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E – 26-465-A-10 
Tratamiento y rehabilitación 
de las lesiones nerviosas periféricas 
L. Noël, P. Liverneaux 
Para el tratamiento y la rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas es necesaria 
una estrecha cooperación entre los especialistas en microcirugía y en rehabilitación sen-soriomotriz. 
En lo que se refiere a la cirugía, las lesiones de los nervios periféricos deben 
repararse con aumento óptico, ya sea por sutura directa, injerto o crecimiento nervioso. 
Tras una reparación quirúrgica se recomienda inmovilización durante 3 semanas. La 
valoración principal ata˜ne a la sensibilidad y la motricidad. Con relación a la primera, 
se busca la zona hipoestésica o disestésica y se valora el déficit, sobre todo con prue-bas 
de discriminación. Respecto a la motricidad, se buscan los músculos afectados y se 
cuantifica el déficit con una escala de valoración muscular. Desde el punto de vista de 
la rehabilitación, el objetivo fundamental es mantener la troficidad muscular y la fle-xibilidad 
articular. De forma secundaria, la rehabilitación se vuelve más compleja y se 
intensifica en función de la evolución sensitiva y motriz hasta el momento de la rein-serción 
sociolaboral. Lo ideal es la vuelta al estado original. Si esto no ocurre, se hará 
todo lo posible para recobrar una actividad profesional compatible con las aptitudes 
del paciente. El pronóstico suele ser bueno, pero a menudo quedan secuelas funcionales 
sensitivas y/o motrices que deben tenerse en cuenta para optimizar la reinserción social 
y laboral del paciente. 
© 2014 Elsevier Masson SAS. Todos los derechos reservados. 
Palabras clave: Nervio; Sutura nerviosa; Injerto nervioso; Hiposensibilidad; Parálisis; Destreza 
Plan 
■ Introducción 1 
■ Rese˜na anatómica 1 
■ Tratamiento de una forma típica: lesiones nerviosas 
periféricas de la mu˜neca y de la mano 2 
Diagnóstico 2 
Reparación 3 
Valoración después de la reparación 5 
Rehabilitación 7 
Educación terapéutica 8 
Reinserción sociolaboral 8 
■ Tratamiento de los neuromas postraumáticos 8 
■ Conclusión 8 
 Introducción 
Se entiende por lesiones nerviosas periféricas todas las 
lesiones traumáticas de los nervios periféricos, desde los 
plexos braquial y lumbosacro hasta las manos y los pies. 
Estas lesiones siguen siendo graves debido a su repercu-sión 
funcional y producen secuelas sensoriomotrices y 
neuromas. El pronóstico no sólo depende de la calidad 
de la reparación nerviosa quirúrgica, sino también de la 
calidad de la rehabilitación. En el plano quirúrgico, es 
indispensable tener una sólida formación en microcirugía 
si se pretende emprender la reparación de los nervios peri-féricos. 
En cuanto a la rehabilitación, la formación inicial 
y continua debe basarse en elementos específicos de valo-ración 
y de rehabilitación de las lesiones de los nervios 
periféricos. 
Tras una breve rese˜na anatómica, se describirán las 
lesiones nerviosas más frecuentes (mu˜neca y mano) y el 
tratamiento de los neuromas. Los tratamientos paliativos 
mediante transferencias tendinosas no se tratarán en este 
artículo. 
 Rese˜na anatómica 
Los troncos nerviosos están compuestos por estructuras 
neuroepiteliales conductoras, en las que el fascículo ner-vioso 
representa la unidad estructural, y por un sistema 
EMC - Kinesiterapia - Medicina física 1 
Volume 35  n◦2  abril 2014 
http://dx.doi.org/10.1016/S1293-2965(14)67308-4
E – 26-465-A-10  Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas 
1 
2 
3 
4 
5 
7 
a 
a-a 
b-b 
a 
9 
10 
b 
b 
6 
11 
10 
8 
9 
Figura 1. Cartografía del nervio mediano (1) y del nervio 
cubital (6) en la mu˜neca según Sunderland. 2. Ramo tenar; 3, 
4, 5. espacios interóseos I, II y III; 7. proximal; 8. ramo sensi-tivo 
cutáneo dorsal del nervio cubital; 9. contingente sensitivo; 
10. contingente motor; 11. distal. Las líneas de puntos corres-ponden 
a los cortes proximales (a-a) y distales (b-b) al ramo 
sensitivo cutáneo dorsal. 
1 
2 
3 
4 
Figura 2. Distribución del tejido conjuntivo de los ner-vios 
periféricos según la topografía. 1. Epineuro; 2. perineuro; 
3. endoneuro; 4. fascículo. 
conjuntivo inespecífico de sostén y protección. El número 
de fascículos es variable; en la mu˜neca, por ejemplo, el 
nervio mediano contiene 20.000-30.000 fibras nerviosas 
repartidas en cinco a siete fascículos, mientras que el ner-vio 
cubital tiene menos de cinco fascículos. El porcentaje 
de tejido conjuntivo es del 22-88%. 
En realidad, el tama˜no y el número de los fascículos 
varían de forma constante, y en un trayecto muy corto 
pueden producirse cambios notables en la distribución 
fascicular [1]. Así pues, en la mu˜neca, las fibras motoras 
del ramo tenar del nervio mediano se encuentran en posi-ción 
anterolateral y las fibras sensitivas se localizan en los 
espacios primero, segundo y tercero. Para el nervio cubi-tal, 
en cambio, la cartografía fascicular varía proximal y 
distalmente al origen del ramo cutáneo dorsal (Fig. 1). En 
sentido proximal a este ramo, la cartografía del nervio 
comprende tres subgrupos fasciculares: sensitivo lateral, 
motor medial y sensitivo medial. Distalmente, la carto-grafía 
se modifica y se encuentra un contingente sensitivo 
por fuera y un contingente motor por dentro. Por tanto, 
se entiende que si un injerto nervioso está mal orientado, 
el resultado es un fracaso funcional. 
El tejido conjuntivo incluye el endoneuro, el perineuro 
y el epineuro (Fig. 2). El último es un tejido conjuntivo 
inespecífico situado en la periferia del nervio. Es la primera 
envoltura de protección mecánica del nervio y sostiene los 
principales vasos sanguíneos extrínsecos. El perineuro es 
una estructura conjuntiva específica que rodea y define 
el fascículo, al que sobre todo protege de la infección. 
Por un lado, actúa como barrera de difusión entre el 
medio endoneural y el tejido conjuntivo y, por otro lado, 
mantiene una presión intrafascicular que asegura la cohe-sión 
del fascículo. El endoneuro es un tejido conjuntivo 
intrafascicular delicado que rodea los axones y las células 
de Schwann. Contiene fibras de colágeno, fibroblastos y 
vasos. Cabe se˜nalar que en la periferia de cada fibra ner-viosa 
se condensa para formar los tubos endoneurales, 
única estructura que permanece intacta tras la degenera-ción 
walleriana y que dirige los crecimientos nerviosos. 
 Tratamiento de una forma 
típica: lesiones nerviosas 
periféricas de la mu˜neca 
y de la mano 
Los problemas que plantean las lesiones nerviosas peri-féricas 
en la mu˜neca y en la mano son distintos. En la 
mu˜neca afectan a nervios mixtos, sensoriomotores, mien-tras 
que en la mano afectan sobre todo a nervios sensitivos 
puros y, a veces, a nervios motores puros, como el ramo 
tenar del nervio mediano en el túnel del carpo o, en oca-siones, 
el ramo motor profundo del nervio cubital en el 
canal de Guyon. Sea cual sea su localización, las lesio-nes 
traumáticas de los nervios se clasifican en función 
de la gravedad. La clasificación de Seddon en tres órde-nes 
de gravedad creciente ha sido completada por la de 
Sunderland en cinco grados (Cuadro 1). En la práctica, las 
que se observan con más frecuencia son las lesiones de 
grado 5 con pérdida completa o parcial de la continuidad 
nerviosa. 
Diagnóstico 
Las lesiones de los nervios periféricos se producen a 
cualquier edad a causa de un accidente de trabajo o 
doméstico, incluso por una flebotomía. El mecanismo, 
que incluye un objeto cortante (cuchillo, vidrio), suele 
producir un corte limpio, mientras que los traumatismos 
por aplastamiento o por una sierra circular causan lesiones 
contusas. 
En la urgencia, sólo con la exploración física es posi-ble 
sospechar una lesión vasculonerviosa. Sin embargo, 
puede resultar difícil diagnosticarla debido al dolor. Por 
eso, una herida a la altura de un nervio debe explorarse 
de forma quirúrgica. 
Lesiones nerviosas periféricas en la mu˜neca 
Una herida de la mu˜neca, incluso mínima, sobre todo 
en la cara anterior, puede ocultar una lesión nerviosa, la 
mayoría de las veces del nervio mediano. Para no pasar por 
alto el diagnóstico, hay que buscar de forma sistemática 
trastornos sensoriomotores en el territorio de los nervios 
mediano, cubital, radial y cutáneo lateral del antebrazo. 
Desde el punto de vista sensitivo, puede detectarse aneste-sia 
del pulpejo de los dedos, de la cara dorsal de la primera 
comisura, de la eminencia tenar y del borde cubital de la 
cara dorsal de la mano. En el plano motor se puede encon-trar 
una parálisis de los músculos intrínsecos, al valorar, 
sobre todo, la movilidad activa en antepulsión, abducción 
y aducción de los dedos largos, así como el cierre de la 
primera comisura. 
Las lesiones nerviosas en la mu˜neca se pueden 
acompa˜nar de lesiones vasculares y/o tendinosas. Todas 
las asociaciones son posibles y pueden distinguirse, según 
la localización, tres tipos de lesiones: anterolaterales, ante-romediales 
y totales [2]. Además de la lesión del nervio 
mediano, las heridas anterolaterales pueden causar un 
corte de la arteria radial y de los flexores del pulgar y del 
índice. Además de la lesión del nervio cubital, las heridas 
anteromediales pueden incluir un corte de la arteria cubi-tal, 
del flexor cubital del carpo y de la parte cubital de los 
2 EMC - Kinesiterapia - Medicina física
Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas  E – 26-465-A-10 
Cuadro 1. 
Clasificación de las lesiones traumáticas de los nervios periféricos según Sunderland y Seddon. 
Sunderland Axón Endoneuro Perineuro Epineuro Seddon Correspondencia clínica 
Grado 1 A A A A Neuroapraxia Recuperación espontánea rápida al cesar 
la compresión 
Grado 2 R A A A Axonotmesis Recuperación espontánea por 
crecimiento axonal 1 mm/d 
Grado 3 R R A A Recuperación espontánea posible pero 
siempre parcial 
Grado 4 R R R A Ninguna recuperación espontánea 
Reparación nerviosa por sutura o injerto 
Grado 5 R R R R Neurotmesis Ninguna recuperación espontánea 
Reparación nerviosa por sutura o injerto 
R: ruptura de la continuidad de la unidad anatómica; A: ausencia de lesión de la unidad anatómica. 
flexores de los dedos. Por último, las secciones totales o 
parciales anteriores de la mu˜neca pueden provocar, ade-más 
de la sección de los nervios mediano y cubital, un 
corte de las arterias radial y cubital, así como de todos los 
tendones flexores de la mu˜neca y los dedos. 
Lesiones de los nervios colaterales digitales 
Ante una herida de los dedos hay que buscar una 
hipoestesia o una anestesia de los hemipulpejos. Algunos 
hemipulpejos se denominan mayores porque son fun-cionalmente 
superiores a los otros (pulpejo del pulgar, 
hemipulpejos radial del índice y del mayor, hemipulpejo 
cubital del me˜nique) y son los que se afectan con mayor 
frecuencia. Las lesiones asociadas, arteriales y tendinosas, 
no son infrecuentes. 
Reparación 
Estrategia quirúrgica 
El objetivo principal de las técnicas de reparación de las 
lesiones de los nervios periféricos sigue siendo la reconsti-tución 
lo más parecida posible a su estructura anatómica. 
