El documento habla sobre la responsabilidad de los católicos de ser la sal y la luz del mundo. Señala que los católicos parecen desanimados y sin ánima, lo que indica una gran apostasía. Aunque es fácil echar la culpa a otros, debemos mirarnos a nosotros mismos, ya que los cristianos han empezado a avergonzarse de su fe y despreciar su propia moral. El documento concluye recordando las palabras de Jesús sobre ser la sal y la luz de la tierra.