1.-Un lento crecimiento de la población
2.-Una agricultura protegida y estancada
3.-Una deficiente industrialización
4.-Las dificultades de los transportes
5.-El comercio
6.-Las finanzas
Tema 8. Pervivencias y transformaciones económicas en el siglo XIX: un desarrollo insuficiente
1. Tema 8. Pervivencias y
transformaciones económicas en el
siglo XIX: un desarrollo insuficiente.
1.-Un lento crecimiento de la población
2.-Una agricultura protegida y estancada
3.-Una deficiente industrialización
4.-Las dificultades de los transportes
5.-El comercio
6.-Las finanzas
2. 2
1.Lento crecimiento de la población
1.1.Alta mortalidad y pervivencia de un régimen demográfico antiguo
● Hubo un crecimiento importante de la población en el siglo XIX, mayor que en los
siglos anteriores, aunque menor que la media europea: se pasó de 10´5 millones de
habitantes a finales del XVIII a 18´5 en 1900. Esta alza fue superior en la periferia
que en el interior, lo cual acentuó la tendencia, comenzada en los dos siglos
anteriores, de que la densidad de población fuera menor en el interior.
● El sistema demográfico aún era antiguo: la natalidad era muy alta, la mortalidad
también, en ocasiones catastrófica, especialmente por las todavía frecuentes
hambrunas y por las epidemias, entre las que destacaron el cólera, que entró por
primera vez en España y en Europa causando un número elevado de víctimas en
varias oleadas sucesivas (1833-1835, 1853, 1859, 1865 y 1885), tifus y fiebre amarilla.
Las epidemias y las enfermedades incidían de forma brutal sobre una población muy
debilitada por las carencias alimenticias y una deficiente atención sanitaria.
● La esperanza media de vida no llegaba a los 35 años.
● Sin embargo como consecuencia de una mejora en la alimentación, en la higiene
(se descubre la relación entre higiene y salud) y en la medicina (aparición de las
primeras vacunas y de las sulfamidas), en estos años se inicia un crecimiento fuerte
y sostenido de la población A pesar de los avances en la mayoría de España se
mantenía una elevada mortalidad infantil, una baja esperanza de vida, que se
compensaba con una natalidad muy elevada, lo que es característico de una régimen
demográfico antiguo.
3. 3
• Durante el siglo XIX España seguía siendo un país
de carácter agrario pues la mayoría de la
población vivía en el campo.
• Predominaba la población rural (dos tercios al
terminar el siglo).
• Apenas existían grandes ciudades, sólo Madrid y
Barcelona llegaron a alcanzar el medio millón de
habitantes, la primera por su condición de capital
política y la segunda por ser la cuna de la
revolución industrial en nuestro país.
• El resto de las ciudades era centros
administrativos de provincias, con población
escasa y una vida más marcada por la cultura
rural que por la urbana.
4. 4
La consecuencia de este crecimiento es que se produce un excedente de mano de obra en el
campo, mano de obra que se va a desplazar en busca de mejores oportunidades tanto a los
grandes centros industriales peninsulares como a otros países. Así pues en estos años se inicia
un proceso de trasvase de población desde las áreas rurales a las industriales. Los principales
centros de atracción serán Madrid y Barcelona, agudizándose una doble tendencia que ya estaba
presente en la etapa anterior: el dinamismo económico y social sólo se produce en unos puntos
concretos de la península (Cataluña, y más en concreto Barcelona), y, mientras que la España
interior y rural tiende a despoblarse la España periférica tiende a atraer población.
5. 5
1.2. La excepción de Cataluña
● A diferencia del resto de España, Cataluña
experimentó en el siglo XVIII un gran despegue
económico y demográfico que la convertiría en la
región más avanzada y en la única preparada para
iniciar la revolución industrial en la península.
● Aumento de la producción agraria se traducía en
un incremento también de la producción industrial y el
comercio: Orientar la cosecha al mercado y no sólo al
autoconsumo.
● Invertir beneficios en nuevas industrias,
especialmente en el sector textil.
● La corona ayudó prohibiendo la importación de
algunos productos extranjeros, como las telas
asiáticas.
● Por otro lado la liberalización del comercio con
América resultó especialmente beneficioso para
Barcelona, que aumentó considerablemente sus
exportaciones.
