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¶ E – 26-220-A-10 
Rehabilitación de las lesiones 
tendinosas traumáticas de la mano 
A. Brunon-Martinez, M. Romain, J.-L. Roux 
La rehabilitación de las lesiones tendinosas es difícil, porque debe asegurar la formación 
de una cicatriz sólida y, al mismo tiempo, preservar las capacidades de deslizamiento de 
las estructuras anatómicas. El éxito del tratamiento depende del seguimiento diario, de la 
experiencia del médico rehabilitador y de un amplio conocimiento de las características 
anatómicas y biomecánicas del sistema digital. El tratamiento de la lesión de los 
tendones flexores es más complejo debido al riesgo de adherencias y de rupturas. A 
menos que exista una contraindicación expresa, la «movilización precoz controlada» es 
la base de la rehabilitación. La mejora de las técnicas quirúrgicas ha hecho posible el 
trabajo activo cada vez más precoz de los tendones reparados. Los protocolos de 
rehabilitación han aumentado en número, y en su mayoría incluyen movilización pasiva 
y activa de forma conjunta, pero aún no se ha podido determinar científicamente la 
eficacia real de una y otra en el ser humano. Así pues, la elección del método terapéutico 
depende de la decisión del equipo quirúrgico y de rehabilitación en función del tipo de 
lesión, de la técnica de sutura, de la cooperación del paciente y de la experiencia de los 
terapeutas. Las lesiones de los tendones extensores suelen ser más simple de tratar, ya 
que las complicaciones son menos frecuentes. Sin embargo, pueden provocar un déficit 
de flexión con secuelas funcionales considerables, sobre todo cuando se acompañan de 
otras lesiones. Al igual que en los flexores, la movilización precoz controlada (activa o 
pasiva) ha permitido mejorar la calidad de los resultados en las lesiones proximales (de 
las zonas 4 a 8). La inmovilización inicial conserva su indicación en las lesiones más 
distales, ya que el riesgo principal es la pérdida de isometría de las tres bandeletas de 
extensión y su consecuencia, las deformaciones en «ojal» o en «cuello de cisne». La 
movilización se difiere 3 semanas para las lesiones de la bandeleta mediana (zona 3) y 
6 semanas para las de las bandeletas laterales (zonas 1 y 2). 
© 2006 Elsevier Masson SAS. Todos los derechos reservados. 
Palabras Clave: Mano; Traumatismo del tendón; Intervenciones ortopédicas; 
Rehabilitación y readaptación; Recuperación funcional; Ortesis 
Plan 
¶ Introducción 1 
¶ Sistema flexor 2 
Reseña anatómica 2 
Reseña fisiológica 2 
Principios quirúrgicos de las reparaciones tendinosas 4 
Rehabilitación 5 
Evaluación de los resultados 10 
¶ Sistema extensor 12 
Reseña anatomofisiológica 12 
Principios de la conducta terapéutica 13 
Tratamiento en función de la topografía de la lesión 13 
Evaluación 17 
¶ Conclusión 17 
■ Introducción 
La rehabilitación de las lesiones tendinosas es un reto 
para el terapeuta, ya que se deben sortear dos escollos: la 
insuficiencia de la movilización y el exceso de la misma. 
Lo primero genera adherencias y lo segundo, rupturas. 
Abandonada al principio porque se pensó que estaba 
destinada a fracasar, la reparación precoz de las heridas 
tendinosas permite ahora esperar la recuperación fun-cional 
en un período de 2-3 meses en la mayoría de los 
casos. La mejora de las técnicas quirúrgicas y de rehabi-litación 
en su conjunto, confirmada por un mayor 
conocimiento de la biomecánica y de los mecanismos 
de cicatrización, ha permitido tal progreso [1-3]. En las 
dos últimas décadas se han publicado numerosos proto-colos 
de rehabilitación, sobre todo para los flexores, sin 
que hasta el momento ninguno haya podido demostrar 
científicamente su superioridad [4, 5]. 
Kinesiterapia - Medicina física 1
E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano 
■ Sistema flexor 
Reseña anatómica 
Músculos 
La flexión de las articulaciones metacarpofalángicas 
(MF) depende de los músculos intrínsecos (interóseos, 
lumbricales, flexor corto del pulgar). 
La flexión de las interfalángicas proximales (IFP) y 
distales (IFD) de los dedos largos responde a la acción de 
dos músculos extrínsecos: 
• el flexor profundo de los dedos (FP) (antes flexor 
común profundo) flexiona la falange distal 
(3.a falange). Está situado en el plano profundo de la 
celda anterior del antebrazo y se inserta en el cúbito 
y en la membrana interósea. Está formado por dos 
cuerpos musculares: el más delgado acciona la flexión 
independiente de la falange distal del índice; el más 
grueso, situado en sentido cubital, acciona la flexión 
de los dedos cubitales y, en el tercio distal del ante-brazo, 
se divide en varios tendones que se anastomo-san 
entre sí, hecho que explica la falta de 
independencia de la flexión de la 3.a falange en los 
dedos cubitales. El conjunto de estos tendones, 
asociado al flexor del índice, atraviesa el túnel car-piano 
en dirección a los dedos correspondientes, para 
insertarse por último en la base de la 3.a falange. La 
inervación del FP depende del nervio mediano para 
los dedos 2.° y 3.°, y del nervio cubital para los dedos 
4.° y 5.°; 
• el flexor superficial de los dedos (FS) (antes flexor 
común superficial) actúa sobre la 2.a falange. En su 
porción inicial está formado por tres fascículos: uno 
en el epicóndilo medial, el segundo en el cúbito y el 
tercero en el radio. Los dos últimos están unidos por 
un arco fibroso. Se separan en cuatro cuerpos muscu-lares, 
uno para cada dedo, y cada uno de ellos origina 
un tendón que se dirige hacia el centro del antebrazo. 
En el túnel carpiano vuelven a juntarse en dos capas: 
una superficial que contiene los flexores de los dedos 
3.° y 4.°, y otra profunda que corresponde a los de los 
dedos 2.° y 5.°. Cabe señalar que el tamaño del 
tendón del 5.° dedo es sumamente variable y que, en 
algunos casos, puede faltar. Cada tendón se inserta en 
la base de la 2.a falange después de dividirse en dos 
lengüetas (quiasma de Camper), entre las que pasa el 
FP. Su inervación depende del mediano. 
La flexión de la falange del pulgar depende del flexor 
largo del pulgar (FLP). Este tendón nace en la cara 
anterior del radio y en la membrana interósea, y pronto 
emite una prolongación que atraviesa el túnel carpiano, 
pasa entre los sesamoideos y termina en la base de la 
2.a falange. Está inervado por el mediano. Hay que saber 
que más del 25% de la población tiene una anastomosis 
entre el FLP y el FP del 2.° dedo (anastomosis de Lin-burg) 
[6, 7]. 
Poleas [8, 9] 
Las poleas son bandas fibrosas transversales u oblicuas 
que refuerzan el surco digital en su parte anterior. 
Existen cinco poleas arciformes (A1-A5) situadas por 
delante de las falanges, y tres poleas cruciformes (C1- 
C3) constituidas por fibras que se entrecruzan por 
delante de las articulaciones. En el pulgar sólo se 
observan dos poleas arciformes: A1 en la MF y A2 en la 
interfalángica (IF). Entre ambas se dispone una polea 
oblicua que cubre la 1.a falange. 
Tienen dos acciones fundamentales: una trófica, pues 
las bandas vasculares o vincula tendinum (los vasos 
nutricios procedentes de las arterias colaterales) ingresan 
a la altura de las poleas cruciformes, y otra mecánica de 
sostén de los tendones que están en contacto con el 
esqueleto, con el fin de que conserven su acción sobre 
Figura 1. Zonas topográ-ficas 
de los flexores. 
cada falange, sea cual sea la posición de ésta (función 
notable, sobre todo, de las poleas diafisarias A2 y A4). 
Vainas sinoviales 
Las vainas sinoviales también cumplen una función 
doble. Favorecen el deslizamiento de los tendones sobre 
los tejidos adyacentes en las zonas en que los tendones 
soportan fuerzas de rozamiento muy intensas y además 
cumplen una función de nutrición en las zonas menos 
vascularizadas. Constan de varios compartimentos: 
• la vaina sinovial cubital rodea los tendones flexores 
superficiales y profundos de los tres últimos dedos en 
la región palmar. Comienza un poco por encima del 
ligamento anular del carpo y se prolonga hasta la 
punta del 5.° dedo; 
• la vaina sinovial radial envuelve el tendón FLP en su 
trayecto por el túnel carpiano y se prolonga hacia la 
palma de la mano; 
• las vainas sinoviales digitales se extienden desde las 
MF hasta las bases de las IFD. Las del pulgar y el 
meñique son una prolongación de las vainas radial y 
cubital. 
Zonas topográficas 
En 1961, Verdan y Michon [10] dividieron el trayecto 
de los tendones flexores en cinco zonas topográficas, y 
esta clasificación fue adoptada más tarde por la Federa-ción 
Internacional de Sociedades de Cirugía de la Mano 
(IFSSH) (Fig. 1). 
La zona 1 corresponde a la parte distal del conducto 
digital después de la inserción del FS y sólo contiene la 
terminación del FP hasta su inserción en la 3.a falange. 
La zona 2 se extiende desde el pliegue palmar distal, que 
es la entrada del conducto digital, hasta el centro de la 
2.a falange. Es la antigua no man’s land de Bunnel, 
denominada así por las dificultades que presenta la 
reparación tendinosa en esa zona, ya que el tendón se 
encuentra apretado en el túnel osteofibroso. La zona 
3 corresponde a la palma de la mano, la zona 4 al 
trayecto del túnel carpiano y la zona 5 a la parte distal 
del antebrazo, donde se forma la unión musculotendi-nosa. 
En las zonas 3, 4 y 5, el tendón está ricamente 
vascularizado y la cicatrización es más fácil. 
Las zonas atravesadas por el FLP van precedidas de la 
letra T (thumb: pulgar): T1, T2 y T3. 
Reseña fisiológica 
El avance de los conocimientos sobre la irrigación y 
la fisiología de la cicatrización tendinosa permitió 
mejorar las técnicas quirúrgicas y de rehabilitación con 
el fin de facilitar la reparación y alcanzar una recupera-ción 
funcional de buena calidad. Sin embargo, todavía 
persisten muchos interrogantes, en especial sobre la 
2 Kinesiterapia - Medicina física
Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 
biología celular de los tendones, cuyo esclarecimiento 
probablemente permitirá abrir nuevas vías terapéuticas. 
Nutrición 
La nutrición tendinosa depende de una contribución 
doble: vascular y sinovial. 
Contribución vascular 
En las zonas extrasinoviales, la vascularización está a 
cargo de los vasos de la unión musculotendinosa en la 
parte proximal y de la unión osteotendinosa en la parte 
distal. Entre esos extremos, fuera de las zonas sinoviales, 
el tendón se encuentra rodeado por un tejido conjun-tivo 
laxo, denominado paratendón, por el que pasan los 
vasos. Dicho tejido está dotado de una plasticidad que 
le permite acompañar los movimientos tendinosos. 
En el túnel carpiano, el paratendón es sustituido por 
una vaina sinovial de dos hojas, el mesotendón, por el 
que pasa una fina red capilar que asegura una vascula-rización 
relativamente uniforme. 
En cambio, la distribución vascular no es uniforme en 
el surco digital, y esto explica la fragilidad de algunas 
zonas menos irrigadas [11, 12]. La contribución extrínseca 
se reparte de forma segmentaria por las cintillas vascu-lares 
o vincula tendinum, verdaderos tractos tendidos 
entre el esqueleto y la cara dorsal de los tendones, de 
los cuales existen uno corto y otro largo para cada 
tendón. Hay que saber que el vinculum largo del FP es 
la prolongación del vinculum corto del FS, y que la 
resección de este último provoca una desvascularización 
del FP. La distribución por dentro del tendón privilegia 
la región dorsal a expensas de la palmar, una zona de 
presión casi avascular. En el FS, la zona correspondiente 
a la 1.a falange, debajo de la polea A2, está poco vascu-larizada. 
El FP presenta dos zonas avasculares: en la 
falange distal debajo de A2 y en la 2.a falange debajo de 
A4. 
Contribución sinovial 
En numerosos trabajos se estableció la existencia de 
una contribución nutritiva por el líquido sinovial 
presente en la vaina [13-16]. Según Weber [17], la presión 
del líquido sinovial varía gracias a los movimientos 
digitales, que por efecto de bomba perfunde el tendón. 
Este mecanismo sería especialmente activo en las super-ficies 
avasculares de deslizamiento. Esta teoría se 
encuentra a favor del cierre de la vaina y de la movili-zación 
tendinosa. 
El líquido sinovial también desempeña una función 
mecánica de lubricación tendinosa. 
Cicatrización 
Fases de la cicatrización tendinosa 
Al igual que en la piel, la cicatrización tendinosa 
tiene tres fases [18, 19]: 
• una fase inflamatoria inicial de alrededor de 1 semana 
de duración, que corresponde a la limpieza de la 
herida por las células de la inflamación. Los fibroblas-tos 
que proceden de los tejidos adyacentes invaden la 
sutura y fagocitan los detritos celulares. En esta fase, 
la resistencia del tendón depende básicamente de la 
solidez de la sutura; 
• una fase de reparación activa de alrededor de 3 sema-nas 
de duración, que corresponde a la formación de 
fibras de colágeno de tipo I, al principio no orienta-das, 
sobre las que se depositan las células epitendino-sas; 
• una fase de remodelación que comienza a finales del 
primer mes y en cuyo transcurso el proceso de proli-feración 
celular se atenúa a favor de un aumento de 
la solidez de la sutura, gracias a que las fibras de 
colágeno se orientan en la dirección del tendón. Este 
fenómeno persiste hasta el 4.° mes. 
Mecanismo de cicatrización tendinosa: modos 
extrínseco e intrínseco 
De forma progresiva, se estableció que la reparación 
tendinosa se basaba en dos mecanismos: 
• una cicatrización extrínseca: durante mucho tiempo 
se consideró como la única posibilidad de reparación 
del tendón [20, 21]; «un tendón debe pegarse o morir» 
afirmaba Leriche, sentencia que después retomó 
Bunnel. Corresponde a una invasión conjuntivovas-cular 
de vecindad con colonización fibroblástica 
generadora de adherencias peritendinosas. Produce 
una cicatrización sólida, pero mecánicamente resulta 
ineficaz, pues acarrea una pérdida del deslizamiento 
tendinoso; 
• una cicatrización intrínseca: a partir de los años 
setenta, en diversos trabajos experimentales [11, 14-16] 
se demostró la capacidad del tendón para cicatrizar 
sin ayuda externa, es decir, sin producir adherencias. 
Éste es el modo ideal de cicatrización. Su mecanismo 
biológico íntimo no se conoce bien. Al parecer, las 
células tendinosas, en primer lugar los epitenocitos y 
más tarde los endotenocitos, invaden la sutura y 
también elaboran fibras de colágeno de tipo I. Se 
forma una neovascularización y, alrededor de la 
12.a semana, las fibras de colágeno están bien orien-tadas 
y maduras [22]. 
Ambos modos de cicatrización se distinguen sobre 
todo por el origen de los fibroblastos: extratendinoso 
para uno e intratendinoso para el otro. 
Factores que influyen en la cicatrización 
Es preciso conocerlos con el fin de privilegiar las 
técnicas quirúrgicas y de rehabilitación que favorezcan 
la cicatrización intrínseca. 
“ Para recordar 
Clasificación de Verdan y Michon. 
Zona 1: terminación del FP 
Zona 2: conducto digital 
Zona 3: palma de la mano 
Zona 4: trayecto del túnel carpiano 
Zona 5: unión musculotendinosa 
“ Punto importante 
La nutrición tendinosa tiene un origen doble, 
vascular y sinovial, y su distribución varía en 
función de las zonas anatómicas. 
“ Punto importante 
La cicatrización extrínseca y la cicatrización 
intrínseca se desarrollan de manera simultánea, 
pero el modo extrínseco es el que predomina 
espontáneamente. 
Kinesiterapia - Medicina física 3
E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano 
Hay que recordar que [3]: 
• una lesión del tendón y de su vaina, o el desarrollo 
de una isquemia debido al traumatismo inicial o a la 
reparación quirúrgica, disminuye las capacidades de 
reparación autónoma del tendón y favorece el pro-ceso 
extrínseco; 
• una ruptura de la vaina sinovial permite la irrupción 
del tejido de granulación y de los tenocitos de los 
tejidos adyacentes en la zona de la lesión, favore-ciendo 
de este modo la formación de adherencias; 
• la inmovilización del tendón lesionado modifica la 
estructura biológica del mismo y provoca su atrofia, 
facilitando la colonización fibroblástica externa. Por 
el contrario, a distancia de la fase inflamatoria inicial, 
la movilización repetida de la lesión estimula la 
proliferación de los tenocitos [23] y el modelado de la 
cicatriz, lo que favorece el deslizamiento de la zona 
de sutura [3, 24]. En distintos estudios se ha demos-trado 
el efecto positivo de la movilización tendinosa 
sobre la calidad y la rapidez de la cicatrización, tanto 
en el animal [25-27] como en la clínica [28]. 
Perspectivas terapéuticas 
Perspectivas respecto a los factores físicos. 
• Con el propósito de reducir la formación de adheren-cias, 
se estudiaron numerosos agentes de desliza-miento 
depositados alrededor de la sutura. Las 
películas de silicona, de polietileno o de politetrafluo-retileno 
expandido se han revelado más bien nefastas 
al perturbar la cicatrización y comportarse como 
cuerpos extraños. Existe también un gel de proteoglu-cano 
absorbible que, dispuesto alrededor de la sutura, 
permite aislarla y lubricarla. Para algunos autores, los 
resultados clínicos son interesantes [29, 30], pero para 
otros carecen de interés [31, 32]. 
• Las técnicas de estimulación externa con ultrasoni-dos 
[33, 34] o campos electromagnéticos [35, 36] también 
arrojan resultados contradictorios. 
• En un trabajo experimental de Fujita [37] se demostró 
que una corriente eléctrica continua de bajo amperaje 
ejercería un efecto positivo sobre la cicatrización 
tendinosa a partir de la estimulación de la síntesis del 
colágeno. 
Perspectivas respecto a los factores químicos. Los 
antiinflamatorios por vía oral o local [38-40] han arrojado 
algunos resultados experimentales interesantes, pero aún 
no se han demostrado en el ser humano mediante 
estudios controlados. Varios trabajos en el animal [41, 42] 
revelan que la aplicación local de ácido hialurónico 
mejoraría la calidad de la cicatrización tendinosa y 
limitaría la formación de adherencias. Sin embargo, este 
método no se mostró eficaz en el estudio controlado de 
Hadberg [43]. 
Perspectivas respecto a los factores biológicos y a 
la terapia génica. Es indudable que los mayores avan-ces 
se esperan en este campo. La investigación se dirige 
ahora hacia la exploración de la función de algunas 
sustancias bioquímicas, sobre todo de los factores de 
crecimiento (factor de crecimiento transformante 
[TGF]-b) o de las citocinas (factor de crecimiento tipo 
insulina [IGF]-1) en la regeneración de los tendones [44, 
45]. A lo largo de la cicatrización, los más activos 
inicialmente son los epitenocitos y las células de la 
vaina sinovial, mientras que los endotenocitos aparecen 
de forma tardía. Ahora bien, mediante cultivos de 
células tendinosas del perro, Fujita [46] ha probado que 
el colágeno elaborado por los endotenocitos produce 
una cicatrización de mejor calidad que la de los epite-nocitos 
de la vaina sinovial. Asimismo, algunos equipos 
investigan la posible utilidad de la terapia génica en este 
campo [47, 48]. Cabe esperar la posibilidad de detectar el 
desarrollo de los elementos celulares más activos. 
Principios quirúrgicos 
de las reparaciones tendinosas 
Hasta mediados de los años sesenta, las suturas 
primarias iban seguidas de inmovilización, pero los 
resultados eran generalmente malos. Por eso se reco-mendaba 
no reparar de entrada una lesión de los 
flexores en el surco digital, sino más bien efectuar una 
cirugía secundaria mediante injerto [49]. La movilización 
pasiva permitió mejorar de forma espectacular los 
resultados funcionales de las suturas primarias. Desde 
entonces, las técnicas quirúrgicas y de rehabilitación 
han avanzado de manera conjunta, permitiendo una 
movilización precoz y cada vez mayor en términos de 
recorrido y de tensión del tendón suturado. Sin 
embargo, es una intervención difícil, sobre todo en la 
zona 2, ya que la reparación se realiza en un túnel 
osteofibroso inextensible, donde la menor adherencia 
pone en peligro el resultado, y también en un tendón 
mal vascularizado, es decir, más expuesto a las rupturas 
que el de las otras zonas. La reparación debe responder 
a principios estrictos [50]: ha de ser lo menos agresiva 
posible, los extremos tendinosos se deben manipular 
con precaución y con instrumentos adecuados, la 
hemostasia ha de ser perfecta, la sutura tendinosa no 
debe ser isquemiante y debe tener la mejor relación 
entre solidez y volumen. 
Suturas 
Sutura del tendón 
Se han descrito numerosas suturas. Entre ellas hay 
dos muy empleadas: 
• el punto de Tsuge [51] consiste en un punto central de 
dos hebras sobre un bucle a cada lado de la sección. 
