Este documento resume los principales acontecimientos políticos y sociales de España entre 1833 y 1874, un período marcado por la transición del absolutismo al liberalismo. Incluye las guerras carlistas, las regencias de María Cristina y Espartero, el triunfo del liberalismo bajo Isabel II, y el surgimiento del movimiento obrero. Los tres partidos políticos principales fueron los moderados, progresistas y demócratas, cada uno defendiendo diferentes visiones del Estado y la sociedad.
MAYO 1 PROYECTO día de la madre el amor más grande
Construcción del Estado Liberal en España 1833-1874
1. Tema 6. La conflictiva construcción
del Estado Liberal (1833-1874)
1.-El carlismo como último bastión absolutista.
2.-Las Regencias (1833-1843)
3.-El triunfo y consolidación del liberalismo en el
reinado de Isabel II.
4.-El Sexenio Democrático.
5.-Los inicios del movimiento obrero español.
2. 2
1.El carlismo como último bastión absolutista.
1.1. Las dos primeras Guerras Carlistas.
Tras la muerte de Fernando VII, estaba por desarrollarse
en España la transición de un régimen de monarquía
absoluta a otro de monarquía parlamentaria, que se
democratizaría progresivamente, al amparo de diferentes
constituciones.
La transición no sería fácil ni corta, y se encontraría con
numerosos problemas a lo largo del convulso siglo. El
primero de ellos surge nada más desaparecer el Rey, en
1833, reapareciendo a lo largo del periodo; se trata del
conflicto carlista.
La firma de la Pragmática Sanción por Fernando VII en
1830, derogando la Ley Sálica que impedía el acceso al
trono de mujeres, haría posible a su muerte el
nombramiento como reina de su hija Isabel bajo la
regencia de su madre, María Cristina de Borbón. Sin
embargo aquel hecho provocó la sublevación de Carlos
María Isidro, hermano del difunto rey, que se
autoproclamó heredero al trono en el Manifiesto de
Abrantes (1 de octubre de 1833), como Carlos V.
3. 3
Las Guerras Carlistas son guerras civiles que se
desarrollan en la España del siglo XIX entre la rama carlista
de los Borbones, partidarios del absolutismo, y los gobiernos
liberales.
Los carlistas encontraron mayores apoyos en el País Vasco,
Navarra, Cataluña y el Maestrazgo, en torno al lema “Dios,
Patria, Rey” y la defensa de los fueros tradicionales.
Las acciones militares de esta guerra se desarrollaron desde
la muerte de Fernando VII en 1833 hasta 1876, a comienzo
del reinado de Alfonso XII, en tres fases claramente
diferenciadas:
Primera
(1833-1839)
Segunda
(1846-1849)
Tercera
(1872-1876)
4. 4
a) La Primera Guerra Carlista (1833-1839)
El conflicto sucesorio escondía un enfrentamiento que dividió política y
socialmente al país.
En el bando isabelino se agruparon las altas jerarquías del ejército, la Iglesia y
el estado, y a ellos se unieron los liberales, que vieron en la defensa de los
derechos dinásticos de la niña Isabel la posibilidad del triunfo de sus ideales.
En el bando carlista se agruparon todos los que se oponían a la revolución
liberal: pequeños nobles rurales, parte del bajo clero y muchos campesinos de
determinadas zonas del país, muy influenciados por los sermones de sus
párrocos y para los que el liberalismo venía a suponer simplemente un aumento
de impuestos. Todos estos grupos identificaron sus intereses con la defensa de
los derechos al trono de Carlos y los ideales que defendía, el absolutismo y el
inmovilismo absoluto.
La guerra se desarrolló en las zonas rurales de las provincias vascongadas,
Navarra, Cataluña, Aragón, Castilla, Nordeste de León (Riaño) y Valencia,
donde los carlistas tuvieron más respaldo social. Esta distribución geográfica
debe verse en el contexto de un conflicto campo-ciudad. Las ciudades vascas
fueron leales a los liberales
5. 5
Dos fueron los grandes personajes de este
episodio bélico: el carlista Zumalacárregui,
muerto en el sitio de Bilbao en 1835, y el
liberal Espartero. Tras unos primeros años
de incierto resultado con predominancia
carlista, a partir de 1837, sus derrotas
fueron continuas y Don Carlos terminó
huyendo a Francia. Fue el final del
absolutismo en España y marcó el inicio
de la España de régimen liberal.
La guerra concluyó con el denominado
Convenio o Abrazo de Vergara (1839).
Acuerdo firmado por Espartero y Maroto,
principal líder carlista tras la muerte de
Zumalacárregui. En el acuerdo se
reconocieron los grados militares de los que
habían luchado en el ejército carlista y se
hizo una ambigua promesa de respeto de
los fueros vasco-navarros. En realidad,
se mantuvieron algunos de los privilegios
forales y se eliminaron otros.
6. 6
b)Segunda Guerra Carlista (1846-1849)
Surge tras el fracaso de las negociaciones para
casar a Isabel II con el pretendiente carlista don
Carlos Luis de Borbón (1818-1861). Finalmente,
la reina se casó con su primo Francisco de Asís de
Borbón, lo que desencadenó el conflicto, que duró
de 1846 a 1849.
