1. La ideología de género
2. La ideología de género: Sus peligros y alcances...
3. Bioética, mujer y perspectiva de género
4. El feminismo, ¿destruye la familia?
5. El rol masculino ante los nuevos cambios social...
6. Feminidad y género. Perspectiva bioética.
7. Feminismo y derechos de la mujer
8. La ideología de genéro: exposición y crítica
9. La filosofía del género
10 Ideología de género: Primer blanco, la Familia
11. Persona femenina, persona masculina
12. Habitar funciones humanas de la feminidad y ma...
13. La lente marxista del feminismo de género
14. Sexo y género: La naturaleza de la personalida...
15. Igualdad y diferencia
16. La ideología del género
17. Cultura Gay e ideología de género
18. Carta a los obispos de la Iglesia Católica sob...
19. ¿Qué es la "perspectiva de género"?
20. Género: el nuevo nombre del marxismo
1. La ideología de género
Desde hace ya unos años se venía difundiendo el concepto de género, que vendría a sustituir al sexo.
Según esta “nueva perspectiva” el término género se referiría a una serie de “roles socialmente
construidos”. La IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en
septiembre de 1995 en Pekín, fue el escenario elegido por los promotores de la nueva perspectiva para
lanzar una fuerte campaña de persuasión y difusión. Es por ello que desde dicha cumbre la “perspectiva
de género” ha venido filtrándose en diferentes ámbitos no sólo de los países industrializados, sino
además de los países en vías de desarrollo.
El género se refiere pues a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos
socialmente que se asignan a uno u otro sexo. Cuando los países católicos y la Santa Sede solicitaron
una mayor explicitación del término, la exdiputada del Congreso de los Estados Unidos, Bella Abzug,
2. intervino para completar la interpretación del término:
“El sentido del término género ha evolucionado, diferenciándose de la palabra sexo para expresar la
realidad de que la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sociales sujetas a
cambio”.
Quedaba claro pues que los partidarios de la perspectiva de género proponían algo mucho más
temerario como por ejemplo que “no existe un hombre natural o una mujer natural, que no hay
conjunción de características o de una conducta exclusiva de un solo sexo, ni siquiera en la vida
psíquica”. Así, “la inexistencia de una esencia femenina o masculina nos permite rechazar la supuesta
superioridad de uno u otro sexo, y cuestionar en lo posible si existe una forma natural de sexualidad
humana”.
INDICE:
1. La ideología de género
2. La ideología de género: Sus peligros y alcances...
3. Bioética, mujer y perspectiva de género
4. El feminismo, ¿destruye la familia?
5. El rol masculino ante los nuevos cambios social...
6. Feminidad y género. Perspectiva bioética.
7. Feminismo y derechos de la mujer
8. La ideología de genéro: exposición y crítica
9. La filosofía del género
10 Ideología de género: Primer blanco, la Familia
11. Persona femenina, persona masculina
12. Habitar funciones humanas de la feminidad y ma...
13. La lente marxista del feminismo de género
14. Sexo y género: La naturaleza de la personalida...
15. Igualdad y diferencia
16. La ideología del género
17. Cultura Gay e ideología de género
18. Carta a los obispos de la Iglesia Católica sob...
3. 19. ¿Qué es la "perspectiva de género"?
20. Género: el nuevo nombre del marxismo
1. La ideología de género
1.1. Claves para entender la ideología de qénero
1.2. La ideología de género: Sus peligros y alcances
2. Principales ideológas
2.1. Simone de Beauvoir
2.2. Germaine Greer
2.3. Kate Millet
2.4. Shulamith Firestone
2.5. Michael Foucault
2.6. Margaret Mead
3. La segunda revolución sexual
3.1. Bioética, mujer y perspectiva de género
4. La deconstrucción de la familia
4.1. El feminismo, ¿destruye la familia?
5. La perspectiva de género
5. El rol masculino ante los nuevos cambios sociales
6. Feminidad y género. Perspectiva bioética.
7. Feminismo y derechos de la mujer.
8. La ideología de género: exposición y crítica.
9. La filosofía del género.
10. Ideología de género: Primer blanco, la Familia
11. Persona femenina, persona masculina.
12. Habitar funciones humanas de la feminidad y masculinidad.
13. La lente marxista del feminismo de género
14. Sexo y género: La naturaleza de la personalidad humana, en el centro de la batalla ideológica.
15. Igualdad y diferencia.
16. La ideología del género
17. Cultura Gay e ideología de género.
18. Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el Mundo
19. ¿Qué es la "perspectiva de género"?
FUENTE: http://21generismo.blogspot.com.ar/search/label/00%20Introducci%C3%B3n
1. La ideología de género
4. El término inglés gender apareció hace unos años en la literatura dedicada a las relaciones entre hombre y mujer.
Traducido al español como género sería más fácilmente comprensible si se tradujese como “sexo”. El discurso
sobre el género niega importancia a la diferencia genital entre hombre y mujer.
Si tuviéramos que resumir la ideología del género en una sola frase, convendría recoger de nuevo la famosa frase
de Simone de Beauvoir: “La mujer no nace: se hace” [1].
Una nueva versión de la lucha de clases
Los textos dedicados al género analizan los papeles y responsabilidades atribuidas al hombre y la mujer en el
contexto de nuestra sociedad, como si fueran expectativas de ciertas características, aptitudes y comportamientos
probables de cada uno de ellos (la feminidad y la masculinidad). Estos papeles y expectativas serían distintos en el
tiempo y según las organizaciones económicas y sociales.
La ideología del género recoge la interpretación de Friedrich Engels al concepto de lucha de clases. En su libro El
origen de la familia, Engels relata la historia de la mujer: una historia que depende esencialmente de la de la
técnica. La aparición de la propiedad privada convierte al hombre en propietario de la mujer. En la familia patriarcal
fundada sobre la propiedad privada, la mujer se ve explotada y oprimida por el hombre. El proletariado y las
mujeres se convierten, así, en dos clases oprimidas. La liberación de la mujer pasa, pues, por la destrucción de la
familia y la entrada de todas las mujeres en el mundo del trabajo. Una vez “liberada” del yugo marital y de la carga
de la maternidad, la mujer podrá ocupar su lugar en una sociedad de producción. Simone de Beauvoir nos da una
visión de esto:
“Es fácil imaginar un mundo en que hombres y mujeres sean iguales, pues es exactamente lo que había prometido
la revolución soviética: las mujeres, educadas y formadas exactamente como los hombres, trabajarían en las
mismas condiciones y con los mismos salarios; la libertad erótica sería admitida por las costumbres, pero el acto
sexual ya no sería considerado como un “servicio” que se remunera; la mujer estaría obligada a asegurarse otro
modo de ganarse la vida; el matrimonio se fundaría en un libre compromiso al que los esposos podrían poner
término cuando quisieran; la maternidad sería libre, es decir, se autorizaría el control de la natalidad y el aborto,
que por su parte daría a todas las madres y sus hijos exactamente los mismos derechos, estén ellas casadas o no;
las bajas por maternidad serían pagadas por la colectividad, que asumiría la carga de los niños, lo cual no significa
que les serían retirados a sus padres, sino que no se les abandonaría”. [2]
Asimismo, inspirándose en el estructuralismo, la ideología del género considera que cada cultura produce sus
propias normas de conducta y modela un tipo de mujer distinto. Según las sociedades, ciertas tareas serán
tradicionalmente consideradas como “tareas femeninas” y otras como masculinas. Si se quiere “liberar” a la mujer
de la imagen de madre en el hogar, educando a sus hijos y ocupándose de su marido, hay que proveerle de los
medios necesarios: la anticoncepción y el aborto. Liberada de las responsabilidades del hogar y la familia, la mujer
se podrá entregar a su papel de trabajadora, en igualdad con el hombre. Es así como afirman que las diferencias de
papel entre hombre y mujer son de origen puramente histórico o cultural: el producto de una cultura en vías de
extinción.
La mujer “desmaternizada”
En su libro dedicado al amor materno, Elisabeth Badinter defiende que el instinto materno es un mito. En cuanto al
amor materno, en su opinión, no se puede dar por supuesto [3]. En algunas de sus páginas, la maternidad se
presenta como el lugar de alienación y esclavitud femenina. Es tiempo, pues, de “desmaternizar” a la mujer, de
abolir las diferencias de papel entre hombre y mujer, para llegar a una “cultura unisex”. La diferencia y la
5. complementariedad se sustituyen por la semejanza entre los sexos. Aparece la androginia y se promueve la
valoración de una supuesta bisexualidad original de todas las personas.
En esta nueva cultura, los papeles o funciones del hombre y la mujer serían perfectamente intercambiables [4]. A
partir de entonces, la familia heterosexual y monógama, consecuencia natural del comportamiento heterosexual
del hombre y la mujer, aparece como un caso de práctica sexual junto a muchos otros que se situarían en plano de
igualdad con éste: la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad, el travestismo, las “familias” recompuest as”,
las “familias” monoparentales masculinas o femeninas, y sólo quedarían las uniones pedofílicas o incluso
incestuosas.
Como todas las uniones deben ponerse en plano de igualdad, la ley debería dar a todas ellas las mismas
prerrogativas jurídicas que se reconocen a la familia tradicional.
La cultura anti-familia del género
La familia tradicional, heterosexual y monógama, se reduce a un modelo entre tantas otras uniones de carácter
puramente contractual.
La familia tradicional comprende la institución del matrimonio: compromiso en el tiempo, deberes de fidelidad,
convivencia, socorro y asistencia libremente consentidos. Del matrimonio surge naturalmente la filiación. El estado
de filiación no se inventa; se instituye socialmente como origen o proveniencia de toda persona, de la que no se
puede disponer: ni el sujeto tiene poder para decidir que deja de ser hijo o hija de sus padres, ni éstos son dueños
del vínculo que, sin embargo, procede de su acto procreador. La institución familiar tradicional es, pues, el lugar
donde las personas se comprometen a construir juntos una nueva comunidad, estable y abierta a la vida. La familia
es lugar de solidaridad, interdependencia consentida y fidelidad.
La cultura anti-familia del género llama “familia” y equipara diferentes formas de unión que se fundan en contratos
acordados entre individuos. Los vínculos que uno contrae con otro individuo serían entonces rescindibles en
cualquier momento, si los términos dejan de convenirle, en el momento en que la supuesta bisexual idad original
evolucione en uno u otro sentido. En cuanto a los hijos, si los hay, perderán esa familia –precaria desde su mismo
origen- cuando las partes contratantes estimen tener interés en poner fin a ese contrato.
NOTAS[1].“Le deuxième sexe II. L’expérience vécue”, NRF, Ed. Gallimard 1949, pág.13[2]. Idem, pág.569[3]. Simone
de Beauvoir ya había escrito: “(...) el amor materno no tiene nada de natural” (idem, pág. 339). Ver “L’amour en
plus. Histoire de l’amour maternel (XVIIe-Xxe siècle), Elisabeth Badinter, Ed. Flammarion, Paris, 1980. [4]. Ver Safe
Motherhood Initiatives: Critical issues, editado por Marge Berer y TK Sundari Ravindran, colección Reproductive
Health Matters, Blackwell Science Ltd., Oxford 1999.
