El documento enfatiza la importancia central de la oración en el reavivamiento espiritual. Citas de Elena G. de White y otros autores destacan que Jesús recibía continuamente de Dios mediante la oración y que los creyentes mencionados en Hechos estaban llenos del Espíritu Santo. La oración unida de los creyentes puede traer un poder más grande que las oraciones privadas. Aunque no hay una fórmula para la oración, sugiere comenzar con alabanza, confesión y súplicas, confiando en
2. Lección 2: "La oración: el corazón
del reavivamiento"
• Para Memorizar: “Pues si vosotros, siendo
malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en
los cielos dará buenas cosas a los que le
pidan?” (Mat. 7:11).
3. Los creyentes mencionados en Hechos estaban llenos
de poder de lo Alto.
"Estamos dema-siado ocupados para orar, y así
estamos demasiado ocupados para tener poder.
Tenemos mucha actividad, pero logramos poco;
muchos cultos y pocas conver-siones, mucha
maquinaria y pocos resultados". (R. A. Torrey)
4. "Cristo estaba continuamente recibiendo del Padre,
para poder comunicárnoslo a nosotros. 'La palabra que
oís', dijo, 'no es mía, sino del Padre que me envió'. 'El
Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para
servir'. No para sí mismo, sino para otros, él vivió, y
pensó y oró. De las horas que pasaba con Dios salía,
mañana tras mañana, para llevar la luz del Cielo a los
hombres. Diariamente recibía un nuevo bautismo del
Espíritu Santo. En las tempranas horas del nuevo día,
el Señor lo despertaba de su somnolencia, y su alma y
sus labios eran ungidos con gracia para impartirla a
los demás".-Elena de White, R&H, 11 de agosto de
1910.
5. "Se hace la promesa con la
condición de que el pueblo
de Dios se una en oración a
Dios, y en respuesta a estas
oraciones puede esperarse
un poder más grande que
el que viene en respuesta a
las oraciones privadas. El
poder dado será
proporcional a la unidad de
los miembros, y de su
amor a Dios y del uno al
otro".-Elena de White, The
Central Advance, 25 de
febrero de 1903.
6. Hechos 12:7 Y he aquí
que se presentó un
ángel del Señor, y una
luz resplandeció en la
cárcel; y tocando a
Pedro en el costado, le
despertó, diciendo:
Levántate pronto. Y las
cadenas se le cayeron
de las manos.
7. "Nosotros también debemos
destinar momentos
especiales para meditar, orar
y recibir refrigerio
espiritual. No reconocemos
debidamente el valor del
poder y la eficacia de la
oración. La oración y la fe
harán lo que ningún poder
en la Tierra podrá hacer"
(MC 407).
8. Aunque no queremos dar una
fórmula para la oración, un
bosquejo amplio podría ser el
siguiente: Comenzamos con
alabanza y adoración,
agradeciendo a Dios por su
bondad hacia nosotros. Luego
confesamos nuestras faltas y
limita-ciones, y después
agradecemos a Dios por su
perdón. Concluimos con súplicas,
dando a conocer a Dios nuestros
pedidos, mientras procuramos
tener una actitud de sumisión y
confianza en su poder divino.
Aunque no queremos dar una
fórmula para la oración, un
bosquejo amplio podría ser el
siguiente: Comenzamos con
alabanza y adoración,
agradeciendo a Dios por su
bondad hacia nosotros. Luego
confesamos nuestras faltas y
limita-ciones, y después
agradecemos a Dios por su
perdón. Concluimos con súplicas,
dando a conocer a Dios nuestros
pedidos, mientras procuramos
tener una actitud de sumisión y
confianza en su poder divino.
9. "Presenta a Dios tus necesidades, gozos, tristezas,
cuidados y temores. No puedes agobiarlo ni cansarlo. El
que tiene con-tados los cabellos de tu cabeza no es
indiferente a las necesidades de sus hijos. 'Porque el
Señor es muy misericordioso y compasivo' (Sant. 5:11).
Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas
y aun por nuestra presentación de ellas. Llévale todo lo
que confunda tu mente. Ninguna cosa es demasiado
grande para que él no la pueda soportar; él sostiene los
mundos y gobierna todos los asuntos del universo.
Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz
es tan pequeña que él no la note. No hay en nuestra
experiencia ningún pasaje tan oscuro que él no pueda
leer, ni perplejidad tan grande que él no pueda desen-
redar. Ninguna calamidad puede acaecer al más pequeño
de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar el alma,
ningún gozo alegrar, ninguna oración sincera escapar de
los labios, sin que el Padre celestial esté al tanto de ello,
sin que tome en ello un interés inmediato. Él 'sana a los
quebrantados de corazón, y venda sus heridas' (Sal.
147:3). Las relaciones entre Dios y cada alma son tan
claras y plenas como si no hubiese otra alma sobre la
Tierra a quien brindar su cuidado, otra alma por la cual
hubiera dado a su Hijo amado" (CC 100).