Esta segunda fase de la guerra carlista tuvo
menor intensidad que la anterior, y se desarrolló
de forma intermitente en Cataluña, Aragón,
Navarra y Guipúzcoa. Carlos Luis, aspirante al
trono como Carlos VI, sería derrotado y hecho
prisionero.
Además de las pérdidas humanas que supusieron, las dos primeras guerras
carlistas tuvieron como consecuencias unos enormes gastos que se sumaron a
los de la Guerra de la Independencia y a los de la pérdida de las colonias
americanas. Provocarían la urgente necesidad de ingresar dinero, lo que
aceleraría las diferentes desamortizaciones del s. XIX, pero primando su aspecto
económico y descuidando la idea de reforma agraria.
Otra consecuencia de esta guerra fue que los militares se convirtieron en
árbitros de la política del momento.
(Tercera Guerra Carlista en diapositiva 37)
8. 8
2.-Las Regencias (1833-1843)
2.1. Las reformas administrativas en la
Regencia de María Cristina.
Ante la minoría de edad de Isabel, María
Cristina de Borbón asumió la Regencia
en 1833. En un principio el gobierno
estaría en manos de los moderados de
Cea Bermúdez, quienes, entre otras
medidas, establecieron la división
provincial de España que, con algunos
retoques, se mantiene en la actualidad.
Pese a que no se identificaba con el
reformismo, los liberales se configuraron
como la única fuerza capaz de
mantenerla en el trono. Así, María Cristina
llamó a Martínez de la Rosa, liberal
moderado, a formar un gobierno que
hiciera frente a la insurrección carlista.
Emprendería una serie de reformas muy
moderadas entre las destacó el Estatuto
Real de 1834.
ESTATUTO REAL DE 1834
• Es una Carta otorgada, no una
Constitución (concesión de la
Corona al pueblo).
• Soberanía: conjunta Rey –
Cortes.
• Carácter conciliatorio.
• El Rey tiene derecho de veto;
además convoca y disuelve las
Cortes.
• El Consejo de Ministros responde
antes las Cortes.
• Cortes: bicamerales:
• Próceres: elegidos por el Rey.
• Procuradores: sufragio y
elección censitarios.
10. 10
La insuficiencia de las reformas de Martínez
de la Rosa, en un contexto de guerra civil
contra los carlistas, llevó a que los liberales
terminaran por escindirse en dos grupos:
moderados y progresistas. El proceso se
había iniciado durante el Trienio Liberal.
El descontento progresista culminó, en el
verano de 1835, en una insurrección que
se extendió por la mayoría de las ciudades
del país y obligó a la regente a entregarles
el gobierno.
El nuevo gabinete fue presidido por Juan
Álvarez Mendizábal, que aprobó medidas
de guerra decisivas para el triunfo Cristino,
y adoptó las primeras decisiones
encaminadas a desmantelar el Antiguo
Régimen: libertad de imprenta, ley de
supresión de conventos y desamortización
de los bienes del clero.
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La primera gran desamortización de la historia de España fue la de
Juan Álvarez Mendizábal a partir de 1836. Afectó sobre todo a los
bienes eclesiásticos, especialmente del clero regular. La mayor parte
de los monjes y frailes fueron exclaustrados. Se abandonaron y
deterioraron muchos monasterios por toda España. La
desamortización continuó después con Espartero.
Los compradores y principales beneficiados fueron, en su mayor parte,
nobles y burgueses, que comenzaron a formar una nueva clase
terrateniente. Los campesinos que adquirieron tierras fueron pocos.
Fue un proceso en el que se pensó sobre todo en los intereses de las
clases adineradas, que eran la base del sistema liberal.
Los campesinos salieron muy perjudicados porque ya no podían
alquilar las tierras de la Iglesia; y los que aún tenían tierras no podían
competir con los terratenientes, por eso se convirtieron en jornaleros
explotados. Muchos campesinos gallegos, asturianos o leoneses
emigraron por la falta de rentabilidad de sus minifundios (explotaciones
agrarias pequeñas).
12. 12
2.2. La Constitución de 1837.
Las medidas de Mendizábal le
enfrentaron con los moderados y con la
regente, quien forzó su dimisión en
mayo de 1836.
El paso atrás de María Cristina provocó
en agosto el Motín de los Sargentos de
la Granja, que le obligó a devolver el
poder a los progresistas y a restablecer la
constitución de Cádiz.
Pronto el gobierno se dio cuenta de la
necesidad de conciliar a los partidos, por
lo que puso en marcha la elaboración de
una nueva Constitución, la de 1837,
más moderada que la de Cádiz,y que
estuvo vigente hasta 1845.
La regente siguió confiando en los
moderados y promoviendo medidas
conservadoras, provocando un nuevo
motín en 1840 que le llevaría al exilio,
haciéndose con el poder Espartero.
CONSTITUCIÓN DE 1837
• Soberanía Nacional.
• Cortes bicamerales:
• Senado: elegido por el Rey entre
tres candidatos.
• Congreso: sufragio censitario más
amplio que en el Estatuto Real.
• Rey conserva el poder ejecutivo,
derecho de veto y poder de disolución
de Cortes.
• Ayuntamientos elegidos por Sufragio
censitario.
• Derechos individuales y libertad de
imprenta.
• No prohíbe cultos religiosos pero el
gobierno se compromete a
subvencionar al clero católico.