Aunque simple y rápida de hacer, es frágil y no 
permite la movilización activa inmediata. En este 
sentido, según los trabajos de Schuind [52], la flexión 
activa de un dedo exige una fuerza de tracción de 
35 N. Además, es preciso mencionar que estas medi-ciones, 
efectuadas en la muñeca con motivo de 
intervenciones por un síndrome del túnel carpiano, 
no tienen en cuenta la resistencia creada por la sutura 
y el edema postoperatorio; 
• el de Kirchmayr-Kessler es un punto en marco que se 
apoya sobre dos bucles. Sus numerosas variantes 
(Tajima, Strickland, Kleinert) son más sólidas (ruptura 
entre 14-29 N según los estudios) [53, 54], pero todavía 
demasiado frágiles como para permitir una moviliza-ción 
activa inmediata, a menos que ésta se efectúe 
con suma prudencia. 
Estos puntos se completan con una sutura continua 
epitendinosa que empareja la tenorrafia, se opone a la 
invasión por el tejido conjuntivo adyacente y, sobre 
todo, refuerza la resistencia mecánica de la 
reparación [55]. 
La tendencia actual es la sutura central con cuatro, 
seis e incluso ocho hebras. Ésta se completa siempre con 
una sutura continua, cuya resistencia a la ruptura es de 
unos 60 N [53, 54, 56, 57], lo cual hace posible la inmovi-lización 
activa inmediata [5, 55]. 
Silfverskiöld [58] usa una sutura continua epitendinosa 
a la manera de un punto de cruz (cross-stitch), que ante 
la tracción se comporta como un dedil japonés. Se ha 
calculado que su resistencia a la ruptura es de 66 N. 
Con el fin de limitar el volumen de la reparación sin 
dejar de aumentar la solidez, algunos equipos decidieron 
emplear sistemas metálicos. La dificultad consiste en 
llegar a alojar un cuerpo extraño dentro de un tendón 
sin alterar la capacidad de deslizamiento de éste, sobre 
todo durante el paso por las poleas. El nuevo sistema 
Tenofix es muy prometedor, en especial en la zona 
2 [59], pues conciliaría mejor la solidez, la colocación 
atraumática y el volumen. 
4 Kinesiterapia - Medicina física
Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 
En las lesiones de la zona 1, donde sólo está afectado 
el FP, el muñón distal suele ser demasiado corto como 
para permitir una sutura clásica sólida. En este caso se 
usa la técnica del pull-out. Consiste en suturar sólida-mente 
la parte proximal con un lazo [60, 61] o una 
fijación con ancla [62-64] o barb-wire [65], y hacer salir el 
hilo o el alambre por la punta del dedo. El hilo se 
bloquea entonces con un botón o un plomo de pesca 
sobre la uña o la pulpa digital. Así, la fuerza de tracción 
se transmite directamente desde la parte proximal del 
tendón hasta el bloqueo externo, eludiendo la zona de 
sección. Este montaje es muy sólido y permite una 
movilización activa inmediata sin riesgo. 
Sutura de la vaina 
Sería útil para restaurar el efecto de bomba sinovial, 
que favorece la cicatrización. Sin embargo, el beneficio 
efectivo de este procedimiento no ha sido demostrado. 
La conducta quirúrgica actual es reparar la vaina sólo 
cuando la lesión se preste a ello, pero no hacerlo en 
presencia de un daño considerable que requeriría dema-siado 
material de sutura. Para reemplazar la vaina se 
han probado también diferentes materiales autogénicos 
o sintéticos, pero hasta ahora ninguno ha conseguido 
demostrar su utilidad real. 
Injertos [5, 66] 
La realización de entrada de injertos de urgencia y en 
un solo tiempo, que para algunas zonas se recomenda-ban 
en lugar de la sutura simple, se han dejado de 
emplear. Ahora sólo se indican los injertos de necesidad 
en algunos casos difíciles. De manera excepcional, el 
injerto puede efectuarse en una etapa si las poleas están 
intactas y si los tejidos adyacentes son de buena calidad, 
es decir, en los grados 1 y 2 de la aún vigente clasifica-ción 
de Boyes [67]. Cuando la fibrosis cicatrizal, la 
reconstrucción de las poleas o las intervenciones ante-riores 
(grados 3-5 de Boyes) imponen un injerto en dos 
tiempos, el método de Hunter [68] se usa de manera casi 
unánime. 
• En el primer tiempo quirúrgico se prepara el trayecto 
del futuro injerto, se reconstruyen las poleas que 
faltan y se efectúa la sutura proximal del injerto, en 
general el palmar menor que se deja en espera [69], y 
por último se coloca en el trayecto tendinoso una 
varilla de Hunter, que es una especie de tendón 
artificial provisional de elastómero de silicona. Su 
extremo se fija a la punta del dedo y su parte proxi-mal 
se deja libre a la altura de la muñeca. 
• Entre los dos tiempos, la varilla se rodea progresiva-mente 
de un tejido cicatrizal liso y continuo, creando 
una neovaina serosa muy útil para el deslizamiento 
ulterior del tendón. Las poleas fibrosas y la sutura 
tendinosa proximal cicatrizan, mientras que la reha-bilitación 
mantiene la flexibilidad de la cadena digital 
y moviliza la varilla de Hunter en su trayecto, lo cual 
facilita la formación de la neovaina. 
• Durante el segundo tiempo quirúrgico, que se efectúa 
a los 2 meses, se lleva el injerto hacia el trayecto 
preparado por la varilla de silicona, a la que sustituye, 
y se amarra sólidamente al extremo distal. 
La varilla de Hunter se comporta como una verdadera 
prótesis activa [70]. Después de una fijación proximal y 
distal sólida, sólo se practica el primer tiempo. La 
varilla, que de ese modo permite la flexión activa del 
dedo, se deja en su lugar mientras funcione. En caso de 
necesidad, en general por ruptura, se practica el segundo 
tiempo. 
Rehabilitación 
En este apartado sólo se analizará la rehabilitación de 
las suturas, mientras que la de los injertos se estudiará 
junto con las complicaciones, de las que representan la 
indicación principal. El objetivo es lograr una cicatriza-ción 
tendinosa sólida y libre de adherencias al final del 
2.° mes. 
Existen diferentes métodos de rehabilitación y cada 
uno tiene sus propias indicaciones (Cuadro I). 
Inmovilización 
Este protocolo sólo se emplea en los casos en que el 
paciente no puede participar en las otras técnicas de 
rehabilitación: niño de corta edad, enfermo psiquiátrico, 
carencia de una infraestructura apta para la 
rehabilitación. 
La muñeca se inmoviliza en semiflexión y las MF en 
flexión a 60°, mientras que las IF se colocan en exten-sión 
casi total. Esto permite mantener los tendones 
flexores en posición de relajación, o sea, protegidos, y 
evitar la rigidez de las IF en flexión. Las prótesis se dejan 
durante 4 semanas y, a continuación, comienza la 
movilización pasiva y activa. 
Los resultados suelen ser insuficientes, porque durante 
el período de inmovilización se forman adherencias que 
a menudo requieren una tenólisis secundaria. 
Movilización 
Principios 
Los objetivos son movilizar el tendón suturado sobre 
las estructuras anatómicas fijas que lo rodean y movili-zar 
un tendón sobre otro. 
“ Punto importante 
La tendencia actual es la sutura central con varias 
hebras, reforzada con una sutura continua 
epitendinosa, lo cual, gracias a sus cualidades 
mecánicas, permite una movilización activa cada 
vez más precoz. 
Cuadro I. 
Indicaciones principales de los protocolos de rehabilitación. 
Tipo de 
Indicaciones 
rehabilitación 
Inmovilización Niños de muy corta edad, enfermos psi-quiátricos, 
carencia de una infraestructura 
de rehabilitación 
Movilización pa-siva 
de tipo Duran 
Niños de 3-7 años, pacientes que cooperan 
poco, lesiones complejas: lesiones asocia-das 
de los extensores, fracturas digitales, 
grandes daños tisulares 
Movilización 
activa-pasiva de 
tipo Kleinert 
Niños de más de 7 años y adultos, pacien-tes 
que cooperan, lesiones simples, equipo 
de rehabilitación con experiencia 
Movilización 
activa precoz 
(MAP) 
Niños de más de 7 años y adultos, pacien-tes 
que cooperan, lesiones simples, equipo 
de rehabilitación con experiencia. Sutura 
tendinosa sólida, dedo flexible 
“ Punto importante 
Los injertos se reservan para los fracasos de las 
suturas primarias. La técnica de Hunter en dos 
tiempos se usa de forma unánime. 
Kinesiterapia - Medicina física 5
E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano 
Desde los trabajos de Gelbermann [25, 71], de Kubo-ta 
[26] y de Strickland [28], la movilización postoperatoria 
precoz demostró ser mejor que la inmovilización posto-peratoria 
en términos de calidad de la cicatrización 
tendinosa, de recuperación del recorrido y de disminu-ción 
de las adherencias. Además, los cirujanos han 
creado técnicas de sutura tendinosa cada vez más 
sólidas, con el objetivo de permitir que los médicos 
rehabilitadores trabajen sobre el tendón reparado lo más 
pronto posible. Sin embargo, la forma de movilización 
(pasiva o activa) y su graduación (intensidad de la 
tensión del tendón) son aún imprecisas, a pesar de los 
numerosos estudios in vitro e in vivo [72]. Por eso, la 
selección de las prótesis y de la técnica de rehabilitación 
no es un procedimiento fijo. Se basa en el conocimiento 
de la técnica quirúrgica empleada y en la experiencia 
del equipo de rehabilitación. 
Recorrido tendinoso. La lógica indica que, cuanto 
mayor es el desplazamiento, menos adherencias se 
forman. También resulta lógico pensar que la moviliza-ción 
activa genera un recorrido mayor que la moviliza-ción 
pasiva. Los estudios no han permitido hasta ahora 
precisar el valor exacto a partir del cual el desplaza-miento 
resulta eficaz. Duran y Houser [73] estimaron 
que, para evitar la formación de adherencias, hacía falta 
un desplazamiento intrasinovial de 3 mm del tendón 
reparado, mientras que Gelbermann [25] observó en el 
perro que un desplazamiento de 1,7 mm era suficiente. 
De todos modos, hay que tener en cuenta que la movi-lización 
de un tendón suturado, que ha perdido una 
parte de sus capacidades de desplazamiento, genera un 
recorrido claramente menor al que se obtiene en un 
tendón sano. 
Fuerzas de tensión. En los modelos animales, Sil-va 
[74] y Boyer [75] han demostrado que una tensión leve 
de más o menos 5 N, asociada a movilización, mejoraba 
la calidad de la cicatrización. El aumento de la tensión 
no parece acelerar la cicatrización, sino que, al contra-rio, 
facilita la separación de los bordes de la sutura (gap 
para los anglosajones) y aumenta el riesgo de ruptura. 
Protocolos 
De forma esquemática, se pueden considerar tres tipos 
de protocolos: 
• la movilización pasiva (Duran); 
• la movilización activa-pasiva (Kleinert); 
• la movilización activa precoz. 
Movilización pasiva o método de Duran. Descrito por 
Duran y Houser, consiste en una movilización tendinosa 
precoz y puramente pasiva [73]. La mano se coloca en 
una ortesis que mantiene la muñeca a 30° de flexión, 
las MF a 60° de flexión y las IF en extensión (Fig. 2A). 
Dos veces al día se moviliza la cadena digital de manera 
pasiva y global, pero también con disociación de la IFD 
y de la IFP, para obtener una movilización de los dos 
flexores en su vaina, pero también el deslizamiento de 
uno sobre otro (Fig. 2C, D). Durante la noche, los dedos 
se disponen en flexión con una banda elástica con el fin 
de prevenir la contracción activa incontrolada de los 
flexores (Fig. 2B). La flexión activa se inicia al cabo de 
45 días, fecha en la que se suprime la ortesis. 
Esta técnica se adapta especialmente para los niños de 
3-7 años y los pacientes que cooperan poco, así como 
para las lesiones complejas: lesiones acompañantes de 
los extensores, fracturas digitales, daño tisular conside-rable, 
lesiones tendinosas múltiples, déficit neurológico. 
Movilización activa-pasiva o método de Kleinert. 
Esta técnica, difundida por Kleinert en 1973 [76], fue la 
primera en promover la movilización pasiva postopera-toria 
inmediata. Con la experiencia y el desarrollo de 
nuevos materiales para la confección de las ortesis, la 
técnica original pudo mejorarse de forma progresiva 
(Cuadros II, III) [77]. Aquí se expondrá el método modi-ficado. 
La mano se acomoda en una ortesis de material 
termomoldeable que inmoviliza la muñeca a 30° de 
flexión y, con un accesorio, se prolonga a la cara dorsal 
de las primeras falanges con el fin de limitar la exten-sión 
de las MF a -60°. Sobre la uña o los dedos lesiona-dos 
se fija un elástico, después se pasa por una polea de 
reflexión situada en la palma de la mano y, por último, 
se amarra al borde radial de la ortesis [78]. En reposo, el 
dedo se dispone en flexión por la tracción del elástico. 
El paciente debe efectuar una extensión activa del dedo 
y después relajar la contracción de los extensores 
(Fig. 3A, B). 
Por sinergia antagonista, la extensión provoca una 
inhibición del flexor y, en el momento de la relajación 
del extensor, el elástico flexiona el dedo de inmediato. 
Durante el ciclo extensión activa-flexión pasiva, la 
sutura tendinosa se ha movilizado de manera pasiva y 
sin correr riesgos de tracción gracias a la posición en 
flexión de la muñeca y al tope de las MF. 
Es fundamental que ese movimiento se efectúe varias 
veces al día y que cada vez se obtenga la extensión 
activa completa de las IF. Sin embargo, en los 10-15 días 
siguientes a la intervención, la extensión activa suele ser 
incompleta a causa del dolor y del edema. Además, debe 
ser completada con la extensión pasiva. Esta maniobra 
es fundamental si se quiere evitar la rigidez de las IF en 
flexión. 
La ortesis se quita durante la sesión de rehabilitación, 
y la muñeca se moviliza en flexión-extensión con el 
objetivo de reproducir el efecto de tenodesis natural de 
los flexores (Fig. 4). 
Esta maniobra, descrita por Cooney [79], permite 
movilizar la sutura. Según las mediciones de 
Schuind [52], la fuerza tendinosa en tracción es de 
alrededor de 1-6 N con esta maniobra, lo que quiere 
decir que cualquier tipo de sutura la puede soportar de 
sobra. La muñeca se rectifica a los 21 días. El elástico se 
retira a los 30 días y se indica flexión activa sin resis-tencia. 
La ortesis de protección, con la muñeca recta y 
“ Punto importante 
La inmovilización, aunque induce adherencias, se 
sigue realizando debido a las contraindicaciones 
de la movilización precoz. 
“ Punto importante 
La excelencia de los resultados obtenidos con la 
movilización activa precoz no debe hacer olvidar 
que las rupturas acarrean consecuencias mucho 
más graves que las adherencias. 
“ Punto importante 
El método de Duran se mantiene vigente para los 
casos difíciles en los que la movilización activa o 
semiactiva no se puede indicar. 
.1 
.2 
.3 
6 Kinesiterapia - Medicina física
Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 
las MF limitadas a -60° de flexión, se mantiene hasta los 
45 días. La flexión contra resistencia no debe iniciarse 
antes de 2 meses. 
Para las lesiones del FLP se aplican los mismos prin-cipios, 
adaptando la prótesis a la función de oposición 
del dedo. La primera comisura se mantiene abierta con 
un avance del primer metacarpiano, y la MF se inmovi-liza 
en extensión. El elástico se pasa por una polea 
situada en la cabeza del 5.° metacarpiano. 
El peligro del método de Kleinert es el desarrollo de 
un «dedo en gancho» a causa de un elástico demasiado 
estirado que impide la extensión completa de las IF, o 
en un paciente mal controlado o que no coopera. 
La técnica de Kleinert tiene sus límites: las lesiones 
del sistema extensor, los grandes deterioros tendinosos, 
los niños menores de 7 años, la carencia de un equipo 
de rehabilitación entrenado y los déficit neurológicos. 
Movilización activa precoz. El primer protocolo de 
movilización activa fue publicado en 1989 por Small [80] 
a partir de una serie de 138 suturas en zona 2. También 
se conoce como protocolo de Belfast. Los autores 
lograron un 77% de resultados buenos y excelentes 
según los criterios de la American Society for Surgery of 
the Hand (ASSH) y un 9,1% de rupturas o distensiones. 
Este porcentaje de fracasos es claramente superior al de 
las series que atañen a las movilizaciones pasivas, pero 
es preciso señalar que las suturas eran de tipo conven-cional 
(Tsuge o Kessler-Masson) y sin refuerzo. Después 
de esta publicación princeps, varios autores [58, 81-84] 
lograron con suturas más sólidas un 80-95% de resulta-dos 
buenos y excelentes y un 2-6% de rupturas. 
Cada equipo usa su propia técnica de rehabilitación, 
ya que no existe ningún protocolo estandarizado y 
mucho menos validado. En lo que se refiere a la ortesis 
de rehabilitación, se ha establecido un consenso rela-tivo. 
La misma inmoviliza la muñeca a 20° de flexión 
Figura 2. Rehabilitación pasiva con ortesis tipo Duran. 
A. Ortesis de Duran. 
B. Cofia de flexión para protección nocturna. 
C. Movilización de la interfalángica distal (flexor profundo). 
D. Movilización de la interfalángica proximal (flexor superficial). 
Cuadro II. 
Protocolo de movilización activa-pasiva de tipo Kleinert 
modificada. 
Semanas 1 2 3 4 5 6 
Extensión pasiva × × 
Extensión activa × × × × × × 
Flexión pasiva × × × × 
Flexión activa × × × 
Movilización de la muñeca × × × × × × 
Cuadro III. 
Aparatos del protocolo de Kleinert modificado. 
Semanas 1 2 3 4 5 6 
Ortesis con la muñeca en 
× × × 
flexión 
Ortesis con la muñeca en 
posición neutra 
× × × 
Elásticos × × × × 
“ Punto importante 
En la técnica de Kleinert, el desarrollo de un dedo 
en gancho siempre es iatrogénico. 
Kinesiterapia - Medicina física 7
E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano 
(recta para algunos), las MF a 60-70° de flexión y las IF 
en extensión. La combinación entre flexión de la 
muñeca y flexión de las MF provoca una relajación que 
protege la sutura. Durante la noche, y entre las sesiones 
de rehabilitación, los dedos se mantienen en extensión 
o en flexión (según el equipo de rehabilitación de que 
se trate) con un sistema de elásticos o bandas. Al 
respecto, algunos consideran que, para evitar el desarro-llo 
de una rigidez en flexión, las IF deben mantenerse 
en extensión en la ortesis. Otros, al igual que los autores 
de este artículo, estiman que para evitar el riesgo de 
tracción incontrolada, las cadenas digitales se deben 
flexionar durante los períodos de reposo, en la medida 
en que varias sesiones diarias de movilización permiten 
prevenir el desarrollo de posiciones defectuosas. 
La movilización activa suele comenzar 2-3 días des-pués 
de la intervención con dos condiciones: 
• estar seguro de que el tipo de sutura sea apto para 
resistir esa fuerza mecánica; 
• que el dedo sea lo suficientemente flexible como para 
no necesitar una contracción demasiado potente. 
Este método no se improvisa, sino que se programa 
desde la intervención quirúrgica. El trabajo activo de los 
flexores es mínimo al principio para estimular la flexión 
del dedo y se completa en modo pasivo con ayuda del 
terapeuta, a razón de cinco a diez movimientos ejecuta-dos 
cuatro o cinco veces por día (Fig. 5). 
Todos los autores insisten en la utilidad del trabajo 
disociado FP-FS mediante la flexión alternativa de la IFP 
y la IFD, con el objetivo de evitar la adherencia entre 
ambos tendones. La flexión digital debe ser completa 
alrededor de la 5.a semana. 
Otra técnica de movilización activa precoz, creada por 
el equipo de Strickland [85], consiste en flexionar de 
manera pasiva todos los dedos y en pedirle al paciente 
que ejerza una fuerza de flexión apenas suficiente para 
mantener esta posición. Es la técnica de colocar-mantener 
(place and hold) (Fig. 6). 
La contracción postural para mantener los dedos en 
flexión es mínima. Por tanto, se trata de una técnica 
segura, si bien es cierto que el desplazamiento de la 
sutura es más reducido que con un trabajo dinámico. 
Con el fin de ampliar el desplazamiento, la contracción 
postural se efectúa con la muñeca a 30° de extensión, 
para así poder aprovechar el efecto de tenodesis. Esta 
técnica se conoce con el nombre de «método de 
Indiana» [86]. 
Todos los equipos de rehabilitación asocian elementos 
de cada uno de los protocolos, en grados variables según 
las escuelas. Todos los protocolos de movilización activa 
precoz incluyen fases de movilización pasiva de las 
cadenas digitales. 
La mayor parte de las series publicadas atañe a las 
secciones tendinosas francas en zona 2 sin lesiones 
asociadas. Las indicaciones de los autores para la movi-lización 
activa precoz son sensiblemente distintas. En la 
zona 2 prefieren esperar 15 días para iniciar el trabajo 
activo, ya que esta zona es conocida por su escasa 
vascularización y la lentitud de la cicatrización, respon-sables 
de un riesgo considerable de ruptura precoz. 
