo en los cristales la "fuerza
modeladora". El "Od", que para él es portador de la fuerza vital, da
forma y vida a los cuerpos» (Doctor Reichenbach).
3. - EN LOS CONFINES
34 J. ROCA MUNTAÑOLA
Todos estos estudios, ya lejanos, es curioso que hayan sido
considerados actualmente como algo digno de atención y respeto.
Pocos serán los que discutan la realidad del aura humana y sus to-
nalidades, pues se conoce la gran importancia que puede tener
para infinidad de estudios, tanto en medicina como en otras va-
rias ramas de la ciencia, hasta en criminología, donde algún día
podrá tener gran importancia.
Hoy sabemos, mejor dicho, conocemos por el estudio que se
ha realizado con los sensitivos, sujetos, metagnomos, mediums,
etcétera, que generalmente sólo se distinguen tres colores fun-
damentales en el aura humana, que representan: el cuerpo físico,
el psíquico y el espiritual, pero con infinidad de tonalidades cam-
biantes en los dos primeros, donde «lee» el sensitivo...
Las oscilaciones emocionales, como la avidez, los sentimientos,
el deseo sexual, los afectos, las contrariedades (de este orden, no
espirituales), se expresan en el aura astral tanto en la forma,
como en el color (y sus variantes), cosa que ve perfectamente el sen-
sitivo. Por lo tanto —y es muy importante tenerlo en cuenta—, los
colores del aura no son fijos, sino simplemente cambiantes según
sea la salud, las emociones, los deseos o pasiones, hasta el estado
de nuestra «consciencia». Fijos, son únicamente aquellos fundamen-
tales que demuestran al sensitivo la verdadera espiritualidad, las
condiciones constantes de carácter (lo invariable en el ser humano),
el talento, como también lo son a veces los vicios funestos muy
arraigados, que son parte ya de la persona.
Ahora bien; algunos «privilegiados» sensitivos dicen que dis-
tinguen hasta «cinco» auras en el cuerpo humano, lo que realmente
no es así. Entre la mayoría de los sensitivos tratados, lo ha
sido una famosa vidente de la provincia de Tarragona (1), de
gran estimación por algunos, que igualmente incursiona en el pa-
sado que en el futuro con la mayor facilidad; se trata de persona
de inmejorable condición económica y que jamás aceptó remune-
(1) En realidad sólo es una, pero con tres colores básicos, correspondientes a
los estados o cuerpos: físico, psíquico y espiritual de la persona, aunque los colo-
res son cambiantes algunas veces y por diversas circunstancias. (Experiencias y
estudio personal con la sensitiva doña C. S. de M., 1973 y 1974.)
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 35
ración alguna por el bien que hace. Nos consta asimismo que cons-
tantemente medita sobre la ética de todo lo que estima, y de ello
extrae su propia moral.
Pues bien; dicha señora distingue tres auras, por decirlo de for-
ma gráfica, para que el lector lo entienda; lo que sucede, es que
son tres colores básicos del aura: el espiritual, el psíquico y el fí-
sico, pudiendo saber en todo momento el estado físico actual de la
persona que tiene delante, así como la enfermedad que algunas
veces sólo está en el estado astral; o sea, que puede prever, adelan-
tarse y atajar la enfermedad, antes de que la misma penetre en el
soma. Por otra parte, afirma esta sensitiva, que efectúa diariamente
el viaje astral, lo que le facilita su trabajo, el cual realiza única-
mente por amor a sus semejantes, pues realmente en ocasiones
parece que tenga un radar en el cerebro, aparte de que posee otros
poderes, que parapsicológicamente, a decir verdad, no hemos teni-
do oportunidad de estudiar.
Para finalizar el «retrato» de esta sensitiva, muy conocida en
Barcelona y Gerona, a la que por cierto me une buena amistad, me
resta decir únicamente que tiene cincuenta y siete años, es viuda, y
nos consta que podría vivir recreada dadas sus rentas, pero pre-
fiere dedicarse por entero a sus amistades y sus enfermos, y a todo
aquel que de verdad precisa de esta gracia, de este don que tienen
algunas personas, y que ella posee desde los seis años de edad,
aunque estoy convencido que realmente es un don que ella no com-
prende y que algunas veces le perjudica físicamente.
Volviendo a lo indicado sobre las auras, creo interesante ha-
cer un paréntesis y exponer unos conceptos de acuerdo con las
hipótesis que ocultistas y teósofos formulan, y que en realidad son
bastante complejas, pero aclaran algunos puntos oscuros para el
lector.
Según teósofos y ocultistas, en el Universo existen verdadera-
mente siete zonas o planos que se penetran mutuamente. En dicho
caso, por orden de densidad decreciente, tendríamos:
Primero: El plano físico, que es nuestro mundo habitual.
Segundo: El plano astral (o emocional), ques es aquel al que nos
36 J. ROCA MUNTAÑOLA
trasladamos cada noche durante el sueño y también al que nos
trasladaremos después de lo que llamamos «la muerte» (aunque
la muerte sea el nacimiento en otra realidad).
Tercero: El plano mental, que es el del pensamiento, o sea, de
la mente.
Cuarto: Hay otros cuatro planos (o estadios, zonas, etc.), en-
tre ellos el que llaman búdico y el nirvánico, pero que a nosotros,
ahora, no nos interesan, ya que hablaríamos de planos muy supe-
riores.
Según esta hipótesis, pues, el hombre posee diversos cuerpos o
vehículos correspondientes a esos diferentes planos. Veamos:
Primero: El cuerpo físico, denso y visible, pero dotado de un
doble etérico llamado también «doble etéreo», que absorbe la vita-
lidad solar y una infinidad de radiaciones cósmicas protectoras,
pero necesarias para la vida en nuestro planeta.
Segundo: El cuerpo astral o emocional, que es el instrumento
de las emociones, deseos y pasiones de toda clase; del odio y del
amor, y también el que elabora la sensación que el cuerpo físico
siente a continuación.
Tercero: El cuerpo mental que produce el pensamiento expre-
sado a través del cerebro (para nosotros el cerebro sólo codifica, o
mejor diríamos que el cerebro es una perfectísima computadora.
Nota del autor).
Cuarto: El cuerpo causal (o individualidad), llamado también
alma, o ego.
«Siempre según esta hipótesis, mientras que el cuerpo físico
es mortal, y los astral y mental igualmente perecederos y no duran
más que una encarnación, el cuerpo causal (individualidad) es in-
mortal y persiste a través de todas las encarnaciones, transmitien-
do a las personalidades sucesivas todas las capacidades y cualida-
des adquiridas en las encarnaciones precedentes. Por lo que respecta
a los demás atributos del hombre en nuestra fase evolutiva actual,
sólo existen en estado de gérmenes» (sic). (De Inventario de lo so-
brenatural, de Robert Tocquet, Enciclopedia Horizonte, Plaza & Ja-
nés, S. A., página 179.)
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 37
El aura del cuerpo etéreo (doble etéreo o doble etérico), como
muy bien se expresaba el obispo C. W. Leadbeater, «es verdadera-
mente el molde a que ha de ajustarse el cuerpo físico denso del in-
dividuo». En el hombre sano, los rayos que forman el aura (valga
el símil) están agrupados en forma paralela, porque el «Od» o aura
sobrante, irradia del cuerpo con gran potencia.
Es verdaderamente fantástico que estas irradiaciones también
rechazan los gérmenes de enfermedades. En la persona enferma las
irradiaciones de vida son doblegadas hacia abajo, desorganizadas,
y se cruzan especialmente sobre las partes del cuerpo donde radica
la enfermedad. Con la cámara de Kirlian, en la actualidad está to-
talmente comprobado.
Es por ello que científicamente tienen mucha importancia las
efluviografías obtenidas en campos eléctricos de alta frecuencia
producidos por un aparato generador de tipo a centella, o tipo os-
cilante a válvula, o transistor. Además, el matrimonio Kirlian adap-
tó y patentó sistemas ópticos capaces de convertir la efluviografía
directa, como la que se obtiene de cámaras convencionales.
Últimamente también se emplea el microscopio electrónico.
Un inciso que creo interesante intercalar aquí sobre el efecto
Kirlian o «límite luminoso» que tenemos todas las personas, como
bien dice y analiza el ingeniero Henrique Rodrigues, de Brasil. Dice:
«Al fotografiar con ayuda de emisiones radioeléctricas de alta fre-
cuencia cualquier ser vivo, aparece alrededor de él una aureola,
naturalmente luminosa, como ya saben, y que marca el contorno
de sus formas. Pero lo más interesante de este fenómeno es que
la coloración de dicha aureola cambia según el momento, o el esta-
do de ánimo. Es muy significativo ver cómo varían los colores de
la aureola al fotografiar una mano al despuntar el día, cuando el
individuo acaba de levantarse, y también al final de una agotadora
jornada de trabajo. También en otros casos dichas tonalidades
38 J. ROCA MUNTAÑOLA
pueden indicarnos la existencia del miedo, de la alegría, del cansan-
cio) e incluso, pueden servir para detectar enfermedades menta-
les'> (sic).
Cómo se opera con la llamada «cámara de Kirlian»
Según el doctor Inyushin, de los Laboratorios de Alma-Aata, de
Kazakistán, su método de trabajo es el siguiente: en esta clase de
fotografías no se utiliza cámara ni lente alguna. En lugar de ello
se coloca el objeto que se desea fotografiar sobre un trozo de pelícu-
la sensible de 21 DIN, y ésta, pasando por la llamada cámara, reci-
be una descarga eléctrica vibratoria entre 75.000 y 200.000 perío-
dos de segundo que pasa a través del objeto en cuestión.
Se han efectuado también profundos estudios experimentales
en su laboratorio sobre biocomunicación, habiendo conseguido ob-
tener fotografías del cuerpo humano con dicho sistema. Dicho doc-
tor comunicaba en uno de los últimos Congresos de Parapsicología,
que existe realmente «un sistema de partículas ionizadas que circu-
lan y se entremeten por el cuerpo humano»; este cuerpo bioplasmá-
tico explicaría así la posibilidad de descubrir la existencia de en-
fermedades que aún no están en el acto, y sería al mismo tiempo
la. base de ciertos fenómenos bien conocidos por las personas que
pueden ver el aura.
Actualmente dicho doctor está al frente de un modernísimo
laboratorio en la Universidad soviética de Kazán, en cuyo centro
recibió hace ya algún tiempo a los célebres doctores Thelma Moss,
psicólogo, y Marshall Barshay, especialista del riñón, ambos radi-
cados en Los Ángeles, los cuales estaban muy interesados en dicho
adelanto científico. Fueron acompañados de una nutrida represen-
tación de especialistas del Instituto de neuropsiquiatría de la Uni-
versidad de California, de Los Ángeles también.
Pero lo que realmente interesaba a los representantes de dicho
instituto era una serie de fotografías que habían tomado los ayudan-
tes del doctor V. i. Inyushin, de unas coronas (o halos) que pare-
cían fluir, y refluir, alrededor de las yemas de los dedos de los
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 39
curanderos. Se trataba de un nuevo tipo de energía que hasta en-
tonces no había sido posible detectar, y menos fotografiar, tanto
en las curas como en las operaciones llamadas de «psicohigiene».
Precisamente, interesaba a organismos oficiales, que ciertos cien-
tíficos pudieran comprobar cómo actúa la misma en las operaciones
psíquicas, un tipo de cirugía que no necesita del escalpelo ni de
anestesia, y no deja cicatrices, preguntándose dichos doctores, si
tal vez no sería simple charlatanería, y lo mejor fuera investigarlo
personalmente, ya que está sucediendo en todo el mundo que gran
número de personas, algunas de ellas científicas, empiezan a creer
en esta clase de operaciones, especialmente en Inglaterra, y a pu-
blicar sus impresiones de lo visto y fotografíado —entre éstos ha-
gamos mención del doctor Motoyama, científico y renombrado pa-
rapsicólogo— en Filipinas, Brasil, Venezuela e Inglaterra, en donde
se han filmado docenas de operaciones «psíquicas», que científica-
mente son totalmente imposibles.
Según la opinión de la doctora Moss, que al mismo tiempo es
una autoridad en el campo de los fenómenos parapsicológicos,
el método de estos curanderos es «devolver la salud cuando el
equilibrio de las fuerzas que actúan en el paciente es restaurado
mediante el concurso de la reserva de energía eléctrica existente
en el organismo del curandero (o sanador), según un proceso muy
similar al de cargar una batería». Pero en lo referente a las opera-
ciones psíquicas de envergadura, dijo que no podía opinar de
momento, ya que lo que había visto, aunque poco, era realmente
increíble, pero deseaba seguir investigándolo y que en su día
emitiría un informe.
En cuanto a las otras fotografías, y en las que estaban muy in-
teresados ambos doctores (doctora Moss y doctor Barshay), dijo
que las fotografías así obtenidas resultaban realmentes sorpren-
dentes.
Con nuestro pequeño grupo de estudio hemos efectuado recien-
temente infinidad de pruebas con una cámara Kirlian adquirida
en Génova, aunque posiblemente, al publicarse estas líneas, se ven-
dan ya en España y Andorra. Sintetizando las muchas horas de
40 J. ROCA MUNTAÑOLA
trabajo, puedo informar que efectuamos una serie de tres fotogra-
fías cada vez, que mostraban una hoja de geranio recién cortada;
esa misma hoja, después de haberle practicado un agujero, o bien
una herida; y por último, la misma unos minutos después de que
un curandero, o sólo un sensitivo que practicaba el psicomagnetis-
mo, pasara su mano por el agujero (hoja perforada); o bien sobre
la hoja con heridas, restaurando prácticamente las heridas que ha-
bíamos efectuado nosotros expresamente (1).
Asimismo, en la segunda foto de la serie nos mostraba clara-
mente un agujero negro de contornos precisos, pero, en la foto, esta
hoja parecía haber experimentado ciertos cambios muy impor-
tantes a raíz de la fugaz intervención del curandero.
También hemos intentado comprobar algunas de las experi-
mentaciones efectuadas en la Unión Soviética: fotografiar los de-
dos de los curanderos o sensitivos. Y es muy cierto que las fotos
de las yemas de los dedos de la mayoría de personas tomadas me-
diante el método Kirlian, revelan la existencia de una corona alre-
dedor de la del dedo fotografiado. Pues bien, hemos comprobado
que después de una intervención como curandero, o sensitivo que
había dado parte de su propio psicomagnetismo, las coronas corres-
pondientes a los dedos de algunos de ellos eran notablemente más
estrechas, más pequeñas, en tanto que las correspondientes a las
yemas de los dedos del paciente aumentaban considerablemente
de diámetro, lo que confirma lo publicado en revistas especiali-
zadas.
Las demostraciones más espectaculares giran en torno a los
experimentos efectuados posteriormente por los esposos Kirlian y
su grupo de estudio. Han constatado que el halo luminoso varía
en intensidad, en forma y en color, según el estado de salud y la
(1) Restauración natural bioplásniica (bioplasmática), pero muy sensible. Pos-
teriormente la comprobación se ha efectuado con muchas hojas heridas, pero no
cortadas, y la intervención del sanador o curandero ha sido eficaz en un 75%.
Como es lógico, no bastan unas intervenciones esporádicas; conviene proseguir
por dicho camino con otros geranios, en otras épocas, con otras temperaturas, y
también con otras plantas, así como cambiando de curanderos. Esta clase de
experiencias, según me consta, se están efectuando ya en Madrid y Valencia, por el
cuerpo médico, y desde luego nos felicitamos de ello. (Nota del autor.)
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 41
vitalidad de los sujetos «fotografiados». En una crisis de nerviosis-
mo o de angustia, parece que el halo alrededor de la mano cambia
de color, hasta desvanecerse. También dicen que al fotografiar una
hoja recientemente cortada en dos partes, se consiguió el halo de
la hoja entera, como si existiera un modelado energético, o por dé-
cirio a mi manera, un auténtico modelo espiritual de la hoja.
Según publicaba la Prensa, en junio de 1970, los parapsicólo-
gos soviéticos sometieron al «efecto Kirlian» a un célebre curan-
dero de Tbilissi, Alexei Krivotorof, militar retirado. En el instante
que el indicado curandero imponía sus manos a un paciente, la
grabación fotográfica mostró una oleada de energía que, con pre-
ferencia, brotaba de su pulgar. Dicha energía tenía forma y color
totalmente diferentes a los del resto de las manos de otras perso-
nas no sensitivas o curanderas.
Se han hecho también experimentaciones con personas sensiti-
vas después de una fuerte absorción de alcohol, lo que provoca una
descarga de la corona, y el color pasa de azul lavanda a rosa pá-
lido. Los médiums en trance profundo también producen cambios
muy notables, y precisamente se está estudiando con cámaras espe-
ciales ciertas luminosidades que científicamente no tienen expli-
cación.
Y por último, se afirma que en 1972/73 los científicos soviéticos
han dado un nuevo salto hacia delante. Se ha conseguido filmar en
color el campo magnético (?) que rodea a todo el cuerpo humano,
aparte del aura, que se les mostró en tres fases de color, precisa-
mente sobre la cabeza y hombros de las personas experimentadas.
La medicina, según dicen, se interesa muchísimo en estos estudios,
pues podría utilizar esta clase de películas para diagnosticar ciertas
enfermedades, especialmente los tumores antes de su aparición fisio-
lógica, o sea, cuando la enfermedad —y especialmente el cáncer---
está todavía en el doble elérico (doble etéreo) y no ha llegado al
físico.
Hoy tenemos ya hipótesis de trabajo muy convincentes y se
ha dado un gran paso hacia delante. Una de estas hipótesis es la
«transferencia de una energía todavía desconocida» que nos per-
42 J. ROCA MUNTAÑOLA
mitirá explicar algún día, no muy lejano, el porqué de la curación
espiritual, así como tener evidencia de ciertos fenómenos de autén-
ticas curaciones milagrosas que con tanta frecuencia se producen
en lugares como Lourdes o Fátima, para nombrar los más cono-
cidos...
Muchos grandes hombres de la ciencia internacional, como an-
tes lo hiciera Einstein, ponen en tela de juicio los orgullosos dog-
mas del materialismo mundial.
Materia, energía, luz, calor.., y pensamiento... ¿No son, aca-
so, formas diversas de una misma fuerza, que unos llaman el Espí-
ritu Universal, y otros Dios?
CAPITULO SEGUNDO
Varios de los más importantes resul-
tados de la experimentación a veces lla-
mada equivocadamente psíquica, el día
que sean confirmados (caso de que lo
sean) y se llamen oficialmente verdades,
vendrán a atacar la ciencia positiva en sus
mismas fronteras.
JULES R0MAINs.
