Este documento presenta el programa de la asignatura "Entrenamiento de las Capacidades Condicionales en Niños y Adolescentes". Incluye tres unidades que abordan la resistencia, el rendimiento anaeróbico y de velocidad, y la fuerza en niños y adolescentes. También incluye objetivos, contenidos, actividades y bibliografía obligatoria y complementaria para cada unidad.
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Índice
Carta del Autor
Objetivos de la Asignatura
Programa de la Asignatura
Palabras claves
Bibliografía
Unidad 1
Contenidos de la Unidad 1
Actividades propuestas
Participación en foros
Unidad 2
Contenidos de la Unidad 2
Actividades propuestas
Participación en foros
Unidad 3
Contenidos de la Unidad 3
Actividades propuestas
Participación en foros
Glosario
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pág. 33
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Estimado alumno,
Mi nombre es Sebastián Del Rosso, soy Licenciado en Educación Física por la Facultad
de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de Catamarca y soy el docente responsable
de la selección y organización de los contenidos de esta asignatura, así como también de
tutorizar este proceso.
Mi área de especialización es la Fisiología del Ejercicio y el Entrenamiento,
particularmente las adaptaciones estructurales y funcionales al entrenamiento con sobrecarga
en niños, adolescentes y adultos así como también en el último año he desarrollado proyectos
relacionados con la cinética del consumo de oxígeno y la variabilidad de la frecuencia cardíaca
para deportes de prestación intermitente.
Tengo el agrado de darle la bienvenida a la asignatura “Entrenamiento de las
Capacidades Condicionales en Niños y Adolescentes”, que hoy iniciamos.
Compartiremos tiempos y espacios de formación, intercambio y crecimiento en el área del
entrenamiento de capacidades condicionales. Luego de haber estudiado la fisiología del
crecimiento y la maduración, abordaremos el área del entrenamiento teniendo en cuenta los
efectos del crecimiento y la maduración sobre el rendimiento en diferentes capacidades
condicionales tales como la fuerza, la resistencia y la velocidad.
En esta asignatura nos proponemos profundizar en aquellas cuestiones relacionadas con
los principios básicos del entrenamiento y las adaptaciones fisiológicas, para que, a partir de
esta base, usted pueda elaborar programas de entrenamiento para niños y adolescentes en la
búsqueda, no solo de mejorar el rendimiento físico, sino de establecer hábitos de actividad
física saludable.
Le deseo en mi nombre y en el de la universidad CAECE y G-SE, que nuestro trabajo y
todos los recursos puestos a su disposición sean de su agrado y posibiliten el logro de sus
expectativas al elegir este proceso.
Lic. Sebastián del Rosso
Autor del Material Principal G-SE. Asignatura Nº 2: Desarrollo de capacidades
condicionales en niños y adolescentes.
Carta del Autor
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Objetivos de la Asignatura
• Comprender los principios relacionados con la entrenabilidad de las diferentes
capacidades condicionales en niños y adolescentes.
• Establecer las adaptaciones fisiológicas que se producen con el entrenamiento de la
resistencia, la fuerza y la velocidad en niños y adolescentes.
• Identificar los cambios en los procesos de producción de energía vinculados con el
crecimiento y la maduración.
• Reconocer los efectos del ritmo y la secuencia de los cambios producidos tanto a nivel
somático como a nivel fisiológico durante la pubertad y su relación con las adaptaciones
fisiológicas generadas ante diferentes tipos de entrenamientos.
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Programa de la Asignatura
Asignatura 1: Desarrollo de capacidades condicionales en niños y
adolescentes
Docente Titular
Sebastián del Rosso
Unidad 1: La resistencia en niños y adolescentes.
1.1 Entrenabilidad de la resistencia en niños.
1.2 Adaptaciones asociadas con el crecimiento en el rendimiento
aeróbico.
1.3 Respuestas del sistema cardiovascular al ejercicio de resistencia en
relación con la maduración y el crecimiento.
1.4 Respuestas metabólicas al ejercicio de resistencia en niños.
1.5 El desarrollo del consumo máximo de oxígeno (VO2máx).
1.6 Respuesta ventilatoria y control de la ventilación durante el ejercicio
de resistencia en niños.
1.7 Entrenabilidad de la resistencia en niños.
Unidad 2: Rendimiento anaeróbico y de velocidad en niños y
adolescentes.
2.1 Producción de energía aeróbica versus anaeróbica en niños.
2.2 Determinantes del rendimiento de alta intensidad.
2.3 Determinantes del rendimiento anaeróbico en relación con el
crecimiento.
2.4 Consideraciones generales y pautas metodológicas para el
entrenamiento.
2.5 La velocidad ¿capacidad condicional o motora?
2.6 La velocidad desde el punto de vista coordinativo: velocidad de
movimiento, velocidad de desplazamiento.
2.7 La velocidad desde el punto de vista metabólico: desarrollo de la
capacidad anaeróbica en niños.
2.8 La velocidad desde el punto de vista perceptual: velocidad de
reacción, velocidad de anticipación y velocidad de toma de decisión.
2.9 Pautas metodológicas para el entrenamiento de la velocidad en
niños.
Unidad 3: Entrenamiento de la fuerza en niños y adolescentes.
3.1 Entrenamiento con sobrecarga en niños: ¿es seguro?
3.2 Entrenamiento con sobrecarga en relación con el crecimiento y la
maduración.
