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El hombrequeso 
Relato escrito por Chukky 
2014
El Hombre Queso 
Eran sobre las 4 de la mañana cuando sonó aquel ruido, yo tengo el sueño poco profundo; Mi 
madre dice que es bueno, es síntoma de alerta, y que es natural; Pero me cuesta cien ovejitas y 
doscientas vueltas en la cama dormirme, por tanto a la gente como yo no le gusta nada que las 
despierten. El ruido fue como el crujir de la madera, pero no como el crujir de la madera de un 
mueble, si no como el crujir de la madera de la rama de algún árbol.. ¡Y en un segundo piso no 
hay árboles!. 
Así que me armé de valor y fui a la cocina a buscar un cuchillo lo primero.. y luego fui al salon, 
que es de donde procedía el ruido. El suelo estaba pringado de queso derretido, o al menos eso 
parecía, porque no probé su sabor, así que seguí las manchas que me llevaron hasta el 
ventanal del salón, que estaba abierto de par en par; No era una noche de viento así que a pesar 
de que las ventanas estuviesen abiertas las cortinas impedían ver el exterior con claridad, pero 
si dejaban entrever una sombra. Pensé: Estamos en un segundo piso, ¿quien coño está en la 
ventana?. Me puse nervioso y tire el jarrón de Egipto de mi madre por la ventana, para asustarlo, 
y puse voz de héroe para decir "Sé que estás ahí cabrón, descúbrete"; Pero la sombra seguia 
inmovil.. ¡Menudo imbecil! estuve a punto de asomarme por el ventanal, sin pensar que a diez 
palmos del ventanal hay otra ventana del salón por la que podía ver quien era el intruso por 
detrás. 
Corrí hacia la ventana y me asomé cagado de miedo, y un ser amarillo que estaba como 
pegado a la pared pingueando, justo del mismo color del amarillo del queso que había derretido 
por todo el salón se giró y me miró fijamente, no voy a olvidar esos ojos en mi puta vida, no eran 
de humanos, he ido al zoológico y he mirado fijamente a los ojos a un gorila, y tienen mirada de 
humano, pero "eso" no tenía mirada de humano.. ¡Os lo juro! 
Luego en menos de un segundo en su espalda empezó a moverse, como si tuviera un alien 
dentro de él intentando salir por su espalda, sacó dos alas y..... 
—¡Venga ya puto gordo, siempre te estás inventando cosas! —Replicó David— 
—¡Joder David siempre estás igual, eres un incrédulo de mierda! —Le dije mientras le respondí 
a la colleja que me había dado— 
—Yo me lo creo, ¿porque no podría ser?—Comentó Ale— 
—¡Pues porque el gordo este siempre se está inventando historias! 
David nunca cree nada de lo que cuento, de por sí es bastante incrédulo, pero yo tengo fama de 
fantasma, y esto hace imposible que crea ninguna de mis palabras. 
—Ya, pero a lo mejor está es verdad. —Volvió a comentar Ale— 
—Ninguna es verdad Ale.—Rechistó David— 
—Bueno basta ya, David cree lo que quieras, y tu, lo mismo. —Les dije a ambos— 
—Una pregunta fofo. —y mientras lo decía volvió a darme golpecitos en la cara, de los que no 
duelen físicamente, pero matan el orgullo— 
—Tu no me llames fofo, manoslargas, ¿que quieres?—Le dije— 
—Hemos estado esta mañana en tu casa.. ¿no? 
—Si 
—¿Y tu no te has movido de tu casa desde anoche no? 
—No
—Entonces ¿Dónde están las putas ramas de los árboles que pisó el Hombre Queso? 
—No sé tío, se las llevaría mi madre antes de irse a trabajar, no miré ni donde estaban. 
—¿Lo ves? Eres un mentiroso de mierda, tio. 
Este tio es un capullo monumental, sea o no verdad lo que he contado siempre habla de malos 
modos, estoy seguro que ya le habían dado más de una colleja por no callarse, pero él sigue.. 
Pues nada.. ¡Ya le tocará! ¡A todo cerdo le llega su San Martín! 
—Vale David, para ti el duro. Paso de discutir con un imbécil. 
—¡Mirad ahí viene el Marinero y su novia!—Exclamó Ale cortando nuestra ofensiva conversación 
de besugos— 
Lo de el Marinero no lo había ganado a pulso propio, era porque su padre murió en alta mar 
cuando él tenía 2 años, asi que le apodaron Marinero en honor a la valentía de su padre, y 
además, cuando te llamas Agripino, es mejor conservar el mote por delante del nombre. Su 
novia es Carmen, tiene dos años menos que todos nosotros, que somos del mismo año, pero 
sabe más que todos juntos. Es muy perspicaz, lista y extremadamente guapa, también tiene un 
culo perfecto. Yo la conocí primero, es la hija de Fabián, el guitarrista de mi padre. La traje al 
grupo, y al final se la quedó el Marinero. ¡Esto es lo peor de ser el gordito del equipo! 
—Hola parejita —Recitó David con retintín— ¿Habeis visto anoche a "El hombre queso"? —Dijo 
descojonandose vivo— 
—Eres un capullo, Manoslargas. —Le dije dándole una de sus tortas quita­orgullo— 
—¿El hombre queso? —Pregunto extrañadísima Carmen. 
—Nada Carmen, David, que es mongolo y en su casa no lo saben. 
Le dije con ojitos de mariposa y sonrisa boba. Ella sabe que estoy enamorado de su cara. Por 
eso no está conmigo, si ella sabe que la quieres, no te querrá nunca, ellas quieren al que no le 
quiere, jamás entenderé eso. No es natural. El Marinero es muy meloso, me dan ganas de 
vomitar purpurina y arcoiris, yo no sería así, de hecho ella es como yo, no como él, pero él no es 
el gordito del grupo. 
—Cuentanos una de tus historias, me encantan. —Pronunció Carmen con sus dulces labios— 
—¿Otra? Si hombre, prefiero que me disparen a bocajarro. —Pronunció David con sus 
amargas fauces— 
—No seas así David.—contestó Carmen— 
—Se llama Manos largas. —Le dije yo Interrumpiendola— 
—Calla puto gordo. 
—El puto gordo te puede partir la cabeza.. 
—¡Chicos, dejaos de historias! ¿Quien se viene al centro comercial? —Exclamó Ale en un grito 
y sonrisa dibujada, dejando a todos en silencio— 
—Yo no puedo, mi madre está enferma, y mi padre no sabe ni hacer un huevo frito. 
—Expliqué—Mañana os veo chicos. 
—¡Ten cuidado con el Hombre Queso! ¡jajaja!—Dijo el Manoslargas mientras continuaba 
riéndose de mi— 
—¡Que te follen, Manos largas. Adios chicos!
Y me marché. Era mentira. No lo del huevo frito, eso sí era verdad, mi padre es un hombre de 
los de antaño, sabe colgar diez cuadros en el salón en cinco minutos pero no es capaz de darle 
al botón de la lavadora sin equivocarse. Lo que era mentira era que mi madre estuviera 
enferma, pero como siempre suele estarlo, pues nadie iba a destaparme la mentira. La verdad 
realmente era que no me apetecía ver como Agripino manosea a la rubia de mis sueños, y el 
manoslargas se mete conmigo. 
Quizás debería cambiar de amigos, pero dicen que mejor bueno conocido que malo por 
conocer, y casi no me imagino unos amigos peores, aunque en el fondo les quiero, sobre todo a 
Carmen. 
Cuando llegue a casa, y abrí la puerta olía a todo menos a comida. 
—¡Ya estoy en casa! ¿Hay algo de cena?—Pregunté a mi madre— 
—Nosotros hemos cenado fruta, en el frigorífico tienes sobras de ayer, calientate 
algo.—Mientras se recostaba en el sofá con mi padre, que afortunadamente estaba en casa— 
—¡Hola papa, no sabia que ya habías vuelto! ¿Otra vez pollo? 
—Yo no voy a cocinar ahora, es la primera vez que me siento en todo el dia.—Volvió a contestar 
mi madre— 
Así que me calenté el pollo en el microondas hasta que se puso más seco que el ojo del portero 
del bloque de Ale, que es tuerto; Me lo llevé a mi cuarto y cerré con llave. Cuando llego a casa 
realmente no estoy en mi hogar hasta que no cruzó el pasillo entero y me encierro en mi 
habitación. Mi madre odia que cierre con llave, pero de alguna manera me lo respeta. 
Me encanta cocinar, también me encanta comer, como a todos, supongo, pero esa noche no 
tenía ni pizca de ganas de ponerme a cocinar nada, y menos para mi solo. Odio a gente como 
Roberto, que come como una lima sorda y no engorda ni un gramo. Cuando nos reunimos unos 
pocos para hacer barbacoa o algo, siempre me toca a mi ser el chef, aunque yo encantado 
porque me gusta que me halaguen cuando degustan el plato. Una barbacoa prepare brownies 
para merendar, pero como era la primera vez, a parte de llenar toda la cocina de chocolate, y 
tenerla que limpiar corriendo antes de que volvieran mis padres, calculé mal las cantidades y 
me salieron solo 3 bizcochitos. Uno que me comí tras hacerlos, que estaba malísimo, y dos que 
me llevé a la barbacoa que tristemente acabaron espachurrados en el culo de Ale cuando se 
quedó dormido al sol, obra por supuesto de David. 
Ese día creí que Ale con todo lo pacífico que es iba a matar a David, David no sabe cuando 
parar, y Ale nunca se mete con nadie, pero ese dia le dejo claro al Manoslargas que con un friki 
no se juega. Al día siguiente el móvil del Manoslargas dejo de funcionar, y todos sabíamos quien 
había sido. Los frikis pueden ser muy peligrosos, hoy en día tu bien más preciado es tu móvil, 
ahí está todo lo que no quieres que vean, y sobre todo, que lean. Cuando era pequeño podías 
criticar a alguien a la espalda y luego negarlo todo, ahora con los chats del móvil todo se guarda, 
y te traiciona la tecnología. No es natural. Y de las infidelidades ni te cuento. De verdad que la 
mayoría de las veces hablamos sin pensar, y al dia siguiente no recordamos la mitad de lo que 
dijimos. Es como cuando lees una carta que escribistes hace mucho y habías dado por 
perdida. Hay veces que te lees a ti mismo y no te reconoces.
Cuando desperté lo hice sobre la 1, cuando el sol me golpeo la cara, es lo natural. Busqué mi 
teléfono entre las sábanas y había 20 mensajes de Carmen. Ayer noche tras ir al centro 
comercial decidieron hacer una aventura, cuando alguien propone una aventura hay que ir hasta 
el final, la última aventura que hicimos fue colarnos en la casa de las tortugas. Es un bajo que 
hay al final de mi calle, donde vivía una señora con síndrome de diógenes, rodeada de basura y 
tortugas. Jamás olvidaremos ese día. Nosotros 5 fuimos los descubridores de un cadáver, fue 
muy desagradable, nunca hablamos de ese tema porque la imagen de las tortugas devorando el 
cuerpo sin vida de la Señora de las Tortugas, era sin duda, la peor imagen que grabaría 
nuestras retinas. Pero aunque nos castigaron a todos, nuestros padres, y quedamos 
traumatizados para siempre, nos sentimos héroes, por eso seguimos organizando aventuras. 
La aventura de anoche fue ni más ni menos que saltar a otra casa abandonada y medio 
derruida, como si no fuera suficiente con lo de la casa de las tortugas. Según dice Carmen, el 
Marinero le dijo a ella que se iba a esconder para asustar al Manoslargas y al Friki, que fingiera 
que se había perdido y que no le encontraba. Asi que ella sumisa, completó el plan de Agripino, 
hasta que confesó el plan, y se pusieron a buscarle de verdad, ya que no apareció por ninguna 
parte en toda la noche. Llevaban toda la noche buscándole, y llamándome, pero como desactive 
el sonido del móvil no escuche nada, tengo el sueño poco profundo y me despierta hasta la 
vibracion, asi que tambien la desactivo. 
Me vestí corriendo y salí en busca de estos, que estaban con ojos zombies sin dormir desde 
ayer. No es natural. 
—Tío, El marinero se ha perdido, estamos muy asustados.—Fue lo primero que dijo Ale— 
—Se habrá ido a manusear a otra.—Sonrió el Manoslargas— 
—¡Calla David! No es momento de bromas. —Dijo muy seriamente Carmen— 
—¿Buscasteis bien?—Les pregunté— 
—Hemos vuelto a ir a la salida del sol y no está, además, que va a hacer allí tanto tiempo, le ha 
pasado algo seguro.—Confirmó Ale— 
—¡A lo mejor ha sido el Hombre de Queso!—Volvió a bromear David— 
—¡A lo mejor no eres más capullo porque no te entrenas! Escucha Manos largas, ¿no estás 
preocupado o que?—Y mientras le dije esto me mostré bastante cabreado con su actitud— 
—¿Preocupado? Ese está gastandonos una broma, es tan predecible como tus historietas de 
mentira.—Y después de decir eso se quedó tan pancho, así es el Manoslargas, no piensa lo que 
dice— 
—A lo mejor esta vez no es una broma —Dijo Ale, y su cara reflejaba su temor— 
—¿Bueno y donde vamos a buscarle ahora?—Dije preguntándoles— 
—Su móvil da llamada, pero no responde. —Dijo Carmen— 
—Bueno, entonces sabemos que el móvil está encendido, y si llamamos sin parar y buscamos 
por el barrio, sin encontramos su móvil estaremos más cerca de él. —Les dije a todos— 
—Eso si no lo va desactivando el sonido como tú.. —Reclamó Ale­— 
Tio, ya sabes, que me despierta cualquier mierda. Lo siento de verdad.—Dije en voz bajita y 
cabizbajo, realmente me sentía muy mal por no haberlos auxiliado la noche anterior— 
—Si llamamos constantemente y el móvil está abandonado, corremos el riesgo de que se 
apague antes.—Comentó la única fémina del grupo— 
—Muy perspicaz. —Le respondí a Carmen—
Sin duda era lista y guapa, ¿que mas se le puede pedir a una mujer? Sonó su móvil casi 
mientras aquellas palabras salían de su boca. 
—¡Es el móvil del Marinero! ¡Me está llamando! —Dijo asustadisima la rubia— 
—¡Cógeselo!—Exclamé— 
—¡Voy!—Y descolgó el teléfono corriendo— 
—¿Oye estás bien?... ¿Quien eres?.. Agripino si eres tu tratando de asustarnos no tiene gracia.. 
Decía Carmen mientras sujetaba el móvil temblorosa, todos pudimos detectar en ese justo 
instante que lo que había al otro lado del teléfono no era el Marinero. 
—¿Quien es Carmen? —Le grite, pero ni me escuchó— 
Soltó su móvil que cayó al suelo; Y tapadera, batería, y móvil salieron disparados en direcciones 
opuestas. 
—¿Que haces Carmen? ¿Quien era?—Volví a preguntarle— 
Ale mientras recogía las piezas el móvil partido de Carmen sin despegar el oido la 
conversacion. 
—No lo sé ¿vale? No era...—La rubia no terminó ni la frase, ni la pronuncio correctamente— 
—¿No era, que? ¿No era el Marinero?—Le pregunté— 
—No. 
—¿Pero que sonaba? 
—No lo puedo describir. 
—¿Como? ¿era una voz aguda, grave? 
Estaba muy nerviosa, nunca había visto esa carita de angel así de nerviosa, temblaba sin parar. 
David y Ale se limitaron a callar y oír. Algo raro en ellos, sobre todo en el Manoslargas, que no 
cierra el pico ni debajo del agua. 
—Es que no era una voz.—Contestó Carmen— 
—¿Entonces que era?—Le reclamé— 
—¿Que era Carmen? —Gritaron al unísono Ale y David, el Manoslargas ya no portaba su cara 
de incrédulo— 
—¡Tendríais que haberlo escuchado, no puedo describirlo! No era ni grave ni aguda. No era una 
voz. 
—¿Que has oído entonces?—No salía de mi asombro, solo quería saber qué cojones había 
oído esta niña— 
—¡No lo sé! —Grito con todas sus fuerzas Carmen, como explotando,de inmediato salió 
corriendo calle abajo. Nuestra cara reflejaba miedo, incertidumbre y todas esas cosas, pero la 
cara de Carmen reflejaba terror, pero no el terror de las peliculas de miedo, eso es cara de 
susto, lo suyo era cara de terror. No es natural— 
Salimos todos tras ella. Se dirigía a casa del Marinero, era guapa y lista, y perspicaz, pero no 
sabía que era tan rápida, de hecho, creo que ni ella mismo lo sabía. Corrimos diez minutos a 
sprint, corrimos tanto que cuando llegamos al portal escupía sangre del aire frío que me había 
entrado a toda velocidad por la boca. No sabía que eso podía pasar. 
Cuando llegamos a la casa del Marinero, la madre estaba fuera, la casa del Marinero era una 
parcela, con patio frontal como para meter un Yate. El padre del Marinero, o sea, el Marinero 
real, dejó mucho dinero ganado con el sudor de su frente, desde luego, todos sabíamos que en 
casa del Marinero no se comían gachas precisamente.
La mujer nunca quiso rehacer su vida con otro hombre que no fuera su príncipe de la mar que 
murió para darle lo mejor a su familia, asi que vivía sola con Agripino, te puedes imaginar la cara 
con la que nos recibió, ya que ella tampoco había vuelto a ver a su hijo desde el día anterior. 
—¡Chicos decidme qué sabeis donde está!—Soltó la señora como una bocanada de fuego y 
con su cara totalmente pálida— 
Cuando la madre miró a la cara a Carmen, las dos se dieron cuenta que sus sospechas eran 
ciertas. 
Pensé: Hay que esperar 72 horas para denunciar una desaparición, y por supuesto nosotros no 
íbamos a quedarnos de brazos cruzados. Carmen abrazó a la madre del Marinero, y ambas 
rompieron en llanto la mutua perdida. Probablemente sería el primer abrazo que Carmen le dió a 
su suegra; Llevaba poco más de una semana con su saliendo con su hijo, y a parte, la madre 
del Marinero era una mujer extremadamente rara.Aun así, el llanto era más que lógico, una 
madre no debe perder a un hijo, no es natural. 