En busca de la fácil visión del aura
Las investigaciones proxémicas —vocablo formado por una
raíz latina que significa «cercano», y una raíz griega, que viene a
significar «huésped», extraño, extranjero, alienígena, etc.— nos
muestran en síntesis que los límites de una persona o de un animal
no comienzan ni terminan en su piel. Los seres humanos y también
los animales estamos rodeados por un ambiente inmaterial, aná-
logo al espacio o límite territorial perfectamente delimitado que
establecen entre sí ciertos mamíferos y también algunas aves. Este
modo de actuar de las aves fue establecido hace ya algunos años
por dos famosos ornitólogos, uno de ellos norteamericano, E. Tho-
mas Gilliard, y el otro, inglés, H. E. Howard, famoso en toda Ingla-
terra, pues es autor y editor al mismo tiempo de sus obras y tra-
bajos exhaustivos de investigación de ciertas aves. Como fácil
detalle de identificación diremos que en 1920 publicó una estupenda
obra titulada Territorio de las aves (título original: Territory in
bird uf e), que ha sido traducida en muchos países, y muy estimada
de los ornitólogos de todo el mundo, pues se trata de una verdadera
obra maestra.
También el famoso especialista en fisiología animal, doctor
U. Hediger, de Zurich (Suiza), muy conocido en España por sus
trabajos y periódicas visitas a los medios científicos, defendió la
tesis siguiente: estableció que los animales y los seres humanos
podían considerarse como rodeados por varias burbujas inmate-
46 J. ROCA MUNTAÑOLA
riales, protectoras, de forma irregular, pero superpuestas y concén-
tricas (de vuelo, crítica, personal y social), y fue muy interesante
que el doctor Eduardo T. Hall, profesor de Antropología de Illinois,
aceptara recientemente este criterio en su famoso libro The Hilden
Dimension (La dimensión recóndita), estableciendo para el ser hu-
mano, después de infinidad de estudios, una gradación de cuatro
distintas zonas, a saber: zona íntima, que comprende hasta unos
45 cm. del cuerpo; zona personal (que es la del espacio reservado
en la conversación privada), que abarca hasta un metro y veinte
centímetros como máximo; zona social (espacio de las reuniones
sociales, o de trabajo diario), la cual llega hasta una distancia de
3,5 metros; y por último, lo que llaman zona pública, la que se
extiende a más de 3,5 metros.
Para Kilner, físico y médico británico (1912), el aura es una
realidad. Después de haber exaltado por medio de la dycianina la
sensibilidad retiniana de sus sujetos, escogidos al azar, les permi-
tía que vieran el aura de una persona colocada en la penumbra,
sobre un fondo negro. Se trataba de una luminosidad de forma
ovalada, compuesta de tres zonas distintas: un borde sombrío, el
doble erérico; el aura interior, estriada perpendicularmente al cuer-
po; y el aura exterior, sin contornos definidos. Bajo la influencia de
la voluntad, pueden aparecer unas manchas o unos «rayos tempo-
rales'> en las tres zonas. Sin embargo, contrariamente a Rochas y a
Reichenbach (y otros), Kilner no distinguió ninguna polaridad.
Sin embargo, entrando ya en terrenos totalmente científicos
y desde luego muy áridos para el lector medio, tendríamos que de-
cir que Haschek, cuyas experiencias fueron reanudadas y confirma-
das totalmente por Hofman, niega la existencia del «Od», luz ódica,
emanación psicofísica, el «cuerpo bioplasmático» de los científicos
rusos, atribuyendo dicha fosforescencia observada '<a la lenta oxida-
ción de los productos de excreción corporal», e intolerante afirma-
ba: «Basta un lavado con jabón para que desaparezca». Al final,
convencido, tuvo que rectificar a regañadientes, pues téngase pre-
sente que llegó a afirmar que había hecho ver un aura alrededor
de Un busto de yeso, y que todo era cuestión de... imaginación.
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 47
Haschek no quería reconocer que hindúes, chinos y japoneses
ya conocían el aura humana desde milenios, y la literatura esoté-
rica habla desde hace siglos de ella. Y ¿qué tenemos que decir, y
cuánto se puede probar, si nos remontamos a épocas pretéritas,
rebuscando pacientemente en pergaminos tibetanos o egipcios?
¿O bien, mayas?
Reconozcamos que el deseo de todas las épocas, como ya vere-
mos en el estudio del alma, ha sido siempre hacer visible el aura
humana, aura que sabían existía, y que sólo podían ver unos seres
privilegiados conocidos por sacerdotes, magos, y en época más
moderna, médiums y sensitivos, como se les llama hoy.
Es curioso que el célebre físico francés, natural de Nancy, doc-
tor Bondiot, que desconocía totalmente las publicaciones y traba-
jos de Reichenbach, redescubrió el «Od» al que llamó «Rayos N»
(N. por Nancy), e inventó la «pantalla de Bondiot», llamada tam-
bién, según los apuntes que estoy consultando, pantalla fosfores-
cente de Bondiot, o mejor diríamos, «pantalla de sulfuro de calcio».
Efectivamente, la pantalla de sulfuro de calcio fue presentada a la
Academia de Ciencias de París en julio de 1904 (no se indica el día).
Su construcción realmente era muy sencilla: confeccionada en
cartón negro, e impregnada con sulfuro de calcio, colocada en una
habitación totalmente oscura, y acercando a la misma las manos,
especialmente las puntas de los dedos, se hacía aparecer sobre
dicha pantalla unos puntos luminosos tan fuertes que era posible
leer en su luz las cifras sobre la esfera de un reloj de aquella época,
o sea un grueso reloj —un «Roscoff»— de bolsillo.
También otro dispositivo posible de confeccionarse para po-
der hacer visible el aura, podría muy bien ser la antigua pantalla de
Kilner, que fue inventada en 1911 por el médico londinense doctor
W. Kilner, célebre por su carácter violento, pero al mismo tiempo
Por sus reconocidas aficiones al estudio de cierta fenomenología
metapsíquica «objetiva». Dicha pantalla consistía en dos placas de
vidrio (o cristal) unidas entre sí a una distancia de pocos milíme-
tros. El espacio vacío entre ambos vidrios era rellenado con una
mezcla de Dieyanin y Karmin, a partes iguales. Mirando a través
48 J. ROCA MUNTAÑOLA
de este dispositivo, personas con poca sensitividad podían ver el
aura de las personas. Según ensayos realizados por el médico vie-
nés doctor Feerhow, algo más del 50 % de personas normales no
dotadas, podían ver el aura a través de la pantalla de Kilner (1).
Cuando estoy escribiendo estas cuartillas, un lector amigo me
remite un recorte de un periódico francés, en el cual se comenta
el último Congreso Internacional de Parapsicología, celebrado en
Moscú, y en el que se indica que los soviéticos poseen una panta-
lla en la que proyectaaon unas fotografías especiales en las que se
ven luces «misteriosas» que se encienden y apagan a nuestro alre-
dedor cuando estamos atectados por una gran emoción, y con la
particularidad de que estas luces son cambiantes, con modificación
casi continua de tonalidad, según sea el estado psíquico de la per-
sona. Para los soviéticos hay que reconocer que la mítica aura ya no
es una vulgar leyenda, y se convierte ahora en auténtica experien-
cia de laboratorio.
Es curioso recordar ahora que hace sólo diecisiete años, los
rusos negaban todo el valor al estudio de los fenómenos paranor-
males. En 1955 la Enciclopedia Soviética definía a la Parapsicología
como idealismo contrario a la ciencia. En 1970, la misma Enciclo-
pedia —estatal— ante el mismo vocablo, afirma: La Parapsicolo-
gía es un conjunto de investigaciones psíquicas y biopsíquicas sobre
las posibilidades de percepción y sobre las fuentes de energía toda-
vía ocultas en la materia viva. La Parapsicología se interesa por las
formas más nuevas de sensibilidad, por sus resultados y por las po-
sibilidades límite del organismo humano (sic) (Giuseppe Grazzini,
Blanco y Negro, 11-XI-72, noticias sobre la cumbre ruso-norteame-
ricana de Parapsicología en Moscú).
Realmente semejante cambio de actitud causó asombro en
la mayoría de medios científicos; en los americanos, sobre todo.
Stanley Krippner, director del «Maimonides Medical Center», de
(1) El Dieyanin y el Karmin se han buscado en el mercado y por dichos
nombres no se encuentran. Sin embargo nos consta que algunas personas los han
buscado en Inglaterra. De todas formas tengamos presente que se trata de produc-
tos de 1911, y actualmente pueden fabricarse o conocerse con otra denominación
comercial, y ser el mismo producto que usó Kilner.
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 49
Nueva York, dijo al respecto: «No pierden el tiempo en discutir,
como se hace en Occidente, acerca de la existencia y de la viabili-
dad de los fenómenos paranormales, o de cosas y hechos que desde
el primer instante no encajan con nuestra forma de ser. Los sovié-
ticos tratan únicamente de descubrir todas las posible "formas de
aprovechamiento" de estos fenómenos en el terreno práctico. Ade-
más, por otra parte, creo que saben más cosas que nosotros... »
Ya he dicho anteriormente el gran impacto que ha producido
entre la mayoría de científicos el «efecto Kirlian», dadas las noti-
cias que se reciben y a través de todos los medios informativos, y
también entre los científicos que estudian fenómenos parapsicoló-
gicos, pues ya da una idea la cantidad de libros y artículos apare-
cidos en revistas científicas, tanto europeas como americanas. Lo
que las fotografías de los científicos soviéticos Simeon Davidovich
y Valentina Kirlian registraron, ha sido ubicado como manifesta-
ciones de ESP (percepción extrasensorial), pero aquí el sujeto que
las registra es un «objeto», o sea, una cámara (1).
Pero el fenómeno, para mi forma de ver, no es ni paranormal
ni metafísico: es totalmente normal. La máquina, científica, ha
revalidado al sensitivo. Eso es lo realmente importante. La virtud
de la cámara consiste en la obtención únicamente del espectro de
determinada estructura no eléctrica de un objeto, mediante la exci-
tación provocada por un campo eléctrico de alta frecuencia. El cam-
po eléctrico desplazará iones o cargas eléctricas a través de aquella
estructura, proyectándolos sobre una placa, o película sensible,
donde se formará la imagen espectral típica del objeto a investigar,
como puede ser una hoja, una flor, un pequeño animal, un mineral,
un metal, etc.
(2) En el año 1939 en la ciudad de Krasnodar, capital de Kuban, próxima al
mar Negro, fueron obtenidas las primeras fotografías por el matrimonio de cien-
tíficos soviéticos Semyon Davidovich y Valentina Kirlian, usándose como se ha
dicho un procedimiento efluviográfico sobre una película fotosensible en campo
eléctrico de alta frecuencia, producidas por un generador de tipo centella; las
frecuencias oscilaron entre las 75 y 200 o más (posteriormente) Kiloherts. Los cien-
tíficos que más han estudiado en América el «efecto Kirlian» son el ingeniero Her-
nani Guimaraes Andrade, director del Departamento de Investigaciones del Instituto
Brasileño de Pesquisas Psicobiofísicas de Sáo Paulo (Brasil), y también el ingeniero
Sigurd von Wurmb, del mismo Instituto.
4. - EN LOS CONPINBS
50 J. ROCA MUNTAÑOLA
La distribución de las cargas sobre dicha placa fotográfica
dependerá en parte de las características fisioquímicas de los obje-
tos. En circunstancias particulares, el espectro podrá indicar en
forma muy eficiente las alteraciones sufridas por el objeto en vir-
tud de factores endógenos o exógenos.
Las emisiones resultantes de los «campos bioplásmicos» de
que tenemos referencia tienen por lo visto particularidades que
hacen suponer la existencia de un modelo energético de naturaleza
aún mal definida, cuyas propiedades parecen diferir de aquellas
exclusivamente fisioquímicas que podrían originar tal espectro de
autoemisión. Por eso, el referido modelo energético recibe el nom-
bre de «cuerpo bioplásmico».
El proceso de investigación a través del efecto Kirlian —nos
indican los principales Institutos de Investigación— no consiste sólo
en obtener la fotografía de los efluvios de autoemisión provocados
por el campo eléctrico de alta frecuencia; su ausencia reside preci-
samente en la interpretación de las variaciones observables en la
imagen efluviográfica o efluvioscópica. Tales variaciones pueden
ocurrir de una manera muy peculiar, en razón de varios factores.
Así, por ejemplo, se notarán modificaciones importantes en el as-
pecto bioplásmico provocado por alteraciones psicológicas de un
determinado paciente. Y en el caso de los vegetales, es posible de-
tectar con gran anticipación estados iniciales mórbidos en las plan-
tas mediante análisis de las efluviografías Kirlian obtenidas de
hojas recién cosechadas de las especies observadas.
Para el verdadero estudio de las ciencias ocultas, el descubri-
miento de los esposos Kirlian ha sido un paso de singular impor-
tancia. Mas para quienes sólo les interesa el auténtico avance cien-
tífico dentro del campo de estudio de la parapsicología, el efecto
Kirlian es de gran importancia, mucho más de lo que nos figura-
mos. Lo que se conoce hasta hoy —y hay más— es un auténtico
registro de hechos, una acumulación de pruebas que dicen: esto
ocurre..., no es producto de la imaginación de personas paranoi-
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 51
cas..., no es mera superchería..., son hechos que ocurren fuera de
los límites de lo que la ciencia académica acepta... Este archivar
datos es un registro de efectos; aún no se ha iniciado el estudio de
las causas que los producen. La prudencia se ha detenido ante
ellas. El «efecto Kirlian» está mostrando algo que existe dentro,
fuera, alrededor, y en un todo de los organismos vivos, animales y
vegetales, como radiaciones vivas —aura---- (y sus colores) que el
sensitivo nos diría por los mismos, que son: aura del cuerpo espiri-
tual, astral y físico (como mínimo), pero la fotografía sólo nos
muestra colores, y potencia de radiaciones, así como posibles «ro-
turas» a veces, cuando existe enfermedad, bien psíquica como somá-
tica, o en formación, como ya indicaba anteriormente.
Aquí sí que podría detenerme en hacer comprender que los
colores del aura no son fijos, lo que hay que tener presente siem-
pre. Fijos son solamente los fundamentales, que demuestran al sen-
sitivo, y mañana al científico, la espiritualidad de la persona que
tenemos ante nosotros, las condiciones psíquicas en general, y el
aura del doble etérico «molde al que se ajusta el cuerpo físico den-
so del individuo», como decía C. W. Leadbeater. En el hombre sano,
los rayos que forman el aura están agrupados en forma paralela,
porque el «Od» o aura sobrante, irradia del cuerpo con gran po-
tencia, al contrario de la persona enferma, efectiva ya, o en gesta-
ción tan sólo. Y no se olviden que estas irradiaciones, esos rayos
sobrantes que ve el sensitivo rechazan siempre los gérmenes de
enfermedades. En las personas enfermas las irradiaciones de vida
son dobladas hacia abajo, desorganizadas, y se cruzan especialmen-
te sobre las partes enfermas del cuerpo. Esto y todo el estudio es
lo que interesa a la medicina soviética. Lo que realmente significan
los colores del aura en general, así como la clara explicación de
los diferentes «cuerpos» es muy extenso y requiere tratar de ello
muy extensamente, porque hay hipótesis muy complejas formuladas
por célebres científicos de ayer que tendremos que reconsiderar en
estos estudios de hoy.
He tratado anteriormente, pero de forma muy ligera, sobre unas
pantallas. Pero empecemos por la de Bondiot. Por si alguno quisiera
52 J. ROCA MUNTAÑOLA
confeccionarse una, veamos lo que se sabe sobre ella. La pantalla
llamada «de Bondiot» es una vulgar pantalla fosforescente. Copia-
ré lo que publicó en junio de 1908 el médico moscovita, Naum
Kotik lo que él llamaba «sus grandes experimentos con la panta-
lla de sulfuro de calcio» en su libro Emanation der Psychophysische
Ene rgie (Emanaciones de la energía psicofísica) y que en aquel
entonces prácticamente no llegaron a interesar, o quizá no intere-
saba su conocimiento, pues el libro «desapareció» de las librerías
misteriosamente. Decía (casi textualmente): «Para mis experimen-
tos me había confeccionado una pantalla redonda de cartón fuerte,
con un diámetro de unos 22 cm. Mezclé sulfuro de calcio en par-
tes iguales con laca de Damara y lo apliqué en una capa fina
(1/2 mm. de espesor) sobre el disco. Al secar la laca, fija firmemente
el sulfuro de calcio sobre el cartón (pantalla). Exponiendo la pan-
talla así preparada durante uno o dos segundos al sol, se ve lumi-
nosa en la oscuridad, durante unos 8 ó 10 minutos. Guardé la pan-
talla así preparada en un lugar oscuro y seco. Luego la puse en la
cabeza de una persona con la que experimento a menudo (no indica
si se trataba de una sensitiva, metágnoma, médium, etc.). Le pido
que repita en su pensamiento una frase dada, o que haga cálculos
matemáticos, etc. Inmediatamente el borde del disco va tomando
cierta luminosidad (cuarto oscuro). Repetí el ensayo con otras per-
sonas y obtuve siempre el mismo resultado: aparición de lumino-
sidad, que desaparece al terminar el pensamiento. Al aplicar la
plantalla sobre las manos de la persona con la que experimentaba,
la luminosidad era aún más fuerte que cuando se la colocaba sobre
la cabeza, durante el acto de pensamiento.»
En estos libros pienso tratar someramente, como ahora con el
efecto Kirlian, algunos temas de vanguardia en el mundo, como
son las operaciones psíquicas, la fotografía paranormal, la foto-
grafía del pensamiento, y el viaje astral o proyección astral autén-
tica (no solamente el desdoblamiento), o la conocida «clarividen-
cia viajera», ya conocidas. Mas pido a los que sean parapsicólogos,
sean de la escuela o postulado que sean, y sean cuales sean sus
creencias religiosas, no se olviden que en el mundo, la ciencia, en
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 53
plena crisis explosiva, comunica a la ciencia paranormal una nue-
va audacia, siempre en aumento, situando poco a poco muchas de
las realidades desconocidas en la perspectiva de una nueva hiper-
biología o de una hiper física, que de momento es muy difícil com-
prender...
La ciencia del espíritu, motor de nuestro cuerpo
El aura que fotografía la auténtica cámara de Kirlian qui-
zá sea la energía electromagnética que nos rodea y envuelve, y que
forma parte de la poderosa energía cósmica que todavía descono-
cemos. Lo que para nosotros es invisible, como el cuerpo etérico
—el doble etérico en el astral— existe lo mismo que el cuerpo físi-
co en el cual habitamos. Antes de caer enfermos somáticamente, es
seguro que existía ya la enfermedad de forma inevitable —para
nosotros—, pues la enfermedad estaba ya en el cuerpo energético,
por lo cual debemos empezar a pensar en curar primero el cuerpo
energético, el doble etérico, el cuerpo astral y el mental, si quere-
mos sanar rápidamente, como muy bien dice el doctor alemán
Alfred Stelter en un famoso libro (1).