3.3 Adaptaciones al entrenamiento con sobrecarga en niños y
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adolescentes.
3.4 Adaptación funcional de la estructura esquelética al estrés del
ejercicio.
3.5 ¿Entrenamiento pliométrico en niños?
3.6 Pautas metodológicas para el entrenamiento con sobrecarga en
niños.
Palabras claves
Crecimiento, maduración, desarrollo, somático, pico de crecimiento en altura (P.H.V.), estados
madurativos, variables antropométricas, variables fisiológicas, edad cronológica y biológica.
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Bibliografía
Recordatorio
Este curso de posgrado cuenta con bibliografía obligatoria y bibliografía complementaria en
cada asignatura, publicada en el Campus Virtual de GSE, en la sección denominada “Material
de Estudio”. En esta página encontrará, en la columna derecha, la siguiente estructura:
• Bibliografía Obligatoria
o Material Principal
Es el material de estudio más importante de cada asignatura. Presenta el desarrollo total de los contenidos y las
actividades.
o Material Básico
Textos, documentos, artículos, publicaciones de trabajos de investigación que explican conceptos,
procedimientos, etc. abordados en el Material Principal.
• Bibliografía Complementaria
o Material de Especialización
Diversas publicaciones que facilitan profundizar o ampliar temáticas abordadas en el Material Principal.
o Material Compartido por Equipo Docente
Son materiales que se comparten durante la marcha del curso y generalmente bajo demanda de los alumnos.
Bibliografía de lectura obligatoria
Material Principal
Del Rosso, S. (2011). Desarrollo de capacidades condicionales en niños y adolescentes.
Córdoba: Material principal G-SE. Curso de posgrado de Entrenamiento infanto-juvenil.
Material Básico
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Bibliografía de lectura complementaria
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33. Página 33 de 85
UNIDAD 1: LA RESISTENCIA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES
Contenidos de la Unidad
1.1 Entrenabilidad de la resistencia en niños y adolescentes.
1.2 Adaptaciones asociadas con el crecimiento en el rendimiento aeróbico.
1.3 Respuestas del sistema cardiovascular al ejercicio de resistencia en relación con la
maduración y el crecimiento.
1.4 Respuestas metabólicas al ejercicio de resistencia en niños.
1.5 El desarrollo del consumo máximo de oxígeno (VO2máx).
1.6 Respuesta ventilatoria y control de la ventilación durante el ejercicio de resistencia en
niños.
34. Página 34 de 85
En el estudio de esta unidad y a los efectos de facilitar
el logro de los objetivos de aprendizajes propuestos,
complemente los contenidos desarrollados en este
Material Principal con la lectura del Material Básico
recomendado como Bibliografía de lectura obligatoria.
Asimismo resuelva las actividades propuestas al final
de la unidad, revise regularmente el Glosario e
incorpore la terminología específica de los diferentes
temas.
Participe en el Foro, en la Conferencia Virtual (CV) y
en las Sesiones de Consulta en Vivo (SCV), ya que
todas constituyen instancias diseñadas para enriquecer
y promover su aprendizaje mediante la interacción con
sus pares y con su tutor, así como facilitar los distintos
momentos de evaluación.
INTRODUCCIÓN
El entrenamiento con niños es y ha sido, uno de los
aspectos más descuidados de las Ciencias del Ejercicio
Físico y el Deporte, existiendo un gran vacío no solo en
el estudio de la adaptación, sino también en las etapas
pre y post adolescentes (Prat en Hahn, 1988).
Esto, unido a las deficiencias en la formación de
quienes mayoritariamente dirigen la formación físico-
deportiva hacen que, tal y como refleja el Profesor J.A.
Prat (en Hahn, 1988) -…muchos creen valido
transplantar simplemente los métodos, las cargas, los
volúmenes y las intensidades que se aplican en el
adulto al niño, disminuyendo en algo su contenido.
Pero no debe ser así. Hay que aplicar cargas
(ejercicios) que consigan una sobrecompensación
progresiva que no afecte negativamente al proceso de
maduración del niño
¿En qué circunstancias psico-biológicas se encuentra el
joven? El entrenamiento en niños y jóvenes es posible
y recomendable, siempre que se ajuste a las
posibilidades y limitaciones de cada edad y sexo. El
respeto al principio de adaptación a la edad y la
individualidad son absolutamente necesario para ello.
Ello implica tener en cuenta las posibilidades
biológicas, talento, motivación y disposición por parte
del niño para lograr resultados óptimos (Cerani, 1993
en Navarro, 1998).
Cualquier programa de entrenamiento bien organizado
y planificado debe atender al estado biológico
individual y a su integración en el proceso de
entrenamiento (con distintos fines: rendimiento –
talentos deportivos, recreación-salud, etc) a largo
plazo.
Con ello nos referimos a que el niño, no es un adulto en
“miniatura” (no se le pueden por tanto plantear
estímulos de la profundidad y magnitud que al adulto)
y además, debemos atender a que el niño podrá ser o
no un “futuro deportista de alto nivel”, pero será (con
total seguridad) un individuo que deberá abordar
labores profesionales, sociales, familiares, etc., con
mayor o menor implicación psico-física.