—Nosotros vamos a seguir buscándole —Exclamé con cierto vigor— 
La madre del marinero miró hacia nosotros, pero no nos vió, quiero decir, sus ojos apuntaban a 
donde estabamos nosotros, pero su mirada estaba completamente perdida. No pronuncio ni 
una palabra.Carmen separó su cuerpo de él de su casi recién estrenada suegra, deslizando 
sus brazos desde su espalda hasta las yemas de sus dedos, que seguía sin pronunciar 
palabra. 
—Carmen, tienes que decirnos que oíste. —Y cuando ella escuchó esto, comenzó a temblar de 
nuevo— 
—No era una voz.—Volvió a repetirme ella— 
—Ya ¿pero que era?—Insistí de nuevo preguntándole— 
—Era un instrumento. 
—¿Oiste música? 
—No.. Si, no sé. 
—Carmen, como sea una broma os voy a matar a ti y a el Marinero. —Dijo asustado el 
Manoslargas— 
Carmen dió un puñetazo al Manoslargas, sabía que era guapa e inteligente, pero no que pegaba 
así, tiró al Manoslargas al suelo de culo, el cual tampoco soltó ni una palabra tras caer. Ni 
tampoco Carmen, que solo soltaba lágrimas que navegaban por su pálida piel. 
—No es momento de desunir, si no de unir. A ver, Carmen. Es importante que todos sepamos 
lo que oíste. ¿Puedes imitar el sonido que oíste?—Volví a preguntar a la rubia— 
Entonces volvió a empezar a temblar, junto sus labios de una manera extraña e intento hacer un 
sonido, que para nada parecía ni una voz ni un instrumento—¡No sé hacerlo! No era una voz. 
—Ale, ¿tu no dices nada? ¿que coño puede ser eso?—Le pregunté al friki— 
—Tengo miedo tío—Exclamó Ale algo traspuesto— 
—Deberíais ir a casa, dormir un poco y yo voy a volver a la casa a la que fuisteis.—Les sugerí a 
todos— 
—¡No vayas solo! —Me gritó sorprendentemente David— 
—¿Ahora te preocupas por mi? —Le dije absorto— 
—En serio, no vayas solo. —Dijo mientras efectuaba una mirada complice con Ale— 
—¿Ustedes saben algo que no habeis dicho, verdad?—Les pregunté a ambos—
—Tuvimos una ilusión óptica.—Respondió David— 
—Calla David, no fue una ilusión. Lo vimos los dos. —Le interrumpió Ale— 
—¿Se puede saber que habeis visto?—Indagué, me moría de miedo y de curiosidad por saber 
que habían visto— 
—Entramos en una habitación en la planta de arriba de la casa abandonada y desde lejos nos 
pareció ver..—Explicó David— 
—Nos pareció ver no, lo vimos los dos con nuestros propios ojos.—Aportó Ale cortando la frase 
del Manoslargas— 
—¿Me dejas terminar? —Cabreandose David, y continuó— Nos pareció ver una Sirena. 
—¿¡Que!? —Exclamamos Carmen y Yo mirandonos— 
—Vimos una puta Sirena, David.—Decía Ale desconcertado— 
—No vimos nada, no estaba cuando fuimos. 
—¿Y que? Eso no quita que la viéramos. 
—Ale eres imbécil, cuando crees ver algo y luego no es, es una ilusión óptica, esa es su 
definición.—Seguían discutiendo los dos— 
—¿Visteis una Sirena? —Les pregunté muy confuso, y con mi pregunta cesó la discusión del 
friki y el manoslargas— 
—Si. —No. —Respondieron Ale y David al mismo tiempo— 
—A lo mejor era una Sirena. —Dijo Carmen en voz casi inaudible— 
—¿Que era una Sirena, Carmen?—Me giré y le pregunte despues de oirla— 
—Lo que oí por teléfono.—Me contestó sin mirarme a la cara— 
—Como sabes que es una sirena, si no sabes ni que sonó. 
—No lo sé, pero lo sé. 
—Eso no es natural.¿Y que tiene que ver una Sirena con la desaparición del Marinero?—Grité— 
—Vuelve a escuchar tus palabras Gordo. —Me dijo Ale— 
— No te entiendo friki.—Le respondí a Ale— 
—Repite tu pregunta. —Me insitió­— 
¿Que qué tiene que ver una Sirena con la desaparición del Marinero?—Le reiteré al friki— 
—¿Y no tiene que ver?—Respondió Él— 
—Agripino no es Marinero, Ale, el marinero era su padre. 
—Ahi lo tienes Gordo. 
—Su padre está muerto.. 
—Ahi lo tienes Gordo. 
—¿Qué sentido tiene eso? 
—¿Qué sentido tiene algo de lo que está ocurriendo? 
—Nada 
—Pues eso. 
—¡Carmen!—dejando atrás la conversación con Ale, y volviendo a lo importante, la llamada que 
recibió la rubia delante de nosotros— 
—¿¡Que!? —Respondió asustada, ya que mientras Ale y yo hablábamos ella tenía la cabeza en 
otra parte.—
—¿Porque piensas que son sirenas lo que oíste? Y si son sirenas. ¿Por que temblabas? Las 
sirenas cantan bello, se supone, ¿no?. Me dijiste que la voz no era aguda. 
—Y no lo era. —Respondio indignada— Ni bella. Era angelical y terrorifica. 
—Angelical y terrorífica no puede ir en la misma frase. 
—En este caso, sí que puede.—Afirmó la niña de mis sueños— 
No quise preguntarle más, estaba exhausta, bueno ella y nosotros tres, pero ella mucho más, 
no se si porque era la única mujer, o porque fue ella quien escucho esa misteriosa llamada 
—Deberíais ir a dormir todos,estáis rotos, y son ya las 8, cenar algo y mañana será otro día, 
quedamos tranquilamente y vamos a hablar con la madre del marinero.—Les recomendé a 
Carmen, David y Ale— 
—¿Vas a ir a la casa esta noche? —Dijo Ale asustado— 
—No, no voy a ir. 
Mentía, por supuesto, la curiosidad me mataba por ir a aquel lugar, de hecho pensaba 
despedirme de ellos e ir allá. 
—Lo dicho, olvidad un poco el tema, aunque es difícil, e intentad dormir, que llevais 2 días 
despiertos, no es natural. 
Me despedí de ellos y me fui andando en dirección a mi casa, cuando llegué mi madre me noto 
en la cara que algo pasaba, pero como nunca le cuento nada, me fue muy fácil hacerle perder el 
interés en saber lo que me pasaba, luego comí un poco más de aquel pollo reseco que sobro en 
el plato que aún yacía en el escritorio de mi cuarto.Esperé que se acostara mis padres, mi 
madre trabaja temprano así que no se acuestan muy tarde, y a las 10 ya estaba fuera de casa 
de nuevo. Hubiera ido directamente a la casa donde se perdió el Marinero, pero mis amigos se 
darían cuenta de mi mentira por la dirección que tomaría, y además preocuparía a mi madre 
volviendo tan tarde, los impulsos casi nunca traen nada bueno, es mejor pararse a pensar y 
luego actuar. 
La casa desde fuera reflejaba que llevaba varios años derruida, daba bastante miedo, pero la 
entrada de la casa estaba a pie de avenida, y de una avenida muy transitada, eso resta bastante 
miedo al asunto.No sé por que nadie me comentó que en ese sitio olía tan mal, supongo que la 
situacion grave del marinero les borro el olor de la cabeza, y lo de la sirena. ¿Una Sirena? Las 
sirenas no existen, pero si existieran, ¿que hace una sirena en mitad de la ciudad?. Había 
también muchísima humedad, las paredes se caían a cachos, ¿a quien se le ocurre venir a un 
sitio así?, al ser una vivienda abandonada estaba plagado de jeringuillas de drogadictos que iban 
allí a darse su dosis de felicidad en vena, desde luego que un resbalón aquí puede salirte muy 
caro, me dan mas miedo las agujas que las sirenas. 
Continué moviéndome por la casa, andando sobre las puntas de mis pies, y evitando las 
jeringuillas del suelo, también se podían ver varias mesas de madera conglomerada, de las que 
se usan en las mesas de camilla de las casas andaluzas, solo que a estas le faltaba la camilla 
para cubrirlas, y estaban pintadas con la tabla ouija, no es que yo haya jugado a eso, pero 
cualquiera puede reconocer esa tabla. La casa tenía dos plantas, primero explore la planta baja, 
y solo encontré más de lo mismo, habitaciones derruidas y jeringuillas por el suelo, así que me 
dispuse a subir a la parte de arriba del cortejo, las escaleras estaban en muy mal estado, había 
agujeros en ellas que si metías el pie podías caer de una distancia de más de 4 metros hasta el 
suelo, había que moverse con sumo cuidado, para llegar hasta arriba sin sufrir una desgracia.
Fue en el último escalón, se me erizó toda la piel del cuerpo, sobre todo la de detrás del cuello, 
no era frío, era música, no se podía detectar de donde salía exactamente, venía como del aire, 
pude entender dos cosas en ese momento,entendí que lo que sonaba no era ni grave ni agudo, 
y entendí que la música angelical podía ser tenebrosa. Tambien pude reconocer lo que sonaba, 
era sin duda la sonata de claro de luna de Ludwig van Beethoven. Mi padre es músico, y 
siempre me enseñó lo más básico de la música clásica. Yo odio la música, los cantantes son 
unos mentirosos, cantan canciones que no escriben ellos, solo fingen, actúan, no es real, no es 
natural. 
Todo el mundo ha oído alguna vez esa sonata, está en muchísimas películas, la armonía es 
bella, pero aun asi, esta en particular suena terrorífico, no podría explicar este sonido a nadie, 
¿qué instrumento está sonando? Aunque odie la música, se reconocer casi cualquier 
instrumento al oírlo, pero Carmen tenía razón, esto no es ningún instrumento, no es ni viento, ni 
cuerda.. ¿que es? No pasaron más de 5 minutos, la música se empezó a volver insoportable, 
pero no cambiaba, quiero decir, la música era la misma, eran mis oídos los que estaban 
cambiando, cada vuelta de la melodía mi oído la oia mas y mas insoportable, empecé a 
enloquecer, a ver imagenes en mi cabeza de Sirenas, la cara del Marinero, la de Ludwig van 
Beethoven, luego la madre del Marinero llorando, todo girando en mi cabeza al son de esa 
demoníaca melodía. Salí corriendo de allí, baje las escaleras como si estuviesen nuevas, podría 
haberme matado en una caída fácilmente, pero el cuerpo cuando se siente en alerta actúa por 
sí mismo, y te hace realizar peripecias que ni tú mismo sabías que eras capaz de lograr, es lo 
natural. Por supuesto no llegué a subir del todo, pero tampoco me hizo falta, además, estuve a 
punto de mearme en los pantalones.. 
A diferencia de Ale y David, no conseguí ver nada, pero si oí lo que había escuchado Carmen, ya 
era algo, volví a casa, no pasó más de una hora desde que me fuí de aquí, pero estaba 
deseando volver. Corrí al cuarto de puntillas para no despertar a mis padres, cerré con llave la 
habitación, me metí en la cama y tire de la sábana hasta arriba de la cabeza, imaginé miles de 
cosas como emisores de aquella melodía, imagine de todo, menos una sirena, ¿Estaríamos 
equivocados siempre? ¿Pensamos que las sirenas eran ángeles, y resulta que eran 
demonios?. 
Al dia siguiente me despertó el móvil sonando, esta vez no lo puse en silencio, no después de lo 
de ayer, no dormiría tranquilo si no. Era Carmen, lo primero que hizo fue preguntarme si había 
ido anoche a la casa. No le mentí, no quiero mentirle a ella, y le dije que sí que había ido, y que 
había escuchado lo que ella. 
—¿Por que has ido? ¡Te dijimos que no fueras!—Riñiendome— 
—No pude evitarlo, solo fui 20 minutos.—Repliqué exculpandome— 
—¿Viste la sirena sin cara?—No sé por qué, cuando dijo eso se me estremeció el cuerpo 
desde la punta de los dedos de los pies hasta la cabeza— 
—¿¡Sirena sin cara!?—Dije casi como un tartamudo— 
—Eso es lo que vieron estos dos. 
—No vi nada, sólo escuché la sonata de claro de luna. 
—¿El que? 
—¿Porque no me dijiste que lo que oíste era una melodía?
—Te dije que no era una voz. Que era un instrumento 
—Si, pero no me dijiste que sonaba una melodía Carmen. 
—Estaba atónita. Si era una melodía, pero ¿que mas da que fuera una melodía? 
—Esa melodía es la sonata de claro de luna. ¿No te sonaba? —Y esto lo pregunté dando por 
hecho que si que le sonaría, aunque en el fondo sabía que no le sonaba, si no, lo hubiese 
dicho,aunque quien sabe— 
—No. ¿Que significa eso?—Me pregunto con voz entrecortada— 
—No lo sé. Pero es una pista. Llama a los demás, voy a tu casa.—Y colgué— 
Ni desayuné, mientras me vestía y llegaba a casa de Carmen fui dándole vueltas a la sirena sin 
cara, con la melodía de Beethoven dando vueltas en la cabeza. Conforme me acercaba a la 
casa de Carmen observe que los demás habían llegado antes que yo allí, así que cuando me 
vieron de lejos corrieron David y Ale hasta donde yo estaba. 
—¿Por qué fuiste a la casa Gordo?—Dijo ale, sin saludarme antes siquiera— 
—¡Tú, traidora, se lo has contado! —Pronuncié muy cabreado señalando al mismo tiempo con 
el dedo a Carmen— 
—Es mejor no ocultar nada, debemos contarnos todo.—Afirmó ella— 
—¿Veis? Es un mentiroso. —Replicó el Manoslargas— 
—Calla escoria. A ver, ¿Por que decis que visteis una sirena? ¿Le visteis la cola?—Les 
pregunte a los dos— 
—Era....estaba tumbada con la cabeza apoyada sobre la palma de la mano, y de cintura hacia 
abajo no había nada. —Comentó Ale— 
—¿Y por eso es una sirena? 
—Qué más da que sea una sirena, sea lo que sea, desapareció.—Irrumpió David con 
indignación— 
—¿Por que no se lo contamos a la madre del Marinero? Igual ella puede decirnos algo.—añadió 
la mujer de mis sueños— 
—¿Estás loca Carmen?—Le contesté— ¿Quién nos va a creer? Vamos a casa del Marinero y 
dejad que yo hable. 
Caminando hacia allí, unos 10 metros por delante de mis tres compañeros, pensé que estarían 
pensando que estoy loco, pero creo que todo tiene que ver con esa melodía, de todas formas, 
es a lo único a lo que pueden agarrarse, por eso me dejan encabezar esta vez la aventura, a 
diferencia de los demás, yo leo más que ellos, me encanta la ciencia ficción y lo paranormal, y 
además tengo buenos conocimientos musicales. Probablemente debería de estar cagado de 
miedo, pero la incertidumbre de mis compañeros, y que solo yo sea quien encuentra 
respuestas consigue darme el valor que normalmente no tengo. Seguro que ahora mismo están 
hablando mal de mi, dicen que cuando alguien habla mal de ti a tus espaldas te pitan los oidos, 
eso es una tontería, si eso fuera verdad nos pitarian los oidos constantemente a todos.La madre 
del Marinero estaba sentada en la silla de su porche, con la mirada hacia ninguna parte y 
portando algo en sus manos que guardó en el bolsillo de su rebeca de lana blanca de punto. 
—¿Sabeis algo? —Preguntó muy nerviosa la madre del Marinero— 
—Ni rastro señora.—Le respondí— 
—Su teléfono móvil está apagado. He llamado a la policía y me han dicho que hasta que no 
pasen 48 horas más, no pueden organizar una partida de búsqueda.—Dijo la señora—
—Señora, le parecerá una locura, es lo natural, pero al día siguiente de desaparecer su hijo, nos 
llamó y en la llamada sólo oímos la Sonata de Claro de Luna de Beethoven. 
—¿Hablasteis con él?—Y echó la mirada al cielo— 
—No señora, solo sonó lo que le estoy diciendo. 
Hubo 2 minutos y 32 segundos de silencio tras mis palabras. Lo sé porque mi madre me había 
dado un toque al movil cuando pronuncié esa frase. Y la madre del Marinero no volvió a articular 
palabra hasta que saque el movil para ver quien era. Era mi madre, supongo que preocupada 
por que me hubiera marchado sin desayunar de casa, eso es raro en mi. La llamada se hizo a 
las doce y media y cuando miré el móvil eran y treinta y dos. 
—No se que quieres decir con eso chico. No se que es eso. No os preocupeis, mil gracias, se 
lo que significais para mi marinerito. —Así le llamaba su madre— Volved a casa, si no vuelve en 
dos días, la policía se encargará de encontrarle.—Siguió comentando mientras la mandíbula 
inferior le temblaba sosteniendo el llanto— 
—¡Volvamos a casa gente!—Dije para todos— 
—Un momento.—Rompió en voz alta Carmen— ¿Quien era Giulietta Guicciardi? 
La madre del marinero se giró inmediatamente con la mano izquierda tapándose la boca. 
—¿Quien era?—Insistió— 
—¿Como sabes tu eso?—Sorprendida la señora— 
Todos nos quedamos mirando estupefactos a la señora y a Carmen. Nadie sabía de qué 
estaban hablando. Sin parar a pensarlo solté un: 
—¿De qué estás hablando Carmen? 
—Antes te he dejado hablar a ti. Ahora déjame hablar a mi.¿Quien era Giulietta Guicciardi, 
Señora?—Volvió a insistir Carmen— 
—Guicciardi es mi apellido de soltera. Pero no se quien es Giuletta. ¿Quien es? 
—No lo sé. Su hijo pronunció el otro día ese nombre muchas veces mientras dormía. Y cuando 
le pregunté que quién es me dice que no sabe. ¿Él no sabía su apellido de soltera? 
—Creo que no, que jamás me lo preguntó. 
—¿De donde procede usted señora? Me refiero, su familia. ¿De donde es su raíz? —Dije 
entrometiendome en la conversación— 
—Mis abuelos eran de Viena. Pero mis padres y yo nacimos aquí. 
—¿Y no se llamaba su abuela Giuletta? ¿O su madre? 
—No.Por favor chicos, si no os importa me gustaría descansar, no he podido dormir nada en 
toda la noche. Os agradezco muchísimo que hayáis buscado a mi marinerito, no hagais mas, 
no quiero que os pase a vosotros algo también. Hay mucho loco suelto, no paro de pensar en lo 
que pueda haberle pasado a mi pequeño. 