Además, ese intervalo nos permite mantener a distancia 
del edema postraumático y posquirúrgico, que aumenta 
la resistencia al deslizamiento del tendón, y alejarnos 
del período crítico de fragilización postoperatoria. En 
esta fase se utiliza el método de Kleinert modificado, tal 
como se describió anteriormente, y se le asocia una 
movilización tendinosa aprovechando el efecto de 
tenodesis producido por la extensión y la flexión 
pasivas alternativas de la muñeca. Hacia el 15.° día se 
Figura 3. Método de Kleinert. 
A. Extensión activa. 
B. Flexión pasiva. 
Figura 4. 
A, B. Movilización de la sutura gracias al efecto de tenodesis 
natural de los flexores durante la flexión-extensión de la muñeca. 
.4 
.5 
.6 
.7 
8 Kinesiterapia - Medicina física
Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 
utiliza la maniobra de «colocar-mantener» con la 
muñeca en extensión, y a la 3.a semana se inicia el 
trabajo dinámico. 
Sin embargo, este protocolo se adapta también a la 
evolución. Si el dedo es muy flexible y el recorrido del 
tendón considerable, se debe ser muy prudente en lo 
que se refiere al trabajo activo. Se usa la técnica de 
movilización activa asistida hasta la 5.a semana, pues 
eso significa que la cicatrización es básicamente intrín-seca, 
sin adherencia, y en consecuencia lenta y frágil 
durante mucho tiempo. En cambio, si se advierte una 
limitación del recorrido, se anticipa el trabajo activo 
porque dicha limitación indica la formación de adhe-rencias 
a causa del predominio de la cicatrización 
extrínseca. 
La posición de la sutura y la magnitud de las lesiones 
son otros factores determinantes del programa que se 
debe seguir. Frente a una lesión compleja de la muñeca, 
en la que están presentes todos los elementos que 
generan adherencias, el trabajo activo se inicia muy 
pronto y siempre después de haberse asegurado respecto 
a la resistencia de la sutura. 
Así pues, la rehabilitación se regula en función de la 
evolución. Por este motivo, los autores creen que debe 
desarrollarse en un ámbito especializado. 
Lesión de las poleas. La reconstrucción de una polea 
se debe proteger por lo menos durante 45 días, ya que 
el trabajo prematuro a través de los flexores causa 
distensión o ruptura. Dicha protección se efectúa 
aplicando anillos flexibles de cuero o cintas autoadhesi-vas 
sobre la polea reparada. La flexión digital con 
aplicación de fuerza debe hacerse de forma progresiva 
hasta 90 días después de la intervención. 
Figura 5. Trabajo disociado del flexor 
superficial y del flexor profundo. 
A, B. Flexor profundo. 
C, D. Flexor superficial. 
Figura 6. Técnica de colocar-mantener. 
“ Punto importante 
No existe ningún protocolo estandarizado sobre 
la movilización activa precoz. Este método no se 
improvisa, sino que se programa en el momento 
de la reparación quirúrgica y después se adapta a 
la evolución. 
Complicaciones 
Adherencias. A pesar de los progresos de la repara-ción 
primaria y de la rehabilitación, determinado 
número de pacientes evoluciona de manera desfavorable 
y desarrolla adherencias peritendinosas que provocan 
un defecto de deslizamiento. El dedo no puede flexio-narse 
ni extenderse por completo. Esta complicación se 
observa muy a menudo en los tendones más dañados y 
en un terreno tisular desfavorable, pero también en 
algunos pacientes que desarrollan tejido fibroso más que 
otros. Las circunstancias de la cicatrización no son las 
mismas, y Hunter lo señaló distinguiendo dos poblacio-nes: 
low scar formation y high scar formation. Cuando se 
han agotado todos los recursos de la rehabilitación y la 
troficidad digital es satisfactoria, es decir, en el 3.er- 
4.° mes [87], se efectúa una tenólisis secundaria. El 
procedimiento se realiza preferentemente con un blo-queo 
sensitivo, de manera que, durante la intervención, 
el paciente pueda contraer los flexores para controlar el 
movimiento tendinoso. 
Kinesiterapia - Medicina física 9
E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano 
La rehabilitación postoperatoria a partir de las 
48 horas es una condición fundamental para lograr un 
buen resultado. Sin embargo, en general se enfrenta al 
problema del dolor, un factor que genera nuevas adhe-rencias 
por falta de movilización eficaz y de algodistro-fia 
(síndrome doloroso regional complejo). Combatir el 
dolor es un prerrequisito de la rehabilitación y se 
consigue manteniendo durante 3-4 días la anestesia 
peridural cervical, colocando un catéter al final de la 
intervención cerca de los troncos nerviosos de los dedos 
sometidos a tenólisis o usando analgésicos mayores. 
Dada la fragilidad de los tendones, se deben relajar 
con una ortesis que coloque la muñeca y las MF a 30° 
de flexión durante 3-4 semanas. Las poleas también se 
deben proteger si han sido reconstruidas. 
Lo esencial de la rehabilitación depende de un trabajo 
activo de la flexión-extensión en toda la amplitud 
lograda con el bloqueo. Sin embargo, los dolores resi-duales 
de los músculos flexores débiles o la aprensión 
del paciente son factores que impiden alcanzar tal 
amplitud de entrada. En los primeros días es preciso 
prestar una asistencia pasiva, manual o con artromotor. 
La estimulación eléctrica constituye otra ayuda intere-sante, 
sobre todo para completar la flexión. Como 
señala Foucher [88], resulta útil terminar la sesión con 
una flexión activa e inmovilizar después los dedos en 
esta posición hasta la sesión siguiente. Si durante la fase 
de reposo se organizan algunas adherencias, éstas se 
soltarán tras el primer movimiento en extensión activa 
asistida. La movilización se practica alternativamente de 
forma global por flexión completa de toda la cadena 
digital, y de manera disociada por flexiones alternativas 
IFP-IFD para obtener la independencia de FS-FP. La 
aparición de un efecto de tenodesis es indicio de la 
reorganización de adherencias (Fig. 7A, B). Éstas se 
liberan con una ortesis que inmovilice la muñeca en 
extensión y provocando una abertura digital con lámi-nas 
(Fig. 7C). La tenólisis fragiliza los tendones debido 
a la desvascularización que ocasiona. Tampoco se deben 
hacer maniobras forzadas antes de 60 días. 
Rupturas. Son una amenaza permanente durante la 
rehabilitación, pero ocurren con más frecuencia en 
algunos períodos: alrededor del 10.° día, cuando la 
fragilización de los tendones por desvascularización es 
mayor, a los 21-30 días, fecha de la reanudación del 
trabajo activo, y alrededor de los 60 días al reanudarse 
las flexiones contra resistencia. Las rupturas se producen 
por una tensión mecánica demasiado intensa de la 
sutura (rehabilitación mal conducida, reanudación 
prematura de las prensiones con fuerza) o por un 
defecto de cicatrización tendinosa por desvasculariza-ción, 
elongación del callo o sepsis. 
Si la ruptura es puramente mecánica en un terreno 
tisular sano, se puede practicar una nueva sutura 
directa, y la rehabilitación se mantiene idéntica a la de 
las tenorrafias primarias. En cambio, si el estado de los 
tejidos es menos favorable, la reparación secundaria 
requiere un injerto de tendón, por lo general en dos 
tiempos, según la técnica de Hunter [68]. La varilla 
protésica se deja en su sitio durante 3 meses, durante los 
cuales el dedo se moviliza de manera pasiva 2-3 veces al 
día. Si las poleas han sido reconstruidas, deben prote-gerse 
con anillos flexibles. Después de la cicatrización 
cutánea, el dedo operado se automoviliza gracias a la 
colocación en sindactilia con un dedo sano adyacente. 
El segundo tiempo implica la existencia de un dedo 
perfectamente flexible no inflamado. La sutura distal 
transósea es sólida de entrada y la proximal también lo 
es si se efectuó en el primer tiempo [69]. La rehabilita-ción 
puede activarse entonces de inmediato y sin 
resistencia durante los primeros 60 días. Si la sutura 
proximal se realizó en el segundo tiempo, se indica la 
técnica mixta de Kleinert-Duran. 
La rehabilitación de las reparaciones de los tendones 
flexores no es unívoca y no debe limitarse a un proto-colo 
fijo [89, 90]. Hay que tener en cuenta numerosos 
factores: el tipo de lesión, la calidad de la reparación, la 
evolución clínica, las características del paciente y la 
experiencia del equipo de rehabilitación. 
Evaluación de los resultados 
Existen numerosos sistemas de evaluación, pero 
ninguno de ellos se ha impuesto realmente. Esto indica 
la dificultad para poner de manifiesto de manera simple 
y reproducible la función de los flexores. Aquí sólo se 
presentarán los métodos más empleados o aquéllos que, 
en opinión de los autores, serían más aptos para la 
evaluación. 
Clasificación de la Sociedad Estadounidense 
de Cirugía de la Mano [91] 
Medición 
Consiste en definir la movilidad activa total (total 
active motion: TAM) del dedo lesionado. En la práctica, 
la TAM es la suma de las flexiones activas de las tres 
articulaciones, MF, IFP e IFD, menos la suma de los 
déficit de extensión activa de las mismas. 
TAM = flexión activa digital (MF + IFP + IFD) - déficit 
de extensión activa digital (MF + IFP + IFD) 
Clasificación (Cuadro IV) 
Esta TAM se compara con la TAM del dedo sano 
contralateral expresada en porcentaje (TAM del dedo 
lesionado/TAM del dedo sano = %) y se clasifica en 
cuatro niveles. 
Método de Strickland 
Medición 
La flexión de la MF no se tiene en cuenta con razón, 
porque básicamente obedece a la acción de los músculos 
intrínsecos. El cálculo corresponde a la suma de las 
flexiones activas IFP + IFD (normalmente cercana a 
175°), menos el déficit de extensión de esas dos articu-laciones. 
Se trata de la TAM interfalángica. 
Figura 7. 
A, B. Efecto de tenodesis patológico. 
C. Ortesis de corrección. 
10 Kinesiterapia - Medicina física
Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 
Cuadro IV. 
Evaluación de los resultados de las reparaciones de los tendones flexores. Clasificación de la Sociedad Estadounidense de Cirugía de la 
Mano. 
Excelente Bueno Regular Malo 
TAM dedo lesionado/TAM contrala-teral 
100% 75-99% 50-74% <50% 
Clasificación (Cuadros V,VI) 
En 1980, Strickland y Glogovac clasificaron sus 
resultados en cuatro estadios [28]. En 1985, al considerar 
que esta clasificación era muy rígida, Strickland estable-ció 
otra más flexible [92]. Sin embargo, muchos autores 
siguen publicando sus resultados del modo anterior. Por 
tanto, al leer los trabajos es importante conocer qué 
versión se empleó. En los dos métodos, la puntuación 
en cuatro niveles se expresa en grados y en porcentaje 
respecto a 175° (TAM IFP + IFD/175° = %). 
Método de Lister 
Descrito inicialmente por Kleinert, y retomado por 
Lister [93], también se conoce como método de Louisvi-lle. 
Asocia la medida de la distancia entre la pulpa 
digital y el pliegue palmar distal (distancia pulpopalmar: 
DPP) en flexión activa, y la suma de los déficit de 
extensión activa de las tres articulaciones digitales. La 
clasificación se efectúa en cuatro estadios (Cuadro VII). 
Método de Romain-Allieu [94] 
Este método fue desarrollado para responder a los 
resultados de las reparaciones del sistema tendinoso 
extrínseco en su conjunto, flexor o extensor, sea cual 
sea el nivel de la lesión y teniendo en cuenta los efectos 
de tenodesis por la colocación de la muñeca. 
Método de cálculo 
• Medida de la DPP en flexión activa, muñeca recta, MF 
inmovilizadas a 90° de flexión. 
• Medida angular del déficit de extensión pasiva MF + 
IFP + IFD, muñeca a 45° de extensión. 
Clasificación (Cuadro VIII) 
El resultado se clasifica en cuatro estadios. En las 
lesiones de la zona 2, el déficit de extensión sólo afecta 
a dos articulaciones (IFD e IFP) y obedece a una adhe-rencia 
en el conducto digital o a una rigidez articular en 
flexión, a menudo asociadas. Este déficit no varía con la 
extensión de la muñeca. En cambio, en las lesiones más 
proximales, el déficit de extensión se reparte en las tres 
articulaciones digitales y sólo se pone de manifiesto con 
la extensión de la muñeca, lo cual no incide demasiado 
desde el punto de vista funcional. En otros términos, 
una rigidez en flexión a 30° de la IFP es más perjudicial 
que un efecto de tenodesis a 10° de las tres articulacio-nes 
digitales. Así pues, sería lógico ponderar la gravedad 
del déficit de extensión en función del sitio de la lesión, 
es decir, entre la zona 2 y las otras zonas. 
TAM: total active motion. 
Cuadro V. 
Evaluación de los resultados de las reparaciones de los tendones flexores. Clasificación de Strickland (primera forma). 
Excelente Bueno Regular Malo 
TAM IFP + IFD (N: 175°) >150° 125°-149° 90°-124° <90° 
Porcentaje de movilidad 85-100% 70-84% 50-69% <50% 
TAM: total active motion; IFP: interfalángica proximal; IFD: interfalángica distal. 
Cuadro VI. 
Evaluación de los resultados de las reparaciones de los tendones flexores. Clasificación de Strickland (segunda forma). 
Excelente Bueno Regular Malo 
TAM IFP + IFD (N: 175°) >132° 88°-131° 45°-87° <45° 
Porcentaje de movilidad 75-100% 50-74% 25-49% <25% 
TAM: total active motion; IFP: interfalángica proximal; IFD: interfalángica distal. 
Cuadro VII. 
Evaluación de los resultados de las reparaciones de los tendones flexores. Método de Lister. 
Excelente Bueno Regular Malo 
DPP <1 cm 1-1,5 cm 1,6-3 cm >3 cm 
Déficit de extensión 0°-15° 16°-30° 31°-50° >50° 
DPP: distancia pulpopalmar. 
Cuadro VIII. 
Evaluación de los resultados de las reparaciones de los tendones flexores. Método de Romain-Allieu. 
Excelente Bueno Regular Malo 
DPP en todas las zonas ≤1 cm 1-2 cm 2-3 cm >3 cm 
Déficit de extensión 
Zona 2 <15° 15°-30° 31°-45° >45° 
Zonas 3-5 <30° 31°-60° 61°-90° >90° 
DPP: distancia pulpopalmar. 
Kinesiterapia - Medicina física 11
Estas evaluaciones son puramente analíticas. Sólo 
aprecian la movilidad, sin tener en cuenta la fuerza o la 
soltura. Además, para juzgar con objetividad el resultado 
final de las lesiones tendinosas, es preferible completar 
la evaluación analítica con otra funcional [95]. La explo-ración 
funcional del miembro superior que más se usa 
en Estados Unidos es el Disabilities of the Arm, Shoul-der 
and Hand (DASH) [96], que consiste en un cuestio-nario 
de 30 parámetros, cada uno de los cuales se evalúa 
a partir de cinco niveles de dificultades. 
En otro artículo de esta obra se exponen algunas 
evaluaciones más específicas de la prensión [97]. Entre 
ellas, en opinión de los autores, la más apropiada para 
el análisis de la función de la mano sería la evaluación 
de 400 puntos [98] con 57 parámetros distribuidos en 
cuatro tipos de pruebas, cada una con una valoración de 
100 puntos. Estas pruebas analizan de forma sucesiva: 
• la movilidad de la mano; 
• la fuerza de prensión; 
• las prensiones con una sola mano; 
• las prensiones con ambas manos. 
■ Sistema extensor 
El sistema extensor se desliza en un espacio reducido 
entre la piel y el esqueleto. Es superficial, razón por la 
que se lesiona con frecuencia a causa de una herida de 
la cara dorsal de la mano. Si la herida se sitúa a la altura 
de la MF, hay que recordar la sentencia: «una herida 
sobre la cara dorsal de la MF indica, a priori, una lesión 
articular». Aunque las reparaciones de los tendones 
extensores son más simples que las de los tendones 
flexores, sus resultados están condicionados por las 
lesiones asociadas, cutáneas y óseas, generadoras de 
adherencias. De forma paradójica, las secuelas funciona-les 
de tales adherencias obedecen menos a un defecto 
de extensión que a una limitación de la flexión digital 
que condiciona la prensión [99]. 
Reseña anatomofisiológica 
Sistema musculotendinoso 
Dedos largos 
El extensor común de los dedos se origina en el 
epicóndilo lateral; a continuación se divide en cuatro 
tendones que pasan bajo el ligamento anular dorsal del 
carpo, la única porción intrasinovial, y cada uno diverge 
hacia su dedo respectivo. Durante su paso por debajo 
del ligamento anular del carpo, los tendones del exten-sor 
común, así como el tendón del extensor propio del 
índice, se agrupan en una sola vaina (4.° comparti-mento), 
lo cual explica la frecuencia de las lesiones 
pluritendinosas. En el dorso de la mano se unen entre 
sí mediante bandeletas de asociación oblicuas y trans-versales 
(juncturae tendinum). A la altura de las cabezas 
metacarpianas, los tendones son estabilizados sobre esta 
zona convexa por las bandeletas sagitales. A partir de la 
base del dedo, el tendón se aplana a la manera de una 
lámina tendinosa. Esta lámina se inserta en la base de 
la 1.a falange y después se divide en tres bandeletas: una 
bandeleta mediana que termina en la base de la 
2.a falange y dos bandeletas laterales que se unen y se 
insertan en la base de la falange distal. A lo largo de este 
trayecto, la lámina de extensión recibe lateralmente 
expansiones de los interóseos, del lumbrical y del 
ligamento retinacular oblicuo y transverso, formando 
una estructura anatómica compleja: la aponeurosis de 
extensión. 
El índice y el quinto dedo tienen un extensor propio, 
que puede enmascarar una ruptura del tendón común. 
Es interesante señalar las singularidades del sistema 
extensor en comparación con el sistema flexor: 
• la porción intrasinovial está limitada a la muñeca; 
• sólo existe un tendón extensor por dedo, salvo el 2.° 
y el 5.° dedo, que tienen su propio extensor; 
• el extensor común sólo acciona realmente la exten-sión 
de la falange proximal; 
• la extensión de la 2.a y la 3.a falange puede depender 
del sistema extrínseco o del sistema intrínseco, según 
el grado de flexión de la MF. Si la MF se encuentra en 
extensión, los extrínsecos están relajados y los intrín-secos 
en tensión; éstos son los que accionan la 
extensión de las IF. Por el contrario, si la MF se 
encuentra en flexión, los intrínsecos están relajados y 
los extrínsecos en tensión; éstos son los que básica-mente 
extienden la 2.a y la 3.a falange. Sin embargo, 
hay que observar que los lumbricales, gracias a su 
posición palmar y a su falta de inserción ósea, extien-den 
las IF en cualquier situación; 
• el buen funcionamiento de la extensión requiere una 
perfecta isometría entre la bandeleta mediana que 
extiende la 2.a falange y las bandeletas laterales que 
extienden la 3.a, la preservación de la capacidad de 
deslizamiento de la lámina de extensión en el sentido 
longitudinal y transversal, y un buen equilibrio entre 
los sistemas intrínseco y extrínseco; 
• los cuatro tendones extensores de los dedos largos 
están anastomosados entre sí en la zona metacar-piana. 
Esas bandeletas de asociación impiden, en caso 
de lesión en esa zona, una separación considerable 
entre el cabo proximal y el cabo distal. 
Pulgar 
El extensor largo del pulgar nace en la cara posterior 
del tercio inferior del cúbito y termina en la base de la 
2.a falange del pulgar. Recibe expansiones de los múscu-los 
tenares del pulgar, que por sí solos pueden provocar 
la extensión de la IF y ser motivo de errores de diagnós-tico. 
Además, la prueba del extensor largo se realiza en 
su función de retropulsión del primer metacarpiano. 
El extensor corto se inserta en la base de la 
1.a falange. Causa la extensión de la MF y la abducción 
del primer dedo. 
Vascularización 
Antes de las cadenas digitales, la vascularización se 
efectúa de manera uniforme en todas las caras del 
tendón y con idéntica distribución en superficie y en 
profundidad. Esta riqueza vascular es la que permite una 
cicatrización rápida y sólida, infinitamente menos 
expuesta a las rupturas que los flexores. 
En las cadenas digitales, los vasos derivan de la arteria 
colateral digital palmar. Forman una red en las caras 
superficiales y profundas de la aponeurosis de extensión, 
aunque con menor nutrición de la cara profunda. 
Zonas topográficas 
Al igual que para los flexores, Verdan dividió la mano 
en zonas topográficas. La clasificación fue adoptada por 
la IFSSH (Fig. 8) y consiste en ocho zonas numeradas 
desde la zona distal a la proximal. Se advierte que las 
zonas impares corresponden a las regiones articulares, 
las zonas pares a las diáfisis, y que las que corresponden 
al pulgar van precedidas por la letra T (thumb). 
“ Punto importante 
El aparato extensor es complejo debido a la 
presencia de dos sistemas complementarios, uno 
extrínseco y otro intrínseco, que funcionan de 
forma sinérgica. 
E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano 
12 Kinesiterapia - Medicina física
Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 
Principios de la conducta terapéutica 
La reparación quirúrgica de los tendones extensores 
no es sistemática y el tratamiento ortopédico mantiene 
sus propias indicaciones. El tratamiento depende del 
sitio de la lesión y de su tipo. Al igual que para el 
sistema flexor, una rehabilitación apropiada se basa en 
el buen conocimiento del análisis de la lesión (situa-ción, 
cantidad de tendones afectados, otras lesiones) y 
de la técnica de reparación, con el fin de evaluar las 
posibilidades de extensión de la zona lesionada. 