1.1 ENTRENABILIDAD DE LA RESISTENCIA
EN NIÑOS Y ADOLESCENTES
La aptitud aeróbica o capacidad de resistencia puede
definirse como la capacidad para transportar oxígeno
hacia los músculos activos y utilizarlo para generar
energía durante el ejercicio. Por lo tanto, la aptitud
aeróbica depende de los componentes pulmonares,
cardiovasculares y hematológicos del transporte de
oxígeno y de los mecanismos oxidativos de la
musculatura activa (Armstrong et al., 2008). El
consumo máximo de oxígeno (VO2máx), la mayor tasa
a la cual un individuo puede consumir oxígeno durante
el ejercicio, limita la capacidad para realizar ejercicios
aeróbicos y está bien establecido que es uno de los
mejores indicadores de la aptitud aeróbica en adultos
(ACSM, 1995, Astrand and Rodahl, 1986). El criterio
convencional utilizado para determinar el alcance del
VO2máx durante un test progresivo de ejercicio es la
nivelación o la meseta en el VO2 a pesar del
incremento de la intensidad de ejercicio (Howley et al.,
1995, Shephard, 1984). Sin embargo, tanto las bases
teóricas (Noakes, 1988, Noakes, 1997) como las bases
metodológicas (Myers et al., 1990, Myers et al., 1989)
de la meseta en el consumo de oxígeno han sido
desafiadas por lo que la validez de este modelo
tradicional es actualmente tema de un vivo debate
(Bassett and Howley, 1997, Noakes, 1998).
Astrand (1952) fue el primero en documentar que solo
una minoría de los niños y adolescentes terminaban un
test progresivo de ejercicio hasta el agotamiento con
una nivelación del VO2 (Astrand, 1952a), y
subsiguientes estudios han confirmado que la meseta
en el VO2 no es un pre-requisito para realizar una
35. Página 35 de 85
válida determinación de la aptitud aeróbica en niños y
adolescentes (Armstrong et al., 1996, Rowland, 1993).
Por esta razón, se ha reconocido ampliamente que el
término apropiado para utilizar en niños y adolescentes
es el consumo de oxígeno pico (VO2pico), es decir el
mayor valor de VO2 medido durante un test de
ejercicio hasta el agotamiento y no utilizar el término
VO2máx ya que implica la existencia de una meseta en
el VO2 (Armstrong and Davies, 1981, Armstrong and
Welsman, 1994)
El VO2pico limita la capacidad de los niños para
realizar ejercicios aeróbicos pero no describe
completamente todos los aspectos de la aptitud
aeróbica (Armstrong et al., 2008) ya que la intensidad y
duración de ejercicio requerida para inducir el VO2pico
raramente es experimentada por los niños (Armstrong
and Welsman, 2006, Riddoch and Boreham, 1995). Es
importante señalar que la mayor parte de la actividad
física habitual de los niños es submáxima y de corta
duración. En estas circunstancias, es la cinética
transitoria del VO2 lo que mejor valor la respuesta
integrada del sistema de transporte de oxígeno y los
requerimientos metabólicos de los músculos activos
(Armstrong et al., 1990). La constante de tiempo de la
respuesta cinética del VO2 de los niños no se relaciona
con el VO2máx (Armstrong et al., 2008) y además, el
VO2máx no es ni la mejor medida de la capacidad para
realizar ejercicios submáximos en estado estable ni la
forma más sensible de monitorear las mejoras en la
aptitud aeróbica con el entrenamiento. La acumulación
de lactato en sangre es un importante indicador de la
capacidad de ejercicio aeróbico submáximo y una
forma de detectar mejoras en la capacidad oxidativa
muscular con el entrenamiento en ausencias de
cambios en el VO2máx. Sin embargo, el VO2máx es la
medida más ampliamente documentada de la aptitud
aeróbica en niños y adolescentes y por lo tanto las
discusiones en este manuscrito se centrarán en esta
variable.
1.2 ADAPTACIONES ASOCIADAS CON EL
CRECIMIENTO EN EL RENDIMIENTO
AERÓBICO
Para examinar las adaptaciones al entrenamiento
aeróbico en niños pueden tomarse dos aproximaciones
dependiendo de la respuesta que se busque. En los
estudios de tipo transversal, se valoran
fisiológicamente a un grupo de niños entrenados y se
los compara con grupos de niños desentrenados (grupo
control), aunque también se puede realizar un perfil del
grupo de niños que se está investigando. Por otra parte,
en los estudios longitudinales, los sujetos son
examinados antes y después de su participación en un
programa de entrenamiento. Existe un gran cuerpo de
estudios de investigación que han utilizado un diseño
transversal para examinar el VO2máx en niños
entrenados. La mayoría, aunque no todos los estudios
han examinado niños que entrenaban para eventos de
resistencia. Los estudios llevados a cabo por Rowland
et al (1994) y Mayers y Gutin (1979) indicaron que el
VO2máx por unidad de masa corporal en un grupo d
corredores (8-13 años) era en promedio un 20% y 23%,
respectivamente, mayor en comparación con sujetos de
control de edad y tamaño similar (Mayers and Gutin,
1979, Rowland et al., 1994). Van Huss et al (1986,
1988) examinaron a un grupo de corredores varones y
mujeres de elite (8-15 años) y compararon el VO2máx
de estos con los de sujetos de control apareados por
edad y sexo (Van Huss et al., 1988, Van Huss et al.,
1986). En uno de los estudios, el VO2máx promedió un
valor de 63.3 y 60.2 mL·kg-1
·min-1
para los varones y
mujeres corredores respectivamente; mientras que los
respectivos valores para los sujetos de control fue de
54.5 y 49.4 mL·kg-1
·min-1
para los varones y mujeres,
siendo la diferencia entre los grupos estadísticamente
significativa (Van Huss et al., 1986).
