1. UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
SISTEMA DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR
BACHILLERATO GENERAL POR COMPETENCIAS
Guía de Aprendizaje: APRECIACIÓN DEL ARTE
Módulo 4. Actividad 4
PAPEL DEL CONTEMPLADOR
Autor: Luis Gerardo Chávez Godínez
Tal vez has imaginado o tienes la creencia indefinida, de que la observación de
una obra de arte es asunto sencillo y natural. Supones que basta con sentarte
a mirar o escuchar pasivamente, esperar que la obra se despliegue a tu
contemplación, y disfrutar tranquilamente de los placeres que se van a
desencadenar en tu interior por arte de magia.
Pero no te equivoques, ten mucho cuidado. Las cosas no son así de
simples. En este mundo cruel y singular, todo lo que vale la pena requiere de
esfuerzo. «Difícil cosa es lo bello», reza una antigua y famosa sentencia. De
manera que, si estás esperando que el arte te conmueva, te arrastre y te
transforme mientras tú te mantienes al margen, instalado cómodamente en la
pereza, nada te va a suceder.
Quizá esta es la clave del problema, el motivo principal de que el arte
verdadero te resulte indiferente o te provoque aburrimiento: La actitud ingenua
y apática que sueles tener, confiada en que la obra desate un portento, sin que
tú tengas que participar, ni trabajar lo más mínimo. Esta es una barrera terrible,
el obstáculo más fuerte que impide tu despertar a la sensibilidad artística.
Considera, por ejemplo, cuando vas al cine. Escoges una película boba
y alegas: a mi no me gustan las historias complicadas, yo vengo a divertirme,
no a sufrir. Estás demostrando tu indolencia mental y emocional. Mientras
2. persistas con ese principio de vida, jamás progresarás en el arte, o en ningún
otro terreno realmente importante de tu potencial humano.
¿Qué necesitas hacer entonces? Asumir un papel cooperativo.
Reconocer que la contemplación del arte exige una participación activa de tu
parte.
Puedes observar la obra escéptico, desconfiado, pero con una buena
disposición al trabajo conjunto. Mientras la obra de arte sucede y trabaja en
mostrarte sus gracias y valores, tú pones de tu parte y trabajas por dentro en
completar las piezas del rompecabezas. Mueves el espíritu, la emoción y el
pensamiento para recrear a tu manera lo que estás oyendo y observando. Sólo
entonces; cuando te convenzas y decidas dejar a un lado la apatía,
comenzarás a realizar tu labor como contemplador y podrás aspirar a los
beneficios que el arte te ofrece.
Vamos a considerar juntos, a continuación, algunos elementos
importantes para que adquieras la conciencia de tu rol activo como espectador
partiendo de un caso específico: el análisis sobre el efecto que tienen las
imágenes y los espectáculos que recibes, principalmente, a través de los
medios de comunicación.
Es una falacia el dicho común de que “las imágenes hablan por sí solas”
y que “una imagen vale más que mil palabras”. La verdad es que el espectador,
como ser pensante, no se limita a recibir mensajes y simplemente
decodificarlos. Cuando el espectador tiene la oportunidad de mirar, se hace
consciente además de que puede ser mirado y de que, en lo que mira, también
puede verse a sí mismo, como en un espejo. El espectador es un sujeto activo
en el proceso de la comunicación y aun cuando quien propone la imagen
sugiere un sentido a partir de la construcción que realiza, es el espectador con
sus experiencias, emociones y conocimientos quien la dota de significado a
partir de su propia subjetividad.
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3. En otras palabras, el receptor es coautor, reconstructor y conformador
de una obra. El espectador es un hacedor; y si bien construye sobre la oferta
de otro, no es menos cierto que arma un rompecabezas con su propia
concepción del mundo, sus personales perspectivas y sus procesos de
aprendizaje o asimilación. El espectador es también un constructor de la obra
que percibe y a través de ella se construye a sí mismo.
La recepción implica el punto de llegada, la función antena, la posibilidad
de recibir. Pero la función del perceptor es más amplia, menos cercana a la
máquina y más compenetrada con el ser humano y sus cinco sentidos en
acción de asimilación y aprehensión del mundo. Además, lleva de modo
implícito a la elaboración mental, al análisis y la síntesis para que finalmente el
sujeto convierta la información del exterior en procesos mentales que le
permitan interiorizar y transformar conocimiento.
El espectador moderno es parte de la construcción de la obra, del
mensaje, del espectáculo. El espectador decodifica, entiende, comprende y
posteriormente reconstruye los elementos presentes en la imagen generando
un proceso de análisis abordado desde múltiples perspectivas que le permitirá
llegar a la interpretación, añadiendo sus experiencias y conocimientos para dar
sentido a lo que ha visto.
Una definición de la palabra espectáculo nos dice que es la cosa que se
ofrece a la vista o a la contemplación espiritual y es capaz de atraer la atención
y mover el ánimo infundiéndole deleite, asombro, dolor u otros afectos más o
menos vivos o nobles. Se trata de un espacio que atrapa la atención y agita las
emociones, a la vez propicia la contemplación espiritual. Reclama la
concentración del sujeto, quien cifra su curiosidad en un objeto de interés; por
lo tanto busca, anhela, se entrega a dicho objeto por un lapso. Entre el
espectador que pone atención y el espectáculo como contemplación espiritual
que genera afectos vivos o nobles, te encuentras tú como espectador y
constructor a través de la imagen.
