3. SANTO TOMAS DE AQUINO
Tomás de Aquino, en italiano Tommaso
D'Aquino (Roccasecca o Belcastro,1Italia,
1224/1225 – Abadía de Fossanuova, 7 de
marzo de 1274) fue un teólogo y filósofo
católico perteneciente a la Orden de
Predicadores, el principal representante
de la enseñanza escolástica, la mayor
figura de la teología sistemática de todos
los tiempos y, a su vez, una de las
mayores autoridades en metafísica, hasta
el punto de, después de muerto, ser el
referente de varias escuelas del
pensamiento: tomista y neo tomista. Es
conocido también como "Doctor
Angélico" , "Doctor Común" y " Doctor de
la Humanidad", apodos dados por la
Iglesia Católica, la cual lo considera la
referencia para los estudios de filosofía y
teología.
4. OBRAS
Sus obras más conocidas son la Summa theologiae, inmenso
compendio de la doctrina católica en la cual trata hasta 512
cuestiones con sus correspondientes artículos, y la Summa
contra gentiles, compendio de apología filosófica del
catolicismo, consta de más de 350 cuestiones artículo.
Asi mismo, fue muy popular por su aceptación y comentarios de
las obras de Aristóteles, señalando, por primera vez en la
Historia, que eran compatibles con la fe católica. A Tomás se le
debe un rescate y reinterpretación de la metafísica.
Fue canonizado en 1323, fue declarado Doctor de la Iglesia en
1567 y santo patrón de las universidades y centros de estudio
católicos en 1880.
5. SAN AGUSTIN
Aurelius Augustinus o Aurelio Agustín de
Hipona; Tagaste, hoy Suq Ahras, actual
Argelia, 354 - Hipona, id., 430) Teólogo
latino. Hijo de un pagano, Patricio, y de
una cristiana, Mónica, San Agustín inició
su formación en su ciudad natal y estudió
retórica en Madauro.
Su primera lectura de las Escrituras le
decepcionó y acentuó su desconfianza
hacia una fe impuesta y no fundada en la
razón. Su preocupación por el problema
del mal, que lo acompañaría toda su
vida, fue determinante en su adhesión al
maniqueísmo. Dedicado a la difusión de
esa doctrina, profesó la elocuencia en
Cartago (374-383), Roma (383) y Milán
(384).
6. OBRAS
La lectura de los neoplatónicos, probablemente de Plotino, debilitó las convicciones
maniqueístas de San Agustín y modificó su concepción de la esencia divina y de la
naturaleza del mal. A partir de la idea de que «Dios es luz, sustancia espiritual de la que
todo depende y que no depende de nada», comprendió que las cosas, estando
necesariamente subordinadas a Dios, derivan todo su ser de Él, de manera que el mal
sólo puede ser entendido como pérdida de un bien, como ausencia o no-ser, en ningún
caso como sustancia.
La convicción de haber recibido una señal divina lo decidió a retirarse con su madre, su
hijo y sus discípulos a la casa de su amigo Verecundo, en Lombardía, donde San Agustín
escribió sus primeras obras. En 387 se hizo bautizar por san Ambrosio y se consagró
definitivamente al servicio de Dios. En Roma vivió un éxtasis compartido con su
madre, Mónica, que murió poco después.
En 388 regresó definitivamente a África. En el 391 fue ordenado sacerdote en Hipona
por el anciano obispo Valerio, quien le encomendó la misión de predicar entre los fieles
la palabra de Dios, tarea que San Agustín cumplió con fervor y le valió gran renombre; al
propio tiempo, sostenía enconado combate contra las herejías y los cismas que
amenazaban a la ortodoxia católica, reflejado en las controversias que mantuvo con
maniqueos, pelagianos, donatistas y paganos.
7. pensamientos
Para San Agustín el hombre está compuesto por dos sustancias, alma
y cuer-po. El cuerpo está formado por los cuatro elementos; y el
alma, principio vi-tal del hombre y de los animales, está dotada de
memoria, apetito y facultad cognoscitiva. Respecto al origen del alma
duda entre un creacionismo y un ge-neracionismo o traducianismo.
El hombre tiende por naturaleza a le felicidad, que consistirá en la
unión íntima con Dios: ascenso a Dios desde la intimidad humana.
Para conseguirlo es necesario el esfuerzo humano y la ayuda de
Dios, la razón y 1a fe: ambas se ne-cesitan mutuamente.
San Agustín estudia a Dios demostrando su existencia y
estableciendo sus atributos, su esencia. Demuestra su existencia por
las cosas exteriores (su or-den, belleza, bondad y contingencia se
deben a Dios) y por le mente interior humana: las verdades
universales y necesarias no se deben al entendimiento huma-no que
no es necesario ni universal, sino a la Verdad Suma, a Dios
8. El mundo sensible es creado por Dios de la
nada, conforme a las ideas inmu-tables y eternas que
previamente existían en la mente del Creador
(ejemplarismo). Y junto con el mundo aparece el
tiempo: el tiempo aparece con la creación.
Para San Agustín la historia tiene un destino marcado
por Dios. Así, distin-guirá entre la ciudad
terrena, fundada sobre el amor egoísta, y la ciudad
eter-na, fundada sobre la caridad cristiana. Toda la
historia es una lucha entre estas dos ciudades o amores
y concluirá con el triunfo de la ciudad de Dios