En su otro estudio, Van Huss et al (1988) también
observaron valores de VO2máx significativamente
mayores para los corredores varones (65.9 mL·kg-
1
·min-1
) y mujeres (59.9 mL·kg-1
·min-1
) versus los
varones (56.7 mL·kg-1
·min-1
) y mujeres (45.2 mL·kg-
1
·min-1
) de control. En un estudio llevado a cabo por
Sundberg y Elovainio (1982) en donde evaluaron a
corredores de 12 años de edad observaron que estos
tenían una aptitud aeróbica superior en comparación
con los sujetos de control (59.3 vs 51.1 mL·kg-1
·min-1
)
(Sundberg and Elovainio, 1982) aunque el VO2máx
expresado en términos absolutos (L·min-1
) no fue
diferente entre los grupos.
Existe un gran número de estudios que han medido el
VO2máx en niños y adolescentes corredores sin utiliza
un grupo de control para la comparación. A pesar de
esta limitación, estos estudios claramente demuestran
que los valores promedios de VO2máx son mucho
mayores de lo que se esperaría para una edad y sexo
determinados (Armstrong and Welsman, 1994). Por
ejemplo, estudios que evaluaron corredores de entre 9-
36. Página 36 de 85
14 años de edad han reportado valores de VO2máx de
60-64 mL·kg-1
·min-1
(Eisenmann et al., 2001a,
Sundberg and Elovainio, 1982, Unnithan et al., 1995).
En un grupo de 16 corredores de medio fondo con una
edad promedio de 13.8 años el VO2máx fue de 61.8
mL·kg-1
·min-1
. Los participantes de este estudio
entrenaban una hora por día, seis días a la semana por
al menos un año. Los estudios que evaluaron mujeres
corredoras de entre 9-14 años observaron valores del
VO2máx en el rando de los 51-58 mL·kg-1
·min-1
(Eisenmann et al., 2001a, Eisenmann et al., 2001b,
Wells et al., 1973, Wolfe et al., 1986). En niños y niñas
de 15-18 años diversos estudios que han incluido
corredores varones reportaron valores de VO2máx de
aproximadamente 65 mL·kg-1
·min-1
(Ali Almarwaey et
al., 2003, Cole et al., 2006, Cunningham, 1990a,
Eisenmann et al., 2001a, Eisenmann and Wickel, 2007,
Eisenmann et al., 2001b, Fernhall et al., 1996,
Kumagai et al., 1982, Saltin et al., 1995, Sundberg and
Elovainio, 1982). Para las mujeres de este rango de
edad, el valor promedio de VO2máx obtenido en
diversos estudios se encuentra en el rango de 51-66
mL·kg-1
·min-1
(Ali Almarwaey et al., 2003, Burke and
Brush, 1979, Butts, 1982, Cunningham, 1990a,
Cunningham, 1990b, Eisenmann et al., 2001a,
Eisenmann and Wickel, 2007, Eisenmann et al., 2001b,
Fernhall et al., 1996). Los participantes involucrados
en estos estudios entrenaban a diferentes niveles, pero
todos competían en eventos de distancia.
Los mecanismos subyacentes a las adaptaciones
inducidas por el entrenamiento aeróbico en el VO2máx
están bien establecidas en adultos; sin embargo, mucho
menos se sabe acerca de los mecanismos que
contribuyen al incremento en el VO2máx en niños y
adolescentes entrenados aeróbicamente (Tolfrey,
2008). En uno de los primeros estudios, Raven et al
(1973) establecieron que los corredores tenían mayores
valores de volumen latido (SV) y de gasto cardíaco (Q)
durante ejercicios máximos (Raven et al., 1972). Más
recientemente, se ha reportado que el SV durante la
realización de ejercicios máximos era mayor en niños
entrenados que en niños desentrenados (Rowland et al.,
2002, Unnithan et al., 1997). Cuando el SV y el Q son
ajustados por el área de superficie corporal parece
haber acuerdo en que los niños entrenados tienen
mayores medidas en comparación con los niños de
control (Nottin et al., 2002a, Rowland et al., 1998,
Rowland et al., 2002, Rowland et al., 2000b, Unnithan
et al., 1997). Como resultado, probablemente haya una
mejora en el flujo sanguíneo y el transporte de oxígeno
hacia los músculos de los niños entrenados, y esto
podría explicar los mayores valores de VO2máx, dado
que la diferencia aerterio-venosa de oxígeno (a-vO2)
durante el ejercicio máximo es similar (Nottin et al.,
2002a, Rowland et al., 2000b) o menor (Raven et al.,
1972) en los niños entrenados comparados con los
niños desentrenados. Por lo tanto, los mayores valores
de VO2máx en niños entrenados parecen estar
relacionado con la mejora de la función cardíaca.
