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FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS HUMANAS Y
             SOCIALES. NOTA HISTÓRICA DE
             UNA POLÉMICA INCESANTE




    Entrar dentro del campo de la filosofía de las ciencias socia-
les equivale a tropezar con la polémica. No hay consenso en las
llamadas ciencias del espíritu, culturales, humanas o sociales,
acerca de la fundamentación de su quehacer. Desde la apari-
ción de las diversas disciplinas que se acogen al sobrenombre
del espíritu, humanas o sociales (historia, psicología, sociología,
economía, derecho, pedagogía...), se ha desatado la polémica
sobre su estatuto de cientificidad.
    La aparición expresa, manifiesta, de estas disciplinas (dicho
sea globalmente y sin muchas precisiones) aconteció en el siglo
XDÍ. Es decir, en el momento histórico en que se hizo evidente
que la sociedad, la vida de los hombres en ella con sus múlti-
ples relaciones, no era ni algo claro, ni dado de una vez por
todas. Desde este momento de crisis, el pensamiento y la refle-
xión pugnaron por encontrar estabilidad. Fruto de esta lucha
con un mundo social que se había vuelto problemático surgie-
ron la ciencia histórica, sociológica, política, económica, psico-
lógica... ¿pero, eran verdaderamente ciencias tales intentos, ex-
plicaciones, reflexiones y quehaceres? La respuesta dependería
del concepto de ciencia que se utilizara como medida.
    Para unos lo eran y para otros no. Unos exigían que las
«nuevas» ciencias se acomodaran al paradigma o modelo de

                                                               19
las ciencias verdaderas, es decir, de las físico-naturales, y otros                      nes tienen sus raíces y representantes en el mundo griego. Des-
defendían la autonomía de las nacientes ciencias. Vemos que,                             de este punto de vista, no nos deben engañar las denominacio-
desde la cuna, les acompaña a las incipientes disciplinas la dis-                        nes. La tradición aristotélica se remonta a Aristóteles como a
puta acerca del estatuto científico que posean o no.                                     uno de sus primeros y más conspicuos representantes, pero la
    Pero más allá de esta disputa se advierte otra polémica ma-                          galileana, aunque recibe su nombre de Galileo Galilei (1564-
yor, más antigua, profunda y abarcadora: ¿qué es la ciencia? Por-                        1642), hunde sus raíces más allá de Aristóteles, en Pitágoras y
que lo verdaderamente problemático e inquietante es observar la                          Platón. No son, pues, tanto los acentos personales los que aquí
diversidad de criterios que se aplican tras la palabra ciencia.                          nos interesan, cuanto las diferentes concepciones de ciencia
    Habría, pues, que decir que en el contencioso sobre la cien-                         que ambas vehiculan, Y esto, en tanto que dos tradiciones vivas
tificidad o no de las ciencias humanas, sociales o del espíritu,                         que llegan, con su caudal enriquecido por las vicisitudes histó-
se da cita el debate sobre la ciencia. De aquí su gran interés.                          ricas, hasta nuestro hoy, y persisten en una confrontación, o
Por esta razón, algunos teóricos del debate denominan a este                             pugilato, cuyo lugar mas visible es la fundamentación de las
problema de la fundamentación de las ciencias sociales o hu-                             disciplinas humanas o sociales como ciencia.
manas como tales ciencias, «la cuestión candente». Dicho de                                 Con objeto de caracterizar mejor el problema y «el estado
otro modo: aquí se anudan actualmente los problemas más                                  de la cuestión», vamos a detenernos un poco en una breve ex-
acuciantes que rodean a la ciencia y las preguntas que van más                           posición de ambas tradiciones. Atenderemos a aquello que les
a la raíz.                                                                               es propio y las conduce a la confrontación. No nos fijaremos
    No es extraño que al tratar de indicar brevísimamente algo                           tanto en lo que los autores, Aristóteles o Galileo, dijeron que
de la cuestión, en una nota introductoria a unas lecturas de                             era ciencia, cuanto en los acentos que sus tradiciones respecti-
filosofía de dichas ciencias, no tengamos más remedio que ir al                          vas ven en ellos, lo que a menudo difiere un tanto.
encuentro de la génesis del problema. La fuerza misma de la
disputa actual nos impele a buscar, aguas arriba, el origen del
tumulto. También aquí esperamos que la historia del problema                             B) La tradición aristotélica, o la ciencia
nos desvele el problema o, al menos, nos ayude a aclararlo.                              como explicación ideológica

                                                                                            Aristóteles2 consideraba que la investigación científica daba
A) Dos tradiciones importantes en la filosofía del                                       comienzo allí donde alguien se percataba de la existencia de
método científico: la aristotélica y la galileana                                        ciertos fenómenos. Es decir que, para Aristóteles, al principio
                                                                                         está la observación. Pero la explicación científica sólo se consi-
    Si miramos el panorama de la filosofía de la ciencia, o de la                        gue cuando se logra dar razón de esos hechos o fenómenos. Y
reflexión acerca de la ciencia y de lo que tiene que ser conside-                        es justamente el cómo se entiende este «dar razón de los he-
rado por tal, desde la altura de su historia, se distinguen dos                          chos» lo que va a caracterizar a Aristóteles y toda una tradición
tradiciones importantes: la llamada aristotélica, y la denomina-                         que de alguna manera guarda semejanza o prosigue el tipo de
da galileana.1 Son dos tipos de ciencia o dos planteamientos                             explicación propugnada por el Estagirita.
diferentes acerca de las condiciones que ha de satisfacer una
explicación que se quiera denominar científica. Ambas tradicio-
                                                                                             2. Sobre la filosofía de la ciencia de Aristóteles, cfr. J. Losee: Introducción
    1. Cfr, G.H. van Wright: Explicación y comprensión, Madrid, Alianza, 1980, p. 18.    histórica a la filosofía de la ciencia, Madrid, Alianza, 1976. pp. 5-25; M,W. Waitofsky:
Véase la aceptación de esta tipología en K.O, Apel; Die Ertd&reii-Verswhen-Kontroverse   Introducción a la filosofía de la ciencia, Madrid, Alianza, 1978, vol. I, cap. 4. También
in Transtendental-pragmaiische Sicht, Frankfurt, Suhrkamp, 1979, p. 56.                  B. Farrington: Ciencia y filosofía en la Antigüedad, Barcelona, Ariel, 1971.



20                                                                                                                                                                            21
Aristóteles pensaba la explicación científica como una pro-         ceptual que las diferencia de las hipótesis causales y las acerca
 gresión o camino inductivo desde las observaciones hasta los            a las explicaciones teleológicas y, más allá, presupone una cos-
 principios generales o principios explicativos. Estos principios        movisión o concepción del mundo, como conjunto de substan-
 eran inferidos por enumeración simple o por inducción directa;          cias, que hoy nos es extraña. No nos interesa proseguir más por
 por cualquiera de los dos métodos (que no nos interesa deta-            los caminos del preceptor de Alejandro Magno. Nos bastan las
 llar) se obtenían más generalizaciones acerca de las propieda-          nociones adquiridas para entender por qué la tradición de la
 des de la especie o género. Esta etapa consiste en obtener prin-        ciencia que se remite a Aristóteles discurre al compás de los
 cipios explicativos a partir de los fenómenos que se han de ex-         esfuerzos por comprender los hechos de modo teleológico o
 plican se denomina inducción. Para Aristóteles todavía existía          finalista.
 un segundo momento o etapa en la explicación científica: el
 deductivo. Consiste en deducir enunciados acerca de los fenó-
 menos a partir de las premisas que incluyan o contengan a los           C) La tradición galileana, o la ciencia
 principios explicativos, Aristóteles exigía una relación causal entre   como explicación causal
 las premisas y la conclusión del silogismo acerca del hecho o
 fenómeno a explicar. Y aquí aparece el énfasis, rasgo o carac-              Nada acontece en el mundo cultural y humano de la noche
 terística de la explicación aristotélica. La causa de un fenómeno       a la mañana. Las ideas se van incubando lentamente, o de for-
 tiene, para Aristóteles, cuatro aspectos: la causa formal, la causa     ma más acelerada, al socaire de los acontecimientos sociales,
 material, la causa eficiente y la causa final.                          políticos, económicos o. religiosos.
     Pues bien, una explicación científica adecuada debe especi-             Los vientos del cambio o de la crítica nunca dejaron de so-
 ficar estos cuatro aspectos que constituyen su causa. Sobre             plar sobre la tradición aristotélica. Hay toda una línea revisio-
 todo, no podía faltar a una pretendida explicación científica de        nista muy visible ya en el siglo XIII, que introduce precisiones
 un fenómeno o hecho, el dar cuenta de su causa final o télos.           en el método inductivo-deductivo de Aristóteles. A ella pertene-
 Aristóteles criticó duramente a aquellos filósofos, como por            cen nombres como R. Grosseteste (1168-1253), Roger Bacon
 ejemplo los atomistas Demócrito y Leucipo, que pretendían ex-           (1214-1292), Duns Scoto (1265-1308), Guillermo de Occam
 plicar los hechos (ej., el cambio) en términos de sus causas            (1280-1349) y Nicolás de Autrecourt (1300-1350). Los citamos
 materiales y eficientes, o aquellos que acentuaban excesivamen-         para que quede constancia que lo que vamos a llamar la «cien-
 te las causas formales, como los pitagóricos.                           cia moderna», o manifestación sociocultural potente de otra
     Aristóteles exigía explicaciones teleológicas, que aclarasen        concepción de ciencia, no irrumpe como algo inesperado, sino
«con el fin de qué» ocurrían los fenómenos, no solo de los he-           como resultado de una serie de cambios socioculturales y de la
chos referidos al crecimiento o desarrollo de los organismos             misma historia de las ideas.
vivos, sino aun de los seres inorgánicos u objetos inanimados.               A la altura del siglo xvi durante el Renacimiento tardío y la
     Es precisamente este acento puesto por Aristóteles y la             época del Barroco, las condiciones sociales y culturales estaban
«ciencia aristotélica» en la explicación ideológica o finalista, el      maduras para que aconteciera el «giro copernicano» en la cien-
que se considera prototípico de esta tradición y permite encon-          cia y lo que Ortega y Gasset llama la «anábasis de Descartes» o
trar semejanzas con posturas actuales. Ahora bien, no debemos            arreglo de cuentas, en la filosofía, de uno consigo mismo.
olvidar que las explicaciones aristotélicas tenían otros rasgos no       Acontece que se deja de mirar el universo como un conjunto de
mantenidos hoy día: eran explicaciones en términos de «propie-           sustancias con sus propiedades y poderes, para verlo como un
dades», «facultades» o «potencias», asociadas a la esencia de            flujo de acontecimientos que suceden según leyes. Casi todas
alguna substancia. Tales explicaciones tienen un carácter con-           las «revoluciones científicas» testimonian —como ha mostrado

22                                                                                                                                     23
T.S. Kuhn—3 la unión indisoluble entre el descubrimiento de                                  ción pitagórico-platónica efectuada por los humanistas. Ellos
 nuevos hechos y la invención de nuevas teorías para explicar-                                vierten en el pensamiento occidental la concepción o creencia
 los, con una nueva imagen o visión del mundo. La concepción                                  de raíz pitagórico-platónica, que se verá fortalecida por la fe
 del mundo fruto de la nueva forma de mirarlo, que ya es visible                              cristiana en el Creador, de que el libro real de la naturaleza
 en hombres como Galileo o Bacon, no es tanto metafísica y                                    estaba escrito en lenguaje matemático. No habrá que buscar
 finalista, cuanto funcional y mecanicista. Los nuevos ojos de la                             tanto la sustancia subyacente a los fenómenos cuanto las leyes
 ciencia moderna están transidos de ansias de poder y control                                 matemáticas que nos desvelen la estructura real del mundo físi-
 de la naturaleza. El centro no es ya el mundo, sino el hombre.                               co. Galileo será un típico representante de la nueva mentalidad
 Por esta razón, su mirada cosifica, reduce a objeto para sus                                 que cambia las explicaciones físicas cualitativas de Aristóteles
 necesidades y utilidades, a la naturaleza.4                                                  por las formulaciones matemáticas de Arquímedes.
    Este interés pragmático, mecánico-causalista, que no va a                                     Pero los humanistas solos no hubiesen logrado mucho. Junto
preguntar ya por el «por qué» y «para qué» últimos, sino por el                               a ellos aparecen unas condiciones sociales engendradas por el
«cómo» mas inmediato y práctico de los fenómenos y sus con-                                   capitalismo incipiente nacido ya en el siglo XIII alrededor de las
secuencias, emerge con fuerza en la centuria que va desde                                     ciudades italianas y su comercio con Oriente, que rompe el con-
1543, año de la aparición de la obra de Copémico De revolutio-                                trol de la producción y distribución instaurada por los gremios.
nibus orbium coelestium, hasta 1638, fecha en que ven la luz                                  La incipiente producción, según el esquema de la oferta y la de-
los Discorsi de Galileo. En este «umbral de la nueva ciencia»,                                manda, favorece la acumulación del capital y el fortalecimiento
como lo denomina Dijsterhuis, se cristaliza un nuevo método                                   de una nueva clase social urbana: la burguesía. Propio de esta
científico, una nueva forma de considerar qué requisitos tiene                                clase social va a ser el gusto por una cultura más secular, una
que cumplir una explicación que pretenda llamarse científica.                                 propensión a los hechos concretos y su sentido del orden y lo
Al triunfo social de las nuevas ideas no le van a ser ajenos                                  positivo; lo positivo, que es lo que nuestro lenguaje popular ha
—como venimos indicando— una serie de cambios sociales. Si                                    recogido en expresiones como «ir a lo positivo», esto es, a lo útil
denominamos «fuerzas sociales intervinientes» a estos factores                                y pragmático. La nueva ciencia recoge este interés pragmático,
sociales que facilitan el surgimiento e institucionalización de la                            acorde con el intento de dominar la naturaleza, y señala una
ciencia moderna o galileana, tendríamos que señalar, lo si-                                   actitud tecnológica del conocimiento y sus aplicaciones. F. Bacon
guiente.5 En primer lugar, la labor de recuperación de la tradi-                              será el gran apóstol de esta actitud «científica».
                                                                                                  Tenemos ya una tradición matemática recuperada, que va a
                                                                                              proporcionar un gran instrumento a Galileo y sus seguidores para
     3. T.S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, Madrid, FCE, 1975, p. 19.
     4. Sobre este interés dominador que acompaña la ciencia moderna y se alza con            reducir, primero intuitivamente y después en la concentración de
 pretensiones cada vez más absolutas, cfr. Horkheimer y Adorno: Dialéctica del llumi-         una fórmula matemática, las propiedades de un fenómeno. Pero
 nismo, Buenos Aires, Sur, 1971, esp. cap. I.                                                 si es importante la determinación métrica y numérica de un fenó-
     5. Entre las teorías o explicaciones del surgimiento de la ciencia y pensamiento
moderno se hallan: F. Borkenau: Üer Ühergang van feiidakn zuñí bürgafchai Wellbild,           meno, todavía lo es más la suposición hipotética que posibilitaba.
París, 1934; fdem: «Zur Soziologie des mechanislischen Wdtbüdes», en Zeilschrift ftir         El aspecto más importante re-ganado a la tradición pitagórico-pla-
Sozklforschung, I, 3 (1932), reeditada en Munich, Kosel, 1970. Para Borkenau, la cien-
cia moderna, la nueva mecánica galileana y newtoniana, tendría sus raíces en la pro-          tónica y arquimédica, y reformulado por el genio de Galileo, fue el
ducción técnica manufacturada; C.H. Grossmann escribió, coi-rigiendo a Borkenau,              énfasis en el valor de la abstracción e idealización de la ciencia. El
«Die gescllschaft lie lien Grundlagen des mechanístischen Phüosophic und die Manu-            éxito de Galileo y del posterior desarrollo de esta tradición radica
fakiur», en Zeitschrifl fur Soúalforschtmg, IV, 2 (1935). En esta línea continúa también
E, Zilsel. Para estos autores la ciencia moderna surge de la unión del humanismo con          en su habilidad para arrinconar diversas complicaciones empíri-
el artesanado y el capitalismo primitivo. Posteriormente, A. Kojéve y W. Kem verán la         cas, para trabajar con conceptos ideales, como «el péndulo ideal»,
ciencia moderna como fruto del cristianismo, Cfr. A. Kojéve: «Origine chretienne de la
science modeme», Sciences et L'enseigiienieiit des Sciences, 5, 37 (946).                     etc. Es decir, que, junto a las fuerzas sociales indicadas, hay que