Las técnicas de suturas del sistema extensor son 
menos complejas que las del sistema flexor. En los 
dedos, el diámetro de los tendones extensores es 
pequeño, su forma es aplanada y no hay paratendón, lo 
cual no permite usar las técnicas de suturas reforzadas 
que se indican para la zona palmar [100]. Además, la 
complejidad del sistema extensor, en especial con las 
conexiones entre sistemas intrínseco y extrínseco, hace 
difícil la evaluación de la resistencia de las suturas y de 
los factores que intervienen en el mecanismo de 
cicatrización. 
Durante mucho tiempo, las reparaciones se protegían 
con una inmovilización de la mano durante 4-6 sema-nas. 
El postoperatorio podía cursar con adherencias 
tendinosas y rigideces articulares que comprometían la 
flexión completa de los dedos. La rehabilitación era 
larga y las tenoartrólisis frecuentes. Frente a la calidad 
de los resultados obtenidos con la movilización precoz 
controlada de los flexores, esta técnica fue trasladada a 
los extensores y algunos le dieron el nombre de «Klei-nert 
invertida». Yves Allieu, uno de los promotores de 
este método, comunicó en 1984 un 84% de resultados 
buenos y excelentes [101]. Después, numerosos trabajos 
vinieron a confirmar el interés de la movilización pasiva 
precoz tras sutura [102-110]. 
Más recientemente, a expensas de la evolución de la 
rehabilitación de los tendones flexores, se desarrollaron 
técnicas de movilización activa precoz [111-116]. La 
calidad de los resultados es comparable al método de 
movilización pasiva, pero con el uso de una tecnología 
ortopédica más simple [117]. 
Sin embargo, la inmovilización se sigue indicando en 
las lesiones distales simples y cerradas (zonas 1, 2 y 3), 
ya que, al contrario que los tendones flexores, las 
lesiones del sistema extensor en el dorso del dedo no 
producen una separación considerable de los extremos 
tendinosos. Además, en estas zonas, el tendón es una 
lámina fina cuya sutura es frágil y el recorrido reducido. 
El primer objetivo es preservar la isometría entre las tres 
bandeletas de extensión. El más mínimo desequilibrio 
creado por un callo tendinoso demasiado largo ocasio-nará, 
en ese sistema anatómico complejo, deformacio-nes 
digitales (en «ojal» o en «cuello de cisne») [118, 119], 
muy difíciles de tratar siempre. 
En las lesiones más proximales, la inmovilización se 
puede indicar ante lesiones asociadas que contraindican 
la movilización o cuando no es posible contar con la 
cooperación del paciente. 
Tratamiento en función 
de la topografía de la lesión 
Lesiones de la cara dorsal 
de la interfalángica distal (zona 1) 
Son con mucho las más frecuentes. Se caracterizan 
por una flexión permanente pero reducible de la última 
falange, también conocida como dedo en «martillo». 
Esta lesión es provocada por un traumatismo axial del 
dedo en extensión, que puede causar una flexión brusca 
de la última falange con una avulsión del extensor, o 
una hiperextensión de la IFD que, por compresión, 
produce una fractura de la base de la falange distal. 
Se distinguen cuatro tipos de dedo en «martillo» [120]: 
• tipo 1: ruptura subcutánea del tendón extensor a la 
altura de su inserción en la 3.a falange; 
• tipo 2: avulsión del tendón y desprendimiento de un 
fragmento óseo pequeño de la base de la 3.a falange; 
• tipo 3: arrancamiento de un fragmento óseo de 
tamaño considerable, correspondiente a una fractura 
articular de la 3.a falange; 
• tipo 4: despegamiento epifisario de la base de la 
3.a falange en el niño. 
Si se ignora, esta lesión genera un desequilibrio entre 
las bandeletas laterales distendidas y la bandeleta 
mediana, donde se concentra todo el efecto del exten-sor. 
En la IFP se produce una hiperextensión, que de 
manera progresiva conduce a una deformación en 
«cuello de cisne». 
El tratamiento de las lesiones abiertas o cerradas, 
acompañadas de un gran fragmento óseo desplazado, es 
quirúrgico, y va seguido por inmovilización en exten-sión 
durante 4-6 semanas. Todas las demás formas 
requieren tratamiento ortopédico, que consiste en 
inmovilización de la IFD en extensión o en hiperexten-sión 
leve, de manera que los extremos tendinosos rotos 
entren en contacto entre sí o que se reduzca la fractura 
parcial de la base de la 3.a falange. La inmovilización en 
hiperextensión exagerada es nociva porque provoca una 
isquemia cutánea de la cara dorsal de la IFD y, en 
consecuencia, es fuente de necrosis. La inmovilización 
debe ser total durante 6 semanas como mínimo, que es 
el plazo de la cicatrización tendinosa. Si tras el intervalo 
persiste un déficit de extensión activa, la ortesis se 
vuelve a colocar otros 15 días y así de manera sucesiva 
hasta el 3.er mes. Cuando fracasa, debe indicarse trata-miento 
quirúrgico, ya sea mediante el acortamiento de 
la bandeleta terminal o la técnica de tenodermodesis de 
Brooks-Iselin [121]. 
Las posibilidades de inmovilización de la IFD son 
múltiples: palmar, dorsal, ortesis a medida o comercia-lizada. 
Se emplea la férula prefabricada de Stack, que 
tiene un apoyo palmar en la 3.a falange y otro dorsal en 
la 2.a (Fig. 9). Esta ortesis coloca a la 3.a falange en 
hiperextensión leve, lo suficiente como para que entren 
en contacto los extremos tendinosos y se forme un callo 
fibroso cicatrizal. Existen seis tamaños que suelen 
Figura 8. Zonas topográ-ficas 
de los extensores. 
“ Punto importante 
Al contrario que en el caso de los flexores, para 
algunas lesiones de los extensores se puede 
indicar tratamiento ortopédico. 
Kinesiterapia - Medicina física 13
permitir encontrar el que mejor se adapta. A falta del 
mismo, se confecciona a medida con material termo-moldeable 
delgado. 
En la zona 2, el déficit de extensión resulta idéntico 
al de la zona 1, pero el mecanismo de la lesión es casi 
siempre una herida tendinosa. El tratamiento es quirúr-gico 
y le sigue el mismo programa de inmovilización 
que en la zona 1. 
Lesiones de la cara proximal 
de la interfalángica proximal (zona 3) 
La lesión del sistema extensor en la cara dorsal de la 
IFP consiste en una ruptura del extensor medio, inser-tado 
en la base de la 2.a falange. Las rupturas subcutá-neas 
se producen a causa de un golpe directo sobre la 
cara dorsal de la IFP o por la flexión brusca de ésta 
contra una fuerza contraria. El tratamiento debe dar 
preferencia a la cicatrización del callo tendinoso sin 
distensión, con el fin de evitar un defecto de isometría 
entre la bandeleta mediana y las bandeletas laterales, lo 
que indefectiblemente evolucionaría hacia una defor-mación 
en «ojal». Por desgracia, en las lesiones cerradas, 
la ruptura de la bandeleta mediana se suele diagnosticar 
de forma tardía, en el momento en que la deformación 
ya se ha producido. 
Las lesiones abiertas se tratan de forma quirúrgica, y 
las lesiones cerradas sin arrancamiento óseo reciben un 
tratamiento ortopédico. La IFP se inmoviliza en exten-sión 
estricta durante 3 semanas en ambos casos, y va 
seguida de una movilización asistida de la extensión 
durante 3 semanas más. La presencia de una fractura es 
un factor favorecedor de adherencias, por lo que la 
movilización debe ser muy precoz, 2-3 días después de 
la intervención, en la medida en que la estabilidad ósea 
lo permita. Por un período de 4-6 semanas, se coloca 
una ortesis corta de asistencia de la extensión. La 
amplitud de flexión permitida se ajusta a una intensidad 
creciente. 
El tratamiento ortopédico de las lesiones simples 
consiste en una inmovilización en extensión, que se 
realiza con un simple manguito moldeado desde la base 
de la 1.a falange hasta el extremo de la 2.a (Fig. 10). La 
MF y la IFD quedan libres. Durante este período, la 
falange distal se moviliza en flexión activa y pasiva para 
Figura 11. Ortesis digital corta de tipo ultraliviano modular 
(ULM). 
traccionar distalmente la lámina de extensión por las 
bandeletas laterales, en la medida en que éstas se 
encuentren intactas, lo que permite evitar su retracción 
y relajar la bandeleta mediana para favorecer su cicatri-zación 
sin distensión. Después de la tercera semana, se 
coloca una ortesis de asistencia de la extensión de la IFP, 
lo que permite la flexión activa y el retorno en exten-sión 
pasiva. Se usa preferentemente una ortesis digital 
corta, por ejemplo, de tipo ultraliviano modular (ULM) 
(Fig. 11) o, en su defecto, una ortesis metacarpiana con 
tope de MF y tracción por debajo de la 2.a falange 
(Fig. 12). La ortesis se mantiene durante 3 semanas. 
La complicación de las lesiones de la bandeleta 
mediana es la deformación en «ojal» por distensión o 
ruptura ignorada del tendón extensor medio. Se carac-teriza 
por una flexión de la IFP y una hiperextensión de 
la IFD. Zancolli [122] clasifica esta deformación en cuatro 
estadios evolutivos: 
• tipo 1: lesión reciente del tendón extensor medio sin 
deformación del dedo; 
• tipo 2: ventralización de las bandeletas laterales por 
delante del centro de rotación de la IFP, causando una 
rigidez en flexión de la IFP y una hiperextensión de 
la IFD. La deformación todavía es reducible y la 
flexión pasiva de la falange distal es posible (prueba 
retinacular negativa); 
• tipo 3: retracción del ligamento retinacular transverso 
y oblicuo. La deformación se acentúa y la hiperexten-sión 
de la falange distal se vuelve irreducible (prueba 
retinacular positiva), mientras que la rigidez en 
flexión de la IFP todavía es parcialmente reducible; 
• tipo 4: rigidez en flexión irreducible de la IFP por 
retracción de la placa palmar. Es la fase de «ojal 
inveterado». 
El tratamiento ortopédico, que incluye rehabilitación 
y uso de aparatos, sigue siendo la conducta de base. Si 
las deformaciones son reducibles, se retoma el esquema 
terapéutico de las heridas recientes de la bandeleta 
mediana: inmovilización de la IFP en extensión durante 
3 semanas, con movilización activa y pasiva de la IFD 
en flexión (Fig. 10), seguida del uso de una ortesis 
dinámica corta de asistencia de la extensión de la IFP 
(Fig. 11) durante 3 semanas más como mínimo. El 
movimiento de flexión de la IFD durante las 3 primeras 
Figura 9. Férula de Stack. 
Figura 10. Inmovilización con man-guito 
moldeado y movilización de la fa-lange 
distal. 
E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano 
14 Kinesiterapia - Medicina física
Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 
semanas es fundamental, ya que provoca una tracción 
distal del extensor, lo que permite distender la bandeleta 
mediana, volver a centrar las bandeletas laterales, 
prevenir la distensión de la lámina triangular y evitar la 
retracción del ligamento retinacular oblicuo [123, 124]. Si 
la deformación reaparece al finalizar el tratamiento, se 
vuelve a colocar una ortesis dinámica de extensión 
durante 15 días más, y así de manera sucesiva hasta la 
estabilización del resultado. Hay que ser perseverante, 
pues esta deformación requiere a veces 4-6 meses de 
tratamiento. 
Los «ojales inveterados» están incluidos en el trata-miento 
quirúrgico en la medida en que se toleren mal 
desde el punto de vista funcional o estético. Estas 
indicaciones se deben formular con prudencia, ya que el 
resultado no está siempre a la altura de las expectativas 
del paciente. Sin embargo, aun cuando se formula la 
indicación quirúrgica, el procedimiento debe ir prece-dido 
de un tratamiento ortopédico durante 1-2 meses, 
con el fin de flexibilizar lo máximo posible las deforma-ciones 
permanentes. Se coloca una ortesis dinámica de 
doble efecto con un sistema de extensión de la IFP y de 
flexión de la IFD (Fig. 8). La rehabilitación consiste en 
movilizar las dos articulaciones rígidas. Este programa 
terapéutico refleja la dificultad del problema y, antes de 
emprender un tratamiento quirúrgico complejo, hay 
que evaluar correctamente el trastorno funcional real de 
esta deformación. 
Lesiones de la cara dorsal de la falange 
proximal (zona 4) 
Se producen básicamente por heridas o lesiones por 
aplastamiento. En esta zona, la anchura de la lámina de 
extensión es considerable y, en las heridas simples, la 
lesión suele ser parcial. En este caso, después de la 
sutura quirúrgica, no hace falta tomar ninguna medida 
específica de protección. Si se trata de una lesión por 
aplastamiento, en general acompañada por un deterioro 
cutáneo y una fractura de la 1.a falange, el riesgo de 
adherencia es considerable. Después de reparar el 
revestimiento cutáneo y de reducir la fractura, y sobre 
todo de estabilizarla bien, la sutura tendinosa debe 
movilizarse de inmediato para recrear un plano de 
deslizamiento satisfactorio. Esta movilización se efectúa 
gracias a una flexión activa de la IFP con protección de 
una ortesis dinámica de asistencia de la extensión. Los 
trabajos de Minamikawa [125] demostraron que la flexión 
completa de la IFP provocaba una tracción peligrosa de 
la sutura, incluso colocando la muñeca en extensión. 
Además, la ortesis deja la muñeca libre y contiene un 
manguito metacarpiano prolongado por un tope de MF 
a 30°. El trabajo de extensión se realiza sobre la 2.a 
falange (Fig. 12). La flexión de la IFP se limita a 45° 
durante los 15 primeros días con un tope anterior por 
debajo de la 1.a falange. Varias veces al día, el paciente 
efectúa una flexión activa dentro de la amplitud autori-zada 
por el tope, y el retorno en extensión se hace en 
modo pasivo gracias al elástico. Después se suprime el 
tope y la amplitud de flexión avanza hasta 90°. La 
ortesis se retira a los 30 días. 
Figura 12. Ortesis con tope de MF y 
tracción debajo de la 2.a falange. 
Lesiones de la cara dorsal de la mano, 
de la muñeca y del antebrazo (zonas 5-8) 
También aquí, las lesiones asociadas condicionan en 
gran parte los resultados: lesiones articulares de las MF 
(zona 5), fracturas de los metacarpianos o heridas 
complejas del dorso de la mano (zona 6), deterioros 
cutaneomusculares del antebrazo (zonas 7, 8). La repa-ración 
tendinosa en sí no ofrece ninguna dificultad en 
especial, ya que los tendones se visualizan bien y tienen 
un calibre suficiente como para hacer suturas sólidas. La 
movilización precoz limita los riesgos de adherencias. 
Esta movilización controlada puede ser pasiva o activa. 
Movilización pasiva controlada 
Esta movilización se produce por una flexión activa 
digital y un retorno pasivo en extensión por efecto de 
un sistema elástico. Es la técnica de Kleinert invertida. 
La rehabilitación se efectúa con ayuda de una ortesis 
larga metacarpoantebraquial que mantiene la muñeca a 
30° de extensión para las lesiones de la zona 5, pero 
recta en las zonas más proximales, y contiene un 
sistema elástico de extensión debajo de la 1.a falange 
según el principio de cautela de Colditz (Fig. 13) [126]. 
Las MF se flexionan de modo activo en toda la amplitud 
articular y el retorno en extensión se hace con elásticos. 
En varios trabajos se ha demostrado la escasa actividad 
eléctrica de los músculos extensores durante la flexión 
activa de las MF y su retorno pasivo, poniendo en 
evidencia la realidad de la movilización protegida de la 
sutura [101, 102, 104]. 
Las anastomosis intertendinosas oblicuas y transversas 
tienen la capacidad de movilizar un dedo adyacente 
lesionado, lo que durante la exploración inicial puede 
enmascarar una sección tendinosa. Sin embargo, esta 
capacidad de movilización interdigital puede provocar 
también una tracción parásita peligrosa sobre una 
sutura. Resulta prudente proteger el dedo o los dedos 
adyacentes al lesionado con ortesis, según el principio 
del «dedo asociado» de Frère [102], sea cual sea el nivel 
de la lesión sobre el dorso de la mano. La ortesis se deja 
durante 4 semanas, pero desde el final de la 3.a semana 
se inicia una extensión activa asistida. 
El peligro de esta prótesis es el posicionamiento de la 
MF en extensión, cuya tendencia a la rigidez es bien 
conocida. Hay que alentar a los pacientes a movilizar lo 
más seguido posible la MF en flexión y verificar que el 
elástico no esté demasiado tirante. 
Movilización activa controlada 
El primer protocolo codificado de movilización activa 
sería, según los autores de este artículo, el de Sylaidis et 
al de 1997, que se conoce como «régimen de 
Norwich» [112] (Fig. 14). Se practica con ayuda de una 
ortesis estática que posiciona la muñeca a 45° de exten-sión, 
las MF a 50° de flexión y la IF en extensión. Varias 
veces al día, el paciente efectúa dos tipos de ejercicios 
(Fig. 11A, B): primero una extensión de las MF con la IF 
en extensión, y después el retorno de los dedos sobre la 
ortesis; en segundo lugar, una extensión de las MF, 
seguida de flexión-extensión de las IF. Con respecto a 
Kinesiterapia - Medicina física 15
E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano 
este método se hicieron varios ensayos controlados 
prospectivos aleatorizados, en comparación con la 
movilización pasiva, y los dos métodos arrojaron de 
manera aproximada un 90% de resultados calificados 
como buenos o excelentes sin ruptura [113-116]. Los 
autores de esos estudios recomiendan más bien el 
método activo debido a su simplicidad. 
Gracias a la movilización precoz, tanto activa como 
pasiva, la evolución de las lesiones simples suele ser 
favorable. Las rupturas de los tendones extensores, al 
contrario que la de los flexores, son excepcionales. En 
cambio, las lesiones cutáneas y óseas asociadas suelen 
producir adherencias, creando un síndrome extrínseco 
más dorsal, que se manifiesta por la imposibilidad de 
flexionar de forma simultánea la MF y las IF cuando, en 
cambio, su función alternada es posible: se trata del 
efecto de tenodesis (Fig. 15A, B). Las adherencias pue-den 
movilizarse gracias a las posiciones en flexión 
suaves y prolongadas con una ortesis de enrollamiento 
digital, que se coloca alrededor de la 5.a semana 
(Fig. 15C). La tenólisis sólo se indica en caso de que los 
trastornos persistan más de 3 meses después de la 
intervención, período durante el cual se practicará una 
rehabilitación adecuada. 
Lesiones de los tendones extensores 
del pulgar 
• Las lesiones de la cara dorsal de la IF corresponden a 
una lesión de extensor largo en su inserción distal 
(zona T1) y se caracterizan por un pulgar en «marti-llo 
». Las lesiones cerradas sin fractura articular se 
tratan de manera ortopédica y las lesiones abiertas se 
suturan. En los dos casos se indica inmovilización de 
la IF en extensión durante 6 semanas con una ortesis 
corta, dorsal o palmar o de Stack. 
• Las lesiones de la cara dorsal de la 1.a falange (zona T2) 
y de la MF (zona T3) reciben movilización precoz 
asistida para evitar las adherencias dorsales y una 
rigidez en extensión de la IF, que siempre causa 
molestias. Se confecciona una ortesis larga que inmo-viliza 
la muñeca a 30° de extensión y en ligera 
inclinación radial, con el pulgar en abducción y la 
MF recta con retorno de extensión por debajo de la 
2.a falange. Los modos de rehabilitación son idénticos 
a los de los dedos largos. 
• Las lesiones por encima de la MF (zonas T4 y T5) 
pueden ser pluritendinosas y afectar a los extensores 
largo y corto, e incluso al abductor largo en el caso 
de las heridas proximales. Se indica el mismo proto-colo 
que en el caso precedente, pero con una ortesis 
que deja la MF libre y con un retorno que se efectúa 
debajo de la 1.a falange. 
Figura 13. Lesiones en las zonas 5 y 6: ortesis larga de asisten-cia 
a la extensión de las metacarpofalángicas. Flexión activa-extensión 
pasiva. 
Figura 14. Trabajo de movilización activa controlada de los 
extensores. 
A. Posición de reposo. 
B. Extensión activa con interfalángicas en extensión. 
C. Extensión activa con flexión de las interfalángicas. 
16 Kinesiterapia - Medicina física
Cuadro IX. 
Protocolo de rehabilitación de los extensores en movilización pasiva controlada. 
Zonas 1-2 Zona 3 Zona 4 Zonas 5-6 Zonas 7-8 
Así pues, la rehabilitación de los tendones extensores 
se adapta a la zona de la lesión (Cuadro IX). 
Evaluación 
Muy pocos trabajos se dedicaron a la evaluación de 
los tendones extensores. La mayoría de los autores usa 
la TAM [91], y algunos el método de Strickland [92]. Sin 
embargo, dado que esas evaluaciones fueron descritas 
para los tendones flexores, no pueden reflejar fielmente 
la función de los extensores. 
Figura 15. 
A, B. Efecto de tenodesis sobre los extensores. 
C. Ortesis de flexión máxima. 
Tal como se señaló al tratar la evaluación de los 
flexores, el método de Romain-Allieu se usó con el fin 
de valorar el resultado de las reparaciones de los dos 
sistemas [94]. Para saber más sobre el método, se remite 
al lector al apartado correspondiente. La clasificación de 
los resultados figura en el Cuadro X. 
