ACRÓNIMO DE PARÍS PARA SU OLIMPIADA 2024. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
La literatura del siglo xviii
1. La ilustración
A finales del siglo XVII y las primeras décadas del XVIII se produjo en Europa
una revisión del orden establecido que dio lugar a una concepción distinta
del hombre y el mundo, y abrió paso a la Edad Contemporánea.
La ilustración fue el movimiento cultural que se desarrolló en Europa a lo
largo del siglo XVIII.
Esta centuria recibe también el nombre de Siglo de las Luces, en alusión a la
luz de la razón, fundamento del pensamiento ilustrado.
El origen de esta concepción ha de buscarse en las teorías científicas y
filosóficas del siglo XVII, como el empirismo, que proponía como forma de
conocimiento del método científico-experimental, basado en la observación
de la realidad.
La ilustración
A finales del siglo XVII y las primeras décadas del XVIII se produjo en Europa
una revisión del orden establecido que dio lugar a una concepción distinta
del hombre y el mundo, y abrió paso a la Edad Contemporánea.
La ilustración fue el movimiento cultural que se desarrolló en Europa a lo
largo del siglo XVIII.
Esta centuria recibe también el nombre de Siglo de las Luces, en alusión a la
luz de la razón, fundamento del pensamiento ilustrado.
El origen de esta concepción ha de buscarse en las teorías científicas y
filosóficas del siglo XVII, como el empirismo, que proponía como forma de
conocimiento del método científico-experimental, basado en la observación
de la realidad.
2. Principios de la ilustración
Concepción del hombre. Se confía en la humanidad y en la capacidad del
hombre para entender y organizar el mundo sin recurrir a Dios. Por primera
ve se piensa que los hombres nacen libres e iguales y se defiende que su
dignidad debe respetarse por encima de todo.
Racionalismo y progreso. La razón permite al hombre conocer el mundo,
luchar contra la superstición y someter a crítica los conocimientos
anteriores. Aplicada a la ciencia, favorece un importante desarrollo
científico, que contribuye a la mejora de la sociedad.
Deseo de conocimiento y didactismo. Se persigue el conocimiento del
mundo, así como su divulgación, de forma que resultase útil a la sociedad.
Así se componen obras como La Enciclopedia francesa (1751-1765), que
pretendía reunir todos los saberes de la época. La educación se convirtió en
motor de progreso que debía ponerse en práctica desde diferentes
ámbitos, incluido el arte.
Principios de la ilustración
Concepción del hombre. Se confía en la humanidad y en la capacidad del
hombre para entender y organizar el mundo sin recurrir a Dios. Por primera
ve se piensa que los hombres nacen libres e iguales y se defiende que su
dignidad debe respetarse por encima de todo.
Racionalismo y progreso. La razón permite al hombre conocer el mundo,
luchar contra la superstición y someter a crítica los conocimientos
anteriores. Aplicada a la ciencia, favorece un importante desarrollo
científico, que contribuye a la mejora de la sociedad.
Deseo de conocimiento y didactismo. Se persigue el conocimiento del
mundo, así como su divulgación, de forma que resultase útil a la sociedad.
Así se componen obras como La Enciclopedia francesa (1751-1765), que
pretendía reunir todos los saberes de la época. La educación se convirtió en
motor de progreso que debía ponerse en práctica desde diferentes
ámbitos, incluido el arte.
3. Principios de la ilustración
Reformismo. Para mejorar la sociedad, los ilustrados propusieron
reformas concretas en distintos campos (educativo, agrario…). Su ejecución
por parte de algunos gobiernos europeos formó parte del llamado
despotismo ilustrado.
Concepción de la literatura. La literatura preconizada por los ilustrados
era la que resultaba útil a la sociedad como vehículo de divulgación de ideas
y de enseñanza. La escritura debía guiarse por unas normas que eliminaran
los extremos barrocos. La sorpresa y la originalidad dejó paso al deseo del
buen gusto, manifestado en la moderación expresiva y en la equilibrada
construcción formal de las obras. Esta tendencia estética se conoce como
neoclasicismo.
En España no se desarrolla hasta la segunda mitad del siglo XVIII. Fue
moderada, ya que no promovió cambios bruscos ni cuestionó la monarquía
absoluta ni los dogmas religiosos, y su difusión alcanzó a una minoría de
eruditos e intelectuales.
Principios de la ilustración
Reformismo. Para mejorar la sociedad, los ilustrados propusieron
reformas concretas en distintos campos (educativo, agrario…). Su ejecución
por parte de algunos gobiernos europeos formó parte del llamado
despotismo ilustrado.
Concepción de la literatura. La literatura preconizada por los ilustrados
era la que resultaba útil a la sociedad como vehículo de divulgación de ideas
y de enseñanza. La escritura debía guiarse por unas normas que eliminaran
los extremos barrocos. La sorpresa y la originalidad dejó paso al deseo del
buen gusto, manifestado en la moderación expresiva y en la equilibrada
construcción formal de las obras. Esta tendencia estética se conoce como
neoclasicismo.
