1. La amante: Venus, el poder de la sensualidad
Venus es la diosa del amor, la sensualidad y la belleza, rige en las mujeres
las experiencias del amor, del encuentro con la belleza, la sexualidad y la
sensualidad. Las mujeres se transforman volviéndose seductoras,
sensuales, mágicas. Es una derivación del arquetipo destructor pero con
una connotación de seducción y deseo y un aspecto más sexual. Es la
imagen perversa del sexo femenino, que establece su poder en base a
atrapar y poseer a través del deseo para procurar un final terrible al seducido. Desde las figuras
ancestrales como las sirenas hasta el concepto de “mujer fatal” de nuestros días, este arquetipo
siempre ha estado muy presente como un aspecto amenazador de las mujeres, sin embargo en la
mayoría de mitos que encontramos al respecto siempre hay un castigo que se inflige a la mujer
como moraleja para intentar aplacar este aspecto femenino.
La mujer como símbolo de la tentación siempre ha sido un elemento recurrente en el imaginario
colectivo, pero esto implica un componente de culpa que aun hoy se paga muy caro. Son las
mujeres las que engañan a los hombres haciéndoles perder su control quedando ellos así exentos
de culpa y mereciéndose ellas las consecuencias y castigos que esto acarree. En muchos casos
actuales de juicios por violación y castigos por adulterio vemos muy plasmado este aspecto.
La Madre: (Virgen)
El mito de la madre siempre ha estado ligado a símbolos de protección y
creación. El símbolo de madre siempre ha sido venerado por la humanidad
dotando a la maternidad de un componente mágico (como en la figura de
Isis), pero en muchas sociedades podemos ver como a la figura de la madre
siempre va acompañada de conceptos de resignación, sacrificio y entrega
(Hera, María…), la madre es la mujer que se entrega en favor del otro, que
se abandona a sí misma para criar a sus hijos, transformando la capacidad
de protección y nutrición en sacrificio y servidumbre , estos conceptos son muy peligrosos ya que
gran parte de los defensores de la sumisión de la mujer se basan en este “arquetipo barnizado”
valorando a la mujer en base a su capacidad de renuncia y sacrificio.
Otra peculiaridad que encontramos en muchas culturas patriarcales es la figura de madre/virgen
(Virgen María, Coatlicue, Anahita…) que intenta desligar la sexualidad de la maternidad,
criminalizando una y santificando la otra (cuestión que daría para escribir un libro entero). Por un
lado vemos un aspecto de veneración a la capacidad creadora de la mujer más allá de su
interacción sexual con el hombre, pero por otro lado vemos un rechazo al carácter sexual
femenino intentando eliminar este aspecto tan temido de la figura idealizada de mujer y madre.
El arquetipo de la madre es también un reflejo importante de la necesidad de la mujer de realizar
el instinto de protección y cobijo que anida en su naturaleza en el hijo aún no nacido. El vientre es
un elemento central, por su poderosa carga psicológica y espiritual, en la mitología de la iniciación
y la transformación, ya que es en el vientre donde se fragua la nueva vida y se destila la esencia de
lo femenino. El momento de la maternidad es de fuerza y energía pero, a diferencia de lo que
ocurre en el momento de la virginidad, es una energía cargada de abnegación, basada en el amor y
que genera armonía. Su momento es el de la fertilidad, la concepción y la vida.
2. La débil: Siempre se ha asociado a las figuras femeninas con los roles de
mujer dependiente, por lo general interesada en el compromiso y las
relaciones, suelen ser figuras que siempre buscan la relación junto al
hombre. La figura de mujer débil y no luchadora ha tenido siempre una
aceptación muy generalizada, su antítesis que sería la mujer guerrera ha
sido considerada una figura exótica considerada como entretenimiento
y fantasía sexual (véase el caso de las amazonas), o prohibido y
considerado “no propio” de la naturaleza femenina.
Se tiende a valorar mucho la mujer sumisa y obediente, que no exprese su ira, ya que
normalmente a una mujer furiosa se la ridiculiza y veta no considerándola como “fuerte” sino
como “histérica”.