Mirándolo desde otra vertiente, quizá más comprobada, pode-
mos y debemos hacer hincapié en la bondad efectiva de la medici-
na psicosomática, y el gran valor que puede llegar a alcanzar en
un próximo futuro. Las dos medicinas, la occidental y la oriental,
como la acupuntura, y la de los curanderos, médiums, o medicina
psíquica de Filipinas, Brasil, Venezuela, y también en gran parte
de Europa, principalmente Inglaterra, donde más de 4.000 curan-
deros están autorizados a visitar a los enfermos en 1.500 hospitales
nacionales, sabemos y nos consta que actúan, directa y exclusiva-
mente, sobre el cuerpo astral. De la eficacia de lo astral sobre lo
somático, es evidencia totalmente comprobada hoy, quiera o no
aceptarlo la ciencia clásica «oficial»; pero hoy conocemos ya su
(1) Doctor Alfred Stelter, Psi-Heilung (Curaciones Psi), Berna, 1973.
54 J. ROCA MUNTAÑOLA
fenomenología, estudiada precisamente por auténticos científicos,
de la ciencia clásica.
Sería también muy conveniente que los parapsicólogos de la
escuela materialista-mecanicista leyeran a Alexis Carrel, que dedicó
todo un grueso libro a las fantásticas curaciones espirituales de
Lourdes.
Con la fuerza mental, con la fuerza del espíritu, se puede cor-
tar como si fuera un láser; con la fuerza mental y con la fuerza
del espíritu se puede curar y pueden hacerse grandes cosas. Por
conocimiento casi directo, pero sobre todo por la gran cantidad
de material y hasta comunicaciones sobre maravillosas operaciones
psíquicas en diferentes partes, será ésta la única temática de mi
próximo libro. Hay hechos verdaderamente impresionantes, algu-
nos con la certificación de los mismos doctores, entre ellos Naegeli
y también Motoyama, así como estudios y análisis por las mismas
Universidades, inglesas y americanas. Es, pues, natural que estos
hechos se den a conocer en todas partes.
Pero todavía hay mentes cerradas. Personas que no aceptan
los hechos y en parte se repite la historia: a finales del siglo XIX los
materialistas proclamaban orgullosos que faltaba muy poco para
que se conocieran los últimos secretos del Universo, y se jactaban
al mismo tiempo de no haber encontrado el alma con el escalpelo.
Y fue entonces cuando floreció el espiritismo, auténtica pseudo-
religión que se desgastó y desacreditó, dadas las supercherías de
los muchos vividores e «iluminados», aparte de embaucadores pro-
fesionales. También peligraban los grandes intereses...
Y nos decían: Fe, sí. Conocimiento, ¡ no!
Ahora, cincuenta años después, los fenómenos del Más Allá, la
creencia en un mundo extraño —el antiuniverso, los antimundos-
al otro lado de la muerte, está cobrando nuevo impulso en una
generación que carece precisamente de la verdadera fe. Pero afor-
tunadamente hay otra mentalidad, otro conocimiento. Lo que qui-
zás entonces fue pura extravagancia, y muchas veces puro fraude,
hoy debe situarse en otra realidad de una ciencia que mañana
asombrará por sus conocimientos. El hombre de hoy está ya infor-
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 55
mado, y se pregunta ante ciertos hechos bien comprobados, si
la energía universal que nos rodea por todas partes es más concen-
trada o tiene en relación con el tiempo y el espacio, otro tipo de
«contacto'> cuando opera, sea en Filipinas o en Inglaterra...
Se me dice, y lo afirman convencidos —o quieren estarlo— que
únicamente se trata de autosugestión provocada por verdadero fa-
natismo religioso. Bien, ¿por qué no? Pero, ¿cómo se explican en-
tonces los científicos fanatizados por «su'> ciencia clásica, las ver-
daderas curaciones de los mismos ateos o personas indiferentes,
hasta curiosas, sea en Filipinas, Brasil, o en Lourdes, o aquí, en
Barcelona?
Nosotros a todo queremos colgarle una etiqueta, y medirlo,
clasificarlo, analizarlo, pesarlo y, i al archivo! Pero hay cosas, hay
hechos, como la misma eficacia de lo astral sobre lo somático, que
son evidentes, y lo hemos comprobado, pero no hay todavía una
explicación convincente para los escépticos.
Muchas de las incipientes investigaciones científicas de fenó-
menos parapsicológicos carecen todavía de una explicación racio-
nal, pero no por ello deben rechazarse los hechos.
Publicaba Vintila Horia en «Tribuna Médica» del 11 de octu-
bre de 1974, en la página 18, en Fenómeno PSI, lo siguiente:
«El mismo doctor Motoyama sometió un día al curandero
Agpaoa a una serie de experimentos de «laboratorio». Uno de ellos
consistía, y así se lo pidió, que concentrara toda su fuerza, toda su
energía, sobre unos aparatos, los cuales, todos quedaron fuera de
uso, ya que dicha fuerza los desarregló en el mismo momento que
Agpaoa empezaba a concentrarse. Y dijo entonces al doctor Moto-
yama, sonriéndole: "Lo siento mucho, doctor, pues compruebo que
todos sus aparatos han quedado destrozados. En cambio, los míos
siguen funcionando..." Y enseñó, sonriendo, sus manos.»
Esto sucedió en Tokio, en enero de 1966.
56 J. ROCA MUNTAÑOLA
BIBLIOGRAFIAS MÁS INTERESANTES DE LOS CAPITULOS ¡ y 11
Ostrander, Sheila, Schordeder, Lynn: Psychic Discoveries behind the ¡ron Curtein,
Englewood Cliffs.
N. J. Prentices. Hall, Inc., 1970
Naum Kotik. Emanation der Psychophysische Energie. París, 1908. Edic. especial
Reichenbach, Karl L. von: Les phénomnes odiques, E. Flammarion. Alcan., Pa-
rís, 1907.
Karl Spiessberger: Die Aura des Menschen, Berlín, 1916.
Leonidov, 1.: Señales, ¿de qué? Unión Soviética, n.° 145, 1962, págs. 44-45.
Ostrainder, Sheila, Schoroeder: Psychic Dicoveries behind the ¡ron Curtain, II, 1972.
Psychic: Special Issue, julio, 1972, 50-54.
Psychic: Special Issue, mayo-junio, 1971.
«Conocimiento de la Nueva Era» (Argentina), 1972 y 1973 (varias). Revista editada
en Buenos Aires. Textos de Hernani Guimaraes Andrade y S. von Wurmb.
CAPÍTULO TERCERO
Solamente una vez abre el hombre los
ojos: en el momento de morir, y aun en-
tonces, se apresuran a cerrárselos.
H. BORDEAUX.
Psicofonías: ¿Nos llama alguien desde el Más Allá?
«Desde algún lugar, en el Espacio y en el Tiempo, entes miste-
riosos transmiten mensajes a los terrestres, y los entes se expresan
en las lenguas habladas en la Tierra.» Así rezaban textualmente los
principios de un fenomenal reportaje de Giuseppte Grazzini (1).
Efectivamente, día y noche misteriosos mensajes de origen des-
conocido vienen siendo grabados en cintas magnéticas. Los técnicos
de comunicaciones que estudian el fenómeno excluyen el hecho de
que se trate de emisiones terrestres.
Resulta curioso y llama la atención que las actuales experi-
mentaciones psicofónicas ya las predijeran los premios Nobel, Oh-
ver Lodge, Marconi y anteriormente el mismo Edison cuando in-
ventó el fonógrafo. Fue precisamente Edison en aquel entonces
quien tuvo una gran decepción, pues lo que realmente había esta-
do buscando —como Marconi en otro campo de experimentación—
era la consecución de un dispositivo que pudiera captar y retener
al mismo tiempo las voces y los mismos pensamientos de los seres
queridos que nos habían precedido en la vida. También Marconi
—premio Nobel en 1909— estaba convencido, y así lo publicó, de
haber estado en contacto telepático con seres que no eran precisa-
mente de nuestro planeta, creyendo convencido haber encontrado
al fin el aparato idóneo para conseguir dicho propósito (aparato
del cual no se volvió a hablar), pues tenía la seguridad que entes
de otra dimensión radiaban periódicamente mensajes a la Tierra
(1) Alguien nos llama desde el Más Allá, por Giuseppe Grazzini.
60 J. ROCA MUNTAÑOLA
que los humanos no podíamos interpretar, y menos retener para un
posterior estudio.
En un documentadísimo trabajo publicado en la revista Futu-
ro-Presente, número 13, noviembre de 1972, decía don Germán de
Argumosa, uno de los investigadores que más han trabajado en
ello, que el catedrático de Física de St. Gellen (Suiza), Alex Schnei-
der, señalaba que el doctor New, que había estudiado electrónica,
le informó sobre unas voces «que incluso le contestaban mientras
experimentaba con sus aparatos amplificadores al aire libre estan-
do trabajando con toda clase de insectos, pero muy especialmente
con abejas». En 1956-57, dos años antes que Jürgenson, los investi-
gadores Bayless y Sealay daban cuenta de casos parecidos experi-
mentados por ellos, y en 1964, Hyntzmann, tuvo experiencias pare-
cidas, pero al no poderlas comprender o como mínimo tratar con
alguien que estuviera realmente interesado en ello, se apartó del
asunto hasta que, en 1969, movido por la lectura del célebre libro
Lo inaudito se hace oír (Unkóbares Wira Hórbar), del doctor Kons-
tantin Raudive, se interesó nuevamente por ello.
Desde luego las psicofonías han planteado y plantean todavía
grandes incógnitas, pero si pasamos el fenómeno de las mismas
por la criba más severa, su realidad no parece dudosa. Nada per-
mite decir que no sea una realidad en un mundo que escapa a nues-
tros alcances, por lo cual no es científico negar a priori las psico-
fonías porque todavía sean inexplicables para las ciencias, ya que
estamos ante un hecho trascendental importantísimo para el ser
humano. Así debieron entenderlo en la Universidad de Cambridge
cuando concedieron al físico David Ellis una fuerte subvención
para que investigara científicamente el ángulo de ataque electrónico
de las grabaciones psicofónicas, pero hasta la fecha, sus investiga-
ciones han resultado totalmente negativas.
En función de los hechos observados, estudiados y analizados
hasta la saciedad por grupos de trabajo estoicos, imperturbables,
fríos, y con el criterio subconsciente de que realmente estábamos
haciendo ciencia-ficción, no auténtica investigación científica, con-
seguimos en muchas ocasiones lo inverosímil y aparentemente impo-
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 61
sible, hasta lo insólito angustiante, lo que nos determinó a prose-
guir con las voces de origen desconocido. Pero estarnos todavía, a
pesar de cuanto sabemos, en el comienzo del estudio de estos fenó-
menos inexplicables. Es como si hubiéramos logrado descorrer un
poco la espesa cortina que nos separa de un mundo maravilloso,
de una dimensión distinta, o de un plano que nuestros sentidos no
captan, pero nos llega a través de nuestro inconsciente.
El fenómeno de las voces de origen desconocido nos lleva de la
imagen del mundo tridimensional a una imagen de cuatro o más
dimensiones. La conclusión a que nos ha llevado el trabajo perso-
nal de experimentación es que sabemos que estas dimensiones exis-
ten, y que en todo momento estamos ante presencias invisibles, pues
hemos efectuado grabaciones a cualquier hora, de día o de noche;
y lugar, alta o baja montaña, en el llano o en el fondo de una sima
profunda, y la realidad ha sido siempre positiva. Pero, ¿hemos co-
municado con el antiuniverso?
Y es que, si quisiéramos reconocerlo, el mundo visible y tan-
gible al que tanta importancia concedemos, no es más que un re-
flejo muy debilitado del verdadero mundo viviente, en el que una
energía todopoderosa, unida a una inteligencia inmensa, reside pre-
cisamente en lo invisible, fuente primordial de la Vida y el Pensa-
miento.
¿De dónde vienen las voces que todos hemos oído grabadas en
centenares de cintas magnéticas? Pero ¿cómo pueden quedar gra-
badas en las cintas, si tanto las palabras como la música, o las cam-
panadas, no han sido oídas? Al principio, nadie se lo creía, y ex-
plicaciones o estudios eran acogidos con una burla general. Pero
la noticia procedía de científicos extranjeros, no aficionados; había
al mismo tiempo certificaciones científicas, y la noticia se aceptó
como «posible», aunque seguramente se trataría de un fenómeno
físico, posiblemente vulgar, sin la menor importancia. Quizá tam-
bién un truco más... Pero el científico desconfiaba.
«La Parapsicología —dijeron algunos científicos— está haciendo
62 J. ROCA MUNTAÑOLA
un esfuerzo gigantesco para llevar a un plano científico algunos
fenómenos que una ignorancia secular ha visto únicamente a la luz
de la brujería; pero tienen que ser fenómenos serios, y éstos no lo
son aun cuando, verdaderamente, reconocemos que no se trata de
un truco vulgar.»
Al principio el asunto parecía cerrado, hasta que intervino un
buen psicólogo y filósofo, que había estudiado en París y Madrid, y
que ya se le reconocía en toda Europa como un buen parapsicólogo,
el doctor Konstantin Raudive, persona que entonces (hablamos ya
de doce o trece años atrás) había pertenecido a las mejores Uni-
versidades de París, Uppsala y Edimburgo; tenía escasamente cua-
renta años, hombre muy estudioso, no dogmático en ningún con-
cepto, afincado desde su más tierna edad en Suecia, con ciudadanía
sueca, pero natural de Riga, e hijo de un alto oficial del zar, resul-
taba que desde el principio no compartía el escepticismo de los
otros parapsicólogos.
Y fue entonces cuando este auténtico científico hizo algo muy
natural al mismo tiempo: tomar conocimiento personalmente de
los hechos a través de la más rígida experimentación.
Fue realmente entonces cuando se abrió por vez primera en la
historia del hombre la posibilidad de una comprobación práctica,
pues se encontraban todos los científicos ante una manifestación
de energía, energía que él no pretendía definir de momento, sino
comprobar, con estudio, su existencia. Había constancia de esta
energía, pues estaba en situación de grabar en un momento dado
una cinta magnetofónica. Pero dicha energía, ¿de dónde procedía?
¿De qué tipo era? Aquéllas ya eran otras preguntas a las que de
momento, científicamente, era imposible responder, y a decir ver-
dad, poco es lo que se sabe hoy, pero con la gran diferencia que se
trabaja actualmente con modernísimos aparatos en los grandes la-
boratorios de experimentación montados a tal fin, estando experi-
mentando de firme muchos técnicos. La labor es enorme, fasci-
nante, y en parte muy comprometida, una vez se ha comprobado
que no hay posibilidad de errores «técnicos», o sea, que no pue-
den ser emisiones de radio o televisión, no siendo posible con los
EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 63
magnetófonos modernos actuar en un momento dado como vul-
gares estaciones receptoras de radio.
Es muy posible que también influyera en la mente de los estu-
diosos desde el momento que científicamente se pudo establecer un
contacto comprensible, haciendo determinadas preguntas, y reci-
biendo respuestas concretas, y a veces muy científicas, y de otro
orden superior sobre las mismas preguntas, y que negaban la po-
sibilidad de una telergia de las mismas personas que actuara incons-
cientemente.
Y aquello hizo pensar a otros muchos, como también a Raudive
y Jürgenson, que «había una mente» independiente de la materia, y
del Tiempo, presente, actual, que podía ser el quid de la cuestión,
pero en otra dimensión. La suposición, desde luego, era audaz.
Pero antes de entrar de lleno en el estudio de las psicofonías,
hagamos un pequeño inciso.
Decía José L. Recart, parapsicólogo chileno, vicepresidente del
Instituto Chileno de Parapsicología, que la Parapsicología está
cambiando el status científico vigente, exigiendo una revisión del
enfoque de algunos aspectos del Universo, influyendo sobre la mo-
ral, la religión y, sobre todo, en la develación del enigma del hom-
bre.
A muchos les cuesta aceptar esto, especialmente en nuestra
patria. Ignoran también que en la fenomenología que investigamos,
hay hechos, hay relatos, que si los publicáramos, los presuntuosos
que orgullosamente afirman convencidos conocer todo lo que es
y no es posible en la Tierra, probablemente dirían entonces que,
o bien hemos perdido la razón, o hemos sido víctimas de una alu-
cinación, si no de un engaño refinado. Personalmente creo que
merecen respeto los escépticos honrados, como la de un famoso
doctor psiquiatra barcelonés que formuló un día, totalmente con-
vencido, la hipótesis de que las palabras grabadas en las cintas
procedían siempre del mismo experimentador que las pronunciaba
involuntariamente, subconscientemente. Pero lo único que demostró
es que realmente ignoraba lo que era una psicofonía, ya que jamás
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Parapsicología: Las fronteras de lo desconocido

  • 1. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGIA por J. Roca Muncañola
  • 2. Portada: M. García Depósito legal: B. 7.874 - 1975 ISBN 84-203-0319-4 Impreso en España Printed in Spain Gráficas Zeus-Travesera de Las Corts, 273-Barcelona Libro digitalizado por Pedro. Más información y libros en: www.survivalafterdeath.blogstop.com
  • 3. EN LOS CONFINES PARAPSICOLOGIA Las Psicofonías El Aura La Cámara de Kirlian La Cirugía Psíquica por J. ROCA MUNTAÑOLA L1,11dJúnq4 4Fas Valencia, 234 - Apartado 707 - Barcelona - 7
  • 5. Cuando mi buen amigo don Julio Roca Muntañola me pidió unas líneas de introducción para este libro me quedé un tanto sor- prendido. ¿Qué presentación puede necesitar quien es de sobra conocido en el campo de la parapsicología, a través de sus nume- rosas publicaciones, de su total dedicación durante años divulgando lo que en el transcurso de un siglo se ha venido investigando por primerísimas figuras de la ciencia positiva, entre las que se encuen- tran varios premios Nobel, e informando de trabajos realizados personalmente? Son dos las razones que suelen mover a la solicitud de un pró- logo: el reconocimiento del texto en función de una autoridad, o el actuar como padrino en las primeras salidas al público. En ninguno de estos dos casos está justificada dicha solicitud. Queda, pues, por exclusión, el simple deseo del amigo que comparte con uno iguales anhelos, iguales esperanzas, igual vocación; el deseo del amigo de que el nombre de uno aparezca al lado de su nombre; y es esta una de las más profundas expresiones de amistad que yo agradezco en todo lo que vale al señor Roca Muntañola. Él y yo tenemos en común, fundamentalmente, el reconocimien- to de la insuficiencia de los conceptos materialistas en orden a la interpretación de los fenómenos parapsicológicos. Si bien es cierto que nos movemos a nivel de hipótesis, no es menos patente que esta nueva y fascinante ciencia se aleja cada vez más de un meca- nismo ya superado; superado incluso en el ámbito específico de la investigación empírico-positiva. Yo no puedo olvidar en él, la valiente toma de posición en las horas difíciles, hace unos dos años, cuando investigando en las
  • 6. 10 J. ROCA MUNTAÑOLA teleplastias de Bélmez de la Moraleda me quedé prácticamente solo frente a una opinión pública desorientada por el sensacionalis- mo de ciertos medios informativos y por algunas motivaciones —resulta lamentable tener que decirlo— extracientíficas. El señor Roca Muntañola siguió paso a paso mis trabajos y desde su sólida preparación supo ver pronto la debilidad de los contrarios, su- mándose así a cuantas ilustres personalidades científicas del ex- tranjero afirmaron la autenticidad de las citadas formaciones. También después de dar yo a conocer aquí el fenómeno psico- fónico, que desde hace años vengo investigando en colaboración con los principales parapsicólogos que lo estudian, el señor Roca Muntañola captó con clara intuición la importancia del mismo, reali- zando experiencias personales de indudable interés; experiencias que patentizaron una vez más la importancia de estas grabaciones paranormales en cintas magnetofónicas con las que se descartaban absurdas hipótesis —como la de que estas voces son producidas por emisiones inconscientes de la laringe— hipótesis que sólo pueden esgrimir quienes ni de lejos conocen el fenómeno, ignorando cuanto sobre él se ha venido investigando. La psicocirugía también ha sido objeto de atención por su parte, siguiendo muy de cerca los estudios que sobre la misma se efec- túan, sin olvidar mi aportación después de un viaje que realicé a Filipinas para observar por mí mismo tales intervenciones paranor- males. La Parapsicología española tiene una deuda de gratitud con don Julio Roca Muntañola. En esto puede resumirse la meritoria labor de muchos años de desvelos y dedicación tenaz y altruista. GERMÁN DE ARGUMOSA (Presidente de la Asociación Española de Investi- gaciones Parapsicológicas. Miembro de la Sociedad Internacional de Parapsicología Imago Mundi, de Austria. Miembro del Comité Consultivo de Ex- tranjeros de la Asociación Italiana Científica de Metapsíquica. Miembro del Instituto Internacional de Investigaciones Psicológicas y Religiosas de To- kio.)