En España no se desarrolla hasta la segunda mitad del siglo XVIII. Fue
moderada, ya que no promovió cambios bruscos ni cuestionó la monarquía
absoluta ni los dogmas religiosos, y su difusión alcanzó a una minoría de
eruditos e intelectuales.
4. La literatura española continúo siendo barroca durante la primera mitad del
XVIII, mientras que, en la segunda, el neoclasicismo convivió con otros dos
estilos: rococó y prerromanticismo.
Poesía del siglo XVIII
La poesía barroca se prolongó hasta mediados del siglo XVIII, momento a
partir del cual los ilustrados rechazaron la herencia del siglo XVII, a favor de
una poesía sometida a normas.
En 1757 se publicó la Poética, de Ignacio de Luzán. En esta obra, el autor
criticaba los excesos barrocos y propugnaba una poesía regida por el orden,
la claridad y la armonía, cuya finalidad debía ser enseñar deleitando.
En la segunda mitad de la centuria conviven diversos estilos poéticos,
cultivados a veces por un mismo autor, como Juan Meléndez Valdés.
La literatura española continúo siendo barroca durante la primera mitad del
XVIII, mientras que, en la segunda, el neoclasicismo convivió con otros dos
estilos: rococó y prerromanticismo.
Poesía del siglo XVIII
La poesía barroca se prolongó hasta mediados del siglo XVIII, momento a
partir del cual los ilustrados rechazaron la herencia del siglo XVII, a favor de
una poesía sometida a normas.
En 1757 se publicó la Poética, de Ignacio de Luzán. En esta obra, el autor
criticaba los excesos barrocos y propugnaba una poesía regida por el orden,
la claridad y la armonía, cuya finalidad debía ser enseñar deleitando.
En la segunda mitad de la centuria conviven diversos estilos poéticos,
cultivados a veces por un mismo autor, como Juan Meléndez Valdés.
5. La literatura española continúo siendo barroca durante la primera mitad del
XVIII, mientras que, en la segunda, el neoclasicismo convivió con otros dos
estilos: rococó y prerromanticismo.
Poesía del siglo XVIII
La poesía barroca se prolongó hasta mediados del siglo XVIII, momento a
partir del cual los ilustrados rechazaron la herencia del siglo XVII, a favor de
una poesía sometida a normas.
En 1757 se publicó la Poética, de Ignacio de Luzán. En esta obra, el autor
criticaba los excesos barrocos y propugnaba una poesía regida por el orden,
la claridad y la armonía, cuya finalidad debía ser enseñar deleitando.
En la segunda mitad de la centuria conviven diversos estilos poéticos,
cultivados a veces por un mismo autor, como Juan Meléndez Valdés.
La literatura española continúo siendo barroca durante la primera mitad del
XVIII, mientras que, en la segunda, el neoclasicismo convivió con otros dos
estilos: rococó y prerromanticismo.
Poesía del siglo XVIII
La poesía barroca se prolongó hasta mediados del siglo XVIII, momento a
partir del cual los ilustrados rechazaron la herencia del siglo XVII, a favor de
una poesía sometida a normas.
En 1757 se publicó la Poética, de Ignacio de Luzán. En esta obra, el autor
criticaba los excesos barrocos y propugnaba una poesía regida por el orden,
la claridad y la armonía, cuya finalidad debía ser enseñar deleitando.
En la segunda mitad de la centuria conviven diversos estilos poéticos,
cultivados a veces por un mismo autor, como Juan Meléndez Valdés.
6. Poesía rococó
Esta poesía imita a los clásicos e incluye referencias mitológicas y asuntos
relacionados con los placeres, en una naturaleza pastoril. Su representante
es Meléndez Valdés.
Viendo el Amor un día
que mil lindas zagalas
huían de él medrosas
por mirarle con armas,
dicen que de picado
les juró la venganza
y una burla les hizo,
como suya, extremada.
Tornóse en mariposa,
los bracitos en alas
y los pies ternezuelos
en patitas doradas.
Poesía rococó
Esta poesía imita a los clásicos e incluye referencias mitológicas y asuntos
relacionados con los placeres, en una naturaleza pastoril. Su representante
es Meléndez Valdés.
Viendo el Amor un día
que mil lindas zagalas
huían de él medrosas
por mirarle con armas,
dicen que de picado
les juró la venganza
y una burla les hizo,
como suya, extremada.
Tornóse en mariposa,
los bracitos en alas
y los pies ternezuelos
en patitas doradas.
7. Poesía ilustrada
Esta corriente poética difunde, con finalidad didáctica, las ideas ilustradas:
aborda temas de carácter cívico (crítica de costumbres, alabanza del
progreso…), morales, filosóficos y científicos.
Entre sus cultivadores más destacados figuran Alberto Lista, Gaspar
Melchor de Jovellanos y José Quintana, autor de la Oda a la invención de la
imprenta.
Déjame, Arnesto, déjame que llore
los fieros males de mi patria, deja
que su ruïna y perdición lamente;
y si no quieres que en el centro obscuro
de esta prisión la pena me consuma,
déjame al menos que levante el grito
contra el desorden; deja que a la tinta
mezclando hiel y acíbar, siga indócil
mi pluma el vuelo del bufón de Aquino.