Previo desbridamiento de las áreas de sección del 
nervio, en teoría conviene afrontarlas sin tensión para 
permitir que los fascículos de regeneración atraviesen 
sin dificultad la zona de reparación y recolonicen los 
tubos endoneurales vacíos a causa de la degeneración 
walleriana [3]. Está demostrado hace tiempo que un 
afrontamiento correcto favorece el efecto de sustancias 
neurotróficas y quimiotácticas, lo que limita las dispersio-nes 
axonales intra o extraneuronales (causas de neuroma) 
y mejora la recuperación funcional de los efectores senso-riomotores. 
En el contexto de la urgencia, la técnica de reparación 
de los nervios periféricos depende de la naturaleza de la 
lesión (corte limpio o herida contusa) y de la existencia 
o no de pérdida de sustancia nerviosa. Cualquier cirugía 
de un nervio periférico se debe hacer en el quirófano, la 
mayoría de las veces con anestesia locorregional, man-guito 
neumático y en condiciones de asepsia absoluta. 
Desde el punto de vista técnico, para reparar un nervio 
se necesita aumento óptico, en el mejor de los casos un 
microscopio quirúrgico, y un instrumental específico de 
microcirugía. El primer tiempo consiste en lavar y desbri-dar 
la herida. El segundo tiempo, en explorar, a menudo 
a costa de una ampliación proximal y/o distal que debe 
efectuarse conforme a las reglas del arte de la cirugía de 
la mano, sobre todo haciendo que las incisiones palma-res 
sigan el patrón de los pliegues cutáneos. La finalidad 
del tercer tiempo es reparar las posibles lesiones osteoar-ticulares 
y tendinosas asociadas. La reparación nerviosa 
tiene lugar en el cuarto tiempo, en un campo quirúrgico 
exangüe. El quinto tiempo se destina a la reparación de 
las lesiones vasculares y el sexto, al revestimiento cutá-neo. 
Por último, el tiempo de manejo postoperatorio 
forma parte del tratamiento quirúrgico y debe progra-marse 
inmediatamente después de que el paciente salga 
del quirófano. Esta etapa primordial, en la que el paciente 
debe recibir una información clara e inteligible, tiene 
por finalidad no sólo explicarle las consignas que debe 
respetar, sino también motivarlo para alcanzar el mejor 
resultado posible. Se recuerda que la información clara e 
inteligible es una obligación deontológica [4]. 
Técnica quirúrgica 
La reparación de las lesiones de los nervios periféri-cos 
debe efectuarse con ayuda de un sistema de aumento 
óptico. Para suturar los extremos de los nervios se usan 
hilos de nailon, los cuales deben ser bastante finos (9/0 
o 10/0) como para no alterar el diámetro neural, pero lo 
suficientemente resistentes como para hacer un nudo sin 
da˜nar los tejidos atravesados. Puede a˜nadirse pegamento 
biológico. Se trata de un adhesivo a base de fibrinógeno 
humano y trombina cálcica de origen bovino. Su princi-pio 
es reproducir la formación de fibrina, última fase de la 
coagulación sanguínea, que conduzca a la formación de 
un coágulo de fibrina polimerizada y concentrada que se 
reabsorbe por completo en 12-15 días. 
El desbridamiento de los extremos de los nervios se efec-túa 
con instrumentos de microcirugía, permite obtener un 
área de sección nerviosa nítida y regular y debe ser exiguo 
para evitar una tensión excesiva de la reparación. Después 
del desbridamiento se decide qué técnica de reparación 
nerviosa usar. Las lesiones nerviosas posibles son de tres 
tipos. 
Si es una lesión nítida y no hay pérdida de sustancia, 
la reparación directa está indicada en todos los casos, sin 
influencia de la localización de la lesión. 
Si la lesión es contusa, el desbridamiento nervioso hasta 
una zona sana es indispensable. El afrontamiento de los 
extremos del nervio debe efectuarse bajo tensión fisioló-gica, 
a veces a costa de una leve flexión del segmento 
implicado. Es necesario sortear dos escollos: por una parte, 
la tensión excesiva de la zona de reparación y, por otra, 
una flexión demasiado pronunciada de las articulaciones. 
Al respecto, si para limitar la tensión de la reparación se 
mantiene una flexión demasiado marcada del segmento 
en cuestión, se corre el riesgo de obtener un déficit de 
extensión secundario y el uso de la zona de reparación 
durante los movimientos de extensión, con el peligro 
de entorpecer la conducción del impulso nervioso. Por 
el contrario, Millesi ha demostrado que la recuperación 
funcional es menor con una tensión excesiva [5]. Hay que 
recurrir entonces a una interposición para rellenar la pér-dida 
de sustancia nerviosa. 
En este último caso, cuando el corte del nervio causa 
una pérdida de sustancia de forma secundaria o si la pér-dida 
de sustancia se presenta de entrada, se hace necesaria 
una interposición con injerto nervioso o con otra técnica. 
El primer tiempo de la reparación consiste en el afron-tamiento 
de los extremos del nervio. La reparación debe 
EMC - Kinesiterapia - Medicina física 3
E – 26-465-A-10  Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas 
entorpecer lo menos posible el crecimiento nervioso: 
desbridamiento, orientación fascicular, puntos de sutura 
escasos pero eficaces y sin tensión, preservación de los 
tejidos circundantes. 
Por lo tanto es fundamental encontrar la orientación 
fascicular. El reconocimiento de los grupos fasciculares 
puramente sensitivos de la mano es relativamente fácil. 
En la mu˜neca, donde los nervios son mixtos (motores y 
sensitivos), la exigencia es mayor. Por ejemplo, la orienta-ción 
del nervio mediano, que sobre todo contiene la rama 
motora tenar, se identifica gracias a la arteria central del 
nervio. Con relación al nervio cubital, que también es un 
nervio mixto de la mu˜neca, hay que recordar la posición 
de los fascículos en función del origen del ramo cutáneo 
dorsal. 
Después de identificar la orientación fascicular, el obje-tivo 
del tiempo siguiente es mantener en contacto los 
extremos del nervio mediante diversos artificios anas-tomóticos. 
Se habla de reparación directa cuando los 
extremos se mantienen afrontados por una técnica de 
reparación, y de reparación indirecta cuando se relacio-nan 
por intermedio de una interposición. Se denomina 
reparación primaria a la efectuada de urgencia, y secun-daria 
a la realizada en un segundo tiempo quirúrgico. 
Existen, por tanto, reparaciones directas primarias o 
secundarias y reparaciones indirectas primarias o secun-darias. 
Reparación directa 
La reparación directa difiere según la localización, el 
tiempo quirúrgico y la técnica empleada. 
Así, la reparación siempre es primaria en los dedos y a 
veces secundaria en la mu˜neca. En el caso de los nervios 
colaterales digitales, la mayoría de las veces se realiza de 
urgencia, ya que la reintervención es difícil en esta locali-zación 
[6]. Se trata de una reparación directa primaria. 
En cambio, la reparación de las lesiones muy contu-sas 
de la mu˜neca puede postergarse algunas semanas [7]. 
Se habla entonces de reparación directa secundaria. Se 
recuerda que la sutura secundaria sólo es posible si, tras 
la resección de los extremos nerviosos, la pérdida de sus-tancia 
es breve (0,5-1 cm) y el afrontamiento se efectúa 
en tensión fisiológica, con las articulaciones en exten-sión 
o en flexión muy leve. Si la reparación primaria es 
imposible, sobre todo en presencia de una seria contu-sión 
multitisular, es fundamental identificar los extremos 
nerviosos y afrontarlos con cuatro o cinco puntos de hilo 
8/0 o 9/0. Los nervios son sistemas elásticos y el afron-tamiento 
de las extremidades evita la retracción, limita 
la cicatrización conjuntiva y permite efectuar, a la cuarta 
o sexta semana, una reparación directa secundaria o una 
reparación indirecta secundaria. 
Pueden indicarse diversas técnicas de reparación ner-viosa, 
sobre todo las suturas con hilo y la aplicación de 
pegamento de fibrina. La sutura con hilo se efectúa con 
monofilamento de nailon 9/0 en los grandes troncos de 
la mu˜neca y 10/0 en los ramos nerviosos de la mu˜neca 
o la mano. Nunca debe ser perineural, porque en tal 
caso el afrontamiento de los fascículos sería insuficiente. 
Tampoco debe ser fascicular, ya que, incluso con un afron-tamiento 
excelente, la presencia de hilos de sutura en el 
espacio intraneural es inconveniente y fuente de esclero-sis. 
La técnica que todavía se usa es un término medio 
entre las dos técnicas anteriores: es la sutura epiperineu-ral. 
Se toma en un solo bloque las envolturas conjuntivas 
de los grupos fasciculares más periféricos. En los nervios 
colaterales digitales bastan dos o tres puntos de hilo 10/0 
para obtener una sutura hermética en tensión fisiológica, 
mientras que para los nervios mediano y cubital en la 
mu˜neca hacen falta 6-10 puntos. La adición de pegamento 
biológico permite disminuir el número de puntos, mejora 
la coherencia de los extremos del nervio y proporciona al 
mismo tiempo un sustrato favorable al transporte de los 
neurotransmisores. 
Reparación indirecta 
La indicación ideal de los injertos nerviosos corres-ponde 
a una pérdida de sustancia nerviosa en un contexto 
tisular favorable [8]. Está claro que después de los 50 a˜nos 
los resultados son más aleatorios cuando la lesión está 
alejada de los efectores y la pérdida de sustancia es con-siderable. 
El injerto no se hará al mismo tiempo que una 
intervención movilizadora como una artrólisis: se retrasa 
hasta la desaparición de la inflamación, cuando la cicatriz 
es flexible, el lecho está bien vascularizado y las articu-laciones 
del miembro están bien rehabilitadas. Es mejor 
tunelizar el injerto para evitar que vuelva a formarse una 
cicatriz en todo su trayecto. 
Este razonamiento es válido para las lesiones traumáti-cas 
de los nervios en la mu˜neca, pero no para los nervios 
colaterales digitales, que siempre deben ser operados de 
urgencia, pues en esta zona una reintervención es deli-cada. 
En general se usan autoinjertos no vascularizados y pro-cedentes 
de nervios cutáneos sensitivos. Claro está que 
la elección debe ser estética, pero sobre todo se basa en 
la longitud y la congruencia de calibre. En presencia de 
una lesión aislada de un nervio digital, se usa la rama 
mediana del nervio cutáneo lateral del antebrazo o del 
nervio cutáneo medial del antebrazo. En la mu˜neca, la 
mayor longitud suele obtenerse con el nervio sural. Si no 
es posible hacer injertos nerviosos, las técnicas alternati-vas 
son: neurotización, injertos venosos o musculares y 
guías artificiales de crecimiento nervioso [9]. 
Nervios que no hay que reparar 
La reparación microquirúrgica de urgencia es la orien-tación 
terapéutica unívoca frente a una herida nerviosa 
reciente, con excepción de los nervios digitales dorsales 
de los dedos largos y del pulgar, ya que el valor funcional 
de éstos es mínimo y la falta de reparación sólo conduce 
a la formación de un neuroma en casos excepcionales. 
En cambio, la reparación secundaria de algunos ner-vios 
sensitivos puros no sería aconsejable después de 
6 semanas, pues los inconvenientes de la reparación pue-den 
ser superiores a las ventajas. 
Es posible encontrar trastornos de la sensibilidad secun-darios 
a traumatismos nerviosos que han sido reparados, 
pero sin éxito, o que todavía no han sido reparados. 
Entre los síntomas se se˜nala un déficit sensitivo, una 
hiperestesia en la zona correspondiente o bien un dolor 
neuromatoso expresado como un signo irritativo en el 
sitio de la lesión inicial. 
La conducta usual es la reparación nerviosa secundaria. 
