Ibiza ha sido habitada desde la Edad de Bronce, con pueblos ibéricos como los primeros residentes. Los fenicios y griegos establecieron colonias, y los cartagineses fundaron la ciudad de Ibosim en el siglo VII a.C. Tras la dominación romana, vándalos y bizantinos gobernaron la isla antes de que los musulmanes la controlaran entre los siglos X y XIII. Jaime I de Aragón conquistó Ibiza en 1235, expulsando a la población musulmana. En la actualidad, el
1. Durante el Neolítico, la Edad de Piedra reciente, Ibiza fue lugar de paso de marineros
dedicados al comercio y no consta que tuviese población estable.
Se han encontrado vestigios que prueban que la isla estuvo habitada durante la Edad
de Bronce. Los primeros pueblos que habitaron la isla fueron de origen ibérico.
Durante el milenio anterior a nuestra era llegaron a la isla los fenicios y posteriormente
los griegos quienes la denominaron, junto a Formentera, "Islas Pitiusas" -lugar de
pinos- en griego.
Ibiza fue fundada por los cartagineses. En el 654 los cartagineses fundaron la ciudad de
Ibosim, una fortaleza estratégica y comercial y un excelente puerto natural para sus
navíos, e iniciaron la explotación de las salinas.
De la cultura púnica se conservan la Necrópolis de Puig des Molins y el Templo de
Tanit.
Tras la caída de Cartago en el 146 a.C. y hasta el 70 d.C., Ibiza se convirtió en centro de
piratas, motivo por el cual Roma decidió ocuparla y en el año 70 fue incorporada a
Hispania con el nombre de Ebusus.
En el 426 Ebusus fue devastada por los vándalos de Genserico que la incorporó a su
imperio norteafricano. En el 554 pasó a manos bizantinas.
De 902 al 1229 Ibiza estuvo bajo el dominio musulmán con la denominación de
Yebisah. Al comienzo de este dominio la isla dependía del emirato de Córdoba y, más
tarde, del reino Taifa de Denia, hasta que en el 1080 el reino moro de Baleares se
declaró independiente.
La isla alcanzaría su apogeo económico en los siglos XI y XII.
En 1114 fue ocupada por las tropas de la República de Pisa y las catalanas del conde
Ramón Barenguer III, con escaso éxito pero con un gran botín, pues tuvieron que huir
tras pedir los musulmanes ayuda a los almorávides.
En 1235 Gillerm de Montgrí, con el beneplácito del rey Jaime I de Aragón el
Conquistador, tomó la isla para la Corona de Aragón y expulsó o esclavizó a la
población musulmana, repoblando la isla con gente del Ampurdán, Barcelona y
Tarragona.
El rey Jaime II de Mallorca otorgó a Ibiza un gobierno municipal que perduraría hasta
los Decretos de Insaculación de 1454.
En 1522 las germanías de Mallorca intervinieron la ciudad, entrando Ibiza en un
periodo de miseria endémica, acrecentada por el cambio de rutas hacia el Atlántico a
2. partir de los descubrimientos de 1492, por los ataques de los turcos en 1536 y por la
gran peste de 1652.
Tras la Guerra de Sucesión a la Corona española entre austriacos y borbones, el rey
Felipe V despojó a Ibiza, por su apoyo a los perdedores austriacos, de las rentas de sus
salinas, explotadas desde la época de los cartagineses, y suprimió sus órganos de
gobierno tras promulgarse el Decreto de Nueva Planta.
El empobrecimiento de la isla continuó durante todo el siglo XVIII, pese a la creciente
actividad naviera por el auge de los corsarios y al importante cultivo del almendro.
Las diferencias entre los habitantes de la ciudad de Ibiza y el campesinado fueron a
más y, a principios del siglo XIX, las tensiones sociales estallaron. Los payeses armados
fueron contra la ciudad, aunque fueron derrotados y juzgados sumariamente en 1824.
En tiempos de la Restauración, tras nuevas movilizaciones, muchos campesinos fueron
expulsados de la isla.
A partir de 1868 Ibiza se benefició de la aportación de los capitales procedentes de
Cuba y del establecimiento de los servicios regulares de barcos con la península,
iniciándose una lenta recuperación hasta la Guerra Civil. Durante la Guerra Civil Ibiza
sufrió los ataques de ambos bandos con más perdidas personales que materiales.
Ibiza como importante centro turístico
A partir de 1960 en Ibiza, como en todas las Baleares, comenzó un frenético
crecimiento turístico que aquí tuvo personalidad propia, con el movimiento hippie, y
que con el tiempo derivaría en un turismo joven y discotequero, convirtiéndose en la
capital de la fiesta joven en Europa.
La belleza y el clima de la isla, con preciosas calas y playas, ha hecho que el turismo
haya traído gran riqueza a la isla y, de hecho, se haya convertido en un monocultivo,
junto al de la construcción.
En la actualidad Ibiza sigue siendo sinónimo de fiesta y vida nocturna. En ella se
encuentran las mejores discotecas del mundo, motivo por el cual numerosas líneas de
bajo coste ofrecen viajes desde todos los puntos del continente durante toda la
temporada estival.