2. La ideología de género: Sus peligros y alcances
Comisión ad - hoc de la mujer
Comisión Episcopal de Apostolado Laical
Conferencia Episcopal Peruana
(en base al informe "La desconstrucción de la mujer" de Dale O'Leary)
Presentación
Se ha estado oyendo durante estos últimos años la expresión "género" y muchos se imaginan que es solo otra
manera de referirse a la división de la humanidad en dos sexos, pero detrás del uso de esta palabra se e sconde
6. toda una ideología que busca precisamente hacer salir el pensamiento de los seres humanos de esta estructura
bipolar.
Los proponentes de esta ideología quieren afirmar que las diferencias entre el varón y la mujer, fuera de las obvias
diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija que haga a unos seres humanos varones y a otras
mujeres. Piensan más bien que las diferencias de manera de pensar, obrar y valorarse a sí mismos son el producto
de la cultura de un país y de una época determinados, que les asigna a cada grupo de personas una serie de
características que se explican por las conveniencias de las estructuras sociales de dicha sociedad.
Quieren rebelarse contra esto y dejar a la libertad de cada cual el tipo de "género" al que qui eren pertenecer, todos
igualmente válidos. Esto hace que hombres y mujeres heterosexuales, los homosexuales y las lesbianas, y los
bisexuales sean simplemente modos de comportamiento sexual producto de la elección de cada persona, libertad
que todos los demás deben respetar.
No se necesita mucha reflexión para darse cuenta de lo revolucionaria que es esta posición, y de las consecuencias
que tiene la negación de que haya una naturaleza dada a cada uno de los seres humanos por su capital genético. Se
diluye la diferencia entre los sexos como algo convencionalmente atribuido por la sociedad, y cada uno puede
"inventarse" a sí mismo.
Toda la moral queda librada a la decisión del individuo y desaparece la diferencia entre lo permitido y lo prohibido
en esta materia. Las consecuencias religiosas son también obvias. Es conveniente que el público en general se dé
clara cuenta de lo que todo esto significa, pues los proponentes de esta ideología usan sistemáticamente un
lenguaje equívoco para poder infiltrarse más fácilmente en el ambiente, mientras habitúan a las personas a pensar
como ellos. Este librito puede ayudar mucho en precisar conceptos y llamar a una toma de posición con respecto a
la mencionada ideología.
Mons. Oscar Alzamora Revoredo, S.M.
Obispo Auxiliar de Lima Miembro de la CEAL
Lima, Abril 1998
La Ideología de Género: Sus Peligros y Alcances
Por Jutta Burggraf *
Es claro que para esta nueva "perspectiva de género", la realidad de la naturaleza incomoda, estorba, y por tanto,
debe desaparecer. Esta perspectiva de género que se quiere imponer desde los organismos internacionales está en
la misma línea contraria al orden natural como el antinatalismo.
"El género es una construcción cultural; por consiguiente no es ni resultado causal del sexo ni tan aparentemente
fijo como el sexo... Al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género
mismo viene a ser un artificio libre de ataduras; en consecuencia hombre y masculino podrían significar tanto un
cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino". (1)
Estas palabras que podrían parecer tomadas de un cuento de ciencia ficción que vaticina una seria pérdida de
sentido común en el ser humano, no son otra cosa que un extracto del libro "Gender Trouble: Feminism and the
Subversion of Identity" (El Problema del Género: el Feminismo y la Subversión de la Identidad") de la feminista
radical Judith Butler, que viene siendo utilizado desde hace varios años como libro de texto en diversos programas
de estudios femeninos de prestigiosas universidades norteamericanas, en donde la perspectiva de género viene
siendo ampliamente promovida.
Mientras muchos podrían seguir considerando el término 'género' como simplemente una forma cortés de decir
'sexo' para evitar el sentido secundario que 'sexo' tiene en inglés, y que por tanto 'género' se refiere a seres
humanos masculinos y femeninos, existen otros que desde hace ya varios años han decidido difundir toda una
7. "nueva perspectiva" del término. Esta perspectiva, para sorpresa de muchos, se refiere al término género como
"roles socialmente construidos".
La IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en setiembre de 1995 en Pekín, fue el
escenario elegido por los promotores de la nueva perspectiva para lanzar una fuerte campaña de persuasión y
difusión. Es por ello que desde dicha cumbre la "perspectiva de género" ha venido fi ltrándose en diferentes
ámbitos no sólo de los países industrializados, sino además de los países en vías de desarrollo.
Definición del término "género"
Precisamente en la cumbre de Pekín, muchos de los delegados participantes que ignoraban esta "nueva
perspectiva" del término en cuestión, solicitaron a sus principales propulsores una definición clara que pudiera
iluminar el debate. Así, la directiva de la conferencia de la ONU emitió la siguiente definición:
"El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se
asignan a uno u otro sexo".
Esta definición creó confusión entre los delegados a la cumbre, principalmente entre los provenientes de países
católicos y de la Santa Sede, quienes solicitaron una mayor explicitación del término ya que se presentía que éste
podría encubrir una agenda inaceptable que incluyera la tolerancia de orientaciones e identidades homosexuales,
entre otras cosas. Fue entonces que Bella Abzug, ex-diputada del Congreso de los Estados Unidos intervino para
completar la novedosa interpretación del término "género":
"El sentido del término 'género' ha evolucionado, diferenciándose de la palabra 'sexo' para expresar la realidad de
que la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sociales sujetas a cambio".
Quedaba claro pues que los partidarios de la perspectiva de género proponían algo mucho más temerario como
por ejemplo que "no existe un hombre natural o una mujer natural, que no hay conjunción de características o de
una conducta exclusiva de un sólo sexo, ni siquiera en la vida psíquica" (2) . Así, "la inexistencia de una esencia
femenina o masculina nos permite rechazar la supuesta 'superioridad' de uno u otro sexo, y cuestionar en lo
posible si existe una forma 'natural' de sexualidad humana" (3) .
Ante tal situación, muchos delegados cuestionaron el término así como su inclusión en el documento. Sin embargo,
la ex-diputada Abzug abogó férreamente en su favor:
"El concepto de 'género' está enclavado en el discurso social, político y legal contemporáneo. Ha sido integrado a la
planificación conceptual, al lenguaje, los documentos y programas de los sistemas de las Naciones Unidas... los
intentos actuales de varios Estados Miembros de borrar el término 'género' en la Plataforma de Acción y
reemplazarlo por 'sexo' es una tentativa insultante y degradante de revocar los logros de las mujeres, de
intimidarnos y de bloquear el progreso futuro".
El apasionamiento de Bella Abzug por incluir el término en Pekín llamó la atención de muchos delegados. Sin
embargo, el asombro y desconcierto fue mayor luego que uno de los participantes difundiera algunos textos
empleados por las feministas de género, profesoras de reconocidos Colleges y Universidades de los Estados Unidos.
De acuerdo a la lista de lecturas obtenida por el delegado, las "feministas de género" defienden y difunden las
siguientes definiciones:
- Hegemonía o hegemónico: Ideas o conceptos aceptados universalmente como naturales, pero que en realidad
8. son construcciones sociales.
- Desconstrucción: La tarea de denunciar las ideas y el lenguaje hegemónico (es decir aceptados universalmente
como naturales), con el fin de persuadir a la gente para creer que sus percepciones de la realidad son
construcciones sociales.
- Patriarcado, Patriarcal: Institucionalización del control mascul ino sobre la mujer, los hijos y la sociedad, que
perpetúa la posición subordinada de la mujer.
- Perversidad polimorfa, sexualmente polimorfo: Los hombres y las mujeres no sienten atracción por personas del
sexo opuesto por naturaleza, sino más bien por un condicionamiento de la sociedad. Así, el deseo sexual puede
dirigirse a cualquiera.
- Heterosexualidad obligatoria: Se fuerza a las personas a pensar que el mundo está dividido en dos sexos que se
atraen sexualmente uno al otro.
- Preferencia u orientación sexual: Existen diversas formas de sexualidad -incluyendo homosexuales, lesbianas,
bisexuales, transexuales y trasvestis- como equivalentes a la heterosexualidad.
- Homofobia: Temor a relaciones con personas del mismo sexo; personas prejuiciadas en contra de los
homosexuales. (El término se basa en la noción de que el prejuicio contra los homosexuales tiene sus raíces en el
ensalzamiento de las tendencias homosexuales).
Estas definiciones fueron tomadas del material obligatorio del curso "Re-imagen del Género" dictado en un
prestigioso College norteamericano. Asimismo, las siguientes afirmaciones corresponden a la bibliografía
obligatoria del mismo:
"La teoría feminista ya no puede darse el lujo simplemente de vocear una tolerancia del 'lesbianismo' como 'estilo
alterno de vida' o hacer alusión de muestra a las lesbianas. Se ha retrasado demasiado una crítica feminista de la
orientación heterosexual obligatoria de la mujer". (4)
"Una estrategia apropiada y viable del derecho al aborto es la de informar a toda mujer que la penetración
heterosexual es una violación, sea cual fuere su experiencia subjetiva contraria." (5)
Las afirmaciones citadas podrían parecer suficientemente reveladoras sobre la peligrosa agenda de los promotores
de esta "perspectiva". Sin embargo, existen aún otros postulados que las "feministas de género" propagan cada vez
con mayor fuerza:
"Cada niño se asigna a una u otra categoría en base a la forma y tamaño de sus órganos genitales. Una vez hecha
esta asignación nos convertimos en lo que la cultura piensa que cada uno es -femenina o masculino-. Aunque
muchos crean que el hombre y la mujer son expresión natural de un plano genético, el género es producto de la
cultura y el pensamiento humano, una construcción social que crea la 'verdadera naturaleza' de todo individuo." (6)
Es así que para las "feministas de género", éste "implica clase, y la clase presupone desigualdad. Luchar más bien
por desconstruir el género llevará mucho más rápidamente a la meta" (7) .
El feminismo de género
Pero en qué consiste el "feminismo de género" y cuál es la diferencia con el comúnmente conocido feminismo.
Para comprender más a profundidad el debate en torno al "término género", vale la pena responder a esta
pregunta.
El término "feministas de género" fue acuñado en primer lugar por Christina Hoff Sommers en su libro "Who Stole
Feminism?" ("¿Quién se robó el Feminismo?"), con el fin de distinguir el feminismo de ideología radical surgido
hacia fines de los 60's, del anterior movimiento feminista de equidad.
9. Aquí las palabras de Hoff Sommers:
"El feminismo de equidad es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos. Una feminista de
equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo, ausencia de discriminación. Por el
contrario, el feminismo del 'género' es una ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer
norteamericana está presa en un sistema patriarcal opresivo. La feminista de equidad opina que las cosas han
mejorado mucho para la mujer; la feminista del 'género' a menudo piensa que han empeorado. Ven señales de
patriarcado por dondequiera y piensan que la situación se pondrá peor. Pero e sto carece de base en la realidad
norteamericana. Las cosas nunca han estado mejores para la mujer que hoy conforma 55% del estudiantado
universitario, mientras que la brecha salarial continúa cerrándose" (8) .
Al parecer, este "feminismo de género" tuvo una fuerte presencia en la Cumbre de Pekín. Así lo afirma Dale
O'Leary, autora de numerosos ensayos sobre la mujer y participante en la Conferencia de Pekín, quien asegura que
durante todas las jornadas de trabajo, aquellas mujeres que se identificaron como feministas abogaron
persistentemente por incluir la "perspectiva del género" en el texto, por la definición de "género" como 'roles
socialmente construidos' y por el uso de "género" en sustitución de 'mujer' o de masculino y femenino.
