2. Santiago 3:13-4:10
CÓMO SER SABIO
Santiago 3:13-14
DOS CLASES DE SABIDURÍA
Santiago 3:15-18
SABIDURÍA
«PASIONAL»
Santiago 4:1-4
CONFLICTO DE
SABIDURÍAS:
PASIONAL => SOBERBIA
DE LO ALTO => HUMILDAD
Santiago 4:5-6
SABIDURÍA
DE LO ALTO
Santiago 4:7-10
3. ¿Qué significa la expresión
«sabia mansedumbre»?
El que es sabio y entendido tendrá
una conducta coherente, exenta de
celos y rivalidades.
Según Deuteronomio 4:6, cuando el
pueblo de Dios está formado por
creyentes «sabios y entendidos», es
un poderoso e innegable testimonio
para todas las naciones.
La posesión de un vasto conocimiento, por sí sola,
no hace sabio a nadie. La mansedumbre de la
conducta es la que distingue al hombre que es
verdaderamente sabio.
4. «porque esta sabiduría no es la que
desciende de lo alto, sino terrenal,
animal, diabólica. Porque donde hay
celos y contención, allí hay
perturbación y toda obra perversa»
(Santiago 3:15-16)
«Pero la sabiduría que es de lo alto es
primeramente pura, después pacífica,
amable, benigna, llena de misericordia y
de buenos frutos, sin incertidumbre ni
hipocresía. Y el fruto de justicia se
siembra en paz para aquellos que hacen
la paz» (Santiago 3:17-18)
Si la persona que dice ser sabia y
entendida provoca disputas y tiene celos
de otros, su sabiduría no viene de lo alto.
Es impulsada por los demonios
(diabólica).
El fruto que este tipo de «sabios»
cosecha en la iglesia es: «contiendas,
envidias, iras, divisiones, maledicencias,
murmuraciones, soberbias, desórdenes»
(2ª de Corintios 12:20)
El fruto de la sabiduría que viene de
Dios («de lo alto») es completamente
distinto al terrenal.
Todos queremos una iglesia así: pura,
pacífica, amable, benigna,
misericordiosa, llena de buenos frutos,
sin incertidumbre ni hipocresía.
Y todos podemos tenerla… comienza
pidiéndole a Dios sabiduría de lo alto, y
viviendo en consonancia con ella.
5. «¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de
vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y
no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y
lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís,
porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites» (Santiago 4:1-3)
La vida cristiana involucra una batalla larga contra
«la carne» (Gálatas 5:17) que, si no está
gobernada por «la sabiduría que es de lo alto»,
afecta a la iglesia misma y provoca problemas
entre los creyentes.
Santiago deja clara la inutilidad de dejarse llevar
por las pasiones:
Codiciáis, pero no
tenéis lo que deseáis.
Matáis y envidiáis, pero
no podéis apaciguar
vuestros celos.
Lucháis, pero no
conseguís lo que
deseáis.
Pedís para satisfacer
vuestros deleites,
pero no recibís.
6. «¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del
mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que
quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de
Dios» (Santiago 4:4)
¿Qué clase de adulterio están
cometiendo estos «sabios»?
«Hijo de hombre, notifica a
Jerusalén sus abominaciones…
te hiciste imágenes de hombre
y fornicaste con ellas…
fornicaste con los hijos de
Egipto… Fornicaste también con
los asirios… Multiplicaste
asimismo tu fornicación en la
tierra de Canaán y de los
caldeos… como mujer adúltera,
que en lugar de su marido
recibe a ajenos» (Ezequiel 16:2-32)
E.G.W. (A fin de conocerle, 29 de octubre)
«Las Escrituras proporcionan
abundante evidencia de que es
más seguro unirse al Señor y
perder los favores y la amistad
del mundo, que acudir al
mundo en busca de favor y
apoyo olvidando nuestra
dependencia de Dios»
7. «¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar
en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice:
Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes» (Santiago 4:5-6)
«La amistad que los miembros de la
iglesia sienten por el mundo, apena
al "celoso" Espíritu de Dios porque
él anhela y busca nuestro afecto
indiviso. El celo humano es egoísta;
el de Dios sencillamente refleja su
intenso interés por el bienestar de
sus hijos» (CBA, sobre Santiago 4:5)
Dios nos da su gracia para resistir el
egoísmo y crecer en la humildad.
8. «Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las
manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y
vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará»
(Santiago 4:7-10)
La sabiduría de lo alto nos da poder para resistir
al diablo. Pero primero hemos de cumplir un
requisito: Someter nuestra voluntad a Dios.
Una vez resistida la tentación,
queda un trabajo por hacer:
1. Limpiar nuestras manos (de pecado)
2. Purificar nuestros corazones.
3. Afligirnos, llorar y lamentar nuestro
pecado.
4. Humillarnos ante el Señor.
Nuestra recompensa será la
exaltación por parte de Dios.
9. «No basta poseer ciencia. Debemos tener la
capacidad de usar rectamente el
conocimiento. Dios nos exige que nuestra
conducta sea buena, exenta de rudeza y
vanidad. No habléis palabras vanidosas ni
autoritarias o rudas, porque éstas
engendrarán rencillas. En cambio,
pronunciad palabras que impartirán luz,
conocimiento, instrucción; palabras que
restauren y edifiquen. Un hombre
demuestra que posee verdadera sabiduría
cuando usa el don del lenguaje para crear
música en el alma de los que están tratando
de cumplir la obra que se les ha
encomendado, y necesitan ánimo»
E.G.W. (Meditaciones matinales 1952, 17 de abril)