El documento proporciona una panorámica de la situación actual de las diversas iglesias ortodoxas, incluido el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, la Iglesia ortodoxa de Grecia, la Iglesia de Chipre, el Patriarcado de Alejandría, el Patriarcado de Antioquía, el Patriarcado de Jerusalén y el Patriarcado de Moscú. También discute brevemente el papel de las misiones militares en el derecho internacional público y cómo han evolucionado para abordar las nue
Informe sobre la situacion juridica del patriarcado ortodoxo de constantinopla y sobre las misiones militares-JOSÉ PLAZA
1. INFORME SOBRE LA SITUACION JURIDICA DEL PATRIARCADO ORTODOXO DE
CONSTANTINOPLA Y SOBRE LAS MISIONES MILITARES, COMO PRESUNTOS
SUJETOS DEL DERECHO INTERNACIONAL PUBLICO
Con el nombre de ortodoxa se conoce a la iglesia oriental bizantina que se separó de la
Iglesia católica romana en 1054, tras la excomunión lanzada en Santa Sofía de
Constantinopla por el Legado pontificio Cardenal Humberto de Silva Cándida, contra el
Patriarca constantinopolitano Miguel Cerulario.
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A raíz de su separación de Roma, se fue fragmentando en iglesias autónomas, que han
conservado la unidad doctrinal y de culto, pero no la de jurisdicción. La razón última de
esta subdivisión en iglesias independientes estriba en el concepto episcopal-patriarcal
nacido en Oriente acerca de la estructura jurídica de la Iglesia, acoplado a la realidad
política e histórica de Bizancio. Esta concepción de Iglesia estatal se fue extendiendo
desde la Iglesia ortodoxa griega hacia los pueblos de raza eslava, culminando en el
pueblo ruso.
A continuación ofrecemos una panorámica de la situación actual de las diversas
circunscripciones ortodoxas haciendo referencia a la historia de cada una de ellas:
1. Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. Al separarse de Roma el Patriarcado
Ecuménico de Constantinopla se separaron con él todas las iglesias pertenecientes a su
demarcación jurídica, sin que se lograra la reunificación, a pesar de los intentos de los
Emperadores romanos de Oriente de la estirpe de los Paleólogos (S. XIII y XV). Cuando
cayó Constantinopla en poder de los turcos (1453) éstos sometieron al Patriarca
Ecuménico todos los territorios cristianos del imperio conquistado por ellos.
Constantinopla no sólo tenía una primacía honorífica sobre los otros obispados orientales,
sino también una primacía de jurisdicción, a par con el rango político de la ciudad. Al
disminuir la importancia política decreció paralelamente su influjo eclesiástico, dando lugar
a un progresivo relajamiento de la unidad ortodoxa. Actualmente su campo de influjo es
reducido. Bajo su jurisdicción se hallan los ortodoxos del arzobispado de la misma
Constantinopla, junto con las metrópolis de Calcedonia, Derki y los exarcados (u
obispados muy lejanos de la sede patriarcal) de América -donde se encuentra la parte
más numerosa del Patriarcado- y de Europa Occidental y Central (v. 8), incluyendo todo
ello un millón y medio de almas aproximadamente. Hay que añadir la república monástica
del Monte Athos (v.), con sólo 5.000 miembros, pero de un profundo influjo.
2. 2. Iglesia ortodoxa autocéfala de Grecia. Las comunidades de Grecia, muchas de ellas
fundadas por San Pablo, formaron la provincia eclesiástica de Iliria y desde el s. IV
estaban bajo la jurisdicción directa del Patriarcado de Roma. A partir del a. 730 esta
provincia pasó bajo la jurisdicción del Patriarca Ecuménico de Constantinopla,
implicándose con él después en el Cisma de Oriente. Al concluir la guerra de liberación de
Grecia del dominio turco en 1829, los ortodoxos se constituyeron en iglesia autocéfala,
separándose de la jurisdicción del Patriarca Ecuménico de Constantinopla. Subordinada
primeramente a la autoridad civil, desde 1923 y por obra del arzobispo Crisóstomo
Papadópolos, el Santo Sínodo no se encuentra bajo el rey de Grecia, sino bajo el
arzobispo de Atenas, aunque su vinculación con el Estado sigue siendo estrecha. Cuenta
hoy con más de siete millones de fieles. A pesar de las dificultades y vicisitudes por las
que ha atravesado, la iglesia ortodoxa griega trabaja seriamente por la elevación del nivel
intelectual, religioso y moral de sus fieles.