En la mayoría de los casos se ha disociado la figura de guerrera de la de esposa, llevando este
pensamiento a la conclusión de que las mujeres deben elegir entre ser amadas y sumisas o ser
fuertes pero verse solas. Este hecho llevó (y todavía lleva en gran parte del mundo) a muchas
generaciones de mujeres a tener que debatirse entre sus sueños y el amor, y gran parte de ellas
ven su camino doblemente truncado al ser forzadas a casarse, tratadas como mercancía familiar e
imposibilitadas para ejercer una profesión.
La que no sabe: Se ha considerado a la mujer como la que no sabe, la
que necesita que el otro le diga lo que debe o cómo hacer.
Normalmente a las mujeres siempre se les ha atribuido un conocimiento
innato de los procesos naturales, pero sin embargo se les ha dificultado
muchísimo su acceso a la educación y formación, relegándolas al campo
doméstico.
Las mujeres han desempeñado desde entonces labores de educación y
formación pero sin ser consideradas eruditas, se las ha considerado incapacitadas intelectuales en
muchos casos y se ha marcado un techo de cristal a partir del cual las labores las desempeña el
hombre de una manera “profesional” así hay diferencias que hoy en día perduran como Cocinera-
Chef, Modista-Diseñador, Enfermera-Doctor…
Su antítesis sería la MUJER SABIA, las mujeres han sido valoradas únicamente por Su capacidad
reproductiva, causando así el gran pánico a envejecer y la lucha feroz contra el tiempo al ser
consideradas como “inservibles” una vez completada la etapa fértil.
3. El rey.- Este es un mito de mucho prestigio en las
sociedades patriarcales, se dice comúnmente: “nace un
hombre, nace un rey”. Esto quiere decir que desde niño
este hombre tiene que comportarse como un Rey y que
las demás personas deben acostumbrarse a tratarlo
como tal. Según este mito, el hombre que actúa como
Rey, busca permanentemente ejercer el poder y el
control porque necesita que se le obedezca y que se le
reconozca su autoridad. El mito del Rey nos lleva a los
hombres a ejercer un poder de dominación. Aunque el
rey tiene también un papel de protección. Desde esa posición trata de ejercer su poder para
establecer relaciones solidarias entre las personas que están bajo su mandato. Esta faz de la
autoridad real es subsumida en la sociedad, la cual prefiere fomentar las características del Rey
que domina, del rey soberbio.
El Guerrero.- Es un mito que se caracteriza por
la necesidad permanente de defender y
proteger el territorio, para lo cual debe ser
valiente y muy frío en la expresión de sus
sentimientos. Siempre debe aparecer como “le
fuerte” y “el duro”.
Efectivamente, el guerrero ama el riesgo y el
peligro y se comporta en forma violenta para
poder cumplir con su deber. El mito del
Guerrero trae consecuencias negativas a los
hombres pues, por dedicarse al cumplimiento de ese su papel, descuidan otras áreas de la vida y
se vuelven insensibles.
El Mago.- Hace referencia a la sabiduría, a los conocimientos. En el
contexto de la masculinidad hegemónica, el “hombre mago” es aquel
que “lo sabe todo” y siempre tiene la razón. Aunque le gusta ayudar y
compartir sus conocimientos con los demás, la necesidad de que
reconozcan que él es el que sabe es lo permanente.
El hombre mago tiene mucho poder de convencimiento sobre las
demás personas y siempre se las ingenia para encontrar una solución
a los problemas esto es lo positivo. Lo negativo es que no acepta la
visión del otro y no tiene resistencia a la crítica
4. El Amante.- Este mito sobrevalora la sexualidad. EL hombre que
vive dentro de este mito organiza su vida alrededor de las
aventuras sexuales. El hombre amante se involucra en problemas
debido a su comportamiento sexual, ya que puede mantener
relaciones de pareja con varias mujeres al mismo tiempo. No
piensa en lo que va a hacer, se deja llevar por el impulso, por el
deseo sexual, sin medir las consecuencias. Por tanto, dedica
buena parte de su tiempo útil a la seducción y a la conquista.