Sin embargo, algunos nervios no deben repararse, sino 
resecarse muy por encima de la zona inicialmente afec-tada, 
con transposición del mu˜nón proximal a una zona 
de menor actividad. Se trata, por un lado, de los nervios 
que suelen usarse para los autoinjertos (ramo mediano 
del nervio cutáneo lateral del antebrazo) y, por otro lado, 
de los nervios situados alrededor de la mu˜neca, de mayor 
valor funcional, en los que el tratamiento de los neuro-mas 
dolorosos es especialmente difícil (ramos superficiales 
del nervio radial, ramo cutáneo dorsal del nervio cubital, 
ramo cutáneo palmar del nervio mediano). Por último, 
la reparación de los nervios colaterales digitales debe ser 
secundaria en la mayoría de los casos, pero a veces es posi-ble 
renunciar a esta reparación en los casos siguientes: 
ausencia de neuroma (por el riesgo de producirlo), loca-lización 
distal a la articulación interfalángica proximal, 
estado trófico deficiente, escasa motivación del paciente, 
pulpejo no dominante, antecedentes quirúrgicos de la 
zona que se va a someter a la reintervención. 
Lesiones asociadas 
Las lesiones nerviosas periféricas rara vez son únicas. 
Todas las lesiones acompa˜nantes deben repararse, en espe-cial 
la lesión arterial, pues su reparación es fundamental 
4 EMC - Kinesiterapia - Medicina física
Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas  E – 26-465-A-10 
para una buena troficidad. La reparación de las lesiones de 
los tendones flexores exige un cuidado postoperatorio pre-ciso. 
La sutura nerviosa debería inmovilizarse 3 semanas, 
pero además hay que movilizar los dedos de inmediato 
para evitar las adherencias peritendinosas: la moviliza-ción 
pasiva controlada en la férula al 8.◦ día es un término 
medio aceptable entre estos dos objetivos contrapuestos. 
Todas las lesiones asociadas se han de reparar en un 
orden acorde al de las heridas de la mu˜neca: tendones, 
nervios y arterias. La reparación arterial mejora la recupe-ración 
nerviosa y la troficidad de los pulpejos. También 
protege en el aspecto mecánico la reparación nerviosa, 
tomando para sí una parte del trabajo mecánico resultante 
de una posible movilización digital. 
Valoración después de la reparación 
El resultado de las reparaciones de las lesiones nervio-sas 
debe valorarse en sus aspectos funcionales, tróficos, 
motores y sensitivos. Esta evaluación se completa con una 
valoración del dolor (escala visual analógica [EVA], escala 
del dolor neuropático [DN4]) y la búsqueda del signo de 
Tinel. La evaluación dura alrededor de 1 hora y puede 
efectuarse en varias sesiones. Requiere concentración por 
parte del paciente y se lleva a cabo en un ambiente tran-quilo 
y cómodo, con preferencia en una sala equipada 
con una camilla que permita alternar las posiciones de 
decúbito y posición sentada. 
Valoración de los trastornos tróficos 
La primera fase de la evaluación consiste en la inspec-ción 
del estado trófico de la mano, que depende de las 
fibras simpáticas contenidas en el nervio periférico. Los 
trastornos tróficos varían en función de la cantidad de 
fibras simpáticas correspondientes al nervio lesionado. Es 
útil incluir en la historia clínica del paciente fotografías 
de la mano en distintas etapas. 
El revestimiento cutáneo puede estar globalmente adel-gazado, 
con reducción de los dermatoglifos en la piel 
palmar o una modificación de las u˜nas y/o de la pilosidad 
de la piel dorsal. 
Las secreciones sudorales pueden estar disminuidas o 
ausentes al principio, a menudo como expresión de una 
lesión sensitiva mayor o, al contrario, aumentadas a dis-tancia 
de la reparación. 
Ante una cicatriz hay que evaluar el grosor, la colora-ción 
y la adherencia a los planos profundos, y detectar la 
posible presencia de un queloide. 
La troficidad muscular debe evaluarse antes de las fun-ciones 
motrices. 
Valoración de la recuperación motriz 
La primera fase de la evaluación motriz consiste en 
determinar las movilidades articulares pasivas de ambos 
lados. Una rigidez articular no debe impedir la valoración 
de la fuerza muscular. 
La motricidad voluntaria se evalúa de forma cuanti-tativa, 
músculo por músculo, en una escala de 0 a 5 [10] 
(Cuadro 2). Cada músculo debe evaluarse según su acción 
principal desde una posición de referencia del paciente 
y del terapeuta. Por ejemplo, un músculo se valora en 
menos de 3 si es capaz de resistir la acción de la gra-vedad, 
con excepción de los músculos intrínsecos de la 
mano[11]. Un músculo se valora en 5 si puede mantener 
la posición articular cuando el terapeuta lo moviliza en 
sentido contrario (break test positivo) o si es capaz de efec-tuar 
el movimiento contra una resistencia aplicada por el 
terapeuta [11]. 
La motricidad voluntaria se evalúa de forma cualitativa, 
observando por una parte las deformaciones y, por otra, 
las prensiones. 
Cuadro 2. 
Escala de valoración muscular del British Medical Research 
Council. 
Grado Observación 
0 Ausencia completa de contracción 
1 Contracción voluntaria palpable bajo los dedos, 
sin movimiento posible 
2 La contracción muscular permite un 
movimiento de la articulación, sin oposición de 
la fuerza de gravedad, en toda su amplitud 
3 El movimiento es posible en toda su amplitud y 
contra la fuerza de gravedad 
4 El movimiento es posible en toda su amplitud, 
contra la fuerza de gravedad y contra una 
resistencia manual de intensidad moderada 
5 Fuerza normal, la resistencia manual es máxima 
+ Si la eficacia de un músculo es mayor que la 
aceptada por la definición 
− 
Si la amplitud no es completa 
La deformación en garra de los radios 4.◦ y 5.◦, el signo 
de Wartenberg y el signo de Froment se buscan ante 
una lesión del nervio cubital. La denominada mano de 
«mono» se busca ante una lesión del nervio mediano. 
Las prensiones palmar, digitopalmar, tridigital, subter-minolateral, 
etc., deben analizarse fase por fase: alcance, 
toma, sostén y liberación de un objeto con ayuda de diver-sas 
pruebas [10]. Por ejemplo, la prueba de los cilindros 
evalúa las tomas finas y los desplazamientos rápidos de 
objetos. El paciente debe recoger, uno por uno, cinco cilin-dros 
de plástico y depositarlos en un recipiente colocado 
a la altura del hombro. Esta prueba cronometrada per-mite 
comparar la mano lesionada con la mano sana [12]. La 
prueba de Minnesota evalúa las tomas globales y la coordi-nación 
bimanual. Esta prueba cronometrada tiene varios 
ítems [13]. La prueba de 400 puntos permite obtener una 
puntuación de uso de la mano sana en comparación con 
la mano lesionada. Se divide en cuatro etapas: movilidad, 
fuerza, desplazamiento de objetos con una sola mano y 
prueba de función bimanual [14]. La prueba de Purdue per-mite 
evaluar las prensiones finas con una mano o con las 
dos manos [15]. 
La fuerza de prensión manual y de la pinza del pulgar 
(terminolateral) se valora en kilos con un dinamómetro 
específico (Fig. 3). 
La recuperación motriz debe evaluarse con regularidad 
(cada 2-3 meses) para seguir la evolución de la reinerva-ción. 
Evaluación de la recuperación sensitiva 
La recuperación sensitiva incluye las sensibilidades 
cutánea, muscular y articular. 
Para valorar la sensibilidad cutánea hay que neutralizar 
primero todos los otros receptores sensitivos o sensoriales 
que puedan darle al paciente información sobre el tipo 
de estimulación aplicada por el terapeuta. Por ejemplo, el 
paciente no debe ver la mano en estudio, la cual se apoya 
sobre una superficie estable. 
La sensibilidad cutánea se evalúa de forma cuantitativa 
y cualitativa. 
Desde el punto de vista cuantitativo, la zona cutá-nea 
deficitaria o hipoestésica se delimita con ayuda de 
una cartografía o estesiografía. No siempre corresponde 
al territorio de distribución cutánea del nervio lesio-nado, 
por un lado, porque la lesión puede ser parcial y, 
por otro, porque existen variaciones anatómicas. Sobre 
toda la superficie cutánea correspondiente al territorio 
del nervio lesionado se aplica un estímulo mecánico 
puntiforme indoloro, que sigue ejes transversales y lon-gitudinales. 
Uniendo los primeros puntos no percibidos 
por el paciente en cada uno de los ejes, puede trazarse 
EMC - Kinesiterapia - Medicina física 5
E – 26-465-A-10  Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas 
A B 
Figura 3. Evaluación de la fuerza de prensión con dinamómetro. 
A. La fuerza de la mano se mide en la muesca n.◦ 2 del dinamómetro. Paciente en posición sentada, con el brazo al lado del cuerpo, el 
hombro en rotación neutra, el codo flexionado a 90◦ y en pronosupinación neutra, y la mu˜neca a 0-30◦ de extensión (recomendaciones 
de la American Society of Hand Therapists). El paciente debe apretar el pu˜no lo más fuerte posible durante menos de 10 segundos. Se 
hacen tres mediciones en cada lado, alternando derecha e izquierda y midiendo primero el lado dominante. Entre cada medida se hace 
un descanso de 20 segundos. El resultado (en kilogramos) es el promedio de las tres medidas de cada lado. 
B. La fuerza de la pinza terminolateral del primer dedo con el segundo se mide colocando el medidor de fuerza digital entre el pulpejo 
del pulgar y el borde radial de la segunda falange del índice. La posición del paciente y el protocolo de medida son idénticos a los de la 
determinación de la fuerza del pu˜no. El resultado (en kilogramos) es el promedio de las tres medidas de cada lado. 
Figura 4. Estesiómetro de Semmes Weinstein. Sobre la piel se 
aplica de forma perpendicular un monofilamento con la fuerza 
necesaria y suficiente para curvarlo. La aplicación, realizada fuera 
del control visual del paciente, dura 2 segundos. Antes de la 
aplicación siguiente se hace una pausa de 8 segundos. 
un polígono de hipoestesia. La herramienta más indicada 
es el kit de los 20 estesiómetros de Semmes Weinstein 
(Fig. 4), pues están calibrados para que cada uno corres-ponda 
a una fuerza de aplicación en gramos [16]. Si el 
paciente no capta las consignas (corta edad o deficien-cia 
mental), pueden usarse pruebas destinadas a obtener 
una respuesta simpática como indicio indirecto de la sen-sibilidad 
cutánea. Entre éstas, las pruebas de sudoración 
y la de O’Riain [17] son fáciles de hacer. Tienen varios 
inconvenientes: son estrictamente cuantitativas, sólo son 
sensibles a la anestesia (la hipoestesia moderada no se 
demuestra) y sólo se pueden efectuar sobre la piel palmar. 
Desde el punto de vista cualitativo, la sensibilidad ter-moalgésica 
y vibrotáctil se analiza con pruebas específicas 
en la zona cutánea deficitaria o hipoestésica. En el aspecto 
topográfico, todas estas pruebas se realizan en el mismo 
lugar, dentro del territorio hipoestésico. En cuanto a la 
cronología, todas se efectúan según la evolución de la 
recuperación sensitiva. 
La sensibilidad de protección o termoalgésica se recu-pera 
primero. Permite evitar las lesiones provocadas por 
agentes vulnerantes. No es indispensable evaluar de forma 
sistemática la termonocicepción, pues la valoración de 
la mecanonocicepción, más fácil de hacer, es un indicio 
indirecto. La mecanonocicepción se evalúa con la prueba 
del pinchazo. Consiste en dar un pinchazo superficial con 
una aguja desechable sobre la piel previamente desinfec-tada. 
La respuesta es positiva si se produce un movimiento 
de retirada y/o un dolor verbalizado en los 2 segundos 
siguientes al estímulo. Cuando la respuesta es negativa, 
la valoración cualitativa de la sensibilidad finaliza. 
La sensibilidad vibrotáctil se recupera en segundo lugar. 
Comúnmente denominada «tacto», permite analizar 
todas las estimulaciones cutáneas, salvo la nocicepción. 
Consta de la sensibilidad vibratoria, táctil (constante o 
móvil) e incluso puede tener un componente simbó-lico 
[18]. La evaluación de la sensibilidad vibratoria es útil 
para demostrar, sobre todo, una hipoestesia considerable. 