Poesía ilustrada
Esta corriente poética difunde, con finalidad didáctica, las ideas ilustradas:
aborda temas de carácter cívico (crítica de costumbres, alabanza del
progreso…), morales, filosóficos y científicos.
Entre sus cultivadores más destacados figuran Alberto Lista, Gaspar
Melchor de Jovellanos y José Quintana, autor de la Oda a la invención de la
imprenta.
Déjame, Arnesto, déjame que llore
los fieros males de mi patria, deja
que su ruïna y perdición lamente;
y si no quieres que en el centro obscuro
de esta prisión la pena me consuma,
déjame al menos que levante el grito
contra el desorden; deja que a la tinta
mezclando hiel y acíbar, siga indócil
mi pluma el vuelo del bufón de Aquino.
8. Fábulas
La finalidad didáctica hizo proliferar el género de la fábula. Son narraciones
en verso, protagonizadas habitualmente por animales, que encarnan
defectos o cualidades humanas y que contienen una enseñanza. Los dos
fabulistas más notables son Tomás de Iriarte y Félix Mª. Samaniego.
A una Culebra que, de frío yerta,
en el suelo yacía medio muerta
un labrador cogió; mas fue tan bueno,
que incautamente la abrigó en su seno.
Apenas revivió, cuando la ingrata
a su gran bienhechor traidora mata.
Fábulas
La finalidad didáctica hizo proliferar el género de la fábula. Son narraciones
en verso, protagonizadas habitualmente por animales, que encarnan
defectos o cualidades humanas y que contienen una enseñanza. Los dos
fabulistas más notables son Tomás de Iriarte y Félix Mª. Samaniego.
A una Culebra que, de frío yerta,
en el suelo yacía medio muerta
un labrador cogió; mas fue tan bueno,
que incautamente la abrigó en su seno.
Apenas revivió, cuando la ingrata
a su gran bienhechor traidora mata.
9. Poesía prerromántica
Se trata de una poesía cercana al Romanticismo que triunfa en la primera
mitad del siglo XIX. En ella se da cabida al sentimiento y se rompe el
equilibrio expresivo. Los poetas más representativos de esta tendencia son
José Cadalso y Nicasio Álvarez Cienfuegos.
Ay! ¡ay que parte! ¡que la pierdo!, abierta
del coche triste la funesta puerta,
la llama a su prisión. Laura adorada.
Laura, mi Laura ¿que de mí olvidada
entras donde esos bárbaros crüeles
lejos te llevan de mi lado amante?
Poesía prerromántica
Se trata de una poesía cercana al Romanticismo que triunfa en la primera
mitad del siglo XIX. En ella se da cabida al sentimiento y se rompe el
equilibrio expresivo. Los poetas más representativos de esta tendencia son
José Cadalso y Nicasio Álvarez Cienfuegos.
Ay! ¡ay que parte! ¡que la pierdo!, abierta
del coche triste la funesta puerta,
la llama a su prisión. Laura adorada.
Laura, mi Laura ¿que de mí olvidada
entras donde esos bárbaros crüeles
lejos te llevan de mi lado amante?
10. El teatro del siglo XVIII
En el siglo XVIII pervivió con éxito el teatro barroco, que había llegado a
constituir un entretenimiento imprescindible para el público, pero había
perdido la fuerza creadora de los grandes dramaturgos del XVII.
Como el teatro se destinaba a un público amplio, los ilustrados
aprovecharon este género para educar desde la escena.
El teatro neoclásico aborda temas relacionados con la ideología ilustrada,
de los que se desprende una enseñanza útil, y obedece a reglas
establecidas.
Las obras ilustradas rompieron con el teatro barroco y se sometieron a la
regla de las tres unidades: cuentan una sola historia (unidad de acción), en
un único espacio (unidad de lugar) y en un tiempo que no excede las
veinticuatro horas (unidad de tiempo). Además separaron lo trágico de lo
cómico y se prefirió la prosa para la comedia y el verso para la tragedia.
El teatro del siglo XVIII
En el siglo XVIII pervivió con éxito el teatro barroco, que había llegado a
constituir un entretenimiento imprescindible para el público, pero había
perdido la fuerza creadora de los grandes dramaturgos del XVII.
Como el teatro se destinaba a un público amplio, los ilustrados
aprovecharon este género para educar desde la escena.
El teatro neoclásico aborda temas relacionados con la ideología ilustrada,
de los que se desprende una enseñanza útil, y obedece a reglas
establecidas.
Las obras ilustradas rompieron con el teatro barroco y se sometieron a la
regla de las tres unidades: cuentan una sola historia (unidad de acción), en
un único espacio (unidad de lugar) y en un tiempo que no excede las
veinticuatro horas (unidad de tiempo). Además separaron lo trágico de lo
cómico y se prefirió la prosa para la comedia y el verso para la tragedia.
11. El teatro del siglo XVIII
En el siglo XVIII pervivió con éxito el teatro barroco, que había llegado a
constituir un entretenimiento imprescindible para el público, pero había
perdido la fuerza creadora de los grandes dramaturgos del XVII.
