1. LA SALVACIÓN; ESPERANZA Y RESPONSABILIDAD
“Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.” 1 Juan 2:25
No habría necesidad de algún tipo de salvación para aquellas situaciones en donde el “sistema
de estudio” funcione correctamente. Ese no es el caso del problema humano en el que nos
desarrollamos y vivimos. A causa de las circunstancias, desde los días del “Hijo de Hombre”
se profesa una buena nueva: “El reino de los cielos se ha acercado”, y este precisamente se
“ha acercado” porque en otro tiempo estuvo ausente; desde los días en que empezó a “brotar”
“la cizaña” en “el campo” de aquel “Padre de familia” del cual Jesús detalladamente nos
comentó en su providencial parábola.
Desde los días en que la cizaña ha brotado en ese “campo” del PADRE, se suscitan casi
innumerables expresiones motivadas en aquello que es opuesto al criterio de conducta regular
en el Reino de los cielos, el cual afina completamente con esa Palabra del Creador, El Amor.
Siendo el Padre el representante magno de tal condición (1 Juan 4:8), destinó a toda su creación
a la experiencia de vivir plenamente sus existencias en armonía con él y su palabra (Ley),
pero, desde que alcanzamos consciencia en este mundo, parece que esa realidad y deseo del
Padre no ha sido “cumplido” como se debería desde que “brotó la cizaña” o en otras palabras
desde que “inició el siglo” (siendo Satán el dios de este siglo 2 Corintios 4:4).
Frente a este “oscuro” panorama, el “Plan de Dios” ha constituido unos procedimientos y
actividades que deben ser llevadas a cabo con el objetivo de restablecer el orden que
caracterizaba al “Reino de los cielos” antes de “La rebelión de Satán”.
Entre las cosas que serán restablecidas por el “Plan de Dios”, se encuentra remitir al “humano
destituido” de la “gloria de Dios” la condición en la cual viven todos aquellos adámicos
(Humanos) en el “Reino de los cielos” que NO han sido afectados por “La rebelión de Satán”.
En efecto, como quizá algunos puedan intuir, la salvación proviene de aquella parte del
universo que NO está afectada por la insurrección que motivó Satán, sino que con un “sólo
nombre”, “El reino de los cielos”, intentan proyectar su motivación de lucha: cumplir el
deseo del Padre.
La disputa entre estas dos motivaciones en el universo; El Amor y el desamor (cizaña), se ha
acrecentado a tal extremo en donde el Padre ha establecido una única vía de regeneración
para todo este embrollo, la “Ley de Cristo”, toda vez que, la enseñanza magna que
representa al Padre ha sido manifestada en este planeta desde los días del nacimiento del
Unigénito. Juan 1:18, Juan 6:29
2. Es conocido que el Nazareno Jesús proclamó una enseñanza fundamentada en un “núcleo” o
eje central: El Padre, a tal punto de considerarlo como “La vida Eterna”. El “hijo del
Hombre” comenta que “La vida eterna” es conocer al Padre y a quien el Padre envía Juan 17:3,
dado que, según el “plan de Dios” el prerrequisito establecido para obtener esa promesa de
alcanzar esa vida en términos de eternidad y según como se vive en el “Reino de los Cielos”,
es preciso hacer la voluntad del Padre Mateo 7:21, determinación que estuvo vivamente
anidada en la mente del Maestro de Nazaret.
“Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.”
Juan 4:34
De la misma manera, el “Plan de Dios” contempla, que quienes a consciencia decidan
disciplinarse o en otros términos, hacerse discípulos de la enseñanza del Cristo, es preciso
que tomen parte de esa “carga” que representa el “yugo” (responsabilidad) que actualmente
Cristo lleva a cabo, hasta que cada tópico constituido en ese Plan divino, se cumpla. Mateo 11:29
El Padre quiere que todos accedan a ese conocimiento que el ofrece 1 Timoteo 2:4, en aras que
pueda haber para quienes lo decidan, una regeneración integral de su ser afectado por la
“Rebelión de Satán”, pero, ese objetivo no se cumple por sí sólo, de ser así tampoco hubiese
existido la necesidad de que el “Hijo del Hombre” hubiese determinado a cumplir esa
voluntad divina en su corta vida terrenal y de esta forma mostrarnos el camino que debemos
seguir.
Fue el Cristo, quien precisamente comentó acerca del “costo” de entrar por esa “puerta” a la
salvación eterna (siendo él la puerta Juan 10:9), el cual está representado por un esfuerzo
requerido para entrar, dado que, es estrecho el camino que lleva a esa vida eterna que él habló
como promesa venidera.
“Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: ESFORZAOS a entrar
por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” Lucas
13:23-24
En verdad habrá muchos que procurarán entrar, pero, ¿Por qué podrán entrar solamente unos
pocos? ¿Tan difícil es tal empresa?