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4. En los tiempos actuales, el placer y el espectáculo parecen ir de la
mano. Sea cualquiera el medio por el cual la recibas, la imagen audiovisual
implica un acercamiento a la diversión y un gusto; aunque seguramente
también lo asumes como un acercamiento a la facilidad pasiva sin mayores
esfuerzos lectores o constructores. Sin embargo, esto no implica que no hagas
tus propias, voluntarias o involuntarias, construcciones mentales al ejercer tu
papel de espectador. Debes concebir la recepción del espectáculo como una
puesta en escena, la cual ha sido realizada para el enriquecimiento de los
participantes. Además de celebración festiva, es un encuentro ritual a favor de
la conciencia, una elaboración colectiva para el aprendizaje, encuentro de
propuestas seductoras que la mente humana aprecia a través de su curiosidad,
la misma que puede llevarte a la investigación y al conocimiento.
El discurso de los medios de comunicación es dinámico, seductor,
siempre contemporáneo, y actualmente rítmico, sonoro, exótico. Es una
permanente escenificación de miles de rostros y palabras. Los medios son
polifacéticos, múltiples, contrastados y contrastadores. Adormecen y alucinan
hasta hacer creer que sólo dentro y a través de ellos se encuentra la realidad.
Es la locuacidad de los medios la que los convierte en lo que son para sus
espectadores.
Date cuenta cómo estás sometido a un discurso impositivo y avasallador
propio de la dinámica de los medios masivos de comunicación: la pantalla es la
única que habla, que muestra, que ofrece, y a ésta no se le puede contestar, no
se le puede rebatir, ni siquiera se le puede preguntar y aun sí se hiciera sería
igual que no hacerlo; no pasaría nada, no pasa nada, nadie escucha, son un
canal de una sola vía. Frente a su poder hay muy pocas alternativas para el
perceptor. Quizás la de apagar el aparato o cambiar de canal son las únicas
que existen. No hay interlocución, no existe en términos equitativos un diálogo,
una verdadera interacción comunicativa.
Una de las principales teorías de la comunicación de masas, la de la
aguja hipodérmica, sustenta que los medios acometen acciones contra el
individuo; lo atacan, lo afectan y, de igual modo, lo atan, lo abrochan, ajustan a
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5. su cuerpo sus propios mensajes; introducen en el sujeto una información y
generan cambios en el funcionamiento de su sistema receptor. Los medios
actúan pues como un discurso avasallador que penetra. La aguja de una
jeringa. Su mensaje se convierte en una inoculación a la cual el sujeto apenas
si puede resistirse huyendo de los mismos, pero con la seguridad de que al
estar expuesto será inyectado. Los medios arrojan sutilmente su carga, y su
mensaje es de un solo sentido hacia el receptor. Los medios elaboran
discursos aplastantes en los que no se ha terminado de analizar una imagen o
un texto cuando ya aparece otro. Es un discurso anárquico pues, aun cuando
no estamos de acuerdo con lo que dice, seguimos mirando la pantalla.
Frente a esta perspectiva, contrasta una segunda opción: la respuesta
crítica del espectador. Un espectador observa, pero al mismo tiempo es
constructor de su observación; recibe, pero de igual manera selecciona;
aprehende, y en la misma medida suelta, deja; recoge, pero olvida y desecha.
Un espectador es un crítico, siempre que está esperando por algo más y se
permite dudar de lo que ha recibido. Tú puedes percibir y aprender, pero
asimismo organizar y construir de manera creativa, evitando con ello ser
manipulado.
Aunque estás expuesto permanentemente, como todos los jóvenes de
hoy, a millones y millones de imágenes, mucho más que las generaciones
precedentes, esto no quiere que decir que ustedes sean más o menos
racionales o interpretativos que dichas generaciones: simplemente su manera
de ver el mundo obedece a parámetros diferentes. Para ustedes, el ritmo de
vida y el estilo de hacer las cosas es tan fugaz y veloz como las imágenes que
a diario reciben a través de los medios. Esto, igualmente habla de una
tendencia a lo efímero, lógica consecuencia de dichas fugacidad y velocidad.
Están viviendo el modo de la imagen: Se trata de un modo de proyectar
imágenes, de plantear el ritmo de lo que se ve, y también el ritmo de lo que se
vive. Es un nuevo modo de aprender, un modo de expresar, incluso de hablar.
La imagen no está presa en la pantalla, lejos de esto, se encuentra ya en la
mente de los jóvenes espectadores, ha sido interiorizada y ha marcado los
procesos de pensamiento y la manera de pensar, el modo de construir
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6. imágenes mentales, la manera de comprender, los recuerdos y el modo de
recordar, las ideas y el modo de registrarlas.
Como espectador crítico has de ser más que un sujeto pasivo, un
constructor de tu mundo, aunque tu modo de construir esté marcado por el
modo de la imagen y, particularmente, de la imagen audiovisual. No debes
permitirte ser presa de la pasividad a la cual te conduce la imagen, al imperio
de la misma, al discurso avasallador y anárquico de los medios. Sólo en la
medida en que seas capaz de construir tu propio espectáculo, tu espectáculo
personal, a partir de lo que miras, podrás encontrar en ello una manera propia y
activa de aprender, de disfrutar, de vivir y de ser.1
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Parafraseado del artículo “Estudiantes Espectadores y Constructores”, por Jerónimo Rivera, John Osorio
y Uriel Sánchez, en Razón y Palabra, Revista Electrónica Especializada en Comunicación, Junio-Julio
2004.
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