  • 8. Al amigo, consejero y mente inquisitiva. Swii DAWA-SAMDUP (ex-Lama). Ante todo, dentro de la temática parapsicológica, dedico estas historias y recopilación de hechos fenomenológicos históricos a los autodidactas, que es como decir a una gran mayoría de todos noso- tros, pero en particular a unos buenos amigos dedicados desde hace años a la investigación de lo que parece imposible, pero existe, a pesar de todo, aunque inexplicablemente. A veces me he pregun- tado si en alguna de estas historias traté de «algo» que todavía no estamos capacitados para definir, y menos juzgar, ya que descono- cemos más cosas de las que podríamos saber aunque el ser humano pudiera vivir quinientos años. De todas formas creemos que la situación en que se encuentra la parapsicología es de las más incómodas. El objeto de sus inves- tigaciones se centra sobre dos campos a la vez: el de la materia y el del espíritu. Sus descubrimientos parecen ofensas a la razón, y a nuestro concepto del mundo, y el hecho de que en telepatía la dis- tancia y el tiempo «no cuenten» (un mensaje telepático, dada nues- tra concepción del tiempo, puede llegar «antes» de que haya sido enviado), para algunos científicos es realmente una verdadera burla al sentido común y a la lógica. Realmente, la mayoría de los parapsicólogos parecen adaptar- se a tales incomodidades. Saben que su ciencia pertenece a un mundo completamente desconocido en su profundo mecanismo. Al igual que los ocultistas, se niegan a constituir un cuerpo doctrinal más avanzado, más puesto al día, y parece que prefieran progresar a tientas, con sus desfasados métodos, y una mentalidad que, en algunos, es cada vez más retrógrada, pues cuando realmente intu- yen algo incomprensible, les asusta y lo consideran ficción, o má-
  • 9. 14 J. ROCA MTJNTAÑOLA xime, fantasía metafísica. Bien decía Sócrates que «una existencia sin inquietudes no merecía vivirse»; pero no todos pueden com- prenderlo, lo que realmente es una lástima. Pero la realidad es que la parapsicología ha cambiado en pocos años el status científico vigente, exigiendo en muchas ocasiones una revisión del enfoque de algunos aspectos del Universo. La pa- rapsicología no se ha atascado en callejones sin salida, como cre- yeron algunos científicos, porque fuera incapaz en algunas ocasio- nes de repetir una experiencia; al contrario; la parapsicología ha conseguido influir sobre la moral, la religión y, sobre todo, en la develación del enigma del Hombre, lo que por sí solo ya mere- cería el reconocimiento nuestro, pues realmente ha ensanchado los horizontes de nuestro Yo, revelándonos el verdadero alcance y las energías desconocidas de nuestro subconsciente, esta descono- cida «inteligencia» del hombre, «recordándonos» la relatividad de todo aquello que nosotros propendemos a considerar como verda- des inmutables desde la más remota Antigüedad. Pero la parapsicología pertenece realmente a un mundo com- pletamente desconocido en su profundo mecanismo. En el fondo nos familiariza con algo prodigioso que no debe confundirse con lo sobrenatural, un estado maravilloso, a veces domesticado, domi- nado; nos une a nuestros semejantes gracias a unas hipótesis sobre un «todo» mental, del cual se «nutrirían las raíces del espíritu de todos los hombres, vivos o muertos», como decía Riverain. En realidad, se quiera o no reconocer, el hombre tiene desarro- lladas extrañas facultades en las zonas más arcaicas de su cerebro, las cuales permanecen adormecidas. Pero su evolución desde hace algunos años ha sido en muchos conceptos radical; cada adquisi- ción personal desarrollaba más sus órganos, y cada órgano desa- rrollado creaba cada vez más facultades. Bien estudiada, y anali- zada en todas sus facetas y vertientes, la mutación es de vértigo en algunas personas, como en el fantástico caso del joven judío Uri Geller, que, con la mente, posee la extraña facultad de separar y fundir diversos metales. Ese rincón misterioso de la mente, esa deliciosa vaguedad tan rica en esperadas sorpresas que nuevamen-
  • 10. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGIA 15 te ha surgido en Bolonia asombrando a los más expertos científi- cos europeos. Si las noticias de Prensa son exactas, es el caso más asombroso de la historia de la Parapsicología en todos los tiempos; veamos: «Puso en marcha, tras mirarlos fijamente, varios relojes que llevaban muchos años parados; soldó varias llaves rotas de diversos tamaños, fundió los dientes de un tenedor, y paró el péndulo de un reloj monumental de la Alcaldía boloñesa.» Uri Geller, nacido en Tel-Aviv, de padre israelí y madre austríaca —pariente de Freud—, venía dedicándose al ilusionismo hasta que un parapsi- cólogo norteamericano que viajaba por Israel lo descubrió en 1969, después de asistir a una de sus sesiones teatrales. Si no se halló hasta ahora la fuente productora de fenómenos como ése, y al mismo tiempo una explicación convincente, ¿no sería porque se buscaban estos poderes por caminos equivocados? Dicho de otro modo: poderes así, hace tan sólo cincuenta años, ¿cómo los hubiera considerado la Iglesia? Asusta la respuesta. Cuarenta y cinco años de experimentos de Rhine y muchos otros parecían haber dado una prubea irrefutable —prueba de laboratorio, principalmente —sobre la existencia de un factor inmaterial en la mente del hombre. ¿Por qué se habría de recha- zar a priori esta premisa? Si los físicos admiten que la materia puede alcanzar grados increíbles de sutilidad, resulta al menos lógico suponer que la psiquis pueda alcanzarlos también, y aún en mayor grado. J. B. Rhine, considerado el «padre» de la Parapsicología cien- tífica, afirmaba hace años al respecto: «Se han realizado experi- mentos de psicocinesis a distancia... Apenas puede quedar al- guna duda acerca de la naturaleza no física de la PK... No es meramente producto de fuerzas ciegas y sin una finalidad. Aunque débil e inconstante, la PK reacciona con el objeto físico de acuerdo con una dirección o intención totalmente inteligente.» Juan Musso (1), interpretando los resultados del famoso labo- (1) Juan R. Musso, profesor, Argentina. El grueso de la actividad de investi- gación se encuentra concentrada en el Instituto Argentino de Parapsicología (IAP)
  • 11. 16 J. ROCA MUNTAÑOLA ratono de la Universidad de Duke, en Duham, Carolina del Norte, dice: «Rhine afirma, totalmente convencido ante las pruebas, la naturaleza no física de los procesos PSI, basándose en la imposi- bilidad de concebir en términos de procesos físicos —radiaciones, ondas, corpúsculos, etcétera— la peculiar interacción entre la mente y la materia que se revela en dichos procesos. Y como la interacción existe, y ella refuta el dualismo, sostiene la necesidad de admitir un modo de realidad no específicamente física, ni tam- poco psíquica; una especie de monismo neutro, a cuyo nivel ope- raría PSI.» Planteado de este modo el problema, y cuando la corriente de opinión parece ser cada vez más favorable a este hecho, uno se pregunta: ¿cómo enjuiciar, definitivamente, los fenómenos para- normales? ¿Y el caso actual de Uri Geller, el ex sargento israelita? Para muchos investigadores de la tendencia llamada idealista- espiritualista, el problema se centra en un dilema de conceptos: el «cerebro céntrico» —que atribuye toda la personalidad humana al funcionamiento del cerebro, considerando el psiquismo como un mero epifenómeno, un subproducto de aquel funcionamiento mecánico— y el «psicocéntrico», que estima que la personalidad se halla centrada en la mente humana. Para éstos, el concepto «ce- rebro-céntrico» es un total error que ha originado todos los demás. De cualquier modo, su posición es positivista, no implicando en el término «factor no-físico» ninguna idea sobrenatural, religiosa ni mística (2). Para el padre Teilhard de Chardin (El Fenómeno Humano) la solución parecía ser ecléctica: <'Los espiritualistas tienen razón desde 1956 hasta la fecha. Con anterioridad, en 1948, se había creado la Asociación Médica de Metapsíquica, que se amplió con otros grupos para dar origen al actual Instituto, presidido desde su fundación por el profesor Juan R. Musso. Musso tiene el mérito de haber logrado hacer obligatoria en Psicología una cátedra de su especialidad, la Parapsicología, y de haber aplicado a sus experiencias los mé- todos científicos de Rhine, lo que le ha conferido un lugar avanzado en la inves- tigación parapsicológica latinoamericana. La política universitaria argentina pri- vó, en 1969, al profesor Juan R. Musso de sus cátedras. lin.) (2) Doctor Schrenk-Notzing. (De la Deutsche Okkulttistiche Geseflschafr, Ber-
  • 12. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 17 —dice--- cuando defienden tan ásperamente una cierta trascen- dencia del Hombre sobre el resto de la Naturaleza. Los materialis- tas no se equivocan cuando sostienen que el Hombre no es otra cosa que un término más en la serie de formas animales.» Para los investigadores de la escuela mecanicista-materialista, encabezada por los científicos soviéticos (no todos, afortunada- mente), nos dicen: «Los seres vivientes, y en particular el hombre, han elaborado en el proceso de su evolución dispositivos orgánicos para percibir e influir a distancia, comparables a los modernos inventos de la radiotécnica y la electrónica. Así, la telepatía hace pensar en, la telegrafía sin hilos o la misma radio; la telestesia se asemeja a la comunicación televisada; la telecinesis es compa- rable con la telemecánica, o sea, el manejo a distancia de diferentes aparatos y procesos por dispositivos electrónicos modernos» (L. L. Vasiliev, en Los misteriosos fenómenos de la psiquis humana). Está claro y hay que decirlo todo: desde que Vasiliev publicó el indicado trabajo, las cosas han variado muchísimo en el campo de la más rigurosa experimentación de laboratorio en la Unión So- viética. Los que realmente se encargaron de una total modifica- ción de principios, fueron precisamente los profesores Kirlian —matrimonio—, pues las investigaciones empezaron con un grupo de científicos ubicados cerca del centro espacial de Kazakastán, en Alma-Ata, hace de ello unos doce años, fabricando una cámara de alta frecuencia que sobrepasando la barrera de la materia densa, lograron mostrar la contraparte inmaterial de los seres vivos. Con equipos ópticos, combinados con la cámara de los Kirlian, los cien- tíficos tuvieron, un día, una visión maravillosa que hasta entonces estaba reservada con exclusividad a los videntes: «el cuerpo espi- ritual de un ser vivo'>. Algunas veces —y perdonadme por el inciso— me he pregunta- do: ¿Cómo aquellos científicos podrían definir la realidad que de pronto tenían ante sí? El informe original dice así: «Una especie de constelación elemental, semejante al plasma, compuesta de electro- nes ionizados y excitados, de protones y, posiblemente, de otras varias partículas...'> Y proseguían de manera «muy significativa»: 2. - EN LOS CONFINES
  • 13. 18 J. ROCA MUNTAÑOLA «Pero, al mismo tiempo, ese cuerpo de energía no es sólo partícu- las. No es un sistema caótico. Es un organismo totalmente unifi- cado en sí mismo. Actúa como una unidad, y el cuerpo energético produce su propio campo electromagnético y constituye la base de los campos biológicos». Para mí, que soy espiritualmente de la escuela, o postulado idea- lista, como Rhine, Pratt, Magré, Tocquet, Fonck, Tenhaeff, De Argu- mosa. Motoyama, Récart, etc., etc., tal texto fue sensacional, pues había que tener en cuenta que provenía de las rígidas murallas de un materialismo que se ha traducido en explicaciones prácticas en todos los campos de la actividad humana. ¿Estaban cambiando las mentalidades? Quizás. ¿Está la ciencia moderna interesada en el problema? Pues, sí. Francamente, sí. En algunos sectores, el cuerpo sútil es apenas sospechado, pero en otros hasta es una necesidad filosófica para explicar ciertos fenómenos. «Toda mi vida —dice Eileen Garret, presidente de la "Parap- sychology Foundation", de Nueva York— he tenido conciencia del hecho de que todos poseemos un segundo cuerpo, un duplo. Ese duplo, es un hecho nítido en las enseñanzas orientales y teosóficas, y como tal es considerado como un cuerpo magnético, ligado al cuerpo físico humano, un campo en el cual las fuerzas inmateria- les del cosmos, del sistema solar, del planeta y del medio ambiente más inmediato, son normalmente convertidas en la vida y en la creencia del individuo.» Y según la señora Garret, ese cuerpo espi- ritual, es el instrumento de las proyecciones telepáticas y clarivi- dentes, que tanto han molestado —científicamente— a algunos parapsicólogos españoles, especialmente de la rama médica (neuro- psiquiátrica). La señora Garret supone la existencia de un cuerpo espiritual. Otros necesitan de él para explicar lo que de otra manera no tendría sentido. El doctor Wilder Penfield, de la McGill University, de Montreal, Canadá, después de realizar numerosas operaciones, mediante las cuales removió porciones considerables del cerebro humano, verificó que la mente humana continuaba funcionando. Este fenómeno es conocido desde hace años. Numerosas autopsias
  • 14. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 19 han revelado cerebros prácticamente destruidos, que no podían servir de soporte al pensamiento, y que, no obstante, continuaban en su función como si todo fuese normal. Hay sobre esto una na- rración dramática y punzante, escrita con mucha emoción, por uno de los grandes escritores de nuestro tiempo, John Gunther; des- cribe la larga agonía de un hijo genial con el cerebro atacado por un cáncer. A cada avance de la terrible enfermedad, una porción de la masa encefálica era eliminada, y a despecho de quedar redu- cida a una fracción de lo que era, el pequeño continuaba razonando lúcidamente hasta que, al final, sobrevino la inevitable muerte. No extraña, pues, que el gran escritor e investigador metapsíquico haya buscado en Pablo el Apóstol la inspiración para el título de su libro, en la inmortal pregunta del hombre de Tarso: «Muerte, ¿dón- de está tu victoria?» Y es que, en realidad, aunque no podamos demostrarlo científi- camente, la mente no opera directamente sobre el cerebro; hay un cuerpo etérico que liga la mente a las células del cerebro. Partícu- las mucho más diminutas de lo que los científicos puedan sospe- char se dislocan a lo largo de las líneas del cuerpo etérico, o duplo, en dirección a ciertas regiones del cuerpo, del cerebro. Podrían ser llamadas «unidades de vida». Ese cuerpo invisible —es una opinión tan sólo, por lo cual lo podríamos considerar como duplo o cuerpo unificador— es el único medio a través del cual la mente y la vida se pueden comunicar con la forma física. Así es cómo descubrió en el principio del proceso efluviográ- fico de Kirlian, que, efectivamente, había un cuerpo semimaterial en el hombre, que sirve como elemento de ligazón entre el espíritu inmaterial y su cuerpo físico. Y por extraño que nos parezca, han sido los soviéticos precisa- mente los que científicamente han empezado a decir «algo». Sea cual sea su última palabra, debemos reconocer noblemente que durante los últimos diez años han profundizado con seriedad en la investigación sobre la fenomenología del espíritu humano. Claro que la terminología era otra, y llena de connotaciones materialistas, pero, ello no obstante, son sorprendentemente lúcidas las obser-