Ciertamente el terreno en donde militamos es demasiado delicado dada la naturaleza y la
envergadura de las facciones que integran tal disputa. Una representa al Reino de los cielos
y otra al Imperio de Satán. En medio de esa disputa hemos nacido y de las consecuencias de
ese enfrentamiento, ningún nacido en este planeta se salva. Por ello, se ofrece una salvación.
¿En qué consiste el esfuerzo por entrar a través de esa Puerta a la salvación eterna?
Cumplir la voluntad de nuestro Padre Celestial, el cual anhela y desea en su ser íntimo que
todos los humanos se enteren de la buena nueva, sin alteraciones del mensaje integral, es que
seamos esos panes sin levadura que Jesús nos enseñó en una de sus parábolas. Estamos
llamados a ser esos panes sin esa “levadura”, la cual es motivada por el mundo (sistema) de
“La tiniebla”: el desamor, el odio, el miedo, el sometimiento del hombre por otro hombre, la
3. deshonestidad, la traición, entre muchas otras conductas que son consecuencia de la NO
observancia de la ley fundamental que rige el universo, El Amor.
Amar genuinamente en este mundo que se ha tomado Satán 2 Corintios 4:4, constituye un hito,
una meta difícil de alcanzar cuando en nuestra cotidianidad podemos fácilmente apreciar que
el desamor y la insensibilidad son las conductas que asaltan con sobresaliente ímpetu en esta
vida. Si Jesús nos informa que es preciso realizar un esfuerzo para poder entrar en el reino
de los cielos, es porque tiene razón. Amar en este mundo, representa un desafío, una prueba
real frente al reino de los cielos, en donde no existe ni se precia de esfuerzo alguno para amar
a los demás. En el reino de los cielos no existe esta enfermedad que, no por culpa nuestra,
acarramos al nacer, pero, que actualmente ese reino se ha acercado y sigue cerca desde los
tiempos de Jesús, como una puerta abierta hacia una información distinta a la motivada por
este actual sistema, una visión que puede empoderarnos y transformarnos en nuevas criaturas,
una noticia que puede provocar en nuestra vida, tal como el Nazareno lo pregonó, un nuevo
nacimiento.
Recapitulando la dirección central de este escrito, somos los humanos terrenales los que
necesitamos esa ayuda por parte del Reino de los cielos, esa salvación tan prometida, esa
vida eterna que se asoma en nuestros pensamientos como una hermosa ilusión mientras
observamos el envejecer y morir de nuestro cuerpo y mente, y también el de nuestros
semejantes. Existe una salida para este problema. El “Plan de Dios” así lo contempla, pero,
es necesario que primeramente nuestros pensamientos y nuestros actos estén motivados por
otra información distinta a la “cizaña”. Para entrar en el Reino de los cielos, es preciso volver
a constituirnos como “buena semilla” en el “campo” (mundo) de nuestro Padre y para ello es
imperativo nacer de nuevo a esa trascendental información que sustenta la Vida Eterna, El
amor.
La oscura sombra de nuestra corrompida vida terrenal será un recuerdo y no habrá memoria
de todas estas actuales vicisitudes que nos propias. Eclesiastés 1:11. Realizar un cambio de actitud
perenne, es nuestro compromiso con esta actual información que nos llega desde ese reino
establecido en los cielos y, luego que, iniciado el proceso de cambio en nuestra vida, seamos
cual faro que refleja esa luz (información), una fuerza motivadora de cambio a través de
nuestra cotidianidad. La travesía nuestra termina cuando “El plan de Dios” cumpla todas las
actividades que han constituido como requisito para alcanzar la plenitud completa en el
universo. Llegará el momento donde eso que hoy tiene “sabor” a esperanza Romanos 8:24, será
constituido eternamente como una realidad, una salvación que proviene del universo 1 Pedro 1:
4-5. Mientras se manifiesta, hagamos lo propio. Vivir, resucitar nuestro espíritu para conocer
a reamente a nuestro Padre Celestial, entregarnos a su consejo eterno y esperar pacientemente
sus designios, toda vez que nuestro compromiso con la causa divina es hasta el final de
nuestros días Apocalipsis 12:11. Confiemos en las palabras de Jesús respecto que el sistema
satánico que actualmente impera en el mundo caerá Lucas 10:18 y pongamos por obra aquello
que él delegó en nuestra mano, sembrar esperanza, sembrar amor, sembrar misericordia,
sembrar la información que a todos nos salvará: Entender que existe un Padre celestial Bueno
Marcos 10:18 yque la “cizaña” que actualmente motiva el mundo fue “sembrada” por un enemigo
Mateo 13:39. La única forma de librarnos de este actual modo de vida que desde nacer nos ha
4. inspirado el mundo de Satán, es a través de la confianza que depositemos en las palabras del
Maestro Eterno, Jesús de Nazaret; cumpliendo nuestro compromiso de amor hacia su causa
hasta el final de nuestros días en este planeta.
Eduardo Arroyo Dagobeth
14-Octubre-2017