Puede efectuarse mediante la búsqueda de un umbral de 
percepción a las vibraciones [16]. La sensibilidad táctil se 
evalúa con dos pruebas: el umbral de percepción de la pre-sión 
(UPP) y el umbral de discriminación de dos puntos 
(2pd). El UPP mide en gramos la presión mínima perci-bida 
tras la aplicación de un estímulo mecánico con un 
monofilamento. El UPP debe efectuarse con ayuda de un 
kit de 20 monofilamentos [19] y un protocolo estricto [16]. 
Al aplicarlos sobre la piel, el monofilamento debe cur-varse 
ligeramente. La norma es de 0,1 g en el pulpejo 
de los dedos. El 2pd mide en milímetros la distancia 
mínima percibida tras la aplicación de un estímulo mecá-nico 
con dos puntas romas. El 2pd debe efectuarse con 
un estesiómetro de dos puntas [20] y un protocolo estricto 
(Fig. 5), estático o móvil [16]. La presión de las dos pun-tas 
romas debe ser inferior al umbral de blanqueamiento 
de la piel. La norma es de 4-6 mm en el pulpejo de los 
dedos. 
La síntesis de la valoración cualitativa termoalgésica y 
vibrotáctil permite clasificar la zona cutánea deficitaria 
6 EMC - Kinesiterapia - Medicina física
Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas  E – 26-465-A-10 
Figura 5. Estesiómetro de dos puntas romas para una prueba 
de Weber estática. La aplicación del estímulo, fuera del control 
visual, sin provocar blanqueamiento de la piel, dura 2 segundos. 
Antes de la aplicación siguiente se hace una pausa de 8 segundos. 
Cuadro 3. 
Escala internacional de la sensibilidad según Zachary, modificada 
por Dellon [21]. 
Grado Observación 
S0 Anestesia 
S1 Sensibilidad de protección presente pero 
ausencia de sensibilidad vibrotáctil 
S2 Sensibilidad vibrotáctil pobre, umbral de 
percepción a la presión 
≤ 
100 g 
S2+ Presencia posible de disestesias 
S3 Sensibilidad vibrotáctil aceptable, discriminación 
de dos puntos (móviles o estáticos) 
≤ 
30 mm 
S3+ Sensibilidad vibrotáctil correcta, discriminación 
de dos puntos (móviles o estáticos) 
≤ 
15 mm 
S4 Sensibilidad vibrotáctil normal, discriminación 
de dos puntos (móviles o estáticos) 
≤ 
6 mm 
Nota: la distinción entre S3 y S3+ sólo se aplica al pulpejo de los dedos. 
según la escala internacional de la sensibilidad [21, 22] en 
cinco estadios, de S0 (anestesia) a S4 (sensibilidad normal) 
(Cuadro 3). 
La sensibilidad articular y muscular se compone del sen-tido 
posicional, que incluye la estatestesia y la cinestesia, 
la estereognosia y la barestesia. Esta valoración, que nece-sita 
la neutralización previa de la visión, no es sistemática 
debido a la escasa influencia funcional y, además, a la 
carencia de una valoración cifrada. El sentido posicional, 
o reconocimiento de la posición del cuerpo en el espacio, 
se explora pidiéndole al paciente que describa la posición 
de los segmentos de la mano después de que el terapeuta 
los haya movilizado. La estereognosia, o reconocimiento 
de las formas, puede evaluarse pidiéndole al paciente que 
nombre objetos después de manipularlos. La barestesia, 
o reconocimiento de los pesos, se valora pidiéndole al 
paciente que clasifique en función del peso objetos rigu-rosamente 
idénticos en el aspecto visual pero de distinto 
peso. 
El dolor se evalúa con el resultado de dos cuestio-narios: 
EVA y DN4. La EVA tiene una buena fidelidad 
intrapersonal [23]. Puede ser puramente analógica (EVA), 
numérica (EN) o con smileys para evaluar a los ni˜nos. En 
la primera exploración se le propone al paciente que eva-lúe 
un dolor del pasado en una escala de 0 a 10 a efectos 
de que capte el sentido de la EVA[24]. El DN4 es un cuestio-nario 
de 10 puntos, de los cuales tres son completados por 
el evaluador. Permite demostrar dolores de tipo neuropá-ticos 
si al menos cuatro de 10 respuestas son positivas [25]. 
Cualquier evaluación sensitiva dolorosa con un DN4 posi-tivo 
debe hacer pensar en una alodinia mecánica, que se 
valorará y tratará con prioridad [26]. 
El signo de Tinel permite objetivar el avance de la 
regeneración nerviosa [27]. Una estimulación percutánea 
(percusión o vibración) en los nodos regenerativos axo-nales 
desencadena una sensación de hormigueo que se 
irradia desde el punto de estimulación hacia la periferia en 
el trayecto del nervio lesionado. El signo de Tinel se busca 
mediante un estímulo sobre el trayecto del nervio lesio-nado, 
en sentido proximal, hasta desencadenar el signo 
de hormigueo. Allí donde el signo es positivo, es el lugar 
en el que se encuentran los nodos regenerativos axonales 
más avanzados. 
Rehabilitación 
Motriz 
La rehabilitación motriz varía en función del grado de 
recuperación de la motricidad. 
Cuando la recuperación de la motricidad es inferior a 
3/5, la rehabilitación consiste en mantener la movilidad 
articular y la troficidad muscular. La movilidad articular 
se mantiene con movilizaciones pasivas suaves. Pueden 
acompa˜narse de movilizaciones activas asistidas cuando 
la actividad muscular lo permite (2/5). El mantenimiento 
de la troficidad de los músculos paralizados consiste en 
estiramientos suaves y en un programa de electroestimu-lación 
específica para los músculos desnervados [28]. La 
rehabilitación debe continuar en el domicilio con un pro-tocolo 
de automovilización. 
Cuando la recuperación de la motricidad es superior o 
igual a 3/5, la rehabilitación activa puede empezar con un 
trabajo muscular analítico. Se inicia un trabajo muscular 
global de las prensiones, con exclusión de las compensa-ciones. 
Sensitiva 
La rehabilitación sensitiva no sólo está a cargo del tera-peuta 
en la consulta, sino también de una persona del 
entorno del paciente en el domicilio. La rehabilitación 
sensitiva varía según el grado de recuperación de la sensi-bilidad. 
Cuando la sensibilidad se clasifica como S0 o S1, se 
indica educación terapéutica. El objetivo es evitar la exclu-sión 
funcional por falta de uso (dedo excluido en un 
dedal) y, además, evitar las lesiones cutáneas por una agre-sión 
no advertida (quemadura por taza de café caliente). 
Cuando la sensibilidad se clasifica como S2/S3, el obje-tivo 
de la rehabilitación de la hipoestesia es que el paciente 
pueda volver a interpretar las sensaciones extra˜nas que 
provienen de sus receptores sensitivos cutáneos. También 
es el momento de tratar las posibles sensaciones desagra-dables 
o disestesias [29]. La zona hiposensible se rehabilita 
con técnicas específicas: rehabilitación de los trazos y de 
las asperezas [16]. La complejidad de los estímulos aumenta 
a medida que avanza la recuperación. Por ejemplo, la reha-bilitación 
de los trazos comienza en S2 distinguiendo un 
trazo fijo de otro móvil, después uno recto de otro curvo 
y, por último, en S3, un trazo curvo de otro sinuoso. 
Cuando la sensibilidad se clasifica como S3/S3+, la reha-bilitación 
precedente prosigue y se perfecciona con la 
terapia de múltiples texturas para adquirir un máximo de 
discriminación [24]. 
EMC - Kinesiterapia - Medicina física 7
E – 26-465-A-10  Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas 
A 
B 
Figura 6. Ortesis. 
A. Smilar a la que se usa después de la técnica del lazo de Zancolli, 
en caso de lesión del nervio cubital, para combatir la deforma-ción 
en garra. 
B. De tipo abertura comisural, en caso de lesión del nervio 
mediano, para combatir el cierre de la primera comisura. 
Material ortopédico 
El desequilibrio muscular resultante de la parálisis 
de algunos agonistas provoca deformaciones que deben 
combatirse para evitar el desarrollo de posturas defectuo-sas 
[30]. Por ejemplo, una lesión del nervio cubital genera 
una actitud en garra de los dedos 4.◦ y 5.◦. Para evitar las 
retracciones en extensión, las articulaciones metacarpo-falángicas 
4.a y 5.a se deben colocar en flexión con una 
ortesis, como la que se usa después de la intervención del 
lazo de Zancolli (Fig. 6A). La ortesis permite la extensión 
activa de las articulaciones interfalángicas sobre las que 
influye la acción del extensor común de los dedos. Ante 
una lesión del nervio mediano es necesario mantener la 
abertura de la primera comisura (Fig. 6B). 
Destreza 
La destreza pone en acción todas las funciones tróficas 
y sensoriomotrices [12]. Agrupa disociación digital, coor-dinación 
bimanual, coordinación oculomanual y rapidez 
de ejecución. La destreza no se debe trabajar con las téc-nicas 
destinadas a evaluarla por el riesgo de falsear las 
valoraciones ulteriores. 
Educación terapéutica 
La educación terapéutica es una transferencia de cono-cimientos 
y de competencias del terapeuta al paciente. El 
objetivo es mejorar el resultado del tratamiento gracias a 
la participación activa del paciente. Aunque en general se 
usa en enfermedades crónicas, está totalmente indicada 
en traumatología y ortopedia. 
Reinserción sociolaboral 
El modelo del proceso de producción de la discapaci-dad 
(PPD) de Fougeyrollas, usado por los ergoterapeutas, 
permite identificar los principios del proceso de reinser-ción 
sociolaboral [31]. El PPD pone en relación las aptitudes 
de la persona, su entorno y sus costumbres. Entre las últi-mas, 
se consideran por ejemplo la actividad laboral, los 
cuidados personales y el tiempo libre. 
La reinserción sociolaboral puede referirse a tres niveles 
sucesivos: las aptitudes del paciente, su ambiente de tra-bajo 
y la actividad laboral propiamente dicha. El primer 
nivel consiste en mejorar las aptitudes del paciente des-pués 
de la consolidación. El objetivo de la rehabilitación 
funcional es la recuperación máxima en relación con el 
estado anterior, gracias al entrenamiento y al trabajo de 
resistencia que le permite al paciente recuperar su puesto 
de trabajo inicial. Si esto fracasa, el segundo nivel consiste 
en adaptar el puesto de trabajo a las nuevas aptitudes del 
paciente (readaptación). Si esto también fracasa, el tercer 
nivel consiste en un cambio del puesto de trabajo. Si lo 
último no es posible porque la diversidad y la disponibi-lidad 
de puestos de trabajo no lo permiten, se inicia un 
proceso de reconversión. 
 Tratamiento 
de los neuromas 
postraumáticos 
Un neuroma postraumático es una lesión nerviosa 
derivada de la ausencia de reparación o bien de 
la reparación imperfecta de la sección de un ner-vio 
periférico. Desde el punto de vista fisiopatológico, 
corresponde a un crecimiento anárquico de las fibras 
nerviosas y se manifiesta por dolores neuropáticos 
invalidantes, a veces desencadenados por estímulos míni-mos. 
Los neuromas postraumáticos son difíciles de 
tratar. 
Con relación a la cirugía, el principio básico es la 
transposición de los neuromas. Se han descrito diversas 
técnicas: transposición intramuscular, intraósea, subapo-neurótica. 
Ninguna ha demostrado ser superior. Por esta 
razón, la rehabilitación funcional está especialmente indi-cada. 
Respecto a la rehabilitación, la desensibilización 
mediante vibraciones mecánicas y la neuroestimulación 
eléctrica transcutánea (TENS) son las técnicas que se usan 
con más frecuencia. 
El objetivo de la desensibilización con vibraciones 
mecánicas es aumentar el umbral de tolerancia al dolor 
producido por las estimulaciones mecánicas del neuroma. 
En el transcurso de una sesión, se debe efectuar después 
de la rehabilitación de la hiposensibilidad, aun a costa 
de que resulte ineficaz. Se aplica un aparato generador 
de vibraciones sobre la zona gatillo, primero con una 
amplitud de vibraciones tolerable para el paciente. La 
amplitud se aumenta de forma gradual hasta que los dolo-res 
desaparecen [16]. Así, las estimulaciones inducidas por 
las actividades de la vida diaria ya no serán advertidas por 
el paciente como dolorosas. 