—No se preocupe señora, ya nos vamos—Mientras agarraba el brazo de Carmen para irnos y 
ella se resistía— 
—¿No os dais cuenta? Cómo actúa esa señora, nos oculta algo. No sé, me dá muy mala 
espina.—Nos decía la rubia muy enojada— 
—¿Por qué no nos has contado nada de eso? —Gritó David zarandeando a Carmen— Dijiste 
que no nos ocultaramos nada.
—No pensé que fuera importante, y suéltame que me haces daño—Zafandose del 
Manoslargas— Pero cuando he entrado la señora sujetaba un marco de fotos que ha guardado 
al vernos. 
—¿Y que tiene que ver eso?—Añadí yo— 
—El marco que sujetaba tenía escrito por detras: “Für Guicciardi”. y pensé que si que era 
importante.—Contesto ella— 
—¿Für?—pronunció extrañado el Manoslargas— 
—”Für” significa “Para” en Alemán.—Les explique a todos— 
—¿Quien coño es Giulietta Guicciardi, joder? Me estais poniendo muy nervioso.—Exclamó Ale 
después de llevarse un buen rato completamente mudo— 
Se hizo el silencio, durante unos minutos nadie soltó ni una palabra, incluso David tenía el pico 
cerrado, algo muy raro en el. ¡Maldita sea! ¿Como no lo había pensado nadie antes? 
—Chicos ¿Porque no buscamos en internet el nombre? —Solté muy alegremente— 
—Google es tu amigo. —Contestó Ale sonriendo y esbozó con este comentario una sonrisa en 
nuestras caras— 
Había conseguido sacar una sonrisa a todos, y quizás no estábamos en una situación para 
sonreir pero al menos, por un momento, lo hicimos. Ale sacó su móvil y empezó a teclear, 
todos nos pegamos a la pantalla de su teléfono como las moscas van a la luz de tu televisor 
cuando lo enciendes a media noche. “Giulietta Guicciardi” fue lo que escribió, y desde que pulsó 
“Buscar” hasta que cargó la página, los segundos pasaron como si en vez de segundos fueran 
lustros. 
— Aquí hay una tal “Julie Guicciardi”, pero nació en Italia. 
—Esto explicaría el apellido, parece más italiano que alemán. ¿No hay ninguna más? Busca 
bien Ale, tu sabes. —Le dije super nervioso— 
—Por este nombre solo aparece la Italiana. Esta es la foto. 
Continuamos sonriendo mientras cargaba la imagen, tanto yo como Carmen solo vimos una 
simple foto. Pero Ale y David les dio un vuelco el corazón cuando terminó de cargar que quedó 
implícito en sus rostros. Automáticamente les pregunte algo exaltado: 
—¿Que? ¿Que pasa? 
No contestaban, solo se miraban usando justamente la misma mirada de complicidad de el otro 
día. 
—¿Que coño pasa chicos? 
Nada, ni una mísera palabra, el mismo vuelco de corazón que les dió a ellos al ver la foto, se 
transmitió hacia Carmen y yo, por el mero hecho de verles a ellos reaccionar de tal forma. 
—¿Chicos, que coño os pasa joder?—Exclamó muy preocupada Carmen— 
Maldita sea. Si solo fuera por la cara de Ale, podría relajarme, pero cuando es David quien se le 
torna la cara de la sonrisa que traía a auténtico terror, es que algo muy chungo estaba pasando. 
—¡David! ¿Que es lo que pasa, tio?—Su cara era de no dar explicacion a lo que acababa de 
ver, y me respondio titubeante y totalmente atemorizado— 
—E......Es.....la.......mi..misma... 
—¿La misma que David? 
Seguía totalmente autista. Le pegué una colleja de las suyas.
—La misma.. La misma cara de la Sirena. 
—¿Pero no deciais que la Sirena no tenía cara? 
—Cara si, lo que no tenía era expresión en ella, ni ojos, ni nariz, ni boca.. pero es la misma cara. 
Mientras tanto ni Carmen, ni muchísimo menos Ale dijeron absolutamente nada. Ale 
corroboraba la historia de David con su silencio aunque no era necesario corroborarla, y 
Carmen volvió a irse a su mundo mental. 
Le arrebate el móvil a Ale de las manos, que se mantenía impasible ante todo. Agarraba el móvil 
no con fuerza, pero sus dedos estaban duros como barritas de plomo, tuve que dar dos 
palmadas al aire y gritar su nombre varias veces para que lograra echarme cuenta. Cuando 
conseguí quitarle el móvil continué buscando y diciendo: 
—Pero si es italiana, ¿que tiene que ver con el “Für Guicciardi”?—Y seguí buscando 
información hasta que di con el dato clave. Me puse el móvil con la pantalla hacia mi pecho y 
suspiré fuerte. Mis amigos me miraron con mayor incertidumbre aun, si es que se podía. 
—Chicos, La italiana... vivió casi toda su vida en Viena.—Les dije— 
Entonces se fusionó la alegría de que las pistas empiezan a tener algún sentido, con el miedo 
que provocaba saber, que precisamente todo iba cobrando un sentido. Lo de la sirena no era 
más que lo que quisieron ver, no lo que vieron, al igual que fue lo que Carmen y yo quisimos oír. 
Parece una tontería pero la sugestión mueve todo, probablemente, y por tonto que parezca, 
imaginamos una sirena porque es un ser que todos conocemos, que carece de piernas, y que 
entona melodías, y si le sumamos que el fallecido padre de Agripino era marinero de alta mar, 
donde murió, y donde jamás encontraron el cuerpo, y que su mujer que ya era rara y reservada 
de por sí, acabó casi autista. ¿Que cosas sabría el Marinero que no nos contó? ¿Le dijo la 
verdad a Carmen cuando le dijo que no sabía quien era esa tal Giulietta Guicciardi? El marinero 
nunca hablaba de su familia, bueno, de su madre en este caso, que es la familia con la que Él 
se crió. Solo Carmen y yo conocíamos de vista a la madre del Marinero, ni siquiera mi madre ha 
visto a esa mujer nunca comprando en la plaza, ni en las actas del colegio. Con decir que el 
mayor cruce de palabras que habíamos tenido con ella fue el de esta mañana en su porche. 
Proseguí mi búsqueda, ya que íbamos en buen camino, ni David ni Ale querían siquiera 
asomarse a la pantalla. 
—¡Mierda! —Exclamé, y todos me apuntaron con sus miradas de terror rápidamente— 
—Resulta que la Italiana era alumna de Beethoven.—Dije con asombro— 
Carmen empezó a temblar, ella si que sabia a lo que me referia, los otros dos me miraron 
absortos. Casi la misma mirada de complicidad que tuvieron el friki y el manoslargas fue la que 
tuvimos Carmen y yo. 
—¿Que tiene que ver Beethoven en esto, gordo? —Me dijo el manoslargas. 
—Lo que escucho Carmen por el teléfono era una composición de Beethoven..—Les expliqué— 
Esta vez sí que me entendieron David y Ale. 
—¿Y tú cómo lo sabes? —Muy inquieto Ale— 
—Porque yo también la oí cuando fui a la casa. 
—Y como sabes que era esa composición fofo.—Pregunto esta vez el Manoslargas— 
—Porque tu tambien lo sabrías si la oyeras, es una sonata muy famosa. ¡Y deja de llamarme 
así! ¡Imbecil! 
Me volvi a separar el móvil del pecho y busque la canción esta vez en internet y la puse a
reproducir. 
Tanto el friki como el manoslargas asintieron con la cabeza como diciendo que si 
que la conocían. Carmen al oírla perdió su presencia de espíritu, y cayó redonda al suelo. 
—¡Carmeeeeeeeen! ¡Carmen despierta!—El friki estaba justo a su lado y le dio tiempo a 
agarrarla antes de que se hiciera añicos en el suelo— ¡Carmeeeeeeeeeeeeeeeeeeen! ¡Nos 
estás asustando mucho, despierta! 
Abrió los párpados, y sus ojos temblaban escondiéndose tras el parpado superior al ritmo que 
convulsionaba mientras Ale la sostenía se pudo entender perfectamente dos cosas. “Giulietta 
Guicciardi” y “Yo soy su madre”. Pero no era la voz de Carmen, es como si alguien hablase por 
ella. Mentira, si que era su voz, pero no era su forma de hablar ni expresarse, era como si fuera 
otra persona con las mismas características vocales de Carmen, pero no era ella. Posterior las 
pupilas de Carmen dejaron de esconderse, y recobró el conocimiento. 
—¿Que pasa? ¿Por que estamos en el suelo? 
—Acabas de tirarte encima de mi Carmen.—Le decía el friki mientras le ayudaba a levantarse— 
—Has pronunciado su nombre Carmen, como dijiste que lo hacía el Marinero. y también has 
dicho que tu eres su madre. 
—¿Que dices? No recuerdo ni porque estoy aqui. 
—Tengo miedo. —La frase mas pronunciada por Ale— 
—Quizás hemos buscado explicación al lugar donde ha ocurrido la desaparición, y no a la 
fecha. Puede que esto hubiese ocurrido en cualquier sitio, o puede que la tal Giuletta escogiera 
el momento perfecto para hacerlo desaparecer, cuando el dijo que desaparecería. 
—Quizas ves muchas pelis puto gordo. Y ahora te estás montando una tu sólo.—Aportó el 
Manoslargas— 
—¿Tienes algún plan mejor imbecil? Al menos yo aporto algo mas que mierda, y negatividad. 
Ni contestó, sabe que esta vez seguro que no estoy mintiendo. 
—¿Por qué no dejamos que actúe la policía?—Dijo Ale— 
—Porque la policía no son los cazafantasmas friki, La policía va a buscar en la lógico, y lo que 
está pasando no es natural.—Le comenté al friki— 
—Tienes razón gordo. Pero son ya las 8 de la tarde, está oscureciendo, y tengo miedo. 
Mientras me decía esto Ale, mire los ojos de Carmen, reflejaban una mezcla entre tristeza y 
miedo. 
—Carmen, ¿te encuentras bien? ¿Quieres dormir en mi casa?—Le ofrecí a la chica— 
—Te lo agradecería, la verdad.—Me respondió— 
Tras despedirnos el Friki y el Manoslargas tomaron una dirección, y yo tomé dirección a casa 
con Carmen. Francamente, sé que no era el momento de pensar en mas que no fuera Giuletta, 
y el Marinero; pero yo pensaba en tener una alocada noche de pasión con Carmen en casa. 
Como ella estaba tan traspuesta caminaba un metro por delante de mi, ausente de mis 
pensamientos, tanto, que yo creo que si los verbalizara seguiría sin oírlos. Reconozco también 
que iba mirando su culo, mientras pensaba en todo esto. Quizas prefiero que el Marinero nunca 
vuelva, y pueda quedarme con mi chica.. ¿Que coño estoy pensando? Es ruin pensar eso. 
¡Que culo mas maravilloso! Volví a pensar cuando subió las escaleras delante de mí, era 
imposible no mirarselo, totalmente imposible. Le dije: 
—Espera aquí fuera, voy a avisar a mi madre que traigo compañía.
—No tardes por favor.—Me susurro temerosa— 
—Tranquila, no voy a dejarte sola. 
Le di mi mano la dejé tras la puerta agarrandola y saque el resto de mi cuerpo por la puerta de 
mi casa, ni mi mano, ni ella, estaban en el campo visual de mi madre. Así que le pregunté a mi 
madre si podía dormir Carmen en casa, y accedió. Mi madre es muy buena conmigo. Muchas 
veces creo que entiendo a Agripino. Mi padre no está muerto, pero con tanta gira lo veo muy 
poco, y podría decir que la base de mi educación me la dió mi madre, exceptuando los 
conocimientos musicales, que si son de mi padre. Solté la mano de Carmen al ritmo que 
termine de abrir la puerta, y hable por detrás de la puerta como si carmen estuviera abajo en el 
portal y tuviese que subir aun. Carmen simuló el sonido de los escalones hasta que entró en mi 
casa. Es muy perspicaz; Y guapa. 
—¡Hola señora!—Ni me dejo hablar— Su hijo me ha ofrecido dormir aquí porque sabe que no 
puedo volver esta noche a mi casa, últimamente mis padres no están muy estables. 
Madre mía. ¿He dicho que es muy lista y perspicaz? Se montó la película conforme la iba 
soltando, mi madre no quiso preguntar sobre la supuesta inestabilidad de sus padres, así que 
no hubo más preguntas. 
Antes de entrar en mi habitación, detuve a Carmen en la entrada y le dije lo mismo que en la 
puerta de casa. 
—Espera aquí fuera si no te importa— 
—No tardes mucho porfa—Me dijo asustada nuevamente— 
No quería estar sola ni un instante. Deje la puerta tornada y entre a arreglar mi cuarto. 
Normalmente soy un chico ordenado, pero llevo unas cuantas semanas sin recoger nada, y no 
me parece apropiado que la primera vez que entra en mi cuarto la chica de mis sueños este 
parezca una pocilga. Así que recogí toda la ropa que había por el suelo, la hice un gurruño y la 
metí bajo la cama, que también estaba desecha; Estiré las sabanas, quité todas las cosas que 
estaban en el escritorio usando la técnica que acostumbro, hago una escoba con el brazo y 
arrastró todas las cosas de la mesa hasta el cajón que hay a la derecha de mi escritorio, 
incluido el plato con el pollo que nunca terminé. 
—Ya puedes pasar Carmen—La cual no tardó en entrar ni dos milésimas de segundo— 
—Este es tu mundo, ¿no?—Me preguntó— 
—Exacto—Y el punto final de mi frase fue el sonido que hace la llave de mi cuarto al cerrar la 
habitación— 
A mi madre no le gusta que traiga chicas a casa y cierre la puerta, pero hoy no era un día 
cualquiera, y la chica tampoco era una cualquiera, así que me permití el lujo de cerrar. 
Por un momento pensé que Carmen se sentiría incómoda al encerrarla conmigo en mi 
habitación, pero ocurrió justo lo contrario, parecía que se sentía mucho más segura. 
—Vaya el mal trago que estamos pasando con el Marinero ¿verdad?—Le dije a Carmen 
tratando de quitarle hierro al asunto— 
—Creo que prefiero hablar de otra cosa, al menos hasta mañana—Me replicó— 
—¿Me has querido alguna vez?—No lo dije, mi boca lo expulsó sin preguntar a mi mente— 
—Claro, os quiero a todos muchísimo. ¿Crees que no me preocuparía si en vez de Agripino 
fueras tú?—Preguntó apoyando la parte superior de sus muñecas en la cintura como haciendo 
un jarrón—
—No me has entendido Carmen. No importa.—Dije con un giro de cabeza leve— 
—Si te he entendido, pero tampoco creo que sea un buen momento para hablar de esto 
¿verdad?— 
Me resigné. Acababa de soltar a la chica de mis sueños lo peor y en el peor momento. Soy un 
metepatas. Me sentí fuera de lugar, e incomodo. No volví a pensar en una noche alocada de 
pasión, porque lo único que podía pensar era que ella entendía que yo la queria de otra manera, 
y yo no sabía nada, me sentía totalmente desnudo frente a una mujer con un burka, ella sabe 
todo de ti, y tu nada. No es justo, no es lo natural. 
—¿Tienes hambre?¿Quieres comer algo?—Mientras decía esa frase volvía mi cara hacia ella, 
que había estado tumbada todo el rato en mi cama. 
Me di cuenta que no había escuchado nada de mi última frase, puesto que ya estaba 
profundamente dormida. Levante su cuerpo por sus rodillas,para sacarle las sabanas de debajo 
de su precioso culo y poder luego taparla con ella. Mire durante unos minutos sus labios, 
deseando besarlos, me acerque a ellos muy lentamente pero terminé desviando mi direccion 
hacia su mejilla. 
—Descansa niña de mis sueños— Le dije a la nada, porque nadie me escuchaba, excepto yo— 
A partir de aquí absolutamente toda la piel de mi cuerpo se erizó cuando escuche como 
Carmen mientras dormía comenzó a tararear en sueños aquella melodía de Beethoven, 
la agarre de los dos codos, a través de las sábanas y la zarandee despertandola. Pero cuando 
abrió sus párpados, sus ojos no mostraban sus pupilas, justo el mismo trance que le dió al oír la 
sonata de claro de luna desde el móvil del friki. 
—¡Carmen despierta! ¡Me estás asustando! 
Entonces gritó cómo se debe gritar de dolor cuando te clavan una espada en el corazón 
pronunciando un nombre: Giulietta Guicciardi. El grito que dió sólo pronunció más mi 
erizamiento de piel. Menudo susto de muerte, di un salto cuando cuatro golpes fuertísimos 
sonaron contra la puerta de mi habitación, estuvo a punto de sacarme el corazón por la boca. 
Era mi madre obviamente preocupada por los gritos, es lo natural. Le abrí la puerta temblando, 
no hubo intercambio de palabras alguno, mi madre se limitó a entrar, sentarse junto a Carmen y 
a diferencia de como yo lo había hecho hace un rato, la despertó muy suavemente. 
—¿Donde estoy? ¿Quien es usted señora?—Le preguntó a mi madre con la mirada puesta 
sobre ella como una lechuza— 
—Es mi madre Carmen, hemos venido a dormir a mi casa hoy. Estabas sufriendo una 
pesadilla—Le dije como queriendo restar importancia a sus gritos— 
Carmen me miró y aun no recordando nada, entendió solo mirando mis ojos lo que acababa de 
pasar. 
—Perdone señora, estaba teniendo una pesadilla—dirigiéndose a mi madre— 
—¡Me habeis asustado mucho! ¡No vuelvas a cerrar la puerta cariño!—Dijo mi madre volviendo 
la cabeza hacia mi— 
—Lo siento mamá, ha sido por inercia, cerré casi sin pensar. No vuelvo a hacerlo. Ya nos 
vamos a dormir—Dije mientras sacaba la cama nido que hay bajo mi cama— 
—Buenas noches chicos 
—Buenas noches Señora—Respondió Carmen— 
—Buenas noches mamá—Dije yo—
Esperamos que mi madre llegara hasta su cuarto y comenzamos a conversar en voz muy 
bajita. 