Como el teatro se destinaba a un público amplio, los ilustrados
aprovecharon este género para educar desde la escena.
El teatro neoclásico aborda temas relacionados con la ideología ilustrada,
de los que se desprende una enseñanza útil, y obedece a reglas
establecidas.
Las obras ilustradas rompieron con el teatro barroco y se sometieron a la
regla de las tres unidades: cuentan una sola historia (unidad de acción), en
un único espacio (unidad de lugar) y en un tiempo que no excede las
veinticuatro horas (unidad de tiempo). Además separaron lo trágico de lo
cómico y se prefirió la prosa para la comedia y el verso para la tragedia.
El teatro del siglo XVIII
En el siglo XVIII pervivió con éxito el teatro barroco, que había llegado a
constituir un entretenimiento imprescindible para el público, pero había
perdido la fuerza creadora de los grandes dramaturgos del XVII.
Como el teatro se destinaba a un público amplio, los ilustrados
aprovecharon este género para educar desde la escena.
El teatro neoclásico aborda temas relacionados con la ideología ilustrada,
de los que se desprende una enseñanza útil, y obedece a reglas
establecidas.
Las obras ilustradas rompieron con el teatro barroco y se sometieron a la
regla de las tres unidades: cuentan una sola historia (unidad de acción), en
un único espacio (unidad de lugar) y en un tiempo que no excede las
veinticuatro horas (unidad de tiempo). Además separaron lo trágico de lo
cómico y se prefirió la prosa para la comedia y el verso para la tragedia.
12. Que cosa peor no se ha visto en el teatro desde que las musas de guardilla le
abastecen... Si tengo hecho propósito firme de no ir jamás a ver esas tonterías. A
mí no me divierten; al contrario, me llenan de, de... No, señor, menos me enfada
cualquiera de nuestras comedias antiguas, por malas que sean. Están
desarregladas, tienen disparates; pero aquellos disparates y aquel desarreglo son
hijos del ingenio y no de la estupidez. Tienen defectos enormes, es verdad; pero
entre estos defectos se hallan cosas que, por vida mía, tal vez suspenden y
conmueven al espectador en términos de hacerle olvidar o disculpar cuantos
desaciertos han precedido. Ahora, compare usted nuestros autores adocenados
del día con los antiguos, y dígame si no valen más Calderón, Solís, Rojas, Moreto,
cuando deliran, que estotros cuando quieren hablar en razón.
Leandro Fernández de Moratín
La comedia nueva o el café
Que cosa peor no se ha visto en el teatro desde que las musas de guardilla le
abastecen... Si tengo hecho propósito firme de no ir jamás a ver esas tonterías. A
mí no me divierten; al contrario, me llenan de, de... No, señor, menos me enfada
cualquiera de nuestras comedias antiguas, por malas que sean. Están
desarregladas, tienen disparates; pero aquellos disparates y aquel desarreglo son
hijos del ingenio y no de la estupidez. Tienen defectos enormes, es verdad; pero
entre estos defectos se hallan cosas que, por vida mía, tal vez suspenden y
conmueven al espectador en términos de hacerle olvidar o disculpar cuantos
desaciertos han precedido. Ahora, compare usted nuestros autores adocenados
del día con los antiguos, y dígame si no valen más Calderón, Solís, Rojas, Moreto,
cuando deliran, que estotros cuando quieren hablar en razón.
Leandro Fernández de Moratín
La comedia nueva o el café
13. Comedia neoclásica
La comedia fue cultivada con éxito por Leandro Fernández Moratín, que
retrató críticamente la vida de su tiempo. El tema básico de sus obras es el
matrimonio por conveniencia, en el que la mujer no elige, sino que es la
posición económica del futuro esposo lo que promueve, por decisión de los
familiares, la boda.
Este asunto se aborda en El viejo y la niña, El barón y El sí de las niñas. En
estas obras, el autor plantea las consecuencias que pueden derivarse de un
matrimonio obligado, en el que, además, existe una gran diferencia de edad
entre la joven novia y el anciano marido.
Tragedia neoclásica
Presentaba personajes cuyas virtudes ante la adversidad servían de
ejemplo. Estas obras no gozaron de la aceptación del público, excepto
Raquel, de Vicente García de la Huerta.
Comedia neoclásica
La comedia fue cultivada con éxito por Leandro Fernández Moratín, que
retrató críticamente la vida de su tiempo. El tema básico de sus obras es el
matrimonio por conveniencia, en el que la mujer no elige, sino que es la
posición económica del futuro esposo lo que promueve, por decisión de los
familiares, la boda.
Este asunto se aborda en El viejo y la niña, El barón y El sí de las niñas. En
estas obras, el autor plantea las consecuencias que pueden derivarse de un
matrimonio obligado, en el que, además, existe una gran diferencia de edad
entre la joven novia y el anciano marido.
Tragedia neoclásica
Presentaba personajes cuyas virtudes ante la adversidad servían de
ejemplo. Estas obras no gozaron de la aceptación del público, excepto
Raquel, de Vicente García de la Huerta.
14. DOÑA FRANCISCA.- ¡Dichas para mí!... Ya se acabaron.
DON DIEGO.- ¿Por qué?