6. 6
Cataluña fue una excepción demográfica porque industrialmente estaba a la cabeza de
España y, así, va a iniciar su transición al régimen demográfico moderno como en el
resto de Europa. De 1787 a 1900 la población aumentó un 145%, sólo por debajo de
Gran Bretaña.
Históricamente, Cataluña siempre ha sido una región bastante más poblada que la media de
la península. En el siglo XVIII, coincidiendo con el declive de la economía castellana, se
produjo un resurgimiento económico catalán. Este resurgimiento, principalmente
comercial, impulsó la producción y explica la aglomeración barcelonesa. En esa época,
igual que actualmente, la densidad de población decrecía en proporción directa a la
distancia a la capital, aunque en 1857, la población urbana no pasaba aún del 28%. No
obstante, la fuerte industrialización de Cataluña produjo la llegada de inmigrantes, tanto
regionales como del resto peninsular de forma constante.
Desde mediados del siglo XIX el área de Barcelona recibió inmigrantes de las zonas
agrarias, que elevaron sus tasas demográficas, pero la situación de exceso de mano de
obra, que generaba pobreza, hizo retrasar el descenso de las tasas de mortalidad
frente a otras zonas industriales.
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2.Una agricultura protegida y estancada
2.1. Las desamortizaciones.
La desamortización emprendida por Mendizábal se lleva a cabo entre 1836 y 1837, y
supone la continuación de la obra llevada a cabo por las cortes de Cádiz y del trienio liberal,
aunque ésta va a ser de carácter estrictamente eclesiástica. Supone la nacionalización
y venta en pública subasta de fincas rústicas y urbanas propiedad del clero tanto
regular como secular, además se suprimen toda una serie de instituciones religiosas como
la Inquisición, la Compañía de Jesús y algunos conventos, cuyas propiedades también fueron
nacionalizadas y vendidas, lo que da muestras del carácter anticlerical del liberalismo
progresista.
El gobierno con estas medidas se plantea un doble objetivo:
● Por un lado liberalizar el sistema de propiedad ampliando la base social del liberalismo
ya que querían aumentar el número de pequeños propietarios
● Por otro lado mejorar la situación del erario público, afectado por una deuda crónica.
Si bien el segundo objetivo se cumplió, no ocurrió lo mismo con el primero ya que las tierras
fueron adquiridas en su mayoría por un grupo de la burguesía que adquirió la
condición de nuevos terratenientes, con los que los campesinos no pudieron competir
en las subastas, puesto que no se instituyó un sistema de créditos baratos accesibles al
campesinado. De tal manera que no se creó una amplia capa de pequeños campesinos
propietarios, y se mantuvo el hambre de tierras y el descontento de este grupo social.
8. 8
La obra de la desamortización va a continuar
durante el bienio progresista (1854-56) con
Madoz, comprendiendo no sólo las tierras
eclesiásticas sino también las comunales (las
comunes y las de propios).
Aunque nuevamente se pretendía incrementar
el número de los pequeños propietarios, lo que
generaría una base social afín a los
progresistas, al obligarse a pagar en efectivo y
no contemplar un sistema de créditos las
tierras fueron nuevamente adquiridas por los
más pudientes.
9. 9
2.2. Consecuencias de las desamortizaciones.
● Consiguió aliviar la situación de la Hacienda y ayudó a pagar las guerras carlistas.
● Se pusieron en cultivo bastantes tierras que estaban casi abandonas o mal cultivadas.
Pero los precios de los alimentos subieron, ya que los burgueses especulaban con ellos,
acaparándolos para que subieran de precio (y por lo tanto, sus beneficios). La productividad
agrícola siguió, de todas formas, siendo más baja que en el resto de Europa.
● Se abandonaron y deterioraron muchos monasterios.
● Un porcentaje importante de la tierra cambió de manos, aunque la propiedad de la
nobleza no fue desamortizada, sólo desvinculada (quedaba libre para que comerciaran
con ella o la arrendaran si lo deseaban)
● Los compradores y principales beneficiados fueron, en su mayor parte, nobles y
burgueses, que comenzaron a formar una nueva clase terrateniente. Los campesinos que
adquirieron tierras fueron pocos. Además, con la desamortización de Madoz empeoró la
situación de muchos labradores pues perdieron el derecho de uso de los bienes
comunales (usar los pastos, recoger leña), que servían como complemento de su economía.