Si el incremento en las dimensiones cardíacas da
cuenta de las adaptaciones en la función cardíaca es
menos claro (Tolfrey, 2008). Varios estudios no han
hallado diferencias en las mediciones del tamaño del
ventrículo izquierdo y de la maza ventricular izquierda
(Rowland et al., 2000b, Rowland et al., 1994, Telford
et al., 1988). Gutin et al (1988) también observaron
similitudes en las dimensiones cardíacas y en el grosor
de las paredes cardíacas en tres grupos de niños (atletas
de elite, niños entrenados y niños desentrenados)
(Gutin et al., 1988). Sin embargo, cuando los valores
fueron ajustados por la masa corporal y la edad, los
corredores de elite tenían mayores dimensiones
ventriculares. Al parecer, las mediciones del grosor de
la pared ventricular no parecen verse afectadas por el
entrenamiento durante la niñez, asimismo, la fracción
de acortamiento y la fracción de eyección en reposo
son similares entre niños entrenados y desentrenados
(Gutin et al., 1988, Obert et al., 1998, Rowland et al.,
2000b, Rowland et al., 1994, Telford et al., 1988). La
inconsistencia entre los estudios probablemente se deba
a la variedad de factores que pueden influenciar las
mediciones tales como la frecuencia, intensidad y
duración del entrenamiento, los años de entrenamiento,
el estatus de maduración, la sensibilidad de las técnicas
de medición y el factor de corrección por el tamaño
corporal.
Las adaptaciones inducidas por el entrenamiento
aeróbico a nivel submáximo de ejercicio también han
sido estudiadas, pero no al mismo nivel que las
respuestas al ejercicio máximo. Varios estudios han
mostrado que la frecuencia cardíaca (FC) a un
determinado nivel submáximo de ejercicio es menor en
niños entrenados aeróbicamente vs niños desentrenados
(Mayers and Gutin, 1979, Rowland et al., 1998, Van
Huss et al., 1988, Van Huss et al., 1986).
Recíprocamente, la reducción en la FC es un
incremento en el volumen latido y en el gasto cardíaco.
Se ha observado que el umbral ventilatorio se produjo a
un mayor VO2máx (mL·kg-1
·min-1
) y a un mayor
37. Página 37 de 85
porcentaje del VO2máx en corredores de elite con una
edad promedio de 11.1 años en comparación con
corredores menos entrenados y con sujetos de control
(Gutin et al., 1988). En adición a estas adaptaciones, se
ha observado una mayor economía de carrera y que la
concentración de lactato a un determinado nivel de
ejercicio submáximo es menor en niños entrenados que
en niños desentrenados (Van Huss et al., 1988, Van
Huss et al., 1986). Esta última adaptación es
consistente con el incremento inducido por el
entrenamiento en la capacidad oxidativa (Hawley,
2002, Holloszy and Coyle, 1984). En base a esta
información, parece que el VO2máx en niños y
adolescentes entrenados en la resistencia es superior al
VO2máx de niños y adolescentes desentrenados de
edad similar y del mismo sexo, cuando se realizan
comparaciones directas. Además, los estudios que no
han utilizado un grupo de control indican que el
VO2máx de niños desentrenados excede el valor que se
esperaría para la edad y el sexo, y el VO2máx parece
ser mayor en los niños y adolescentes entrenados que
en las mujeres entrenadas de edad similar. La
información además sugiere que el entrenamiento
aeróbico incrementa el volumen latido máximo y el
gasto cardíaco máximo; quizás como resultado de la
expansión del ventrículo izquierdo. Con respecto al
ejercicio submáximo, parece ser que el entrenamiento
aeróbico reduce la frecuencia cardíaca e incrementa el
volumen latido. También se ha observado que la
economía de carrera es mayor en los niños entrenados,
que el umbral ventilatorio es mayor y que la
concentración de lactato es menor, lo cual podría
deberse a un incremento en la capacidad oxidativa.
En relación con los estudios longitudinales, la limitada
evidencia hasta la fecha sugiere que la mayor parte,
sino todo, el incremento en el VO2máx puede atribuirse
a los incrementos en el gasto cardíaco máximo (Qmáx)
y en el volumen latido máximo (SVmáx). Estas
adaptaciones puede deberse a cambios morfológicos y
funcionales en el miocardio (Tolfrey, 2008). De hecho,
los datos del estudio de Eriksson y Koch (1973)
demuestran un incremento en el SV a pesar de que una
mayor presión sanguínea sugeriría un incremento en la
contractilidad cardíaca (Eriksson and Koch, 1973). Sin
embargo, otras mediciones de la contractilidad
cardíaca, tal como la fracción de acortamiento o la
fracción de eyección en reposo, han mostrado no verse
afectadas por el entrenamiento aeróbico (Geenen et al.,
1982, George et al., 2005, Obert et al., 2001, Obert et
al., 2003). El incremento en la función cardíaca
también puede producirse por cambios morfológicos
del miocardio. En un estudio llevado a cabo por
Ekblom (1969) se observó un mayor incremento en el
volumen cardíaco luego de 26 meses de entrenamiento
en el grupo de sujetos que entrenaron aeróbicamente en
comparación con el grupo control (Ekblom, 1969). Los
estudios que han utilizado técnicas ecocardiográficas
han reportado resultados mixtos. Por ejemplo, algunos
estudios han reportado un incremento en el diámetro
diastólico final del ventrículo izquierdo (Obert et al.,
2001, Obert et al., 2003), mientras que otros estudios
no han observado este cambio (Geenen et al., 1982,
George et al., 2005, Ricci et al., 1982). Similarmente,
hay inconsistencias respecto del grosor de la pared y de
la masa del ventrículo izquierdo (Geenen et al., 1982,
George et al., 2005, Obert et al., 2001, Obert et al.,
2003, Ricci et al., 1982). Dadas las variaciones entre
los estudios con respecto a la naturaleza del
entrenamiento y la efectividad para incrementar el
VO2máx, el nivel de maduración de los sujetos, la
aplicación de un factor de corrección, la utilización de
grupos de control y la sensibilidad de las técnicas
utilizadas para valorar los cambios en el tamaño
cardíaco, las conclusiones acerca del efecto del
entrenamiento aeróbico y las adaptaciones cardíacas en
niños y adolescentes deben ser tomadas con el debido
cuidado.
