1. internet
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¿Alguna vez os habéis preguntado cuál
es la función de los dominios de inter-
net? Sencillo: que los seres humanos no
tengamos que recordar los números que
manejan las máquinas (direcciones IP)
y así podamos meter nombres «amiga-
bles» en nuestros navegadores para acce-
der a una web. Pero hasta esto está per-
diendo su razón de ser, porque muchos
son ya los internautas que lo hacen a tra-
vés de un buscador. Es decir, que para en-
trar en una plataforma, primero buscan
su nombre en Google o similares y lue-
go pinchan en los resultados. Sin em-
bargo… ¿podríamos encontrar todos los
contenidos de internet así? La respuesta
es un no rotundo porque la red de redes
es como un iceberg. Es decir, que solo
está indexada su punta visible, dejando
una gran cantidad de contenidos ocultos
bajo el mar hipertextual. De hecho, se es-
tima que esa Deep Web con poca o nula
visibilidad supone el 96% de la totalidad
de la Red.
Para entender mejor las partes de este
iceberg, podríamos clasificar internet en
cinco niveles:
• Nivel 1 o Surface Web. Aquellas páginas
que usamos con frecuencia y que pode-
mos encontrar a través de buscadores.
Para navegar por la superficie no nece-
sitamos herramientas ni conocimientos
especiales.
• Nivel 2 o Bergie Web. Páginas que aun-
que no estando ocultas, requieren de
usuario y contraseña para ver sus con-
tenidos. Por tanto, las arañitas de los
buscadores no indexan su información.
Aquí encontramos foros como 4Chan y
páginas aisladas, es decir, aquellas a las
que nadie enlaza.
• Nivel 3 o Deep Web. Según vamos bu-
ceando más y más en internet, empeza-
mos a vislumbrar lo más oscuro de la Hu-
manidad: pedofilia, drogas, armas, venta
de órganos, trata de personas, creación
de virus y otros mercados negros. Por
tanto, son las aguas que más gustan a
los grupos que están en los límites de la
ley, como es el caso del colectivo Anony-
mous. También ha recibido foco mediá-
tico la plataforma Silk Road, donde un
usuario podía comprar y vender prácti-
camente cualquier objeto, desde drogas
hasta armas, pasando por documenta-
ción falsa. Su creador ha sido reciente-
mente condenado a más de 30 años de
prisión. La moneda oficial de este reino
profundo, como no podía ser de otra
manera, es el bitcoin. De hecho, es aquí
donde se hace parte de su blanqueo.
Pero en este nivel no solo nos vamos a
encontrar delincuencia. También pode-
mos descubrir que estas redes son usa-
das habitualmente por la ciberdisidencia
para eludir la censura de muchos paí-
ses con gobiernos dictatoriales. Ese es
el caso de TOR (The Onion Router), un
proyecto cuyo propósito es intercambiar
mensajes de manera anónima. Aun-
que según las revelaciones de Edward
Snowden, la Agencia de Seguridad Na-
cional de Estados Unidos (NSA) habría
conseguido «romperlo» hace tiempo,
descubriendo así las identidades de los
usuarios que buscan ese anonimato. Y
es que las fuerzas de seguridad no están
de brazos cruzados por estos lares. Es sa-
bido que el FBI tiene muchos honeypots.
Es decir, tarros de miel —webs falsas—
para que los golosos criminales metan la
zarpa y caigan en la trampa. Otros casos
similares a TOR son I2P (Invisible Internet
Project) y Freenet, una red de distribu-
ción de información descentralizada y
resistente a la censura.
• Nivel 4 o Charter Web. Si en el nivel an-
terior la moral estaba más que distraída,
el contenido aquí es aún más grotesco y
viene cargado de una buena cantidad de
«conspiranoias». Los secretos de Estado
se mueven como la pólvora, encontrán-
donos hasta una copia de WikiLeaks.
• Nivel 5 o Marianas Web. En la fosa ma-
rina más profunda las leyendas urbanas
campan a sus anchas: que si todo el con-
tenido está cifrado, que si sólo puedes
entrar por invitación, que si pertenece a
algún Gobierno y muchos otros mitos.
Y tú, ¿navegas por aguas cristalinas o te
gusta bucear por zonas más profundas?
Lorena Fernández
www.loretahur.net
ImagendeNationalOceanServiceImageGallery(CCby)
Deep Web
La red invisible