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poner a los hombres: los artistas-ingenieros del Renacimiento,                               Ya tenemos el escenario, o mejor, el ring, donde se debate
 hombres geniales, como Leonardo da Vinci, que inician la vincu-                          la fundamentación de las ciencias del hombre. Será a caballo
 lación sistemática del saber académico con la empírica artesanaJ.                        de estas dos tradiciones, aristotélica y galileana, de sus respecti-
 El mismo Galileo, durante su estancia como profesor de matemá-                           vos puntos de vista sobre la explicación científica, donde se de-
 ticas en la Universidad de Padua (1592-1610), tuvo numerosos                             sencadenará la disputa. Comprenderemos ahora por qué, ha-
 contactos con artesanos para trabajar en su laboratorio y solucio-                       blando en un sentido muy amplio, la confrontación puede ser
 nar problemas físicos de las bombas de agua, artefactos militares,                       expresada en términos de explicación causal versus explicación
 etc. Fueron, en suma, una pléyade de científicos, en su mayoría                          teleológica o, como diremos más adelante, explicación (Erkla-
 astrónomos (y Aristóteles ya denominaba a la astronomía una                              ren) contra comprensión (Verstehen).
 «ciencia mixta», por conjuntar la matemática con la técnica), los                            Vamos a continuar la exposición del estado de la cuestión
 que pisaron ese umbral de la nueva ciencia: Copérnico, Galileo,                          actual. Según lo convenido, seguiremos, a grandes zancadas, el
 junto con Simón Stevin y W. Gilbert.                                                     desarrollo histórico de la polémica. Esperamos ganar así un
     La «nueva ciencia» que reemplaza a la aristotélica va a con-                         horizonte heurístico, explicativo, del problema mismo. De
 siderar como explicación científica de un hecho aquella que                              acuerdo con K,O. Apel,7 distinguiremos tres fases en la contro-
 venga formulada en términos de leyes que relacionan fenóme-                              versia. Y si se nos abre un crédito de atención, como diría Orte-
 nos determinados numéricamente, es decir, matemáticamente.                               ga, desde ahora anunciamos nubarrones con claros paisajes, y
 Tales explicaciones tomarán las formas de hipótesis causales.                            prometemos archipiélagos.
 Pero causal va a tener aquí una connotación funcional en una
 perspectiva mecanicista.
     Finalmente, la piedra de toque del valor de nuestras hipóte-                         D) La primera polémica explícita de la filosofía de
 sis causalistas vendrá determinada por el análisis experimental.                         las ciencias sociales: positivismo decimonónico
 Será la comparación de la hipótesis con las consecuencias de-                            frente a hermenéutica
 ducidas mediante la observación de ía realidad o experimenta-
 ción, la que nos dirá su valor explicativo.                                                  Nos situamos en el siglo XIX. Hay un paralelismo entre este
     Más de un siglo después, dirá Kant que la actitud del científico                     siglo y la centuria de la ciencia moderna: acontece para las
galileano no es la de un escolar a quien la naturaleza enseña, sino                       ciencias del hombre un despertar análogo al conocido por
la de un juez que ciertamente va a aprender de un testigo, pero                           las ciencias naturales en aquella época. El estudio sistemático
sometiéndolo a un interrogatorio, previamente forjado por el juez,                        del hombre, de su historia, lengua, usos e instituciones socia-
el cual prefija, por tanto, lo que quiere averiguar. Dicho de otro                        les, adquiere en este tiempo, y merced a hombres como Ranke
modo, la física griega y, en general, toda la ciencia hasta Galileo,                      y Mommsen en historiografía, W. von Humboldt, R. Rask,
se ha montado sobre el supuesto de que el entendimiento gira en                           J. Grimm en lingüística y filosofía, Tylor en antropología social,
torno a las cosas. Galileo, dirá Kant, ha montado su física sobre                         Saint-Simón, Comte, Spencer y Marx en sociología, una altura
un supuesto inverso: el supuesto de que las cosas giran en torno al                       comparable a la alcanzada por la ciencia galilaico-newtoniana.
entendimiento, y, por paradójico que parezca, entonces y solo en-                             Tampoco sucede este auge de estudios culturales, sociales,
tonces ha descubierto lo que son las cosas. Se ha consumado lo                            humanos, porque sí. El hombre fue desafiado a finales del siglo
que Kant llama la revolución copernicana en la ciencia6                                   XVIII. Tuvo lugar uno de esos acontecimientos que
                                                                                          conmueven hasta los cimientos del mundo social y que, según
    6. I, Kant: Crítica de la razón pura, Buenos Aires, Losada, 1970, p. 130; X. Zubi-
ri: Cinco lecciones de filosofía, Madrid, Alianza, 1980, pp. 72, 74. Sobre Galüeo, cfr.
A. Koyré: Estudios galileanos, Madrid, siglo XXI, 19S0,                                     7. K.O. Apel: Diz Erkldrett-Versteheit Koittroverse..., ob. cit,, pp. 15-57.



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Kant no se olvidarán jamás: la Revolución francesa. Hasta                                   que se desliza persiguiendo la tradición galileana de la ciencia.
entonces, digámoslo de una forma simplificada y general, la                                 Reducida a sus rasgos característicos, cuatro serían los aspec-
sociedad no constituía un problema para la conciencia, dada su                              tos que configuran el contenido de este vocablo acuñado por
relativa coincidencia con ella. Todavía era posible una visión                              Comte:
monolítica, sin problemas, de la conciencia. Hasta cierto punto,
las relaciones sociales, la cultura, el pasado y porvenir de la                                 1.° El monismo metodológico. Los objetos abordados por la
sociedad, funcionaban inconscientemente, a semejanza de las                                 investigación científica pueden ser, y son de hecho, diversos,
fuerzas elementales del cosmos. Pero desde el momento en que                                pero hay, como diría Comte, unidad de método y homogenei-
la sociedad europea entró en crisis, se convirtió en un                                     dad doctrinal. Es decir, sólo se puede entender de una única
problema para sí misma a nivel de la práctica (modo de                                      forma aquello que se considere como una auténtica explicación
organización) y se hizo evidente la ignorancia teórica (modo de                             científica,
comprensión). De esta manera, quedaba expedito el camino                                       2.° El modelo o canon de las ciencias naturales exactas. Para
para la aparición de las ciencias del hombre y, en particular,                             Comte, Mill, la unidad de método, el llamado método positivo,
de las que conciernen a la sociedad. La crisis, el estado crítico,                         tenía un canon o ideal metodológico frente al que se confronta-
en que se encontraron los hombres y las sociedades                                         ba el grado de desarrollo y perfección de todas las demás cien-
occidentales, enfrentados con la necesidad de una nueva                                    cias. Este baremo lo constituía la ciencia físico-matemática. Por
reordenación social y de obtener equilibrio, sacudió los                                   él vendría medida la cientificidad de las nacientes ciencias del
espíritus en favor de una intervención consciente y refleja de la                          hombre.
sociedad sobre sí misma.8                                                                      3° La explicación causal o Erkláren como característica de la
    Nos encontramos, por tanto, a mediados del siglo XIX con                               explicación científica. La ciencia trata de responder a la pre-
una ciencia natural asentada cada vez más fuertemente sobre                                gunta de «por qué» ha sucedido un hecho, es decir, responde a
los pilares de la tradición galileana, y unas ciencias humanas                             la cuestión acerca de las causas o motivos fundamentales. Las
con grandes logros y con pretensiones científicas. En estas cir-                           explicaciones científicas son, por consiguiente, causalistas, aun-
cunstancias, dirá Von Wright, «resultó natural que una de las                              que sea en un sentido muy amplio. Si nos remitimos a Comte y
principales cuestiones de la metodología y filosofía de la ciencia                         Mill, tal explicación de carácter causal viene expresada también
del siglo XIX fuera la concerniente a la relación entre estas dos                          en la búsqueda de leyes generales hipotéticas de la naturaleza
importantes ramas de la investigación empírica».9 Las principa-                            que subsuman los casos o hechos individuales. Hay un vocablo
les posiciones al respecto pueden engarzarse en las dos grandes                            alemán que resume y condensa este método científico: es el
tradiciones del pensamiento científico que hemos esbozado.                                 ERKLÁREN («explicar», «explicación»); en inglés, explanation {tra-
    Una de estas posiciones es la filosofía de la ciencia del positi-                      ducido, a veces, por «explanación»).10
vismo decimonónico, representada típicamente por A. Comte y                                    4." El interés dominador del conocimiento positivista. Desde
X Stuart Mill. El positivismo es un concepto que se ha vuelto                              F, Bacon «scientia et potentia in ident coincidunt».u A. Comte
escurridizo, porque se puede aplicar a una serie de autores, que                           pondrá el énfasis en la predicación de los fenómenos. Su «voir
van desde Hume hasta Popper y sus discípulos hoy día. Convie-                              pour prévoir pour pouvoir» es todo un indicador del interés que
ne buscar el común denominador de esta corriente positivista                               guía el conocimiento positivo. El control y dominio de la natu-
    8. Sobre el nacimiento de las ciencias humanas y el contexto sociohistórico de
crisis, cfr. M. Foucault: Las palabras y las cosas, Madrid. Siglo XXI, 1971, pp. 334 s.;        10. Así sucede, por ejemplo con la traducción de la recopilación de textos de P.H.
J. Habermas: Teoría y praxis, Buenos Aires, Sur, 1966, pp. 105 s,; A, Touraine: La         Hidditch: Filosofía de la ciencia, México, FCE, 1975, cfr. pp. 100 s. Habría que unificar
production de la societé, París, Scuil, 1973. pp. 62 s.                                    la terminología y reservar el término técnico explicar para la explicación de tipo causal.
    9. G.H. von Wright: Explicación y comprensión, p. 20.                                       11. F. Bacon: Novum Organum (1620) libro I, aforismo 3.