DOÑA FRANCISCA.- Nunca diré por qué.
DON DIEGO.- Pero ¡qué obstinado, qué imprudente silencio!... Cuando usted misma debe
presumir que no estoy ignorante de lo que hay.
DOÑA FRANCISCA.- Si usted lo ignora, señor don Diego, por Dios no finja que lo sabe; y si, en
efecto, lo sabe usted, no me lo pregunte.
DON DIEGO.- Bien está. Una vez que no hay nada que decir, que esa aflicción y esas lágrimas son
voluntarias, hoy llegaremos a Madrid, y dentro de ocho días será usted mi mujer.
DOÑA FRANCISCA.- Y daré gusto a mi madre.
DON DIEGO.- Y vivirá usted infeliz.
DOÑA FRANCISCA.- Ya lo sé.
DON DIEGO.- Ve aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una niña:
enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación. Las
juzgan honestas luego que las ven instruidas en el arte de callar y mentir. Se obstinan en que el
temperamento, la edad ni el genio no han de tener influencia alguna en sus inclinaciones, o en
que su voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se las permite, menos la
sinceridad. Con tal que no digan lo que sienten, con tal que finjan aborrecer lo que más desean,
con tal que se presten a pronunciar, cuando se lo manden, un sí perjuro, sacrílego, origen de
tantos escándalos, ya están bien criadas, y se llama excelente educación la que inspira en ellas el
temor, la astucia y el silencio de un esclavo.
DOÑA FRANCISCA.- ¡Dichas para mí!... Ya se acabaron.
DON DIEGO.- ¿Por qué?
DOÑA FRANCISCA.- Nunca diré por qué.
DON DIEGO.- Pero ¡qué obstinado, qué imprudente silencio!... Cuando usted misma debe
presumir que no estoy ignorante de lo que hay.
DOÑA FRANCISCA.- Si usted lo ignora, señor don Diego, por Dios no finja que lo sabe; y si, en
efecto, lo sabe usted, no me lo pregunte.
DON DIEGO.- Bien está. Una vez que no hay nada que decir, que esa aflicción y esas lágrimas son
voluntarias, hoy llegaremos a Madrid, y dentro de ocho días será usted mi mujer.
DOÑA FRANCISCA.- Y daré gusto a mi madre.
DON DIEGO.- Y vivirá usted infeliz.
DOÑA FRANCISCA.- Ya lo sé.
DON DIEGO.- Ve aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una niña:
enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación. Las
juzgan honestas luego que las ven instruidas en el arte de callar y mentir. Se obstinan en que el
temperamento, la edad ni el genio no han de tener influencia alguna en sus inclinaciones, o en
que su voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se las permite, menos la
sinceridad. Con tal que no digan lo que sienten, con tal que finjan aborrecer lo que más desean,
con tal que se presten a pronunciar, cuando se lo manden, un sí perjuro, sacrílego, origen de
tantos escándalos, ya están bien criadas, y se llama excelente educación la que inspira en ellas el
temor, la astucia y el silencio de un esclavo.
15. Sainetes
Eran piezas breves de carácter humorístico que retrataban personajes de la
época: el petimetre (preocupado solo por la moda de París), los majos (que
visten y hablan al estilo madrileño popular), los usías (señoritos)… Estas
piezas contaron con el fervor del público. El autor más destacado fue
Ramón de la Cruz con obras como El sainete interrumpido, Las tertulias de
Madrid; La víspera de San Pedro.
Drama sentimental
Los dramas intentaban conmover al público para educarlo en la virtud. El
delincuente honrado, de Jovellanos, la obra más representativa, incluye
rasgos prerrománticos.
Argumento: Torcuato se ve a las puertas de la muerte por haber
participado, años atrás, en un duelo donde mató al anterior marido de su
esposa. El descubrimiento de que el juez que lo condena es su propio padre
no detiene la ejecución, sino que hace más violento el patetismo de la
historia, que tiene, no obstante, un final feliz gracias a la intervención del
soberano.
Sainetes
Eran piezas breves de carácter humorístico que retrataban personajes de la
época: el petimetre (preocupado solo por la moda de París), los majos (que
visten y hablan al estilo madrileño popular), los usías (señoritos)… Estas
piezas contaron con el fervor del público. El autor más destacado fue
Ramón de la Cruz con obras como El sainete interrumpido, Las tertulias de
Madrid; La víspera de San Pedro.
Drama sentimental
Los dramas intentaban conmover al público para educarlo en la virtud. El
delincuente honrado, de Jovellanos, la obra más representativa, incluye
rasgos prerrománticos.
Argumento: Torcuato se ve a las puertas de la muerte por haber
participado, años atrás, en un duelo donde mató al anterior marido de su
esposa. El descubrimiento de que el juez que lo condena es su propio padre
no detiene la ejecución, sino que hace más violento el patetismo de la
historia, que tiene, no obstante, un final feliz gracias a la intervención del
soberano.
16. La prosa del siglo XVIII
El afán didáctico de los ilustrados convirtió la prosa de este siglo en el
vehículo más adecuado para la trasmisión de su pensamiento.
