1. PROPUESTA 6
1. Helena y Paris consiguen escapar con los demás supervivientes entre
los que se encontraba la mujer y el hijo de Héctor, se suben a los
barcos y, tras un largo viaje, llegan a una isla en la que no había vida
humana, pero sí habitaban bestias y monstruos de todo tipo. Intentan
matar a las bestias pero resultaba imposible, entonces Apolo, al ver
esto, toca con su arpa una canción que embruja a todas las bestias de
la isla. A partir de ese momento las bestias se convierten en los
“animales domésticos” de los troyanos. Una vez hecho esto, todos
los troyanos con la ayuda de sus nuevos compañeros los monstruos
empiezan a construir la nueva Troya. Pero, a pesar de esto, la mujer
de Héctor seguía entristecida por su pérdida…
2. Clitemnestra piensa que, mejor que matar a Agamenón, lo mejor
sería hacerle sufrir todo lo que le quedara de existencia. Entonces le
pide ayuda a los dioses, los cuales, al llegar Agamenón, lo
transforman en un caracol, y le dicen que volverá a ser humano si
encuentra la manzana de oro, la cual se encontraba en un volcán, en
el borde de las cataratas del fin del mundo, la cual estaba custodiada
por un monstruo marino de cien ojos y grandes colmillos.
Milagrosamente consigue llegar al volcán, sano y salvo, sólo perdió
su concha por el camino, pero justo cuando estaba a punto de tocar la
manzana…
3. Apolo, ofendido por los griegos, baja a un bosque cercano a Esparta,
y mientras ilumina los árboles con su luz y toca una mágica melodía
con una flauta de marfil, de todos los árboles, en un proceso inverso
al de Dafne, van surgiendo todos los troyanos caídos en la guerra, y
del árbol más grande, un baobab milenario, surgieron Héctor y
Príamo. Todos ellos robaron barcos espartanos y decidieron volver a
Troya, pero los dioses, para ayudarlos, hicieron una gran tormenta
que los llevó a la Nueva Troya, donde encontraron a todas sus
familias. Hicieron una gran fiesta que duró treinta días con sus
treinta noches, en las que veneraron a Apolo (dicha fiesta se sigue
conmemorando actualmente). Después de la fiesta, Héctor decidió
irse a un largo viaje con su mujer y su hijo durante un tiempo, así
que cogió un barco y recorrieron los siete mares en tranquilidad.
Incluso llegaron a un volcán que se encontraba en el fin del mundo.
El hijo de Héctor vio un manzana de oro y cuando se disponía a
cogerla pisó un caracol, el cual murió. Cuando llegaron de su viaje a
Troya dieron como ofrenda esta manzana a la diosa.