De hecho todas las personas familiarizadas con los objetivos del "feminismo de género", reconocieron
inmediatamente la conexión entre la mencionada ideología y el borrador del "Programa de Acción" del 27 de
febrero que incluía propuestas aparentemente inocentes y términos particularmente ambiguos.
Neo Marxismo
En palabras de Dale O'Leary, la teoría del "feminismo de género" se basa en una interpretación neo-marxista de la
historia. Comienza con la afirmación de Marx, de que toda la historia es una lucha de clases, de opresor contra
oprimido, en una batalla que se resolverá solo cuando los oprimidos se percaten de su situación, se alcen en
revolución e impongan una dictadura de los oprimidos. La sociedad será totalmente reconstruida y emergerá la
sociedad sin clases, libre de conflictos, que asegurará la paz y prosperidad utópicas para todos.
O'Leary agrega que Frederick Engels fue quien sentó las bases de la unión entre el marxismo y el feminismo. Para
ello cita el libro "El Origen de la Familia, la Propiedad y el Estado", escrito por el pensador alemán en 1884 en el que
señala:
"El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la
mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por
el masculino" (9)
Según O'Leary, los marxistas clásicos creían que el sistema de clases desaparecería una vez que se eliminara la
propiedad privada, se facilitara el divorcio, se aceptara la ilegitimidad, se forzara la entrada de la mujer al mercado
laboral, se colocara a los niños en institutos de cuidado diario y se eliminara la religión. Sin embargo, para las
"feministas de género", los marxistas fracasaron por concentrarse en soluciones económicas sin atacar
directamente a la familia, que era la verdadera causa de las clases.
En ese sentido, la feminista Shulamith Firestone afirma la necesidad de destruir la diferencia de clases, más aún la
diferencia de sexos:
"... asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las mujeres) se alce en
revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios
cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como
10. todas las instituciones sociales de nacimiento y cuidado de niños. Y así como la meta final de la revolución socialista
era no sólo acabar con el privilegio de la clase económica, sino con la distinción misma entre clases económicas, la
meta definitiva de la revolución feminista debe ser igualmente -a diferencia del primer movimiento feminista- no
simplemente acabar con el privilegio masculino sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales
entre los seres humanos ya no importarían culturalmente" (10)
Cuando la Naturaleza estorba
Es claro pues que para esta nueva "perspectiva de género", la realidad de la naturaleza incomoda, estorba, y por
tanto, debe desaparecer. Al respecto, la propia Shulamith Firestone decía:
"Lo 'natural' no es necesariamente un valor 'humano'. La humanidad ha comenzado a sobrepasar a la naturaleza;
ya no podemos justificar la continuación de un sistema discriminatorio de clases por sexos sobre la base de sus
orígenes en la Naturaleza. De hecho, por la sola razón de pragmatismo empieza a parecer que debemos
deshacernos de ella" (11)
Para los apasionados defensores del la "nueva perspectiva", no se deben hacer distinciones porque cualquier
diferencia es sospechosa, mala, ofensiva. Dicen además que toda diferencia entre el hombre y la mujer es
construcción social y por consiguiente tiene que ser cambiada. Buscan establecer una igualdad total entre hombre
y mujer, sin considerar las naturales diferencias entre ambos, especialmente las diferencias sexuales; más aún,
relativizan la noción de sexo de tal manera que, según ellos, no existirían dos sexos, sino más bien muchas
"orientaciones sexuales".
Así, los mencionados promotores del "género" no han visto mejor opción que declararle la guerra a la naturaleza y
a las opciones de la mujer. Según O'Leary, las "feministas de género" a menudo denigran el respeto por la mujer
con la misma vehemencia con que atacan el irrespeto, porque para ellas el "enemigo" es la diferencia.
Sin embargo, es evidente que no toda diferencia es mala ni mucho menos irreal. Tanto el hombre como la mujer -
creados a imagen y semejanza de Dios- tienen sus propias particularidades naturales que deben ser puestas al
servicio del otro, para alcanzar un enriquecimiento mutuo. Esto, claro está, no significa que los recursos personales
de la femineidad sean menores que los recursos de la masculinidad; simplemente significa que son diferentes.
En tal sentido, si aceptamos el hecho de que hombre y mujer son diferentes, una diferencia estadística entre
hombres y mujeres que participen en una actividad en particular, podría ser más que una muestra de
discriminación, el simple reflejo de esas diferencias naturales entre hombre y mujer.
No obstante, ante la evidencia de que estas diferencias son naturales, los propulsores de la "nueva perspectiva" no
cuestionan sus planteamientos sino más bien atacan el concepto de naturaleza.
Además, consideran que las diferencias de "género", que según ellos existen por construcción social, fuerzan a la
mujer a ser dependiente del hombre y por ello, la libertad para la mujer consistirá, no en actuar sin restricciones
indebidas, sino en liberarse de "roles de género socialmente construidos". En ese sentido, Ann Ferguson y Nancy
Folbre afirman:
"... las feministas deben hallar modos de apoyo para que la mujer identifique sus intereses con la mujer, antes que
con sus deberes personales hacia el hombre en el contexto de la familia. Esto requiere establecer una cultura
feminista revolucionaria auto-definida de la mujer, que pueda sostener a la mujer, ideológica y materialmente
'fuera del patriarcado'. Las redes de soporte contra-hegemónico material y cultural pueden proveer substitutos
mujer-identificados de la producción sexo-afectiva patriarcal, que proporcionen a las mujeres mayor control sobre
sus cuerpos, su tiempo de trabajo y su sentido de sí mismas." (12)
11. Con dicho fin, Ferguson y Folbre diseñan 4 áreas claves de "ataque":
1) Reclamar apoyo económico oficial para el cuidado de niños y los derechos reproductivos.
2) Reclamar libertad sexual, que incluye el derecho a la preferencia sexual (derechos homosexuales/lesbianos).
3) El control feminista de la producción ideológica y cultural (es importante porque la producción cultural afecta los
fines, el sentido de sí mismo, las redes sociales y la producción de redes de crianza y afecto, amistad y parentesco
social).
4) Establecer ayuda mutua: sistemas de apoyo económico a la mujer, desde redes de identificación única con la
mujer, hasta juntas de mujeres en los sindicatos que luchen por los intereses femeninos en el trabajo
asalariado. (13)
Una buena excusa: La mujer
Luego de revisar la peculiar "agenda feminista", Dale O'Leary evidencia que el propósito de cada punto de la misma
no es mejorar la situación de la mujer, sino separar a la mujer del hombre y destruir la identificación de sus
intereses con los de sus familias. Asimismo, agrega la experta, el interés primordial del feminismo radical nunca ha
sido el de mejorar directamente la situación de la mujer ni aumentar su libertad. Por el contrario, para las
feministas radicales activas, las mejoras menores pueden obstaculizar la revolución de clase sexo/género.
Esta afirmación es confirmada por la feminista Heidi Hartmann que radicalmente afirma:
"La cuestión de la mujer nunca ha sido la 'cuestión feminista'. Esta se dirige a las causas de la desigualdad sexual
entre hombres y mujeres, del dominio masculino sobre la mujer" (14)
No en vano, durante la Conferencia de Pekín, la delegada canadiense Valerie Raymond manifestó su empeño en
que la cumbre de la mujer se abordara paradójicamente "no como una 'conferencia de la mujer'" sino que "los
temas debían enfocarse a través de una 'óptica de género'".
Así, dice O'Leary, la "nueva perspectiva" tiene como objeto propulsar la agenda
homosexual/lesbiana/bisexual/transexual, y no los intereses de las mujeres comunes y corrientes.
Roles socialmente construidos
Para tratar este punto, tomemos la definición de "género" señalada en un volante que fuera circulado en la
Reunión del ComPrep (Comité Preparatorio de Pekín) por partidarias de la perspectiva en cuestión.
"Género se refiere a los roles y responsabilidades de la mujer y del hombre que son determinados socialmente. El
género se relaciona a la forma en que se nos percibe y se espera que pensemos y actuemos como mujeres y
hombres, por la forma en que la sociedad está organizada, no por nuestras diferencias biológicas".
Vale señalar que el término 'rol' distorsiona la discusión. Siguiendo el estudio de O'Leary, el 'rol' se define
primariamente como: parte de una producción teatral en la cual una persona, vestida especialmente y maquillada,
representa un papel de acuerdo a un libreto escrito. El uso del término 'rol' o de la frase 'roles desempeñados'
transmite necesariamente la sensación de algo artificial que se le impone a la persona.
Cuando se sustituye 'rol' por otro vocablo -tal como vocación-, se pone de manifiesto cómo el término 'rol' afecta
nuestra percepción de identidad. Vocación envuelve algo auténtico, no artificial, un llamado a ser lo que somos.
Respondemos a nuestra vocación a realizar nuestra naturaleza o a desarrollar nuestros talentos y capacidades
innatos. En ese sentido, por ejemplo, O'Leary destaca la vocación femenina a la maternidad, pues la maternidad no
es un 'rol'.
Cuando una madre concibe a un hijo, emprende una relación de por vida con otro ser humano. Esta relación define
12. a la mujer, le plantea ciertas responsabilidades y afecta casi todos los aspectos de su vida. No está representando el
papel de madre; es una madre. La cultura y la tradición ciertamente influyen sobre el modo en que la mujer cumple
con las responsabilidades de la maternidad, pero no crean madres, aclara O'Leary.
Sin embargo, los promotores de la "perspectiva de género" insisten en decir que toda relación o actividad de los
seres humanos es resultado de una "construcción social" que otorga al hombre una posición superior en la
sociedad y a la mujer una inferior. Según esta perspectiva, el progreso de la mujer requiere que se libere a toda la
sociedad de esta "construcción social", de modo que el hombre y la mujer sean iguales.
Para ello, las "feministas de género" señalan la urgencia de "desconstruir estos roles socialmente construidos", que
según ellas, pueden ser divididos en tres categorías principalmente:
- Masculinidad y Feminidad. Consideran que el hombre y la mujer adultos son construcciones sociales; que en
realidad el ser humano nace sexualmente neutral y que luego es socializado en hombre o mujer. Esta socialización,
dicen, afecta a la mujer negativa e injustamente. Por ello, las feministas proponen depurar la educación y los
medios de comunicación de todo estereotipo y de toda imagen específica de género, para que los niños puedan
crecer sin que se les exponga a trabajos "sexo-específicos".
- Relaciones familiares: padre, madre, marido y mujer. Las feministas no sólo pretenden que se sustituyan estos
términos "género-específicos" por palabras "género-neutrales", sino que aspiran a que no haya diferencias de
conducta ni responsabilidad entre el hombre y la mujer en la familia. Según Dale O'Leary, ésta es la categoría de
"roles socialmente construidos" a la que las feministas le atribuyen mayor importancia porque consideran que la
experiencia de relaciones "sexo-específicas" en la familia son la principal causa del sistema de clases
"sexo/géneros".
- Ocupaciones o profesiones. El tercer tipo de "roles socialmente construidos" abarca las ocupaciones que una
sociedad asigna a uno u otro sexo.