  • 15. 20 J. ROCA MUNTAÑOLA vaciones, cuando consideramos el contexto ideológico en que se han venido moviendo estos investigadores. Al margen de ésta y de otras polémicas sobre la naturaleza esencial de los principales fenómenos paranormales —hasta hoy re- lativamente infecunda—, centenares de científicos de todo el mundo investigan desde los laboratorios de muchas Universidades este escondido secreto de la psiquis. Nunca como hoy, mayor número de investigadores había rastreado tan apasionadamente la verdad re- lampagueante y efímera de los hechos parapsicológicos. Los resul- tados que se obtengan, quizá sean asombrosos. Una nueva e ines- perada imagen del hombre podría aguardar al final del camino y la polémica. (Las psicofonías, las operaciones de psicohigiene de Fili- pinas y Brasil, la...) Pero no es sólo la escuela filosófica, o la espi- ritualista, la que investiga y obtiene éxitos. La escuela mecanicista también investiga algunos misterios, especialmente determinados factores que, como los interoceptores y los exteroceptores, serían microscópicos «sentidos» de tipo totalmente desconocido, situados los primeros en algunos órganos y vísceras, y a flor de piel los se- gundos —doctor Murthy, de París (1970), en su tratado Nos pou- voirs occultes—, capaces de explicar por sí solos algunos fenóme- nos tan extraños como la autoscopia, la «visión» a través de la punta de los dedos (se han dado varios casos en Europa últimamente), y también la percepción de colores al contacto con la epidermis, y otros. Pero nosotros los sustentadores de la doctrina idealista, por nuestra parte buscamos las pruebas de una eventual supervivencia totalmente científica, irrefutable. A la pregunta incómoda, de si algo de la personalidad humana puede sobrevivir después de la muerte, y si ello es susceptible de ser descubierto, respondemos que la posibilidad existe, y que el problema es tan importante que su investigación debe quedar abierta al método científico, sin cor- tapisas, sin tabús ni prohibiciones de clase alguna. Así, la posibili- dad de supervivencia es estudiada desde hace unos años bajo el
  • 16. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 21 nombre eufemístico de «memoria extracerebral». Han sido nota- bles al respecto, los trabajos de los doctores Jan Stevenson, de Estados Unidos, y H. N. Banerjee, de la Universidad de Jaipur, India. Otra vertiente muy importante es el estudio científico de las psicofonías. Precisamente no hace mucho el Papa Pablo VI con- decoró a Jürgenson, el técnico que consiguió por vez primera gra- bar unas voces del Más Allá. Según una información publicada en la Prensa, el ingeniero brasileño Henrique Rodrigues, nos decía que el Vaticano ayuda financieramente esas investigaciones de Jür- genson. Quizá, como afirma Gaither Pratt la parapsicología sea, si no la más nueva, la más revolucionaria de las ciencias. Y eso porque ha logrado trastocar muchos conceptos que parecían inamovibles, y ha obligado a los científicos a enfocar de una manera diferente ciertos aspectos del Universo. Recapacitemos en lo dicho anteriormente. Como se sabe, en la naturaleza la energía no se destruye jamás, sólo se transforma. En la Unión Soviética y en los Estados Unidos se han llevado a cabo experimentos fantásticos que no han sido publicados, porque pri- mero hay que mentalizar a las gentes: en Rusia se ha podido «foto- grafiar vivo'> a un cadáver en las veinticuatro primeras horas des- pués de producirse el fallecimiento por muerte accidental, y pudo «comprobarse» cómo salía, pasado este tiempo, algo así como un fluido que abandonaba aquel vestido, aquella «cáscara», como diría un Lama, aquel despojo de cuerpo, como evaporándose... El resultado ha sido —quizá por otros motivos— que los sovié- ticos han detenido actualmente todos estos estudios del cuerpo «bioplasmático» descubierto por los esposos Kirlian. Cabe pensar que posiblemente llegaron a sospechar que el hombre, al morir, no desaparecía del todo (la metapsíquica llegó mucho más lejos), y ello, como es natural, estaba y está en contraposición con las teorías marxistas. Tras cincuenta años de interpretación materia- lista del paso del hombre por la Tierra, el Estado Soviético no puede reconocer públicamente que se había equivocado, por lo
  • 17. 22 J. ROCA MUNTAÑOLA cual dichos estudios, como saben todos los parapsicólogos, han quedado frenados absolutamente. Tienen una espina clavada en el cuello. Pero también el Vaticano tiene otra espina clavada, y en su sentido muy parecido, como bien dice don Henrique Rodrigues en sus manifestaciones al periodista Ángel Gómez Escorial, y que reproduzco íntegramente, porque en realidad son una gran verdad: «El Papa Pablo VI, como hemos dicho, no solo condecoró a Jür- genson, sino que financió ciertos estudios psicofónicos, cosa loable, pues con ello contribuye a probar la permanencia del espíritu tras la muerte; pero es que resulta que durante mucho tiempo la Iglesia negó que se pudiera hablar con los muertos... » Quisiera saber ahora cómo opinan algunos jesuitas que al mismo tiempo sean parapsicólogos, y siguen paso a paso las investigaciones. De todas formas debemos reconocer que el Vaticano ha sabido actuar de forma muy discreta, y acorde con la época; ésta es mi opinión. Lo que falta es trabajar en todo momento científicamente, más comprobaciones serias, mentalizar poco a poco a muchas personas cargadas de fantasías o supersticiones, y de momento, hacer la mínima publicidad de esta clase de trabajos, y no permitir que personas sin escrúpulos se aprovechen de tan hermosas realidades, como son la psicofonías, con fantasiosas o neuróticas historias del Más Allá, para hacer su negocio personal, como ya está sucediendo a la Parapsicología misma. De los resultados positivos que se obtengan, dependerá en gran parte un rechazo total, o una gran base científica para las grandes religiones. Y también, sobre todas las cosas, sobre todos los estu- dios que se hagan, tengamos presente en todo momento que la Parapsicología resultará revolucionaria como una gran ayuda para resolver de una vez el milenario enigma de «qué es, es realidad, el Hombre». Resulta que encontrándonos en los mismos umbrales de la fantástica conquista del espacio, en vías de abrir la ruta hacia otros
  • 18. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 23 mundos, de abandonar por fin su isla y de tener el Universo como morada, el Hombre, sigue siendo «un Desconocido». Y es que, en realidad, sabemos mucho más sobre cualquier cosa que hayamos descubierto, que sobre nuestra mente. Hasta el pensamiento mismo, ese «lenguaje» interior que un día empujó a la estirpe humana hacia la cumbre, sigue siendo un arcano. No hay siquiera una teoría que trate de explicarlo. Pero, de todas formas, seamos optimistas. Hay fuerzas oscuras, para algunos extrañas, que precisamente desean ayudar por encima de todo al Hombre, a «ese Desconocido» de que hemos hablado muchas veces. Hasta la misma técnica moderna, que tan alejada parece de estas fuerzas oscuras, como las llamamos esotéricamente, empieza a aprovecharse de algunas de ellas. He aquí —por ejem- plo— que aquella «hipnosis» que l3abinski observara apenas hace sesenta años, como un estado de «simulación histérica», ahora se emplea frecuentemente en la odontología, en obstetricia, en la medicina psicosomática, etc. Tampoco hoy, nadie que esté al día, se atrevería a negar la radies tesia, considerada ya como ciencia, sobre la cual únicamente podrían discutir, unos y otros, si se clasi- fica definitivamente —como parece— como excelsa facultad psi- gamma, o sea, percepción extransensorial (PES). En resumen: Parapsicología es únicamente «especial sensibili- dad a ciertas radiaciones por captación hiperestésica de ciertos efluvios dimanantes de la misma naturaleza»... etc., etc., como sostiene un renombrado radiestesista de la Asociación de Radieste- sia de Barcelona, según rollo que soltó por las antenas de Radio Barcelona. A través de las páginas de este libro, sólo intento conducir al lector a un campo bastante árido, pero muy grande, a cuyo final, a lo lejos, donde no alcanza ya la vista, existen ahora caminos que al parecer de muchos científicos, conducen a nuevos estadios, quizás otros niveles, donde seriamente, pero con un gran amor, podrían si Dios lo permitiera, informarnos de ese Más Allá del cual sólo teníamos fantásticas hipótesis, hilvanadas generalmente con ex-
  • 19. 24 J. ROCA MUNTAÑOLA trañas alucinaciones, motivadas principalmente por esa ignoran- cia de siglos . . .y por intereses creados. Y aquí está precisamente el gran valor de la parapsicología. Es fruto del conjunto de muchas ciencias, pero fuente de una búsque- da única: el encuentro del Hombre consigo mismo, con su propio YO. El conocimiento del ser integral. El conocimiento de la gran Verdad, y el hallazgo de su naturaleza última. Si los procesos evolutivos dotaron realmente al ser humano de dos mundos, tan solo la Verdad lo capacitará en el futuro para vivir con plenitud en ambos. Yo pediría al lector, sea cual fuese su forma de pensar, que no tenga temor alguno y lea las páginas que empiezan ahora, una a una. Quizás al llegar a las psicofonías y a nuestros estudios, algo, alguna cosa, o lo que se explica, exalte por algún motivo su imagi- nación, suscitando —no es mi intención— lo maravilloso, pues des- cubrirá el lector que las mismas psicofonías conservan un morboso hechizo. Pero piense el lector que las psicofonías, la cámara de Kirlian, el aura humana, son maravillosas realidades de nuestro tiempo. Y hay muchas más... Pero tampoco deben preocuparle las mentes cerradas, pues ellos, desgraciadamente, ignoran todavía hoy que en el Hombre hay poderes maravillosos, inconscientes, que son una auténtica manifestación del Amor Divino. Eso es lo que unos y otros debemos buscar en bien de todos.
  • 21. El mundo tangible, al que tanta im- portancia concedemos, no es más que una parte y el reflejo del verdadero mundo viviente. RO8ERT TOCQUET. El conocimiento de la existencia del «aura» humana, detectada por los sensitivos, o personas dotadas, se remonta posiblemente a miles de años. Concretamente, y así fue publicado, se habló por vez primera en Alemania por el médico escocés doctor W. Maxwell, en el año 1679 acerca de las «radiaciones humanas». Cien años después, el médico vienés F. Anton Mesmer continuó con los estu- dios de Maxwell y denominó al fenómeno «magnetismo animal». Mesmer explicó en varias ocasiones que este fluido magnético era luminoso para los sensitivos. A lo largo de los milenios, los hombres han discutido apasiona- damente el problema del alma y especulando acerca de su natura- leza, de su independencia (partículas materiales, como creía Lu- crecio?), de si sigue o no existiendo después de la desaparición del cuerpo, o si realmente, como creían Platón y Descartes, el alma era totalmente inmaterial, por lo cual admitían su supervivencia, mientras aquellos que sustentaban la materialidad de la misma la negaban. No sin razón decía Aristóteles que el conocimiento preci- so acerca del alma era una de las cosas más difíciles del mundo. Y ni siquiera imaginaba el mar de palabras que los hombres usa- rían en los siglos siguientes en todas las lenguas conocidas, vivas o muertas, para exponer sus ideas sobre tan espinoso asunto. Pero el alma y el aura van unidas. En 1930 escribió la notable dotada Gerardine Cummings, inglesa —fantástica sensitiva, estudia- da posteriormente por Rhine en la Universidad de Duke—, lo si- guiente: «La mente no opera directamente sobre el cerebro. Hay
  • 22. 28 J. ROCA MUNTAÑOLA un cuerpo "etérico" que liga la mente de las células del cerebro. Partículas mucho más diminutas de lo que los científicos puedan sospechar, dislócanse a lo largo de las líneas del cuerpo etérico, o duplo, en dirección a ciertas regiones del cuerpo y del cerebro. Podrían ser llamadas "unidades de vida". Ese cuerpo invisible —duplo o cuerpo unificador— es el único medio a través del cual la mente y la vida se pueden comunicar con la forma física. Si una ligadura se deshace entre los dos, hay una falla inmediata en el control. Cada animal tiene un cuerpo invisible, unificador, hecho de éter imponderable. Debe ser posible crear, en el momento ade- cuado, un instrumento por el cual ese cuerpo pueda ser percibido, aceptado o detectado.» Pocos años después lo conseguían los soviéticos. Hay, por lo tanto, un cuerpo semimaterial en el hombre que sirve de elemento, de ligazón entre el espíritu inmaterial y su cuerpo físico, corno se ha podido demostrar en el «efecto Kirlian», con el impacto que ha producido entre los científicos, especialmente aquellos que es- tudian fenómenos parapsicológicos, después del último Congreso de Moscú. Se oyeron allí las más extrañas comunicaciones de los grandes parapsicólogos actuales: Adamenko, de la Universidad de Moscú; Inijushin, de la Universidad de Kazakistán; Krippner y Davidson, del célebre «Maimonides Medical Center», de Nueva York, etc. Todos ellos coincidieron en afirmar que el fenómeno Kirlian era puramente de orden físico, pero que también podía actuar como revelador de estados particulares de la materia viva. Una de las conclusiones rusas fue la siguiente: «Durante ci fenómeno Kirlian hemos visto y comprobado que la materia viva vegetal o animal reacciona de un modo muy especial. El halo luminoso, observado en momentos y en estados diferentes, presenta innegables alteraciones. La verdadera razón no la sabemos todavía. Algunos científicos afir- man que en las plantas existe un sistema nervioso muy parecido al del hombre. ¿Podremos llegar a decir que también tienen me- moria? ¿Que también tienen inconsciente, ese otro "yo" que lleva- mos dentro, y que unas veces parece un huésped, otras un prisio- nero y Otras un enemigo? Hoy todavía no sabemos qué responder.»
  • 23. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 29 Y es que en la actualidad estamos efectuando una investigación efectiva a nivel mundial sobre la sensibilidad de las plantas, des- pués de los grandes descubrimientos de Kirlian. Backter y algunos otros no han empezado más que hace unos meses, y aún es dema- siado pronto para obtener resultados. El científico no trabaja con- tra reloj; afortunadamente. Por lo que se refiere a las reacciones del organismo humano, no estamos mucho más avanzados. Los «liedetectors» sugieren todavía algunas indicaciones. Pero no po- demos considerarlas suficientes. La realidad es que las investigaciones comenzaron hace unos diez o doce años con un grupo de científicos ubicados cerca del centro espacial soviético de Kazakistán, en Alma-Aata. Se reunieron biólogos, bioquímicos y biofísicos para estudiar el espectacular descubrimiento del matrimonio Kirlian. Se trataba de una cámara de alta frecuencia que sobrepasando la barrera de la materia densa, logró mostrar la contraparte inmaterial de los se- res vivos. Con equipos ópticos combinados con la misma cámara de los Kirlian, los científicos tuvieron un día la maravillosa visión que hasta entonces estaba reservada con exclusividad a los vi- dentes: «el cuerpo espiritual de un ser vivo...». ¿Cómo se podría definir la realidad tan fantástica que tenían ante sí? «Una especie de constelación elemental semejante al plas- ma —dijeron los científicos con una terminología llena de conno- taciones materialistas— compuesta de electrones ionizados y ex- citados, de protones y posiblemente de otras partículas.» Y prose- guían de manera muy significativa: «Pero, al mismo tiempo, ese cuerpo de energía, no es sólo partículas. No es un sistema caótico. Es un organismo totalmente unificado en sí mismo. Actúa como una unidad, y el cuerpo energético produce su propio cambio elec- tromagnético y constituye la base de los campos biológicos.» Para el espiritualista tal texto es sensacional, teniendo en cuen- ta que proviene de las rígidas murallas de un materialismo que se ha traducido en expresiones prácticas en todos los campos de la actividad humana. En 1968 fue nombrada una comisión de «alto nivel» para estudiar el fenómeno y emitir una opinión concluyente.