—Carmen, has vuelto a pronunciar el nombre de Guilietta, y has tarareado esa canción.—Le 
dije susurrando— 
—Tienes que buscar más información sobre esa mujer—Me dijo también susurrando— 
Entonces saque el móvil, le desactive el sonido para que no sonara nada que pudiera llamar la 
atencion de mi madre de nuevo y volví a teclear ese maldito nombre.La unica información que 
encontre sobre ella estaba en inglés, asique me costo un rato traducir lo que leia, y no pude 
traducirlo entero, pero si entendí muchas cosas. 
—¡Mierda Carmen! 
—¿Que has encontrado?—Me pregunto inquieta en voz muy bajita— 
—¡Mierda Carmen!—Volví a decir— 
—¿Que?—Y esta vez no lo pregunto en voz baja— 
—Shhh..—Le dije moviendo la palma de mi mano de arriba abajo repetidamente— 
—Dime que has encontrado, me ha dado un escalofrío cuando me has mirado así—Volvió a 
susurrarme— 
—¿Recuerdas que os dije que Giulietta Guicciardi fue alumna de Beethoven? 
—Sí.—Respondió Carmen casi con un suspiro— 
—Aquí dice que la tal Giulietta también tuvo un romance con Él cuando ella tenía sólo 17 años, y 
que nunca pudieron casarse porque ella era de una clase más alta, pero que se amaban 
perdidamente. Y lo más sorprendente—Le dije dejando un largo silencio sin acabar mi frase— 
—¿Qué es lo más sorprendente?—Volvió a preguntar en voz alta— 
—¡Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!—Le dije tapándole sus dulces labios— 
—La Sonata de piano n.14, o sea, la sonata de claro de luna, es una composición que 
Beethoven le dedicó a Giulietta. 
Y cuando terminé de desvelar esta información, la cara de Carmen volvió a tornarse a auténtico 
terror, pero no el terror de las películas, ninguna actriz puede poner esa cara de terror si está 
fingiendo. Se llevó ambas manos a la boca, cubriéndosela, y dejó caer a peso plomo su cuerpo 
en la cama de nuevo. Yo tenía mucho miedo, pero ella tenía mucho mas, asi que me tocaba ser 
el fuerte. 
—Quizás todo son coincidencias Carmen.—Le dije mientras le acariciaba el brazo que 
fuertemente apretaba contra su pecho— 
—Sabes que no son coincidencias—Dijo volviéndose a incorporar y dándome un abrazo que 
esperé que nunca terminara— 
No hablé más, esa noche la pasé abrazado a ella, no la solté en ningún momento de la noche, 
lo sé, porque no llegue a quedarme dormido del todo, si de por sí me cuesta dormir cualquier 
día, imagina lo que puedo tardar en quedarme dormido sabiendo lo que acababamos de 
descubrir, y encima con la chica de mis sueños aferrada a mi. 
A la mañana siguiente me despertó el sonido del móvil de Carmen. Era Ale quien llamaba, 
también había llamado a mi móvil, pero anoche le desactive el sonido para no despertar a mi 
madre mientras buscaba informacion en internet. A Carmen la desperté con la conversación 
que mantenía con Ale desde su móvil.
—¿Quien era?—Me preguntó mientras se desperezaba— 
—Era Ale. Le he contado lo que encontramos ayer. Al principio no se fiaba de mí, luego lo buscó 
lo que le conté mientras hablábamos, y ha encontrado lo mismo que yo, dándome finalmente la 
razón. Ha propuesto que vayamos hoy a la casa derruida, solo queda este día antes de que la 
policía se ponga a buscar al Marinero, y cuando eso pase si que no vamos a poder volver más a 
esa casa. Teníamos que hacerlo hoy o nunca. 
Partimos Carmen y yo paseando hasta la casa derruida, no sin antes desayunar algo. Hice 
unas tostadas con pan de molde, y un buen vaso de leche, mi madre trabaja por las mañanas, y 
mi padre seguía durmiendo en la habitación, se pasa todo el día durmiendo, así que teníamos la 
casa entera para nosotros, y tras un gran desayuno recargamos energías para el día. 
Tiene gracia, que los mejores y peores momentos de mi vida vengan todos justo en la misma 
época. Sin duda creía que lo peor que nos había ocurrido había sido lo de la casa de las 
tortugas, pero la vida no deja nunca de darte sorpresas. 
Parece que Ale ya tenía un plan trazado, lo sé por la seguridad con la que sugirió que debíamos 
ir de nuevo a la casa. De nuevo llegó el último al sitio donde quedamos, con Carmen, ni Ale ni 
David quisieron entrar sin nosotros. El manoslargas últimamente no hablaba mucho, y eso que 
sin duda era el más charlatán de todos, después de mí claro. 
—¿Para qué hemos venido otra vez aqui Ale?—Le pregunté al friki mientras nos adentramos en 
el caserío— 
—Aquí desapareció el Marinero, es el único sitio al que podemos acudir. ¿Donde, si no? 
Y tenía más razón que un santo. No teníamos nada, la policía empezaría una busqueda mañana 
y lo más probable es que acordonen la zona de la casa, nos llamarán para declarar que vimos, 
y esta claro que no podemos contarles lo que realmente sabemos. Ale sacó su móvil y empezó 
a hurgar en el. 
—Esto es lo que vamos a hacer.—Mientras nos mostraba su teléfono— ¿Confiais en mí?—Nos 
dijo el friki a todos— 
Yo asentí, David asintió a medias, y Carmen creo que ni estaba escuchando lo que 
hablábamos, de nuevo estaba en su mundo, parece que al visualizar aquella fachada a medio 
derrumbar su mente trajo recuerdos que no la dejaban centrarse en lo que conversabamos. 
Lo que el friki había hecho ni más ni menos era buscar la Sonata de Claro de Luna de 
Beethoven y reproducirla desde su móvil. Automáticamente Carmen empezó a convulsionar 
perdiendo el conocimiento. La agarré, si se llega a caer con el suelo lleno de jeringuillas 
tendríamos otro problema mas encima. 
—¿Que haces Ale?—Le grite furiosisimo— 
—Esta es la unica manera—Me grito igual de furioso que yo— 
—David, coge a Carmen y sácala de aquí, despiértala suavemente, y mientras grábala con tu 
móvil por si dice algo—Le dije al Manoslargas que estaba en shock— 
—No tengo móvil, me lo rompió el puto Friki—Dijo David sin salir del shock mientras miraba a 
Ale— 
—Usa el de Carmen—Le dije— 
—Es verdad—Dijo David, que comenzó a alejarse con Carmen en sus brazos por la puerta 
principal del caserío—
El friki y yo buscamos aquella escalera derruida para subirla, era de día, así que se veía 
perfectamente donde había que pisar y donde no. El portaba su móvil como si de una antorcha 
se tratase, y yo caminaba junto a él. No era invierno, ni verano, pero me entró un repentino frío 
en los riñones, y empezaron a dolerme las palmas de las manos. Ambos temblabamos de frío, 
o de miedo, o de las dos cosas, mientras subíamos las escaleras no separamos ni un 
momento la mirada del hueco del pasillo que quedaba al final de esta. “Yo soy su madre” sonó 
desde el hueco de la escalera, con una voz que nos estremeció el cuerpo, eran las mismas 
palabras que pronunció Carmen cuando se desvaneció, pero esta vez la voz que las pronunció 
era la misma que tarareaba la sonata de claro de luna. 
—¿¡Giulietta eres tú!?—Dije, no muy seguro de lo que realmente estaba diciendo y en 
respuesta sonó un grito que duró unos 20 segundos, los 20 segundos más largos de mi vida. 
Un grito espeluznante sonó de menos a más, incrementando su volumen paulatinamente, en 
los últimos segundos que sonó me pareció que sonaba tan fuerte que toda la ciudad debería 
haberlo oído, un grito que nos escamó el cuerpo entero y que consiguió que Ale y yo huyeramos 
despavoridos hasta la avenida donde daba el caserío. Los transeúntes de la calle nos miraron 
atónitos, pero no parecía que fuera por haber escuchado aquel terrorífico grito, nos miraban 
atónitos porque observaban nuestras caras de pánico. 
—No podemos irnos Ale—Le dije temblando al friki— 
—Tio, tengo muchisimo miedo. ¿Has oído ese grito tio? No he oído en mi vida nada que diera 
más miedo—Me contestó Ale— 
—Volvamos a entrar vamos a buscar la habitación en la que visteis a la sirena. 
El tiempo se paró cuando dije esas palabras. Yo nunca he visto a la tal sirena, o mejor dicho, a 
la tal Guilietta, pero Ale si la vió, y yo al ver el gesto que hizo cuando escucho mi última frase 
casi pude sentir lo que sintió mi compañero al verla. 
—Vamos Ale, acabemos con esto ya, o esto nos perseguirá el resto de nuestros días—Le decía 
y al mismo tiempo le arrastraba de nuevo hacia el caserío— 
Todavia no habiamos cruzado de nuevo el umbral de aquel terrorífico lugar, cuando 
escuchamos “Salvadme, está loca”. Ale y yo no nos quisimos ni mirar, ambos sabíamos 
perfectamente que la voz que acababa de sonar era la del Marinero, ¡nos estaba pidiendo 
ayuda!. “Déjale marchar” le grite con las manos curvadas en mi mentón para amplificar el 
sonido. Lo siguiente que sonó desde el interior de la casa es indescriptible si no lo oyes, se 
entendió perfectamente un grito que provendría desde el infierno que dijo “¡Fuera de aquí!” 
Esta vez si estábamos fuera de la casa, y el grito de Guilietta se oyó desde fuera, pero ninguno 
de los viandantes que estaban cerca de nosotros lo escucharon, lo sé, porque si lo hubiesen 
escuchado tendrían el mismo temblor de piernas que nosotros. 
—Ale, si no entras conmigo, entraré yo solo.—Le afirmé al friki mientras caminaba hacia el 
interior— 
—No, gordo. Voy contigo.—Y corrió hasta mi posición no muy seguro de lo que estaba 
haciendo— 
Una vez cruzamos el umbral parecía que acabaramos de entrar en una cámara frigorífica al 
máximo. Me meti el suéter por dentro del pantalón, y crucé los brazos dejando cada mano en 
las axilas contrarias. Ale me vió e hizo lo mismo. Era evidente que el frío no era cosa de nuestra
imaginación, sobre todo porque tanto el friki como yo respirabamos niebla. 
De nuevo el mismo grito espeluznante que oímos fuera pero esta vez con las vocales mucho 
más alargadas, Julie parecía realmente furiosa. Conseguimos terminar de subir las escaleras 
que acababan en un enorme pasillo. Una extraña sensación te impulsaba a caminar hacia la 
última habitación del fondo del pasillo hacia la izquierda. 
—Es por allí—Señaló Ale— 
Pusimos espalda contra espalda, él hacia delante, y yo mirando su retaguardia, yo caminaba de 
espaldas sin perder ni un detalle del pasillo, y controlando la salida. Iba tan asustado que cuando 
ale se agacho a recoger algo del suelo seguí caminando hacia atrás cayendo encima de él. 
—¿Que haces? ¿No has visto que me he parado?—Me dijo Ale— 
—Como voy a verlo si voy de espaldas. ¿Que has encontrado?—Le pregunté yo— 
—Es una nota escrita, y parece la letra del Marinero— 
—Déjame ver.—Le dije arrebatandole la nota de sus manos— 
La nota estaba escrita con restos de pintura roja, parecía sangre pero no lo era, la sangre es 
más oscura. No había duda, la pintura era el mismo tono que el tono de las pintadas de graffiti 
que había por todo el interior del caserío. Como siempre habíamos entrado de noche, nadie se 
había fijado en las pintadas, y la única vez que entraron de día fue para buscar al Marinero a la 
mañana siguiente, así que nadie se fijó en las paredes, pero ninguna de las frases escritas 
invitaba a entrar a la casa. Frases como “El demonio está aquí” o “Huye antes de que sea tarde, 
yo estuve como tu y ahora no puedo salir”. Supongo que las frases eran metáforas referidas a la 
droga, eso de “no puedo salir” parecía dejarlo bastante claro, o eso, o.. espera un momento. 
Julie murió en 1856, por tanto las mesas de ouija podrían dar una explicación, si es que alguna 
explicación se le puede dar a lo que está ocurriendo. La nota contenía un texto que decía: 
” …No podrías ni creer que vida tan solitaria, tan lamentable he llevado durante los últimos dos 
años. Mi enfermedad se levanta ante mí como un espectro, y huí de la gente; debían creerme un 
misántropo, cuando lo soy tan poco. Este cambio lo ha realizado un hada, una joven muy 
querida; me ama y yo la amo, he aquí de nuevo, después de dos años, algunos instantes de 
felicidad, y es la primera vez que creo que el matrimonio me puede hacer feliz; por desgracia, 
ella no es de mi clase social, y ahora, a decir verdad, no podría casarme; debo realizar aún una 
dura labor.” 
Y estaba firmada por Ludwig Van Beethoven. ¿Por que estaría firmada por Beethoven, y escrita 
con la letra del Marinero? ¿Y en español? Beethoven era alemán. 
—No puede ser Ale, no tiene sentido.—Le explique al friki sin levantar la vista de la nota— 
—¿Que pone? 
—Aquí pone un texto firmado por Beethoven. 
—Pero es la letra del Marinero. 
—Por eso no tiene sentido friki. 
Comenzó Julie a tararear la sonata, que se escuchaba perfectamente como procedía de la 
habitación hacia la que estábamos caminando. Humo negro empezaba a emanar del marco de 
la puerta de dicha habitación, Ale y yo nos quedamos inmóviles. Yo me guardé la nota. Tras el 
humo negro, apareció lo que me confirmaría, que la imagen más traumática de mi existencia no 
iba a ser la de la señora de las tortugas.¡Era Julie! No era ninguna ilusión óptica, ¡era real!, 
teníamos la claridad de la mañana para no tener que frotarte los párpados antes de creer lo que
estás visualizando. 
Los músculos se me atrofiaron y quedé paralizado, se acercaba hacia nosotros una mujer con 
vestido de seda como del siglo XIX, con un velo que cubría parte de su cabello y flotaba sobre el 
humo color azabache. Su rostro no estaba dibujado, no había expresión alguna en él, aunque 
podías notar como te estaba mirando fijamente, era la forma de la cara de la Italiana de la 
fotografía que vimos, pero no había nada en ella. Continuó acercándose hacia nosotros que 
permanecíamos paralizados y en completo estado de shock. Ahí pude observar que bajo el 
vestido no parecía que hubiera ningún cuerpo, de hecho, no solo flotaba, si no que ese ser 
parecían no tener piernas, seguía tarareando la maldita sonata conforme se acercaba mas y 
mas a nuestra posición. ¡Nos atravesó! y el frío que traía en el cuerpo se decuplicó, y vi millones 
de imágenes comprimidas en un segundo. Creo que pude ver extractos de la vida de Julie, 
rodeada de lujos, pero falta de lo único que realmente quería, un hijo del gran Ludwig, creo que 
tambien pude sentir el amor que Julie le tenía al compositor, y la rabia de que su vida le había 
deparado un destino muy diferente al que ella deseaba. Se prometieron una familia que jamás 
pudieron concebir, y Julie no podría descansar en paz hasta que lo consiguiera. Se amaban 
locamente, estaban hechos el uno para el otro, pero el hombre como siempre, pone límites al 
hombre, limite sociales, límites de clase, o de raza, la eterna historia del mundo. Han pasado 
mas de 300 años desde que ella murió, y a aguardado desde entonces hasta ahora hasta que 
su sangre, que es la misma que porta la madre del Marinero, se uniera con la sangre bendita de 
un Van Beethoven, que no me queda otra que pensar, que es la sangre del padre del Marinero, 
el marinero real. ¿Pero si ella está muerta, como pretende llevarse al Marinero? Tras unos 
pocos minutos, los suficientes para que salieramos del shock en el que estabamos inmersos, 
agarre al friki apretando con mi pulgar la parte interior de su codo: 
—Ale, tenemos que entrar a la habitación. 
No respondió, actuó como si de un enfermo mental se tratase y caminó conmigo hasta la 
habitación. Allí yacía el cuerpo sin vida del Marinero, colgado por su cuello de una soga que 
colgaba de una de las vigas del techo derruido de la habitación. Nos sobrecogió. 
—Ella le obligó—Le dije a Ale y luego rompí a llorar— 
—No podíamos hacer nada gordo, ya está todo, hemos llegado hasta el final—Me dijo mientras 
me prestaba su hombro como reposacabezas— 
Al día siguiente, por la mañana, la policía fue al caserío, y nos interrogaron a Carmen, David, Ale 
y a mi. Todos contamos la historia que querían escuchar, la única que iban a creer. Que yo 
estaba en casa dormido la noche que el Marinero desapareció, y que Ale, David ,Carmen y 
Agripino entraron al caserío a hacer una de nuestras aventuras, que el Marinero le dijo a Carmen 
que actuase como si Él se hubiera perdido, y que la broma al final se hizo realidad. El forense 
dictaminó que el cuerpo del Marinero había muerto la mañana anterior, es decir, cuando el friki y 
yo entramos en el caserío por última vez. Nunca sabremos si el Marinero se suicidó porque no 
encontró otra salida, o si Julie le obligó a hacerlo para poder llevárselo con ella. Ninguno de 
nosotros fue culpado, porque, además de la coartada que todos teníamos, el cuerpo del 
Marinero estaba colgado a 4 metros del techo, y ninguno de nosotros podríamos haberle 
asistido el suicidio a esa altura. Asi que no hubo juicio, ni sentencia.
El caso se finalmente cerró como suicidio, a secas. La madre del marinero se suicidó al día 
siguiente de conocer la noticia. Nadie en el barrio lloró la muerte de esa mujer, aunque sí la del 
Marinero. 
Ambos fueron incinerados y tirados al mar, según la abuela paterna del Marinero, para que 
pudieran reunirse de nuevo con su hijo. Lo que nunca sabrán es que el Marinero no estará con 
su padre, o al menos no con su padre el Marinero, si no con su padre el Compositor y con 
Giulietta que al final si.. 