Si bien las tres categorías de "construcción social" ya podrían ser suficientes, el repertorio de las "feministas de
género" incluye una más: la reproducción humana que, según dicen, también es determinada socialmente. Al
respecto, Heidi Hartmann afirma:
"La forma en que se propaga la especie es determinada socialmente. Si biológicamente la gente es sexualmente
polimorfa y la sociedad estuviera organizada de modo que se permitiera por igual toda forma de expresión sexual,
la reproducción sería resultado sólo de algunos encuentros sexuales: los heterosexuales. La división estricta del
trabajo por sexos, un invento social común a toda sociedad conocida, crea dos géneros muy separados y la
necesidad de que el hombre y la mujer se junten por razones económicas. Contribuye así a orientar sus exigencias
sexuales hacia la realización heterosexual, y a asegurar la reproducción biológica. En sociedades más imaginativas,
la reproducción biológica podría asegurarse con otras técnicas." (15)
3. Bioética, mujer y perspectiva de género
Dra. Ma. de la Luz Casas M. Maestra en Bioética Escuela de Medicina. Universidad Panamericana.
INTRODUCCION.
En las Conferencias Internacionales sobre la mujer que se han llevado a cabo oficialmente en relación con los roles
propuestos a la mujer, se han introducido los conceptos de “perspectiva de género”, “Equidad de género”, se ha
afirmado que las diferencias entre hombres y mujeres responden a una estructura cultural, social y psicológica y no
a condiciones biológicas.
13. La propuesta viene fundamentalmente de Organizaciones no Gubernamentales ya expuesta en la VI Conferencia
Regional sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y el Caribe,
organizada por CEPAL y ratificada en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en China 1995 convocada por la
ONU.
En la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en Pekin del 4-15 de septiembre de 1995, auspiciada por la
O.N.U. se debatieron importantes aspectos sobre los problemas específicos de la mujer, asistieron a ella 191 países
que representaron 23,000 participantes oficiales además de 4,000 Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que
se manifestaron dentro y afuera del recinto oficial, demostrando así la voluntad de cambio sobre las condiciones de
inferioridad que en muchos aspectos de la vida la mujer ha padecido a través de la historia.
Aunque dicha Plataforma de Acción no es obligatoria, si es vinculante, ya que constituye una instancia de consenso
internacional.
Los temas que constituyen la Agenda se reunieron en diversos puntos representativos de la discriminación
femenina.
PUNTOS POSITIVOS DE LA CONFERENCIA.
La Conferencia constituyó una llamada hacia la reflexión de la posición de las mujeres en el mundo y la
conceptualización de la postura femenina desde su propia perspectiva. En ese sentido su influencia contribuyó de
forma importante en la consideración de aspectos que desde hacía mucho tiempo no habían sido lo
suficientemente evaluados a la luz de las circunstancias actuales de vida.
El documento analizó y propuso acciones en muy diferentes aspectos de la vida de la mujer.
PUNTOS EN CONTROVERSIA.
Existieron muchos rubros que fueron considerados sin consenso por muchos países, pero sin duda el término de
mayor polémica lo constituyó el término "género", pues aunque este vocablo se encuentra aceptado en forma
clásica dentro del concepto gramatical de "accidente que indica el sexo de las personas o de los animales", por la
insistencia de su uso en diferentes contextos requirió de la asamblea una definición específica por parte de las
comisiones que lo promovían.
GÉNERO COMO DEFINICIÓN Y PERSPECTIVA.
Ya desde hacía algunos años antes de la Conferencia el término "género" había sido usado por grupos feministas en
sus discursos, como vemos a continuación en palabras de Judith Butler, directora de Gay and Lesbian Human Rights
Comission
“el género es una construcción cultural, por consiguiente no es ni resultado casual del sexo ni tan aparentemente
fijo como el sexo… al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género
mismo viene a ser un artificio libre de ataduras; en consecuencia hombre y masculino podrían significar tanto un
cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino.”
Un poco antes de la Conferencia también algunos grupos feministas mexicanos se habían pronunciado en relación a
esta nueva concepción de la palabra género:
“el lesbianismo, la heterosexualidad y la bisexualidad, son expresiones a las que tienen derecho las mujeres… el
14. derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra sexualidad incluye la libre orientación sexo afectiva… es
importante recuperar la reivindicación del ejercicio de la sexualidad como una fuente de placer y de comunicación
interpersonal no importando su orientación… lograr el respeto a los derechos de las mujeres lesbianas, constituye
un avance para todos los sectores sociales que trabajan por las libertades, el respeto a la diferencia y la convivencia
plural y democrática”.
A este respecto “el Closet de Sor Juana” y el Comité Nacional de ONG’s Mexicanas, declaró en su página de internet
con referencia a la Conferencia de la Mujer:
“desde el inicio del proceso preparatorio, hemos impulsado la preparación de nuestras demandas y de las lesbianas
mismas a la IV Conferencia Mundial de la Mujer. Consideramos ser una gran oportunidad para la visibilidad de las
lesbianas en el mundo”
Por el hecho de que los anteriores grupos fueron asesores de CONAPO para la preparación del Documento de
presentación ante la Conferencia se consideró la necesidad de aclarar suficientemente las implicaciones de esta
nueva concepción.
FUNDAMENTACIÓN FILOSÓFICA DE LA POSTURA DE GÉNERO.
La concepción de la postura de género puede ser enmarcada en una combinación entre la teoría de Engels, la
filosofía del estructuralismo de Michel Foucault, el liberalismo radical de Sartre y Simon de Beauvoir.
Michel Schooyans catedrático de la Universidad de Lovaina en materia de población señala en una ent revista con
Sabine Chevalier:
"La idea de "género" surge de una coalición ideológica de la cual los fundamentos son a la vez socialistas y liberales.
Se encuentra en los socialistas, proviniente de Feuerbach (1804-1872), la idea de "humanidad genérica": sólo
cuenta el "género humano", del cual el hombre individual no es sino una manifestación efímera destinada a la
muerte. Pero la ideología liberal, con su concepción utilitarista del hombre, muy marcada por el malthusianismo, se
une a esta visión, particularmente en una concepción globalista del mercado, al cual debe ser subordinada la
política y la producción de los hombres; el individuo es reducido al ejercicio de una simple función.
Interviene también en la "justificación" de la ideología del género un aporte del "estructuralismo",que afirma que
nosotros entramos en una "nueva cultura", haciendo apelo a nuevas reglas que toca al hombre crear. Esta coalición
ideológica del género ha sido lanzada en la plaza pública por la ONU en la Conferencia de Pekín de 1995. Según sus
ideólogos, el matrimonio heterosexual monogámico pertenece a una cultura anterior: de él derivaba la función de
la maternidad y de la familia. Entrando en esta nueva cultura, debemos barrer estas referencias "caducas". En
adelante es necesario considerar que la regla que debe prevalecer es la intercambiabilidad de roles del hombre y
de la mujer. Para que la mujer pueda volverse miembro activo a tiempo completo de la sociedad de producción,
ella debe tomar en mano su propia liberación, desprendiéndose de la "carga" de la procreación y de su condición "
alienante " de esposa y madre. De donde una revolución sexual muy profunda: abolición de la maternidad y de la
familia monogámica; atribución de unos sentidos múltiples a la palabra "familia" monoparental masculina o
femenina, "familia" proveniente de manipulaciones biológicas diversas, etc.: instauración de innumerables
modalidades de prácticas sexuales: "padre" biológico o no progenitor, "madre" biológica o portadora, etc., todos
los casos imaginables son considerados en los documentos de la ONU".
Por su parte, Simone de Beauvoir filósofa de la liberación femenina afirma :“no se nace mujer; se hace. Ningún
destino biológico, psíquico, económico, define la figura que reviste dentro de la sociedad la hembra humana; es el
conjunto de la sociedad el que elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado que es calificado
15. como femenino. solo la mediación del otro puede construir a un individuo como otro". Y continúa:
"Hay que rechazar la sexualidad como naturaleza. Hay que superar esa institucionalización del amor que vincula a
la mujer con el sexo, la maternidad, el hogar. Es menester que haya parejas libres, madres libres, libertad
económica para la mujer… el encuentro de los sexos en un nivel de igualdad plena será únicamente el encuentro de
dos libertades.
Otra parte de esta fundamentación se encuentra en las obras de Engels quien escribe:
“el primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre hombre y mujer
unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el
masculino”.
La postura es retomada por Firestone, líder feminista en épocas recientes:
“se requiere que la clase subyugada se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure
la propiedad sobre su propio cuerpo, como también el control femenino sobre la fertilidad, incluyendo las nuevas
tecnologías la meta no solo es el privilegio económico...sino de la distinción de sexos misma: las diferencias
genitales entre los seres humanos ya no importarán culturalmente”.
DEL FEMINISMO AL GENERISMO.
De lo anteriormente expuesto puede concluirse que existe a la fecha una confusión entre las estrategias propuestas
por los grupos feministas originales y un nuevo grupo, que promueve como fundamental la postura de género, las
posturas tienen una diferencia significativa que pueden aclararse en la definición de Hoff:
“el feminismo de equidad es la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos...el feminismo de género es una
ideología que pretende que la mujer esta presa en un sistema patriarcal opresivo".
Como puede apreciarse ambos conceptos llevan implícitas estrategias diferentes, que serán necesario aclarar, para
que el término "género" y "perspectiva de género" pueda ser unívoco en los documentos oficiales.
ANTE LAS REALIDADES FEMENINAS.
La lucha femenina por sus derechos lleva más de cien años de existencia oficial, desde las primeras manifestaciones
por el voto en Inglaterra. La importancia de la lucha feminista organizada radica principalmente en la
conceptualización de la mujer como grupo capaz de constituirse en grupo de poder social y político significativo.
Es verdad que en la historia la mujer ha sido discriminada con frecuencia, a veces, en forma consentida y en otras
por imposición o manipulación, en una realidad sociocultural que bajo los valores actuales de reconocimiento de
derechos humanos es insostenible.
Entre los rubros de inequidad social contra la mujer podemos señalar entre otras:
*conceptualización devaluada de la mujer como dependiente del hombre
*preferencia de hijos varones
*preferencia de alimentación y estudio a varones
*diferencia educativa y de cargas de trabajo del hogar para el hombre
*conceptualización machista y de posesión sexual de la mujer por el hombre
*diferencia laboral en puestos y retribución
*carga laboral y familiar inequitativa en la mujer aunque esta sea la proveedora.
16. REALIDAD Y GÉNERO.
Las propuestas generistas tratan de lograr la igualdad entre hombre y mujer, lo cual es muy justo, pero negando la
realidad entre los seres humanos sexuados. La mujer no es "un ser intermedio entre el hombre y el castrado" como
lo dicta S. de Beauvoir, es un ser íntegro con propia naturaleza, la femenina. El tratar de igualarse al varón por el
solo hecho de tener mismas funciones laborales o de poder, o negar el valor de la función reproductora de la mujer
no harán que la realidad cambie, más que en cargas de trabajo o poder.
La biología marca diferencias estructurales del hombre y la mujer que no pueden ser ignoradas y si bien marcan
diferencias de función no tienen que ser estas consideradas como fuente de manipulación o discriminación.
DIFERENCIAS BIOLOGICAS.
El ser humano desde la perspectiva biológica pertenece a la especie hommo sapiens. Las especies sexuadas,
mamíferas tienen dos géneros: femenino y masculino.
Existe biológicamente un determinismo genético, expresado fenotípicamente en forma de dimorfismo sexual
complementario y vinculado como toda especie sexuada a la reproducción de la especie.
