El documento describe cómo a Dios le encantan las sorpresas y se disfraza de diferentes formas como el viento, las nubes, el pan y el vino para sorprendernos. Dios encuentra placer en sorprendernos para reavivar nuestra fe vacilante, despertar nuestra esperanza y disfrutar de nuestro asombro. El amor se apagará sin sorpresas, por lo que Dios nos sorprende para mantener vivo el amor.