—¡Venga ya papá! Siempre te estás inventando esas historias.—Exclamó mi hijo mayor 
interrumpiendo lo que estaba contando—¿Y qué pasó con la nota que encontrasteis entonces, 
por qué la escribió?—Añadió— 
—¿Te refieres a esta?—Le respondí mientras saque de mi bolsillo la nota que había escrito el 
Marinero aquella mañana—Nunca supimos por qué la escribió, quizás Julie al ver que veníamos 
a salvar a nuestro amigo, hizo que escribiera la carta que Beethoven escribió un día para que 
lograramos entender su historia.— 
Se sorprendió el mayor de mis descendientes, pero de nuevo volvió a poner la cara de 
incredulidad que le caracteriza diciendo; 
—¡Venga ya papa! Esa nota la has podido escribir tu hoy mismo, arrugar el papel, y luego usarla 
para corroborar tu historia. No me la creo—Me insistió 
—Papá. Y entonces, la Carmen de la que hablas en la historia es Mamá, ¿verdad?—Me 
preguntó mi pequeña Julie a lo que asentí con la mirada sonriendo— 
—No deberías ser tan indréculo Agripino, no es natural—Le respondí a mi hijo mayor. 
—Mi profesor de Historia informática siempre nos dice que la mayoría de información que se 
albergaba en Internet en aquellos entonces solía ser errónea y escrita por cualquiera.—Me dijo 
Agripino derrochando más incredulidad aun— 
—Puedes buscar información en tus lentillas de control sobre la historia de Giulietta Guicciardi y 
Ludwig Van Beethoven, no te estoy hablando de Historia informática, esto es Historia, a secas, 
estaba escrita en los libros mucho antes de que existiera Internet, ni siquiera la Televisión. 
Casi por arte de magia,aunque no lo era, en ese justo momento entró mi mujer en el salón 
interumpiéndonos. Llevaba todo el rato fuera escuchando la historia desde el pasillo pero no 
entro para no interrumpirme mientras la contaba,porque afortunadamente a ella, desde que 
somos críos le encanta escuchar mis historias. Se sentó junto a nosotros y pronunció las 
siguientes palabras: 
—Agripino, esta vez, tu padre no está mintiendo. 
—¿Como que esta vez?—Le dije a Carmen pellizcandole el precioso culo que aun sigue 
teniendo— 
—¿Y qué pasó con el Hombre Queso, papá?—Me preguntó ansiosa la pequeña Julie— 
—Esa historia, os la cuento mejor otro día.—Le respondí entre risas— 
FIN

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El Hombrequeso

  • 1. El hombrequeso Relato escrito por Chukky 2014
  • 2. El Hombre Queso Eran sobre las 4 de la mañana cuando sonó aquel ruido, yo tengo el sueño poco profundo; Mi madre dice que es bueno, es síntoma de alerta, y que es natural; Pero me cuesta cien ovejitas y doscientas vueltas en la cama dormirme, por tanto a la gente como yo no le gusta nada que las despierten. El ruido fue como el crujir de la madera, pero no como el crujir de la madera de un mueble, si no como el crujir de la madera de la rama de algún árbol.. ¡Y en un segundo piso no hay árboles!. Así que me armé de valor y fui a la cocina a buscar un cuchillo lo primero.. y luego fui al salon, que es de donde procedía el ruido. El suelo estaba pringado de queso derretido, o al menos eso parecía, porque no probé su sabor, así que seguí las manchas que me llevaron hasta el ventanal del salón, que estaba abierto de par en par; No era una noche de viento así que a pesar de que las ventanas estuviesen abiertas las cortinas impedían ver el exterior con claridad, pero si dejaban entrever una sombra. Pensé: Estamos en un segundo piso, ¿quien coño está en la ventana?. Me puse nervioso y tire el jarrón de Egipto de mi madre por la ventana, para asustarlo, y puse voz de héroe para decir "Sé que estás ahí cabrón, descúbrete"; Pero la sombra seguia inmovil.. ¡Menudo imbecil! estuve a punto de asomarme por el ventanal, sin pensar que a diez palmos del ventanal hay otra ventana del salón por la que podía ver quien era el intruso por detrás. Corrí hacia la ventana y me asomé cagado de miedo, y un ser amarillo que estaba como pegado a la pared pingueando, justo del mismo color del amarillo del queso que había derretido por todo el salón se giró y me miró fijamente, no voy a olvidar esos ojos en mi puta vida, no eran de humanos, he ido al zoológico y he mirado fijamente a los ojos a un gorila, y tienen mirada de humano, pero "eso" no tenía mirada de humano.. ¡Os lo juro! Luego en menos de un segundo en su espalda empezó a moverse, como si tuviera un alien dentro de él intentando salir por su espalda, sacó dos alas y..... —¡Venga ya puto gordo, siempre te estás inventando cosas! —Replicó David— —¡Joder David siempre estás igual, eres un incrédulo de mierda! —Le dije mientras le respondí a la colleja que me había dado— —Yo me lo creo, ¿porque no podría ser?—Comentó Ale— —¡Pues porque el gordo este siempre se está inventando historias! David nunca cree nada de lo que cuento, de por sí es bastante incrédulo, pero yo tengo fama de fantasma, y esto hace imposible que crea ninguna de mis palabras. —Ya, pero a lo mejor está es verdad. —Volvió a comentar Ale— —Ninguna es verdad Ale.—Rechistó David— —Bueno basta ya, David cree lo que quieras, y tu, lo mismo. —Les dije a ambos— —Una pregunta fofo. —y mientras lo decía volvió a darme golpecitos en la cara, de los que no duelen físicamente, pero matan el orgullo— —Tu no me llames fofo, manoslargas, ¿que quieres?—Le dije— —Hemos estado esta mañana en tu casa.. ¿no? —Si —¿Y tu no te has movido de tu casa desde anoche no? —No
  • 3. —Entonces ¿Dónde están las putas ramas de los árboles que pisó el Hombre Queso? —No sé tío, se las llevaría mi madre antes de irse a trabajar, no miré ni donde estaban. —¿Lo ves? Eres un mentiroso de mierda, tio. Este tio es un capullo monumental, sea o no verdad lo que he contado siempre habla de malos modos, estoy seguro que ya le habían dado más de una colleja por no callarse, pero él sigue.. Pues nada.. ¡Ya le tocará! ¡A todo cerdo le llega su San Martín! —Vale David, para ti el duro. Paso de discutir con un imbécil. —¡Mirad ahí viene el Marinero y su novia!—Exclamó Ale cortando nuestra ofensiva conversación de besugos— Lo de el Marinero no lo había ganado a pulso propio, era porque su padre murió en alta mar cuando él tenía 2 años, asi que le apodaron Marinero en honor a la valentía de su padre, y además, cuando te llamas Agripino, es mejor conservar el mote por delante del nombre. Su novia es Carmen, tiene dos años menos que todos nosotros, que somos del mismo año, pero sabe más que todos juntos. Es muy perspicaz, lista y extremadamente guapa, también tiene un culo perfecto. Yo la conocí primero, es la hija de Fabián, el guitarrista de mi padre. La traje al grupo, y al final se la quedó el Marinero. ¡Esto es lo peor de ser el gordito del equipo! —Hola parejita —Recitó David con retintín— ¿Habeis visto anoche a "El hombre queso"? —Dijo descojonandose vivo— —Eres un capullo, Manoslargas. —Le dije dándole una de sus tortas quita­orgullo— —¿El hombre queso? —Pregunto extrañadísima Carmen. —Nada Carmen, David, que es mongolo y en su casa no lo saben. Le dije con ojitos de mariposa y sonrisa boba. Ella sabe que estoy enamorado de su cara. Por eso no está conmigo, si ella sabe que la quieres, no te querrá nunca, ellas quieren al que no le quiere, jamás entenderé eso. No es natural. El Marinero es muy meloso, me dan ganas de vomitar purpurina y arcoiris, yo no sería así, de hecho ella es como yo, no como él, pero él no es el gordito del grupo. —Cuentanos una de tus historias, me encantan. —Pronunció Carmen con sus dulces labios— —¿Otra? Si hombre, prefiero que me disparen a bocajarro. —Pronunció David con sus amargas fauces— —No seas así David.—contestó Carmen— —Se llama Manos largas. —Le dije yo Interrumpiendola— —Calla puto gordo. —El puto gordo te puede partir la cabeza.. —¡Chicos, dejaos de historias! ¿Quien se viene al centro comercial? —Exclamó Ale en un grito y sonrisa dibujada, dejando a todos en silencio— —Yo no puedo, mi madre está enferma, y mi padre no sabe ni hacer un huevo frito. —Expliqué—Mañana os veo chicos. —¡Ten cuidado con el Hombre Queso! ¡jajaja!—Dijo el Manoslargas mientras continuaba riéndose de mi— —¡Que te follen, Manos largas. Adios chicos!
  • 4. Y me marché. Era mentira. No lo del huevo frito, eso sí era verdad, mi padre es un hombre de los de antaño, sabe colgar diez cuadros en el salón en cinco minutos pero no es capaz de darle al botón de la lavadora sin equivocarse. Lo que era mentira era que mi madre estuviera enferma, pero como siempre suele estarlo, pues nadie iba a destaparme la mentira. La verdad realmente era que no me apetecía ver como Agripino manosea a la rubia de mis sueños, y el manoslargas se mete conmigo. Quizás debería cambiar de amigos, pero dicen que mejor bueno conocido que malo por conocer, y casi no me imagino unos amigos peores, aunque en el fondo les quiero, sobre todo a Carmen. Cuando llegue a casa, y abrí la puerta olía a todo menos a comida. —¡Ya estoy en casa! ¿Hay algo de cena?—Pregunté a mi madre— —Nosotros hemos cenado fruta, en el frigorífico tienes sobras de ayer, calientate algo.—Mientras se recostaba en el sofá con mi padre, que afortunadamente estaba en casa— —¡Hola papa, no sabia que ya habías vuelto! ¿Otra vez pollo? —Yo no voy a cocinar ahora, es la primera vez que me siento en todo el dia.—Volvió a contestar mi madre— Así que me calenté el pollo en el microondas hasta que se puso más seco que el ojo del portero del bloque de Ale, que es tuerto; Me lo llevé a mi cuarto y cerré con llave. Cuando llego a casa realmente no estoy en mi hogar hasta que no cruzó el pasillo entero y me encierro en mi habitación. Mi madre odia que cierre con llave, pero de alguna manera me lo respeta. Me encanta cocinar, también me encanta comer, como a todos, supongo, pero esa noche no tenía ni pizca de ganas de ponerme a cocinar nada, y menos para mi solo. Odio a gente como Roberto, que come como una lima sorda y no engorda ni un gramo. Cuando nos reunimos unos pocos para hacer barbacoa o algo, siempre me toca a mi ser el chef, aunque yo encantado porque me gusta que me halaguen cuando degustan el plato. Una barbacoa prepare brownies para merendar, pero como era la primera vez, a parte de llenar toda la cocina de chocolate, y tenerla que limpiar corriendo antes de que volvieran mis padres, calculé mal las cantidades y me salieron solo 3 bizcochitos. Uno que me comí tras hacerlos, que estaba malísimo, y dos que me llevé a la barbacoa que tristemente acabaron espachurrados en el culo de Ale cuando se quedó dormido al sol, obra por supuesto de David. Ese día creí que Ale con todo lo pacífico que es iba a matar a David, David no sabe cuando parar, y Ale nunca se mete con nadie, pero ese dia le dejo claro al Manoslargas que con un friki no se juega. Al día siguiente el móvil del Manoslargas dejo de funcionar, y todos sabíamos quien había sido. Los frikis pueden ser muy peligrosos, hoy en día tu bien más preciado es tu móvil, ahí está todo lo que no quieres que vean, y sobre todo, que lean. Cuando era pequeño podías criticar a alguien a la espalda y luego negarlo todo, ahora con los chats del móvil todo se guarda, y te traiciona la tecnología. No es natural. Y de las infidelidades ni te cuento. De verdad que la mayoría de las veces hablamos sin pensar, y al dia siguiente no recordamos la mitad de lo que dijimos. Es como cuando lees una carta que escribistes hace mucho y habías dado por perdida. Hay veces que te lees a ti mismo y no te reconoces.
  • 5. Cuando desperté lo hice sobre la 1, cuando el sol me golpeo la cara, es lo natural. Busqué mi teléfono entre las sábanas y había 20 mensajes de Carmen. Ayer noche tras ir al centro comercial decidieron hacer una aventura, cuando alguien propone una aventura hay que ir hasta el final, la última aventura que hicimos fue colarnos en la casa de las tortugas. Es un bajo que hay al final de mi calle, donde vivía una señora con síndrome de diógenes, rodeada de basura y tortugas. Jamás olvidaremos ese día. Nosotros 5 fuimos los descubridores de un cadáver, fue muy desagradable, nunca hablamos de ese tema porque la imagen de las tortugas devorando el cuerpo sin vida de la Señora de las Tortugas, era sin duda, la peor imagen que grabaría nuestras retinas. Pero aunque nos castigaron a todos, nuestros padres, y quedamos traumatizados para siempre, nos sentimos héroes, por eso seguimos organizando aventuras. La aventura de anoche fue ni más ni menos que saltar a otra casa abandonada y medio derruida, como si no fuera suficiente con lo de la casa de las tortugas. Según dice Carmen, el Marinero le dijo a ella que se iba a esconder para asustar al Manoslargas y al Friki, que fingiera que se había perdido y que no le encontraba. Asi que ella sumisa, completó el plan de Agripino, hasta que confesó el plan, y se pusieron a buscarle de verdad, ya que no apareció por ninguna parte en toda la noche. Llevaban toda la noche buscándole, y llamándome, pero como desactive el sonido del móvil no escuche nada, tengo el sueño poco profundo y me despierta hasta la vibracion, asi que tambien la desactivo. Me vestí corriendo y salí en busca de estos, que estaban con ojos zombies sin dormir desde ayer. No es natural. —Tío, El marinero se ha perdido, estamos muy asustados.—Fue lo primero que dijo Ale— —Se habrá ido a manusear a otra.—Sonrió el Manoslargas— —¡Calla David! No es momento de bromas. —Dijo muy seriamente Carmen— —¿Buscasteis bien?—Les pregunté— —Hemos vuelto a ir a la salida del sol y no está, además, que va a hacer allí tanto tiempo, le ha pasado algo seguro.—Confirmó Ale— —¡A lo mejor ha sido el Hombre de Queso!—Volvió a bromear David— —¡A lo mejor no eres más capullo porque no te entrenas! Escucha Manos largas, ¿no estás preocupado o que?—Y mientras le dije esto me mostré bastante cabreado con su actitud— —¿Preocupado? Ese está gastandonos una broma, es tan predecible como tus historietas de mentira.—Y después de decir eso se quedó tan pancho, así es el Manoslargas, no piensa lo que dice— —A lo mejor esta vez no es una broma —Dijo Ale, y su cara reflejaba su temor— —¿Bueno y donde vamos a buscarle ahora?—Dije preguntándoles— —Su móvil da llamada, pero no responde. —Dijo Carmen— —Bueno, entonces sabemos que el móvil está encendido, y si llamamos sin parar y buscamos por el barrio, sin encontramos su móvil estaremos más cerca de él. —Les dije a todos— —Eso si no lo va desactivando el sonido como tú.. —Reclamó Ale­— Tio, ya sabes, que me despierta cualquier mierda. Lo siento de verdad.—Dije en voz bajita y cabizbajo, realmente me sentía muy mal por no haberlos auxiliado la noche anterior— —Si llamamos constantemente y el móvil está abandonado, corremos el riesgo de que se apague antes.—Comentó la única fémina del grupo— —Muy perspicaz. —Le respondí a Carmen—
  • 6. Sin duda era lista y guapa, ¿que mas se le puede pedir a una mujer? Sonó su móvil casi mientras aquellas palabras salían de su boca. —¡Es el móvil del Marinero! ¡Me está llamando! —Dijo asustadisima la rubia— —¡Cógeselo!—Exclamé— —¡Voy!—Y descolgó el teléfono corriendo— —¿Oye estás bien?... ¿Quien eres?.. Agripino si eres tu tratando de asustarnos no tiene gracia.. Decía Carmen mientras sujetaba el móvil temblorosa, todos pudimos detectar en ese justo instante que lo que había al otro lado del teléfono no era el Marinero. —¿Quien es Carmen? —Le grite, pero ni me escuchó— Soltó su móvil que cayó al suelo; Y tapadera, batería, y móvil salieron disparados en direcciones opuestas. —¿Que haces Carmen? ¿Quien era?—Volví a preguntarle— Ale mientras recogía las piezas el móvil partido de Carmen sin despegar el oido la conversacion. —No lo sé ¿vale? No era...—La rubia no terminó ni la frase, ni la pronuncio correctamente— —¿No era, que? ¿No era el Marinero?—Le pregunté— —No. —¿Pero que sonaba? —No lo puedo describir. —¿Como? ¿era una voz aguda, grave? Estaba muy nerviosa, nunca había visto esa carita de angel así de nerviosa, temblaba sin parar. David y Ale se limitaron a callar y oír. Algo raro en ellos, sobre todo en el Manoslargas, que no cierra el pico ni debajo del agua. —Es que no era una voz.—Contestó Carmen— —¿Entonces que era?—Le reclamé— —¿Que era Carmen? —Gritaron al unísono Ale y David, el Manoslargas ya no portaba su cara de incrédulo— —¡Tendríais que haberlo escuchado, no puedo describirlo! No era ni grave ni aguda. No era una voz. —¿Que has oído entonces?—No salía de mi asombro, solo quería saber qué cojones había oído esta niña— —¡No lo sé! —Grito con todas sus fuerzas Carmen, como explotando,de inmediato salió corriendo calle abajo. Nuestra cara reflejaba miedo, incertidumbre y todas esas cosas, pero la cara de Carmen reflejaba terror, pero no el terror de las peliculas de miedo, eso es cara de susto, lo suyo era cara de terror. No es natural— Salimos todos tras ella. Se dirigía a casa del Marinero, era guapa y lista, y perspicaz, pero no sabía que era tan rápida, de hecho, creo que ni ella mismo lo sabía. Corrimos diez minutos a sprint, corrimos tanto que cuando llegamos al portal escupía sangre del aire frío que me había entrado a toda velocidad por la boca. No sabía que eso podía pasar. Cuando llegamos a la casa del Marinero, la madre estaba fuera, la casa del Marinero era una parcela, con patio frontal como para meter un Yate. El padre del Marinero, o sea, el Marinero real, dejó mucho dinero ganado con el sudor de su frente, desde luego, todos sabíamos que en casa del Marinero no se comían gachas precisamente.