Fue un proceso en el que se pensó sobre todo en los intereses de las clases adineradas. Los
campesinos salieron muy perjudicados porque ya no podían alquilar las tierras de propios ni
de la Iglesia; y los que aún tenían tierras no podían competir con los terratenientes, por eso
se convirtieron en jornaleros explotados. Muchos campesinos gallegos, asturianos o
leoneses emigraron por la falta de rentabilidad de sus minifundios (explotaciones agrarias
pequeñas).
10. 10
2.3. Los bajos rendimientos de la agricultura española del siglo XIX.
La agricultura española se caracterizó por su bajo rendimiento. Siguió predominando la
trilogía clásica mediterránea: trigo, vid y olivo, aunque aumentó el cultivo de
leguminosas y se intensificó el sector hortofrutícola, el único verdaderamente moderno.
Se mantenía en un estado de estancamiento, en buena medida debido a los problemas de
una estructura de la propiedad inadecuada que las desamortizaciones habían agravado:
La tierra quedaba en manos de una burguesía rentista con pocos ánimos de reformas,
que dejaban el cultivo en manos de pequeños arrendatarios incapaces de llevar a cabo
ellos mismos esas reformas, o bien mantenían sistemas de cultivo propios de una agricultura
latifundista, basada en productos de secano y de bajo rendimiento (cereal, olivo y vid), y con
mano de obra jornalera, que vivía en condiciones de vida miserables y en un clima de
agitación social creciente.
Sólo en Cataluña y Valencia, con una propiedad más repartida, un clima suave y una
tradición de práctica del regadío, se van a ir introduciendo reformas, pero muy lentamente.
El estancamiento agrícola también tiene mucho que ver con la cuestión de la protección
arancelaria. Los aranceles sobre el trigo extranjero se mantuvieron siempre muy altos para
proteger al sector pero, al no tener que competir, no se invertía en mejoras tecnológicas,
ya que el beneficio estaba asegurado para los grandes propietarios castellanos y
andaluces, a pesar de los bajos rendimientos. Las tierras se infrautilizaban y seguían
absorbiendo una gran cantidad de mano de obra, que podían haber trabajado en la industria,
a pesar de las carencias de la Revolución industrial española.
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- Hubo un gran crecimiento en la exportación de vinos en las
décadas de 1870 y 1880, ya que la filoxera había arruinado el viñedo
francés. Aunque luego llegó esa enfermedad a España y se cortó esa
tendencia ascendente.
- Las desamortizaciones no produjeron un aumento de la
producción agrícola. El crecimiento de esta producción fue muy lento
durante el siglo XIX. No se evitaron las crisis de subsistencia, con
sus evidentes repercusiones demográficas, manteniéndose, en este
aspecto las características del Antiguo Régimen. La causa de este
atraso está en que los rendimientos eran muy bajos. Estaríamos
ante una agricultura que no vivió la revolución agrícola (técnica)
de otros países europeos. Sólo en Cataluña y Valencia, con una
propiedad más repartida, un clima suave y una tradición de práctica
del regadío, se van a ir introduciendo reformas, pero muy lentamente.
- Al no tecnificarse, la agricultura no permitía una acumulación de
rentas para que el campesinado comprara productos fabriles. La
demanda de bienes de consumo y de equipo del campo español
fue mínima, por lo que no contribuyó al desarrollo industrial. La
agricultura fue un lastre para los otros sectores productivos.
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3.Una deficiente industrialización
Los núcleos industriales y mineros españoles.
Al final del reinado de Isabel II se había avanzado mucho en la construcción de un sistema
económico capitalista y de una sociedad de clases dominada por una burguesía
empresarial que empezaba a integrarse en la economía internacional. El crecimiento era
lento y desigual: se concentraba en la periferia industrial catalana, asturiana y vasca,
y en los medios financieros de Madrid. El resto del país continuaba dominado por una
economía agraria muy atrasada que dificultó por muchos años el despegue económico.
La política proteccionista de los gobiernos, exigida por la escasa burguesía empresarial,
sólo redujo la competitividad y frenó aún más la modernización.
LA INDUSTRIALIZACIÓN: A pesar de estos condicionantes, desde mediados de siglo se
observa un dinamismo en algunos sectores industriales, que serán los protagonistas del
proceso de industrialización en España.
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3.1. Sector textil.
