2. Se han jugado 19 Mundiales entre 1930 y 2010, pero escoger las mejores
cinco ediciones del torneo no es una tarea fácil. Las primeras Copas del
Mundo estuvieron marcadas por el desorden logístico (sólo cuatro
selecciones europeas acudieron a Uruguay 1930, mientras que dos
conjuntos sudamericanos fueron a Italia 1934), y las más recientes por la
excesiva cautela de seleccionados con mucho temor a perder (desde 1990 a
la fecha, el único Mundial que no se convirtió en un festival defensivo fue
Francia 1998).No obstante, hubo una época, entre mediados de la década
del 50 y la del 80, en la que se vio un juego mayormente ofensivo, partidos
apasionantes y más de un batacazo histórico. En esa época se encuentran
los cinco mejores Mundiales de la historia. 5. Suecia 1958
.
3. El Mundial que convirtió a Diego Maradona en uno de los más grandes de
la historia. Nunca un jugador fue tan determinante para su selección como
Pelusa. Además de anotar un doblete en semifinales y dar la asistencia al
gol de la victoria en la final, Pelusa se encargó él solo de eliminar a
Inglaterra con dos goles legendarios: el más hermoso de los Mundiales, en
el que arrancó desde mitad de cancha y dejó a medio equipo inglés
desairado; y el más tramposo, la Mano de Dios. Pero hubo otros grandes
animadores del torneo, como la Dinamarca de Preben Elkjaer y Michael
Laudrup, capaces de golear 6-1 al Uruguay de Enzo Francescoli para
luego perder 5-1 contra la España de Emilio Butragueño; los anfitriones,
con Hugo Sánchez y Manuel Negrete, autor del mejor gol de la historia
mexicana, un tijerazo espectacular ante Bulgaria. ¿Y quién puede olvidar
el gran duelo entre Brasil y Francia en cuartos de final? ¿Quién se podría
imaginar a Platini, Zico y Socrates errando un penal en el mismo partido?
4. Un torneo que lo tuvo casi todo: el mejor equipo de todos los tiempos, Brasil, en el
que convivieron cinco auténticos números diez (Pelé, Jairzinho, Rivelinho, Gerson,
y Tostao) en un 4-3-3; la mejor atajada de la historia (Gordon Banks a Pelé); una
auténtica revelación, el Perú de Héctor Chumpitaz y Teófilo Cubillas; y una final en
la que el bien (el jogo bonito de los brasileños) venció al mal (el catenaccio
ultradefensivo de los italianos). Quizá la única razón por la cual no fue el mejor
Mundial de la historia es que la campaña triunfal de la Canarinha —seis victorias
en seis encuentros, con 19 goles a favor y 7 en contra— nunca estuvo en duda.