  • 7. La mujer nunca quiso rehacer su vida con otro hombre que no fuera su príncipe de la mar que murió para darle lo mejor a su familia, asi que vivía sola con Agripino, te puedes imaginar la cara con la que nos recibió, ya que ella tampoco había vuelto a ver a su hijo desde el día anterior. —¡Chicos decidme qué sabeis donde está!—Soltó la señora como una bocanada de fuego y con su cara totalmente pálida— Cuando la madre miró a la cara a Carmen, las dos se dieron cuenta que sus sospechas eran ciertas. Pensé: Hay que esperar 72 horas para denunciar una desaparición, y por supuesto nosotros no íbamos a quedarnos de brazos cruzados. Carmen abrazó a la madre del Marinero, y ambas rompieron en llanto la mutua perdida. Probablemente sería el primer abrazo que Carmen le dió a su suegra; Llevaba poco más de una semana con su saliendo con su hijo, y a parte, la madre del Marinero era una mujer extremadamente rara.Aun así, el llanto era más que lógico, una madre no debe perder a un hijo, no es natural. —Nosotros vamos a seguir buscándole —Exclamé con cierto vigor— La madre del marinero miró hacia nosotros, pero no nos vió, quiero decir, sus ojos apuntaban a donde estabamos nosotros, pero su mirada estaba completamente perdida. No pronuncio ni una palabra.Carmen separó su cuerpo de él de su casi recién estrenada suegra, deslizando sus brazos desde su espalda hasta las yemas de sus dedos, que seguía sin pronunciar palabra. —Carmen, tienes que decirnos que oíste. —Y cuando ella escuchó esto, comenzó a temblar de nuevo— —No era una voz.—Volvió a repetirme ella— —Ya ¿pero que era?—Insistí de nuevo preguntándole— —Era un instrumento. —¿Oiste música? —No.. Si, no sé. —Carmen, como sea una broma os voy a matar a ti y a el Marinero. —Dijo asustado el Manoslargas— Carmen dió un puñetazo al Manoslargas, sabía que era guapa e inteligente, pero no que pegaba así, tiró al Manoslargas al suelo de culo, el cual tampoco soltó ni una palabra tras caer. Ni tampoco Carmen, que solo soltaba lágrimas que navegaban por su pálida piel. —No es momento de desunir, si no de unir. A ver, Carmen. Es importante que todos sepamos lo que oíste. ¿Puedes imitar el sonido que oíste?—Volví a preguntar a la rubia— Entonces volvió a empezar a temblar, junto sus labios de una manera extraña e intento hacer un sonido, que para nada parecía ni una voz ni un instrumento—¡No sé hacerlo! No era una voz. —Ale, ¿tu no dices nada? ¿que coño puede ser eso?—Le pregunté al friki— —Tengo miedo tío—Exclamó Ale algo traspuesto— —Deberíais ir a casa, dormir un poco y yo voy a volver a la casa a la que fuisteis.—Les sugerí a todos— —¡No vayas solo! —Me gritó sorprendentemente David— —¿Ahora te preocupas por mi? —Le dije absorto— —En serio, no vayas solo. —Dijo mientras efectuaba una mirada complice con Ale— —¿Ustedes saben algo que no habeis dicho, verdad?—Les pregunté a ambos—
  • 8. —Tuvimos una ilusión óptica.—Respondió David— —Calla David, no fue una ilusión. Lo vimos los dos. —Le interrumpió Ale— —¿Se puede saber que habeis visto?—Indagué, me moría de miedo y de curiosidad por saber que habían visto— —Entramos en una habitación en la planta de arriba de la casa abandonada y desde lejos nos pareció ver..—Explicó David— —Nos pareció ver no, lo vimos los dos con nuestros propios ojos.—Aportó Ale cortando la frase del Manoslargas— —¿Me dejas terminar? —Cabreandose David, y continuó— Nos pareció ver una Sirena. —¿¡Que!? —Exclamamos Carmen y Yo mirandonos— —Vimos una puta Sirena, David.—Decía Ale desconcertado— —No vimos nada, no estaba cuando fuimos. —¿Y que? Eso no quita que la viéramos. —Ale eres imbécil, cuando crees ver algo y luego no es, es una ilusión óptica, esa es su definición.—Seguían discutiendo los dos— —¿Visteis una Sirena? —Les pregunté muy confuso, y con mi pregunta cesó la discusión del friki y el manoslargas— —Si. —No. —Respondieron Ale y David al mismo tiempo— —A lo mejor era una Sirena. —Dijo Carmen en voz casi inaudible— —¿Que era una Sirena, Carmen?—Me giré y le pregunte despues de oirla— —Lo que oí por teléfono.—Me contestó sin mirarme a la cara— —Como sabes que es una sirena, si no sabes ni que sonó. —No lo sé, pero lo sé. —Eso no es natural.¿Y que tiene que ver una Sirena con la desaparición del Marinero?—Grité— —Vuelve a escuchar tus palabras Gordo. —Me dijo Ale— — No te entiendo friki.—Le respondí a Ale— —Repite tu pregunta. —Me insitió­— ¿Que qué tiene que ver una Sirena con la desaparición del Marinero?—Le reiteré al friki— —¿Y no tiene que ver?—Respondió Él— —Agripino no es Marinero, Ale, el marinero era su padre. —Ahi lo tienes Gordo. —Su padre está muerto.. —Ahi lo tienes Gordo. —¿Qué sentido tiene eso? —¿Qué sentido tiene algo de lo que está ocurriendo? —Nada —Pues eso. —¡Carmen!—dejando atrás la conversación con Ale, y volviendo a lo importante, la llamada que recibió la rubia delante de nosotros— —¿¡Que!? —Respondió asustada, ya que mientras Ale y yo hablábamos ella tenía la cabeza en otra parte.—
  • 9. —¿Porque piensas que son sirenas lo que oíste? Y si son sirenas. ¿Por que temblabas? Las sirenas cantan bello, se supone, ¿no?. Me dijiste que la voz no era aguda. —Y no lo era. —Respondio indignada— Ni bella. Era angelical y terrorifica. —Angelical y terrorífica no puede ir en la misma frase. —En este caso, sí que puede.—Afirmó la niña de mis sueños— No quise preguntarle más, estaba exhausta, bueno ella y nosotros tres, pero ella mucho más, no se si porque era la única mujer, o porque fue ella quien escucho esa misteriosa llamada —Deberíais ir a dormir todos,estáis rotos, y son ya las 8, cenar algo y mañana será otro día, quedamos tranquilamente y vamos a hablar con la madre del marinero.—Les recomendé a Carmen, David y Ale— —¿Vas a ir a la casa esta noche? —Dijo Ale asustado— —No, no voy a ir. Mentía, por supuesto, la curiosidad me mataba por ir a aquel lugar, de hecho pensaba despedirme de ellos e ir allá. —Lo dicho, olvidad un poco el tema, aunque es difícil, e intentad dormir, que llevais 2 días despiertos, no es natural. Me despedí de ellos y me fui andando en dirección a mi casa, cuando llegué mi madre me noto en la cara que algo pasaba, pero como nunca le cuento nada, me fue muy fácil hacerle perder el interés en saber lo que me pasaba, luego comí un poco más de aquel pollo reseco que sobro en el plato que aún yacía en el escritorio de mi cuarto.Esperé que se acostara mis padres, mi madre trabaja temprano así que no se acuestan muy tarde, y a las 10 ya estaba fuera de casa de nuevo. Hubiera ido directamente a la casa donde se perdió el Marinero, pero mis amigos se darían cuenta de mi mentira por la dirección que tomaría, y además preocuparía a mi madre volviendo tan tarde, los impulsos casi nunca traen nada bueno, es mejor pararse a pensar y luego actuar. La casa desde fuera reflejaba que llevaba varios años derruida, daba bastante miedo, pero la entrada de la casa estaba a pie de avenida, y de una avenida muy transitada, eso resta bastante miedo al asunto.No sé por que nadie me comentó que en ese sitio olía tan mal, supongo que la situacion grave del marinero les borro el olor de la cabeza, y lo de la sirena. ¿Una Sirena? Las sirenas no existen, pero si existieran, ¿que hace una sirena en mitad de la ciudad?. Había también muchísima humedad, las paredes se caían a cachos, ¿a quien se le ocurre venir a un sitio así?, al ser una vivienda abandonada estaba plagado de jeringuillas de drogadictos que iban allí a darse su dosis de felicidad en vena, desde luego que un resbalón aquí puede salirte muy caro, me dan mas miedo las agujas que las sirenas. Continué moviéndome por la casa, andando sobre las puntas de mis pies, y evitando las jeringuillas del suelo, también se podían ver varias mesas de madera conglomerada, de las que se usan en las mesas de camilla de las casas andaluzas, solo que a estas le faltaba la camilla para cubrirlas, y estaban pintadas con la tabla ouija, no es que yo haya jugado a eso, pero cualquiera puede reconocer esa tabla. La casa tenía dos plantas, primero explore la planta baja, y solo encontré más de lo mismo, habitaciones derruidas y jeringuillas por el suelo, así que me dispuse a subir a la parte de arriba del cortejo, las escaleras estaban en muy mal estado, había agujeros en ellas que si metías el pie podías caer de una distancia de más de 4 metros hasta el suelo, había que moverse con sumo cuidado, para llegar hasta arriba sin sufrir una desgracia.
  • 10. Fue en el último escalón, se me erizó toda la piel del cuerpo, sobre todo la de detrás del cuello, no era frío, era música, no se podía detectar de donde salía exactamente, venía como del aire, pude entender dos cosas en ese momento,entendí que lo que sonaba no era ni grave ni agudo, y entendí que la música angelical podía ser tenebrosa. Tambien pude reconocer lo que sonaba, era sin duda la sonata de claro de luna de Ludwig van Beethoven. Mi padre es músico, y siempre me enseñó lo más básico de la música clásica. Yo odio la música, los cantantes son unos mentirosos, cantan canciones que no escriben ellos, solo fingen, actúan, no es real, no es natural. Todo el mundo ha oído alguna vez esa sonata, está en muchísimas películas, la armonía es bella, pero aun asi, esta en particular suena terrorífico, no podría explicar este sonido a nadie, ¿qué instrumento está sonando? Aunque odie la música, se reconocer casi cualquier instrumento al oírlo, pero Carmen tenía razón, esto no es ningún instrumento, no es ni viento, ni cuerda.. ¿que es? No pasaron más de 5 minutos, la música se empezó a volver insoportable, pero no cambiaba, quiero decir, la música era la misma, eran mis oídos los que estaban cambiando, cada vuelta de la melodía mi oído la oia mas y mas insoportable, empecé a enloquecer, a ver imagenes en mi cabeza de Sirenas, la cara del Marinero, la de Ludwig van Beethoven, luego la madre del Marinero llorando, todo girando en mi cabeza al son de esa demoníaca melodía. Salí corriendo de allí, baje las escaleras como si estuviesen nuevas, podría haberme matado en una caída fácilmente, pero el cuerpo cuando se siente en alerta actúa por sí mismo, y te hace realizar peripecias que ni tú mismo sabías que eras capaz de lograr, es lo natural. Por supuesto no llegué a subir del todo, pero tampoco me hizo falta, además, estuve a punto de mearme en los pantalones.. A diferencia de Ale y David, no conseguí ver nada, pero si oí lo que había escuchado Carmen, ya era algo, volví a casa, no pasó más de una hora desde que me fuí de aquí, pero estaba deseando volver. Corrí al cuarto de puntillas para no despertar a mis padres, cerré con llave la habitación, me metí en la cama y tire de la sábana hasta arriba de la cabeza, imaginé miles de cosas como emisores de aquella melodía, imagine de todo, menos una sirena, ¿Estaríamos equivocados siempre? ¿Pensamos que las sirenas eran ángeles, y resulta que eran demonios?. Al dia siguiente me despertó el móvil sonando, esta vez no lo puse en silencio, no después de lo de ayer, no dormiría tranquilo si no. Era Carmen, lo primero que hizo fue preguntarme si había ido anoche a la casa. No le mentí, no quiero mentirle a ella, y le dije que sí que había ido, y que había escuchado lo que ella. —¿Por que has ido? ¡Te dijimos que no fueras!—Riñiendome— —No pude evitarlo, solo fui 20 minutos.—Repliqué exculpandome— —¿Viste la sirena sin cara?—No sé por qué, cuando dijo eso se me estremeció el cuerpo desde la punta de los dedos de los pies hasta la cabeza— —¿¡Sirena sin cara!?—Dije casi como un tartamudo— —Eso es lo que vieron estos dos. —No vi nada, sólo escuché la sonata de claro de luna. —¿El que? —¿Porque no me dijiste que lo que oíste era una melodía?
  • 11. —Te dije que no era una voz. Que era un instrumento —Si, pero no me dijiste que sonaba una melodía Carmen. —Estaba atónita. Si era una melodía, pero ¿que mas da que fuera una melodía? —Esa melodía es la sonata de claro de luna. ¿No te sonaba? —Y esto lo pregunté dando por hecho que si que le sonaría, aunque en el fondo sabía que no le sonaba, si no, lo hubiese dicho,aunque quien sabe— —No. ¿Que significa eso?—Me pregunto con voz entrecortada— —No lo sé. Pero es una pista. Llama a los demás, voy a tu casa.—Y colgué— Ni desayuné, mientras me vestía y llegaba a casa de Carmen fui dándole vueltas a la sirena sin cara, con la melodía de Beethoven dando vueltas en la cabeza. Conforme me acercaba a la casa de Carmen observe que los demás habían llegado antes que yo allí, así que cuando me vieron de lejos corrieron David y Ale hasta donde yo estaba. —¿Por qué fuiste a la casa Gordo?—Dijo ale, sin saludarme antes siquiera— —¡Tú, traidora, se lo has contado! —Pronuncié muy cabreado señalando al mismo tiempo con el dedo a Carmen— —Es mejor no ocultar nada, debemos contarnos todo.—Afirmó ella— —¿Veis? Es un mentiroso. —Replicó el Manoslargas— —Calla escoria. A ver, ¿Por que decis que visteis una sirena? ¿Le visteis la cola?—Les pregunte a los dos— —Era....estaba tumbada con la cabeza apoyada sobre la palma de la mano, y de cintura hacia abajo no había nada. —Comentó Ale— —¿Y por eso es una sirena? —Qué más da que sea una sirena, sea lo que sea, desapareció.—Irrumpió David con indignación— —¿Por que no se lo contamos a la madre del Marinero? Igual ella puede decirnos algo.—añadió la mujer de mis sueños— —¿Estás loca Carmen?—Le contesté— ¿Quién nos va a creer? Vamos a casa del Marinero y dejad que yo hable. Caminando hacia allí, unos 10 metros por delante de mis tres compañeros, pensé que estarían pensando que estoy loco, pero creo que todo tiene que ver con esa melodía, de todas formas, es a lo único a lo que pueden agarrarse, por eso me dejan encabezar esta vez la aventura, a diferencia de los demás, yo leo más que ellos, me encanta la ciencia ficción y lo paranormal, y además tengo buenos conocimientos musicales. Probablemente debería de estar cagado de miedo, pero la incertidumbre de mis compañeros, y que solo yo sea quien encuentra respuestas consigue darme el valor que normalmente no tengo. Seguro que ahora mismo están hablando mal de mi, dicen que cuando alguien habla mal de ti a tus espaldas te pitan los oidos, eso es una tontería, si eso fuera verdad nos pitarian los oidos constantemente a todos.La madre del Marinero estaba sentada en la silla de su porche, con la mirada hacia ninguna parte y portando algo en sus manos que guardó en el bolsillo de su rebeca de lana blanca de punto. —¿Sabeis algo? —Preguntó muy nerviosa la madre del Marinero— —Ni rastro señora.—Le respondí— —Su teléfono móvil está apagado. He llamado a la policía y me han dicho que hasta que no pasen 48 horas más, no pueden organizar una partida de búsqueda.—Dijo la señora—
  • 12. —Señora, le parecerá una locura, es lo natural, pero al día siguiente de desaparecer su hijo, nos llamó y en la llamada sólo oímos la Sonata de Claro de Luna de Beethoven. —¿Hablasteis con él?—Y echó la mirada al cielo— —No señora, solo sonó lo que le estoy diciendo. Hubo 2 minutos y 32 segundos de silencio tras mis palabras. Lo sé porque mi madre me había dado un toque al movil cuando pronuncié esa frase. Y la madre del Marinero no volvió a articular palabra hasta que saque el movil para ver quien era. Era mi madre, supongo que preocupada por que me hubiera marchado sin desayunar de casa, eso es raro en mi. La llamada se hizo a las doce y media y cuando miré el móvil eran y treinta y dos. —No se que quieres decir con eso chico. No se que es eso. No os preocupeis, mil gracias, se lo que significais para mi marinerito. —Así le llamaba su madre— Volved a casa, si no vuelve en dos días, la policía se encargará de encontrarle.—Siguió comentando mientras la mandíbula inferior le temblaba sosteniendo el llanto— —¡Volvamos a casa gente!—Dije para todos— —Un momento.—Rompió en voz alta Carmen— ¿Quien era Giulietta Guicciardi? La madre del marinero se giró inmediatamente con la mano izquierda tapándose la boca. —¿Quien era?—Insistió— —¿Como sabes tu eso?—Sorprendida la señora— Todos nos quedamos mirando estupefactos a la señora y a Carmen. Nadie sabía de qué estaban hablando. Sin parar a pensarlo solté un: —¿De qué estás hablando Carmen? —Antes te he dejado hablar a ti. Ahora déjame hablar a mi.¿Quien era Giulietta Guicciardi, Señora?—Volvió a insistir Carmen— —Guicciardi es mi apellido de soltera. Pero no se quien es Giuletta. ¿Quien es? —No lo sé. Su hijo pronunció el otro día ese nombre muchas veces mientras dormía. Y cuando le pregunté que quién es me dice que no sabe. ¿Él no sabía su apellido de soltera? —Creo que no, que jamás me lo preguntó. —¿De donde procede usted señora? Me refiero, su familia. ¿De donde es su raíz? —Dije entrometiendome en la conversación— —Mis abuelos eran de Viena. Pero mis padres y yo nacimos aquí. —¿Y no se llamaba su abuela Giuletta? ¿O su madre? —No.Por favor chicos, si no os importa me gustaría descansar, no he podido dormir nada en toda la noche. Os agradezco muchísimo que hayáis buscado a mi marinerito, no hagais mas, no quiero que os pase a vosotros algo también. Hay mucho loco suelto, no paro de pensar en lo que pueda haberle pasado a mi pequeño. —No se preocupe señora, ya nos vamos—Mientras agarraba el brazo de Carmen para irnos y ella se resistía— —¿No os dais cuenta? Cómo actúa esa señora, nos oculta algo. No sé, me dá muy mala espina.—Nos decía la rubia muy enojada— —¿Por qué no nos has contado nada de eso? —Gritó David zarandeando a Carmen— Dijiste que no nos ocultaramos nada.