En el siglo XVIII decayó la actividad narrativa a favor de la prosa didáctica, a
través de la cual se difundieron las ideas ilustradas.
Para su transmisión se recurrió a libros de viajes, cartas (a personajes reales
o imaginarios), informes y, sobre todo, al ensayo, que se asentó como
género literario en esta centuria.
Los inicios de la prosa ilustrada
Destaca la obra de dos autores de la primera mitad del siglo XVIII
Gregorio Mayans y Siscar. A este autor valenciano y a su afán reformador
y renovador se deben la divulgación de los modelos clásicos y una nueva
aproximación al Renacimiento.
La prosa del siglo XVIII
El afán didáctico de los ilustrados convirtió la prosa de este siglo en el
vehículo más adecuado para la trasmisión de su pensamiento.
En el siglo XVIII decayó la actividad narrativa a favor de la prosa didáctica, a
través de la cual se difundieron las ideas ilustradas.
Para su transmisión se recurrió a libros de viajes, cartas (a personajes reales
o imaginarios), informes y, sobre todo, al ensayo, que se asentó como
género literario en esta centuria.
Los inicios de la prosa ilustrada
Destaca la obra de dos autores de la primera mitad del siglo XVIII
Gregorio Mayans y Siscar. A este autor valenciano y a su afán reformador
y renovador se deben la divulgación de los modelos clásicos y una nueva
aproximación al Renacimiento.
17. Benito Jerónimo Feijoo. Este monje
benedictino centró su interés en desterrar
las ideas erróneas, en especial en erradicar
la superstición de la práctica religiosa. Sus
obras versan sobre temas diversos, se
compusieron en forma de cartas (Cartas
eruditas y curiosas) y de reflexiones
cercanas al ensayo (Teatro crítico universal)
18. Sería cosa inmensa, si me pusiese a referir las extravagantísimas supersticiones de varios
pueblos. Los antiguos Gentiles ya se sabe que adoraron los mas despreciables, y viles brutos.
Fue Deidad de una nación la Cabra; de otra la Tortuga; de otra el Escarabajo; de otra la
Mosca. Aun los Romanos, que pasaron por la gente más hábil del Orbe, fueron
extremamente ridículos en la Religión, como San Agustín en varias partes de sus libros de la
Ciudad de Dios les echa en rostro; en que lo más especial fue aquella innumerable multitud
de Dioses, que introdujeron, pues sólo para cuidar de las mieses, y granos tenían repartidos
entre doce Deidades doce oficios diferentes. Para guardar la puerta de la casa había tres; el
Dios Lorculo cuidaba de la tabla; la Diosa Cardea cuidaba del quicio, y el Dios Limentino del
umbral; en que con gracejo los redarguye San Agustín, de que teniendo cualquiera por
bastante un hombre solo para portero, no pudiendo un Dios solo hacer lo que hace un
hombre solo, pusiesen tres en aquel ministerio. Plinio, que va por el extremo opuesto de
negar toda Deidad, o por lo menos de dudar de la Deidad, y negar la providencia, hace la
cuenta de que era, según la supersticiosa creencia de los Romanos, mayor el número de las
Deidades, que el de los hombres. El cómputo es fijo; porque cada uno se formaba una
Deidad singular en su propio genio; y sobre eso adoraba todos los Dioses comunes: cuya
multitud se puede colegir, no sólo de lo que acaba de decirnos San Agustín, mas también de
lo que dice el mismo Plinio, que llegaron a erigirse Templos, y Aras a las mismas dolencias, e
incomodidades que padecen los hombres. Y es cierto, que la Fiebre tenía un Templo en
Roma, y otro la mala Fortuna.
Sería cosa inmensa, si me pusiese a referir las extravagantísimas supersticiones de varios
pueblos. Los antiguos Gentiles ya se sabe que adoraron los mas despreciables, y viles brutos.
Fue Deidad de una nación la Cabra; de otra la Tortuga; de otra el Escarabajo; de otra la
Mosca. Aun los Romanos, que pasaron por la gente más hábil del Orbe, fueron
extremamente ridículos en la Religión, como San Agustín en varias partes de sus libros de la
Ciudad de Dios les echa en rostro; en que lo más especial fue aquella innumerable multitud
de Dioses, que introdujeron, pues sólo para cuidar de las mieses, y granos tenían repartidos
entre doce Deidades doce oficios diferentes. Para guardar la puerta de la casa había tres; el
Dios Lorculo cuidaba de la tabla; la Diosa Cardea cuidaba del quicio, y el Dios Limentino del
umbral; en que con gracejo los redarguye San Agustín, de que teniendo cualquiera por
bastante un hombre solo para portero, no pudiendo un Dios solo hacer lo que hace un
hombre solo, pusiesen tres en aquel ministerio. Plinio, que va por el extremo opuesto de
negar toda Deidad, o por lo menos de dudar de la Deidad, y negar la providencia, hace la
cuenta de que era, según la supersticiosa creencia de los Romanos, mayor el número de las
Deidades, que el de los hombres. El cómputo es fijo; porque cada uno se formaba una
Deidad singular en su propio genio; y sobre eso adoraba todos los Dioses comunes: cuya
multitud se puede colegir, no sólo de lo que acaba de decirnos San Agustín, mas también de
lo que dice el mismo Plinio, que llegaron a erigirse Templos, y Aras a las mismas dolencias, e
incomodidades que padecen los hombres. Y es cierto, que la Fiebre tenía un Templo en
Roma, y otro la mala Fortuna.