13. 13
2.3. La regencia de Espartero (1840-1843).
Baldomero Espartero gobernaría durante
tres años con el apoyo de militares y
progresistas, si bien, su carácter
autoritario hizo que pronto perdiera su
popularidad.
En 1842, los rumores de que el general
estaba negociando un tratado de libre
comercio con Gran Bretaña, lo que
afectaría a la industria textil catalana,
motivaron una insurrección en la
ciudad de Barcelona. Espartero
respondió con una dura represión que
incluyó el bombardeo, lo que hundió
definitivamente su prestigio.
Los moderados y algunos progresistas,
organizados por el general Narváez,
dieron un golpe de Estado que obligó a
Espartero a exiliarse. En mayo de 1844,
Narváez se convirtió en jefe del
gobierno.
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3.El triunfo y consolidación del liberalismo en el
reinado de Isabel II
REINADO DE
ISABEL II
(1833-1868)
PERIODO DE LAS
REGENCIAS
(1833-1843)
MAYORÍA DE EDAD
DE LA REINA
(1843-1868)
REGENCIA DE MARÍA CRISTINA
(1833-1840)
REGENCIA DE ESPARTERO
(1840-1843)
DÉCADA MODERADA
(1844-1854)
BIENIO PROGRESISTA
(1854-1856)
GOBIERNOS MODERADO Y DE
UNIÓN LIBERAL (1856-1868)
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3.1. Los partidos políticos.
-El partido moderado representaba básicamente los intereses de los grandes
propietarios, y especialmente de los terratenientes. Rechazaba la soberanía nacional
ante la que postulaba la soberanía compartida: el poder legislativo debía residir
conjuntamente en las Cortes con el Rey. Los moderados propugnaban una
monarquía y un gobierno con amplios poderes; unas Cortes bicamerales, con un
Senado elitista elegido por la Corona para frenar los posibles impulsos reformistas
del Congreso; y unos poderes locales también controlados por el Rey, quien debería
elegir a los alcaldes. Defendían también un sufragio censitario muy restringido,
que permitiera a la oligarquía monopolizar el régimen. Por tanto, limitaron los
derechos individuales y, sobre todo, los colectivos: prensa, opinión, reunión y
asociación. La reina Isabel se alineó claramente con el moderantismo.
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-El partido progresista representaba la tendencia reformista y los intereses de la
alta burguesía financiera e industrial. Sus miembros defendían la soberanía
nacional, con un poder legislativo que debía corresponder exclusivamente a las
Cortes, y un poder ejecutivo fuerte, entregado a la Corona y a un gobierno que
debía estar sometido al control de las Cámaras. Eran partidarios de Cortes
bicamerales, pero con un Senado electivo y renovable. Defendían los poderes
locales de elección popular, y un sufragio más amplio, aunque aún censitario.
Se apoyaba en las clases medias urbanas: comerciantes, pequeños fabricantes,
empleados públicos, profesionales liberales, oficiales del Ejército. Rechazaban los
cambios revolucionarios. Defendían el desarrollo de los derechos individuales:
opinión, expresión, habeas corpus, residencia, propiedad. pero no eran tan
favorables a los derechos colectivos: reunión, asociación o huelga.
-El Partido Demócrata, surgido de una escisión progresista. Integraba a los
progresistas más radicales, republicanos y los primeros socialistas. En su
manifiesto de 1849 defendían la soberanía nacional y el sufragio universal, la
libertad de conciencia, derechos de reunión y asociación, instrucción primaria
universal y gratuita e intervención directa del estado. Nunca participó en el sistema
político isabelino.
-La Unión Liberal, encabezada por O´Donell, se erige como partido de centro
con vocación de erigirse en alternativa. Se convertiría en un partido decisivo en
algunos momentos.
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3.2. El protagonismo político de los militares.
Una constante del reinado fue la presencia per-manente de
militares entre los gobernantes del país: Espartero, Narváez,
O'Donnell. La participación de los militares en la vida política se
debía a varias causas:
1ªLa idea del militar victorioso en un país que había pasado
medio siglo en guerra.
2ªLa debilidad de un sistema parlamentario en el que los
partidos eran grupos de presión que solo luchaban por el ejer
cicio del poder, no respetaban el juego parlamentario y recurrían
a los militares para acceder al gobierno mediante el
pronunciamiento.
3ªExistía en los medios políticos la convicción de que la pre
sencia de un militar al frente del ejecutivo, en vez de un civil,
garanti-zaba mucho mejor un gobierno fuerte y el
mantenimiento del orden. Los militares acostumbraron a la
sociedad española a una permanente confusión entre su papel
militar y político, de forma que se hizo habitual y legítimo su
derecho a intervenir mediante el pronuncia-miento, que se
convirtió casi en su método habitual de acceder al gobierno.
Conscientes de su debilidad, los mismos políticos civiles
acudieron continuamente a la conspiración militar y fomentaron
la inestabilidad del régimen.
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3.3.El proceso constitucional; la
Constitución de 1845.
Tras la constitución de 1837 (ver punto 2.2.),
y con los nuevos acontecimientos políticos,
surgió la necesidad de redactar una nueva
ley fundamental. Lo primero que hicieron los
moderados tras la marcha de Espartero fue
declarar mayor de edad a Isabel II, con tan
solo 13 años, en noviembre de 1843. La
reina mostró desde un principio su
preferencia por los moderados, dejando
fuera del juego político al partido progresista.