  • 24. 30 J. ROCA MUNTAÑOLA El grupo se componía de los doctores Inyshin, Grischchenko, Bo- robevv, Shouiski, Fedorova y Gibadulin. La conclusión (oficial) que presentaron no podía haber sido más abierta y objetiva y... tam- bién audaz: «Todos los seres vivos —plantas, animales y seres humanos—, no sólo tienen un cuerpo físico, formado de átomos y moléculas, sino también, como contraparte, un cuerpo de energía», al que dieron el nombre de «cuerpo de plasma biológico». (Ahí está, de momento, el nuevo rótulo asignado al cuerpo espi- ritual del Apóstol Pablo...) Con el auxilio de la cámara de Kirlian nos consta que se están realizando numerosas experiencias notables. Por ejemplo: fotogra- fías sucesivas del proceso de la muerte, que revelan progresiva dis- persión de puntos luminosos que se desprenden del llamado «cuer- po bioplasmático» y se pierden (?) en el aire, hasta que no queda ninguna luminiscencia en el hombre o en el animal muertos. Mien- tras tanto, detectores biológicos continúan indicando campos de fuerza, pulsando en presencia del cuerpo inanimado. ¿Provendrá esa energía del cuerpo «bioplásmico» en proceso de desintegración? Y nos dicen: «Tal vez con ayuda del proceso Kirlian de "fotografía" y nuevos aparatos ideados sobre la marcha, pueda ser desvelado un poco más el proceso de la muerte» (De la muerte, o del alma?). La historia de todo el descubrimiento, o proceso Kirlian, resul- tó como tantos otros descubrimientos, de una llamada casualidad. Hay sobre ello dos versiones; pero lo que a nosotros nos interesa dar a conocer como anticipo, es que esa energía descubierta que anima esa bioluminiscencia, no es, según los científicos, ni eléctri- ca, ni magnética, ni electromagnética. Es una «forma» de energía totalmente desconocida que aún no ha sido debidamente clasificada, medida, analizada, etc. (?), pero que proyecta, sin la menor duda, amplias perspectivas hacia el futuro de la Humanidad, a lo que yo llamo «insospechados paisajes». Ejemplos: dolencias que aún no traspusieron la frontera hacia la materia, hacia el cuerpo físico, son identificadas como anomalías ya existentes en la contraparte biolu- miniscente del ser (planta o animal). Es fácil pensar en las tremen-
  • 25. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 31 das posibilidades que este descubrimiento ofrece al esclarecimiento del problema del cáncer y otras enfermedades. También hay un campo de estudio sobre aquellas tan discutidas operaciones llamadas de psicohigiene (cirugía psíquica) realizadas en los tejidos delicadísimos del cuerpo sútil, eliminando males físicos, porque les extirpan el soporte patológico localizado allí. Pero procedamos ahora a explicar los verdaderos orígenes de ese maravilloso descubrimiento de los esposos Kirlian. Hemos de re- troceder a 1845, a Reichenbach, como punto de partida. Los trabajos de Reichenbach Después de Maxwell, que en aquella época no fue ni podía ser comprendido, tenían que pasar años hasta que el ya nombrado Reichenbach, de cuyos trabajos se vuelve a hablar, realizara las primeras investigaciones científicas. E. R. Dalmor explica, en su célebre diccionario Quién fue y quién es en ocultismo, lo siguiente sobre el conocido científico: «Reichenbach, barón Karl Louis von (1788-1869), fue un célebre químico alemán. En 1845 publicó en Brunswick una serie de Me- morias reunidas y traducidas luego bajo el título de Les Phéno- mnes Odiques (E. Flammarion, París, 1907), en la cual sustentaba la tesis de que el cuerpo emite una emanación, denominada por él y su círculo de estudios "Rayos Od", o sea, la misma que los sovié- ticos llaman, 125 años más tarde, "radiación bioplasmática" o cuer- po bioplásmico, que es lo mismo que los alemanes y casi toda la es- cuela europea llamaban "Od", "luz ódica", o bien "fluido ódico", que muchos encontrarán en libros de metapsíquica y en ciertos trata- dos de aquella época, llamados de "filosofía metafísica", especial- mente franceses. En la actualidad consta en algunos buenos trata- dos de parapsicología moderna.» Estos rayos Od, o bioplasmáticos, es la misma aura que para las personas sensitivas es visible, pero al mismo tiempo se ha com- probado, ya que se trata de una energía que ciertas personas pue-
  • 26. 32 J. ROCA MUNTAÑOLA den transferir a otras personas (caso de los curanderos o sanado- res). Esta energía (fuerza) es muy posible se extienda por todo el Universo y se pueda manifestar por contacto y a distancia. «Reichen- bach realizó experiencias en hospitales de Viena, y al restaurar indi- rectamente el magnetismo, nutrió el pensamiento metapsiquista de aquella época» (sic) (De Les Phénomnes Odiques, indicado ante- riormente.) Reichenbach estudió en Tubingen y se doctoró en Ciencias Na- turales. En su célebre castillo de Cobenzi, en la periferia de Viena, realizó durante 20 años gran cantidad de experimentos con qui- nientos sensitivos. Los resultados constan en varios libros, pero especialmente en su obra Der Sensitive Mensch (El Hombre Sen- sitivo), publicado en 1854, de 1.580 páginas, auténtico diccionario de consulta. Reichenbach encontró en toda la materia, especialmente en los organismos vivientes, tanto en el ser humano como en los animales que también estudió, así como en las plantas y los mismos metales, en los polos de los imanes, en los cristales, etc., un fluido suave- mente luminoso que también se encuentra en la luz del sol y de la luna, y que solamente pueden ver los sensitivos. (Od, Fluido ódico o Luz ódica, o sea, el aura de todos los cuerpos, aunque se debe tener presente una cosa: el aura o halo luminoso de un cristal u otro objeto no es lo mismo. El aura está en el cuerpo vivo, o que todavía mantiene esta energía, pero no así en un cuerpo inerte, en el que solamente encontramos un halo plasmado, fijo, como sucede con una medalla, una hoja muerta, una madera, cristal, piedra, etc. La madera viva tiene una actividad de irradiación cons- tante y propia; un materialista diría muy bien un «electricismo».) En su libro Die Aura des Menschen (El Aura del Hombre), Karl Spiessebeberger describe algunos de los experimentos de Reichen- bach: «Una de las salas en la cual el barón Von Reichenbach realizó la mayoría de sus experimentos, carecía de ventanas, de manera que no podía entrar luz alguna. En la oscuridad absoluta, los sen- sitivos observaban, después de una hora o más, fenómenos lumino-
  • 27. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 33 sos, que no podían explicar. Al comienzo se formaba alrededor de las manos de los presentes una especie de humo gris. Luego, las manos parecían "una silueta sobre un fondo de suave luminosidad". Después, cada dedo presentaba una prolongación luminosa, a ve- ces tan larga como el propio cuerpo, desde la cabeza hasta los pies de la siguiente manera: "El lado derecho del cuerpo, incluido brazo y mano, en una luminosidad celeste-azul, y el lado izquierdo del cuerpo, rojizo o amarillo-rojo. Las radiaciones de los ojos eran más brillantes que las de los dedos. De los orificios nasales sur- gían rayos luminosos; hasta el aliento tenía luminosidad" (sic).» Cuando Reichenbach levantaba el brazo, sus sensitivos veían que la luminosidad de ese brazo disminuía, y cuando lo bajaba, el aura aumentaba en su luminosidad. De esto el científico consta- taba lo siguiente: «La luz ódica (el aura) cambia en relación a la cantidad de sangre contenida en las venas del cuerpo físico.» Además, constataba que el estado de salud dependía del grado de actividad, de viveza, de la misma aura. (Esto precisamente es lo que la ciencia médica soviética está estudiando en la actualidad.) Reichenbach observó también, con su grupo de sensitivos, infi- nidad de animales como gatos, pájaros, mariposas, etc. También, como se ha dicho antes, con ocres y minerales —cristales de turma- lina, diamantes y cristales de roca, etc.—, sus experiencias fueron continuas. Por cierto, y consta en todos sus estudios, que los ór- ganos de reproducción de las flores son extremadamente lumiso- sos. Asimismo lo inorgánico mostraba la típica coloración polar, especialmente los imanes y los cristales. Cómo, por ejemplo, se desprendía de una varilla metálica fuertemente imantada «una llama chisporroteante», azul en el polo norte de la varilla, y amarillo-rojiza en su polo sur. Levantada ésta verticalmente, la llama «Od» se elevaba y formaba en el techo de la sala un fino círculo luminoso de hasta 75 cm. de diámetro. «Los cristales producen sobre los sensitivos el mismo efecto que la radiación ódica del hombre, siendo en los cristales la "fuerza modeladora". El "Od", que para él es portador de la fuerza vital, da forma y vida a los cuerpos» (Doctor Reichenbach). 3. - EN LOS CONFINES
  • 28. 34 J. ROCA MUNTAÑOLA Todos estos estudios, ya lejanos, es curioso que hayan sido considerados actualmente como algo digno de atención y respeto. Pocos serán los que discutan la realidad del aura humana y sus to- nalidades, pues se conoce la gran importancia que puede tener para infinidad de estudios, tanto en medicina como en otras va- rias ramas de la ciencia, hasta en criminología, donde algún día podrá tener gran importancia. Hoy sabemos, mejor dicho, conocemos por el estudio que se ha realizado con los sensitivos, sujetos, metagnomos, mediums, etcétera, que generalmente sólo se distinguen tres colores fun- damentales en el aura humana, que representan: el cuerpo físico, el psíquico y el espiritual, pero con infinidad de tonalidades cam- biantes en los dos primeros, donde «lee» el sensitivo... Las oscilaciones emocionales, como la avidez, los sentimientos, el deseo sexual, los afectos, las contrariedades (de este orden, no espirituales), se expresan en el aura astral tanto en la forma, como en el color (y sus variantes), cosa que ve perfectamente el sen- sitivo. Por lo tanto —y es muy importante tenerlo en cuenta—, los colores del aura no son fijos, sino simplemente cambiantes según sea la salud, las emociones, los deseos o pasiones, hasta el estado de nuestra «consciencia». Fijos, son únicamente aquellos fundamen- tales que demuestran al sensitivo la verdadera espiritualidad, las condiciones constantes de carácter (lo invariable en el ser humano), el talento, como también lo son a veces los vicios funestos muy arraigados, que son parte ya de la persona. Ahora bien; algunos «privilegiados» sensitivos dicen que dis- tinguen hasta «cinco» auras en el cuerpo humano, lo que realmente no es así. Entre la mayoría de los sensitivos tratados, lo ha sido una famosa vidente de la provincia de Tarragona (1), de gran estimación por algunos, que igualmente incursiona en el pa- sado que en el futuro con la mayor facilidad; se trata de persona de inmejorable condición económica y que jamás aceptó remune- (1) En realidad sólo es una, pero con tres colores básicos, correspondientes a los estados o cuerpos: físico, psíquico y espiritual de la persona, aunque los colo- res son cambiantes algunas veces y por diversas circunstancias. (Experiencias y estudio personal con la sensitiva doña C. S. de M., 1973 y 1974.)
  • 29. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 35 ración alguna por el bien que hace. Nos consta asimismo que cons- tantemente medita sobre la ética de todo lo que estima, y de ello extrae su propia moral. Pues bien; dicha señora distingue tres auras, por decirlo de for- ma gráfica, para que el lector lo entienda; lo que sucede, es que son tres colores básicos del aura: el espiritual, el psíquico y el fí- sico, pudiendo saber en todo momento el estado físico actual de la persona que tiene delante, así como la enfermedad que algunas veces sólo está en el estado astral; o sea, que puede prever, adelan- tarse y atajar la enfermedad, antes de que la misma penetre en el soma. Por otra parte, afirma esta sensitiva, que efectúa diariamente el viaje astral, lo que le facilita su trabajo, el cual realiza única- mente por amor a sus semejantes, pues realmente en ocasiones parece que tenga un radar en el cerebro, aparte de que posee otros poderes, que parapsicológicamente, a decir verdad, no hemos teni- do oportunidad de estudiar. Para finalizar el «retrato» de esta sensitiva, muy conocida en Barcelona y Gerona, a la que por cierto me une buena amistad, me resta decir únicamente que tiene cincuenta y siete años, es viuda, y nos consta que podría vivir recreada dadas sus rentas, pero pre- fiere dedicarse por entero a sus amistades y sus enfermos, y a todo aquel que de verdad precisa de esta gracia, de este don que tienen algunas personas, y que ella posee desde los seis años de edad, aunque estoy convencido que realmente es un don que ella no com- prende y que algunas veces le perjudica físicamente. Volviendo a lo indicado sobre las auras, creo interesante ha- cer un paréntesis y exponer unos conceptos de acuerdo con las hipótesis que ocultistas y teósofos formulan, y que en realidad son bastante complejas, pero aclaran algunos puntos oscuros para el lector. Según teósofos y ocultistas, en el Universo existen verdadera- mente siete zonas o planos que se penetran mutuamente. En dicho caso, por orden de densidad decreciente, tendríamos: Primero: El plano físico, que es nuestro mundo habitual. Segundo: El plano astral (o emocional), ques es aquel al que nos
  • 30. 36 J. ROCA MUNTAÑOLA trasladamos cada noche durante el sueño y también al que nos trasladaremos después de lo que llamamos «la muerte» (aunque la muerte sea el nacimiento en otra realidad). Tercero: El plano mental, que es el del pensamiento, o sea, de la mente. Cuarto: Hay otros cuatro planos (o estadios, zonas, etc.), en- tre ellos el que llaman búdico y el nirvánico, pero que a nosotros, ahora, no nos interesan, ya que hablaríamos de planos muy supe- riores. Según esta hipótesis, pues, el hombre posee diversos cuerpos o vehículos correspondientes a esos diferentes planos. Veamos: Primero: El cuerpo físico, denso y visible, pero dotado de un doble etérico llamado también «doble etéreo», que absorbe la vita- lidad solar y una infinidad de radiaciones cósmicas protectoras, pero necesarias para la vida en nuestro planeta. Segundo: El cuerpo astral o emocional, que es el instrumento de las emociones, deseos y pasiones de toda clase; del odio y del amor, y también el que elabora la sensación que el cuerpo físico siente a continuación. Tercero: El cuerpo mental que produce el pensamiento expre- sado a través del cerebro (para nosotros el cerebro sólo codifica, o mejor diríamos que el cerebro es una perfectísima computadora. Nota del autor). Cuarto: El cuerpo causal (o individualidad), llamado también alma, o ego. «Siempre según esta hipótesis, mientras que el cuerpo físico es mortal, y los astral y mental igualmente perecederos y no duran más que una encarnación, el cuerpo causal (individualidad) es in- mortal y persiste a través de todas las encarnaciones, transmitien- do a las personalidades sucesivas todas las capacidades y cualida- des adquiridas en las encarnaciones precedentes. Por lo que respecta a los demás atributos del hombre en nuestra fase evolutiva actual, sólo existen en estado de gérmenes» (sic). (De Inventario de lo so- brenatural, de Robert Tocquet, Enciclopedia Horizonte, Plaza & Ja- nés, S. A., página 179.)
  • 31. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 37 El aura del cuerpo etéreo (doble etéreo o doble etérico), como muy bien se expresaba el obispo C. W. Leadbeater, «es verdadera- mente el molde a que ha de ajustarse el cuerpo físico denso del in- dividuo». En el hombre sano, los rayos que forman el aura (valga el símil) están agrupados en forma paralela, porque el «Od» o aura sobrante, irradia del cuerpo con gran potencia. Es verdaderamente fantástico que estas irradiaciones también rechazan los gérmenes de enfermedades. En la persona enferma las irradiaciones de vida son doblegadas hacia abajo, desorganizadas, y se cruzan especialmente sobre las partes del cuerpo donde radica la enfermedad. Con la cámara de Kirlian, en la actualidad está to- talmente comprobado. Es por ello que científicamente tienen mucha importancia las efluviografías obtenidas en campos eléctricos de alta frecuencia producidos por un aparato generador de tipo a centella, o tipo os- cilante a válvula, o transistor. Además, el matrimonio Kirlian adap- tó y patentó sistemas ópticos capaces de convertir la efluviografía directa, como la que se obtiene de cámaras convencionales. Últimamente también se emplea el microscopio electrónico. Un inciso que creo interesante intercalar aquí sobre el efecto Kirlian o «límite luminoso» que tenemos todas las personas, como bien dice y analiza el ingeniero Henrique Rodrigues, de Brasil. Dice: «Al fotografiar con ayuda de emisiones radioeléctricas de alta fre- cuencia cualquier ser vivo, aparece alrededor de él una aureola, naturalmente luminosa, como ya saben, y que marca el contorno de sus formas. Pero lo más interesante de este fenómeno es que la coloración de dicha aureola cambia según el momento, o el esta- do de ánimo. Es muy significativo ver cómo varían los colores de la aureola al fotografiar una mano al despuntar el día, cuando el individuo acaba de levantarse, y también al final de una agotadora jornada de trabajo. También en otros casos dichas tonalidades
  • 32. 38 J. ROCA MUNTAÑOLA pueden indicarnos la existencia del miedo, de la alegría, del cansan- cio) e incluso, pueden servir para detectar enfermedades menta- les'> (sic). Cómo se opera con la llamada «cámara de Kirlian» Según el doctor Inyushin, de los Laboratorios de Alma-Aata, de Kazakistán, su método de trabajo es el siguiente: en esta clase de fotografías no se utiliza cámara ni lente alguna. En lugar de ello se coloca el objeto que se desea fotografiar sobre un trozo de pelícu- la sensible de 21 DIN, y ésta, pasando por la llamada cámara, reci- be una descarga eléctrica vibratoria entre 75.000 y 200.000 perío- dos de segundo que pasa a través del objeto en cuestión. Se han efectuado también profundos estudios experimentales en su laboratorio sobre biocomunicación, habiendo conseguido ob- tener fotografías del cuerpo humano con dicho sistema. Dicho doc- tor comunicaba en uno de los últimos Congresos de Parapsicología, que existe realmente «un sistema de partículas ionizadas que circu- lan y se entremeten por el cuerpo humano»; este cuerpo bioplasmá- tico explicaría así la posibilidad de descubrir la existencia de en- fermedades que aún no están en el acto, y sería al mismo tiempo la. base de ciertos fenómenos bien conocidos por las personas que pueden ver el aura. Actualmente dicho doctor está al frente de un modernísimo laboratorio en la Universidad soviética de Kazán, en cuyo centro recibió hace ya algún tiempo a los célebres doctores Thelma Moss, psicólogo, y Marshall Barshay, especialista del riñón, ambos radi- cados en Los Ángeles, los cuales estaban muy interesados en dicho adelanto científico. Fueron acompañados de una nutrida represen- tación de especialistas del Instituto de neuropsiquiatría de la Uni- versidad de California, de Los Ángeles también. Pero lo que realmente interesaba a los representantes de dicho instituto era una serie de fotografías que habían tomado los ayudan- tes del doctor V. i. Inyushin, de unas coronas (o halos) que pare- cían fluir, y refluir, alrededor de las yemas de los dedos de los
  • 33. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 39 curanderos. Se trataba de un nuevo tipo de energía que hasta en- tonces no había sido posible detectar, y menos fotografiar, tanto en las curas como en las operaciones llamadas de «psicohigiene». Precisamente, interesaba a organismos oficiales, que ciertos cien- tíficos pudieran comprobar cómo actúa la misma en las operaciones psíquicas, un tipo de cirugía que no necesita del escalpelo ni de anestesia, y no deja cicatrices, preguntándose dichos doctores, si tal vez no sería simple charlatanería, y lo mejor fuera investigarlo personalmente, ya que está sucediendo en todo el mundo que gran número de personas, algunas de ellas científicas, empiezan a creer en esta clase de operaciones, especialmente en Inglaterra, y a pu- blicar sus impresiones de lo visto y fotografíado —entre éstos ha- gamos mención del doctor Motoyama, científico y renombrado pa- rapsicólogo— en Filipinas, Brasil, Venezuela e Inglaterra, en donde se han filmado docenas de operaciones «psíquicas», que científica- mente son totalmente imposibles. Según la opinión de la doctora Moss, que al mismo tiempo es una autoridad en el campo de los fenómenos parapsicológicos, el método de estos curanderos es «devolver la salud cuando el equilibrio de las fuerzas que actúan en el paciente es restaurado mediante el concurso de la reserva de energía eléctrica existente en el organismo del curandero (o sanador), según un proceso muy similar al de cargar una batería». Pero en lo referente a las opera- ciones psíquicas de envergadura, dijo que no podía opinar de momento, ya que lo que había visto, aunque poco, era realmente increíble, pero deseaba seguir investigándolo y que en su día emitiría un informe. En cuanto a las otras fotografías, y en las que estaban muy in- teresados ambos doctores (doctora Moss y doctor Barshay), dijo que las fotografías así obtenidas resultaban realmentes sorpren- dentes. Con nuestro pequeño grupo de estudio hemos efectuado recien- temente infinidad de pruebas con una cámara Kirlian adquirida en Génova, aunque posiblemente, al publicarse estas líneas, se ven- dan ya en España y Andorra. Sintetizando las muchas horas de
  • 34. 40 J. ROCA MUNTAÑOLA trabajo, puedo informar que efectuamos una serie de tres fotogra- fías cada vez, que mostraban una hoja de geranio recién cortada; esa misma hoja, después de haberle practicado un agujero, o bien una herida; y por último, la misma unos minutos después de que un curandero, o sólo un sensitivo que practicaba el psicomagnetis- mo, pasara su mano por el agujero (hoja perforada); o bien sobre la hoja con heridas, restaurando prácticamente las heridas que ha- bíamos efectuado nosotros expresamente (1). Asimismo, en la segunda foto de la serie nos mostraba clara- mente un agujero negro de contornos precisos, pero, en la foto, esta hoja parecía haber experimentado ciertos cambios muy impor- tantes a raíz de la fugaz intervención del curandero. También hemos intentado comprobar algunas de las experi- mentaciones efectuadas en la Unión Soviética: fotografiar los de- dos de los curanderos o sensitivos. Y es muy cierto que las fotos de las yemas de los dedos de la mayoría de personas tomadas me- diante el método Kirlian, revelan la existencia de una corona alre- dedor de la del dedo fotografiado. Pues bien, hemos comprobado que después de una intervención como curandero, o sensitivo que había dado parte de su propio psicomagnetismo, las coronas corres- pondientes a los dedos de algunos de ellos eran notablemente más estrechas, más pequeñas, en tanto que las correspondientes a las yemas de los dedos del paciente aumentaban considerablemente de diámetro, lo que confirma lo publicado en revistas especiali- zadas. Las demostraciones más espectaculares giran en torno a los experimentos efectuados posteriormente por los esposos Kirlian y su grupo de estudio. Han constatado que el halo luminoso varía en intensidad, en forma y en color, según el estado de salud y la (1) Restauración natural bioplásniica (bioplasmática), pero muy sensible. Pos- teriormente la comprobación se ha efectuado con muchas hojas heridas, pero no cortadas, y la intervención del sanador o curandero ha sido eficaz en un 75%. Como es lógico, no bastan unas intervenciones esporádicas; conviene proseguir por dicho camino con otros geranios, en otras épocas, con otras temperaturas, y también con otras plantas, así como cambiando de curanderos. Esta clase de experiencias, según me consta, se están efectuando ya en Madrid y Valencia, por el cuerpo médico, y desde luego nos felicitamos de ello. (Nota del autor.)