19. Jovellanos, además de poeta y dramaturgo, se dedicó a la política, por lo
que la mayor parte de su obra en prosa versa sobre problemas económicos
y sociales del país: Informe sobre la Ley Agraria, Memoria sobre
espectáculos y diversiones públicas… Estos textos manifiestan un profundo
conocimiento de la realidad, reflejado en un lenguaje cuidado y culto.
Jovellanos, además de poeta y dramaturgo, se dedicó a la política, por lo
que la mayor parte de su obra en prosa versa sobre problemas económicos
y sociales del país: Informe sobre la Ley Agraria, Memoria sobre
espectáculos y diversiones públicas… Estos textos manifiestan un profundo
conocimiento de la realidad, reflejado en un lenguaje cuidado y culto.
La agricultura es el arte que enseña virtud
al hombre y la base de la opulencia a todas
las naciones.
Los pueblos tienen el gobierno que se
merecen.
20. Cartas marruecas, de José Cadalso
Cadalso es autor de obras teatrales, poéticas y también de textos en prosa. Su obra
más destacada, Cartas marruecas, es un conjunto de noventa catas que
intercambian tres personajes:
Gazel, joven e imparcial marroquí que viaja por España.
Nuño, amigo cristiano de Gazel, bondadoso, veraz y cosmopolita, que lo
introduce en diversos ambientes.
Ben-Beley, sabio anciano marroquí , caracterizado por la prudencia. Este
personaje, que se encuentra en África, juzga desde la distancia las informaciones
que su discípulo Gazel le transmite.
Las Cartas marruecas ofrecen un análisis crítico de España. Bajo la forma epistolar
y combinando las perspectivas de los tres personajes, Cadalso incluye reflexiones
sostenidas por datos y ejemplos, pero presentadas de forma ligera, precisa y clara,
sobre asuntos diversos: costumbres del siglo XVIII, el comportamiento humano, la
historia de la nación…
Cartas marruecas, de José Cadalso
Cadalso es autor de obras teatrales, poéticas y también de textos en prosa. Su obra
más destacada, Cartas marruecas, es un conjunto de noventa catas que
intercambian tres personajes:
Gazel, joven e imparcial marroquí que viaja por España.
Nuño, amigo cristiano de Gazel, bondadoso, veraz y cosmopolita, que lo
introduce en diversos ambientes.
Ben-Beley, sabio anciano marroquí , caracterizado por la prudencia. Este
personaje, que se encuentra en África, juzga desde la distancia las informaciones
que su discípulo Gazel le transmite.
Las Cartas marruecas ofrecen un análisis crítico de España. Bajo la forma epistolar
y combinando las perspectivas de los tres personajes, Cadalso incluye reflexiones
sostenidas por datos y ejemplos, pero presentadas de forma ligera, precisa y clara,
sobre asuntos diversos: costumbres del siglo XVIII, el comportamiento humano, la
historia de la nación…
21. Estimaré que continúes tu viaje por la península con felicidad. No extraño tu
detención en Granada: es ciudad llena de antigüedades del tiempo de tus abuelos.
Su suelo es delicioso y sus habitantes son amables. Yo continúo haciendo la vida
que sabes y visitando la tertulia que conoces. Otras pudiera frecuentar, pero ¿a qué
fin? […] ¿Habrá cosa más fastidiosa que la conversación de aquellos que pesan el
mérito del hombre por el de la plata y oro que posee? Éstos son los ricos. ¿Habrá
cosa más cansada que la compañía de los que no estiman a un hombre por lo que
es, sino por lo que fueron sus abuelos? Éstos son los nobles. […] En ningún concurso
de éstos ha depositado naturaleza el bien social de los hombres. Envidia, rencor y
vanidad ocupan demasiado tales pechos para que en ellos quepan la verdadera
alegría, la conversación festiva, la chanza inocente, la mutua benevolencia, el
agasajo sincero y la amistad, en fin, madre de todos los bienes sociables. Ésta sólo
se halla entre los hombres que se miran sin competencia.
Cartas marruecas, de José Cadalso
Estimaré que continúes tu viaje por la península con felicidad. No extraño tu
detención en Granada: es ciudad llena de antigüedades del tiempo de tus abuelos.
Su suelo es delicioso y sus habitantes son amables. Yo continúo haciendo la vida
que sabes y visitando la tertulia que conoces. Otras pudiera frecuentar, pero ¿a qué
fin? […] ¿Habrá cosa más fastidiosa que la conversación de aquellos que pesan el
mérito del hombre por el de la plata y oro que posee? Éstos son los ricos. ¿Habrá
cosa más cansada que la compañía de los que no estiman a un hombre por lo que
es, sino por lo que fueron sus abuelos? Éstos son los nobles. […] En ningún concurso
de éstos ha depositado naturaleza el bien social de los hombres. Envidia, rencor y
vanidad ocupan demasiado tales pechos para que en ellos quepan la verdadera
alegría, la conversación festiva, la chanza inocente, la mutua benevolencia, el
agasajo sincero y la amistad, en fin, madre de todos los bienes sociables. Ésta sólo
se halla entre los hombres que se miran sin competencia.