En mayo de 1844 se formó un gabinete
presidido por el General Narváez, la gran
figura de los moderados. Fue el principal
inspirador de una nueva constitución, la de
1845, en vigor hasta 1869, y de otras leyes
y reformas introducidas en este periodo.
Anuló los aspectos más progresistas del
texto constitucional de 1837, dando paso a
la soberanía compartida y al aumento de
poderes del monarca. Restringe el cuerpo
electoral, solo el 1% de la población podía
votar. Es una constitución conservadora.
CONSTITUCIÓN DE 1845
• Soberanía compartida entre las
Cortes y el Rey.
• Cortes bicamerales:
• Senado: miembros vitalicios de
las élites elegidos por la
Corona.
• Congreso: sufragio censitario
restringido (1% de la
población).
• Rey conserva el poder ejecutivo,
derecho de veto y poder de
disolución de Cortes.
• Alcaldes y presidentes de las
diputaciones serían elegidos por el
gobierno.
• Restricciones a la libertad de
prensa.
20. 20
3.4. la legislación económica de signo liberal
-La liberalización del mercado de la tierra y las desamortizaciones.
Durante el Antiguo Régimen gran parte de las tierras eran inalienables, bien al estar
amortizadas, bien por ser parte de mayorazgos. Para liberalizar el mercado de la tierra se
adoptan tres medidas fundamentales:
a)La supresión de los mayorazgos (1836)
b)La abolición del régimen señorial (1837)
c)Las desamortizaciones: consistieron en la expropiación por parte del estado de tierras
eclesiásticas y municipales para su venta a particulares en pública subasta. En
compensación el estado se haría cargo de los gastos de culto y clero. Ya hemos visto la
desamortización de Mendizábal de 1836 (punto 2.1); veamos qué ocurrió con la de
Madoz, a partir de 1855. En esta fueron vendidos otros bienes del clero y, sobre todo,
bienes comunales (del conjunto de los vecinos de un pueblo). De los ayuntamientos se
subastaron los propios (tierras que el ayuntamiento podía alquilar al que quisiera
cultivarlas). Su objetivo fundamental era financiar la red de ferrocarriles que se iban a
construir. Este proceso se continuó en las décadas siguientes.
Consecuencias de esta desamortización:
empeoró la situación de muchos labradores
pues perdieron el derecho de uso de los
bienes comunales (usar los pastos, recoger
leña), que servían como complemento de su
economía. Fue un proceso en el que se pensó
sobre todo en los intereses de las clases
adineradas. Los campesinos salieron muy
perjudicados porque ya no podían alquilar las
tierras de propios ni de la Iglesia.
21. 21
-La reforma de Mon-Santillán de la Hacienda (1845).
La reforma tributaria de 1845 fue una iniciativa de Alejandro Mon y Ramón Santillán
sobre la base de las nuevas ideas liberales. Representa la definitiva superación del
caos tributario del Antiguo Régimen mediante un sistema fiscal moderno,
simplificado y racional, con una clara división entre impuestos directos
(contribución sobre bienes inmuebles, cultivos y ganadería; e indirectos. Pese a
ello no pudo poner fin a la crónica situación de déficit de la Hacienda Pública.
-La ley general de ferrocarriles (1855).
La primera línea de ferrocarriles que se creó fue la Barcelona-Mataró (1848). El
gobierno progresista de 1855 proclamó la Ley General de Ferrocarriles, conectada
con la Desamortización de Madoz. Supuso la formación de las primeras
sociedades anónimas por acciones. El objetivo era ofrecer un medio de transporte
económico que estimulase la red industrial. La ley dejaba a la iniciativa privada la
construcción y explotación de los tramos ferroviarios, ofrecía todo tipo de incentivos
para beneficiar la entrada de capital y material extranjero. Por ello los ferrocarriles
consumieron acero y carbón británico, en vez de español. Las principales líneas se
construyeron hasta 1865, pero posteriormente muchas fueron poco rentables por la
escasa actividad económica y el limitado comercio interior. En los años setenta
había 6000 kilómetros de vía, que seguían un trazado radial, al situar a Madrid
como el centro. Los trenes mejoraron mucho el transporte terrestre y contribuyeron
a abaratar los costes del transporte de cereal.
23. 23
3.5. La nueva sociedad de clases.
La sociedad de clases fue la característica del liberalismo. En esta se determinaba la
posición social de un individuo mediante su nivel económico y ocupación
profesional. En teoría había más movilidad entre clases, pero en la práctica existían
muchas barreras para el ascenso social.
a) LA CLASE ALTA. Estaba formada por dos grupos principales:
1. Nobleza. La baja nobleza prácticamente desapareció al diluirse en el resto de la
sociedad. La alta nobleza, aunque perdió sus privilegios legales, siguió manteniendo
una importante distinción social, una fuerte capacidad económica (algunos incluso la
mejoraron con la compra de tierras desamortizadas), y parte de sus miembros
siguieron entre las élites políticas. Su principal novedad fue la alianza con la alta
burguesía, tanto en los negocios como en las uniones matrimoniales.