Esta realidad científica puede ser constatada desde el punto de vista de la embriología, genético, molecular,
endocrinológico y neurológico entre otros, y constituyen en sí la base del dimorfismo sexual que enmarcan
comportamientos y funciones femeninas y masculinas imposibles de ignorar.
DIFERENCIAS PSICOLOGICAS.
Tampoco las diferencias genéricas se circunscriben al ámbito solamente cultural como se señala en el modelo
cognoscitivo del desarrollo psicosexual de Kholberg:
"el concepto de identidad de género y estereotipos masculino/femenino, presentan elementos comunes
universales, no se aprenden por transmisión directa de patrones específicos a un grupo familiar son creados por el
niño mediante interpretación activa de:
a) diferencia en la estructura corporal del hombre y la mujer
b) diferencia asignada por la sociedad a los roles".
Con referencia al desarrollo del papel femenino y masculino “es producto de una construcción cognitiva, en donde
ni las presiones sociales, ni la enseñanza directa juegan un papel primordial”
La identidad sexual masculina o femenina al menos en parte tiene que ver con esta peculiar conformación
biológica.
La feminidad masculinidad es un fenómeno complejo que no se explica por el solo hecho biológico, pues implica
conductas eróticas y afectivas específicas de cada sexo.
DIFERENCIAS EN LA ANTROPOLOGIA FILOSOFICA.
Para la concepción de la antropología filosófica de la sexualidad la sociedad no es último y único parámetro de la
identificación genérica:
”ser hombre y ser mujer no son accidentes del ser humano, sino que pertenecen inseparablemente a su esencia ”.
En esta polémica se aprecia el debate del antiguo tema de “Natura contra cultura”, el ser humano desde la
perspectiva personalista es natura y cultura y no debe existir un antagonismo entre ellos.
Lo natural, en el sentido de innato, no coincide con la naturaleza humana, que transforma lo innato en un sentido
17. que lleve hacia la humanización humana, entendida como la perfección de lo propiamente humano, esto es sus
valores.
La diferencia sexual entre hombre y mujer genera tipos de relación entre personas que son habituales y
persistentes y que no están vinculados solamente a la reproducción de la especie.
La psique no pertenece enteramente ni al organismo corporal, ni al espíritu. Las diferencias psicológicas no se
pueden anular o atribuir enteramente a influjos socio-culturales. La cultura no constituye por sí sola esta diferencia
en la psicología del hombre y de la mujer. La cultura puede influir al acentuar roles e inducir prejuicios y falsas
concepciones, pero la psique tiene raíces en el soma
La sexualidad humana tiene como en toda la persona la característica vital en donde el principio metafísico de la
forma sobre la materia. La forma es la que da perfección a la materia y la actualiza y no al contrario.
Existen, por tanto, diferencias entre hombre y mujer, que más que ser negadas han de ser reconocidas y apoyadas
en sus particulares demandas.
PROPUESTA BIOÉTICA DE ACCIÓN.
La filosofía realista nos marca como ineludible la necesidad de considerar la realidad como un marco de acciones y
decisiones.
El análisis de los objetivos es prioritario, pero también lo es la selección de estrategias, pues para que un acto
humano sea considerado como adecuado han de serlo tanto sus intenciones como sus medios y sus fines. Así
podemos observar que la inequidad de la mujer es un hecho para muchas de ellas y existen poblaciones femeninas
que las sufren más profundamente, el reconocimiento de la licitud de los objetivos a vencer, propuestos por la
Plataforma de Acción, son justos y realistas en gran medida, sobre el análisis de los fines, se encuentran ya
marcadas diferencias, pero la verdadera problemática existe tanto en la selección de medios como de
fundamentos, pues estos dependen de la postura feminista o generista de las propuestas.
Desde la perspectiva filosófica realista el ser humano es naturaleza y cultura, no es solamente "natura", término
entendido, como "lo nato" o actitud "natural", fuera del proceso de humanización y que tampoco es concepto
unívoco con el de "naturaleza ontológica" del hombre, que se refiere a su propia esencia, sus propios fines y
medios adecuados para lograrlos.
En otras palabras, el ser humano no es solamente el ser que nace y se desarrolla sin marco de actuación, dejado
solamente a sus impulsos naturales; el ser humano no solo "nace", sino también "se hace" a través de la cultura,
que lo posibilita en el conocimiento de las posibilidades de su naturaleza, del uso de su inteligencia y su voluntad y
no solamente de sus impulsos y su emotividad. Es por ello que el ser humano es un compuesto muy impredecible,
pero a la vez definible en cuanto a lo que se espera de su conducta humana como especie.
La naturaleza es base de partida de la realidad.
La cultura descubre el significado de la naturaleza del hombre y lo humaniza.
Las filosofías que niegan alguno de los componentes del ser humano o son idealistas o materialistas puras pues
poseen un marco conceptual dualista de la naturaleza del hombre.
La postura personalista es unicista y enmarca ambos aspectos.
Desde esta perspectiva el hombre y la mujer existen como seres sexuados en función de la procreación en el amor.
El acto sexual humano, no lo es si no se enmarca en el amor y si niega la naturaleza propia del acto, que es la
procreación, aunque a través de su inteligencia y voluntad planifique su familia, lo cual nuevamente es prueba de la
armonización de natura y cultura.
El ser humano no puede negar su naturaleza sexuada, ser hombre o ser mujer con el correspondiente
comportamiento, feminidad y masculinidad, como seres iguales en derechos, por pertenecer ambos a la especie
humana, pero diferentes en cuanto a necesidades, por pertenecer a un género específico.
18. No es posible para el ser humano naturalmente sexuado, luchar contra natura ante algo que le es natural, su
naturaleza sexuada y los fines propios que la misma marca para cada género, no es posible considerar la naturaleza
como una imposición o una carga que ancla, en el caso de la mujer, inexorablemente a la inequidad ligada a la
posibilidad procreativa, sino aceptar, no en forma impuesta, sino connaturalmente, lo que de la naturaleza
procede, buscando a través de una cultura de promoción de la dignidad de la persona el reconocimiento de la
complementariedad.
Para la persona el fin último de la existencia es la experiencia del amor, y de los tipos de amor, el sexuado, tiene en
la complementariedad y en la procreación su fin propio. Toda persona desea ser amada y en el amor sexuado, la
procreación se deriva como un don en el hijo, es antihumano negar no solamente la naturaleza sexuada de la
persona, que promueve la no identificación bio-afectiva, sino la finalidad de los sexos y la formación de la pareja en
la constitución posterior de la familia, pues todo ello tiene un origen natural y no impuesto por la sociedad, sino
solamente reconocido por ella. El hombre y la mujer se atraen naturalmente y no por imposición social y la
consideración del género masculino como opresor nato de la mujer con quien habrá que entablar una "lucha" de
géneros no contribuirá a la aspiración natural de la formación de la pareja humana en el amor.
Es cierto que existen condiciones de inequidad e injusticia, por lo que la promoción de los Derechos Humanos
Universales es imperiosa y para ello se requiere el fomento de una cultura por la igualdad en las diferencias, una
cultura propositiva y no destructiva, de sustitución de marcos socioculturales inadecuados mas no de negación de
realidades.
Las propuestas en salud reproductiva deben respetar a la persona, en decisiones libres e informadas y como tales
no pueden estar en contra de la dignidad o la vida de otra persona, como se refiere al no nato, pues ello
perpetuaría nuevamente un círculo de discriminación, ahora ya no contra la mujer, sino ante la dignidad de la vida
humana.
La humanidad ya no puede dividirse en opresores y oprimidos, es una ganancia de nuestro siglo el concepto de
igualdad de todos los seres humanos, el adoctrinamiento hacia la lucha de géneros promueve ambivalencia en la
persona, pues es una realidad que la aceptación congruente del sexo biológico acorde a sus funciones y su
expresión: feminidad/masculinidad, maternidad/paternidad pues ello responde a los dinamismos de la persona, la
cual es única. Si los diversos componentes o dinamismos de la persona no operan en armonía, la personalidad en
vez de estar integrada se desintegra, la persona desintegrada presenta un problema psicológico que a la vez es
trascendente: la neurosis por falta de aceptación de la realidad y la pérdida de la capacidad de amar.
4. El feminismo, ¿destruye la familia?
Jutta Burggraf
1. Introducción
Hace poco, leía un artículo en que, con gran profusión de palabras, se pretendía explicar, por qué el feminismo
destruye la familia. Quedé un poco sorprendida y comencé a pensar en ello. ¿Realmente destruye el feminismo la
familia? Sin querer, recordé un suceso que me ocurrió hace algún tiempo en Sudamérica. En Santiago de Chile, me
habían dicho que una persona, conocida como una enérgica feminista, quería discutir conmigo acerca del tema de
la mujer. Se trataba de la fundadora y rectora de una universidad privada. Habíamos concertado una cita. Me
preparé para una intensa discusión y, luego de unos días, acudí al encuentro con un cierto ánimo de ir a la ofensiva.
La rectora era una señora muy amable y bien arreglada. “Yo trabajo, con todas mis fuerzas, para que las mujeres
19. puedan estudiar y obtengan puestos de trabajo”, me dijo. “Sueño con un sueldo para las dueñas de casa y con la
supresión de la pornografía. Me llaman feminista, porque devuelvo todas las cartas que recibo, dirigidas al Rector;
porque esta Universidad no tiene un rector, sino una Rectora”. Y, entonces, señaló, sonriendo: “Y no tengo nada
contra los hombres. Estoy casada hace mucho tiempo y quiero a mi marido más que hace treinta años”.
Es evidente que un feminismo así no destruye la familia. Pienso, incluso que es extremadamente favorable para la
comunión de los esposos y para la familia misma, ya que devuelve a la mujer la dignidad que, en ciertas épocas y
culturas, y parcialmente en la actualidad, le ha sido y le es negada. Sí, esto ocurre también hoy, no es ideología, ni
exageración. No necesitamos pensar en las mujeres cubiertas por un velo, como en Arabia Saudita, ni al pueblo
africano de los Lyélas, que consideran a las mujeres como la parte más importante de la herencia. Por ejemplo, una
de las fórmulas con que un hombre constituye a su hijo mayor como su heredero dice: “Te entrego mi tierra y mis
mujeres” [1]. No podemos tampoco juzgar con altanería el rapto de las novias de la aguerrida Esparta [2] , ni
lamentarnos de la llamada oscura Edad Media, que, por cierto, no fue una época tan hostil para la mujer [3]. Como
se ha dicho, no necesitamos ir tan lejos. Basta mirar a Europa ¿Se respeta a la mujer en la sociedad, en las familias?
También hoy día se la considera, en innumerables avisos publicitarios, en el cine, en revistas del corazón y en
conversaciones de sobremesa, como un ser no muy capaz intelectualmente, como un elemento de decoración y de
exhibición, como mero objeto de deseo masculino.