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3. Iglesia autocéfala de Chipre. De fundación paulina (ca. 45), desde su emancipación
respecto al Patriarcado de Antioquía a partir del Concilio de Éfeso (a. 431), la iglesia de
Chipre se vinculó íntimamente al Emperador romano de Oriente. Dominada la isla por los
árabes (s. VII) y conquistada por cristianos occidentales (S. XII, Ricardo Corazón de León;
S. XV-XVI, bajo dominio veneciano), la iglesia chipriota fue sometida a una fuerte presión
latinizante que provocó la aversión contra Roma y contra todo lo occidental. La
dominación turca (a. 1571) eliminó ampliamente la vida religiosa cristiana, principalmente
al adherirse la iglesia de Chipre al movimiento general griego de liberación (a. 1821). En
1878 pasa la isla a manos inglesas. La iglesia ortodoxa se mostró a la sazón favorable a
la unión con Grecia, lo que desencadenó una serie de persecuciones por parte de las
autoridades inglesas. Después de un largo periodo de sede vacante (193347) y tras el
efímero gobierno eclesiástico de Leontios de Palos, ocupó la sede arzobispal de Chipre
Makarios III, defensor de la unidad (hénosis; v.) con Grecia, a quien apoyan los
arzobispos ortodoxos de Atenas y de Alejandría. Cuenta con algo menos de medio millón
de fieles, con un buen nivel de observancia religiosa.
4. Patriarcado ortodoxo de Alejandría. Fundada, según antigua tradición, por S.
Marcos, era la más célebre sede de la antigua iglesia oriental y comprendió hasta quince
provincias eclesiásticas en Egipto, Libia, e isla de Cerdeña. Se separó inicialmente de la
unidad eclesiástica por el monofisismo (s. VI). El Patriarcado que se mantenía en la fe
recta estaba integrado principalmente por inmigrantes griegos, afectos al Emperador
(melquitas; v.), pero se apartó definitivamente de Roma desde el S. XI, junto con el
Patriarca de Constantinopla. Durante la dominación mahometana el Patriarca ortodoxo
hubo de residir habitualmente en Constantinopla. A mediados del S. XVI se inicia una
mejora relativa de la situación que iría progresando hasta el S. XVIII, aunque no se
consolidaría hasta finales del XIX con el Patriarca Sophronios IV y sobre todo en el S. XX
con los Patriarcas Photios (m. 1925) y Meletios II (m. 1935). Cuenta con unos 150.000
fieles en Alejandría, en Etiopía, en Alto Egipto, en Trípoli, Sudán, Cartago y en el
exarcado de América septentrional .
3. 5. Patriarcado ortodoxo de Antioquía. Antes de su separación llegó a contar con quince
provincias eclesiásticas con 220 diócesis en una extensión que iba desde el Éufrates al
Nilo. Se fue desmembrando por las herejías de Arrio (v.) y Nestorio (v.) y, sobre todo, por
el monofisismo (v.) aceptado principalmente en la Mesopotamia septentrional y en varios
distritos cercanos a Antioquía. En Egipto sólo permanecieron fieles a la fe recta los
melquitas o imperiales (empleados y oficiales bizantinos); en Antioquía, en cambio, se
adhirieron a la fe de la Iglesia, aunque también se separaron de Roma en el S. XI. Por
razón de la dominación y opresión turca, el Patriarca de Antioquía se trasladó a Damasco
(fines S. XIII). Como consecuencia de las persecuciones turcas del pasado siglo se
originó una nutrida diáspora, principalmente a Norteamérica (75.000 fieles). En Siria,
Líbano y Turquía el Patriarcado cuenta con unos 300.000 fieles.
6. Patriarcado ortodoxo de Jerusalén. La más antigua comunidad cristiana ha pasado
por múltiples vicisitudes. Dispersada el a. 70 d. C. fue a reaparecer logrando que su
obispo fuera reconocido como metropolitano en el Conc. de Nicea (a. 325) y como
Patriarca en el de Calcedonia (a. 451). Destruida la ciudad nuevamente por los persas (a.
614) y reconquistada por el emperador occidental Heraclio (a. 630), cayó después en
poder árabe (a. 637). El conquistador Omar Chattab dejó en su cargo al Patriarca y la
iglesia de Jerusalén pudo desenvolverse en una relativa paz durante dos siglos. Los
califas egipcios de la dinastía fatimí (v.) pusieron brusco final a esta situación llegando a
destruir incluso la iglesia del Santo Sepulcro a comienzos del S. XI. Antes de la entrada
victoriosa de los cruzados (a. 1099) en la Ciudad Santa, el Patriarca se había pasado al
cisma de Cerulario. A la llegada de aquéllos el Patriarca ortodoxo se estableció en
Constantinopla hasta el a. 1187 en que fueron expulsados de Jerusalén los occidentales.
La dominación turca respetó la situación de este Patriarcado. La mayor parte de los fieles
del mismo son en la actualidad árabes de los estados de Israel y de Jordania .
