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Fotografía de Héctor Guzmán Palomino, Cuzco, 2004.
LAS CIVILIZACIONES PERUANAS
Síntesis
Danièle LAVALLÉE - Santiago UCEDA
PERIODO ARCAICO (DEL 12000 AL 2000 ANTES DE NUESTRA ERA)
Desde el año 12000 antes de nuestra era, la totalidad del territorio peruano se encontraba ya
ocupado por grupos de cazadores-recolectores (localizados en las altas tierras de la Cordillera)
y de pescadores-recolectores (asentados en el litoral), de los cuales se han encontrado restos
de campamentos y utensilios (instrumentos y diversas herramientas de piedra tallada o hueso)
ya bastante elaborados y especializados.
Poco a poco, los grupos humanos van creciendo en número y adquieren la condición de seden-
tarios, entre el séptimo y tercer milenio antes de nuestra era. A partir del año 6000 antes de
nuestra era se empiezan a cultivar varias especies vegetales en las altas tierras del Norte (cueva
de Guitarrero), tales como frijoles, calabazas y pimientos. En los altiplanos situados en niveles
superiores a 4.000 metros de altitud, camélidos salvajes como la vicuña y el guanaco, hasta
entonces cazados, pasan a ser progresivamente controlados a partir del ano 5000 antes de
nuestra era y su posterior domesticación (abrigo rocoso de Telarmachay) da origen a dos nue-
vas especies, la alpaca y la llama.
En la Costa, se erigen hacia el 3000 antes de nuestra era los primeros conjuntos arquitectóni-
cos ceremoniales, lo que implica la existencia de sociedades ya considerablemente estructura-
das en torno a un sólido poder central y cuya economía se basa, aproximadamente a partir del
2000 antes de nuestra era, en el cultivo intensivo del maíz y el establecimiento de canales de
regadío en los oasis costeros.
La cerámica hace su aparición hacia el 1800 antes de nuestra era, sin que su adopción repre-
sente una profunda modificación del modo de vida. Lo importante es que, entre el séptimo y
segundo milenio antes de nuestra era, los hombres pasan progresivamente de un sistema de
vida fundamentado en la depredación (caza, pesca, recolección) a otro consistente en la pro-
ducción de sus propios alimentos (vegetales y animales domésticos) y de una organización
social en pequeños grupos igualitarios a una estructura infinitamente más compleja.
E1 apogeo de este progreso económico y social estará caracterizado, a finales del primer mile-
nio, por el surgimiento de la “gran cultura” Chavín.
HORIZONTE ANTIGUO (ENTRE LOS AÑOS 2000 Y 100 A.C.)
La Cultura Cupisnique (del 2000 al 400 antes de nuestra era)
Cupisnique es una de las culturas regionales de la Costa porte que, junto a la de Kotosh, situa-
da en las tierras altas, dará origen a la gran cultura Chavín. Una de sus características más
importantes fue el desarrollo de la arquitectura ceremonial. Se construyen templos en forma
de "U" a base de piedras y adobe, cuyos muros presentan decoraciones de grandes modelados
en altorrelieve, pintados, que representan personajes antropomórficos ton grandes colmillos de
felino; también hay lugar para escenas naturalistas con presencia de animales (peces, felinos) e
incluso para otras de mayor complejidad, como la localizada en el yacimiento arqueológico de
Cerro Sechín (desfile bélico y escenas de masacres esculpidas en estelas de piedra que circun-
dan un templo).
La economía de los Cupisnique se basa en la agricultura de regadío a base de maíz, frijoles,
yuca y calabazas, que constituyen el fundamento de una alimentación complementada por la
pesca y la actividad de marisqueo.
La cultura Cupisnique presenta dos formas de cerámica características, integradas por botellas
de largo cuello cónico y vasijas globulares con asa en forma de estribo. La decoración se efec-
túa fundamentalmente mediante profundas incisiones. El color predominante en los elementos
de alfarería es el negro, conseguido a través de una cocción en horno cerrado.
Esta cultura acabará finalmente influenciada por la cultura Chavín, bastante desarrollada en
aquella época, como bien indica la presencia del icono de la “divinidad de los báculos”.
La Cultura Salinar (del 400 al 100 antes de nuestra era)
Se desarrolla en la Costa norte, donde toma el relevo a la cultura Cupisnique, entonces consi-
derablemente influenciada por la Chavín.
La cultura Salinar, cuyo territorio estaba limitado a los valles de Chicama, Virú, Moche y San-
ta, se caracteriza desde sus comienzos por la confección de un estilo de cerámica muy singular,
decorada de manera muy sencilla con pintura blanca sobre fondo rojo. Si algunas de sus for-
mas recuerdan la aquellas de Cupisnique, otras representan originales creaciones, especial-
mente las que presentan figurillas modeladas y unidas a vasijas globulares mediante asas en
forma de puente.
La cultura Salinar supone, sin embargo, la transición entre la época de los grandes templos
costeros rodeados de pequeñas aldeas y el inicio del urbanismo propiamente dicho. Uno de los
yacimientos arqueológicos mejor estudiados es el del Cerro Arenas (valle de Moche). Se trata
de un gran complejo arquitectónico de piedra que incluye edificaciones de diversos tipos, pro-
bablemente especializados, que reflejan la existencia de una sociedad bien estratificada y jerar-
quizada. Esta cultura es una de las que más tarde darán formación a la cultura Mochica.
La Cultura Chavín (del 800 al 100 antes de nuestra era)
Las características fundamentales de la cultura Chavín están expresadas en su arquitectura y
escultura en piedra, así como en su cerámica. Uno de los temas esenciales de una iconografía
muy particular, formada de trazos curvos y volutas, es la presencia de la figura correspondiente
a una divinidad antropomórfica, mitad hombre mitad felino, que sostiene en cada una de sus
manos un largo báculo. La difusión de esta imagen en una gran parte del Perú indica la exis-
tencia de una hegemonía cultural y religiosa ejercida a partir del gran Templo de Chavín de
Huántar, situado en la parte norte andina y convertido en cuna cultural de primera magnitud
que, a través del proceso de intercambios interregionales, impone el culto de sus dioses y rige
el calendario agrícola desde el extremo norte de Perú hasta los valles del sur.
Probablemente, el Templo de Chavín fue abandonado un poco antes del ano 100 antes de
nuestra era y quedó asimismo parcialmente destruido por razones que se desconocen. En los
territorios sometidos hasta entonces a su influencia, la impronta cultural y religiosa experi-
menta una relajación y los grandes núcleos de población, costeros y serranos, quedan liberados
de los cánones estéticos e ideológicos de la cultura Chavín, mientras poco a poco irrumpen
culturas regionales de un particularismo muy acentuado.