  • 13. —No pensé que fuera importante, y suéltame que me haces daño—Zafandose del Manoslargas— Pero cuando he entrado la señora sujetaba un marco de fotos que ha guardado al vernos. —¿Y que tiene que ver eso?—Añadí yo— —El marco que sujetaba tenía escrito por detras: “Für Guicciardi”. y pensé que si que era importante.—Contesto ella— —¿Für?—pronunció extrañado el Manoslargas— —”Für” significa “Para” en Alemán.—Les explique a todos— —¿Quien coño es Giulietta Guicciardi, joder? Me estais poniendo muy nervioso.—Exclamó Ale después de llevarse un buen rato completamente mudo— Se hizo el silencio, durante unos minutos nadie soltó ni una palabra, incluso David tenía el pico cerrado, algo muy raro en el. ¡Maldita sea! ¿Como no lo había pensado nadie antes? —Chicos ¿Porque no buscamos en internet el nombre? —Solté muy alegremente— —Google es tu amigo. —Contestó Ale sonriendo y esbozó con este comentario una sonrisa en nuestras caras— Había conseguido sacar una sonrisa a todos, y quizás no estábamos en una situación para sonreir pero al menos, por un momento, lo hicimos. Ale sacó su móvil y empezó a teclear, todos nos pegamos a la pantalla de su teléfono como las moscas van a la luz de tu televisor cuando lo enciendes a media noche. “Giulietta Guicciardi” fue lo que escribió, y desde que pulsó “Buscar” hasta que cargó la página, los segundos pasaron como si en vez de segundos fueran lustros. — Aquí hay una tal “Julie Guicciardi”, pero nació en Italia. —Esto explicaría el apellido, parece más italiano que alemán. ¿No hay ninguna más? Busca bien Ale, tu sabes. —Le dije super nervioso— —Por este nombre solo aparece la Italiana. Esta es la foto. Continuamos sonriendo mientras cargaba la imagen, tanto yo como Carmen solo vimos una simple foto. Pero Ale y David les dio un vuelco el corazón cuando terminó de cargar que quedó implícito en sus rostros. Automáticamente les pregunte algo exaltado: —¿Que? ¿Que pasa? No contestaban, solo se miraban usando justamente la misma mirada de complicidad de el otro día. —¿Que coño pasa chicos? Nada, ni una mísera palabra, el mismo vuelco de corazón que les dió a ellos al ver la foto, se transmitió hacia Carmen y yo, por el mero hecho de verles a ellos reaccionar de tal forma. —¿Chicos, que coño os pasa joder?—Exclamó muy preocupada Carmen— Maldita sea. Si solo fuera por la cara de Ale, podría relajarme, pero cuando es David quien se le torna la cara de la sonrisa que traía a auténtico terror, es que algo muy chungo estaba pasando. —¡David! ¿Que es lo que pasa, tio?—Su cara era de no dar explicacion a lo que acababa de ver, y me respondio titubeante y totalmente atemorizado— —E......Es.....la.......mi..misma... —¿La misma que David? Seguía totalmente autista. Le pegué una colleja de las suyas.
  • 14. —La misma.. La misma cara de la Sirena. —¿Pero no deciais que la Sirena no tenía cara? —Cara si, lo que no tenía era expresión en ella, ni ojos, ni nariz, ni boca.. pero es la misma cara. Mientras tanto ni Carmen, ni muchísimo menos Ale dijeron absolutamente nada. Ale corroboraba la historia de David con su silencio aunque no era necesario corroborarla, y Carmen volvió a irse a su mundo mental. Le arrebate el móvil a Ale de las manos, que se mantenía impasible ante todo. Agarraba el móvil no con fuerza, pero sus dedos estaban duros como barritas de plomo, tuve que dar dos palmadas al aire y gritar su nombre varias veces para que lograra echarme cuenta. Cuando conseguí quitarle el móvil continué buscando y diciendo: —Pero si es italiana, ¿que tiene que ver con el “Für Guicciardi”?—Y seguí buscando información hasta que di con el dato clave. Me puse el móvil con la pantalla hacia mi pecho y suspiré fuerte. Mis amigos me miraron con mayor incertidumbre aun, si es que se podía. —Chicos, La italiana... vivió casi toda su vida en Viena.—Les dije— Entonces se fusionó la alegría de que las pistas empiezan a tener algún sentido, con el miedo que provocaba saber, que precisamente todo iba cobrando un sentido. Lo de la sirena no era más que lo que quisieron ver, no lo que vieron, al igual que fue lo que Carmen y yo quisimos oír. Parece una tontería pero la sugestión mueve todo, probablemente, y por tonto que parezca, imaginamos una sirena porque es un ser que todos conocemos, que carece de piernas, y que entona melodías, y si le sumamos que el fallecido padre de Agripino era marinero de alta mar, donde murió, y donde jamás encontraron el cuerpo, y que su mujer que ya era rara y reservada de por sí, acabó casi autista. ¿Que cosas sabría el Marinero que no nos contó? ¿Le dijo la verdad a Carmen cuando le dijo que no sabía quien era esa tal Giulietta Guicciardi? El marinero nunca hablaba de su familia, bueno, de su madre en este caso, que es la familia con la que Él se crió. Solo Carmen y yo conocíamos de vista a la madre del Marinero, ni siquiera mi madre ha visto a esa mujer nunca comprando en la plaza, ni en las actas del colegio. Con decir que el mayor cruce de palabras que habíamos tenido con ella fue el de esta mañana en su porche. Proseguí mi búsqueda, ya que íbamos en buen camino, ni David ni Ale querían siquiera asomarse a la pantalla. —¡Mierda! —Exclamé, y todos me apuntaron con sus miradas de terror rápidamente— —Resulta que la Italiana era alumna de Beethoven.—Dije con asombro— Carmen empezó a temblar, ella si que sabia a lo que me referia, los otros dos me miraron absortos. Casi la misma mirada de complicidad que tuvieron el friki y el manoslargas fue la que tuvimos Carmen y yo. —¿Que tiene que ver Beethoven en esto, gordo? —Me dijo el manoslargas. —Lo que escucho Carmen por el teléfono era una composición de Beethoven..—Les expliqué— Esta vez sí que me entendieron David y Ale. —¿Y tú cómo lo sabes? —Muy inquieto Ale— —Porque yo también la oí cuando fui a la casa. —Y como sabes que era esa composición fofo.—Pregunto esta vez el Manoslargas— —Porque tu tambien lo sabrías si la oyeras, es una sonata muy famosa. ¡Y deja de llamarme así! ¡Imbecil! Me volvi a separar el móvil del pecho y busque la canción esta vez en internet y la puse a
  • 15. reproducir. Tanto el friki como el manoslargas asintieron con la cabeza como diciendo que si que la conocían. Carmen al oírla perdió su presencia de espíritu, y cayó redonda al suelo. —¡Carmeeeeeeeen! ¡Carmen despierta!—El friki estaba justo a su lado y le dio tiempo a agarrarla antes de que se hiciera añicos en el suelo— ¡Carmeeeeeeeeeeeeeeeeeeen! ¡Nos estás asustando mucho, despierta! Abrió los párpados, y sus ojos temblaban escondiéndose tras el parpado superior al ritmo que convulsionaba mientras Ale la sostenía se pudo entender perfectamente dos cosas. “Giulietta Guicciardi” y “Yo soy su madre”. Pero no era la voz de Carmen, es como si alguien hablase por ella. Mentira, si que era su voz, pero no era su forma de hablar ni expresarse, era como si fuera otra persona con las mismas características vocales de Carmen, pero no era ella. Posterior las pupilas de Carmen dejaron de esconderse, y recobró el conocimiento. —¿Que pasa? ¿Por que estamos en el suelo? —Acabas de tirarte encima de mi Carmen.—Le decía el friki mientras le ayudaba a levantarse— —Has pronunciado su nombre Carmen, como dijiste que lo hacía el Marinero. y también has dicho que tu eres su madre. —¿Que dices? No recuerdo ni porque estoy aqui. —Tengo miedo. —La frase mas pronunciada por Ale— —Quizás hemos buscado explicación al lugar donde ha ocurrido la desaparición, y no a la fecha. Puede que esto hubiese ocurrido en cualquier sitio, o puede que la tal Giuletta escogiera el momento perfecto para hacerlo desaparecer, cuando el dijo que desaparecería. —Quizas ves muchas pelis puto gordo. Y ahora te estás montando una tu sólo.—Aportó el Manoslargas— —¿Tienes algún plan mejor imbecil? Al menos yo aporto algo mas que mierda, y negatividad. Ni contestó, sabe que esta vez seguro que no estoy mintiendo. —¿Por qué no dejamos que actúe la policía?—Dijo Ale— —Porque la policía no son los cazafantasmas friki, La policía va a buscar en la lógico, y lo que está pasando no es natural.—Le comenté al friki— —Tienes razón gordo. Pero son ya las 8 de la tarde, está oscureciendo, y tengo miedo. Mientras me decía esto Ale, mire los ojos de Carmen, reflejaban una mezcla entre tristeza y miedo. —Carmen, ¿te encuentras bien? ¿Quieres dormir en mi casa?—Le ofrecí a la chica— —Te lo agradecería, la verdad.—Me respondió— Tras despedirnos el Friki y el Manoslargas tomaron una dirección, y yo tomé dirección a casa con Carmen. Francamente, sé que no era el momento de pensar en mas que no fuera Giuletta, y el Marinero; pero yo pensaba en tener una alocada noche de pasión con Carmen en casa. Como ella estaba tan traspuesta caminaba un metro por delante de mi, ausente de mis pensamientos, tanto, que yo creo que si los verbalizara seguiría sin oírlos. Reconozco también que iba mirando su culo, mientras pensaba en todo esto. Quizas prefiero que el Marinero nunca vuelva, y pueda quedarme con mi chica.. ¿Que coño estoy pensando? Es ruin pensar eso. ¡Que culo mas maravilloso! Volví a pensar cuando subió las escaleras delante de mí, era imposible no mirarselo, totalmente imposible. Le dije: —Espera aquí fuera, voy a avisar a mi madre que traigo compañía.
  • 16. —No tardes por favor.—Me susurro temerosa— —Tranquila, no voy a dejarte sola. Le di mi mano la dejé tras la puerta agarrandola y saque el resto de mi cuerpo por la puerta de mi casa, ni mi mano, ni ella, estaban en el campo visual de mi madre. Así que le pregunté a mi madre si podía dormir Carmen en casa, y accedió. Mi madre es muy buena conmigo. Muchas veces creo que entiendo a Agripino. Mi padre no está muerto, pero con tanta gira lo veo muy poco, y podría decir que la base de mi educación me la dió mi madre, exceptuando los conocimientos musicales, que si son de mi padre. Solté la mano de Carmen al ritmo que termine de abrir la puerta, y hable por detrás de la puerta como si carmen estuviera abajo en el portal y tuviese que subir aun. Carmen simuló el sonido de los escalones hasta que entró en mi casa. Es muy perspicaz; Y guapa. —¡Hola señora!—Ni me dejo hablar— Su hijo me ha ofrecido dormir aquí porque sabe que no puedo volver esta noche a mi casa, últimamente mis padres no están muy estables. Madre mía. ¿He dicho que es muy lista y perspicaz? Se montó la película conforme la iba soltando, mi madre no quiso preguntar sobre la supuesta inestabilidad de sus padres, así que no hubo más preguntas. Antes de entrar en mi habitación, detuve a Carmen en la entrada y le dije lo mismo que en la puerta de casa. —Espera aquí fuera si no te importa— —No tardes mucho porfa—Me dijo asustada nuevamente— No quería estar sola ni un instante. Deje la puerta tornada y entre a arreglar mi cuarto. Normalmente soy un chico ordenado, pero llevo unas cuantas semanas sin recoger nada, y no me parece apropiado que la primera vez que entra en mi cuarto la chica de mis sueños este parezca una pocilga. Así que recogí toda la ropa que había por el suelo, la hice un gurruño y la metí bajo la cama, que también estaba desecha; Estiré las sabanas, quité todas las cosas que estaban en el escritorio usando la técnica que acostumbro, hago una escoba con el brazo y arrastró todas las cosas de la mesa hasta el cajón que hay a la derecha de mi escritorio, incluido el plato con el pollo que nunca terminé. —Ya puedes pasar Carmen—La cual no tardó en entrar ni dos milésimas de segundo— —Este es tu mundo, ¿no?—Me preguntó— —Exacto—Y el punto final de mi frase fue el sonido que hace la llave de mi cuarto al cerrar la habitación— A mi madre no le gusta que traiga chicas a casa y cierre la puerta, pero hoy no era un día cualquiera, y la chica tampoco era una cualquiera, así que me permití el lujo de cerrar. Por un momento pensé que Carmen se sentiría incómoda al encerrarla conmigo en mi habitación, pero ocurrió justo lo contrario, parecía que se sentía mucho más segura. —Vaya el mal trago que estamos pasando con el Marinero ¿verdad?—Le dije a Carmen tratando de quitarle hierro al asunto— —Creo que prefiero hablar de otra cosa, al menos hasta mañana—Me replicó— —¿Me has querido alguna vez?—No lo dije, mi boca lo expulsó sin preguntar a mi mente— —Claro, os quiero a todos muchísimo. ¿Crees que no me preocuparía si en vez de Agripino fueras tú?—Preguntó apoyando la parte superior de sus muñecas en la cintura como haciendo un jarrón—
  • 17. —No me has entendido Carmen. No importa.—Dije con un giro de cabeza leve— —Si te he entendido, pero tampoco creo que sea un buen momento para hablar de esto ¿verdad?— Me resigné. Acababa de soltar a la chica de mis sueños lo peor y en el peor momento. Soy un metepatas. Me sentí fuera de lugar, e incomodo. No volví a pensar en una noche alocada de pasión, porque lo único que podía pensar era que ella entendía que yo la queria de otra manera, y yo no sabía nada, me sentía totalmente desnudo frente a una mujer con un burka, ella sabe todo de ti, y tu nada. No es justo, no es lo natural. —¿Tienes hambre?¿Quieres comer algo?—Mientras decía esa frase volvía mi cara hacia ella, que había estado tumbada todo el rato en mi cama. Me di cuenta que no había escuchado nada de mi última frase, puesto que ya estaba profundamente dormida. Levante su cuerpo por sus rodillas,para sacarle las sabanas de debajo de su precioso culo y poder luego taparla con ella. Mire durante unos minutos sus labios, deseando besarlos, me acerque a ellos muy lentamente pero terminé desviando mi direccion hacia su mejilla. —Descansa niña de mis sueños— Le dije a la nada, porque nadie me escuchaba, excepto yo— A partir de aquí absolutamente toda la piel de mi cuerpo se erizó cuando escuche como Carmen mientras dormía comenzó a tararear en sueños aquella melodía de Beethoven, la agarre de los dos codos, a través de las sábanas y la zarandee despertandola. Pero cuando abrió sus párpados, sus ojos no mostraban sus pupilas, justo el mismo trance que le dió al oír la sonata de claro de luna desde el móvil del friki. —¡Carmen despierta! ¡Me estás asustando! Entonces gritó cómo se debe gritar de dolor cuando te clavan una espada en el corazón pronunciando un nombre: Giulietta Guicciardi. El grito que dió sólo pronunció más mi erizamiento de piel. Menudo susto de muerte, di un salto cuando cuatro golpes fuertísimos sonaron contra la puerta de mi habitación, estuvo a punto de sacarme el corazón por la boca. Era mi madre obviamente preocupada por los gritos, es lo natural. Le abrí la puerta temblando, no hubo intercambio de palabras alguno, mi madre se limitó a entrar, sentarse junto a Carmen y a diferencia de como yo lo había hecho hace un rato, la despertó muy suavemente. —¿Donde estoy? ¿Quien es usted señora?—Le preguntó a mi madre con la mirada puesta sobre ella como una lechuza— —Es mi madre Carmen, hemos venido a dormir a mi casa hoy. Estabas sufriendo una pesadilla—Le dije como queriendo restar importancia a sus gritos— Carmen me miró y aun no recordando nada, entendió solo mirando mis ojos lo que acababa de pasar. —Perdone señora, estaba teniendo una pesadilla—dirigiéndose a mi madre— —¡Me habeis asustado mucho! ¡No vuelvas a cerrar la puerta cariño!—Dijo mi madre volviendo la cabeza hacia mi— —Lo siento mamá, ha sido por inercia, cerré casi sin pensar. No vuelvo a hacerlo. Ya nos vamos a dormir—Dije mientras sacaba la cama nido que hay bajo mi cama— —Buenas noches chicos —Buenas noches Señora—Respondió Carmen— —Buenas noches mamá—Dije yo—
  • 18. Esperamos que mi madre llegara hasta su cuarto y comenzamos a conversar en voz muy bajita. —Carmen, has vuelto a pronunciar el nombre de Guilietta, y has tarareado esa canción.—Le dije susurrando— —Tienes que buscar más información sobre esa mujer—Me dijo también susurrando— Entonces saque el móvil, le desactive el sonido para que no sonara nada que pudiera llamar la atencion de mi madre de nuevo y volví a teclear ese maldito nombre.La unica información que encontre sobre ella estaba en inglés, asique me costo un rato traducir lo que leia, y no pude traducirlo entero, pero si entendí muchas cosas. —¡Mierda Carmen! —¿Que has encontrado?—Me pregunto inquieta en voz muy bajita— —¡Mierda Carmen!—Volví a decir— —¿Que?—Y esta vez no lo pregunto en voz baja— —Shhh..—Le dije moviendo la palma de mi mano de arriba abajo repetidamente— —Dime que has encontrado, me ha dado un escalofrío cuando me has mirado así—Volvió a susurrarme— —¿Recuerdas que os dije que Giulietta Guicciardi fue alumna de Beethoven? —Sí.—Respondió Carmen casi con un suspiro— —Aquí dice que la tal Giulietta también tuvo un romance con Él cuando ella tenía sólo 17 años, y que nunca pudieron casarse porque ella era de una clase más alta, pero que se amaban perdidamente. Y lo más sorprendente—Le dije dejando un largo silencio sin acabar mi frase— —¿Qué es lo más sorprendente?—Volvió a preguntar en voz alta— —¡Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!—Le dije tapándole sus dulces labios— —La Sonata de piano n.14, o sea, la sonata de claro de luna, es una composición que Beethoven le dedicó a Giulietta. Y cuando terminé de desvelar esta información, la cara de Carmen volvió a tornarse a auténtico terror, pero no el terror de las películas, ninguna actriz puede poner esa cara de terror si está fingiendo. Se llevó ambas manos a la boca, cubriéndosela, y dejó caer a peso plomo su cuerpo en la cama de nuevo. Yo tenía mucho miedo, pero ella tenía mucho mas, asi que me tocaba ser el fuerte. —Quizás todo son coincidencias Carmen.—Le dije mientras le acariciaba el brazo que fuertemente apretaba contra su pecho— —Sabes que no son coincidencias—Dijo volviéndose a incorporar y dándome un abrazo que esperé que nunca terminara— No hablé más, esa noche la pasé abrazado a ella, no la solté en ningún momento de la noche, lo sé, porque no llegue a quedarme dormido del todo, si de por sí me cuesta dormir cualquier día, imagina lo que puedo tardar en quedarme dormido sabiendo lo que acababamos de descubrir, y encima con la chica de mis sueños aferrada a mi. A la mañana siguiente me despertó el sonido del móvil de Carmen. Era Ale quien llamaba, también había llamado a mi móvil, pero anoche le desactive el sonido para no despertar a mi madre mientras buscaba informacion en internet. A Carmen la desperté con la conversación que mantenía con Ale desde su móvil.