7. El Patriarcado de Moscú. El cristianismo fue introducido en Rusia a finales del S. X
por obra del emperador Vladimiro, que se había hecho bautizar en Constantinopla el a.
989 y había contraído matrimonio con la princesa bizantina Ana, hermana del Emperador
Basilio II. La ciudad de Kiev, con ayuda del clero de Constantinopla, se constituyó en sede
episcopal e incluso llegó a ser metrópoli (a. 1035), pero permaneciendo durante seis
siglos sólo como sufragánea de Constantinopla. Esta vinculación con Oriente llevó a la
iglesia rusa a la separación de Roma con ocasión del cisma oriental. La larga dominación
mogólica (1240-1480), aparte de haber inyectado en el temperamento ruso, generalmente
apacible, venas de crueldad, influyó en el cambio de sede metropolitana, que se trasladó
de Kiev a Moscú, donde residía el príncipe ruso que impuso su primacía, bajo la
soberanía mogólica. La iglesia rusa fue, durante este periodo de dominación mogólica, el
aglutinante del pueblo ruso, aspirando a independizarse del Patriarcado Ecuménico de
Constantinopla, lo que verificó el a. 1448, cuando el Patriarcado se negó a reconocer al
metropolitano elegido por el Sínodo ruso. La boda de un príncipe ruso (Iván III, 1505) con
una princesa bizantina (Sofía, nieta del último Emperador de. Oriente, Constantino XI),
4. favoreció la idea de que Moscú, al recoger la herencia de Bizancio, se consideraba como
tercera Roma, y representó un auge político y religioso para Rusia. El 23 en. 1589 la sede
metropolitana de Moscú fue elevada a la dignidad de Patriarcado.
A partir de Pedro el Grande (1689-1725) tanto el pueblo ruso como la iglesia rusa pasó
por una larga fase de dictadura zarista hasta el 15 mar. 1917, en que el zarismo y con él
el Sínodo de la Iglesia rusa se vinieron abajo. Al año siguiente el bolchevismo estableció
la separación de la Iglesia y del Estado y llevó a cabo una sangrienta persecución
religiosa, reduciendo casi en un ochenta por ciento los efectivos eclesiásticos: sólo 28
obispos, 5.665 sacerdotes y 30.000 diáconos quedaron a principios de 1941.
Por razones tácticas el gobierno soviético cambió su política antirreligiosa durante la II
Guerra mundial, permitiendo la elección de un nuevo Patriarca para Moscú (8 sept. 1943).
Como resultado de esta nueva situación de relativa tolerancia, según datos de 1955, el
número de obispos había ascendido a 69 y el de sacerdotes a 32.000, habiendo sido
restituidas al culto unas 25.000 iglesias en lugar de las 4.225 iglesias de 1941. Aunque la
libertad religiosa otorgada por el gobierno soviético no implique un cambio ideológico por
parte del comunismo (v.), que no sólo es ateo sino antiteísta, y sea además muy limitada
y condicionada, ha permitido que la iglesia rusa sea la única que muestre al ciudadano la
existencia de una actitud espiritual distinta del ateísmo y materialismo dialéctico.
LAS MISIONES MILITARES EN EL DIP
Las misiones militares del siglo XXI seguirán constituyendo una importante
prioridad en la agenda de seguridad y defensa de la comunidad internacional,
de las organizaciones internacionales de seguridad y de los estados, durante
los próximos años. Entre otras cosas, conformará un marco fundamental de
referencia para diseñar y definir las estructuras y las formas de empleo de las
Fuerzas Armadas del cercano futuro.
Como ya se apuntaba en la introducción, la configuración del sistema de
seguridad internacional del primer cuarto del siglo XXI es muy distinto del
existente en la segunda mitad de la pasada centuria. Esto significa que la
situación estratégica actual y previsible demandará a la sociedad mundial
modernas respuestas para hacer frente a los emergentes riesgos y amenazas,
entre las que se hallan las misiones militares que correspondan.
Una primera aproximación de lo expuesto a lo largo de las páginas de este
Documento revela que en el primer cuarto del siglo XXI, aparece un amplio
espectro de misiones militares, unas con una larga tradición y otras
principalmente recientes o totalmente nuevas, pero todas ellas respondiendo,
con mayor o menor intensidad, a una realidad derivada de los riesgos y
amenazas existentes en el presente panorama estratégico planetario.
Las misiones militares tradicionales de las Fuerzas Armadas relacionadas con
la guerra continúan hoy siendo las principales por la propia naturaleza de las
5. mismas. Sin embargo, teniendo presente la situación inestable de muchas
partes del globo, hoy y en el previsible futuro, existen unas nuevas misiones
militares, en muchas ocasiones consideradas como prioritarias, que son
totalmente necesarias para garantizar la estabilidad y seguridad mundial.