Los investigadores también han examinado los efectos
de una variedad de respuestas fisiológicas medidas
durante ejercicio submáximo. Específicamente, a nivel
submáximo de ejercicio se han observado adaptaciones
con respeto a la FC, el SV y el Q; y las respuestas
cardiorrespiratorias al umbral ventilatorio, y respuestas
metabólicas. En niños y adolescentes, existe
substancial evidencia de que la FC a un nivel de
ejercicio submáximo se reduce con el entrenamiento
aeróbico (Gatch and Byrd, 1979, Mandigout et al.,
2001, Massicotte and Macnab, 1974, Obert et al., 2003,
Rowland and Boyajian, 1995, Shasby and Hagerman,
1975, Stewart and Gutin, 1976). Además, se ha
observado que la reducción de la FC durante ejercicios
submáximos se produce concomitantemente con el
incremento del SV, manteniendo valores similares de
Q y de la diferencia arterio-venosa de O2. La reducción
en la FC submáxima a un determinado nivel de
ejercicio parece ser independiente de los cambios en el
VO2máx. En este sentido, existen estudios que no han
podido observar reducciones en la FC submáxima a
pesar de observar incrementos significativos en el
VO2máx (Baquet et al., 2002, Rowland et al., 1991).
38. Página 38 de 85
Esto no es sorprendente debido a que el incremento en
el VO2máx implica numerosas variables fisiológicas
que son parte de la secuencia del transporte de oxígeno.
Por otra parte, la FC se encuentra principalmente bajo
el control del sistema nervioso autónomo. Por lo tanto,
los cambios en la FC probablemente puedan ser
atribuidos a la alteración inducida por el entrenamiento
en el equilibrio entre la estimulación de los sistemas
simpático y parasimpático (Tolfrey, 2008).
Los estudios que han valorado los cambios en el
umbral ventilatorio que se producen con el
entrenamiento aeróbico han reportado incrementos en
el VO2 al umbral ventilatorio y en el porcentaje del
VO2máx al umbral ventilatorio. Mahon y Vaccaro
(1982) y McManus et al (2005) reportaron incrementos
significativos en estas mediciones en los niños
entrenados pero no en los niños de control (Mahon and
Vaccaro, 1989). Interesantemente, en el estudio de
McManus et al, se observó un incremento significativo
en el umbral ventilatorio solo en el grupo que realizó
entrenamientos intervalados, pero no en el grupo de
niños que entrenó en forma continua (McManus et al.,
2005). Otros estudios también reportaron incrementos
apreciables en el VO2 al umbral ventilatorio (6-8
mL·kg-1
·min-1
) (Becker and Vaccaro, 1983, Haffor and
Kirk, 1988). Es interesante destacar, que en todos estos
estudios, el porcentaje de incremento en el VO2 al
umbral ventilatorio fue marcadamente mayor que el
porcentaje de cambio en el VO2máx; sugiriendo que el
umbral ventilatorio puede ser más sensible al
entrenamiento aeróbico que el VO2máx en niños y
adolescentes (Tolfrey, 2008).
Las adaptaciones metabólicas al entrenamiento
aeróbico han sido examinadas en niños y adolescentes
pero solo en muy pocos estudios (en comparación con
las adaptaciones descritas previamente). Diversos
estudios han examinado los cambios en la
concentración de lactato sanguíneo a un nivel
submáximo de ejercicio (Ekblom, 1969, Eriksson et al.,
1973, Eriksson and Koch, 1973, Massicotte and
Macnab, 1974, Plank et al., 2005) o examinado los
cambios fisiológicos en respuesta a una concentración
fija de lactato (Danis et al., 2003, Rotstein et al., 1986).
Massocptte y Manab (1974) observaron una reducción
en la concentración de lactato en sangre durante la
realización de ciclismo a 450 kpm·min-1
(74 W) pero
solo en el grupo que realizó entrenamiento aeróbico.
Eriksson et al (1973) también reportaron una reducción
en la concentración de lactato en sangre a una carga
submáxima de trabajo en niños de 11 años luego de 6
semanas de entrenamiento. Plank et al (2005)
reportaron que hubo una tendencia (p>0.05) hacia una
menor concentración de lactato en sangre con
diferentes intensidades de carrera luego del
entrenamiento. Las adaptaciones en la respuesta del
lactato en sangre resultantes del entrenamiento
aeróbico se creen que son el resultado del incremento
en la capacidad oxidativa muscular. Hay que señalar
que debido a las cuestiones éticas respecto de las
evaluaciones en niños y adolescentes, es muy poca la
información que puede obtenerse en esta población.