2. Alta burguesía (industriales y grandes comerciantes). Era la triunfadora en un nuevo
mundo de negocios como la desamortización o el ferrocarril, adoptó modos de vida
lujosos y distantes del pueblo. Algunos consiguieron títulos de nobleza. Las
burguesías periféricas (vasca y catalana), se acercaban más a la burguesía industrial
europea, aunque será marginada del poder político, por lo que en su seno se
desarrollará el nacionalismo a fines del XIX.
Situación de la mujer: en las clases altas y medias, solían estar limitadas al hogar y al
cuidado de los hijos. En las clases populares, además de esto, muchas veces
trabajaban fuera, en el campo, fábricas o el servicio doméstico. Todo ello con salarios
claramente más bajos que los masculinos.
24. 24
b) CLASE MEDIA. Compuesta por comerciantes, funcionarios, profesiones liberales o
militares. La pequeña burguesía era muy débil. Las clases medas eran limitadas en número,
aunque aumentaron a lo largo del siglo. Esta clase comenzó el siglo con una ideología
revolucionaria, al luchar por el fin de los privilegios. Pero terminó más conservadora, pues
trató de imitar los gustos de las clases altas y marcar diferencias con los niveles sociales
inferiores.
c) CLASE POPULAR. Su nivel económico era muy bajo y sufría altas tasas de analfabetismo.
Los principales grupos eran:
1.Campesinos. En las regiones de la mitad norte predominaban los pequeños propietarios de
un nivel económico bastante miserable y apegados a su condición de dueños de algunas
tierras. En la mitad sur predominaban los jornaleros sin tierra propia, dependientes de salarios
irregulares y escasos y de la voluntad de los terratenientes.
2.Obreros industriales (proletarios). Aunque todavía había bastantes artesanos tradicionales,
el proletariado aumentó fuertemente con la industrialización, especialmente en Cataluña y
País Vasco. Sus condiciones de vida eran muy duras: sueldos bajos, jornadas largas (a veces
entre 12 y 14 horas), fábricas contaminadas, vivienda indigna, ausencia de protección social
o despido libre. Esta forma de vida contrastaba de forma insultante con la de los burgueses
para los que trabajaban; esto hizo que surgiera la protesta del movimiento obrero. Dentro de
este grupo también estarían los asalariados urbanos (criados y servicio doméstico).
26. 26
3.6. El reinado de Isabel II.
a) La Década Moderada (1844-1854)
Como ya hemos visto (punto 3.3) en 1844 el general Narváez
llegó al poder e impulsó la redacción de la Constitución de 1845.
Otras medidas de este periodd fueron:
•Creación en 1844 de la Guardia Civil, fuerza armada
encargada de aplicar la ley y orden esencialmente en el medio
rural. Como medida complementaria se suprimió la Milicia
Nacional.
•Reforma del sistema fiscal de 1845, elaborada por Alejandro
Mon. Se estableció un nuevo sistema fiscal más racional,
basado en los impuestos indirectos, que puso fin al enrevesado
sistema impositivo del Antiguo Régimen.
•Concordato de 1851. Acuerdo con la Santa Sede por el que el
Papa reconoció a Isabel II como reina y aceptó la pérdida de
los bienes eclesiásticos ya desamortizados. A cambio el estado
español se comprometió a subvencionar a la Iglesia y a
entregarla el control de la enseñanza y a encargarle labores de
censura.
•Construcción del primer ferrocarril de la península (1848).
27. 27
b) El Bienio Progresista (1854-1856)
El poder cada vez más dictatorial de Narváez
propició un creciente descontento que culminó
en un pronunciamiento de complejo desarrollo
en 1854. Iniciado por el general O'Donnell en
Vicálvaro (Vicalvarada), el golpe se radicalizó
tras la publicación por los rebeldes del
denominado Manifiesto de Manzanares, que
hizo que consiguiera un amplio respaldo popular
y animó a otros generales a unirse a la rebelión.
Finalmente el golpe triunfó y propició la
formación de un gobierno presidido por el
progresista Espartero, regresado a España.
La otra gran figura del gobierno, el general
O'Donnell creó un nuevo partido, la Unión
Liberal, que trató de cubrir un espacio de centro
entre moderados y progresistas. Obtuvo mayoría
absoluta para gobernar durante dos años con
apoyo de los progresistas puros.
Durante este corto período
destacaron las siguientes
medidas:
•La desamortización general
de Madoz en 1855 que culminó
el proceso desamortizador, con
los bienes comunales y de los
municipios.
•Unas nuevas Cortes
Constituyentes iniciaron la
elaboración de una nueva
constitución, de 1856, más
progresista que no llegó a
aplicarse (non nata).
• Medidas para propiciar la
modernización económica del
país como la Ley de
Ferrocarriles de 1855 o la de
Sociedades Bancarias y
Crediticias de 1856.
28. 28
c) Gobiernos moderado y de Unión Liberal (1856-1868).
La agitación social creciente provocó la ruptura entre Espartero y O'Donnell. Aunque el líder
de la Unión Liberal fue nombrado presidente del gobierno en julio de 1856, sería pronto
sustituido por Narváez; en octubre de 1856. Se volvía así al régimen moderado de la
Constitución de 1845.