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raleza constituye el objetivo de dicho interés. La amenaza que                           humana sensible refleja una interioridad. No captar, por tanto,
le ronda es cosifícar, reducir a objeto todo, hasta el hombre                            en una manifestación, conducta, hecho histórico o social esa di-
mismo. Cuando la razón se unilateraliza hacia este lado y abso-                          mensión interna, equivale a no comprenderlo.
lutiza sus posiciones, estamos ante lo que Adorno y Habermas                                Droysen fue el primero que utilizó la distinción entre expli-
denominan la razón instrumental.                                                        cación y comprensión (en alemán Erklaren y Verstehen) con in-
                                                                                        tención de fundamentar el método de la historia, comprender,
    Este positivismo científico va a pretender hacer ciencia so-                        en contraposición al de la física matemática, explicar, y al de la
cial, histórica, económica... siguiendo la tipificación ideal de la                     tecnología y filosofía, conocer (Erkennen). Desde entonces el
física matemática, acentuando la relevancia de las leyes genera-                        término Verstehen, «comprender», viene a representar una con-
les para la explicación científica y tratando de subsumir bajo el                       cepción metodológica propia de las ciencias humanas. El con-
mismo y único método a todo saber con pretensiones científi-                            tenido positivo del término comprender varía y tiene énfasis di-
cas. No será, pues, extraño que A. Comte quiera hacer «física                           versos según los autores; así, a título de ejemplo, para Simmel
social», por ciencia de la sociedad o sociología. El debate no                          {y el primer Dilthey) la comprensión, tiene una resonancia psi-
tardó mucho en estallar. Porque, frente a la filosofía positivista                      cológica, es una forma de empatia (Einfühlung) o identificación
de la ciencia, se fue fraguando en el ámbito alemán, sobre                              afectivo-mental que reactualiza la atmósfera espiritual, senti-
todo, una tendencia anti-positivista. A esta concepción metodo-                         mientos, motivos, valores, pensamientos, de sus objetos de es-
lógica la vamos a denominar hermenéutica, atendiendo a algu-                            tudio.13 Pero Dilthey acentuará además en las ciencias humanas
nos de sus rasgos más característicos. Entre las figuras repre-                         la pertenencia del investigador y la realidad investigada al
sentativas de este tipo de pensamiento se encuentran filósofos,                         mismo universo histórico; el mundo cultural e histórico del
historiadores y científicos sociales alemanes de la talla de Droy-                      hombre. Se da, por tanto, una unidad sujeto-objeto que permite
sen, Dilthey, Simmel y Max Weber, con los neokantianos de la                            la comprensión desde dentro de los fenómenos HISTÓRICOS SOCIA-
escuela de Badén, Windelband y Rickert. Fuera de Alemania, se                           LES, HUMANOS.
suele citar al italiano Croce y al inglés Collingwood como repre-                           La comprensión se funda para Dilthey en esa identidad su-
sentantes afines a los anteriores y de tendencia más idealista.                         jeto-objeto propia de las ciencias del espíritu. Se justifica de
Lo que unifica a iodos estos pensadores es su oposición a la                            esta manera, además, la autonomía de las ciencias del espíritu
filosofía positivista. El rechazo a las pretensiones del positivis-                     frente a las ciencias de la naturaleza. Windelband, sin embargo,
mo sena el primer elemento común. Rechazo al monismo me-                                en su Historia y ciencia natural (1894) sostiene que lo importante
todológico del positivismo; rechazo a la física-matemática como                         no es la distinción diltheyana, fundada en el diverso objeto
canon ideal regulador de toda explicación científica; rechazo                           material de las ciencias naturales y del espíritu, sino en fenó-
del afán predictivo y causalista y de la reducción de la razón a                        menos repetidos uniformemente y fenómenos individuales e
razón instrumental.                                                                     irrepetibles. Las ciencias del espíritu, como la historia, preten-
    El descubrimienzo de los hermeneutas, desde Droysen, es que                         den comprender hechos particulares, mientras que las ciencias
«la manifestación de lo singular es comprendida (verstanden)                            naturales tratan de formular leyes generales. Windelband califi-
como una manifestación o expresión de lo interior en cuanto se                          có de nomotéticas las ciencias que persiguen leyes, e ideográfi-
retrotrae a lo interior».12 Para Droysen, el ser humano expresa su
interioridad mediante manifestaciones sensibles, y toda expresión                           13. Hacernos notar que este rasgo psicológico es el más vulgarizado cuando se
                                                                                        habla de la comprensión. Hasta autores como Stegmüller, cuando tratan de esquema-
                                                                                        tizar la concepción del Verstehen de Dilthey, acuden a esta teoría psicológica de la
    12, G. Droysen: Gruridriss áer histañk (1858), citado en K.O. Apel: Die ErklSren-   comprensión. Lo menos que se puede decir frente a esta interpretación es que se toma
VersieJieii KD}itro>erse, ob. ciL, p. 15.                                              abusivamente la parte por el todo.


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cas, las dedicadas a la comprensión de las peculiaridades indi-                               grandes sociólogos, E. Durkheim y Max Weber, seguían meto-
viduales y únicas de sus objetos.                                                             dológicamente cada uno una tradición: Durkheim (Las reglas
    Weber, siguiendo a Rickert, va a insistir en la comprensión                               del método sociológico) seguía la tradición galileana (positivis-
como el método característico de las ciencias, cuyos objetos                                  mo); M, Weber, la «sociología comprensiva».
presentan una relación de valor que hace que dichos objetos se
nos presenten relevantes, con una significatividad que no po-
seen los objetos de las ciencias naturales, los átomos, por ejem-                            E) La segunda fase de la polémica o el racionalismo
plo. Esta significatividad permite identificar y seleccionar tales                           crítico frente a la teoría crítica
objetos. El investigador llega a la comprensión de tal significa-
do porque puede compartir, mejor, comparte con el objeto, los                                    Nos hallamos entre las dos guerras mundiales. Este tiempo
valores que atribuyen el significado.                                                        conoce el resurgimiento de la lógica, iniciado en 1850, tras un
    El último Dilthey14 insiste en que el Verstehen no es solo un                            estancamiento que se remonta a 1350. Por una serie de azares,
conocimiento psicológico, sino la comprensión del «espíritu ob-                              el desarrollo de la lógica se vinculó con el positivismo y dio
jetivo» (Hegel), en cuanto objetivación sensible, histórica, en                              como resultado, en la década de los años veinte, el denominado
realizaciones culturales, del espíritu o vida humana. Acuñando                               positivismo lógico. A esta corriente pertenecen B. Russel, el pri-
una frase expresiva y brillante, dirá que «el espíritu sólo puede                            mer Wittgenstein (o del Tractatus logico-philosophicus) y el de-
comprender lo que ha hecho» («Nur was der Geist geschaffm                                    nominado neopositivismo del círculo de Viena.
hat, verstehet er).                                                                              Típico de esta tendencia, englobada hoy dentro de lo que se
    De todo este esfuerzo por precisar una filosofía de la ciencia                           denomina filosofía analítica, sería afirmar que únicamente los
que no caiga en las redes del positivismo y haga justicia a la                               enunciados sometidos a la lógica y la verificación empírica pue-
peculiaridad de las ciencias humanas, culturales o del espíritu,                             den ser calificados como científicos. Los demás deben ser con-
una cosa queda clara: el rechazo a aceptar el modelo de expli-                               siderados de antemano como absurdos y sin sentido. Científico
cación científica triunfante en Occidente desde Galileo. Hay                                 es sólo, por tanto, aquel análisis de la realidad que trabaje con
una recuperación de la tradición aristotélica, a través de Hegel.                            estos dos pilares: la teoría de la relación lógico-matemática y
«Para ciertos filósofos la explicación (científica) consiste en                              la fase o verificación empírica. El gran objetivo, a la larga, cla-
procurar que los fenómenos sean inteligibles teleológicamente,                               ramente expresado por el representante más significativo del
más bien que en determinar su predictibilidad a partir del cono-                             círculo de Viena, R. Carnap, era típicamente positivista: recons-
cimiento de sus causas eficientes.»15                                                        truir racionalmente todos los posibles enunciados de la ciencia
    El debate iniciado con la relación antipositivista de finales                            unitaria, universal, lógicamente trabada.
del siglo XIX no concluye aquí. Es, más bien, el comienzo de                                     No es extraño que el énfasis de los neopositivistas del círculo
una polémica incesante hasta hoy. Esto indica que no hay ven-                                de Viena, de un R. Carnap, por ejemplo, se centrase en:
cedores ni vencidos, aunque sí reacciones más o menos fuertes
en uno u otro sentido. Por ejemplo, al terminar el siglo XIX, dos                                a) La superación de la pseudociencia (especialmente la me-
                                                                                             tafísica) mediante el análisis lógico del lenguaje. Carnap persi-
                                                                                             guió toda su vida el ideal de un lenguaje científico universal
     14. Cfr. W. Dilthey: Der Aufbau der gerschichllicheii Welt ai der Gcisteswissenschaf-   hecho de signos y símbolos nuevos, neutrales, unívocos, sin las-
leit, Frankfurt, 1970, Para una buena presentación del pensamiento de Dilthey e inclu-
so de la problemática que vinimos abordando, E. Imaz: El pensamiento de Dilthey,             tres históricos, W. Stegmüller16 verá en este intento la persecu-
México, FCE, 197S; K.O. Apel: Dk Erktüreit-Verstehen Kontroverse, pp. 17 s.; J. Freund:
Las teorías de las ciencias humanas, Bai-cclona, Península. 1975.
     15. G,H. Wrigúr. Explicación y comprensión, p. 27.                                        16. W. Stegimiller: Haupstromungen der Gegenwarts-philosophie, Kröner, Stuttgart,


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ción del antiguo ideal de absolutez; en lugar del saber absoluto,                         de fundamentar la sociología desde sus supuestos.18 Uno de los
debe aparecer ahora la exactitud absoluta. Exactitud, precisión                           resultados fue rechazar las exigencias metodológicas del méto-
y formalización son rasgos exigidos a todo enunciado con pre-                             do del Verstehen. Este queda reducido a un nuevo elemento
tensiones científicas.                                                                    externo, accidental, dentro del proceso científico. Tomando su
    b) La comprobación y verificación empírica de todas las                               comparación, sería equivalente a «un buen café» que el investi-
afirmaciones, únicamente tendrá por verdadero y pleno de sen-                             gador necesita para su trabajo.
tido lo que expresa un estado de cosas objetivo, lo cual equivale                            Será K. Popper, crítico del círculo de Viena, aunque situado
a decir, capaz de ser sometido a observación directa y compro-                           en la corriente positivista, el que comenzará a prestar atención
bación mediante experimentos.                                                            a la problemática de ¡as ciencias sociales.19 Desde entonces, la
                                                                                         filosofía analítica de la ciencia entró en liza en el debate positi-
   La moderna teoría de la ciencia ha sido fuertemente influida                          vismo-antipositivismo. Las antiguas controversias se avivaron
por estas ideas. Pero pronto se vieron las aporías a las que                             alrededor de la mitad del siglo.
conducía el programa del positivismo lógico. Respecto a la                                   El racionalismo crítico de K. Popper arremete duramente
construcción de un lenguaje científico, universal, transparente y                        contra el positivismo lógico del círculo de Viena. Popper había
de interpretación, unívoca, surgían las preguntas: el lenguaje                           tenido contactos con sus miembros en su Viena natal. En 1934
científico formalizado, ¿no depende del lenguaje cotidiano?; ¿es                         aparece su Logik der Forschung {Lógica de la investigación) don-
posible un lenguaje científico totalmente independiente de un                           de analiza, sutilmente, las reglas de juego de la obtención de las
saber cotidiano previo?                                                                 hipótesis y teorías científicas. Constituye el fundamento de un
   Gravísimas eran también las consecuencias que se deriva-                             criticismo racional o racionalismo crítico.
ban de aplicar estrictamente el principio de la verificación.                               Para Popper, como hemos indicado ya, la pretensión de ve-
Popper dirá que la exigencia mayor de verificabilidad en la                             rificar empíricamente todo enunciado científico conduce a la
experiencia no solo eliminaría las afirmaciones metafísicas,                            muerte de la ciencia. La hipótesis científica más sencilla (por
sino aniquilaría también las hipótesis empiristas y con ello,                           ejemplo: «el cobre conduce la electricidad»), si hubiera de ser
todo el conocimiento científico natural.17 Esto porque la mayoría                       verificada experimental mente, exigiría comprobar esta cualidad
de los enunciados científicos no son verificables empírica-                             en todo el cobre del universo. Pero esto, evidentemente, es im-
mente. Por consiguiente, habría que rechazarlos como afir-                              posible. Por tanto, las hipótesis científicas que pretenden posi-
maciones sin sentido. Pero, ¿con qué derecho se hace precisa-                           bilitar el conocimiento de las leyes de la naturaleza y poder
mente a la experiencia sensible, empírica, el criterio de todo
sentido?                                                                                     18. O. Neurath: Empirische Soziologie, Viena, 1931. En castellano puede verse su
                                                                                         obra de 1944: Fundamentos de las ciencias sociales, Madrid, Taller de Ediciones J.R,
   Ya se advierte que, por este camino, muy poco del pensa-                              1973.
miento filosófico y de las ciencias humanas quedaría en pie.                                 19. Sobre el positivismo de K. Popper, cfr. G.H. Wligtli: Educación y compren
Sería rechazado como pseudociencia. De hecho los filósofos del                          sión, p. 29; K.O. Apd: Die Erklünen-Verstuhen Koniroverse, pp. 45, 92, 291, maliza la
                                                                                        posición última do Popper, que exigiría también una hermenéutica; cfr. K. Poppoi"
positivismo lógico se ocuparon, casi exclusivamente, de cuestio-                        Conocimiento objetivo, Madrid, Tecuos, 1974, cap. 4, pp. 147 s. Para una introducción
nes relativas a !os fundamentos de las matemáticas y de las                             al pensamiento de K. Popper, Madrid, Grijalbo, 1974; J.F. Malherbe: La philosophie de
ciencias naturales exactas. Sólo O. Neurath, uno de los miem-                           K. Popiier et le positivismo logiqne, París, PUF, 1976; K. Popper: Biísqueda sin término.
                                                                                        Una autobiografía intelectual, Madrid, Tecnos, 1977. Popper rechaza enérgicamente el
bros más activos, junto con Carnap, del círculo de Viena, trató                         apelativo de «positivista» que le endosan los críticos de la escuela de Frankfurt; cfr.
                                                                                        K, Popper: «Reason o Revolution?», Archives Europeénnes de Sociofoge, XI, 2 (1970)
ó, 1976, XXX, II, obra muy recomendada de la que hay trad. cast.: Corrientes actuales   pp. 252-265, 253. Víctor Kraft, miembro del circulo de Viena, le ve, por el contrario,
de la filosofía actual, Buenos A ¡res. Nova, 1967.                                      como continuador «en lo esencial» de dicha orientación neo-positivista, cfr. V. Kratt:
    17. K. Popper: La lógica de la investigación científica, Madrid, Tecnos, 1973.      El círculo de Viena, Madrid, Taunjs, 1966, p, 18 y nota 13 bis.