La TENS permite disminuir las sensaciones dolorosas 
gracias a la aplicación de una corriente de baja intensidad 
en la superficie cutánea. La acción de la TENS se basa en 
la teoría de la puerta de control de Melzack y Wall [32]. Las 
sesiones duran 30 minutos y sus resultados se potencian 
sumados a los de la desensibilización mediante vibracio-nes. 
 Conclusión 
El tratamiento y la rehabilitación de las lesiones nervio-sas 
periféricas necesitan una estrecha cooperación entre 
los especialistas en microcirugía y en rehabilitación. 
8 EMC - Kinesiterapia - Medicina física
Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas  E – 26-465-A-10 
El pronóstico suele ser bueno, pero a menudo quedan 
secuelas funcionales sensitivas y/o motrices que deben 
tenerse en cuenta para alcanzar una reinserción sociola-boral 
óptima. 
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Service de chirurgie de la main et des nerfs périphériques, Centre de chirurgie orthopédique et de la main, Hôpitaux Universitaires de 
Strasbourg, 10, avenue Achille Baumann, 67403 Illkirch, France. 
Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo: Noël L, Liverneaux P. Tratamiento y rehabilitación de las lesiones 
nerviosas periféricas. EMC - Kinesiterapia - Medicina física 2014;35(2):1-9 [Artículo E – 26-465-A-10]. 
Disponibles en www.em-consulte.com/es 
Algoritmos Ilustraciones 
complementarias 
Videos/ 
Animaciones 
Aspectos 
legales 
Información 
al paciente 
Informaciones 
complementarias 
Auto-evaluación 
Caso 
clinico 
EMC - Kinesiterapia - Medicina física 9

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tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas

  • 1. E – 26-465-A-10 Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas L. Noël, P. Liverneaux Para el tratamiento y la rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas es necesaria una estrecha cooperación entre los especialistas en microcirugía y en rehabilitación sen-soriomotriz. En lo que se refiere a la cirugía, las lesiones de los nervios periféricos deben repararse con aumento óptico, ya sea por sutura directa, injerto o crecimiento nervioso. Tras una reparación quirúrgica se recomienda inmovilización durante 3 semanas. La valoración principal ata˜ne a la sensibilidad y la motricidad. Con relación a la primera, se busca la zona hipoestésica o disestésica y se valora el déficit, sobre todo con prue-bas de discriminación. Respecto a la motricidad, se buscan los músculos afectados y se cuantifica el déficit con una escala de valoración muscular. Desde el punto de vista de la rehabilitación, el objetivo fundamental es mantener la troficidad muscular y la fle-xibilidad articular. De forma secundaria, la rehabilitación se vuelve más compleja y se intensifica en función de la evolución sensitiva y motriz hasta el momento de la rein-serción sociolaboral. Lo ideal es la vuelta al estado original. Si esto no ocurre, se hará todo lo posible para recobrar una actividad profesional compatible con las aptitudes del paciente. El pronóstico suele ser bueno, pero a menudo quedan secuelas funcionales sensitivas y/o motrices que deben tenerse en cuenta para optimizar la reinserción social y laboral del paciente. © 2014 Elsevier Masson SAS. Todos los derechos reservados. Palabras clave: Nervio; Sutura nerviosa; Injerto nervioso; Hiposensibilidad; Parálisis; Destreza Plan ■ Introducción 1 ■ Rese˜na anatómica 1 ■ Tratamiento de una forma típica: lesiones nerviosas periféricas de la mu˜neca y de la mano 2 Diagnóstico 2 Reparación 3 Valoración después de la reparación 5 Rehabilitación 7 Educación terapéutica 8 Reinserción sociolaboral 8 ■ Tratamiento de los neuromas postraumáticos 8 ■ Conclusión 8 Introducción Se entiende por lesiones nerviosas periféricas todas las lesiones traumáticas de los nervios periféricos, desde los plexos braquial y lumbosacro hasta las manos y los pies. Estas lesiones siguen siendo graves debido a su repercu-sión funcional y producen secuelas sensoriomotrices y neuromas. El pronóstico no sólo depende de la calidad de la reparación nerviosa quirúrgica, sino también de la calidad de la rehabilitación. En el plano quirúrgico, es indispensable tener una sólida formación en microcirugía si se pretende emprender la reparación de los nervios peri-féricos. En cuanto a la rehabilitación, la formación inicial y continua debe basarse en elementos específicos de valo-ración y de rehabilitación de las lesiones de los nervios periféricos. Tras una breve rese˜na anatómica, se describirán las lesiones nerviosas más frecuentes (mu˜neca y mano) y el tratamiento de los neuromas. Los tratamientos paliativos mediante transferencias tendinosas no se tratarán en este artículo. Rese˜na anatómica Los troncos nerviosos están compuestos por estructuras neuroepiteliales conductoras, en las que el fascículo ner-vioso representa la unidad estructural, y por un sistema EMC - Kinesiterapia - Medicina física 1 Volume 35 n◦2 abril 2014 http://dx.doi.org/10.1016/S1293-2965(14)67308-4
  • 2. E – 26-465-A-10 Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas 1 2 3 4 5 7 a a-a b-b a 9 10 b b 6 11 10 8 9 Figura 1. Cartografía del nervio mediano (1) y del nervio cubital (6) en la mu˜neca según Sunderland. 2. Ramo tenar; 3, 4, 5. espacios interóseos I, II y III; 7. proximal; 8. ramo sensi-tivo cutáneo dorsal del nervio cubital; 9. contingente sensitivo; 10. contingente motor; 11. distal. Las líneas de puntos corres-ponden a los cortes proximales (a-a) y distales (b-b) al ramo sensitivo cutáneo dorsal. 1 2 3 4 Figura 2. Distribución del tejido conjuntivo de los ner-vios periféricos según la topografía. 1. Epineuro; 2. perineuro; 3. endoneuro; 4. fascículo. conjuntivo inespecífico de sostén y protección. El número de fascículos es variable; en la mu˜neca, por ejemplo, el nervio mediano contiene 20.000-30.000 fibras nerviosas repartidas en cinco a siete fascículos, mientras que el ner-vio cubital tiene menos de cinco fascículos. El porcentaje de tejido conjuntivo es del 22-88%. En realidad, el tama˜no y el número de los fascículos varían de forma constante, y en un trayecto muy corto pueden producirse cambios notables en la distribución fascicular [1]. Así pues, en la mu˜neca, las fibras motoras del ramo tenar del nervio mediano se encuentran en posi-ción anterolateral y las fibras sensitivas se localizan en los espacios primero, segundo y tercero. Para el nervio cubi-tal, en cambio, la cartografía fascicular varía proximal y distalmente al origen del ramo cutáneo dorsal (Fig. 1). En sentido proximal a este ramo, la cartografía del nervio comprende tres subgrupos fasciculares: sensitivo lateral, motor medial y sensitivo medial. Distalmente, la carto-grafía se modifica y se encuentra un contingente sensitivo por fuera y un contingente motor por dentro. Por tanto, se entiende que si un injerto nervioso está mal orientado, el resultado es un fracaso funcional. El tejido conjuntivo incluye el endoneuro, el perineuro y el epineuro (Fig. 2). El último es un tejido conjuntivo inespecífico situado en la periferia del nervio. Es la primera envoltura de protección mecánica del nervio y sostiene los principales vasos sanguíneos extrínsecos. El perineuro es una estructura conjuntiva específica que rodea y define el fascículo, al que sobre todo protege de la infección. Por un lado, actúa como barrera de difusión entre el medio endoneural y el tejido conjuntivo y, por otro lado, mantiene una presión intrafascicular que asegura la cohe-sión del fascículo. El endoneuro es un tejido conjuntivo intrafascicular delicado que rodea los axones y las células de Schwann. Contiene fibras de colágeno, fibroblastos y vasos. Cabe se˜nalar que en la periferia de cada fibra ner-viosa se condensa para formar los tubos endoneurales, única estructura que permanece intacta tras la degenera-ción walleriana y que dirige los crecimientos nerviosos. Tratamiento de una forma típica: lesiones nerviosas periféricas de la mu˜neca y de la mano Los problemas que plantean las lesiones nerviosas peri-féricas en la mu˜neca y en la mano son distintos. En la mu˜neca afectan a nervios mixtos, sensoriomotores, mien-tras que en la mano afectan sobre todo a nervios sensitivos puros y, a veces, a nervios motores puros, como el ramo tenar del nervio mediano en el túnel del carpo o, en oca-siones, el ramo motor profundo del nervio cubital en el canal de Guyon. Sea cual sea su localización, las lesio-nes traumáticas de los nervios se clasifican en función de la gravedad. La clasificación de Seddon en tres órde-nes de gravedad creciente ha sido completada por la de Sunderland en cinco grados (Cuadro 1). En la práctica, las que se observan con más frecuencia son las lesiones de grado 5 con pérdida completa o parcial de la continuidad nerviosa. Diagnóstico Las lesiones de los nervios periféricos se producen a cualquier edad a causa de un accidente de trabajo o doméstico, incluso por una flebotomía. El mecanismo, que incluye un objeto cortante (cuchillo, vidrio), suele producir un corte limpio, mientras que los traumatismos por aplastamiento o por una sierra circular causan lesiones contusas. En la urgencia, sólo con la exploración física es posi-ble sospechar una lesión vasculonerviosa. Sin embargo, puede resultar difícil diagnosticarla debido al dolor. Por eso, una herida a la altura de un nervio debe explorarse de forma quirúrgica. Lesiones nerviosas periféricas en la mu˜neca Una herida de la mu˜neca, incluso mínima, sobre todo en la cara anterior, puede ocultar una lesión nerviosa, la mayoría de las veces del nervio mediano. Para no pasar por alto el diagnóstico, hay que buscar de forma sistemática trastornos sensoriomotores en el territorio de los nervios mediano, cubital, radial y cutáneo lateral del antebrazo. Desde el punto de vista sensitivo, puede detectarse aneste-sia del pulpejo de los dedos, de la cara dorsal de la primera comisura, de la eminencia tenar y del borde cubital de la cara dorsal de la mano. En el plano motor se puede encon-trar una parálisis de los músculos intrínsecos, al valorar, sobre todo, la movilidad activa en antepulsión, abducción y aducción de los dedos largos, así como el cierre de la primera comisura. Las lesiones nerviosas en la mu˜neca se pueden acompa˜nar de lesiones vasculares y/o tendinosas. Todas las asociaciones son posibles y pueden distinguirse, según la localización, tres tipos de lesiones: anterolaterales, ante-romediales y totales [2]. Además de la lesión del nervio mediano, las heridas anterolaterales pueden causar un corte de la arteria radial y de los flexores del pulgar y del índice. Además de la lesión del nervio cubital, las heridas anteromediales pueden incluir un corte de la arteria cubi-tal, del flexor cubital del carpo y de la parte cubital de los 2 EMC - Kinesiterapia - Medicina física