Su dedicación a su casa y su familia no es ni se valora, ni se apoya como se debía. ¿No ocurre con cierta frecuencia
que un hijo, sólo porque es varón, después de un suculento almuerzo dominical, se siente frente al televisor junto a
su padre, mientras las hijas “desaparecen”, junto con su madre en dirección a la cocina? ¿O que una joven madre,
que trabaja fuera de la casa, se las tenga que arreglar sola con las labores domésticas y más encima sea enjuiciada,
pues no se preocuparía lo suficiente de su marido -que trabaja a tiempo parcial- y de sus hijos y que además sea
criticada por no tener la casa limpia? ¡Cuántas mujeres casadas, que carecen de ingresos propios deben mendigar
de sus maridos un poco de dinero y no tienen acceso a la cuenta bancaria, ni participación en las decisiones
pecuniarias de la propia familia! Concedo que estas cuestiones pueden ser superficiales; sin embargo, demuestran
cuánta -o cuán poca- comprensión y cariño reciben las mujeres, a menudo, en una situación difícil.
Existe pues una promoción de la mujer que es absolutamente razonable y conveniente. Su finalidad consiste en que
los derechos humanos no sólo sean derechos de los varones, sino que ambos, tanto el hombre, como la mujer,
sean aceptados en su ser-persona. También se esfuerza por considerar a cada ser humano en su propia
individualidad, sin colocar ningún cliché a nadie. Y esto es válido en todo sentido. Hoy en día nadie duda que la
mujer puede dominar la técnica más complicada. Pero ello no significa que todas las mujeres deban ser técnicas y
que gocen con las computadoras. Según un nuevo dogma: “La mujer emancipada es gerente de empresa,
arquitecto o empleada en una oficina; de todas maneras, trabaja fuera de la casa”. Sin embargo, si la emancipación
es entendida como un proceso de madurez conseguido, ¿por qué la mujer “emancipada” no puede ser madre de
una familia numerosa? Cuando una mujer prefiere preparar un pastel, tejer chalecos, jugar con los niños y procura
hacer de su casa un hogar agradable, no quiere decir que ella se haya resignado a asumir el rol que se le asignó en
el s. XIX. Significa simplemente que, para ella, estas actividades son más importantes que para quienes la critican.
En principio, no se trata de lo que una persona hace, sino de cómo lo hace.
Ni el trabajo fuera de la casa, ni la familia son, en sí, soluciones a problemas personales o sociales; ambos conllevan
ventajas y riesgos. Así, es posible que una mujer profesional, debido a la creciente especialización de su trabajo, se
le vaya empequeñeciendo su campo de acción, mientras que una dueña de casa, al tener que enfrentarse a los más
diversos trabajos, adquiera una visión más amplia. En su vida profesional, la mujer está expuesta a los mismos
riesgos que el hombre -deseo desmedido de hacer carrera, afán exclusivo de poder...-, incluso más que él, pues le
pone a prueba y enjuicia más duramente.
No quiero, de ninguna manera proponer que la mujer debe volver a ocuparse exclusivamente de las tareas del
hogar. Pienso solamente que se debe dar, a cada mujer, la posibilidad de decidir libremente lo que ella considera
20. como bueno, sin iniciar permanentemente nuevas polémicas.
Se ha discutido mucho acerca de si las mujeres son diferentes a los hombres y en qué lo son. Primero, hay que
considerar que cada ser humano es distinto de los otros. Cada uno debe tener la oportunidad de desarrollarse
libremente, de ser feliz y de hacer feliz a los demás -por diferentes caminos, da lo mismo en qué estado o
profesión-. Desde una perspectiva histórica y social, algunas veces, a las mujeres esto les ha sido más difícil que a
los hombres. Es por ello, que se les debe ayudar más a vivir de acuerdo con su convicción personal. Esta es la
finalidad de un feminismo que podemos denominar “auténtico”, “razonable” o “libertario”.
2. El feminismo radical
Estamos casi en nuestro tema. Como se ha mencionado, existe otro tipo de feminismo, que se ha extendido mucho
en los países occidentales, es denominado, con frecuencia, feminismo “radical” o “extremo”. Me parece que este
tipo de feminismo, por lo menos como se presenta a sí mismo, ha sobrepasado su momento culminante. Su
enorme influencia ha tenido un devastador efecto, que se deja ver en todos los ámbitos. Todos conocemos lo que
se ha dicho acerca del “mito de la maternidad”, que debe ser destruido, o del macho, que la mujer debe desterrar.
En algunas de sus afirmaciones, las feministas han traspasado con mucho el límite de lo absurdo.
La filósofa francesa Simone de Beauvoir es considerada la precursora del feminismo de nuestro siglo, cuya
influencia apenas puede superarse [4]. Su monografía “Le Deuxiéme Sexe” (“El otro sexo”), publicado por primera
vez en 1949) es denominada con frecuencia la “biblia del feminismo” [5]. En ella, Simone de Beauvoir postula, por
primera vez, con gran agudeza intelectual, la igualdad de los sexos y, con ello, da un nuevo impulso al movimiento
feminista en el mundo occidental, el que, hace ya tiempo, va mucho más allá de pretender la simple mejora de la
situación jurídica de la mujer y una mayor posibilidad de acceder a la formación escolar, universitaria y profesional.
En aquella obra, la filósofa comienza esbozando su propia posición ideológica. “Nuestra perspectiva es la de la ética
existencialista” [6], declara. Y continúa “Es la de Heidegger, Merleau-Ponty y Sartre” [7] (su conviviente). El
“existencialismo”, tomado del título de un libro de Sartre, es una negación consciente de toda reflexión que parta
de la esencia o naturaleza. No hay “una naturaleza humana -dice Sartre- pues no hay quien la hubiese podido
diseñar” [8]. Sartre se refiere a la libertad creadora del hombre, que le capacita para hacer de sí mismo lo que él
quiere y que no es limitada por ninguna “esencia” o “naturaleza” [9].
Simone de Beauvoir intenta traspasar el existencialismo ateo [10] de Sartre a la existencia femenina [11]. Para ella,
el hombre tampoco es un “ser dado” o una “realidad fija”, sino “una idea histórica”, “una continua
transformación”, que hace de la persona lo que ella es [12]. En consecuencia, en la ética de Beauvoir, toda forma
de “quietud” o “pasividad” sólo puede considerarse como un gran mal [13]. Sin embargo, es precisamente esa la
actitud a la cual los hombres han obligado continuamente a las mujeres.
Ya desde los nómades, el mundo ha pertenecido al varón [14], dice Beauvoir, pues éste ha sabido infl uir en el
mundo con ocupaciones que iban “más allá de su ser animal”. Para cazar y pescar, construyó utensilios, se puso
metas y abrió caminos. Continuamente se superó y emprendió el camino hacia el futuro [15]. Añade: el privilegio
del varón consiste en que “su vocación como persona con destino no contrasta con su ser varón” [16]. Sin
embargo, en la mujer sucede algo distinto. Hasta hoy, a las mujeres se les ha impedido intervenir de manera
creativa en la sociedad. Las mujeres han sido “aisladas” y ahora se encuentran marginadas [17]. Permanecen toda
su vida encerradas y la culpa de todo, la tienen el matrimonio tradicional (con la división del trabajo según el sexo)
y, sobre todo, la maternidad.
En toda la obra de Beauvoir está presente un tema dominante: la de quitar todo valor al matrimonio y la familia. A
este respecto, señala que, “sin duda alguna, dar a luz y amamantar no son actividades sino funciones naturales y no
está en juego ningún proyecto personal. Por eso, la mujer no puede encontrar en ello ninguna razón para una
alegre afirmación de su existencia” [18]. Durante siglos, la mujer se ha contentado con llevar una “vida relativa”,
21. dedicada al marido y a los hijos. “En realidad -continúa-, para el hombre, ella es sólo una distracción, un objeto, un
bien poco importante. El varón es el sentido y la justificación de su existencia” [19]. El varón, por su parte, ha
consolidado su supremacía a través de la creación de mitos e instituciones.
Por medio de muchos ejemplos de la literatura y la cultura, Beauvoir analiza el mito de la mujer, tal y como lo han
inventado los varones para sus propósitos y concluye que “es tan irrisorio contradictorio y confuso que no se halla
unidad alguna: como Dalila y Judit, Aspacia y Lucrecia, Pandora y Atena. Es ídolo y escl ava; es el silencioso original
de la misma verdad, al mismo tiempo falsa, locuaz, mentirosa; es bruja y terapeuta; es presa del varón y su
perdición; es todo lo que él no es y desea poseer, su negación y su fundamento existencial” [20], es, precisamente,
el “otro” sexo.
Beauvoir se opone a todas estas afirmaciones, pues señala que las mujeres no son esfinges, sino seres humanos
dotados de razón [21]. Su proximidad a la naturaleza -que significa una limitación radical de su potencial humano-es
exigida y también temida por el hombre. Aunque las mujeres no pueden negar, ni ignorar su propio cuerpo, éste
no determina para nada su libertad existencial. Indudablemente, en la filosofía de S. de Beauvoir, hay
razonamientos acertados; que, sin embargo, dan lugar a un gran empobrecimiento ideológico. Ello se aprecia
claramente si consideramos su conocido aforismo, “No naces mujer, te hacen mujer” [22], completado más tarde
por la lógica conclusión “¡No se nace varón, te hacen varón! Y tampoco la condición de varón es una realidad dada
desde un principio” [23].
La “mujer constituye para Beauvoir un “producto de la civilización” [24]. Ella “no es la víctima de un destino
misterioso e ineludible” [25] , sino la de una situación muy concreta y corregible, en la cual el “mi to de la
maternidad” siempre ha servido a los varones como pretexto para motivar a las mujeres a realizar sus quehaceres
domésticos [26]. La mujer, por su parte, se ha resignado durante mucho tiempo ante su situación. “Al no querer
que una parte de sí se ha convertido en negación, suciedad y malignidad el ama de casa maniática se encoleriza
contra el polvo y exige un destino que a ella misma le exaspera” [27]. En su desesperación intenta inútilmente
introducir al hombre en la cárcel de su pequeño mundo, bien como madre, esposa, amante “permanente”, parásita
[28] o carcelera [29]. El hombre trata a la mujer como su esclava y la persuade a la vez de que sea su reina [30].
Hoy, sin embargo, la lucha se muestra de otra manera, “en lugar de que la mujer pretenda llevarse al hombre a su
cárcel, lo que hará es intentar salir de ella. Ya no pretende penetrar en la región de la inmanencia [31]. El hombre
hace bien en ayudar en la emancipación de la mujer, pues librándola a ella, se libera él mismo [32].
¿Cómo tiene que ser la emancipación? Para Simone de Beauvoir, no cabe duda que las “cadenas” o “ataduras de la
naturaleza deben ser rotas”. La filósofa existencialista traza una ética radical [33], que intenta desenmascarar el
matrimonio [34], la maternidad [35], la prohibición del aborto [36] y del divorcio [37], como “medidas coercitivas
de las sociedades patriarcales” [38], que dejan a las mujeres en dependencia de los varones. Según sus propias
palabras, “las mujeres han decidido protegerse de la maternidad y del matrimonio” [39]. “lamento la esclavitud que
se impone a la mujer con los hijos... Como otras muchas feministas, también estoy a favor de que se suprima la
familia” [40] dice explícitamente. Además, simpatiza con la inseminación artificial [41], las relaciones lesbianas [42]
y la eutanasia [43]. Para la filósofa existencialista, el remedio para salir de la dependencia es la actividad
profesional de la mujer [44], con la cual se puede alcanzar “una plena igualdad económica y social” [45] entre los
dos sexos.