Hacia 1830 sólo este sector había iniciado su industrialización (en Barcelona). La
introducción de la máquina de vapor en las fábricas textiles dio lugar a la producción en
serie de tejidos de algodón (indianas) a bajo precio, asequibles a la población de bajos
ingresos, gracias a la disminución de costes (y de los salarios de los trabajadores ya que
se empezó a contratar a mujeres y niños que realizaban las mismas tareas que los
hombres por un salario inferior) lo que permitía multiplicar las ventas y generar grandes
beneficios.
La política proteccionista de los gobiernos favoreció su expansión aunque limitó su
modernización. A pesar de ello en 1875 era la industria más avanzada de España.
La pérdida de las colonias (98) va a afectar muy duramente a este sector por la
pérdida del mercado cubano, donde las indianas de algodón tenían una gran salida. La
reducción de la producción trajo como consecuencia la bajada de salarios y los
despidos, agravándose la tensión social.
Se trabajaba la lana, seda y cada vez más el
algodón. Estaba centrado en torno a Barcelona
(Tarrasa, Manresa, Sabadell).
Tuvo forma de pequeñas empresas familiares.
Impulsó otras industrias, como la química, a la que
compraba tintes, y la siderúrgica, que producía
hierro para las máquinas textiles.
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3.2.El sector siderúrgico.
Su desarrollo fue menor en este periodo. Aunque la demanda de hierro comenzó a crecer a
partir de 1830, no puede hablarse de un despegue y un proceso de mecanización porque
faltó la demanda suficiente, ya que la construcción del ferrocarril en los años 50 se
produjo con materiales del extranjero, mucho más baratos que los españoles debido a la
escasez, baja calidad y alto coste del carbón español.
Los primeros intentos fueron en Málaga, pero el hierro era escaso y no había carbón. Más
tarde se intentó en Asturias. La primera empresa con un alto horno (instalación industrial
dónde se transforma o trabaja el mineral de hierro) fue la de Mieres que explotaba carbón
local, pero le faltaba el hierro.
Hasta 1880 no se impone el predominio de la siderurgia vizcaína organizada en modernos
altos hornos, con procedimientos de última generación. Había hierro, acceso por mar al
carbón británico (más barato que el asturiano) y capitales de la minería y las finanzas.
Estaba concentrada en forma de grandes empresas que en 1902 se fusionaron en Altos
Hornos de Vizcaya.
Debido a las fuertes inversiones necesarias en este sector, esta industria queda en manos de
muy pocas familias de la burguesía vasca. Se crearon astilleros también en Vizcaya. Allí
también se fabricaba material ferroviario, igual que en Cataluña.
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3.3. El sector minero.
Los recursos mineros eran abundantes, aunque no siempre bien explotados: hierro,
carbón, plomo, cobre o mercurio.
Las principales zonas eran Sierra Morena, Asturias, Vizcaya, León, Huelva y Almería.
La Ley Minera de 1868 hizo que la mayoría de las minas, hasta entonces en manos del
Estado, se vendieran o arrendaran. Para explotarlas se crearon sociedades, la mayoría
con capital extranjero inglés (Minas de Riotinto), francés y belga. Esto hizo que creciera la
extracción minera, pero también que una buena parte de los recursos, que podría haber
servido para la industria propia, contribuyera a desarrollar la de otros países. Así
España llegó a ser el mayor exportador de hierro de Europa, mientras que su
producción siderúrgica era de las más bajas.
Pero a partir del momento en que se desarrolla una industria metalúrgica en el País
Vasco que usa como combustible el carbón de las cuencas asturianas, este sector
alcanza un gran desarrollo tanto en la cuenca astur-leonesa como en la de Teruel.
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3.3. Los nuevos sectores.
Aparición y rápido crecimiento de la industria eléctrica: Las primeras
fueron fundadas por capitales extranjeros (AEG o General Electric) pero
pronto aparecieron compañías españolas, vascas, catalanas y madrileñas,
de rápida expansión, que hacen retroceder al carbón como fuente
energética básica.
Otras industrias que se desarrollan son las de cementos, la química o la
papelera, produciéndose una mayor diversificación en cuanto a los
sectores pero no en la localización, pues siguen siendo Barcelona, Bilbao
y Madrid las ciudades que atraen todas las inversiones.
19. 19
Comparación entre la revolución industrial española con la de los países más avanzados de Europa.
• Se le atribuye al atraso en el sector agrario español el problema fundamental que hizo al país incapaz
de haber creado las condiciones previas y necesarias para un despegue y consolidación temprana de la
industrialización, cosa que si sucedió en el caso inglés y clave de su temprano éxito.