  • 19. —¿Quien era?—Me preguntó mientras se desperezaba— —Era Ale. Le he contado lo que encontramos ayer. Al principio no se fiaba de mí, luego lo buscó lo que le conté mientras hablábamos, y ha encontrado lo mismo que yo, dándome finalmente la razón. Ha propuesto que vayamos hoy a la casa derruida, solo queda este día antes de que la policía se ponga a buscar al Marinero, y cuando eso pase si que no vamos a poder volver más a esa casa. Teníamos que hacerlo hoy o nunca. Partimos Carmen y yo paseando hasta la casa derruida, no sin antes desayunar algo. Hice unas tostadas con pan de molde, y un buen vaso de leche, mi madre trabaja por las mañanas, y mi padre seguía durmiendo en la habitación, se pasa todo el día durmiendo, así que teníamos la casa entera para nosotros, y tras un gran desayuno recargamos energías para el día. Tiene gracia, que los mejores y peores momentos de mi vida vengan todos justo en la misma época. Sin duda creía que lo peor que nos había ocurrido había sido lo de la casa de las tortugas, pero la vida no deja nunca de darte sorpresas. Parece que Ale ya tenía un plan trazado, lo sé por la seguridad con la que sugirió que debíamos ir de nuevo a la casa. De nuevo llegó el último al sitio donde quedamos, con Carmen, ni Ale ni David quisieron entrar sin nosotros. El manoslargas últimamente no hablaba mucho, y eso que sin duda era el más charlatán de todos, después de mí claro. —¿Para qué hemos venido otra vez aqui Ale?—Le pregunté al friki mientras nos adentramos en el caserío— —Aquí desapareció el Marinero, es el único sitio al que podemos acudir. ¿Donde, si no? Y tenía más razón que un santo. No teníamos nada, la policía empezaría una busqueda mañana y lo más probable es que acordonen la zona de la casa, nos llamarán para declarar que vimos, y esta claro que no podemos contarles lo que realmente sabemos. Ale sacó su móvil y empezó a hurgar en el. —Esto es lo que vamos a hacer.—Mientras nos mostraba su teléfono— ¿Confiais en mí?—Nos dijo el friki a todos— Yo asentí, David asintió a medias, y Carmen creo que ni estaba escuchando lo que hablábamos, de nuevo estaba en su mundo, parece que al visualizar aquella fachada a medio derrumbar su mente trajo recuerdos que no la dejaban centrarse en lo que conversabamos. Lo que el friki había hecho ni más ni menos era buscar la Sonata de Claro de Luna de Beethoven y reproducirla desde su móvil. Automáticamente Carmen empezó a convulsionar perdiendo el conocimiento. La agarré, si se llega a caer con el suelo lleno de jeringuillas tendríamos otro problema mas encima. —¿Que haces Ale?—Le grite furiosisimo— —Esta es la unica manera—Me grito igual de furioso que yo— —David, coge a Carmen y sácala de aquí, despiértala suavemente, y mientras grábala con tu móvil por si dice algo—Le dije al Manoslargas que estaba en shock— —No tengo móvil, me lo rompió el puto Friki—Dijo David sin salir del shock mientras miraba a Ale— —Usa el de Carmen—Le dije— —Es verdad—Dijo David, que comenzó a alejarse con Carmen en sus brazos por la puerta principal del caserío—
  • 20. El friki y yo buscamos aquella escalera derruida para subirla, era de día, así que se veía perfectamente donde había que pisar y donde no. El portaba su móvil como si de una antorcha se tratase, y yo caminaba junto a él. No era invierno, ni verano, pero me entró un repentino frío en los riñones, y empezaron a dolerme las palmas de las manos. Ambos temblabamos de frío, o de miedo, o de las dos cosas, mientras subíamos las escaleras no separamos ni un momento la mirada del hueco del pasillo que quedaba al final de esta. “Yo soy su madre” sonó desde el hueco de la escalera, con una voz que nos estremeció el cuerpo, eran las mismas palabras que pronunció Carmen cuando se desvaneció, pero esta vez la voz que las pronunció era la misma que tarareaba la sonata de claro de luna. —¿¡Giulietta eres tú!?—Dije, no muy seguro de lo que realmente estaba diciendo y en respuesta sonó un grito que duró unos 20 segundos, los 20 segundos más largos de mi vida. Un grito espeluznante sonó de menos a más, incrementando su volumen paulatinamente, en los últimos segundos que sonó me pareció que sonaba tan fuerte que toda la ciudad debería haberlo oído, un grito que nos escamó el cuerpo entero y que consiguió que Ale y yo huyeramos despavoridos hasta la avenida donde daba el caserío. Los transeúntes de la calle nos miraron atónitos, pero no parecía que fuera por haber escuchado aquel terrorífico grito, nos miraban atónitos porque observaban nuestras caras de pánico. —No podemos irnos Ale—Le dije temblando al friki— —Tio, tengo muchisimo miedo. ¿Has oído ese grito tio? No he oído en mi vida nada que diera más miedo—Me contestó Ale— —Volvamos a entrar vamos a buscar la habitación en la que visteis a la sirena. El tiempo se paró cuando dije esas palabras. Yo nunca he visto a la tal sirena, o mejor dicho, a la tal Guilietta, pero Ale si la vió, y yo al ver el gesto que hizo cuando escucho mi última frase casi pude sentir lo que sintió mi compañero al verla. —Vamos Ale, acabemos con esto ya, o esto nos perseguirá el resto de nuestros días—Le decía y al mismo tiempo le arrastraba de nuevo hacia el caserío— Todavia no habiamos cruzado de nuevo el umbral de aquel terrorífico lugar, cuando escuchamos “Salvadme, está loca”. Ale y yo no nos quisimos ni mirar, ambos sabíamos perfectamente que la voz que acababa de sonar era la del Marinero, ¡nos estaba pidiendo ayuda!. “Déjale marchar” le grite con las manos curvadas en mi mentón para amplificar el sonido. Lo siguiente que sonó desde el interior de la casa es indescriptible si no lo oyes, se entendió perfectamente un grito que provendría desde el infierno que dijo “¡Fuera de aquí!” Esta vez si estábamos fuera de la casa, y el grito de Guilietta se oyó desde fuera, pero ninguno de los viandantes que estaban cerca de nosotros lo escucharon, lo sé, porque si lo hubiesen escuchado tendrían el mismo temblor de piernas que nosotros. —Ale, si no entras conmigo, entraré yo solo.—Le afirmé al friki mientras caminaba hacia el interior— —No, gordo. Voy contigo.—Y corrió hasta mi posición no muy seguro de lo que estaba haciendo— Una vez cruzamos el umbral parecía que acabaramos de entrar en una cámara frigorífica al máximo. Me meti el suéter por dentro del pantalón, y crucé los brazos dejando cada mano en las axilas contrarias. Ale me vió e hizo lo mismo. Era evidente que el frío no era cosa de nuestra
  • 21. imaginación, sobre todo porque tanto el friki como yo respirabamos niebla. De nuevo el mismo grito espeluznante que oímos fuera pero esta vez con las vocales mucho más alargadas, Julie parecía realmente furiosa. Conseguimos terminar de subir las escaleras que acababan en un enorme pasillo. Una extraña sensación te impulsaba a caminar hacia la última habitación del fondo del pasillo hacia la izquierda. —Es por allí—Señaló Ale— Pusimos espalda contra espalda, él hacia delante, y yo mirando su retaguardia, yo caminaba de espaldas sin perder ni un detalle del pasillo, y controlando la salida. Iba tan asustado que cuando ale se agacho a recoger algo del suelo seguí caminando hacia atrás cayendo encima de él. —¿Que haces? ¿No has visto que me he parado?—Me dijo Ale— —Como voy a verlo si voy de espaldas. ¿Que has encontrado?—Le pregunté yo— —Es una nota escrita, y parece la letra del Marinero— —Déjame ver.—Le dije arrebatandole la nota de sus manos— La nota estaba escrita con restos de pintura roja, parecía sangre pero no lo era, la sangre es más oscura. No había duda, la pintura era el mismo tono que el tono de las pintadas de graffiti que había por todo el interior del caserío. Como siempre habíamos entrado de noche, nadie se había fijado en las pintadas, y la única vez que entraron de día fue para buscar al Marinero a la mañana siguiente, así que nadie se fijó en las paredes, pero ninguna de las frases escritas invitaba a entrar a la casa. Frases como “El demonio está aquí” o “Huye antes de que sea tarde, yo estuve como tu y ahora no puedo salir”. Supongo que las frases eran metáforas referidas a la droga, eso de “no puedo salir” parecía dejarlo bastante claro, o eso, o.. espera un momento. Julie murió en 1856, por tanto las mesas de ouija podrían dar una explicación, si es que alguna explicación se le puede dar a lo que está ocurriendo. La nota contenía un texto que decía: ” …No podrías ni creer que vida tan solitaria, tan lamentable he llevado durante los últimos dos años. Mi enfermedad se levanta ante mí como un espectro, y huí de la gente; debían creerme un misántropo, cuando lo soy tan poco. Este cambio lo ha realizado un hada, una joven muy querida; me ama y yo la amo, he aquí de nuevo, después de dos años, algunos instantes de felicidad, y es la primera vez que creo que el matrimonio me puede hacer feliz; por desgracia, ella no es de mi clase social, y ahora, a decir verdad, no podría casarme; debo realizar aún una dura labor.” Y estaba firmada por Ludwig Van Beethoven. ¿Por que estaría firmada por Beethoven, y escrita con la letra del Marinero? ¿Y en español? Beethoven era alemán. —No puede ser Ale, no tiene sentido.—Le explique al friki sin levantar la vista de la nota— —¿Que pone? —Aquí pone un texto firmado por Beethoven. —Pero es la letra del Marinero. —Por eso no tiene sentido friki. Comenzó Julie a tararear la sonata, que se escuchaba perfectamente como procedía de la habitación hacia la que estábamos caminando. Humo negro empezaba a emanar del marco de la puerta de dicha habitación, Ale y yo nos quedamos inmóviles. Yo me guardé la nota. Tras el humo negro, apareció lo que me confirmaría, que la imagen más traumática de mi existencia no iba a ser la de la señora de las tortugas.¡Era Julie! No era ninguna ilusión óptica, ¡era real!, teníamos la claridad de la mañana para no tener que frotarte los párpados antes de creer lo que
  • 22. estás visualizando. Los músculos se me atrofiaron y quedé paralizado, se acercaba hacia nosotros una mujer con vestido de seda como del siglo XIX, con un velo que cubría parte de su cabello y flotaba sobre el humo color azabache. Su rostro no estaba dibujado, no había expresión alguna en él, aunque podías notar como te estaba mirando fijamente, era la forma de la cara de la Italiana de la fotografía que vimos, pero no había nada en ella. Continuó acercándose hacia nosotros que permanecíamos paralizados y en completo estado de shock. Ahí pude observar que bajo el vestido no parecía que hubiera ningún cuerpo, de hecho, no solo flotaba, si no que ese ser parecían no tener piernas, seguía tarareando la maldita sonata conforme se acercaba mas y mas a nuestra posición. ¡Nos atravesó! y el frío que traía en el cuerpo se decuplicó, y vi millones de imágenes comprimidas en un segundo. Creo que pude ver extractos de la vida de Julie, rodeada de lujos, pero falta de lo único que realmente quería, un hijo del gran Ludwig, creo que tambien pude sentir el amor que Julie le tenía al compositor, y la rabia de que su vida le había deparado un destino muy diferente al que ella deseaba. Se prometieron una familia que jamás pudieron concebir, y Julie no podría descansar en paz hasta que lo consiguiera. Se amaban locamente, estaban hechos el uno para el otro, pero el hombre como siempre, pone límites al hombre, limite sociales, límites de clase, o de raza, la eterna historia del mundo. Han pasado mas de 300 años desde que ella murió, y a aguardado desde entonces hasta ahora hasta que su sangre, que es la misma que porta la madre del Marinero, se uniera con la sangre bendita de un Van Beethoven, que no me queda otra que pensar, que es la sangre del padre del Marinero, el marinero real. ¿Pero si ella está muerta, como pretende llevarse al Marinero? Tras unos pocos minutos, los suficientes para que salieramos del shock en el que estabamos inmersos, agarre al friki apretando con mi pulgar la parte interior de su codo: —Ale, tenemos que entrar a la habitación. No respondió, actuó como si de un enfermo mental se tratase y caminó conmigo hasta la habitación. Allí yacía el cuerpo sin vida del Marinero, colgado por su cuello de una soga que colgaba de una de las vigas del techo derruido de la habitación. Nos sobrecogió. —Ella le obligó—Le dije a Ale y luego rompí a llorar— —No podíamos hacer nada gordo, ya está todo, hemos llegado hasta el final—Me dijo mientras me prestaba su hombro como reposacabezas— Al día siguiente, por la mañana, la policía fue al caserío, y nos interrogaron a Carmen, David, Ale y a mi. Todos contamos la historia que querían escuchar, la única que iban a creer. Que yo estaba en casa dormido la noche que el Marinero desapareció, y que Ale, David ,Carmen y Agripino entraron al caserío a hacer una de nuestras aventuras, que el Marinero le dijo a Carmen que actuase como si Él se hubiera perdido, y que la broma al final se hizo realidad. El forense dictaminó que el cuerpo del Marinero había muerto la mañana anterior, es decir, cuando el friki y yo entramos en el caserío por última vez. Nunca sabremos si el Marinero se suicidó porque no encontró otra salida, o si Julie le obligó a hacerlo para poder llevárselo con ella. Ninguno de nosotros fue culpado, porque, además de la coartada que todos teníamos, el cuerpo del Marinero estaba colgado a 4 metros del techo, y ninguno de nosotros podríamos haberle asistido el suicidio a esa altura. Asi que no hubo juicio, ni sentencia.
  • 23. El caso se finalmente cerró como suicidio, a secas. La madre del marinero se suicidó al día siguiente de conocer la noticia. Nadie en el barrio lloró la muerte de esa mujer, aunque sí la del Marinero. Ambos fueron incinerados y tirados al mar, según la abuela paterna del Marinero, para que pudieran reunirse de nuevo con su hijo. Lo que nunca sabrán es que el Marinero no estará con su padre, o al menos no con su padre el Marinero, si no con su padre el Compositor y con Giulietta que al final si.. —¡Venga ya papá! Siempre te estás inventando esas historias.—Exclamó mi hijo mayor interrumpiendo lo que estaba contando—¿Y qué pasó con la nota que encontrasteis entonces, por qué la escribió?—Añadió— —¿Te refieres a esta?—Le respondí mientras saque de mi bolsillo la nota que había escrito el Marinero aquella mañana—Nunca supimos por qué la escribió, quizás Julie al ver que veníamos a salvar a nuestro amigo, hizo que escribiera la carta que Beethoven escribió un día para que lograramos entender su historia.— Se sorprendió el mayor de mis descendientes, pero de nuevo volvió a poner la cara de incredulidad que le caracteriza diciendo; —¡Venga ya papa! Esa nota la has podido escribir tu hoy mismo, arrugar el papel, y luego usarla para corroborar tu historia. No me la creo—Me insistió —Papá. Y entonces, la Carmen de la que hablas en la historia es Mamá, ¿verdad?—Me preguntó mi pequeña Julie a lo que asentí con la mirada sonriendo— —No deberías ser tan indréculo Agripino, no es natural—Le respondí a mi hijo mayor. —Mi profesor de Historia informática siempre nos dice que la mayoría de información que se albergaba en Internet en aquellos entonces solía ser errónea y escrita por cualquiera.—Me dijo Agripino derrochando más incredulidad aun— —Puedes buscar información en tus lentillas de control sobre la historia de Giulietta Guicciardi y Ludwig Van Beethoven, no te estoy hablando de Historia informática, esto es Historia, a secas, estaba escrita en los libros mucho antes de que existiera Internet, ni siquiera la Televisión. Casi por arte de magia,aunque no lo era, en ese justo momento entró mi mujer en el salón interumpiéndonos. Llevaba todo el rato fuera escuchando la historia desde el pasillo pero no entro para no interrumpirme mientras la contaba,porque afortunadamente a ella, desde que somos críos le encanta escuchar mis historias. Se sentó junto a nosotros y pronunció las siguientes palabras: —Agripino, esta vez, tu padre no está mintiendo. —¿Como que esta vez?—Le dije a Carmen pellizcandole el precioso culo que aun sigue teniendo— —¿Y qué pasó con el Hombre Queso, papá?—Me preguntó ansiosa la pequeña Julie— —Esa historia, os la cuento mejor otro día.—Le respondí entre risas— FIN