34                                                                                                                                                                           35
efectuar pronósticos con validez para el futuro no son verifi-                    nuestra hipótesis, ésta quedará, falsificada. El fundamento ló-
cables.                                                                           gico de esta teoría es que de un enunciado o frase singular
    No se puede acudir al «principio de inducción» para resol-                    se puede seguir la negación de una frase o enunciado general,
ver el problema. Como Hume, la oveja negra de la filosofía,                       pero no una frase general.
mostró ya, un enunciado general jamás puede ser verificado                            En el caso de que nuestra hipótesis resista los intentos de
con la observación. De aquí que, estrictamente hablando, el in-                   falsificación, será aceptada, provisionalmente, mientras no se
tento de fundamentar la ciencia sobre el método inductivo                         demuestre la contraria, como científica.
(partiendo de experiencias particulares concluir leyes generales)                     En resumen, la ciencia, para Popper, deja de ser un saber
conduce a una construcción ilógica de la ciencia.                                absolutamente seguro para ser hipotético, conjetural. Deja de
    La ciencia tendrá que ser deductivista en su justificación, o                seguir un camino inductivo, para ser deductivo. Abandona el
                                                                                 criterio de verificación para seguir el de falsificación. Al princi-
no será un edificio racional.                                                    pio de la ciencia no hay fundamentos infalibles, sino problemas
    Popper les descubrirá a los hombres del círculo de Viena                     y un convencionalismo crítico que se apoya en la fe, en la fuer-
que su verificación está ligada a un dogma empirista que no se                   za crítica de la razón.21 Tampoco se puede pretender evitar el
puede sostener la certeza última proporcionada por la percep-                    lenguaje ordinario y, con ello, los conceptos «no claros». La
ción de los sentidos. Para el positivismo lógico, el edificio de la              ciencia no es posesión de la verdad, sino búsqueda incesante,
ciencia se construía sobre las piedras elementales de los enun-                  crítica, sin concesiones, de la misma.22
ciados elementales, básicos, protocolarios, cuya certeza venía                       Para Popper, este es el método científico al que se tienen
dada por la percepción inmediata de los sentidos. Pero, aunque                   que someter también las ciencias sociales humanas.23 Hay,
es innegable que una relación importante une las experiencias                    pues, un monismo metodológico.24 Toda explicación científica
perceptivas a los enunciados de base o protocolarios, no hay tal                 adopta en último término, 3a forma de un esquema lógico bási-
justificación empírica. Los enunciados elementales solo se pue-                  co, donde el hecho o fenómeno que hay que explicar (explican-
den justificar mediante otros enunciados. Además no hay per-                     dum) será la conclusión de una inferencia lógica deductiva, cu-
cepción de los sentidos que no suponga una interpretación. Así                   yas premisas están constituidas por la teoría y las condiciones
pues, nuestro saber es, desde el comienzo, conjetural, hipotéti-                 iniciales (explicans).25 El tipo de explicación es causal en sentido
co, siempre sometido a revisión. Que los enunciados de la cien-                  amplio.
cia tengan una fundamentación última, exenta de toda ulterior
                                                                                     Si prescindimos del giro que parece haber efectuado el últi-
crítica, es una fe, una ciencia que desemboca en el famoso tri-                  mo Popper, y al que ya hicimos referencia, este planteamiento
lema de Münchhausen.20
                                                                                 se sitúa en la línea de la tradición positivista y galileana.
     Por estas razones, dirá Popper, los enunciados científicos
                                                                                     Durante las dos guerras mundiales también se fundó en el
 hay que entenderlos como esbozos arbitrarios, creativos, que
                                                                                 ámbito alemán un instituto de investigación social anejo a la
 solo tienen un valor conjetural e hipotético y necesitan la com-
                                                                                 universidad de Frankfurt, que andando el tiempo sería el origen
 probación ulterior. Y puesto que no podemos comprobar todos
 los posibles casos subsumidos por una hipótesis científica, no
 podremos utilizar la verificación, sino la falsificación. Es decir,                21. Cfr. K, Popper: La lógica de la investigación científica, p. 38.
                                                                                    22. Ver el título de su autobiografía: Búsqueda sin término.
 lo que podemos hacer no será verificar si «todos los cisnes son                    23. Cfr. K. Popper: «La lógica de las ciencias sociales- en Adorno y otros. La
 blancos», sino comprobar «si algún cisne no es blanco»; por                     disputa del positivismo en la sociología alemana, Barcelona, Grijalbo, 1973, pp. 101-
                                                                                 119.
 ejemplo, negro. Si encontramos algún caso que contradiga                           24. K. Popper: La miseria del historicismo, Madrid, Alianza, 1973, pp. 145-158.
                                                                                    25. K. Popper: La lógica de las ciencias sociales, tesis vigésima. Volveremos más
                                                                                 adelante sobre este modelo nomológíco-deductivo.
     20. Cfr. H. Albert: Tratado de la razón crítica, Buenos Aires, Sur, 1973.


36                                                                                                                                                                 37
de la llamada escuela de Frankfurt. Su fundador y cabeza de                                   no es todo, dirá Adorno. Allí donde no se advierte el carácter
fila es Horkheimer. Junto a él, trabajaron y modelaron las ideas                              dinámico, procesual, de la realidad, cargado de potencialidades,
de lo que se denominaría la teoría crítica de la sociedad Adorno,                             se reduce la realidad a lo dado. Y tras las reducciones están las
Marcuse, Fromm, Löventhal, Polloch,.. Prosiguen la línea hege-                                justificaciones. La ciencia moderna, galileana, no ha advertido
liano-marxista, a la que tratan de incorporar las aportaciones                                que es hija de unas condiciones socioeconómicas y que está
de Freud. Su pretensión es analizar la sociedad occidental capi-                              profundamente ligada con un desarrollo industrial. Privilegia
talista y proporcionar una teoría de la sociedad que posibilite a                             una dimensión de la razón: la que atiende a la búsqueda de los
la razón emancipadora las orientaciones para caminar hacia                                    medios para conseguir unos objetivos dados. Pero esos objeti-
una sociedad buena, humana y racional.                                                        vos o fines no se cuestionan, son puestos téticamente o «deci-
    La teoría crítica de la escuela de Frankfurt se contrapuso                                sionísticamente» por quienes controlan y pagan los servicios de
desde sus orígenes a la tradición positivista. Se puede decir que                             la ciencia. La razón se reduce, así, a razón instrumental. Y su
los miembros de la primera generación mantuvieron hasta su                                    expresión más clara, la ciencia positivista, funciona, con el
muerte una polémica permanente contra el positivismo. En 1961,                                prestigio de sus éxitos tecnológicos y su racionalización en la
en el congreso de la Sociedad Alemana de Sociología tuvo lugar                                teoría de la ciencia, como una ideología legitimadora de tal
una confrontación entre el racionalismo crítico (K. Popper) y la                              unidimensionalización de la razón.
teoría crítica {T. Adorno). La polémica fue proseguida por los                                   Se imponen, pues, ya algunos correctivos a la concepción
discípulos más conspicuos de ambos, H. Albert y J. Haber-                                   popperiana y al positivismo en general. No se puede desvincular
mas.26                                                                                      el contexto de justificación del contexto de descubrimiento. Es
    Horkheimer ya criticó duramente al positivismo en uno de                                decir, no se puede atender a la lógica de la ciencia, al fun-
los artículos que se consideran fundacionales de la teoría críti-                           cionamiento conceptual, y prescindir del contexto sociopolítico-
ca: «Teoría tradicional y teoría crítica» (1937).27 Aquí ya indicaba                        económico donde se asienta tal ciencia. Los factores exis-
Horkheimer el carácter de criterio último y justificador que                                tenciales y sociales, como sabe la sociología del conocimiento y
reciben ]os hechos en el positivismo. Pero no hay tal captación                             la historia de la ciencia, penetran hasta la estructura misma del
directa de lo empírico. El positivista no advierte que su ver,                              conocimiento. No es, pues, baladí para el contenido mismo de
percibir, etc., está mediado por la sociedad (burguesa capitalis-                           la ciencia el atender al entorno social que la rodea y la posibilita.
ta) en la que vive. Si renuncia a percibir esta mediación de la                             También aquí se juegan los problemas epistemológicos. Quien
totalidad social del momento histórico que vive, se condena a                               olvida este entorno, que Adorno y Horkheimer denominan
percibir apariencias.                                                                       totalidad social, desconoce, además de las funciones sociales que
    La teoría crítica no niega con ello la observación, pero sí                             ejercita su teorización, la verdadera objetividad de los
niega su primacía como fuente de conocimiento. Tampoco re-                                  fenómenos que analiza.
chaza la necesidad de atender a los hechos, pero se niega a                                     El racionalismo crítico reduce en exceso toda la problemática
elevarlos a la categoría de realidad por antonomasia. Lo que es,                            de la ciencia a cuestiones lógico-epistemológicas. Frente a
                                                                                            esta tendencia, la postura de la teoría crítica será, no negar,
    26. Las exposiciones de K. Popper y T. Adorno, así como la polémica posterior           sino ir más allá de las afirmaciones de K. Popper.38
están recogidas casi íntegramente en La disputa del positivismo en la sociología alemana,       Resumiendo mucho las posiciones, los correctivos de Ador-
ob. cit.                                                                                    no serían:
    27. Cfr. M, Horkheimcr: Teoría crítica, Buenos Aires, Amorrorlu, 1974, pp. 223-272,
Para una exposición de los orígenes de la teoría crítica, cfr. M. Jay: La imaginación
dialéctica, Madríd, Taurus, 1974. Para una presentación amplia del concepto de ciencia
social que detenta M. Horkheimer, cfr, J.M. Mardones: Dialéctica y sociedad irracional.         28. Cfr. la coponencia ya citada de T.W. Adorno a K. Popper, en La disputa del
La teoría crítica de la sociedad de M. Horkheimer, Bilbao, Univ. Deusto/Mensajero, 1979.    positivismo, ob. cít.. pp. 121-138.


38                                                                                                                                                                         39
a) Respecto al origen del conocimiento                                                 el fenómeno en su objetividad. Esto sólo se logra si se acepta
                                                                                            que la razón mantiene una relativa autonomía respecto de los
    Acepta la tensión entre saber y no saber popperianos. Sitúa                             hechos.
el problema en el comienzo de la ciencia. Pero no acepta la
reducción de Popper a problemas intelectuales, epistemológi-                                   c) La objetividad de la ciencia
cos, mentales, sino a problemas prácticos, reales. Dicho de otra
forma y para evitar confusiones: al principio de la ciencia no                                  Para Popper y el racionalismo crítico, radica en el método
está el problema mental, sino el problema real, es decir, la con-                           científico de la falsificación. Horkheimer y Adorno no rechazan
tradicción. Por consiguiente, al comienzo de las ciencias socia-                            las aportaciones de la lógica científica y del falsificacionismo,
les están las contradicciones sociales.                                                     pero acentúan la peculiaridad de las ciencias humanas y socia-
                                                                                            les. La sociedad no puede concebirse como un objeto más. La
     b) El método científico                                                                sociedad es también algo subjetivo. En razón de su estructura,
                                                                                            es algo objetivo y subjetivo. Olvidar este aspecto conduce a poner
    El método científico es único. Pero no se acepta el monismo                             el énfasis en la sociedad como objeto, como algo que yace ahí,
metodológico de K. Popper que eleva el modelo de las ciencias                               enfrente de nosotros, y que solo puede ser captado mediante
fisiconaturales a canon de la ciencia. Se acepta que la raíz fun-                           unos métodos determinados. La prepotencia del método sobre
damental del método científico es la crítica, la razón crítica.                             el objeto deriva de esta consideración reificadora de la realidad
Pero Adorno entiende por crítica algo distinto de Popper. Críti-                            social. Al final, la pretensión de subsumir toda explicación
ca, para Popper, es confiar en la fuerza de la razón, que nos                               racional en el esquema nomológico-deductivo priva sobre la
mostrará si nuestros enunciados se pueden mantener como                                     verdad misma de la cosa, que es contradictoria e irracional.11
conformes a los hechos empíricos o no. Se constituye así a los                                  Para Adorno y Horkheimer, la objetividad se alcanza con el
hechos, a lo dado, en criterio último de verdad. Adorno piensa                              método crítico. Pero la vía crítica es, en este caso, no solo for-
que se priva de esta manera a las ciencias humanas y sociales                               mal, no solo se limita a la reflexión sobre los enunciados, méto-
del momento hermenéutico de la anticipación. Sin anticipar un                               dos y aparatos conceptuales, sino es crítica del objeto del que
modelo de sociedad, que exprese el ansia emancipadora, racio-                               dependen todos estos momentos, es decir, del sujeto y los sujetos
nal y de búsqueda del mundo social bueno del hombre, no hay                                 vinculados a la ciencia organizada.32 Dicho con palabras de
posibilidad de escapar del anillo mágico de la repetición de lo                             Horkheimer, si la crítica no se convierte en crítica de la socie-
dado,29 ni de dar cuenta del todo social que enmarca y da sentido                           dad, sus conceptos no son verdaderos.
a los hechos sociales concretos.30
    La crítica que conlleva la observación de los datos particula-                             d) El interés que impulsa la ciencia social
res, sin verlos estructurados en la totalidad social, es superfi-
cial. Y la crítica que no está dirigida por el interés emancipador                              Al final descubrimos que la instancia específica que distingue
no penetra más allá de la apariencia. Se impone, por tanto, una                             la teoría critica de otras teorías, por ejemplo el racionalismo
metodología que atienda a los datos de la realidad, pero que                                crítico, es el interés emancipador o, como diría Horkheimer a la
no olvide que hay que ir más allá de lo que aparece para captar                             altura de 1937, el «interés por la supresión de la injusticia
                                                                                            social».33 Interés que, pretende radicalmente la teoría crítica,
    29. Horkheimer y Adorno: La sociedad, lecciones de sociología, Buenos Aires, Pro-
teo, 1969.                                                                                    31. Adorno: introducción a la disputa del positivismo, ob. cil., pp, 41, 54,
    30. Adorno: «Sobre la lógica de las ciencias sociales» en La disputa del positivismo,     32. Ibíd.., p. 130.
ob. cit..p. 123.                                                                              33. Horkheimer: Teoría tradicional y teoría crítica, ob. cít,, p, 270.