Esta evaluación analítica debe completarse con una 
evaluación funcional. 
■ Conclusión 
La rehabilitación de las lesiones tendinosas de la 
mano ha cambiado completamente con el desarrollo de 
la noción de «movilización precoz controlada», que 
limita el riesgo de adherencias. Primero se aplicó para 
los flexores, pero luego fue adaptada a las lesiones de la 
porción extrínseca de los extensores. Al principio se 
limitaba a la movilización pasiva, pero los avances de 
las técnicas quirúrgicas han permitido usar también la 
movilización pasiva. El avance conjunto de las técnicas 
de sutura y de los protocolos de rehabilitación ha 
producido una mejora espectacular de los resultados 
Ortesis estática en 
extensión 
En IFD durante 
6 semanas 
En IFP durante 3 semanas 0 0 0 
Ortesis dinámica de 
extensión 
0 En IFP las 3 semanas si-guientes 
En IFP 4 semanas MF 4 semanas MF 4 semanas 
Posición de la mu-ñeca 
Libre Libre Libre 30° de extensión Recta 
Movilización contro-lada 
en flexión 
0 Diferida a la 3.a semana Inmediata pero limitada 
a 45° las 2 primeras sema-nas 
Inmediata en toda 
la amplitud 
Inmediata en toda 
la amplitud 
IFP: interfalángica proximal; IFD: interfalángica distal; MF: metacarpofalángica. 
“ Punto importante 
La rehabilitación de los tendones extensores es 
específica de la zona de la lesión. 
El resultado está ampliamente condicionado por 
la presencia de lesiones secundarias, en especial 
cutáneas y óseas. 
Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 
Kinesiterapia - Medicina física 17
Cuadro X. 
Evaluación de los resultados de las reparaciones de los tendones extensores. Método de Romain-Allieu. 
Excelente Bueno Regular Malo 
DPP en todas las zonas <1 cm 1-2 cm 2-3 cm >3 cm 
Déficit de extensión 
Zonas 3 y 4 <15° 15°-30° 31°-45° >45° 
Zonas 5 a 8 <30° 31°-60° 61°-90° >90° 
DPP: distancia pulpopalmar. 
funcionales. No obstante, aun cuando muchos trabajos 
han permitido comprender mejor los mecanismos de la 
cicatrización tendinosa y confirmar el uso de estas 
técnicas, los límites a partir de los cuales la movilización 
y la puesta en tensión tendinosa dejan de ser favorables 
para hacerse nocivos son empíricos. Esta rehabilitación 
es exigente, sobre todo por el seguimiento que requiere 
y por la adaptación permanente de la técnica reeduca-tiva 
y de la ortesis en función de la evolución clínica. 
Su eficacia depende de la experiencia del equipo tera-péutico, 
que no deberá aplicar un protocolo estricto, 
sino orientar las técnicas en función de la lesión inicial, 
de la técnica quirúrgica empleada y del grado de coope-ración 
del paciente. 
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E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano 
18 Kinesiterapia - Medicina física
Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 
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Kinesiterapia - Medicina física 19
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Rehabilitación de lesiones tendinosas de la mano

  • 1. ¶ E – 26-220-A-10 Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano A. Brunon-Martinez, M. Romain, J.-L. Roux La rehabilitación de las lesiones tendinosas es difícil, porque debe asegurar la formación de una cicatriz sólida y, al mismo tiempo, preservar las capacidades de deslizamiento de las estructuras anatómicas. El éxito del tratamiento depende del seguimiento diario, de la experiencia del médico rehabilitador y de un amplio conocimiento de las características anatómicas y biomecánicas del sistema digital. El tratamiento de la lesión de los tendones flexores es más complejo debido al riesgo de adherencias y de rupturas. A menos que exista una contraindicación expresa, la «movilización precoz controlada» es la base de la rehabilitación. La mejora de las técnicas quirúrgicas ha hecho posible el trabajo activo cada vez más precoz de los tendones reparados. Los protocolos de rehabilitación han aumentado en número, y en su mayoría incluyen movilización pasiva y activa de forma conjunta, pero aún no se ha podido determinar científicamente la eficacia real de una y otra en el ser humano. Así pues, la elección del método terapéutico depende de la decisión del equipo quirúrgico y de rehabilitación en función del tipo de lesión, de la técnica de sutura, de la cooperación del paciente y de la experiencia de los terapeutas. Las lesiones de los tendones extensores suelen ser más simple de tratar, ya que las complicaciones son menos frecuentes. Sin embargo, pueden provocar un déficit de flexión con secuelas funcionales considerables, sobre todo cuando se acompañan de otras lesiones. Al igual que en los flexores, la movilización precoz controlada (activa o pasiva) ha permitido mejorar la calidad de los resultados en las lesiones proximales (de las zonas 4 a 8). La inmovilización inicial conserva su indicación en las lesiones más distales, ya que el riesgo principal es la pérdida de isometría de las tres bandeletas de extensión y su consecuencia, las deformaciones en «ojal» o en «cuello de cisne». La movilización se difiere 3 semanas para las lesiones de la bandeleta mediana (zona 3) y 6 semanas para las de las bandeletas laterales (zonas 1 y 2). © 2006 Elsevier Masson SAS. Todos los derechos reservados. Palabras Clave: Mano; Traumatismo del tendón; Intervenciones ortopédicas; Rehabilitación y readaptación; Recuperación funcional; Ortesis Plan ¶ Introducción 1 ¶ Sistema flexor 2 Reseña anatómica 2 Reseña fisiológica 2 Principios quirúrgicos de las reparaciones tendinosas 4 Rehabilitación 5 Evaluación de los resultados 10 ¶ Sistema extensor 12 Reseña anatomofisiológica 12 Principios de la conducta terapéutica 13 Tratamiento en función de la topografía de la lesión 13 Evaluación 17 ¶ Conclusión 17 ■ Introducción La rehabilitación de las lesiones tendinosas es un reto para el terapeuta, ya que se deben sortear dos escollos: la insuficiencia de la movilización y el exceso de la misma. Lo primero genera adherencias y lo segundo, rupturas. Abandonada al principio porque se pensó que estaba destinada a fracasar, la reparación precoz de las heridas tendinosas permite ahora esperar la recuperación fun-cional en un período de 2-3 meses en la mayoría de los casos. La mejora de las técnicas quirúrgicas y de rehabi-litación en su conjunto, confirmada por un mayor conocimiento de la biomecánica y de los mecanismos de cicatrización, ha permitido tal progreso [1-3]. En las dos últimas décadas se han publicado numerosos proto-colos de rehabilitación, sobre todo para los flexores, sin que hasta el momento ninguno haya podido demostrar científicamente su superioridad [4, 5]. Kinesiterapia - Medicina física 1
  • 2. E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ■ Sistema flexor Reseña anatómica Músculos La flexión de las articulaciones metacarpofalángicas (MF) depende de los músculos intrínsecos (interóseos, lumbricales, flexor corto del pulgar). La flexión de las interfalángicas proximales (IFP) y distales (IFD) de los dedos largos responde a la acción de dos músculos extrínsecos: • el flexor profundo de los dedos (FP) (antes flexor común profundo) flexiona la falange distal (3.a falange). Está situado en el plano profundo de la celda anterior del antebrazo y se inserta en el cúbito y en la membrana interósea. Está formado por dos cuerpos musculares: el más delgado acciona la flexión independiente de la falange distal del índice; el más grueso, situado en sentido cubital, acciona la flexión de los dedos cubitales y, en el tercio distal del ante-brazo, se divide en varios tendones que se anastomo-san entre sí, hecho que explica la falta de independencia de la flexión de la 3.a falange en los dedos cubitales. El conjunto de estos tendones, asociado al flexor del índice, atraviesa el túnel car-piano en dirección a los dedos correspondientes, para insertarse por último en la base de la 3.a falange. La inervación del FP depende del nervio mediano para los dedos 2.° y 3.°, y del nervio cubital para los dedos 4.° y 5.°; • el flexor superficial de los dedos (FS) (antes flexor común superficial) actúa sobre la 2.a falange. En su porción inicial está formado por tres fascículos: uno en el epicóndilo medial, el segundo en el cúbito y el tercero en el radio. Los dos últimos están unidos por un arco fibroso. Se separan en cuatro cuerpos muscu-lares, uno para cada dedo, y cada uno de ellos origina un tendón que se dirige hacia el centro del antebrazo. En el túnel carpiano vuelven a juntarse en dos capas: una superficial que contiene los flexores de los dedos 3.° y 4.°, y otra profunda que corresponde a los de los dedos 2.° y 5.°. Cabe señalar que el tamaño del tendón del 5.° dedo es sumamente variable y que, en algunos casos, puede faltar. Cada tendón se inserta en la base de la 2.a falange después de dividirse en dos lengüetas (quiasma de Camper), entre las que pasa el FP. Su inervación depende del mediano. La flexión de la falange del pulgar depende del flexor largo del pulgar (FLP). Este tendón nace en la cara anterior del radio y en la membrana interósea, y pronto emite una prolongación que atraviesa el túnel carpiano, pasa entre los sesamoideos y termina en la base de la 2.a falange. Está inervado por el mediano. Hay que saber que más del 25% de la población tiene una anastomosis entre el FLP y el FP del 2.° dedo (anastomosis de Lin-burg) [6, 7]. Poleas [8, 9] Las poleas son bandas fibrosas transversales u oblicuas que refuerzan el surco digital en su parte anterior. Existen cinco poleas arciformes (A1-A5) situadas por delante de las falanges, y tres poleas cruciformes (C1- C3) constituidas por fibras que se entrecruzan por delante de las articulaciones. En el pulgar sólo se observan dos poleas arciformes: A1 en la MF y A2 en la interfalángica (IF). Entre ambas se dispone una polea oblicua que cubre la 1.a falange. Tienen dos acciones fundamentales: una trófica, pues las bandas vasculares o vincula tendinum (los vasos nutricios procedentes de las arterias colaterales) ingresan a la altura de las poleas cruciformes, y otra mecánica de sostén de los tendones que están en contacto con el esqueleto, con el fin de que conserven su acción sobre Figura 1. Zonas topográ-ficas de los flexores. cada falange, sea cual sea la posición de ésta (función notable, sobre todo, de las poleas diafisarias A2 y A4). Vainas sinoviales Las vainas sinoviales también cumplen una función doble. Favorecen el deslizamiento de los tendones sobre los tejidos adyacentes en las zonas en que los tendones soportan fuerzas de rozamiento muy intensas y además cumplen una función de nutrición en las zonas menos vascularizadas. Constan de varios compartimentos: • la vaina sinovial cubital rodea los tendones flexores superficiales y profundos de los tres últimos dedos en la región palmar. Comienza un poco por encima del ligamento anular del carpo y se prolonga hasta la punta del 5.° dedo; • la vaina sinovial radial envuelve el tendón FLP en su trayecto por el túnel carpiano y se prolonga hacia la palma de la mano; • las vainas sinoviales digitales se extienden desde las MF hasta las bases de las IFD. Las del pulgar y el meñique son una prolongación de las vainas radial y cubital. Zonas topográficas En 1961, Verdan y Michon [10] dividieron el trayecto de los tendones flexores en cinco zonas topográficas, y esta clasificación fue adoptada más tarde por la Federa-ción Internacional de Sociedades de Cirugía de la Mano (IFSSH) (Fig. 1). La zona 1 corresponde a la parte distal del conducto digital después de la inserción del FS y sólo contiene la terminación del FP hasta su inserción en la 3.a falange. La zona 2 se extiende desde el pliegue palmar distal, que es la entrada del conducto digital, hasta el centro de la 2.a falange. Es la antigua no man’s land de Bunnel, denominada así por las dificultades que presenta la reparación tendinosa en esa zona, ya que el tendón se encuentra apretado en el túnel osteofibroso. La zona 3 corresponde a la palma de la mano, la zona 4 al trayecto del túnel carpiano y la zona 5 a la parte distal del antebrazo, donde se forma la unión musculotendi-nosa. En las zonas 3, 4 y 5, el tendón está ricamente vascularizado y la cicatrización es más fácil. Las zonas atravesadas por el FLP van precedidas de la letra T (thumb: pulgar): T1, T2 y T3. Reseña fisiológica El avance de los conocimientos sobre la irrigación y la fisiología de la cicatrización tendinosa permitió mejorar las técnicas quirúrgicas y de rehabilitación con el fin de facilitar la reparación y alcanzar una recupera-ción funcional de buena calidad. Sin embargo, todavía persisten muchos interrogantes, en especial sobre la 2 Kinesiterapia - Medicina física
  • 3. Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 biología celular de los tendones, cuyo esclarecimiento probablemente permitirá abrir nuevas vías terapéuticas. Nutrición La nutrición tendinosa depende de una contribución doble: vascular y sinovial. Contribución vascular En las zonas extrasinoviales, la vascularización está a cargo de los vasos de la unión musculotendinosa en la parte proximal y de la unión osteotendinosa en la parte distal. Entre esos extremos, fuera de las zonas sinoviales, el tendón se encuentra rodeado por un tejido conjun-tivo laxo, denominado paratendón, por el que pasan los vasos. Dicho tejido está dotado de una plasticidad que le permite acompañar los movimientos tendinosos. En el túnel carpiano, el paratendón es sustituido por una vaina sinovial de dos hojas, el mesotendón, por el que pasa una fina red capilar que asegura una vascula-rización relativamente uniforme. En cambio, la distribución vascular no es uniforme en el surco digital, y esto explica la fragilidad de algunas zonas menos irrigadas [11, 12]. La contribución extrínseca se reparte de forma segmentaria por las cintillas vascu-lares o vincula tendinum, verdaderos tractos tendidos entre el esqueleto y la cara dorsal de los tendones, de los cuales existen uno corto y otro largo para cada tendón. Hay que saber que el vinculum largo del FP es la prolongación del vinculum corto del FS, y que la resección de este último provoca una desvascularización del FP. La distribución por dentro del tendón privilegia la región dorsal a expensas de la palmar, una zona de presión casi avascular. En el FS, la zona correspondiente a la 1.a falange, debajo de la polea A2, está poco vascu-larizada. El FP presenta dos zonas avasculares: en la falange distal debajo de A2 y en la 2.a falange debajo de A4. Contribución sinovial En numerosos trabajos se estableció la existencia de una contribución nutritiva por el líquido sinovial presente en la vaina [13-16]. Según Weber [17], la presión del líquido sinovial varía gracias a los movimientos digitales, que por efecto de bomba perfunde el tendón. Este mecanismo sería especialmente activo en las super-ficies avasculares de deslizamiento. Esta teoría se encuentra a favor del cierre de la vaina y de la movili-zación tendinosa. El líquido sinovial también desempeña una función mecánica de lubricación tendinosa. Cicatrización Fases de la cicatrización tendinosa Al igual que en la piel, la cicatrización tendinosa tiene tres fases [18, 19]: • una fase inflamatoria inicial de alrededor de 1 semana de duración, que corresponde a la limpieza de la herida por las células de la inflamación. Los fibroblas-tos que proceden de los tejidos adyacentes invaden la sutura y fagocitan los detritos celulares. En esta fase, la resistencia del tendón depende básicamente de la solidez de la sutura; • una fase de reparación activa de alrededor de 3 sema-nas de duración, que corresponde a la formación de fibras de colágeno de tipo I, al principio no orienta-das, sobre las que se depositan las células epitendino-sas; • una fase de remodelación que comienza a finales del primer mes y en cuyo transcurso el proceso de proli-feración celular se atenúa a favor de un aumento de la solidez de la sutura, gracias a que las fibras de colágeno se orientan en la dirección del tendón. Este fenómeno persiste hasta el 4.° mes. Mecanismo de cicatrización tendinosa: modos extrínseco e intrínseco De forma progresiva, se estableció que la reparación tendinosa se basaba en dos mecanismos: • una cicatrización extrínseca: durante mucho tiempo se consideró como la única posibilidad de reparación del tendón [20, 21]; «un tendón debe pegarse o morir» afirmaba Leriche, sentencia que después retomó Bunnel. Corresponde a una invasión conjuntivovas-cular de vecindad con colonización fibroblástica generadora de adherencias peritendinosas. Produce una cicatrización sólida, pero mecánicamente resulta ineficaz, pues acarrea una pérdida del deslizamiento tendinoso; • una cicatrización intrínseca: a partir de los años setenta, en diversos trabajos experimentales [11, 14-16] se demostró la capacidad del tendón para cicatrizar sin ayuda externa, es decir, sin producir adherencias. Éste es el modo ideal de cicatrización. Su mecanismo biológico íntimo no se conoce bien. Al parecer, las células tendinosas, en primer lugar los epitenocitos y más tarde los endotenocitos, invaden la sutura y también elaboran fibras de colágeno de tipo I. Se forma una neovascularización y, alrededor de la 12.a semana, las fibras de colágeno están bien orien-tadas y maduras [22]. Ambos modos de cicatrización se distinguen sobre todo por el origen de los fibroblastos: extratendinoso para uno e intratendinoso para el otro. Factores que influyen en la cicatrización Es preciso conocerlos con el fin de privilegiar las técnicas quirúrgicas y de rehabilitación que favorezcan la cicatrización intrínseca. “ Para recordar Clasificación de Verdan y Michon. Zona 1: terminación del FP Zona 2: conducto digital Zona 3: palma de la mano Zona 4: trayecto del túnel carpiano Zona 5: unión musculotendinosa “ Punto importante La nutrición tendinosa tiene un origen doble, vascular y sinovial, y su distribución varía en función de las zonas anatómicas. “ Punto importante La cicatrización extrínseca y la cicatrización intrínseca se desarrollan de manera simultánea, pero el modo extrínseco es el que predomina espontáneamente. Kinesiterapia - Medicina física 3
  • 4. E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano Hay que recordar que [3]: • una lesión del tendón y de su vaina, o el desarrollo de una isquemia debido al traumatismo inicial o a la reparación quirúrgica, disminuye las capacidades de reparación autónoma del tendón y favorece el pro-ceso extrínseco; • una ruptura de la vaina sinovial permite la irrupción del tejido de granulación y de los tenocitos de los tejidos adyacentes en la zona de la lesión, favore-ciendo de este modo la formación de adherencias; • la inmovilización del tendón lesionado modifica la estructura biológica del mismo y provoca su atrofia, facilitando la colonización fibroblástica externa. Por el contrario, a distancia de la fase inflamatoria inicial, la movilización repetida de la lesión estimula la proliferación de los tenocitos [23] y el modelado de la cicatriz, lo que favorece el deslizamiento de la zona de sutura [3, 24]. En distintos estudios se ha demos-trado el efecto positivo de la movilización tendinosa sobre la calidad y la rapidez de la cicatrización, tanto en el animal [25-27] como en la clínica [28]. Perspectivas terapéuticas Perspectivas respecto a los factores físicos. • Con el propósito de reducir la formación de adheren-cias, se estudiaron numerosos agentes de desliza-miento depositados alrededor de la sutura. Las películas de silicona, de polietileno o de politetrafluo-retileno expandido se han revelado más bien nefastas al perturbar la cicatrización y comportarse como cuerpos extraños. Existe también un gel de proteoglu-cano absorbible que, dispuesto alrededor de la sutura, permite aislarla y lubricarla. Para algunos autores, los resultados clínicos son interesantes [29, 30], pero para otros carecen de interés [31, 32]. • Las técnicas de estimulación externa con ultrasoni-dos [33, 34] o campos electromagnéticos [35, 36] también arrojan resultados contradictorios. • En un trabajo experimental de Fujita [37] se demostró que una corriente eléctrica continua de bajo amperaje ejercería un efecto positivo sobre la cicatrización tendinosa a partir de la estimulación de la síntesis del colágeno. Perspectivas respecto a los factores químicos. Los antiinflamatorios por vía oral o local [38-40] han arrojado algunos resultados experimentales interesantes, pero aún no se han demostrado en el ser humano mediante estudios controlados. Varios trabajos en el animal [41, 42] revelan que la aplicación local de ácido hialurónico mejoraría la calidad de la cicatrización tendinosa y limitaría la formación de adherencias. Sin embargo, este método no se mostró eficaz en el estudio controlado de Hadberg [43]. Perspectivas respecto a los factores biológicos y a la terapia génica. Es indudable que los mayores avan-ces se esperan en este campo. La investigación se dirige ahora hacia la exploración de la función de algunas sustancias bioquímicas, sobre todo de los factores de crecimiento (factor de crecimiento transformante [TGF]-b) o de las citocinas (factor de crecimiento tipo insulina [IGF]-1) en la regeneración de los tendones [44, 45]. A lo largo de la cicatrización, los más activos inicialmente son los epitenocitos y las células de la vaina sinovial, mientras que los endotenocitos aparecen de forma tardía. Ahora bien, mediante cultivos de células tendinosas del perro, Fujita [46] ha probado que el colágeno elaborado por los endotenocitos produce una cicatrización de mejor calidad que la de los epite-nocitos de la vaina sinovial. Asimismo, algunos equipos investigan la posible utilidad de la terapia génica en este campo [47, 48]. Cabe esperar la posibilidad de detectar el desarrollo de los elementos celulares más activos. Principios quirúrgicos de las reparaciones tendinosas Hasta mediados de los años sesenta, las suturas primarias iban seguidas de inmovilización, pero los resultados eran generalmente malos. Por eso se reco-mendaba no reparar de entrada una lesión de los flexores en el surco digital, sino más bien efectuar una cirugía secundaria mediante injerto [49]. La movilización pasiva permitió mejorar de forma espectacular los resultados funcionales de las suturas primarias. Desde entonces, las técnicas quirúrgicas y de rehabilitación han avanzado de manera conjunta, permitiendo una movilización precoz y cada vez mayor en términos de recorrido y de tensión del tendón suturado. Sin embargo, es una intervención difícil, sobre todo en la zona 2, ya que la reparación se realiza en un túnel osteofibroso inextensible, donde la menor adherencia pone en peligro el resultado, y también en un tendón mal vascularizado, es decir, más expuesto a las rupturas que el de las otras zonas. La reparación debe responder a principios estrictos [50]: ha de ser lo menos agresiva posible, los extremos tendinosos se deben manipular con precaución y con instrumentos adecuados, la hemostasia ha de ser perfecta, la sutura tendinosa no debe ser isquemiante y debe tener la mejor relación entre solidez y volumen. Suturas Sutura del tendón Se han descrito numerosas suturas. Entre ellas hay dos muy empleadas: • el punto de Tsuge [51] consiste en un punto central de dos hebras sobre un bucle a cada lado de la sección. Aunque simple y rápida de hacer, es frágil y no permite la movilización activa inmediata. En este sentido, según los trabajos de Schuind [52], la flexión activa de un dedo exige una fuerza de tracción de 35 N. Además, es preciso mencionar que estas medi-ciones, efectuadas en la muñeca con motivo de intervenciones por un síndrome del túnel carpiano, no tienen en cuenta la resistencia creada por la sutura y el edema postoperatorio; • el de Kirchmayr-Kessler es un punto en marco que se apoya sobre dos bucles. Sus numerosas variantes (Tajima, Strickland, Kleinert) son más sólidas (ruptura entre 14-29 N según los estudios) [53, 54], pero todavía demasiado frágiles como para permitir una moviliza-ción activa inmediata, a menos que ésta se efectúe con suma prudencia. Estos puntos se completan con una sutura continua epitendinosa que empareja la tenorrafia, se opone a la invasión por el tejido conjuntivo adyacente y, sobre todo, refuerza la resistencia mecánica de la reparación [55]. La tendencia actual es la sutura central con cuatro, seis e incluso ocho hebras. Ésta se completa siempre con una sutura continua, cuya resistencia a la ruptura es de unos 60 N [53, 54, 56, 57], lo cual hace posible la inmovi-lización activa inmediata [5, 55]. Silfverskiöld [58] usa una sutura continua epitendinosa a la manera de un punto de cruz (cross-stitch), que ante la tracción se comporta como un dedil japonés. Se ha calculado que su resistencia a la ruptura es de 66 N. Con el fin de limitar el volumen de la reparación sin dejar de aumentar la solidez, algunos equipos decidieron emplear sistemas metálicos. La dificultad consiste en llegar a alojar un cuerpo extraño dentro de un tendón sin alterar la capacidad de deslizamiento de éste, sobre todo durante el paso por las poleas. El nuevo sistema Tenofix es muy prometedor, en especial en la zona 2 [59], pues conciliaría mejor la solidez, la colocación atraumática y el volumen. 4 Kinesiterapia - Medicina física