La Cultura Paracas (del 2000 al 100 antes de nuestra era)
Se desarrolla en la Costa sur de Perú, dentro de un sector bien delimitado del Valle de Ica e
incluye dos fases culturalmente bien diferenciadas y sucesivas, denominadas “Cavernas” y
“Necrópolis”. La más antigua, “Cavernas”, fue identificada merced al contenido de profundas
cámaras funerarias (las “Cavernas”) abiertas en suelo rocoso. Estas tumbas colectivas contení-
an momias envueltas en mantos unidos y acompañadas de ofrendas constituidas fundamen-
talmente por calabazas y cerámica. Las piezas de alfarería de estilo “Cavernas” presentan, de-
ntro de formas igualmente sencillas, una decoración policroma conseguida mediante aplica-
ción de pastas resinosas una vez cocida la pieza.
Durante la fase “Necrópolis” sucede a la inversa y las piezas de cerámica, de fina factura, ex-
hiben un aspecto monócromo, frecuentemente en forma de fruta, entretanto el arte textil da
muestras de extraordinaria riqueza. Entre las piezas textiles de mayor belleza, jamás confeccio-
nadas en el mundo, cabe citar los mantos finamente bordados y decorados con fantásticas figu-
ras antropomórficas polícromas que envolvían, en capas superpuestas, centenares de momias
depositadas en extensas cámaras subterráneas (las “necrópolis”). Cada una se encuentra dis-
puesta en cuclillas, dentro de un cesto, y el conjunto aparece envuelto en lienzos constitutivos
de un grueso fardo de forma cónica. Durante la fase de “Necrópolis” se refleja claramente la
influencia Chavín, especialmente debido a la presencia en la iconografía de la imagen que re-
presenta a la “divinidad de los báculos”.
Poco antes del inicio de nuestra era, la cultura Paracas evolucionó sin bruscos cambios para
dar nacimiento a la cultura Nazca.
PERIODO INTERMEDIO ANTIGUO (DEL 100 A. N. E. AL 700 D. N. E.)
La Cultura Mochica (del 100 a. n. e. al 700 d. n. e.)
Se trata de una de las grandes culturas de los Andes Centrales, famosa por su producción ce-
rámica bícroma, sus grandes realizaciones arquitectónicas de abobe y sus sistemas de canaliza-
ciones agrícolas.
Los importantes descubrimientos efectuados a lo largo de estos últimos años han revoluciona-
do, no obstante, el conocimiento que poseíamos de esta cultura. Las excavaciones arqueológi-
cas llevadas a cabo en los sitios de “El Brujo” y “Huaca de la Luna” han permito apreciar mejor
la arquitectura de los templos, mientras que los descubrimientos en los sitios funerarios de
“Sipân” y “San José de Moro” han confirmado que las escenas pintadas o modeladas en cerá-
mica constituían una fiel representación de ceremonias y rituales que se realizaron en la reali-
dad.
Los orígenes de la cultura mochica no se conocen aún del todo, de la misma manera que los
motivos de su ocaso. Resulta probable que se formara gracias a aportes procedentes de culturas
anteriores como Salinar, Virú y Recuay, esta última un poco más tardía. En cuanto se refiere a
declive de los Mochicas, cabe explicarlo por la propia estructura social y política Mochica,
incapaz de hacer frente a las nuevas formas de organización civil y especialmente militar im-
puestas en la Costa norte aproximadamente a partir del año 600 d.C., desde el centro político
Wari, situado en los Andes del Sur.
En su momento de apogeo, el territorio Mochica se extendía, a lo largo de la Costa, desde el
valle de Piura, en el norte, hasta el de Huarmey, en el sur. Su organización social y política se
cimenta en una significativa estratificación social dominada por un grupo dirigente. Este grupo
fundamenta su legitimidad en una ideología religiosa expresada a través de ceremonias y ritua-
les.
Los templos desempeñan un papel fundamental, lo que explica la gran cantidad de energía
invertida en su construcción.
En la actualidad, se piensa que el temprano urbanismo que ya afloraba en la sociedad Salinar
es el origen de auténticas ciudades mochicas. En torno al complejo de las “Huacas del Sol” y
“Huacas de la Luna” van saliendo poco a poco a la luz los restos de una gran estructura urbana
donde comienzan a distinguirse sectores de producción (talleres de alfarería, metalúrgicos,
textiles) y sectores administrativos
La Cultura Lima (del 100 a. n. e. al 700 d. n. e.)
En la Costa central se desarrollan, en la misma época, varios centros de actividad, aunque de
menor brillantez. La cultura Lima se extiende sobre un territorio restringido, en cuyo centro
aproximado se encuentra hoy situada la actual capital de Perú. Más que una sociedad estruc-
turada como la de los Mochicas, parece tratarse de una suma de pequeños grupos tribales más
o menos independientes y es difícil identificar aquí cualquier tipo de unidad artística.
Sobresalen y coexisten dos estilos: el primero en aparecer -denominado Playa Grande- se ca-
racteriza, simultáneamente en la cerámica y en los frescos murales, por una decoración siem-
pre tricolor (negro-blanco-rojo), llamada “entrecruzada”, cuyo elemento fundamental es una
serpiente representada en forma de zigzag dentado.
El estilo Playa Grande se identifica con edificios en forma de pirámide truncada (Cerro Trini-
dad, Cerro Culebras y, sobre todo, Pachacámac, que se convertirá al final del período Wari en
el más importante santuario y lugar de peregrinaje del Perú prehispánico).
El segundo estilo, “Nieveria”, ya posterior, presenta una mayor variedad de formas dentro de
una gama cromática de mayor riqueza. En el Sur, algunas vasijas reflejan la influencia de la
cultura Nazca.
La Cultura Nazca (del 200 al 600 d. n. e.)
En la Costa sur, hasta entonces ocupada por la cultura Paracas, se erigen grandes aglomera-
ciones urbanas en la parte baja de los valles, entre Pisco y Acarí. Algunas de ellas se encuen-
tran fortificadas, pero la concentración urbana más importante, Cahuachi, constituye una au-
téntica ciudad organizada con sectores residenciales, plazas, zonas con jardines y un templo.
Surge un nuevo tipo de cerámica cuyos colores quedan ahora plasmados durante el proceso de
cocción. La cerámica Nazca, de riquísima policromía (6 colores), emplea formas sencillas (ja-
rras redondas, copas) adornadas con representaciones muy estilizadas de plantas, animales y
criaturas sobrenaturales que integran una decoración pintada, a veces realzada con modelados
añadidos. Es con el surgimiento de la decoración fijada mediante cocción que puede fecharse,
un tanto de forma arbitrariamente, el comienzo de la cultura Nazca, que presenta realmente
pocas diferencias con las culturas contemporáneas de otras regiones, en el aspecto económico.
