1. Tema 1: La Hispania romana y la monarquía
visigoda.
2. Tema 1: La Hispania romana y la monarquía visigoda.
• La conquista y romanización de la Península Ibérica y del archipiélago balear se extiende por
periodo de unos siete siglos (se inicia en el 218 a.C.).
• La romanización se realizó a través de la asimilación de los modos de vida romana en aspectos
culturales, lingüísticos, económicos, sociales, políticos, jurídicos (Derecho romano), de ingeniería
urbana, y de la organización administrativa provincial, por la población de Hispania (especialmente
en el área levantina y centro).
La conquista
1ª Etapa: Conquista del este y del sur peninsular (218-197 a.C.) Dentro de la Segunda Guerra
Púnica (218 a.C. a 201 a.C.), los romanos llegan a la Península con el objetivo de cortar el paso al
general púnico Aníbal (cruce elefantes de los Alpes), que amenaza a Roma (Trebia, Trasimeno y
Cannas) desde su base de aprovisionamiento en
Cartago Nova (Cartagena).
Los romanos desembarcan en Emporion (Ampurias),
cruzaron el Ebro y tomaron Sagunto, derrotando a los
cartagineses (púnicos) en la Bética y tomaron
Cartago Nova.
Más tarde los romanos asediaron la propia Cartago,
por lo que Aníbal tuvo que regresar a su patria, siendo
derrotado por el general romano Escipión en la batalla
de Zama.
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4. 2ª Etapa: Conquista del centro y del oeste peninsular (155-133 a. C.) Debido a ciertos abusos en la
administración del territorio conquistado por los romanos, se produjeron enfrentamientos entre
estos y diversas tribus ibéricas (guerras lusitanas (Viriato) / resistencia celtíbera en Numancia), que
motivaron una mayor penetración militar romana en la península.
3ª Etapa: Conquista del norte peninsular (29-19 a.C.) El fin de la conquista llegó con el emperador
Augusto (27 a.C. y 14 d.C.), con la dominación de los pueblos del norte de la Península (galaicos,
astures, cántabros y vascones) en las llamadas guerras cántabras.
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6. La romanización
• Fue un proceso de aculturación o integración cultural de los habitantes de la Península Ibérica
en el Imperio romano, aunque conservando parte de sus costumbres y formas de vida
prerromanas.
• No fue un proceso homogéneo, ni en el tiempo (se intensificó con la Paz Imperial o Augusta s. I
d.C.), ni en el espacio (más intenso en el área mediterránea que en el norte y el noroeste).
Organización política: La primera medida administrativa que introdujeron fue la división del
Territorio peninsular, en dos provincias, la Hispania Citerior (valle del Ebro y costa
mediterránea) y la Hispania Ulterior (valle del Guadalquivir y resto del territorio conquistado).
Más tarde, en época del Bajo Imperio (s. III d. C.) se dividiría en cinco provincias: Tarraconensis,
Cartaginensis, Baetica, Lusitania y Gallaecia.
Cada provincia era gobernada por un Pretor, asesorado y vigilado por una asamblea, mientras que
la recaudación de impuestos la administraba el Cuestor, elaborando un censo de población y
propiedades.
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8. Organización Social: Al igual que la romana, estaba formada
por población libre y por población esclava. No todos tenían la
misma condición política y jurídica, teniendo unos la
ciudadanía romana y otros la latina, hasta que el emperador
Carracala concedió la ciudadanía romana a todos en el 212 d.C.
Los esclavos no tenían ningún derecho ni podían acceder a la
propiedad, la mayoría eran prisioneros de guerra. Aquellos
esclavos que recuperaban su libertad se denominaban “libertos”.
Organización económica: Durante el proceso de romanización se produjo un importante
crecimiento demográfico, debido a las mejoras en la agricultura (mejoras de regadío, nuevas
técnicas como el abono, rotación de cultivos, etc…) y al comercio, alcanzando los 7
millones de habitantes y convirtiendo a Hispania en
una de las zonas de mayor producción agrícola y
comerciales del imperio.
Vías de comunicación: Los romanos construyeron
una red de comunicaciones, “las calzadas” que
enlazaban las ciudades más importantes del interior
con la costa, convirtiéndose en importantes ejes
comerciales.
9. Religión: Los romanos respetaron los cultos existentes en la península, siempre que no
supusiesen un peligro para Roma y para ello recurrieron al sincretismo religioso (fusión de los
dioses romanos con las divinidades locales).
En el s. III d.C. llegó de Oriente a Hispania el Cristianismo, que fue perseguido por negarse a
adorar a otros dioses y al emperador, convirtiéndose en enemigos del Estado romano, hasta que
con Constantino I se legalizó y más tarde se convirtió en la religión oficial con Teodosio I el
Grande.
El legado de Roma en España es visible en el patrimonio arquitectónico y artístico, así como en el
origen de mucha de las actuales ciudades, aunque donde la herencia es más importante ha sido
en la lengua (latín) y el derecho romano.
10. La monarquía visigoda
En el año 409, los pueblos bárbaros (suevos, vándalos y alanos) aprovecharon la debilidad del
imperio romano para cruzar los Pirineos y entrar en Hispania.
A partir del año 411 se asentaron los suevos en la provincia de Gallaecia, los alanos en la
Lusitania y Cartaginensis y los vándalos en la Bética, para luego cruzar al norte de África.
Otro pueblo bárbaro, los visigodos, que actuaban como tropas auxiliares del ejército romano,
iniciaron la pacificación de Hispania y lograron expulsar a estos pueblos, excepto a los suevos que
se mantuvieron en el noroeste, formando un reino.
Cuando el último emperador de Occidente (Rómulo) fue depuesto en el año 476 d.C. los visigodos
fijaron su capital en la actual ciudad francesa de Toulousse, siendo luego derrotados por los
francos en la batalla de Vouillé en el 507 y expulsados de la Galia, asentandose definitivamente en
Hispania.
11. Su principal zona de asentamiento se localizaba en las llanuras de la Meseta Central y eligieron
Toledo como capital de su reino.
El reino visigodo en Hispania se basaba en 2 elementos esenciales, la herencia romana (Derecho
romano, lengua latina, organización administración) y la herencia germana (reyes electivos y
derechos consuetudinario).
Los visigodos constituían una población de 100.000 personas frente a los hispanorromanos que
eran unos 7 millones, lo que llevó a los reyes godos a emprender un proceso de unificación entre
las dos comunidades, logrando la unidad territorial, política, jurídica y religiosa.
La unidad religiosa la llevó a cabo Recaredo (586-601) sucesor de Leovigildo, quien en el Concilio
de Toledo de 589, abandonó el arrianismo con todo su pueblo y aceptó el catolicismo como religión
oficial del reino, logrando así la unidad religiosa.
La unión legislativa se producirá con Recisvinto
(653-672) quien promulgó un único código para
ambos pueblos, el Liber Judiciorum o
Fuero Juzgo.
Aún así, las continuas luchas entre los nobles,
desestabilizaron el reino visigodo, siendo estos
derrotados por los musulmanes en la batalla de
Guadalete en 711, finalizando dicho reino
e iniciándose la presencia islámica en la
Península Ibérica.