  • 5. Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 En las lesiones de la zona 1, donde sólo está afectado el FP, el muñón distal suele ser demasiado corto como para permitir una sutura clásica sólida. En este caso se usa la técnica del pull-out. Consiste en suturar sólida-mente la parte proximal con un lazo [60, 61] o una fijación con ancla [62-64] o barb-wire [65], y hacer salir el hilo o el alambre por la punta del dedo. El hilo se bloquea entonces con un botón o un plomo de pesca sobre la uña o la pulpa digital. Así, la fuerza de tracción se transmite directamente desde la parte proximal del tendón hasta el bloqueo externo, eludiendo la zona de sección. Este montaje es muy sólido y permite una movilización activa inmediata sin riesgo. Sutura de la vaina Sería útil para restaurar el efecto de bomba sinovial, que favorece la cicatrización. Sin embargo, el beneficio efectivo de este procedimiento no ha sido demostrado. La conducta quirúrgica actual es reparar la vaina sólo cuando la lesión se preste a ello, pero no hacerlo en presencia de un daño considerable que requeriría dema-siado material de sutura. Para reemplazar la vaina se han probado también diferentes materiales autogénicos o sintéticos, pero hasta ahora ninguno ha conseguido demostrar su utilidad real. Injertos [5, 66] La realización de entrada de injertos de urgencia y en un solo tiempo, que para algunas zonas se recomenda-ban en lugar de la sutura simple, se han dejado de emplear. Ahora sólo se indican los injertos de necesidad en algunos casos difíciles. De manera excepcional, el injerto puede efectuarse en una etapa si las poleas están intactas y si los tejidos adyacentes son de buena calidad, es decir, en los grados 1 y 2 de la aún vigente clasifica-ción de Boyes [67]. Cuando la fibrosis cicatrizal, la reconstrucción de las poleas o las intervenciones ante-riores (grados 3-5 de Boyes) imponen un injerto en dos tiempos, el método de Hunter [68] se usa de manera casi unánime. • En el primer tiempo quirúrgico se prepara el trayecto del futuro injerto, se reconstruyen las poleas que faltan y se efectúa la sutura proximal del injerto, en general el palmar menor que se deja en espera [69], y por último se coloca en el trayecto tendinoso una varilla de Hunter, que es una especie de tendón artificial provisional de elastómero de silicona. Su extremo se fija a la punta del dedo y su parte proxi-mal se deja libre a la altura de la muñeca. • Entre los dos tiempos, la varilla se rodea progresiva-mente de un tejido cicatrizal liso y continuo, creando una neovaina serosa muy útil para el deslizamiento ulterior del tendón. Las poleas fibrosas y la sutura tendinosa proximal cicatrizan, mientras que la reha-bilitación mantiene la flexibilidad de la cadena digital y moviliza la varilla de Hunter en su trayecto, lo cual facilita la formación de la neovaina. • Durante el segundo tiempo quirúrgico, que se efectúa a los 2 meses, se lleva el injerto hacia el trayecto preparado por la varilla de silicona, a la que sustituye, y se amarra sólidamente al extremo distal. La varilla de Hunter se comporta como una verdadera prótesis activa [70]. Después de una fijación proximal y distal sólida, sólo se practica el primer tiempo. La varilla, que de ese modo permite la flexión activa del dedo, se deja en su lugar mientras funcione. En caso de necesidad, en general por ruptura, se practica el segundo tiempo. Rehabilitación En este apartado sólo se analizará la rehabilitación de las suturas, mientras que la de los injertos se estudiará junto con las complicaciones, de las que representan la indicación principal. El objetivo es lograr una cicatriza-ción tendinosa sólida y libre de adherencias al final del 2.° mes. Existen diferentes métodos de rehabilitación y cada uno tiene sus propias indicaciones (Cuadro I). Inmovilización Este protocolo sólo se emplea en los casos en que el paciente no puede participar en las otras técnicas de rehabilitación: niño de corta edad, enfermo psiquiátrico, carencia de una infraestructura apta para la rehabilitación. La muñeca se inmoviliza en semiflexión y las MF en flexión a 60°, mientras que las IF se colocan en exten-sión casi total. Esto permite mantener los tendones flexores en posición de relajación, o sea, protegidos, y evitar la rigidez de las IF en flexión. Las prótesis se dejan durante 4 semanas y, a continuación, comienza la movilización pasiva y activa. Los resultados suelen ser insuficientes, porque durante el período de inmovilización se forman adherencias que a menudo requieren una tenólisis secundaria. Movilización Principios Los objetivos son movilizar el tendón suturado sobre las estructuras anatómicas fijas que lo rodean y movili-zar un tendón sobre otro. “ Punto importante La tendencia actual es la sutura central con varias hebras, reforzada con una sutura continua epitendinosa, lo cual, gracias a sus cualidades mecánicas, permite una movilización activa cada vez más precoz. Cuadro I. Indicaciones principales de los protocolos de rehabilitación. Tipo de Indicaciones rehabilitación Inmovilización Niños de muy corta edad, enfermos psi-quiátricos, carencia de una infraestructura de rehabilitación Movilización pa-siva de tipo Duran Niños de 3-7 años, pacientes que cooperan poco, lesiones complejas: lesiones asocia-das de los extensores, fracturas digitales, grandes daños tisulares Movilización activa-pasiva de tipo Kleinert Niños de más de 7 años y adultos, pacien-tes que cooperan, lesiones simples, equipo de rehabilitación con experiencia Movilización activa precoz (MAP) Niños de más de 7 años y adultos, pacien-tes que cooperan, lesiones simples, equipo de rehabilitación con experiencia. Sutura tendinosa sólida, dedo flexible “ Punto importante Los injertos se reservan para los fracasos de las suturas primarias. La técnica de Hunter en dos tiempos se usa de forma unánime. Kinesiterapia - Medicina física 5
  • 6. E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano Desde los trabajos de Gelbermann [25, 71], de Kubo-ta [26] y de Strickland [28], la movilización postoperatoria precoz demostró ser mejor que la inmovilización posto-peratoria en términos de calidad de la cicatrización tendinosa, de recuperación del recorrido y de disminu-ción de las adherencias. Además, los cirujanos han creado técnicas de sutura tendinosa cada vez más sólidas, con el objetivo de permitir que los médicos rehabilitadores trabajen sobre el tendón reparado lo más pronto posible. Sin embargo, la forma de movilización (pasiva o activa) y su graduación (intensidad de la tensión del tendón) son aún imprecisas, a pesar de los numerosos estudios in vitro e in vivo [72]. Por eso, la selección de las prótesis y de la técnica de rehabilitación no es un procedimiento fijo. Se basa en el conocimiento de la técnica quirúrgica empleada y en la experiencia del equipo de rehabilitación. Recorrido tendinoso. La lógica indica que, cuanto mayor es el desplazamiento, menos adherencias se forman. También resulta lógico pensar que la moviliza-ción activa genera un recorrido mayor que la moviliza-ción pasiva. Los estudios no han permitido hasta ahora precisar el valor exacto a partir del cual el desplaza-miento resulta eficaz. Duran y Houser [73] estimaron que, para evitar la formación de adherencias, hacía falta un desplazamiento intrasinovial de 3 mm del tendón reparado, mientras que Gelbermann [25] observó en el perro que un desplazamiento de 1,7 mm era suficiente. De todos modos, hay que tener en cuenta que la movi-lización de un tendón suturado, que ha perdido una parte de sus capacidades de desplazamiento, genera un recorrido claramente menor al que se obtiene en un tendón sano. Fuerzas de tensión. En los modelos animales, Sil-va [74] y Boyer [75] han demostrado que una tensión leve de más o menos 5 N, asociada a movilización, mejoraba la calidad de la cicatrización. El aumento de la tensión no parece acelerar la cicatrización, sino que, al contra-rio, facilita la separación de los bordes de la sutura (gap para los anglosajones) y aumenta el riesgo de ruptura. Protocolos De forma esquemática, se pueden considerar tres tipos de protocolos: • la movilización pasiva (Duran); • la movilización activa-pasiva (Kleinert); • la movilización activa precoz. Movilización pasiva o método de Duran. Descrito por Duran y Houser, consiste en una movilización tendinosa precoz y puramente pasiva [73]. La mano se coloca en una ortesis que mantiene la muñeca a 30° de flexión, las MF a 60° de flexión y las IF en extensión (Fig. 2A). Dos veces al día se moviliza la cadena digital de manera pasiva y global, pero también con disociación de la IFD y de la IFP, para obtener una movilización de los dos flexores en su vaina, pero también el deslizamiento de uno sobre otro (Fig. 2C, D). Durante la noche, los dedos se disponen en flexión con una banda elástica con el fin de prevenir la contracción activa incontrolada de los flexores (Fig. 2B). La flexión activa se inicia al cabo de 45 días, fecha en la que se suprime la ortesis. Esta técnica se adapta especialmente para los niños de 3-7 años y los pacientes que cooperan poco, así como para las lesiones complejas: lesiones acompañantes de los extensores, fracturas digitales, daño tisular conside-rable, lesiones tendinosas múltiples, déficit neurológico. Movilización activa-pasiva o método de Kleinert. Esta técnica, difundida por Kleinert en 1973 [76], fue la primera en promover la movilización pasiva postopera-toria inmediata. Con la experiencia y el desarrollo de nuevos materiales para la confección de las ortesis, la técnica original pudo mejorarse de forma progresiva (Cuadros II, III) [77]. Aquí se expondrá el método modi-ficado. La mano se acomoda en una ortesis de material termomoldeable que inmoviliza la muñeca a 30° de flexión y, con un accesorio, se prolonga a la cara dorsal de las primeras falanges con el fin de limitar la exten-sión de las MF a -60°. Sobre la uña o los dedos lesiona-dos se fija un elástico, después se pasa por una polea de reflexión situada en la palma de la mano y, por último, se amarra al borde radial de la ortesis [78]. En reposo, el dedo se dispone en flexión por la tracción del elástico. El paciente debe efectuar una extensión activa del dedo y después relajar la contracción de los extensores (Fig. 3A, B). Por sinergia antagonista, la extensión provoca una inhibición del flexor y, en el momento de la relajación del extensor, el elástico flexiona el dedo de inmediato. Durante el ciclo extensión activa-flexión pasiva, la sutura tendinosa se ha movilizado de manera pasiva y sin correr riesgos de tracción gracias a la posición en flexión de la muñeca y al tope de las MF. Es fundamental que ese movimiento se efectúe varias veces al día y que cada vez se obtenga la extensión activa completa de las IF. Sin embargo, en los 10-15 días siguientes a la intervención, la extensión activa suele ser incompleta a causa del dolor y del edema. Además, debe ser completada con la extensión pasiva. Esta maniobra es fundamental si se quiere evitar la rigidez de las IF en flexión. La ortesis se quita durante la sesión de rehabilitación, y la muñeca se moviliza en flexión-extensión con el objetivo de reproducir el efecto de tenodesis natural de los flexores (Fig. 4). Esta maniobra, descrita por Cooney [79], permite movilizar la sutura. Según las mediciones de Schuind [52], la fuerza tendinosa en tracción es de alrededor de 1-6 N con esta maniobra, lo que quiere decir que cualquier tipo de sutura la puede soportar de sobra. La muñeca se rectifica a los 21 días. El elástico se retira a los 30 días y se indica flexión activa sin resis-tencia. La ortesis de protección, con la muñeca recta y “ Punto importante La inmovilización, aunque induce adherencias, se sigue realizando debido a las contraindicaciones de la movilización precoz. “ Punto importante La excelencia de los resultados obtenidos con la movilización activa precoz no debe hacer olvidar que las rupturas acarrean consecuencias mucho más graves que las adherencias. “ Punto importante El método de Duran se mantiene vigente para los casos difíciles en los que la movilización activa o semiactiva no se puede indicar. .1 .2 .3 6 Kinesiterapia - Medicina física
  • 7. Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 las MF limitadas a -60° de flexión, se mantiene hasta los 45 días. La flexión contra resistencia no debe iniciarse antes de 2 meses. Para las lesiones del FLP se aplican los mismos prin-cipios, adaptando la prótesis a la función de oposición del dedo. La primera comisura se mantiene abierta con un avance del primer metacarpiano, y la MF se inmovi-liza en extensión. El elástico se pasa por una polea situada en la cabeza del 5.° metacarpiano. El peligro del método de Kleinert es el desarrollo de un «dedo en gancho» a causa de un elástico demasiado estirado que impide la extensión completa de las IF, o en un paciente mal controlado o que no coopera. La técnica de Kleinert tiene sus límites: las lesiones del sistema extensor, los grandes deterioros tendinosos, los niños menores de 7 años, la carencia de un equipo de rehabilitación entrenado y los déficit neurológicos. Movilización activa precoz. El primer protocolo de movilización activa fue publicado en 1989 por Small [80] a partir de una serie de 138 suturas en zona 2. También se conoce como protocolo de Belfast. Los autores lograron un 77% de resultados buenos y excelentes según los criterios de la American Society for Surgery of the Hand (ASSH) y un 9,1% de rupturas o distensiones. Este porcentaje de fracasos es claramente superior al de las series que atañen a las movilizaciones pasivas, pero es preciso señalar que las suturas eran de tipo conven-cional (Tsuge o Kessler-Masson) y sin refuerzo. Después de esta publicación princeps, varios autores [58, 81-84] lograron con suturas más sólidas un 80-95% de resulta-dos buenos y excelentes y un 2-6% de rupturas. Cada equipo usa su propia técnica de rehabilitación, ya que no existe ningún protocolo estandarizado y mucho menos validado. En lo que se refiere a la ortesis de rehabilitación, se ha establecido un consenso rela-tivo. La misma inmoviliza la muñeca a 20° de flexión Figura 2. Rehabilitación pasiva con ortesis tipo Duran. A. Ortesis de Duran. B. Cofia de flexión para protección nocturna. C. Movilización de la interfalángica distal (flexor profundo). D. Movilización de la interfalángica proximal (flexor superficial). Cuadro II. Protocolo de movilización activa-pasiva de tipo Kleinert modificada. Semanas 1 2 3 4 5 6 Extensión pasiva × × Extensión activa × × × × × × Flexión pasiva × × × × Flexión activa × × × Movilización de la muñeca × × × × × × Cuadro III. Aparatos del protocolo de Kleinert modificado. Semanas 1 2 3 4 5 6 Ortesis con la muñeca en × × × flexión Ortesis con la muñeca en posición neutra × × × Elásticos × × × × “ Punto importante En la técnica de Kleinert, el desarrollo de un dedo en gancho siempre es iatrogénico. Kinesiterapia - Medicina física 7
  • 8. E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano (recta para algunos), las MF a 60-70° de flexión y las IF en extensión. La combinación entre flexión de la muñeca y flexión de las MF provoca una relajación que protege la sutura. Durante la noche, y entre las sesiones de rehabilitación, los dedos se mantienen en extensión o en flexión (según el equipo de rehabilitación de que se trate) con un sistema de elásticos o bandas. Al respecto, algunos consideran que, para evitar el desarro-llo de una rigidez en flexión, las IF deben mantenerse en extensión en la ortesis. Otros, al igual que los autores de este artículo, estiman que para evitar el riesgo de tracción incontrolada, las cadenas digitales se deben flexionar durante los períodos de reposo, en la medida en que varias sesiones diarias de movilización permiten prevenir el desarrollo de posiciones defectuosas. La movilización activa suele comenzar 2-3 días des-pués de la intervención con dos condiciones: • estar seguro de que el tipo de sutura sea apto para resistir esa fuerza mecánica; • que el dedo sea lo suficientemente flexible como para no necesitar una contracción demasiado potente. Este método no se improvisa, sino que se programa desde la intervención quirúrgica. El trabajo activo de los flexores es mínimo al principio para estimular la flexión del dedo y se completa en modo pasivo con ayuda del terapeuta, a razón de cinco a diez movimientos ejecuta-dos cuatro o cinco veces por día (Fig. 5). Todos los autores insisten en la utilidad del trabajo disociado FP-FS mediante la flexión alternativa de la IFP y la IFD, con el objetivo de evitar la adherencia entre ambos tendones. La flexión digital debe ser completa alrededor de la 5.a semana. Otra técnica de movilización activa precoz, creada por el equipo de Strickland [85], consiste en flexionar de manera pasiva todos los dedos y en pedirle al paciente que ejerza una fuerza de flexión apenas suficiente para mantener esta posición. Es la técnica de colocar-mantener (place and hold) (Fig. 6). La contracción postural para mantener los dedos en flexión es mínima. Por tanto, se trata de una técnica segura, si bien es cierto que el desplazamiento de la sutura es más reducido que con un trabajo dinámico. Con el fin de ampliar el desplazamiento, la contracción postural se efectúa con la muñeca a 30° de extensión, para así poder aprovechar el efecto de tenodesis. Esta técnica se conoce con el nombre de «método de Indiana» [86]. Todos los equipos de rehabilitación asocian elementos de cada uno de los protocolos, en grados variables según las escuelas. Todos los protocolos de movilización activa precoz incluyen fases de movilización pasiva de las cadenas digitales. La mayor parte de las series publicadas atañe a las secciones tendinosas francas en zona 2 sin lesiones asociadas. Las indicaciones de los autores para la movi-lización activa precoz son sensiblemente distintas. En la zona 2 prefieren esperar 15 días para iniciar el trabajo activo, ya que esta zona es conocida por su escasa vascularización y la lentitud de la cicatrización, respon-sables de un riesgo considerable de ruptura precoz. Además, ese intervalo nos permite mantener a distancia del edema postraumático y posquirúrgico, que aumenta la resistencia al deslizamiento del tendón, y alejarnos del período crítico de fragilización postoperatoria. En esta fase se utiliza el método de Kleinert modificado, tal como se describió anteriormente, y se le asocia una movilización tendinosa aprovechando el efecto de tenodesis producido por la extensión y la flexión pasivas alternativas de la muñeca. Hacia el 15.° día se Figura 3. Método de Kleinert. A. Extensión activa. B. Flexión pasiva. Figura 4. A, B. Movilización de la sutura gracias al efecto de tenodesis natural de los flexores durante la flexión-extensión de la muñeca. .4 .5 .6 .7 8 Kinesiterapia - Medicina física