Algunas decoraciones zoomorfas de la cerámica aparecen inscritas en el suelo: son los conoci-
dos “geoglifos” de la Pampa del Ingenio, situados en el valle del río Grande de Ica, lugar donde
inmensos trazos rectilíneos se asocian a veces con grandes representaciones figurativas de pája-
ro, pez, araña y mono. Ahora va admitiéndose que estos grandes trazos alargados y estas figu-
ras de animales se empleaban con motivo de ceremonias para establecer los recorridos y seña-
larlos en el contexto de rituales relacionados con el calendario agrícola.
Durante los postreros días de la cultura Nazca, se produjeron contactos cada vez más frecuen-
tes con la región de Wari, situada en los Andes del Sur. Y fue seguramente la cultura Nazca la
que tuvo influencia sobre la cultura Wari para que esta segunda adoptara el uso de la policro-
mía (los pigmentos provenían de la región de la Nazca) en su estilo cerámico.
HORIZONTE MEDIO (del 600 al 1100 d. n. e.)
El "Imperio" Wari (del 600 al 1100 d. n. e.)
A1 iniciarse el siglo VII de nuestra era, las culturas regionales “clásicas” del norte (Mochica,
Recuay, Cajamarca), del centro (Lima) y del sur (Nazca) se vieron de repente englobadas por
una potente corriente económica y cultural venida de Wari, gran ciudad construida en el valle
de Ayacucho (Andes del Sur de Perú). Ciudades completas de la Costa han de ser abandona-
das mientras se construyen otras de forma acelerada y a menudo se fortifican. La influencia de
Wari, probablemente impuesta tras una resonante victoria militar, se percibe dentro de todos
los ámbitos -político, económico y religioso- y se hace especialmente notoria en la producción
artesana (cerámicas, producción textil y artes menores), que presenta un estilo unificado en el
que imperan figuras zoomórficas y antropomórficas muy estilizadas, inspiradas a su vez por la
iconografía propia de la cultura de Tiahuanaco, entonces dueña de la ribera boliviana del lago
Titicaca.
A principios del siglo XII, el dominio Wari experimenta un brusco declive por motivos poco
claros, pero relacionados quizá con una gran crisis económica motivada por el súbito empeo-
ramiento de las condiciones climáticas (periodo de intensa y prolongada sequía en las tierras
altas). Resurgen entonces las culturas regionales y recobran parcialmente sus antiguas costum-
bres y formas de arte tradicionales. El Perú conocerá de nuevo una fase de fragmentación re-
gional, menos acentuada sin embargo que durante el Período Intermedio Antiguo.
PERIODO INTERMEDIO TARDÍO (DEL 1100 AL 1450 D. N. E.)
La Cultura Lambayeque (del 1100 al 1450 d. n. e.)
Mientras la influencia de la cultura Wari sobre la cultura Mochica se deja notar en el valle de
Lambayeque, ubicado en el extremo norte del territorio Mochica, hace aparición un nuevo
estilo de cerámica que va a caracterizar a la cultura Lambayeque: la forma más representativa
es una jarra globular, de cuello corto y cónico, que soporta la figura de un rostro mitad hombre
y mitad pájaro (forma conocida con la denominación de “huaco-rey”).
El territorio Lambayeque se extiende desde el valle de La Leche, situado al norte, hasta el de
Chicama, localizado al sur. Su economía se fundamenta, como ocurre con las correspondientes
a las demás culturas costeras coetáneas o anteriores, en una agricultura intensiva mediante
regadío y se caracteriza por una producción artesanal diversificada cuya principal protagonista
es la metalurgia, con abundante producción de vasijas, máscaras funerarias, adornos y orna-
mentos variados, confeccionados para uso de los nobles o para integrar ofrendas funerarias,
que hacen uso de técnicas de fabricación y ornamentación muy sofisticadas.
A diferencia de la cultura Mochica, aquella de Lambayeque, que también edificó grandes pi-
rámides escalonadas, no parece que construyera verdaderas ciudades. Eran más que nada cen-
tros ceremoniales y administrativos donde se concentraba la producción artesanal. Por el con-
trario, las construcciones agrícolas presentan, sin embargo, un elevado nivel y las redes de ca-
nales enlazan entre sí cuatro valles (La Leche, Reque, Chancay y Zaña).
Hacia el siglo XIV de nuestra era, los Chimú conquistan el territorio Lambayeque y sacarán
partido (como más tarde lo harán los Incas) de los conocimientos poseídos por los artesanos
metalúrgicos Lambayeque.
El Reino Chimû (del 1100 al 1450 d. n. e.)
Tras el declive de la influencia Wari y sucediendo poco después a la cultura Lambayeque, que
pronto absorberá, una nueva cultura regional se abre paso en el valle de Moche. Su capital
será la gran ciudad de abobe de Chan Chan (que abarca más de 20 Km2).
Los Chimú establecen un sistema administrativo que incluye “capitales” regionales (Man-
chán, Farfán, Túcume) y, en el interior de cada valle, centros administrativos encargados de
regular la producción agrícola y de distribuir sus productos (por ejemplo, Katuay y Milagro de
San José en el valle de Moche). Dentro de tal sistema, Chan Chan ejerce simultáneamente el
papel de centro administrativo, político y religioso. Al parecer, el poder político Chimú era
hereditario y cada soberano tenía la obligación de edificar dentro de la ciudad un nuevo pala-
cio; el erigido por su predecesor se convertía entonces en lugar de culto, que se le rendía como
antepasado de la nueva dinastía.
Pero los Chimú no sólo son grandes constructores de ciudades y templos, sino que amplían el
sistema de regadío, ya bastante complejo por entonces. El canal de “La Cumbre”, que conduce
las aguas desde el río Chicama hasta el valle de Moche, con el fin de abastecer de caudal para
regadío las zonas desérticas que se extienden al norte de Chan Chan, tiene una extensión su-
perior a 110 Km.
A finales del siglo XIV, el territorio del reino Chimú se extiende desde Tumbes, al norte (en la
actual frontera con Ecuador), hasta el valle del Chillón, en el sur (inmediatamente al norte de
la actual capital peruana, Lima). Aunque territorialmente se restringían a la región costera, los
Chimú mantienen relaciones comerciales e intercambios con las poblaciones de las tierras al-
tas e incluso de la selva amazónica, como demuestra la presencia de productos “exôticos”, na-
turales (plumas, semillas) o manufacturados (estatuillas de madera de especies tropicales,
adornos confeccionados con dientes de mono).