  • 3. Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas E – 26-465-A-10 Cuadro 1. Clasificación de las lesiones traumáticas de los nervios periféricos según Sunderland y Seddon. Sunderland Axón Endoneuro Perineuro Epineuro Seddon Correspondencia clínica Grado 1 A A A A Neuroapraxia Recuperación espontánea rápida al cesar la compresión Grado 2 R A A A Axonotmesis Recuperación espontánea por crecimiento axonal 1 mm/d Grado 3 R R A A Recuperación espontánea posible pero siempre parcial Grado 4 R R R A Ninguna recuperación espontánea Reparación nerviosa por sutura o injerto Grado 5 R R R R Neurotmesis Ninguna recuperación espontánea Reparación nerviosa por sutura o injerto R: ruptura de la continuidad de la unidad anatómica; A: ausencia de lesión de la unidad anatómica. flexores de los dedos. Por último, las secciones totales o parciales anteriores de la mu˜neca pueden provocar, ade-más de la sección de los nervios mediano y cubital, un corte de las arterias radial y cubital, así como de todos los tendones flexores de la mu˜neca y los dedos. Lesiones de los nervios colaterales digitales Ante una herida de los dedos hay que buscar una hipoestesia o una anestesia de los hemipulpejos. Algunos hemipulpejos se denominan mayores porque son fun-cionalmente superiores a los otros (pulpejo del pulgar, hemipulpejos radial del índice y del mayor, hemipulpejo cubital del me˜nique) y son los que se afectan con mayor frecuencia. Las lesiones asociadas, arteriales y tendinosas, no son infrecuentes. Reparación Estrategia quirúrgica El objetivo principal de las técnicas de reparación de las lesiones de los nervios periféricos sigue siendo la reconsti-tución lo más parecida posible a su estructura anatómica. Previo desbridamiento de las áreas de sección del nervio, en teoría conviene afrontarlas sin tensión para permitir que los fascículos de regeneración atraviesen sin dificultad la zona de reparación y recolonicen los tubos endoneurales vacíos a causa de la degeneración walleriana [3]. Está demostrado hace tiempo que un afrontamiento correcto favorece el efecto de sustancias neurotróficas y quimiotácticas, lo que limita las dispersio-nes axonales intra o extraneuronales (causas de neuroma) y mejora la recuperación funcional de los efectores senso-riomotores. En el contexto de la urgencia, la técnica de reparación de los nervios periféricos depende de la naturaleza de la lesión (corte limpio o herida contusa) y de la existencia o no de pérdida de sustancia nerviosa. Cualquier cirugía de un nervio periférico se debe hacer en el quirófano, la mayoría de las veces con anestesia locorregional, man-guito neumático y en condiciones de asepsia absoluta. Desde el punto de vista técnico, para reparar un nervio se necesita aumento óptico, en el mejor de los casos un microscopio quirúrgico, y un instrumental específico de microcirugía. El primer tiempo consiste en lavar y desbri-dar la herida. El segundo tiempo, en explorar, a menudo a costa de una ampliación proximal y/o distal que debe efectuarse conforme a las reglas del arte de la cirugía de la mano, sobre todo haciendo que las incisiones palma-res sigan el patrón de los pliegues cutáneos. La finalidad del tercer tiempo es reparar las posibles lesiones osteoar-ticulares y tendinosas asociadas. La reparación nerviosa tiene lugar en el cuarto tiempo, en un campo quirúrgico exangüe. El quinto tiempo se destina a la reparación de las lesiones vasculares y el sexto, al revestimiento cutá-neo. Por último, el tiempo de manejo postoperatorio forma parte del tratamiento quirúrgico y debe progra-marse inmediatamente después de que el paciente salga del quirófano. Esta etapa primordial, en la que el paciente debe recibir una información clara e inteligible, tiene por finalidad no sólo explicarle las consignas que debe respetar, sino también motivarlo para alcanzar el mejor resultado posible. Se recuerda que la información clara e inteligible es una obligación deontológica [4]. Técnica quirúrgica La reparación de las lesiones de los nervios periféri-cos debe efectuarse con ayuda de un sistema de aumento óptico. Para suturar los extremos de los nervios se usan hilos de nailon, los cuales deben ser bastante finos (9/0 o 10/0) como para no alterar el diámetro neural, pero lo suficientemente resistentes como para hacer un nudo sin da˜nar los tejidos atravesados. Puede a˜nadirse pegamento biológico. Se trata de un adhesivo a base de fibrinógeno humano y trombina cálcica de origen bovino. Su princi-pio es reproducir la formación de fibrina, última fase de la coagulación sanguínea, que conduzca a la formación de un coágulo de fibrina polimerizada y concentrada que se reabsorbe por completo en 12-15 días. El desbridamiento de los extremos de los nervios se efec-túa con instrumentos de microcirugía, permite obtener un área de sección nerviosa nítida y regular y debe ser exiguo para evitar una tensión excesiva de la reparación. Después del desbridamiento se decide qué técnica de reparación nerviosa usar. Las lesiones nerviosas posibles son de tres tipos. Si es una lesión nítida y no hay pérdida de sustancia, la reparación directa está indicada en todos los casos, sin influencia de la localización de la lesión. Si la lesión es contusa, el desbridamiento nervioso hasta una zona sana es indispensable. El afrontamiento de los extremos del nervio debe efectuarse bajo tensión fisioló-gica, a veces a costa de una leve flexión del segmento implicado. Es necesario sortear dos escollos: por una parte, la tensión excesiva de la zona de reparación y, por otra, una flexión demasiado pronunciada de las articulaciones. Al respecto, si para limitar la tensión de la reparación se mantiene una flexión demasiado marcada del segmento en cuestión, se corre el riesgo de obtener un déficit de extensión secundario y el uso de la zona de reparación durante los movimientos de extensión, con el peligro de entorpecer la conducción del impulso nervioso. Por el contrario, Millesi ha demostrado que la recuperación funcional es menor con una tensión excesiva [5]. Hay que recurrir entonces a una interposición para rellenar la pér-dida de sustancia nerviosa. En este último caso, cuando el corte del nervio causa una pérdida de sustancia de forma secundaria o si la pér-dida de sustancia se presenta de entrada, se hace necesaria una interposición con injerto nervioso o con otra técnica. El primer tiempo de la reparación consiste en el afron-tamiento de los extremos del nervio. La reparación debe EMC - Kinesiterapia - Medicina física 3
  • 4. E – 26-465-A-10 Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas entorpecer lo menos posible el crecimiento nervioso: desbridamiento, orientación fascicular, puntos de sutura escasos pero eficaces y sin tensión, preservación de los tejidos circundantes. Por lo tanto es fundamental encontrar la orientación fascicular. El reconocimiento de los grupos fasciculares puramente sensitivos de la mano es relativamente fácil. En la mu˜neca, donde los nervios son mixtos (motores y sensitivos), la exigencia es mayor. Por ejemplo, la orienta-ción del nervio mediano, que sobre todo contiene la rama motora tenar, se identifica gracias a la arteria central del nervio. Con relación al nervio cubital, que también es un nervio mixto de la mu˜neca, hay que recordar la posición de los fascículos en función del origen del ramo cutáneo dorsal. Después de identificar la orientación fascicular, el obje-tivo del tiempo siguiente es mantener en contacto los extremos del nervio mediante diversos artificios anas-tomóticos. Se habla de reparación directa cuando los extremos se mantienen afrontados por una técnica de reparación, y de reparación indirecta cuando se relacio-nan por intermedio de una interposición. Se denomina reparación primaria a la efectuada de urgencia, y secun-daria a la realizada en un segundo tiempo quirúrgico. Existen, por tanto, reparaciones directas primarias o secundarias y reparaciones indirectas primarias o secun-darias. Reparación directa La reparación directa difiere según la localización, el tiempo quirúrgico y la técnica empleada. Así, la reparación siempre es primaria en los dedos y a veces secundaria en la mu˜neca. En el caso de los nervios colaterales digitales, la mayoría de las veces se realiza de urgencia, ya que la reintervención es difícil en esta locali-zación [6]. Se trata de una reparación directa primaria. En cambio, la reparación de las lesiones muy contu-sas de la mu˜neca puede postergarse algunas semanas [7]. Se habla entonces de reparación directa secundaria. Se recuerda que la sutura secundaria sólo es posible si, tras la resección de los extremos nerviosos, la pérdida de sus-tancia es breve (0,5-1 cm) y el afrontamiento se efectúa en tensión fisiológica, con las articulaciones en exten-sión o en flexión muy leve. Si la reparación primaria es imposible, sobre todo en presencia de una seria contu-sión multitisular, es fundamental identificar los extremos nerviosos y afrontarlos con cuatro o cinco puntos de hilo 8/0 o 9/0. Los nervios son sistemas elásticos y el afron-tamiento de las extremidades evita la retracción, limita la cicatrización conjuntiva y permite efectuar, a la cuarta o sexta semana, una reparación directa secundaria o una reparación indirecta secundaria. Pueden indicarse diversas técnicas de reparación ner-viosa, sobre todo las suturas con hilo y la aplicación de pegamento de fibrina. La sutura con hilo se efectúa con monofilamento de nailon 9/0 en los grandes troncos de la mu˜neca y 10/0 en los ramos nerviosos de la mu˜neca o la mano. Nunca debe ser perineural, porque en tal caso el afrontamiento de los fascículos sería insuficiente. Tampoco debe ser fascicular, ya que, incluso con un afron-tamiento excelente, la presencia de hilos de sutura en el espacio intraneural es inconveniente y fuente de esclero-sis. La técnica que todavía se usa es un término medio entre las dos técnicas anteriores: es la sutura epiperineu-ral. Se toma en un solo bloque las envolturas conjuntivas de los grupos fasciculares más periféricos. En los nervios colaterales digitales bastan dos o tres puntos de hilo 10/0 para obtener una sutura hermética en tensión fisiológica, mientras que para los nervios mediano y cubital en la mu˜neca hacen falta 6-10 puntos. La adición de pegamento biológico permite disminuir el número de puntos, mejora la coherencia de los extremos del nervio y proporciona al mismo tiempo un sustrato favorable al transporte de los neurotransmisores. Reparación indirecta La indicación ideal de los injertos nerviosos corres-ponde a una pérdida de sustancia nerviosa en un contexto tisular favorable [8]. Está claro que después de los 50 a˜nos los resultados son más aleatorios cuando la lesión está alejada de los efectores y la pérdida de sustancia es con-siderable. El injerto no se hará al mismo tiempo que una intervención movilizadora como una artrólisis: se retrasa hasta la desaparición de la inflamación, cuando la cicatriz es flexible, el lecho está bien vascularizado y las articu-laciones del miembro están bien rehabilitadas. Es mejor tunelizar el injerto para evitar que vuelva a formarse una cicatriz en todo su trayecto. Este razonamiento es válido para las lesiones traumáti-cas de los nervios en la mu˜neca, pero no para los nervios colaterales digitales, que siempre deben ser operados de urgencia, pues en esta zona una reintervención es deli-cada. En general se usan autoinjertos no vascularizados y pro-cedentes de nervios cutáneos sensitivos. Claro está que la elección debe ser estética, pero sobre todo se basa en la longitud y la congruencia de calibre. En presencia de una lesión aislada de un nervio digital, se usa la rama mediana del nervio cutáneo lateral del antebrazo o del nervio cutáneo medial del antebrazo. En la mu˜neca, la mayor longitud suele obtenerse con el nervio sural. Si no es posible hacer injertos nerviosos, las técnicas alternati-vas son: neurotización, injertos venosos o musculares y guías artificiales de crecimiento nervioso [9]. Nervios que no hay que reparar La reparación microquirúrgica de urgencia es la orien-tación terapéutica unívoca frente a una herida nerviosa reciente, con excepción de los nervios digitales dorsales de los dedos largos y del pulgar, ya que el valor funcional de éstos es mínimo y la falta de reparación sólo conduce a la formación de un neuroma en casos excepcionales. En cambio, la reparación secundaria de algunos ner-vios sensitivos puros no sería aconsejable después de 6 semanas, pues los inconvenientes de la reparación pue-den ser superiores a las ventajas. Es posible encontrar trastornos de la sensibilidad secun-darios a traumatismos nerviosos que han sido reparados, pero sin éxito, o que todavía no han sido reparados. Entre los síntomas se se˜nala un déficit sensitivo, una hiperestesia en la zona correspondiente o bien un dolor neuromatoso expresado como un signo irritativo en el sitio de la lesión inicial. La conducta usual es la reparación nerviosa secundaria. Sin embargo, algunos nervios no deben repararse, sino resecarse muy por encima de la zona inicialmente afec-tada, con transposición del mu˜nón proximal a una zona de menor actividad. Se trata, por un lado, de los nervios que suelen usarse para los autoinjertos (ramo mediano del nervio cutáneo lateral del antebrazo) y, por otro lado, de los nervios situados alrededor de la mu˜neca, de mayor valor funcional, en los que el tratamiento de los neuro-mas dolorosos es especialmente difícil (ramos superficiales del nervio radial, ramo cutáneo dorsal del nervio cubital, ramo cutáneo palmar del nervio mediano). Por último, la reparación de los nervios colaterales digitales debe ser secundaria en la mayoría de los casos, pero a veces es posi-ble renunciar a esta reparación en los casos siguientes: ausencia de neuroma (por el riesgo de producirlo), loca-lización distal a la articulación interfalángica proximal, estado trófico deficiente, escasa motivación del paciente, pulpejo no dominante, antecedentes quirúrgicos de la zona que se va a someter a la reintervención. Lesiones asociadas Las lesiones nerviosas periféricas rara vez son únicas. Todas las lesiones acompa˜nantes deben repararse, en espe-cial la lesión arterial, pues su reparación es fundamental 4 EMC - Kinesiterapia - Medicina física
