Mensaje PADECER POR CAUSA DE CRISTO.
Para los interesados en estudio de la Biblia.
Ps. Rodolfo A. Martinez Ochoa
Contacto. ministeriosalcancevida@gmail.com
www.themissionmartinez.com
1. Ps. Rodolfo A. Martínez Ochoa
MISIÓN CRISTIANA CENTRO DE ALCANCE VIDA On Line
“Un lugar para crecer”
Ps. Rodolfo Martínez Ochoa
MENSAJE:
“Padecer por causa de Cristo”, Hechos 20:17-24
I.
INTRODUCCIÓN:
1. Hace muchos años, el Señor puso en mi corazón una atracción especial hacia un texto bíblico,
que ha sido hasta el presente una especie de lema personal:
“Porque de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo, con tal
que acabe mi carrera con gozo y cumpla el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar
testimonio del evangelio de la gracia de Dios”.
2. Pero yo tengo que confesar que no sabía entonces exactamente lo que ese texto quería
significar. Ni tenía yo entonces suficientes conocimientos del hombre que pudo decir estas
palabras, ni de sus circunstancias, ni de cuáles eran “esas cosas” de las que él había decidido
no hacer caso, para dedicarse a agradar a Dios.
3. Muchos cristianos somos así. Decimos palabras, repetimos versículos, adoptamos lemas que
no sabemos a ciencia cierta qué significan, ni qué es lo que implican en su profundidad. En un
momento de emoción decimos: “Señor, te seguiré a donde quiera que vayas”. Queremos
servir al Señor, pero ¿estamos dispuestos a pagar el precio?
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5. Sólo citaré dos ejemplos:
5.1 Pedro le dijo al Señor en una ocasión: “Aunque me sea necesario morir contigo, no te
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4. No sólo nosotros. Hasta en la Biblia, aún entre los 12 discípulos del Señor, había algunos que
decían cosas de cuya importancia o trascendencia no estaban conscientes. No comprendían lo
que les costaría hacer realidad esas palabras:
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negaré” (Mateo 26:35). Poco después, Pedro “estimó su vida como algo precioso para sí
mismo” y no le negó una, sino tres veces. Ciertamente Pedro murió por Cristo, pero murió
por Cristo después de haber vivido larga e intensamente por Cristo, después de padecer
grandemente por Cristo.
5.2 La madre de Santiago y Juan le pidió a Jesús que, en su reino, sus dos hijos se sentaran, el
uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús les dijo: “Ustedes no saben lo que están
pidiendo. ¿Podrán ustedes beber del vaso que yo voy a beber, y podrán ser bautizados
con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: PODEMOS” (Mateo 20:22).
También Santiago y Juan murieron por Cristo y tienen un lugar importante en el reino de
Dios. Pero no ganaron ese lugar por su amistad con Cristo, sino por lo que padecieron por
causa de Cristo.
6. La pregunta que quiero hacerte en este día, y piénsala bien antes de contestarla, es la
siguiente: ¿Quieres tú servir a Cristo? ¿Estás tú dispuesto a padecer por causa de Cristo?
¿Estarás dispuesto a no hacer caso de ninguna cosa, ni a estimar tu vida como algo precioso
para ti mismo? ¿Es el único deseo de tu corazón poder acabar tu carrera con gozo y cumplir
el ministerio que te da el Señor Jesús?
7. Yo decidí un día echar mi suerte con Cristo, pero después de casi 15 años de ministerio es que
me estoy dando cuenta de lo que significa padecer por causa de Cristo y cuál es el precio que
hay que pagar para servir a Cristo.
II.
LOS PADECIMIENTOS DE PABLO
1. Yo creía saber cuánto Pablo había tenido que sufrir en su ministerio por causa de Cristo, pero
no fue sino hasta ayer, cuando me decidí a estudiar profundamente la cuestión, que no
comprendí la dimensión real de las palabras de Pablo cuando decidió no hacer caso de
ninguna cosa, ni estimar su vida preciosa para sí mismo.
2. Ahora les quiero mostrar cuáles fueron algunas de las cosas que Pablo sufrió:
2.1 Tiene que salir de Damasco, bajado por el muro de la ciudad, descolgado en una
canasta, porque sus antiguos compañeros del judaísmo habían decidido matarlo
(Hechos 9:25).
2.2 Cuando llega a Jerusalén, los cristianos no lo aceptan como discípulo, porque le tienen
miedo (Hechos 9:26)
2.3 En Hechos 9:29 se habla nuevamente de planes contra la vida de Pablo, y sólo estaba
comenzando su ministerio
2.4 Es expulsado junto con Bernabé de la ciudad de Antioquía de Pisidia (Hechos 13:50),
pero se va a predicar a Iconio, Listra y Derbe
2.5 En Iconio es amenazado de muerte por lapidación (Hechos 14:5-6), pero se va a Listra
y sigue predicando.