Pese a su poderío, el floreciente reino Chimú verá detenida su expansión hacia 1460, debido al
avance del ejército Inca comandado por Topa Inca Yupanqui.
La Cultura Chancay (del 1100 al 1450 d. n. e.)
Justo al sur del territorio Chimú se encontraba entonces establecida una pequeña confedera-
ción, la de Cuismancu, bastante poderosa sin embargo para interrumpir la expansión conquis-
tadora de los Chimú hacia el sur. Instalada en torno al valle de Chancay, su historia y monu-
mentos siguen siendo mal conocidos (por el hecho de la excesiva urbanización de toda la re-
gión circundante de la actual capital, Lima).
No obstante, la cultura Chancay ha dejado, enterradas en inmensos cementerios, numerosísi-
mas obras artísticas de todo tipo. La cerámica presenta una textura bastante rudimentaria,
sobriamente pintada en negro sobre fondo blanco, pero la variedad temática es aquí bastante
considerable, esencialmente zoomorfa. Entre los objetos más comunes cabe citar también los
“cuchimilcos” o estatuillas con ambos brazos extendidos y cabeza terminada en un gran peina-
do cuadrangular, cuya significación hoy ignoramos. El arte textil de Chancay es, por el contra-
rio, bastante refinado y los tejidos, junto con los correspondientes a los Paracas, pueden con-
tarse entre los más elaborados y finos del antiguo Perú. A ello se une una extrema variedad de
técnicas (tapicería, tela, brocado, gasa, tela pintada, telas recubiertas de plumas), con una am-
plísima gama de motivos zoomorfos y antropomorfos estilizados.
La Cultura Ica-Chincha (del 1100 al 1450 d. n. e.)
Más al sur, el señor de Chincha reina sobre los valles de Ica y Chincha, antiguo territorio Pa-
racas y Nazca. El “reino” de Chincha incluye varios centros urbanos de importancia -Ica Vieja
en el valle de Ica y, en el valle de Chincha, Lurinchincha y Tambo de Mora-, constituyendo
este último núcleo urbano una especie de capital.
La población, compuesta esencialmente por agricultores (al igual que los reinos o confedera-
ciones tribales vecinas situadas al norte y sur) se distinguió, sin embargo, por la existencia de
una importantísima “corporación” de comerciantes que, tanto por tierra o por mar, transpor-
taban diversas mercancías (bienes de consumo, tejidos, objetos suntuarios) en todas direccio-
nes, otorgando a Chincha el papel de centro de intercambios más importante del Perú en
aquellos momentos.
Cada ciudad albergaba numerosos templos y palacios de grandes dimensiones, cuyos tipos de
construcción y decoración traen a la memoria, en ocasiones, aquellos de la ciudad Chimú de
Chan Chan.
El estilo Ica-Chincha -adoptado del nombre de los dos valles más desarrollados y ricos- se ca-
racteriza por el uso casi exclusivo, tanto en las labores textiles como en las cerámicas (donde el
altorrelieve es inexistente), de pequeños motivos geométricos que saturan el espacio disponi-
ble, entre los cuales destaca uno en forma de escalera reproducido hasta la saciedad. La auste-
ridad y monotonía de estas decoraciones, muy influenciadas probablemente por las técnicas
textiles, quedan afortunadamente mediatizadas por la policromía (elemento característico de
los estilos de la Costa sur de Perú desde la época Paracas).
HORIZONTE RECIENTE (de 1450 a 1532 d. n. e.)
E1 Imperio de los Incas
A principios del siglo XIV de nuestra era, si damos crédito a la leyenda (transmitida por los
“cronistas” españoles de la Conquista) protagonizada por la fraternal pareja compuesta por
Manco Cápac y Mama Ocllo, llegados de la región del Titicaca, la tribu de los Incas se instala
en la región del Cuzco.
Durante un largo período, el territorio Inca queda limitado al valle del Vilcanota y sólo des-
pués de salir victoriosos ante la potente confederación de los Chanka, ocupantes de las altas
tierras de Perú Central, los Incas emprenden une expansión que les conduce en menos de un
siglo a reinar sobre un territorio de aproximadamente 950.000 Km2, el gran Tahuantinsuyu.
Se considera al soberano Pachacútec, el “transformador del mundo”, artífice de las conquistas
territoriales más notables y, sobre todo, el incorporador a la cultura Inca de todas las aporta-
ciones técnicas y artísticas procedentes de los pueblos conquistados. Los Incas desarrollarán
así un sistema administrativo muy centralizado. Establecen diversas capitales regionales (como
Huánuco Pampa, Cajamarca, Tambo Colorado), todas ellas siguiendo al modelo arquitectóni-
co Inca; disponen una red de caminos que recorre todo el imperio, jalonada por guarniciones
militares y almacenes que proporcionan la posibilidad de transportar y hacer acopio de armas,
a la vez que facilitan el desplazamiento de “funcionarios” del Estado y el cobro de tributos.
Imponen une lengua común –runa simi o “lengua del pueblo”, el quechua-, una religión única
-la adoración al Sol y ponen en funcionamiento un sistema de traslado de poblaciones -los
mitmaj- cuya finalidad consiste en “incaizar” a los pueblos conquistados. Cuando no estaban
en guerra, los Incas y los Indios de la Amazonia (el Antisuyo, parte oriental del Imperio Inca)
mantenían lazos comerciales, intercambiaban armas en bronce, telas y objetos manufacturados
a cambio de oro, plumas de aves, frutos, madera y otros productos.
La arquitectura Inca tradicional es de piedra (en la Costa combina la piedra con el adobe). Sin
embargo, la renombrada mampostería de pulidos paramentos y perfectas uniones queda reser-
vada a los templos y palacios.
La agricultura hace uso de diferentes sistemas, a menudo adoptados de los pueblos conquista-
dor, y entre los más conocidos figuran los cultivos en terraza y las acequias de regadío. La pro-
ducción agrícola es objeto de una severa reglamentación y una parte va a parar a manos de los
sacerdotes, otra es para el soberano y une tercera se distribuye entre las comunidades campesi-
nas productoras.
Frente a sus predecesores, los incas poseyeron escasas cualidades artísticas. La única forma
original encontrada en su cerámica es el aribalo, gran jarra de cuerpo esférico, base cónica y
largo cuello ensanchado, provista de dos pequeñas asas laterales destinadas a facilitar el trans-
porte de la misma a la espalda. La decoración que aparece pintada es por lo general de trazos
geométricos.