En resumen, los estudios longitudinales acerca de las
respuestas al entrenamiento aeróbico en niños y
adolescentes presentan diversos desafíos
metodológicos para los investigadores. Existen muy
pocos estudios en niños menores de 8 años y mayores
de 13, ya que la mayor parte de los estudios han
incluido niños de entre 8-13 años. La mayoría de estos
estudios, aunque no todos, indican que el VO2máx
puede incrementarse a través del entrenamiento de la
resistencia. El incremento en el VO2máx parece
atribuirse a incrementos en el Qmáx y en el SVmáx;
sin embargo podrían existir factores cardíacos y extra-
cardíacos que podrán explicar este incremento y que no
son del todo claros. Las adaptaciones al ejercicio
submáximo incluyen la reducción de la frecuencia
cardíaca y el incremento del SV, el incremento en el
umbral ventilatorio, la mejora en la economía de
carrera y la reducción de la concentración de lactato
sanguíneo; pero debe tenerse en cuenta que estos
resultados se basan solo en algunos estudios, y los
resultados deben tomarse con cierta precaución.
1.3 RESPUESTAS DEL SISTEMA
CARDIOVASCULAR AL EJERCICIO DE
RESISTENCIA EN RELACIÓN CON LA
MADURACIÓN Y EL CRECIMIENTO
Durante ejercicios progresivos hasta el agotamiento, el
aumento de la frecuencia cardíaca es relativamente
linear hasta que se alcanzan altas intensidades de
ejercicio (75% del VO2pico) donde los valores
muestran una pequeña declinación. Como en los
adultos, este aplanamiento de la curva frecuencia
cardíaca-carga se observa en casi todos los niños. La
explicación de esta declinación de la frecuencia
cardíaca con altas cargas de ejercicio no es clara
(Rowland, 2008). La frecuencia cardíaca pico durante
39. Página 39 de 85
ejercicios progresivos en niños depende de la
modalidad de evaluación (cicloergómetro, cinta
ergométrica) y del tipo de ejercicio (carrera, caminata).
Durante tests de carrera en cinta ergométrica, la
frecuencia cardíaca pico se espera que sea, en
promedio, de aproximadamente 200 latidos·min-1
; pero
5 latidos·min-1
menor con la caminata (Cumming et al.,
1978, Cumming and Langford, 1985, Riopel et al.,
1979, Sheehan et al., 1987). Los tests en
cicloergómetro inducen menores valores de la
frecuencia cardíaca pico que los tests de carrera en
cicloergómetro, con valores picos de 190-195
latidos·min-1
(Washington et al., 1988).
Aparentemente, en los niños, no existen diferencias en
la frecuencia cardíaca pico en jóvenes que estén
relacionadas con el sexo o el nivel de aptitud aeróbica.
La mayoría de los estudios transversales y
longitudinales indican que la FCpico durante un test
progresivo se mantiene estable a lo largo de los años
pediátricos, al menos hasta finales de la adolescencia
(Cumming et al., 1978, Washington et al., 1988). Esto
significa que las ecuaciones utilizadas para estimar la
FC máxima en adultos (tal como 220-edad) no son
aplicables a los niños.
En relación con el volumen latido, las consideraciones
sobre este deben realizarse en base al ajuste del mismo
por el tamaño corporal, ya que el volumen de sangre
expulsado por latido está estrechamente relacionado
con el tamaño ventricular y, por extensión con el
crecimiento somático. Los limitados datos en este
sentido sugieren que expresar el volumen latido y el
gasto cardíaco en relación con el área de superficie
corporal es una forma adecuada para “normalizar” los
valores y realizar comparaciones interindividuales
(Rowland, 2008). Se ha reportado que el incremento en
el Q y en el SV es directamente proporcional a los
cambios en el área de sección cruzada de niños y niñas
(durante la realización de ejercicios submáximos)
(Armstrong and Welsman, 2002).
Figura 1. Índice del volumen latido en reposo, durante ejercicio
submáximo y al momento del agotamiento, durante una prueba de
ejercicio progresivo en niños y adultos.
Durante ejercicios en posición erguida, el SV se
incrementa inicialmente un 30-40% por encima de los
valores pre ejercicio, pero luego de alcanzar cierta
intensidad (> 50% del VO2pico), el SV se estabiliza y
se mantiene esencialmente estable hasta el punto del
agotamiento (Figura 1). Este patrón ha sido
consistentemente observado en niños con métodos de
ecocardiografía Doppler (Nottin et al., 2002b, Rowland
et al., 2000a, Rowland et al., 1997, Rowland et al.,
1999, Rowland and Whatley Blum, 2000),
bioimpedancia torácica (Pianosi, 2004), re-inspiración
de dióxido de carbono (Bar-Or et al., 1971), dilución
de tinta (Eriksson and Koch, 1973) y respiración de
acetileno (Cyran et al., 1988); y no se han observado
diferencias respecto de los adultos (Nottin et al., 2002b,
Rowland et al., 1997). El índice de volumen latido
(recuerde que es el volumen latido normalizado por el
área de superficie corporal) en niños durante ejercicio
de ciclismo es de aproximadamente 50-60 mL·m-2
, y
los valores son mayores en los niños que en las niñas
(lo cual podría ser parcialmente explicado por
variaciones en la composición corporal). No se han
hallado diferencias en los valores picos del índice de
volumen latido entre niños pre-púberes y adultos
jóvenes (20-30 años) hombres y mujeres. Los limitados
datos sugieren que los valores del índice de volumen
latido en individuos saludables no entrenados se
mantiene estable desde los 10 años hasta al menos lo
primeros años de la adultez (Rowland, 2008).