Cartas marruecas, de José Cadalso
22. Prosa de ficción
La prosa narrativa de ficción apenas se cultivó durante el siglo XVIII, pues las
historias cortesanas y la vida de los pícaros no servían para difundir las nuevas
ideas.
Las obras Vida (1743) de Diego de Torres Villarroel, e Historia del famoso
predicador Fray Gerundio de Campazos, alias “Zotes” (1758), de José Francisco de
Isla, imitan la prosa barroca, pero para denunciar los excesos expresivos a los que,
en opinión de los autores, había llegado ese estilo artístico.
En el breve y humilde bulto de estas planas están resumidos, excelentísima señora y única
veneración de mi respeto, los torpes pasos, las culpables quietudes y las melancólicas
desventuras de mi miserable vida. Refiero en ellas el ocio, los empleos, los afanes, los
descuidos y las malicias que han pasado por mí, desde que entré en el mundo hasta ahora
que estoy bien cercano a salir de él. Descubro, entre poquísimas felicidades, las
persecuciones con que me ha seguido la fortuna, las miserias a que me condenó mi altanería,
los precipicios adonde me asomaron mis costumbres y los más de los errores que dieron
justamente a mi vida el renombre de mala vida.
Vida de Diego Torres de Villarroel.
Prosa de ficción
La prosa narrativa de ficción apenas se cultivó durante el siglo XVIII, pues las
historias cortesanas y la vida de los pícaros no servían para difundir las nuevas
ideas.
Las obras Vida (1743) de Diego de Torres Villarroel, e Historia del famoso
predicador Fray Gerundio de Campazos, alias “Zotes” (1758), de José Francisco de
Isla, imitan la prosa barroca, pero para denunciar los excesos expresivos a los que,
en opinión de los autores, había llegado ese estilo artístico.
En el breve y humilde bulto de estas planas están resumidos, excelentísima señora y única
veneración de mi respeto, los torpes pasos, las culpables quietudes y las melancólicas
desventuras de mi miserable vida. Refiero en ellas el ocio, los empleos, los afanes, los
descuidos y las malicias que han pasado por mí, desde que entré en el mundo hasta ahora
que estoy bien cercano a salir de él. Descubro, entre poquísimas felicidades, las
persecuciones con que me ha seguido la fortuna, las miserias a que me condenó mi altanería,
los precipicios adonde me asomaron mis costumbres y los más de los errores que dieron
justamente a mi vida el renombre de mala vida.
Vida de Diego Torres de Villarroel.
23. Prosa prerromántica
La obra más representativa de esta orientación es Noches lúgubres, de
Cadalso. Se trata de un extenso diálogo que Tediato, el protagonista,
mantiene con diversos personajes (un sepulturero, la Justicia, un carcelero,
un niño) a lo largo de las tres noches en las que intenta desenterrar el
cadáver de su amada.
Qué noche! La oscuridad, el silencio pavoroso, interrumpido por los lamentos que
se oyen en la vecina cárcel, completan la tristeza de mi corazón. El cielo también se
conjura contra mi quietud, si alguna me quedara. El nublado crece. La luz de esos
relámpagos..., ¡qué horrorosa! Ya truena. Cada trueno es mayor que el que le
antecede, y parece producir otro más cruel. […] Todo se inunda en llanto..., todo
tiembla. No hay hombre que no se crea mortal en este instante... ¡Ay, si fuese el
último de mi vida, cuán grato sería para mí! ¡Cuán horrible ahora! ¡Cuán horrible!
Más lo fue el día, el triste día que fue causa de la escena en que ahora me hallo.
Noches lúgubres, de José Cadalso.
Prosa prerromántica
La obra más representativa de esta orientación es Noches lúgubres, de
Cadalso. Se trata de un extenso diálogo que Tediato, el protagonista,
mantiene con diversos personajes (un sepulturero, la Justicia, un carcelero,
un niño) a lo largo de las tres noches en las que intenta desenterrar el
cadáver de su amada.
Qué noche! La oscuridad, el silencio pavoroso, interrumpido por los lamentos que
se oyen en la vecina cárcel, completan la tristeza de mi corazón. El cielo también se
conjura contra mi quietud, si alguna me quedara. El nublado crece. La luz de esos
relámpagos..., ¡qué horrorosa! Ya truena. Cada trueno es mayor que el que le
antecede, y parece producir otro más cruel. […] Todo se inunda en llanto..., todo
tiembla. No hay hombre que no se crea mortal en este instante... ¡Ay, si fuese el
último de mi vida, cuán grato sería para mí! ¡Cuán horrible ahora! ¡Cuán horrible!
Más lo fue el día, el triste día que fue causa de la escena en que ahora me hallo.
Noches lúgubres, de José Cadalso.