La llegada de los españoles por la parte norte del Imperio, en 1530, coincide con la existencia
de una crisis centrada en la pugna por la sucesión en el poder tras la muerte del Inca Huayna
Cápac. Gracias a esta circunstancia sumamente favorable, el poderoso Imperio Inca sucumbe.

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Culturas peruanas

  • 1. Fotografía de Héctor Guzmán Palomino, Cuzco, 2004. LAS CIVILIZACIONES PERUANAS Síntesis Danièle LAVALLÉE - Santiago UCEDA PERIODO ARCAICO (DEL 12000 AL 2000 ANTES DE NUESTRA ERA) Desde el año 12000 antes de nuestra era, la totalidad del territorio peruano se encontraba ya ocupado por grupos de cazadores-recolectores (localizados en las altas tierras de la Cordillera) y de pescadores-recolectores (asentados en el litoral), de los cuales se han encontrado restos de campamentos y utensilios (instrumentos y diversas herramientas de piedra tallada o hueso) ya bastante elaborados y especializados. Poco a poco, los grupos humanos van creciendo en número y adquieren la condición de seden- tarios, entre el séptimo y tercer milenio antes de nuestra era. A partir del año 6000 antes de nuestra era se empiezan a cultivar varias especies vegetales en las altas tierras del Norte (cueva de Guitarrero), tales como frijoles, calabazas y pimientos. En los altiplanos situados en niveles superiores a 4.000 metros de altitud, camélidos salvajes como la vicuña y el guanaco, hasta entonces cazados, pasan a ser progresivamente controlados a partir del ano 5000 antes de nuestra era y su posterior domesticación (abrigo rocoso de Telarmachay) da origen a dos nue- vas especies, la alpaca y la llama.
  • 2. En la Costa, se erigen hacia el 3000 antes de nuestra era los primeros conjuntos arquitectóni- cos ceremoniales, lo que implica la existencia de sociedades ya considerablemente estructura- das en torno a un sólido poder central y cuya economía se basa, aproximadamente a partir del 2000 antes de nuestra era, en el cultivo intensivo del maíz y el establecimiento de canales de regadío en los oasis costeros. La cerámica hace su aparición hacia el 1800 antes de nuestra era, sin que su adopción repre- sente una profunda modificación del modo de vida. Lo importante es que, entre el séptimo y segundo milenio antes de nuestra era, los hombres pasan progresivamente de un sistema de vida fundamentado en la depredación (caza, pesca, recolección) a otro consistente en la pro- ducción de sus propios alimentos (vegetales y animales domésticos) y de una organización social en pequeños grupos igualitarios a una estructura infinitamente más compleja. E1 apogeo de este progreso económico y social estará caracterizado, a finales del primer mile- nio, por el surgimiento de la “gran cultura” Chavín. HORIZONTE ANTIGUO (ENTRE LOS AÑOS 2000 Y 100 A.C.) La Cultura Cupisnique (del 2000 al 400 antes de nuestra era) Cupisnique es una de las culturas regionales de la Costa porte que, junto a la de Kotosh, situa- da en las tierras altas, dará origen a la gran cultura Chavín. Una de sus características más importantes fue el desarrollo de la arquitectura ceremonial. Se construyen templos en forma de "U" a base de piedras y adobe, cuyos muros presentan decoraciones de grandes modelados en altorrelieve, pintados, que representan personajes antropomórficos ton grandes colmillos de felino; también hay lugar para escenas naturalistas con presencia de animales (peces, felinos) e incluso para otras de mayor complejidad, como la localizada en el yacimiento arqueológico de Cerro Sechín (desfile bélico y escenas de masacres esculpidas en estelas de piedra que circun- dan un templo). La economía de los Cupisnique se basa en la agricultura de regadío a base de maíz, frijoles, yuca y calabazas, que constituyen el fundamento de una alimentación complementada por la pesca y la actividad de marisqueo. La cultura Cupisnique presenta dos formas de cerámica características, integradas por botellas de largo cuello cónico y vasijas globulares con asa en forma de estribo. La decoración se efec- túa fundamentalmente mediante profundas incisiones. El color predominante en los elementos de alfarería es el negro, conseguido a través de una cocción en horno cerrado. Esta cultura acabará finalmente influenciada por la cultura Chavín, bastante desarrollada en aquella época, como bien indica la presencia del icono de la “divinidad de los báculos”. La Cultura Salinar (del 400 al 100 antes de nuestra era) Se desarrolla en la Costa norte, donde toma el relevo a la cultura Cupisnique, entonces consi- derablemente influenciada por la Chavín.
  • 3. La cultura Salinar, cuyo territorio estaba limitado a los valles de Chicama, Virú, Moche y San- ta, se caracteriza desde sus comienzos por la confección de un estilo de cerámica muy singular, decorada de manera muy sencilla con pintura blanca sobre fondo rojo. Si algunas de sus for- mas recuerdan la aquellas de Cupisnique, otras representan originales creaciones, especial- mente las que presentan figurillas modeladas y unidas a vasijas globulares mediante asas en forma de puente. La cultura Salinar supone, sin embargo, la transición entre la época de los grandes templos costeros rodeados de pequeñas aldeas y el inicio del urbanismo propiamente dicho. Uno de los yacimientos arqueológicos mejor estudiados es el del Cerro Arenas (valle de Moche). Se trata de un gran complejo arquitectónico de piedra que incluye edificaciones de diversos tipos, pro- bablemente especializados, que reflejan la existencia de una sociedad bien estratificada y jerar- quizada. Esta cultura es una de las que más tarde darán formación a la cultura Mochica. La Cultura Chavín (del 800 al 100 antes de nuestra era) Las características fundamentales de la cultura Chavín están expresadas en su arquitectura y escultura en piedra, así como en su cerámica. Uno de los temas esenciales de una iconografía muy particular, formada de trazos curvos y volutas, es la presencia de la figura correspondiente a una divinidad antropomórfica, mitad hombre mitad felino, que sostiene en cada una de sus manos un largo báculo. La difusión de esta imagen en una gran parte del Perú indica la exis- tencia de una hegemonía cultural y religiosa ejercida a partir del gran Templo de Chavín de Huántar, situado en la parte norte andina y convertido en cuna cultural de primera magnitud que, a través del proceso de intercambios interregionales, impone el culto de sus dioses y rige el calendario agrícola desde el extremo norte de Perú hasta los valles del sur. Probablemente, el Templo de Chavín fue abandonado un poco antes del ano 100 antes de nuestra era y quedó asimismo parcialmente destruido por razones que se desconocen. En los territorios sometidos hasta entonces a su influencia, la impronta cultural y religiosa experi- menta una relajación y los grandes núcleos de población, costeros y serranos, quedan liberados de los cánones estéticos e ideológicos de la cultura Chavín, mientras poco a poco irrumpen culturas regionales de un particularismo muy acentuado. La Cultura Paracas (del 2000 al 100 antes de nuestra era) Se desarrolla en la Costa sur de Perú, dentro de un sector bien delimitado del Valle de Ica e incluye dos fases culturalmente bien diferenciadas y sucesivas, denominadas “Cavernas” y “Necrópolis”. La más antigua, “Cavernas”, fue identificada merced al contenido de profundas cámaras funerarias (las “Cavernas”) abiertas en suelo rocoso. Estas tumbas colectivas contení- an momias envueltas en mantos unidos y acompañadas de ofrendas constituidas fundamen- talmente por calabazas y cerámica. Las piezas de alfarería de estilo “Cavernas” presentan, de- ntro de formas igualmente sencillas, una decoración policroma conseguida mediante aplica- ción de pastas resinosas una vez cocida la pieza. Durante la fase “Necrópolis” sucede a la inversa y las piezas de cerámica, de fina factura, ex- hiben un aspecto monócromo, frecuentemente en forma de fruta, entretanto el arte textil da muestras de extraordinaria riqueza. Entre las piezas textiles de mayor belleza, jamás confeccio- nadas en el mundo, cabe citar los mantos finamente bordados y decorados con fantásticas figu-
