El documento habla sobre la costa occidental de Islandia, conocida como el verdadero Finisterre de Europa, que está habitada por miles de aves marinas como frailecillos. Las aves son admiradas por los turistas para ser fotografiadas y por los islandeses para ser cocinadas. La isla también se caracteriza por abundante agua dulce en ríos, lagos y glaciares, así como agua caliente en baños termales, aunque no toda el agua es apta para el baño.