Aunque todas parten de sus principios, algunas de las feministas actuales superan con mucho determinados
aspectos de las exigencias de Beauvoir. En su obra mundialmente conocida, “The Feminin Mystique” [46], Betty
Friedan -fundadora del movimiento feminista americano de los años sesenta- critica con gran vehemencia el que la
mujer se vea obligada a “la realización de su feminidad” [47] únicamente en el matrimonio, en la familia y en el
trabajo doméstico y que se le impida desarrollarse intelectualmente [48].
De la misma manera, la americana Kate Milled, en su libro “Sexual Politics” [49], recurre lo señalado en “Le
Deuxième Sexe”: “La mujer aún es indispensable para la concepción, la gestación y el nacimiento de un niño, pero
22. no tiene otra atadura u obligación especial con respecto a él”. Finalmente, el objetivo del feminismo de Shulamith
Firestone -la más radical de este grupo- es destruir todas las estructuras más importantes de la sociedad [50]. En
“The Dialectic Sex”, propone liberar a la mujer de la “tiranía de la procreación” [51], a cualquier precio. “Lo quiero
decir muy claramente: el embarazo es una barbaridad” [52], señala.
La periodista Alice Schwarzer es una de las pocas figuras sobresalientes del feminismo alemán. Después de su larga
estancia en París, comenzó su labor, organizando, a principios de los años setenta, la campaña pro-aborto en
Alemania [53]. En 1975, lanzó un bestseller [54] al mercado y se destacó, finalmente, como editora de la primera
revista feminista, “Emma”, hasta hoy, muy difundida. Su lenguaje frívolo, la exposición de problemas humanos, la
eliminación de los tabúes relativos a las normas morales, junto con algunas hipótesis racionales, no constituye una
mezcla nueva; no obstante, aplicada exclusivamente a la cuestión femenina, se transforma en un asunto de
carácter político.
Aunque Alice Schwarzer subraya una y otra vez su admiración por Simone de Beauvoir [55] -a la que conoció en
París personalmente-, es aún más radical en la aplicación de las ideas feministas. Difunde las tesis contenidas en
“Le Deuxième Sexe” y las planteadas por el movimiento feminista norteamericano. Más, en último término, para
ella no se trata de la cuestión teórica de la igualdad de los sexos, sino de qué modo la mujer, siendo más valiosa y
digna de ser amada que el hombre, puede huir del dominio masculino. Según A. Schwarzer, el poder masculino es
el único factor que condiciona actualmente la relación hombre-mujer, y sólo puede ser destruido por un poder
femenino [56]. El varón es, para ella, el enemigo. La autora expresa: “Por eso, todo intento de una liberación de la
mujer tendrá que dirigirse contra los privilegios del varón, tanto a nivel colectivo, como a nivel personal. Eso quiere
decir que hay que luchar también contra el propio marido” [57]. Llama a todas las mujeres para que manifiesten su
poder y se nieguen a sus maridos, rehúsen “la heterosexualidad” que ha pasado a ser “un dogma” [58] y se
interesen por la bi- y la homosexualidad. En suma, Schwarzer concibe el poder sexual como un poder político,
intenta iniciar una revolución en las relaciones hombre-mujer, de la cual surgirá una mujer liberada del poder
masculino. Esta mujer podrá actuar positivamente en la sociedad.
A. Schwarzer crítica la “ideología del hijo propio” y lucha contra todos los lazos existentes entre madre e hijo. Según
ella, tales lazos sirven únicamente para proteger los últimos baluartes de una sociedad para varones [59]. La tarea
educativa debe realizarse, en gran parte, por el colectivo; el trabajo doméstico tiene que ser industrializado. Eso
significa que debe existir un número suficiente de guarderías y de jardines infantiles, abiertas durante las
veinticuatro horas y donde trabajen mujeres y varones [60].
Para la feminista norteamericana Mary Daly, todo lo masculino es objeto del juicio más despiadado, casi de la
maldición universal. En su exitoso libro, aparecido en 1978 [61], la autora pasa revista a todas las atrocidades que
los hombres han cometido contra las mujeres, desde el comienzo de los tiempos. Contrasta la maldad masculina,
“contaminante”, “ponzoñosa” y “destructora”, la autora contrapone la “pureza elemental” de las mujeres. M. Daly
exagera tanto las ideas de “Le Deuxième Sexe”, que realmente no se las puede tomar en serio.
Desde hace algún tiempo, el intento de liberarse de las “cadenas de la naturaleza” no es la única preocupación del
feminismo radical. Desde ciertos ambientes ecologistas y desde el llamado “feminismo cultural” de Norteamérica
han surgido nuevas tendencias. Mientras un grupo de las feministas continúa negando las diferencias
fundamentales entre mujeres y hombres, otro grupo ha comenzado a “celebrarlas”. Actualmente, dentro del
feminismo, se plantea cada día con más fuerza, que la identificación de lo femenino con la naturaleza, la
corporeidad, la sensibilidad y la voluptuosidad, no es un “maldito prejuicio masculino”. Por el contrario, todo lo
emocional, vital y sensual ha pasado a ser la esperanza para un futuro mejor. Después de que la racionalidad y el
despotismo masculinos han conducido a la humanidad al borde del desastre ecológico y la han expuesto al peligro
de la destrucción nuclear, ha llegado la hora de la mujer. La salvación se puede esperar solamente de lo ilógico, de
lo instintivo, de lo afable y apacible, tal como se encuentra encarnado en la mujer [62].
Después de que, durante décadas, el deseo de tener hijos fue reprimido y negado, ahora es redescubierto, por
23. grupos feministas [63] como una “necesidad femenina” pura [64]. Esto puede ser una reacción al esfuerzo de la
emancipación entendida, con demasiada frecuencia, como una acomodación a los valores masculinos y a la
competitividad.
Por supuesto, el deseo de tener hijos no significa un retorno al matrimonio y a la familia burgueses. Las feministas
se interesan poco por la realidad social de las mujeres, lo que les preocupa son la vida de la mujer, el cuerpo
femenino y las experiencias de dar a luz y de amamantar. “Son las mujeres las que tendrán que liberar la tierra y lo
harán, porque viven en una mayor armonía con la naturaleza” [65], esta es la más conocida de las tesis propuestas.
A ella se opone ahora, con renovado ímpetu, la teoría igualitaria, que continúa la línea de pensamiento inaugurada
por Simone de Beauvoir [66]. Así llegamos otra vez al comienzo de nuestras reflexiones.
3. Las familias patchwork
Cuando se leen los manifiestos feministas, se podría concluir lisa y llanamente que el feminismo radical destruye la
familia. ¡Ese es su objetivo declarado! Sin embargo, las cosas no son tan simples como parecen. También hay que
matizar esta afirmación.
Si miramos a nuestro alrededor, podemos comprobar que la vida familiar existe. Por ejemplo, tres cuartos de los
europeos pasan sus vacaciones en familia, incluso con frecuencia, varias generaciones juntas, en las combinaciones
más variadas. Al observar los campings y otros lugares de vacaciones, esto queda muy claro. Pese a todas las
advertencias de Simone de Beauvoir y de Alice Schwarzer, pese al deseo creciente de hacer carrera y de ganar
dinero, vemos, en todas partes, como las parejas forman una familia y traen niños al mundo. A pesar que, según
dicen, para “autorrealizarse”, es más fácil permanecer solo, la mayoría de las personas insisten en reunirse
alrededor de una familia.
Incluso, conocidas feministas han comenzado a alabar a la familia. La argentina Ester Vilar, señala que, si existiera
completa igualdad, la mujer saldría por la noche, menos que el hombre. Esto no le parece nada mal, pues “que una
persona sea mucho más feliz tomándose una cerveza en un bar lleno de humo que velando el sueño de su hijo
pequeño en un hogar tranquilo, aún está por demostrar” [67]. Y Christiane Collange, una de las más connotadas
feministas francesas sorprende al decir: “Me dan pena las mujeres que no saben la tranquilidad que da quedarse
una tarde en la casa, sin hacer nada y disfrutando a su hijo. No hay ninguna otra sociedad que nos brinde tanta
alegría de vivir, como la familia” [68].
La feminista de Berlín Barbara Sichtermann opina que la mujer no debe continuar orientándose de acuerdo al
varón, como ha sido hasta ahora la política de la emancipación, que ha puesto al varón como ideal. Sin embargo,
iguales derechos para ambos sexos es algo tan indispensable como insuficiente. “La posición del varón en la
sociedad sólo puede... ser, dentro de ciertos límites, un modelo para el sexo femenino; primero, porque el mundo
de los hombres, tal como funciona -o como no funciona- deja mucho que desear; segundo, porque las mujeres
emancipadas no son semi-varones, ni quieren serlo” [69].
Es interesante que Sichtermann ponga de relieve la disposición de las mujeres de estar-ahí-para-otros. Señala que
se trata de “una virtud clásica femenina”, cuyo exceso debe evitarse; pero “cuya esencia debe ser guardada y
propagada” [70].
Sichtermann exige que “el cuidar de otros”, sea apreciada en todo su valor, precisamente cuando no es
remunerado. “Nuestra civilización ha creado un clima ético en el que todo el que hace algo gratis, es considerado
un tonto. Aún así, sería errado suponer que el respeto por la víctima se ha extinguido completamente. Sólo que
carece de un lenguaje... Todo esto es un problema cultural y psicológico social, que sólo puede ser resuelto donde
ha comenzado: no mediante transformaciones del mercado laboral, ni del estado, sino en las relaciones
interpersonales, que se sustraen, tanto a las reglas que rigen el mercado, como a las que rigen el estado” [71].
El trabajo doméstico es uno de los campos en que ese ser-para-otros, esa preocupación por las necesidades
24. inmediatas, tiene mayor relevancia. Sichtermann no se refiere a su efecto “limitante”, “opresivo” o “enfermante”,
sino que lo presenta como una alternativa frente a la vida profesional agotadora y programada. Se trata de un
ámbito que se puede organizar como una quiera, señala -junto con los tradicionales defensores de la familia- aquí
se puede ser, simplemente un ser humano [72]. Después de todo, todo ser humano anhela tener una “vida
personal no económica”, una vida privada. Este deseo se puede reprimir temporalmente, pero nunca se extingue
por completo. Por lo demás, las mujeres han adquirido suficiente experiencia fuera del hogar, como para poder
admitir, con sinceridad, que la exclusiva vida profesional no aporta, por sí solo, la felicidad. “Las dueñas de casa
hacen muy bien cuando se niegan a acudir a la fábrica; ciertamente lo pagan con su dependencia del marido, pero
ésta es siempre mejor que la dependencia de un jefe” [73].
Puede ser -continúa Sichtermann en tono provocativo- que las mujeres dependan del sueldo de su marido. Pero,
por otra parte, los hombres dependen de sus mujeres, en un sentido mucho más profundo, precisamente, porque
todo ser humano necesita un hogar, cuya creación se le ha asignado, durante siglos, a la mujer [74]. La protección
de ese hogar debe ser tomada en cuenta por la política feminista, tanto como “el deseo, igualmente fuerte en
ambos sexos, de reconocimiento profesional” [75].