En niños y adultos, el incremento en el gasto cardíaco
(Q) está vinculado con las demandas metabólicas
40. Página 40 de 85
(VO2) de los músculos activos. En adultos, la pendiente
de la relación entre Q y VO2, o el factor de ejercicio, es
de aproximadamente 6.0 (se observa un incremento en
Q de 6 L·min-1
por cada incremento de 1 L·min-1
en el
VO2) (Epstein et al., 1967). En niños se han reportado
hallazgos similares. En cinco estudios en los que se
utilizaron una variedad de técnicas de medición, el
factor de ejercicio en sujetos saludables estuvo en el
rango de 5.7 a 7.1 (Bar-Or et al., 1971, Edmunds et al.,
1982, Godfrey et al., 1971, Marx et al., 1987, Vinet et
al., 2003). Si se grafican los datos del gasto cardíaco
absoluto versus el consumo de oxígeno (datos
obtenidos durante un test progresivo), los valores de
Q/VO2 para los niños se agrupan en el extremo inferior
del rango normal para los adultos (Bar-Or, 1983,
Rowland et al., 1997). Si bien esto ha sido considerado
como evidencia de una respuesta cardíaca
“hipocinética” en los niños, no existe evidencia de que
las variables circulatorias, una vez ajustadas al tamaño
corporal, sean diferentes (tanto cuantitativa como
cualitativamente) a la de los adultos. El índice del gasto
cardíaco pico (el gasto cardíaco ajustado por el área de
superficie corporal) en niños es de aproximadamente
10-10 L·min-1
·m-2
. El índice del gasto cardíaco pico es
aproximadamente un 10% en las niñas que en los
niños, y se ha sugerido que estas diferencias están
relacionadas con diferencias sexuales en la
composición corporal.
En resumen, las características cualitativas y
cuantitativas de las respuestas cardiovasculares a un
test de ejercicio progresivo son similares entre los
niños y los adultos. Cuando se realiza el ajuste
apropiado por el tamaño corporal, los cambios en los
volúmenes cardíacos no son diferentes entre los niños y
los adultos, y los patrones del SV y de los índices de la
función ventricular sistólica y diastólica no tienen
relación con la maduración. Los pocos datos con los
que se cuenta hasta el momento sugieren que tanto el
metabolismo como la eficiencia del miocardio no están
influenciados por la maduración biológica. Los datos
de ejercicio obtenidos en niños son similares a los
observados en adultos, lo que sugiere que factores
periféricos (dilatación arteriolar, bombeo provocado
por los músculos esqueléticos) actuarían como
potenciadores de las respuestas circulatorias al
ejercicio dinámico.
1.4 RESPUESTAS METABÓLICAS AL
EJERCICIO DE RESISTENCIA EN NIÑOS
En relación con el metabolismo muscular, Eriksson y
Saltin (1974) recolectaron biopsias de la parte lateral
del cuádriceps femoral den niños de 11.6 años (n = 8),
12.6 años (n = 9), 13.5 años (n = 8) y 15.5 años (n = 8),
y analizaron las muestras para determinar las
concentraciones de trifosfato de adenosina (ATP), PCr,
glucógeno y lactato en reposo e inmediatamente luego
de ejercicio submáximos y ejercicios al VO2pico en un
cicloergómetro. Estos autores reportaron que en
reposo, las concentraciones de ATP eran de
aproximadamente 5 mmol·kg-1
peso húmedo de
músculo, lo cual ni cambió con la edad y fueron
similares a los valores reportados para los adultos. La
concentración de ATP se mantuvo esencialmente
inalterada luego de 6 min de ejercicio submáximo, pero
se observó una leve reducción luego del ejercicio
máximo (Eriksson and Saltin, 1974).
La concentración de PCr en los niños de 11 fue de 15
mmol·kg-1
peso húmedo, pero a los 15 años fue un
63% mayor, valor comparable al reportado en adultos
en otros estudios. La concentración de PCr se redujo
gradualmente luego de las sesiones de ejercicio de
intensidad crecimiento alcanzando valores de 5
mmol·kg-1 luego del ejercicio máximo. En un estudio
previo, Eriksson et al (1973) entrenaron a niños de 11.5
años por 4 meses y observaron que luego del
entrenamiento las reservas de ATP y PCr se habían
incrementado significativamente (Eriksson et al.,
1973). En los niños de 11 años, la concentración de
glucógeno en reposo fue de 54 mmol·kg-1
y se
incrementó con la edad hasta alcanzar 87 mmol·kg-1
en
los niños de 15 años. Con el ejercicio se observó una
gradual reducción en las reservas de glucógeno en
todos los grupos, pero la reducción fue tres veces
mayor en los niños mayores comparados con los niños
de menor edad, lo que sugiere un incremento en la
actividad glucolítica con la edad. En relación con esto,
Eriksson et al (1971) observaron que, en niños de 13
años, durante ejercicios de baja intensidad, la
concentración de lactato se mantenía baja, pero a
intensidades por encima del 60% del VO2pico se
producía un incremento más rápido en la concentración
de lactato (Eriksson et al., 1971). En su posterior
estudio llevado a cabo con niños de 11 a 15 años, se
observó que la concentración muscular de lactato se
incrementó con el incremento de la intensidad relativa
de ejercicio, y que la concentración de lactato