40                                                                                                                                                                           41
está ínsito en ella. De aquí deriva su no conformismo, su beli-
     gerancia en pro de una sociedad buena y racional, y la constante
     atención a los desarrollos de la realidad.
         El carácter no ortodoxo de la teoría crítica se enraíza en su
     carácter desideologizador, que nombra lo que nadie nombra y
     desvela la injusticia como camino, como vía negativa, para ha-
     cer aflorar la verdad de la sociedad futura que ansiamos.
         Las propuestas de la teoría crítica no han quedado sin répli-
     ca. La confrontación la han proseguido los discípulos de los
     protagonistas aquí citados. Pero, más allá de la polémica y me-
     diante ella, tanto las posturas de Popper como las de Adorno-
     Horkheimer han sido matizadas o impulsadas más allá. Es de-
     cir, la discusión continúa y, entretanto, han aparecido los segui-
     dores de otro de los creadores de un estilo de pensar en la
     actual teoría de la ciencia; nos estamos refiriendo a las aporta-
     ciones del Wittgenstein tardío. Nos situamos, pues, en la tercera
     y última fase de la confrontación explicación-comprensión
     (Erklaren- Verstehen).




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Filosofía de las ciencias humanas: polémica entre tradiciones

  • 1. FILOSOFÍA DE LAS CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES. NOTA HISTÓRICA DE UNA POLÉMICA INCESANTE Entrar dentro del campo de la filosofía de las ciencias socia- les equivale a tropezar con la polémica. No hay consenso en las llamadas ciencias del espíritu, culturales, humanas o sociales, acerca de la fundamentación de su quehacer. Desde la apari- ción de las diversas disciplinas que se acogen al sobrenombre del espíritu, humanas o sociales (historia, psicología, sociología, economía, derecho, pedagogía...), se ha desatado la polémica sobre su estatuto de cientificidad. La aparición expresa, manifiesta, de estas disciplinas (dicho sea globalmente y sin muchas precisiones) aconteció en el siglo XDÍ. Es decir, en el momento histórico en que se hizo evidente que la sociedad, la vida de los hombres en ella con sus múlti- ples relaciones, no era ni algo claro, ni dado de una vez por todas. Desde este momento de crisis, el pensamiento y la refle- xión pugnaron por encontrar estabilidad. Fruto de esta lucha con un mundo social que se había vuelto problemático surgie- ron la ciencia histórica, sociológica, política, económica, psico- lógica... ¿pero, eran verdaderamente ciencias tales intentos, ex- plicaciones, reflexiones y quehaceres? La respuesta dependería del concepto de ciencia que se utilizara como medida. Para unos lo eran y para otros no. Unos exigían que las «nuevas» ciencias se acomodaran al paradigma o modelo de 19
  • 2. las ciencias verdaderas, es decir, de las físico-naturales, y otros nes tienen sus raíces y representantes en el mundo griego. Des- defendían la autonomía de las nacientes ciencias. Vemos que, de este punto de vista, no nos deben engañar las denominacio- desde la cuna, les acompaña a las incipientes disciplinas la dis- nes. La tradición aristotélica se remonta a Aristóteles como a puta acerca del estatuto científico que posean o no. uno de sus primeros y más conspicuos representantes, pero la Pero más allá de esta disputa se advierte otra polémica ma- galileana, aunque recibe su nombre de Galileo Galilei (1564- yor, más antigua, profunda y abarcadora: ¿qué es la ciencia? Por- 1642), hunde sus raíces más allá de Aristóteles, en Pitágoras y que lo verdaderamente problemático e inquietante es observar la Platón. No son, pues, tanto los acentos personales los que aquí diversidad de criterios que se aplican tras la palabra ciencia. nos interesan, cuanto las diferentes concepciones de ciencia Habría, pues, que decir que en el contencioso sobre la cien- que ambas vehiculan, Y esto, en tanto que dos tradiciones vivas tificidad o no de las ciencias humanas, sociales o del espíritu, que llegan, con su caudal enriquecido por las vicisitudes histó- se da cita el debate sobre la ciencia. De aquí su gran interés. ricas, hasta nuestro hoy, y persisten en una confrontación, o Por esta razón, algunos teóricos del debate denominan a este pugilato, cuyo lugar mas visible es la fundamentación de las problema de la fundamentación de las ciencias sociales o hu- disciplinas humanas o sociales como ciencia. manas como tales ciencias, «la cuestión candente». Dicho de Con objeto de caracterizar mejor el problema y «el estado otro modo: aquí se anudan actualmente los problemas más de la cuestión», vamos a detenernos un poco en una breve ex- acuciantes que rodean a la ciencia y las preguntas que van más posición de ambas tradiciones. Atenderemos a aquello que les a la raíz. es propio y las conduce a la confrontación. No nos fijaremos No es extraño que al tratar de indicar brevísimamente algo tanto en lo que los autores, Aristóteles o Galileo, dijeron que de la cuestión, en una nota introductoria a unas lecturas de era ciencia, cuanto en los acentos que sus tradiciones respecti- filosofía de dichas ciencias, no tengamos más remedio que ir al vas ven en ellos, lo que a menudo difiere un tanto. encuentro de la génesis del problema. La fuerza misma de la disputa actual nos impele a buscar, aguas arriba, el origen del tumulto. También aquí esperamos que la historia del problema B) La tradición aristotélica, o la ciencia nos desvele el problema o, al menos, nos ayude a aclararlo. como explicación ideológica Aristóteles2 consideraba que la investigación científica daba A) Dos tradiciones importantes en la filosofía del comienzo allí donde alguien se percataba de la existencia de método científico: la aristotélica y la galileana ciertos fenómenos. Es decir que, para Aristóteles, al principio está la observación. Pero la explicación científica sólo se consi- Si miramos el panorama de la filosofía de la ciencia, o de la gue cuando se logra dar razón de esos hechos o fenómenos. Y reflexión acerca de la ciencia y de lo que tiene que ser conside- es justamente el cómo se entiende este «dar razón de los he- rado por tal, desde la altura de su historia, se distinguen dos chos» lo que va a caracterizar a Aristóteles y toda una tradición tradiciones importantes: la llamada aristotélica, y la denomina- que de alguna manera guarda semejanza o prosigue el tipo de da galileana.1 Son dos tipos de ciencia o dos planteamientos explicación propugnada por el Estagirita. diferentes acerca de las condiciones que ha de satisfacer una explicación que se quiera denominar científica. Ambas tradicio- 2. Sobre la filosofía de la ciencia de Aristóteles, cfr. J. Losee: Introducción 1. Cfr, G.H. van Wright: Explicación y comprensión, Madrid, Alianza, 1980, p. 18. histórica a la filosofía de la ciencia, Madrid, Alianza, 1976. pp. 5-25; M,W. Waitofsky: Véase la aceptación de esta tipología en K.O, Apel; Die Ertd&reii-Verswhen-Kontroverse Introducción a la filosofía de la ciencia, Madrid, Alianza, 1978, vol. I, cap. 4. También in Transtendental-pragmaiische Sicht, Frankfurt, Suhrkamp, 1979, p. 56. B. Farrington: Ciencia y filosofía en la Antigüedad, Barcelona, Ariel, 1971. 20 21
  • 3. Aristóteles pensaba la explicación científica como una pro- ceptual que las diferencia de las hipótesis causales y las acerca gresión o camino inductivo desde las observaciones hasta los a las explicaciones teleológicas y, más allá, presupone una cos- principios generales o principios explicativos. Estos principios movisión o concepción del mundo, como conjunto de substan- eran inferidos por enumeración simple o por inducción directa; cias, que hoy nos es extraña. No nos interesa proseguir más por por cualquiera de los dos métodos (que no nos interesa deta- los caminos del preceptor de Alejandro Magno. Nos bastan las llar) se obtenían más generalizaciones acerca de las propieda- nociones adquiridas para entender por qué la tradición de la des de la especie o género. Esta etapa consiste en obtener prin- ciencia que se remite a Aristóteles discurre al compás de los cipios explicativos a partir de los fenómenos que se han de ex- esfuerzos por comprender los hechos de modo teleológico o plican se denomina inducción. Para Aristóteles todavía existía finalista. un segundo momento o etapa en la explicación científica: el deductivo. Consiste en deducir enunciados acerca de los fenó- menos a partir de las premisas que incluyan o contengan a los C) La tradición galileana, o la ciencia principios explicativos, Aristóteles exigía una relación causal entre como explicación causal las premisas y la conclusión del silogismo acerca del hecho o fenómeno a explicar. Y aquí aparece el énfasis, rasgo o carac- Nada acontece en el mundo cultural y humano de la noche terística de la explicación aristotélica. La causa de un fenómeno a la mañana. Las ideas se van incubando lentamente, o de for- tiene, para Aristóteles, cuatro aspectos: la causa formal, la causa ma más acelerada, al socaire de los acontecimientos sociales, material, la causa eficiente y la causa final. políticos, económicos o. religiosos. Pues bien, una explicación científica adecuada debe especi- Los vientos del cambio o de la crítica nunca dejaron de so- ficar estos cuatro aspectos que constituyen su causa. Sobre plar sobre la tradición aristotélica. Hay toda una línea revisio- todo, no podía faltar a una pretendida explicación científica de nista muy visible ya en el siglo XIII, que introduce precisiones un fenómeno o hecho, el dar cuenta de su causa final o télos. en el método inductivo-deductivo de Aristóteles. A ella pertene- Aristóteles criticó duramente a aquellos filósofos, como por cen nombres como R. Grosseteste (1168-1253), Roger Bacon ejemplo los atomistas Demócrito y Leucipo, que pretendían ex- (1214-1292), Duns Scoto (1265-1308), Guillermo de Occam plicar los hechos (ej., el cambio) en términos de sus causas (1280-1349) y Nicolás de Autrecourt (1300-1350). Los citamos materiales y eficientes, o aquellos que acentuaban excesivamen- para que quede constancia que lo que vamos a llamar la «cien- te las causas formales, como los pitagóricos. cia moderna», o manifestación sociocultural potente de otra Aristóteles exigía explicaciones teleológicas, que aclarasen concepción de ciencia, no irrumpe como algo inesperado, sino «con el fin de qué» ocurrían los fenómenos, no solo de los he- como resultado de una serie de cambios socioculturales y de la chos referidos al crecimiento o desarrollo de los organismos misma historia de las ideas. vivos, sino aun de los seres inorgánicos u objetos inanimados. A la altura del siglo xvi durante el Renacimiento tardío y la Es precisamente este acento puesto por Aristóteles y la época del Barroco, las condiciones sociales y culturales estaban «ciencia aristotélica» en la explicación ideológica o finalista, el maduras para que aconteciera el «giro copernicano» en la cien- que se considera prototípico de esta tradición y permite encon- cia y lo que Ortega y Gasset llama la «anábasis de Descartes» o trar semejanzas con posturas actuales. Ahora bien, no debemos arreglo de cuentas, en la filosofía, de uno consigo mismo. olvidar que las explicaciones aristotélicas tenían otros rasgos no Acontece que se deja de mirar el universo como un conjunto de mantenidos hoy día: eran explicaciones en términos de «propie- sustancias con sus propiedades y poderes, para verlo como un dades», «facultades» o «potencias», asociadas a la esencia de flujo de acontecimientos que suceden según leyes. Casi todas alguna substancia. Tales explicaciones tienen un carácter con- las «revoluciones científicas» testimonian —como ha mostrado 22 23