• Lo que sucedió en España se resume en tres puntos esenciales, estancamiento agrícola, inmovilismo
tecnológico y atraso generalizado. Estamos hablando de factores como la agricultura, la cual no fue
próspera, una ineficiente red de transportes, ya que la implantación de la red ferroviaria se demoró
mucho en España por diferentes motivos (lo cual generó que no hubiese mercado interior integrado,
lo que perjudicó al proceso de industrialización), las retrasadas industrias manufactureras como la
metal-mecánica, la química, la ingeniería o la construcción, las cuales no estaban a la altura, el
ineficiente sistema bancario o la situación política de España fueron algunos de estos causantes.
• La modernización tecnológica tendió a ralentizarse, cuando no a estancarse. De modo que, hacia
1880, el parque de las máquinas de vapor fijas acabó siendo la quinta o la sexta parte del francés, la
red ferroviaria era la de menor densidad y tráfico relativo de la Europa occidental, y la marina de vela
seguía superando a la de vapor.
• Las administraciones del siglo XIX se autoexcluyeron como impulsoras de la industria, e incluso
acabaron causándola un grave perjuicio
20. 20
4.La dificultad de los transportes
4.1. Los condicionamientos geográficos.
La implantación de la red ferroviaria se retrasó mucho en España por diferentes motivos: el
desconocimiento técnico, la difícil orografía española, la falta de capital, el atraso económico
generalizado o la ausencia de un marco legal que fijase las condiciones previas de su
construcción y posterior funcionamiento fueron algunas de estas razones.
El ferrocarril se trazó en un entorno demográfico y topográfico inadecuado. La vía
ferroviaria se dirigió a Madrid y a los puertos más importantes, siguiendo un diseño
radial. El pensamiento era dirigirse hacia las costas y las fronteras, ya que se pensaba que la
riqueza solo podía venirnos del exterior. Lo mismo ocurrió con la red de carreteras, con
centro en Madrid.
En España existía la dificultad añadida de la orografía: mientras que la altitud media de
Europa es de unos 230 m sobre el nivel del mar, en nuestro país es de 660 m (casi 800 en
el caso de la submeseta norte). Este factor, unido a las grandes cadenas montañosas y a
los caudalosos ríos, provocaban que el kilómetro de vía y de carretera saliesen
muchísimo más caro en España que en el resto del continente, donde predomina la
Gran Llanura Europea. Conviene recordar que el ferrocarril requiere que las vías discurran
por escasa pendiente, lo que forzaba a la continua construcción de puentes, túneles,
nivelación de colinas, levantamiento de terraplenes, etc., disparando los costes.
Como es lógico, la construcción de carreteras presentaba los mismos problemas. Todo
ello dificultaba el comercio y las comunicaciones interiores.
22. 22
4.2. La red ferroviaria.
A finales de siglo XIX empieza a poderse hablar de un auténtico “mercado nacional”. Esto
se debió a factores como:
MEJORA DE LAS INFRAESTRUCTURAS DE TRANSPORTE.
Aunque las carreteras seguían siendo malas, se construyeron bastantes. Se impulsó la
construcción de carreteras a partir de 1840: en 1868 había unos 5000 kms.
La gran novedad fue el ferrocarril. El primero unió en 1848 Barcelona y Mataró. Los
capitales extranjeros fueron decisivos en la financiación de los ferrocarriles españoles junto
a los provenientes de la desamortización. Por ello consumieron acero y carbón británico, en
vez de español.
Los trenes mejoraron mucho el transporte terrestre y contribuyeron a abaratar los costes
del transporte de cereal.
MEJORA DE LAS COMUNICACIONES. Aparece un sistema de Correos estructurado y se
introduce el telégrafo (1854), con mucho retraso respecto a otros países europeos.
23. 23
Ley General de Ferrocarriles (1855)
El gobierno progresista de 1855 proclamó la Ley General de Ferrocarriles, conectada con
la Desamortización de Madoz.
Su objetivo era ofrecer un medio de transporte económico que estimulase la red
industrial. La ley dejaba a la iniciativa privada la construcción y explotación de los tramos
ferroviarios, ofrecía todo tipo de incentivos para beneficiar la entrada de capital y material
extranjero. Por ello los ferrocarriles consumieron acero y carbón británico, en vez de
español.