Tras un período de dos años, O’Donnell y la Unión Liberal volvieron al poder en 1858. Esta
época estuvo marcada por la euforia económica ("boom" de los ferrocarriles) y por las
aventuras en el exterior:
·Expedición hispano-francesa a Indochina (1858-1863), por el asesinato de varios misio-
neros, pero que en el fondo respondía a la intención francesa de adquirir una base colonial en
el Sureste asiático. Fue un paseo militar, pero no reportó nada concreto a nuestro país, y sí a
los franceses, que iniciaron así su control de la región
·Guerra de Marruecos (1859-1860), que respondía a un intento de expansión colonial en
África. El ejército expedicionario dirigido por Prim y Zavala tomó Tetuán y puso cerco a Tánger.
Pero la amenaza de una intervención de Inglaterra obligó a aceptar un acuerdo de paz
·Intento de recuperar Santo Domingo (1861), que fracasó por presiones internacionales.
·Expedición a México junto a ingleses y franceses (1862) para castigar el pago de la deuda
por parte del gobierno mexicano.
·La guerra contra Perú y Chile a raíz de varios incidentes comerciales y navales, con el
bombardeo español de los puertos chilenos (1866).
Esta actividad bélica respondía a una búsqueda del prestigio perdido en el exterior, pero
apenas dio ningún resultado práctico para el país.
29. 29
El desgaste y las divisiones en el gobierno llevaron O´Donnell a
presentar la dimisión, propiciando la vuelta de Narváez al poder en
1863, lo que marca el inicio del período terminal del partido moderado. La
inestabilidad política y la deriva autoritaria de los gobiernos
caracterizaron una etapa en la que la bonanza económica llegó a su fin
tras la crisis económica de 1864: comenzaron a detenerse las
construcciones ferroviarias (las líneas construidas no daban el beneficio
esperado), faltaron inversiones extranjeras, los precios cayeron. Hubo
escasez de algodón, por la Guerra de Secesión estadounidense, lo que
hizo caer en picado la producción textil catalana y disparó los precios. La
crisis se extendió a todos los sectores. Además la Bolsa quebró en 1856
por el crack europeo, lo que provocó la ruina de muchos pequeños
inversores.
A ello se sumó que los progresistas, viendo la imposibilidad de entrar en
el gobierno, y dirigidos por el general Prim, se unieron a demócratas y
republicanos para denunciar el sistema y a la propia Isabel II.
Los intentos de insurrección como el motín de San Gil en Madrid en
1866 fueron duramente reprimidos. El creciente autoritarismo del anciano
Narváez llevó a la formación del Pacto de Ostende: demócratas,
progresistas y republicanos se aliaron para derribar a Isabel II y el
régimen moderado. Las sucesivas muertes de O´Donnell y Narváez
dejarían a Isabel II completamente aislada en el verano de 1868.
30. 30
4.-El Sexenio Democrático (1868-1874)
SEXENIO
DEMOCRÁTICO
(1868-1874)
LA REVOLUCIÓN DE 1868 – LA
GLORIOSA (sept. – oct.)
EL GOBIERNO PROVISIONAL Y LA
CONSTITUCION DE 1869
(oct. 1869 – enero 1871)
LA MONARQUÍA DEMOCRÁTICA DE
AMADEO I DE SABOYA
(enero 1871 – feb. 1873)
LA I REPÚBLICA Y LA CRISIS DEL
SEXENIO (feb. 1873 – dic. 1874)
31. 31
4.1. La revolución de 1868 y la caída
de la monarquía isabelina.
La sublevación estalló en septiembre
de 1868. Iniciada por el militar unionista
almirante Topete en Cádiz, se le unieron
rápidamente sublevaciones populares en
diversas zonas del país, con formación
de Juntas revolucionarias. Isabel II
huyó a Francia el día después de que
sus tropas fueran derrotadas en Alcolea
por los sublevados. La que los
progresistas vinieron a denominar
"Revolución Gloriosa" había triunfado
con gran facilidad en el país.
El 8 de octubre de 1868 se constituyó el
Gobierno Provisional de la revolución
bajo la presidencia del general Serrano,
que será nombrado Regente y con Prim
como ministro de la Guerra.
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4.2. La Constitución de 1869 y la búsqueda
de alternativas políticas.
El nuevo gobierno se enfrenta a:
•Juntas revolucionarias, partidarias de un
sistema republicano.
•Convocatoria de elecciones a Cortes
Constituyentes por sufragio universal masculino
(mayores de 25 años). Triunfaron los partidos
del gobierno (progresistas, demócratas y
unionistas), que aprobaron una nueva
constitución (junio de 1869).
•Insurrección armada en Cuba, que se venía
gestando antes de la revolución.
•Búsqueda de un nuevo monarca para la corona
vacante. Tras estudiarse varias candidaturas, la
elección y aprobación de las Cortes recae en
Amadeo de Saboya, hijo de Víctor Manuel II, rey
de la recién unificada Italia, con fama de liberal.
La Constitución de 1869:
• Soberanía nacional.
• Sufragio universal directo
para los varones mayores de
veinticinco años.
• Monarquía democrática, con
una serie limitación de los
poderes del rey.
• Poder ejecutivo en manos del
Consejo de Ministros.
• Poder legislativo en unas
Cortes bicamerales. Ambas
cámaras, Congreso y Senado,
son elegidas por el cuerpo
electoral.
• Poder judicial reservado a los
Tribunales.
• Amplia declaración de
derechos, reconociéndose por
primera vez los derechos de
reunión y asociación.