  • 4. T.S. Kuhn—3 la unión indisoluble entre el descubrimiento de ción pitagórico-platónica efectuada por los humanistas. Ellos nuevos hechos y la invención de nuevas teorías para explicar- vierten en el pensamiento occidental la concepción o creencia los, con una nueva imagen o visión del mundo. La concepción de raíz pitagórico-platónica, que se verá fortalecida por la fe del mundo fruto de la nueva forma de mirarlo, que ya es visible cristiana en el Creador, de que el libro real de la naturaleza en hombres como Galileo o Bacon, no es tanto metafísica y estaba escrito en lenguaje matemático. No habrá que buscar finalista, cuanto funcional y mecanicista. Los nuevos ojos de la tanto la sustancia subyacente a los fenómenos cuanto las leyes ciencia moderna están transidos de ansias de poder y control matemáticas que nos desvelen la estructura real del mundo físi- de la naturaleza. El centro no es ya el mundo, sino el hombre. co. Galileo será un típico representante de la nueva mentalidad Por esta razón, su mirada cosifica, reduce a objeto para sus que cambia las explicaciones físicas cualitativas de Aristóteles necesidades y utilidades, a la naturaleza.4 por las formulaciones matemáticas de Arquímedes. Este interés pragmático, mecánico-causalista, que no va a Pero los humanistas solos no hubiesen logrado mucho. Junto preguntar ya por el «por qué» y «para qué» últimos, sino por el a ellos aparecen unas condiciones sociales engendradas por el «cómo» mas inmediato y práctico de los fenómenos y sus con- capitalismo incipiente nacido ya en el siglo XIII alrededor de las secuencias, emerge con fuerza en la centuria que va desde ciudades italianas y su comercio con Oriente, que rompe el con- 1543, año de la aparición de la obra de Copémico De revolutio- trol de la producción y distribución instaurada por los gremios. nibus orbium coelestium, hasta 1638, fecha en que ven la luz La incipiente producción, según el esquema de la oferta y la de- los Discorsi de Galileo. En este «umbral de la nueva ciencia», manda, favorece la acumulación del capital y el fortalecimiento como lo denomina Dijsterhuis, se cristaliza un nuevo método de una nueva clase social urbana: la burguesía. Propio de esta científico, una nueva forma de considerar qué requisitos tiene clase social va a ser el gusto por una cultura más secular, una que cumplir una explicación que pretenda llamarse científica. propensión a los hechos concretos y su sentido del orden y lo Al triunfo social de las nuevas ideas no le van a ser ajenos positivo; lo positivo, que es lo que nuestro lenguaje popular ha —como venimos indicando— una serie de cambios sociales. Si recogido en expresiones como «ir a lo positivo», esto es, a lo útil denominamos «fuerzas sociales intervinientes» a estos factores y pragmático. La nueva ciencia recoge este interés pragmático, sociales que facilitan el surgimiento e institucionalización de la acorde con el intento de dominar la naturaleza, y señala una ciencia moderna o galileana, tendríamos que señalar, lo si- actitud tecnológica del conocimiento y sus aplicaciones. F. Bacon guiente.5 En primer lugar, la labor de recuperación de la tradi- será el gran apóstol de esta actitud «científica». Tenemos ya una tradición matemática recuperada, que va a proporcionar un gran instrumento a Galileo y sus seguidores para 3. T.S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, Madrid, FCE, 1975, p. 19. 4. Sobre este interés dominador que acompaña la ciencia moderna y se alza con reducir, primero intuitivamente y después en la concentración de pretensiones cada vez más absolutas, cfr. Horkheimer y Adorno: Dialéctica del llumi- una fórmula matemática, las propiedades de un fenómeno. Pero nismo, Buenos Aires, Sur, 1971, esp. cap. I. si es importante la determinación métrica y numérica de un fenó- 5. Entre las teorías o explicaciones del surgimiento de la ciencia y pensamiento moderno se hallan: F. Borkenau: Üer Ühergang van feiidakn zuñí bürgafchai Wellbild, meno, todavía lo es más la suposición hipotética que posibilitaba. París, 1934; fdem: «Zur Soziologie des mechanislischen Wdtbüdes», en Zeilschrift ftir El aspecto más importante re-ganado a la tradición pitagórico-pla- Sozklforschung, I, 3 (1932), reeditada en Munich, Kosel, 1970. Para Borkenau, la cien- cia moderna, la nueva mecánica galileana y newtoniana, tendría sus raíces en la pro- tónica y arquimédica, y reformulado por el genio de Galileo, fue el ducción técnica manufacturada; C.H. Grossmann escribió, coi-rigiendo a Borkenau, énfasis en el valor de la abstracción e idealización de la ciencia. El «Die gescllschaft lie lien Grundlagen des mechanístischen Phüosophic und die Manu- éxito de Galileo y del posterior desarrollo de esta tradición radica fakiur», en Zeitschrifl fur Soúalforschtmg, IV, 2 (1935). En esta línea continúa también E, Zilsel. Para estos autores la ciencia moderna surge de la unión del humanismo con en su habilidad para arrinconar diversas complicaciones empíri- el artesanado y el capitalismo primitivo. Posteriormente, A. Kojéve y W. Kem verán la cas, para trabajar con conceptos ideales, como «el péndulo ideal», ciencia moderna como fruto del cristianismo, Cfr. A. Kojéve: «Origine chretienne de la science modeme», Sciences et L'enseigiienieiit des Sciences, 5, 37 (946). etc. Es decir, que, junto a las fuerzas sociales indicadas, hay que 24 25
  • 5. poner a los hombres: los artistas-ingenieros del Renacimiento, Ya tenemos el escenario, o mejor, el ring, donde se debate hombres geniales, como Leonardo da Vinci, que inician la vincu- la fundamentación de las ciencias del hombre. Será a caballo lación sistemática del saber académico con la empírica artesanaJ. de estas dos tradiciones, aristotélica y galileana, de sus respecti- El mismo Galileo, durante su estancia como profesor de matemá- vos puntos de vista sobre la explicación científica, donde se de- ticas en la Universidad de Padua (1592-1610), tuvo numerosos sencadenará la disputa. Comprenderemos ahora por qué, ha- contactos con artesanos para trabajar en su laboratorio y solucio- blando en un sentido muy amplio, la confrontación puede ser nar problemas físicos de las bombas de agua, artefactos militares, expresada en términos de explicación causal versus explicación etc. Fueron, en suma, una pléyade de científicos, en su mayoría teleológica o, como diremos más adelante, explicación (Erkla- astrónomos (y Aristóteles ya denominaba a la astronomía una ren) contra comprensión (Verstehen). «ciencia mixta», por conjuntar la matemática con la técnica), los Vamos a continuar la exposición del estado de la cuestión que pisaron ese umbral de la nueva ciencia: Copérnico, Galileo, actual. Según lo convenido, seguiremos, a grandes zancadas, el junto con Simón Stevin y W. Gilbert. desarrollo histórico de la polémica. Esperamos ganar así un La «nueva ciencia» que reemplaza a la aristotélica va a con- horizonte heurístico, explicativo, del problema mismo. De siderar como explicación científica de un hecho aquella que acuerdo con K,O. Apel,7 distinguiremos tres fases en la contro- venga formulada en términos de leyes que relacionan fenóme- versia. Y si se nos abre un crédito de atención, como diría Orte- nos determinados numéricamente, es decir, matemáticamente. ga, desde ahora anunciamos nubarrones con claros paisajes, y Tales explicaciones tomarán las formas de hipótesis causales. prometemos archipiélagos. Pero causal va a tener aquí una connotación funcional en una perspectiva mecanicista. Finalmente, la piedra de toque del valor de nuestras hipóte- D) La primera polémica explícita de la filosofía de sis causalistas vendrá determinada por el análisis experimental. las ciencias sociales: positivismo decimonónico Será la comparación de la hipótesis con las consecuencias de- frente a hermenéutica ducidas mediante la observación de ía realidad o experimenta- ción, la que nos dirá su valor explicativo. Nos situamos en el siglo XIX. Hay un paralelismo entre este Más de un siglo después, dirá Kant que la actitud del científico siglo y la centuria de la ciencia moderna: acontece para las galileano no es la de un escolar a quien la naturaleza enseña, sino ciencias del hombre un despertar análogo al conocido por la de un juez que ciertamente va a aprender de un testigo, pero las ciencias naturales en aquella época. El estudio sistemático sometiéndolo a un interrogatorio, previamente forjado por el juez, del hombre, de su historia, lengua, usos e instituciones socia- el cual prefija, por tanto, lo que quiere averiguar. Dicho de otro les, adquiere en este tiempo, y merced a hombres como Ranke modo, la física griega y, en general, toda la ciencia hasta Galileo, y Mommsen en historiografía, W. von Humboldt, R. Rask, se ha montado sobre el supuesto de que el entendimiento gira en J. Grimm en lingüística y filosofía, Tylor en antropología social, torno a las cosas. Galileo, dirá Kant, ha montado su física sobre Saint-Simón, Comte, Spencer y Marx en sociología, una altura un supuesto inverso: el supuesto de que las cosas giran en torno al comparable a la alcanzada por la ciencia galilaico-newtoniana. entendimiento, y, por paradójico que parezca, entonces y solo en- Tampoco sucede este auge de estudios culturales, sociales, tonces ha descubierto lo que son las cosas. Se ha consumado lo humanos, porque sí. El hombre fue desafiado a finales del siglo que Kant llama la revolución copernicana en la ciencia6 XVIII. Tuvo lugar uno de esos acontecimientos que conmueven hasta los cimientos del mundo social y que, según 6. I, Kant: Crítica de la razón pura, Buenos Aires, Losada, 1970, p. 130; X. Zubi- ri: Cinco lecciones de filosofía, Madrid, Alianza, 1980, pp. 72, 74. Sobre Galüeo, cfr. A. Koyré: Estudios galileanos, Madrid, siglo XXI, 19S0, 7. K.O. Apel: Diz Erkldrett-Versteheit Koittroverse..., ob. cit,, pp. 15-57. 26 27
  • 6. Kant no se olvidarán jamás: la Revolución francesa. Hasta que se desliza persiguiendo la tradición galileana de la ciencia. entonces, digámoslo de una forma simplificada y general, la Reducida a sus rasgos característicos, cuatro serían los aspec- sociedad no constituía un problema para la conciencia, dada su tos que configuran el contenido de este vocablo acuñado por relativa coincidencia con ella. Todavía era posible una visión Comte: monolítica, sin problemas, de la conciencia. Hasta cierto punto, las relaciones sociales, la cultura, el pasado y porvenir de la 1.° El monismo metodológico. Los objetos abordados por la sociedad, funcionaban inconscientemente, a semejanza de las investigación científica pueden ser, y son de hecho, diversos, fuerzas elementales del cosmos. Pero desde el momento en que pero hay, como diría Comte, unidad de método y homogenei- la sociedad europea entró en crisis, se convirtió en un dad doctrinal. Es decir, sólo se puede entender de una única problema para sí misma a nivel de la práctica (modo de forma aquello que se considere como una auténtica explicación organización) y se hizo evidente la ignorancia teórica (modo de científica, comprensión). De esta manera, quedaba expedito el camino 2.° El modelo o canon de las ciencias naturales exactas. Para para la aparición de las ciencias del hombre y, en particular, Comte, Mill, la unidad de método, el llamado método positivo, de las que conciernen a la sociedad. La crisis, el estado crítico, tenía un canon o ideal metodológico frente al que se confronta- en que se encontraron los hombres y las sociedades ba el grado de desarrollo y perfección de todas las demás cien- occidentales, enfrentados con la necesidad de una nueva cias. Este baremo lo constituía la ciencia físico-matemática. Por reordenación social y de obtener equilibrio, sacudió los él vendría medida la cientificidad de las nacientes ciencias del espíritus en favor de una intervención consciente y refleja de la hombre. sociedad sobre sí misma.8 3° La explicación causal o Erkláren como característica de la Nos encontramos, por tanto, a mediados del siglo XIX con explicación científica. La ciencia trata de responder a la pre- una ciencia natural asentada cada vez más fuertemente sobre gunta de «por qué» ha sucedido un hecho, es decir, responde a los pilares de la tradición galileana, y unas ciencias humanas la cuestión acerca de las causas o motivos fundamentales. Las con grandes logros y con pretensiones científicas. En estas cir- explicaciones científicas son, por consiguiente, causalistas, aun- cunstancias, dirá Von Wright, «resultó natural que una de las que sea en un sentido muy amplio. Si nos remitimos a Comte y principales cuestiones de la metodología y filosofía de la ciencia Mill, tal explicación de carácter causal viene expresada también del siglo XIX fuera la concerniente a la relación entre estas dos en la búsqueda de leyes generales hipotéticas de la naturaleza importantes ramas de la investigación empírica».9 Las principa- que subsuman los casos o hechos individuales. Hay un vocablo les posiciones al respecto pueden engarzarse en las dos grandes alemán que resume y condensa este método científico: es el tradiciones del pensamiento científico que hemos esbozado. ERKLÁREN («explicar», «explicación»); en inglés, explanation {tra- Una de estas posiciones es la filosofía de la ciencia del positi- ducido, a veces, por «explanación»).10 vismo decimonónico, representada típicamente por A. Comte y 4." El interés dominador del conocimiento positivista. Desde X Stuart Mill. El positivismo es un concepto que se ha vuelto F, Bacon «scientia et potentia in ident coincidunt».u A. Comte escurridizo, porque se puede aplicar a una serie de autores, que pondrá el énfasis en la predicación de los fenómenos. Su «voir van desde Hume hasta Popper y sus discípulos hoy día. Convie- pour prévoir pour pouvoir» es todo un indicador del interés que ne buscar el común denominador de esta corriente positivista guía el conocimiento positivo. El control y dominio de la natu- 8. Sobre el nacimiento de las ciencias humanas y el contexto sociohistórico de crisis, cfr. M. Foucault: Las palabras y las cosas, Madrid. Siglo XXI, 1971, pp. 334 s.; 10. Así sucede, por ejemplo con la traducción de la recopilación de textos de P.H. J. Habermas: Teoría y praxis, Buenos Aires, Sur, 1966, pp. 105 s,; A, Touraine: La Hidditch: Filosofía de la ciencia, México, FCE, 1975, cfr. pp. 100 s. Habría que unificar production de la societé, París, Scuil, 1973. pp. 62 s. la terminología y reservar el término técnico explicar para la explicación de tipo causal. 9. G.H. von Wright: Explicación y comprensión, p. 20. 11. F. Bacon: Novum Organum (1620) libro I, aforismo 3. 28 29