  • 4. ras antropomórficas polícromas que envolvían, en capas superpuestas, centenares de momias depositadas en extensas cámaras subterráneas (las “necrópolis”). Cada una se encuentra dis- puesta en cuclillas, dentro de un cesto, y el conjunto aparece envuelto en lienzos constitutivos de un grueso fardo de forma cónica. Durante la fase de “Necrópolis” se refleja claramente la influencia Chavín, especialmente debido a la presencia en la iconografía de la imagen que re- presenta a la “divinidad de los báculos”. Poco antes del inicio de nuestra era, la cultura Paracas evolucionó sin bruscos cambios para dar nacimiento a la cultura Nazca. PERIODO INTERMEDIO ANTIGUO (DEL 100 A. N. E. AL 700 D. N. E.) La Cultura Mochica (del 100 a. n. e. al 700 d. n. e.) Se trata de una de las grandes culturas de los Andes Centrales, famosa por su producción ce- rámica bícroma, sus grandes realizaciones arquitectónicas de abobe y sus sistemas de canaliza- ciones agrícolas. Los importantes descubrimientos efectuados a lo largo de estos últimos años han revoluciona- do, no obstante, el conocimiento que poseíamos de esta cultura. Las excavaciones arqueológi- cas llevadas a cabo en los sitios de “El Brujo” y “Huaca de la Luna” han permito apreciar mejor la arquitectura de los templos, mientras que los descubrimientos en los sitios funerarios de “Sipân” y “San José de Moro” han confirmado que las escenas pintadas o modeladas en cerá- mica constituían una fiel representación de ceremonias y rituales que se realizaron en la reali- dad. Los orígenes de la cultura mochica no se conocen aún del todo, de la misma manera que los motivos de su ocaso. Resulta probable que se formara gracias a aportes procedentes de culturas anteriores como Salinar, Virú y Recuay, esta última un poco más tardía. En cuanto se refiere a declive de los Mochicas, cabe explicarlo por la propia estructura social y política Mochica, incapaz de hacer frente a las nuevas formas de organización civil y especialmente militar im- puestas en la Costa norte aproximadamente a partir del año 600 d.C., desde el centro político Wari, situado en los Andes del Sur. En su momento de apogeo, el territorio Mochica se extendía, a lo largo de la Costa, desde el valle de Piura, en el norte, hasta el de Huarmey, en el sur. Su organización social y política se cimenta en una significativa estratificación social dominada por un grupo dirigente. Este grupo fundamenta su legitimidad en una ideología religiosa expresada a través de ceremonias y ritua- les. Los templos desempeñan un papel fundamental, lo que explica la gran cantidad de energía invertida en su construcción. En la actualidad, se piensa que el temprano urbanismo que ya afloraba en la sociedad Salinar es el origen de auténticas ciudades mochicas. En torno al complejo de las “Huacas del Sol” y “Huacas de la Luna” van saliendo poco a poco a la luz los restos de una gran estructura urbana donde comienzan a distinguirse sectores de producción (talleres de alfarería, metalúrgicos, textiles) y sectores administrativos
  • 5. La Cultura Lima (del 100 a. n. e. al 700 d. n. e.) En la Costa central se desarrollan, en la misma época, varios centros de actividad, aunque de menor brillantez. La cultura Lima se extiende sobre un territorio restringido, en cuyo centro aproximado se encuentra hoy situada la actual capital de Perú. Más que una sociedad estruc- turada como la de los Mochicas, parece tratarse de una suma de pequeños grupos tribales más o menos independientes y es difícil identificar aquí cualquier tipo de unidad artística. Sobresalen y coexisten dos estilos: el primero en aparecer -denominado Playa Grande- se ca- racteriza, simultáneamente en la cerámica y en los frescos murales, por una decoración siem- pre tricolor (negro-blanco-rojo), llamada “entrecruzada”, cuyo elemento fundamental es una serpiente representada en forma de zigzag dentado. El estilo Playa Grande se identifica con edificios en forma de pirámide truncada (Cerro Trini- dad, Cerro Culebras y, sobre todo, Pachacámac, que se convertirá al final del período Wari en el más importante santuario y lugar de peregrinaje del Perú prehispánico). El segundo estilo, “Nieveria”, ya posterior, presenta una mayor variedad de formas dentro de una gama cromática de mayor riqueza. En el Sur, algunas vasijas reflejan la influencia de la cultura Nazca. La Cultura Nazca (del 200 al 600 d. n. e.) En la Costa sur, hasta entonces ocupada por la cultura Paracas, se erigen grandes aglomera- ciones urbanas en la parte baja de los valles, entre Pisco y Acarí. Algunas de ellas se encuen- tran fortificadas, pero la concentración urbana más importante, Cahuachi, constituye una au- téntica ciudad organizada con sectores residenciales, plazas, zonas con jardines y un templo. Surge un nuevo tipo de cerámica cuyos colores quedan ahora plasmados durante el proceso de cocción. La cerámica Nazca, de riquísima policromía (6 colores), emplea formas sencillas (ja- rras redondas, copas) adornadas con representaciones muy estilizadas de plantas, animales y criaturas sobrenaturales que integran una decoración pintada, a veces realzada con modelados añadidos. Es con el surgimiento de la decoración fijada mediante cocción que puede fecharse, un tanto de forma arbitrariamente, el comienzo de la cultura Nazca, que presenta realmente pocas diferencias con las culturas contemporáneas de otras regiones, en el aspecto económico. Algunas decoraciones zoomorfas de la cerámica aparecen inscritas en el suelo: son los conoci- dos “geoglifos” de la Pampa del Ingenio, situados en el valle del río Grande de Ica, lugar donde inmensos trazos rectilíneos se asocian a veces con grandes representaciones figurativas de pája- ro, pez, araña y mono. Ahora va admitiéndose que estos grandes trazos alargados y estas figu- ras de animales se empleaban con motivo de ceremonias para establecer los recorridos y seña- larlos en el contexto de rituales relacionados con el calendario agrícola. Durante los postreros días de la cultura Nazca, se produjeron contactos cada vez más frecuen- tes con la región de Wari, situada en los Andes del Sur. Y fue seguramente la cultura Nazca la que tuvo influencia sobre la cultura Wari para que esta segunda adoptara el uso de la policro- mía (los pigmentos provenían de la región de la Nazca) en su estilo cerámico.