Las principales líneas se construyeron hasta 1865, pero posteriormente muchas fueron
poco rentables por la escasa actividad económica y el limitado comercio interior. En los
años setenta había 6000 kilómetros de vía, que seguían un trazado radial, al situar a
Madrid como el centro.
Aunque desde el gobierno se pensaba que la construcción del ferrocarril favorecería el
proceso de la industrialización, tal y como había ocurrido en otros países de Europa, al
otorgarse las principales concesiones a compañías extranjeras, los materiales se
importaban de fuera, por lo que el ferrocarril no estimuló la industria siderúrgica
nacional. El escaso capital español existente, además de desviarse hacia la compra de
tierras, sacadas a la venta en las desamortizaciones, fue absorbido, en gran medida por el
ferrocarril, especialmente en la época del boom pero, por eso mismo, no se derivó hacia la
inversión industrial.
Aún así, a largo plazo es cierto que el ferrocarril terminó por tener efectos positivos en
la economía española cuando la economía española empezó a despegar en el siglo XX.
24. 24
5.El comercio: proteccionismo frente a librecambismo.
Desde las Cortes de Cádiz se había ido imponiendo el liberalismo en lo tocante a
la economía (librecambismo), proclamándose la libertad de industria, trabajo y
comercio. Los gremios, que regulaban los oficios desde el medievo, fueron
suprimidos en 1834 lo mismo que los derechos de paso que dificultaban la
circulación de mercancías (peajes que había que pagar por el paso de puertos,
barcas o puentes) dentro de una provincia, a lo que se sumaban los aranceles que
pagaban las mercancías por el paso de uno a otro reino.
Estas medidas liberalizadoras contribuyeron a la creación de un mercado nacional
junto con otras como la creación de un nuevo sistema monetario basado en la
peseta (1868), la difusión del ferrocarril, del telégrafo o del servicio de correos.
Se exportaba, sobre todo, productos básicos: minerales, vino, aceite y fruta. Se
importaban materias primas para la industria –carbón inglés y algodón-, y todo tipo
de productos manufacturados. España siguió manteniendo estrechas relaciones
comerciales con Cuba, Puerto Rico y Filipinas, los restos del Imperio colonial
español, de las que importaba productos agrícolas como la caña de azúcar o el
ron, y exportaba manufacturas como los textiles de algodón catalanes, o el grano
meseteño y andaluz, en régimen de monopolio. La balanza comercial casi siempre
fue negativa.
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Hubo una pugna continua entre los partidarios del proteccionismo (querían
defender los productos propios imponiendo aranceles a los extranjeros) y los
defensores del librecambismo, quienes dejarían entrar sin trabas los
productos extranjeros, para que también se permitiera a los propios en otros
países. La política comercial, especialmente de los moderados, fue el
proteccionismo. El proteccionismo defendía los intereses de la oligarquía
terrateniente, pues protegía su cereal (de baja productividad y altos costes)
frente al exterior, lo mismo que ocurría con los textiles catalanes. Ello
perjudicaba a las clases bajas, que tenían que pagar más caros los productos
de primera necesidad. El proteccionismo se basaba principalmente en el
establecimiento de barreras aduaneras como los aranceles.
Las opciones políticas más avanzadas intentaron desarrollar el librecambismo
que predominó en las épocas de gobierno progresista y en el Sexenio. El
proteccionismo se impuso desde 1875, con la Restauración, y ayudó para
que pudiera desarrollarse la naciente industria sin la competencia de otras más
fuertes como la inglesa o la francesa.
Los sectores en los que se practicó el proteccionismo fueron los productos
agrícolas (sobre todo con el grano de la Meseta y de Andalucía), los textiles
catalanes, y la industria.
26. 26
6.Las finanzas
6.1. La peseta como unidad monetaria.
También en el sistema monetario español se mantenían características de Antiguo Régimen
en cuanto que existía una variedad enorme de monedas, pesos y medidas, lo que
dificultaba el comercio interior. A lo largo del reinado de Isabel II se fueron introduciendo
reformas para introducir una moneda única (el real y el escudo, equivalente a 10 reales), y
en 1868, durante la revolución, se introdujo la peseta (4 reales) como unidad monetaria. Se
centralizó toda la producción en la ceca de Madrid, origen de lo que es hoy la FNMT-RCM.
Desde entonces se acuñaron en la Fábrica todas y cada una de las pesetas que han
circulado hasta la aparición del euro.
