1. TECNOCIENCIA
RESPECTO AL FUTURO DE LA TECNOCIENCIA. ¿Cómo justificarías una
posición optimista o pesimista?
¿Qué es la tecnociencia? La tecnociencia es una forma de practicar la ciencia y la
tecnología propia de las sociedades industriales altamente desarrolladas, esta surge
en los años 80 en Estados Unidos y se extiende a otros países.
Nuestro mundo es muy diferente al de hace cien o quinientos años. Esto es algo
obvio y comúnmente aceptado. Pero lo verdaderamente distinto, lo que hace
nuestro mundo y nuestro tiempo diferente, es el grado de desarrollo que ha
alcanzado la ciencia (hay quien habla del siglo XX como el siglo de la ciencia) y la
tecnología, o, para ser más exactos, la tecnociencia.
En cuanto a los filósofos del siglo XX sostenían distintas ideas tanto optimistas
como pesimistas sobre el futuro de la tecnociencia.
Por ejemplo Karl Marx no creía que la sociedad en conjunto se beneficiaría de la
tecnología en un futuro, sino que esta, que representa el trabajo del hombre, sería
inevitable y su propio desarrollo llevara a la revolución. En ese momento según él
será el medio para conseguir los ideales de una sociedad sin clases.
Se solía atribuir la reflexión del positivismo, de ligar la tecnología con progreso
social, relación que se empezó a cuestionar con la experiencia de la maquinaria
bélica en anteriores guerras. Martín Heidegger(también filósofo del sigo XX)
sostiene que la tecnología hace una provocación continua a la naturaleza. Esta ha
tenido un papel destacado en los problemas bélicos de la segunda guerra mundial:
armas, gases, campos de exterminio y las dos bombas atómicas que desolaron, en
un instante, las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, y en general, ha alterado la
fisonomía de la naturaleza.
Otros sostenían que la tecnología sigue una línea de progreso que determina
“natural e inevitablemente” el camino de la evolución humana. Entre ellos se
encuentran posiciones optimistas que consideran que las consecuencias de la
innovación serán resueltas con más y mejor tecnología, y otras, de fuerte corte
pesimista, e incluso fatalista, asignan valores negativos al desarrollo tecnológico, el
cual acabará vaciando y esclavizando la vida del hombre.
Una posición actual netamente optimista es la sostenida por Raymond Kurzweil
quien propone que la evolución tecnológica es una continuación de la evolución
biológica. Su idea clave es que la velocidad de cambio de la tecnología está
acelerando .Según su percepción este comportamiento permitirá trascender los
2. límites de nuestros cuerpos y mentes biológicos y tener poder absoluto sobre
nuestro destino, mejorando la inteligencia humana.
Según sostiene Nick Bostrom, ya no habrá distinción entre humanos y máquinas o
entre la realidad y la realidad virtual, se habrá iniciado la era transhumana.
Y Jürgen Habermas no cree q exista posibilidad de una tecnología humana distinta
de la que ya existe.
Sin embargo, hay quienes auguran que el futuro será un mundo feliz gracias al
progreso tecnocientífico, cada vez más gente es partidaria de una vuelta a la
naturaleza prescindiendo de todo lo artificial y lo tecnológico. En el cine hay muchas
películas futuristas en las que aparecen fantásticas tecnologías que solucionarán
todos los problemas, pero también en muchas otras películas se presenta, de forma
más pesimista, un futuro en el que las tecnologías provocarán graves catástrofes
como guerras hipertecnológicas o desastres naturales provocados, voluntaria o
accidentalmente, por la actividad tecnológica descontrolada o por el desmedido afán
de algunos científicos locos. Lo único que parece unir a esos dos puntos de vista,
optimista y pesimista sobre la tecnociencia, es que tanto los tecnófilos (que piensan
que todos los problemas serán resueltos por los avances científico-tecnológicos)
como los tecnófobos (que consideran que todos los problemas son provocados por
las tecnologías) entienden que la sociedad y los individuos poco pueden hacer ante
la ciencia y la tecnología, como no sea admirarlas o detestarlas. Así,
tecnoapocalípticos y tecnointegrados coinciden en que los ciudadanos no pueden
intervenir en la orientación del desarrollo de la ciencia y la tecnología ya que tales
decisiones están en manos de los expertos de estas actividades.