  • 5. Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas E – 26-465-A-10 para una buena troficidad. La reparación de las lesiones de los tendones flexores exige un cuidado postoperatorio pre-ciso. La sutura nerviosa debería inmovilizarse 3 semanas, pero además hay que movilizar los dedos de inmediato para evitar las adherencias peritendinosas: la moviliza-ción pasiva controlada en la férula al 8.◦ día es un término medio aceptable entre estos dos objetivos contrapuestos. Todas las lesiones asociadas se han de reparar en un orden acorde al de las heridas de la mu˜neca: tendones, nervios y arterias. La reparación arterial mejora la recupe-ración nerviosa y la troficidad de los pulpejos. También protege en el aspecto mecánico la reparación nerviosa, tomando para sí una parte del trabajo mecánico resultante de una posible movilización digital. Valoración después de la reparación El resultado de las reparaciones de las lesiones nervio-sas debe valorarse en sus aspectos funcionales, tróficos, motores y sensitivos. Esta evaluación se completa con una valoración del dolor (escala visual analógica [EVA], escala del dolor neuropático [DN4]) y la búsqueda del signo de Tinel. La evaluación dura alrededor de 1 hora y puede efectuarse en varias sesiones. Requiere concentración por parte del paciente y se lleva a cabo en un ambiente tran-quilo y cómodo, con preferencia en una sala equipada con una camilla que permita alternar las posiciones de decúbito y posición sentada. Valoración de los trastornos tróficos La primera fase de la evaluación consiste en la inspec-ción del estado trófico de la mano, que depende de las fibras simpáticas contenidas en el nervio periférico. Los trastornos tróficos varían en función de la cantidad de fibras simpáticas correspondientes al nervio lesionado. Es útil incluir en la historia clínica del paciente fotografías de la mano en distintas etapas. El revestimiento cutáneo puede estar globalmente adel-gazado, con reducción de los dermatoglifos en la piel palmar o una modificación de las u˜nas y/o de la pilosidad de la piel dorsal. Las secreciones sudorales pueden estar disminuidas o ausentes al principio, a menudo como expresión de una lesión sensitiva mayor o, al contrario, aumentadas a dis-tancia de la reparación. Ante una cicatriz hay que evaluar el grosor, la colora-ción y la adherencia a los planos profundos, y detectar la posible presencia de un queloide. La troficidad muscular debe evaluarse antes de las fun-ciones motrices. Valoración de la recuperación motriz La primera fase de la evaluación motriz consiste en determinar las movilidades articulares pasivas de ambos lados. Una rigidez articular no debe impedir la valoración de la fuerza muscular. La motricidad voluntaria se evalúa de forma cuanti-tativa, músculo por músculo, en una escala de 0 a 5 [10] (Cuadro 2). Cada músculo debe evaluarse según su acción principal desde una posición de referencia del paciente y del terapeuta. Por ejemplo, un músculo se valora en menos de 3 si es capaz de resistir la acción de la gra-vedad, con excepción de los músculos intrínsecos de la mano[11]. Un músculo se valora en 5 si puede mantener la posición articular cuando el terapeuta lo moviliza en sentido contrario (break test positivo) o si es capaz de efec-tuar el movimiento contra una resistencia aplicada por el terapeuta [11]. La motricidad voluntaria se evalúa de forma cualitativa, observando por una parte las deformaciones y, por otra, las prensiones. Cuadro 2. Escala de valoración muscular del British Medical Research Council. Grado Observación 0 Ausencia completa de contracción 1 Contracción voluntaria palpable bajo los dedos, sin movimiento posible 2 La contracción muscular permite un movimiento de la articulación, sin oposición de la fuerza de gravedad, en toda su amplitud 3 El movimiento es posible en toda su amplitud y contra la fuerza de gravedad 4 El movimiento es posible en toda su amplitud, contra la fuerza de gravedad y contra una resistencia manual de intensidad moderada 5 Fuerza normal, la resistencia manual es máxima + Si la eficacia de un músculo es mayor que la aceptada por la definición − Si la amplitud no es completa La deformación en garra de los radios 4.◦ y 5.◦, el signo de Wartenberg y el signo de Froment se buscan ante una lesión del nervio cubital. La denominada mano de «mono» se busca ante una lesión del nervio mediano. Las prensiones palmar, digitopalmar, tridigital, subter-minolateral, etc., deben analizarse fase por fase: alcance, toma, sostén y liberación de un objeto con ayuda de diver-sas pruebas [10]. Por ejemplo, la prueba de los cilindros evalúa las tomas finas y los desplazamientos rápidos de objetos. El paciente debe recoger, uno por uno, cinco cilin-dros de plástico y depositarlos en un recipiente colocado a la altura del hombro. Esta prueba cronometrada per-mite comparar la mano lesionada con la mano sana [12]. La prueba de Minnesota evalúa las tomas globales y la coordi-nación bimanual. Esta prueba cronometrada tiene varios ítems [13]. La prueba de 400 puntos permite obtener una puntuación de uso de la mano sana en comparación con la mano lesionada. Se divide en cuatro etapas: movilidad, fuerza, desplazamiento de objetos con una sola mano y prueba de función bimanual [14]. La prueba de Purdue per-mite evaluar las prensiones finas con una mano o con las dos manos [15]. La fuerza de prensión manual y de la pinza del pulgar (terminolateral) se valora en kilos con un dinamómetro específico (Fig. 3). La recuperación motriz debe evaluarse con regularidad (cada 2-3 meses) para seguir la evolución de la reinerva-ción. Evaluación de la recuperación sensitiva La recuperación sensitiva incluye las sensibilidades cutánea, muscular y articular. Para valorar la sensibilidad cutánea hay que neutralizar primero todos los otros receptores sensitivos o sensoriales que puedan darle al paciente información sobre el tipo de estimulación aplicada por el terapeuta. Por ejemplo, el paciente no debe ver la mano en estudio, la cual se apoya sobre una superficie estable. La sensibilidad cutánea se evalúa de forma cuantitativa y cualitativa. Desde el punto de vista cuantitativo, la zona cutá-nea deficitaria o hipoestésica se delimita con ayuda de una cartografía o estesiografía. No siempre corresponde al territorio de distribución cutánea del nervio lesio-nado, por un lado, porque la lesión puede ser parcial y, por otro, porque existen variaciones anatómicas. Sobre toda la superficie cutánea correspondiente al territorio del nervio lesionado se aplica un estímulo mecánico puntiforme indoloro, que sigue ejes transversales y lon-gitudinales. Uniendo los primeros puntos no percibidos por el paciente en cada uno de los ejes, puede trazarse EMC - Kinesiterapia - Medicina física 5
  • 6. E – 26-465-A-10 Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas A B Figura 3. Evaluación de la fuerza de prensión con dinamómetro. A. La fuerza de la mano se mide en la muesca n.◦ 2 del dinamómetro. Paciente en posición sentada, con el brazo al lado del cuerpo, el hombro en rotación neutra, el codo flexionado a 90◦ y en pronosupinación neutra, y la mu˜neca a 0-30◦ de extensión (recomendaciones de la American Society of Hand Therapists). El paciente debe apretar el pu˜no lo más fuerte posible durante menos de 10 segundos. Se hacen tres mediciones en cada lado, alternando derecha e izquierda y midiendo primero el lado dominante. Entre cada medida se hace un descanso de 20 segundos. El resultado (en kilogramos) es el promedio de las tres medidas de cada lado. B. La fuerza de la pinza terminolateral del primer dedo con el segundo se mide colocando el medidor de fuerza digital entre el pulpejo del pulgar y el borde radial de la segunda falange del índice. La posición del paciente y el protocolo de medida son idénticos a los de la determinación de la fuerza del pu˜no. El resultado (en kilogramos) es el promedio de las tres medidas de cada lado. Figura 4. Estesiómetro de Semmes Weinstein. Sobre la piel se aplica de forma perpendicular un monofilamento con la fuerza necesaria y suficiente para curvarlo. La aplicación, realizada fuera del control visual del paciente, dura 2 segundos. Antes de la aplicación siguiente se hace una pausa de 8 segundos. un polígono de hipoestesia. La herramienta más indicada es el kit de los 20 estesiómetros de Semmes Weinstein (Fig. 4), pues están calibrados para que cada uno corres-ponda a una fuerza de aplicación en gramos [16]. Si el paciente no capta las consignas (corta edad o deficien-cia mental), pueden usarse pruebas destinadas a obtener una respuesta simpática como indicio indirecto de la sen-sibilidad cutánea. Entre éstas, las pruebas de sudoración y la de O’Riain [17] son fáciles de hacer. Tienen varios inconvenientes: son estrictamente cuantitativas, sólo son sensibles a la anestesia (la hipoestesia moderada no se demuestra) y sólo se pueden efectuar sobre la piel palmar. Desde el punto de vista cualitativo, la sensibilidad ter-moalgésica y vibrotáctil se analiza con pruebas específicas en la zona cutánea deficitaria o hipoestésica. En el aspecto topográfico, todas estas pruebas se realizan en el mismo lugar, dentro del territorio hipoestésico. En cuanto a la cronología, todas se efectúan según la evolución de la recuperación sensitiva. La sensibilidad de protección o termoalgésica se recu-pera primero. Permite evitar las lesiones provocadas por agentes vulnerantes. No es indispensable evaluar de forma sistemática la termonocicepción, pues la valoración de la mecanonocicepción, más fácil de hacer, es un indicio indirecto. La mecanonocicepción se evalúa con la prueba del pinchazo. Consiste en dar un pinchazo superficial con una aguja desechable sobre la piel previamente desinfec-tada. La respuesta es positiva si se produce un movimiento de retirada y/o un dolor verbalizado en los 2 segundos siguientes al estímulo. Cuando la respuesta es negativa, la valoración cualitativa de la sensibilidad finaliza. La sensibilidad vibrotáctil se recupera en segundo lugar. Comúnmente denominada «tacto», permite analizar todas las estimulaciones cutáneas, salvo la nocicepción. Consta de la sensibilidad vibratoria, táctil (constante o móvil) e incluso puede tener un componente simbó-lico [18]. La evaluación de la sensibilidad vibratoria es útil para demostrar, sobre todo, una hipoestesia considerable. Puede efectuarse mediante la búsqueda de un umbral de percepción a las vibraciones [16]. La sensibilidad táctil se evalúa con dos pruebas: el umbral de percepción de la pre-sión (UPP) y el umbral de discriminación de dos puntos (2pd). El UPP mide en gramos la presión mínima perci-bida tras la aplicación de un estímulo mecánico con un monofilamento. El UPP debe efectuarse con ayuda de un kit de 20 monofilamentos [19] y un protocolo estricto [16]. Al aplicarlos sobre la piel, el monofilamento debe cur-varse ligeramente. La norma es de 0,1 g en el pulpejo de los dedos. El 2pd mide en milímetros la distancia mínima percibida tras la aplicación de un estímulo mecá-nico con dos puntas romas. El 2pd debe efectuarse con un estesiómetro de dos puntas [20] y un protocolo estricto (Fig. 5), estático o móvil [16]. La presión de las dos pun-tas romas debe ser inferior al umbral de blanqueamiento de la piel. La norma es de 4-6 mm en el pulpejo de los dedos. La síntesis de la valoración cualitativa termoalgésica y vibrotáctil permite clasificar la zona cutánea deficitaria 6 EMC - Kinesiterapia - Medicina física
