El documento discute cómo el legalismo mata varios aspectos positivos del cristianismo como la alegría, la confianza en Dios y en uno mismo, la fe en la redención, la comunión, la paz interior y la gracia. El autor argumenta que el legalismo fomenta el orgullo, la ignorancia, el fanatismo y la dependencia de las obras en lugar de la gracia y el sacrificio de Cristo.