  • 9. Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 utiliza la maniobra de «colocar-mantener» con la muñeca en extensión, y a la 3.a semana se inicia el trabajo dinámico. Sin embargo, este protocolo se adapta también a la evolución. Si el dedo es muy flexible y el recorrido del tendón considerable, se debe ser muy prudente en lo que se refiere al trabajo activo. Se usa la técnica de movilización activa asistida hasta la 5.a semana, pues eso significa que la cicatrización es básicamente intrín-seca, sin adherencia, y en consecuencia lenta y frágil durante mucho tiempo. En cambio, si se advierte una limitación del recorrido, se anticipa el trabajo activo porque dicha limitación indica la formación de adhe-rencias a causa del predominio de la cicatrización extrínseca. La posición de la sutura y la magnitud de las lesiones son otros factores determinantes del programa que se debe seguir. Frente a una lesión compleja de la muñeca, en la que están presentes todos los elementos que generan adherencias, el trabajo activo se inicia muy pronto y siempre después de haberse asegurado respecto a la resistencia de la sutura. Así pues, la rehabilitación se regula en función de la evolución. Por este motivo, los autores creen que debe desarrollarse en un ámbito especializado. Lesión de las poleas. La reconstrucción de una polea se debe proteger por lo menos durante 45 días, ya que el trabajo prematuro a través de los flexores causa distensión o ruptura. Dicha protección se efectúa aplicando anillos flexibles de cuero o cintas autoadhesi-vas sobre la polea reparada. La flexión digital con aplicación de fuerza debe hacerse de forma progresiva hasta 90 días después de la intervención. Figura 5. Trabajo disociado del flexor superficial y del flexor profundo. A, B. Flexor profundo. C, D. Flexor superficial. Figura 6. Técnica de colocar-mantener. “ Punto importante No existe ningún protocolo estandarizado sobre la movilización activa precoz. Este método no se improvisa, sino que se programa en el momento de la reparación quirúrgica y después se adapta a la evolución. Complicaciones Adherencias. A pesar de los progresos de la repara-ción primaria y de la rehabilitación, determinado número de pacientes evoluciona de manera desfavorable y desarrolla adherencias peritendinosas que provocan un defecto de deslizamiento. El dedo no puede flexio-narse ni extenderse por completo. Esta complicación se observa muy a menudo en los tendones más dañados y en un terreno tisular desfavorable, pero también en algunos pacientes que desarrollan tejido fibroso más que otros. Las circunstancias de la cicatrización no son las mismas, y Hunter lo señaló distinguiendo dos poblacio-nes: low scar formation y high scar formation. Cuando se han agotado todos los recursos de la rehabilitación y la troficidad digital es satisfactoria, es decir, en el 3.er- 4.° mes [87], se efectúa una tenólisis secundaria. El procedimiento se realiza preferentemente con un blo-queo sensitivo, de manera que, durante la intervención, el paciente pueda contraer los flexores para controlar el movimiento tendinoso. Kinesiterapia - Medicina física 9
  • 10. E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano La rehabilitación postoperatoria a partir de las 48 horas es una condición fundamental para lograr un buen resultado. Sin embargo, en general se enfrenta al problema del dolor, un factor que genera nuevas adhe-rencias por falta de movilización eficaz y de algodistro-fia (síndrome doloroso regional complejo). Combatir el dolor es un prerrequisito de la rehabilitación y se consigue manteniendo durante 3-4 días la anestesia peridural cervical, colocando un catéter al final de la intervención cerca de los troncos nerviosos de los dedos sometidos a tenólisis o usando analgésicos mayores. Dada la fragilidad de los tendones, se deben relajar con una ortesis que coloque la muñeca y las MF a 30° de flexión durante 3-4 semanas. Las poleas también se deben proteger si han sido reconstruidas. Lo esencial de la rehabilitación depende de un trabajo activo de la flexión-extensión en toda la amplitud lograda con el bloqueo. Sin embargo, los dolores resi-duales de los músculos flexores débiles o la aprensión del paciente son factores que impiden alcanzar tal amplitud de entrada. En los primeros días es preciso prestar una asistencia pasiva, manual o con artromotor. La estimulación eléctrica constituye otra ayuda intere-sante, sobre todo para completar la flexión. Como señala Foucher [88], resulta útil terminar la sesión con una flexión activa e inmovilizar después los dedos en esta posición hasta la sesión siguiente. Si durante la fase de reposo se organizan algunas adherencias, éstas se soltarán tras el primer movimiento en extensión activa asistida. La movilización se practica alternativamente de forma global por flexión completa de toda la cadena digital, y de manera disociada por flexiones alternativas IFP-IFD para obtener la independencia de FS-FP. La aparición de un efecto de tenodesis es indicio de la reorganización de adherencias (Fig. 7A, B). Éstas se liberan con una ortesis que inmovilice la muñeca en extensión y provocando una abertura digital con lámi-nas (Fig. 7C). La tenólisis fragiliza los tendones debido a la desvascularización que ocasiona. Tampoco se deben hacer maniobras forzadas antes de 60 días. Rupturas. Son una amenaza permanente durante la rehabilitación, pero ocurren con más frecuencia en algunos períodos: alrededor del 10.° día, cuando la fragilización de los tendones por desvascularización es mayor, a los 21-30 días, fecha de la reanudación del trabajo activo, y alrededor de los 60 días al reanudarse las flexiones contra resistencia. Las rupturas se producen por una tensión mecánica demasiado intensa de la sutura (rehabilitación mal conducida, reanudación prematura de las prensiones con fuerza) o por un defecto de cicatrización tendinosa por desvasculariza-ción, elongación del callo o sepsis. Si la ruptura es puramente mecánica en un terreno tisular sano, se puede practicar una nueva sutura directa, y la rehabilitación se mantiene idéntica a la de las tenorrafias primarias. En cambio, si el estado de los tejidos es menos favorable, la reparación secundaria requiere un injerto de tendón, por lo general en dos tiempos, según la técnica de Hunter [68]. La varilla protésica se deja en su sitio durante 3 meses, durante los cuales el dedo se moviliza de manera pasiva 2-3 veces al día. Si las poleas han sido reconstruidas, deben prote-gerse con anillos flexibles. Después de la cicatrización cutánea, el dedo operado se automoviliza gracias a la colocación en sindactilia con un dedo sano adyacente. El segundo tiempo implica la existencia de un dedo perfectamente flexible no inflamado. La sutura distal transósea es sólida de entrada y la proximal también lo es si se efectuó en el primer tiempo [69]. La rehabilita-ción puede activarse entonces de inmediato y sin resistencia durante los primeros 60 días. Si la sutura proximal se realizó en el segundo tiempo, se indica la técnica mixta de Kleinert-Duran. La rehabilitación de las reparaciones de los tendones flexores no es unívoca y no debe limitarse a un proto-colo fijo [89, 90]. Hay que tener en cuenta numerosos factores: el tipo de lesión, la calidad de la reparación, la evolución clínica, las características del paciente y la experiencia del equipo de rehabilitación. Evaluación de los resultados Existen numerosos sistemas de evaluación, pero ninguno de ellos se ha impuesto realmente. Esto indica la dificultad para poner de manifiesto de manera simple y reproducible la función de los flexores. Aquí sólo se presentarán los métodos más empleados o aquéllos que, en opinión de los autores, serían más aptos para la evaluación. Clasificación de la Sociedad Estadounidense de Cirugía de la Mano [91] Medición Consiste en definir la movilidad activa total (total active motion: TAM) del dedo lesionado. En la práctica, la TAM es la suma de las flexiones activas de las tres articulaciones, MF, IFP e IFD, menos la suma de los déficit de extensión activa de las mismas. TAM = flexión activa digital (MF + IFP + IFD) - déficit de extensión activa digital (MF + IFP + IFD) Clasificación (Cuadro IV) Esta TAM se compara con la TAM del dedo sano contralateral expresada en porcentaje (TAM del dedo lesionado/TAM del dedo sano = %) y se clasifica en cuatro niveles. Método de Strickland Medición La flexión de la MF no se tiene en cuenta con razón, porque básicamente obedece a la acción de los músculos intrínsecos. El cálculo corresponde a la suma de las flexiones activas IFP + IFD (normalmente cercana a 175°), menos el déficit de extensión de esas dos articu-laciones. Se trata de la TAM interfalángica. Figura 7. A, B. Efecto de tenodesis patológico. C. Ortesis de corrección. 10 Kinesiterapia - Medicina física
  • 11. Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 Cuadro IV. Evaluación de los resultados de las reparaciones de los tendones flexores. Clasificación de la Sociedad Estadounidense de Cirugía de la Mano. Excelente Bueno Regular Malo TAM dedo lesionado/TAM contrala-teral 100% 75-99% 50-74% <50% Clasificación (Cuadros V,VI) En 1980, Strickland y Glogovac clasificaron sus resultados en cuatro estadios [28]. En 1985, al considerar que esta clasificación era muy rígida, Strickland estable-ció otra más flexible [92]. Sin embargo, muchos autores siguen publicando sus resultados del modo anterior. Por tanto, al leer los trabajos es importante conocer qué versión se empleó. En los dos métodos, la puntuación en cuatro niveles se expresa en grados y en porcentaje respecto a 175° (TAM IFP + IFD/175° = %). Método de Lister Descrito inicialmente por Kleinert, y retomado por Lister [93], también se conoce como método de Louisvi-lle. Asocia la medida de la distancia entre la pulpa digital y el pliegue palmar distal (distancia pulpopalmar: DPP) en flexión activa, y la suma de los déficit de extensión activa de las tres articulaciones digitales. La clasificación se efectúa en cuatro estadios (Cuadro VII). Método de Romain-Allieu [94] Este método fue desarrollado para responder a los resultados de las reparaciones del sistema tendinoso extrínseco en su conjunto, flexor o extensor, sea cual sea el nivel de la lesión y teniendo en cuenta los efectos de tenodesis por la colocación de la muñeca. Método de cálculo • Medida de la DPP en flexión activa, muñeca recta, MF inmovilizadas a 90° de flexión. • Medida angular del déficit de extensión pasiva MF + IFP + IFD, muñeca a 45° de extensión. Clasificación (Cuadro VIII) El resultado se clasifica en cuatro estadios. En las lesiones de la zona 2, el déficit de extensión sólo afecta a dos articulaciones (IFD e IFP) y obedece a una adhe-rencia en el conducto digital o a una rigidez articular en flexión, a menudo asociadas. Este déficit no varía con la extensión de la muñeca. En cambio, en las lesiones más proximales, el déficit de extensión se reparte en las tres articulaciones digitales y sólo se pone de manifiesto con la extensión de la muñeca, lo cual no incide demasiado desde el punto de vista funcional. En otros términos, una rigidez en flexión a 30° de la IFP es más perjudicial que un efecto de tenodesis a 10° de las tres articulacio-nes digitales. Así pues, sería lógico ponderar la gravedad del déficit de extensión en función del sitio de la lesión, es decir, entre la zona 2 y las otras zonas. TAM: total active motion. Cuadro V. Evaluación de los resultados de las reparaciones de los tendones flexores. Clasificación de Strickland (primera forma). Excelente Bueno Regular Malo TAM IFP + IFD (N: 175°) >150° 125°-149° 90°-124° <90° Porcentaje de movilidad 85-100% 70-84% 50-69% <50% TAM: total active motion; IFP: interfalángica proximal; IFD: interfalángica distal. Cuadro VI. Evaluación de los resultados de las reparaciones de los tendones flexores. Clasificación de Strickland (segunda forma). Excelente Bueno Regular Malo TAM IFP + IFD (N: 175°) >132° 88°-131° 45°-87° <45° Porcentaje de movilidad 75-100% 50-74% 25-49% <25% TAM: total active motion; IFP: interfalángica proximal; IFD: interfalángica distal. Cuadro VII. Evaluación de los resultados de las reparaciones de los tendones flexores. Método de Lister. Excelente Bueno Regular Malo DPP <1 cm 1-1,5 cm 1,6-3 cm >3 cm Déficit de extensión 0°-15° 16°-30° 31°-50° >50° DPP: distancia pulpopalmar. Cuadro VIII. Evaluación de los resultados de las reparaciones de los tendones flexores. Método de Romain-Allieu. Excelente Bueno Regular Malo DPP en todas las zonas ≤1 cm 1-2 cm 2-3 cm >3 cm Déficit de extensión Zona 2 <15° 15°-30° 31°-45° >45° Zonas 3-5 <30° 31°-60° 61°-90° >90° DPP: distancia pulpopalmar. Kinesiterapia - Medicina física 11
  • 12. Estas evaluaciones son puramente analíticas. Sólo aprecian la movilidad, sin tener en cuenta la fuerza o la soltura. Además, para juzgar con objetividad el resultado final de las lesiones tendinosas, es preferible completar la evaluación analítica con otra funcional [95]. La explo-ración funcional del miembro superior que más se usa en Estados Unidos es el Disabilities of the Arm, Shoul-der and Hand (DASH) [96], que consiste en un cuestio-nario de 30 parámetros, cada uno de los cuales se evalúa a partir de cinco niveles de dificultades. En otro artículo de esta obra se exponen algunas evaluaciones más específicas de la prensión [97]. Entre ellas, en opinión de los autores, la más apropiada para el análisis de la función de la mano sería la evaluación de 400 puntos [98] con 57 parámetros distribuidos en cuatro tipos de pruebas, cada una con una valoración de 100 puntos. Estas pruebas analizan de forma sucesiva: • la movilidad de la mano; • la fuerza de prensión; • las prensiones con una sola mano; • las prensiones con ambas manos. ■ Sistema extensor El sistema extensor se desliza en un espacio reducido entre la piel y el esqueleto. Es superficial, razón por la que se lesiona con frecuencia a causa de una herida de la cara dorsal de la mano. Si la herida se sitúa a la altura de la MF, hay que recordar la sentencia: «una herida sobre la cara dorsal de la MF indica, a priori, una lesión articular». Aunque las reparaciones de los tendones extensores son más simples que las de los tendones flexores, sus resultados están condicionados por las lesiones asociadas, cutáneas y óseas, generadoras de adherencias. De forma paradójica, las secuelas funciona-les de tales adherencias obedecen menos a un defecto de extensión que a una limitación de la flexión digital que condiciona la prensión [99]. Reseña anatomofisiológica Sistema musculotendinoso Dedos largos El extensor común de los dedos se origina en el epicóndilo lateral; a continuación se divide en cuatro tendones que pasan bajo el ligamento anular dorsal del carpo, la única porción intrasinovial, y cada uno diverge hacia su dedo respectivo. Durante su paso por debajo del ligamento anular del carpo, los tendones del exten-sor común, así como el tendón del extensor propio del índice, se agrupan en una sola vaina (4.° comparti-mento), lo cual explica la frecuencia de las lesiones pluritendinosas. En el dorso de la mano se unen entre sí mediante bandeletas de asociación oblicuas y trans-versales (juncturae tendinum). A la altura de las cabezas metacarpianas, los tendones son estabilizados sobre esta zona convexa por las bandeletas sagitales. A partir de la base del dedo, el tendón se aplana a la manera de una lámina tendinosa. Esta lámina se inserta en la base de la 1.a falange y después se divide en tres bandeletas: una bandeleta mediana que termina en la base de la 2.a falange y dos bandeletas laterales que se unen y se insertan en la base de la falange distal. A lo largo de este trayecto, la lámina de extensión recibe lateralmente expansiones de los interóseos, del lumbrical y del ligamento retinacular oblicuo y transverso, formando una estructura anatómica compleja: la aponeurosis de extensión. El índice y el quinto dedo tienen un extensor propio, que puede enmascarar una ruptura del tendón común. Es interesante señalar las singularidades del sistema extensor en comparación con el sistema flexor: • la porción intrasinovial está limitada a la muñeca; • sólo existe un tendón extensor por dedo, salvo el 2.° y el 5.° dedo, que tienen su propio extensor; • el extensor común sólo acciona realmente la exten-sión de la falange proximal; • la extensión de la 2.a y la 3.a falange puede depender del sistema extrínseco o del sistema intrínseco, según el grado de flexión de la MF. Si la MF se encuentra en extensión, los extrínsecos están relajados y los intrín-secos en tensión; éstos son los que accionan la extensión de las IF. Por el contrario, si la MF se encuentra en flexión, los intrínsecos están relajados y los extrínsecos en tensión; éstos son los que básica-mente extienden la 2.a y la 3.a falange. Sin embargo, hay que observar que los lumbricales, gracias a su posición palmar y a su falta de inserción ósea, extien-den las IF en cualquier situación; • el buen funcionamiento de la extensión requiere una perfecta isometría entre la bandeleta mediana que extiende la 2.a falange y las bandeletas laterales que extienden la 3.a, la preservación de la capacidad de deslizamiento de la lámina de extensión en el sentido longitudinal y transversal, y un buen equilibrio entre los sistemas intrínseco y extrínseco; • los cuatro tendones extensores de los dedos largos están anastomosados entre sí en la zona metacar-piana. Esas bandeletas de asociación impiden, en caso de lesión en esa zona, una separación considerable entre el cabo proximal y el cabo distal. Pulgar El extensor largo del pulgar nace en la cara posterior del tercio inferior del cúbito y termina en la base de la 2.a falange del pulgar. Recibe expansiones de los múscu-los tenares del pulgar, que por sí solos pueden provocar la extensión de la IF y ser motivo de errores de diagnós-tico. Además, la prueba del extensor largo se realiza en su función de retropulsión del primer metacarpiano. El extensor corto se inserta en la base de la 1.a falange. Causa la extensión de la MF y la abducción del primer dedo. Vascularización Antes de las cadenas digitales, la vascularización se efectúa de manera uniforme en todas las caras del tendón y con idéntica distribución en superficie y en profundidad. Esta riqueza vascular es la que permite una cicatrización rápida y sólida, infinitamente menos expuesta a las rupturas que los flexores. En las cadenas digitales, los vasos derivan de la arteria colateral digital palmar. Forman una red en las caras superficiales y profundas de la aponeurosis de extensión, aunque con menor nutrición de la cara profunda. Zonas topográficas Al igual que para los flexores, Verdan dividió la mano en zonas topográficas. La clasificación fue adoptada por la IFSSH (Fig. 8) y consiste en ocho zonas numeradas desde la zona distal a la proximal. Se advierte que las zonas impares corresponden a las regiones articulares, las zonas pares a las diáfisis, y que las que corresponden al pulgar van precedidas por la letra T (thumb). “ Punto importante El aparato extensor es complejo debido a la presencia de dos sistemas complementarios, uno extrínseco y otro intrínseco, que funcionan de forma sinérgica. E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano 12 Kinesiterapia - Medicina física
  • 13. Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 Principios de la conducta terapéutica La reparación quirúrgica de los tendones extensores no es sistemática y el tratamiento ortopédico mantiene sus propias indicaciones. El tratamiento depende del sitio de la lesión y de su tipo. Al igual que para el sistema flexor, una rehabilitación apropiada se basa en el buen conocimiento del análisis de la lesión (situa-ción, cantidad de tendones afectados, otras lesiones) y de la técnica de reparación, con el fin de evaluar las posibilidades de extensión de la zona lesionada. Las técnicas de suturas del sistema extensor son menos complejas que las del sistema flexor. En los dedos, el diámetro de los tendones extensores es pequeño, su forma es aplanada y no hay paratendón, lo cual no permite usar las técnicas de suturas reforzadas que se indican para la zona palmar [100]. Además, la complejidad del sistema extensor, en especial con las conexiones entre sistemas intrínseco y extrínseco, hace difícil la evaluación de la resistencia de las suturas y de los factores que intervienen en el mecanismo de cicatrización. Durante mucho tiempo, las reparaciones se protegían con una inmovilización de la mano durante 4-6 sema-nas. El postoperatorio podía cursar con adherencias tendinosas y rigideces articulares que comprometían la flexión completa de los dedos. La rehabilitación era larga y las tenoartrólisis frecuentes. Frente a la calidad de los resultados obtenidos con la movilización precoz controlada de los flexores, esta técnica fue trasladada a los extensores y algunos le dieron el nombre de «Klei-nert invertida». Yves Allieu, uno de los promotores de este método, comunicó en 1984 un 84% de resultados buenos y excelentes [101]. Después, numerosos trabajos vinieron a confirmar el interés de la movilización pasiva precoz tras sutura [102-110]. Más recientemente, a expensas de la evolución de la rehabilitación de los tendones flexores, se desarrollaron técnicas de movilización activa precoz [111-116]. La calidad de los resultados es comparable al método de movilización pasiva, pero con el uso de una tecnología ortopédica más simple [117]. Sin embargo, la inmovilización se sigue indicando en las lesiones distales simples y cerradas (zonas 1, 2 y 3), ya que, al contrario que los tendones flexores, las lesiones del sistema extensor en el dorso del dedo no producen una separación considerable de los extremos tendinosos. Además, en estas zonas, el tendón es una lámina fina cuya sutura es frágil y el recorrido reducido. El primer objetivo es preservar la isometría entre las tres bandeletas de extensión. El más mínimo desequilibrio creado por un callo tendinoso demasiado largo ocasio-nará, en ese sistema anatómico complejo, deformacio-nes digitales (en «ojal» o en «cuello de cisne») [118, 119], muy difíciles de tratar siempre. En las lesiones más proximales, la inmovilización se puede indicar ante lesiones asociadas que contraindican la movilización o cuando no es posible contar con la cooperación del paciente. Tratamiento en función de la topografía de la lesión Lesiones de la cara dorsal de la interfalángica distal (zona 1) Son con mucho las más frecuentes. Se caracterizan por una flexión permanente pero reducible de la última falange, también conocida como dedo en «martillo». Esta lesión es provocada por un traumatismo axial del dedo en extensión, que puede causar una flexión brusca de la última falange con una avulsión del extensor, o una hiperextensión de la IFD que, por compresión, produce una fractura de la base de la falange distal. Se distinguen cuatro tipos de dedo en «martillo» [120]: • tipo 1: ruptura subcutánea del tendón extensor a la altura de su inserción en la 3.a falange; • tipo 2: avulsión del tendón y desprendimiento de un fragmento óseo pequeño de la base de la 3.a falange; • tipo 3: arrancamiento de un fragmento óseo de tamaño considerable, correspondiente a una fractura articular de la 3.a falange; • tipo 4: despegamiento epifisario de la base de la 3.a falange en el niño. Si se ignora, esta lesión genera un desequilibrio entre las bandeletas laterales distendidas y la bandeleta mediana, donde se concentra todo el efecto del exten-sor. En la IFP se produce una hiperextensión, que de manera progresiva conduce a una deformación en «cuello de cisne». El tratamiento de las lesiones abiertas o cerradas, acompañadas de un gran fragmento óseo desplazado, es quirúrgico, y va seguido por inmovilización en exten-sión durante 4-6 semanas. Todas las demás formas requieren tratamiento ortopédico, que consiste en inmovilización de la IFD en extensión o en hiperexten-sión leve, de manera que los extremos tendinosos rotos entren en contacto entre sí o que se reduzca la fractura parcial de la base de la 3.a falange. La inmovilización en hiperextensión exagerada es nociva porque provoca una isquemia cutánea de la cara dorsal de la IFD y, en consecuencia, es fuente de necrosis. La inmovilización debe ser total durante 6 semanas como mínimo, que es el plazo de la cicatrización tendinosa. Si tras el intervalo persiste un déficit de extensión activa, la ortesis se vuelve a colocar otros 15 días y así de manera sucesiva hasta el 3.er mes. Cuando fracasa, debe indicarse trata-miento quirúrgico, ya sea mediante el acortamiento de la bandeleta terminal o la técnica de tenodermodesis de Brooks-Iselin [121]. Las posibilidades de inmovilización de la IFD son múltiples: palmar, dorsal, ortesis a medida o comercia-lizada. Se emplea la férula prefabricada de Stack, que tiene un apoyo palmar en la 3.a falange y otro dorsal en la 2.a (Fig. 9). Esta ortesis coloca a la 3.a falange en hiperextensión leve, lo suficiente como para que entren en contacto los extremos tendinosos y se forme un callo fibroso cicatrizal. Existen seis tamaños que suelen Figura 8. Zonas topográ-ficas de los extensores. “ Punto importante Al contrario que en el caso de los flexores, para algunas lesiones de los extensores se puede indicar tratamiento ortopédico. Kinesiterapia - Medicina física 13