Así, las misiones de ayuda humanitaria, la lucha contra el terrorismo
internacional, la protección cibernética y la participación de las fuerzas militares
en el apoyo y resolución de los daños producidos en catástrofes y
emergencias, son importantes en el actual y previsible marco estratégico de
seguridad, aunque no debemos olvidar que la eficacia de las misiones militares
estriba en la capacidad de combate.
Desde el punto de vista de la OTAN, las misiones militares de los próximos
años serán de carácter global, incluyendo la prevención de conflictos, la gestión
de crisis, la estabilización tras el conflicto y el apoyo a la reconstrucción.
Asimismo la defensa de misiles tendrá una especial importancia para la Alianza
junto con el cumplimiento del tratado de no proliferación nuclear.
Sin duda, la jerarquía de las operaciones ocupará un lugar central toda vez que
resulta muy importante, por un lado, para su credibilidad ante la comunidad
internacional y, por otro, para que los ejércitos se organicen del mejor modo
posible con el objeto de responder con la máxima eficiencia ante cualquier
riesgo o amenaza.
En cuanto a la Unión Europea, tanto las difíciles relaciones con la OTAN como
el acuerdo franco-británico de colaboración en materia de defensa, firmado el 2
de noviembre de 2010, dificultan el desarrollo de fórmulas de flexibilidad del
Tratado de Lisboa que debiera poner en marcha las diferentes opciones que
permite el establecimiento de la cooperación estructurada permanente,
En esta situación, las misiones militares de la UE estarán condicionadas tanto
por la definición de una clara política de la PCSD como por la disponibilidad de
las capacidades necesarias para su consecución. De esta forma, las posibles
misiones de la UE se centrarían principalmente en las relacionadas con la
legítima defensa, estabilización, las que exigen capacidades civiles y militares y
las de reconstrucción o de nation-building
En relación con la participación de las Fuerzas Armadas, con sus misiones
militares en la acción única del estado, tanto en el interior como en el exterior,
parece lógico pensar que, en virtud de su experiencia en el exterior desde hace
más de 20 años, su estructura operativa no tenga problemas en integrarse
perfectamente con los demás departamentos del estado.
Pero las Fuerzas Armadas consiguen su mayor eficacia cuando se emplean
integradas con otros elementos nacionales, ya sean políticos, económicos,
diplomáticos o policiales, entre otros. Es decir, bajo la acción única del estado,
para lo que se necesita un importante cambio de mentalidad. Aquí, se ha
apuntado una orientación general para dicho cambio, que si no va acompañada
de la adecuada dotación de recursos financieros a los actores de esta nueva
forma de actuación estatal que se preconiza, no pasaría de ser una declaración
de buenas intenciones.
6. Es verdad que los diferentes misiones que se han expuesto son
complementarias y responden a todo el espectro de riesgos y amenazas que
se pueden presentar en estos primeros 25 años del siglo XXI, pero también es
cierto que ello exige a las diferentes fuerzas militares una instrucción y
adiestramiento muy amplio, diverso y complejo que necesitará unas grandes
dosis de creatividad e imaginación sin perder nunca de vista que la esencia de
las Fuerzas Armadas siempre ha sido y será su capacidad de combate.
A ello se añaden las posibles misiones derivadas de la colaboración, en su
caso, con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE), en campos
tales como la lucha antiterrorista, el narcotráfico y el crimen transnacional, la
inmigración ilegal o catástrofes, desastres naturales y emergencias, algunas ya
señaladas anteriormente.
Sin embargo, en este contexto, no se deben olvidar las posibles dificultades
que se pueden encontrar para garantizar el eficiente cumplimiento de las
citadas misiones, derivadas tanto del nuevo entorno estratégico en el que las
actuaciones de las operaciones militares pueden verse restringidas en ciertos
territorios donde hay otros intereses opuestos, como de la situación de
consenso en la OTAN o de la falta de desarrollo de la PCSD y carencia de
capacidades militares en la Unión Europea.
En definitiva, la diversidad y complejidad de misiones militares que se prevén
en los próximos años constituyen un reto de alto calado para nuestras Fuerzas
Armadas. Un reto que demandará, especialmente en el marco de las fuerzas
expedicionarias, un gran esfuerzo y una delicada y sensible capacidad de
adaptación a escenarios donde pueden encontrarse intereses opuestos, no
previstos hasta ahora.
Con las misiones militares del siglo XXI que aquí se han expuesto y con la
forma que pueden contribuir e integrarse con los demás instrumentos de la
Administración para lograr la acción única del estado, se pretende alcanzar la
máxima eficiencia en el empleo de todos los recursos nacionales. Esperemos
que este Documento sirva de pauta de reflexión para llevar a cabo este
empeño, en un cercano futuro, en beneficio de nuestras Fuerzas Armadas y, en
consecuencia, de España.