2.6 Hechos 14:19 nos dice que fue apedreado en Listra y arrastrado fuera de la ciudad y
tenido por muerto, pero la oración de fe de los cristianos de aquel lugar lo hizo
levantarse... y volvió a entrar a la ciudad. En este momento de su vida, ya Pablo ha
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llegado a una conclusión: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones
entremos en el reino de Dios” (Hechos 14:22).
Viaja a Jerusalén con Bernabé y allí tiene discusiones y contiendas con los cristianos
convertidos del judaísmo, que querían seguir guardando la Ley (Hechos 15:2).
Bernabé se disgusta y se separa de él, junto con Juan Marcos (Hechos 15:39). Pero el
Señor le proveyó de un nuevo compañero: Silas.
Pablo y Silas son llevados ante las autoridades de Filipos (Hechos 16:19). Son azotados
con varas, echados a la cárcel, puestos sus pies en un cepo. Pero ellos oraban y
cantaban himnos a Dios. Y la respuesta de Dios a esta actitud de sus siervos ante las
pruebas fue un terremoto que abrió las puertas de las celdas y que llevó al carcelero a
convertirse con toda su familia.
En Tesalónica, una turba asalta la casa de Jasón para matar a Pablo y a Silas, pero no
los encontraron allí (Hechos 17:6). Tuvieron que sacarlos de noche y enviarlos a Berea.
Y al llegar a aquel pueblo, van directamente a la sinagoga (Hechos 17:10).
De Berea tienen que sacarlo por mar hacia Atenas (Hechos 17:14), donde se burlaron
de su predicación (Hechos 17:32).
En Corinto, Pablo tiene una visión donde Dios le dice: “No temas, sino habla, y no
calles, porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal,
porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad” (Hechos 18:10). Poco después lo
llevan ante el tribunal de Corinto, pero de allí el Señor lo libra.
En Éfeso se formó un alboroto, porque por la predicación de Pablo la gente se
convertía y ya no le compraban a los artesanos Efesios los templitos de plata que eran
una imitación del Templo donde se adoraba a la diosa Diana. Gayo y Aristarco,
compañeros de Pablo, son arrastrados por la multitud, y Pablo quiere enfrentar la
turba, pero los cristianos de Éfeso no lo dejan (Hechos 19).
Los judíos preparan un plan para matar a Pablo en un lugar donde debía embarcarse
para Siria (Hechos 20:3). Pero el Espíritu Santo lo alerta y Pablo decide volver a
Jerusalén a través de Macedonia.
En Hechos 21:10-11 Pablo recibe una profecía a través de un profeta llamado Agabo,
de que tan pronto llegara a Jerusalén sería entregado en manos de los gentiles. Los
cristianos le ruegan que no vaya, pero Pablo responde: “Estoy dispuesto a ser atado y
aún a morir por el nombre del Señor Jesús”. Pablo es apresado en el Templo,
arrastrado fuera de él, fue golpeado y atado con dos cadenas.
Compareció ante el Sanedrín (Hechos 23) y allí se forma una discusión tal que la
autoridad romana lo saca del lugar por temor a que lo fuera a despedazar (Hechos
23:10). Pero el Señor se le aparece a Pablo y le dice: “Ten ánimo, Pablo, pues como
has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en
Roma”.
Después de aquello, más de 40 judíos “se declaran en ayuno” hasta que no logren
matar a Pablo (Hechos 23:12). Pablo es sacado de noche hacia Cesarea.
En Cesarea Pablo estuvo preso dos años (Hechos 24:27), aunque Dios le da gracia ante
el procónsul romano Félix, al cual tuvo la oportunidad de predicarle junto a su mujer,
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llamada Drusila.
2.19 En Hechos 25:3 se informa de una celada para matar a Pablo en el camino entre
Cesarea y Jerusalén.
2.20 En Hechos 26:1 se nos dice que Pablo tuvo la ocasión de predicarle a Agripa y a
Berenice, mujer de éste. Agripa le dice: “Por poco me persuades a ser cristiano”
(Hechos 26:28). Aquí se le ofrece la oportunidad a Pablo de salir libre, pero él decide
apelar al Emperador, por ser ciudadano romano y es enviado a Roma.
2.21 En Hechos 27 Pablo sale por mar hacia Roma, y una tormenta los sorprende. Pablo
exhorta a la tripulación a la calma pues el Señor se le había aparecido y le había dicho
que se perdería la nave, pero le concedería la vida a los que con él navegaban, que
eran 276 personas (Hechos 27:21). El barco naufraga en la Isla de Malta.
2.22 En la Isla de Malta, Pablo es mordido por una serpiente venenosa, pero nada le
aconteció (Hechos 28:5).
2.23 Al llegar a Roma Pablo permanece dos años más preso, pero en la casa donde estaba
preso le permitían que se le visitase, y desde allí predicaba.
2.24 La tradición de la Iglesia afirma que Pablo murió en Roma, a consecuencia de la feroz
persecución desatada por el cruel Emperador Nerón contra los cristianos.