  • 6. HORIZONTE MEDIO (del 600 al 1100 d. n. e.) El "Imperio" Wari (del 600 al 1100 d. n. e.) A1 iniciarse el siglo VII de nuestra era, las culturas regionales “clásicas” del norte (Mochica, Recuay, Cajamarca), del centro (Lima) y del sur (Nazca) se vieron de repente englobadas por una potente corriente económica y cultural venida de Wari, gran ciudad construida en el valle de Ayacucho (Andes del Sur de Perú). Ciudades completas de la Costa han de ser abandona- das mientras se construyen otras de forma acelerada y a menudo se fortifican. La influencia de Wari, probablemente impuesta tras una resonante victoria militar, se percibe dentro de todos los ámbitos -político, económico y religioso- y se hace especialmente notoria en la producción artesana (cerámicas, producción textil y artes menores), que presenta un estilo unificado en el que imperan figuras zoomórficas y antropomórficas muy estilizadas, inspiradas a su vez por la iconografía propia de la cultura de Tiahuanaco, entonces dueña de la ribera boliviana del lago Titicaca. A principios del siglo XII, el dominio Wari experimenta un brusco declive por motivos poco claros, pero relacionados quizá con una gran crisis económica motivada por el súbito empeo- ramiento de las condiciones climáticas (periodo de intensa y prolongada sequía en las tierras altas). Resurgen entonces las culturas regionales y recobran parcialmente sus antiguas costum- bres y formas de arte tradicionales. El Perú conocerá de nuevo una fase de fragmentación re- gional, menos acentuada sin embargo que durante el Período Intermedio Antiguo. PERIODO INTERMEDIO TARDÍO (DEL 1100 AL 1450 D. N. E.) La Cultura Lambayeque (del 1100 al 1450 d. n. e.) Mientras la influencia de la cultura Wari sobre la cultura Mochica se deja notar en el valle de Lambayeque, ubicado en el extremo norte del territorio Mochica, hace aparición un nuevo estilo de cerámica que va a caracterizar a la cultura Lambayeque: la forma más representativa es una jarra globular, de cuello corto y cónico, que soporta la figura de un rostro mitad hombre y mitad pájaro (forma conocida con la denominación de “huaco-rey”). El territorio Lambayeque se extiende desde el valle de La Leche, situado al norte, hasta el de Chicama, localizado al sur. Su economía se fundamenta, como ocurre con las correspondientes a las demás culturas costeras coetáneas o anteriores, en una agricultura intensiva mediante regadío y se caracteriza por una producción artesanal diversificada cuya principal protagonista es la metalurgia, con abundante producción de vasijas, máscaras funerarias, adornos y orna- mentos variados, confeccionados para uso de los nobles o para integrar ofrendas funerarias, que hacen uso de técnicas de fabricación y ornamentación muy sofisticadas. A diferencia de la cultura Mochica, aquella de Lambayeque, que también edificó grandes pi- rámides escalonadas, no parece que construyera verdaderas ciudades. Eran más que nada cen- tros ceremoniales y administrativos donde se concentraba la producción artesanal. Por el con- trario, las construcciones agrícolas presentan, sin embargo, un elevado nivel y las redes de ca- nales enlazan entre sí cuatro valles (La Leche, Reque, Chancay y Zaña).
  • 7. Hacia el siglo XIV de nuestra era, los Chimú conquistan el territorio Lambayeque y sacarán partido (como más tarde lo harán los Incas) de los conocimientos poseídos por los artesanos metalúrgicos Lambayeque. El Reino Chimû (del 1100 al 1450 d. n. e.) Tras el declive de la influencia Wari y sucediendo poco después a la cultura Lambayeque, que pronto absorberá, una nueva cultura regional se abre paso en el valle de Moche. Su capital será la gran ciudad de abobe de Chan Chan (que abarca más de 20 Km2). Los Chimú establecen un sistema administrativo que incluye “capitales” regionales (Man- chán, Farfán, Túcume) y, en el interior de cada valle, centros administrativos encargados de regular la producción agrícola y de distribuir sus productos (por ejemplo, Katuay y Milagro de San José en el valle de Moche). Dentro de tal sistema, Chan Chan ejerce simultáneamente el papel de centro administrativo, político y religioso. Al parecer, el poder político Chimú era hereditario y cada soberano tenía la obligación de edificar dentro de la ciudad un nuevo pala- cio; el erigido por su predecesor se convertía entonces en lugar de culto, que se le rendía como antepasado de la nueva dinastía. Pero los Chimú no sólo son grandes constructores de ciudades y templos, sino que amplían el sistema de regadío, ya bastante complejo por entonces. El canal de “La Cumbre”, que conduce las aguas desde el río Chicama hasta el valle de Moche, con el fin de abastecer de caudal para regadío las zonas desérticas que se extienden al norte de Chan Chan, tiene una extensión su- perior a 110 Km. A finales del siglo XIV, el territorio del reino Chimú se extiende desde Tumbes, al norte (en la actual frontera con Ecuador), hasta el valle del Chillón, en el sur (inmediatamente al norte de la actual capital peruana, Lima). Aunque territorialmente se restringían a la región costera, los Chimú mantienen relaciones comerciales e intercambios con las poblaciones de las tierras al- tas e incluso de la selva amazónica, como demuestra la presencia de productos “exôticos”, na- turales (plumas, semillas) o manufacturados (estatuillas de madera de especies tropicales, adornos confeccionados con dientes de mono). Pese a su poderío, el floreciente reino Chimú verá detenida su expansión hacia 1460, debido al avance del ejército Inca comandado por Topa Inca Yupanqui. La Cultura Chancay (del 1100 al 1450 d. n. e.) Justo al sur del territorio Chimú se encontraba entonces establecida una pequeña confedera- ción, la de Cuismancu, bastante poderosa sin embargo para interrumpir la expansión conquis- tadora de los Chimú hacia el sur. Instalada en torno al valle de Chancay, su historia y monu- mentos siguen siendo mal conocidos (por el hecho de la excesiva urbanización de toda la re- gión circundante de la actual capital, Lima). No obstante, la cultura Chancay ha dejado, enterradas en inmensos cementerios, numerosísi- mas obras artísticas de todo tipo. La cerámica presenta una textura bastante rudimentaria, sobriamente pintada en negro sobre fondo blanco, pero la variedad temática es aquí bastante considerable, esencialmente zoomorfa. Entre los objetos más comunes cabe citar también los
