El documento argumenta que la tecnología es un medio, no un fin en sí mismo, para la educación. Si bien el conocimiento se construye con tecnología, su mera inclusión en el aula no implica innovación. Negar la tecnología tiene consecuencias como no enseñar visiones actualizadas del conocimiento. La innovación educativa está en una forma de pensar y ver el mundo más que en los artefactos tecnológicos en sí.