  • 35. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 41 vitalidad de los sujetos «fotografiados». En una crisis de nerviosis- mo o de angustia, parece que el halo alrededor de la mano cambia de color, hasta desvanecerse. También dicen que al fotografiar una hoja recientemente cortada en dos partes, se consiguió el halo de la hoja entera, como si existiera un modelado energético, o por dé- cirio a mi manera, un auténtico modelo espiritual de la hoja. Según publicaba la Prensa, en junio de 1970, los parapsicólo- gos soviéticos sometieron al «efecto Kirlian» a un célebre curan- dero de Tbilissi, Alexei Krivotorof, militar retirado. En el instante que el indicado curandero imponía sus manos a un paciente, la grabación fotográfica mostró una oleada de energía que, con pre- ferencia, brotaba de su pulgar. Dicha energía tenía forma y color totalmente diferentes a los del resto de las manos de otras perso- nas no sensitivas o curanderas. Se han hecho también experimentaciones con personas sensiti- vas después de una fuerte absorción de alcohol, lo que provoca una descarga de la corona, y el color pasa de azul lavanda a rosa pá- lido. Los médiums en trance profundo también producen cambios muy notables, y precisamente se está estudiando con cámaras espe- ciales ciertas luminosidades que científicamente no tienen expli- cación. Y por último, se afirma que en 1972/73 los científicos soviéticos han dado un nuevo salto hacia delante. Se ha conseguido filmar en color el campo magnético (?) que rodea a todo el cuerpo humano, aparte del aura, que se les mostró en tres fases de color, precisa- mente sobre la cabeza y hombros de las personas experimentadas. La medicina, según dicen, se interesa muchísimo en estos estudios, pues podría utilizar esta clase de películas para diagnosticar ciertas enfermedades, especialmente los tumores antes de su aparición fisio- lógica, o sea, cuando la enfermedad —y especialmente el cáncer--- está todavía en el doble elérico (doble etéreo) y no ha llegado al físico. Hoy tenemos ya hipótesis de trabajo muy convincentes y se ha dado un gran paso hacia delante. Una de estas hipótesis es la «transferencia de una energía todavía desconocida» que nos per-
  • 36. 42 J. ROCA MUNTAÑOLA mitirá explicar algún día, no muy lejano, el porqué de la curación espiritual, así como tener evidencia de ciertos fenómenos de autén- ticas curaciones milagrosas que con tanta frecuencia se producen en lugares como Lourdes o Fátima, para nombrar los más cono- cidos... Muchos grandes hombres de la ciencia internacional, como an- tes lo hiciera Einstein, ponen en tela de juicio los orgullosos dog- mas del materialismo mundial. Materia, energía, luz, calor.., y pensamiento... ¿No son, aca- so, formas diversas de una misma fuerza, que unos llaman el Espí- ritu Universal, y otros Dios?
  • 38. Varios de los más importantes resul- tados de la experimentación a veces lla- mada equivocadamente psíquica, el día que sean confirmados (caso de que lo sean) y se llamen oficialmente verdades, vendrán a atacar la ciencia positiva en sus mismas fronteras. JULES R0MAINs. En busca de la fácil visión del aura Las investigaciones proxémicas —vocablo formado por una raíz latina que significa «cercano», y una raíz griega, que viene a significar «huésped», extraño, extranjero, alienígena, etc.— nos muestran en síntesis que los límites de una persona o de un animal no comienzan ni terminan en su piel. Los seres humanos y también los animales estamos rodeados por un ambiente inmaterial, aná- logo al espacio o límite territorial perfectamente delimitado que establecen entre sí ciertos mamíferos y también algunas aves. Este modo de actuar de las aves fue establecido hace ya algunos años por dos famosos ornitólogos, uno de ellos norteamericano, E. Tho- mas Gilliard, y el otro, inglés, H. E. Howard, famoso en toda Ingla- terra, pues es autor y editor al mismo tiempo de sus obras y tra- bajos exhaustivos de investigación de ciertas aves. Como fácil detalle de identificación diremos que en 1920 publicó una estupenda obra titulada Territorio de las aves (título original: Territory in bird uf e), que ha sido traducida en muchos países, y muy estimada de los ornitólogos de todo el mundo, pues se trata de una verdadera obra maestra. También el famoso especialista en fisiología animal, doctor U. Hediger, de Zurich (Suiza), muy conocido en España por sus trabajos y periódicas visitas a los medios científicos, defendió la tesis siguiente: estableció que los animales y los seres humanos podían considerarse como rodeados por varias burbujas inmate-
  • 39. 46 J. ROCA MUNTAÑOLA riales, protectoras, de forma irregular, pero superpuestas y concén- tricas (de vuelo, crítica, personal y social), y fue muy interesante que el doctor Eduardo T. Hall, profesor de Antropología de Illinois, aceptara recientemente este criterio en su famoso libro The Hilden Dimension (La dimensión recóndita), estableciendo para el ser hu- mano, después de infinidad de estudios, una gradación de cuatro distintas zonas, a saber: zona íntima, que comprende hasta unos 45 cm. del cuerpo; zona personal (que es la del espacio reservado en la conversación privada), que abarca hasta un metro y veinte centímetros como máximo; zona social (espacio de las reuniones sociales, o de trabajo diario), la cual llega hasta una distancia de 3,5 metros; y por último, lo que llaman zona pública, la que se extiende a más de 3,5 metros. Para Kilner, físico y médico británico (1912), el aura es una realidad. Después de haber exaltado por medio de la dycianina la sensibilidad retiniana de sus sujetos, escogidos al azar, les permi- tía que vieran el aura de una persona colocada en la penumbra, sobre un fondo negro. Se trataba de una luminosidad de forma ovalada, compuesta de tres zonas distintas: un borde sombrío, el doble erérico; el aura interior, estriada perpendicularmente al cuer- po; y el aura exterior, sin contornos definidos. Bajo la influencia de la voluntad, pueden aparecer unas manchas o unos «rayos tempo- rales'> en las tres zonas. Sin embargo, contrariamente a Rochas y a Reichenbach (y otros), Kilner no distinguió ninguna polaridad. Sin embargo, entrando ya en terrenos totalmente científicos y desde luego muy áridos para el lector medio, tendríamos que de- cir que Haschek, cuyas experiencias fueron reanudadas y confirma- das totalmente por Hofman, niega la existencia del «Od», luz ódica, emanación psicofísica, el «cuerpo bioplasmático» de los científicos rusos, atribuyendo dicha fosforescencia observada '<a la lenta oxida- ción de los productos de excreción corporal», e intolerante afirma- ba: «Basta un lavado con jabón para que desaparezca». Al final, convencido, tuvo que rectificar a regañadientes, pues téngase pre- sente que llegó a afirmar que había hecho ver un aura alrededor de Un busto de yeso, y que todo era cuestión de... imaginación.
  • 40. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 47 Haschek no quería reconocer que hindúes, chinos y japoneses ya conocían el aura humana desde milenios, y la literatura esoté- rica habla desde hace siglos de ella. Y ¿qué tenemos que decir, y cuánto se puede probar, si nos remontamos a épocas pretéritas, rebuscando pacientemente en pergaminos tibetanos o egipcios? ¿O bien, mayas? Reconozcamos que el deseo de todas las épocas, como ya vere- mos en el estudio del alma, ha sido siempre hacer visible el aura humana, aura que sabían existía, y que sólo podían ver unos seres privilegiados conocidos por sacerdotes, magos, y en época más moderna, médiums y sensitivos, como se les llama hoy. Es curioso que el célebre físico francés, natural de Nancy, doc- tor Bondiot, que desconocía totalmente las publicaciones y traba- jos de Reichenbach, redescubrió el «Od» al que llamó «Rayos N» (N. por Nancy), e inventó la «pantalla de Bondiot», llamada tam- bién, según los apuntes que estoy consultando, pantalla fosfores- cente de Bondiot, o mejor diríamos, «pantalla de sulfuro de calcio». Efectivamente, la pantalla de sulfuro de calcio fue presentada a la Academia de Ciencias de París en julio de 1904 (no se indica el día). Su construcción realmente era muy sencilla: confeccionada en cartón negro, e impregnada con sulfuro de calcio, colocada en una habitación totalmente oscura, y acercando a la misma las manos, especialmente las puntas de los dedos, se hacía aparecer sobre dicha pantalla unos puntos luminosos tan fuertes que era posible leer en su luz las cifras sobre la esfera de un reloj de aquella época, o sea un grueso reloj —un «Roscoff»— de bolsillo. También otro dispositivo posible de confeccionarse para po- der hacer visible el aura, podría muy bien ser la antigua pantalla de Kilner, que fue inventada en 1911 por el médico londinense doctor W. Kilner, célebre por su carácter violento, pero al mismo tiempo Por sus reconocidas aficiones al estudio de cierta fenomenología metapsíquica «objetiva». Dicha pantalla consistía en dos placas de vidrio (o cristal) unidas entre sí a una distancia de pocos milíme- tros. El espacio vacío entre ambos vidrios era rellenado con una mezcla de Dieyanin y Karmin, a partes iguales. Mirando a través
  • 41. 48 J. ROCA MUNTAÑOLA de este dispositivo, personas con poca sensitividad podían ver el aura de las personas. Según ensayos realizados por el médico vie- nés doctor Feerhow, algo más del 50 % de personas normales no dotadas, podían ver el aura a través de la pantalla de Kilner (1). Cuando estoy escribiendo estas cuartillas, un lector amigo me remite un recorte de un periódico francés, en el cual se comenta el último Congreso Internacional de Parapsicología, celebrado en Moscú, y en el que se indica que los soviéticos poseen una panta- lla en la que proyectaaon unas fotografías especiales en las que se ven luces «misteriosas» que se encienden y apagan a nuestro alre- dedor cuando estamos atectados por una gran emoción, y con la particularidad de que estas luces son cambiantes, con modificación casi continua de tonalidad, según sea el estado psíquico de la per- sona. Para los soviéticos hay que reconocer que la mítica aura ya no es una vulgar leyenda, y se convierte ahora en auténtica experien- cia de laboratorio. Es curioso recordar ahora que hace sólo diecisiete años, los rusos negaban todo el valor al estudio de los fenómenos paranor- males. En 1955 la Enciclopedia Soviética definía a la Parapsicología como idealismo contrario a la ciencia. En 1970, la misma Enciclo- pedia —estatal— ante el mismo vocablo, afirma: La Parapsicolo- gía es un conjunto de investigaciones psíquicas y biopsíquicas sobre las posibilidades de percepción y sobre las fuentes de energía toda- vía ocultas en la materia viva. La Parapsicología se interesa por las formas más nuevas de sensibilidad, por sus resultados y por las po- sibilidades límite del organismo humano (sic) (Giuseppe Grazzini, Blanco y Negro, 11-XI-72, noticias sobre la cumbre ruso-norteame- ricana de Parapsicología en Moscú). Realmente semejante cambio de actitud causó asombro en la mayoría de medios científicos; en los americanos, sobre todo. Stanley Krippner, director del «Maimonides Medical Center», de (1) El Dieyanin y el Karmin se han buscado en el mercado y por dichos nombres no se encuentran. Sin embargo nos consta que algunas personas los han buscado en Inglaterra. De todas formas tengamos presente que se trata de produc- tos de 1911, y actualmente pueden fabricarse o conocerse con otra denominación comercial, y ser el mismo producto que usó Kilner.
  • 42. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 49 Nueva York, dijo al respecto: «No pierden el tiempo en discutir, como se hace en Occidente, acerca de la existencia y de la viabili- dad de los fenómenos paranormales, o de cosas y hechos que desde el primer instante no encajan con nuestra forma de ser. Los sovié- ticos tratan únicamente de descubrir todas las posible "formas de aprovechamiento" de estos fenómenos en el terreno práctico. Ade- más, por otra parte, creo que saben más cosas que nosotros... » Ya he dicho anteriormente el gran impacto que ha producido entre la mayoría de científicos el «efecto Kirlian», dadas las noti- cias que se reciben y a través de todos los medios informativos, y también entre los científicos que estudian fenómenos parapsicoló- gicos, pues ya da una idea la cantidad de libros y artículos apare- cidos en revistas científicas, tanto europeas como americanas. Lo que las fotografías de los científicos soviéticos Simeon Davidovich y Valentina Kirlian registraron, ha sido ubicado como manifesta- ciones de ESP (percepción extrasensorial), pero aquí el sujeto que las registra es un «objeto», o sea, una cámara (1). Pero el fenómeno, para mi forma de ver, no es ni paranormal ni metafísico: es totalmente normal. La máquina, científica, ha revalidado al sensitivo. Eso es lo realmente importante. La virtud de la cámara consiste en la obtención únicamente del espectro de determinada estructura no eléctrica de un objeto, mediante la exci- tación provocada por un campo eléctrico de alta frecuencia. El cam- po eléctrico desplazará iones o cargas eléctricas a través de aquella estructura, proyectándolos sobre una placa, o película sensible, donde se formará la imagen espectral típica del objeto a investigar, como puede ser una hoja, una flor, un pequeño animal, un mineral, un metal, etc. (2) En el año 1939 en la ciudad de Krasnodar, capital de Kuban, próxima al mar Negro, fueron obtenidas las primeras fotografías por el matrimonio de cien- tíficos soviéticos Semyon Davidovich y Valentina Kirlian, usándose como se ha dicho un procedimiento efluviográfico sobre una película fotosensible en campo eléctrico de alta frecuencia, producidas por un generador de tipo centella; las frecuencias oscilaron entre las 75 y 200 o más (posteriormente) Kiloherts. Los cien- tíficos que más han estudiado en América el «efecto Kirlian» son el ingeniero Her- nani Guimaraes Andrade, director del Departamento de Investigaciones del Instituto Brasileño de Pesquisas Psicobiofísicas de Sáo Paulo (Brasil), y también el ingeniero Sigurd von Wurmb, del mismo Instituto. 4. - EN LOS CONPINBS
  • 43. 50 J. ROCA MUNTAÑOLA La distribución de las cargas sobre dicha placa fotográfica dependerá en parte de las características fisioquímicas de los obje- tos. En circunstancias particulares, el espectro podrá indicar en forma muy eficiente las alteraciones sufridas por el objeto en vir- tud de factores endógenos o exógenos. Las emisiones resultantes de los «campos bioplásmicos» de que tenemos referencia tienen por lo visto particularidades que hacen suponer la existencia de un modelo energético de naturaleza aún mal definida, cuyas propiedades parecen diferir de aquellas exclusivamente fisioquímicas que podrían originar tal espectro de autoemisión. Por eso, el referido modelo energético recibe el nom- bre de «cuerpo bioplásmico». El proceso de investigación a través del efecto Kirlian —nos indican los principales Institutos de Investigación— no consiste sólo en obtener la fotografía de los efluvios de autoemisión provocados por el campo eléctrico de alta frecuencia; su ausencia reside preci- samente en la interpretación de las variaciones observables en la imagen efluviográfica o efluvioscópica. Tales variaciones pueden ocurrir de una manera muy peculiar, en razón de varios factores. Así, por ejemplo, se notarán modificaciones importantes en el as- pecto bioplásmico provocado por alteraciones psicológicas de un determinado paciente. Y en el caso de los vegetales, es posible de- tectar con gran anticipación estados iniciales mórbidos en las plan- tas mediante análisis de las efluviografías Kirlian obtenidas de hojas recién cosechadas de las especies observadas. Para el verdadero estudio de las ciencias ocultas, el descubri- miento de los esposos Kirlian ha sido un paso de singular impor- tancia. Mas para quienes sólo les interesa el auténtico avance cien- tífico dentro del campo de estudio de la parapsicología, el efecto Kirlian es de gran importancia, mucho más de lo que nos figura- mos. Lo que se conoce hasta hoy —y hay más— es un auténtico registro de hechos, una acumulación de pruebas que dicen: esto ocurre..., no es producto de la imaginación de personas paranoi-
  • 44. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 51 cas..., no es mera superchería..., son hechos que ocurren fuera de los límites de lo que la ciencia académica acepta... Este archivar datos es un registro de efectos; aún no se ha iniciado el estudio de las causas que los producen. La prudencia se ha detenido ante ellas. El «efecto Kirlian» está mostrando algo que existe dentro, fuera, alrededor, y en un todo de los organismos vivos, animales y vegetales, como radiaciones vivas —aura---- (y sus colores) que el sensitivo nos diría por los mismos, que son: aura del cuerpo espiri- tual, astral y físico (como mínimo), pero la fotografía sólo nos muestra colores, y potencia de radiaciones, así como posibles «ro- turas» a veces, cuando existe enfermedad, bien psíquica como somá- tica, o en formación, como ya indicaba anteriormente. Aquí sí que podría detenerme en hacer comprender que los colores del aura no son fijos, lo que hay que tener presente siem- pre. Fijos son solamente los fundamentales, que demuestran al sen- sitivo, y mañana al científico, la espiritualidad de la persona que tenemos ante nosotros, las condiciones psíquicas en general, y el aura del doble etérico «molde al que se ajusta el cuerpo físico den- so del individuo», como decía C. W. Leadbeater. En el hombre sano, los rayos que forman el aura están agrupados en forma paralela, porque el «Od» o aura sobrante, irradia del cuerpo con gran po- tencia, al contrario de la persona enferma, efectiva ya, o en gesta- ción tan sólo. Y no se olviden que estas irradiaciones, esos rayos sobrantes que ve el sensitivo rechazan siempre los gérmenes de enfermedades. En las personas enfermas las irradiaciones de vida son dobladas hacia abajo, desorganizadas, y se cruzan especialmen- te sobre las partes enfermas del cuerpo. Esto y todo el estudio es lo que interesa a la medicina soviética. Lo que realmente significan los colores del aura en general, así como la clara explicación de los diferentes «cuerpos» es muy extenso y requiere tratar de ello muy extensamente, porque hay hipótesis muy complejas formuladas por célebres científicos de ayer que tendremos que reconsiderar en estos estudios de hoy. He tratado anteriormente, pero de forma muy ligera, sobre unas pantallas. Pero empecemos por la de Bondiot. Por si alguno quisiera
  • 45. 52 J. ROCA MUNTAÑOLA confeccionarse una, veamos lo que se sabe sobre ella. La pantalla llamada «de Bondiot» es una vulgar pantalla fosforescente. Copia- ré lo que publicó en junio de 1908 el médico moscovita, Naum Kotik lo que él llamaba «sus grandes experimentos con la panta- lla de sulfuro de calcio» en su libro Emanation der Psychophysische Ene rgie (Emanaciones de la energía psicofísica) y que en aquel entonces prácticamente no llegaron a interesar, o quizá no intere- saba su conocimiento, pues el libro «desapareció» de las librerías misteriosamente. Decía (casi textualmente): «Para mis experimen- tos me había confeccionado una pantalla redonda de cartón fuerte, con un diámetro de unos 22 cm. Mezclé sulfuro de calcio en par- tes iguales con laca de Damara y lo apliqué en una capa fina (1/2 mm. de espesor) sobre el disco. Al secar la laca, fija firmemente el sulfuro de calcio sobre el cartón (pantalla). Exponiendo la pan- talla así preparada durante uno o dos segundos al sol, se ve lumi- nosa en la oscuridad, durante unos 8 ó 10 minutos. Guardé la pan- talla así preparada en un lugar oscuro y seco. Luego la puse en la cabeza de una persona con la que experimento a menudo (no indica si se trataba de una sensitiva, metágnoma, médium, etc.). Le pido que repita en su pensamiento una frase dada, o que haga cálculos matemáticos, etc. Inmediatamente el borde del disco va tomando cierta luminosidad (cuarto oscuro). Repetí el ensayo con otras per- sonas y obtuve siempre el mismo resultado: aparición de lumino- sidad, que desaparece al terminar el pensamiento. Al aplicar la plantalla sobre las manos de la persona con la que experimentaba, la luminosidad era aún más fuerte que cuando se la colocaba sobre la cabeza, durante el acto de pensamiento.» En estos libros pienso tratar someramente, como ahora con el efecto Kirlian, algunos temas de vanguardia en el mundo, como son las operaciones psíquicas, la fotografía paranormal, la foto- grafía del pensamiento, y el viaje astral o proyección astral autén- tica (no solamente el desdoblamiento), o la conocida «clarividen- cia viajera», ya conocidas. Mas pido a los que sean parapsicólogos, sean de la escuela o postulado que sean, y sean cuales sean sus creencias religiosas, no se olviden que en el mundo, la ciencia, en
  • 46. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 53 plena crisis explosiva, comunica a la ciencia paranormal una nue- va audacia, siempre en aumento, situando poco a poco muchas de las realidades desconocidas en la perspectiva de una nueva hiper- biología o de una hiper física, que de momento es muy difícil com- prender... La ciencia del espíritu, motor de nuestro cuerpo El aura que fotografía la auténtica cámara de Kirlian qui- zá sea la energía electromagnética que nos rodea y envuelve, y que forma parte de la poderosa energía cósmica que todavía descono- cemos. Lo que para nosotros es invisible, como el cuerpo etérico —el doble etérico en el astral— existe lo mismo que el cuerpo físi- co en el cual habitamos. Antes de caer enfermos somáticamente, es seguro que existía ya la enfermedad de forma inevitable —para nosotros—, pues la enfermedad estaba ya en el cuerpo energético, por lo cual debemos empezar a pensar en curar primero el cuerpo energético, el doble etérico, el cuerpo astral y el mental, si quere- mos sanar rápidamente, como muy bien dice el doctor alemán Alfred Stelter en un famoso libro (1). Mirándolo desde otra vertiente, quizá más comprobada, pode- mos y debemos hacer hincapié en la bondad efectiva de la medici- na psicosomática, y el gran valor que puede llegar a alcanzar en un próximo futuro. Las dos medicinas, la occidental y la oriental, como la acupuntura, y la de los curanderos, médiums, o medicina psíquica de Filipinas, Brasil, Venezuela, y también en gran parte de Europa, principalmente Inglaterra, donde más de 4.000 curan- deros están autorizados a visitar a los enfermos en 1.500 hospitales nacionales, sabemos y nos consta que actúan, directa y exclusiva- mente, sobre el cuerpo astral. De la eficacia de lo astral sobre lo somático, es evidencia totalmente comprobada hoy, quiera o no aceptarlo la ciencia clásica «oficial»; pero hoy conocemos ya su (1) Doctor Alfred Stelter, Psi-Heilung (Curaciones Psi), Berna, 1973.