  • 8. “cuchimilcos” o estatuillas con ambos brazos extendidos y cabeza terminada en un gran peina- do cuadrangular, cuya significación hoy ignoramos. El arte textil de Chancay es, por el contra- rio, bastante refinado y los tejidos, junto con los correspondientes a los Paracas, pueden con- tarse entre los más elaborados y finos del antiguo Perú. A ello se une una extrema variedad de técnicas (tapicería, tela, brocado, gasa, tela pintada, telas recubiertas de plumas), con una am- plísima gama de motivos zoomorfos y antropomorfos estilizados. La Cultura Ica-Chincha (del 1100 al 1450 d. n. e.) Más al sur, el señor de Chincha reina sobre los valles de Ica y Chincha, antiguo territorio Pa- racas y Nazca. El “reino” de Chincha incluye varios centros urbanos de importancia -Ica Vieja en el valle de Ica y, en el valle de Chincha, Lurinchincha y Tambo de Mora-, constituyendo este último núcleo urbano una especie de capital. La población, compuesta esencialmente por agricultores (al igual que los reinos o confedera- ciones tribales vecinas situadas al norte y sur) se distinguió, sin embargo, por la existencia de una importantísima “corporación” de comerciantes que, tanto por tierra o por mar, transpor- taban diversas mercancías (bienes de consumo, tejidos, objetos suntuarios) en todas direccio- nes, otorgando a Chincha el papel de centro de intercambios más importante del Perú en aquellos momentos. Cada ciudad albergaba numerosos templos y palacios de grandes dimensiones, cuyos tipos de construcción y decoración traen a la memoria, en ocasiones, aquellos de la ciudad Chimú de Chan Chan. El estilo Ica-Chincha -adoptado del nombre de los dos valles más desarrollados y ricos- se ca- racteriza por el uso casi exclusivo, tanto en las labores textiles como en las cerámicas (donde el altorrelieve es inexistente), de pequeños motivos geométricos que saturan el espacio disponi- ble, entre los cuales destaca uno en forma de escalera reproducido hasta la saciedad. La auste- ridad y monotonía de estas decoraciones, muy influenciadas probablemente por las técnicas textiles, quedan afortunadamente mediatizadas por la policromía (elemento característico de los estilos de la Costa sur de Perú desde la época Paracas). HORIZONTE RECIENTE (de 1450 a 1532 d. n. e.) E1 Imperio de los Incas A principios del siglo XIV de nuestra era, si damos crédito a la leyenda (transmitida por los “cronistas” españoles de la Conquista) protagonizada por la fraternal pareja compuesta por Manco Cápac y Mama Ocllo, llegados de la región del Titicaca, la tribu de los Incas se instala en la región del Cuzco. Durante un largo período, el territorio Inca queda limitado al valle del Vilcanota y sólo des- pués de salir victoriosos ante la potente confederación de los Chanka, ocupantes de las altas tierras de Perú Central, los Incas emprenden une expansión que les conduce en menos de un siglo a reinar sobre un territorio de aproximadamente 950.000 Km2, el gran Tahuantinsuyu.
  • 9. Se considera al soberano Pachacútec, el “transformador del mundo”, artífice de las conquistas territoriales más notables y, sobre todo, el incorporador a la cultura Inca de todas las aporta- ciones técnicas y artísticas procedentes de los pueblos conquistados. Los Incas desarrollarán así un sistema administrativo muy centralizado. Establecen diversas capitales regionales (como Huánuco Pampa, Cajamarca, Tambo Colorado), todas ellas siguiendo al modelo arquitectóni- co Inca; disponen una red de caminos que recorre todo el imperio, jalonada por guarniciones militares y almacenes que proporcionan la posibilidad de transportar y hacer acopio de armas, a la vez que facilitan el desplazamiento de “funcionarios” del Estado y el cobro de tributos. Imponen une lengua común –runa simi o “lengua del pueblo”, el quechua-, una religión única -la adoración al Sol y ponen en funcionamiento un sistema de traslado de poblaciones -los mitmaj- cuya finalidad consiste en “incaizar” a los pueblos conquistados. Cuando no estaban en guerra, los Incas y los Indios de la Amazonia (el Antisuyo, parte oriental del Imperio Inca) mantenían lazos comerciales, intercambiaban armas en bronce, telas y objetos manufacturados a cambio de oro, plumas de aves, frutos, madera y otros productos. La arquitectura Inca tradicional es de piedra (en la Costa combina la piedra con el adobe). Sin embargo, la renombrada mampostería de pulidos paramentos y perfectas uniones queda reser- vada a los templos y palacios. La agricultura hace uso de diferentes sistemas, a menudo adoptados de los pueblos conquista- dor, y entre los más conocidos figuran los cultivos en terraza y las acequias de regadío. La pro- ducción agrícola es objeto de una severa reglamentación y una parte va a parar a manos de los sacerdotes, otra es para el soberano y une tercera se distribuye entre las comunidades campesi- nas productoras. Frente a sus predecesores, los incas poseyeron escasas cualidades artísticas. La única forma original encontrada en su cerámica es el aribalo, gran jarra de cuerpo esférico, base cónica y largo cuello ensanchado, provista de dos pequeñas asas laterales destinadas a facilitar el trans- porte de la misma a la espalda. La decoración que aparece pintada es por lo general de trazos geométricos. La llegada de los españoles por la parte norte del Imperio, en 1530, coincide con la existencia de una crisis centrada en la pugna por la sucesión en el poder tras la muerte del Inca Huayna Cápac. Gracias a esta circunstancia sumamente favorable, el poderoso Imperio Inca sucumbe.