• Libertad de cultos religiosos.
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4. 3. La monarquía democrática de
Amadeo I de Saboya.
A finales de octubre de 1870, Amadeo de
Saboya, aceptó la corona española, tras el
consentimiento de las potencias europeas
y la aprobación de las Cortes españolas.
Su llegada a España se produjo en un
ambiente tenso debido a que el general
Prim, su principal valedor y apoyo, había
sido asesinado tres días antes. El rey
llegó a Madrid, el 2 de enero de 1871.
El panorama que se encontró no podía ser
peor, con la fuerte oposición a su figura
de republicanos, Iglesia católica, carlistas y
clases contrarias al liberalismo. Además,
en su breve reinado se abrieron o
recrudecieron diferentes conflictos: la
insurrección cubana, conflictos
federalistas, la III guerra carlista y los
inicios del movimiento obrero.
Ante semejante panorama, Amadeo
renunció al trono ante las Cortes en
febrero de 1873; Congreso y Senado
reunidos en Asamblea Nacional,
proclamaron la I República.
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4.4. La I República y la crisis del
Sexenio.
La República fue proclamada por unas
Cortes en las que no había una
mayoría de republicanos. Las ideas
republicanas tenían escaso apoyo
social y contaban con la oposición
de los grupos sociales e
instituciones más poderosos del
país.
Los escasos republicanos pertenecían
a las clases medias urbanas,
mientras las clases trabajadores
optaron por dar su apoyo al incipiente
movimiento obrero anarquista. La
debilidad del régimen republicano
provocó una enorme inestabilidad
política. Cuatro presidentes de la
República se sucedieron en el breve
lapso de un año: Figueras, Pi y
Margall, Salmerón y Castelar.
En este contexto de inestabilidad, los
gobiernos republicanos emprendieron una
serie de reformas bastante radicales
que, en algunos casos, se volvieron
contra el propio régimen republicano.
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El Congreso eligió al moderado Estanislao
Figueras como jefe del poder ejecutivo,
quien ya desde el principio tuvo que
enfrentarse a un clima de desorden social
con revueltas campesinas frecuentes.
Además, entre el propio seno republicano,
se asistía a la separación entre
federalistas y unionistas.
La presión de la opción federalista llevó a
Figueras a la dimisión, posibilitando la
elección de un nuevo presidente, Pi y
Margall. Rápidamente las Cortes se
pusieron a trabajar en el proyecto de la
Constitución de 1873, que establecía una
república confederal de 17 estados, con
Cortes bicamerales elegidas por sufragio
universal.
No llegaría a entrar en vigor porque en los
primeros días de julio se desencadenó la
revolución cantonal que acabaría por
hundir definitivamente a la República.
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4.5. Los conflictos del Sexenio. El final de la I República.
-La Guerra de los Diez Años en Cuba (1868-1878), también conocida como
“Guerra Larga” o “Grande”: en Cuba existía un movimiento liberal que
aspiraba en un inicio a aumentar la autonomía de la isla. La guerra se inicia
tras el triunfo de la “Gloriosa” en España. La insurrección, dirigida por
Carlos Manuel Céspedes, se inició con el Grito de Yara en octubre de 1868.
La revolución se extendió rápidamente por toda la isla cuando se adhirieron
a ella los esclavos negros y los propietarios de pequeñas plantaciones de
azúcar. El gobierno español actuó con gran torpeza con respecto a Cuba
siguiendo una estrategia de guerra sin cuartel con pobres resultados por los
escasos recursos militares disponibles y el apoyo encubierto de EEUU a los
rebeldes cubanos. La Guerra no finalizaría hasta diez años mas tarde, con la
Paz de Zanjón, ya durante el período de la Restauración.
-La Tercera Guerra Carlista (1872-1876): La proclamación de la República
avivó un conflicto que no se resolvería hasta 1876, en la Restauración, con la
intervención del joven rey Alfonso XII. La guerra carlista, en tomo al preten
diente Carlos VII, se recrudeció en 1873. En sólo cuatro años los carlistas se
enfrentaron a los gobiernos de Amadeo I, de la I República y de Alfonso XII.
La rebelión, comenzó en Valencia y el Maestrazgo, se extendió por Aragón,
Cataluña, Navarra, el País Vasco, Cuenca y AIbacete. Las victorias carlistas
les permitieron poner de nuevo sitio a Bilbao y establecer un embrión de
estado carlista en las provincias vascongadas. Pero después de la
derrota de Lácar (Navarra), el 28 de febrero de 1876, las fuerzas de Alfonso
XII conquistaron Estella, capital carlista, lo que supuso la huida definitiva del
pretendiente y el fin de las guerras carlistas.
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-La Revolución Cantonal: Algunas ciudades y
comarcas españolas, impacientes de reformas,
se declararon independientes durante el
gobierno de Margall. Además, los carlistas
aprovecharon la situación para recrudecer sus
posturas. Este contexto llevó al presidente a
presentar su dimisión en julio.
Su sucesor, Nicolás Salmerón, inició un giro a la
derecha. Dio plenos poderes al ejército, que,
dirigido por Martínez Campos y Pavía, fue
sofocando los focos de sublevación. Salmerón
dimitió en septiembre al negarse a firmar
sentencias de muerte.