  • 7. raleza constituye el objetivo de dicho interés. La amenaza que humana sensible refleja una interioridad. No captar, por tanto, le ronda es cosifícar, reducir a objeto todo, hasta el hombre en una manifestación, conducta, hecho histórico o social esa di- mismo. Cuando la razón se unilateraliza hacia este lado y abso- mensión interna, equivale a no comprenderlo. lutiza sus posiciones, estamos ante lo que Adorno y Habermas Droysen fue el primero que utilizó la distinción entre expli- denominan la razón instrumental. cación y comprensión (en alemán Erklaren y Verstehen) con in- tención de fundamentar el método de la historia, comprender, Este positivismo científico va a pretender hacer ciencia so- en contraposición al de la física matemática, explicar, y al de la cial, histórica, económica... siguiendo la tipificación ideal de la tecnología y filosofía, conocer (Erkennen). Desde entonces el física matemática, acentuando la relevancia de las leyes genera- término Verstehen, «comprender», viene a representar una con- les para la explicación científica y tratando de subsumir bajo el cepción metodológica propia de las ciencias humanas. El con- mismo y único método a todo saber con pretensiones científi- tenido positivo del término comprender varía y tiene énfasis di- cas. No será, pues, extraño que A. Comte quiera hacer «física versos según los autores; así, a título de ejemplo, para Simmel social», por ciencia de la sociedad o sociología. El debate no {y el primer Dilthey) la comprensión, tiene una resonancia psi- tardó mucho en estallar. Porque, frente a la filosofía positivista cológica, es una forma de empatia (Einfühlung) o identificación de la ciencia, se fue fraguando en el ámbito alemán, sobre afectivo-mental que reactualiza la atmósfera espiritual, senti- todo, una tendencia anti-positivista. A esta concepción metodo- mientos, motivos, valores, pensamientos, de sus objetos de es- lógica la vamos a denominar hermenéutica, atendiendo a algu- tudio.13 Pero Dilthey acentuará además en las ciencias humanas nos de sus rasgos más característicos. Entre las figuras repre- la pertenencia del investigador y la realidad investigada al sentativas de este tipo de pensamiento se encuentran filósofos, mismo universo histórico; el mundo cultural e histórico del historiadores y científicos sociales alemanes de la talla de Droy- hombre. Se da, por tanto, una unidad sujeto-objeto que permite sen, Dilthey, Simmel y Max Weber, con los neokantianos de la la comprensión desde dentro de los fenómenos HISTÓRICOS SOCIA- escuela de Badén, Windelband y Rickert. Fuera de Alemania, se LES, HUMANOS. suele citar al italiano Croce y al inglés Collingwood como repre- La comprensión se funda para Dilthey en esa identidad su- sentantes afines a los anteriores y de tendencia más idealista. jeto-objeto propia de las ciencias del espíritu. Se justifica de Lo que unifica a iodos estos pensadores es su oposición a la esta manera, además, la autonomía de las ciencias del espíritu filosofía positivista. El rechazo a las pretensiones del positivis- frente a las ciencias de la naturaleza. Windelband, sin embargo, mo sena el primer elemento común. Rechazo al monismo me- en su Historia y ciencia natural (1894) sostiene que lo importante todológico del positivismo; rechazo a la física-matemática como no es la distinción diltheyana, fundada en el diverso objeto canon ideal regulador de toda explicación científica; rechazo material de las ciencias naturales y del espíritu, sino en fenó- del afán predictivo y causalista y de la reducción de la razón a menos repetidos uniformemente y fenómenos individuales e razón instrumental. irrepetibles. Las ciencias del espíritu, como la historia, preten- El descubrimienzo de los hermeneutas, desde Droysen, es que den comprender hechos particulares, mientras que las ciencias «la manifestación de lo singular es comprendida (verstanden) naturales tratan de formular leyes generales. Windelband califi- como una manifestación o expresión de lo interior en cuanto se có de nomotéticas las ciencias que persiguen leyes, e ideográfi- retrotrae a lo interior».12 Para Droysen, el ser humano expresa su interioridad mediante manifestaciones sensibles, y toda expresión 13. Hacernos notar que este rasgo psicológico es el más vulgarizado cuando se habla de la comprensión. Hasta autores como Stegmüller, cuando tratan de esquema- tizar la concepción del Verstehen de Dilthey, acuden a esta teoría psicológica de la 12, G. Droysen: Gruridriss áer histañk (1858), citado en K.O. Apel: Die ErklSren- comprensión. Lo menos que se puede decir frente a esta interpretación es que se toma VersieJieii KD}itro>erse, ob. ciL, p. 15. abusivamente la parte por el todo. 30 31
  • 8. cas, las dedicadas a la comprensión de las peculiaridades indi- grandes sociólogos, E. Durkheim y Max Weber, seguían meto- viduales y únicas de sus objetos. dológicamente cada uno una tradición: Durkheim (Las reglas Weber, siguiendo a Rickert, va a insistir en la comprensión del método sociológico) seguía la tradición galileana (positivis- como el método característico de las ciencias, cuyos objetos mo); M, Weber, la «sociología comprensiva». presentan una relación de valor que hace que dichos objetos se nos presenten relevantes, con una significatividad que no po- seen los objetos de las ciencias naturales, los átomos, por ejem- E) La segunda fase de la polémica o el racionalismo plo. Esta significatividad permite identificar y seleccionar tales crítico frente a la teoría crítica objetos. El investigador llega a la comprensión de tal significa- do porque puede compartir, mejor, comparte con el objeto, los Nos hallamos entre las dos guerras mundiales. Este tiempo valores que atribuyen el significado. conoce el resurgimiento de la lógica, iniciado en 1850, tras un El último Dilthey14 insiste en que el Verstehen no es solo un estancamiento que se remonta a 1350. Por una serie de azares, conocimiento psicológico, sino la comprensión del «espíritu ob- el desarrollo de la lógica se vinculó con el positivismo y dio jetivo» (Hegel), en cuanto objetivación sensible, histórica, en como resultado, en la década de los años veinte, el denominado realizaciones culturales, del espíritu o vida humana. Acuñando positivismo lógico. A esta corriente pertenecen B. Russel, el pri- una frase expresiva y brillante, dirá que «el espíritu sólo puede mer Wittgenstein (o del Tractatus logico-philosophicus) y el de- comprender lo que ha hecho» («Nur was der Geist geschaffm nominado neopositivismo del círculo de Viena. hat, verstehet er). Típico de esta tendencia, englobada hoy dentro de lo que se De todo este esfuerzo por precisar una filosofía de la ciencia denomina filosofía analítica, sería afirmar que únicamente los que no caiga en las redes del positivismo y haga justicia a la enunciados sometidos a la lógica y la verificación empírica pue- peculiaridad de las ciencias humanas, culturales o del espíritu, den ser calificados como científicos. Los demás deben ser con- una cosa queda clara: el rechazo a aceptar el modelo de expli- siderados de antemano como absurdos y sin sentido. Científico cación científica triunfante en Occidente desde Galileo. Hay es sólo, por tanto, aquel análisis de la realidad que trabaje con una recuperación de la tradición aristotélica, a través de Hegel. estos dos pilares: la teoría de la relación lógico-matemática y «Para ciertos filósofos la explicación (científica) consiste en la fase o verificación empírica. El gran objetivo, a la larga, cla- procurar que los fenómenos sean inteligibles teleológicamente, ramente expresado por el representante más significativo del más bien que en determinar su predictibilidad a partir del cono- círculo de Viena, R. Carnap, era típicamente positivista: recons- cimiento de sus causas eficientes.»15 truir racionalmente todos los posibles enunciados de la ciencia El debate iniciado con la relación antipositivista de finales unitaria, universal, lógicamente trabada. del siglo XIX no concluye aquí. Es, más bien, el comienzo de No es extraño que el énfasis de los neopositivistas del círculo una polémica incesante hasta hoy. Esto indica que no hay ven- de Viena, de un R. Carnap, por ejemplo, se centrase en: cedores ni vencidos, aunque sí reacciones más o menos fuertes en uno u otro sentido. Por ejemplo, al terminar el siglo XIX, dos a) La superación de la pseudociencia (especialmente la me- tafísica) mediante el análisis lógico del lenguaje. Carnap persi- guió toda su vida el ideal de un lenguaje científico universal 14. Cfr. W. Dilthey: Der Aufbau der gerschichllicheii Welt ai der Gcisteswissenschaf- hecho de signos y símbolos nuevos, neutrales, unívocos, sin las- leit, Frankfurt, 1970, Para una buena presentación del pensamiento de Dilthey e inclu- so de la problemática que vinimos abordando, E. Imaz: El pensamiento de Dilthey, tres históricos, W. Stegmüller16 verá en este intento la persecu- México, FCE, 197S; K.O. Apel: Dk Erktüreit-Verstehen Kontroverse, pp. 17 s.; J. Freund: Las teorías de las ciencias humanas, Bai-cclona, Península. 1975. 15. G,H. Wrigúr. Explicación y comprensión, p. 27. 16. W. Stegimiller: Haupstromungen der Gegenwarts-philosophie, Kröner, Stuttgart, 32 33
  • 9. ción del antiguo ideal de absolutez; en lugar del saber absoluto, de fundamentar la sociología desde sus supuestos.18 Uno de los debe aparecer ahora la exactitud absoluta. Exactitud, precisión resultados fue rechazar las exigencias metodológicas del méto- y formalización son rasgos exigidos a todo enunciado con pre- do del Verstehen. Este queda reducido a un nuevo elemento tensiones científicas. externo, accidental, dentro del proceso científico. Tomando su b) La comprobación y verificación empírica de todas las comparación, sería equivalente a «un buen café» que el investi- afirmaciones, únicamente tendrá por verdadero y pleno de sen- gador necesita para su trabajo. tido lo que expresa un estado de cosas objetivo, lo cual equivale Será K. Popper, crítico del círculo de Viena, aunque situado a decir, capaz de ser sometido a observación directa y compro- en la corriente positivista, el que comenzará a prestar atención bación mediante experimentos. a la problemática de ¡as ciencias sociales.19 Desde entonces, la filosofía analítica de la ciencia entró en liza en el debate positi- La moderna teoría de la ciencia ha sido fuertemente influida vismo-antipositivismo. Las antiguas controversias se avivaron por estas ideas. Pero pronto se vieron las aporías a las que alrededor de la mitad del siglo. conducía el programa del positivismo lógico. Respecto a la El racionalismo crítico de K. Popper arremete duramente construcción de un lenguaje científico, universal, transparente y contra el positivismo lógico del círculo de Viena. Popper había de interpretación, unívoca, surgían las preguntas: el lenguaje tenido contactos con sus miembros en su Viena natal. En 1934 científico formalizado, ¿no depende del lenguaje cotidiano?; ¿es aparece su Logik der Forschung {Lógica de la investigación) don- posible un lenguaje científico totalmente independiente de un de analiza, sutilmente, las reglas de juego de la obtención de las saber cotidiano previo? hipótesis y teorías científicas. Constituye el fundamento de un Gravísimas eran también las consecuencias que se deriva- criticismo racional o racionalismo crítico. ban de aplicar estrictamente el principio de la verificación. Para Popper, como hemos indicado ya, la pretensión de ve- Popper dirá que la exigencia mayor de verificabilidad en la rificar empíricamente todo enunciado científico conduce a la experiencia no solo eliminaría las afirmaciones metafísicas, muerte de la ciencia. La hipótesis científica más sencilla (por sino aniquilaría también las hipótesis empiristas y con ello, ejemplo: «el cobre conduce la electricidad»), si hubiera de ser todo el conocimiento científico natural.17 Esto porque la mayoría verificada experimental mente, exigiría comprobar esta cualidad de los enunciados científicos no son verificables empírica- en todo el cobre del universo. Pero esto, evidentemente, es im- mente. Por consiguiente, habría que rechazarlos como afir- posible. Por tanto, las hipótesis científicas que pretenden posi- maciones sin sentido. Pero, ¿con qué derecho se hace precisa- bilitar el conocimiento de las leyes de la naturaleza y poder mente a la experiencia sensible, empírica, el criterio de todo sentido? 18. O. Neurath: Empirische Soziologie, Viena, 1931. En castellano puede verse su obra de 1944: Fundamentos de las ciencias sociales, Madrid, Taller de Ediciones J.R, Ya se advierte que, por este camino, muy poco del pensa- 1973. miento filosófico y de las ciencias humanas quedaría en pie. 19. Sobre el positivismo de K. Popper, cfr. G.H. Wligtli: Educación y compren Sería rechazado como pseudociencia. De hecho los filósofos del sión, p. 29; K.O. Apd: Die Erklünen-Verstuhen Koniroverse, pp. 45, 92, 291, maliza la posición última do Popper, que exigiría también una hermenéutica; cfr. K. Poppoi" positivismo lógico se ocuparon, casi exclusivamente, de cuestio- Conocimiento objetivo, Madrid, Tecuos, 1974, cap. 4, pp. 147 s. Para una introducción nes relativas a !os fundamentos de las matemáticas y de las al pensamiento de K. Popper, Madrid, Grijalbo, 1974; J.F. Malherbe: La philosophie de ciencias naturales exactas. Sólo O. Neurath, uno de los miem- K. Popiier et le positivismo logiqne, París, PUF, 1976; K. Popper: Biísqueda sin término. Una autobiografía intelectual, Madrid, Tecnos, 1977. Popper rechaza enérgicamente el bros más activos, junto con Carnap, del círculo de Viena, trató apelativo de «positivista» que le endosan los críticos de la escuela de Frankfurt; cfr. K, Popper: «Reason o Revolution?», Archives Europeénnes de Sociofoge, XI, 2 (1970) ó, 1976, XXX, II, obra muy recomendada de la que hay trad. cast.: Corrientes actuales pp. 252-265, 253. Víctor Kraft, miembro del circulo de Viena, le ve, por el contrario, de la filosofía actual, Buenos A ¡res. Nova, 1967. como continuador «en lo esencial» de dicha orientación neo-positivista, cfr. V. Kratt: 17. K. Popper: La lógica de la investigación científica, Madrid, Tecnos, 1973. El círculo de Viena, Madrid, Taunjs, 1966, p, 18 y nota 13 bis. 34 35