  • 7. Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas E – 26-465-A-10 Figura 5. Estesiómetro de dos puntas romas para una prueba de Weber estática. La aplicación del estímulo, fuera del control visual, sin provocar blanqueamiento de la piel, dura 2 segundos. Antes de la aplicación siguiente se hace una pausa de 8 segundos. Cuadro 3. Escala internacional de la sensibilidad según Zachary, modificada por Dellon [21]. Grado Observación S0 Anestesia S1 Sensibilidad de protección presente pero ausencia de sensibilidad vibrotáctil S2 Sensibilidad vibrotáctil pobre, umbral de percepción a la presión ≤ 100 g S2+ Presencia posible de disestesias S3 Sensibilidad vibrotáctil aceptable, discriminación de dos puntos (móviles o estáticos) ≤ 30 mm S3+ Sensibilidad vibrotáctil correcta, discriminación de dos puntos (móviles o estáticos) ≤ 15 mm S4 Sensibilidad vibrotáctil normal, discriminación de dos puntos (móviles o estáticos) ≤ 6 mm Nota: la distinción entre S3 y S3+ sólo se aplica al pulpejo de los dedos. según la escala internacional de la sensibilidad [21, 22] en cinco estadios, de S0 (anestesia) a S4 (sensibilidad normal) (Cuadro 3). La sensibilidad articular y muscular se compone del sen-tido posicional, que incluye la estatestesia y la cinestesia, la estereognosia y la barestesia. Esta valoración, que nece-sita la neutralización previa de la visión, no es sistemática debido a la escasa influencia funcional y, además, a la carencia de una valoración cifrada. El sentido posicional, o reconocimiento de la posición del cuerpo en el espacio, se explora pidiéndole al paciente que describa la posición de los segmentos de la mano después de que el terapeuta los haya movilizado. La estereognosia, o reconocimiento de las formas, puede evaluarse pidiéndole al paciente que nombre objetos después de manipularlos. La barestesia, o reconocimiento de los pesos, se valora pidiéndole al paciente que clasifique en función del peso objetos rigu-rosamente idénticos en el aspecto visual pero de distinto peso. El dolor se evalúa con el resultado de dos cuestio-narios: EVA y DN4. La EVA tiene una buena fidelidad intrapersonal [23]. Puede ser puramente analógica (EVA), numérica (EN) o con smileys para evaluar a los ni˜nos. En la primera exploración se le propone al paciente que eva-lúe un dolor del pasado en una escala de 0 a 10 a efectos de que capte el sentido de la EVA[24]. El DN4 es un cuestio-nario de 10 puntos, de los cuales tres son completados por el evaluador. Permite demostrar dolores de tipo neuropá-ticos si al menos cuatro de 10 respuestas son positivas [25]. Cualquier evaluación sensitiva dolorosa con un DN4 posi-tivo debe hacer pensar en una alodinia mecánica, que se valorará y tratará con prioridad [26]. El signo de Tinel permite objetivar el avance de la regeneración nerviosa [27]. Una estimulación percutánea (percusión o vibración) en los nodos regenerativos axo-nales desencadena una sensación de hormigueo que se irradia desde el punto de estimulación hacia la periferia en el trayecto del nervio lesionado. El signo de Tinel se busca mediante un estímulo sobre el trayecto del nervio lesio-nado, en sentido proximal, hasta desencadenar el signo de hormigueo. Allí donde el signo es positivo, es el lugar en el que se encuentran los nodos regenerativos axonales más avanzados. Rehabilitación Motriz La rehabilitación motriz varía en función del grado de recuperación de la motricidad. Cuando la recuperación de la motricidad es inferior a 3/5, la rehabilitación consiste en mantener la movilidad articular y la troficidad muscular. La movilidad articular se mantiene con movilizaciones pasivas suaves. Pueden acompa˜narse de movilizaciones activas asistidas cuando la actividad muscular lo permite (2/5). El mantenimiento de la troficidad de los músculos paralizados consiste en estiramientos suaves y en un programa de electroestimu-lación específica para los músculos desnervados [28]. La rehabilitación debe continuar en el domicilio con un pro-tocolo de automovilización. Cuando la recuperación de la motricidad es superior o igual a 3/5, la rehabilitación activa puede empezar con un trabajo muscular analítico. Se inicia un trabajo muscular global de las prensiones, con exclusión de las compensa-ciones. Sensitiva La rehabilitación sensitiva no sólo está a cargo del tera-peuta en la consulta, sino también de una persona del entorno del paciente en el domicilio. La rehabilitación sensitiva varía según el grado de recuperación de la sensi-bilidad. Cuando la sensibilidad se clasifica como S0 o S1, se indica educación terapéutica. El objetivo es evitar la exclu-sión funcional por falta de uso (dedo excluido en un dedal) y, además, evitar las lesiones cutáneas por una agre-sión no advertida (quemadura por taza de café caliente). Cuando la sensibilidad se clasifica como S2/S3, el obje-tivo de la rehabilitación de la hipoestesia es que el paciente pueda volver a interpretar las sensaciones extra˜nas que provienen de sus receptores sensitivos cutáneos. También es el momento de tratar las posibles sensaciones desagra-dables o disestesias [29]. La zona hiposensible se rehabilita con técnicas específicas: rehabilitación de los trazos y de las asperezas [16]. La complejidad de los estímulos aumenta a medida que avanza la recuperación. Por ejemplo, la reha-bilitación de los trazos comienza en S2 distinguiendo un trazo fijo de otro móvil, después uno recto de otro curvo y, por último, en S3, un trazo curvo de otro sinuoso. Cuando la sensibilidad se clasifica como S3/S3+, la reha-bilitación precedente prosigue y se perfecciona con la terapia de múltiples texturas para adquirir un máximo de discriminación [24]. EMC - Kinesiterapia - Medicina física 7
  • 8. E – 26-465-A-10 Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas A B Figura 6. Ortesis. A. Smilar a la que se usa después de la técnica del lazo de Zancolli, en caso de lesión del nervio cubital, para combatir la deforma-ción en garra. B. De tipo abertura comisural, en caso de lesión del nervio mediano, para combatir el cierre de la primera comisura. Material ortopédico El desequilibrio muscular resultante de la parálisis de algunos agonistas provoca deformaciones que deben combatirse para evitar el desarrollo de posturas defectuo-sas [30]. Por ejemplo, una lesión del nervio cubital genera una actitud en garra de los dedos 4.◦ y 5.◦. Para evitar las retracciones en extensión, las articulaciones metacarpo-falángicas 4.a y 5.a se deben colocar en flexión con una ortesis, como la que se usa después de la intervención del lazo de Zancolli (Fig. 6A). La ortesis permite la extensión activa de las articulaciones interfalángicas sobre las que influye la acción del extensor común de los dedos. Ante una lesión del nervio mediano es necesario mantener la abertura de la primera comisura (Fig. 6B). Destreza La destreza pone en acción todas las funciones tróficas y sensoriomotrices [12]. Agrupa disociación digital, coor-dinación bimanual, coordinación oculomanual y rapidez de ejecución. La destreza no se debe trabajar con las téc-nicas destinadas a evaluarla por el riesgo de falsear las valoraciones ulteriores. Educación terapéutica La educación terapéutica es una transferencia de cono-cimientos y de competencias del terapeuta al paciente. El objetivo es mejorar el resultado del tratamiento gracias a la participación activa del paciente. Aunque en general se usa en enfermedades crónicas, está totalmente indicada en traumatología y ortopedia. Reinserción sociolaboral El modelo del proceso de producción de la discapaci-dad (PPD) de Fougeyrollas, usado por los ergoterapeutas, permite identificar los principios del proceso de reinser-ción sociolaboral [31]. El PPD pone en relación las aptitudes de la persona, su entorno y sus costumbres. Entre las últi-mas, se consideran por ejemplo la actividad laboral, los cuidados personales y el tiempo libre. La reinserción sociolaboral puede referirse a tres niveles sucesivos: las aptitudes del paciente, su ambiente de tra-bajo y la actividad laboral propiamente dicha. El primer nivel consiste en mejorar las aptitudes del paciente des-pués de la consolidación. El objetivo de la rehabilitación funcional es la recuperación máxima en relación con el estado anterior, gracias al entrenamiento y al trabajo de resistencia que le permite al paciente recuperar su puesto de trabajo inicial. Si esto fracasa, el segundo nivel consiste en adaptar el puesto de trabajo a las nuevas aptitudes del paciente (readaptación). Si esto también fracasa, el tercer nivel consiste en un cambio del puesto de trabajo. Si lo último no es posible porque la diversidad y la disponibi-lidad de puestos de trabajo no lo permiten, se inicia un proceso de reconversión. Tratamiento de los neuromas postraumáticos Un neuroma postraumático es una lesión nerviosa derivada de la ausencia de reparación o bien de la reparación imperfecta de la sección de un ner-vio periférico. Desde el punto de vista fisiopatológico, corresponde a un crecimiento anárquico de las fibras nerviosas y se manifiesta por dolores neuropáticos invalidantes, a veces desencadenados por estímulos míni-mos. Los neuromas postraumáticos son difíciles de tratar. Con relación a la cirugía, el principio básico es la transposición de los neuromas. Se han descrito diversas técnicas: transposición intramuscular, intraósea, subapo-neurótica. Ninguna ha demostrado ser superior. Por esta razón, la rehabilitación funcional está especialmente indi-cada. Respecto a la rehabilitación, la desensibilización mediante vibraciones mecánicas y la neuroestimulación eléctrica transcutánea (TENS) son las técnicas que se usan con más frecuencia. El objetivo de la desensibilización con vibraciones mecánicas es aumentar el umbral de tolerancia al dolor producido por las estimulaciones mecánicas del neuroma. En el transcurso de una sesión, se debe efectuar después de la rehabilitación de la hiposensibilidad, aun a costa de que resulte ineficaz. Se aplica un aparato generador de vibraciones sobre la zona gatillo, primero con una amplitud de vibraciones tolerable para el paciente. La amplitud se aumenta de forma gradual hasta que los dolo-res desaparecen [16]. Así, las estimulaciones inducidas por las actividades de la vida diaria ya no serán advertidas por el paciente como dolorosas. La TENS permite disminuir las sensaciones dolorosas gracias a la aplicación de una corriente de baja intensidad en la superficie cutánea. La acción de la TENS se basa en la teoría de la puerta de control de Melzack y Wall [32]. Las sesiones duran 30 minutos y sus resultados se potencian sumados a los de la desensibilización mediante vibracio-nes. Conclusión El tratamiento y la rehabilitación de las lesiones nervio-sas periféricas necesitan una estrecha cooperación entre los especialistas en microcirugía y en rehabilitación. 8 EMC - Kinesiterapia - Medicina física
  • 9. Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas E – 26-465-A-10 El pronóstico suele ser bueno, pero a menudo quedan secuelas funcionales sensitivas y/o motrices que deben tenerse en cuenta para alcanzar una reinserción sociola-boral óptima. Bibliografía [1] Sunderland S. The intraneural topography of the radial, median and ulnar nerves. Brain 1945;68:243–99. [2] Alnot JY, Badelon O, Leroux D. Les plaies tendino-nerveuses de la face antérieure du poignet. À propos d’une série de 62 cas. Rev Chir Orthop 1986;72:126–31. [3] Alnot JY, Liverneaux P. Plaies récentes des nerfs au poignet et à la main. Rev Prat 1994;44:2446–50. [4] Nonnenmacher J, Rapp E. La main neurologique périphéri-que. Rev Fr Domm Corp 2004;4:289–304. [5] Millési H, Meissl G, Berger A. Further experience with inter-fascicular grafting of the median, ulnar and radial nerves. J Bone Joint Surg [Am] 1976;58:209–18. [6] Tropet Y. Réparation des nerfs digitaux : techniques, résul-tats et indications. 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Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo: Noël L, Liverneaux P. Tratamiento y rehabilitación de las lesiones nerviosas periféricas. EMC - Kinesiterapia - Medicina física 2014;35(2):1-9 [Artículo E – 26-465-A-10]. Disponibles en www.em-consulte.com/es Algoritmos Ilustraciones complementarias Videos/ Animaciones Aspectos legales Información al paciente Informaciones complementarias Auto-evaluación Caso clinico EMC - Kinesiterapia - Medicina física 9