Castelar intentó resolver el caos político y social
mediante un sistema autoritario, suspendiendo
las garantías constitucionales. Consiguió
controlar la sublevación, pero una coalición de
federalistas le dejó en minoría en el Congreso.
En nombre del orden y la salvación nacional, el
general Pavía entró con sus tropas en las
Cortes republicanas y las disolvió el 3 de enero
de 1874.
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Se formó entonces un nuevo gobierno
provisional presidido por el general Serrano,
cuya misión inicial era la de salvaguardar la
República, si bien el régimen se convirtió en
una dictadura militar. Las guerras cubana y
carlista, así como los problemas
hacendísticos, desacreditaron la postura
republicana y comenzó a imponerse una
opinión favorable a la vuelta de los
borbones, alentada por Antonio Cánovas
del Castillo.
El 1 de diciembre de 1874 el futuro rey
Alfonso XII, hijo de Isabel II en quien la reina
había abdicado en 1870, firmaba un
manifiesto a la nación desde Sandhurst
(Inglaterra), garantizando una monarquía
dialogante, constitucional y democrática. El
29 el general Martínez Campos daba un
golpe de Estado en Sagunto para su
entronización, método que no agradó a
Cánovas. En enero de 1875 fue recibido
apoteósicamente en Barcelona y en Madrid.
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5.-Los inicios del movimiento obrero español
5.1. Las condiciones de vida de obreros y campesinos.
La ruina de los campesinos que dio lugar al proletariado (clase social marginada y
desposeída de la propiedad de la tierra y los medios de producción), primero el
proletariado rural (jornaleros del campo), y luego el proletariado industrial (obreros
descendientes de jornaleros emigrados a la ciudad) (Véase “CLASE POPULAR” en el
punto 3.5, diapositiva 24).
5.2. La Asociación Internacional de Trabajadores y el surgimiento de las corrientes
anarquista y socialista.
Durante la primera mitad de siglo, no existía una conciencia colectiva sobre los derechos
de los trabajadores. Además, las asociaciones obreras estaban prohibidas y las
huelgas eran ilegales. Hubo también algunos movimientos luditas (destrucción de
máquinas por pensar que quitaban el trabajo a los obreros), aunque sin mucha
repercusión.
Después algunos obreros abrazaron las ideas del socialismo utópico (filosofía heredera
de la Ilustración surgida como reacción a las consecuencias negativas de la
industrialización). En 1840 nació la primera organización obrera de España, la Sociedad
de Tejedores de Barcelona, como sociedad de socorros mutuos. Una entidad
aseguradora creada a base de aportaciones de tejedores para dar pequeños subsidios a
viudas y huérfanos de obreros.
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En esta época, los obreros apoyaban al Partido Demócrata, porque
aspiraban al sufragio universal. También empezaron a exigir el derecho
de huelga entendido como la cesación colectiva del trabajo al objeto de
defender los intereses y derechos de los trabajadores. A finales del XIX
declararse en huelga ya no deparaba la muerte o la cárcel, pero podía
acarrear sanciones laborales o económicas por incumplimiento de las
obligaciones contractuales. Los códigos penales de 1850 y 1870 lo
consideraron un delito. Incluso con la proclamación de la Primera
República Española no hubo legalidad para el derecho de huelga. La
Constitución monárquica de 1876 silenció el derecho de asociación y
también el de huelga.
Durante la Década Moderada las organizaciones obreras fueron
violentamente reprimidas. Por consiguiente, el movimiento obrero no se
desarrolló hasta el Sexenio Democrático.
La Constitución de 1869 y la democracia del Sexenio Revolucionario
trajeron por primera vez la libertad de asociación, y ello permitió una
rápida expansión del movimiento obrero. La principal organización a nivel
internacional de este movimiento era la Asociación Internacional de
Trabajadores (AIT), que se había creado poco antes. La AIT se había
dividido entre los partidarios de Marx –marxistas- y los de Bakunin –
anarquistas-. Aunque ambos eran revolucionarios y deseaban alcanzar la
sociedad sin clases y la propiedad colectiva, los anarquistas pensaban
que no debería existir ningún tipo de estado ni autoridad. Mientras
que los marxistas defendían que para llegar a la igualdad social
debería existir primero un estado obrero (“dictadura del
proletariado”).
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Esta división pronto se trasladó al joven movimiento obrero español: un
colaborador de Bakunin, Fanelli, creó los dos primeros núcleos de la AIT en
España, en Madrid y Barcelona, con ideas anarquistas. Su primera formación
será la Federación de Trabajadores de la Región Española. De forma paralela
surgió otra sección de la AIT de inspiración marxista, creada en una visita a
España de Lafargue (yerno de Marx). Desde entonces, el movimiento obrero
español quedó dividido en dos grupos diferenciados:
* La corriente socialista (marxista), que predominó en Madrid, Bilbao o
Asturias. Con esta ideología Pablo Iglesias funda el Partido Socialista Obrero
Español (PSOE) en 1879, en Madrid. Así como la Unión General de
Trabajadores (UGT) que nació en 1888. Estas organizaciones serán
ilegalizadas por Serrano en 1874.
* La corriente anarquista, con mayor cantidad de seguidores en esta época,
aunque no tuvo una organización importante, la Confederación Nacional del
Trabajo, hasta principios del siglo XX. Predominó en Cataluña, Valencia y
Andalucía.