  • 47. 54 J. ROCA MUNTAÑOLA fenomenología, estudiada precisamente por auténticos científicos, de la ciencia clásica. Sería también muy conveniente que los parapsicólogos de la escuela materialista-mecanicista leyeran a Alexis Carrel, que dedicó todo un grueso libro a las fantásticas curaciones espirituales de Lourdes. Con la fuerza mental, con la fuerza del espíritu, se puede cor- tar como si fuera un láser; con la fuerza mental y con la fuerza del espíritu se puede curar y pueden hacerse grandes cosas. Por conocimiento casi directo, pero sobre todo por la gran cantidad de material y hasta comunicaciones sobre maravillosas operaciones psíquicas en diferentes partes, será ésta la única temática de mi próximo libro. Hay hechos verdaderamente impresionantes, algu- nos con la certificación de los mismos doctores, entre ellos Naegeli y también Motoyama, así como estudios y análisis por las mismas Universidades, inglesas y americanas. Es, pues, natural que estos hechos se den a conocer en todas partes. Pero todavía hay mentes cerradas. Personas que no aceptan los hechos y en parte se repite la historia: a finales del siglo XIX los materialistas proclamaban orgullosos que faltaba muy poco para que se conocieran los últimos secretos del Universo, y se jactaban al mismo tiempo de no haber encontrado el alma con el escalpelo. Y fue entonces cuando floreció el espiritismo, auténtica pseudo- religión que se desgastó y desacreditó, dadas las supercherías de los muchos vividores e «iluminados», aparte de embaucadores pro- fesionales. También peligraban los grandes intereses... Y nos decían: Fe, sí. Conocimiento, ¡ no! Ahora, cincuenta años después, los fenómenos del Más Allá, la creencia en un mundo extraño —el antiuniverso, los antimundos- al otro lado de la muerte, está cobrando nuevo impulso en una generación que carece precisamente de la verdadera fe. Pero afor- tunadamente hay otra mentalidad, otro conocimiento. Lo que qui- zás entonces fue pura extravagancia, y muchas veces puro fraude, hoy debe situarse en otra realidad de una ciencia que mañana asombrará por sus conocimientos. El hombre de hoy está ya infor-
  • 48. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 55 mado, y se pregunta ante ciertos hechos bien comprobados, si la energía universal que nos rodea por todas partes es más concen- trada o tiene en relación con el tiempo y el espacio, otro tipo de «contacto'> cuando opera, sea en Filipinas o en Inglaterra... Se me dice, y lo afirman convencidos —o quieren estarlo— que únicamente se trata de autosugestión provocada por verdadero fa- natismo religioso. Bien, ¿por qué no? Pero, ¿cómo se explican en- tonces los científicos fanatizados por «su'> ciencia clásica, las ver- daderas curaciones de los mismos ateos o personas indiferentes, hasta curiosas, sea en Filipinas, Brasil, o en Lourdes, o aquí, en Barcelona? Nosotros a todo queremos colgarle una etiqueta, y medirlo, clasificarlo, analizarlo, pesarlo y, i al archivo! Pero hay cosas, hay hechos, como la misma eficacia de lo astral sobre lo somático, que son evidentes, y lo hemos comprobado, pero no hay todavía una explicación convincente para los escépticos. Muchas de las incipientes investigaciones científicas de fenó- menos parapsicológicos carecen todavía de una explicación racio- nal, pero no por ello deben rechazarse los hechos. Publicaba Vintila Horia en «Tribuna Médica» del 11 de octu- bre de 1974, en la página 18, en Fenómeno PSI, lo siguiente: «El mismo doctor Motoyama sometió un día al curandero Agpaoa a una serie de experimentos de «laboratorio». Uno de ellos consistía, y así se lo pidió, que concentrara toda su fuerza, toda su energía, sobre unos aparatos, los cuales, todos quedaron fuera de uso, ya que dicha fuerza los desarregló en el mismo momento que Agpaoa empezaba a concentrarse. Y dijo entonces al doctor Moto- yama, sonriéndole: "Lo siento mucho, doctor, pues compruebo que todos sus aparatos han quedado destrozados. En cambio, los míos siguen funcionando..." Y enseñó, sonriendo, sus manos.» Esto sucedió en Tokio, en enero de 1966.
  • 49. 56 J. ROCA MUNTAÑOLA BIBLIOGRAFIAS MÁS INTERESANTES DE LOS CAPITULOS ¡ y 11 Ostrander, Sheila, Schordeder, Lynn: Psychic Discoveries behind the ¡ron Curtein, Englewood Cliffs. N. J. Prentices. Hall, Inc., 1970 Naum Kotik. Emanation der Psychophysische Energie. París, 1908. Edic. especial Reichenbach, Karl L. von: Les phénomnes odiques, E. Flammarion. Alcan., Pa- rís, 1907. Karl Spiessberger: Die Aura des Menschen, Berlín, 1916. Leonidov, 1.: Señales, ¿de qué? Unión Soviética, n.° 145, 1962, págs. 44-45. Ostrainder, Sheila, Schoroeder: Psychic Dicoveries behind the ¡ron Curtain, II, 1972. Psychic: Special Issue, julio, 1972, 50-54. Psychic: Special Issue, mayo-junio, 1971. «Conocimiento de la Nueva Era» (Argentina), 1972 y 1973 (varias). Revista editada en Buenos Aires. Textos de Hernani Guimaraes Andrade y S. von Wurmb.
  • 51. Solamente una vez abre el hombre los ojos: en el momento de morir, y aun en- tonces, se apresuran a cerrárselos. H. BORDEAUX. Psicofonías: ¿Nos llama alguien desde el Más Allá? «Desde algún lugar, en el Espacio y en el Tiempo, entes miste- riosos transmiten mensajes a los terrestres, y los entes se expresan en las lenguas habladas en la Tierra.» Así rezaban textualmente los principios de un fenomenal reportaje de Giuseppte Grazzini (1). Efectivamente, día y noche misteriosos mensajes de origen des- conocido vienen siendo grabados en cintas magnéticas. Los técnicos de comunicaciones que estudian el fenómeno excluyen el hecho de que se trate de emisiones terrestres. Resulta curioso y llama la atención que las actuales experi- mentaciones psicofónicas ya las predijeran los premios Nobel, Oh- ver Lodge, Marconi y anteriormente el mismo Edison cuando in- ventó el fonógrafo. Fue precisamente Edison en aquel entonces quien tuvo una gran decepción, pues lo que realmente había esta- do buscando —como Marconi en otro campo de experimentación— era la consecución de un dispositivo que pudiera captar y retener al mismo tiempo las voces y los mismos pensamientos de los seres queridos que nos habían precedido en la vida. También Marconi —premio Nobel en 1909— estaba convencido, y así lo publicó, de haber estado en contacto telepático con seres que no eran precisa- mente de nuestro planeta, creyendo convencido haber encontrado al fin el aparato idóneo para conseguir dicho propósito (aparato del cual no se volvió a hablar), pues tenía la seguridad que entes de otra dimensión radiaban periódicamente mensajes a la Tierra (1) Alguien nos llama desde el Más Allá, por Giuseppe Grazzini.
  • 52. 60 J. ROCA MUNTAÑOLA que los humanos no podíamos interpretar, y menos retener para un posterior estudio. En un documentadísimo trabajo publicado en la revista Futu- ro-Presente, número 13, noviembre de 1972, decía don Germán de Argumosa, uno de los investigadores que más han trabajado en ello, que el catedrático de Física de St. Gellen (Suiza), Alex Schnei- der, señalaba que el doctor New, que había estudiado electrónica, le informó sobre unas voces «que incluso le contestaban mientras experimentaba con sus aparatos amplificadores al aire libre estan- do trabajando con toda clase de insectos, pero muy especialmente con abejas». En 1956-57, dos años antes que Jürgenson, los investi- gadores Bayless y Sealay daban cuenta de casos parecidos experi- mentados por ellos, y en 1964, Hyntzmann, tuvo experiencias pare- cidas, pero al no poderlas comprender o como mínimo tratar con alguien que estuviera realmente interesado en ello, se apartó del asunto hasta que, en 1969, movido por la lectura del célebre libro Lo inaudito se hace oír (Unkóbares Wira Hórbar), del doctor Kons- tantin Raudive, se interesó nuevamente por ello. Desde luego las psicofonías han planteado y plantean todavía grandes incógnitas, pero si pasamos el fenómeno de las mismas por la criba más severa, su realidad no parece dudosa. Nada per- mite decir que no sea una realidad en un mundo que escapa a nues- tros alcances, por lo cual no es científico negar a priori las psico- fonías porque todavía sean inexplicables para las ciencias, ya que estamos ante un hecho trascendental importantísimo para el ser humano. Así debieron entenderlo en la Universidad de Cambridge cuando concedieron al físico David Ellis una fuerte subvención para que investigara científicamente el ángulo de ataque electrónico de las grabaciones psicofónicas, pero hasta la fecha, sus investiga- ciones han resultado totalmente negativas. En función de los hechos observados, estudiados y analizados hasta la saciedad por grupos de trabajo estoicos, imperturbables, fríos, y con el criterio subconsciente de que realmente estábamos haciendo ciencia-ficción, no auténtica investigación científica, con- seguimos en muchas ocasiones lo inverosímil y aparentemente impo-
  • 53. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 61 sible, hasta lo insólito angustiante, lo que nos determinó a prose- guir con las voces de origen desconocido. Pero estarnos todavía, a pesar de cuanto sabemos, en el comienzo del estudio de estos fenó- menos inexplicables. Es como si hubiéramos logrado descorrer un poco la espesa cortina que nos separa de un mundo maravilloso, de una dimensión distinta, o de un plano que nuestros sentidos no captan, pero nos llega a través de nuestro inconsciente. El fenómeno de las voces de origen desconocido nos lleva de la imagen del mundo tridimensional a una imagen de cuatro o más dimensiones. La conclusión a que nos ha llevado el trabajo perso- nal de experimentación es que sabemos que estas dimensiones exis- ten, y que en todo momento estamos ante presencias invisibles, pues hemos efectuado grabaciones a cualquier hora, de día o de noche; y lugar, alta o baja montaña, en el llano o en el fondo de una sima profunda, y la realidad ha sido siempre positiva. Pero, ¿hemos co- municado con el antiuniverso? Y es que, si quisiéramos reconocerlo, el mundo visible y tan- gible al que tanta importancia concedemos, no es más que un re- flejo muy debilitado del verdadero mundo viviente, en el que una energía todopoderosa, unida a una inteligencia inmensa, reside pre- cisamente en lo invisible, fuente primordial de la Vida y el Pensa- miento. ¿De dónde vienen las voces que todos hemos oído grabadas en centenares de cintas magnéticas? Pero ¿cómo pueden quedar gra- badas en las cintas, si tanto las palabras como la música, o las cam- panadas, no han sido oídas? Al principio, nadie se lo creía, y ex- plicaciones o estudios eran acogidos con una burla general. Pero la noticia procedía de científicos extranjeros, no aficionados; había al mismo tiempo certificaciones científicas, y la noticia se aceptó como «posible», aunque seguramente se trataría de un fenómeno físico, posiblemente vulgar, sin la menor importancia. Quizá tam- bién un truco más... Pero el científico desconfiaba. «La Parapsicología —dijeron algunos científicos— está haciendo
  • 54. 62 J. ROCA MUNTAÑOLA un esfuerzo gigantesco para llevar a un plano científico algunos fenómenos que una ignorancia secular ha visto únicamente a la luz de la brujería; pero tienen que ser fenómenos serios, y éstos no lo son aun cuando, verdaderamente, reconocemos que no se trata de un truco vulgar.» Al principio el asunto parecía cerrado, hasta que intervino un buen psicólogo y filósofo, que había estudiado en París y Madrid, y que ya se le reconocía en toda Europa como un buen parapsicólogo, el doctor Konstantin Raudive, persona que entonces (hablamos ya de doce o trece años atrás) había pertenecido a las mejores Uni- versidades de París, Uppsala y Edimburgo; tenía escasamente cua- renta años, hombre muy estudioso, no dogmático en ningún con- cepto, afincado desde su más tierna edad en Suecia, con ciudadanía sueca, pero natural de Riga, e hijo de un alto oficial del zar, resul- taba que desde el principio no compartía el escepticismo de los otros parapsicólogos. Y fue entonces cuando este auténtico científico hizo algo muy natural al mismo tiempo: tomar conocimiento personalmente de los hechos a través de la más rígida experimentación. Fue realmente entonces cuando se abrió por vez primera en la historia del hombre la posibilidad de una comprobación práctica, pues se encontraban todos los científicos ante una manifestación de energía, energía que él no pretendía definir de momento, sino comprobar, con estudio, su existencia. Había constancia de esta energía, pues estaba en situación de grabar en un momento dado una cinta magnetofónica. Pero dicha energía, ¿de dónde procedía? ¿De qué tipo era? Aquéllas ya eran otras preguntas a las que de momento, científicamente, era imposible responder, y a decir ver- dad, poco es lo que se sabe hoy, pero con la gran diferencia que se trabaja actualmente con modernísimos aparatos en los grandes la- boratorios de experimentación montados a tal fin, estando experi- mentando de firme muchos técnicos. La labor es enorme, fasci- nante, y en parte muy comprometida, una vez se ha comprobado que no hay posibilidad de errores «técnicos», o sea, que no pue- den ser emisiones de radio o televisión, no siendo posible con los
  • 55. EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGÍA 63 magnetófonos modernos actuar en un momento dado como vul- gares estaciones receptoras de radio. Es muy posible que también influyera en la mente de los estu- diosos desde el momento que científicamente se pudo establecer un contacto comprensible, haciendo determinadas preguntas, y reci- biendo respuestas concretas, y a veces muy científicas, y de otro orden superior sobre las mismas preguntas, y que negaban la po- sibilidad de una telergia de las mismas personas que actuara incons- cientemente. Y aquello hizo pensar a otros muchos, como también a Raudive y Jürgenson, que «había una mente» independiente de la materia, y del Tiempo, presente, actual, que podía ser el quid de la cuestión, pero en otra dimensión. La suposición, desde luego, era audaz. Pero antes de entrar de lleno en el estudio de las psicofonías, hagamos un pequeño inciso. Decía José L. Recart, parapsicólogo chileno, vicepresidente del Instituto Chileno de Parapsicología, que la Parapsicología está cambiando el status científico vigente, exigiendo una revisión del enfoque de algunos aspectos del Universo, influyendo sobre la mo- ral, la religión y, sobre todo, en la develación del enigma del hom- bre. A muchos les cuesta aceptar esto, especialmente en nuestra patria. Ignoran también que en la fenomenología que investigamos, hay hechos, hay relatos, que si los publicáramos, los presuntuosos que orgullosamente afirman convencidos conocer todo lo que es y no es posible en la Tierra, probablemente dirían entonces que, o bien hemos perdido la razón, o hemos sido víctimas de una alu- cinación, si no de un engaño refinado. Personalmente creo que merecen respeto los escépticos honrados, como la de un famoso doctor psiquiatra barcelonés que formuló un día, totalmente con- vencido, la hipótesis de que las palabras grabadas en las cintas procedían siempre del mismo experimentador que las pronunciaba involuntariamente, subconscientemente. Pero lo único que demostró es que realmente ignoraba lo que era una psicofonía, ya que jamás