  • 14. permitir encontrar el que mejor se adapta. A falta del mismo, se confecciona a medida con material termo-moldeable delgado. En la zona 2, el déficit de extensión resulta idéntico al de la zona 1, pero el mecanismo de la lesión es casi siempre una herida tendinosa. El tratamiento es quirúr-gico y le sigue el mismo programa de inmovilización que en la zona 1. Lesiones de la cara proximal de la interfalángica proximal (zona 3) La lesión del sistema extensor en la cara dorsal de la IFP consiste en una ruptura del extensor medio, inser-tado en la base de la 2.a falange. Las rupturas subcutá-neas se producen a causa de un golpe directo sobre la cara dorsal de la IFP o por la flexión brusca de ésta contra una fuerza contraria. El tratamiento debe dar preferencia a la cicatrización del callo tendinoso sin distensión, con el fin de evitar un defecto de isometría entre la bandeleta mediana y las bandeletas laterales, lo que indefectiblemente evolucionaría hacia una defor-mación en «ojal». Por desgracia, en las lesiones cerradas, la ruptura de la bandeleta mediana se suele diagnosticar de forma tardía, en el momento en que la deformación ya se ha producido. Las lesiones abiertas se tratan de forma quirúrgica, y las lesiones cerradas sin arrancamiento óseo reciben un tratamiento ortopédico. La IFP se inmoviliza en exten-sión estricta durante 3 semanas en ambos casos, y va seguida de una movilización asistida de la extensión durante 3 semanas más. La presencia de una fractura es un factor favorecedor de adherencias, por lo que la movilización debe ser muy precoz, 2-3 días después de la intervención, en la medida en que la estabilidad ósea lo permita. Por un período de 4-6 semanas, se coloca una ortesis corta de asistencia de la extensión. La amplitud de flexión permitida se ajusta a una intensidad creciente. El tratamiento ortopédico de las lesiones simples consiste en una inmovilización en extensión, que se realiza con un simple manguito moldeado desde la base de la 1.a falange hasta el extremo de la 2.a (Fig. 10). La MF y la IFD quedan libres. Durante este período, la falange distal se moviliza en flexión activa y pasiva para Figura 11. Ortesis digital corta de tipo ultraliviano modular (ULM). traccionar distalmente la lámina de extensión por las bandeletas laterales, en la medida en que éstas se encuentren intactas, lo que permite evitar su retracción y relajar la bandeleta mediana para favorecer su cicatri-zación sin distensión. Después de la tercera semana, se coloca una ortesis de asistencia de la extensión de la IFP, lo que permite la flexión activa y el retorno en exten-sión pasiva. Se usa preferentemente una ortesis digital corta, por ejemplo, de tipo ultraliviano modular (ULM) (Fig. 11) o, en su defecto, una ortesis metacarpiana con tope de MF y tracción por debajo de la 2.a falange (Fig. 12). La ortesis se mantiene durante 3 semanas. La complicación de las lesiones de la bandeleta mediana es la deformación en «ojal» por distensión o ruptura ignorada del tendón extensor medio. Se carac-teriza por una flexión de la IFP y una hiperextensión de la IFD. Zancolli [122] clasifica esta deformación en cuatro estadios evolutivos: • tipo 1: lesión reciente del tendón extensor medio sin deformación del dedo; • tipo 2: ventralización de las bandeletas laterales por delante del centro de rotación de la IFP, causando una rigidez en flexión de la IFP y una hiperextensión de la IFD. La deformación todavía es reducible y la flexión pasiva de la falange distal es posible (prueba retinacular negativa); • tipo 3: retracción del ligamento retinacular transverso y oblicuo. La deformación se acentúa y la hiperexten-sión de la falange distal se vuelve irreducible (prueba retinacular positiva), mientras que la rigidez en flexión de la IFP todavía es parcialmente reducible; • tipo 4: rigidez en flexión irreducible de la IFP por retracción de la placa palmar. Es la fase de «ojal inveterado». El tratamiento ortopédico, que incluye rehabilitación y uso de aparatos, sigue siendo la conducta de base. Si las deformaciones son reducibles, se retoma el esquema terapéutico de las heridas recientes de la bandeleta mediana: inmovilización de la IFP en extensión durante 3 semanas, con movilización activa y pasiva de la IFD en flexión (Fig. 10), seguida del uso de una ortesis dinámica corta de asistencia de la extensión de la IFP (Fig. 11) durante 3 semanas más como mínimo. El movimiento de flexión de la IFD durante las 3 primeras Figura 9. Férula de Stack. Figura 10. Inmovilización con man-guito moldeado y movilización de la fa-lange distal. E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano 14 Kinesiterapia - Medicina física
  • 15. Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 semanas es fundamental, ya que provoca una tracción distal del extensor, lo que permite distender la bandeleta mediana, volver a centrar las bandeletas laterales, prevenir la distensión de la lámina triangular y evitar la retracción del ligamento retinacular oblicuo [123, 124]. Si la deformación reaparece al finalizar el tratamiento, se vuelve a colocar una ortesis dinámica de extensión durante 15 días más, y así de manera sucesiva hasta la estabilización del resultado. Hay que ser perseverante, pues esta deformación requiere a veces 4-6 meses de tratamiento. Los «ojales inveterados» están incluidos en el trata-miento quirúrgico en la medida en que se toleren mal desde el punto de vista funcional o estético. Estas indicaciones se deben formular con prudencia, ya que el resultado no está siempre a la altura de las expectativas del paciente. Sin embargo, aun cuando se formula la indicación quirúrgica, el procedimiento debe ir prece-dido de un tratamiento ortopédico durante 1-2 meses, con el fin de flexibilizar lo máximo posible las deforma-ciones permanentes. Se coloca una ortesis dinámica de doble efecto con un sistema de extensión de la IFP y de flexión de la IFD (Fig. 8). La rehabilitación consiste en movilizar las dos articulaciones rígidas. Este programa terapéutico refleja la dificultad del problema y, antes de emprender un tratamiento quirúrgico complejo, hay que evaluar correctamente el trastorno funcional real de esta deformación. Lesiones de la cara dorsal de la falange proximal (zona 4) Se producen básicamente por heridas o lesiones por aplastamiento. En esta zona, la anchura de la lámina de extensión es considerable y, en las heridas simples, la lesión suele ser parcial. En este caso, después de la sutura quirúrgica, no hace falta tomar ninguna medida específica de protección. Si se trata de una lesión por aplastamiento, en general acompañada por un deterioro cutáneo y una fractura de la 1.a falange, el riesgo de adherencia es considerable. Después de reparar el revestimiento cutáneo y de reducir la fractura, y sobre todo de estabilizarla bien, la sutura tendinosa debe movilizarse de inmediato para recrear un plano de deslizamiento satisfactorio. Esta movilización se efectúa gracias a una flexión activa de la IFP con protección de una ortesis dinámica de asistencia de la extensión. Los trabajos de Minamikawa [125] demostraron que la flexión completa de la IFP provocaba una tracción peligrosa de la sutura, incluso colocando la muñeca en extensión. Además, la ortesis deja la muñeca libre y contiene un manguito metacarpiano prolongado por un tope de MF a 30°. El trabajo de extensión se realiza sobre la 2.a falange (Fig. 12). La flexión de la IFP se limita a 45° durante los 15 primeros días con un tope anterior por debajo de la 1.a falange. Varias veces al día, el paciente efectúa una flexión activa dentro de la amplitud autori-zada por el tope, y el retorno en extensión se hace en modo pasivo gracias al elástico. Después se suprime el tope y la amplitud de flexión avanza hasta 90°. La ortesis se retira a los 30 días. Figura 12. Ortesis con tope de MF y tracción debajo de la 2.a falange. Lesiones de la cara dorsal de la mano, de la muñeca y del antebrazo (zonas 5-8) También aquí, las lesiones asociadas condicionan en gran parte los resultados: lesiones articulares de las MF (zona 5), fracturas de los metacarpianos o heridas complejas del dorso de la mano (zona 6), deterioros cutaneomusculares del antebrazo (zonas 7, 8). La repa-ración tendinosa en sí no ofrece ninguna dificultad en especial, ya que los tendones se visualizan bien y tienen un calibre suficiente como para hacer suturas sólidas. La movilización precoz limita los riesgos de adherencias. Esta movilización controlada puede ser pasiva o activa. Movilización pasiva controlada Esta movilización se produce por una flexión activa digital y un retorno pasivo en extensión por efecto de un sistema elástico. Es la técnica de Kleinert invertida. La rehabilitación se efectúa con ayuda de una ortesis larga metacarpoantebraquial que mantiene la muñeca a 30° de extensión para las lesiones de la zona 5, pero recta en las zonas más proximales, y contiene un sistema elástico de extensión debajo de la 1.a falange según el principio de cautela de Colditz (Fig. 13) [126]. Las MF se flexionan de modo activo en toda la amplitud articular y el retorno en extensión se hace con elásticos. En varios trabajos se ha demostrado la escasa actividad eléctrica de los músculos extensores durante la flexión activa de las MF y su retorno pasivo, poniendo en evidencia la realidad de la movilización protegida de la sutura [101, 102, 104]. Las anastomosis intertendinosas oblicuas y transversas tienen la capacidad de movilizar un dedo adyacente lesionado, lo que durante la exploración inicial puede enmascarar una sección tendinosa. Sin embargo, esta capacidad de movilización interdigital puede provocar también una tracción parásita peligrosa sobre una sutura. Resulta prudente proteger el dedo o los dedos adyacentes al lesionado con ortesis, según el principio del «dedo asociado» de Frère [102], sea cual sea el nivel de la lesión sobre el dorso de la mano. La ortesis se deja durante 4 semanas, pero desde el final de la 3.a semana se inicia una extensión activa asistida. El peligro de esta prótesis es el posicionamiento de la MF en extensión, cuya tendencia a la rigidez es bien conocida. Hay que alentar a los pacientes a movilizar lo más seguido posible la MF en flexión y verificar que el elástico no esté demasiado tirante. Movilización activa controlada El primer protocolo codificado de movilización activa sería, según los autores de este artículo, el de Sylaidis et al de 1997, que se conoce como «régimen de Norwich» [112] (Fig. 14). Se practica con ayuda de una ortesis estática que posiciona la muñeca a 45° de exten-sión, las MF a 50° de flexión y la IF en extensión. Varias veces al día, el paciente efectúa dos tipos de ejercicios (Fig. 11A, B): primero una extensión de las MF con la IF en extensión, y después el retorno de los dedos sobre la ortesis; en segundo lugar, una extensión de las MF, seguida de flexión-extensión de las IF. Con respecto a Kinesiterapia - Medicina física 15
  • 16. E – 26-220-A-10 ¶ Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano este método se hicieron varios ensayos controlados prospectivos aleatorizados, en comparación con la movilización pasiva, y los dos métodos arrojaron de manera aproximada un 90% de resultados calificados como buenos o excelentes sin ruptura [113-116]. Los autores de esos estudios recomiendan más bien el método activo debido a su simplicidad. Gracias a la movilización precoz, tanto activa como pasiva, la evolución de las lesiones simples suele ser favorable. Las rupturas de los tendones extensores, al contrario que la de los flexores, son excepcionales. En cambio, las lesiones cutáneas y óseas asociadas suelen producir adherencias, creando un síndrome extrínseco más dorsal, que se manifiesta por la imposibilidad de flexionar de forma simultánea la MF y las IF cuando, en cambio, su función alternada es posible: se trata del efecto de tenodesis (Fig. 15A, B). Las adherencias pue-den movilizarse gracias a las posiciones en flexión suaves y prolongadas con una ortesis de enrollamiento digital, que se coloca alrededor de la 5.a semana (Fig. 15C). La tenólisis sólo se indica en caso de que los trastornos persistan más de 3 meses después de la intervención, período durante el cual se practicará una rehabilitación adecuada. Lesiones de los tendones extensores del pulgar • Las lesiones de la cara dorsal de la IF corresponden a una lesión de extensor largo en su inserción distal (zona T1) y se caracterizan por un pulgar en «marti-llo ». Las lesiones cerradas sin fractura articular se tratan de manera ortopédica y las lesiones abiertas se suturan. En los dos casos se indica inmovilización de la IF en extensión durante 6 semanas con una ortesis corta, dorsal o palmar o de Stack. • Las lesiones de la cara dorsal de la 1.a falange (zona T2) y de la MF (zona T3) reciben movilización precoz asistida para evitar las adherencias dorsales y una rigidez en extensión de la IF, que siempre causa molestias. Se confecciona una ortesis larga que inmo-viliza la muñeca a 30° de extensión y en ligera inclinación radial, con el pulgar en abducción y la MF recta con retorno de extensión por debajo de la 2.a falange. Los modos de rehabilitación son idénticos a los de los dedos largos. • Las lesiones por encima de la MF (zonas T4 y T5) pueden ser pluritendinosas y afectar a los extensores largo y corto, e incluso al abductor largo en el caso de las heridas proximales. Se indica el mismo proto-colo que en el caso precedente, pero con una ortesis que deja la MF libre y con un retorno que se efectúa debajo de la 1.a falange. Figura 13. Lesiones en las zonas 5 y 6: ortesis larga de asisten-cia a la extensión de las metacarpofalángicas. Flexión activa-extensión pasiva. Figura 14. Trabajo de movilización activa controlada de los extensores. A. Posición de reposo. B. Extensión activa con interfalángicas en extensión. C. Extensión activa con flexión de las interfalángicas. 16 Kinesiterapia - Medicina física
  • 17. Cuadro IX. Protocolo de rehabilitación de los extensores en movilización pasiva controlada. Zonas 1-2 Zona 3 Zona 4 Zonas 5-6 Zonas 7-8 Así pues, la rehabilitación de los tendones extensores se adapta a la zona de la lesión (Cuadro IX). Evaluación Muy pocos trabajos se dedicaron a la evaluación de los tendones extensores. La mayoría de los autores usa la TAM [91], y algunos el método de Strickland [92]. Sin embargo, dado que esas evaluaciones fueron descritas para los tendones flexores, no pueden reflejar fielmente la función de los extensores. Figura 15. A, B. Efecto de tenodesis sobre los extensores. C. Ortesis de flexión máxima. Tal como se señaló al tratar la evaluación de los flexores, el método de Romain-Allieu se usó con el fin de valorar el resultado de las reparaciones de los dos sistemas [94]. Para saber más sobre el método, se remite al lector al apartado correspondiente. La clasificación de los resultados figura en el Cuadro X. Esta evaluación analítica debe completarse con una evaluación funcional. ■ Conclusión La rehabilitación de las lesiones tendinosas de la mano ha cambiado completamente con el desarrollo de la noción de «movilización precoz controlada», que limita el riesgo de adherencias. Primero se aplicó para los flexores, pero luego fue adaptada a las lesiones de la porción extrínseca de los extensores. Al principio se limitaba a la movilización pasiva, pero los avances de las técnicas quirúrgicas han permitido usar también la movilización pasiva. El avance conjunto de las técnicas de sutura y de los protocolos de rehabilitación ha producido una mejora espectacular de los resultados Ortesis estática en extensión En IFD durante 6 semanas En IFP durante 3 semanas 0 0 0 Ortesis dinámica de extensión 0 En IFP las 3 semanas si-guientes En IFP 4 semanas MF 4 semanas MF 4 semanas Posición de la mu-ñeca Libre Libre Libre 30° de extensión Recta Movilización contro-lada en flexión 0 Diferida a la 3.a semana Inmediata pero limitada a 45° las 2 primeras sema-nas Inmediata en toda la amplitud Inmediata en toda la amplitud IFP: interfalángica proximal; IFD: interfalángica distal; MF: metacarpofalángica. “ Punto importante La rehabilitación de los tendones extensores es específica de la zona de la lesión. El resultado está ampliamente condicionado por la presencia de lesiones secundarias, en especial cutáneas y óseas. Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 Kinesiterapia - Medicina física 17
  • 18. Cuadro X. Evaluación de los resultados de las reparaciones de los tendones extensores. Método de Romain-Allieu. Excelente Bueno Regular Malo DPP en todas las zonas <1 cm 1-2 cm 2-3 cm >3 cm Déficit de extensión Zonas 3 y 4 <15° 15°-30° 31°-45° >45° Zonas 5 a 8 <30° 31°-60° 61°-90° >90° DPP: distancia pulpopalmar. funcionales. No obstante, aun cuando muchos trabajos han permitido comprender mejor los mecanismos de la cicatrización tendinosa y confirmar el uso de estas técnicas, los límites a partir de los cuales la movilización y la puesta en tensión tendinosa dejan de ser favorables para hacerse nocivos son empíricos. Esta rehabilitación es exigente, sobre todo por el seguimiento que requiere y por la adaptación permanente de la técnica reeduca-tiva y de la ortesis en función de la evolución clínica. Su eficacia depende de la experiencia del equipo tera-péutico, que no deberá aplicar un protocolo estricto, sino orientar las técnicas en función de la lesión inicial, de la técnica quirúrgica empleada y del grado de coope-ración del paciente. ■ Bibliografìa [1] Allieu Y. État actuel de la réparation tendineuse en chirurgie de la main. Rev Chir Orthop 1984;70(suppl2):12-7. [2] Merle M, Dap F. Lésions traumatiques des tendons fléchisseurs de la main. Encycl Méd Chir (Elsevier SAS, Paris), Appareil locomoteur, 14-056-A-10, 1992 : 12p. [3] Strickland JW. The scientific basis for advances in flexor tendon surgery. J Hand Ther 2005;18:94-110. [4] Thien TB, Becker JH, Theis JC. Rehabilitation after surgery for flexor tendon injuries in the hand. Cockrane Database Syst Rev 2004;4 (CD003979). [5] Foucher G. Lésions traumatiques des tendons fléchisseurs. Encycl Méd Chir (Elsevier SAS, Paris), Appareil locomoteur, 14-056-A-10, 2003 : 16p. 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  • 19. Rehabilitación de las lesiones tendinosas traumáticas de la mano ¶ E – 26-220-A-10 [35] Greenough CG.The effect of pulsed electromagnetic fields on tendon healing in rabbit. J Hand Surg [Br] 1996;21:808-12. [36] Robotti E, ZimblerAG, Kenna D, Grossman JA. The effect of pulsed electromagnetic field on tendon healing in chickens. J Hand Surg [Br] 1999;24:56-8. [37] Fujita M, Hukuda S, Doida Y. The effects of constant direct electrical current on intrinsic healing in the flexor tendon in vitro. An ultrastructural study off differing attitudes in epitenon cells and tenocytes. J Hand Surg [Br] 1992;17:94-8. [38] Kulick MI, Brazlow R, Smith S, Hentz VR. Injectable ibuprofen: preliminary evaluation of its ability to decrease peritendinous adhesions. Ann Plast Surg 1984;13:459-67. [39] Kulick MI, Smith S, Hadler K. Oral ibuprofen: evaluation of its effects on peritendinous adhesions and the breaking strength of a tenorrhaphy. J Hand Surg [Am] 1986;11:110-20. 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