3. En 2 Corintios 11:25-28, Pablo da testimonio de que 5 veces fue azotado por los judíos con 39
azotes, que 3 veces fue golpeado con varas, que una vez fue apedreado y que 3 veces padeció
naufragio, estando una vez en el mar una noche y un día antes de ser rescatado. Además,
testifica de haber pasado por peligros en caminos, peligros en ríos, peligros de ladrones,
peligros de los de su nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el
desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos, en trabajo y en fatiga, en muchos
desvelos, en hambre y sed, en ayunos, en frío y en desnudez, además de su preocupación por
las iglesias que había establecido en toda Asia Menor y hasta en Roma.
4. Pablo también padeció enfermedades. Célebre es su declaración en 2 Corintios 12:7 donde
afirma tener un aguijón en su carne (¿úlcera?), y que habiéndole pedido 3 veces al Señor que
se la quitara, el Señor le había contestado: “Bástate mi gracia, porque mi poder en tu
debilidad se perfecciona”. Y en Gálatas 6:11, Pablo declara: “Mirad con cuán grandes letras
os escribo”, lo que hace sospechar de algún trastorno en la vista.
5. Muchos otros textos de la Biblia nos alertan de que a nosotros nos es dado, no sólo el que
participemos de las bendiciones del Evangelio, sino también el que seamos participantes de
los sufrimientos de Cristo.
5.1 Romanos 8:17, “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos
glorificados”
5.2 En 1 Corintios 4:9-13, Pablo habla de sus sufrimientos como apóstol de Cristo con
unas palabras que pudieran conmovernos hasta las lágrimas: “Porque según pienso,
Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados
a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los
hombres. Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes
en Cristo; nosotros débiles, más vosotros fuertes; vosotros honorables, mas
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nosotros despreciados. Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos
desnudos, somos abofeteados y no tenemos morada fija. Nos fatigamos trabajando
con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución,
y la soportamos. Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la
escoria del mundo, el desecho de todos”.
5.3 En 2 Corintios 1:8-10, Pablo escribe: “No queremos que ignoréis acerca de nuestra
tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más
allá de nuestras fuerzas, de tal manera que aún perdimos las esperanzas de
conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que
no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual
nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran
muerte”.
5.4 Y en 2 Timoteo 2:12, Pablo confiesa su fe en un Dios que sabe librar a los que le sirven,
y aún si hubiera que morir por Cristo, recompensa tendremos en los cielos: “Palabra
fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; si sufrimos, también
reinaremos con él”.
III.
LA EXHORTACIÓN PARA LOS QUE QUIEREN SERVIR AL SEÑOR
1. Quizá ahora, sólo ahora podamos comprender las palabras de Pablo cuando declaró: “Porque
de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo, con tal que acabe el
ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios”.
2. “DE NINGUNA COSA HAGO CASO”: Pablo está diciendo: No me importa que hayan cristianos
que no me acepten, ni que haya impíos que se burlen de mi mensaje; no me detendrá el
hecho de que algunos contiendan conmigo y hasta se separen de mí; no voy a dejar de servir
al Señor aunque me muerdan serpientes venenosas.
3. “NI ESTIMO MI VIDA PRECIOSA PARA MÍ MISMO”: Pablo está diciendo: No me importa ser
azotado, perseguido, encarcelado, que pongan mis pies en un cepo, que hagan planes para
matarme. No me esconderé si quieren apedrearme y arrastrarme fuera de la ciudad; no
renunciaré a Cristo porque me lleven ante tribunales, ni porque me sorprendan tempestades
en el mar.
4. “CON TAL QUE ACABE MI CARRERA CON GOZO Y CUMPLA EL MINISTERIO QUE RECIBÍ DEL
SEÑIR JESÚS”: Pablo anhelaba tanto esto, que dedicó su vida a cumplir el ministerio que
recibió del Señor Jesús. Por eso, al final de su ministerio, pudo decir: “He peleado la buena
batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona
de justicia, la cual me dará el Señor, el juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a
todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:7-8).
5. “PARA DAR TESTIMONIO DEL EVANGELIO DE LA GRACIA DE DIOS”
IV.
CONCLUSIONES
1. El precio de servir a Cristo es alto. ¿Estamos dispuestos a pagar ese precio?
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2. Cuidemos nuestras palabras y nuestras decisiones. Cristo nos pedirá cuentas de cada palabra
ociosa que haya salido de nuestras bocas, y de cada decisión de servirle en la que hayamos
desmayado o flaqueado, prefiriendo estimar nuestra vida como algo precioso para nosotros
mismos.
3. No hagamos caso de nada que quiera apartarnos de la decisión de servirle. Pasemos por alto
TODO, los ataques de afuera y aún los ataques de adentro. Lo más importante de todo, y lo
único que vale la pena, es que el día de su venida, el Señor pueda encontrar que somos
obreros aprobados, que no tenemos de qué avergonzarnos, que hemos predicado con bien la
Palabra de verdad.
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