El papel moneda se fue generalizando, lo mismo que el uso de la peseta, y poco a poco se
fue abandonando el uso del oro, que no de la plata, que siguió usándose hasta bien entrado
el siglo XX.
27. 27
6.2. El desarrollo de la banca moderna.
En 1829 se creó el Banco Español de San Fernando cuya fin era prestar dinero al
Estado mediante la emisión de deuda pública y de moneda. Este banco quebró durante
la crisis financiera de 1848, y fue sustituido en 1856 por el Banco de España, que a partir
de 1874 era el único autorizado para la emisión de billetes.
En estos años, y tras la grave crisis financiera de 1866-76 ligada a la construcción del
ferrocarril que arruinó a la banca del momento, se crearon nuevos bancos privados, en
las zonas de mayor desarrollo industrial del norte (siderurgia) y Cataluña (textil), que
actuaron más como prestamistas del Estado que como impulsores del desarrollo
económico: Bancos de Barcelona, Bilbao, Santander y Crédito Mobiliario.
España seguía teniendo el problema crónico de falta de una clase empresarial y
financiera, por lo que fue la inversión extranjera, francesa y británica
fundamentalmente, la que suplió la falta de inversores españoles, especialmente en
sectores donde eran necesarias fuertes inversiones como el de la minería (capital
británico) y el del ferrocarril (capital francés).
28. 28
6.3.Los problemas de la Hacienda.
Hasta mediados del siglo XIX en España se mantuvo un sistema
fiscal del Antiguo Régimen, en el que existían infinidad de
impuestos, poca eficacia en su recaudación y numerosas
exenciones (clero y nobleza no pagaban impuestos), lo que generaba
una deuda crónica al Estado. Todos los intentos de reforma fracasaron
al chocar con los intereses de los grupos privilegiados.
La reforma fiscal de 1845 fue obra de Ramón Santillán, primer
gobernador del Banco de España, siendo ministro de Hacienda
Alejandro Mon. Por ello se conoce esta reforma como la reforma Mon-
Santillán.
Dispusieron que el Banco Español de San Fernando se convirtiera
en recaudador de la casi totalidad de las contribuciones y rentas y, a la
vez, en dispensador de crédito a corto plazo al gobierno a cuenta de los
ingresos presupuestados. Así se acabaron identificando banco y Tesoro.
Se introdujeron dos tipos de impuestos, directos (contribución sobre
bienes inmuebles, cultivos y ganadería) e indirectos (consumos), y se
estableció un Presupuesto general del Estado, poniéndose en marcha
medidas para reducir el déficit del Estado, ya que las desamortizaciones
no habían sido suficientes.
Pese a todo ello no pudo poner fin a la crónica situación de déficit de la
Hacienda Pública.
29. 29
6.4.Las inversiones extranjeras.
Una parte del fracaso de la revolución industrial en España se debió a su
dependencia de tecnología y capital extranjero.
-Industria textil: la tecnología era básicamente inglesa.
-Minería, siderurgia y metalurgia: Los primeros pasos de la revolución industrial
en el sector siderúrgico se dieron con capitales ingleses y franceses. La Ley
Minera de 1868 hizo que la mayoría de las minas, hasta entonces en manos del
Estado, se vendieran o arrendaran. Para explotarlas se crearon sociedades, la
mayoría con capital extranjero, inglés en Minas de Riotinto, francés y belga. Esto
hizo que creciera la extracción minera, pero también que una buena parte de los
recursos, que podría haber servido para la industria propia, contribuyera a
desarrollar la de otros países. Así España llegó a ser el mayor exportador de hierro
de Europa, mientras que su producción siderúrgica era de las más bajas. Solo a
finales del s. XIX la Hacienda y los capitales españoles comenzaron a
rescatar los principales yacimientos, invirtiendo en el hierro vizcaíno y en el
carbón asturiano.
-Ferrocarril: Los capitales extranjeros fueron decisivos en la financiación de los
ferrocarriles españoles junto a los provenientes de la desamortización. Por ello
consumieron acero y carbón británico, en vez de español. La aportación
extranjera en el ferrocarril era mayoritario, sobre todo con capitales franceses
(85% del total del capital a comienzos del s. XX).
-Los vinos andaluces, de Málaga y Jerez, se exportaban sobre todo a Inglaterra.
El capital extranjero vino a instalarse en España para organizar la exportación a
sus respectivos países de origen.