2. “Un mandamiento nuevo os doy:
Que os améis unos a otros;
que también os améis unos a otros”
Juan 13:34
3. “cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a
Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo
bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38)
Desde su niñez hasta la cruz, Jesús mostró
una disposición cariñosa y constante a
servir a otros, sin tener en cuenta sus
propias necesidades.
El amor y la misericordia constante y
permanente eran los principios que
motivaban todas sus acciones: “como
había amado a los suyos que estaban en el
mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13:1)
Los principios básicos que impulsaron sus
acciones, y que Él nos invitó a imitar son:
1. El amor al prójimo.
2. El servicio abnegado.
3. El amor a nuestros enemigos.
4. “Así que, todas las cosas que queráis que
los hombres hagan con vosotros, así también
haced vosotros con ellos; porque esto es la
ley y los profetas” (Mateo 7:12)
Jesús repitió en diversas ocasiones el antiguo
mandamiento de amar al prójimo (del latín
“proximus”, cercano), y vivió de acuerdo con él.
Para eliminar el concepto erróneo de que
el prójimo son solamente los judíos
(o nuestros amigos), relató la experiencia
del “buen samaritano”.
A través de la “regla de oro”
(Mt. 7:12) nos enseñó a amar a
todos los hombres, tratándolos
como nos gustaría que nos
tratasen a nosotros.
5. “Lo que es de valor ante Dios no son las palabras
elocuentes ni la profesión de piedad y santidad,
sino las obras de justicia que revelan un carácter
como el de Cristo. Obedecer la ley significa ser
rápidos para ver las necesidades de nuestros
prójimos, y rápidos para ayudarlos sin detenernos
a preguntar si ellos creen en las mismas doctrinas
que nosotros. Obedecer la ley significa ser la mano
ayudadora de Dios para aliviar las necesidades de
la sufriente humanidad sin importar las creencias
religiosas de los que están en necesidad. Los que
hacen esta obra son leales a la verdad de Dios y
están viviendo el evangelio”
E.G.W. (Review and Herald, 9 de abril de 1908)
6. “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de
beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis;
enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25:35-36)
El servicio abnegado fue, sin duda, un
rasgo característico del ministerio de
Jesús. Él se compadecía de la gente y
procuraba aliviar sus cargas.
Un rasgo característico en la vida de
todo creyente, debe ser también la
preocupación por las necesidades de
los demás.
“La religión pura y sin mácula delante
de Dios el Padre es esta: Visitar a
los huérfanos y a las viudas en sus
tribulaciones, y guardarse sin
mancha del mundo” (Santiago 1:27)
7. “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a
los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen,
y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44)
¿Qué actitud debemos tener con nuestros enemigos?
Hacer buenas
acciones con
ellos
Con los que
tienen una
actitud hostil
Hablar bien de
ellos
Con los que
nos ofenden
con sus
palabras
Interceder por
ellos ante Dios
Con los que
abusan de
nosotros
Al amar a nuestros enemigos estamos
viviendo por encima de los bajos
estándares del mundo y evidenciamos
nuestra comunión cercana con nuestro
Padre celestial.
8. “El que dice que permanece en él, debe andar
como él anduvo” (1ª de Juan 2:6)
Podemos amar a nuestros enemigos
porque Dios nos amó primero, aun
cuando éramos sus enemigos (Rom. 5:10).
Cuanto más percibimos y
experimentamos el amor del Señor por
nosotros, más fluye su amor en nosotros
hacia los demás, incluso hacia nuestros
enemigos.
Además de renovar diariamente nuestra
aceptación de la muerte de Cristo por
nosotros, también necesitamos rendirle
nuestra voluntad y permanecer en él.
Así como Jesús mismo no buscó su propia
voluntad sino la del Padre (Juan 5:30),
también nosotros debemos depender de
Cristo y de su voluntad. Pues, sin él, no
podemos hacer nada.
9. “En el transcurso de nuestra vida se nos
presentan muchas oportunidades de servir.
Alrededor de nosotros hay puertas abiertas
que conducen al servicio. Mediante el uso
correcto del talento del habla podemos
hacer mucho para el Maestro. Las palabras
ejercen una influencia benéfica cuando
están contrapesadas por la ternura y la
simpatía de Cristo. El dinero, la influencia,
el tacto, el tiempo y la energía, son talentos
que se nos han confiado a fin de que seamos
más útiles para los que nos rodean, y para
que honremos más a nuestro Creador”
E.G.W. (Cada día con Dios, 29 de febrero)