Hasta aquí el debate sobre la emancipación. Hoy en día, en amplios sectores de la sociedad, no solamente se habla
de una “nueva maternidad”, sino también una vida familiar agradable, seguridad y apoyo moral. Sin embargo, esa
familia que anhela el movimiento feminista, nada tiene que ver con la tradición. Comúnmente, es denominada
“familia-patchwork” o “familia de remiendos, de parches”, la imagen de una colcha hecha de trozos de telas muy
diversas, es el ejemplo perfecto de esta nueva comunidad de personas, en que se reúnen padres e hijos de familias
anteriores. Cuando una familia ya “no funciona más”, se va cada uno por su lado, los padres se separan, se llevan a
algunos hijos consigo e intentan con otra pareja, un nuevo patchwork. Los remiendos se pueden separar y coser
nuevamente, en un modelo diferente, cuando y como se desee.
Nos referimos a un tema muy doloroso y que, por tanto, no se puede tratar superficialmente. Cada uno conoce
muchos casos parecidos. Todos sabemos cuánta penuria -de la que se prefiere no hablar-, cuánto sufrimiento se
oculta en una situación como la descrita. ¿Quién puede dejar al padre o a la madre de sus hijos, después de años de
vida en común, sin experimentar una ruptura en su vida, sin sentirse fracasado, sin dudas, ni remordimientos? Es
bien sabido que quienes más sufren son los hijos. Hay que pensar en qué conflicto permanente se encuentran,
cuando tienen que elegir entre sus padres “biológicos” y los “escogidos”. Hace poco, me contó una conocida mía:
“Mi hijo vive con su tercera mujer. Hasta ahora, todas sus relaciones sólo han durado unos cuantos años. De su
primera señora, tiene sólo una hija pequeña. La segunda trajo dos niños al matrimonio, de los cuales, él se
preocupó como un verdadero padre. A veces, tenía la sensación de que mi hijo los quería más que a su propia hija.
Mis dos nietas políticas estaban muy tristes cuando mi hijo y mi nuera se separaron. El ya tiene una guagua de su
actual polola y quieren casarse pronto. Esto significa que pronto tendré tres nueras y un solo hijo”.
No nos corresponde juzgar a nadie. Nadie tiene derecho a hacerlo y, como espectador, se puede ser muy duro y
caer, fácilmente en la altanería. Únicamente, queremos conocer el motivo del cambio de valores, que se viene
observando en las últimas décadas. ¿No es cierto que el feminismo radical ha jugado un papel decisivo en la
destrucción de la familia burguesa y tradicional? Yo diría que sí. Este ha sido uno de sus objetivos declarados y lo ha
logrado en amplios sectores de la sociedad. Por una parte, ha llevado la lucha de clases a la relación entre el
hombre y la mujer; por otra parte, ha creado un nuevo concepto de familia abiert a y ha tildado al “antiguo” como
ridículo. En una ley finesa, se define la familia como “el grupo de personas que utiliza el mismo refrigerador” [76].
El desprecio por todas las formas tradicionales de vida queda de manifiesto en un informe de Christiane Collange:
“¿La familia unida, en armonía, sin divorcios, ni separaciones, de la se nos habla continuamente para que nos
avergoncemos de nuestra vida sin ataduras? ¿Cuánta frustración y fracaso se esconde detrás de la respetable
fachada? ¡Cuánta mentira y traición en nombre de la indisolubilidad del matrimonio! No añoro la época de los
padres (hombres) 'estrictos pero justos', ni los de las mujeres de mirada triste. Prefiero los padres (hombres) de
25. hoy, que no son ni tan gallinas, como se piensa, ni tan gallitos como antes. También me gustan nuestras
supermadres, que siempre tienen prisa, pero se sienten bien en su piel. Prefiero los jeans de fines de siglo, que el
cuello de encaje de sus comienzos” [77]. ¡Por cierto, yo también los prefiero!Es evidente que no se trata de volver a
la familia burguesa. Esto sería hacer muy poco y no respondería a las inquietudes de nuestros contemporáneos.
¡No se puede responder a los desafíos actuales con provincianismo! Hemos de demostrar que es mucho más
atractivo que un hombre y una mujer se amen y sean un apoyo el uno para el otro, a que se combatan e intenten
vencer al otro. Asimismo, hemos de mostrar que el matrimonio, como comunión indisoluble, es la mejor garantía
para la felicidad de una familia.
4. Aceptarse a uno mismo
No es posible vivir coherentemente dejándose llevar por todo lo que nos rodea, lo que se nos exige y lo que se nos
ofrece. En esta tensión en que vivimos, entre valores, valores aparentes y contravalores, resulta fácil perder la
orientación. Por ello, necesitamos guardar una distancia reflexiva, para descubrir una dimensión más profunda de
la vida, y tener la valentía de contradecir el espíritu de nuestra época.
Tal vez la falta de aceptación propia sea el problema principal del feminismo, también en su modalidad de la nueva
maternidad. Porque si yo me acepto a mí misma, también debo aceptar mis limitaciones, debilidades y los errores
que cometo. En lo que concierne a la ideología de la igualdad, esto es aún más claro. El querer -ser-como-el-hombre
ha conducido a muchas mujeres a grandes tensiones y a la frustración, incluso hasta a enfermar psíquicamente,
pues sólo puede tener una personalidad equilibrada, quien vive en paz con su propio cuerpo.
La propia liberación de la mujer no puede reducirse a una mera equiparación con el hombre. Tenemos que aspirar
a algo mucho más valioso y beneficioso; pero también más arduo: la aceptación de la mujer en su propia manera
de ser, en su ser mujer, único e irrepetible. La finalidad de la emancipación es sustraerse a l a manipulación, no
convertirse en un producto, sino ser un original. Poco ayuda entender la emancipación siguiendo los modelos que
nos presenta la literatura feminista; pero, sin la disposición a enfrentarse consigo misma; o interpretando las
propias debilidades como represión. Precisamente, la resistencia a tales tendencias garantiza la propia libertad. La
verdadera promoción de la mujer no la libera de su propia identidad de su propio ser, sino que la conduce a él.
¿Qué significa ser “hombre” o ser “mujer”? ¿En qué se diferencian los dos sexos? En la historia de la humanidad, no
se han planteado sobre esta materia sólo ideas sensatas y constructivas. Actualmente, es frecuente burlarse de los
hombres, atribuyéndoles características, que no son más que prejuicios superficiales. Otras veces -con bastante
más frecuencia-, son las mujeres a quienes se les atribuye ciertos clichés y se humilla, en la teoría y en la práctica.
La verdad es que cada sexo tiene rasgos que le caracterizan; cada uno es superior al otro, en un determinado
ámbito. Naturalmente, el hombre y la mujer no se diferencian en el grado de sus cualidades intelectuales o
morales; pero, sí, en un aspecto ontológico elemental, como es la posibilidad de ser padre o madre y en aquellas
capacidades que de ello se derivan. Es sorprendente que un hecho tan simple como éste, haya causado tantos
extravíos y confusiones.
5. La maternidad como regalo
Cada nuevo ser humano es confiado a la mujer antes que al hombre, para que ella -primero dentro de sí- lo acoja,
lo proteja y alimente. Sólo desde una perspectiva muy superficial y en la cual se ha perdido el sentido de lo
esencial, se puede sostener que la maternidad disminuye o perjudica a la mujer, que, como madre, la mujer es
inferior o tiene desventajas.
No por eso, la mujer debe quedar “encerrada en la casa”, “condenada a un trabajo de esclavos”, aunque algunos
grupos feministas lo dan por demostrado. Es cierto que a bastantes mujeres, el nacimiento de un hijo les supone
26. una carga, en parte por la poca comprensión de los demás y, en parte, debido a estructuras sociales injustas. Sin
embargo, estas últimas no son circunstancias que necesariamente acompañen la maternidad. No pueden ser
motivo para negar la vida a un nuevo ser humano, sino que las estructuras injustas deben desaparecer. Este es, en
todas las sociedades, uno de los desafíos más urgentes.
Cuando una mujer acepta ser madre, dependiendo de las circunstancias familiares y de su situación personal,
puede incluso ser su deber, colaborar en la sociedad también a través de su labor profesional y que su casa esté
abierta a muchas otras personas. Evidentemente, la primera y principal ocupación y preocupación de los padres es
el bienestar de la propia familia.
La maternidad no puede ser reducida a su aspecto físico. En un sentido espiritual, todas las mujeres están llamadas,
de alguna manera, a ser madres. ¿Qué es sino salir del anonimato, escuchar abiertamente a los demás y compartir
sus deseos y preocupaciones? Esta maternidad espiritual, tiene muy poco que ver con la idea protectora, sensiblera
y blandengue, que tanto alaba un sector del feminismo radical. La maternidad espiritual difiere con mucho de
aquella visión biológico-materialista. Al contrario, caracteriza una capacidad especial de amar que tiene la mujer,
que consiste en descubrir y fomentar lo individual en la masa [78]. La maternidad espiritual no sólo expresa
cualidades del corazón, sino también del entendimiento y no sólo exige una constitución natural, sino también
formación.. Se refiere a la mujer dotada de espíritu, y no a aquella caricatura que, en el fondo, sólo gira alrededor
de las propias necesidades corporales.
A una sencilla, normalmente no le cuesta acercarse a los demás. Su sentido de lo concreto, de la realidad y su
sensibilidad ante las necesidades de los demás, le pueden ser de gran utilidad. Tiene un gran talento para la
solidaridad y la amistad. ¿Por qué ha de negar estas cualidades, en vez de ser agradecida y hacer así la vida más
amable y agradable?. Edith Stein da qué pensar, al escribir: “Cuando alguien se da cuenta de que, en su lugar de
trabajo -allí donde cada uno se encuentra en peligro de convertirse en una máquina-, se espera de él cooperación y
disponibilidad, conservará algo vivo en su corazón, o despertará a algo que, de otra forma, se atrofiaría” [79].
6. El matrimonio como vocación
El hombre y la mujer se complementan entre sí y tienen mucho que darse recíprocamente. Espiritual e
intelectualmente, un hombre nunca puede ser “complementado” por otro hombre en la medida en que lo es con la
mujer y lo mismo ocurre en el caso de la mujer.
Todo matrimonio pasa por momentos duros. Se experimenta monotonía, la trivialidad de lo cotidiano, el
descontento y la insatisfacción profesional; se ve cómo los planes se estropean y que los hijos son muy distintos a
como se los deseaba. Y, con los años, se tiene, no rara vez, la sensación de que se es deudor de muchas deudas
impagas.
Cuanto más se pone en tela de juicio la imagen clásica de la mujer, más fácil resulta que surjan conflictos del tipo
¿quién tiene que lavar los platos? ¿quién debe limpiar? ¿quién va de compras?, en fin. Tan necesario es pensar
quién hará el trabajo de la casa, como absurdo es estar siempre discutiendo por ello.
Creo que para cada hombre y para cada mujer, más que cada tarea particular, son más importantes su buena
disposición hacia la familia, un amor sincero entre ellos y hacia sus hijos, que siempre se manifiesta de modo
diverso e individual; pero siempre con la disponibilidad de querer llevar en común las preocupaciones del hogar. Es
un callejón sin salida pensar que hombre y mujer, padres e hijos deban “emanciparse” unos de otros. Sería mucho
mejor que juntos redescubrieran la belleza de estar ahí para los otros, libremente y por amor. Entonces, ya no se
piensa que los propios derechos vayan a salir perjudicados, ni tampoco se exige de los demás lo que uno mismo no
quiere dar.
Cuando un hombre y una mujer están dispuestos a sacrificarse por su matrimonio y por su familia, es cuando el
amor madura. Esta madurez del amor puede conllevar situaciones muy diversas e incluso contradictorias. Para una