  • 10. efectuar pronósticos con validez para el futuro no son verifi- nuestra hipótesis, ésta quedará, falsificada. El fundamento ló- cables. gico de esta teoría es que de un enunciado o frase singular No se puede acudir al «principio de inducción» para resol- se puede seguir la negación de una frase o enunciado general, ver el problema. Como Hume, la oveja negra de la filosofía, pero no una frase general. mostró ya, un enunciado general jamás puede ser verificado En el caso de que nuestra hipótesis resista los intentos de con la observación. De aquí que, estrictamente hablando, el in- falsificación, será aceptada, provisionalmente, mientras no se tento de fundamentar la ciencia sobre el método inductivo demuestre la contraria, como científica. (partiendo de experiencias particulares concluir leyes generales) En resumen, la ciencia, para Popper, deja de ser un saber conduce a una construcción ilógica de la ciencia. absolutamente seguro para ser hipotético, conjetural. Deja de La ciencia tendrá que ser deductivista en su justificación, o seguir un camino inductivo, para ser deductivo. Abandona el criterio de verificación para seguir el de falsificación. Al princi- no será un edificio racional. pio de la ciencia no hay fundamentos infalibles, sino problemas Popper les descubrirá a los hombres del círculo de Viena y un convencionalismo crítico que se apoya en la fe, en la fuer- que su verificación está ligada a un dogma empirista que no se za crítica de la razón.21 Tampoco se puede pretender evitar el puede sostener la certeza última proporcionada por la percep- lenguaje ordinario y, con ello, los conceptos «no claros». La ción de los sentidos. Para el positivismo lógico, el edificio de la ciencia no es posesión de la verdad, sino búsqueda incesante, ciencia se construía sobre las piedras elementales de los enun- crítica, sin concesiones, de la misma.22 ciados elementales, básicos, protocolarios, cuya certeza venía Para Popper, este es el método científico al que se tienen dada por la percepción inmediata de los sentidos. Pero, aunque que someter también las ciencias sociales humanas.23 Hay, es innegable que una relación importante une las experiencias pues, un monismo metodológico.24 Toda explicación científica perceptivas a los enunciados de base o protocolarios, no hay tal adopta en último término, 3a forma de un esquema lógico bási- justificación empírica. Los enunciados elementales solo se pue- co, donde el hecho o fenómeno que hay que explicar (explican- den justificar mediante otros enunciados. Además no hay per- dum) será la conclusión de una inferencia lógica deductiva, cu- cepción de los sentidos que no suponga una interpretación. Así yas premisas están constituidas por la teoría y las condiciones pues, nuestro saber es, desde el comienzo, conjetural, hipotéti- iniciales (explicans).25 El tipo de explicación es causal en sentido co, siempre sometido a revisión. Que los enunciados de la cien- amplio. cia tengan una fundamentación última, exenta de toda ulterior Si prescindimos del giro que parece haber efectuado el últi- crítica, es una fe, una ciencia que desemboca en el famoso tri- mo Popper, y al que ya hicimos referencia, este planteamiento lema de Münchhausen.20 se sitúa en la línea de la tradición positivista y galileana. Por estas razones, dirá Popper, los enunciados científicos Durante las dos guerras mundiales también se fundó en el hay que entenderlos como esbozos arbitrarios, creativos, que ámbito alemán un instituto de investigación social anejo a la solo tienen un valor conjetural e hipotético y necesitan la com- universidad de Frankfurt, que andando el tiempo sería el origen probación ulterior. Y puesto que no podemos comprobar todos los posibles casos subsumidos por una hipótesis científica, no podremos utilizar la verificación, sino la falsificación. Es decir, 21. Cfr. K, Popper: La lógica de la investigación científica, p. 38. 22. Ver el título de su autobiografía: Búsqueda sin término. lo que podemos hacer no será verificar si «todos los cisnes son 23. Cfr. K. Popper: «La lógica de las ciencias sociales- en Adorno y otros. La blancos», sino comprobar «si algún cisne no es blanco»; por disputa del positivismo en la sociología alemana, Barcelona, Grijalbo, 1973, pp. 101- 119. ejemplo, negro. Si encontramos algún caso que contradiga 24. K. Popper: La miseria del historicismo, Madrid, Alianza, 1973, pp. 145-158. 25. K. Popper: La lógica de las ciencias sociales, tesis vigésima. Volveremos más adelante sobre este modelo nomológíco-deductivo. 20. Cfr. H. Albert: Tratado de la razón crítica, Buenos Aires, Sur, 1973. 36 37
  • 11. de la llamada escuela de Frankfurt. Su fundador y cabeza de no es todo, dirá Adorno. Allí donde no se advierte el carácter fila es Horkheimer. Junto a él, trabajaron y modelaron las ideas dinámico, procesual, de la realidad, cargado de potencialidades, de lo que se denominaría la teoría crítica de la sociedad Adorno, se reduce la realidad a lo dado. Y tras las reducciones están las Marcuse, Fromm, Löventhal, Polloch,.. Prosiguen la línea hege- justificaciones. La ciencia moderna, galileana, no ha advertido liano-marxista, a la que tratan de incorporar las aportaciones que es hija de unas condiciones socioeconómicas y que está de Freud. Su pretensión es analizar la sociedad occidental capi- profundamente ligada con un desarrollo industrial. Privilegia talista y proporcionar una teoría de la sociedad que posibilite a una dimensión de la razón: la que atiende a la búsqueda de los la razón emancipadora las orientaciones para caminar hacia medios para conseguir unos objetivos dados. Pero esos objeti- una sociedad buena, humana y racional. vos o fines no se cuestionan, son puestos téticamente o «deci- La teoría crítica de la escuela de Frankfurt se contrapuso sionísticamente» por quienes controlan y pagan los servicios de desde sus orígenes a la tradición positivista. Se puede decir que la ciencia. La razón se reduce, así, a razón instrumental. Y su los miembros de la primera generación mantuvieron hasta su expresión más clara, la ciencia positivista, funciona, con el muerte una polémica permanente contra el positivismo. En 1961, prestigio de sus éxitos tecnológicos y su racionalización en la en el congreso de la Sociedad Alemana de Sociología tuvo lugar teoría de la ciencia, como una ideología legitimadora de tal una confrontación entre el racionalismo crítico (K. Popper) y la unidimensionalización de la razón. teoría crítica {T. Adorno). La polémica fue proseguida por los Se imponen, pues, ya algunos correctivos a la concepción discípulos más conspicuos de ambos, H. Albert y J. Haber- popperiana y al positivismo en general. No se puede desvincular mas.26 el contexto de justificación del contexto de descubrimiento. Es Horkheimer ya criticó duramente al positivismo en uno de decir, no se puede atender a la lógica de la ciencia, al fun- los artículos que se consideran fundacionales de la teoría críti- cionamiento conceptual, y prescindir del contexto sociopolítico- ca: «Teoría tradicional y teoría crítica» (1937).27 Aquí ya indicaba económico donde se asienta tal ciencia. Los factores exis- Horkheimer el carácter de criterio último y justificador que tenciales y sociales, como sabe la sociología del conocimiento y reciben ]os hechos en el positivismo. Pero no hay tal captación la historia de la ciencia, penetran hasta la estructura misma del directa de lo empírico. El positivista no advierte que su ver, conocimiento. No es, pues, baladí para el contenido mismo de percibir, etc., está mediado por la sociedad (burguesa capitalis- la ciencia el atender al entorno social que la rodea y la posibilita. ta) en la que vive. Si renuncia a percibir esta mediación de la También aquí se juegan los problemas epistemológicos. Quien totalidad social del momento histórico que vive, se condena a olvida este entorno, que Adorno y Horkheimer denominan percibir apariencias. totalidad social, desconoce, además de las funciones sociales que La teoría crítica no niega con ello la observación, pero sí ejercita su teorización, la verdadera objetividad de los niega su primacía como fuente de conocimiento. Tampoco re- fenómenos que analiza. chaza la necesidad de atender a los hechos, pero se niega a El racionalismo crítico reduce en exceso toda la problemática elevarlos a la categoría de realidad por antonomasia. Lo que es, de la ciencia a cuestiones lógico-epistemológicas. Frente a esta tendencia, la postura de la teoría crítica será, no negar, 26. Las exposiciones de K. Popper y T. Adorno, así como la polémica posterior sino ir más allá de las afirmaciones de K. Popper.38 están recogidas casi íntegramente en La disputa del positivismo en la sociología alemana, Resumiendo mucho las posiciones, los correctivos de Ador- ob. cit. no serían: 27. Cfr. M, Horkheimcr: Teoría crítica, Buenos Aires, Amorrorlu, 1974, pp. 223-272, Para una exposición de los orígenes de la teoría crítica, cfr. M. Jay: La imaginación dialéctica, Madríd, Taurus, 1974. Para una presentación amplia del concepto de ciencia social que detenta M. Horkheimer, cfr, J.M. Mardones: Dialéctica y sociedad irracional. 28. Cfr. la coponencia ya citada de T.W. Adorno a K. Popper, en La disputa del La teoría crítica de la sociedad de M. Horkheimer, Bilbao, Univ. Deusto/Mensajero, 1979. positivismo, ob. cít.. pp. 121-138. 38 39
  • 12. a) Respecto al origen del conocimiento el fenómeno en su objetividad. Esto sólo se logra si se acepta que la razón mantiene una relativa autonomía respecto de los Acepta la tensión entre saber y no saber popperianos. Sitúa hechos. el problema en el comienzo de la ciencia. Pero no acepta la reducción de Popper a problemas intelectuales, epistemológi- c) La objetividad de la ciencia cos, mentales, sino a problemas prácticos, reales. Dicho de otra forma y para evitar confusiones: al principio de la ciencia no Para Popper y el racionalismo crítico, radica en el método está el problema mental, sino el problema real, es decir, la con- científico de la falsificación. Horkheimer y Adorno no rechazan tradicción. Por consiguiente, al comienzo de las ciencias socia- las aportaciones de la lógica científica y del falsificacionismo, les están las contradicciones sociales. pero acentúan la peculiaridad de las ciencias humanas y socia- les. La sociedad no puede concebirse como un objeto más. La b) El método científico sociedad es también algo subjetivo. En razón de su estructura, es algo objetivo y subjetivo. Olvidar este aspecto conduce a poner El método científico es único. Pero no se acepta el monismo el énfasis en la sociedad como objeto, como algo que yace ahí, metodológico de K. Popper que eleva el modelo de las ciencias enfrente de nosotros, y que solo puede ser captado mediante fisiconaturales a canon de la ciencia. Se acepta que la raíz fun- unos métodos determinados. La prepotencia del método sobre damental del método científico es la crítica, la razón crítica. el objeto deriva de esta consideración reificadora de la realidad Pero Adorno entiende por crítica algo distinto de Popper. Críti- social. Al final, la pretensión de subsumir toda explicación ca, para Popper, es confiar en la fuerza de la razón, que nos racional en el esquema nomológico-deductivo priva sobre la mostrará si nuestros enunciados se pueden mantener como verdad misma de la cosa, que es contradictoria e irracional.11 conformes a los hechos empíricos o no. Se constituye así a los Para Adorno y Horkheimer, la objetividad se alcanza con el hechos, a lo dado, en criterio último de verdad. Adorno piensa método crítico. Pero la vía crítica es, en este caso, no solo for- que se priva de esta manera a las ciencias humanas y sociales mal, no solo se limita a la reflexión sobre los enunciados, méto- del momento hermenéutico de la anticipación. Sin anticipar un dos y aparatos conceptuales, sino es crítica del objeto del que modelo de sociedad, que exprese el ansia emancipadora, racio- dependen todos estos momentos, es decir, del sujeto y los sujetos nal y de búsqueda del mundo social bueno del hombre, no hay vinculados a la ciencia organizada.32 Dicho con palabras de posibilidad de escapar del anillo mágico de la repetición de lo Horkheimer, si la crítica no se convierte en crítica de la socie- dado,29 ni de dar cuenta del todo social que enmarca y da sentido dad, sus conceptos no son verdaderos. a los hechos sociales concretos.30 La crítica que conlleva la observación de los datos particula- d) El interés que impulsa la ciencia social res, sin verlos estructurados en la totalidad social, es superfi- cial. Y la crítica que no está dirigida por el interés emancipador Al final descubrimos que la instancia específica que distingue no penetra más allá de la apariencia. Se impone, por tanto, una la teoría critica de otras teorías, por ejemplo el racionalismo metodología que atienda a los datos de la realidad, pero que crítico, es el interés emancipador o, como diría Horkheimer a la no olvide que hay que ir más allá de lo que aparece para captar altura de 1937, el «interés por la supresión de la injusticia social».33 Interés que, pretende radicalmente la teoría crítica, 29. Horkheimer y Adorno: La sociedad, lecciones de sociología, Buenos Aires, Pro- teo, 1969. 31. Adorno: introducción a la disputa del positivismo, ob. cil., pp, 41, 54, 30. Adorno: «Sobre la lógica de las ciencias sociales» en La disputa del positivismo, 32. Ibíd.., p. 130. ob. cit..p. 123. 33. Horkheimer: Teoría tradicional y teoría crítica, ob. cít,, p, 270. 40 41
  • 13. está ínsito en ella. De aquí deriva su no conformismo, su beli- gerancia en pro de una sociedad buena y racional, y la constante atención a los desarrollos de la realidad. El carácter no ortodoxo de la teoría crítica se enraíza en su carácter desideologizador, que nombra lo que nadie nombra y desvela la injusticia como camino, como vía negativa, para ha- cer aflorar la verdad de la sociedad futura que ansiamos. Las propuestas de la teoría crítica no han quedado sin répli- ca. La confrontación la han proseguido los discípulos de los protagonistas aquí citados. Pero, más allá de la polémica y me- diante ella, tanto las posturas de Popper como las de Adorno- Horkheimer han sido matizadas o impulsadas más allá. Es de- cir, la discusión continúa y, entretanto, han aparecido los segui- dores de otro de los creadores de un estilo de pensar en la actual teoría de la ciencia; nos estamos refiriendo a las aporta- ciones del Wittgenstein tardío. Nos situamos, pues, en la tercera y última fase de la confrontación explicación-comprensión (Erklaren- Verstehen). 42